ESTUDIOS

Pablo González Casanova: ciencia, método y paradigmas. insurgencias necesarias

Alberto L. Bialakowsky
Universidad de Buenos Aires, Argentina
Luz María Montelongo Díaz
Departamento de Investigaciones Educativas-CINVESTAV, México

Pablo González Casanova: ciencia, método y paradigmas. insurgencias necesarias

Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 25, núm. 91, pp. 18-34, 2020

Universidad del Zulia

Recepción: 12 Mayo 2020

Aprobación: 22 Agosto 2020

Resumen: Las ciencias y tecnologías regionales latinoamericanas actualmente acusan efectos de crisis, diferenciada ésta de aquellas otras que han distinguido a los cambios operados en las “ciencias normales” (Kuhn, 1969). En este cruce de inflexión epistémica emerge el “giro descolonial” hacia la creación de tecnociencias (González Casanova, 2017), en convergencia con las contribuciones del pensamiento latinoamericano (Quijano, 2009; Lander; Mignolo, 2007). Así nuestro estudo coloca en análisis, desde la perspectiva de coproducción investigativa (Bialakowsky, et al., 2013), los fundamentos y claves de dichas emergencias en relación con la praxis dirigidos a interpelar el intelecto social hegemónico.

Palabras clave: ciencia, giro epistémico, crisis, tecnociencia, coproducción.

Abstract: Latin American regional sciences and technologies currently have crisis effects, differentiated from those that have distinguished the changes in the "normal sciences" (Kuhn, 1969). In this crossover of epistemic inflection emerges the "decolonial turn" towards the creation of technosciences (González Casanova, 2017), in convergence with the contributions of Latin American thought (Quijano, 2009 Lander: Mignolo, 2007). Thus, this article will place in analysis, from the perspective of investigative co-production (Bialakowsky, et al., 2013), the foundations and keys of said emergencies in relation to praxis aimed at challenging the hegemonic social intellect

Keywords: science, epistemic turn, crisis, technoscience, co-production.

I NOTA INTRODUCTORIA

Actualmente, se puede observar una crisis de impacto sobre las bases reproductivas del sistema científico, “como las del Cono Sur” que dependen para su existencia de la composición expansiva de sus recursos, procesos e integración social. Al punto que dicha crisis ha sido calificada por su determinación gubernamental como “cientificidio[1]” (Giniger y Carbone: 2019). Esta conceptualización da cuenta de una concepción corpórea y “biopolítica” del dispositivo científico. Sin embargo, en diferentes países de América Latina se puede observar la emergencia de movimientos protagonizados por productores intelectuales, que, en su praxis de resistencia colectiva en el espacio público, visibilizan cuestiones de método, con sentido y significado más amplio.[2]

Por hipótesis, la reproducción científica ya no solo depende de la práctica de procedimientos metodológicos en laboratorios, aulas o trabajo de campo, sino que también en simultáneo, de sus movilizaciones como sujeto colectivo. Surge en consecuencia, teóricamente la interrogación si dentro del acervo del instrumental metodológico deben incorporarse, o no, las dimensiones que posibilitan su reproducción expansiva. Dado este paso analítico, se dinamizan nuevas interrogaciones dirigidas al descubrimiento de esta dinámica. En particular, cabe preguntarse si estas crisis provocadas por los impactos necropolíticos (Mbembe: 2011; Castro Gómez y Grosfoguel: 2007; Mignol: 2000) y de consecuencias cientificidas no desnudan, a la vez las fragilidades que contiene el método que abarca de hecho las dos esferas del dispositivo científico: paradigma (Kuhn, 1969) y marco epistémico (Piaget y Rolando García: 1989).

La producción científico-metodológica de Pablo González Casanova descubre las vías teóricas para replantear el paradigma hegemónico, como así su base epistémica. Cuyos componentes conceptuales nutren

el planteo relevante para fundar un paradigma alternativo. La culminación de este análisis que se retoma en este artículo se encuentra en profundidad en el libro “Las nuevas ciencias y las humanidades: de la academia a la política” (2004, reeditado por CLACSO en 2017), como, en sus trabajos rescatados en la antología “De la sociología del poder a la sociología de la explotación: pensar América Latina en el siglo XXI” (editada en 2015 por CLACSO) y contrastadas con su biografía “Dialéctica de la imaginación. Pablo González casanova una biografía intelectual” (escrita por Jaime Guillen, editada por La Jornada en 2014). A través de estos análisis deducimos las claves de una insurgencia epistémica que contribuyen con un giro decolonial en las ciencias sociales, sus métodos, como así en del propio paradigma científico.

La orientación del presente ensayo recupera la obra de Pablo González Casanova desde una perspectiva singular la dimensión de la “relación social” en toda práctica científica. Hecho que consideramos insoslayable para un replanteo alternativo de la ciencia. En modo convergente la propuesta metodológica de la coproducción investigativa (Bialakowsky et al.: 2013) propone una praxis científica basadas en la condición bifronte de impulsar la producción de saberes en consonancia con la producción de colectivos cognoscitivos En el desarrollo que sigue se abordan en tres apartados. El primero, corresponde una revisión de las crisis producidas en la ciencia normal[3] (Kuhn: 1969) la relación establecida entre el capitalismo y la ciencia, lo que el autor González Casanova denomina nuevas ciencias y las tecnociencias. En el segundo, se abarca la descripción de componentes para una ciencia alternativa. Por último, en el tercer apartado, para completar su análisis y colorar y estimular el debate académico se rescatan atributos relevantes que nutren al método de la coproducción investigativa.

II. LA DOMINACIÓN DE LA TECNOCIENCIAS Y SU ESTRECHA RELACIÓN CON LA ACUMULACIÓN CAPITALISTA

1. la Ciencia normal (T. Kuhn) y las tecnociencias. La ciencia vigente proviene del enfoque aristotélico, que como el autor señala: “[se] identificó la disciplina con un saber-decir pleno (discitur plena) en que sólo lo que se razona con argumentos indiscutibles pertenece al campo de la disciplina” (González Casanova: 2017: 21)[4]. La práctica científica ha definido sus propias reglas que rigen tanto su lógica interna como su validación por pares, que comparten su “paradigma (Kuhn, 1969). Para este autor, por paradigma se entiende:

[La] forma predominante de plantear y resolver problemas en las ciencias. Corresponde a un marco conceptual dado, con el léxico de una comunidad que prioriza problemas, métodos y técnicas de investigación y análisis y establece las normas (o “estándares”) de la racionalidad y de lo que es valioso o “científico”. (Thomas Kuhn). El marco dado incluye valores, intereses y creencias de las fuerzas dominantes (GC: 2017, p. 419).

