Artículos
Conductas parentales: efectos del tipo de interacción y edad de los infantes1*
Parental Behavior: Effects of Infants' Age and Type of Interaction
Conductas parentales: efectos del tipo de interacción y edad de los infantes1*
Revista de Psicología, vol. 24, núm. 2, pp. 135-150, 2015
Departamento de Psicología de la Universidad de Chile
Recepción: 15 Julio 2015
Aprobación: 17 Noviembre 2015
Resumen: Tanto la edad del niño, como la ausencia o presencia de alguno de los miembros de la pareja parental afectan los patrones conductuales maternos y paternos. No obstante, es posible que padres y madres presenten sensibilidad diferencial a dichos factores, por lo cual deben examinarse de manera conjunta. Los propósitos del presente estudio fueron observar si existían diferencias entre las conductas parentales de padres y madres y si estas eran dependientes de los factores edad del bebé y tipo de interacción. Se registraron longitudinalmente las frecuencias de 15 conductas parentales de 30 parejas mientras jugaban de manera diádica (madrebebé y padre-bebé) y triádica (simultáneamente madre-padre-bebé) con sus bebés de 15 y 21 meses de edad. Los resultados sugieren que padres y madres presentan una sensibilidad diferencial a los factores edad del bebé y tipo de interacción, ya que las diferencias entre conductas parentales maternas y paternas dependían tanto de la edad del bebé como de la condición de interacción en la que se encontraban los participantes. Esto refleja tanto que la familia es un sistema, como que la interacción triádica es mucho más compleja que la diádica.
Palabras clave: conductas parentales, interacción triádica, interacción diádica..
Abstract: Both the child's age and the presence or absence of a parental member affect maternal and paternal behavior patterns. However, parents may show differential sensitivity to these factors, so they should be examined together. The purpose of this research was to observe whether there were differences between the paternal and maternal behaviors and if this differences were dependent on the child's age and the type of interaction. The frequency of 15 parental behaviors, corresponding to 30 couples, was longitudinally registered. Participants were asked to play with their babies, of 15 and 21 months, in three forms: mother-baby (dyadic interaction), father-baby (dyadic interaction) and mother-father-baby (triadic interaction). Results showed that parents presented differential sensitivity according to the age of the baby and the type of interaction, for the differences between paternal and maternal behaviors depended both on the baby's age and the type of interaction they had. This reflects that family works like a system and that triadic interaction is far more complex than dyadic interaction.
Keywords: parental behavior, triadic interaction, dyadic interaction. .
Introducción
Las conductas que padres y madres emplean exclusiva y frecuentemente durante la interacción con sus hijos son denominadas conductas parentales (Ramírez, 2005). Estas conductas tienen la finalidad de criar, proporcionar cuidados físicos y socializar a los niños. Por ello, múltiples investigaciones han observado una relación directa entre el tipo y frecuencia de las conductas parentales y diversas áreas del desarrollo infantil, tales como el desarrollo emocional, cognitivo y del lenguaje (Gest, Freeman, Domitrovich, & Welsh, 2004; Magill-Evans & Harrison, 2001; McLeod, Weisz, & Wood, 2007).
Se le han atribuido tres características principales a las conductas parentales: son estables en distintas situaciones, cambian con el tiempo y son patrones que se conforman a partir de la influencia bidireccional de la díada adulto-niño (Bigelow & Rochat, 2006; Bornstein, Tamis-LeMonda, & Haynes, 1999; Solmeyer & Feinberg, 2011). Sin embargo, las conductas parentales también son susceptibles a diversos factores contextuales, individuales y familiares (Gamble, Ramakumar, & Diaz, 2007; Kershaw et al., 2014); por lo cual es necesario examinar sus características y las variaciones que presentan en diversos contextos, ya que las conductas parentales se han estudiado principalmente durante interacciones diádicas madre-hijo.
Existen dos factores que podrían provocar configuraciones en las conductas parentales: la edad del niño y si las conductas parentales se presentan mientras el padre o madre interactúan única y directamente con su hijo (interacción diádica), o bien, mientras interactúan con su pareja parental y su hijo (interacción triádica).
En investigaciones previas (Dallaire & Weinraub, 2005; McNally, Eisenberg, & Harris, 1991), se ha observado que algunas conductas parentales maternas pueden ser inestables a lo largo del tiempo, debido a que el adulto ajusta sus conductas en función de la edad del niño, facilitando que las conductas parentales favorezcan el desarrollo de habilidades cognitivas, sociales y del lenguaje apropiadas para cada edad. Entre los cambios en las conductas parentales observados en estudios longitudinales se ha encontrado que, conforme los niños crecen, las madres pasan menos tiempo con sus hijos y usan con menor frecuencia conductas parentales de afecto positivo, invasivas y de supervisión; así mismo, se incrementan simultáneamente las conductas que favorecen que el niño se autorregule y sea autónomo, por ejemplo, que el niño sea el encargado de su higiene personal (McNally et al., 1991).
