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Bilateralidad, agnación y matrifocalidad entre los pastores del sur peruano: una lectura censal y genealógica (siglos XIX-XX)
Bilaterality, agnation and matrifocality among the sheperds of Southern Peru: A lecture of census and genealogies (19th-20th centuries)
Bilateralidad, agnación y matrifocalidad entre los pastores del sur peruano: una lectura censal y genealógica (siglos XIX-XX)
Indiana, vol. 33, núm. 2, pp. 31-58, 2016
Ibero-Amerikanisches Institut Preußischer Kulturbesitz

Resumen: Este trabajo discute algunos aspectos de la organización social del pueblo de pastores de Sallani (Cuzco, Perú) desde la perspectiva que propone la presencia de agrupaciones agnaticias en ámbitos en los que las relaciones de parentesco se rigen mediante criterios bilaterales, así como también la presencia de agrupaciones alternativas a aquellas que han sido objeto de generalización para el caso de sociedades de pastores del centro y sur peruanos. Con miras a responder las preguntas que plantean ambos problemas se relaciona la información procedente del registro etnográfico (genealógico) con fuentes censales decimonónicas inéditas conservadas en archivos locales. Esto permite, a su vez, proponer una lectura de la organización social de un pueblo de pastores contemporáneo en la larga duración.
Palabras clave: bilateralidad, agnación, matrifocalidad, pastores, etnografía, etnohistoria, Ausangate, sur del Perú, siglos XIX-XX.
Abstract: This paper discusses several features of Sallani’s social organization, a shepherd people from Southern Peru (Cuzco). Starting from the point of view of agnatic groups in contexts in which kinship relationships are ruled by bilateral criteria, the paper deals with the presence of alternative groupings to those which have been commonly described for shepherd populations in Central and Southern Peru. In order to answer the questions posed by both sets of problems, genealogical information is linked with unpublished census from 19th century kept in local archives, allowing to propose an interpretation of a contemporary shepherd people’s social organization in the longue durée.
Keywords: bilaterality, agnation, matrifocality, shepherds, etnohgraphy, ethnohistory, Ausangate, Southern Peru, 19th-20th centuries.
Introducción
Hacia la década de 1970 los estudios antropológicos sobre parentesco dedicados a las poblaciones campesino-indígenas de los Andes llegaron a un consenso sobre su carácter bilateral (Sendón 2012: 386 ss.). Sin embargo, en el primer balance sobre la materia, Bernd Lambert (1977: 3, 14-15) destacó el lugar que ocupa la agnación entre las poblaciones dedicadas a la actividad pastoril, dando lugar a la formación de grupos localizados de descendencia.1 Lambert entendió que el protagonismo de la descendencia masculina en estas poblaciones está relacionado más con un ‘ideal cultural’ que con necesidades de tipo económico y que la existencia de grupos localizados de descendencia ilustra:
La opinión de [Edmund] Leach de que, cuando en las sociedades bilaterales los apellidos son heredados a través de la línea masculina, parecería que los hombres exitosos enfatizan largas genealogías agnaticias con miras a incrementar su prestigio, y así crear la ilusión de que los patrilinajes existen como grupos corporados (Lambert 1977: 16 –énfasis agregado).
Ahora bien, existen estudios etnográficos dedicados a poblaciones pastoriles del sur peruano y otras regiones de los Andes en los que, más o menos explícitamente, el acento se ha puesto en la matrifocalidad al identificar agrupaciones parentales en las que son las mujeres quienes detentan el rol de jefas de familia y quienes ocupan un papel más decisivo que los hombres en lo que respecta al manejo del hogar, el usufructo de la tierra y el empleo de los recursos.2 Este pareciera ser el caso de la aldea de Siwina Sallma localizada en el corazón del macizo de Ausangate, al sur del departamento del Cuzco.
Siwina Sallma pertenece al distrito de Pitumarca (provincia de Canchis) y junto con otras comunidades campesinas forma parte del centro poblado menor Phinaya. Todas estas poblaciones se especializan en el pastoreo de llamas, alpacas y ovejas. A su vez, la aldea de Siwina Sallma forma parte de la comunidad campesina de Sallani cuyo territorio cubre una superficie aproximada de 175 km2. Desde otra perspectiva, la comunidad de Sallani está dividida en mitades denominadas Hanan Muyu (o ‘reunión de los de arriba’) y Uray Muyu (o ‘reunión de los de abajo’), la primera de las cuales agrupa una serie de estancias o sectores identificados con el topónimo Siwina Sallma y la segunda hace lo propio por medio del topónimo Sallani (Ricard Lanata 2007: 42-46). La aldea de Siwina Sallma cuenta con media docena de familias agrupadas en torno a un vado entre las que destaca:
La aplicación de la regla de residencia uxorilocal para los migrantes masculinos: la mayoría de los hombres que habitan la aldea no han nacido en Sallma, se instalaron en ella ya casados. Las mujeres provienen en su mayoría de un ancestro patrilineal común (patronímico ‘Chuquichampi’), de quien han heredado la tierra y el ganado. Ellas mantienen, si no la propiedad de la tierra [...] por lo menos su usufructo, y tienen siempre la última palabra en lo que se refiere al manejo del rebaño (Ricard Lanata 2007: 44).
En los términos expuestos en la cita anterior el caso de Siwina Sallma plantea dos problemas al estudio de las formas de organización social de las poblaciones pastoriles del sur peruano. Primero, la acentuación de la uxorilocalidad a propósito de las uniones establecidas entre hombres migrantes y mujeres sallmeñas, si bien no desmiente el carácter agnaticio muchas veces predicado de las poblaciones pastoriles, pareciera matizarlo al sugerir la eventual presencia de agrupaciones de tipo matrifocal. Segundo, la postulación de la existencia de agrupaciones de este último tipo debería ser objeto de corroboración mediante el recurso al análisis genealógico.3
Estas consideraciones apuntan directamente a la casuística que se presenta en este trabajo. En efecto, los objetivos impuestos en él consisten en discutir algunos aspectos de la organización social del pueblo de pastores de Sallani presentando especial atención, por un lado, al problema que involucra la presencia de agrupaciones agnaticias en contextos en los que las relaciones de parentesco se rigen mediante criterios bilaterales y, por el otro, al problema que plantea la eventual presencia de agrupaciones alternativas (i.e., matrifocales) a aquellas que han sido objeto de generalización para el caso de las sociedades de pastores del centro y el sur del Perú.
