Running: autogestión de una corporalidad emprendedora
Running: self-management of an enterprising corporality
Running: autogestión de una corporalidad emprendedora
Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad, vol. 10, núm. 28, pp. 39-51, 2018
Universidad Nacional de Córdoba
Recepción: 25 Mayo 2017
Aprobación: 13 Noviembre 2018
Resumen: El running es un fenómeno que se ha destacado en los contextos urbanos brasileros. El/la corredor/a se ha convertido en una figura estratégica para reflexionar a respecto de las producciones y reproducciones corporales y subjetivas de la época actual, marcada por la competitividad y el paradigma del emprendimiento. En este contexto, me propuse: a) analizar la producción de determinado tipo de subjetividad característico de la práctica de corrida para b) reflexionar sobre los diálogos con un tipo de racionalidad que caracteriza al sujeto neoliberal. Para responder a esos objetivos, desarrollé una investigación etnográfica en un período de dieciocho meses en la ciudad de São Carlos-SP, acompañando dos grupos de corrida. Cuatro son las dimensiones identificadas: la administración de acciones físicas en el presente para controlar riesgos de salud en el futuro; autogestión motivacional y competitiva, representada ante la idea de “tomar gusto” por la competencia consigo mismo; la inversión del tiempo y una estética de utilidad muscular; y la autogestión del placer, que comporta la incorporación de habilidades para la superación del dolor causado por la realización del esfuerzo.
Palabras clave: Corredora, Competencia, Subjetividad Neoliberal, Dolor, Placer.
Abstract: The Running is a phenomenon that has stood out in the Brazilian urban contexts. The runner has become a strategic figure in the reflection on the productions and reproductions of the body perceived these days, governed by competitiveness and the entrepreneurship paradigm. According to this, the objectives that guide this research are: a) to analyze the production of a certain type of subjectivity derived from the practice of street running so as b) to reflect on the dialogues following a type of rationality that characterizes the neoliberal subject. In order to respond to these objectives, I carried on an ethnographic research over a period of eighteen months in the city of São Carlos-SP, close to two groups of runners. Four dimensions were identified: management of the physical activity in the present so as to control health risks in the future; motivational and competitive self-management, represented by the idea of “taking pleasure” in the competition with yourself and referring to the constant persecution of challenges; the investment of time and an aesthetic of muscular utility; and the self-management of pleasure, which involves the incorporation of skills to overcome the pain caused by making an effort.
Keywords: Runner, Competition, Neoliberal Subjectivity, Pain, Pleasure.
Introducción
El fenómeno conocido como la “fiebre del running”, que encuentra su auge en la segunda mitad del siglo XX en Estados Unidos, ha tomado fuerte relevancia en los contextos urbanos brasileros (Andrade de Melo, 2011), consolidándose como el segundo deporte más practicado en el año 2011,1 como consecuencia de la promoción y expansión de una cultura visual del músculo (Courtine, 1995) a través del cine, la televisión y el video casette. En este proceso de afiliación a una cultura de cuidado del cuerpo, tienen importancia las figuras de Keneth Cooper, quien lleva al mercado de consumo técnicas de entrenamiento militar, y de Jane Fonda, quien reproduce la idea de que todo el mundo puede, y debe, “hacer algo” por sí mismo. Surge y se promulga en este contexto la representación de que el individuo es gestor de su propio cuerpo, y el/la corredor/a se consolida como una figura emblemática, marcada por una fuerte competitividad, característica del paradigma de autosuperación, reafirmándola como estratégica para reflexionar respecto de las producciones y reproducciones corporales y subjetivas de la época actual.
Como campo tecnológico2 (Rose, 1999), en el running confluyen diferentes formas de conocimiento, instituciones, manifestaciones de mercado, discursos médicos, de nutricionistas, educadores físicos, así como imágenes de un ideal estético y terapéutico, donde el paradigma de la performance se conjuga con el de calidad de vida. Diferenciándose del taylorismo y fordismo, que otorgan un papel central al tiempo en los sistemas de organización del trabajo, en el paradigma de la performance o alto rendimiento se hace hincapié en la gestión de las energías, y por tanto, de los cuerpos trabajadores en función de incrementar su capacidad de respuesta a las exigencias del medio (Landa, 2011). Vinculado a esta nueva forma de pensar el cuerpo productivo, se articulan un conjunto de principios ético sanitarios que operan sobre la base de una idea de peligro ante la existencia de formas de vida que son clasificadas como arriesgadas (como el sedentarismo, el alcoholismo y el tabaquismo). Reforzado por el estigma de estas, se consolida la idea de que existen estilos de vida con más calidad que otros, basadas en el mito de que la actividad física es salud y que la práctica sistemática genera impacto positivo en la salud, sobre una perspectiva de lo que implica ser saludable representada por una composición corporal maleable y una noción neoliberal de la persona, es decir, entendida como responsable por sí misma y sus acciones (Landa, Leite y Torrano, 2013). De esta manera, el cuerpo del/la corredor/a se materializa como un híbrido de formas discursivas y performáticas en lo referente a cómo debemos dirigirnos a nosotros mismos, corporalizando una racionalidad, un conjunto de tecnologías que encuadran una forma particular de relacionarse consigo mismo, de entender la propia existencia.
En el presente artículo, me propongo presentar las principales conclusiones de un trabajo de investigación etnográfica desarrollado durante los años 2015-2016 con dos grupos de corrida en São Carlos, ciudad localizada en el interior de São Paulo cuya población estimada para el año 2016 es 243.765 habitantes.3 Resulta interesante a los fines de esta investigación el hecho de ser una ciudad que se ha consolidado desde la década de 1950 como un centro manufacturero diferenciado, con relevante expresión industrial entre las ciudades del interior del Estado. Debido al desarrollo académico tecnológico e industrial, (São Carlos cuenta con dos importantes Universidades, USP y UFSCar), la ciudad es conocida hoy en día con el título de Capital de la Tecnología.
