Artículo
Representaciones urbanas y estrategias de integración socio-espacial de migrantes internacionales en Temuco, Chile
Urban Representations and Socio-spatial Integration Strategies of International Migrants in Temuco, Chile
Representaciones urbanas y estrategias de integración socio-espacial de migrantes internacionales en Temuco, Chile
Revista INVI, vol. 37, núm. 105, pp. 204-225, 2022
Universidad de Chile. Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Instituto de la Vivienda
Recepción: 05 Enero 2022
Aprobación: 05 Julio 2022
Resumen: Durante la última década la migración internacional en Chile se ha convertido en una de las principales problemáticas al momento de pensar la ciudad y sus espacios públicos. Saber cómo se representan las urbes y qué estrategias de integración socio-espacial se utilizan, es clave para comprender la relación de las personas migrantes con el espacio urbano vivido. A partir de un estudio cualitativo exploratorio de la migración internacional en Temuco, los resultados muestran que las diferentes representaciones del espacio urbano ponen de manifiesto imágenes de una ciudad fragmentada que carece de dispositivos urbanos concretos diseñados para la integración socio-espacial de los extranjeros, quienes, no obstante, desarrollan distintas estrategias de integración que les permiten vincularse parcialmente con la ciudad y que se expresan en las diversas representaciones de ella.
Palabras clave: integración socio-espacial, migraciones internacionales, representaciones urbanas, Temuco (Chile).
Abstract: In the last decade, international migration in Chile has become one of the main problems when thinking about the city and its public spaces. Knowing how cities are represented and what socio-spatial integration strategies are used is central to understanding the relationship of migrants with the urban space inhabited. Based on an exploratory qualitative study of international migration in Temuco, the results show that the different representations of urban space reveal images of a fragmented city that lacks concrete urban devices designed for the socio-spatial integration of foreigners, who, nevertheless, engage in various integration strategies that allow them to partially connect with the city and which are expressed in the various representations of it.
Keywords: International migrations, socio-spatial integration, urban representations, Temuco (Chile).
Introducción
Temuco, ciudad intermedia del centro-sur de Chile y capital de la región de La Araucanía, ha visto aumentar exponencialmente la población extranjera residente en los últimos cinco años, tal como la mayor parte de las urbes del país. Aun cuando este incremento es inferior al de Santiago y al de las principales ciudades del extremo norte del territorio nacional, el crecimiento del número de personas migrantes ha sido explosivo: Temuco pasó de tener un 1,62% de residentes extranjeros en 2017 a un estimado de 3,69% en 2019, de los cuales un 73,5% proviene de cuatro países (Venezuela, Argentina, Haití y Colombia) (Instituto Nacional de Estadísticas, s.f.). Este hecho resulta de particular interés al considerar las especificidades de la ciudad. En la actualidad, Temuco ejerce una importante influencia metropolitana sobre núcleos urbanos aledaños, produciendo un aumento de la migración interna y la movilidad cotidiana desde las comunas vecinas, lo que, combinado con su desarrollo urbano de tipo neoliberal, ha profundizado la segregación espacial y la fragmentación del tejido urbano afectando directamente la interacción entre grupos sociales, situación a la que las políticas de planificación urbana no han podido dar respuesta (Maturana et al., 2018).
En este marco, emerge la cuestión de los mecanismos de integración espacial que la ciudad ofrece a la población migrante internacional y los desafíos para la planificación urbana, lo que, cada vez más, requiere incluir la perspectiva de quienes habitan el espacio urbano. De aquí la relevancia de conocer no solo las estrategias con que las/os migrantes -en cuanto agentes- actúan para integrarse al espacio social de la ciudad, sino también las imágenes e interpretaciones que tienen del espacio urbano y que median en su relación con este. Al entender que las imágenes urbanas y las estrategias de integración están cruzadas por la relación de los actores con el entorno, es decir, por el conjunto de interacciones sociales interrelacionadas con el espacio urbano, lo socio-urbano adquiere una significativa importancia como campo de investigación.
El presente artículo tiene como objetivo analizar la relación existente entre las estrategias de integración socio-urbana de las personas migrantes residentes en Temuco y sus representaciones de la ciudad, a partir de una aproximación cualitativa de carácter exploratorio. El supuesto de investigación que lo acompaña sostiene que las/os sujetas/os migrantes desarrollan diversas estrategias de integración socio-urbana que se expresan en sus propias representaciones de la ciudad. Los resultados evidencian representaciones del espacio urbano diversas, las cuales manifiestan diferencias importantes en las formas de apropiación de este, mientras que en unas y otras subyacen distintas estrategias de integración socio-espacial que aparecen solo parcialmente en la fragmentariedad de los imaginarios urbanos.
Discusión preliminar
Estado del arte: Migraciones y espacio urbano en Chile
En el estudio de las migraciones internacionales en Chile, ha habido varias investigaciones preocupadas por la relación entre sujetas/os migrantes y espacio urbano, con diversos enfoques y modalidades de análisis. Una de las líneas más trabajadas es aquella relativa al rol migrante en la apropiación y construcción social del espacio urbano, centrada en la idea de habitar la ciudad. Mientras que parte de estos estudios se ha enfocado en las dinámicas de la migración peruana respecto a la interacción con la ciudad y sus habitantes (Garcés, 2015; Márquez, 2013; Stefoni, 2015; Valdebenito y Guizardi, 2015), varios otros autores han analizado la relación de las demás colectividades migrantes con la ciudad (Edwards y Greene, 2022; Rihm y Sharim, 2019) y con el barrio (Insulza et al., 2019; Margarit y Bijit, 2014a, 2014b; Salazar, 2021), así como su integración socio-espacial en contextos de asentamientos informales (López et al., 2018; Pérez y Palma, 2021).
