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Breve nota personal en torno a Don Pablo González Casanova
Brief personal note around don Pablo González Casanova
Breve nota personal en torno a Don Pablo González Casanova
Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 25, núm. 91, pp. 13-17, 2020
Universidad del Zulia
Recepción: 15 Mayo 2020
Aprobación: 22 Agosto 2020
Resumen: El doctor Pablo González Casanova es uno de los intelectuales mundiales más importantes de la segunda mitad del siglo XX y de las primeras décadas del siglo XXI. Es merecedor de muchos reconocimientos por su labor académica y su compromiso político por las mejores causas de la humanidad. Muy cerca de su centenario sigue muy activo tanto con aportaciones intelectuales de gran nivel y con una combativa actividad. Ha tenido una brillante y encomiada trayectoria.
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El doctor Pablo González Casanova es uno de los intelectuales mundiales más importantes de la segunda mitad del siglo XX y de las primeras décadas del siglo XXI. Es merecedor de muchos reconocimientos por su labor académica y su compromiso político por las mejores causas de la humanidad. Muy cerca de su centenario sigue muy activo tanto con aportaciones intelectuales de gran nivel y con una combativa actividad. Ha tenido una brillante y encomiada trayectoria. Muy joven obtuvo tanto una Maestría en Ciencias Históricas que conjuntamente otorgaban la Universidad Nacional Autónoma de México, la Escuela Nacional de Antropología y El Colegio de México, como un Doctorado en Sociología en la Universidad de París. Desde entonces ha sido un profundo y prolífico investigador y un asiduo e inspirador formador de nuevas generaciones de académicos. Desde altos puestos de dirección en la UNAM ha impulsado el desarrollo de la ciencia en nuestro país y en América Latina. Su dinamismo y creatividad lo han llevado a ser promotor de investigaciones de muy alta calidad en todos los continentes. Es también creador de innovadores organismos de educación superior. No sólo es un activo participante en numerosas asociaciones mundiales de ciencias sociales, sino también ha presidido varias de ellas. Como ha sido incansable difusor de la ciencia, también ha impulsado una gran variedad de iniciativas para publicar los resultados de ambiciosas investigaciones. Una persona como don Pablo ha ido acumulando una gran cantidad de premios, medallas, doctorados honoris causa por todo el mundo y ha participado en la promoción de publicaciones académicas en medios de gran renombre. En las bibliografías mundiales de publicaciones y de cursos aparecen los importantes libros publicados por don Pablo, quien ha ido conjuntando a investigadores de diversos países y propiciado la configuración de colectivos de investigación.
Solicito que se me perdone el tono personal, pero cuando me invitaron a hacer una contribución en este conjunto de publicaciones, consideré que mi modesto aporte sería resaltar la importancia que ha tenido para mí don Pablo. Me admiró su compromiso con el movimiento estudiantil de 1968. Al inicio de los años setenta siendo rector de la Universidad Nacional Autónoma de México fue impresionante el dinamismo académico e innovador que le dio principalmente con la creación de los Colegios de Ciencias y Humanidades y el impulso al Sistema de universidad abierta. Pero el gobierno represor no toleraba a un rector que estaba del lado de los estudiantes y no del presidente. Para obligarlo a pedir la entrada de las fuerzas policiacas en el ámbito universitario, el poder creó un movimiento porril, y trataba de infiltrar las asambleas estudiantiles para instigar la represión. Don Pablo fue muy hábil para desenmascararlos y hecer ver que eran personeros del gobierno. No obstante, la presión del poder fue muy fuerte y don Pablo tuvo que dejar esa importante función antes de terminar su periodo.
