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Notas sobre la génesis del desligamiento funcional
Emilio Ribes-Iñesta
Emilio Ribes-Iñesta
Notas sobre la génesis del desligamiento funcional
Acta Comportamentalia: Revista Latina de Análisis de Comportamiento, vol. 28, núm. 1, pp. 121-131, 2020
Universidad Veracruzana
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Resumen: Se presentan una serie de observaciones como notas teóricas respecto a la génesis del desligamiento funcional en el Reino Animal. Estas notas tienen que ver con las condiciones posibilitadoras del desligamiento funcional, como comportamiento psicológico, auspiciadas por las características de los sistemas reactivos, algunos exclusivamente humanos. Se examinan las relaciones entre desligamiento y organización biológica, los sistemas reactivos diferenciales y el desligamiento funcional, el desligamiento como gradiente reactivo espaciotemporal, el distanciamiento temporal y espacial extrasituacional, y el desligamiento y los patrones reactivos/activos lingüísticos. Se reflexiona finalmente sobre las transiciones funcionales interactivas a partir de la sensibilidad y la locomoción hasta aquellas involucrando únicamente objetos y patrones reactivos/activos puramente convencionales.

Palabras clave:desligamiento funcionaldesligamiento funcional,tejidos especializadostejidos especializados,sistemas reactivos diferencialessistemas reactivos diferenciales,distanciamiento temporal y espacialdistanciamiento temporal y espacial,patrones reactivos/activos lingüísticospatrones reactivos/activos lingüísticos.

Abstract: Several observations are presented as theoretical notes on the genesis of functional detachment in the Animal Kingdom. These notes deal with the conditions that make possible functional detachment, as psychological behavior, based upon the characteristics of reactional systems, some of them exclusive of human beings. An examination is done of the relations between detachment and biological organization, differential reactional systems and functional detachment, detachment as a spatiotemporal reactional gradient, temporal and spatial extrasituational distantiation, and detachment and linguistic reactive/active patterns. Finally, some reflections are made on interactive functional transitions based on sensibility and locomotion to those involving only conventional objects and reactive/active patterns.

Keywords: functional detachment, specialized tissues, differential reactional systems.

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Artículos

Notas sobre la génesis del desligamiento funcional

Emilio Ribes-Iñesta
Universidad Veracruzana, México
Acta Comportamentalia: Revista Latina de Análisis de Comportamiento, vol. 28, núm. 1, pp. 121-131, 2020
Universidad Veracruzana

Recepción: 02 Junio 2019

Aprobación: 14 Junio 2019

Recientemente (Ribes, 2018, 2019a, 2019b)

se ha propuesto que el desligamiento funcional constituye el proceso central de análisis del comportamiento psicológico. El desligamiento funcional describe el establecimiento de relaciones entre un individuo y los objetos de estímulo en su entorno a partir de su historia particular de contactos, contactos que trascienden la situacionalidad inmediata de las relaciones y restricciones directas de carácter fisicoquímico, sean estas inducidas o posibilitadas por un medio bioecológico o por un medio social-convencional. El desligamiento funcional consiste en ampliar, extender y modificar las relaciones y propiedades funcionales que caracterizan a los patrones reactivos/activos (PRA) respecto de los objetos y acontecimientos de estímulo en el entorno, incluyendo a otros individuos conespecíficos o de otras especies. Por ello, el desligamiento funcional tiene lugar inicialmente como una ampliación o remplazo de las funciones del comportamiento biológico respecto de las propiedades de los objetos y acontecimientos de estímulo en situación. Constituye la emergencia de comportamiento psicológico a partir del comportamiento biológico. Posteriormente, surgen transiciones funcionales adicionales a partir de las primeras formas de comportamiento psicológico, que ocurren como contactos de acoplamiento.

El desligamiento funcional, como proceso que identifica al comportamiento psicológico, tiene lugar siempre como nuevas segmentaciones de los patrones reactivos/activos en relación con texturas diferenciales en el ambiente en la forma de objetos y acontecimientos de estímulo. El comportamiento psicológico es siempre un contacto funcional del individuo respecto de las entidades particulares en el entorno, contacto en el que hay cambios en la segmentación del comportamiento biológico y en la segmentación de la textura del entorno fisicoquímico, ecológico y/o sociocultural. En este manuscrito se apuntan, en la forma de notas, que puedan ser útiles para un desarrollo posterior de tipo conceptual y experimental, algunas de las condiciones, circunstancias y factores que contribuyen al desligamiento funcional y a la conformación del comportamiento psicológico.