Entre los aspectos clave del debate, el barrio aparece como el territorio concreto en el que se genera la interacción entre la población local e inmigrante, mientras que en algunos casos se ha observado que los extranjeros preferirían asentarse en barrios de concentración migrante, buscando sentirse como en casa (Margarit y Bijit, 2014b). Asimismo, el barrio constituye el escenario de las prácticas espaciales migrantes que permiten reactivar espacios barriales subutilizados (Edwards y Greene, 2022) y, en consecuencia, poner en juego sus imaginarios urbanos, los que se han entendido como las prácticas socio-espaciales propias de los extranjeros respecto al uso cotidiano activo de la calle y el espacio barrial que les permiten ampliar los significados e imágenes del barrio (Insulza et al., 2019). En este punto, y siguiendo a Salazar (2021), resulta relevante considerar las prácticas espaciales individuales de las/os migrantes como “pluriversales”, es decir, como sumamente diversas y determinadas por múltiples factores.
Si bien se ha sostenido que el habitar migrante -en algunos contextos- sucedería en el espacio privado (Rihm y Sharim, 2019), existen espacios públicos urbanos que son modelados por redes interpersonales de migrantes, lo que les permite apropiarse de ellos y actuar de acuerdo a estrategias de inserción socio-económica independiente, especialmente a partir del comercio y la alimentación (Edwards y Greene, 2022). Estas prácticas espaciales, en consecuencia, condicionan las imágenes de la ciudad creadas por las/os migrantes, las cuales, sin embargo, trascienden estas prácticas e integran rememoraciones y comparaciones que generan representaciones translocales de los escenarios urbanos cotidianos (Márquez, 2013).
En el caso específico de Temuco, el cruce del fenómeno migratorio con el espacio urbano ha sido abordado por un estudio cuantitativo que evidencia una baja ocupación de los espacios públicos y algunas limitaciones en el acceso a la vivienda (Canales, 2020), así como por un estudio sobre una asociación migrante que muestra procesos de re-territorialización tanto en espacios privados como en espacios públicos, dependiendo de los requerimientos de interlocución (Burón y Díaz, 2019).
De forma implícita, el conjunto de estos estudios se pregunta por la efectividad de los procesos de integración de las/os migrantes a la sociedad chilena, especialmente en sus espacios urbanos, y por las relaciones espaciales entre extranjeros y locales que posibilitarían dichos procesos, pero aún no se ha problematizado suficientemente la forma en que las prácticas espaciales migrantes, que suponen interacción social y perseguirían la integración, se relacionan con las imágenes y/o representaciones que los residentes extranjeros construyen de la ciudad.
Integración socio-urbana y representación urbana
Desde las ciencias sociales, la temática de la migración y su relación con el entorno ha sido tradicionalmente estudiada a partir del eje de la integración social y de la segregación urbana (Massey y Denton, 1993). Si bien estos dos conceptos están asociados, el primero dice relación con los vínculos sociales que mantienen unida a una sociedad, mientras que el segundo hace referencia a la proximidad espacial de grupos de distinto origen social y/o cultural.
En Chile, una vertiente de los estudios sobre segregación urbana ha distinguido los beneficios de la mezcla de barrios de distinto origen socio-económico en un mismo sector residencial (Godoy, 2019; Sabatini et al., 2001), por las consecuencias en términos de intercambios funcionales, menor estigmatización y atracción de servicios y/o equipamiento, hechos que favorecen a los grupos de menores recursos y que contribuyen con ello a una mayor integración.
Ahora bien, entendiendo que el espacio se construye a partir de relaciones sociales y que estas se estructuran desde el espacio en que ocurren (Lefebvre, 1974), para el análisis de la integración urbana del mundo migrante hay que considerar, además de la proximidad física (ausencia de segregación espacial), las interacciones sociales entre grupos, la identidad de un lugar y el acceso efectivo a oportunidades y servicios (Ruiz-Tagle, 2016).
En este sentido apunta otra línea de trabajos para el caso latinoamericano, argumentándose que la mezcla social en territorios determinados y la ausencia de segregación espacial no aseguran una integración social (Oliveira et al., 2019; Rasse, 2015; Ruiz-Tagle, 2016; Ruiz-Tagle y Romano, 2019), pero es un punto de partida ineludible para el estudio de las relaciones socio-espaciales en ciudades contemporáneas, escenario principal de las prácticas migrantes. Desde esta perspectiva, el espacio urbano es resultado y productor de complejos procesos que pueden profundizar las desigualdades sociales y culturales (Matossian, 2015), por lo que su estudio es clave para analizar procesos de integración social.
Para el análisis de la integración urbana entendida de manera multidimensional, los estudios urbanos se han enfocado en la representación espacial, entendiendo que la ciudad es la expresión física de formas de dominación elaboradas por una sociedad en un momento dado (Musset, 2015) y que cada grupo social posee ciertos códigos comunes que orientan su actuar en el espacio construido (Bourdieu, 1998).
