Artículos
Educación y Democracia. Una alianza necesaria para la sociedad abierta y contra la demagogia, conducida por la Fake News
Education and Democracy. A Necessary Alliance for the Open Society and Against Demagogy, Led by Fake News
Educación y Democracia. Una alianza necesaria para la sociedad abierta y contra la demagogia, conducida por la Fake News
Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 24, núm. Esp.4, pp. 137-146, 2019
Universidad del Zulia

Recepción: 11 Septiembre 2019
Aprobación: 22 Octubre 2019
Resumen: Se plantea la relación que debe existir entre la democracia y la educación. Se propone el desarrollo de una opinión pública crítica en el marco de juego democrático. Permitiendo, a su vez elegir a los mejores gobernantes. La educación debe promover la comprensión de los temas qué trata la política en las sociedades democráticas. Al mismo tiempo debe ser integral fomentando sujetos capaces de razonar, de tomar decisiones estratégicas. Individuos capaces de poseer nivel crítico que los haga cuestionarse constantemente. La educación para la democracia es una educación para la vida y la toma de decisiones en un contexto colectivo.
Palabras clave: Democracia, Sociedad Abierta, Materialidad, Desarrollo Social, Construcción del Estado.
Abstract: It is araised the relationship that should exist between democracy and education. Proposed the development of a critical public opinion within the framework of the democratic game. Allowing, in turn to choose the best rulers. Education should promote understanding of the topic that politics deal with in democratic societies. At the same time, it must be integral to promote subjects capable of reasoning and making strategic decisions. Individuals able to possess critical level that makes them question constantly. Democracy education is an education for life and decision making in a collective context.
Keywords: Democracy, Open society, Materiality, Social development, Construction of the State.
INTRODUCCIÓN
El desarrollo de este artículo tiene su génesis en la observación, desde la ciencia política, de la relación cada vez más compleja entre educación y democracia.
Una sociedad es a la vez un grupo social, cultural que se deben a un sistema, como todo conjunto que pertenece a un modelo burocrático como tal, esto es en materia general. Uno de ellos y muy importante es el del sistema educativo. La educación guía y forma a una persona a lo largo del tiempo, por ende una parte clave en la construcción de las consciencias ciudadanas se debe a esa área. Cuando nos referimos a esta base no tan solo hablamos de aquella que se estimula en los centros del aprendizaje, como por ejemplo; colegios, liceos o universidades, sino también aquella que proviene desde la matriz, es decir, del hogar que se construye en familia, con cosmopolitas que interactúan entre sí.
La democracia es parte de esta interacción, ya que le da la oportunidad a cada una de las personas que conforman una comunidad se hagan cargo de las problemáticas, dándoles los espacios correspondientes para que tengan la posibilidad de participar. La democracia se ha provisto a lo largo del tiempo en conjunto con el área educativa, creando de hecho instancias formativas avocadas a la línea ciudadana, pero a pesar de aquello en muchos países se han eliminado en los planes de estudio general, generando una problemática social en donde tenemos a ciudadanos que han perdido la noción de la participación política tradicional. El descontento por no ver muchas veces los cambios rápidos que da la inmediatez del actual contexto de información instantánea, ha provocado como consecuencia un descontento, y a la vez generando una sensación de nulas ganas de querer hacerse parte de los problemas, porque simplemente no hay interés de estar y actuar. Eso pone en peligro esencialmente a la democracia. En distintas etapas de nuestra historia la democracia se ha visto sentenciada a caer o con peligro ser intercambiada por otros modelos como son las dictaduras y regímenes totalitarios.
En este contexto aparece esta reflexión que busca dar una respuesta a la interrogante de si efectivamente hay una educación para la democracia, en donde se pueda valorizar el sentir republicano que esta brinda a la sociedad y con las facultades que garantiza. Es por esto que trataremos de responder a la conexión que hay entre educación y democracia con posturas de distintos autores, tales como; Vygotsky, Freire, Maturana, Mora entre otros autores.
LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN
Sin duda es la educación una de las tareas más importantes que deben abordan los Estados y la sociedades a lo largo de su derrotero. Con mayor razón hoy que asistimos a dos situaciones coetáneas pero de diferente desarrollo. Por un lado, estamos sumidos en la sociedad de la información y por otro somos testigos del permanente deterioro de la democracia como régimen político. Ante semejante situación los Estados que quieran conservar la democracia, tendrán que, entre otras variables, tomar a la educación como uno de los sustentos de este régimen político. Y la educación con su enorme importancia, también deben asumir el tiempo que tienen de frente y adecuarse al mismo, a veces en forma refractaria y contra fáctica. Así en el marco de la sociedad de la información1, la educación debe asumir elementos que permitan prepara a los sujetos para este verdadero tsunami de datos. Siguiendo la argumentación de Cesar Bernal se puede auscultar lo siguiente, “… (estos) son los principales retos que debe afrontar la educación… en la sociedad actual, para que en realidad se constituya en factor dinamizador en favor de una mejor sociedad: desarrollar procesos de pensamientos en las personas – promover la comprensión básica del mundo – estimular la formación de instituciones y seres humanos flexibles – capacitar para la autonomía – estimular el interés por el conocimiento – promover el sentido de la solidaridad y la individualidad – practicar y promover el sentido de la responsabilidad” (Bernal: 2010, pp. 5-6).
Hoy la educación se enfrenta a retos como la globalización, la antiglobalización, las desigualdades, la intolerancia, el individualismo, la falta de compromiso cívico, la diversidad religiosa y cultural, los segmentos de la sociedad excluyente, junto a un verdadero mar de conocimiento a disposición como nunca antes. También se enfrenta a los fundamentalismos; otra forma de intolerancia transversal a todas las ideologías y credos que puedan existir2. Saber en qué mundo vivimos es el primer paso indispensable para poder actuar. En este contexto, la educación debe contemplar por el momento la subutilización de las redes sociales y los grandes peligros que presenta internet. Toda vez que debiera ser una de las herramientas más importantes para avanzar.
Rawls (2002) define la educación como el desarrollo y el entrenamiento de habilidades y aptitudes, como enseñanza cívica y constitucional, como medio para el sostenimiento y el sentido de cooperación. Para entender el papel que la educación tiene en la obra de Rawls es necesario entender el concepto de una sociedad bien ordenada. Dicha sociedad está relacionada con los bienes primarios.
En ellos, las libertades políticas tienen prioridad, y es a través de los mismos que los ciudadanos, desarrollando sus capacidades de expresión y convocatoria, teniendo libertad de pensamiento, pueden obtener la posibilidad de levantar la autoestima; algo que garantiza un enriquecimiento de la vida personal y social de los ciudadanos. Desde esta perspectiva, la educación desempeña un papel central en la sociedad, en el sentido de desarrollar la autonomía, permitiendo que las personas tengan una acción reflexiva a partir de los principios que ellas aceptarían en la calidad de individuos racionales, razonables, iguales y libres. En consecuencia, la educación capacita los ciudadanos para un debate público. En la teoría de la justicia como equidad, a diferencia del utilitarismo, el desarrollo de la ciudadanía es elemento fundamental: política y educación forman aspectos inmiscuidos. Gondim, E., & Marra Rodrigues, O. (2010). John Rawls: la educación política. Universitas Humanística, 69(69).
En primer lugar, John Rawls plantea la unión entre educación y democracia, dándonos a conocer que lopedagógico tiene una imprescindible importancia para el desarrollo cognitivo conceptual de la persona en lo que se relaciona al ciudadano en formación y se hace indispensable que se establezca una noción de lo cívico dentro de aquella formación inicial y paulatina que se da a lo largo del aprendizaje de una persona, para que así esta se inserte en el mundo republicano de manera cercana y no suceda lo que está ocurriendo con las generaciones actuales. Se hace necesario, para que la democracia se fortalezca la formación de un ciudadano insigne que esté al tanto del medio que los rodea y teniendo clara su participación en aquella búsqueda de una respuesta a la incógnita de la nebulosa societal.
La educación es el medio más cercano para fortalecer a la democracia, porque es en ella en donde gesta la formación de personas que tengan la capacidad de ir al debate, para el mejoramiento del mismo sistema, pero por sobre todo para fortalecerla y hacer de ella un núcleo más fuerte con el pasar del tiempo, acondicionándose a las necesidades futuras con los cambios correspondientes y necesarios para su mantenimiento. En otras palabras, el autor propone la participación exhaustiva de las personas para generar una retroalimentación con la democracia.
