Artículos
Antropolíticas del sur: Voces de resistencia en la poética de Jorge Artel
Southern Anthropolitics: Voices of Resistance in the Poetics of Jorge Artel
Antropolíticas del sur: Voces de resistencia en la poética de Jorge Artel
Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 25, núm. Esp.4, pp. 114-124, 2020
Universidad del Zulia
Recepción: 22 Abril 2020
Aprobación: 14 Junio 2020
Resumen: Jorge Artel levanta su voz contra toda discriminación, denunciando la invisibilización del otro “negro”, porque la metanarrativa impuesta por la modernidad, descalificó como no competente el saber particular de la gente; el “saber histórico de las luchas”. Abordar desde la antropología crítica las expresiones de resistencia en la poesía de Jorge Artel, las maneras de resistir que los seres sociales construyen intentando adaptarse a un medio hostil pero que ha ofrecido posibilidades de estar, fortaleciendo una inacabada resistencia, como se expresa en la poesía de Artel. Análisis de texto con enfoque decolonial, de algunos poemas representativos, fundamentado en la producción de conocimiento contrahegemónico, desde el Sur.
Palabras clave: Antropología crítica, decolonialidad, poesía afrocaribeña, resistencia.
Abstract: Jorge Artel raises his voice against all discrimination, denouncing the invisibilization of the other "black", because the meta-narrative imposed by modernity, disqualified as not competent the particular knowledge of the people; "historical knowledge of struggles." Addressing from critical anthropology the expressions of resistance in the poetry of Jorge Artel, the ways to resist that social beings build trying to adapt to a hostile environment but that has offered possibilities to be, strengthening an unfinished resistance as expressed in Artel's poetry. Text analysis with a decolonial approach, of some representative poems, based on the production of counterhegemonic knowledge, from the South.
Keywords: É Critical anthropology, decoloniality, afro- caribbean poetry, resistance.
INTRODUCCIÓN
…Creo en la juventud sin cadenas, reivindicada de prejuicios, limpia de cuerpo y de alma;en su pensamiento estremecido y en el poder de su palabra…(Jorge Artel)
Este artículo hace parte del proyecto de investigación en curso Expresiones de resistencia afrocaribe: voces decoloniales en la poesía de Candelario Obeso, Jorge Artel y Pedro Blas Julio Romero, poetas Afrodescendientes en el Caribe colombiano, en el marco de las actividades del Grupo de Investigación Historia, Sociedad y Cultura Afrocaribe, línea de investigación Resistencias y construcción de territorio e identidad afrocaribe. Una primera versión fue presentada en el Seminario Memoria, resistencia y abolición de la esclavización en Colombia: 167 años después realizado en mayo de 2019 en la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla, y, desarrollos del proyecto fueron presentados en coautoría con Kebby Romero Sierra en el XI Congreso Internacional de Pensamiento Latinoamericano, en la Universidad de Nariño, Pasto, Colombia, en noviembre de 2019.
Plantea como problema central, cómo el poeta Jorge Artel levanta su voz contra toda discriminación racial y social, denunciando las múltiples formas de invisibilización del otro “negro”, en tanto la metanarrativa impuesta por la modernidad, descalificó como no competente el saber particular, local, regional, de la gente; el “saber histórico de las luchas”, el sentimiento, el dolor, la vida real de los pueblos, al considerarlo inferior, ingenuo.
