Estudios
CONDICIONES DE POSIBILIDAD DE LA FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN PARA APORTAR AL SURGIMIENTO DE UN IMAGINARIO POST-NEOLIBERAL
Conditions of possibility of the philosophy of liberation to contribute to the emergence of a post-neoliberal imaginary
CONDICIONES DE POSIBILIDAD DE LA FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN PARA APORTAR AL SURGIMIENTO DE UN IMAGINARIO POST-NEOLIBERAL
Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 26, núm. 93, pp. 12-33, 2021
Universidad del Zulia

Recepción: 11 Agosto 2020
Aprobación: 20 Enero 2021
Resumen: Ensayaremos hacer una reflexión filosófica acerca de las condiciones y posibilidades de sociedades postneoliberales y de los desafíos de la filosofía de la liberación (FL), en el futuro próximo (2030-2050). Analizaremos algunas ideas de las alternativas de salida del neoliberalismo (y/o su sobrevivencia), que se abren a la crisis de la geocultura liberal en América Latina, post-corona virus, como quinta fase de la FL. Lo haremos ubicando lo político y lo filosófico como problema del rol a jugar por la FL, para imaginar prospectivamente Utopías concretas, que tengan a la cooperación, a la ecología como inevitables guías del sentido de articulación política y creativa de lo diverso, que llamaremos ‘ecoocreatividad’. Por otro lado, nos apoyaremos en la FL para criticarle su idea de lo político e incorporar a la reflexión la idea democracia radical. Las utopías concretas que rastreamos son para analizar la irrupción política factible para pensar las condiciones de cambio o alteración del sentido de la hegemonía neoliberal, desde la perspectiva ecológica y decolonial de emancipación, incorporando lo terrestre (tercer atractor) según Bruno Latour, como categoría política. En consecuencia, ensayamos pensar la política de la FL desde otros imaginarios postneoliberales y desde la ecoocreatividad, como ensayo prospectivo y utópico-concreto como el nuevo horizonte de factibilidad.
Palabras clave: cooperación, ecoocreatividad, neoliberalismo, filosofía de la liberación, hegemonía, política, utopías concretas.
Abstract: We will try to make a philosophical reflection about the conditions and possibilities of post-neoliberal societies and the challenges of the liberation philosophy (FL), in the near future (2030-2050). We will analyze some ideas of the alternatives to exit neoliberalism (and / or its survival), which open to the crisis of liberal geoculture in Latin America, post-corona virus, as the fifth phase of the FL. We will do so by locating the political and the philosophical as a problem of the role to be played by the FL, to imagine prospectively concrete Utopias, which have cooperation, ecology as inevitable guides of the sense of political and creative articulation of the diverse, which we will call ' ecoo-creativity '. On the other hand, we will rely on the FL to criticize its idea of politics and incorporate the idea of radical democracy into reflection. The concrete utopias that we trace are to analyze the feasible political irruption to think about the conditions of change or alteration of the sense of neoliberal hegemony, from the ecological and decolonial perspective of emancipation, incorporating the terrestrial (third attractor) according to Bruno Latour, as a political category. Consequently, we tried to think the politics of the FL from other post-neoliberal imaginaries and from ‘ecoo-creativity’, as a prospective and utopian-concrete essay as the new horizon of feasibility.
Keywords: cooperation, eco-creativity, neoliberalism, philosophy of liberation, hegemony, politics, concrete utopias.
INTRODUCCIÓN
Nuestro punto de partida[1] es que la ética de la liberación en la dimensión ontológica propuesta por Dussel (2002) puede ser aceptada y compartida filosóficamente como principio del pensamiento crítico para que oriente la praxis de políticas alternativas al neoliberalismo. Pero su concepción de lo político (2006, b, c) debería mantenerse ontológicamente vacío, como sugiere Ernesto Laclau (1987; 1996). Esto es para que lo político sea el ámbito del desacuerdo y el antagonismo inherente de las relaciones sociales, que no pueda ser asfixiado por pretensiones universales y absolutas. Lo inescindible de lo político como espacio de desacuerdo (Rancière, 1996; 1998) es propicio para la diversalidad, la disputa por el sentido y la hegemonía que hará posible el cambio de orientación y de los objetivos entre adversarios. La existencia de la política es útil para no llegar a la guerra o a la destrucción entre los enemigos (como la guerra civil española), si posee las instituciones adecuadas que canalicen las diferencias y desacuerdos irreconciliables, evidentemente. La orientación de la Filosofía de la liberación (FL) será el horizonte de la transmodernidad (Dussel) como campos de experiencias no eurocéntricas, diversales[2] y ecológicas que trastoquen todas las jerarquías enredadas (Grosfoguel: 2009) de la modernidad (poder, genero, raza, saber, cultura, geográficas) y con orientación positiva de superación critica de lo dado, es decir postneoliberales[3]. Para que su praxis sea un proceso no de cierre dogmático de contenido autoritario-profético en sociedades caóticas y complejas. Sino más bien el reverso, es decir de desprendimiento epistemológico y de transformación institucional permanente como potencial inmanente, con objetivos factibles y orientadora de gestiones concretas de lo público, lo común intergeneracional. Las dimensiones para pensar lo político es necesario abrir otras dimensiones más allá de lo local (primer atractor) y lo global (segundo atractor). Siguiendo a Bruno Latour (2018) podemos incorporar al dialogo lo Terrestre (el tercer atractor) pensándolo como sostenible en el tiempo, apoyado en utopías concretas ecoocreativas[4] (ecología+coopertivismo+creatividad) post-capitalistas.
Tal vez los futuros sepultureros del capitalismo, si los hay, no serán exactamente los previstos por Marx en nuestras sociedades complejas, multiétnicas y pluriculturales. Pero seguramente las mutaciones en curso promuevan como actores principales además de los desplazados por cuestiones climáticas y a las víctimas de las injusticias del neoliberalismo (NL), los sujetos cooperativos, educados y solidarios de diversas perspectivas ideológicas, sensibles a las injusticias que trabajan y colaboran en red, accionando más allá de las fronteras locales y nacionales. Tres aspectos observamos que importan a la FL. En primer lugar, un imaginario[5] viene configurándose en estos contextos de crisis civilizacional manifestadas en por la pérdida de consenso en la centralidad política del mercado, como articulación de diversas demandas equivalentes en lo referido a la biosfera, la economía y en las crisis sanitarias. Por otro lado, en la dimensión analítica y filosófica en los relatos modernos/postmodernos que no alcanzan a interpretar y comprender el sentido de lo que acontece, ni poseen alternativas posibles ni deseables de consenso amplio. Por último, la comunicación se intensifica tanto como su enrarecimiento acrecentando la sensación de incertidumbre, de una urgencia cada vez mayor para decidir rumbos, para superar la crisis que ya dura demasiado tiempo, siendo ya un modo de ser de lo terminal y no un momento temporario. La información abundante atenta contra la objetividad y la veracidad de lo enunciado para las comunidades y sus gobiernos. La verdad, entonces, no aparece ni en minúscula ni en mayúscula, está condenada a estar entre paréntesis indefinidamente. Estos tres untos implican repensar algunos supuestos de la FL y revisar sus supuestos acerca de la particularidad de lo político, para que sea un horizonte transmoderno de inspiración para la praxis social de los grupos y movimientos de transformación postneoliberales.