Por otro lado Paulo Freire manifiesta en su libro “la educación como práctica de libertad” la educación de las masas en desarrollo, un educación que , liberada de todos los rasgos alienantes, constituya una fuerza posibilitadora del cambio y sea impulso de libertad. Sólo en la educación puede nacer la verdadera sociedad humana y ningún hombre vive al margen de ella. Por consiguiente, la opción se da entre una educación para la domesticación alienada y una educación para la libertad. Educación para el hombre-objeto o educación para el hombre-sujeto. El autor considera que dentro de las condiciones históricas de la sociedad es indispensable una amplia concienciación de las masas que a través de una educación haga posible la autorreflexión sobre su tiempo y su espacio. El autor está completamente convencido de que la elevación del pensamiento de las masas “que suele llamar apresuradamente politización” (Freire: 2007, p. 26).
La educación que plantea en si Freire es de aquella pedagogía del oprimido, es decir, que no hay en ella modelos que adapten al individuo a una transición próxima de la sociedad, por el contrario a lo que el aboca su forma de ver es a los cambios estructurales, de un cambio total en un sistema. Es de aquella visión de donde se dice entre líneas que la única forma en que el ciudadano, persona, que se ubica en la sociedad se libere es alfabetizándose, es decir, educándose y a la vez integrándose al medio a su realidad, eso formará a una persona sin miedo a crear procesos de recreación. En otro aspecto nuevamente Freire a pesar de no hacer un texto que conecte a los conceptos que se han mencionado inicialmente si da la idea principal que permite realizar la democracia que es la facilitación de una educación integrada para fomentar el aumento de personas que tengan un discernimiento libre y participativo.
Quien se acerca quizás de una forma más profunda a esta intersección de los dos términos retocados entre párrafos es David Mora quien dice en un artículo “La democracia es, por lo tanto, un comportamiento, una acción, ejercicio del poder, participación cotidiana, toma de decisiones de manera compartida, equitativa, igualitaria y horizontalmente además de práctica permanente de vida cotidiana. Siendo así, entones la democracia tiene necesariamente que convertirse en un accionar permanente, pero también en un tema transversal, del proceso de aprendizaje y enseñanza en cualquier espacio y ámbito de nuestros sistemas educativos. Esta sería la única forma de cultivar, fortalecer, vivir, construir y profundizar la democracia. En ese sentido, la democracia se convierte en la esencia de las prácticas educativas formales, informales y no formales de cada uno de nuestros países. De esta manera, podríamos decir que la democracia se convierte en una praxis (acción-reflexión) continua y esencial de carácter pedagógico, didáctico y formativo. En esa dirección debemos trabajar dentro y fuera de la institución escolar, pero también desde la perspectiva socio comunitaria, intercultural y descolonizadora como principio básico de los procesos de cambio sociopolítico que vive actualmente las regiones latinoamericana y caribeña” (Mora: 2012, p.14).
Al fundamentar la unión intrínseca que un a la democracia en conjunto con la educación, nace una pregunta mucho más profunda y que en definitiva es a lo que se busca con esta reflexión y es ¿Qué educación sería necesaria para la democracia?
BREVE SÍNTESIS DE LOS PARADIGMAS DE LA EDUCACIÓN
La expresión utilizada en epistemología como “Paradigma”, se hizo notoria en el Siglo XX luego que Thomas Kuhn lo divulgara en su famosa obra “La Estructura de la Revoluciones Científicas”. Kuhn entrega en la obra mencionada varias definiciones de paradigma. Sin embargo en el marco de lo que estamos tratando que son los paradigmas de educación. Tal vez la definición kuhniana más acertada sea, “los paradigmas como realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica” (Kuhn: 1996, p. 84). De esta forma los paradigmas educativos son estructuras que proporcionan las formas en las cuales se concibe la disciplina y que en consecuencia la misma se expresa y materializa ante los individuos. Sin embargo, y tal como lo sostuvo Kuhn el paradigma podría ser modificado también por las necesidades que el objeto de análisis vaya planteando en forma de anomalía. Resulta claro entonces, como veremos más abajo, que los paradigmas solamente académicos no serán suficientes para robustecer una educación para la democracia.
El paradigma en si es una forma de ver la realidad, un ejemplar de investigación que tiene vigencia por un tiempo determinado y este va reemplazando con un nuevo paradigma sucesivamente el mundo. Thomas Kuhn, también define el paradigma como realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica. En otras palabras, un paradigma nos muestra una disciplina con una extensión de valores, supuestos, leyes, técnicas,teorías, hipótesis, es decir; casi como una filosofía y si lo tomamos en esta área pues sería una filosofía educativa. Hay distintos tipos de paradigmas en la rama de la educación, ya que, por el pasar del tiempo distintos epistemólogos han tratado de buscar los lineamientos más claros para una educación correcta en la práctica. Y en esa búsqueda, que finalmente, llega a ser teórica se van generando grandes definiciones y agrupamientos de opiniones en educación que van constituyendo los denominado enfoques o paradigmas sobre la misma.