NOTA 1. DESLIGAMIENTO Y ORGANIZACIÓN BIOLÓGICA

El comportamiento psicológico es un emergente del comportamiento biológico individual, es decir, de los cambios y movimientos que tienen lugar en el soma o cuerpo de los seres vivos individuales. Sin embargo, el comportamiento psicológico no se presenta en todos los seres vivos, sino solamente en uno de sus ‘reinos’, el reino animal. Los organismos de este reino se caracterizan por ser todos pluricelulares, tener tejidos diferenciados, poseer sensibilidad (además de irritabilidad), y por la capacidad de mostrar movimientos locales y/o de translación. Estas características conforman a los organismos animales con sistemas reactivos diferenciados, no solo para la nutrición y reproducción, sino también para la defensa, el reconocimiento y el establecimiento de un territorio como hábitat. El desarrollo de múltiples formas de sensibilidad, interna y externa, permite que dichos organismos interactúen de manera especializada con distintas formas de estimulación física y química que, en la forma de distintas modalidades sensoriales, afectan específicamente distintos sistemas reactivos especializados en forma integrada: la visión, la audición, el olfato, el gusto, el tacto, la interocepción, el equilibrio, y diversas formas de sensibilidad mecánica, térmica, de presión o nocicepción e inespecífica, coloquialmente llamada ‘dolor’. El carácter especializado y diferenciado de los sistemas reactivos de los animales implica que, en contraste con los organismos pertenecientes a los otros reinos (procariotas, protistas, fungi-hongos levaduras, líquenes-, y plantas), los procesos funcionales relativos a la nutrición y a la reproducción, se diversifiquen y complejicen por la especificidad sensorial reactiva y las diversas formas de locomoción autorregulada que poseen. Un tejido especializado que surge con los animales es el tejido nervioso, primero en la forma de ganglios y fibras, y posteriormente con una estructura cordada. La función del tejido nervioso es interconectar y coordinar los distintos sistemas reactivos diferenciados y especializados del organismo. Esa es la razón que da cuenta de su aparición. El tejido nervioso subsirve relacionando a todos los demás tipos de tejido especializado. En los animales, a diferencia de los organismos de los otros reinos, la reactividad está integrada en la forma de tejidos y no de células aisladas (incluyendo al tejido nervioso), y los tejidos se organizan en la forma de subsistemas funcionales coordinados. Por esta razón, los animales reaccionan funcional y no sustantivamente a las condiciones de estimulación de su entorno, de manera que incluso cuando se trata de formas de estimulación por contacto proximal fisicoquímico directas, las reacciones de los animales son de carácter coordinado y diferencial, y no “masivas” o indiferenciadas del soma completo. Esta característica de la estructura reactiva de los animales es lo que permite el surgimiento del comportamiento psicológico como desligamiento funcional.

NOTA 2. SISTEMAS REACTIVOS Y DESLIGAMIENTO FUNCIONAL

Es plausible suponer que el comportamiento psicológico, como desligamiento funcional de la reactividad del organismo frente a las propiedades particulares, momentáneas e inespecíficas de las condiciones del entorno, surge a partir de la posibilidad de reaccionar diferencialmente a propiedades específicas de dichas condiciones en tiempo y espacio. Por esta razón, el comportamiento psicológico es propio del reino animal, en el que las células se organizan en tejidos especializados funcionalmente, entre ellos, el tejido nervioso. El tejido nervioso aparece en la evolución junto con los otros tejidos celulares, cada uno con funciones distintas, pero coordinadas para cumplir con funciones metabólicas extremadamente complejas, vinculadas a la nutrición y la reproducción. Por consiguiente, es fundamental subrayar que el comportamiento psicológico no surge como consecuencia directa de la existencia del tejido nervioso, sino de la organización del soma en tejidos funcionalmente distintos y, entre ellos, el tejido nervioso. Como se apuntó, la función del tejido nervioso es interconectar funcionalmente la reactividad diferencial del conjunto de tejidos especializados, integrados como subsistemas interdependientes en el organismo completo. El tejido nervioso, ya sea un solo ganglio o un complejo sistema nervioso encefalizado, regula y coordina actividades de los distintos tejidos organizados como subsistemas funcionales. Las actividades de cada subsistema tienen efectos y son afectadas a la vez por las del resto de los subsistemas existentes. Es así como, en contra de lo que plantean los modelos del homúnculo neural, el tejido nervioso solo entra en contacto con actividades del propio organismo, es decir, con la “estimulación interna”. Nunca está en contacto directo con el exterior, como un agente de la actividad del organismo (Ribes, 2008), pues es un tejido que por sí mismo carece de sensibilidad y motricidad. Participa articulando las distintas funciones de los subsistemas del organismo (sensibilidad, motricidad, respiración, nutrición, excreción, reproducción y otras más), pero dichas funciones no están localizadas ni dependen directamente del tejido nervioso. Se trata de un tejido adicional, requerido para regular y coordinar la diferenciación funcional de los diversos tejidos integrado como subsistemas del organismo. Los estudios pioneros de Loeb (1900) muestran claramente como el tejido nervioso surge en la escala zoológica como consecuencia de la diferenciación sensoriomotriz, y no a la inversa.