El pueblo de Sallani
Hasta 2003 el territorio de Sallani –aproximadamente 1,300 hectáreas– estaba, efectivamente, divido en mitades denominadas Sallani o Uray Muyu y Sallma o Hanan Muyu. Cada una de ellas comprende una serie de caseríos o sectores identificados mediante una serie de topónimos asociados, a su vez, a una serie de patronímicos. Mientras que Sallani detenta el estatus de comunidad campesina, Sallma detenta sólo el de mitad Hanan Muyu del conjunto mayor del que forma parte.4
Según sus habitantes, las características sobresalientes que definen los contornos de Sallani son dos: por un lado, la mayoría de las familias se apellidan Huaman y Chuquichampi y, por el otro, la regla de residencia posmatrimonial imperante es la virilocalidad. En consonancia con ello, se predica la ascendencia agnaticia de varias de estas familias hasta un pasado relativamente remoto, así como la continuidad en el usufructo de los territorios a lo largo de las generaciones. Ambas características, en principio, parecerían corroborarse a propósito de la información registrada en un padrón general elaborado por las autoridades de Sallani en 2003 (Cuadro 1).
El padrón registra los nombres de los 29 jefes de familia residentes en Sallani sin ningún tipo de especificación sobre sus respectivas edades, orígenes y lugares de residencia. De estos jefes, 24 son hombres, 5 mujeres y 21 llevan los apellidos paterno, materno, e incluso ambos, Huaman o Chuquichampi. De inmediato se aprecia que el número de jefes de familia masculinos (24) es notablemente mayor al de los jefes de familia femeninos (5), y, además, que el número de jefes de familia que llevan los apellidos paternos Huaman o Chuquichampi (10) casi duplica al de aquellos cuyos apellidos maternos son los mismos (6) y triplica al de aquellas jefas de familia que llevan por apellido paterno Huaman (3).
¿Es posible deducir de esto que los miembros de Sallani están unidos entre sí mediante vínculos agnaticios con cierta profundidad en el tiempo y que la perdurabilidad de las agrupaciones agnaticias esté sujeta, en parte, a la práctica de la virilocalidad? La respuesta a este interrogante impone la presentación y discusión de una serie de información adicional. El examen de esta información, sin embargo, no debe hacer caso omiso de dos hechos significativos, y relacionados entre sí, registrados en el padrón general: la presencia de ocho jefes de familia varones cuyos apellidos no son Huaman ni Chuquichampi y que, por lo tanto, constituirían el sector migrante de la población que se insertó en ella a través de los vínculos uxorilocales establecidos con sus respectivas mujeres.

Padrón general de la comunidad campesina de Sallani (2003).
El registro censal
Entre los expedientes relativos a los reclamos y litigios de tierras en los que participaron los indígenas del distrito de Pitumarca a comienzos de la década de 1920, destaca uno en el que se menciona la pertenencia territorial de sus dirigentes: los delegados de las parcialidades de “Ccapac-chapi, Consachapi, Pampachiri é Ylave, y de las cordilleras de Uchullucllo, Sallani, Phinaya y Chilca” (Ministerio de Agricultura de Sicuani 1922: f. 82). A comienzos del siglo XX Pitumarca estaba conformado por las cuatro parcialidades mencionadas cuyos núcleos estaban localizados en la cabecera del valle homónimo ubicada en los terrenos agrícolas por encima de los 3,400 metros sobre el nivel del mar. Cada parcialidad detentaba su jurisdicción sobre los sectores o caseríos ubicados en diferentes niveles altitudinales a lo largo del territorio, incluidos aquellos destinados a la actividad pastoril. Aquello que en el expediente se registra como “las cordilleras de Uchullucllo, Sallani, Phinaya y Chilca” debe entenderse como los sectores o los caseríos –devenidos más tarde comunidades– emplazados por encima de los 4,500 metros sobre el nivel del mar y cuyos habitantes estaban, como hoy, especializados en la actividad pastoril. Lo importante aquí es identificar, de ser posible, quiénes eran los habitantes de Sallani entonces e incluso antes. Los censos de la población tributaria de la provincia de Canchis (Archivo Regional del Cuzco 1782-1826, 1835-1888, 1826-1889), que cubren un período que se prolonga no sin lagunas entre 1782 y 1888, resultan de ayuda para ello.5
Los libros de 1888 y 1883 contienen prácticamente la misma información. En ellos se consigna que la parcialidad Consachapi, perteneciente al distrito de Pitumarca, comprende a los caseríos de Uchullucllo, Anacmuyo y Sallani, entre otros, y que la parcialidad Pampachiri, del mismo distrito, comprende al caserío de Chillca, entre otros. Lo importante aquí es que, en el contexto de las cuatro parcialidades que conformaban Pitumarca hacia fines del siglo XIX (i.e. Pampachire, Ccapac-chapi, Consachapi e Ilave) y el de sus respectivos caseríos, la mayor concentración de apellidos Huaman y Chuquichampi se aprecia en los cuatro mencionados.6 Ambos libros consignan exclusivamente a los contribuyentes masculinos mayores de edad identificados mediante sus respectivos nombres de pila, apellidos paternos y edades.
En el libro de 1888 se registran 9 hombres Huaman y 3 Chuquichampi en Uchu-llucllo (sobre un total de 35 contribuyentes), 1 hombre Huaman y 9 Chuquichampi en Anacmayo (sobre 30), 2 hombres Huaman y 9 Chuquichampi en Sallani (sobre 37) y 11 hombres Huaman en Chillca (sobre 85). El libro de 1883 repite prácticamente el anterior. En el nivel de estas unidades, entonces, se observa una presencia significativa del apellido Huaman y otra residual del apellido Chuquichampi en el caserío de Uchullucllo, una presencia significativa del apellido Chuquichampi y otra más bien residual del apellido Huaman en los caseríos de Anacmuyu y Sallani y una presencia significativa del apellido Huaman y otra nula del apellido Chuquichampi en el caserío de Chillca.7
Debido al carácter de la información, las únicas constataciones que se pueden establecer hasta aquí son la existencia hacia fines del siglo XIX de los nombres de las mitades que en la actualidad conforman el territorio de Sallani (Sallani y Anacmayo o Anacmuyu), la asociación de los patronímicos Huaman y Chuquichampi con tres de los caseríos de la parcialidad Consachapi (Uchu-llucllo, Anacmayo y Sallani), y la del primero de estos patronímicos con el caserío de Chillca de la parcialidad Pampachiri.