Según el modelo o paradigma que se acepte, el que fue variando a través del tiempo, vamos adaptando nuestro quehacer docente. Por ejemplo el modelo conductista promueve la búsqueda de resultados observables, y a imponer recompensas y castigos (Moreno: 2013); el cognitivismo, se centró en los procesos mentales que implica el aprendizaje; el modelo constructivista, más reciente, nos hace diagramar actividades donde el educando sea protagonista y hacedor de su conocimiento, descubriendo la realidad mediante su propia experiencia. El educando busca la información, la contrasta con las de sus compañeros, con su propia experiencia, y de allí surge su aprendizaje. Hace hincapié también en los procesos mentales, en las ideas previas, y cómo las nuevas se van acomodando para que tengan un significado (Fingermann: 2013). Por otra parte, el constructivismo entiende que el conocimiento es una función de cómo el individuo crea significados a partir de sus propias experiencias. A diferencia de sus predecesores, el constructivismo considera que el conocimiento no es independiente de la mente, por lo que puede ser representando dentro del alumno. Se trata de una construcción a partir de lo empírico. Por consecuencia, resulta muy compleja la separación entre sujeto y objeto. Para el constructivismo son imprescindibles el estudiante y los factores ambientales. Como también, la interacción entre ambos factores, ya que la conducta se encuentra determinada por la situación y el entorno del individuo. En este paradigma se persigue que el individuo pueda elaborar e interpretar información, es decir, que comprenda la situación en vez de memorizarla.
El interés está centrado en la creación de herramientas cognitivas que denoten sabiduría en virtud de los deseos y experiencias de los individuos. A medida que se progresa desde el conductismo, pasando por el cognitivismo, hasta el constructivismo, el centro de atención en relación a la instrucción cambia de la enseñanza al aprendizaje, de la transferencia pasiva de hechos y rutinas hacia la aplicación de ideas a los problemas. Finalmente el Conectivismo supone un estadio superior a los tres modelos anteriores, los cuales no consideran el aprendizaje alcanzado fuera de los individuos, es decir, el aprendizaje almacenado y manipulado por tecnologías, como tampoco describen cómo ocurre el aprendizaje colectivo. Por su parte, en el conectivismo no se habla de transferencia o construcción de conocimiento, ya que las conexiones que se dan surgen de manera natural son la intención por parte de los individuos de aprender, a diferencia del constructivismo que es proposicional. Siemens (2014) realiza una propuesta respecto a la teoría basada en los siguientes principios: el aprendizaje y el conocimiento descansan sobre la diversidad de opiniones que se generan por medio de conexión de nodos o fuentes de información especializada que puede residir en dispositivos no humanos, por lo tanto, la capacidad de saber más es mayor que lo que actualmente se conoce. Entre las debilidades que se plantean bajo la teoría conectivista y sus herramientas educativas, pueden señalarse algunas relacionadas con la atención a los estudiantes, el número de estos que completan la formación y otros aspectos relacionados con la evaluación y la certificación. Cifras grandes de estudiantes plantean dificultades para lograr la atención personalizada que se logra con la enseñanza presencial, además un problema que plantea la masificación es el sistema evaluativo, de corrección y feedback, limitando el tipo de ejercicios que puede plantearse.
A todas luces falta un paradigma de la educación que privilegie lo distinto de la matriz epistémica - cognoscitiva. Por el contrario, se requiere de un paradigma que agrupe los temas que ha señalado Bernal, por ejemplo. Estos temas apuntan a los aspectos sensibles y sociales de los conglomerados humanos. Si esto no ocurre, temas como la democracia, pasaran evidentemente a planos inferiores de preocupación por parte de las grandes poblaciones. En este sentido entendemos la argumentación de Carlos Tummermann, “…frente a quienes mantienen cierto escepticismo sobre el papel de la educación en el proceso de formaciónde valores, la mayoría de los pedagogos contemporáneos sostienen que si la educación es el medio ideal para la formación de la personalidad, ella es también el medio privilegiado para inculcar un plexo valorativo que dé sustento a una conciencia ética. Incluso hay educadores que sostienen que hablar de educación integral es hablar necesariamente de valores, desde luego que educar no es simplemente instruir sino formar” (Tummermann: 2003, p. 256). Esta fundamentación puede llevar a establecer un paradigma propio de la cultura cívica y de la defensa de lo inmaterial, como en este caso es la democracia.
