Artículo

El barrio como lugar distópico: narrativas nostálgicas en tres barrios de Valparaíso

The neighborhood as a dystopian place: nostalgic narratives in three neighborhoods in Valparaiso

Clément Colin
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile
Alexandra Benitt Navarrete
Investigadora independiente Chile, alexandra.benitt@gmail.com , Chile
Macarena Rojas Mora
Investigadora independiente Chile, maca.rojas.mora@gmail.com, Chile
Natalie Calderón Peñaloza
Investigadora independiente Chile, natalie.fernanda.c.p@gmail.com, Chile

El barrio como lugar distópico: narrativas nostálgicas en tres barrios de Valparaíso

Revista INVI, vol. 36, núm. 102, pp. 260-278, 2021

Universidad de Chile. Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Instituto de la Vivienda

Recepción: 18 Mayo 2020

Aprobación: 26 Enero 2021

Financiamiento

Fuente: ANID - FONDECYT

Nº de contrato: 11180372

Descripción del financiamiento: Investigación realizada en el marco del proyecto ANID - FONDECYT 11180372 “La (re)producción de los espacios nostálgicos de la ciudad neoliberal: el caso de Valparaíso” (2018-2021). Los autores agradecen a los participantes del estudio por aceptar compartir sus recuerdos y experiencias barriales.

Resumen: El artículo se interesa en experiencias barriales cotidianas de adultos mayores y en la forma en que estos piensan y viven su barrio actual. Se basa en resultados de una investigación participativa realizada en 2019 con 51 residentes de larga estancia en tres barrios de Valparaíso (Chile). A partir de los relatos sobre sus experiencias pasadas y actuales, el trabajo se focaliza en las nostalgias que expresan respecto a su barrio de antes que, según ellos, hoy no existirían más. Estas nostalgias hacen aparecer representaciones e imaginarios distópicos que asocian con su barrio de hoy. A partir del análisis de estas representaciones y estos imaginarios distópicos, el artículo muestra que la trayectoria barrial descrita por los habitantes revela una comunidad barrial deseada, vinculada con un pasado que nunca se concretó totalmente. En este sentido, el artículo plantea que para estos habitantes el barrio se piensa y se concibe como lugar distópico, tensionado entre deseos y anhelos por un pasado idealizado y disconformidad por la situación actual.

Palabras clave: distopía, nostalgia, experiencia, narrativa, barrio..

Abstract: The article explores the daily neighborhood experiences of senior citizens' and how they think and live in their current neighborhood. It is based on the results of participatory research conducted in 2019 with 51 long-term residents of three neighborhoods in Valparaiso, Chile. Based on accounts of their past and current experiences, the paper focuses on the nostalgias they express for their old neighborhoods that, according to them, are no longer existing today. These nostalgias give rise to dystopian representations and imaginaries that they associate with their present neighborhoods. From the analysis of these dystopian representations and imaginaries, the article shows that these inhabitants' neighborhood trajectory reveals a desired neighborhood community, linked to a past that never fully materialized. In this sense, the article poses that the neighborhood is thought and conceived as a dystopian place, in tension between desires and yearnings for an idealized past and disconformity for the current situation.

Keywords: Dystopia, nostalgia, experience, narrative, neighborhood.

Introducción

El artículo discute resultados de una investigación participativa realizada en 2019 con 51 adultos mayores que habitan tres barrios de Valparaíso, Chile. Los participantes del estudio viven hace más de 40 años en el mismo barrio y forman parte de las familias antiguas de su sector. Según sus propios relatos sobre experiencias barriales pasadas y presentes, la gran mayoría expresan nostalgias por la pérdida de las sociabilidades y del sentido de comunidad barrial, que, según ellos, existía antes. De estos relatos, el barrio de antes surge como un lugar portador de valores y refugio comunitario para sus habitantes. Una idea de barrio que, sin embargo, se confronta con sus experiencias cotidianas y hace que estas personas generen y compartan representaciones e imaginarios distópicos en relación con su barrio actual.

A partir de estos relatos, el artículo analiza estas representaciones e imaginarios barriales distópicos. Muestra que la trayectoria barrial descrita por los habitantes revela una comunidad barrial deseada, vinculada con un pasado que nunca se concretizó totalmente. En este sentido, plantea que, para estos habitantes, el barrio surge como un lugar distópico desde su cotidianidad.

Este trabajo participa del campo de los estudios urbanos en Chile y América Latina, y dialoga directamente con estudios sobre la conceptualización de la idea de barrio y sus implicancias socio-políticas en el contexto de la ciudad contemporánea (Letelier, 2018, 2021; Letelier et al., 2016, 2019; Tapia, 2015, 2018). El artículo participa de esta discusión, focalizándose en los espacios vividos y percibidos de los habitantes (Lefebvre, 1974). En esta perspectiva, se enmarca en una línea de investigación que reivindica la importancia del análisis de las emociones y de las subjetividades para comprender los fenómenos socio-espaciales estudiados. Anteriormente formalizado en antropología y sociología (Hochschild, 1983; Kemper, 1978; Lutz y White, 1986), esta corriente tiene una fuerte resonancia en los estudios sociales y urbanos en América Latina (Aguilar y Soto, 2013; Lindón, 2009) y en Chile (Campos et al., 2017; Colin, 2017; Pincheira, 2019). Es desde esa misma perspectiva que el artículo aborda las emociones como elementos esenciales en la construcción de representaciones e imaginarios sociales que son parte de la manera de pensar y relacionarnos con nuestro entorno físico y social. En este marco, el análisis de los relatos nostálgicos es central en este trabajo para explorar las representaciones y los imaginarios distópicos.

El artículo aporta también datos empíricos contextualizados de experiencias barriales cotidianas de habitantes adultos mayores de tres barrios de Valparaíso, para pensar el sentimiento de pérdida que asocian con su barrio. Contribuye así, en conjunto con otros estudios (Ojeda et al., 2019; Santibañez, 2005), a una mejor comprensión de las vivencias de un segmento de la población que muchas veces no es tomado en cuenta en las investigaciones participativas de este campo. Se trata además de un estudio basado en contextos socio-urbanos pocos abordados por los estudios urbanos en Chile. A partir de este trabajo, el artículo aporta elementos de comprensión de las vivencias de estos habitantes y de sus formas de habitar y pensar su barrio actual.

