Diversa. Reseña de libros
| Robinet RomainGallardo Marco Antonio. La Revolución mexicana: una historia estudiantil. 2023. México. Bonilla Artigas |
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La Revolución mexicana:una historia estudiantil*
Que la Revolución mexicana marcó la vida de la nación y de la totalidad de América Latina es un hecho que no tiene discusión, pero lo que sí lo tiene, es el calado, profundidad y sectores interpelados por su presencia. El estudio ha ocupado buena parte del gremio de los historiadores, sociólogos y politólogos, pues ese hecho creó un régimen sociopolítico considerado, como en otras ocasiones y lugares, de excepcionalidad. Que todas las culturas creen relatos de unicidad sobre su devenir no es algo raro, más aún cuando un hecho radical, traumático y profundo atraviesa la vida colectiva. Además, la Revolución mexicana fue un acontecimiento vertiginoso para el pueblo de esta nación; volcando su energía y voluntad, de manera caótica y anárquica muchas veces, logró poner de cabeza el orden social.
Ha sido común avanzar en esta historia a partir de grandes figuras, como los líderes de los ejércitos campesinos con demandas de tipo agraria como lo fueron prototípicamente Emiliano Zapata y Francisco Villa, mismos que ganaron una popularidad entre los sectores subalternos dada su honestidad y valentía. También han tenido lugar los constructores del Estado y sus instituciones, como Venustiano Carranza o, más tarde, Álvaro Obregón. Entre los marginales del momento de la acción militar, el más famoso es, sin duda, Ricardo Flores Magón. En tiempos recientes, las figuras de Felipe Ángeles y Francisco J. Múgica avanzaron líneas de conocimiento y sus nombres se instalan más allá de los circuitos culturales y académicos.
También, por supuesto, contingentes más amplios, alejados de las “grandes figuras” comenzaron a ser estudiados: las mujeres, las y los niños, los extranjeros en los ejércitos revolucionarios, por colocar sólo algunos ejemplos. Es en esta historia más abarcadora, que contempla dinámicas más profundas, proyectos de largo alcance y visiones matizadas, en la que se enfoca el académico francés Romain Robinet en La Revolución mexicana. Una historia estudiantil, que no es otra cosa que el desarrollo de la llamada Revolución mexicana desde el lente de la activación política estudiantil.
En un resumen general, puede decirse que este libro trata sobre las múltiples formas en que los estudiantes se posicionan frente a los grandes acontecimientos provocados por la Revolución mexicana. La riqueza del texto descansa en el ejercicio de mostrar la multiplicidad de factores, posiciones, organizaciones y ensayos que los estudiantes ejercieron en unos años turbulentos, de una acción sobre la que no había precedente, misma que se inventó en el camino mismo de su andar. Aunque se recons-truyen algunas posiciones desde la época pre-revolucionaria, se coloca el énfasis en el momento de la guerra civil y de la construcción estatal posrevolucionaria, siendo este periodo el definitorio de tendencias que en adelante seguirán operando.
Una de las características más importantes del libro es que muestra varias tentativas conceptuales que se han transformado a lo largo del tiempo. La primera es aquella que tensiona la idea de la juventud a lo largo de la historia política. Desde el nacimiento del siglo XX, aquella categoría funcionó como un poderoso legitimador de aspiraciones de transformación, cambio y modificación de la situación política. Aunque en su interior se tejieran numerosas disposiciones, muchas de ellas enfrentadas entre sí, no evitaba que tuviera un efecto movilizador. La segunda es que el proceder de los acontecimientos arropó una específica forma que fue la del universitario como algo segregado del resto del estudiantado. El libro narra cómo se va de la unidad a la dispersión y, en medio de procesos diferenciados por parte de los gobiernos o de los propios actores, el universitario se configura como una realidad sociopolítica aparte de las numerosas formas de existencia del estudiantado y de la juventud.
Otra característica relevante del trabajo es la muestra de la pervivencia del mundo católico como orientador de la práctica de las juventudes. Los católicos, refugiados en lo educativo tras la mala fortuna que tuvieron de apoyar al golpista Victoriano Huerta, actuaron desde los movimientos estudiantiles, buscando orientarles y darles sentido. Ello les permitió sobrevivir a los vendavales del cambio político y, de alguna manera, influir en él, dejando sentir su presencia en el conjunto de las directrices revolucionarias. En ese sentido, también es importante señalar que el movimiento estudiantil mexicano de la inmediata posrevolución tuvo una impronta latinoamericana, pero quizá más importante, también en una dinámica de tejer vínculos con España. Era esta una relación normal y hasta natural, que procedió a fortalecerse desde los distintos activismos estudiantiles.
Por otra parte, el trabajo también mira hacia la acción gubernamental, en la medida que ésta configura, impulsa, ordena y da apoyo a determinadas formas del activismo estudiantil. Resulta especial el caso de personajes como Pellicer y el impulso dado por Carranza a esta forma de diplomacia cultural y política, amparada en la legitimidad de la juventud. Fue una forma de proceder novedosa, que abrió cambios insospecha-dos de influencia de la Revolución mexicana a partir de la participación de jóvenes intelectuales capaces de traducir lo latinoamericano de la experiencia local. En ese sentido, es una ventana para lo que después será la puerta del intercambio académico.
También, por supuesto, los gobiernos confluyeron para dividir y segmentar al movimiento. Permitiendo separar demandas y negociar en lo específico con sectores particulares. Es el caso de la “autonomía” universitaria, considerada la madre de todas las batallas del movimiento de la época, pero cuya reflexión profunda permite ver los recovecos, tales como la acción del gobierno mexicano para contener algo que parecía ir en escalada. La versión estilizada de la lucha por la autonomía, que la hace aparecer de un cierto modo como una acción premeditada y sin fisuras, no parece sostenerse a partir de la lectura específica de grupos y sectores.
Al final, el libro muestra que la larga sombra de la Revolución mexicana no dejó de proyectarse sobre todos los sectores sociales y el estudiantado no fue la excepción, antes bien, confirma la hipótesis de que la presencia de esa ideología modificó las miradas que se tenían sobre la realidad. Además de ello, condicionó la actuación de diversos sujetos sociales y políticos. Aunque avanzando sobre caminos paralelos, la Revolución, con su nacionalismo económico, permitió el fortalecimiento de las instituciones que albergaban al estudiantado; en tanto que su perspectiva cultural habilitó un diálogo situado con otras tradiciones intelectuales, hacia España y América Latina. Fue el sujeto social estudiantil el que se fue desmembrando, pasando a una centralidad universitaria con la cual no se originó.
El aporte a partir del mapeo general muestra la diversidad y la fisonomía variada de un conjunto sociopolítico en crecimiento. El libro muestra la diversidad de rostros de lo que genéricamente puede llamarse movimiento estudiantil, en una época de ampliación de los derechos, pero también de los conflictos, todo bajo el manto de la Revolución, porque, al final, comunistas, socialistas, radicales, latinoamericanistas, católicos, todos fueron revolucionarios.
Referencias
Reseña de la obra de Romain Robinet, La Revolución mexicana: una historia estudiantil (traducción de Marco Antonio Gallardo), México, Bonilla Artigas, 2023.
Información adicional
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