El primer grupo con el cual participé se consolida en 2012, entrena dos veces por semana y los fines de semana suelen destinarse a competencias o a corridas de mayor distancia por algún parque. Las rutinas semanales son enviadas mediante un aplicativo llamado Training Peaks.4 La dinámica de los entrenamientos consiste en un calentamiento de 10 minutos que suele ser grupal, una serie de ejercicios llamados “educativos”, como correr en el lugar elevando las rodillas en cada zancada, correr elevando los talones hasta los glúteos, o alternación de períodos de mayor y menor intensidad. Finalmente se realiza la serie principal, que consiste en correr los kilómetros que a cada integrante se le asigne. El uso de remeras con el nombre y diseño del grupo es una característica presente en todas las pruebas, así como en los entrenamientos.
El segundo grupo entrena en la pista de la UFSCar dos veces por semana, y los sábados en un parque cercano. También a cargo de un ex atleta profesional que se distanció de las competencias y comenzó a entrenar corredorxs. Entrenan martes y jueves a las 6:40 de la mañana, una técnica denominada “tiro”, que consiste en alteraciones de distancias con alta velocidad y distancias de trotes a menor velocidad. Y los sábados en el mismo horario se realizan corridas de larga distancia. Para estas instancias el grupo se divide según distancias recorridas: los profesionales corren trayectos mayores a 20km, un segundo grupo corre 20km y otro de 10. Esas corridas constituyen momentos de intercambio, de conversaciones y chistes. Mi foco de interés se dirigió a “corredores” (Yair, 1992), es decir, a aquellos que se caracterizan por presentar un elevado nivel de compromiso estructural (en el sentido de que invierten dinero en la actividad) y personal (tiempo destinado), pero que no obtienen recompensas económicas (como perciben los atletas profesionales).5 Como complemento del trabajo etnográfico realicé 12 entrevistas, procurando especialmente entrenadorxs. Por otro lado, libros6 y revistas recomendados por lxs mismxs corredorxs resultaron un material sustancial de análisis, así como las páginas de internet que frecuentan, que son generalmente creadas y promovidas por empresas de venta de productos deportivos. Los medios digitales de comunicación, basados en el uso de equipos electrónicos conectados en red (Miskolci, 2011), principalmente los grupos creados en Whatsapp y Facebook, fueron herramientas utilizadas para conversaciones, organización y participación de eventos y exposición de fotografías grupales e individuales tomadas luego de entrenamientos o competencias.
Dicho esto, los objetivos que guiaron la investigación fueron a) analizar la producción de determinado tipo de subjetividad característico de la práctica de corrida de calle, para b), reflexionar sobre los diálogos con un tipo de racionalidad que caracteriza al sujeto neoliberal.7 En función de estos objetivos, el texto se divide en cuatro partes. En la primera, analizo de qué modo el ejercicio físico es tomado como un remedio y es administrado para prevenir riesgos de salud futuros. Cobra importancia el paradigma de calidad de vida como modelo a seguir posible de ser escogido entre una diversidad de otros. En la segunda parte, me centro en la autogestión de la motivación, y el gusto por la competencia consigo mismo. En la tercera, presento las representaciones de tiempo invertido y una estética movilizada por el ideal de utilidad muscular. Finalmente, trabajo sobre las negociaciones entre el dolor y el placer, el fortalecimiento del yo y la búsqueda de placer legítimo a partir del trabajo con el dolor.
Corriendo por calidad: autogestión del riesgo para un futuro saludable
“Por calidad de vida” o “por salud” son las respuestas más frecuentes ante la pregunta “¿por qué corres?”. Es posible identificar uno de los valores que se ha incorporado al deporte en la sociedad contemporánea, y es su revestimiento como signo de salud, incluso siendo la corrida una práctica caracterizada por la constante alusión al dolor físico y las lesiones.
Sobre este mito de que ejercicio físico es salud y de que todo el mundo puede correr (o sea realizar ejercicio físico) se construye todo un aparato moral que responsabiliza a cada sujeto no solo por su salud física, sino también por la elección de una “forma de ser”.
Ya la persona que corre por correr, está bueno también, por ejemplo, agarrar a mi esposa, a mi hijo y... vamos a correr al parque? Papá va a correr contigo. Entonces estoy en ese momento de placer, de practicar un deporte, de estar al lado de mi hijo, ¿no? De mi esposa, saber que él (mi hijo) está yendo por buen camino, que va a estar lejos de bebidas, de drogas. Ahí, por ejemplo, nadie fuma, nadie prende un cigarro acá, eso está muy mal (Christia,8 50 años).9
En un mundo donde los estilos de vida son percibidos como posibilidades de elección (Giddens, 2002), la calidad de vida es representada como un camino moralmente valorado y posible de ser adoptado por cualquier persona. La “forma de ser saludable” implica la incorporación de determinadas rutinas, hábitos alimenticios, organización de los horarios para satisfacer amplias horas de entrenamiento. Comporta la adopción de conocimiento nutricional en la vida cotidiana, ya sea con asesoría de profesionales o la procura de información en internet o en revistas especializadas. Requiere, por tanto, un poder adquisitivo, siendo que se ofrecen en el mercado diversos productos y servicios en vista de alcanzar ese ideal estético, no accesibles para todas las personas. Para ejemplificar los costos en los que incurren quienes toman en serio esta práctica, expondré algunos artículos presentados en la revista Runner´s10 sus precios: Chaqueta con zonas estratégicas resistentes al agua y que permite la entrada de aire (499,90 R$); medias que ejercen presión gradual activando así la circulación que puede auxiliar una recuperación muscular (99R$); camisetas que brindan la misma sensación de frescura que los caramelos de menta en determinadas zonas del cuerpo, una vez que entran en contacto con el sudor (149,90 R$); camisetas construidas sin costuras (129,90 R$). Estos son solo algunos ejemplos ilustrativos, sin embargo, tanto en las revistas como en las conversaciones de los entrenamientos el tema de la vestimenta y cuál resulta más adecuada para correr es frecuente. El calzado deportivo toma gran relevancia en la corrida, siendo un elemento constante de conversaciones e intercambios en los grupos. Cuando comencé a correr con el segundo grupo, el entrenador me envió un aviso de promoción de calzado por Whatsapp debido a que los míos se encontraban “viejos”, según me dijo, y “con mucho uso”. El entrenador afirmaba que debía cambiarlos debido a que ya no estaban amortiguando como debían, por lo cual podría provocar lesiones. Fue necesario para continuar corriendo, comprar un calzado nuevo.