El barrio como ideología compartida

En sus relatos, los participantes asocian su ideal barrial pasado con la idea de barrio como comunidad cohesionada, social y culturalmente homogénea y vinculada a un territorio delimitado en la ciudad. Esta concepción, hoy día compartida y aceptada a nivel social y político en gran parte del mundo (Letelier, 2018, 2021; Tapia, 2015), es una herencia de las teorías de la Escuela de Chicago desarrolladas al inicio del siglo XX. En este periodo, a partir de trabajos de autores tales como Robert Park, Ernest Burgess, Roderick McKenzie o Louis Wirth, el barrio se caracterizó como unidad geográficamente delimitada y constituida por una comunidad cultural que comparte las mismas instituciones, normas, reglas y conductas. Desde esta mirada ecológica, el barrio surgió como sinónimo de comunidad y se pensó como unidad separada del resto de la ciudad, autónoma y autocontenida.

Autores cuestionaron esta concepción del barrio desde los años 1960 hasta hoy, mostrándolo como un lugar compuesto de grupos social y culturalmente distintos que se conforman a través de relaciones conflictivas entre ellos. En este marco, trabajos clásicos de sociología (Blokland, 2003; Elias y Scotson, 1965; Suttles, 1972) demostraron la importancia del tiempo de residencia en las relaciones de poder entre grupos a escala barrial. Evidenciaron la importancia de las subjetividades y de los recursos simbólicos en la configuración de una dicotomía entre insiders y outsiders en un mismo barrio. Otros estudios más recientes (Edwards, 2000; McKenzie, 2012) profundizaron en la comprensión de la construcción comunitaria en el contexto postindustrial británico, mostrando cómo el ser “nacido y criado” en el barrio de clase obrera puede ser factor de diferenciación social frente a la llegada de nuevos residentes. Con otras palabras, evidenciaron el carácter múltiple y conflictivo del barrio, superando y desafiando la concepción del barrio heredada de la Escuela de Chicago.

A pesar de las críticas, la concepción ecológica del barrio influenció las políticas urbanas en Estados Unidos y el resto del mundo durante el siglo XX, en particular durante los años 1980, caracterizados por la crisis económica y el giro neoliberal a escala internacional (Letelier, 2018; Tapia, 2015). En Estados Unidos, Europa y América Latina, las políticas urbanas se basaron, por un lado, en un discurso que reconoce los principios y valores de la comunidad barrial y el rol de lo local para enfrentar los problemas sociales generados por la reestructuración neoliberal a nivel nacional. Por otro lado, se basaron también en la territorialización de estos problemas a escala barrial, para disminuir la responsabilidad del Estado en la gestión de la ciudad (Letelier, 2018). Frente a esta situación, algunos autores mostraron cómo el poder ideológico del barrio conduce a simplificar, clasificar y controlar el espacio urbano (Lefebvre, 1970; Suttles, 1972), otros alertaron sobre la “trampa comunitaria” que podría representar (Harvey, 1997). Para estos autores, el poder ideológico del barrio se constituye a través de las distintas políticas de planificación, los programas de intervención urbana y todas las instancias que acompañan estas acciones promoviendo la competencia por los recursos y valorando un mercado basado en la diferenciación socioespacial de la ciudad (Letelier, 2018). Estos trabajos evidenciaron cómo el poder ideológico del barrio sustentó la formación de políticas urbanas neoliberales que favorecieron la fragmentación socio-espacial, el repliegue comunitario y la desconfianza hacia el otro. Un poder ideológico que se conformó como sentido común no solamente en el ámbito político sino también social (Lefebvre, 1970; Suttles, 1972).

En la actualidad en Chile, autores se basan en estos trabajos para criticar esta concepción dominante del barrio (Letelier, 2018, 2021; Letelier et al., 2016; Tapia, 2015, 2018). Muestran cómo favorece la fragmentación social y la pérdida del sentido de “lo vecinal” como espacio relacional a distintas escalas (Letelier et al., 2016, 2019). Evidencian cómo esta idea de barrio está movilizada por las políticas urbanas neoliberales y conducen a una cierta despolitización de sus habitantes en la construcción del barrio como espacio compartido (Letelier, 2018, 2021).

Este artículo aporta datos empíricos a esta discusión. Se interesa en cómo los participantes asocian su ideal barrial pasado con esta concepción ecológica del barrio. Un ideal que se confronta a sus realidades y experiencias cotidianas y que les conduce a pensar su barrio como lugar distópico.

Distopías y nostalgias barriales

La distopía se refiere a un género literario y cinematográfico que nace en el mundo anglosajón en reacción a las utopías sociales del siglo XIX y que se basan en una crítica hacia las desigualdades e injusticias sociales. Es un estilo que enmarca sus historias en el mundo urbano, poniendo en escena y en narración la ciudad contemporánea y su organización socio-espacial. Desde estas producciones culturales, la distopía está generalmente asociada con las ideas de catastrofismo, destrucción y ruina (Musset, 2014). Estas ideas se oponen a la utopía, popularizada por Thomas More y difundida por autores tales Williams Morris o Herbert Georges Wells (Rodríguez Fernández, 2005), y que se refiere a un deseo vinculado con un ideal, más específicamente un lugar ideal que no existe, pero que se podría esperar en un futuro imaginado. Por lo tanto, la utopía se vincula y se basa en esperanzas y deseos, mientras que la distopía se refiere a una utopía que sale mal o que no funciona (Puig, 2017). La distopía revela así los malestares y las incertidumbres sociales del presente a partir de una exageración de los problemas actuales.

El artículo utiliza la noción de distopía para abordar realidades vividas y experiencias cotidianas de los adultos mayores que participaron del estudio. Estas experiencias les conducen a asociar el barrio con representaciones e imaginarios que se contraponen a su ideal barrial visto como perdido. En este marco, se abordan estas representaciones e imaginarios como procesos vinculados con una transformación simbólica de un lugar - en nuestro caso, el barrio - basada en miedos, anhelos y esperanzas (Durand, 2004), es decir un proceso que da sentido a una situación social vivida en la cotidianidad.