Esta idea de la representación urbana tiene su raíz teórica en la noción más amplia de representación proveniente de la psicología social (Jodelet, 1986) y se basa en el supuesto de que cada grupo social es constructor de su idea de realidad a partir de la experiencia vivida en tanto grupo. Por este motivo, el análisis de la relación de un grupo social con el espacio que habita puede ser abordado desde la representación que ese grupo hace de su entorno espacial, contrastando los significados atribuidos a los lugares con la identidad del grupo en cuestión (Alba, 2010). En esta línea se encuentran investigaciones que señalan que el sentido de lo urbano no está en el espacio material en sí mismo, sino en las lecturas que los distintos grupos hacen de los objetos urbanos (Alba, 2004; Márquez, 2013; Zenteno, 2018).
En los estudios sobre representaciones espaciales, el espacio público tiene un rol clave a la hora de entender cómo se vive la ciudad (Lynch, 1985). Diversas investigaciones se han enfocado en el análisis de la relación que se establece entre los habitantes y los espacios urbanos que frecuentan y que son parte de su imaginario (Arruda y Alba, 2007; Elorza, 2019; García Canclini, 2010; Sued, 2018), entendiéndose así el espacio urbano como un producto social y simbólico.
Integración de extranjeros e imaginarios urbanos migrantes
En el debate sobre la integración social de la población migrante, hay dos elementos que resultan particularmente pertinentes por sus implicancias en el espacio urbano. En primer lugar, el acceso al trabajo, señalado como uno de los principales mecanismos de integración de la población extranjera a las dinámicas propias de la sociedad de recepción (Herrera, 2017). Este, además, eventualmente determinaría el acceso al suelo y, en consecuencia, a las condiciones para la integración urbana. Y, en segundo lugar, el grado de asimilación de la población migrante a las costumbres y prácticas locales, lo que ha sido problematizado proponiendo procesos de integración que impliquen una adaptación recíproca de carácter multidimensional y permitan construir una identidad múltiple y flexible basada en la diversidad (Ares, 2020). En efecto, dado que las identidades culturales están determinadas por procesos de interacción, confrontación y negociación, en contextos de relaciones interculturales esto implica la coexistencia conflictiva de multiplicidades de identidades (García Canclini, 2008).
Esta última idea tiene una consecuencia clara en el ámbito urbano: las personas migrantes producen y reproducen estrategias de apropiación de ciertos lugares de la ciudad, las cuales les permiten territorializar sus prácticas e identidades (Márquez, 2013; Stefoni, 2015). Esto significa que, más allá de su dimensión instrumental, el uso del espacio público permite activar diversos procesos de integración socio-espacial, es decir, interacciones y relaciones sociales que tienen como soporte físico el diseño urbano y que, por tanto, están cruzadas por las tensiones y convivialidades cotidianas que se dan en lugares concretos de encuentro público entre distintos grupos étnicos y culturales (Ganji y Rishbeth, 2020).
De acuerdo a lo anterior, el espacio público urbano adquiere un rol central, pues es ahí donde las personas interactúan y negocian y donde, por consiguiente, podrían crearse plataformas de cooperación bajo propósitos comunes: iniciativas tales como grandes festivales urbanos, pequeños eventos barriales o talleres comunitarios ofrecen espacios clave para la integración entre extranjeros y población local, mientras que lugares de actividad territorial, tales como centros comunitarios, librerías o sedes sociales, permiten establecer relaciones barriales que facilitarían la integración socio-urbana de las personas migrantes (Nowakowska, 2020). En efecto, es en el espacio urbano local donde la diversidad étnica tiene mayor visibilidad y la población local se confronta con ella. De aquí la idea de making place with (Gilmartin y Dagg, 2021), que refiere la coproducción del espacio por parte de nativos y extranjeros, tanto de forma discursiva como material, bajo un permanente proceso de negociación que permite, a su vez, activar estrategias de integración procesual, relacional y basadas en la práctica, las cuales van de abajo hacia arriba y debieran incluir el quehacer de las comunidades migrantes.
Se ha señalado que la dimensión ecológica de las migraciones, referida a la ubicación espacial del inmigrante, representa una de las claves para su integración (Herrera, 2017). En este sentido, debe considerarse que la ciudad vivida es una ciudad históricamente situada y construida por relaciones sociales y redes de relaciones que son coyunturales, las cuales, por lo demás, superan el espacio urbano y se anidan también a nivel global y nacional-regional, así como reflejan relaciones de fuerza y poder en las que las/os sujetas/os migrantes son agentes activos (Çağlar y Schiller, 2018). La ciudad, pese a ser un producto social que emerge de complejas relaciones a diversas escalas, es vivida por los sujetos de forma parcial, a partir de sus propias experiencias de la urbe. De aquí que, entendiendo los imaginarios urbanos como representaciones simbólicas de la ciudad, García Canclini (2010) sostenga que, en su multiplicidad, estos imaginarios son fragmentarios, sesgados y construidos en base a expectativas, lo que, en el caso de las personas migrantes, incluye representaciones translocales del espacio urbano (Márquez, 2013).