El objetivo es abordar desde la antropología crítica las expresiones de resistencia en la poesía de Jorge Artel, las disímiles maneras de resistir que los seres sociales construyen intentando adaptarse a un medio que en muchos casos se torna hostil pero que a su vez ha ofrecido posibilidades de estar, fortaleciendo una inacabada resistencia, como se expresa a gritos en la poesía de Artel, la que nos conduce a ver y cuestionar las formas neocoloniales contemporáneas que continúan construyendo estereotipos y sistemas de representación en donde la asimetría superior e inferior continúa vigente, pese a la aparente igualdad consagrada constitucionalmente. Antropología crítica que con Esteban Krotz: “…llama a recuperar la dimensión ética desde y para la antropología, criticando la “fascinación con que ciertos enfoques llamados´posmodernos´” celebran la “´diferencia´ exactamente donde se incrementa día a día la desigualdad y la exclusión” –y se pregunta- ¿Podemos simplemente registrar esta situación y construir conocimientos científicos, instituciones académicas y carreras profesionales sobre ella sin dejarnos interpelar por ella, sin intervenir en ella?...” (López y Rivas: 2010. Pp. 27)
El artículo propone la metodología del análisis desde el enfoque decolonial, de algunos de los poemasmás representativos de Jorge Artel en Tambores en la noche (1972) y Poemas con botas y banderas (1972), para intentar la ruptura de la dicotomía Sujeto-Objeto y desentrañar al ser humano y su historia, narrado y sentido en los poemas, no como Objeto de investigación sino como hacedor de múltiples voces que escriben una misma historia; como presencias diversas incuestionables e irrepetibles históricamente: mediante la construcción de una interculturalidad crítica, fundamentada en el respeto por el diálogo de saberes y la producción de conocimiento contrahegemónico y desde el Sur.
El artículo aborda en un primer momento, elementos de conceptualización sobre la crítica a la antropología y sobre la antropología crítica, en el marco de una concepción epistémica decolonial; luego presenta algunos elementos relevantes de la vida del poeta afrocaribeño Jorge Artel, y finalmente, indaga por las expresiones de resistencia en algunos de los poemas contenidos en sus obras Tambores en la noche (1972) y Poemas con botas y banderas (1972).
LOS CONCEPTOS
Visibilizar las creaciones culturales de poblaciones afrodescendientes en una sociedad determinada por el racismo estructural histórico, se constituye en una apuesta política que trasciende los marcos del interés investigativo, para adentrarse en situaciones de orden socio-cultural, cosmogónico, poético, que a través de la oralidad adquieren dimensiones significativas para quienes en su historia han tenido que afrontar y enfrentar las vicisitudes que les plantea una sociedad fundamentada en la injusticia social.
La estructura socio política y cultural en territorio americano construyó diversidad de escenarios de integración entre los españoles, los indígenas americanos y los africanos esclavizados, que propiciaron igualmente diversas formas de interlocución expresada en procesos de adaptación a través de las prácticas económicas, culturales y sociales; también mediante estrategias de mimetismo táctico para resguardarse de la agresión y sobrevivir; optando por las múltiples formas de resistencia, buscando establecer un diálogo patrimonial. Este “diálogo” entre culturas, no podía ser lineal, porque lo simbólico no es un mapa cognitivo, una forma de interpretación: es una forma de ser, de existir y de persistir.
Interesarnos por esta pluralidad de expresiones de la vida social y cultural, nos lleva a repensar el oficio de la Antropología: “La antropología como disciplina emerge de la proyección de Occidente, de la brecha entre el Aquí y el Otro Lugar, de manera distinta a cualquier otra disciplina. Por eso no es sorprendente que haya sido acusada de ser una herramienta inherente al poder del Atlántico Norte como ninguna otra disciplina, de ser hija del colonialismo y del imperialismo.” (Trouillot,en: Hurtado-Garcés: 2020, pp.145).
El “otro” es una construcción política, históricamente inscrita en relaciones de jerarquía que, comoconstrucción social, responde al reconocimiento de nuestras propias negaciones, o a la estigmatización de nuestra “naturaleza”. Los sentidos que conferimos y desde los cuales abordamos social y culturalmente al otro, definen nuestro sentido y concepto de alteridad, intervenida por las proyecciones polarizantes que la expresan y le dan posibilidad de realización. Desde siempre el “otro” fue conocido y relatado con base en los referentes culturales de quien lo descubre.
Hurtado-Garcés señala que la producción de ese “otro-negro” está determinada por la emergencia, institucionalización y consolidación de la Antropología en sociedades como la colombiana; “en la que el ojo etnográfico canónico ha actuado acorde a los intereses del proyecto colonial-imperial y del Estado-nación para legitimarse como autoridad interpretativa y poder dominar el campo de representación sobre la otredad” (145).