En este contexto, la corrida se percibe como una práctica que, sobre todo cuando es “tomada en serio”, implica una planificación estratégica de la vida, una organización del presente en términos de prevención de riesgos (patologías) posibles de padecer a futuro. La autogestión de la salud supone una reconversión de los hábitos diarios para la adopción de un “estilo de vida saludable”, comportando una manera de representar el cuerpo en términos somáticos y de riesgos, percepción que significa a su vez un tipo de comportamiento orientado hacia el futuro. Respecto a esta elección por la responsabilidad personal se forja toda una estructura moral que problematiza los cuerpos que no se adaptan a este modelo, representados como “cuerpos peligro” (o cuerpos en peligro). El paradigma de “calidad de vida” comporta un dispositivo discursivo de la obesidad (Landa et al, 2013), construido sobre la noción difundida entre la población de peligro ante la figura del sedentario, concibiéndola como una condición de anomalía y monstruosidad. Los fragmentos siguientes ilustran cómo la elección de este estilo de vida saludable, se construye en oposición a la adopción de o todos los “vicios malos” asociados al consumo de alcohol o de cigarro, así como al sedentarismo y la mala alimentación.
Mi concepto es totalmente diferente de ese de ahí, mi concepto no es ser esbelto ni nada de eso. Es salud en primer lugar, calidad de vida, e un ejemplo para mi familia. Yo no quiero pasar tomando, fumando, llegar a casa enojado, pelear con mis hijos o con mi esposa, esa es cosa retrógrada del pasado (Christian, 50 años).
De alguna forma todos... el cuerpo termina aceptando con el pasar del tiempo, del entrenamiento, a huir del refrigerante, de la comida errada, de la grasa, de lo aceitoso, pesado. Entonces naturalmente vas... hablo por mí, los otros tal vez hablen otra cosa, pero así no tomo cerveza, le huyo al alcohol, es una cosa que hace mal y comienza a no servir. Con una latita ya te quedas hinchado, porque parece que el cuerpo no acepta más eso (Silvio, 43 años).
El tomar “en serio” la corrida implica una reconversión de los hábitos en general, y particularmente los alimenticios, implica la adaptación total de la dieta a objetivos de la práctica. En este sentido, el tema de la alimentación es sumamente recurrente en los entrenamientos, pudiéndose encontrar una circulación de discursos que por momentos se contradicen. A continuación, voy a describir una escena que ocurrió en uno de los entrenamientos con el primer grupo, frente al Swis Park, correspondiente al 30 de octubre de 2015.
Comenzaron a hablar de alimentación. El entrenador comentó que era un mito que por hacer ejercicio las personas adelgazan, dijo que no era así. Que lo que sucede es que cuando las personas comienzan a hacer deporte cambian su vida entera, comienza a alimentarse en forma más “sana”, a descansar mejor, a dejar de salir de noche y tomar alcohol. Es el cambio de vida en su conjunto que te hace adelgazar. Fernando afirmó que si, que efectivamente él había cambiado muchos hábitos alimenticios y que así también su rendimiento había mejorado, que creía que era como un círculo. El entrenador comentó luego sobre ciertos mitos creados en relación a la nutrición. Que un estudio había descubierto que la dieta alimenticia hacía poco por los diabéticos, y que también se había descubierto que la grasa, a lo que todo el mundo le huye cuando quiere adelgazar no es perjudicial (aclaró posteriormente que se refería al borde de grasa que tiene la carne). Que generalmente cuando una persona tiene un infarto lo primero que deja es la grasa, y que en realidad ese no era el mayor problema, sino que la grasa acumulada en las arterias durante años, lo cual sólo se elimina haciendo deporte (Nota de campo, 10 de octubre de 2015).
Los diálogos entre alimentación y ejercicio físico son constantes, y es que el conocimiento sobre alimentación es un capital discursivo aprendido por corredores que toman en serio la práctica, transformándose también en una cuestión moral. Discusiones sobre dietas y nutrición son temas regulares de conversación, qué comer, en qué momentos del día, en qué cantidades. Lo que las personas comen es percibido no sólo como una opción de consumo, sino como una opción de estilo de vida e incluso reflejo de lo que somos, como comenta Marcelo durante su entrevista “somos lo que comemos”.
El cuerpo es representado como un blanco que puede ser alcanzado por un conjunto de riesgos o enfermedades que se encuentran ahí presentes esperando alcanzarlos. El sujeto es pensado como gestor de las incertidumbres en términos de su salud, consideradas a su vez como un “destino individual”. En este contexto, la práctica de la corrida es producida como un entrenamiento de fortalecimiento para la prevención y el manejo de incertidumbres.
A veces me siento como Mr. Johnson. En la calle, cuando viene un hombre de media edad en sentido contrario, con el cinto abrochado abajo del abdomen prominente y el rostro rojo-azulado de los fumadores, tengo el instinto de abordarlo: Disculpe, pero va a pasar una desgracia en su vida: infarto, derrame cerebral, obstrucción de arterias, problemas en los riñones, no se. No se cuándo ni cuál será, pero va a suceder11 (Varella, 2015: 200).
Esta forma de percepción en términos de peligros, de riesgos, se relaciona con un tipo de construcción subjetiva somática, que emerge y toma fuerza a inicios del presente siglo (Rose, 2012). Se trata de un tipo de subjetividad que se orienta hacia el futuro, pero demandando acciones en el presente. Según Rose (2012), la vitalidad de los cuerpos es ahora abierta a la explotación económica de una forma sin precedentes, debido a la extracción de lo que llama biovalor, entendida como una nueva bioeconomía que altera nuestra concepción de nosotros mismos en función de intervenir y extraer valor en los caminos tomados. En estos contextos, nuestra corporalidad somática individual se abre a la prudencia, a la responsabilidad y a la experimentación dentro de las políticas de la vida. Nos encontramos, en este siglo, en un contexto de afinidad entre un conjunto de éticas somáticas y el espíritu de un biocapitalismo, de acuerdo con una moral particular en virtud de la cual se busca el lucro mediante el manejo de la vida.