EDUCACIÓN Y DEMOCRACIA. UNA DIALÉCTICA MÁS NECESARIA QUE NUNCA
La democracia, que etimológicamente proviene del griego demos (pueblo) y Kratos (gobierno), tuvo su génesis “en los bordes de las aguas del Mediterráneo, allá por una de las ciudades más importantes de la antigua Hélade, llamada Atenas” (Lagomarsino: 2017, p. 23). La democracia es un régimen político. Ahora como tal está sujeto a todo tipo de vicisitudes propias de su movimiento. Pero la democracia también debe ser una forma de vida, una forma de relacionarnos unos con otros en la perspectiva de las soluciones permanentes a problemas de forma conjetural e hipotética. No asumiendo que tenemos la verdad, sino que por el contrario, estamos en un permanente camino de su búsqueda. Una democracia es más que una forma de gobierno; es primariamente un modo de vivir asociado, de experiencia comunicada juntamente (Dewey: 1998).
Como ha sostenido Humberto Maturana, “el educar se constituye en el proceso en el cual el niño/a o el adulto convive con otro y al convivir con el otro se transforma espontáneamente, de manera que su modo de vivir se hace progresivamente más congruente con el otro en el espacio de convivencia. El educar ocurre, por lo tanto, todo el tiempo; de manera recíproca, como una transformación estructural contingente a una historia en el convivir en el que resulta que las personas aprenden a vivir de una manera que se configura según el convivir de la comunidad donde viven” (Maturana: 1990, pp. 29-30).
Ante eso la democracia es el mejor régimen político para una vida extendida y plena de cooperación entre los individuos – colectivos. Pero no basta por si sola. La democracia no se puede blindar a si misma de sus enemigos, a veces enemigos muy íntimos como sostiene Todorov3. Por el contrario, la democracia requiere de aliados que la vayan protegiendo, pero a la vez cultivando. La democracia no puede vivir solamente de la economía y/o de las buenas cifras de crecimiento. Diversamente la democracia requiere de lo emocional, de la inteligencia social y emocional, de la comprensión, para soportar los ciclos que la cuestionan. Para lo anterior, la educación es uno de sus puntales más importantes, como mantiene la postura del biólogo Humberto Maturana. Pero hablamos de una educación que potencie la democracia, esto es, que profundice y haga robusto en los individuos el amor por la libertad, el respeto por las diversidades, la tolerancia y al mismo tiempo la responsabilidad.
Ahora bien, la democracia y la educación no han mantenido del todo una relación directa en forma estricta. Es más, la educación del espíritu material, promovido por el neoliberalismo en nuestro tiempo, ha hecho de la educación (más que un negocio) una verdadera preparación y adiestramiento exclusivamente para el trabajo. Le ha quitado su componente humanista, tan propio de ella. En consecuencia, esa educación, bajo ese paradigma, se vuelve contra la democracia. Se hacen contradictorias. Tan contradictorias como son las definiciones de neoliberalismo y de democracia4. Así las cosas la dialéctica democracia – educación no se torna materialmente fácil. Mucho de lo descrito tiene que ver con el predominio de la doctrina neoliberal por sobre la democracia. De lo que se trata es que esta relación se invierta. Por lo menos. Si aquello ocurre, la dialéctica entonces es posible. Y podrá reverdecer la educación y ser soñada como uno de los sostenes que tantos requieren nuestras anémicas democracias. En tal manera la relación entre ambas es fundamental. Aunque estas líneas solamente veremos una relación condicional solamente hacia un lado. Educación como apoyo de la democracia. Sin duda que también se puede auscultar de forma bicondicional.