A diferencia de los anteriores, los libros de 1850, 1845, 1835 y 1782 proporcionan las listas de la población tributaria masculina ordenada de acuerdo con las categorías “originarios y forasteros con tierra”, “forasteros sin tierras” y “próximos o entrantes a contribuir” correspondientes a ambas. En cada entrada se especifica el estatus marital de los tributarios masculinos (i.e. casado, soltero o viudo) y, en el caso de los casados –la gran mayoría– se consignan a sus respectivas esposas –unos y otras identificados mediante un solo nombre de pila y un solo apellido. En algunas entradas de los solteros y en todas las correspondientes a los “próximos a contribuir” se consignan el nombre de pila de sus padres, mas no así el de sus madres y, excepcionalmente en el caso de los primeros, los nombres de sus hermanos menores, mas no el de sus hermanas. Con respecto a los viudos, se menciona el nombre del esposo fallecido mas no el de la esposa fallecida. Finalmente, tampoco se establece el lugar de origen de la población censada y el lugar de residencia se detiene en el nivel del ayllu. Así, mientras que en los dos primeros libros se especifican los nombres de los caseríos y de las parcialidades en donde reside la población contribuyente, en los cuatro últimos sólo se registran los ayllus de residencia, cuyos nombres son los mismos que el de las cuatro parcialidades. Si la mayoría de apellidos Chuquichampi y Huaman durante la década de 1880 estaba concentrada en cuatro caseríos pertenecientes a las parcialidades de Consachapi y Pampachiri, debería esperarse –de existir cierta continuidad en el tiempo y en el espacio–, volver a encontrarlos en los ayllus homónimos y no sólo, esta vez, para el caso de los tributarios sino también pare el de sus esposas. En los párrafos siguientes nos concentraremos en Consachapi y Pampachiri (Cuadro 2).
En el libro de 1850 se consignan 94 entradas (sobre 463) correspondientes a los “ayllo” Consachapi y Pampachiri en las que al menos uno de los individuos registrados se apellida Huaman o Chuquichampi. En los casos relativos a los “originarios y forasteros con tierras” (69 sobre 335) se aprecia la presencia de 7 entradas (en Consachapi) en las que hombres Choqquechampi están casados con mujeres que llevan otro apellido (i.e. no son ni Choqquechampi ni Huaman), 8 correspondientes a mujeres Choqquechampi casadas con hombres que llevan otro apellido (6 en Consachapi y 2 en Pampachiri), 17 de hombres Huaman casados con mujeres que llevan otro apellido (7 en Consachapi y 10 en Pampachiri), 23 de mujeres Huaman casadas con hombres que llevan otro apellido (7 en Consachapi y 16 en Pampachiri), 1 en la que un hombre Huaman está casado con una mujer Choqquechampi (en Consachapí), 4 (en Pampachiri) en las que hombres Huaman están casados con mujeres Huaman y 4 entradas de hombres Choqquechampi (en Consachapi) y 5 de hombres Huaman (en Pampachiri) solteros o viudos. En los casos de los “forasteros sin tierras” (18 entradas sobre 80) se registraron 1 entrada (en Consachapi) de un hombre Choqquechampi casado con 1 mujer con otro apellido, 6 de hombres Huaman casados con mujeres con otro apellido (2 en Consachapi y 4 en Pampachiri), 6 de mujeres Huaman casadas con hombres con otro apellido (2 en Consachapi y 4 en Pampachiri), 1 (en Consachapi) de un hombre Choqquechampi casado con una mujer Huaman y 4 entradas de un hombre Choqquechampi y 3 Huaman todos solteros (3 en Consachapi y 1 en Pampachiri). Para los casos de los “próximos o entrantes a contribuir” de ambas categorías (respectivamente, 5 entradas sobre 46 y 2 sobre 2) se registraron, por un lado, 3 hombres Choqquechampi (en Consachapi) y 2 hombres Huaman (uno en cada “ayllo”) y, por el otro, 1 hombre Choqquechampi y otro Huaman (en Consachapi).8 Las distribuciones registradas en el libro de 1845 son prácticamente idénticas a las anteriores. En el libro de 1835 se aprecia un ligero aumento en el número de parejas tributarias en ambos “ayllo” en las que al menos uno de los cónyuges lleva el apellido Huaman o Choquechampi. El libro de 1782 consigna 53 entradas (sobre 388) en las que al menos uno de los individuos registrados se apellida Choquechampi o Guaman sólo para la categoría “originarios con tierra”.
En los libros de la década de 1880 se observó la presencia de los apellidos Chuquichampi y Huaman hacia fines del siglo XIX y su asociación con los caseríos de Uchullucllo, Anacmuyo, Sallani y (en el caso de los Huaman) Chillca. En los últimos cuatro libros vuelve a apreciarse la presencia de ambos apellidos en los ayllus Consachapi y Pampachiri hasta fines del siglo XVIII más no así su asociación con caseríos o sectores ya que, de haber existido, no fueron especificados. De todos modos, en estos libros se consignaron los nombres y apellidos de las esposas de la población tributaria masculina, mientras que en los otros dos sólo se registraron los nombres de los contribuyentes masculinos. Esta diferencia permite incursionar con mayor detenimiento en la información contenida en los libros.
Primero, la presencia de población contribuyente y tributaria masculina en Pitumarca apellidada Huaman y Chuquichampi a lo largo de casi un siglo es bastante continua (oscila entre el 5 % y el 10 % del total de la población) y la gran mayoría, hasta mediados del siglo XIX, pertenecen a la categoría de “originarios y forasteros con tierras”.
Segundo, no sólo los hombres se apellidan Huaman y Chuquichampi, sino también algunas de sus mujeres, así como las esposas de los otros tributarios que llevan otros apellidos. Las distribuciones de estos individuos y sus respectivas uniones matrimoniales manifiestan una regularidad notable entre 1782 y 1850. Así, la mayoría de ellos consiste en hombres con otros apellidos y esposas Huaman (113) y hombres Huaman y esposas con otros apellidos (98). A ellos les siguen hombres Chuquichampi casados con mujeres con otros apellidos (36) y hombres con otros apellidos casados con mujeres Chuquichampi (33). También se destacan las uniones entre hombres y mujeres Huaman (15) y las de hombres Huaman y mujeres Chuquichampi (7), o viceversa (6).9 La identificación de estas mujeres, y sus respectivas uniones, ayuda a desvirtuar una primera imagen proporcionada por los libros de la década de 1880 en virtud de la cual los caseríos de Uchullucllo, Anacmayo, Sallani (Consachapi) y Chillca (Pampachiri) estarían conformados por una serie de hombres Huaman y Chuquichampi –entre otros– relacionados entre sí mediante vínculos agnaticios que posibilitan la reproducción a lo largo del tiempo del usufructo de sus respectivos territorios a partir de las uniones virilocales con mujeres de otros sitios. La presencia femenina es tan importante como la masculina.
Tercero, una regularidad similar se aprecia en el espacio. De las 211 uniones entre hombres o mujeres Huaman y mujeres u hombres con otros apellidos, 132 pertenecen a Pampachiri y 79 a Consachapi, y de las 69 uniones entre hombres o mujeres Chuquichampi y mujeres u hombres con otros apellidos, 62 corresponden a Consachapi y 7 a Pampachiri. Por su parte, mientras que las 13 uniones de hombres Chuquichampi y mujeres Huaman o mujeres Huaman y hombres Chuquichampi pertenecen exclusivamente a Consachapi, 14 de las 15 uniones entre hombres y mujeres Huaman pertenecen a Pampachiri y 1 a Consachapi. Se vuelve a apreciar, desde otro ángulo, lo que se observó en relación con los censos de la década de 1880: una presencia casi exclusiva del apellido Chuquichampi y otra significativa del apellido Huaman en el ayllu Consachapi, así como una presencia significativa del apellido Huaman y otra más bien residual del apellido Chuquichampi en el ayllu Pampachiri.