En esta perspectiva, los relatos ponen en evidencia la expresión de una nostalgia compartida hacia el barrio de antes, lugar recordado, reinterpretado o imaginado, y sobre todo deseado porque se caracteriza, según ellos, por ser mejor que hoy. Esta nostalgia no revela necesariamente un deseo por reproducir exactamente el barrio del pasado. Se trata más bien de un sentimiento generado por la comparación entre la situación anterior y la actual que los lleva a criticar el barrio de hoy. En este sentido, la nostalgia está aquí entendida como un sentimiento que se funda en representaciones e imaginarios social y culturalmente construidos y que se despliegan en el presente (Pickering y Keightley, 2006). Como lo muestra Boym (2001), es un sentimiento que significa muchas veces una proyección hacia un futuro posible basado en una crítica del presente en relación con pasados desaparecidos. Por otra parte, la nostalgia se puede abordar como una experiencia emocional no solamente temporal sino también espacial que se gatilla y toma forma en los lugares y a través de los discursos, las prácticas individuales y compartidas (Blunt, 2003; Bonnett, 2015; Kitson y Hugh, 2015). Según Blunt (2003), la nostalgia, como producto social y experiencia espacio-temporal, tiene que ver con esperanzas, anhelos y a veces deseos por un lugar desaparecido o imaginado. Es en este sentido que puede servir de base a la generación de relatos hacia un barrio idealizado y considerado como perdido en un pasado. Relatos que abordamos como el reflejo y la base de una crítica de la situación presente vinculada con representaciones e imaginarios distópicos del barrio hoy. Para eso, nos basamos en un trabajo de campo participativo con adultos mayores de tres barrios de Valparaíso, Chile, que presentamos a continuación.

Un estudio en tres barrios de Valparaíso

El artículo se basa en un trabajo de campo realizado en 2019 en tres barrios de Valparaíso: Cerro Esperanza, Cerro Barón y Cerro Playa Ancha Alto. En cada uno se desarrollaron talleres sobre la temática “recordando mi barrio”, en el marco del programa de promoción y participación social del Centro de Salud Familiar (desde ahora CESFAM)1 de cada uno de los territorios.

Según el censo de 2017, Valparaíso es una ciudad de 296.655 habitantes en una conurbación de 951.480 habitantes. La ciudad tiene una historia muy ligada al desarrollo portuario e industrial, en particular la actividad ferroviaria. Puerto principal de Chile y de la costa del Pacífico Sur, Valparaíso se organiza geográficamente entre el plan que concentra la mayor parte de las actividades económicas, y los 42 cerros que lo rodean y donde vive gran parte de los habitantes. Los tres cerros donde fue realizado el trabajo de campo, tienen historias y características socio-económicas y geográficas distintas, que enmarcan las experiencias vividas por sus habitantes.

Los cerros Esperanza y Barón se conformaron a partir del desarrollo portuario e industrial del ferrocarril. Los pobladores eran en su mayoría obreros, marinos o pescadores (en el caso de Esperanza). Actualmente, son sectores residenciales compuestos respectivamente de 7.972 y 7.630 habitantes (Censo, 2017). Cerro Esperanza está habitado por una población de categoría socio-económica media y media alta, y cerro Barón por una población de categoría media y media baja. Si bien Esperanza está protegido como zona de conservación histórica, ha conocido distintos cambios en términos socioculturales y generacionales (Colin e Iturrieta Olivares, 2020). Por su parte, el cerro Barón, además de los mismos cambios socioculturales y generacionales, conoce una fuerte presión inmobiliaria con la instalación de nuevos edificios de gran altura desde los años 2000, por su ubicación cercana al centro de la ciudad.

El tercer sector de estudio se ubica en la parte alta del cerro Playa Ancha que se urbaniza durante la segunda parte del siglo XX a partir de una planificación urbana conducida por el Estado chileno para intentar resolver el problema del acceso a la vivienda. Es un vasto territorio que agrupa 14.241 habitantes (Censo, 2017) divididos en distintos sectores que fueron construidos progresivamente en diferentes periodos desde los años 1960 hasta los años 1980. En este sector, los habitantes pertenecen a categorías socio-económicas baja y media baja. Es considerado por las instituciones como una zona que concentra una alta vulnerabilidad socio-económica entre sus residentes.

El trabajo se centra en los relatos de habitantes adultos mayores de estos tres barrios. Si bien se trata de estudiar experiencias individuales, cabe señalar que siempre tienen una dimensión social, es decir, en cada narración individual, surgen representaciones sociales compartidas. Es a partir de esta idea que se desarrolló la estrategia metodológica.

Un trabajo participativo con adultos mayores

El estudio implementó una metodología participativa para aproximar y analizar los relatos, historias de vida, actitudes y reacciones de los participantes respecto al pasado y las memorias movilizadas durante las actividades. Se trata de la organización de talleres centrados en cuatro actividades principales: “dibujar” o “escribir” su barrio; mapear los lugares pasados y presentes que los participantes consideran como estructurantes o importantes en su barrio; llevar y narrar la historia de objetos personales (fotografías, objetos de lo cotidiano pasado o actual) vinculados con su experiencia del barrio; y comentar fotografías actuales del barrio tomadas por el equipo de investigación para provocar reacciones emocionales y discusiones a propósito de su situación actual.

La planificación de estas actividades se adaptó a los grupos y a los distintos contextos. En el barrio Esperanza, el taller se realizó en cuatro sesiones de dos horas con 13 participantes; en el barrio Barón, en seis sesiones de dos horas con 10 participantes; en Playa Ancha Alto, se realizó en dos grupos distintos: uno de ocho personas en seis sesiones de dos horas, otro de 15 personas en dos sesiones de dos horas. Además, el equipo de investigación desarrolló entrevistas en profundidad para integrar en el estudio a habitantes que, por motivos de salud, no pudieron participar de los talleres o para profundizar en experiencias de participantes del taller. En total, se realizaron: seis entrevistas en el barrio Esperanza, cuatro en el barrio Barón y tres en Playa Ancha Alto. En suma, un total de 51 personas participaron de este estudio, 40 mujeres y 10 hombres. La muestra es heterogénea en términos socio-económicos, etarios (de 68 años a 84 años) y también en términos de trayectorias vividas en cada barrio.