Metodología
La investigación se basó en un diseño cualitativo de carácter exploratorio-descriptivo, dada la escasez de estudios sobre la relación entre la integración socio-urbana de la población migrante y las representaciones que este grupo construye sobre la ciudad, buscando situar el problema en función de las particularidades territoriales de la ciudad de Temuco. Para este efecto, se consideró la producción de información de tipo discursiva (entrevistas semiestructuradas) y visual (mapas mentales) a partir de una serie de encuentros con personas migrantes residentes en Temuco, los que se realizaron entre enero y marzo de 2020.
Las/os participantes del estudio fueron definidos por un muestreo teórico (Flick, 2007), es decir, la selección de los casos de la muestra se realizó de acuerdo a los ejes temáticos del estudio y consideró como criterios de inclusión el país de origen, la edad y el tiempo de residencia en Temuco. De esta forma, participaron diez personas migrantes originarias de siete países latinoamericanos, en su gran mayoría mujeres, de edades entre 25 y 60 años, y con un tiempo de residencia en la ciudad de entre dos y ocho años. El tamaño de la muestra se determinó en función del criterio de saturación teórica (Flick, 2007), el que logró satisfacerse con una muestra acotada debido al alcance del estudio, la especificidad temática que orientó la construcción de las categorías de análisis y la convergencia de elementos clave en las representaciones y experiencias migrantes relativas al uso del espacio urbano.
Las entrevistas semiestructuradas se desarrollaron de manera individual a partir de una pauta de 14 preguntas orientadas a profundizar en la experiencia socio-urbana migrante de Temuco. Para la elaboración de los resultados, se realizó un análisis categorial deductivo basado en una discusión teórico-conceptual preliminar, desde el cual se seleccionaron las categorías cuyas descripciones mostraron una mayor capacidad heurística: ‘prácticas culturales/identitarias’; ‘uso/apropiación del espacio público’ y ‘estrategias de integración socio-espacial’.
Junto con las entrevistas, se utilizó la construcción de “mapas mentales” con los mismos sujetos de investigación, metodología particularmente útil para trabajar las representaciones espaciales de un grupo. Esta técnica, utilizada originalmente en la psicología ambiental, implica que las/os entrevistadas/os dibujen un mapa del territorio objeto de estudio. La finalidad es hacer una lectura comprensiva del proceso de representación espacial, entendiendo los mapas como un tipo de lenguaje. En este sentido, se entiende la representación visual de Temuco como un proceso de elaboración de significados que son parte de la experiencia urbana del/la migrante en sus espacios cotidianos. De este modo, las representaciones espaciales son abordadas como representaciones sociales, construidas en función de un sistema cultural y normativo que permite a los individuos comprender y controlar su ambiente (Alba, 2004).
Para el análisis de los mapas se realizó una lectura iconográfica en dos niveles. El primero sigue, en líneas generales, los principales elementos que conforman un territorio urbano, lo que permite entender cómo el imaginario colectivo de un grupo construye una imagen de la ciudad a partir de la identificación de barrios, sendas, nodos, hitos y bordes (Lynch, 1985). El segundo nivel de análisis hace referencia a las categorías conceptuales que permiten entender el significado de la experiencia migrante a partir de la representación espacial de la ciudad que se habita, otorgando a los espacios una jerarquía y sentido particular en función de las propias vivencias del ser migrante. De este modo, en el análisis de los mapas mentales se examinaron los lugares que constituyen la imagen de la ciudad y la manera en que se estructuran en el espacio representado, obteniendo con ello una lectura semántica contrastable con los discursos emanados de las entrevistas.
Desde el punto de vista ético, la investigación se desarrolló bajo una estricta observación del resguardo de la identidad de las y los participantes y de la confidencialidad de la información recogida, así como de la voluntariedad de la participación y el respeto irrestricto de las opiniones expresadas. Todos las/os participantes firmaron un consentimiento informado antes de ser incluidos en la investigación y no se les entregaron incentivos.
Resultados
Uso y apropiación del espacio público
En sus discursos, las/os participantes del estudio tienden a identificar el espacio público con plazas, parques y áreas verdes de acceso libre, cuyos usos asocian a paseos individuales o familiares, momentos de descanso y de recreación para niñas y niños, pero también a eventos, ferias y muestras de distinto tipo. Si bien se mencionan diversos lugares distribuidos por toda la ciudad, se coincide en reconocer el Estadio Municipal Germán Becker como el principal espacio que alberga, junto a paseos y actividad física, eventos públicos masivos y encuentros gastronómicos, folclóricos y culturales, algunos organizados por las propias asociaciones migrantes. A propósito, una de las entrevistadas señala: “podríamos hacer nuestra celebración de independencia en cualquier lugar, pero creemos que ahí es más significativo hacerlo porque […] el estadio es de todos” (María, Colombia).1
En cualquier caso, los lugares públicos de Temuco que resultan relevantes para las/os migrantes son variados. Uno especialmente importante para las/os participantes es la popular Feria Pinto, principal mercado de abastos de la ciudad. Una participante sostiene: “para mí un lugar relevante es la feria: la feria fue siempre un amor para mí […] es un lugar sin pretensión, auténtico […] entonces me gusta, me gusta ir a comprar allá” (Lilian, Argentina); y otra: “la Feria Pinto es mi lugar favorito en Temuco […] ahí no hay diferencias, ahí todos son iguales” (María, Colombia). Se valora la diversidad social y cultural que conforman quienes acuden al lugar, así como la forma genuina con la que allí se desenvuelven e interactúan.