Hablar de postcapitalismo, de sociedades postneoliberales, de transmodernidad es un intento de problematizar y renovar el presente, reformulando las preguntas que lleguen a la idea moderna del fundamento ontológico de lo real (referente, signo, fenómeno) y a las expectativas filosóficas emancipatorias modernas[6]. La idea de lo “post” no alude al fin de algo cambiando la forma y no el contenido, sino a algo que en sí mismo es conflictivo y difícil de abordar porque interpela es estatuto mismo de lo que la ciencia valida y sostiene como “lo Real”. Esto es lo puesto en radical consideración por la misma ciencia, como siglos antes lo fue la idea fundante de Dios como criterio de Verdad. Esto implicó el cambio de estatuto de lo real y lo legitimo para las sociedades europeas hecha por la Ilustración, que puso en duda el fundamento mismo del sistema de poder monárquico-eclesial. La pretensión de ser, ir o estar más allá de la modernidad no debería apoyarse entonces en nuevos fundamentos de lo real (ontológicos) como es el caso de Dussel en referencia a la política sostenida en una ética material y formal con su idea de pueblo y comunidad (2006, b y c). Porque es algo a crear y llenar de contenido en la contingencia de la lucha entre antagonistas y adversarios. Ni el Dios de la teología, ni en la ciencia moderna positivista las estrategias de apresar un sustrato objetivo como el referente, el fenómeno y el signo nombran el todo lleno que fundamente lo Real y la Verdad. En todo caso, es un intento ambiguo, incierto y sobre todo paradojal en sentido político, ya que el sentido y lo que puede ser comprendido es una creación-construcción del genio increíble y a la vez limitado de los humanos. La acción colectiva se basa, por lo general, en grupos no siempre mayoritarios electoralmente en las sociedades democráticas-liberales en una autoselección libre y consciente, en una coordinación dispersa y con un aumento de espacios de solidaridad, autonomía y empatía considerables, propicios para practicas sociales y de gestión pública. Hay orientaciones más solidarias, participativas, colaborativas y cooperativas que otras. Estas son las condiciones de las relaciones de poder en la construcción de la hegemonía y las posibilidades de la acción articulatoria de la praxis política postneoliberal como aprendizaje político del “pueblo” -al que hay que definir en la acción, en la creación de un campo hegemónico en disputa agonal[7]-, que toma conciencia de sí y para sí (en sentido hegeliano), en el camino que va resolviendo políticamente el sentido complejo del antagonismo inherente y estructurante de lo político, donde se construyen las identidades.
La temporalidad estructura los imaginarios sociales que visualizan por resonancia y empatía los efectos de la desmesura, de un modo de vida insaciable en contextos pandémicos (COVID-19). El vacío constitutivo de lo político puede o no llenarse con sentidos alternativos a la hegemonía NL que desborden las condiciones de vida en lo cotidiano. Si transmodernidad es un horizonte posible y deseable que confronta contra la modernidad y la postmodernidad como filosofías causantes de sociedades egoístas y autofagicas (Jappe: 2017; Doufour: 2007), entonces las sociedades “conviviales” (VVAA: 2020), ecoocreativas, discretas y frugales (Latouche, 20006) pueden ser en sentido de lo posible un modo de vida alternativo a las sociedades neoliberales. Las sociedades postneoliberales son la configuración de un horizonte en donde el significante vacío “economía de mercado/libre comercio” que todo lo articulaba en la hegemonía mundial puede ser suplantado por experiencias colectivas en que se realce la idea solidaria y cooperativa de lo común (Laval & Dardot: 2014).
Habrá que ir uniéndolos en cadenas de equivalencias, resignificando nuevamente “democracia”, “justicia” y “libertad”. Estas son las tareas de esperar de los partidos y de los movimientos sociales cuya praxis opte por horizontes tansmodernos-ecoocreativos que comprendan la estrategia de articulación y consolidación de esas cadenas de equivalencia de diferentes reclamos y litigios políticos situados, para posibilitar acontecimientos que condensen el deseo de lo inesperado y auténtico, en el imaginario utópico concreto post capitalista. Donde muchos mundos quepan en la tierra. La idea de “pueblo”, “popular” y “populismo” se reactualizan en el debate y en la puesta en escena del presente en mutación (Mouffe: 2018), no solo en lo histórico, económico, social y cultural sino más específicamente en “lo terrestre”, el tercer atractor que incorpora lo ambiental (Latour: 2017). Si Margaret Thatcher decía que “la sociedad no existe”, entramos en épocas en donde se pone nuevamente en duda no solo el “arkhé” como fundamento según Frédéric Lordon (2018) sino la idea misma de “in-dividuo” (lo no dual, indivisible, homogéneo), ya que pareciera ser que somos más bien “dividuales” (Massumi: 2018; Citton: 2018).
CINCO HIPÓTESIS DE INDAGACIÓN HEURÍSTICA, PARA AMPLIAR EL HORIZONTE DE LA FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN Y EL PENSAMIENTO DECOLONIAL
La FL deberá abordar y repensar su propia ontología de lo político, partiendo de lo político como campo propio de su accionar paradojal, como espacio del desacuerdo inherente y determinante. En consecuencia, de una racionalidad compleja y relacional particular, donde lo humano y el deseo cobran toda su dimensión de desafíos, expectativas, incertidumbres y esperanzas. Porque lo político no se deja limitar a la filosofía política, como las de Platón, Aristóteles, Hobbes o Marx, que tratan de apaciguar, calmar, aclarar y darle lugares o contratos precisos y ficticios a los actores-sujetos. Será por esto un desafío filosófico que le llega también a la FL para volver a reconsiderarlo, porque el descuerdo inherente y constitutivo de este campo no está resuelto en el libro 20 tesis de la política (Dussel: 2006), en donde la ética da los principios normativos a la política (Tesis 9). Dussel presenta (Tesis 2 y 3) una dualidad complementaria, la ‘potentia’ (el poder soberano del “pueblo”) que debe crear legítimamente ‘la potestas’ (el poder instituido, el cual debería saber escuchar los motivos del litigio y resolver el clamor de quien posee el verdadero poder no fetichizado: el Demos). Entonces podríamos concluir que lo político es un proceso sin fin, propio, que se resuelve en ese espacio de desacuerdo y conflictividad inmanente que promueve en este espacio relacional de intercambio de discrepancias, de problemas y de antagonismos. Esto es lo que entendemos como Democracia Radical, que debería orientar la praxis de liberación y promover las instancias de gobernabilidad (la potestas) adecuadas a canalizar el antagonismo democrático e impedir la guerra.