Para quienes iniciábamos estudios en ciencias sociales entre nuestras lecturas estaban los libros que don Pablo iba difundiendo. Ha producido una gran cantidad de títulos que han dejado huella en el desarrollo del quehacer científico. El libro La democracia en México ha merecido múltiples ediciones y traducciones a muchos idiomas. En Sociología de la explotación combinó su conocimiento del marxismo con planteamientos de fórmulas que abrían nuevas pistas. Profundizó en las teorías y prácticas de los Estados y de los partidos político. Tenía la capacidad de conjuntar autores de altos vuelos en América Latina, quienes develaron las realidades y problemáticas de sus países. Don Pablo amplió las discusiones sobre la democracia, el imperialismo y la liberación en América Latina. También profundizó en el movimiento obrero y en el movimiento campesino de este continente. Dio cuenta del Estado y de sus diferentes concreciones en América Latina. Además, abordó Estados Unidos y Centroamérica. Escudriñó lo que implicaba la nueva revolución en Nicaragua. Configuró equipos que en 17 tomos reconstruyeron la historia de la clase obrera en México.
En 1982 y 1983 fui invitado por don Pablo a participar en un seminario que dirigía sobre elecciones. Me encargó que profundizara en la relación que había entre el concepto pueblo y las prácticas electorales mexicanas. Al año siguiente me invitó para que fuera corresponsable con él del seminario en la UNAM sobre la democracia y el Estado. Un año más tarde me pidió que investigara sobre los movimientos sociales y también sobre la democracia emergente. A mediados de los ochenta me hizo participar en obras colectivas en torno a las elecciones en México y a la situación del México ante la crisis que abrió al neoliberalismo. Por ese tiempo fue consejero de la Universidad de las Naciones Unidas, y me invitó a dictaminar algunas publicaciones. En los equipos de investigación que conformaba mezclaba a autores de gran trayectoria con investigadores que apenas iniciaban, e integraba alumnos y miembros de colectivos de los sujetos estudiados. Las discusiones eran muy productivas.
Quisiera recordar que en 1984 recibió en México el Premio Nacional de Ciencias y Artes y que su discurso molestó grandemente al poder político y económico. En el segundo quinquenio de los ochenta diseccionó con sus equipos las elecciones mexicanas, apoyó al movimiento neocardenista y se opuso, con elementos científicamente fundados, al fraude de 1988. Al inicio de los noventa participé en su proyecto de elecciones con alternativas. Posteriormente me impulsó a que buscara lo que significaba la democracia de los de abajo y a que indagara las diversas culturas políticas que se han configurado en México.
Cuando apareció el zapatismo en 1994 don Pablo puso su inteligencia y vida en apoyar este novedoso movimiento. Prosiguió con sus investigaciones de la democracia en México estudiando cada entidad federativa, proyecto al que también me invitó. Con varios autores exploró la nueva organización capitalista mundial vista desde el sur; también abordó la democracia y el Estado multiétnico en la región latinoamericana. Su mirada tenía que ver con todo el mundo, y así se adentró en la reestructuración de las ciencias sociales que se encaminaban hacia un nuevo paradigma.
En enero de 1986 fundó el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias Sociales, y en 1995 lo amplió para que se convirtiera en Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades; pero en el año 2000 en protesta por el ingreso de la policía para reprimir un movimiento universitario renunció. En ese centro organizó seminarios, proyectos de investigación y publicaciones de nuevo tipo que estudiaron tecnologías para la democracia, democracia política y económica alternativa, los derechos políticos como derechos humanos, democracia y medios de comunicación, una agenda para el fin de siglo, las diferentes perspectivas de la transición a la democracia, los movimientos sociales, identidades colectivas, y políticas lingüísticas. Desde ahí también se organizó una discusión sobre los conceptos básicos en todas las ciencias y las humanidades. Fui invitado a publicar un texto sobre democracia. Al dejar esta instancia don Pablo siguió muy activo en su tarea de propiciar investigaciones sobre las temáticas más acuciantes. Se adentró en la universidad necesaria para el siglo XXI, las nuevas ciencias y las humanidades. Seguía tejiendo intensas y duraderas redes con investigadores de todo el mundo. En 2005 impulsó un proyecto sobre los “Conceptos Fundamentales de Nuestro Tiempo” con el propósito de analizar las redefiniciones recientes de los conceptos y fenómenos más significativos en el conocer-hacer del mundo actual. Este proyecto lo ha mantenido vivo y lo ha ampliado y dinamizado.