La presencia o ausencia de la pareja parental durante la interacción también podría relacionarse con la frecuencia de ciertas conductas parentales y cómo se organizan. De acuerdo con la teoría de los sistemas familiares de Bowen (Bavelas & Segal, 1982), los miembros de una familia son elementos interdependientes entre sí de un sistema, y es necesario estudiarlos interactuando en conjunto, ya que la dinámica del sistema es el resultado de esta interacción y no solamente de la suma de las contribuciones conductuales de cada individuo (Bavelas & Segal, 1982; Gamble et al., 2007; Lindsey & Caldera, 2006).
Considerando los planteamientos de la teoría de los sistemas familiares, la interacción triádica es una configuración conductual única y dependiente del funcionamiento del sistema, que requiere que padres y madres organicen las conductas parentales de forma diferente a como lo harían cuando interactúan únicamente con su hijo; a su vez, la interacción triádica se ve influida por la relación individual y el manejo del niño por cada parte de la pareja parental durante la interacción diádica. Por sí misma, la interacción triádica es más compleja, pues requiere que cada integrante se ajuste al tono emocional y anímico de las otras dos personas, involucra tratar de incluir a las tres partes en la actividad y requiere que el niño aprenda acerca de la dinámica de la pareja parental y la toma de turnos entre adultos. Además, las interacciones triádicas permiten contrastar y evidenciar las diferencias conductuales entre madres y padres (Jessee et al., 2010; Lindsey & Caldera, 2006).
Los estudios que han registrado la interacción triádica de manera conjunta a la interacción diádica (Clarke-Stewart, 1978; de Mendonça, Cossette, Strayer, & Gravel, 2011; Lindsey & Caldera, 2006), han mostrado que los patrones conductuales paternos y maternos tienden a variar de un contexto de interacción a otro. Consistentemente, se ha observado que tanto padres como madres son menos sensibles a las señales conductuales de sus hijos durante las interacciones triádicas en comparación con las interacciones diádicas, por lo que se ha concluido que las interacciones triádicas tienen menor calidad que las diádicas; sin embargo, también se ha observado que las madres suelen ser menos invasivas y directivas durante este tipo de interacciones.
También se ha encontrado que el número de veces que el padre inicia interacciones con su hijo y la calidad de las mismas está regulado por la madre; variables como la frecuencia de las conductas invasivas dela madre y el número de horas que esta pasa sola con el infante, favorecen o dificultan que el padre interactúe con el niño (Caldera, Dickson, & Fowler, 1996; Frosch, McHale, Mangelsdorf, & Chang, 1996).
Aunque tanto los estudios que registran las conductas parentales paternas, como los que comparan las conductas parentales que se presentan durante las interacciones de tipo tríadico y diádico han aumentado, todavía deben examinarse los efectos que tienen los factores edad del niño y tipo de interacción de manera simultánea. Hasta el momento, el interés principal de las investigaciones ha sido evaluar los cambios conductuales que se presentan de una condición de interacción a la otra; no obstante, no se han evaluado las diferencias conductuales entre padres y madres en cada situación. Esto es necesario, debido a que podrían existir efectos diferenciales de estos contextos en cada una de las partes de la pareja parental.
Se ha propuesto que padres y madres podrían ser más o menos susceptibles a las conductas parentales de su pareja, así como a la presencia de cambios en el contexto de interacción debido a estereotipos de género y procesos culturales; por ejemplo, los estereotipos de género tradicionales pueden llevar a las madres a ser menos susceptibles a los factores contextuales de la interacción, ya que se perciben más competentes al momento de interactuar con su hijo en cualquier contexto, mientras que los padres realizan más modificaciones en sus conductas parentales con base en variables contextuales o incluso pueden permitir que sea la madre quien dirija el intercambio durante la interacción triádica (Jessee et al., 2010; Kershaw et al., 2014; Lindsey & Caldera, 2006).