Ahora bien, atendiendo al primero de estos puntos, aunque es bastante probable que los hombres Chuquichampi y Huaman registrados en los libros de la década de 1880 (en los que 28 se repiten) sean descendientes de los hombres y mujeres Chuquichampi, Huaman y otros consignados en los censos levantados entre 1782 y 1850, e incluso también que los actuales hombres y mujeres que llevan estos apellidos en las dos mitades de Sallani –y en las comunidades aledañas de Ochollocllo y Chillca– sean los descendientes de unos y otros, lo cierto es que demostrarlo pormenorizadamente es difícil. Las décadas que separan a los libros de 1782 y 1835, 1850 y 1883 y, sobre todo, al censo de 1888 del padrón de Sallani de 2003 –junto con las lagunas en la información consignada en todos ellos– dificultan el trazado de continuidades genealógicas precisas, aunque no lo impiden del todo. En efecto, y sin ánimos de entrar en detalles, hemos podido identificar con cierta precisión tres casos de egos masculinos registrados en los libros de 1888 y 1883 pertenecientes a los caseríos de Sallani, Anacmayo y Uchullucllo que, en virtud de sus respectivas edades y vínculos de filiación, se repetirían en los libros de 1850 y 1845 y estarían relacionados genealógicamente con otros individuos mencionados en estos dos últimos e incluso en el de 1835.10
Si la identificación de la ascendencia (o de la descendencia) de los hombres registrados en los censos es problemática, aquella relativa a otros vínculos genealógicos lo es más. Los únicos que mencionan los libros entre 1782 y 1850 son los de hermandad, y esto nos lleva al segundo de los puntos subrayados antes: no sólo los hombres y mujeres Huaman y Chuquichampi son tributarios o esposas de tributarios sino que muchos de ellos probablemente también sean hermanos. De ser el caso, las entradas de cada libro no sólo remiten a unidades (tributarias) discretas sino también a conjuntos de parientes cuyos contornos, difíciles de identificar, estimulan la imaginación del etnógrafo. En este sentido, algunos de los hombres Chuquichampi casados con mujeres con otros apellidos serían los hermanos de algunas de las mujeres Chuquichampi casadas con hombres con otros apellidos, así como algunos de los hombres Huaman casados con mujeres con otros apellidos serían los hermanos de algunas de las mujeres Huaman casadas con hombres con otros apellidos. Hemos visto que la distribución de los matrimonios en cada libro es bastante pareja entre 1782 y 1850. Si pudiera demostrarse lo mismo con respecto a los vínculos de hermandad, la presencia femenina, tan importante como la masculina, volvería a desvirtuar la imagen de una sociedad que descansa, en parte, en los vínculos agnaticios que unen a una porción importante de sus miembros, pero no la desmentiría. Esto nos lleva al tercero de los puntos subrayados anteriormente.
Si se observa la distribución de los matrimonios entre 1782 y 1850 (Cuadro 2), los totales de hombres y mujeres Huaman casados con mujeres y hombres con otros apellidos (98 y 113) y el de hombres y mujeres Chuquichampi casados con mujeres y hombres con otros apellidos (36 y 33) son tan similares que dificultan la postulación de una única regla de residencia posmatrimonial. Si la uxorilocalidad fuese la regla dominante, debería esperar encontrarse en los libros a la mayoría de las mujeres Huaman y Chuquichampi residiendo con sus esposos (de otros apellidos) en los ayllus Pampachiri y Consachaipi y a la mayoría de los hombres Huaman y Chuquichampi y sus respectivas esposas (de otros apellidos) residiendo en alguno de los otros ayllus de Pitumarca. Si la virilocalidad, por el contrario, fuese la regla dominante, debería esperar encontrarse que el número de hombres Huaman y Chuquichampi residentes junto con sus mujeres en el ayllu Pamapachiri supere al de las mujeres Huaman y Chuquichampi quienes, junto con sus esposos, residirían en los otros ayllus. Ello no es lo que ocurre ya que la mayor concentración de estos apellidos se manifiesta en estos dos ayllus, con un protagonismo insoslayable de los Chuquichampi en Consachapi. Ahora bien, hemos considerado la posibilidad de que algunos de estos hombres y mujeres –muchos más de los que especifican los libros– sean hermanos y, atendiendo a ello, el eventual peso de la uxorilocalidad está sujeto a nuevas precisiones. Detengámonos en este punto atendiendo a la distribución de los principales apellidos de la población contribuyente masculina unida en matrimonio en Pitumarca (Cuadro 3).
Para la década del 1880 los apellidos numéricamente más significativos de la población contribuyente masculina en Pitumarca son Quispe, Huaman, Condori, Mamani y Chuquichampi (nota 6). La mayor concentración de Quispe se aprecia en las parcialidades Consachapi, Capac-chapi e Ilave; los Condori se concentran en Consachapi y en el caserío de Chillca (Pampachiri); los Mamani en el caserío de Chillca (Pampachiri) y en el de Anacmayo (Consachapi); los Huaman en el caserío de Chillca (Pampachiri) y en el de Uchu-llucllo (Consachapi); y los Chuquichampi en los caseríos Anacmayo y Sallani (Consachapi). En este contexto es preciso señalar que la mayor presencia del apellido Rojo –al igual que parte de los Mamani– se observa en Pampachiri y en su caserío Chillca. Esta misma distribución, y concentración, también se aprecia en el resto de los libros del período 1782-1850 y permite identificar, a grandes rasgos, a los Quispe en el ayllu Consachapi, a los Condori y Mamani en los ayllus Consachapi y Pampachiri y a los Rojo en Pampachiri.