Recorrer los caminos construidos por la antropología colombiana sobre ese otro “negro”, permite demostrar los criterios de territorialización social y cultural heredados de la valoración colonial y racista que moldean los horizontes epistémicos y de la Antropología en nuestros contextos. En este caso, recorrerlos de la mano del poeta Jorge Artel.
Es necesario reescribir la historia para mostrar cómo en el pasado y en el presente, los afrodescendientes han estado implicados en las dinámicas socio culturales, económicas y políticas del país y la región; por lo tanto urge visibilizarlos porque no han sido pasivos, han sabido jugar, adaptarse y muchas veces beneficiarse de diversas situaciones y contextos, pero sigue siendo evidente la poca mención que la historiografía oficial hace de estas presencias. Es construir nuevas formas de aprender la presencia de los pueblos, como formas no occidentales de ser y estar en el mundo (Albán: 2006).
Frente a la postura epistémica colonialista, irrumpe la perspectiva política crítica en la que se analizan las interrelaciones de los hombres con su presente y su historia, y la manera como son condicionados mutuamente, el análisis de las creencias y valores articulados a la Naturaleza, la continuidad entre el ser, el conocer, el hacer, el cuerpo como modificación política. Esta segunda percepción a partir de las concepciones, prácticas locales y situaciones particulares, mediante un trabajo etnográfico que sustente prácticas culturales de resistencia y de construcción del tejido de la vida; porque la creación de contrapoder para superar la colonialidad, convoca el presente y la historia al llamado de un mismo tambor.
Rudy Amanda Garcés-Hurtado (2013) plantea que la Antropología emergió en el siglo XIX como disciplina especializada en indagar por los ocupantes “del nicho del salvaje”, como una proyección de Occidente, abriendo la brecha entre el Aquí y el Otro lugar, en el que instala al “otro”, para examinarlo, “conocerlo”, objetivarlo y naturalizarlo como tal; de allí que esta disciplina haya sido en sus orígenes el instrumento ideal para el colonialismo y el imperialismo, según Trouillot (2011). Esta disciplina produjo y se alimentó con narrativas sobre el otro que circulan gracias al discurso denominado por Quijano (2000) la colonialidad del ser y del saber, el que traduce, enuncia y representa al “subalternizado” desde la mirada colonial que ha llevado al “encubrimiento del otro”, según Enrique Dussel (1994):
“La antropología ha construido múltiples categorías interpretativas para representarnos: negro, cultura negra, afroamericano, comunidad negra, colombianas negras, afrocolombiano, afro descendiente. Al hacerlo ha establecido criterios de control del discurso que produce (…) Esas narrativas crean ficciones que desdibujan y distorsionan nuestras visiones de mundo. La apuesta es confrontar, des-autorizar y cuestionar las hegemonías de aquellas traducciones y tradiciones. Uno de los académicos que ha realizado esa confrontación es el antropólogo haitiano Michel-Rolph Trouillot, quien señaló: Las minorías de todo tipo pueden y expresan sus pretensiones culturales, no con base en teorías explicitas de la cultura sino en nombre de la autenticidad. Hablan en primera persona, firmando su argumento con un “yo” o un “nosotros” en vez de invocar la voz ahistórica de la razón, la justicia y la civilización” (Trouillot, 1995, en: Hurtado: 2013 p.p. 14).
El antropólogo Gilberto López y Rivas (2010), señala la contradicción existente entre la lógica del poder, y, la lógica de la resistencia, frente a la cual las Ciencias Sociales, especialmente la Antropología, puede constituirse en herramienta de dominación al servicio del Estado, o, en un instrumento liberador de las clases marginadas y excluídas. Dice López y Rivas que hace cuatro décadas, Kathleen Gough expresó lo siguiente: “La ciencia social, como toda ciencia, deviene moral y socialmente sin sentido o dañina, si sus habilidades y conocimientos no son periódicamente referidos a la pregunta: ¿Con qué propósito la ciencia y para quién? Si nosotros dejamos de lado esta interrogante, abandonamos la búsqueda de sabiduría y renunciamos a ser intelectuales en el sentido significativo del término. Con la pérdida de responsabilidad para nuestro aprendizaje, dejamos también de ser sociales, y por consiguiente humanos”. Esta reflexión está más vigente que nunca. (López y Rivas: 2010. Pp. 29-30).
