Mauricio Beuchot Puente: Pluralidad y Analogía.
Mauricio Beuchot Puente: Pluralidad y Analogía.
Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 21, núm. 72, 2016
Universidad del Zulia

La analogía acompaña a Mauricio Beuchot Puente desde el momento de su concepción: hijo de una mexicana y un estadounidense, constituye un perfecto analogando de la variabilidad humana moldeada por estos dos países. En Beuchot, contemplamos un mestizo que ha entendido que si el purismo conduce a desmanes y el relativismo a desvaríos, la analogía es mucho más compasiva (al aceptar la diferencia de los otros) y más rica (al abrirse a la coralidad de perspectivas). Éste es Mauricio Beuchot: una apertura a pluralidades que no se aparta de la seguridad de su roca analógica.
Nuestro filósofo se formó en las universidades mexicanas del Valle de Atemajac y en la Iberoamericana de México DF y realizó alguna incursión extranjera en la Universidad de Friburgo en Suiza. La influencia de la filosofía analítica y del positivismo en México y, quizás, la potencia dialéctica de Santo Tomás de Aquino, dominico como nuestro autor, marcaron su inicial inspiración lógico-argumental. Así, su tesis doctoral se titularía Sobre el problema de los universales en la filosofía analítica y en la metafísica tomista (1980). Tras su instrucción inicial, la década de los ochenta constituyen su periodo de maduración dentro de estas tendencias: elabora escritos relacionados tanto con la filosofía medieval, por ejemplo un estudio sobre Fray Alonso de la Vera Cruz, como con profundizaciones sobre semiótica y lógica.
Sin embargo, la limitación de los planteamientos de la filosofía analítica y los consejos de Paul Ricoeur serían la llama inicial que sentó las bases de su propia teoría en 1993: la Hermenéutica Analógica (o HA). Esta teoría le ha proporcionado una codiciable producción que comprende cerca de ciento cincuenta libros, más de quinientos artículos, cerca de mil conferencias y ponencias y la dirección de medio centenar de tesis doctorales. El éxito de su teoría ha provocado la fundación de varias cátedras de HA en países como España o Colombia y a que fuera distinguido con el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Anahuac Sur en 2012. Sus números académicos de vértigo hacen pensar que, si respeta el adagio tradicional de los conventos y monasterios ora et labora y si el número de plegarias elevadas a lo divino se acerca al de sus trabajos científicos, nuestro pensador habrá rezado por los males cometidos por los filósofos de historia y media del pensamiento.
El Tratado de Hermenéutica Analógica, obra básica, inicial y originaria de su producción en HA, define la hermenéutica como el “arte o la ciencia de interpretación de textos”, entendiéndose que estos “textos pueden ser escritos, orales, actuados, esculpidos, etc”. Así, la disciplina de la comprensión comienza en la semántica, pero viaja a campos múltiples como la exégesis bíblica, el psicoanálisis, la psicología, el derecho, la ciencia política, la pedagogía, la filosofía aplicada o la estética.
La HA constituye una mediación dinámica entre dos extremos de la hermenéutica: el univocismo y el equivocismo. Para el univocismo, existe una única interpretación válida del objeto hermenéutico, siendo todas las demás incorrectas: sólo hay una interpretación correcta de Don Quijote de la Mancha, de la Constitución Española, del inconsciente, de los síntomas de una enfermedad o, sencillamente, de las palabras que una madre le dirige a su hijo antes de que cometa una locura. El univocismo es acorde a los abordajes cientificistas modernos, que se basan en el objetivismo, en la repulsa a lo subjetivo ya lo emocional; asimismo, desbanca todo aquella epistemología afiliada a un esteticismo afín a una polifonía de interpretaciones sin jerarquización. Al otro lado, el equivocismo afirma (1) una multiplicidad de lecturas del “texto” y (2) la imposibilidad de ordenarlas debido a la inexistencia de criterios de jerarquización y de validez que las ordene o las sancione. Esta circunstancia es propia del subjetivismo, del emotivismo o del relativismo, propios del Romanticismo y del Postmodernismo. Se infiere que el equivocismo conduce a la anarquía y a un caos que impide una toma de decisiones ordenada y la materialización de la acción. Frente a estas dos inflexiones, la analogía cosecha las ventajas y conjura las limitaciones de ambas: (1) acepta del univocismo la existencia de criterios que permiten (a) organizar las interpretaciones válidas y (b) soslayar las erróneas; (2) toma del equivocismo la apertura a una diversidad organizada de interpretaciones; y, por último, evita tanto los rigores del reduccionismo unívoco como de la confusión equivocista.