En contraste, el Parque Cerro Ñielol, monumento natural de la ciudad destacado por las/os entrevistadas/os, es apreciado por constituir un lugar de conexión directa con la naturaleza y, en consecuencia, cierta “suspensión” del vínculo urbano y las interacciones que este supone: “el refugio era el cerro, el cerro Ñielol […] era como el patio trasero de la casa […], era [a] lo único que accedíamos como libremente y que tenía que ver con la naturaleza” (Lilian, Argentina).
Por otro lado, las/os participantes mencionan diversas sedes sociales, espacios culturales y dependencias de instituciones educativas y pro-migrantes, pues se trata de lugares en los que se han desarrollado diversos tipos de talleres, reuniones y capacitaciones con participación de migrantes, especialmente mujeres. Asimismo, los testimonios de las/os entrevistadas/os relevaron la importancia que tienen las iglesias -católicas o protestantes- en sus vidas, fundamentalmente por el espacio de acogida y de encuentro que ofrecen, más allá de las diferencias identitarias. Son numerosas las iglesias que las/os migrantes frecuentan regularmente, aunque son dos o tres las más aludidas.
Prácticas identitarias y estrategias de integración socio-espacial
Las entrevistas ponen en evidencia que los sujetos identifican la identidad cultural con la identidad nacional, generalizando atributos conductuales o psicosociales y/o destacando rasgos culturales o costumbres específicas. Estas últimas se vinculan directamente al hogar y la familia, pues es principalmente en el espacio privado donde se mantienen dichas prácticas, aunque también se señalan instancias colectivas y públicas que las movilizan, tales como agrupaciones culturales, muestras culinarias y folclóricas o celebraciones patrias abiertas a la comunidad. No obstante, las/os entrevistadas/os asumen que el proceso migratorio supone la transformación de su cultura, lo que conduce a una reconstrucción identitaria que implica una progresiva apertura a la sociedad de recepción y a la mixtura cultural que emana de ella y genera cierta sensación de ambigüedad: “los colombianos me dicen: ‘¡Ay! Tan chilena que estás’; y con los chilenos, siempre me ven como la colombiana. Ahora estoy como en un limbo, no sé qué soy” (María, Colombia); “en mi tierra soy embajadora de Chile y en Chile soy la embajadora de Colombia” (Fernanda, Colombia); “hay como un periodo en donde las raíces están en el aire, donde uno no es ni de acá ni de allá, y hay una decisión mía de volver [a Temuco] y decir: ‘bueno, las planto acá’” (Lilian, Argentina). Bajo la idea anterior, las/os participantes asumen implícitamente que la integración requiere de la interacción entre nativos y extranjeros que tiene lugar en espacios y lugares concretos, precisando del activo concurso de la población migrante.
Entre dichos espacios se hallan las actividades religiosas, vistas por las/os entrevistadas/os como espacios de formación de vínculos basados en una comunidad espiritual que trasciende las nacionalidades. Una participante señala: “No hacemos cosas culturales, porque ahí estás enfocada a las cosas de quién: del Señor, no a tu cultura. Y eso también te da paz” (Cristina, México). De aquí la importancia de las iglesias como lugares de encuentro, aunque algunas de las interacciones suponen visitas al espacio privado de las/os migrantes. Por su parte, y aun sin comunidades de base, las actividades deportivas también ofrecen un espacio de interacciones plurinacionales, especialmente para los hombres. Mientras el béisbol convoca sobre todo a venezolanos y cubanos, el fútbol representa un mecanismo particularmente relevante para la generación de interacciones entre nativos y extranjeros. En contraste, algunas mujeres migrantes crean vínculos a través de grupos de bailes folclóricos, de carácter más permanente y organizados por nacionalidad, lo que facilita la formación de redes de apoyo y lazos más sólidos. Una de las entrevistadas afirma que formar parte de estos grupos significa “buscar también esa alianza con mi gente […] y me gusta. Es como llevar un pedacito de lo nuestro acá a Chile” (Verónica, Venezuela).
Finalmente, las evidencias del estudio muestran que las actividades formativas, como talleres o capacitaciones en diversas áreas, constituyen espacios fundamentales para la integración de personas migrantes -principalmente mujeres-, permitiéndoles una relación directa con chilena/os y la construcción de relaciones de confianza. Este tipo de actividades, generalmente vinculadas a lugares específicos, son valoradas especialmente por mujeres. Refiriéndose a una sede comunitaria que acogía diversos talleres, una de las participantes sostiene que en ese lugar “me brindaron todo aquel calor humano, de hermana, de madre” (Ignacia, Venezuela), mientras otra participante insiste en que “hacen falta espacios culturales donde podamos hacer esa identificación […] de que todos somos seres humanos, de que todos compartimos un mismo planeta y podemos compartir también y enriquecernos mutuamente” (Verónica, Venezuela).
En cualquier caso, es importante señalar que para las/os participantes el trabajo constituye el principal mecanismo de integración social, más allá de los vínculos espaciales que se puedan generar a partir de otras instancias. Esta idea se resume en la visión de una entrevistada: “a los que les ha costado integrarse en el mundo laboral, les ha costado integrase en la sociedad como tal, y siguen con un pie allá… ni siquiera con un pie allá, sino como con todos los pies en Colombia” (María, Colombia).