El desligamiento funcional emerge a partir de dos dimensiones de especificidad reactiva: la sensibilidad, y la motricidad local y el desplazamiento como translación autorregulado. El tejido nervioso, al igual que el tejido de los demás subsistemas del organismo, puede mostrar diferenciación y especialización funcional al coordinar y articular la actividad de otros sistemas reactivos del organismo, lo que en ocasiones lleva al error de supones que la determinación de dichas actividades se localiza en cada una de las regiones funcionales del sistema (en realidad subsistema) nervioso. Las diversas formas de sensibilidad, consistentes inicialmente en sistemas reactivos específicos a modalidades también específicas de estimulación fisicoquímica (fótica, acústica, gravitacional, mecánica, térmica, de presión, química y otras), y las diversas formas de motricidad local (orientación, postura, apertura/cierre de cavidades, y otras más) y de locomoción (acuática, terrestre o aérea), constituyen la condición necesaria para que el organismo esté en posibilidad de ajustarse a cambios circunstanciales en los acontecimientos de su entorno. El desligamiento funcional surge como ajuste circunstancial a cambios consistentes en las condiciones de estimulación en el entorno. El grado de desligamiento funcional posible dependerá de las características de reactividad sensible diferenciada, proximales y distales, así como de la motricidad, local o de traslación, disponible para interactuar con los acontecimientos del entorno.

NOTA 3. EL DESLIGAMIENTO COMO GRADIENTE REACTIVO ESPACIOTEMPORAL

El desligamiento funcional involucra, cuando menos, tres aspectos de la interacción reactiva de un organismo con los objetos y acontecimientos de estímulo. En primer lugar, la reactividad es diferencial, lo que significa que, a pesar de que el organismo actúa unitariamente, algunos sistemas reactivos son dominantes funcionalmente dadas las características de la condición de estímulo presente. La diferenciación reactiva involucra la especialización de tejidos (no solamente “receptores”, sino sistemas funcionales completos) respecto de modalidades específicas de estimulación física y química, como ocurre con los distintos sistemas sensoriales (o analizadores), y los sistemas motores que incluyen cambios posturales, movimientos locales, y locomoción. La especificidad reactiva permite que el organismo interactúe diferencialmente ante propiedades diversas en el entorno, y que esta reactividad no tenga lugar “en masa” y por contacto proximal directo, como ocurre en los reinos procariota, protista y fungi. La diferenciación reactiva representa la posibilidad de que las distintas funciones biológicas tengan una autonomía funcional relativa respecto de las distintas condiciones y circunstancias estimulativas en el entorno, y que se pueda interactuar con los mismos objetos en distintos momentos de manera específica respecto de circunstancias y propiedades distintas.