La presente investigación buscó aclarar los resultados que han mostrado diferentes estudios en relación con las diferencias entre las conductas parentales maternas y paternas. Hasta el momento, algunas investigaciones (Hossain & Roopnarine, 1994; Tamis-LeMonda, Shannon, Cabrera, & Lamb, 2004) reportan que el padre y la madre exhiben un patrón de conductas parentales diferente, y que estos afectan diferencialmente el desarrollo de los niños; mientras que en otro conjunto de investigaciones (Martin, Ryan, & Brooks-Gunn, 2007; Notaro & Volling, 1999) no se observan dichas diferencias. Los resultados obtenidos por estos estudios son difíciles de comparar entre sí, dado que abordan edades y orígenes raciales variables; y usualmente no comparan las conductas parentales de padres y madres durante interacciones triádicas, por lo que es probable que las contradicciones observadas se deban a factores contextuales no estudiados.
Del mismo modo, en esta investigación se buscó observar el efecto de la edad del infante sobre las conductas parentales. Por lo cual se registraron las conductas parentales de padres y madres cuando su bebé se encontraba en la etapa preverbal del desarrollo del lenguaje (15 meses de edad) y posteriormente cuando ya había comenzado la producción verbal (21 meses de edad). Se esperaba que al registrar las conductas parentales en estas etapas, se evidenciarían las diferencias provocadas por la edad, debido a que durante la infancia se observa una mayor inestabilidad de las conductas parentales (Jessee et al., 2010). Adicionalmente, los cambios que se presentan de los 15 a los 21 meses de edad son relativamente rápidos, evidentes y contrastantes para los padres, ya que el niño es más eficiente al comunicarse y adquiere un control motor mayor, provocando que los padres realicen ajustes conductuales (Dallaire & Weinraub, 2005; McNally et al., 1991).
De los 12 a los 15 meses de edad los bebés todavía se encuentran en una etapa preverbal, pues tienen una producción limitada del lenguaje: balbucean, emiten algunas palabras aisladas y emplean gestos o señalamientos para pedir algo o dirigir la atención del compañero de interacción. A los 21 meses, en tanto, se incrementa la producción: realizan emisiones de enunciados cortos de dos o tres palabras, producen morfemas de flexión verbal y nominal, y se encuentran cercanos al fenómeno conocido como explosión de vocabulario (Arias Trejo & Hernández-Padilla, 2007).
Considerando lo anterior, los propósitos de este estudio fueron observar si existían efectos diferenciales de los factores contextuales edad del bebé y tipo de interacción sobre las conductas parentales de padres y madres, así como también comparar las diferencias entre estas conductas durante dos condiciones de interacción durante el juego con sus bebés a los 15 y 21 meses de edad. Se planteó la hipótesis de que padres y madres presentarían susceptibilidad diferencial a los factores medidos, lo cual se vería reflejado en los patrones conductuales presentados.
Método
Participantes
Los participantes se reclutaron por medio de anuncios publicados en una gaceta universitaria y en el transporte público de la Ciudad de México. El tipo de muestreo empleado fue no probabilístico intencional. Participaron en el estudio tríadas constituidas por un bebé, su padre y su madre, las cuales realizaron dos visitas al laboratorio. En la primera visita participaron 30 tríadas y se efectuó cuando los bebés tenían 15 meses de edad (M = 14 meses con 7 días de edad, DE = 17 días). La segunda visita se llevó a cabo cuando los bebés tenían 21 meses de edad (M = 20 meses con 27 días, DE = 17 días). De las 30 tríadas totales, solo 25 regresaron a la segunda visita; los datos de las cinco tríadas faltantes no se incluyeron en el análisis final al no presentarse a la segunda visita, o por la ausencia de la pareja parental paterna.
Las parejas parentales participantes tenían 16 años de estudio en promedio (DE = 1,78 para las madres y DE = 3,60 para los padres); al momento de iniciarse la investigación, las madres tenían en promedio 32 años de edad (DE = 5 años) y los padres, 33 años de edad (DE = 6 años).