Compitiendo con uno mismo: autogestión motivacional
El gusto por la superación de metas, de desafíos es destacada como una característica del proceso de adaptación a la corrida, del proceso mediante el cual “se toma gusto” por correr. En estos términos, la constante necesidad de superación de metas se representa simbólicamente como la incorporación de un “virus”. En otras palabras, esa obsesión es significada como un “vicio bueno”.
Marcela: decimos que es un vicio bueno ¿no? Después acostumbramos decir que... la prueba de 5 kilómetros es la puerta de entrada para viciarse por las corridas. Es mucho de eso, las personas dicen “ah, a mi no me gusta, no quiero...” entonces así la persona ya se identifica que no le gusta, pero va creando un cierto aprecio; o por el colega y dice “ah, entonces voy para hacerte compañía”. Y ahí acaba yendo y practicando... sin presionarse mas, y ahí es que a la gente le pasa ¿no? A su ritmo, no precisa acompañar al que corre más rápido. Cada uno a su momento. Y ahí va despertando placer.
Valentina.: Y cuando me decís que se va volviendo vicio...
Marcela: acostumbramos decir que el momento posterior a la corrida es de una sensación muy buena, sensación de haber completado, principalmente en una prueba. La sensación de las personas, aquella energía de la largada, todo el mundo ahí, eufórico. Ahí durante el percurso uno acompaña a otro, incentivando, no deja parar. Creo que eso es lo que más motiva, ¿no? (Entrevista a Marcela, entrenadora).
“Tomar gusto por la corrida”, ser “alcanzado por el virus”, o “viciarse por correr”, son significados atribuidos a un proceso de incorporación del lenguaje y de la racionalidad característica de la práctica. Se trata de un proceso que va desde el inicio motivado por los objetivos de perder peso y ganar resistencia física, a tomar gusto por la competencia constante y consigo mismo. Esto significa tomar el propio cuerpo como objeto de superación de límites.
Las maratones atraen indivíduos obstinados que encuentran gracia en crear desafíos. Lógico que la preparación física adquirida, los beneficios para la salud, la admiración que causa en el imaginario del otro la capacidad de correr tanto, sirven de estímulo, pero constituyen motivaciones secundarias. Encima de todo está el deseo de demostrarnos a nosotros mismos que tenemos fuerza de voluntad, diciplina, y que no tenemos temor para enfrentar el desánimo y los dolores que surgirán en el camino hasta la línea de llegada, aprendizaje que nos tornará mas resistentes a las intemperies impuestas por el destino12 (Varella, 2015:73).
Las carreras13 son un tema central en los entrenamientos y conversaciones por Whatsapp, siendo frecuentes los relatos sobre pruebas difíciles, que por algún motivo demandaron mayor exigencia (dificultades del terreno, el clima, alguna lesión); emociones de la llegada; consejos sobre alimentación o acerca de precauciones para no lastimar el cuerpo, como mantener las uñas de los pies debidamente cortadas o colocar protección en zonas sensibles que pueden irritarse con el roce provocado por el movimiento continuo. Informaciones sobre inscripciones son compartidas y los grupos se organizan para trasladarse hasta los lugares donde se realizarán. Las carreras adquieren, a su vez, suma relevancia en la organización de la vida cotidiana de las personas que practican corrida, disponiéndose en función de ellas los entrenamientos, las rutinas alimenticias e incluso, las vacaciones familiares.
Los eventos competitivos se organizan en la calle, constituyendo un espacio colorido, con música animada y alta. La instancia de la competencia se escenifica como una fiesta, tal como lo afirma una corredora (Mariana, 47 años) cuando me relata su experiencia de participar en la São Silvestre del año 2014. La describe como un ambiente festivo, un lugar de alegría por estar con personas que comparten los mismos objetivos. Al terminar su descripción reflexiona brevemente y afirma “Ah bueno, las corridas son siempre una fiesta”. Esa afirmación continuó grabada en mi cabeza.
Pues bien, un conjunto de técnicas son promovidas por el mercado para hacer de la superación de metas un deseo personal. Así, alcanzar determinadas distancias, llegar a participar en tal o cual maratón es representado como “un sueño” entre los corredorxs. En este sentido, en la tapa de la revista Runner´s14 encontramos ilustrado en colores fuertes: “42k. El sueño de la maratón: una guía completa para alcanzar esa distancia”, con la promesa de un artículo con los detalles de la preparación necesaria para alcanzar este objetivo. Así, podemos observar que se organizan y colocan a disposición en el mercado un conjunto de servicios y productos en torno a estos eventos competitivos, los cuales promueven una lógica de auto colocación de metas, como forma de incentivar los entrenamientos, y renovar las mismas una vez alcanzadas. La capacidad de autogestionar y renovar desafíos o metas para mantenerse motivados se constituye como un valor positivo entre quienes practican esta actividad. Se trata de estar siempre “queriendo mejorar”, aumentar la velocidad o reducir distancias.
Siguiendo a Luc Boltansky y Éve Chiapello (2002), la noción de prueba resulta clave para comprender las justificaciones a partir de las cuales el capitalismo actual posibilita el proceso de acumulación que lo caracteriza. La prueba, argumentan, es siempre una prueba de fuerzas, acontecimiento en el transcurso del cual los seres se miden, mostrando de esta forma de lo que son capaces e incluso, de qué están hechos. Estas pruebas, competencias ofrecidas por el mercado que corredorxes compran como experiencias, forman parte de un conjunto de prácticas seductoras y excitantes, que ofrecen a la vez garantías de seguridad y argumentos morales (traducidas en oportunidades de superación personal y bienestar físico y psicológico), e incorporan un espíritu15 indispensable para la continuación de la acumulación del capitalismo: la valoración positiva de la competencia consigo mismo. Siguiendo estos argumentos, el tipo de competencia que caracteriza las pruebas, genera nuevos tipos de compromisos que justifican lógicas de gestión empresarial. Al respecto de este tipo de discurso gerencial, Dardot y Lavel (2013), proponen que no debe subestimarse su aspecto disciplinario, considerando que se trata de una nueva fase del proceso de racionalización burocrática, más sofisticada, “individualizada”, “competitiva” en la cual el sujeto es ordenado a ajustarse internamente para esta imagen a partir del trabajo constante sobre sí mismo.