A diferencia de Kuhn, González Casanova reconoce a los componentes que integran del marco epistémico (Piaget y García: 1989). Este aspecto que comprende dentro del paradigma científico los componentes del marco epistémico son un paso para subsumir la concepción de la ciencia normal que ignora las relaciones sociales que la atraviesan, y así, poder hablar de un cambio en la ciencia. Como lo menciona el autor:

En el “marco epistémico” de la “ciencia normal” sobre sistemas complejos, esto es en el conjunto de preguntas o preocupaciones que sus investigadores se plantean, y en “el dominio de la realidad que se proponen estudiar” no encuentran cabida las relaciones sociales de explotación —para acabar con ellas— ni las alternativas al actual sistema de dominación-apropiación conocido como capitalismo para sustituirlo por otro menos depredador y autodestructivo (GC: 2017, p. 71-72).

La ciencia consiste en un proceso de creación de conceptos que unifican la representación del universo, brindan “la verdad”, pero en ello se desliza “lo no dicho” de la concepción del orden social vigente, que, se aloja en el nivel subterráneo e inconsciente del marco epistémico (Piaget y García: 1989) que le subyace a la metodología actuante. La ciencia y sus aplicaciones tecnológicas desde inicio componen el desarrollo de las fuerzas productivas, se instituye, así como componente decisivo para la reproducción del sistema. En esta historicidad:

El capitalismo, por tanto, no desarrolla indiscriminadamente las fuerzas productivas, sino que las mutila, las reprime a fin de que éstas sólo sigan la ruta que potencia la valorización del valor [...] fomentando sólo aquellas capacidades susceptibles de servir, de ser compelidas a la lógica del valor (García Linera: 2015, p. 93).

El capitalismo ha evolucionado por medio de una absorción incremental de la ciencia y sus métodos, al mismo tiempo que el desarrollo científico tecnológico se ha tornado asimétrico entre centro y sus márgenes geopolíticos (Grosfoguel: 2007; Mignolo: 2014), a la vez, que en esta determinación epistémica se agudiza la apropiación científica de la intelectualidad del sur (Delgado Wise: 2020; Lessenich: 2019) El capitalismo colonial (Martins y Bialakowsky: 2019) en su fase neoliberal configura una nueva forma de organización social y sería ingenuo pensar que lo social en esta “evolución” se trata de un proceso natural sin la radical intervención de guber-namentalidades (Foucault: 1978) y su alianza con la ciencia normal. González Casanova señala que esta relación entre capitalismo y ciencia se ha agudizado desde la segunda mitad de siglo XX, donde se observa un vínculo estrecho entre la académica y el complejo militar-industrial-científico que dio paso al desarrollo de las tecnociencias que estuvieron apoyadas:

[Por] grandes líderes intelectuales de los países más avanzados, de sus empresarios y de sus científicos, investigadores y profesores. Los propios líderes, empresarios e investigadores o técnicos se hicieron de una cultura interdisciplinaria y empezaron a trasmitirla en sus centros de investigación, experimentación, simulación, producción, servicios (fecha) […] A los nuevos trabajadores de esos centros, más que como a “trabajadores intelectuales” o de “cuello blanco” se les conoce como “trabajadores simbólicos”. A sus jefes se les conoce como tecnócratas, megaempresarios, investigadores de punta, gerentes-políticos y administradores tecnocientíficos. Son ellos los que mayor apoyo dieron y dan al desarrollo de la interdisciplina y las tecnociencias (GC: 2017, p. 31).

Dicha asociación permite un nuevo tipo de cultura y conocimientos en la ciencia, dando paso a una revolución científica (González Casanova: 2017) encabezadas por la tecnociencia: “En la nueva vinculación de conocimientos estuvieron presentes la cultura clásica del poder y la cultura tecnocientífica, ambas enlazadas para construir la realidad deseada por los hombres de Estado y por las megacorporaciones en sistemas tecnofactos y tecnodesrregulados donde las posibilidades de dominar y ganar son mayores” (31).

Así con el autor puede concluirse que la tecnociencia contribuye con la reproducción con las formas de explotación, de destrucción y de enajenación, amplificando el estudio de sus teorías y métodos en que desarrollan las fuerzas productivas y las propias relaciones de producción. Se observa que:

Las políticas de sistemas han perfeccionado notablemente las técnicas de dominación, de apropiación, de mediación y de represión de las clases y complejos dominantes han permitido a las fuerzas dominantes adaptarse al mundo y a recrear el mundo, sin que el sistema al que pertenecen pierda su carácter histórico, y sin que deje de emerger un sistema mundial alternativo, cuyo curso es incierto y depende en gran medida del conocimiento de las nuevas ciencias como “instrumentos” de liberación. (GC: 2017, p. 14).

2. Dominación del conocimiento. Las tecnociencias no escapan de la cooptación, como lo destaca Ashis Nandy en Alternative Sciences (1995): “que la separación entre la ciencia y su contexto es engañosa. Corresponde a una “legitimación por separación” en que los poderosos desactivan la moral de los científicos y se apoderan de sus conocimientos” (En, GC: 2017, p. 125). Los científicos del sistema con su autonomía relativa son parte del sistema de dominación y apropiación, en tanto, consciente o inconscientemente no lo incluyen en su tarea cognitiva. El conocimiento es pasible de ser privatizado puede dejar de ser bien común (Bialakowsky: 2015).

El capital corporativo, y el postmodernismo neoconservador como una de sus expresiones filosóficas, pueden pasar de los conceptos foucaultianos en que la verdad depende del poder, o de los conceptos marxistas, en que el conocimiento y la ideología obedecen a la lucha de clases. Una etapa nueva en que el conocimiento como propiedad privada, o como mercancía, o como objeto o instrumento para la producción y la maximización de utilidades, o para la guerra y la paz, lleva a los poderes y a los mercaderes a verdades negociadas con paradigmas negociados (GC: 2017, p.165).

El problema radica en descubrir que la “razón racionalista” aplicado en el modelo clásico de ciencia se asemeja a la concepción mecanicista, cuyo diseño, y aplicación de los conocimientos nutren el dominio del complejo militar-empresarial-científico que incide en el enunciado ecocidio (GC: 2017, p. 220). En este curso hegemónico, de evolución científica gestar un giro en este paradigma debe recurrir a una razón dialéctica que niegue la contradicción del modelo mecanicista. La imbricación entre las relaciones de poder y las tecnociencias el autor encuentra los siguientes atributos en el desarrollo del sistema con: “la manipulación de personas, grupos, informaciones y tendencias para la redefinición de relaciones, estructuras, sistemas y contextos humanos y ecológicos que mejoraran las posiciones de fuerza, represión y negociación de las clases y países dominantes, y debilitaran la de los dominados y dominables” (GC: 2015, p. 360).