En segundo lugar, dicha diferencialidad reactiva supone que algunos sistemas reactivos no son activados simultáneamente en presencia del objeto o acontecimiento de estímulo, sino que pueden serlo con un retraso o la no ocurrencia de la reactividad/actividad correspondiente. Este fenómeno, descrito en términos de demora e inhibición de las reacciones, es el que permite la organización de sistemas reactivos interdependientes en momentos distintos, en la forma de dominancias relativas en la coordinación y secuenciación de su actividad. Sechenov (1863, 1978 traducción castellana) propuso el concepto de reflejo para describir toda actividad corporal mediada por el sistema nervioso y no identificable, exclusivamente, con el arco reflejo medular. Sechenov planteó que una de las funciones del sistema nervioso consistía en demorar e inhibir las reacciones automáticas a partir de receptores y efectores, lo que permitía el surgimiento de la actividad propiamente psicológica, como la memoria y el pensamiento. El concepto de inhibición fue desarrollado por Pávlov en la teoría del condicionamiento clásico, como un elemento fundamental de las tres leyes generales de la actividad nerviosa superior: la irradiación de la excitación y la inhibición, la concentración de la excitación y la inhibición, y la inducción mutua de ambos “estados”, a partir de uno o del otro. Pávlov, sin embargo, aunque usó los términos excitación e inhibición como si correspondieran a estados o procesos distintos u opuestos, en realidad, como lo mencionó en uno de sus escritos (1932, traducción castellana 1973), consideró que la inhibición podría ser solo la excitación de actividad incompatible con la que estaba en acto, o ser una fase revolvente de un solo proceso: “…. La cuestión de las relaciones entre la excitación y la inhibición permanecen, hasta ahora, obstinadamente insoluble. ¿Se trata de un mismo y único proceso que se intercambia cuando las condiciones se prestan a ello, o de una pareja fuertemente soldada y animada, en determinadas circunstancias, de un movimiento giratorio y que deja ver más o menos, o por completo, uno u otro de sus componentes?” (nota al pie, pp. 384-385, 1973). Anokhin (1974), siguiendo el razonamiento de Pávlov, propuso una excitación inhibitoria, cuyo efecto era el remplazo de patrones funcionales.

En tercer lugar, mediante la sensibilidad se responde a una parte de las propiedades del objeto y no al objeto o condición de estímulo total o completo, como ocurre en los episodios celulares de nutrición. Este papel de la reactividad sensible (y la locomoción asociada en algunos casos) fue lo que llevó a Aristóteles en el De Anima a distinguir el alma nutritiva de la sensible, estableciendo que, en la primera. la entidad externa es incorporada por el ser vivo, mientras que, en la segunda, solo se actualiza la reactividad respecto de su forma y no de su sustancia. La sensibilidad constituye una organización reactiva diferencial a modalidades específicas y distintas de los objetos y acontecimientos del entorno. Dadas las características de cada medio de contacto fisicoquímico y de la organización y complejidad reactiva de cada tipo de organismo, la sensibilidad puede tener lugar respecto de objetos, acontecimientos o condiciones distales. Existen formas de reactividad proximales, por contacto directo del objeto, acontecimiento o condición de estímulo con el organismo sensible. Esta reactividad incluye estimulación mecánica, de presión, gravitacional, térmica y química, modalidades que operan igualmente en la interocepción (Ádám, 1998). Destacan la sensibilidad gustativa, la táctil, la térmica, la de presión, el equilibrio, y el dolor, entre otras. En la sensibilidad distal, la estimulación afecta específicamente a la reactividad sensible como contactos, a través de un medio (luz, agua, atmósfera), pero a distancia. Las modalidades químicas, lumínico-magnéticas, electromagnéticas y mecánicas, posibilitan, dados tejidos sensibles especializados, la sensibilidad visual, auditiva, olfativa, y diversas modalidades acústico-mecánico-magnéticas, como en los peces y los murciélagos, entre otros organismos.

Algunos patrones reactivos pueden ocurrir incluyendo reacciones fraccionales anticipatorias del acontecimiento de estímulo, al interactuar distalmente en tiempo y espacio con los cambios en el entorno. Cuando el organismo posee locomoción, es decir, se puede trasladar por sí mismo en el espacio en coordinación con los sistemas reactivos sensoriales, especialmente el visual, lo que le permite interactuar a distancia con los objetos y acontecimientos de estímulo, ya sea acercándose o alejándose de ellos. La sensibilidad a objetos distales y la motricidad local y de translación constituyen otro paso adelante en la génesis del desligamiento funcional. Por una parte, permiten establecer contactos funcionales con objetos que no rozan o tocan al organismo de manera directa y, por la otra, permiten, como movimientos manipulativos o de orientación, la exposición de propiedades de estímulo de los objetos, no accesibles sin su manipulación directa o el cambio de posición del organismo respecto de ellos. La manipulación, que puede tener lugar a través de actos mecánicos de todo el cuerpo o de partes localizadas como la boca, mandíbula y dentadura, o las extremidades -incluyendo la cola, y la locomoción, contribuyen a la conformación de patrones reactivos/activos complejos. Mediante estos patrones, la actividad del propio organismo cambia las condiciones de estimulación en el entorno, al producir la presencia de nuevas modalidades de estímulo en los objetos y acontecimientos. Con la motricidad local y de traslación, los organismos alteran la textura estimulativa de su entorno, conformando nuevos sistemas reactivos/activos como el háptico (Jones, 2018), que involucran formas de organización funcional más complejas, tanto en su impacto diferencial como en la coordinación funcional que requieren.