A partir de estas instancias, se pudo identificar representaciones e imaginarios distópicos asociados con la idea que se hacen del barrio actual, en comparación a lo que recuerdan de su barrio pasado. En un primer momento, se identifican las nostalgias y las representaciones e imaginarios distópicos que los participantes comparten y asocian con su barrio actual. Luego, interesa dar cuenta sobre los fenómenos y procesos socio-espaciales que sustentan y generan estas representaciones e imaginarios.

Nostalgias por el barrio de antes

Durante los talleres, los participantes comparten sus recuerdos y memorias del barrio de antes, cuando todavía, según ellos, era un espacio social en el cual todos se conocían. Expresan una nostalgia fuerte hacia lugares físicos que desaparecieron o que fueron abandonados y acerca de prácticas sociales compartidas o eventos sociales que no se perpetúan hoy día. En suma, los participantes sienten una nostalgia por lo que, según ellos, “hacía barrio” y que refleja una caracterización del barrio tradicional muy cercana a la expuesta por los autores de la Escuela de Chicago.

Los participantes conocieron su barrio cuando no estaba totalmente urbanizado: escasamente pavimentado, con pocos habitantes, servicios básicos limitados y dificultades de acceso. En el caso del cerro Esperanza, nos relatan sus distintas experiencias, por ejemplo, cuando la plaza servía de corral para los animales del matadero establecidos en la parte baja del barrio o cuando un vecino arrendaba burros para poder subir el cerro hacia su casa en tiempo de lluvia. En el cerro Barón y Playa Ancha Alto, recuerdan las partes altas de los cerros cuando no estaban habitados y se podían compartir actividades lúdicas el fin de semana entre familias del mismo barrio. Un barrio que, según ellos, hoy día ya no existe.

Durante las actividades de los talleres, los participantes esbozan un barrio con condiciones de vida muy difíciles, pero donde existía un espacio social dominado por la solidaridad, el apoyo mutuo y la convivencia. En este marco, el “éramos más pobres, pero era mejor” aparece como central en las conversaciones de los participantes. De esta forma, hoy surge una nostalgia por este espacio barrial que algunos definen como “familiar”, al sentirse actualmente en una posición vulnerable y de inseguridad permanente por su edad. Desde sus relatos, emerge un imaginario barrial asociado con la idea de hogar común compartido entre vecinos, es decir, según Blunt (2005), un espacio de pertenencia impregnado por sentidos, significados, emociones, experiencias individuales y colectivas. Un barrio que según sus relatos estaría desapareciendo debido a la urbanización y la llegada de nuevos residentes. Esteban2, de 73 años, quien vivió su infancia en cerro Esperanza y volvió después de muchos años de residencia en el extranjero, explica:

“Nosotros teníamos más contacto con la gente de la calle, podríamos decir que éramos más callejeros, claro que al ser así todo el barrio era también la casa, no existían las puertas cerradas ni las rejas, éramos una gran familia. Si alguien estaba muy mal se hacía una colecta y hacíamos una olla común y comíamos todos”.

Para esta generación de habitantes, la nostalgia se activa desde la oposición entre los imaginarios asociados con un “antes” pensado como ideal utópico y los imaginarios asociados con el lugar actual que son mal vividos. En sus relatos, la desaparición de los vínculos sociales fuertes y de las sociabilidades vecinales se conforma como representación distópica dominante. En este marco, las narrativas nostálgicas no muestran cómo es o cómo era “realmente antes”, sino los imaginarios idealizados “de antes” a partir del malestar que se vive “ahora”. Estas representaciones e imaginarios distópicos se arraigan en la materialidad a través de la figura de los lugares desaparecidos en términos materiales o de usos. Lamentan, de esta forma, la desaparición de equipamientos y servicios básicos que animaban y generaba vínculos entre los habitantes. Sandra, de 68 años, habitante de cerro Barón que participa activamente de organizaciones que defienden el barrio frente a la presión inmobiliaria, explica la desaparición de lugares compartidos del barrio:

“Poco a poco el cerro fue perdiendo su equipamiento urbano, que supuestamente es parte de lo que debieran tener las poblaciones (...) se perdió el ex hospital ferroviario, se perdió el banco, se perdieron los colegios, se perdió el teatro, el ex mercado Barón, o sea todo se convirtió en ex, como siempre digo”.

En este sentido, el lamento se refiere a formas de habitar ya inexistentes que se materializan en lugares hoy desaparecidos. Como en otros trabajos (Blunt, 2003; Colin e Iturrieta Olivares, 2020; Kitson y Hugh, 2015), las nostalgias toman forma en el espacio material en distintos lugares. Servicios básicos en el caso de Barón, actividades económicas en Esperanza y organizaciones comunitarias en Playa Ancha Alto. Estos tres cerros iluminan cada uno con su particularidad las consecuencias de los cambios ocurridos en la organización de la vida social barrial. El prefijo “ex” enunciado por la participante revela así una ruptura entre un antes y después. Ruptura hoy insuperable y productora de nostalgia hacia un pasado pensado como mejor.

La desaparición de los lugares y de las actividades sociales asociadas es mostrada como responsable del deterioro del tejido social. En los tres cerros estudiados, los participantes explican que hoy no se realizan más celebraciones ni encuentros con los otros habitantes. Describen así un espacio público como espacio social compartido desapropiado y remitido a su función de tránsito. En sus relatos emerge la imagen de barrios donde el repliegue social hacia el hogar individual o familiar domina. Un repliegue que pone a luz la existencia de una fragmentación socio-territorial y de fronteras identitarias entre grupos de habitantes a escala de estos barrios. Los relatos hacen así emerger una imagen de barrio “en ruina”, destrozado por los múltiples procesos y las fuerzas exteriores que irían en su contra. Una imagen que sería digna, según Musset (2014), del género de la distopía. Este conjunto de representaciones e imaginarios distópicos del barrio pone a la luz su ideal barrial: el barrio como hogar compartido. Se trata por lo tanto de un ideal utópico que promueven como modelo pero que se encuentra contradicho por sus experiencias cotidianas no solamente actuales sino también pasadas.