Sin duda el autor considera insoslayable formular una innovación del paradigma científico frente a la formulación del complejo tridimensional ciencia-corporaciones-estado. Si bien, las tecnociencias brindan una oportunidad de comprensión para una nueva alternativa- observamos en coincidencia-, la manera en que han sido absorbidas o cooptadas por el capitalismo, integradas a sus fuerzas productivas dirigidas hacia la concentración y acumulación, puesto que:

Los análisis abstractos de dominación ocultan las interfaces sistémicas entre la ciencia y la depredación, entre la ciencia y la acumulación, entre la ciencia, la dominación, la apropiación, la explotación, la exclusión, la destrucción virtual y actual de la naturaleza, de la biósfera, de la vida en la tierra. Pero, incluso en esos casos algunos autores permiten acercarse a conocimientos útiles para los sistemas emergentes. Tanto sus conocimientos opuestos de raíz como los que pueden ser enfrentados o adaptados sirven para aclarar problemas de construcción de fuerzas en las luchas de resistencia[5] (GC: 2017, p. 176)

Esta reversión y conjunción con el método científico queda subrayada con el enunciado: “el conocer reaparece integrando nuevas unidades de expresión, concepción y acción. El poder se redefine formando nuevas unidades cognitivas, técnicas, estéticas, (virtuales y actuales) no sólo en la cultura dominante, sino en la cultura de la liberación y del oprimido” (GC: 2017, p. 173). La praxis científica no está exenta de enfrentar espacios de confrontación, transformación y de crisis para expandir su producción científica, su distribución y apropiación social[6]. El autor afirma la necesidad de contar con una teoría y una metodología instituyentes de disciplinas liberadoras. Así, identifica el giro en la ciencia como: “La práctica de esas contradicciones para la interdefinición busca el triunfo de la unidad en la diversidad, de la disciplina libremente consentida y consensada mediante diálogos y debates” (GC: 2017, p. 241). Debe de estar encaminado a:

Explicar en un reencuentro innegable y a menudo inconfeso con las humanidades y con el pensamiento crítico y dialéctico, incluso con el marxista. Por nuestra parte, no sólo es necesario integrar las nuevas ciencias y la lógica de las tecnociencias al pensamiento crítico y alternativo. También es necesario ver cómo se juntan las tecnociencias y la cultura hobbesiana el poder para organizar el sistema (GC: 2015, p. 325).

III. DEMOCRATIZACIÓN DE LA CIENCIA “CON” EL PUEBLO

3. Ciencia alternativa para revertir la privatización del conocimiento. Desde los postulados de González Casanova nace una búsqueda por desarrollar una ciencia alternativa que reconozca y legitime saberes que no son avalados o impuestos por los paradigmas de la ciencia normal. La confrontación teórica que hace consiste en: “articular las distintas especialidades del saber para ver qué se escapa al saber hegemónico que sea significativo cuando se quiere conocer algo, por ejemplo, las raíces de la injusticia social, o construir algo, como “un mundo menos injusto” (GC: 2017, p. 19).

Pasar la línea divisoria de las categorías de la opresión y la apropiación y de la crítica sin alternativa para articularlas al conjunto de la investigación científica y tecnológica parece un problema tan importante como superar la separación escolar de las ciencias y las humanidades. En todo caso, al enfrentar en nuestro tiempo los problemas humanos no se puede ignorar que a la organización del conocimiento se añade el conocimiento de la organización, sea esta dominante o alternativa, del Estado, del Mercado o de la Sociedad. (GC: 2017, p. 82).

El autor menciona, que sólo desde una categoría crítica del “colonialismo[7]”, se puede plantear el problema del sentido de las contradicciones complejas y de la búsqueda de una alternativa que democratice la ciencia, la seguridad, la producción. Basail Rodríguez (2020) sobre esta práctica científica plantea lo siguiente:

Las políticas científicas y educativas han impuesto parámetros de productividad, competitividad y comparabilidad que han sido seguidos y adoptados por profesores, investigadores, técnicos y estudiantes para demostrar su “eficacia”, “eficiencia” y “efectividad”. Las políticas científicas han metido a estas ciencias al molde dominante de la ciencia. Un molde o modelo hegemónico de evaluación basado en métricas objetivas de la productividad científica que puso en práctica el reconocimiento individual sobre el colectivo (185).

4. Ciencia y relación social. La sociedad capitalista ha acentuado la forma social del “individualismo” liberal decimonónico, y ha alcanzado en occidente acceder a una de las etapas de modulación de subjetividad individualista, lo cual no representa una sumatoria de individuos, sino –en esta interpretación- un colectivo social fragmentario, las subjetividades se encuentran cementadas por ese individualismo egocéntrico. Desde esta clave también es posible comprender las formas de producción científico-tecnológica. Pues, si trasladamos el análisis de los sistemas de complejidad a las nuevas ciencias, su praxis contiene, por ejemplo, en su producción y reproducción del individualismo epistémico.

Con el concepto de individualismo epistémico abordamos críticamente tres dimensiones de la praxis científica: La primera dimensión refiere a la producción de conocimientos científicos adopta metodológicamente un alejamiento del sujeto investigador del objeto de análisis para cercarlo y desconstruirlo, instrumentando los supuestos de “objetividad” y “neutralidad”. El esfuerzo por presentar, legitimar y validar la demostración, y construir la verdad científica normal, reposa en esta objetivación. El foco de atención se establece así con una relación social específica sobre “la cosa”, como objeto inerte y así despojada (in)moralmente se produce la intervención unilateral sobre ese otro “cosificado”. Así se trate de la materia orgánica como de la inorgánica. La segunda dimensión cuestiona la producción colectiva que se enmascara a través de la aparente fragmentación y la enajenación del intelecto y del sujeto colectivo realmente existentes como productores de conocimiento. Esta segmentación configura un tipo de vínculo entre científicos que consigue soterrar el colectivo con una elaborada versión hegemónica. La tercera dimensión corresponde a interrogar la producción de la subjetividad social que a su vez comprende dos planos diferenciados entre el saber subjetivo individual y el saber subjetivo social, en las que sus corporeidades respectivas pueden distinguirse una de otra, así como, sus respectivas expresiones del poder y del saber social. Esta pluralidad de subjetividades que conforman el cuerpo colectivo se torna como condición misma de la interacción social, donde el conjunto desarrolla una cualidad diferenciada de la que se obtiene por simple sumatoria de sus componentes. Ese plusvalor colectivo ofrece una alternancia al individualismo epistémico frente a nudos problemáticos irresueltos y barreras que se presentan en la producción y transferencia de la ciencia normal.