En síntesis, el desligamiento funcional es posibilitado mediante la sensibilidad diferencial a distintas formas de estimulación del entorno, la organización de dicha sensibilidad con base en formas relativas de dominancia funcional, la emergencia de reactividad distal a los objetos y acontecimientos de estímulo en el entorno, la exposición autorregulada en tiempo y espacio a las condiciones de estímulo mediante la motricidad local y la de traslación, y el cambio en las condiciones de estimulación procurada por la locomoción y la manipulación. La regulación de la distancia temporal y espacial de las condiciones de estimulación constituye, sin lugar a duda, un paso significativo en la posibilitación de nuevas formas de desliga miento funcional en el comportamiento psicológico.

NOTA 4. DEL DISTANCIAMIENTO TEMPORAL Y ESPACIAL EXTRA-SITUACIONAL

Una forma diferente de distanciación espaciotemporal ocurre cuando el organismo responde recurrentemente a las condiciones de estímulo pasado un lapso, o cuando lo hace en ausencia de las condiciones de estímulo originales en la situación. Este tipo de distanciamiento tiene relación con las distintas formas funcionales de los episodios descritos, de manera genérica y ambigua, con el término ‘memoria’. Todos los episodios así descritos no se caracterizan solamente por el lapso temporal entre dos ocurrencias de los patrones R/A ante una primera estimulación, sino también, primordialmente, por la recurrencia de patrones de motricidad, local o de translación (incluidos los que tienen lugar al verbalizar, gesticular o escribir), comprendidos en dichos episodios. Se habla de ‘memoria’ solo cuando recurre un patrón R/A (o una fracción) que tuvo lugar anteriormente en dicha situación o en otra situación. Sin embargo, los episodios que cumplen dicho requerimiento comprenden prácticamente a todo el comportamiento psicológico, de modo que es necesario distinguir entre distintos tipos de recurrencia en circunstancias de distanciamiento temporal en la misma situación o situaciones distintas. Aunque ya he examinado con detenimiento los distintos sentidos funcionales de términos de la familia ‘memoria’ (Ribes, 2018, capítulos 2 y 11), distinguiré entre algunos tipos de episodio con base en el posible desligamiento funcional que tiene lugar en el distanciamiento temporal.

Todos los episodios que se engloban ordinariamente bajo la familia del término ‘memoria’ se caracterizan por ser episodios recurrentes, es decir, episodios que se repiten en alguno o todos sus componentes. En realidad, la recurrencia no radica en la repetición estricta de los patrones R/A en la forma de comportamiento, sino que se trata de una recurrencia de episodios que tienen lugar en situaciones funcionalmente relacionadas. En la diversidad de episodios funcionales cubiertos por la ambigüedad conceptual del término ‘memoria’, cabe destacar los siguientes aspectos: a) la recurrencia de una interacción como episodio funcional en situaciones separadas en tiempo, b)la recurrencia fragmentaria o completa de un patrón R/A en la situación ulterior, c) las características del patrón R/A que vuelve a ocurrir y su segmentación funcional con otros patrones R/A no convencionales o convencionales, d) la “similitud” de circunstancias disposicionales en la situación en que ocurre la recurrencia y, e) la recurrencia de condiciones de estímulo fragmentarias o completas en la situación ulterior. Obviamente, dependiendo de los aspectos dominantes en cada episodio, se puede caracterizar de distinta manera el desligamiento funcional que tiene lugar, aunque en la mayoría de los casos se trata de contactos de acoplamiento, y en algunas ocasiones de alteración, extensión o transformación.