Los principales elementos de la imagen de Temuco
En lo que se refiere a los mapas dibujados por las/os participantes, las sendas o calles son los primeros elementos que sobresalen. Estas aparecen como caminos que conectan los distintos puntos de la ciudad, asegurando vinculaciones espaciales que, en general, dan continuidad a los recorridos urbanos. Destacan ejes viales más amplios, como Av. Alemania o Av. Pablo Neruda y Recabarren, y, de manera individual, las calles cercanas a las viviendas de las/os entrevistadas/os.
En cuanto a los hitos, estos también aparecen como elementos fundamentales de la imagen urbana. Dentro de estos, la Plaza de Armas se repite como un elemento central dentro de la ciudad, punto de reunión y también de referencia al momento de representar Temuco. Junto a este punto neurálgico destaca también la Feria Pinto, epicentro del comercio mayorista local y espacio popular cargado de una identidad urbana ligada al campo y al mundo indígena. Sin embargo, y como contrapunto, se aprecia también la relevancia otorgada a los malls de la ciudad, especialmente al ubicado en Av. Alemania, ícono de un mundo urbano “moderno” relacionado a la creciente globalización a través del consumo de bienes y servicios. Por otra parte, y como un cuarto elemento a considerar, aparecen los “hitos de ocio o recreación”, particularmente el Cerro Ñielol y el Parque Estadio Municipal Germán Becker, ambos espacios destinados al paseo de las familias que destacan por sus características naturales, de tranquilidad y fácil acceso.
Los barrios, en tanto espacios en los que se puede entrar y salir, son también parte de un imaginario compartido por las/os migrantes entrevistadas/os, destacándose los sectores donde se localizan sus viviendas, así como el sector centro de la ciudad, el sector Av. Alemania y el barrio Estación, lugar donde se encuentra la Feria Pinto antes mencionada. No obstante, el barrio aparece en los dibujos como un punto de referencia más que como un elemento de integración a la ciudad, hecho que se visualiza al incluirse en cada sector mencionado un hito importante, principalmente de carácter comercial. En este sentido, las/os entrevistadas/os distinguen el barrio como un referente externo y no como un espacio habitado a partir del cual se construye identidad.
Un cuarto elemento a destacar son los “bordes” urbanos, vale decir, aquellas configuraciones espaciales que hacen de límite dentro de una trama urbana. Para el caso de Temuco, las/os entrevistadas/os identifican el río Cautín (límite sur) como un elemento que “corta” la ciudad, lo que permite generar un sentido de orientación y de posicionamiento espacial. El río aparece como un elemento externo, un “más allá” fuera del cual la ciudad se pierde, generando desconexión y aislamiento.
Más allá de la forma urbana
Al analizar los mapas en un segundo nivel, podemos apreciar que, en general, estos son de dos tipos: aquellos que describen con detalle la ciudad y sus espacios públicos (Figura 1), y los otros, que se circunscriben a un sector en particular o que destacan pocos elementos en el radio urbano (Figura 2). Los primeros dan cuenta de un mayor conocimiento del territorio que se habita y de sus principales espacios de referencia; los segundos muestran un acercamiento menor a la ciudad y recorridos mucho más puntuales, ligados, por ejemplo, a trayectos entre la vivienda y el lugar de trabajo o estudio. Un dato relevante es que los mapas que presentan una imagen más completa de Temuco -pero no por ello menos fragmentaria- fueron elaborados por migrantes que tienen un trabajo estable o que están emparentados con chilenos/as. Por el contrario, los mapas “menos elaborados” pertenecen a personas que tienen fuertemente arraigada su identidad de origen, que no han tenido buenas experiencias en su trayectoria migrante o que tienen trabajos informales.


Resulta interesante ver cómo los mapas del primer grupo mantienen una relación mucho más equilibrada entre el lleno y el vacío, a diferencia de los del segundo grupo, en los que el vacío es predominante. Llama la atención que los mapas de la Figura 2 estén hechos por las dos migrantes que más tiempo llevan viviendo en Temuco, por lo que la mayor permanencia en la ciudad no sería, aparentemente, una variable relevante en cuanto a la complejidad de las representaciones urbanas del grupo entrevistado. Esto lleva a interrogarse sobre la integración en el territorio habitado. Las maneras de ser parte de la ciudad, de estar integrada/o a ella, se manifiestan de formas diversas no solo en el discurso de las/os entrevistadas/os, sino que también en la representación espacial que hacen de la misma. Una ciudad que acoge o que ofrece posibilidades de integración es una ciudad que se conoce, que se habita en el sentido más amplio y que se transforma en territorio a partir de prácticas socio-espaciales que integran lo propio de la sociedad de origen y lo nuevo que ofrece la sociedad de acogida.
Aproximaciones al vínculo entre integración socio-urbana y representaciones de la ciudad en migrantes de Temuco
El análisis de las imágenes construidas por las y los migrantes entrevistadas/os permite complementar los resultados obtenidos a partir de sus discursos, evidenciando, desde una perspectiva panorámica, cómo se habita la ciudad y en base a qué elementos se le otorga sentido. Este acercamiento permite entender de manera más concreta cómo el conocer la ciudad es parte de un proceso de integración que no necesariamente depende del tiempo de estadía y, asimismo, cómo el habitar el espacio urbano puede producirse a partir de fragmentos de la ciudad.