No siendo en ningún caso posible la caricatura escolástica y moderna de la plenitud de universales dados por profetas-filósofos y líderes que satisfacen y resuelven románticamente las demandas políticas de un pueblo que a priori tiene su identidad sustantiva, acosada y deformada por “malvados enemigos extranjeros”. La situación, obviamente es además de ser más compleja, es mucho más apasionante intelectualmente cuando se lo piensa desde el potencial y desde las posibilidades de emancipación de los límites economicistas de la hegemonía del neoliberalismo dogmático y depredador. Esto es, evidentemente, un momento de negatividad, de rechazo y de resistencia a lo que tantos problemas socioeconómicos y ecológicos ocasiona. Pero más atractivo y necesario es, por esto mismo, pensarlo desde la creatividad de un imaginario que requiere utopías concretas, desde las estrategias de liberación integral que requieren ser reelaboradas por la FL. Esto es, como horizonte ‘Transmoderno’, incluyendo la ecología, la creatividad y la cooperación (ecoocreativiad) como institución central de su praxis como filosofía que nutre y abre la práctica política de colectivos diversos, dispersos, inestables y dinámicos. La concepción de lo político de la Filosofía de la liberación es un límite al desarrollo y a la evolución misma de sus praxis.
Lo político, en tanto espacio ontológicamente vacío (an arckhé, sin raíz/fundamento), es la condición de posibilidad del cambio y la reformulación de objetivos a partir de las relaciones entre adversarios con cosmovisiones y expectativas diferentes. El cambio y la reformulación vienen dados como consecuencia del antagonismo inescindible en lucha por el sentido de deseos no siempre conscientes y explícitos, y otras tantas por verdades metafísicas inexistentes e inaccesibles, inscriptas en los imaginarios en disputa que se manifiestan en los acontecimientos y sus interpretaciones. Este vacío que no es la nada sino la imposibilidad de un Todo Pleno (de felicidad-abundancia-armonía), que posibilita por esto el juego permanente, reglado y especifico de la sociedad para tratar el desacuerdo, los litigios y los malentendidos. Su finalidad es simple: no quedar inmovilizada por fetichizar sus logros en instituciones (o aspectos específicos de la civilización como el poder, el dinero o la tecnología) o correr el riego de guerras de exterminación del enemigo para ganar la disputa. Y esto implica a la filosofía como espacio de dialogo sin final acerca de lo inaprensible de lo Real. Es decir, de cualquier imagen de un “Real” dudoso e impermanente al que sí llega el pensamiento teológico y el dogmatismo religioso/político. Lo “Real” en nuestra perspectiva es el “porrazo”, el golpe, la caída, la herida manifiesta y encarnada en la temporalidad, en el grito de dolor e insatisfacción. Y en particular, lo que da una bofetada (en el espacio de lo político) a la pesadilla de cualquier rostro divino o dictador indeseado (Hitler, el mercado, el Estado, el Partido, el Imperio, los “expertos”, los algoritmos), que traiga o tenga la solución prefabricada, “en nombre del Padre” como autoridad que se fundamenta en el mero poder coactivo, autoritario. Es decir, antes de que sea formulada y dialogada por los interesados directos, por motivos ajenos al encuentro ecoocreativo del Demos. Pero si esa experiencia de lo real es personal, real y también posible al menos para algunos, podemos acordar tal vez que no es suficiente para hacer una ontología de esta experiencia de la intuición cercana a lo místico. Tampoco es suficiente la elucidación filosófica de esa experiencia de acceso a lo “real”, de raro acceso en la academia y muy difícil en la lucha política porque cierra el dialogo y establece un monologo en el mejor de los casos poético. En el peor escenario es que adquiera la forma de verdades que incitan al fanatismo y la violencia que une a un grupo (Nación, clase, etnia, genero, ideología) y cierra la política a espacios preasignados y sustantivados a los adversarios o antagonistas políticos, auto-justificado por su revelación “verdadera e indubitable” de la misión (progreso eurocéntrico), del líder (Hitler/Trump) o del profeta que incita acciones colectivas (suicidios, partidos que promueven la guerra o matanzas, exclusión y prohibición de extranjeros o de credos religiosos)
La democracia radical en nuestra perspectiva es entender la política como espacio de entrada igualitario al juego de lo político, que establece la política como asignación de recursos y lugares en relaciones de poder específicas. Es el espacio donde el sentido ético es dado por cada particular (partido, movimientos, organización, grupo) en los acontecimientos que interpelan, interpretan y responden al “porrazo” (como la caída inesperada de los niños, cuando corren alocadamente…). Pero lo político es siempre en situación, resignificando el pasado como vector de poder en el presente siempre modificable, cambiable. Por un lado, lleva implícita una visión temporal prospectiva como deseo, desde imaginarios que pueden dar coherencia a horizontes de utopías postneoliberales. En el caso de la FL, debería promover con su reflexión utopías concretas, para ser coherentes con la praxis que sostiene. Por otro lado, podemos aceptar la perspectiva de pensar la otología de lo político de que el deseo de vivir y querer seguir viviendo (voluntad de vivir como impulso de danzar con la muerte) es el tratamiento mismo de ese presente del querer volver permanente, voluntarioso e inconsciente a esa unidad kaosmica, como totalidad e integralidad imposible de nominar (al vientre materno o a paraísos ya perdidos por la caída a causa del pecado original). Pero esta experiencia integral alude a el deseo al que solo accedemos fragmentariamente con nuestra experiencia corporal y consciente, a partir de la particularidad, el fragmento, la diseminación y la corta vida del entusiasmo. Ayudados a veces por filosofías, prácticas de autoconocimiento y tradiciones de sabiduría que activan las emociones, las pasiones y el éxtasis de la actividad colectiva.