Repetir un mismo patrón R/A en una misma situación, con el transcurso del tiempo, no representa ninguna forma de desligamiento con base en el distanciamiento temporal. La forma más elemental de distanciamiento temporal es la llamada “reacción demorada”, en que se impone un intervalo entre la observación del objeto de estímulo ante el cual se tiene que interactuar y la posibilidad de hacerlo. Es bien sabido que esta forma de distanciamiento temporal solo es posible, cuando menos inicialmente, mediante la participación de componentes posturales o de orientación en los patrones R/A de los animales, y de componentes verbales en los seres humanos. La ‘memoria’ radica en los patrones participantes añadidos. En estos casos, que ilustran contactos funcionales por acoplamiento, los patrones R/A fraccionales del individuo “cubren” la distancia temporal entre la presentación del objeto de estímulo y la posibilidad de responder cuando ya no es perceptible, de modo tal que el propio individuo, mediante su comportamiento suple las condiciones de estímulo que configuran las contingencias presentes o futuras. Lo opuesto a cualquier forma de recurrencia de un patrón R/A en una situación ulterior, el olvido, no constituye un caso de falta de desligamiento funcional, sino que resulta simplemente de la falta de registro u observación de la condición de estímulo, o de no actuar en la situación original. Por esta razón tiene sentido el que se “recuerden” aquellos episodios en los que el individuo participa activamente haciendo algo, y solo se supone, incorrectamente, que observó o atendió a las condiciones y circunstancias presentes.

Un caso especial es el de la conducta migratoria característico del comportamiento animal en agregaciones. Aparentemente, la migración semeja ser una manifestación recurrente de una memoria de la especie, que se repite cíclicamente. Sin embargo, en las conductas migratorias lo que tiene lugar es el reconocimiento continuo de distintas circunstancias de estímulo cambiantes, y que afectan diferencialmente la activación de patrones R/A compartidos por la agregación de individuos. Entre otros factores, destacan la temperatura, el alimento disponible, la luz polarizada, y cambios hormonales y de otro tipo en el organismo. Se recorren distancias en periodos prolongados, pero no se responde a condiciones de estímulos distantes en tiempo y espacio, sino a condiciones presentes que varían gradualmente en forma continua. Otro tipo de recuerdo corresponde al carácter “proyectivo” de la memoria, como lo apuntó Kantor (1924-1926). Recordar no implica responder a acontecimientos en el pasado, sino a interactuar de tal manera en el presente que lo actuado sirva como vestigio recurrente ulteriormente. En este sentido destaca el repetir verbalmente palabras o frases por sí mismas o como referencia a acciones a realizar o condiciones de estímulo a reconocer. El patrón R/A por recurrir parcial o totalmente en una situación ulterior puede tener lugar de manera estereotipada, como fragmento participante de un patrón ya recurrente, como narrativa, o como registro gráfico. La narración y la escritura constituyen, a nivel de la historia humana, la condición que define su propia memoria como especie, y en la ontogenia o devenir individual, la ‘memoria’, como recuerdo, aparece siempre en relación con aquellas circunstancias en que el individuo disponía de patrones R/A lingüísticos.

Como una forma de desligamiento, es distinto recordar, como reconocer un fragmento de la condición de estímulo ante el que se actuó en la situación original, a evocar, como una interacción lingüística ante un fragmento de una situación ulterior como si fuera el fragmento ante el que se actuó. En un caso, la condición fragmentaria de estímulo está presente y se le reconoce como componente de una configuración funcional. En el otro, dicha condición fragmentaria de estímulo es introducida o presentada por el individuo en la situación, cambiando sus circunstancias funcionales. Se dan otras dos formas de evocación, una dirigida y la otra espontánea. La primera forma de evocación es un recuerdo dirigido en donde el individuo interactúa lingüísticamente con él mismo a fin de reconocer o hacer presente una condición de estímulo en la situación. La evocación espontánea consiste en recordar en la forma de una reacción afectiva e inefectiva en una situación, con base en un componente de estímulo incidental que no caracteriza funcionalmente a dicha situación. Es “sentirse” como en otro momento y en otro lugar. Esta forma de recuerdo, como evocación, debe distinguirse, de la reminiscencia o en su versión más total, el deja vú, pues en esta circunstancia la situación comparte componentes funcionales equivalentes, pero no idénticos, a los de una situación previa experimentada. En algunos episodios, la evocación comprende una alteración activa del componente de estímulo, ya sea al interactuar con él en la situación, o bien al evocarlo en una nueva situación. En el primer caso, se incluye el nombre, designación o repetición del componente de estímulo como parte de un patrón R/A referencial más amplio, de modo que dicho fragmento verbal se articula funcionalmente con patrones referenciales con mayor recurrencia. A este tipo de evocación “amalgamada” usualmente se le llama “codificación” en la psicología tradicional, y corresponde a muchas de las prácticas mnemotécnicas populares. En el segundo caso, se altera la reproducción de la condición de estímulo, ya sea gráficamente (dibujo) o verbalmente (narrativa), de modo que, como lo describió Bartlett (1932), la evocación no es una reproducción sino una reconstrucción de la condición de estímulo original.