Así, el pensamiento crítico se planta una torsión de su sentido democratizador al cambiar el significado de las interrogaciones, los discursos y los destinos de la tecnología, sin olvidar que estas nuevas ciencias especialmente en áreas claves están penetradas y como campo de ocupación privada por las patentes de propiedad intelectual.

En ese sentido, pese a que toda forma de conocimiento se encuentra indefectiblemente contextualizado, situado, ya sea por la realidad circundante, por el posicionamiento político-ideológico, por los intereses, por los condicionamientos culturales como por la subjetividad consciente e inconsciente del “intérprete”, ya que, la “realidad” es una dimensión decisiva en la producción del aparato simbólico y que, desde ya, no es en modo alguno “individual”, es el resultado de un complejo proceso cultural, social e histórico (Grüner: 2006, p.105).

He aquí el desafío del giro epistémico del paradigma científico vigente frente a un planteo alternativo. Se presenta así la necesidad de considerar al sistema como una composición integrada. La redefinición del paradigma abarca en consecuencia la exigencia de una praxis metodológica sistemática que abarque diversidad de planos: los contenidos discursivos y sus consensos metodológicos (Kuhn) y los componentes relevantes del marco epistémico, las creencias y las cosmovisiones y valores sociales que determinan esta producción intelectual y la relación social de sus procesos organizacionales y de transferencia científica (González Casanova: 2017 y Bialakowsky: 2013)

Los fundamentos para recrear otro sistema científico y tecnológico deben relacionarse con una perspectiva dialógica y participativa. Entre cuyos elementos relevantes pueden distinguirse: a. el sujeto colectivo de conocimiento, b. la concreción del productor intelectual colectivo c. el pasaje de la universalidad-neutralidad-objetividad entre sujetos y objetos a la “intersubjetividad contextualizada entre sujetos”, d. la participación intelectual en la díada interpelación-construcción del intelecto social, e. la integración metódica de los componentes corpo-productivos en la dinámica de creación de conocimientos y otros elementos.

El prejuicio sobre la ciencia inerte estalla cuando se introduce el componente metodológico de la relación social, ya que, la ciencia alternativa tratase de una ciencia viva, cuya forma depende de su constructor y de la relación entre productores de conocimientos. Actualmente, el debate académico y social se centra en el desarrollo de innovaciones teórico-metodológicas, por ejemplo, las metodológicas dialógicas introducen componentes del marco epistémico que proponen una forma de análisis cualitativo[8]. El resultado es el inicio de una mutación del paradigma científico y su praxis hacia su expansión con nuevos horizontes epistémico. Es así como, las metodologías cualitativas dialógicas y colaborativas, intentan trasvasar las fronteras de ambas esferas del dispositivo científico tecnológico e integrarse con un método que incorpora la dimensión de la relación social co-creativa. La clave reside en comprender que la producción científico-tecnológica es el resultado de una unidad entre la praxis productiva y el producto del saber.

IV. ENLACES ENTRE LA CIENCIA ALTERNATIVA Y LA COPRODUCCIÓN

En la propuesta de la ciencia alternativa y de la coproducción investigativa se observan planteamientos similares que permiten cuestionar, tanto, la estructura y las dinámicas sociales colectivas con qué se modula la producción de los saberes certificados científicamente, proporcionan elementos para su comprensión, semejante a la complejidad del holograma (Morin: 2007), para comprender el método como una dinámica interactiva entre planos del dispositivo científico tecnológico y establecer una interacción de tipo poliedro[9] cuyas caras se comportan singulares a la vez que mutuamente reflectantes.

5. Investigación-Acción: Teoría de las calles Para, González Casanova: “la junta de disciplinas y la búsqueda del todo desde situaciones concretas, exige una articulación de la docencia-investigación-acción y de construcción-creación de nuevos sujetos histórico-sociales que planteen a su vez la búsqueda, la construcción y la creación de un mundo alternativo menos injusto y opresivo” (2017, p. 62). Y es necesario abandonar la concepción única de la producción de conocimientos está determinada en los espacios de claustrales, aulas, laboratorio, salas al interior de las instituciones educativas e investigativas. Además, la creciente oleada de movilizaciones desde inicios del siglo XXI protagonizadas por productores intelectuales juveniles que se han extendido por todo el continente latinoamericano dan cuenta de la creación de expresiones de resistencia e interpelación al intelecto social colonizado en los espacios públicos. Las cuales dejan al descubierto, con sus praxis críticas, las formas intelectuales que sostienen el marco epistémico neoliberal. Las movilizaciones enfrentan a la ficción que impone la colonialidad del poder y la monopolización del saber. Estos productores intelectuales juveniles demostraron en sus acciones colectivas nuevas formas de relaciones sociales, que por hipótesis se plantea que la producción de conocimiento puede expandirse nuevos espacios. A este tipo de praxis la hemos denominado teoría en las calles[10] (Bialakowsky et al.: 2017). Plasma una confrontación dialéctica entre sus protagonistas como productores intelectuales que les permite descubrir en una misma acción colectiva el lazo social como condición de resistencia, que los conduce a postular como derecho su soberanía intelectual. Componen así en el pensar-acción un sujeto colectivo exo y autodirigido “entre sí”, a la vez que concretan una praxis consciente que resignifica el saber cómo bien común.

La importancia de esta praxis en espacios públicos materializa una crítica radical como proceso social e intelectual que lleva a superficie la existencia de un conflicto subterráneo que atraviesa la construcción científica y académica. Esta misma idea se encuentra en el desarrollo teórico de la ciencia alternativa, pues:

Si desde las propias experiencias realizan la investigación-acción, suma a ellas las experiencias universales del investigar-actuar. La creatividad emergente articula la cultura propia y la universal, la del especialista y la general [… Además] La narrativa de las experiencias, prácticas y proyectos o utopías experimentadas por una colectividad se vuelve parte de las ciencias de la complejidad, con las variaciones y semejanzas de los sujetos cognitivos en tanto actores colectivos” (GC 2017: 76/94).