En la compilación sobre las Antropologías en América Latina, Jairo Tocancipá-Falla (2017), coincide con otros autores, como hemos expuesto en este ensayo, que el surgimiento de la Antropología acompañó los procesos expansionistas coloniales del siglo XIX. Su naturaleza epistémica se construyó ante el asombro por los “extraños” pueblos colonizados, que debía ser “conocidos”, debían ser desentrañadas las claves profundas de sus comportamientos, para garantizar la eficiencia y la eficacia de los regímenes coloniales.
Esa fue originalmente la finalidad de la antropología: normalizar al “otro” de la modernidad.
Esta sería, según Tocancipá-Falla la lógica del poder, ante la cual comienzan a emerger las “otras” antropologías a finales de los años setentas y comienzo de los ochentas, avanzando en la concreción teórica como “antropologías en casa”, “antropologías nacionales” o “meta-antropologías”. Se va consolidando la idea del conocimiento propio en las Ciencias Sociales, particularmente en la Antropología, registrando cómo el Congreso de ALA de 1990, se propuso: “congregar a los antropólogos para promover el desarrollo de la antropología, el intercambio de ideas, el debate de problemas y la defensa de sus intereses comunes en América Latina y el Caribe … (Tocancipá-Falla: 2017. Pp.16).
En Antropologías del Sur. Cinco miradas (2017), Jacqueline Clarac de Briceño y otros autores, cuestionan la invisibilización del conocimiento antropológico propio, a pesar de que en América Latina y el Caribe hay profusión de programas de pre y posgrado en la disciplina. En el mismo documento: Esteban Krotz….sigue insistiendo en la diferencia entre antropologías que se hacen en y desde el Sur, … tambiénpropone otro nombre para las antropologías del Sur: “la búsqueda de la antropología propia”… (Clarac de Briceño et al: 2017. Pp. 14).
Resulta fundamental desde todo punto de vista, recordar los retos de la Antropología enunciados por Krotz en el documento analizado: la revitalización de nuestros antecedentes propios para comprender la antropología mundial universal como “un proceso de evolución multilineal”, la intensificación sobre la reflexión metodológica de nuestras antropologías y la recuperación crítica de nuestros inicios como disciplina… (Clarac de Briceño: 2017. Pp.14). Es un apropiarnos del derecho de pensar y sentir por nuestra cuenta, sin depender de ninguna ciencia ajena a nuestro proceso histórico particular; para producir un conocimiento situado, localizado, capaz de explicarnos como seres sientipensantes.
Por lo tanto, este trabajo apunta a visibilizar las lógicas de resistencia que se hayan implícitas en la obra poética de Jorge Artel, para lo cual se propone abordar desde la antropología crítica las expresiones de resistencia en algunos de sus poemas más sobresalientes, las disímiles maneras de resistir que los seres sociales construyen, en este caso desde la palabra.
EL POETA
Agapito de Arco Coneo cuyo seudónimo fue Jorge Artel, periodista y poeta, se destacó como máximo representante de la poesía “negra” en Colombia, al lado de Candelario Obeso, Helcías Martán Góngora, por mencionar solo algunos. Su obra encierra las claves de un llamado a la libertad y la identidad como afrocaribeño. Nació en el barrio de Getsemaní en la ciudad de Cartagena: el 27 de Abril de 1909 y murió en Malambo (Atlántico) el 20 de Agosto de 1994. Perteneció al grupo de intelectuales colombianos que reivindicaron la causa Afro en el siglo XX, como Rogerio Velásquez, Arnoldo Palacios y Manuel Zapata Olivella.
Bachiller en Filosofía y Letras del Instituto Politécnico de Martínez Olier, abogado de la Universidad de Cartagena (1945) con la tesis "Defensa preventiva del Estado o el Derecho Penal frente a los problemas de la cultura popular en Colombia", fue Jefe de Instrucción Pública en el Departamento de Bolívar, Inspector de Policía del Corregimiento de Santa Elena en Medellín. (Artel Alcázar, J.N.:2004).