Los criterios de inclusión de la muestra fueron los siguientes: los infantes participantes debían vivir con ambos padres, ser monolingües aprendices del español, nacidos a término, sin historial de enfermedades graves ni deficiencias auditivas o visuales reportadas por el padre o la madre y que la familia fuera de nivel socioeconómico medio. Estos criterios se comprobaron mediante un cuestionario sociodemográfico que permitió recabar datos respecto de las semanas de gestación al nacimiento, la salud general del nacimiento al presente, si el infante era bilingüe o no y los años de estudio, ocupación y edad de los padres. Se aplicó, igualmente, el cuestionario de nivel socioeconómico Regla AMAI NSE 10x6 (Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión Pública, 2008) que emplea los 10 indicadores más predictivos de las diferencias entre niveles socioeconómicos, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Materiales y medidas
Materiales. Para la grabación de las interacciones se empleó una videocámara Canon modelo VIXIA HFM40, un tapete de plástico acolchonado de 2x2 m, seis contenedores de plástico y juguetes. Los juguetes que se emplearon para los niños de 15 meses fueron: un clasificador de formas, animales de plástico, megabloques, títeres de tela, cuatro libros de imágenes, 30 pelotas de plástico de diferentes colores y tamaños, instrumentos musicales y dos teléfonos con sonidos. Los juguetes que se emplearon para los niños de 21 meses fueron: un juego de cocina, coches, figuras geométricas con orificios y un hilo para ensartarlas, dos rompecabezas, un set de herramientas, una canasta de supermercado de juguete, un juego de doctor y un dado con botones, cierres y agujetas. Dichos juguetes se eligieron a partir de estudios previos (Contreras & Baeza, 2008; National Institute of Child Health and Human Development [NICHD], Early Child Care Research Network, 1999) y fueron sometidos a evaluación por parte de 10 jueces expertos, incluyendo psicólogos y profesores que al momento de realizarse la investigación trabajaban con infantes. El criterio empleado para seleccionar los juguetes finales fue que 80% de los jueces consideraran que el juguete era acorde a la edad y desarrollo de bebés de 15 y 21 meses de edad y que era apropiado para usar en su labor cotidiana con los niños.
Medidas. Se midió la frecuencia de 15 conductas parentales pertenecientes a seis dimensiones previamente observadas en la literatura: sensibilidad, afecto positivo, invasivo, estimulación cognitiva, afecto negativo y desapego (Baumwell, TamisLeMonda, & Bornstein, 1997; Martin et al., 2007; Tamis-LeMonda et al., 2004).
Las conductas que se midieron conformaron un catálogo conductual que se elaboró para los fines de este estudio; este proceso se realizó en tres etapas:
a) Categorización y muestreo: Cuatro estudiantes entrenados calificaron de manera independiente las sesiones de juego libre de ocho parejas parentales, se consideraron las interacciones díadas madre-bebé, padre-bebé y tríadas. Se les pidió que evaluaran la definición de cada conducta del catálogo conductual para asegurarse de que tuvieran criterios de pertenencia y temporalidad distinguibles e identificables entre ellas. b) Evaluación de la confiabilidad: En esta fase se compararon las calificaciones independientes de cada sesión de juego libre de dos calificadores entrenados, en base a las cuales se calcularon los coeficientes α para determinar la razón de ocurrencia de las conductas y se eliminaron aquellas con un α ≤ 0,20; también se realizaron matrices de confusión para observar, visualmente, si las conductas evaluadas se confundían entre sí o se traslapaban. c) Evaluación por jueces: Un grupo de cinco jueces, expertos en metodología observacional, evaluaron el contenido y redacción de cada definición conductual, para que esta fuera incluida dentro del catálogo el 80% de los jueces debía considerar que la redacción y contenido no requería modificaciones. Las definiciones conductuales finales se detallan a continuación.
Sensibilidad. Conductas sincrónicas y recíprocas, el adulto percibe las necesidades del niño respondiendo apropiadamente a ellas; por ejemplo, si el niño busca cercanía y extiende los brazos, una respuesta apropiada del padre sería cargarlo (Malmberg et al., 2007). Se midieron tres conductas sensibles: Responde, si el adulto respondía contingentemente a las verbalizaciones del niño; Nombra, si el adulto nombraba los objetos en los cuales el niño enfocaba su atención; y Juego conjunto, si el adulto jugaba y manipulaba de manera simultánea los mismos juguetes que el niño.
Afecto positivo. Compuesta por expresiones afectivas del adulto, mediante conductas físicas como besar, abrazar y acariciar. Implica la evaluación positiva del niño y sus conductas (Reitman & Asseff, 2010). Se midió: Afecto verbal, si el adulto felicitaba o aplaudía la conducta del niño y Afecto físico, si el adulto abrazaba, besaba o acariciaba al niño.
Estimulación cognitiva. Se refiere a las oportunidades que da el adulto para que el niño aprenda nuevos conceptos y actividades, así como permitir que el niño organice y dirija el juego (Sheridan, Knoche, Kupzyk, Edwards, & Marvin, 2011). Se midieron dos conductas: Permite exploración, si el adulto le permitía al niño dirigir la interacción y explorar los juguetes y Enseña, si el adulto le enseñaba al niño a emplear algún juguete.