Para la FL la sociedad política es lucha, confrontación y antagonismo inherentes en las relaciones políticas por los movimientos sociales que atraviesan los diferentes campos (económico, político, cultural). Es la voluntad de vivir del pueblo oprimido y pobre, como fundamento ontológico en Dussel: “La vida humana es el fundamento de la voluntad. La voluntad no es sino el “querer vivir”, el querer del viviente por el que se afirma positiva y tendencialmente en su ser viviente. Por su parte el poder es el despliegue de la misma voluntad de vivir”. La ‘potestas’ en Dussel es la política como gobierno y las demandas que se institucionalizan, es la acción de gestión y asignación de lugares y recursos, el control policial. Sera “la política” que asigna los lugares, las partes correspondientes y los reconocimientos legales. Si lo político es el descuerdo constitutivo en el campo dado de lo social, entonces es el litigio que trata de algo, pero desde dos mundos de lo ya asignado contrapuestos. El encuentro de estos dos mundos es desde el que emerge lo antes invisible y ahora audible y presente, lo que incomoda con el grito y la demanda, con la revuelta (los Chalecos amarillos en Francia, EZLN en México). Hay siempre perspectivas diferentes que discrepan en qué es lo igual y quienes son los iguales. Por esto la política se confunde con “la policía” y se fetichiza, porque pone a cada uno en su sitio asignado, porque así lo quiere y decide el Estado con sus fundamentos legales, sostenidos en su interpretación y traducción por las relaciones de poder imperantes y hegemónicas. El problema aparece cuando no escuchan al que se sale del libreto, al que excede lo previsto a cada lugar porque no lo entienden, si llegan a verlos y a escucharlos. Es más, “la policía” exige callar, circular y volver al sitio dado cuando algo acontece. Propone volver a la tarea asignada, a aceptar lo ya resuelto.
Por esto, lo político es el desacuerdo mismo donde se instaura el juego inherente e inmanente de la lucha, que estructura las relaciones antagónicas entre enemigos y/o adversarios a causa de desacuerdos congénitos, a deseos divergentes. Pero no por malentendidos a causa de una mala comunicación. Es el cambio potencial de las relaciones de poder y el trabajo específico de la hegemonía como campo discursivo inestable y dinámico. Esta, la hegemonía, deberá asumir entonces las diferencias, reabsorberlas e integrarlas en su campo de poder, ya que el consenso es producto de la hegemonía misma. Para que el “príncipe” siga siendo “El Príncipe”, para que éste gobierne de acuerdo con su imaginario y con mitos fundantes de su discurso y praxis política (aunque no sea ni su voluntad explicita ni racional del asunto…). La política es lo que reparte los dividendos de recursos y prestigio, es decir las formas institucionales e instituidas alcanzadas para la gestión y resolución de las demandas colectivas. La filosofía de la liberación como filosofía del pueblo pobre y oprimido, es el contra discurso del Príncipe (de la riqueza de los Oligoi), es un antagonista a priori en su acto fundacional a finales de los años 60.
Es en la diferencia de enfoque de ese pensar de separar lo político (el espacio vacío que posibilita el juego de las diferencias) de la política (la que asigna los lugares y roles fijos) desde donde queremos pensar críticamente el aporte de Dussel. Primero, porque ya no será ni el individuo atomizado y aislado del liberalismo, ni el ciudadano comunitario encerrado en su Estado-Nación (con identidades cerradas y perfectamente delimitadas, características propias del comunitarismo autóctono y/o étnico, o del colectivismo comunista ruso). En nuestra perspectiva implícita de utopías concretas, en nuestra utopística que no copia la idea de la política de Dussel por su visión fundacionalista de la política como lo óntico, que cierra el juego de las diferencias al interior de las perspectivas postneoliberales. Posiblemente habrá en el futuro instituciones que conjuguen la ecoocreatividad (ecología + cooperación + creatividad) con horizontes transmodernos en formatos institucionales inéditos, sin abandonar la idea de democracia republicana y poniendo la “égaliberté” en el centro del pensamiento y de la acción política. Es muy probable también que la praxis se tope con altas dosis de ‘individualismo colaborativo’ como paso previo a la cooperación ecológica y creativa. Por esto, las nuevas articulaciones transversales de las diferentes demandas y necesidades podrían ser de distintas “posiciones-sujeto” (Laclau y Mouffe, 1988) que dejaran más obsoletas aun las teorías eurocéntricas modernas de acción política -de corte liberal y marxista-, haciendo repensar sin a priori ontológicos eurocentrados la idea de ciudadanía, en relación con la democracia, la identidad, la justicia social y el pluralismo[8]. La articulación de las diferentes posiciones sujetos en una sociedad dada son parte del litigio en fragmentos inconexos que tiene el NL actual. Y que los movimientos sociales contrahegemónicos deberán ensayar unirse en la diversidad, con la creación de un imaginario ecoocreativo transmoderno que no implicaría una ontología para lo político como sugiere Dussel. Sino más bien rastrear en la utopística como sugiere Wallerstein, o en la formulación de utopías concretas creadas como regulación indicativa de lo incierto, regulados por formas directas de participación y articulación política en su selección y decisión. Pero lo que se instituirá muy probablemente como nodo básico será la institución funcionando en red con gestión cooperativa, abierta y con democracia directa. Donde “una persona un voto” o modos alternativos de sorteo en medio de redes y nodos articulados que aparecen, se transforman, y desaparecen y reaparecen transfigurados.
En segundo lugar, pensamos que la FL en su formato actual, quedará excluida si no pasa a una nueva etapa de reformulación y actualización teórica, donde la Justica podría ser un nuevo tema para desarrollar como la categoría articulante de totalidad filosófica para la liberación propuesta por Dussel, a lo largo de su obra filosófica. Esto deberá promover profundizar aún más en los contenidos positivos de la sociedad transmoderna (Dussel: 2005) y sus contenidos positivos de democracia, libertad e igualdad en la crisis de las sociedades NL donde la competencia generalizada y el individualismo extremo son sus causas[9]. Las pretensiones de universalidad de la FL implican desarrollar la actualización de su categoría de ‘analéctica’ en estos nuevos contextos acelerados y complejos, para que la praxis se enraíce en las disputas y desafíos actuales en Europa del Sur, y muy particularmente en América Latina en conjunto.