EDUCACIÓN Y DEMOCRACIA PARA ENFRENTAR LA FÁBRICA DE MENTIRAS DE LA DEMAGOGIA Y SU ARMA: LAS FAKE NEWS
El desafío de las democracias es sobrevivir como régimen político. Y sobrevivir para intentar garantizar la mejor vida posible de los seres humanos, con todas las contradicciones y diversidades que éstos presentan. Para ello no requiere solamente de contar con más instituciones. Por el contrario, precisa de más ciudadanía, de más personas, de más gente movilizándose por ella. Para ello, se deberá haber cumplido con entregar a los ciudadanos herramientas para buscar las soluciones o planes de soluciones para sus demandas. En este sentido, tendrá que haber cumplido con la materialidad requerida. Mientras que por otra parte, tendrá que haber preparado a la ciudadanía para entender el valor de la democracia y particularmente su aspecto sublime. Tal vez sea este segundo punto el más importante, si es que lo observamos, desde un punto de vista, estratégico – prospectivo. Ahora bien, en ocasiones cuesta entender lo sublime con el estómago vacío. Y más si nadie ha preparado al colectivo para defender lo que ha ganado; por lo menos la libertad potencial que implica la democracia. Así las cosas la educación para la democracia es fundamental. Por lo mismo, no se puede reducir la educación a mera instrucción técnica. Por el contrario, debe ser una aproximación que estimule las mejores cosas en los seres humanos. Que les haga ver justamente aquello que es invisible a los ojos; pero que finalmente determina cómo se construye la sociedad. Para ello, el estudio de las humanidades, de las ciencias sociales, de las culturas y las artes resulta trascendental. El objetivo es hacer al ser humano más sensible y no simplemente un sujeto de consumo que puede adquirir productos, comer, dormir, hacer y ver entretenciones. La educación debe resaltar la importancia de lo público, como algo del colectivo, pero al mismo tiempo propio. Mostrar que lo que está fuera de mi casa es tan o más importante que mi hogar y que tenemos una responsabilidad enorme con los demás y su habitad. De ninguna manera, esta posición significa, que las personas no puedan ser preparadas en una profesión u oficio. De lo que se trata de que la educación no sea solamente para obtener una profesión o un oficio. En este sentido, apreciamos lo que señala Olimpia López, “… la educación formal se caracteriza por encontrarse estructurada, graduada y organizada para conducir por niveles a la obtención de certificaciones. Es, por ejemplo, la educación que se imparte en las escuelas y centros de enseñanza superior. Sin embargo, la formación de profesionales requiere incorporar reflexión valórica, la ética individual y la de los equipos de trabajo. En este sentido una temprana formación a nivel profesional que permitan actuar de manera congruente con el marco moral interaccional y mejorarando el bienestar personal y promoviendo la presentación de nuevas conductas prosociales y éticas en los procesos de trabajo (Dörner, Véliz y Soto: 2017). Por otra parte, la educación no formal se lleva a cabo en gran medida fuera del sistema escolarizado pero se orienta por objetivos claramente identificables. Corresponde, por ejemplo, a cursos de capacitación que no conllevan al otorgamiento de un título. La educación informal no es intencional y ocurre en cualquier ámbito de la Sociedad” (Lopéz: 1994, p.19). No obstante ese tipo de educación también debe ser potenciado por el Estado (con sus recursos) de forma tal de ir generando una masa crítica importante y sustantiva que permita el dialogo y el debate de ideas como una forma habitual de relación al inter Desde la misma infancia, la escuela se debe constituir en un espacio ambiental proclive al razonamiento, entendimiento, desarrollo de las emociones y la comprensión de lo social, pero sobre todo a la capacidad de entender y defender la pluralidad de posiciones. La escuela debe ser el laboratorio de la democracia y no solamente de la estructuración de la educación como describía la autora anterior. En esta línea argumental, Christine Sleeter indica, uno de los cuatro principios para la educación en ciudadanía, es que los estudiantes tengan una oportunidad de practicar la democracia. De forma similar, Cotton (2001) noto que los estudiantesdesarrollan más valor por la democracia en clases que utilizan procesos democráticos que en los que no los usan. Igual subrayan Navar, Printi e Iriarte (2003, p. 2), para que las democracias sean efectivas y seguras requieren la participación activa de sus ciudadanos. Los ciudadanos pueden adquirir el conocimiento, las destrezas, los valores y las disposiciones de ser ciudadanos activos a partir de muchas fuentes, pero está bien reconocido que la escuela debería suponer una fuente principal de ese proceso” (Soriano: 2008). La vocación por la democracia y por todo lo bello y sublime es también y en gran parte responsabilidad de la educación formal que se da en las escuelas. Luego el complemento con la educación informal hacen la gran mezcla para que esta situación sea virtuosa en el sentido que estamos argumentando. La pluralidad será uno de los elementos que nos acompañará permanentemente y la escuela debe sentar esta situación, como lo argumentaba Sleeter. Y es la democracia la que permite el normal desenvolvimiento de la pluralidad. Lo aprendido en la escuela se debe proyectar hacia la educación que los individuos reciben en todo el transcurso de su vida como estudiantes; para que luego puedan replicar de manera informal; no solo de futbol y de lo cotidiano vive la mujer y el hombre. De forma, absolutamente complementaria y en simetría a la situación de hoy, el Estado Democrático debe promover un educación y cultura para la democracia, fomentando el encuentro, el dialogo y la discusión de posiciones. Al mismo tiempo, deberá fomentar la lectura, las artes y la cultura de lo bello como algo permanente. Como sosteníamos más arriba esa educación permanente debe ser promovida por el Estado utilizando también las nuevas plataformas que pone a disposición las tecnologías. Las redes sociales, que frecuentemente se convierten en resumidero, de todo tipo de clases de opiniones en muchas ocasiones sin un sustento reflexivo, también pueden ser un espacio donde se promueva esta educación por lo sublime; que en el fondo persiga el objeto de generar una educación para la democracia. Si los Estados quieren conservar la democracia con buena salud, tendrán que invertir en una propuesta educativa que fomente el desarrollo de una sociedad más justa, del futuro y actual (Belavi y Murillo: 2016).
