El pasado 12 de Agosto ha muerto en París Samir Amin. Científico social egipcio, luchador por una periferia capaz de dirigir su propio destino, de desconectarse del capitalismo mun- dializado, de los intereses de los centros económicos y culturales, una periferia capaz de ges- tionar sus propios procesos de acumulación independientemente y con ello, evitar la sangría de plusvalor en dirección a los centros desarrollados, de la sobreexplotación del trabajo en las formaciones sociales periféricas. Samir Amin fue capaz de simultanear su adscripción al marxismo y en particular, a su expresión política comunista, con una posición crítica e innovadora respecto a la propia obra de Marx (Amin, 1970/1974, 1973). Aparentemente com- pletándola pero, en el fondo, sometiéndola, de forma nunca reconocida expresamente, a una crítica profunda.
Samir Amin nació en El Cairo en 1931, sus padres eran médicos y su situación económi- ca era más que desahogada en el Egipto de la época. Su familia era un ejemplo de pensamien- to burgués progresista, de mentalidad científica y racionalista, muy sensibles, por otro lado, a la pobreza y a las desigualdades de clase. El comienzo de las memorias de Amin constituye toda una declaración de principios que por sí sola justificaría la toma en consideración de su pensamiento en el ámbito de la psicología científica:
Los ancestros son importantes, no por la sangre que nos transmiten, cosa que yo no creo en absoluto, sino solamente por la cultura y la ideología a la que han pertenecido, y únicamente en la medida en que cultura e ideología han sido transmitidas por las gene- raciones que nos separan de ellos…
Por supuesto, esta educación es la responsable —al menos en parte— de la formación de mi personalidad, y no los “ancestros” en el sentido misteriosa de la llamada transmisión genética. (Amin, 2008, p.7)
Fue a estudiar a París dos años después de acabada la guerra europea y terminó sus estudios brillantemente con una tesis doctoral sobre los orígenes del subdesarrollo, el interés teórico que le acompañaría toda su vida. Durante su estancia en París militó en el PCF con el que mantenía ciertas diferencias significativas respecto del colonialismo principalmente. Para Amin era inaceptable la posición de la Unión Soviética y los partidos comunistas de su obe- diencia, de incomprensión hacia las luchas de los movimientos de liberación del tercer mun- do, lo que le llevará, años después, a acercarse al maoísmo. En sus memorias, Amin (2008) se queja con amargura y cierta autocrítica en la medida en que él mismo había participado de esa forma de pensar:
…el socialismo ya no era el producto —difícil de conocer por anticipado— de las lu- chas populares que se desarrollaban en toda su complejidad, el producto de la convergencia progresiva de varios ríos cuyas fuentes podían ser diferentes. Se convertía en un modelo conocido por adelantado hasta en el menor de sus detalles. Y ese modelo era evidentemente el de la URSS. (p 55)
A su regreso a Egipto colabora con el régimen de Nasser tras la nacionalización del canal de Suez aunque, finalmente, en 1960, marcha de nuevo a París huyendo de la represión nasserista contra los comunistas. Recurre al PCF para denunciar la situación en Egipto pero se encuentra con una negativa, la Unión Soviética es aliada del Egipto de Nasser y no resulta “conveniente” denunciar ante la opinión pública francesa las tropelías del régimen egipcio. Decide entonces dedicar sus esfuerzos y poner sus conocimientos al servicio de la causa ter- cermundista sobre el terreno, por así decirlo, y marcha para Mali como asesor del ministerio de planificación. Se trasladó a Dakar, posteriormente, para dirigir el Instituto Africano de Desarrollo y Planificación (IDEP). También en Dakar fue director del Foro del Tercer Mundo. Más adelante presidió también el Foro Mundial de las Alternativas vinculado a los movimien- tos antiglobalización.