Son cientos sus artículos recibidos con admiración en revistas de prestigio nacional e internacional, y abundantes las traducciones a diversos idiomas de estos escritos científicos. También son innumerables sus conferencias que ha impartido por todos los rincones de la tierra. En 1963 planteó el concepto de colonialismo interno. En 1966 examinó la teoría de participación y enajenación. En 1967 señaló que había democracias aparentes. En 1968 hizo ver que había una aritmética contrarrevolucionaria. En 1970 se metió a ver cómo la investigación empírica estadounidense trataba la violencia latinoamericana. En 1971 delineó cómo entendía la reforma de la enseñanza universitaria y el contexto político. En ese mismo año exploró las reformas de estructura en América Latina. En 1972 indagó cómo era el aparato de dominación en América Latina, y las formas posibles de ponerle fin. En 1974 investigó mediación y lucha de clases. Ese mismo año reflexionó críticamente sobre lo que había sucedido en Chile, y publicó un escrito sobre el neofascismo y las ciencias sociales. En 1975 presentó experiencias teórico-metodológicas en la elaboración de cronologías políticas para el estudio en América Latina. También habló sobre una política cuyo actor principal era el pueblo. Invitó a luchas contra el fascismo donde quiera que se encontrara. En 1976 estudió la formación del pensamiento socialista en América Latina. En 1977 se pronunció por el desarme mundial. En 1978 consideró que había que pasar del subdesarrollo colonial al socialismo. En 1978 abordó la reforma política y sus perspectivas en México. En 1979 criticó el partido de Estado mexicano. En 1980 escribió sobre la lucha por la democracia en Centroamérica. En la década siguiente se interesó por discernir los conceptos de hegemonía, autonomía y autogestión. También expuso lo que implicaba un partido de masas. Escribió mucho en defensa de Cuba. Propuso la tarea intelectual en la liberación latinoamericana. Hurgó en las diversas revoluciones realizadas y en curso. Investigó las experiencias de la liberación y el análisis marxista del mundo contemporáneo. Ubicó a México en la crisis de entonces. Enfatizó el papel de los trabajadores en la política económica nacional. Propuso la liberación del pensamiento colonial. Dio un panorama de la formación del Estado en América Latina desde la conquista hasta las intervenciones extranjeras. Criticó la agobiante deuda impagable que estaba imponiendo el depredador capitalismo financiero. Preguntó de qué hablábamos cuando decíamos democracia. Estudió la formación del pensamiento progresista en México. Expuso el modelo de desacumulación y subconsumo. Invitó a pensar de nueva cuenta la universidad. En los noventa presentó cómo era la clase obrera en esa época. Propuso el socialismo como alternativa global. Indagó las nuevas formas de pensar el mundo. Volvió a tratar el colonialismo global y la democracia. Describió y analizó lo que estaba pasando en Chiapas. Hizo ver que México se encontraba en una bifurcación. Habló sobre la democracia de todos. Criticó la explotación global. Exploró las implicaciones de los pueblos indios en construcción del mundo. Profundizó en la organización y el caos. Se preguntó a dónde iba México, y qué universidad se quería. Fustigó el neoliberalismo en la universidad. Al iniciar el siglo XXI dio cuenta de los derechos de los pueblos indios. También escribió sobre complejidad y contradicciones.
En los últimos años ha estado indagando la crisis del capitalismo y los peligros para la humanidad, el ecocidio y las implicaciones de las corporaciones, los legados de la izquierda, los problemas de la guerra y la paz en estos tiempos convulsos, la organización de la vida y el trabajo en el mundo actual, los problemas de la globalización neoliberal, las implicaciones de las ciencias de la complejidad, la necesidad de organizar una inmensa red de colectivos en defensa del territorio, la lucha por la tierra y el planeta, la urgencia de estar con los pobres de la tierra. González Casanova lejos está de la incorporación mecánica de conceptos de ciencias duras, y su propuesta de acercarse a la complejidad la suele hacer consecuentemente de una forma bastante compleja. Ha impulsado de manera consistente el diálogo entre los diversos saberes científicos y ha mostrado cómo las matemáticas son importantes en los procesos del conocimiento. Sus contribuciones son muchas y redactadas con mucho cuidado. Aquí sólo se he hecho referencia a una muestra de su producción. Una cualidad que ha mostrado con creces don Pablo es que hace combinaciones de ideas y de conceptos de manera muy vital y profunda que iluminan y dan pistas para seguir pensando y preguntando.