Ahora bien, del total de los matrimonios en los que al menos uno de los cónyuges se apellida Huaman o Chuquichampi casi el 50 % (105/231) consiste en uniones con hombres y mujeres que llevan uno u otro de los principales apellidos identificados en la región (Cuadro 4). Entre estas uniones destacan, para el período 1782-1850, 19 matrimonios entre mujeres Huaman y hombres Condori, la mayoría de los cuales pertenecen a Pampachiri (13/6), 11 matrimonios entre mujeres y hombres Huaman pertenecientes casi exclusivamente a Pampachiri (10/1) y 5 matrimonios entre mujeres Huaman y hombres Chuquichampi pertenecientes en su totalidad a Consachapi. Debido a que los libros no hacen ningún tipo de especificación con respecto al lugar de nacimiento y el lugar de residencia de los individuos registrados, resulta imposible establecer con total seguridad patrones de residencia posmatrimonial. Sin embargo, la asociación entre algunos de estos apellidos con los nombres de uno u otro de los cuatros ayllus invita a pronunciarse, con cautela, al respecto. De esta manera, a propósito de la asociación de los apellidos Huaman y Condori con Pampachiri, los matrimonios entre mujeres Huaman y hombres Condori podrían interpretarse como instancias de virilocalidad en virtud de las cuales algunas de las mujeres en cuestión (hermanas –e incluso primas, hijas, sobrinas, nietas, etc.– de hombres Huaman) pasaron a residir en los territorios ocupados por sus respectivos esposos Condori (también emparentados entre sí) en el interior del mismo ayllu. Es posible concebir la misma situación para los casos de los matrimonios entre mujeres y hombres Huaman, asociados con el ayllu Pampachiri, aunque aquí debe contemplarse también la posibilidad de casos de uxorilocalidad entre las mujeres en cuestión y algunos hombres Huaman provenientes de Consachapi e Ilabe. De todos modos, los matrimonios entre mujeres Huaman y hombres Chuquichampi residentes en Consachapi (5) y mujeres Huaman y hombres Rojo residentes en Pampachiri (10) vuelven a inclinar la balanza hacia la virilocalidad ya que, aunque las primeras pertenecen a ambos ayllus, los Chuquichampi están asociados exclusivamente al primero y los Rojo al segundo. Otro tanto ocurre con las uniones entre mujeres Chuquichampi y hombres Quispe, Mamani y Huaman, los primeros asociados a Consachapi y los segundos a Consachapi y Pampachiri, mas todos ellos (salvo 2 casos) residentes en el primero de los ayllus. Sugerimos que algunos de los casos de los matrimonios de hombres Huaman o Chuquichampi –en particular los de estos últimos– y mujeres que llevan uno u otro de los principales apellidos de Pitumarca pueden interpretarse en la misma dirección.
Más allá del carácter hipotético de estas consideraciones, ellas no pretenden negar la existencia de uniones uxorilocales (o de otro tipo) en el interior de la muestra seleccionada, pero sí plantear la posibilidad de que el patrón de residencia virilocal detentaría una impronta mucho mayor de lo que dejan apreciar los libros y que estaría relacionado, a su vez, con la continuidad de líneas de descendencia agnaticias a lo largo del tiempo. Esto nos lleva, por fin, a plantear un último interrogante.
Si, como proponemos, algunos de los hombres Huaman y Chuquichampi –así como los Quispe, Condori, Mamani y Rojo– registrados en los libros de la década de 1880 son los descendientes de algunos de los hombres y mujeres que llevan estos apellidos en los censos levantados entre 1872 y 1850 y si, en el interior de cada una de las generaciones plausibles de ser identificadas, algunos de los individuos que comparten estos apellidos están relacionados entre sí por descender de antepasados comunes (y ser, por tanto, al menos hermanos o primos): ¿los antepasados de los contribuyentes masculinos Quispe, Condori, Mamani, Huaman, Chuquichampi y Rojo censados en los libros de 1888 y 1883 ocupaban las mismas porciones territoriales que en estos libros son identificadas mediante los topónimos de los caseríos de Phinaya, Chillca, Anacmayo, Uchu-llucllo y Sallani, cuatro de los cuales son mencionados, a su vez, como las “cordilleras”, o regiones de pastoreo, de Pitumarca en los expedientes sobre litigios de tierras de la década de 1920? Incluso más, ¿la distribución y concentración de los matrimonios identificados en el nivel de los ayllus entre 1872 y 1850 sería reproducida, al menos aproximadamente, en la década de 1880? Aunque en principio nos inclinamos hacia una respuesta positiva, lo cierto es que ella detenta también un carácter hipotético: en los libros del período 1782-1850 faltan los nombres de los topónimos identificados en los de la década de 1880, y en estos últimos están ausentes las mujeres que fueron registradas en los primeros.
De todos modos, una cosa es segura: la presencia de los apellidos Huaman y Chuquichampi detenta un protagonismo y una continuidad en Pitumarca desde, al menos, fines del siglo XVIII que los asocia con el ayllu o parcialidad Consachapi a la que pertenecían, hacia fines del siglo XIX, los caseríos de Anacmayo y Sallani, así como también muchas de las familias pertenecientes a esta misma parcialidad y su par Pampachiri.
El registro genealógico
El padrón de jefes de familia residentes en Sallani elaborado en 2003 consigna 29 individuos (24 hombres y 5 mujeres) 21 de los cuales llevan los apellidos paterno, materno, e incluso ambos, Huaman o Chuquichampi (Cuadro 1). La repetición de ambos apellidos entre estos individuos plantea el problema de dilucidar en qué medida, y mediante qué vínculos, se encuentran emparentados. Para ello el recurso a la encuesta genealógica se torna prioritario.
En Sallani hemos levantado cinco genealogías a 4 hombres y a 1 mujer. 3 de estos hombres, Silvestre Huaman Cjuno (30/Ego 4), Demetrio Huaman Huaman (57/Ego 3) y Gregorio Huaman Casquino (34/Ego 5) aparecen registrados en el padrón general como los comuneros 2, 8 y 25. Las otras dos genealogías pertenecen a Raimundo Chuquichampi Avendaño (34/Ego 1) y Esperanza Casquiño Aedo (+70/Ego 2), no registrados en el padrón pero residentes en Sallani. La información inmediata de este registro arrojó un total de 189 individuos emparentados con uno u otro de los egos encuestados. El análisis que sigue se concentra en los individuos unidos en matrimonio e incorpora aquellos pocos individuos del padrón de 2003 cuyos cónyuges –en caso de estar casados– no pudieron ser identificados. La muestra asciende a 144 individuos ordenados en cuatro generaciones.
Lo primero que deja advertir el registro es la presencia de 23 de los 29 comuneros consignados en el padrón de 2003 y, por lo tanto, la ubicación que ocupan en el interior de grupos de parientes cuyos contornos comienzan a insinuarse (Cuadro 5).11 La mayoría de estos comuneros lleva los apellidos paterno o materno Huaman o Chuquichampi. Lo interesante aquí es observar la distribución de estos apellidos según el tipo de vínculo de parentesco existente entre los individuos que los portan. Desde la perspectiva de los egos encuestados se advierte que en la primera genealogía (i.e., la realizada a Ego 1) Ego 1 y los comuneros 23 (FB) y 10 (FS) llevan el apellido paterno Chuquichampi. En la tercera sólo Ego 3 (comunero 8), entre los empadronados, lleva el apellido paterno Huaman. En la cuarta Ego 4 (comunero 2) y los comuneros 22 (F), 29 (FBS), 18 (FBD), 24 (FBD), 3 (FFBSS) y 20 (FFBSD) llevan el apellido paterno Huaman. En la quinta genealogía, Ego 5 (comunero 25) y el comunero 4 (F) llevan el apellido paterno Huaman –Ego 2 (M) lleva otros apellidos–. Ahora bien, estos mismos egos también son parientes de otros comuneros que han heredado estos apellidos por la vía materna. En la primera genealogía, la comunera 17 (FW) lleva el apellido materno Huaman. En la cuarta y en la quinta ocurre lo mismo con, respectivamente, la comunera 9 (FFBDD) y los comuneros 5 (FZS) y 21 (FZSS) –en la quinta genealogía el comunero 13 (FMZS) lleva otros apellidos–. Fuera del ámbito de la consanguinidad, el conjunto de los afines está constituido por individuos que llevan los apellidos maternos Huaman, Chuquichampi u otros. Así, en la genealogía 4 el comunero 7 (FFBDH) lleva el apellido materno Chuquichampi, los comuneros 15 (WF) y 6 (FBDH) el apellido materno Huaman y el comunero 12 (FFBSDH) otros apellidos. En la quinta genealogía, el comunero 19 (FMZDH) lleva el apellido materno Chuquichampi y el 14 (FMZDDH) otros.