Su desarrollo teórico debe abrirse paso frente a las corrientes dominantes del comunismo de la Unión Soviética y a los seguidistas partidos comunistas europeos. Como cuenta en sus memorias, un joven egipcio que llega al comunismo más comprometido con el cambio social que con el nacionalismo (al contrario que otros compañeros procedentes del tercer mundo como él pero que llega a las mismas conclusiones que ellos, la necesidad de la conquista de la soberanía nacional, del fin del colonialismo), militante del PCF por puro internacionalismo, que sin abandonar sus convicciones marxistas y comunistas que mantuvo hasta el final de su vida, necesita replantear los análisis al uso en el seno del marxismo dominante, análisis en los que no caben las luchas populares en lo que se ha llamado la confrontación norte-sur; centro- periferia en el lenguaje de Amin, mucho más preciso por cuanto no hace referencia a una noción geográfica sino económica. El problema que se plantea desde el inicio de su reflexión intelectual, de hecho desde la elaboración de su tesis doctoral en economía, es como explicar el subdesarrollo. La extensión del capitalismo a escala planetaria no produce el efecto pre- visto por los clásicos de igualar progresivamente el desarrollo de las fuerzas productivas y con ello reducir las posibilidades de compensar la tendencia de caída de la tasa de ganancia mediante la expansión de las relaciones capitalistas conduciendo al capitalismo a una crisis inexorable. La posición del marxismo clásico consiste en suponer un efecto homogeneizador de la expansión capitalista frente a un efecto polarizador, como sucede de forma empírica- mente constatable. En efecto, a mayor desarrollo del capitalismo, mayor es el abismo centro/periferia. Desarrollo y subdesarrollo son dos caras de la misma moenada, el subdesarrollo de la periferia no es residual, por así decirlo, sino inherente al desarrollo de los centros.
Amin (1973) parte de la base de que Marx no elaboró una teoría de la acumulación a escala mundial (lo que nos indica que su teoría de la acumulación en el seno de las formacio- nes sociales europeas no es aplicable a escala planetaria) y se propone abordar esta cuestión, imprescindible si se quiere comprender la realidad del tercer mundo y explicar el intercambio desigual entre el centro y la periferia. La primera tesis necesaria para enfrentar la cuestión es considerar que la acumulación originaria, como llamó Marx (1867/1946), en primer lugar, al proceso de desposesión a los antiguos campesinos de sus medios de producción como condición necesaria para crear una inmensa masa de personas que necesitaban vender su fuerza de trabajo para sobrevivir y en segundo lugar a la expansión colonialista y al comercio a larga distancia de la época mercantil, no es tal acumulación originaria, es decir no es la prehistoria del capitalismo sino que es un proceso continuo y necesario en el presente para la existencia misma del capitalismo. Fue Arghiri Emmanuel (1969) quien partiendo de la crítica de la teoría ricardiana de los costos comparativos como explicación del intercambio entre países ricos y países pobres, reabrió un debate, el del imperialismo, cerrado tras la las teorías de Lenin y Bujarin. La suposición dominante entre el pensamiento marxista en la época era que el capi- talismo se extendía introduciendo las relaciones capitalistas de producción a escala planetaria y de esa manera reduciendo la brecha entre países ricos y países pobres, partiendo de la base de que “el capitalismo” es el modo de producción que Marx describe para los países desarro- llados, especialmente Inglaterra que era el modelo de la época.
El libro de Emmanuel supuso un cambio de paradigma en la mirada del marxismo y de la izquierda en general hacia las relaciones entre formaciones sociales desarrolladas y sub- desarrolladas. Sin embargo la tesis doctoral de Samir Amin escrita en 1957 y publicada en 1970 (Amin, 1970/1974) es, como el propio autor reivindica, anterior al libro de Emmanuel. La afirmación de que el desarrollo de unos está en función del subdesarrollo de otros, puso la cuestión de las relaciones norte/sur o primer mundo/tercer mundo en primera línea de los análisis y de las luchas. El fin del colonialismo no suponía, automáticamente, el fin de la explotación de unas formaciones sociales por otras. Amin combate las teorías al uso sobre el subdesarrollo que consisten en considerarlo como un estadio previo al desarrollo y no como una consecuencia del modelo de desarrollo tal como se presenta en el capitalismo mundial.
Desde el primer momento, el comercio mundial constituye dos sistemas de intercambio uno, el dado entre las formaciones sociales centrales y el otro entre en centro y la periferia. La realidad del sistema capitalista es mucho más compleja que las relaciones propias del modo de producción capitalista tal como Marx lo describió. Marx debía ser, como mínimo, completado.