González Casanova ha reflexionado en la historia que se avecinaba, la cual iba a ser de conflicto y consenso; precisó que en lo inmediato los pueblos, se centrarían en lo pacífico, pero que no cederían en sus principios. Se preguntó si estábamos ante una crisis terminal del capitalismo o de la humanidad. Había una guerra en lo militar, en lo económico, en lo cultural en donde se mezclaba lo virtual con lo real, y se estaba produciendo la destrucción de la tierra. Para defender la vida, recomendaba ver esta guerra en sus niveles formales e informales. Exhortó a hacer un frente por la vida porque detectaba que había muchas luchas, pero separadas. Recalcó que la autonomía era un camino probado para salvarse.
Ha sido un entusiasta y lúcido apóstol de la ciencia, y en ella de las ciencias sociales. Su actividad no tiene límites. Lo más importante es que no se repite. Siempre está al día en las discusiones, y es muy original al abordarlas. Leer o escuchar algo de don Pablo siempre lo deja a uno reflexionando. Es generador de nuevo pensamiento. Su obra es monumental, no sólo en cantidad sino sobre todo en calidad. Al ser nombrado en la UNAM coordinador del Seminario Universitario sobre el Estado Actual de las Ciencias y las Humanidades, el ex rector alabó que los zapatistas convocaran a imaginar cómo pudiera ser una nueva sociedad partiendo del estudio de cómo estamos en esta sociedad en que vivimos. La organización de la verdad y del deber con los de abajo y a la izquierda se convertiría en fuerza, junto con lo que se aprendiera de la propia lucha y de otras luchas a cuyos integrantes se acompañara, y con los que se dialogara, de los que se aprendiera. Enfatizó que ningún mensaje era más urgente y necesario que plantear la preservación de la vida en la tierra contra la que atentaba el capitalismo. En esta necesaria lucha apuntó a la contribución creadora zapatista en torno a la autonomía. Al hablar de la libertad a la que se habían referido los zapatistas en su primer curso de su llamada escuelita apuntó que la libertad implicaba no temer conocer la verdad sobre el mundo en que estamos, y enfrentar los problemas poderosos y agresivos que nos amenazan. Alabó que los zapatistas hubieran perdido el miedo en todos los sentidos, sobre todo a conocer, y que la libertad se enriquecía con la batalla de quien no se vendía ni rendía en lo que los zapatistas eran un gran ejemplo. Recalcó que había que plantear la organización de la vida en torno a valores como la libertad ante una guerra que estaba hecha de muchas guerras. Consideró que más que agotar nuestra atención con críticas a los señores del poder y del dinero, tendríamos que preguntarnos por las salidas posibles de este infierno, y cómo podemos construir y crear esa libertad. González Casanova en otros escritos ha reflexionado que los zapatistas mantienen la idea de que las comunidades y sistemas de comunidades que deciden tienen el poder organizado de decidir qué corresponde a otro modo nuevo de expresión de una lucha con diferentes actores y su historia. Ha insistido en que ni en las condiciones más difíciles se debe abandonar el estudio y el análisis de la realidad; que no van separadas la práctica y la teoría; que no hay un solo caminante, ni un solo camino, sino que son muchos, aunque el destino sigue siendo el mismo: la libertad.