UTOPÍAS CONCRETAS, O QUÉ SE PODRÍA PENSAR PARA NO HIPOTECAR CONCRETAMENTE EL FUTURO…
Las hipótesis que proponemos las resumimos en cinco puntos, como rastreo filosófico y político de un nuevo imaginario posible postneoliberal. Es lo que hemos recopilado y sintetizado de numerosos investigadores y movimientos sociales que consideramos posible, plausible y conveniente de las utopías concretas para:
I. La tensión moderna-transmoderna
La tensión entre los dos momentos (filosofía moderna y filosofía de la liberación) se han autonomizado en un antagonismo que no es superado aun en el presente. Etapa en la cual la filosofía de la liberación se funde en un polo del problema, sin haber logrado aún ser su exterioridad, no saliendo ni abriendo aun del horizonte filosófico moderno. Los límites de la modernidad se convierten en obstáculos inherentes y autoconscientes, no superados aun por la FL porque parece anclada sobre todo en el momento de negatividad, si bien Dussel en particular ha aportado las pistas y las tópicas filosóficas a desarrollar. La filosofía busca unir y dar coherencia al mundo de la vida y al conocimiento, proponiendo en su historia por lo general algún fundamento ultimo de lo Real (Ser, referente, fenómeno, signo), escapando a toda contingencia posible. La política tiene como misión dar la posibilidad a las comunidades de proponer, refundar y reformular sus objetivos. Por lo tanto, el desacuerdo es inherente porque de hecho es necesario para la institución de ese espacio de encuentro de las diferencias. En ese sentido es contradictoria la relación de la filosofía con la política porque los objetivos y misiones de cada uno son diferentes. Dussel busca la coherencia entre filosofía y política, a diferencia de Rancière, Laclau y Zizek que por el contrario suponen y sostienen en sus argumentos lo irreductible de ese espacio vacío que no puede llenarse, que no tiene ni puede tener solución final en las condiciones de la democracia moderna y liberal que puede debatir, dudar y reformular toda finalidad y decisión. La FL tiene implícita una metafísica en su ontología política que es la voluntad de vivir. No salda su pretensión de alternativa no eurocéntrica al reemplazar a Dios como fundamento ultimo por la voluntad de vivir con la crítica al eurocentrismo moderno por sus brutalidades coloniales-epistémicas y por las crueldades históricas cometidas. Porque cambia el sentido del fundamento, pero lo deja al final de cuentas, intacto, aunque con otra orientación trascendental.
Una filosofía post o trans moderna que pretenda unir la filosofía y la política debería abordar críticamente la idea misma del centro y fundamento, con alcance a la filosofía como a lo político. Debería abordar el cambio de contenido con la crítica radical a la propuesta del fundamento ontológico que promueven los argumentos políticos en disputa, aceptando la contingencia creativa del sentido siempre inestable, incierto y complejo, en mutación por las disputas en contextos relacionales determinados. Para Rancière (1996; 2004) lo especifico de lo político es la posibilidad riesgosa y la apertura libertaria para cambiar de propósitos y finalidades, porque es la racionalidad misma del desacuerdo, eso que la filosofía quiere eliminar, evitar o reducir (1996:11). La filosofía podrá tener las pretensiones de poseer el fundamento ontológico de la verdad y la realidad que canalizan grupos y partidos, pero lo político no puede cerrarse a la univocidad universalizante, sino a la pluriversalidad dialogal del desacuerdo relacional, inherente y constitutivo de su actividad que puede tener pretensiones de universalidad a partir de las necesidades y demandas de lo particular, en referencia a lo común, la colaboración cooperativa y la creatividad democrática del futuro deseado y factible (utopías concretas). Lo político es un litigio como manifestación y acontecimiento del disenso que posibilita su emergencia, y no “la policía” que instaura el orden suprimiendo el desacuerdo constitutivo. Descuerdo inherente que no se reduce a malentendidos ni desconocimientos, sino que es esencial como actividad frente a ese vacío que es objeto de la disputa, para ser llenado por el sentido de las voluntades de las partes que claman ser reconocidas como iguales en el juego, que instaura desigualdades inestables. Por esto no puede basarse en “naturaleza” o en contratos sociales como origen artificial, porque lo político es algo que no se puede completamente fundamentar, debido a que es su paraxis la que permite cuestionar lo dado comio “real” y posibilita además replantear los fines. Y es por esto por lo que es el lugar del no fundamento, de lo contingente y del desacuerdo porque todo se puede replantear y reformular. Es el lugar de la anarquía, en su verdadera etimología (an arkhei) lo que no tiene principio ni fundamento - que no implica necesariamente el rechazo de las instituciones, como en el anarquismo moderno-. La actitud filosófica de Rancière frente a “la para-política” y a la arkhé -política es contra cualquier intento de fundamentación, sea naturalista, histórico o artificial, porque es la critica a algún tipo de mentira, disimulo o ficción.
La idea de transmodernidad en Dussel debería replantear filosóficamente el alcance de la idea misma de fundamento (el poder de la voluntad) como extensión normativa de la política, para seguir la huella de la pluriversalidad de Mignolo (2001) y Grosfoguel (2009). Esto es como sentido siempre en creación, promovida por la política que pone y orienta el litigio del juego del desacuerdo de las diferentes filosofías y de las éticas en disputa, en cada situación y discusión. Lo que hay que evitar, acordamos con Dussel, es la fetichización del poder y de la filosofía con su criterio dogmático de Verdad más allá del acontecimiento, al interior del desacuerdo constitutivo que dinamiza el devenir de lo social. Es decir, la posibilidad indeseable del cierre y asfixia por la hegemonía política sea del signo y orientación que sea. La idea de Justicia estaría entonces en el centro de la inestable definición de lo político como el terreno del encuentro entra la política y la policía en el tratamiento de algo que no encuentra su razón ni justificativo en la distribución de los lugares y la asignación de reconocimientos, que es el error que posibilita la búsqueda potencial de la verdad política. Pero no será eterna ni verdadera sin más, aunque haya filósofos que creen que encarnan el rol del portavoz del logos divino de lo justo y profetas de la emancipación de lo equivocado.
II. La novedad dialéctica postneoliberal
La novedad dialéctica irrumpe en que requiere ahora más que nunca dimensiones propositivas y positivas superadoras, para fundar un imaginario radical que promueva el antagonismo necesario de la acción política post neoliberal, por la urgencia y la importancia de los desastres irracionales del modo de producción y del consumo actual. Los “sujetos” que piden su parte en a la distribución del todo son ya evidentes y visibles, escapando a las clasificaciones sociológicas precedentes. Para Bruno Latour (2018), Lo terrestre (tercer atractor, siendo lo local el primero y lo global el segundo) es de entrada un tipo de reconocimiento invocado y exigido por la ecología política que nos hace viajar en el tiempo, nos retrotrae al mito, a la simbólica de lo sagrado, pero en tiempos no religiosos. El mito y lo sagrado se asumen en la modernidad como lo superado por la ciencia y la tecnología. Este viaje en el tiempo nos pone también frente al espejo del futuro con la sensación de oscuridad y de imagen ya no gloriosa e iluminada de la redención ni de un paraíso terrestre de ciencia ficción, sino de la angustia de lo desierto y recalentado.