El imperialismo, el capitalismo monopolista, no es pues, como afirmaba Lenin, una eta- pa del capitalismo sino que constituye su carácter permanente.
Las teorías de la dependencia y del sistema-mundo(Marini (1973), Dos Santos (1970), Cardoso (1973), Meillassoux (1975), Wallerstein (2004/2005), Arrighi (1969/1975), Gunder Frank (1972/1979), Samir Amin, entre otros) se abren paso desde entonces cambiando la manera de ver el mundo dentro del marxismo mismo y de otra corrientes de pensamiento de izquierdas. En una expresión afortunada de Amin, ya no se trata de ver el sur en el mundo sino el mundo desde el sur (Amin, 1999)
Para avanzar en el análisis de la realidad mundial vista como una realidad única —el sistema-mundo capitalista (Wallerstein, 2004/2005) es necesario revistar algunos conceptos del marxismo o al menos de su versión vulgarizada. Amin (1972/1974) avanza en el plano teórico en esta dirección de forma significativa separando el concepto de modo de producción del de formación social que habían venido confundiéndose en la literatura marxista al uso. Resulta interesante destacar que este potente movimiento teórico renovador del marxismo aparezca, precisamente, en la periferia y no en el centro.
El concepto de modo de producción es un concepto abstracto que no implica un orden de sucesión necesario, de hecho históricamente se dan todos o algunos simultáneamente de forma combinada aun cuando uno de ellos resulte dominante y subordine a otros. Las formaciones sociales son estructuras concretas, históricas que combinan diversos modos de producción bajo uno que es dominante, como se ha dicho. Las formaciones sociales se suceden histó- ricamente, pero no es el caso de los modos de producción, conceptos abstractos, que permiten el análisis de las primeras pero no tienen entidad propia como fenómenos. En el seno de una formación social considerada (en este caso el sistema capitalista mundial) conviven diversos modos de producción aunque solo uno la articula, los demás modos de producción tienen sentido, en cada momento histórico, en tanto que forman parte de una sistema particular de relaciones mediadas por el modo de producción dominante.
… el sistema capitalista mundial no puede ser reducido, ni siquiera en abstracto, al modo de producción capitalista, y aun menos puede ser analizado como una yuxtaposición de países o sectores regidos por el modo de producción capitalista y otros donde rigen mo- dos de producción precapitalistas (tesis del dualismo). (Amin, 1972/1974, p.11)
Samir Amin (y en general los teóricos del sistema-mundo) adopta, pues, una perspectiva de campo en el análisis de los sistemas sociales, no hay influencias externas al sistema social sino elementos que forman parte de un conjunto de relaciones, un campo, inseparables entre sí. Partiendo de esta perspectiva molar es este conjunto de relaciones lo que constituye la unidad de análisis y lo que da sentido a las posibles relaciones moleculares, “micro” que eventualmente puedan identificarse y estudiarse en el campo. Dichas relaciones están articu- ladas por un tipo particular de relaciones funcionales que constituyen, en lenguaje marxista, el modo de producción dominante. Meillassoux dice que el “modo de producción doméstico” está siempre presente, cual sea el modo de producción dominante, y es, precisamente en el seno de unidades domésticas de producción donde se da la reproducción de la fuerza de traba- jo. (Meillassoux, 1975). Las comunidades campesinas, los trabajadores semi-proletarizados a caballo entre el trabajo asalariado y la producción comunitaria, los desplazados, el trabajo doméstico en el seno de familias nucleares (principalmente llevado a cabo por mujeres), son realidades participantes y no ajenas a las relaciones capitalistas, forman parte necesaria del sistema, se entrelazan en campos de relaciones cuyo sentido como unidades de análisis viene dado por la confluencia simultánea de diferentes formas de expresión del trabajo que, en modo alguno, pueden considerase residuales y mucho menos “fuera del sistema” como ha sucedido tanto desde la economía al uso como desde el marxismo.