Para el autor “el tipo de organización del saber-hacer y de las redes de colectivos tendrán como resultado la creación de nuevas relaciones sociales en la propia sociedad, en la cultura, la economía y la política que posibiliten la construcción de nuevos sentidos contra la opresión que se deben de: hacerse desde la perspectiva de los sujetos colectivos y cognitivos que tratan de darle un nuevo sentido a la vida” (GC: 2017: 360). Así señala:

Concebir las estructuras sociales al margen de la actividad que los actores despliegan en sus interacciones e interdefiniciones es “concebir las relaciones al margen de una actividad” que opera con diferencias altamente significativas para el conjunto y para la acción. Esas diferencias articulan al conjunto, sin que de la suma de las partes pueda derivarse el comportamiento del todo, por el sencillo hecho que el todo es una articulación, una interacción, […] activa de partes diferentes en su concreción como categorías y casos: regiones, períodos (GC: 2017, p. 204).

La propuesta metodológica de la coproducción investigativa que planteamos reconoce que la producción de conocimiento es el resultado de un encuentro discursivo entre diferentes saberes, para la creación de un tercer saber que en conjunto proponen un paradigma científico superador y éticamente apropiable y apropiado eco-socialmente. Entre sus características tiene un doble objetivo: la producción de conocimiento y la creación del cuerpo colectivo cognoscente, así, se hace explícito que se puede considerar como una metodología y una filosofía de la praxis, donde el conocimiento se encuentra ligado a la transformación social y que esta construcción de saberes se convalida como un bien en común y derecho humano a la creación (Declaración de Libertad Académica, 2006). La coproducción investigativa reconoce como parte de la creación de conocimiento los componentes del marco epistémico tal que permite instaurar una relación de reciprocidad[11] con el otro, tanto en el proceso productivo como en la transferencia de conocimientos. Se parte de la creación de colectivos cognoscentes en la dinámica de la coproducción investigativa no resulta de acciones espontaneas, sino, en el desarrollo metodológico y técnico que promueva el proceso de inter-discursividad. Con similitud, González Casanova (2017) señala que:

El conocer-hacer organizado y colectivo será la base del éxito de un proyecto alternativo de democracia socialista o de socialismo democrático con poder de los pueblos, los ciudadanos y los trabajadores, capaz de construir una sociedad hecha de muchas sociedades soberanas en que desaparezca la inequidad y se haga efectivo el derecho a la autonomía de las personas y las colectividades, así como el pluralismo religioso e ideológico” (250, el subrayado es nuestro).

La ciencia nueva nutre a la coproducción al incluir en su metodología la relación social, como intervención, como construcción y como dimensión científica. Por lo tanto, al saber-se como un hecho social de producción de conocimiento coloca en análisis científico su praxis, que incluye una relación social. Entra en el propio análisis y construcción de la coproducción, ese saber dentro de la dinámica del saber, pues no es una construcción derivada, espontánea, sino que, es una construcción metodológicamente guiada, y se debe de conceptualizar con diversos componentes tales como: el sujeto colectivo cognoscente, intelecto social, el método transversal a los planos del paradigma (contenidos y procesos productivos), la teoría en los espacios sociales, y el replanteo de las relaciones de dominación a través del constructo conceptual de reciprocidad (Murra,1975). En esta conjunción teórica la perspectiva epistemológica y metodológica de la coproducción investigativa comprende cinco elementos o principios que se entrelazan con la ciencia alternativa.

Dialogicidad

La dialogicidad revela una polisemia múltiple en dos niveles. El primero, se refiere a la posición del sujeto o sujetos de conocimiento, y el segundo, a la calidad del método de descubrimiento, y ambos configuran al conocimiento como praxis de cambio social. Ya que, el saber: “se constituye en las relaciones hombre-mundo, relaciones de transformación” (Freire: 1993, p. 96)[12]. De esta manera, la dialogicidad enfrenta la dualidad sujeto-objeto, sujeto-naturaleza, sujeto-sociedad que propone la ciencia subjetivo-objetivista. Por lo que, “la praxis dialógica raigal implica un cambio subjetivo-colectivo” (Bialakowsky y Lusnich: 2014, p. 74).

Cuando se rompe esta relación cosificante se pasa a comprender el vínculo sujeto a sujeto emerge la participación, ya no parcial sino amplificada entre sus productores y su contexto social. Ello exige un cambio de orientación y de filosofía de la praxis que se expresa existencialmente micro marco: “[De esta manera] el grupo, el que produce el conocimiento, el que lo recibe, que lo práctica, el que lo enriquece... Es el movimiento popular que nos deja campo para hacer trabajos colectivos sobre problemas colectivos” (Fals Borda, 1987: 126-127). La lógica dialógica permite capturar los significados subalternos de resistencia, el dominio del colectivo y su propia noción y praxis, ya que, el con[13] expresa al conector simétrico a la vez que la construcción social del conocimiento como praxis liberadora (Bialakowsky: 2016, p. 73).

El elemento de dialogicidad se ha presente en la propuesta de una ciencia alternativa:

El conocimiento dialogal permite encontrar las combinaciones más idóneas para lograr —desde distintas posiciones, y con las mejores medidas consideradas por ellas— los objetivos comunes, y el espíritu de resistencia y ánimo necesario en la construcción de “un mundo alternativo” a partir de zonas o identidades diferentes y autónomas, que dialogan e interactúan en el pensar-hacer común de una identidad más amplia, potencialmente universal. (GC: 2017, p. 174-175) [Además] los escenarios prácticos alternativos constituyen una importante tarea de investigación dialogal entre las ciencias y los movimientos sociales. De diálogos y dialécticas surgirán tal vez las utopías realizables” (GC: 2015, p. 223).

Colectivo (saber)

En sintonía con la noción de dialogicidad, la coproducción investigativa considera el saber colectivo, donde, el dialogo conlleva una doble dimensión, por una parte, una relación social de conocimiento y por la otra, el reconocimiento del colectivo como productor intelectual. Para este concepto se retoma el pensamiento de Fals Borda (2009) con respecto al saber en que: “la investigación-acción es fundamental conocer y apreciar el papel que juega la sabiduría popular, el sentido común y la cultura del pueblo, para obtener y crear conocimientos científicos... apunta a la conjunción del saber académico con el popular, que puede llegar a ser elemento de un nuevo paradigma científico” (206). La coproducción plantea que el proceso de dialogicidad implica el rechazo a la dominación de saberes (de) privilegiados y pretende potencializar los saberes subalternos. Por esto, la dialogicidad conlleva una relación social de conocimiento, al mismo tiempo que el reconocimiento del colectivo como productor; de hecho, la relación sujeto-sujeto implica un encuentro socio-productivo (Bialakowsky et al: 2015, p. 78).