La filosofía de la liberación debe definir si abre el marco del encuentro de las diferentes filosofías y ser el nodo de la articulación de diferentes universales a llenar de contenido, en el desarrollo de los antagonismos y desacuerdos que plantea la situación política de la casa-tierra (eco, de ecología y economía). Definir si su pretensión es ser un jugador más del campo agonal en permanente delimitación por la política, que busca ocupar ahora el centro de la escena. O evitar el centro con formas rizomáticas de redes dinámicas y complejas que no renuncia a la igualdad y la libertad en sociedades transmodenas ecoocreativas, donde la justicia este descentrada de la propiedad privada de lo común y no custodia la banalidad innecesaria de la desmesura.
La situación presente en su complejidad fáctica y categorial de abrirse a la innovación de nuevas preguntas y supuestos experimentales es imperativa, debida sobre todo a la necedad epistémica y filosófica del eurocentrismo moderno, inherente al NL. Situaciones que generan el riesgo en la que el pensamiento decolonial y la filosofía de la liberación pueden quedar inmersos en su dimensión de negatividad que sostiene la hegemonía del NL. Al menos hasta que pasen a una quinta fase post neoliberal (respuestas creativas a los nuevos desafíos, posterior a las derrotas electorales en América Latina -Bolivia, Brasil, Argentina y Ecuador- a partir del 2015), que es la que llega con las urgencias ambientales-epidemiológicas y políticas después del 2016, como punto de ruptura y agotamiento del NL actual.
La primera fase de la FL es, según Dussel (2005: 373-388, In Salas Astrain Vol. II), cuando define el origen desde 1969 hasta 1976, en que comienza el exilio de los filósofos argentinos hacia México y España. De estos años de seguidillas de golpes y gobiernos antidemocráticos desde 1973 hasta 1983 por el retorno democrático[10] marca la segunda fase y el desembarco e políticas neoliberales de los “chicago boys” en Chile y Argentina con Martínez de Hoz. La tercera fase (1983-1989) va del retorno democrático en 1983 en Argentina hasta la caída de muro de Berlín y derrumbe de la URSS a fines de los 80-comienzos de los años 90. Agregamos nosotros que va junto con la imposición política del Consenso de Washington por parte del FMI y el departamento de relaciones exteriores de EE. UU. La cuarta fase, desde el derrumbe del comunismo alemán, y del bloque soviético pasando por las Guerras del Golfo, la crisis “Subprime”, hasta 2016. Es decir, el año que se marcan las caídas de las experiencias populares y “populistas” en Latinoamérica, en las que Dussel fue muy activo (Venezuela, México y Bolivia). Coincide además con el triunfo de Donald Trump y el retiro de su país de los acuerdos de París, la victoria electoral de Mauricio Macri, el derrocamiento del gobierno del PT en Brasil, la desestabilización de Venezuela, el triunfo de Pinera como retorno a las políticas neoliberales del Corralito en Argentina.
La quinta fase, insinuamos en este artículo, es la que se abre hasta la fecha, con desafíos redoblados por el triunfo electoral en 2019 en Argentina, las revueltas en Chile, el golpe de estado en Bolivia, el triunfo electoral de Jair Bolosnaro y el sobreseimiento legal y jurídico del expresidente de Brasil, la globalización del COVID-19, los informes de la comunidad científica en lo referente al calentamiento planetario y sus catástrofes actuales y a venir, etc. Por toda esta diversidad de desafíos y problemas que tiene como acuerdo el derrumbe de los paradigmas filosóficos y científicos modernos eurocentrados, es que la FL y sus nuevas camadas de filósofos deberán crear y producir lo que vendrá en la disputa, inevitable y en antagonismos, según prevemos, cada vez más intensos. Podrá proponerse como marco general del debate albergando múltiples perspectivas en su interior, o cerrase a solo una propuesta, y limitar así su horizonte de influencia y actuación. A nivel epistémico, la ciencia y la academia de producción de saber y de conocimientos modernos eurocentrados han perdido toda independencia (si alguna vez tuvieron), siendo la fuerza determinante de la sexta gran extinción de las especies y de los desarreglos ambientales que ponen en riesgo la continuidad de la vida.
Por esto, con la caída de los paradigmas políticos de la mundialización neoliberal como del científico moderno, hace suponer que el Paradigma de la complejidad (Morin, Stengers, Prigogyne) y la Filosofía de la Liberación pueden crear una convergencia fecunda sin pretensiones de centralidad para pensar la acción, los acontecimientos y los desafíos a futuro. Más bien es mejor pensarlos como nodos de articulación de un campo potencial disperso, rizomático, utopístico, prospectivo. A la vez transformador en lo social y experimental en lo político, por tener una visión no centralista de la política ni ontológicamente asfixiante y dogmática como en la modernidad eurocentrica[11].
III. El momento propicio positivo-propositivo
Por todo lo dicho anteriormente, nuestra hipótesis es que la FL está en el Kairós, el momento propicio, positivo-propositivo. El tiempo en el que el pensamiento decolonial y la FL deberían pasar a la quinta fase y a la cuarta etapa histórica[12] -la otra etapa no prevista en su obra y crítica filosófica-política en Dussel-. La etapa exige elegir caminos a partir del colapso sistémico inesperado, tanto del estado general de los ecosistemas planetarios como del COVOD-19 porque no es posible volver a ficticias normalidades porque son el nudo del problema resolver y dejar de lado[13]. Las posibilidades son la destrucción del sistema por no innovar ni hacer cambios en los puntos que degradan su continuidad o la transformación sistémica como novedad y acontecimiento de lo inesperado. Por esto proponemos seis ideas e hipótesis que consideramos factibles y plausibles, a modo de abrir la reflexión y debate para la formulación de utopías concretas:
1.) Más que momento de la crítica negativa al paradigma hegemónico, es el momento de la proposición política superadora, de lo positivo que entusiasme políticamente la creación de nuevos imaginarios postneoliberales. Por esto afirmamos que es momento propicio para el surgimiento de la creatividad experimental, ecológica y cooperativa en lo social, de audacia política y con entusiasmo científico de pensar y explorar lo desconocido. (Las experiencias históricas de otras culturas no eurocentradas, así como las propuestas de la permeacultura, la ecología profunda, el tercer atractor son algunas de las vías de exploración.) Experimentos donde el error y los problemas son bienvenidos, como condimentos de la verdad a crear de modo cooperativo en situaciones tan inéditas como inciertas. Por eso es momento de hipótesis creativas, de utopística, de imaginación rigurosa, de Utopías concretas.