Esta distribución ofrece un primer panorama de los grupos de parientes residentes en Sallani. La mayoría consiste en grupos de consanguíneos que llevan los apellidos paternos Huaman o Chuquichampi (13) y, en menor medida, el apellido materno Huaman (4). Ello, en principio, parecería remitir a la existencia de agrupaciones agnaticias que ocupan el territorio de Sallani a las que se suma el ingreso de hombres foráneos unidos uxorilocalmente con las mujeres de estos grupos introduciendo otros apellidos en el conjunto local. Ello es lo que ocurre con los casos de los comuneros 9, 5 y 21, descendientes de hombres migrantes unidos con mujeres sallaneñas.12 Esta situación se ajusta a los casos de los afines, entre quienes los comuneros 7, 19 (Chuquichampi por el lado materno), 12 y 14 (que llevan otros apellidos) son migrantes.13
Si retomamos lo observado en Siwina Sallma, en Sallani también se aprecia que las uniones uxorilocales ocupan un lugar destacado; sin embargo, en lugar de presentarse como instancias de hombres migrantes unidos con mujeres locales emparentadas en grados diversos, estos migrantes se unieron con mujeres locales emparentadas tanto con mujeres como con hombres residentes en los distintos caseríos y también emparentados en diversos grados. Es decir, el sector migrante no sólo se ha unido con grupos de mujeres apellidadas Huaman o Chuquichampi, sino también con sus parientes masculinos Huaman o Chuquichampi. Los migrantes, entonces, son incorporados en grupos de parentesco que los exceden –y a los que ayudan a dar forma– y la uxorilocalidad, para decirlo en pocas palabras, se ve englobada en la agnación. Estas generalizaciones se derivan del análisis de los comuneros del padrón de 2003 que ascienden a menos de un cuarto de los hombres y mujeres registrados en las genealogías. ¿Qué es lo que informan estas últimas?
La muestra genealógica arroja un total de 71 matrimonios cuatro de los cuales pertenecen a la primera genealogía, 20 a la quinta, ocho a la tercera y 39 a la cuarta. Once de ellos se ubican en G+2, 30 en G+1, 20 en G0 y 10 en G-1.14 La primera característica de este universo parental vuelve a ser el protagonismo de los apellidos Huaman y Chuquichampi. La mayoría de los hombres (29) llevan el apellido paterno Huaman, siguiéndoles los Chuquichampi (9), los Huaraya (5), los Mamani (5) y los Cjuno (4). Otro tanto sucede con las mujeres, aunque en este caso la distribución es ligeramente distinta: Huaman (25), Cjuno (10), Mamani (5) y Chuquichampi (3), entre otras.15 La segunda característica de la muestra consiste en que las uniones virilocales (45) duplican a las uniones uxorilocales (23).16 Estas uniones pueden diferenciarse en dos tipos: aquellas en las que los cónyuges nacieron y residen en Sallani (15) y aquellas en las que uno de los cónyuges es foráneo (53). Visiblemente, y ésta es la tercera característica de la muestra, el componente foráneo en Sallani ocupa un lugar destacado, aunque sujeto a precisiones. Detengámonos, entonces, en la distribución de estos matrimonios (68) con especial énfasis en los principales apellidos identificados en la genealogía: Huaman, Chuquichampi, Huaraya, Mamani y Cjuno.17
La población residente (y que residió) en Sallani (56 matrimonios) se encuentra relacionada mediante estrechos vínculos de consanguinidad con una significativa inclinación agnaticia. El caso más elocuente lo constituye la cuarta genealogía (Ego Huaman). De los 33 matrimonios registrados, 22 consisten en uniones virilocales de las cuales 14 corresponden a hombres apellidados Huaman,18 2 Cjuno (1 de ellos Chuquichampi por el lado materno), 2 Noa Huaman, 1 López Cjuno, 1 Huaraya Huaman. Las 11 uniones uxorilocales restantes corresponden a 7 mujeres apellidadas Huaman (2 de ellas llevan el mismo apellido por el lado materno y 1, a su vez, contrajo segundas nupcias), 2 Cjuno (1 de ellas Huaman por el lado materno), 1 Huaraya Huaman. Algo similar se aprecia en la tercera genealogía (Ego Huaman), aunque aquí el ancestro más remoto en la línea de descendencia agnaticia no es originario de Sallani. De los 7 matrimonios registrados, 5 consisten en uniones virilocales de hombres apellidados Huaman.19 Los 2 casos de uxorilocalidad restantes involucran a 1 mujer Cjuno y otra Huaman Huaman.
Ambas genealogías ponen en evidencia agrupaciones agnaticias (‘Huaman’) con la correspondiente inserción de elementos ‘foráneos’ en cada generación que posibilitan su reproducción en el tiempo incluso en detrimento de otras agrupaciones del mismo tipo: mientras que en la primera genealogía la ‘línea Cjuno’ se pierde en el tiempo, en la segunda la inauguración de la ‘línea Huaman’ es resultado de la unión entre un hombre con este apellido y una mujer Cjuno descendiente de un padre Cjuno que residió en Sallani. Esto es precisamente lo que se advierte en la quinta genealogía. En ella (Ego Huaman) los casos de uxorilocalidad duplican a los de virilocalidad. Los 8 primeros corresponden a 3 mujeres apellidadas Cjuno (1 contrajo segundas nupcias), 2 Huaman (la primera apellidada Huaman por el lado de la madre), 1 Mamani Cjuno y 1 Yaba Mamani. Ahora bien, y debido a los motivos señalados, los 4 casos de virilocalidad, aunque menores, corresponden a 3 hombres apellidados Huaman (y dos Cjuno por el lado materno) y 1 Phari Cjuno.