Invasiva. Conductas que interrumpen, controlan o redirigen la actividad del niño de manera excesiva en contextos en donde sería apropiado que el niño fuera independiente (Baumwell et al., 1997; McLeod et al., 2007). Se midieron dos conductas: Aleja juguete, si el adulto no permitía el uso de algún juguete, alejándolo del niño y Persiste, si el adulto insistía en continuar con un juego aun cuando el niño dejara de poner atención o expresara que no deseaba seguir jugando.
Desapego. Definida como falta de involucramiento, interés y apoyo emocional del adulto hacia las actividades del niño; compuesta por conductas en donde el adulto no responde contingentemente a las señales comunicativas o a los cambios de atención del niño (Baumwell et al., 1997; McLeod et al., 2007; Skinner, Johnson, & Snyder, 2005). Se midieron tres conductas: Nombramiento no pareado, si el adulto nombraba objetos diferentes a los que el niño manipulaba u observaba; Juego solitario, si el adulto manipulaba los juguetes sin incluir al bebé; y No participa, si el adulto observaba al bebé sin intervenir o interactuar con él.
Afecto negativo. Expresión de sentimientos negativos u hostiles de los padres hacia el niño; compuesta por conductas de rechazo, evaluación negativa y crítica sobre las conductas del niño (McLeod et al., 2007). Se midieron dos conductas de afecto negativo: Físicamente brusco, cuando el adulto forzaba al niño físicamente a realizar una acción, por ejemplo, tomar un juguete o sentarse y Regaña, si el adulto se mostraba enojado y le pedía al niño dejar de realizar alguna acción.
Escenario
La investigación se llevó a cabo en una habitación decorada con motivos infantiles y equipada con una mesa, sillas y una estantería de madera. En el piso se colocó un tapete de plástico acolchonado de 2x2 m para que los padres y los niños pudieran interactuar; se fijó a la pared la cámara descrita para la grabación de las sesiones de juego a 1,80 m del límite del tapete de plástico y a una altura de 1,60 m.
Diseño
Se realizó un estudio de tipo observacional longitudinal de panel, con un diseño factorial de 2x2x2. Los factores que se consideraron fueron la edad del bebé a los
15 y 21 meses de edad, el tipo de interacción diádica o triádica y el sexo de la pareja parental, ya sean madres o padres.
Procedimiento
Como primer paso, se elaboró y calibró un catálogo conductual que incluyó las 15 conductas medidas, clasificadas en las seis dimensiones conductuales empleadas. Una vez elaborado dicho catálogo, se pidió a los participantes que realizaran dos visitas al laboratorio, una cuando los bebés tuvieran 15 meses de edad y otra cuando tuvieran 21 meses de edad. Durante la primera visita se les presentó un formato de consentimiento para participar en la investigación en el cual se les explicó la duración y número de las visitas que realizarían, se les solicitó consentimiento para grabarlos interactuando con sus bebés y se les informó que sus datos personales serían manejados únicamente por los colaboradores en la investigación. Una vez que los participantes accedían a participar, se aplicó el cuestionario sociodemográfico y el cuestionario de nivel socioeconómico; a los datos obtenidos mediante estos instrumentos se les asignó un número de identificación con la finalidad de mantener el anonimato de los participantes.
Tanto a los 15 como a los 21 meses de edad de los niños se llevaron a cabo tres sesiones observacionales de 15 minutos de duración: interacción diádica madre-bebé, interacción diádica padre-bebé e interacción tríadica padre-madre-bebé. En cada sesión de registro se le presentó a los participantes una caja con juguetes; a la pareja parental se les leyeron las siguientes instrucciones:
Usted/es y su bebé se sentará/n sobre el tapete; le/s pedimos por favor que no salga/n de esta área para mantenerse en el foco de la cámara. Le/s daremos una caja con juguetes para que juegue/n con su bebé durante 15 minutos, como lo haría/n normalmente en casa.
Al finalizar cada visita se les dio a los padres un regalo para el bebé que consistía en una camiseta o un vaso. Por lo menos uno de los padres permaneció con su bebé en todo momento; si durante la sesión de juego el bebé comenzaba a llorar o deseaba salir de la habitación, se detenía la grabación y se daba por terminada la sesión de juego.
Se contrabalanceó en seis secuencias de aplicación el orden en el que se presentaron los juguetes, así como el orden en el que ocurrían las interacciones diádicas y triádicas. Esto con la finalidad de evitar cualquier posible efecto del tipo de juguete y/o el orden de interacción sobre las variables dependientes de interés.
Los videos de 15 minutos fueron divididos en 180 intervalos de 5 segundos de duración cada uno. Se registró la frecuencia y la duración de todas las conductas empleando el catálogo conductual. La confiabilidad entre calificadores independientes se efectuó con el 30% de las sesiones grabadas y se obtuvo una Kappa de Cohen (κ) mínima de 0,79.