2.) Sera inevitable repensar la democracia. Todo parece que será desde su radicalización que no renuncia a la igualdad y emancipación del ser humano como integrante particular y diferencial de “lo terrestre”. La Democracia radical puede ser la alternativa al populismo de derecha nacionalista. Desde un horizonte transmoderno debería promover la ampliación e implicación de la democracia participativa con la representativa, de la ampliación y fortalecimiento del capital social, la empatía consciente (Rifkin: 2011) y la colaboración para ampliación y proyección de lo común para sociedades más resilientes, sobrias, cordiales y sostenibles[14]. “Un mundo donde muchos mundos sean posibles”
3.) Abandono de la idea de sistema productivo por sistema generativo (Latour: 2017) cooperativo, que descentre la idea de propiedad hacia lo común, donde será necesario redefinir no solo la propiedad, sino las condiciones democráticas de acceso, uso y usufructo de ese imaginario que se reabrirá e instauraría potencialmente horizontes discursivos postneoliberales, para posibilitar praxis innovadoras, ecoocreativas hacia una mayor incertidumbre en tiempos complejos. Algunas ideas que discuten y se proponen en colectivos y organizaciones en España, Francia y Argentina:
Auditar las riquezas reales y un retorno a la noción de beneficios para comprender y operativizar políticamente lo que más cuenta para la población en sus territorios y en las regiones
Promover la pluralidad de monedas, es decir la reapropiación democrática de monedas locales, valorizando los circuitos ciudadanos, ecológicos y sociales como lo propio de lo ecoocreativo.
En las nuevas reglas de juego ecoocreativas transmodernas, la salud, por ejemplo, estará siempre por delante en prioridad e importancia que el de las necesidades de ganancias de las grandes corporaciones farmacéuticas, holdings financieros y junta de accionistas.
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4.) Justicia y ciudadanías multiculturales donde la traducción y la pluriversalidad cooperativas sean la pauta organizativa del encuentro entre adversarios de modo no jerárquico, ni con niveles preasignados desde criterios de poder que son lo que se critica y que es, justamente lo que se ensaya no repetir, a la vez que superar como obstáculo de la política como policía.
5.) Tercer atractor: lo terrestre como sujeto político - la triada entre lo local y lo global-, que impone un cambio de sentido al presente (Latour: 2017), como lo veremos más adelante.
6.) Nueva institucionalidad mundial de convergencia y coordinación ecológica (Bourg: 74-75) en lo ambiental, laboral y económico (ecoocreativas), con una programación de desglobalización con decrecimientos selectivos y solidarios, acompañados por la anulación pautada de deudas, jerarquías y privilegios de países y sectores. Con preferencias hacia políticas de cooperación y partenariados bilaterales equitativos, desde una sinergia explicita y acordada, buscando un proteccionismo cooperativo ecológico, sostenible en el tiempo.
IV. Hipótesis de indagación
Resumiendo, los tres puntos precedentes con particular énfasis en las seis ideas del punto III, decimos que los dispositivos de experimentación post neoliberales como utopías concretas pueden ser el trabajo esencial de la política transmoderna postneoliberal y ecoocreativa. Porque sería la creación de su propio espacio como formulación del contenido utopístico (apartado III) de su visión como fundamento filosófico, de su imaginario que articula em pasado y el futuro hacia la orientación de una praxis novedosa e imprevista, un “fuera de juego” antagonista, deliberado e intencional confrontado con el neoliberalismo[15] moderno eurocentrado. Estas situaciones voluntarias podrían abrirse potencialmente con conflictos desconocidos, pero más precisos y adecuados en el campo prospectivo de los posibles (futuribles). Por esto deberán tener un fuerte y radical contenido democrático, cooperativo y ecológico, que despliegue el potencial político de “égalibérté” del “demos” en todas las dimensiones jurídicas y constitucionales. Con un imaginario eco-político en “lo común” y estructuralmente cooperativo-colaborativo que promueva el buen vivir, la integralidad del ser humano autónomo y emancipado de instituciones fetichizadas. La democracia obediencial que clama Dussel es un buen camino inicial (aunque incompleto), para la praxis de los movimientos sociales y políticos con voluntad de poder para gestionar lo común con instituciones ecoocreativas.
La praxis de la liberación es entonces liberar al pueblo (sujeto a delimitar y construir en la praxis misma) de las restricciones del contexto opresivo y alienante (fetichismo del poder y de la política), que extrae compulsivamente recursos y materias de la biodiversidad. Y evidentemente, la Justicia estará siempre en el centro de la disputa, porque el dilema será quien y como se apropia de los recursos y hasta donde es permitido que haya una extracción de plusvalía del trabajo viviente, enajenándolo tanto al trabajador y lo producido que circula en la comunidad. La Justicia se ubica así deliberadamente en el centro articulador de todo debate de la política, del sentido del valor y de las relaciones democráticas conflictivas-agonales de lo político.
Las posibilidades democráticas e institucionales entonces deben cambiar estructuralmente las posibilidades de negociación e incidencia de los ciudadanos, para aumentar la justicia, el reconocimiento y disminuir entonces la desigualdad de la distribución de la riqueza (recursos, prestigio y reconocimiento) como precondición y a priori de la libertad (egalibérté). Con un sistema de generación (no de producción) de riqueza-capital sostenible y equilibrado en el tiempo, es decir deliberadamente a-dominante y cooperativo, no depredador, no contaminante, respetuoso y sensible con el presente de los Terrestres. En consecuencia, muy considerado con la vida que hay, así como con la que vendrá. La filosofía de la liberación propone la pluriversalidad transmoderna de lo común, como acontecimiento multicultural de la diferencia, la diversidad y el reconocimiento que resguarda la justicia (Dussel, 2002;). La mediación propuesta por Scanone y Dussel de ‘analéctica’ se convierte en el concepto clave de comprensión del conjunto de la obra intelectual de ambos pensadores (Salas Astrain, 2003) por sus implicancias aun no desarrolladas filosóficamente en relación con la Justicia como factibilidad concreta y criterio de la gestión pública.