Considero que el libro de Jaime Torres Guillén, Dialéctica de la imaginación: Pablo González Casanova, una biografía intelectual (México, Editorial La Jornada, 2014) se ha convertido en un importante homenaje a don Pablo pues explicó plausiblemente cómo el zapatismo resultó ser el principio vital del biografiado y también su punto de llegada. Este libro es fruto de una tesis doctoral en el Ciesas Occidente que yo acompañé. Al principio, cuando le propusimos a don Pablo que se iba a realizar, estaba reticente. Pero finalmente aceptó que se produjera esta investigación sobre su pensamiento.
Habría que acalarar que don Pablo no es un académico que viva de sus antiguas glorias. Ha proseguido con un intenso y cuidadoso trabajo científico. Ha sido muy generoso, y ha aceptado participar escribiendo capítulos en libros de colegas y viejos alumnos. Sin embargo, lo que ha sido destacable es su incansable capacidad de convocatoria para encabezar no sólo libros colectivos, sino importantes colecciones que han abierto relevantes vetas en el avance del conocimiento. Ha abordado con gran imaginación sociológica el tema de las elecciones, de la cultura política, los derechos, la nueva economía capitalista y las alternativas económicas y sociales. Ha pensado con profundidad la universidad, y el papel de las ciencias sociales en el mundo contemporáneo. Recuerdo con agrado el temor entre los colegas de tomar el elevador de la Torre II de Humanidades con don Pablo porque al término del trayecto salían comprometidos en nuevos y amplios proyectos de investigación y publicación ideados por don Pablo.
Lo más asombroso es que, con los años, su siempre muy activa labor de investigación y formación no se agota, sino que prosigue abriendo pistas para el conocimiento e impulsando a los académicos jóvenes. Don Pablo ha ido generando dinámicos equipos de investigación y ha sido un sabio y querido maestro. Es de una categoría excepcional, y se encuentra ya por encima de reconocimientos.
Sin embargo, el reconocimiento que más ha apreciado en su vida es el que le han hecho los zapatistas en 2017. Precisaron que Don Pablo decía lo que él pensaba y no lo que los zapatistas le imponían, que era bastante crítico, a tal punto que le decían Pablo Contreras. Lo consideraban un compañero, les enorgullecía la compañía de su paso, su palabra, y sobre todo su compromiso sin tibiezas, ni dobleces con los pueblos. Cuando lo incorporaron como el primer no indígena para formar parte del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, le pusieron el nombre de comandante Contreras. En el acto en que esto se dio a conocer hubo algo que nunca había visto: durante diez minutos un esordecedor y emotivo aplauso se mantuvo mientras don Pablo saludaba uno a uno a sus compañeros comandantes del EZLN.
Para Pablo González Casanova, la propuesta zapatista lejos de dividir a la izquierda, en realidad busca unificarla, pues la izquierda real es aquélla que lucha por la independencia y la dignidad del ser humano, objetivo ausente en las izquierdas institucionales. Señaló que no podía existir emancipación si había explotación. Pero acabar con la explotación no resultaba suficiente, porque la emancipación era algo más, e implicaba la lucha por la dignidad. Reflexionó que en el capitalismo no sólo se despojaban los recursos, sino las mimas tierras; y se creaban en enclaves que la destruían. Apeló a la moral de lucha, a la cooperación y a la compartición. Consideró necesaria la unidad en la diversidad. Alabó que los zapatistas hubieran creado una democracia universal, pues la democracia es el poder distribuido en todo el pueblo. Subrayó que la responsabilidad del proyecto anticapitalista era inmensa. Resaltó que lo que los zapatistas proponían invitaba a la meditación, pues no buscaban ocupar puestos, sino un espacio de lucha ideológica emancipatoria. Concluyó que no había más objetivo sino echar abajo al capitalismo. Tras explicar que los capitalistas son tan tontos y necios que no pueden entender que han creado el origen de su propia muerte, don Pablo afirmó que ahora contamos con las técnicas necesarias para volver realidad ese mundo donde quepan muchos mundos, y añadió que para ello tenemos que aumentar la capacidad de comunicar nuestros proyectos al resto del mundo. Afirmó que en las tierras zapatistas estaba la raíz de un proyecto que daba esperanza a la humanidad.