De igual manera, la ciencia alternativa destaca: “… la narrativa de las experiencias, prácticas y proyectos o utopías experimentadas por una colectividad se vuelve parte de las ciencias de la complejidad, con las variaciones y semejanzas de los sujetos cognitivos en tanto actores colectivos” (GC: 2017, p. 94). La ciencia alternativa confronta con la ciencia hegemónica: “se trata de sistemas armados de conocimiento, de paciencia, de información, de recursos. Son sistemas que, en efecto, articulan y construyen unidades del conocer-hacer y que se articulan y construyen a sí mismos como sistemas del conocer-hacer colectivo dominante, y de “colectivos” o “gabinetes” de los conocedores-actores que dominan (GC: 2017, p 166).

Equidad

Las masas en este desarrollo amplia la noción de los individuos sociales receptores o cuencos a colonizar, pues las define como protagonistas del conocimiento con derecho a participar en el progreso científico y tecnológico. Cuando las masas y/o el pueblo se involucran en el proceso de construcción del conocimiento se auto transforman en sujetos co-productivos (Bialakowsky: 2017). Como menciona Freire (1972):

Quien puede pensar sin las masas, sin que se pueda dar el lujo de no pensar en torno a ellas, son las élites dominadoras, a fin de, pensando así, conocerlas mejor y, conociéndolas mejor, dominarlas mejor. De ahí que, lo que podría parecer un diálogo de éstas con las masas, una comunicación con ellas, sean meros “comunicados” meros “depósitos” de contenidos domesticadores. Su teoría de la acción se contradiría si en lugar de prescripción implicara una comunicación, un diálogo (117). Este elemento se encuentra en el desarrollo de la ciencia alternativa, con el estudio de los movimientos sociales como el zapatismo Específicamente, las descripciones sobre las características del “método del zapatismo[14]” y de las redes de comunidades: “La organización del saber-hacer y de las redes de colectivos está en la base de la creación de nuevas relaciones sociales en la propia sociedad, en la cultura, la economía y la política (González, Casanova: 1998, p. 397).

Politicidad

La politicidad ha referencia: “al conocimiento como producto de una praxis creativa, por lo tanto, política en tanto transformadora, en tanto dialógica, en tanto coproductiva. Los bloques de poder modulan la organización social y tienen conciencia para operar la conducción del intelecto colectivo” (Bialakowsky et al.: 2014a, p. 76). Se vuelve necesario aprender a pensar con autonomía en comunidades de diálogo, donde: “nadie libera a nadie, nadie se libera solo. Los [seres humanos] se liberan en comunión” (Freire: 1985, p. 41). Por ello, la praxis cognoscitiva adquiere el significado de soberanía del saber” En esta soberanía del saber colectivo se puede vincular la idea de expandir la noción de derecho a la educación, con relación a considerar que la creación de conocimiento es un derecho universal. La ciencia alternativa. La cual reconoce como punto nodal el concepto de autonomía que comprende la politicidad del conocimiento:

En la pequeña comunidad autónoma de Juan Diego, en Chiapas, un hombre de 84 años de edad escucha pacientemente una avalancha de intervenciones y arengas de activistas mucho más jóvenes que él. Es el 27 de agosto de 2006. Ese hombre es Pablo González Casanova, antiguo rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es uno más en la lista de asistentes a la reunión […]. Cuando le toca su turno para hablar, toma exactamente el mismo tiempo que todos los otros oradores. Ni un minuto más. Esto es una cosa nueva —dice—. Una reunión política donde en vez de decirles qué deben hacer, les preguntan qué están haciendo. Esta es la maravillosa lucha por la dignidad, la autonomía, que plantea toda una fuerza física. Al terminar, los asistentes lo ovacionan (GC: 2015, p. 441).

Reapropiación del saber

El concepto de reapropiación sintetiza el descubrimiento crítico del campo del saber colectivo enajenado que conjuga al intelecto colonizado y al poder popular, pues: “la recuperación del saber liberador descubre a lo dialógico como interrogación en común, y, por lo tanto, una praxis con dos significados: ‘autopoiesis’ colectiva y politicidad” (Bialakowsky et al: 2014b, p. 76), y así emerge una praxis intelectual en la que la reapropiación que comienza desde la interrogación (Freire, 1986). Este elemento en la ciencia alternativa se encuentra en:

En 1994 en un pequeño rincón del mundo, conocido como La Lacandona, un movimiento armado de indios mexicanos planteó un nuevo proyecto de “democracia universal” muy semejante al que había pensado González Casanova. El esbozo de ese tipo de democracia para todos tuvo su inspiración en la cultura maya. La enarbolaba Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Sorpresivamente, Pablo González Casanova se había topado con uno de esos sujetos colectivos de los que había teorizado durante más de medio siglo (Guillen: 2014, p. 323).

También destaca:

El aprender nuevas relaciones entre conceptos y prácticas. El encontrar nuevos significados o sentidos creadores basados en las prácticas de la imaginación de las personas y colectividades y no sólo en las prácticas a las que uno mismo está acostumbrado, o a que está acostumbrada la colectividad y organización a la que uno pertenece;[…] el elaborar síntesis que junten las teorías con las experiencias y que se basen en re-iteraciones o re-peticiones capaces de esclarecer generalidades y especificidades, o los alcances y límites de las generalizaciones, explicaciones, interpretaciones y juicio” (GC: 2015, p. 87-388 y 2017, p. 276).

V. A MODO DE CONCLUSIONES

Este texto presenta un pequeño recorrido teórico principalmente de la obra “Las nuevas ciencias y las humanidades”, así como, de la antología “De la sociología del poder a la sociología de la explotación: pensar América Latina en el siglo XXI” y de su biografía “Dialéctica de la imaginación. Pablo González casanova una biografía intelectual” escrita por Jaime Guillen. En estos trabajos González Casanova desarrolla un replanteo al paradigma científico hegemónico y desarrolla las bases para un paradigma alternativo. El primer apartado presentó la relación estrecha que hay entre las corporaciones, el estado y la ciencia, así como, la dominación del capitalismo y las tecnociencias. La segunda sección abarcó los aportes teóricos de la propuesta sobre la ciencia alternativa. Por último, la tercera parte se expusieron las similitudes y los encuentros teóricos entre la ciencia alternativa y la coproducción investigativa.