La fragmentación socio-territorial como proceso constitutivo del barrio

Durante los talleres, los relatos de los habitantes revelan una gran preocupación por la pérdida del sentido de comunidad que se traduciría en una desvinculación y una fragmentación socio-territorial a escala del barrio. Sin embargo, profundizando en los recuerdos de los participantes, se puede observar que la fragmentación socio-territorial criticada hoy, se estableció progresivamente, en la base de la conformación misma de estos barrios.

Las fronteras entre sectores del mismo barrio toman forma a través de una diferenciación en la construcción de los relatos, entre los habitantes de “abajo” y de “arriba”, como en otros cerros de Valparaíso. Los relatos de los participantes se basan muchas veces en un juego de la différance, para retomar la idea de Hall (1996), es decir un trabajo discursivo de “marcación y ratificación de límites simbólicos, la producción de efectos de frontera” (p. 16), hacia otros habitantes del mismo barrio. Una marcación socio-espacial que se basa en los relatos muchas veces en una estigmatización que, según Wacquant (2006), se vive en la cotidianidad e influye en la imagen vinculada con un territorio y sus habitantes y la imagen que estos habitantes tienen de sí-mismos.

En el caso del cerro Esperanza, Ana, de 76 años, que ha habitado prácticamente toda su vida en la casa de su familia en la población de pescadores (en la parte superior del cerro), comenta:

“Socialmente era mejor la gente de abajo que tenía mayor poder adquisitivo. Esa gente vivía hasta la plaza y no era igual a la de que arriba y aquí arriba nosotros éramos los últimos por lo que más arriba no había”.

Esta distinción se refleja también en el relato de Rocío, de 78 años, quien habita en el sector bajo del cerro:

“A ellos les salió esa población ahí y llegaron, todos estábamos asustados por el cambio de gente que llegaba porque Esperanza era hasta ahí [Plaza] y éramos todos conocidos y unidos entonces cambió de otra gente de otra parte era raro o extraño. […] Se venían a vivir los pescadores al cerro que no eran de acá, venían de otro nivel los pescadores y eran harto ordinarios”.

En el caso de Esperanza, las fronteras simbólicas entre grupos sociales se forman desde una relación desigual de poder entre habitantes establecidos y recién llegados. Esta configuración social a escala barrial ha sido estudiada y documentada en trabajos sociológicos clásicos (Blokland, 2003; Elias y Scotson, 1965; Suttles, 1972) que mostraron como esta relación es constitutiva de las vivencias cotidianas barriales. En el caso de Esperanza, las narrativas de los participantes sobre la pérdida del tejido social de antes revelan así que la fragmentación socio-territorial forma parte de la construcción barrial que se desarrolló progresivamente con la llegada de nuevos residentes. Son transformaciones y cambios que influyen directamente en el imaginario compartido por estas personas del barrio de antes como hogar compartido por iguales.

Estos procesos se pueden también observar en los dos otros cerros estudiados, cuyos participantes lamentan que hoy los habitantes no se vinculen más entre ellos y entre sectores del barrio. En el caso de cerro Barón, se trata de una distinción social que se hace en el espacio, entre el sector bajo más acomodado y el sector alto del cerro con menos recursos. Distinción socio-territorial que, según Sandra, de 68 años, siempre ha existido en el barrio, tal como expone al recordar su niñez “No había vinculación, no tenía amigos tampoco que vivieran allá, todos eran del barrio arriba. Era muy marginal, incluso yo no bajaba acá a la parte baja del cerro, nos manteníamos siempre en la parte de arriba”.

En el caso de cerro Playa Ancha Alto, esta distinción se observa en los relatos de los participantes que habitan en los sectores superiores, quienes realizan una estigmatización de sí-mismos en comparación con los habitantes de la parte baja del cerro, con mejores condiciones materiales de vida. Refiriéndose a la parte baja de Playa Ancha, Paola, 79 años, que vive desde los años setenta en el sector alto del cerro, relata: “Todos iban para la plaza Waddington avenida Playa Ancha [sector bajo] era lo más “high” que había (...) Porque pa' comprarse una casa ahí hay que tener plata (...) Es otra clase de gente, no es como acá”.

En los relatos compartidos en los talleres de Playa Ancha Alto, los recuerdos evidencian una valorización del sector bajo como lugar de encuentro y de entretenimiento gracias a espacios como la plaza, los teatros y actividades sociales como las fiestas barriales presentes hasta la década de 1970. En contraposición, el sector alto que está siempre caracterizado por su falta de espacios de interacción entre habitantes y malas condiciones materiales.

Además de esta distinción en términos de condición material de vida, tanto en el cerro Barón como en Playa Ancha Alto, la percepción de inseguridad y el miedo juegan también un rol central en la fragmentación socio-territorial, donde se diferencian los sectores “tranquilos” de aquellos considerados como “peligrosos”, enfatizando, al igual que otros estudios anteriores (Dammert, 2013; Lunecke, 2016), cómo este “sentimiento de inseguridad” participa en la producción de la ciudad. En ambos cerros, los participantes identifican sectores específicos que consideran como “peligrosos” y que, por lo tanto, es necesario evitar. Estiman, en su gran mayoría, vivir en un sector “tranquilo”, sin mayores problemas. En este marco, insisten que la delincuencia proviene de individuos que no viven en su sector sino en lugares que juzgan como “malos”. En este tipo de relato, emerge las figuras del buen vecino y del mal vecino. El primero, refiere muchas veces a personas cercanas, mientras que el segundo es el “extraño” que llegó a vivir en el cerro posterior a su conformación barrial o que reside en otros sectores del territorio. Sin embargo, en los relatos, esta delimitación cambia según el habitante y el lugar que habita. Para algunos se trata de la cuadra o de la calle. Para otros se limita a las personas encontradas de manera regular en los locales de venta, reflejando así un espacio social fragmentado y limitado a los conocidos cercanos, familiares, amigos o personas participantes de la rutina diaria.

En suma, las fronteras existentes a escala barrial, hoy mal vividas por los participantes, aparecen como elementos centrales en la conformación del mismo barrio. El barrio pasado como lugar imaginado surge así como un ideal cada vez más cuestionado por estas fronteras que surgen como generadores de malestar social anclado en su vida barrial cotidiana. Un malestar que se ve sustentado además por las múltiples fisuras sociales existentes entre habitantes. Menos visibles, se formaron progresivamente en el tiempo y estructuraron las relaciones sociales hoy día.