Los criterios de validez epistémica analógicos son de dos tipos analíticos y sutiles. Los analíticos determinan que las interpretaciones más válidas son las más completas, las más ricas y las más abarcadoras. Por su parte, la sutileza, o subtilitas o esprit de finesse, esuna capacidad hermenéutica que permite al intérprete descubrir cuál o cuáles son las mejores interpretaciones de un modo intuitivo. Esta sutileza será aprendida en comunidad, dentro del taller hermenéutico y uniéndole a la teoría la experiencia del contacto directo con aquel que sabe ver más allá de la visión superficial.
A partir de esta estructura triádica, el mexicano ha explorado los más dispares rincones programáticos de la filosofía: ética, filosofía política, estética, metafísica o historia de la filosofía, entre otros. En cada uno de ellos, ha descubierto sus aristas unívocas, equívocas y su salvación analógica. Por ejemplo, la abducción se encuentra entre la inducción y la deducción; el diálogo (intentio textus) se ubica entre la lectura del autor (intentio auctoris) y la del lector (intentio lectoris); el ícono florece analógicamente entre el índice y el símbolo; la imagen, entre el diagrama yla metáfora; la analogía de proporción, entre la metonimia y la metáfora; la tragedia, entre lo apolíneo o lo dionisiaco; el relativismo relativo, entre el absolutismo y el relativismo absoluto; la subtilitas aplicandi, entre la subtilitas implicandi y la subtilitas explicandi; la pragmática entre la semántica y la síntaxis, etc… Esta trinidad analógica se repite al analizar diversos autores de la historia de la filosofía: Ockham, Marsilio Ficino, Grocio, Hobbes Bodino, Spinoza, Locke y Hegel serían unívocos, mientras que MacIntyre, Taylor o Mill quedarían ubicados en la analogía en el plano de la Filosofía Política; dentro de la hermenéutica, la escuela de Antioquía sería univoca, la de Alejandría equívoca y San Agustín, San Buenaventura o Santo Tomás de Aquino analógicos.
Situados en esta atalaya, la HA recuerda la concepción de la filosofía como madre de todos los saberes: sus retoños se esparcen con lozanía y buena salud por los campos del saber indicados más arriba. La multiplicidad de lenguajes que habla la HA, permite que no resulte extraño ver reunido a Mauricio Beuchot tanto con grandes filósofos como Giani Vattimo, Leopoldo Zea oPaul Ricoeur como con educadores, psicólogos, abogados, literatos o filólogos. Precisamente, su labor se ha desarrollado en las últimas décadas en el Instituto de Investigaciones Filológicas (no en el de Filosóficas) de la UNAM (México), donde hace unos meses coronó con alevosía, aunque sin nocturnidad, la apertura del Centro de Estudios Hermenéuticos.
Aquellos que hemos tenido la suerte de haber sido acogidos por él, e incluso haber cometido la osadía de publicar a su lado, hemos descubierto que los caracteres con que describe su analogía se acomodan con facilidad a su carácter: “la inteligencia razonadora y explicativa; (…) la empatía y la razón intuitiva”. Así, su condición analógica se expresa con gran cordialidad en sus escritos con suma verdad en los grandes abrazos con que nos recibe el maestro.