Autor de “Tambores en la noche” (1940), “Modalidades artísticas de la Raza Negra”, “Sinú, riberas deasombro jubiloso”, “Poemas con botas y Banderas” (1972), “Coctel de Estampa y Antología poética” (1979), “Poesía Negra”, “No es la muerte es el morir” (Novela) (1979), y la obra de teatro “De rigurosa etiqueta”. Además, escribió algunos tratados sobre el Derecho Penal en Colombia.
Nació en Cartagena y sobresalió como uno de los más insignes poetas de Colombia y del mundo hispano; poeta de su raza y de su ciudad, nació en el barrio Getsemaní de Cartagena, bella ciudad, que en la Colonia configuró la piel negra como dispositivo legal para demarcar el tiempo y el territorio del mal, su sola mención bastaba para generar una avalancha de significaciones. El color negro fue el elemento que semantizó el territorio de los esclavizados para impedir que el mal se expandiera y territorializara demarcando el territorio del conflicto (Eljach, 2006). Este elemento ha estado presente desde entonces a lo largo de los siglos para mantener la demarcación moralizante impuesta por el poder colonial.
A propósito de los orígenes de Jorge Artel, recordemos que Cartagena mantiene sus relaciones sociales en la herencia colonial, una ciudad que divide a la élite heredera del criollismo contrapuesta con la gran masa negra y mestiza pobre que vive en los barrios periféricos, una ciudad que excluye del territorio de blancos, a los negros, una ciudad hecha para complacer los deseos de los turistas propios y foráneos pero que margina lo negro en las labores que por “tradición” están llamados a hacer.
Cartagena, una sociedad negrera y profundamente racista trató de blanquear lo negro bajo la falsa ideadel mestizaje, configuró lo mulato como el estandarte de la limpieza de la sangre en la mezcla de la península Ibérica y África desde los tiempos del proceso de descubrimiento, conquista y colonización del territorio americano.
Jorge Artel nació en el barrio Getsemaní. ¿Qué importancia tiene esto? Getsemaní es uno de los barrios más representativos de la ciudad de Cartagena; allí se dio el grito de Independencia en 1811; era el barrio donde habitaban los esclavos en la época de la Colonia, ubicado cerca del centro de la ciudad y pegado a la Ciudad Amurallada.
Conformado por callejones estrechos y coloridos, guarda la historia de rebeldes afrodescendientes como Pedro Romero, mulato cubano que lideró el movimiento independentista llamado “los lanceros de Getsemaní”, que fue la resistencia brava en la Independencia de Cartagena en siglo XIX. Pedro Romero, artesano respetado, organizó a los trabajadores, a la gente que dio su vida por la libertad.
Ese es el contexto en el que nació y creció Jorge Artel, inscrito en la ciudad colonial, pero inmerso en eltejido social de hombres y mujeres rebeldes, herederos de la resistencia cimarrona de sus antepasados. Por lo tanto, en la obra de Artel se pueden identificar dos posiciones políticas frente al imaginario de una subordinación periférica, la resignificación de la identidad Afro en la narrativa de una sociedad racializada como la del Caribe colombiano y una distancia estética frente al canon hispánico de los Andes.
En la poesía de Jorge Artel se encuentran todos los elementos que configuran un discurso desde el enfoque decolonial, la resistencia al lenguaje modernizador, un carácter reinvindicatorio y una necesidad emancipadora. Su postura política habla por sí sola.
¿En qué contexto socio cultural se consolidó la poesía crítica, abiertamente contrahegemónica de JorgeArtel?: en la Colombia de fines de los años 40 y de la década de los 50, la del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el gobierno de transición del General Rojas Pinilla, el Frente Nacional, la violencia imparable entre liberales y conservadores, el surgimiento de las guerrillas liberales y su transmutación en guerrillas comunistas como las FARC, la revolución cubana y la usurpación de la victoria electoral de la ANAPO por Misael Pastrana Borrero, fueron hechos y procesos políticos que impactaron a la mayoría de los jóvenes colombianos que creían posible la construcción de un nuevo país, lucha de la cual Artel hizo parte como miembro del Partido Comunista. (Archila, 2010).