La primera genealogía (Ego Chuquichampi), finalmente, ratifica en menor escala lo observado en las anteriores pero con una variante: la pareja que inaugura la agrupación agnaticia se presenta como el único (1) caso de neolocalidad procedente de Pitumarca (H = Chuquichampi). El resto de las uniones consisten en 2 casos de uxorilocalidad correspondientes a una mujer apellidada Cutiri Huaman y otra Chuquichampi y 1 de virolocalidad correspondiente a un hombre Chuquichampi.
Esta distribución permite realizar una serie de precisiones con miras a abordar de lleno los problemas desplegados hasta aquí. En primer lugar, la gran mayoría de los matrimonios celebrados a lo largo de las cuatro generaciones (40) consiste en uniones entre hombres y mujeres nacidos y residentes en Sallani (15) y en uniones en las que uno de los cónyuges nació en Sallani y el otro en las poblaciones pastoriles aledañas de Ananiso (10), Uchulluqllo (8), Sallma (3) y Phinaya (4). Un segundo grupo consiste en uniones (6) en las que uno de los cónyuges nació en Sallani y el otro en Pitumarca. El resto consiste en uniones en las que la mayoría de los esposos nació en Sallani y sus esposas en alguno de los otros distritos de la provincia de Canchis (4), en otro sitio (5) y en la única (1) pareja migrante proveniente de Pitumarca cuyo partenaire masculino se apellida Chuquichampi.
En segundo lugar, los principales apellidos identificados en Sallani no son de su patrimonio exclusivo. También se advierte su presencia en otras de las poblaciones, particularmente aquellas aledañas dedicadas a la actividad pastoril. De los 10 cónyuges (mujeres u hombres) procedentes de Ananiso 2 llevan los apellidos Huaraya Chuquichampi, 3 Huaman Mamani, Huaraya Huaman y Mamani Chuquichampi, 3 los apellidos paternos Huaraya, Cjuno y Mamani, 1 el apellido materno Huaraya y 1 otro apellido. Otro tanto ocurre con los cónyuges procedentes de Uchulluqllo, de los cuales 1 lleva los apellidos Huaman Chuquichampi, 3 el apellido paterno Chuquichampi, 2 Huaman y 2 el apellido materno Chuquichampi. Ninguno de los esposos migrantes de Sallma lleva alguno de los apellidos paternos principales, pero 1 sí se apellida Chuquichampi por el lado de la madre. De los 4 cónyuges phinayenses, apenas 1 mujer lleva el apellido paterno Mamani, mientras que el resto porta otros apellidos. Lo mismo sucede con los 9 cónyuges procedentes de otros sitios, de los cuales 2 portan los apellidos paternos Mamani y Cjuno. Finalmente, de los 6 cónyuges procedentes de Pitumarca 1 sólo lleva los apellidos Mamani Huaman –así como el cónyuge masculino de la única pareja migrante procedente del mismo sitio el apellido paterno Chuquichampi– y el resto, otros.
En tercer lugar, no todos los parientes foráneos de los egos encuestados residen, o residieron, en Sallani ya que un número de uniones (13) –virilocales– involucró la migración de las mujeres a los lugares de residencia de sus cónyuges. Lo interesante de estos casos es que presentan una imagen especular de la situación anterior.20 Es decir, la mayoría de los matrimonios virilocales de las mujeres de Sallani que pasaron a residir en otros sitios se consumaron con hombres de las poblaciones pastoriles aledañas de Ananiso (7), Sallma (2), Ch’illka (2) y Phinaya (1), y sólo uno (1) involucró a un hombre de Pitumarca. Asimismo, 5 hombres de Ananiso llevan alguno de los principales apellidos identificados en la muestra por el lado del padre, 1 por el lado de la madre y 1 otros apellidos; 1 hombre de Sallma y 1 de Ch’illka llevan los apellidos maternos Chuquichampi y Huaman y los otros 2 otros apellidos. En los 2 casos restantes el hombre de Phinaya lleva otro apellido y el de Pitumarca se apellida Huaman por el lado del padre.
Los matrimonios (68) registrados en las genealogías ponen de manifiesto una estrecha asociación entre los principales apellidos consignados en ellas y las uniones celebradas entre los individuos pertenecientes a las poblaciones pastoriles de Sallani, Ananiso, Uchulluqllo, Sallma y, en menor medida, Ch’illka (47). La pregunta se impone por sí misma: ¿cómo interpretar esta asociación? Para responder a ello nos concentraremos en los 47 matrimonios que la expresan (es decir, casi el 70 % de la muestra). Esto permitirá a su vez relacionar la muestra genealógica con los libros tributarios del siglo XIX.
A lo largo de las cuatro generaciones se advierte un patrón regular de uniones matrimoniales, mayoritariamente virilocales, entre hombres y mujeres de Sallani y entre ellos y las mujeres y hombres de Ananiso, Uchulluqllo, Sallma y, en menor medida, Ch’illka.21 Asimismo, la mayoría de estos cónyuges porta alguno de los principales apellidos registrados en las genealogías, salvo unos pocos (8) en que ello no es así. Sin embargo, la ‘disonancia’ que producen estos casos se atenúa en la medida en que se trata de individuos nacidos en uno u otro de los pueblos mencionados y que, por ello, se encuentran inmersos en un universo parental definido fundamentalmente por la presencia de los principales apellidos identificados en ellos.