Si el Estado, del país que fuere, consigue la creación de una cultura de la educación para la democracia,está de alguna forma salvaguardando este régimen político, cuando se ve enfrentado a épocas en las cuales se somete a crítica5, como producto de malos momentos. Lo anterior, puesto que es muy fácil defender la democracia en la época de las vacas gordas, pero será muy difícil defenderla cuando existen problemas. Por ello la democracia tiene que tener a sus personas preparadas en un paradigma de lo bello y de lo sublime. La educación debe ser educativa, en la perspectiva de que los sujetos sean capaces de divagar y movilizarse por lo bello, lo justo, la libertad y todo lo vinculado con esto.
Si las personas se encuentran preparadas en esta forma, entonces los intentos de engaño noprosperaran tanto. Les costara mucho a los criminales de la mentira el burlar a la ciudadanía. La Fake News tendrá que retroceder porque tendrá un público agudo que la detectará y no un público cansado y aburrido que hoy toma la Fake News y que ni siquiera mueve un dedo para comprobar su miserable origen.
CONCLUSIONES
En conclusión la educación tiene un rol fundamental en la construcción de una sociedad más justa. Al mismo tiempo, el desafío de la sociedad en su conjunto es cómo aumentar la participación a fin de que los ciudadanos tomen parte en el ejercicio de gobierno de sus comunidades (Belavi y Murillo: 2016). Por ello, las personas deben ser educados en las capacidades críticas, de argumentación racional y de toma de decisiones que les permitan pensar lógicamente, argumentar de manera coherente y recta, y considerar las alternativas relevantes antes de llegar a conclusiones que faciliten su interés por el ejercicio democrático (Gutmann: 1987). Siguiendo con esta lógica, a las Universidades les corresponde educar individuos en su perspectiva global, esto es, en tanto conocedores de su lugar en el entramado social y humano. En este sentido, se debe poner acento en los planes curriculares en las competencias para la vida profesional que abarquen áreas que consideraríamos indispensables para el desarrollo ciudadano tales como la democracia, sus características y desafíos en el trabajo y en la vida cotidiana; la gobernanza, con sus posibilidades y limitaciones, considerando que cada profesional debe potenciar sus capacidades de toma de decisiones y liderazgo (Véliz et al.: 2018).
BIODATA
Mario LAGOMARSINO MONTOYA: Filósofo, Magister en Filosofía con mención en Lógica y Filosofía de las Ciencias, Dr. (c) en Filosofía y Dr. (h.c) en Social Work. Se ha desempeñado como Docente en las Universidades de Valparaíso, de Playa Ancha y Andrés Bello en Chile en las áreas de Ciencia Política, Epistemología y Metodología de la Investigación. En paralelo con lo anterior, realiza labores de asesor técnico en el Consejo Regional, perteneciente al Gobierno Regional de Valparaíso. Igualmente, participa como académico colaborador del núcleo de investigación de la Universidad Adventista de Chile.
Alex VELIZ BURGOS: Psicólogo, Doctor en Psicología por la Universidad del País Vasco. Se ha desempeñado como académico en diversas Universidades del País, en las áreas de métodos de investigación, psicología de la salud y bienestar psicológico. Actualmente se desempeña como académico asociado del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Lagos y jefe del Programa de Magister en Salud Colectiva de la misma Universidad.