Esta diversidad de episodios relacionados con el término ‘memoria’, son ejemplos de distintas formas de desligamiento funcional que involucran distanciamiento temporal y espacial entre dos situaciones en las que se interactúa. La mayor parte de estos episodios requieren de la participación de patrones R/A lingüísticos y son exclusivos del comportamiento huma no. Queda claro que la “memoria”, en sus diversas acepciones, no está relacionada con ningún almacén ni con procesos de recuperación de lo almacenado en el pasado. Todos los episodios e interacciones psicológicas (como las que estudian las demás ciencias empíricas) son acontecimientos que tienen lugar en el presente. No hay acontecimiento en el pasado o futuro, solo vestigios o pronósticos. La historia del comportamiento psicológico siempre ocurre en el presente, como condición inicial de cualquier interacción o contacto.

NOTA 5. DESLIGAMIENTO Y PATRONES R/A LINGÜÍSTICOS

La naturaleza convencional (y biológicamente arbitraria) de los patrones R/A involucrados en los distintos modos del lenguaje, como práctica del individuo en sociedad (escuchar, observar, leer, hablar, gesticular y escribir), posibilita su desligamiento, en principio, de cualquier propiedad o componente situacional. A diferencia de los patrones R/A no convencionales, posibilitados por los medios de contacto fisicoquímico y ecológico, los patrones convencionales no se presentan inevitable o necesariamente, en correspondencia específica o inespecífica, ante las diversas condiciones de estímulo. El carácter multívoco de las expresiones y términos en el lenguaje ordinario es una prueba fehaciente de ello. En el lenguaje ordinario ningún término o expresión tiene un solo sentido o significado, sino que estos están dados por la práctica que tiene lugar en un contexto determinado (Wittgenstein, 1953). Los patrones R/A lingüísticos, que aparecen inicialmente como habla y gesticulación (y sus modos reactivos correspondientes, escuchar y observar), no están configurados solo por su “forma”, sino por sus propiedades funcionales en las diversas prácticas, así como por el conjunto diversificado de relaciones “internas” que se conforman en los distintos dominios prácticos referenciales. Esta característica es la que dota de un amplio potencial de desligamiento a los patrones R/A en el transcurso de la vida de los individuos y de los ciclos históricos de los colectivos sociales. De hecho, el ‘mundo’ en el que vivimos es el mundo con el que interactuamos colectivamente mediante las diversas prácticas referenciales (a lo que Wittgenstein aludía al hablar del lenguaje como una “segunda naturaleza”). La cualidad multívoca del lenguaje ordinario surge de la imposibilidad de un lenguaje puramente denotativo, designativo. Dicho lenguaje consistiría en un lenguaje ideal, en el que habría una palabra o signo escrito para cada propiedad elemental a nivel fisicoquímico, ecológico o social existente. Sería un lenguaje micromolecular, infinito, y redundante en situación. Por esta razón, son muy limitadas las circunstancias en las que el lenguaje tiene un carácter denotativo, y en ellas se limita justamente a la acción de nombrar o designar de manera unívoca ciertas propiedades, entidades o acontecimientos como parte de un lenguaje técnico que, sin embargo, solo puede practicarse en el contexto de las prácticas referenciales del lenguaje ordinario. Esta es la razón por la que es excepcional que las palabras substituyan a los objetos, como se plantea tradicionalmente en las teorías semánticas y lógicas. Las palabras forman parte de prácticas y no son substitutos de objetos o acontecimientos. Las palabras o frases solo substituyen a los acontecimientos o entidades funcionalmente, cuando, como componentes de una práctica referencial determinada, permiten que se interactué con ellos a distancia, en tiempo y/o en espacio. Si no se da la circunstancia práctica es incorrecto hablar de los signos o palabras como estímulos substitutivos o substitutos.