Los individuos (8) que portan otros apellidos son: G-1: 2 mujeres Noa (Cusihuata) de Sallani y 1 hombre Olgado de Sallma; G0: 1 mujer Choque de Sallani, 1 hombre Condori (Yaba) de Sallma, 1 hombre Rafael (Huayta) de Ananiso y 1 hombre Rojo (Rojo) de Ch’illka; G+1: 1 mujer Cabrera de Ananiso. Ahora bien, las dos primeras mujeres descienden de una mujer Cusihuata Mamani; el quinto hombre lleva el mismo apellido paterno que un par suyo de Sallma (G0) quien porta el apellido materno Chuquichampi; otro tanto sucede con el sexto y el séptimo hombre, quienes llevan los mismos apellidos paternos que dos pares suyos de Ananiso (G+1) y Ch’illka (G-1) quienes portan el apellido materno Huaman. Es decir, allí donde parecería perderse la continuidad de uno u otro de los apellidos principales, se los vuelve a encontrar en el mismo sitio a propósito de otros eslabones de la genealogía. Los apellidos maternos Mamani, Chuquichampi y Huaman identificados en los casos precedentes de Sallani, Ananiso y Ch’illka no hacen sino remitir a la presencia de hombres apellidados de esta manera oriundos de los pueblos en cuestión, o procedentes de alguno de ellos: los padres de las madres de cada uno de estos egos.22
En Sallani, entonces, existe un núcleo significativo de hombres y mujeres apellidados Huaman, Chuquichampi, Huaraya, Mamani y Cjuno a lo largo de las generaciones, así como también un número menor de individuos apellidados Noa. Otro tanto sucede en Ananiso, donde un núcleo significativo de estos individuos porta estos apellidos por el lado paterno, materno e incluso ambos. En Uchulluqllo la mayoría de los hombres y mujeres se apellidan Huaman y Chuquichampi por el lado materno, paterno y, en un caso, ambos. En Sallma sólo dos de los egos portan el apellido materno Chuquichampi y en Ch’illka, de los dos egos apellidados Rojo, uno lleva el apellido materno Huaman. En términos genealógicos, el número de los individuos que porta (o portaba) alguno de estos apellidos en uno u otro de los pueblos aledaños a Sallani aumenta significativamente ya que 13 de ellos (5 hombres y 8 mujeres) lo hacen por el lado materno (8 Chuquichampi, 3 Huaman, 1 Mamani y 1 Huaraya). Ello indica, como hemos visto a propósito de dos de los casos ‘disonantes’, que estos apellidos fueron transmitidos por los padres de las madres de estos individuos quienes eran, a su vez, originarios de estos pueblos o, mejor aún, originarios de alguno de ellos y residente en alguno de los otros. Esto no es todo, ya que, en efecto, del conjunto de los hombres (13) y mujeres (8) oriundos de estos pueblos que pasaron a residir a Sallani, y aquellos hombres (11) residentes en ellos con quienes se unieron las mujeres de Sallani, 17 llevan alguno de los principales apellidos por el lado del padre (4 Huaman, 5 Chuquichampi, 5 Huaraya y 3 Mamani), lo que indica que sus respectivos padres –también originarios, residentes u originarios de unos de estos pueblos y residentes en los otros– también los portaban. Esta presencia aumentaría de contemplarse todos los casos de hombres y mujeres nacidos en Sallani que llevan estos apellidos –esta vez por el lado paterno, materno e incluso ambos– y cuya ascendencia se pierde en el registro genealógico. Los apellidos Noa y Rojo, por su parte, parecen ser patrimonio exclusivo de, respectivamente, Sallani y Ch’illka y el apellido Cjuno, de Sallani y Ananiso. La presencia y la distribución de estos apellidos en los pueblos considerados dirigen de inmediato nuestra atención a la información contenida en los censos levantados en Pitumarca entre fines del siglo XVIII y fines del XIX.
Los libros de la década de 1880 consignan a la población contribuyente masculina de Pitumarca sólo mediante sus apellidos paternos e identifican con cierta precisión los caseríos de las parcialidades donde reside. Del análisis dedicado a ellos concluimos que la mayor concentración de los apellidos Huaman y Chuquichampi se manifiesta en los caseríos de Sallani, Anacmayo (= Sallma), Uchu-llucllo y Chillca, los tres primeros pertenecientes a la parcialidad de Consachapi y el cuarto a la de Ilave. Esta misma concentración es corroborada en las genealogías. Ahora bien, la información consignada en los censos invita a extender el registro genealógico en el tiempo y, a propósito del segundo, advertir algunas cuestiones no contempladas en el análisis dedicado a los primeros. En efecto, hacia fines del siglo XIX el patronímico Huaman se concentra mayoritariamente en los caseríos de Sallani, Uchu-llucllo, Anacmayo y Chillca y el Chuquichampi exclusivamente en los primeros tres. Los censos también informan que el patronímico Huaraya se encuentra fundamentalmente en Anacmayo, el Mamani en Chillca, Anacmayo y Sallani, y el Cjuno en Sallani. Los patronímicos Noa y Rojo, por su parte, ocupan un lugar destacado en, respectivamente, Sallani y Ch’illka. Es decir, al igual que en los censos, en las genealogías la mayor concentración de apellidos Huaman y Chuquichampi se encuentra en las mismas unidades territoriales que los primeros caracterizan como caseríos e, inversamente, la concentración del resto de los apellidos identificados en el registro genealógico en Sallani y los otros pueblos de pastores aledaños también se aprecia en los mismos caseríos de los libros de matrículas.
A diferencia de las matrículas de fines del siglo XIX, aquellas correspondientes al período 1782-1850 indican el estatus marital de la población tributaria masculina y, en el caso de los hombres casados, se especifica quiénes son sus esposas, todos identificados mediante sus apellidos paternos. El análisis dedicado a estos libros permitió determinar que del conjunto de los matrimonios en los que al menos uno de los cónyuges se apellida Huaman o Chuquichampi, casi el 50 % (105) consiste en uniones entre mujeres y hombres que portan alguno de los principales apellidos de la región durante ese período: Quispe, Huaman, Condori, Mamani, Chuquichampi y Rojo (Cuadro 4). 2 de estos apellidos (Quispe y Condori) difieren de aquellos otros 2 (Huaraya y Cjuno) que ocupan un lugar relativamente importante en los libros de la década de 1880, así como en el registro genealógico. De todos modos, un poco más de la mitad de estos últimos matrimonios (53) consiste en uniones entre hombres y mujeres que portan uno u otro de los apellidos Huaman, Mamani, Chuquichampi y Rojo, de los cuales 23 pertenecen a Consachapi y 30 a Pampachiri. De nuevo se observa una significativa asociación entre 4 de los 5 apellidos principales registrados en las matrículas de la década de 1880 con dos de los ayllus a los que pertenecen cuatro de los caseríos consignados en ellas. Esta asociación se acentúa si se tiene en cuenta que, por un lado, algunos de los cónyuges de los hombres y las mujeres Huaman o Chuquichampi que portan otros apellidos (126) durante el período contemplado llevan 3 de los apellidos registrados en las matrículas de 1880 y en las genealogías (Huaraya, Cjuno y Noa), así como otros 2 (Rafael y Yaba) consignado en estas últimas; y, por el otro, que la mayor concentración de hombres apellidados Quispe en los primeros dos libros se manifiesta en las parcialidades de Ccapac-Chapi, Ilave y en el caserío de Phinaya, y la mayor concentración de los Condori en la parcialidad Consachapi y el caserío de Chillca. Por último, la distribución de algunos de los matrimonios del período 1782-1850 sugiere que las uniones virilocales juegan un rol importante en la conformación y reproducción de las agrupaciones agnaticias como las identificadas en Sallani. En efecto, 8 de estos matrimonios consisten en hombres Chuquichampi unidos con mujeres Huaman o Mamani y otros 10 en hombres Rojo unidos con mujeres Huaman: mientras que los primeros pertenecen al ayllu (Consachapi) al que corresponden los caseríos/comunidades (Sallani, Anacmayo, Ananiso y Uchulluqllo) identificados en el resto de los libros y en las genealogías donde se encuentra exclusivamente el apellido Chuquichampi, los segundos pertenecen al ayllu (Pampachiri) al que corresponde el caserío/comunidad (Chillca) donde se encuentra exclusivamente el apellido Rojo.
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Fuentes documentales inéditas
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Notas