La corporalidad es representada como objeto de superación de los propios límites, o lo que es igual, como superación de sí mismo. El sujeto, a su vez, es quien debe ser responsable por mantenerse motivado, a partir de la colocación de pruebas que le permitan evaluar su desempeño. La capacidad de auto colocarse metas y superarlas es un capital valorado en el contexto de la competencia, representando la responsabilidad de obtención de ese capital como una de las características más novedosas del tipo de configuración subjetiva del sujeto neoliberal (Dardot y Lavel, 2013).
Invirtiendo tiempo en músculos útiles
El tiempo destinado a los entrenamientos y a las pruebas suele ser percibido en términos de “inversión”, ya sea en calidad de vida, en prevención de enfermedades o con propósitos estéticos. Tal como relata Ana (29 años) en un entrenamiento juntas, “para mi entrenar no es perder el tiempo, es una inversión para sentirme bien” (Diario de campo, 26 de mayo de 2016).
En armonía con un tipo de estética de funcionalidad (Landa, 2011), que asocia lo bello a lo útil, la racionalidad que regula los entrenamientos, las prácticas corporales y comerciales en la corrida distinguen los músculos desarrollados para alcanzar metas de aquéllos que sólo cumplen una función estética. Así, son significados y parecerían considerarse bonitos aquellos músculos que sirven para mejorar el rendimiento, es decir, conceptualizados en función de su utilidad para superar las metas colocadas. La masa muscular en la corrida puede incluso pesar en contra, como afirma, por otro lado, Leonardo (29 años, profesor de educación física, entrenador y competidor):
Corredor... queriendo o no, cuanto mas pesado es más peso carga, queda más lento, teoricamente. Por eso vos ves que generalmente el corredor fuerte es corredor de 100mts, 200mts. Ya el corredor de 5km, 10km, tiene un perfil más delgado, los kenianos son todos flacos, secos. Cuanto más liviano mejor. Comencé a percibir que si continuaba con aquel cuerpo que tenía, estaba lento, iba a tener que hacer más fuerza, me tenía que desgastar más. A partir de ahí procuré una nutricionista y revisé mi dieta, porque antes comía mucha proteína y carbohidratos para ganar masa muscular y fui medio que cambiando por otros alimentos que daban energía, pero que al mismo tiempo conseguía perder un poco de peso.
Delgadez, resistencia, flexibilidad y ligereza son características asociadas al cuerpo idealmente construido y promovido performativamente por el comercio en el “mundo de la corrida”.16 Podemos identificar esos valores, con un proceso de empresarización de la vida cotidiana (Foucault, 2007) constituido por el cambio de un tipo de análisis económico que basaba sus propuestas en estudios del proceso de producción, al análisis de la actividad misma, de su racionalidad interna, de la programación estratégica de la actividad de los individuos. Desde esta perspectiva, el trabajador se transforma en sujeto económico activo, poseedor de un capital, de una aptitud o idoneidad, así como de un ingreso, de un flujo de salarios. A diferencia del tipo de poder disciplinario que caracteriza el sistema de producción fabril, la autodisciplina se instala como una forma de pensar la sociedad y de percibir al sujeto, quien pasa a ser pensado en términos de capital-idoneidad. En otras palabras, es representado como empresario de sí mismo, lo cual podemos reconocer en la construcción del corredor/a, una vez que su energía corporal es representada como un recurso que debe administrarse para obtener los mejores resultados. Veamos en la siguiente cita un ejemplo de cómo opera esta lógica:
Las maratones son pruebas para buenos plinificadores, capaces de calcular a todo instante la energía que gasta y evaluar la que aún precisa para llegar al final. Es una prueba democrática que exige de todos la misma sabiduría. Del primero al último colocado, cada cual probará el límite de sus fuerzas. Un pequeño error en el cálculo de la velocidad de los kilómetros iniciales puede llevar a la marca de un tiempo mediocre o al agotamiento paralizante, en la mitad del camino17 (Varella, 2015: 73).
El sujeto es representado como la unidad indispensable del modelo empresarial, como una empresa, contenedora de una serie de recursos escasos que deben organizarse para llegar a una meta, y así, a la siguiente. La administración de la motivación se conjuga con la administración de la velocidad, del esfuerzo, de la emoción para llegar a la meta. En este sentido, el sujeto-cuerpo es entendido como capital, como su propia fuente de satisfacción, su propia fuente de placer.
Esta construcción del hombre en torno a la figura de la empresa es lo que caracteriza según Dardot y Lavel (2013) al modelo neoliberal. Este “neo-sujeto” de deseo sueña con pruebas y desafíos a superar; es un verdadero aparato de una conducta de gobierno, estando amarrado a un conjunto de prácticas institucionales y discursos de consumo, de salud, de consolidación de sensaciones, incentivos y compromisos que generan nuevos tipos de funcionamiento psíquico, los cuales tienden a extraer de sí mismo el máximo desempeño posible no sólo en el trabajo, sino también en lo que constituye espacios de ocio.
En la revista Runner´s publicada en abril del 2016 podemos ver un ejemplo de la forma como estos discursos fusionan ambiciones empresariales con ambiciones deportivas. Con el título “Viviendo al límite: ¿cuál es el secreto para encarar una rutina pesada en el trabajo y en los entrenamientos sin caer?”18 se presenta un artículo sobre las formas de lidiar con la rutina empresarial y deportiva de alto rendimiento. Como se ilustra en la imagen que antecede el artículo, el hombre fuerte y musculoso aparece dividido por una línea que simétricamente separa la rutina del hombre exitoso y sonriente tanto en su ámbito laboral como deportivo, enmarcado por un círculo que representa la dimensión del tiempo cronometrado y sistematizado.