Alex PAVIÉ NOVA: Profesor de Castellano, Doctor en Educación, especialidad en Didáctica, Universidad de Valladolid. Se ha desempeñado como Académico en diversas Universidades tanto en Chile como en el extranjero en áreas de Didáctica, Desarrollo Curricular y Evaluación de aprendizajes y Formación Inicial de Profesores respectivamente. En la actualidad es Académico, Profesor Asociado, del Departamento de Humanidades y Artes, Universidad de Los Lagos. Osorno. Junto con lo anterior, es parte del proyecto “Fortalecimiento de la gestión de la calidad en las Universidades Chilenas. Resultados de tres décadas de aprendizaje nacional”, GOP-CINDA (Centro Interuniversitario de Desarrollo), período 2019-2020.
Juan Luis NASS ÁLVAREZ: Profesor de Castellano, Máster en Educación Multimedia, académico en la Facultad de Educación de la Universidad Católica de Temuco en el área de comprensión y producción de textos. En la actualidad se desempeña como jefe de la carrera de Lengua Castellana y Comunicación y, en forma paralela, como encargado del programa de desarrollo del CIED UCTemuco y miembro de la mesa de desarrollo profesional docente de la región de La Araucanía.
BIBLIOGRAFÍA
ABELLÁN, J. (2008). El concepto moderno de democracia. Dialnet, 149-224.
BELAVI, G. y MURILLO, F. (2016). Educación, Democracia y Justicia Social. Revista Internacional de Educación para la Justicia Social (RIEJS), 5(1), 13-34. doi:10.15336/riejs2016.5.
BERNAL, C. (2010). Metodología de la Investigación, Ed. Pearson.
DEWY, J. (1998).Democracia y Educación. Una introducción a la filosofía de la educación. Ediciones Morata, S. L. 77-80.
FINGERMAN, H. (2013). Paradigmas en Educación. Extraído de: https://educacion.laguia2000.com/general/paradigmas-en-educacion
FREIRE, P. (2007).La educación como practica de libertad. Siglo Veintiuno Editores
GONDIM, E., y MARRA RODRIGUES, O. (2010). John Rawls: la educación política. Universitas Humanística, 69(69). Recuperado a partir de https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/univhumanistica/article/view/2295
GUTMANN, A. (1987). Democratic education. Princeton, NJ: Princeton University Press.
GUTMANN, A. y THOMPSON, D. (2009). Why deliberative democracy? Princeton, NJ: Princeton University Press.
KUHN, T. (1996). La Estructura de las Revoluciones Científicas, Ed. Fondo de Cultura Económica.
LAGOMARSINO, M. (2017). Democracia y Sociedad abierta. El ideal nacido en los bordes del mediterraneo.Ammentu, 23-32.
LÓPEZ, O. (1994). Sociología de la Educación, Ed. Universidad Estatal a Distancia.
MATURANA, H. (1997). Emociones y Lenguaje en Educación y Política.CED.
MEJÍA, O. (1997). Justicia y democracia consensual. La teoría neocontractualista de John
MORA, D. (2012). Formación democrática y escuelas democráticas para la construcción de ciudadanía crítica. Scielo: 12-44.
RAWLS, J. (2002). La Justicia como equidad. Madrid: Tecnos.
SLEETER, C. (2008). "Preparación de Maestros como Educadores Ciudadanos en Sociedades Diversas" en E. Soriano (2008). Educar para la Ciudadanía Intercultural y democrática, Ed. La Muralla, 2008.
TUMMERMANN, C. (2003). La Universidad ante los retos del Siglo XXI. Ed. de la Universidad Autónoma de Yucatán.
VÉLIZ BURGOS, A. et al. (2017). Perfil de valores de estudiantes de carreras de salud del sur de Chile. Horizonte Médico, 17(2), 48-54. https://doi.org/10.24265/horizmed.2017.v17n2.07
VÉLIZ, A., SOTO, A. y DÖRNER, A. (2017). “Reflexión respecto a las emociones en el trabajo del profesional de la salud especialmente en población infantil”. Dilemas Contemporáneos: Educación, Política y Valores. 4(3):1-12.
VÉLIZ, A. et al. (2018). Democracia, Gobernanza y Conductas éticas: ejes transversales en la formación. Opción, Año 34, No. 86: 152-175.
Notas