Los sistemas sociales son, a su vez, históricos, procesos de cambio permanente, en cons- tante transformación, frente al estatismo predominante en la ciencia social bajo los efectos de la economía marginalista que busca “leyes eternas” de las relaciones económicas, basadas, en palabras de Amin, en “...una psicología sumaria del Hombre eterno”. (Amin, 1970/1974)
Como hemos dicho más arriba, Amin (2008) abre sus memorias precisamente con un rechazo de plano a la atribución de causas biológicas a las relaciones sociales, Ni estas están causadas por la estructura biológica genéticamente determinada ni consisten en relaciones de causa-efecto micromoleculares separables de las relaciones de totalidad organizadas como campo social. Amin relaciona lúcidamente la economía marginalista con el individualismo y la psicología que de él se deriva.(Amin,1970/1974) ese Hombre eterno es el individuo de las psicologías al uso, un individuo precio a las relaciones sociales, un individuo aparecido, racional por si mismo, independiente de las relaciones interpersonales de las que forma parte. La adopción de un modelo de campo en sus análisis, aun cuando no sea de forma explícita, sitúa el planteamiento de Samir Amin entre los que hacen posible una multidisciplinar entre la ciencia social y la psicología. Es necesario para el encuentro multidisciplinar entre la psicología y la ciencias limítrofes la adopción de un modelo de campo por ambas disciplinas, solo de este modo pueden conjurarse planteamientos reduccionista en una u otra dirección.
En el proceso de escritura de “Sociopsicología: instituciones y relaciones interindividua- les” (Ribes, P., Pulido, L., Rangel, N. & Sánchez-Gatell, E., 2016) la lectura de Samir Amin fue relevante para configurar la idea acerca de la aproximación a un modo de abordar la cien- cia social más favorecedor de la posibilidad de relación multidisciplinar con la psicología.
La obra de Samir Amin, se compartan o no sus posiciones políticas concretas en cada coyuntura histórica, representa, en primer lugar un posicionamiento ético férreo frente a la explotación de unos seres humanos por otros, una firme determinación de lucha pero también, en segundo lugar, sus análisis han sido enormemente influyentes en la caracterización del mundo actual contribuyendo a explicar el fenómeno del llamado subdesarrollo de forma lúcida contra las corrientes dominantes en economía incluyendo los marxismos simplistas y dogmáticos, en tercer lugar representa también un punto de vista científico en la ciencia social, bajo una perspectiva unificada disciplinariamente a través de un abordaje sistémico, en el que el sentido de los fenómenos particulares adquieren su sentido en tanto que forman parte de relaciones globales. Con Samir Amin desaparece un puntal de un modelo de abordaje del estudio de las formaciones sociales cada vez más infrecuente en tiempos de la posmodernidad y del academicismo utilitarista: la perspectiva de globalidad, de la búsqueda de una comprensión general de los fenómenos, de una óptica relacional que no se pierde ni en la particularidad empirista ni en la especulación idealista. Un modelo de pensamiento que, desafortunadamente, cede cada vez más el paso a los micromodelos, la pequeñez de miras y la utilidad inmediata como objetivo.
Referencias
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Arrighi, G. (1969/1975). Campesinos, colonos y multinacionales. Madrid, España: A. Cora- zón Editor.
Cardoso, F. H. (1973) Problemas del subdesarrollo latinoamericano. México: Nuestro Tiempo.
Dos Santos, T. DEPENDENCIA Y CAMBIO SOCIAL (1970), Capítulos I, II, III y IV. Cua- dernos de Estudios Socio Económicos, Universidad De Chile.
Frank, André Gunder, (1972/1979). Lumpenburguesía y lumpendesarrollo, Laia, Barcelona.
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Marini, Ruy Mauro (1973). Dialéctica de la dependencia. México: Era.
Meillassoux, C. (1975). Femmes, greniers & capitaux. París, France: Maspero
Marx, K. (1967/1946). El Capital Tomo I. México. Siglo XXI.
Ribes, P., Pulido, L., Rangel, N. & Sánchez-Gatell, E. (2016), Sociopsicología: Instituciones y relaciones interindividuales. Madrid, España: La Catarata
Wallerstein, I. (2004/2005). Análisis de sistemas-mundo. Una introducción. México: Siglo XXI Editores