Su postura antifranquista, su profundo compromiso por las causas sociales, la revolución cubana,significó no solo para él sino también para la mayoría de los jóvenes intelectuales críticos de su tiempo, el ideario óptimo para hacer realidad sus sueños de justicia social e igualdad entre los pueblos.
Con todos estos elementos de la historia colonial y de la rebeldía libertaria del pueblo afrocartagenero, la voz y la palabra de Jorge Artel emerge como poesía trasgresora no solo de los cánones literarios dominantes, sino como bandera ondeante para indagar y cuestionar la realidad de esa Cartagena oligarca y racista constituyendo una postura contra hegemónica.
LA POESÍA RESISTENTE DE JORGE ARTEL
Poeta de su raza y de su gente, de sus tambores y de protestas llenas de vida, de negritud, de emoción sin límites, de angustia ancestral y llamado de la sangre, es el hombre cuya identidad proclama a gritos:
Negro soy desde hace muchos siglos Poeta de mi raza heredé su dolor…
Jorge Artel avanzó más allá de Candelario Obeso, al enriquecer su trabajo con los aportes de la afroantillanidad; aborda en verso libre la tradición africana sin esencialismos ni exotismos propios de la mirada eurocéntrica, abiertamente colonial:
…La angustia humana que exalto No es decorativa joya
Para turistas.
¡Yo no canto un dolor de exportación!
Su poesía nos regala el mar, la naturaleza, la cotidianidad del ser caribe, el puerto, el viaje, la identidad, la rebeldía que duele de tanto doler; los ancestros, la negritud, las raíces, la memoria, la identidad, que se expresa en el tambor, en la gaita, en el cuerpo, en la unión con el entorno, como manifiesta en “La voz de los ancestros”:
Oigo galopar los vientos
Bajo la sombra musical del puerto.
Los vientos, mil caminos ebrios y sedientos,
Repujados de gritos ancestrales,
Se lanzan al mar. Voces en ellos
hablan De una antigua tortura,
Voces claras para el alma Turbia de
sed y ebriedad
¡Oigo galopar los vientos, Temblores de
cadena y rebelión, Mientras yo –Jorge
Artel- Galeote de un ansia suprema
Hundo remos de angustia en la noche!
Acercarse a Jorge Artel desde una mirada decolonial, es buscar esas voces otras que se rebelan, insumisas, incansables en su inacabada resistencia; es plantar un poema y una bota y una bandera, para hacer sentir la fuerza de quien se niega al silenciamiento de las narrativas hegemónicas:
Poemas Escritos con
lágrimas De un niño sin pan;
Con las manos podridas de un soldado
Que no volvió de la guerra; Con el
rencor de un negro
Linchado por las turbas del Sur; Con las
palabras de un obrero
Y la angustia de una patria encadenada,
Cumplid vuestro destino entre los hombres;
Prendidos de sus labios,
En el pulso de sus corazones,
Marcando el ritmo igual y firme de sus pasos,
Hacia la libertad.
Jorge Turner en el Prólogo a Poemas con botas y banderas (Artel, 1972), exalta lo siguiente: “…Artel escucha “la voz de sus ancestros” no solo porque lleve la sangre de los abuelos que en los galeones supieron del maltrato físico, la castración, el ronzal y el rebenque, sino porque su conciencia emocionada, de clase y de raza, y su temperamento artístico, le imponen el deber de escucharlos atenta y detenidamente; de manera distinta que con el oído pegado a la tierra; con el oído vuelto hacia adentro de sí mismo y un deseo inmensode percibir, escucha el murmullo lastimero de sus antecesores, que cuando se vuelca en su poesía cobra el volumen del grito…” (pg. 13).
En el comentario de Jorge Turner queda plasmada la naturaleza rebelde de la poesía de Jorge Artel, su compromiso con el pasado, pero fundamentalmente con el presente:
… Era un turbión de ira.
El pueblo huracanado empujaba las horas con el pecho.