Discursos e instituciones del ámbito laboral y de ocio se fusionan, amarrando así a un sujeto entre esas dos esferas cuyos límites se encuentran cada vez más difusos. Vemos en los momentos de recreación, como espacios de organización de la subjetividad, una lógica similar a la auto colocación de pruebas promovidas por el mercado, además de la noción de inversión y del placer encontrado en la superación de metas, siendo estas referencias discursivas también encontradas en el nuevo paradigma de Management empresarial, entendido aquí como una disciplina específica que se encarga de la producción de saberes orientados a la gestión y organización del proceso productivo, así como la instrumentalización de cadenas de mando y ejecución según parámetros específicos de eficiencia (Landa y Marengo, 2011). El éxito laboral y el éxito en la corrida se encuentran fusionados y percibidos como interdependientes.
La formulación de esta racionalidad (Dardot y Lavel, 2013) forma parte de una ética que moldea al individuo para hacer de él un “microcosmos” en perfecta armonía con el universo de la empresa y de un mercado global. Los criterios de eficiencia que se aplican a la empresa en su conjunto son producidos y reproducidos por los sujetos que corren seriamente, poniendo a trabajar así todo un aparato subjetivo para mejorar el desempeño.
Las pruebas, viajes con maratones,19 servicios de asesoramientos, entre otras ofertas, circulan seduciendo de diferentes formas como posibilidades de comprar experiencias. La persona que “elige” la experiencia de participar es seducida a comprar un servicio para poner a prueba su desempeño, su rendimiento. Mediante estas manifestaciones del mercado, áreas de la vida individual se convierten en recursos de la empresa, proporcionando oportunidades para que el individuo mejore su desempeño personal. De esta forma, las subjetividades son convocadas, mediante diversos procesos de seducción, a adoptar un modelo de gestión más allá de su mundo laboral directo, tomándose a sí mismo, a su rendimiento personal, así como su bienestar y felicidad, como objeto de su propia responsabilidad. Estas ofertas, al tiempo que se adaptan discursivamente a los nuevos modelos de autogestión, son performativas en la medida en que producen y reproducen la misma realidad que están ofreciendo, materializadas en fotografías de cuerpos delgados y con musculatura tonificada, que sonríen mientras corren.
Negociando entre dolor y placer: autogestión del bienestar emocional
Desde mis primeras aproximaciones al mundo de la corrida, llamó mi atención la constante alusión al dolor, presente en todos los entrenamientos, revistas y libros especializados, así como blogs en internet. Corredorxs siempre están comentando sobre molestias en partes específicas del cuerpo (las piernas principalmente), lo que habían hecho al respecto, las sesiones de fisioterapia a las que estaban acudiendo o productos que estaban aplicando. En estas interacciones, el dolor parece ser valorado positivamente, en la medida en que su superación produzca emoción, adrenalina y placer. Veamos un interesante ejemplo que corresponde a un artículo de la revista Contra Relógio20 titulado “Comprades: dolorida, por lo tanto, muy gratificante”, haciendo referencia la ultra maratón de África del Sur, de 89 kilómetros.
A continuación, presento un fragmento del diario de campo en el cual describo mi propia experiencia en los primeros entrenamientos.
Recuerdo las primeras veces que conseguí correr sin sentir la opresión en el pecho por la falta de aire, cuando mi cuerpo se había acostumbrado con el ritmo de la corrida, ya había logrado adaptarlo para superar la falta de aire inicial y podía continuar corriendo. Conseguía correr a mayor velocidad y más distancia. En los últimos kilómetros antes de terminar, comenzaba a sentir ganas de correr al máximo de velocidad posible, como si se estuviese intentando llegar al final de una carrera. La sensación experimentada en esos momentos es de éxtasis total. Experimenté en mi propio cuerpo una sensación que en aquel momento definía como “sentirme libre” (Notas de campo, diciembre de 2015).
¿Qué es lo que nos lleva a asociar esta sensación sentida por el hecho de llevar nuestro cuerpo al límite con “libertad”? ¿Cómo un concepto que es construido históricamente es “sentido en carne viva”? Según Le Breton (1999), el dolor auto buscado, considerando su carácter social y discursivo, es vivido como algo extraño, como una forma de romper con la cotidianeidad y experimentar con ello cierto goce. Por ese motivo, el dolor es un momento de la existencia en que el individuo confirma la impresión de que su cuerpo le es extraño. Según el autor, no existe dolor sin sufrimiento, es decir, “sin significado afectivo que traduzca el desplazamiento de un fenómeno fisiológico al centro de la conciencia moral del individuo” (Le Breton, 1999: 12). El dolor es interpretado así, como una defensa contra la hostilidad del mundo, siendo que la lucha contra este y su superación recuerdan al individuo el precio de la existencia. Si tomamos la noción de Hubert y Mauss (2010) de sacrificio, entendido como un rito mediante el cual se establece una comunicación entre lo profano y lo sagrado, por intermedio de una víctima que es destruida en una ceremonia en la cual es ofrecida como ofrenda, podemos pensar que el dolor provocado por llevar el propio cuerpo al límite de sus resistencias es sentido como un rito de sacrificio, en el que la tranquilidad del cuerpo es puesta en tensión mediante sistemáticos estímulos de esfuerzo para romper con la rutina y ser consciente así de su propia existencia. El dolor al cual el corredor y la corredora se auto somete es representado como necesario para sentir un èxtasis que se manifiesta en palabras como "felicidad".
Libertad y felicidad son representados como sinónimo en la corrida, sentimiento que es alcanzado por llegar al momento máximo de esfuerzo. Ahora bien, considerando que las formas de producir placer y dolor se encuentran siempre asociadas a formas contextualizadas de producir subjetividad, ¿qué podemos decir de la representación del placer que asocia la felicidad a una forma de “sentir libertad”?