Para el análisis de los datos obtenidos se empleó el programa SPSS versión 20 para realizar un MANOVA de medidas repetidas mixto, con dos factores intrasujeto y un factor intersujeto; como factores intrasujeto se emplearon la edad del bebé y la condición de interacción, en tanto que como factor intersujeto se empleó la variable de sexo del padre. Esta prueba estadística se aplicó con la finalidad de observar si existían efectos diferenciales de los factores contextuales edad del bebé y tipo de interacción sobre las conductas parentales de padres y madres, así como para comparar las diferencias entre las conductas parentales de padres y madres mientras jugaban con sus bebés a los 15 y 21 meses de edad durante dos condiciones de interacción.
Resultados
Se verificaron de manera previa los supuestos necesarios para realizar la prueba MANOVA de medidas repetidas mixto. Debido a que no todas las variables tuvieron distribuciones normales, se empleó una transformación logarítmica con la finalidad de emplear las pruebas paramétricas necesarias, determinándose que existe una baja probabilidad de multicolinealidad en los datos, ya que las correlaciones de Pearson obtenidas fueron de bajas a moderadas en un rango de r = ,27, p = ,04 a máximo r = ,62, p = ,000, por lo que se consideró apropiado efectuar el análisis.
Mediante el análisis MANOVA se observó que existían diferencias estadísticamente significativas entre las conductas parentales maternas y paternas, y que estas eran dependientes tanto de la edad del bebé como de la condición de interacción en la que se encontraban los participantes F(15, 34) = 27,19, p < ,01, 08, 2 = ,92. Los análisis univariados posteriores se interpretaron empleando el nivel de significancia de p < ,02, ya que se aplicó la corrección de Bonferroni. Esto permitió observar que las conductas parentales que difirieron entre padres y madres de manera significativa fueron Nombra F(1, 48) = 154, p < ,001, 2 = ,85; Permite la exploración F(1, 48) = 269,24, p < ,001, 2 = ,85; y Juego solitario F(1, 48) = 15,35, p < ,001, 2 = ,24; las otras conductas parentales no difirieron significativamente entre padres y madres, ps ≥ ,11.
Se realizaron análisis de comparaciones pareadas para evaluar los efectos principales simples de los factores sobre las conductas parentales que sí difirieron significativamente entre madres y padres de acuerdo con el MANOVA de medidas repetidas.
Para la conducta parental materna Nombrar se observó una interacción significativa entre los factores edad del bebé y condición de interacción (ver tabla 1). Cuando los bebés tenían 15 meses de edad, las madres nombraron los objetos con los que jugaba el bebé con menor frecuencia durante la interacción triádica en comparación con la interacción diádica (p = ,03); sin embargo, cuando los bebés tenían 21 meses de edad, las madres realizaban la misma cantidad de nombramientos en ambas condiciones de interacción (p = ,10).
Las madres disminuían la frecuencia con la que permitían la exploración durante la interacción triádica; es decir, no fomentaban que sus bebés manipularan los juguetes o dirigieran el juego tanto a los 15 (p = ,001), como a los 21 meses de edad (p = ,001). No se observaron interacciones significativas entre los factores edad del bebé, condición de interacción y la conducta parental materna de Juego solitario (ver tabla 1).
Las conductas parentales paternas Nombra, Permite exploración y Juego solitario variaron dependiendo de la edad del bebé y de la condición de interacción. De manera general, se observó que cuando los bebés tenían 21 meses de edad, las diferencias existentes entre la condición de interacción diádica y la condición de interacción triádica fueron mayores que las que existían cuando el bebé tenía 15 meses de edad (ver tabla 2).
Se encontró que a los 15 meses de edad, los padres nombraron los objetos con los que jugaba el bebé con menor frecuencia durante la interacción triádica de lo que lo hacían durante la interacción diádica (p = ,01). Esta diferencia entre ambas condiciones de interacción se incrementó cuando los bebés tenían 21 meses de edad (p = ,000); el mismo patrón ocurrió para la conducta parental paterna Permitir la exploración, por lo que las diferencias entre la condición de interacción diádica y triádica fueron mayores cuando el bebé tenía 21 meses (p = ,000) que cuando tenía 15 (p = ,009).


Adicionalmente, se observó que a los 15 meses de edad no existieron diferencias significativas en la frecuencia con la que los padres empleaban la conducta Juego solitario (p = ,50) durante la interacción triádica y diádica, sin embargo, cuando el bebé tenía 21 meses de edad los padres disminuyeron los episodios en donde jugaban sin incluir al bebé en la actividad durante la interacción triádica (p = ,000) (ver tabla 2).