En términos generales, las dinámicas de integración espacial de los ciudadanos extranjeros dependen de las determinaciones recíprocas entre las relaciones sociales y el espacio físico en las que estas tienen lugar (Lefebvre, 1974), lo que supone prácticas sociales concretas de los sujetos que, en sus interacciones y redes de interacciones, “activan” los espacios urbanos en cuanto agentes de un proceso multiescalar, contingente y marcado por relaciones de poder (Çağlar y Schiller, 2018). Así, la integración socio-urbana se trata del complejo de interacciones sociales que, a la vez, producen la ciudad y son producto de ella, razón por la cual las/os participantes del estudio vinculan los espacios que consideran significativos a las actividades que, en su calidad de agentes, realizan en ellos y les permiten relacionarse con el “otro”. Este hecho estaría evidenciando que el habitar un espacio con mixtura social, pero sin interacciones sociales, no asegura la integración a la ciudad (Ruiz-Tagle y Romano, 2019).
Las interacciones sociales, con sus tensiones y negociaciones, cruzan las dinámicas de definición de las identidades culturales y de los procesos de construcción de diferencia (García Canclini, 2008), lo que queda en evidencia con la importancia que las/os migrantes entrevistadas/os le otorgan a los eventos públicos y talleres en los que exhiben sus bailes y costumbres culinarias, pues les permiten visibilizar sus propias identidades -aún bajo el riesgo de folclorizarlas- y vincularse parcialmente con la sociedad local, generando y fortaleciendo sentidos de pertenencia que se articulan con los lugares que los acogen y con la ciudad. En cualquier caso, estos procesos identitarios se complementan con otros espacios de revitalización o preservación cultural, acá asociados a prácticas alimenticias que se reservan a la esfera privada (Burón y Díaz, 2019; Rihm y Sharim, 2019).
En este sentido, resulta fundamental reconocer las diferencias en la relevancia otorgada por las/os participantes al espacio público urbano de Temuco, configurado a partir de hitos o espacios públicos monumentales específicos con los cuales la población migrante mantiene relación: plazas, parques y ferias son el escenario de diversas prácticas que van desde las comerciales, pasando por las recreativas, hasta las políticas, y que permiten construir lazos colectivos e individuales con la ciudad. Los hitos son valorados principalmente porque posibilitan la integración socio-urbana, es decir, facilitan las interacciones, el acceso a oportunidades y servicios y la formación de identidad desde y con el lugar (Ruiz-Tagle, 2016). En específico, los mapas y los discursos destacan prácticamente de forma transversal el Estadio Municipal, el Cerro Ñielol y la Feria Pinto, esta última el principal soporte urbano de la diversidad sociocultural temuquense, fundamental para la integración migrante en la vida cotidiana de la ciudad. En efecto, este último hito es valorado precisamente por acoger la diferencia y propiciar las interacciones entre sujetos diversos, lo que favorecería procesos flexibles de construcción identitaria basada en la diversidad y una adaptación recíproca (Ares, 2020).
Junto a estos icónicos lugares, se observa la especial importancia asignada por las/os participantes a las iglesias y recintos culturales y comunitarios. Las primeras se valoran porque permiten no solo las interacciones, sino también la generación de redes de apoyo y solidaridad, mientras que los segundos, al dar espacio a talleres, permiten crear vínculos sociales que van más allá de los aprendizajes prácticos. Para algunas mujeres migrantes, de hecho, estos talleres representan la principal instancia de integración, llegando incluso a convertirse en espacios de significativo apoyo psico-emocional. En efecto, los centros sociales y actividades como talleres comunitarios han sido considerados clave para la integración de las poblaciones migrantes (Nowakowska, 2020). Sin embargo, es llamativo que estos lugares (especialmente sedes sociales y comunitarias) aparezcan poco o nada en las representaciones de la ciudad, lo que abre la pregunta sobre la significancia real de estos lugares para las/os entrevistadas/os o, en su defecto, sobre el reconocimiento de su carácter propiamente socio-urbano, es decir, de su plena pertenencia a la estructura urbana.
De forma análoga, resulta de interés la inclusión de espacios “no urbanos” en representaciones del territorio urbano de Temuco. En algunos de los mapas y discursos se destacan lugares en las afueras de la ciudad, especialmente ambientes naturales, pese a que las conversaciones buscaron centrarse en el espacio urbano de Temuco. Si bien es cierto que la región ofrece un entorno natural de gran atractivo, su evocación trasluce una integración a la ciudad más bien parcial. Asimismo, la relevancia del Parque Cerro Ñielol podría asociarse a un contacto con la naturaleza que permitiría, precisamente, desvincularse momentáneamente de la vida urbana.
De todas maneras, las representaciones de la ciudad de Temuco se cristalizan en una diversidad de imaginarios de lo urbano que son sustancialmente fragmentarios y sesgados (García Canclini, 2010). Se trata de un rasgo que, en efecto, aparece de forma transparente en los mapas construidos por las/os participantes, diversos no solo en la imagen global de la ciudad, sino también en los hitos urbanos seleccionados y el lugar simbólico que estos ocupan en las representaciones gráficas. El ejemplo más evidente es el contraste entre los mapas “llenos” y los “vacíos”, marcado por diferencias sustanciales en las formas de vinculación con la sociedad local, lo que da cuenta de dos vías distintas de habitar la ciudad cristalizadas en imaginarios divergentes.