La interrogación científica está dirigida tanto al objeto de análisis como al propio protagonista colectivo del conocimiento. Se trata de concebir la producción científica como hecho social en la que su metodología para el desarrollo de sus hipótesis teóricas, sus datos y sus demostraciones contengan en sus análisis la relación social en que se funda y regenera. La conciencia geopolítica del conocimiento se extiende así desde un diagnóstico sobre la distribución asimétrica del conocimiento a nivel global entre el norte y el sur como a comprender la colonialidad del poder interna impuesta al colectivo fragmentario, tal el modo del paradigma normal. Una praxis de ciencia co-productiva implica la responsabilidad de integrar la cuestión política del cuerpo productor y así permite un análisis crítico de las prácticas del poder anatomo-políticos (sobre los individuos), a la vez que biopolíticas (sobre las poblaciones) (Foucault: 2007).

La ciencia como praxis coloca en interrogación la ciencia normal, con relación a su praxis y método que incluso los productores del pensamiento crítico encaminados a la elaboración de una ciencia alternativa eluden dicho interrogante. La práctica institucional normalizada los compele cotidianamente a seguir el método de la ciencia normal. Con estas regulaciones la producción del colectivo cognoscente ha quedado sitiada por exigencias administrativas múltiples y por sus compulsiones al mérito que en la práctica se convierten en un control productivo que impregna los contenidos académicos, a la vez que conforman de hecho y por diseño una disposición colectiva fragmentaria para crear dichos contenidos. Caso contrario se postula en la propuesta de la ciencia alternativa y en la coproducción, ya que dicha interrogación sobre la praxis es germinal. En ese punto se inicia sin dilación, un paso al giro epistémico. De hecho, dicho paso que conduzca al nuevo paradigma inicial puede darse ya con esta interrogación que descubre el montaje de un escotoma, punto ciego para reconocer la existencia del productor colectivo.

La condición que se impone y se privilegia en la coproducción investigativa, como alternativa a la ciencia normal, coloca atención constructiva en el colectivo cognoscente, pari passu simultáneamente, a la creación de conocimientos. El método de la coproducción nutrido por las propuestas de la ciencia alternativa abarca sendos objetivos sintetizados en una misma praxis. Los significados de introducir el prefijo “co” (cum) para definir la dinámica de la producción de saberes científicos de por sí da cuenta de su demanda epistémica. El pasaje desde paradigma actual a otro alternativo conlleva la pregunta sobre ¿cuáles son los límites que deben fijarse instrumentalmente respecto de su comunidad epistémica? En rigor, no puede establecerse un límite a priori, sino que es necesario metódicamente señalar dicha unidad –conocimiento y colectivo- para la acción en la creación de conocimientos que, en este enfoque, supone una praxis unificada que instala acciones inter-transferenciales entre sujetos cognoscentes que refiere tanto al entorno inmediato (equipo, grupo y movimientos) como al mediato (agencias, asociaciones y sociedad) (Bialakowsky: 2019).

En conclusión, como se ha intentado elaborar la coproducción investigativa se nutre vivamente del desarrollo metodológico y epistémico de la ciencia alternativa, ya que ambas, se sitúan en dirección de producir un giro epistémico en los dos planos indecidibles del paradigma, contenidos y praxis colectiva.

ADENDA

Los autores dejan expuesto que este estudio ha sido largamente reflexionado, esforzado y elaborado “en tiempos actuales de pandemia.” Sin duda, la inmensa obra del maestro Pablo González Casanova siempre recorrerá el acervo del pensamiento crítico latinoamericano. Viene a narrativa aquí, necesariamente pues este tiempo lo exige. Como se observa en la crisis, la ciencia normal ha encontrado límites y obstáculos de toda índole, ya sea en sus contenidos teóricos, en sus estrategias productivas para la resolución de amenazas y riesgos planetarios, la fragilidad en la segmentación entre científicos y comunidades, y el des-cubrimiento relevante de la relación social dominante que intenta “reproducir sus formas normales” en sus límites frente a tamaño desafío.

Y si por un minuto

un instante

fugaz

nos posamos

reflexivos

oteando

paisajes

y ese giro

grito

bisturí

que con sus tajos

trozando velos

para mostrar

nos

desnudas

cuán frágiles

aquellas columnas

que sostenían

falsos ornamentos

hora de saber

nos

posados

para batir

aires

y planeos

compartidos

BIBLIOGRAFÍA

ACOSTA, A. y Brand, U. (2018). Salidas del laberinto capitalista. Decrecimiento y postextractivismo. Ecuador, 2da edición: Fundación Rosa Luxemburg.

BIALAKOWSKY, A, L. (2019). Testimonio, teoría y praxis con ALAS. En, J. Ríos Burgos (ed.), Testimonio y escritos de ALAS desde sus Presidencias y Congresos (471-488). Perú: ALAS y CLACSO

BIALAKOWSKY, A, L.; Bukstein, G. y Montelongo L. M. (2019). Movimientos sociales e intelecto colectivo. Teoría y praxis pública de movilizaciones intelectuales latinoamericanas en siglo XXI. En Sharing Society: the impact of collaborative collective actions in the transformation of contemporary societies (B. Tejerina … [et al.] (editors)Bilbao: Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea, Argitalpen Zerbitzua.

BIALAKOWSKY, A, L. y Lusnich, C. (2014). Intelecto social, la educación y las movilizaciones sociales. En, P, Martins, M, Silva, B, Freire, Éder, de Souza (Comp). Guía sobre post-desarrollo y nuevos horizontes utópicos (75-88). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Estudios Sociológicos Editora.

BIALAKOWSKY, A, L. y Lusnich, C. (2015) Universidad y los movimientos sociales al intelecto colectivo. En, S. Lago Martínez y N. Correa (Coord.). Desafíos y dilemas de la Universidad. (187-207). Buenos Aires, Argentina: Teseo.

BIALAKOWSKY, A, L.; Lusnich, C y Bossio, C. (2014a). Resistencias, movimientos latinoamericanos al intelecto colectivo. Pre ALAS Patagonia / VI Foro Sur Sur. Universidad Nacional Patagonia Austral, Calafate.

CASTRO-Gómez, S. (2007). El giro decolonial: reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. S. Castro-Gómez y R. Grosfoguel. (comp.) Bogotá: Siglo del Hombre Editores; Universidad Central, Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos y Pontificia Universidad Javeriana, Instituto Pensar.