Discusión
Las diferencias existentes entre las conductas parentales de padres y madres dependieron tanto de la edad del bebé como del tipo de interacción, lo que parece indicar que existe una sensibilidad diferencial de padres y madres a factores contextuales de la interacción, permitiendo corroborar la hipótesis planteada. En investigaciones previas (Jessee et al., 2010), se observó que la sensibilidad diferencial de los sujetos a factores contextuales podría depender de algunos rasgos de personalidad; en la presente investigación, la sensibilidad diferencial estuvo relacionada con el sexo de la pareja parental, por lo que también es posible que los roles de género funcionen como mediadores. En México, los roles de género tradicionales establecen que las madres deben ser las principales encargadas del cuidado infantil, mientras que los padres tienen el papel de proveedores y no se espera que se involucren en gran medida en la crianza infantil; incluso, se ha observado que estos roles propician que el padre tenga una influencia indirecta sobre el desarrollo, la que está supeditada a la relación con la madre y al impacto que esta tiene sobre el desarrollo (Salguero Velásquez, 2008). A pesar de que los roles de género tradicionales se han modificado, es posible que los padres aún se perciban a sí mismos menos competentes al interactuar con sus hijos, provocando que respondan más intensamente a las variaciones en los factores contextuales, en un intento de hacer las modificaciones conductuales que consideran apropiadas a una determinada situación de interacción (Lindsey & Caldera, 2006). De hecho, en esta investigación se observó que los cambios que presentaban los padres varones en las conductas Nombra, Permite exploración y Juego solitario dependieron consistentemente de la edad del bebé y de si la interacción era diádica o triádica, lo cual reflejó su sensibilidad a estos factores.
Los padres son particularmente sensibles a la presencia o ausencia de la madre, ya que presentaban las conductas Nombra, Permite exploración y Juego solitario con menor frecuencia durante la interacción triádica, en especial cuando el bebé tenía 21 meses de edad. Esto implica que los padres son mucho menos sensibles y cognitivamente estimulantes con sus bebés en la condición de interacción triádica y que esto es más marcado cuando su bebé es más grande. A los 21 meses los bebés ya pasaron la etapa preverbal y están cercanos a la edad en donde se presenta la explosión de vocabulario en niños mexicanos (Arias Trejo & Hernández-Padilla, 2007), lo cual hace que la interacción entre el adulto y el bebé se vuelva mucho más demandante y compleja. El decremento de las conductas parentales paternas cuando el bebé tiene 21 meses podría reflejar un ajuste conductual en función de las capacidades cognitivas y sociales de su bebé a esta edad (Dallaire & Weinraub, 2005; McNally et al., 1991) y, así mismo, que es la madre quien dirige el intercambio durante la interacción triádica (Jessee et al., 2010; Kershaw et al., 2014; Lindsey & Caldera, 2006).
Aunque el factor tipo de interacción influyó en la frecuencia de las conductas maternas Nombra y Permite exploración, el factor edad del bebé no tuvo un efecto consistente sobre las conductas parentales maternas; es decir, aunque las madres sí consideran las conductas de su pareja parental en la interacción, no son tan eficientes para ajustar su conducta con base en las habilidades del bebé.
Únicamente se observó una interacción entre la edad del bebé y el tipo de interacción para la conducta materna Permite exploración; al igual que los padres, las madres emplean menos la conducta de Permite exploración cuando interactúan con su pareja y cuando el bebé tiene 21 meses de edad. Esta conducta se refiere a si el adulto exhorta verbalmente al bebé a explorar los juguetes y a dirigir el juego; a los 21 meses de edad los bebés son un poco más autónomos y es posible que realicen la exploración de los juguetes de manera independiente, por lo cual la pareja parental no realizará frecuentemente esta conducta.
El resto de las conductas parentales maternas se mantuvieron estables entre ambas edades, hallazgo contrario a lo que se había observado en investigaciones previas, donde se ha encontrado que las madres realizan ajustes conductuales dependientes de la edad del niño (McNally et al., 1991). Es probable que en etapas posteriores en el desarrollo del bebé, las madres realicen estos cambios conductuales y que estos sean notorios en conductas afectivas o de cuidado infantil, puesto que conforme el niño crece requerirá en menor medida de los cuidados físicos de la madre. Los padres, por su parte, demostraron mayor sensibilidad a la edad del bebé que las madres, la sensibilidad diferencial de padres y madres a la edad del bebé puede implicar efectos diferenciales de la conducta de cada uno sobre el desarrollo.