Esa asociación entre el placer sentido por la realización de este esfuerzo físico con la noción de “libertad”, condensa un proceso de mercantilización que ha asumido formas contractuales (Dardot y Lavel, 2013). En las sociedades neoliberales, los contratos voluntarios entre las personas (aunque siempre mediados por un organismo soberano) se convierten en el criterio común con el que son representadas todas las relaciones humanas. Como resultado, las personas nos experimentamos en relación con los demás y percibimos la sociedad (voy a agregar que también nos relacionamos con nosotros mismos) como conjunto de relaciones asumida entre personas dotadas con derechos y responsabilidades. En este contexto, observamos que la forma según la cual los corredorxs tienden a definir sus experiencias como placenteras revela normas específicas que hacen parte de nuestra categorización como “seres libres”, con derechos y responsabilidades; en otras palabras, se trata de una política no solo de control, sino también de producción de sensaciones que son monitoreadas por todxs pero, sobre todo, por uno mismo. Siguiendo a los autores, nos encontramos ante un aparato de performance y placer, afianzado a partir de un discurso administrativo que hace del rendimiento un deber, así como de un conjunto de discursos publicitarios para transformar el placer en un imperativo. Los sujetos se afirman por un plus de placer que debe ser exaltado por el mismo hecho de estar vivo. En el contexto de construcción subjetiva neoliberal, el marco natural del cuerpo humano, con límites fijos de placer y performance, pasa a ser producto de elección. Este nuevo discurso del placer obliga al sujeto a dotarse con un cuerpo que siempre puede superar sus capacidades actuales para producir su propio placer.
En esta línea, las interconexiones entre preparación física y bienestar psicológico son constantes en los discursos del running. Es posible identificar una forma de racionalidad que potencia el auto control emocional a partir del endurecimiento corporal, y de esta manera, la capacidad de flexibilización ante los desafíos del entorno. Como “entrenamiento de la mente”, en términos de preparación psicológica para no desistir en pruebas difíciles, se realiza terapia (deportiva), o se infligen situaciones de estrés mediante la desorganización de las rutinas. En una conversación con el entrenador del primer grupo, éste me contaba que para resistir una carrera de larga distancia se precisa estar preparado psicológicamente, para no desistir. Afirmaba lo siguiente:
Muchas veces comienzas la prueba y te das cuenta de que no estás como pensabas, que te duele mucho el cuerpo y quieres largar tienes que estar bien firme para seguir, concentrarte y focalizarte en tus objetivos. Pensar en todo lo que has entrenado, en cuanto te has preparado para eso, en toda la gente que te apoya y espera lo mejor de vos. Siguió comentándome que igual lo más difícil realmente es entrenar para una prueba como esas, que es como unas tesis, pasas mucho tiempo esforzándote para escribirla, le dedicas mucho esfuerzo, el día de la disertación es solo el final de eso.
Le pregunté cómo era la preparación, y me contó que podía ser de dos tipos diferentes. Por un lado, con terapia psicológica propiamente dicha. Y también en el mismo entrenamiento, él por ejemplo les cambiaba las rutinas de entrenamiento sin aviso previo a los deportistas que entrenaba, para desestructurar sus rutinas y que tengan que adaptarse. Por ejemplo, a una persona que corre todos los días 3 horas, llegaba un día y le decía, hoy tienes que correr 5hs. Otro ejemplo es, cambiarle el horario a una persona sin avisarle con tiempo previo. (Diario de campo, 13 de octubre de 2015)
En forma de “encuentro consigo mismo” quienes practican corrida problematizan no solo sus cuerpos, sino también sus psiquis. Se producen y reproducen relatos que corporizan el interior, a la vez que interiorizan la corporalidad, afirmando que mediante actuaciones para moldear el cuerpo es posible dar(se) forma a sí mismo y viceversa; es decir, para conseguir aumentar el rendimiento físico y superar los límites fisiológicos del cuerpo haría falta prepararse psicológicamente. “Es en el silencio de la corrida que me encuentro conmigo mismo. Paso una, dos horas, sin hablar ni oír a los otros, atento al ritmo de la respiración, a las contracciones de los músculos de la pierna, a las pisadas, a los cambios de velocidad y a los dolores que quizás aparezcan, contacto con el cuerpo imposible de mantener durante los desafíos diarios”21 (Varella, 2015: 100).
El encontrarse consigo mismo representa una noción de cuerpo separado del interior, es decir, tiene como trasfondo la idea de que existe un núcleo interior que puede ser colocado como objeto y ser pensado, analizado y sobre todo modificado. Podemos identificar por otro lado, que ese encuentro se produce en conexión con las funcionalidades corporales. Tanto el cuerpo como el interior son tomados como objetos de reflexión, como cuestiones a ser problematizadas.
Los seres humanos con yoes, con elección y responsabilidad de sí, afirma Rose (1996), dotados de una aspiración psicológica de autorrealización confluyen con el ascenso de una forma particular de saber experto positivo acerca del ser humano. Según el autor, las disciplinas psi, por la heterogeneidad y falta de paradigma único que las caracteriza, han adquirido una particular capacidad de penetración en relación con las prácticas dirigidas al manejo de la conducta. “Equilibrio psicológico” y “paz de espíritu” son referencias a cualidades psicológicas cuyo valor se ha incrementado a lo largo de los siglos XVIII y XIX en las sociedades occidentales.
Una vez que la intervención en las funciones psi se identifican como motor de la conducta y objetivo de transformaciones potenciales, los discursos orientados a la producción de performance se fusionan con aquellos que apuntan a las capacidades de producir placer y dolor. El running se propone en manuales como una forma de autoayuda, apareciendo como trasfondo la idea por un lado de cuerpo moldeable, modificable, y en paralelo la idea de un interior o self que también lo es. En esta línea, la práctica se encuadra en un contexto cultural de autoayuda (Illouz, 2011), paradigma que articula ideales de un cuerpo flexible y adaptable a los desafíos del entorno (lluvia, sol, repechos, deshidratación, entre otras), con personalidades adaptables a las exigencias de la vida cotidiana.
El neoliberalismo crea formas de gobierno que operan en el mismo camino que el libre mercado (Foucault, 1999; Rose, 1999), o sea las personas realmente se transforman en sus propios gobernadores, orientadas según la expectativa de tomar racionalmente decisiones en función de conocimientos previos. En este sentido, la habilidad de tener una buena salud mental, de encontrar paz de espíritu, parece depender de la toma de decisiones personales, de la capacidad de auto gestión.