Las fisuras políticas y generacionales como pérdida del ideal barrial

Además de las fronteras simbólicas existentes entre grupos en el barrio, en los relatos compartidos por los participantes de los talleres aparece una preocupación por el deterioro de las relaciones sociales cotidianas en el barrio entre familias y habitantes del mismo sector. Al interior de estos espacios sociales fronterizados surgen formas de distinción y de distanciamiento social con aquellos que cohabitan y que se traducen en fisuras que forman parte de la construcción del barrio como lugar distópico. Estas fisuras son tensiones latentes, que no destruyen ni rompen las relaciones sociales, sino que las organizan y regulan. Como una fisura en un edificio, la fisura social refleja situaciones que debilitan una construcción en su conjunto, en este caso, la construcción colectiva de un sentido de pertenencia barrial.

En los relatos, surgen dos elementos centrales para entender la percepción de deterioro de las sociabilidades barriales compartida por los participantes del estudio. Primero, el cambio generacional existente dentro de las familias antiguas del barrio (Colin e Iturrieta Olivares, 2020). Segundo, la fisura política que se generó durante el periodo de dictadura militar (1973-1990) entre habitantes y que todavía influye en las relaciones sociales en el barrio. Claramente, no se trata de fenómenos particulares a los barrios estudiados y que afectan a gran parte de las familias chilenas (Frei, 2018), pero son elementos determinantes en la generación de representaciones y de imaginarios distópicos hacia el barrio actual.

En sus familias y las familias de vecinos ven desaparecer progresivamente a las antiguas generaciones del barrio por su edad. En este marco, las nuevas generaciones (sus hijos hoy adultos y sus nietos) no comparten necesariamente su concepción idealizada del barrio de antes, privilegiando relaciones sociales y espacios de socialización fuera del barrio. Existe aquí un problema de transmisión del deseo por un ideal de barrio asociado con lo comunitario y por lo tanto un problema de transmisión de la nostalgia por el barrio de antes. Esta situación conduce los participantes a afirmar que enfrentan hoy una pérdida ineluctable de lo que consideran ser la identidad barrial. En el caso de cerro Barón, se refleja en su pasado obrero el cual genera un imaginario barrial como hogar común. Carmen, profesora jubilada, 82 años, que ha vivido toda su vida en su casa familiar de Barón, explica que los obreros:

“Fallecieron y mi marido es el único que está vivo, que él trabajaba en ferrocarriles, y ellos se juntan de repente en la federación Santiago Watts, juegan dominó, juegan a las cartas, de repente. Se juntan, están siempre en eso, es una forma de mantenerse unidos”.

El cambio generacional marca así cada vez más una transición de un cerro obrero a un sector residencial peri-central. Esta situación está también abordada en los talleres del cerro Esperanza, en particular respecto a la población de pescadores que no cuenta con más personas trabajando como tal. En Playa Ancha Alto, se menciona que los primeros habitantes en llegar ya se fueron a vivir a otros sectores de la ciudad. Hecho que se observa también en los otros cerros, tal como relata Carmen del cerro Barón:

“Esta familia, el papá tenía varios hijos, hijas también y ellos eran conocido míos, éramos amigos de barrio, jugábamos qué sé yo, y ellas tenían pilastras, en el cardonal, después murió el caballero y se quedó un hijo, el mayor, después murió el hijo, siguieron los otros siendo ahí, pero ahora en este momento que yo he bajado a comprar y que yo he pasado por ahí, no ya nadie de la familia, seguramente se fueron, vendieron, o los que están ahí son los descendientes y que yo no los conozco”.

En los tres barrios estudiados, el problema de la transmisión es central en los relatos. Por un lado, estas personas tienen que enfrentar el desinterés de las nuevas generaciones de sus propias familias por sus recuerdos y la valoración que hacen del barrio pasado. Por otro lado, no se vinculan con las nuevas generaciones de las otras familias. Esta fisura generacional descrita por los participantes les genera muchas veces un malestar hacia el barrio presente y futuro, haciendo que su barrio de antes, idealizado, sea cada vez más inaccesible.

Por otra parte, durante el taller los relatos revelan una fisura de carácter político que se estableció durante el periodo de dictadura militar, adquiriendo distintas formas según los territorios estudiados. En cerro Esperanza se traduce en una relación conflictiva latente entre familias dañadas por la dictadura debido a su orientación política y otras familias que apoyaban este régimen. Se trata de un tema tabú que nadie quiere revivir en la actualidad. Durante las primeras sesiones del taller, esta tensión se observa cuando los participantes se autocensuran, cambiando el tema o mencionándolo superficialmente, sin tomar una posición clara. Esta dimensión política de las experiencias barriales se pudo abordar solamente durante las entrevistas, siendo un espacio más confidencial, sin la mirada de otros. En este aspecto, Horacio, 76 años, quien vive desde los sesenta en Esperanza y se vincula con la identidad obrera del barrio del pasado, explica cómo la dictadura fue la principal causa de división en las relaciones vecinales:

“Había dos personajes marcados en todos los barrios el soplón y el comunista, esas dos familias vivían mal, peor el comunista porque lo allanaban todos los días, el otro compadre vivía tranquilo, pero no podía salir a la calle porque la gente los linchaba porque por ellos muchas familias desaparecieron y al final tuvieron que irse, sobre todo este cerro, estaba marcado con el cerro Placeres como una zona de puros obreros proletarios”.

Esta reacción evidencia un recuerdo doloroso, que no quiere ser vuelto a traer al presente, pero, como lo escribió un participante en una carta anónima entregada en una de las sesiones: “No querer recordar no significa olvidar”. Y sigue:

“Yo dije no voy a contaminar a mi familia con esto y en mi casa no se hablaba, no lo hable con ninguno de mis siete hijos, ninguno supo lo que había pasado (...) y no creo más en política en ningún lado, entonces, eso mismo sirve para que uno rehúya en el barrio a conversar porque nos quedó ese bichito de la desconfianza”.