Por otro lado, en los dibujos y discursos de las/os migrantes el barrio no aparece como un elemento de integración socio-urbana. Este hecho es particularmente significativo cuando se concibe el barrio como el espacio intermedio entre lo público y lo privado, un puente entre la intimidad del hogar y la ciudad donde se juegan las identidades colectivas. La ausencia de conexión con el barrio sugiere una vida cotidiana circunscrita a lo privado y a los trayectos entre uno y otro punto de interés individual. Podría argumentarse que entre las/os entrevistadas/os existe una relación funcional con la ciudad de Temuco, quienes eventualmente carecerían del vínculo afectivo con su entorno inmediato que permitiría hablar propiamente de habitar el barrio. Este hecho contrasta con los trabajos que asocian los vínculos migrantes con el barrio al habitar la ciudad (Margarit y Bijit, 2014a, 2014b; Márquez, 2013; Insulza et al., 2019), probablemente a causa de las particularidades socio-urbanas de Temuco y de las características específicas de sus procesos migratorios.
Finalmente, las prácticas urbanas y las relaciones socio-espaciales se vinculan con las representaciones de los espacios urbanos utilizados (Alba, 2010), las que responden tanto a la expresión espacial de las formas de dominación (Musset, 2015), como a la “pluriversalidad” propia de dichas prácticas y vínculos con la ciudad (Salazar, 2021), que es producto de las combinaciones individuales de diversos factores -tiempo de residencia, género, origen nacional, inserción laboral y configuraciones familiares-, entre los cuales la ocupación y el tipo de familia constituyen las variables que destacan en este estudio.
Conclusiones
El presente artículo ha permitido describir de forma exploratoria la relación entre las estrategias de integración socio-espacial y las distintas representaciones de la ciudad construidas por las/os participantes del estudio. A partir de los resultados obtenidos, se aprecia que las representaciones urbanas de las/los entrevistadas/os están vinculadas al tipo de integración socio-espacial en la ciudad de acogida, la cual (de forma preliminar para este estudio) se puede asociar principalmente a la construcción de redes sociales originadas a partir de relaciones familiares o laborales.
Relacionando estos hallazgos con el supuesto de investigación, se concluye que, aun cuando los mapas identifican claramente los principales hitos espaciales de vinculación con la ciudad, las diversas representaciones de Temuco y las distintas estrategias de integración no son necesariamente concordantes. En efecto, la elección de las acciones que las/os sujetas/os migrantes utilizan para interactuar con la población local depende tanto del lugar como de las experiencias y expectativas de integración. Esto produce diversas combinaciones de acciones y prácticas, las que se cristalizan en estrategias concretas de integración socio-urbana; estas, finalmente, son las que permiten el vínculo con el espacio urbano.
En este sentido, el territorio se construye en función de la capacidad de habitarlo, y para habitar hay que construir. Es justamente esta construcción la que se aprecia de manera más clara no en aquellas/os entrevistadas/os que habitan hace más tiempo la ciudad, sino en las/los que han logrado tejer una red de apoyo y sostenimiento, ya sea a través de la creación de familias mixtas entre migrantes y nativos, o bien de la estabilidad de su vida laboral. No obstante, lo relevante no es la completitud de las imágenes: los imaginarios fragmentarios del espacio temuquense, así como la parcialidad de las representaciones del espacio urbano -incluyendo la ausencia del barrio, la relevancia de lugares “naturales” (extraurbanos) y la omisión de ciertos nodos espaciales en las entrevistas (malls) y en los mapas (sedes comunitarias)- igualmente expresan formas específicas de vinculación con la ciudad. El habitar “fragmentos urbanos” también permite construir significados identitarios, produciendo una relación limitada con la ciudad, pero suficiente para una integración mínima. Esto revelaría una relación más bien instrumental con la ciudad que, sin embargo, requeriría de lugares significativos que le otorguen sentido al habitar migrante.
En términos globales, la variedad de representaciones y usos del espacio urbano, derivados de las múltiples necesidades, experiencias y expectativas de las/os sujetas/os migrantes respecto a su interacción con la sociedad local, muestra dos cosas: por un lado, imágenes de una ciudad fragmentada cuyos lugares significativos ponen de manifiesto estrategias y prioridades diferenciadas en la relación de la población migrante con el espacio urbano; y, por otro, la ausencia de dispositivos urbanos concretos diseñados para la integración socio-espacial de los extranjeros. En consecuencia, el desafío es implementar iniciativas urbanas de integración directa (Nowakowska, 2020), de carácter intercultural, que consideren las necesidades de la población migrante y que induzcan y faciliten su interacción con la población local en los distintos espacios de la ciudad.
Este estudio exploratorio constituye una puerta de entrada para entender cómo las distintas representaciones de la ciudad generadas por las personas migrantes están cruzadas por diversas estrategias de integración socio-espacial desarrolladas en un espacio urbano particular, lo que se observa al levantar criterios preliminares que podrían ayudar a interpretar las diferencias entre las diversas representaciones urbanas. Aunque queda pendiente un análisis más pormenorizado sobre la vinculación con el barrio, se puede sostener de manera preliminar que, así como el tiempo de residencia no necesariamente influye en la complejidad de los mapas, sí lo hacen la existencia de familias mixtas y la ocupación. En cualquier caso, habrá que profundizar en el análisis de los hitos urbanos que, como la Feria Pinto, son destacados de forma transversal y aparentemente constituyen elementos clave de integración urbana.
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Notas