Los efectos diferenciales observados de los factores edad del bebé y tipo de interacción sobre las conductas parentales de padres y madres proporcionan evidencia de que, efectivamente, la interacción triádica es mucho más compleja que la diádica; los cambios que se presentan de un tipo de interacción a otra reflejan que la familia es un sistema cuyo funcionamiento se ajusta y varía de acuerdo con la presencia o ausencia de sus miembros tanto como con las habilidades de los mismos (ClarkeStewart, 1978; de Mendonça et al., 2011; Lindsey & Caldera, 2006).
Es importante que los hallazgos reportados en esta investigación respecto de la sensibilidad diferencial de padres y madres sean considerados al diseñar programas de intervención (e.g., programas de entrenamiento para padres), ya que algunos de ellos consideran únicamente a un miembro de la pareja parental (Black, Dubowitz, & Starr, 1999). No obstante, aun cuando se entrene a uno de los miembros de la pareja parental, por ejemplo, para ser más sensible durante la interacción, este entrenamiento podría no ser eficaz si no se toma en cuenta la dinámica familiar y la sensibilidad diferencial, ya que como se observó en este estudio los padres disminuyen algunas conductas de sensibilidad y estimulación cognitiva al interactuar de manera triádica.
Las modificaciones conductuales que presentaron padres y madres se observaron únicamente en conductas pertenecientes a las dimensiones de sensibilidad, estimulación cognitiva y desapego; sin embargo, dimensiones conductuales como afecto negativo, afecto positivo y conductas invasivas no se modificaron ni demostraron ser dependientes de los factores edad del bebé y tipo de interacción.
Las dimensiones conductuales de afecto negativo e invasivas incluyen conductas tales como: Aleja juguete, si el adulto no permitía el uso de algún juguete alejándolo del niño; Persiste, si el adulto insistía en continuar con un juego aun cuando el niño dejara de poner atención o expresara que no deseaba seguir jugando; Físicamente brusco, cuando el adulto forzaba al niño físicamente a realizar una acción, por ejemplo tomar un juguete o sentarse; y Regaña, si el adulto se mostraba enojado y le pedía al niño dejar de realizar alguna acción, se observó que las conductas mencionadas presentaron una baja frecuencia de aparición en el caso de los participantes en esta muestra, lo que implica que padres y madres en general tendían a tener estilos parentales positivos.
Por lo tanto, se podría concluir que los factores contextuales medidos modificarán las conductas que son más frecuentemente empleadas por la pareja parental, mientras que aquellas que son de baja frecuencia se siguen presentado poco, sin verse afectadas por el contexto.
Previamente se ha reportado que padres y madres en culturas colectivistas como la mexicana tienden a fomentar las conductas de la dimensión de afecto positivo, que incluyen el afecto verbal y el afecto físico, y las relaciones con un alto grado de afiliación en infantes y niños preescolares, ya que es culturalmente considerado como un indicador del grado de disfrute en el juego y en la relación parental-filial (Rosabal-Coto, 2012). Sin embargo, a partir de la edad escolar, estas conductas disminuyen y comienza a emplearse un mayor número de conductas de control conductual; por lo tanto, las conductas afectivas variarán dependiendo de la edad de los niños, pero en cortes longitudinales más amplios, es decir, podrían observarse cambios en la frecuencia de estas conductas desde los 21 meses hasta los 6 años.
En investigaciones futuras será necesario evaluar factores tales como los rasgos de personalidad y calidad de la relación marital, así como los posibles efectos que los patrones conductuales diferenciales de padres y madres tienen sobre el desarrollo. En esta investigación no se evaluaron de manera directa los roles de género, por lo que se recomienda que en estudios posteriores estos se midan, debido a que evaluarlos directamente permitirá determinar de manera precisa en qué medida son responsables por la sensibilidad diferencial de la pareja parental. En este mismo sentido, se recomienda examinar también los efectos del género del bebé, ya que en estudios previos se ha observado que tanto padres como madres poseen un conjunto de creencias respecto de la naturaleza innata de niños y niñas, de acuerdo con este sistema de creencias los adultos tenderían a evaluar a los niños como más activos, físicamente fuertes e inquietos que a las niñas, a las cuales se les atribuyen características como ser más afectivas, tranquilas y manejables (Lagarde, 2006); este tipo de evaluaciones podría afectar los patrones conductuales presentados. Finalmente, es necesario mencionar que la muestra usada en esta investigación es pequeña, por lo que sería recomendable incrementarla para futuros análisis.
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