Este no-olvido, esta persistencia del pasado en el presente se mantiene a través de una práctica del silencio (Frei, 2018) que conduce a su no-transmisión generacional. Se encuentran situaciones y relatos similares en el cerro Barón. Para muchos de los participantes, fue una de las causas principales para el debilitamiento de las relaciones vecinales y familiares en el barrio. José, 77 años, nacido en Barón, quién tuvo que escapar a Argentina por la persecución vivida durante la dictadura, identifica y denuncia este período como un quiebre brutal entre un antes y después. Según él, “tantas cuestiones que era bonito en el Barón”. En reiteradas ocasiones menciona que alguna de las pérdidas de lugares como el teatro o el centro de madres se debe al régimen dictatorial. En este sentido, los participantes ven este periodo como una ruptura fuerte en la vida barrial, que deteriora el tejido social del barrio, generando desconfianza entre sus habitantes. María, una de las participantes de Esperanza, de 75 años, explica “Tenías miedo del vecino de alrededor porque podían hablar cualquier cosa (...) de ahí que cambió el sistema, ya no se compartió, no se juntaron los vecinos”.

La desesperanza vivida y expresada a través de los relatos frente esta situación se erige, así, como una forma distópica de pensar su barrio y sus transformaciones. Estos fantasmas del pasado se traducen en fisuras que siguen actuando en el presente, rigiendo las relaciones sociales entre habitantes y familias, y reforzando a la vez la sensación de dislocación del presente frente a un antes mejor, pero cada vez más vivido como inaccesible.

Conclusión

A partir de una investigación empírica en tres barrios de Valparaíso, Chile, el artículo contribuye en una mejor comprensión de las vivencias de habitantes adultos mayores frente a los cambios socio-urbanos ocurridos en su barrio. En este marco, se participa de la discusión sobre la idea de barrio en el contexto urbano contemporáneo, aportando datos empíricos que muestran cómo el barrio está pensado y construido hoy como un lugar distópico por este segmento de la población.

Por un lado, el análisis de la construcción del barrio como lugar distópico se basa en tres tipos de representaciones e imaginarios presentes en los relatos de los participantes. Primero, la pérdida de las sociabilidades y de la idea de barrio-hogar: En este marco, los relatos se refieren a la destrucción o desaparición de lugares compartidos, a los cambios sociales por la llegada de nuevos vecinos o al envejecimiento de las personas que compartían esta idea de barrio como hogar compartido. Esta pérdida también significa para los participantes un cambio de las reglas de convivencias barriales (Certeau, 1994) que no se orientan hacia vínculos vecinales primarios fuertes sino más bien vínculos vecinales secundarios y débiles dentro y fuera del barrio. Segundo, la fragmentación socio-territorial del barrio entre grupos social y culturalmente distintos que pone directamente en cuestión el ideal barrial basado en la creencia de un barrio comunitario cohesionado y homogéneo. Finalmente, el tercer tipo de representaciones e imaginarios distópicos tiene que ver con la idea de fisuras políticas y generacionales existentes a escala barrial y difícilmente superables, dado el profundo quiebre entre los grupos y familias que residen en el barrio. En este contexto, la dificultad por transmitir el ideal barrial hacia las nuevas generaciones refuerza más aún sus pensamientos distópicos por el futuro de su barrio.

Por otro lado, el análisis de esta construcción distópica desde las experiencias pasadas y actuales de los participantes permite abordarla desde la durée en el sentido Bergsoniano, es decir, desde las experiencias subjetivas-afectivas del tiempo fluido e indiferenciado. Desde esta experiencia del tiempo surge la nostalgia como elemento central para comprender las vivencias actuales de personas que reconstruyen un sentido hacia su lugar de vivencia desde pasados materializados en lugares del barrio. En estos relatos, el pasado se entrecruza con el presente y los recuerdos aportan elementos de comprensión de realidades sociales actuales. Desde tal perspectiva, la construcción distópica del barrio no tiene solamente que ver con una situación presente mal vivida, sino más bien con un proceso progresivo que involucra los propios participantes. Los relatos muestran que la imagen de un barrio fragmentado y fisurado compartida por los participantes hoy se ha ido configurando progresivamente con la llegada de nuevos residentes y con la urbanización y modernización del barrio. Pero también y sobre todo, desde la propia mirada de los habitantes establecidos hacia estos cambios socio-urbanos. Partiendo de estos análisis, el artículo invita, como antes otros autores (Letelier, 2018, 2021; Tapia, 2015), a discutir la idea de barrio como comunidad cohesionada en un determinado lugar. A partir del presente trabajo, afirmamos así que la construcción distópica del barrio hoy tiene directamente que ver con esta concepción del barrio aceptada y anclada en el sentido común y que genera malestar e incertidumbre al momento de compararla con la trayectoria del barrio y las experiencias vividas en lo cotidiano.

En conclusión, la construcción del barrio en un lugar distópico se sustenta en subjetividades y emociones vividas en lo cotidiano por los habitantes. Un cotidiano tensionado entre deseos por un antes y lamentos por la situación actual, entre anhelos por el barrio hogar e imposibilidades de concretarlo, entre la crítica a la fragmentación social y el descompromiso de los habitantes por su barrio y su participación en los mismos fenómenos criticados. Así, el barrio surge como un lugar entre anhelos por un pasado perdido, miedos y malestar en un presente no deseado e incertidumbres y ansiedades por un futuro sin proyección. Es decir, un lugar que hace emerger un paisaje emocional digno del género distópico.

Referencias bibliográficas

Aguilar, M. A. y Soto, P. (Eds). (2013). Cuerpos, espacios y emociones : aproximaciones desde las ciencias sociales. M-A Porrúa.

Blokland, T. (2003). Urban bonds. Polity.

Blunt, A. (2003). Collective memory and productive nostalgia: Anglo-Indian homemaking at McCluskieganj. Environment and Planning D: Society and Place, 21(6): 717-738. http://doi.org/10.1068/d327

______ (2005). Cultural geography: cultural geographies of home. Progress in Human Geography, 29(4), 505-515. http://doi.org/10.1191/0309132505ph564pr

Bonnett, A. (2015). The geography of nostalgia: Global and local perspectives on modernity and loss. Taylor & Francis.

Boym, S. (2001). The Future of nostalgia. Basic Books.