FALS-Borda, O. (1990). Ciencia propia y colonialismo intelectual. Los nuevos rumbos. Bogotá: Carlos Valencia Editores.

FOUCAULT, M. (1978). Nacimiento de la biopolítica. España: Akal.

FOUCAULT, M., (1978). Estética, ética y hermenéutica. Barcelona, Paidós

FREIRE, P. (1972). La pedagogía del oprimido. Buenos Aires: Siglo XXI.

FREIRE, P (2005). 1986). Hacia una pedagogía de la pregunta. Conversaciones con Antonio Faúndez. Buenos Aires: Ediciones La Aurora

FREIRE, P. (1993). Pedagogía de la indignación. Cartas pedagógicas en un mundo revuelto. México: Siglo XXI

GARCÍA-Linera, Á. (2015). La potencia plebeya: acción colectiva e identidades indígenas, obreras y populares en Bolivia. Distrito Federal, México: Siglo XXI y Buenos Aires, Argentina: CLACSO.

GINIGER, N. y Carbone, R. 2019. Argentina: Cientificidio, política de Estado. Enero 07, 2019. (https://www.pagina12.com.ar/166773-cientificidio-politica-de-estado)

GONZÁLEZ, P. (1998). Explotación, colonialismo y lucha por la democracia en América Latina. México: Akal/Inter Pares

GONZÁLEZ, P. (2017). Las nuevas ciencias y las humanidades. De la academia a la política. Buenos Aires: CLACSO,

Notas

NOTAS [1] Se denomina cientificidio por su similitud a un acto homicidio (ecocidio, genocidio, etc.). Esta incidencia, intervención por medio de la reducción presupuestaria y política.

[2] Tales como: Magisteriales y #Yosoy132 de México, Pingüinos y CONFECH de Chile, Cuotistas afrodescendientes de Brasil, Bachilleratos populares y núcleos movilizadores en CyTA de Argentina y en Brasil por los recortes presupuestales presentados los años anteriores.

[3] “Los principios que rigen la ciencia normal no sólo especifican qué tipos de entidades contiene el Universo, sino también, por implicación, los que no contiene” (Kuhn: 1969, p. 29). La ciencia normal indica el tipo de paradigma como principal forma de trabajo de una comunidad científica que solamente la comunidad científica se dedica al fortalecimiento de éste por medio de experimentaciones y verificaciones de los postulados principales del mismo.

[4] Como usamos con frecuencia el nombre de González Casanova se utilizará en las siguientes citas bibliográficas las iniciales “GC”, la fecha de publicación y número de página.

[5] Extendiendo este sujeto emergente y las luchas de resistencia como: Sobre las luchas de resistencia el autor menciona “El sujeto histórico reaparece en “la víctima”, en las víctimas con “dignidad”, en sus convergencias y articulaciones. A las víctimas rebeldes se les plantean serios problemas de organización del conocimiento para la resistencia y la sobrevivencia, y otros todavía más complejos del conocimiento teórico-práctico para la construcción y puesta en marcha de sus redes y organizaciones emergentes. Al principio operan en función de intereses particulares, particularistas. Poco a poco aparece un interés general e incluso universal, a menudo vago, pero que exige o demanda respetar tanto la unidad como las diferencias de los integrantes hasta hacer de éstos un atractor común que en sus momentos superiores incluya a la Humanidad y a los humanismos” (GC: 2017, p. 161).

[6] En estos tiempos es en el plano discursivo se libran una lucha entre paradigmas que reproducen la progresión de la alianza corporativo-estatal-científica y los enfoques científicos alternativos críticos (González Casanova, 2017). Por otra parte, es en el nivel del marco epistémico donde se sitúan los significados eco-sociales, las regulaciones y las dinámicas de trabajo, en donde, se pueden ver un tipo de crisis que emergen especialmente en las etapas regresivas necropolíticas (Mbembe, 2011).

[7] La importancia primordial que tiene en el interior y exterior de los imperios y de las naciones y al capitalismo con sus nuevas articulaciones de las clases y grupos o élites dominantes, la importancia que le corresponde en las redes encabezadas por los grandes complejos científicos-militares-industriales (GC: 2017, p. 149)

[8] Entre estas propuestas se encuentran el trabajo pionero de Orlando Fals Borda sobre la Investigación Acción Participativa (IAP). Las contemporáneas metodologías colaborativas propuestas por Norman Denzin y Yvonna Lincoln; la etnografía en colaboración de Joanna Rappaport; la co-producción en la ciencia de Sheila Jasanoff y la co-investigación Enrique de la Garza y otros investigadores en este enfoque como la socio-praxis

[9]Esta figura refiere a una metáfora teórica y epistémica, en donde se relacionan los elementos de la praxis colectiva de los movimientos al intelecto colectivo.

[10] La teoría en las calles se refiere a una praxis colectiva intelectual, que emerge de expresiones de sujetos colectivos movilizados, que a través de narrativas y declaraciones co-crean teoría, teoría dentro de la teoría. Teoría que abarca el conocimiento y su marco epistémico.

[11] En la coproducción investigativa se trabaja desde diferentes aspectos: lo político, lo afectivo y lo emotivo.

[12] Las referencias a Freire están en sintonía con las mencionadas en la obra de Las nuevas ciencias y las humanidades de González Casanova.

[13] “Cum es algo que nos expone: nos pone los unos frente a los otros, nos entrega los unos a los otros, nos arriesga los unos contra los otros y todos juntos nos entrega a lo que Esposito (el bien llamado expuesto) llama para concluir «la experiencia»: la cual no es otra sino la de ser con (…) Cum pone juntos o hace juntos, pero no es ni un mezclador, ni un ensamblador, ni un afinador, ni un coleccionista. Es un respecto, como se advierte cuando «con» significa también «con respecto a»: «estar bien/mal con alguien», «estar/no estar en paz con uno mismo». Este respecto (que puede ser también un hacia - «bien dispuesto hacia alguien»- un estar-vuelto-hacia) (…) No está en un lugar, porque es más bien algunas cosas, y algunos, estén ahí, es decir que ahí se encuentren los unos con los otros o entre ellos, siendo el con y el entre, precisamente, no otra cosa sino el lugar mismo, el medio o el mundo de existencia.” (Nancy: 2003, p. 16-17).

[14] De manera general, el autor estudia y desarrolla las complejidades y características que se encuentran en el zapatismo y las formas alternativas de organización colectiva y del saber-hacer en la base de la creación de nuevas relaciones sociales en todo el espacio social.

HTML generado a partir de XML-JATS4R por