Pero nadie sabía la Consigna.
-¡Mataron a Jorge Eliécer- A Jorge
Eliécer Gaitán
Lo mataron por la espalda!
Los fusiles caían en nuestras manos, Pero
los caudillos no asistieron a la cita Y el
ímpetu nació desorientado….
Y al evocar ese aciago 9 de abril de 1948, Jorge Artel demarca la línea de tiempo que ha significado más de 70 años de violencia política ininterrupida; matizada, maquillada, enquistada en la entraña de la Colombia profunda que no cesa de llorar a sus muertos; y de lamentar la cobardía de los caudillos que no asistieron a esa cita…
Jorge Artel intuyó, supo, comprendió, que la modernidad es un pozo oscuro que con la retórica del progreso, oculta sus consecuencias, así como también oculta la energía irreductible de los marginados y excluidos de la tierra.
La genealogía del pensamiento decolonial, se remonta al mismo período de la Colonia en las voces insumisas e insurrectas que expresaron la inacaba resistencia, en manifestaciones como “Primer nueva corónica y buen gobierno” publicado en 1615 de Felipe Waman Poma de Ayala, y “Thoughts and sentiments on the evil of slavery and commerce of the human species” de Ottabah Cugoano en 1787, obras que fueron tratados políticos decoloniales, que la colonialidad del saber invisibilizó largo tiempo.
Estas manifestaciones de resistencia, abrieron las puertas a las voces y al pensamiento otros, a la memoria y la historia de los pueblos originarios y de los africanos esclavizados en nuestro territorio; cuya memoria alienta en las lenguas y las experiencias de la esclavización de africanos mucho antes de que el pensamiento ilustrado eurocentrado llegara a nuestro territorio; aun así Europa condenó la esclavitud, pero siguió narrando al indígena y al africano esclavizado como seres inferiores, salvajes, bárbaros, sin alma; sujetos exóticos para su asombro y diversión. Frente a esto se rebeló Jorge Artel, y dictó su propio credo:
Creo en la estrella
Que contra el mundo enceguecido Su
ineludible luz desata;
En la libertad de los espíritus, En la paz
entre los pueblos Y la igualdad de las
razas….
Creo en los niños hambrientos Cuyos
padres son pasto de cañón Y nervio de
las fábricas,
Esclavos de la avidez capitalista En una
sociedad parasitaria. Creo en la juventud
sin cadenas, Reinvindicada de prejuicios,
Limpia de cuerpo y de alma; En su
pensamiento estremecido Y en el poder
de la palabra…. Creo en el poder de los
humildes, Los desterrados y los
perseguidos
A quienes se niega el sol, la sal, el agua;
Creo en el triunfo postrer de los de abajo
Porque de ellos es el día de mañana...
Es aceptar el reto de asumir la resistencia que hoy se expresa en los condenados de la tierra, los danmés de la terre, en clave de Frantz Fanon (1961) de los que hace reflexión Nelson Maldonado Torres (citado por Mignolo, 2007), migrantes, pobres, informales, las multitudes pasto de la aporofobia.
Es reclamar las voces planetarias de Ottobah Cugoano, Egnatius Sancho, John Marrant y Loudah Equiano; Patrice Lumumba, Marcus Garvey, Aimé Césaire, Nelson Mandela, Leopoldo Sédar Senghor y LeónG. Damas; del gran poeta Langston Hughes, de Frantz Fanon, Michel Trouillot y de extraordinarios pensadores afrocaribeños y afrocolombianos como Candelario Obeso, Manuel Zapata Olivella, Arnoldo Palacios, Miguel A. Caicedo, Sofonías Yacup, Alfredo Vanín, Helcías Martán Góngora, Mary Grueso, María Teresa Ramírez, entre muchos otros. Con el poeta repetimos:
Hay un rumor de botas en el viento.
Brigadas de obreros, estudiantes y campesinos
Recogerán sus ecos
Sobre el curso indetenible que nos lleva A un
mundo ileso
Sin explotadores, Oligarquías y
miseria. Y es esta la consigna:
¡marchad, poemas!