Campos, L., Silva, R., y Gaete, M. (2017). El rol de las emociones y los afectos en la producción del hábitat y el territorio. Revista INVI, 32(91), 9-21. http://doi.org/10.4067/S0718-83582017000300009

Certeau, M. d. (1994). L’Invention du quotidien, Tome 2. Gallimard.

Colin, C. (2017). La nostalgia en la producción urbana: la defensa de barrios en Santiago de Chile. Revista INVI , 32(91), 91-111. http://doi.org/10.4067/S0718-83582017000300091

Colin, C. e Iturrieta Olivares, S. (2020). Nostalgias for a barrio: narratives of generational loss from Esperanza neighborhood in Valparaíso, Chile. Social and Cultural Geography. http://doi.org/10.1080/14649365.2020.1737960

Dammert, L. (2013). Crimen, inseguridad y política. Desafíos para la democracia en Chile. RIL.

Durand, G. (2004). Las estructuras antropológicas del imaginario. FCE.

Edwards, J. (2000). Born and bred. Oxford University Press.

Elias, N., y Scotson, J. (1965). The established and the outsiders. Frank Cass & Co. Ltd.

Frei, R. (2018). “In my home nobody spoke about religion, politics or football”: Communicative silences among generations in Argentina and Chile. Memory Studies, 13(4), 570-585. http://doi.org/10.1177/1750698017754249

Hall, S. (1996). Introducción: ¿Quién necesita identidad? En S. Hall, y P. DuGay, . (Eds.). Cuestiones de identidad cultural (pp. 13-39). Amorrortu.

Harvey, D. (1997). The new urbanism and the communitarian trap. Harvard Design Magazine, 1, 68-69.

Hochschild, A. R. (1983). The managed heart. Commercialization of human feeling. University of California Press.

Kemper, T. (1978). A social interactional theory of emotions. John Wiley & Sons.

Kitson, J. y McHugh, K. (2015). Historic enchantments - materializing nostalgia. Cultural Geographies, 22(3), 487-508. http://doi.org/10.1177/1474474014549946

Lefebvre, H. (1970). La révolution urbaine. Gallimard.

______ (1974). La production de l´espace. Anthropos.

Letelier, F. (2018). El barrio en cuestión. Fragmentación y despolitización de lo vecinal en la era neoliberal. Scripta Nova, 23(602). http://doi.org/10.1344/sn2018.22.21518

Letelier, F. (2021). Geografías vecinales más allá del barrio. Nou Barris (Barcelona) y Las Américas (Talca, Chile). Bitácora Urbano Territorial, 31(1).

Letelier, F., Micheletti, S., y Vanhulst, J. (2016). Prácticas instituyentes en el espacio vecinal: el barrio como un común. Polis, 45(15), 105-119. http://doi.org/10.4067/S0718-65682016000300006

Letelier, F., Tapia, V., Irazábal, C., y Boyco, P. (2019). Políticas de fragmentación vs. prácticas de articulación: limitaciones y retos del barrio como dispositivo de planificación neoliberal en Chile. Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 81(2698), 1-38. http://doi.org/10.21138/bage.2698

Lindón, A. (2009). La construcción socioespacial de la ciudad: el sujeto cuerpo y el sujeto sentimiento. Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad, 1, 6-20.

Lunecke, A. (2016). Inseguridad ciudadana y diferenciación social en el nivel microbarrial: el caso del sector Santo Tomás, Santiago de Chile. EURE, 42(125), 109-129. http://doi.org/10.4067/S0250-71612016000100005

Lutz, C. y White, G . (1986). The Anthropology of emotion. Annual Review of Anthropology, 15, 406-436. http://doi.org/10.1146/annurev.an.15.100186.002201

McKenzie, L. (2012). A narrative from the inside, studying St Anns in Nottingham: belonging, continuity and change. The Sociological Review, 60(3), 457-475. http://doi.org/10.1111/j.1467-954X.2012.02094.x

Musset, A. (2014). Ciudad, apocalipsis y ciencia ficción: una estética de las ruinas. Bifurcaciones, 17, 1-13. http://www.bifurcaciones.cl/2014/06/ciudad-apocalipsis-y-ciencia-ficcion/

Ojeda, L., Olivi, A., Penas, M., y Silva, F. (2019). Mayor urbanidad: Metodología de análisis urbano desde el enfoque del envejecimiento en el lugar. Universidad de Valparaíso.

Pickering, M. y Keightley, E. (2006). The modalities of nostalgia. Current Sociology, 54(46), 919-941. http://doi.org/10.1177/0011392106068458

Pincheira, I. (Ed.). (2019). Emociones en Chile contemporáneo. Metales Pesados.

Puig, S. (2017). Banlieue et dystopie en littérature urbaine : les cas de Zone cinglée et de René. Itinéraires, 2016(3). http://doi.org/10.4000/itineraires.3546

Rodríguez Fernández, G. (2005). La ciudad como sede de la imaginación distópica: literatura, espacio, control. Scripta Nova , 9(181). http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-181.htm

Santibañez, H. (2005). Memoria de los barrios. Síntesis de cinco historias locales de Viña del Mar contadas por adultos mayores. CEME - Centro de Estudios Miguel Enríquez. Archivo de Chile. http://www.archivochile.com/Mov_sociales/mov_pobla/MSmovpobla0010.pdf

Suttles, G. (1972). The social construction of communities. Chicago University Press.

Tapia, V. (2015). ¿De qué hablamos cuando hablamos de barrio? Trayectoria del concepto de barrio y apuntes para su problematización. Antropologías del Sur, 3, 121-135.

______ (2018). Geografía de la contención: el rol de las políticas de escala barrial en el Chile neoliberal. Scripta Nova, 22(592). http://doi.org/10.1344/sn2018.22.20272

Wacquant, L. (2006). Parias Urbains. La Découverte

Notas

1 Estos centros públicos de salud primaria poseen un enfoque de salud familiar y comunitaria.
2 Los nombres han sido modificados para conservar el anonimato de los participantes.
Investigación realizada en el marco del proyecto ANID - FONDECYT 11180372 “La (re)producción de los espacios nostálgicos de la ciudad neoliberal: el caso de Valparaíso” (2018-2021). Los autores agradecen a los participantes del estudio por aceptar compartir sus recuerdos y experiencias barriales.
HTML generado a partir de XML-JATS4R por