Ejemplos destacados del carácter no denotativo de la práctica lingüística son los términos que Bühler (1934) llamó deixis y Ryle (1949) palabras ‘índice’. Las palabras ‘índice’ son términos que forman parte de expresiones relativas a la situacionalidad del que habla, y que por sí solas carecen de sentido referencial. La referencia es la persona que las expresa cuando se relaciona con otros. Son palabras que, en oposición a cualquier interpretación denotativa o designativa, solo tienen sentido en contexto. Es la situación en la que tienen lugar las que les da sentido como parte de una expresión. Hay cuatro tipos generales de deícticos o deixis: de persona (yo), de estatus social (el señor), de espacio (aquí), y de tiempo (después). Las palabras o compuestos ‘índice’ son ejemplo evidente de la desligabilidad de los patrones R/A lingüísticos. Solo tienen sentido en el contexto funcional de las prácticas referenciales y pueden “ubicarse” o “aplicarse” en distintas situaciones, Son expresiones que manifiestan desligamiento respecto de personas, estatus, lugares o momentos particulares. Muchos de ellos pueden formar parte de contactos de acoplamiento o de alteración, pero otros pueden formar parte de contactos de comparación, de extensión e incluso de transformación.

A manera de observación final, general, se debe subrayar que el desligamiento en el lenguaje (como medio de contacto) y mediante patrones R/A lingüísticos se configura en la forma de episodios, interacciones y relaciones respecto de acontecimientos y objetos convencionales, pero siempre entre personas. Ejemplo de ello son lo que Wittgenstein (1953) ilustró como diversos juegos de lenguaje y, adicionalmente, otros como informar, aconsejar, argumentar, persuadir, advertir, recomendar, criticar, y muchos más que consisten en episodios que tienen lugar exclusivamente como patrones en los modos lingüísticos.

NOTA 6. REFLEXIÓN FINAL

Aunque no parece serlo siempre para los psicólogos, es evidente que este tipo de episodios apenas mencionado es exclusivo de las relaciones entre humanos y de los contactos psicológicos humanos. El desligamiento en y mediante el lenguaje, como patrón R/A, desliga al individuo de la motricidad y de los objetos de estímulo (y, por consiguiente, de la sensibilidad determinada situacionalmente), de modo que muchas de las prácticas y los objetos funcionales en los episodios humanos son puramente lingüísticas. Es tan patente el carácter posibilitador del lenguaje para que tengan lugar el comportamiento psicológico y el comportamiento social, que solo es necesario imaginar dos situaciones límite y preguntarnos si en ellas tienen lugar dichos comportamientos. Una primera, sería aquella en que el lenguaje no existiera y las relaciones entre individuos solo tuvieran lugar con base en la motricidad y la sensibilidad. La segunda sería aquella en que un individuo se ve ubicado en una formación social cuya lengua natural desconoce, para la que no existe traducción aproximada, y cuyas costumbres y artefactos no corresponden a la suya de origen. En ambos casos no puede tener lugar comportamiento psicológico acorde con un medio de contacto convencional. En el primer caso, solo pueden establecerse contactos propios del desligamiento situacional. En el segundo, es incluso improbable que dichos contactos puedan establecerse. La génesis de la posibilitación del desligamiento funcional sigue un recorrido peculiar. Se inicia como reacción biológica diferenciada y a distancia de las propiedades de los objetos de estímulo, con la presencia simultánea de motricidad local y de locomoción, para concluir en circunstancias en las que la presencia de los objetos de estímulo y de la mayor parte de la motricidad no es necesaria, concentrándose las interacciones en objetos y movimientos locales de carácter convencional, en ocasiones de la persona aislada. Los patrones R/A lingüísticos, por su naturaleza convencional, difieren de los patrones R/A sensoriales o motrices en una característica fundamental: con excepción del gesticular, se puede hablar y escribir acerca de los que se habla y o escribe, así como de lo que se percibe y se hace. En cambio, no se puede percibir sensorialmente lo que se percibe, ni se puede mover el movimiento. La naturaleza reflexiva del lenguaje es la que dota, precisamente, a los patrones R/A convencionales de una infinita posibilidad de circunstancias

y maneras de desligamiento funcional.
Material suplementario
REFERENCIAS
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Notas
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