Nuestra América siempre tuvo su propia voz, opuesta, en resistencia al pensamiento único, universalizante, que forzó la invisibilización con una historia de quinientos y un poco más de invasión a los otros del mundo. Este pensamiento decolonial es históricamente construido no por personalidades, sino por los movimientos sociales que hoy siguen escribiendo la historia.
Es querer oír a Artel diciendo a toda voz que no necesitamos las retóricas salvacionistas de los que proclaman la modernidad que nos “descubre” para invisibilizarnos, para condenarnos al silenciamiento de las muchas voces que nos definen en el canto, en la oración, en el grito, en el abrazo. Es reclamar nuestra acción en el ahora y en estos tiempos que exigen nuestra presencia:
Te amamos, paz, En la presunta
llama
Que sólo enciende el beso; En la
mañana pura
Que aflora tras los ojos de los niños; En
ese silencio azul
Donde las olas lavan sus estrellas.
Te amamos, paz, Y tú no llegas.
En la energía telúrica que caracteriza a nuestros pueblos que no aceptan nunca más ser manipulados, explicados, entendidos, traducidos, por la racionalidad del colonizador.
Y sí en las muchas enseñanzas y experiencias de la esclavización y de la diáspora africana en nuestros territorios. Es recuperar el saber situado e históricamente construido:
Negros de nuestro mundo,
Los que no enajenaron la consigna, Ni han
trastocado la bandera,
Este es el evangelio: Somos –sin
odios ni temores- Una conciencia en
América…
CONCLUSIONES
La voz del poeta Jorge Artel, es una apuesta por la vida en toda su manifestación. Por eso es un hecho político y antropológico. Antropolítico, desde el pensamiento, el sentimiento y el conocimiento del Sur; es una voz que nos permite producir interpretaciones y conocimiento propio, crítico, desde unas miradas antropológicas : comprometidas con la tarea de construir y aplicar conocimientos para la liberación social, política, epistemológica y ontológica de los seres del sur global, poniendo en práctica el diálogo de saberes como estrategia y uno de sus objetivos (Segunda Convocatoria al Segundo Congreso Antropologías del Sur, 2020).
La palabra poética de Jorge Artel es una ruta, evocación y canto; también historia y reclamación y grito. Es la voz de los ancestros que se alza desafiante para advertirnos que a pesar de los siglos trasegados, de los vientos aciagos, de las muchas violencias que siguen asolando campos y ciudades de la patria, de los muchos caídos y olvidados, de los caudillos cobardes que abandonaron el barco y dejaron a la deriva a un pueblo ávido de liderazgos, la poesía de la gente negra, de aquellos que como Jorge Artel y Candelario Obeso (2009), siguen repicando la inacabada resistencia de los pueblos del mundo, en el clamor planetario por la vida, que es lo mismo que defender el aire, el agua, los derechos de los niños y las mujeres y hombres y los ancianos y la lucha de los pueblos indígenas, y de los jóvenes y de los artistas y de los poetas de mundo, por el sagrado derecho a vivir en paz:
Te amamos, paz, Y tú no llegas
…
Y es esta la consigna:
¡marchad, poemas!
BIODATA
Matilde ELJACH: Es Socióloga, (1979) de la Universidad Simón Bolívar, Barranquilla, Colombia; Doctora en Antropología (2016) Universidad del Cauca, Magister en Antropología Jurídica Universidad del Cauca (2005), Especialista en Administración de la Planeación Urbana y Regional, ESAP-Universidad del Cauca, Popayán (1992), docente en la Universidad del Cauca entre 1983 y 2008. Actualmente es Docente en la Escuela Superior de Administración Pública –ESAP- Regional Atlántico, y en la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla, integrante del Centro de Investigación e Innovación José Consuegra Higgins y del Grupo de Investigación Historia, Sociedad y Cultura Afrocaribe. Miembro de la Academia de Estudios del Caribe, línea de investigación Resistencias y construcción de territorio e identidad. matilde.eljach@unisimonbolivar.edu.co CvLac:http://scienti.colciencias.gov.co:8081/cvlac/visualizador/generarCurriculoCv.do?cod_rh=0000541818.
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