A partir de lo expuesto, nos encontramos en condiciones de afirmar que la materialización del cuerpo del corredor/a se encuentra en armonía con el paradigma de autorrealización, bajo la ilusión de un cuerpo-self siempre en movimiento “superable”.
El mercado ofrece una serie de servicios y productos (libros, revistas y slogans) que son formas de enseñar caminos de autorrealización, constituyendo manuales que organizan performativamente las experiencias de “ser hombre” o “ser mujer”.
Consideraciones finales
Queremos concluir este texto sosteniendo que en este contexto cultural del management empresarial, tendiente a transformar a los individuos en sujetos-capital (Farias de Vasconcelos, 2015), la corrida constituye una biopedagogía inclinada a aumentar el auto gobierno de las conductas, de los movimientos corporales, de las subjetividades. Dado que resulta necesario formar capital de competencia, en un contexto de formación social con base en el modelo de la empresa, la corrida se construye como una práctica de organización de la corporalidad y la subjetividad en función de una forma empresarial de racionalidad, en línea con lo que Foucault (2007) llamó proceso de empresarización de la vida. Pudimos ver como la práctica tiende a “economizar” o “invertir” el tiempo libre (fuera del trabajo) para potenciar al sujeto, ya sean sus músculos o su “sí mismo”.
Este dispositivo de empresa que es usado por el capitalismo para poner bajo su control todos los modos de actividad humana y, en su forma extrema, producen la equivalencia entre sujeto y empresa (Wittke, 2005) se introduce en las prácticas de consumo de tiempo libre, convergiendo hacia la potencia de la autogestión, lo cual permite producir formas más eficientes y profundas de internalización del control. Así, cada movimiento corporal es pensado y corregido para obtener los mayores beneficios, representados como placer o emoción por alcanzar las metas propuestas. Los músculos también son percibidos desde esta misma lógica, bajo una estética que los valoriza positivamente si contribuyen a mejorar tiempos o aumentar distancias. Son identificados como recursos moldeables para alcanzar objetivos y son cuestionados cuando no se adaptan a los mismos.
Las competencias promovidas por la corrida que hemos mencionado a lo largo de este texto tienen un alto valor en el actual modelo informacional de empresa, garantizando docilidad política de los cuerpos en línea directa con los requisitos de la productividad flexible (Landa y Marengo, 2011). Conforme los autores, en el marco de las lógicas de gestión del paradigma del Management, se ponen en funcionamiento un conjunto de tecnologías y mecanismos orientados a garantizar la objetivación y la interiorización de imperativos productivos de la empresa por parte de empleados, lo cual produce mecanismos que los autores definen como management corporal, entendido como una nueva lógica de gestión encarnada en diversos dispositivos que basan su modalidad de funcionamiento en una regulación continua de las energías corporales.
La corrida comporta entonces una tecnología de organización de la corporalidad en la cual confluyen diferentes formas de conocimiento, instituciones, manifestaciones de mercado, discursos médicos, cimentando una subjetividad en función de una forma empresarial de racionalidad. Así, discursos e instituciones del ámbito laboral, de la salud y del entretenimiento se fusionan, amarrando al sujeto entre esas esferas cuyos límites se encuentran cada vez más difusos. El éxito laboral, en la salud y en la corrida se encuentran fusionados y percibidos como mutuamente dependientes.
Finalmente, queremos destacar que a partir del estudio de una práctica deportiva y de su historia podemos pensar sobre diferentes formas de construir diferencias y cómo diferentes discursos pueden fusionarse en esta dirección, ya que, como hemos argumentado a lo largo del texto, la adopción de este modelo implica formas de inclusión o exclusión de las personas en los mercados de empleo. En un contexto donde las corporalidades e identificaciones se encuentran cada vez más amalgamadas discursivamente, el análisis crítico de las experiencias cotidianas, de los entretenimientos o hobbies elegidos por las personas nos permiten pensar sobre los sujetos que nuestra sociedad actual demanda. Así, por ejemplo, vimos que las diferentes posibilidades de trabajo con el dolor que la corrida promueve, se construyen como un criterio diferenciador en términos de rendimiento, reproduciéndose una matriz normativa que posiciona cuerpos en diferentes lugares. Parafraseando a Scribano (2007), las formas de dolor social son modos desapercibidos de incorporación de las maneras de enfrentar los resultados de prácticas de dominación. En estos términos, podemos pensar el dolor social como una violencia epistémica y simbólica que, cruzado por el mundo cognitivo y la sensibilidad, dice cómo es el mundo y prepara a los sujetos para aceptarlo, teniendo efectos sobre la materialización diferenciada de las corporalidades.
La construcción del dolor y las formas de lidiar con él, contribuyen a la reproducción normativa de jerarquías que valorizan cuerpos fuertes, cuerpos capaces de autogestionar la superación del dolor, representados en cuerpos de deportistas. De esta forma, lidiar con el dolor o aprender a transformarlo en fuente de placer se transforma en un capital incorporado en las subjetividades de quienes practican corrida, contribuyendo a construir cuerpos y personalidades consideradas fuertes. En torno a soportar el dolor, se construye una malla normativa que valora positivamente a quienes lo siguen, conformándose todo un mercado de consumo de servicios y productos disponibles para quienes quieren y pueden seguir ese proyecto de vida.
Retomando a Scribano (2007), podemos afirmar que mientras en algunos sectores sociales el dolor “hace callo”, es decir, es aceptado, llevando a las personas a convivir resignadamente con él; en otros contextos, de clase media y sobre todo profesional, el dolor es buscado, planeado y organizado, siendo el placer encontrado en su superación la “clave para ser libre, para ser feliz”. Las posibilidades discursivas de narrar la experiencia de dolor se transforman así en un capital que posiciona a los sujetos en diferentes situaciones de oportunidad, posicionando en lugares de ventaja a aquellos que tienen las posibilidades de trabajar con su propio dolor para superarlo y fortalecerse de ello.
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Notas