V. El tercer Atractor, Lo Terrestre.
Por último, la inclusión del “tercer atractor” - lo terrestre-, como contrapunto del clivaje local y global, donde lo político ahora no tiene la centralidad de lo humano sino el desafío de la ecología política que es transversal a la política, lo político y que replantea el fundamento mismo de lo Real. Este contrapunto podría promover la experimentación de “lo común” y una praxis ecoocreativa deliberadamente no dogmática en territorios y regiones delimitados por culturas e historias adecuadas, para forjar acuerdos políticos mínimos y sostenibles en el tiempo. A modo orientador, deberán hacerlo con el apoyo y sostén (desde una lógica no necesariamente dialéctica sino más bien analéctica) de toda la comunidad nacional, regional e internacional de los países o bloques al interior de estos (o regiones entre diversos países).
1. El momento propicio de la Filosofía de la liberación
Nuestra pregunta es ¿en qué fase de desarrollo se encuentra la FL?, para inferir cuáles son las tareas urgentes y necesarias de su programa. Por otro lado, quisiéramos detenernos en señalar algunos límites y estancamientos, que observamos para luego señalar muy sintéticamente en el punto 2 otros apoyos filosóficos creativos y necesarios como en Bruno Latour (Où Atterrir?, 2018). Para finalmente estructurar algunos puntos prospectivos, utopísticos y propositivos en el punto 3 y en las conclusiones para la contribución y consolidación de un imaginario no eurocentrado, post neoliberal y ecoocreativo en un horizonte de sentido transmoderno.
Estos puntos finales propositivos son el propósito que nos motiva para ingresar en el debate actual y reflexionar acerca del agente moral y su contexto, para la etapa presente del pensamiento con pretensiones decoloniales y contrahegemónicos que observa las transformaciones sin precedentes de las normas y de los valores globales del actual sistema mundo.
Filosofía de la liberación y decolonialidad
La Filosofía de la liberación se mueve en la dialéctica de un sistema y orden vigente como totalidad hacia un sistema de liberación, como otro orden. Ese pasaje dialectico para la FL es la praxis misma, como desafío de la transformación de la totalidad dada. El problema de la ruptura reside en que implica ese tránsito entre lo antiguo y la novedad utópica en potencia, de lo que no tiene lugar aún. La FL se postula como superación liberadora positiva (‘analéctica’) de dicha totalidad negativa y lo es con pretensiones de universalidad contra la universalización hegemónica del sistema colonial-capitalista moderno eurocentrado (Dussel, 2005: 378-382). Los desafíos y oportunidades se ofrecen como perspectivas que entusiasman un imaginario en gestación, cuyos mitos tendrán a la Tierra y a la Vida como la ontología negada de nuestra perspectiva filosófica a la política. Dicho de otro modo, como un espacio vacío donde cada particular disputa al interior del campo de lo político, actuando su antagonismo que le confiere su identidad en la relación que pone en escena el desacuerdo constitutivo de dicho vinculo.
La filosofía de la liberación (FL) es un contra discurso moderno desde la periferia mundial con pretensiones de universalidad, una propuesta particular en el campo de disputa democrática decolonial. Aunque el riesgo de mesianismo y de fanatismo este siempre latente en cada propuesta ideológica, filosófica y de raíz religiosa, la filosofía de la liberación aprendió de experiencias concretas y por esto propone la idea de ir escuchando más que predicando, de mandar obedeciendo en vez de mandar mandando. Por esto postulamos que la FL y sus reflexiones sobre la política debe ser un resguardo de la desviaciones autoritarias y degeneraciones laicas de dogmatismos progresistas como en las dos grandes guerras imperialistas y coloniales eurocéntricas del siglo veinte. Su problemática ética-filosófica es en referencia a lo que está en riesgo, es decir la vida, la vida humana en particular y las condiciones de existencia y reproducción de la vida para una parte importante de la humanidad localizada geopolíticamente en general. El criterio de verdad sugiere Dussel (2002; 2006) no es teórico, sino practico en relación con las funciones de la vida, que se sostiene en seis principios. El primero es la reproducción de la vida; el segundo acerca de quien decide la vida y lo que es mejor para los afectados que discuten en condiciones de igualdad y en tercer lugar, que lo que es válido (por participación autónoma y libre) y verdadero (la reproducción de la vida) debe ser posible o factible. Al nacer la conciencia crítica de las víctimas como consecuencia de los síntomas (cuarto momento) se señalan lo que no funciona y se pone en cuestión aquello que impide la vida. Por esto es el quinto momento de una nueva validez, porque el diagnostico actual impone una salida como praxis de liberación (sexto momento) con imaginarios post capitalistas y postneoliberales como imperativo ético-vital básico[16]. Por esto, la Filosofía de la liberación concierne como acontecimiento de liberación y justicia a “los condenados de la tierra” y a las clases dominadas-subalternas, como praxis específica contra la pobreza, la miseria y la explotación de los oprimidos del actual sistema hegemónico eurocentrado patriarcal, colonial, capitalista y neoliberal. Otra característica de la Filosofía de la liberación es que quiere recuperar la filosofía amerindia como proceso inherente de construcción-recuperación de la identidad latinoamericana[17]. A la vez, por haberse originado paralelamente al nacimiento de la modernidad, pretende ser su superación con pretensiones universales. La filosofía de la liberación y el movimiento decolonial son dos estrategias y proyecciones filosóficas complementarias que caracterizan al pensar critico contrahegemónico latinoamericano.
Haremos algunas observaciones críticas a la filosofía de la liberación, señalando límites y desafíos actuales. En esta corriente filosófica hay una combinación que marco a fuego a las jóvenes generaciones de las décadas de los años 60 y 70 con entusiasmo de justicia social y libertad. Esta combinación la entendemos como una escatología que no se ha despojado completamente de la dimensión salvífica-liberadora y profética cristiana, que conlleva además un discurso marxista moderno-progresista emancipador. Estas dos tradiciones tanto del cristianismo como el marxismo, les son inherentes para postular su praxis liberadora incorporando el pensamiento y la sabiduría de las poblaciones autóctonas. No ha quedado suficientemente claro aún en el horizonte ontológico de la FL como se sintetizan concretamente en lo conceptual, si bien ha sido la experiencia diversa y dispersa del último siglo en todo el continente americano. Esta convergencia y articulación entre el discurso amerindio con la emancipación cristiana-marxista, la construcción de la identidad plural de los condenados de la tierra y las distintas clases subalternas en las relaciones de poder actual sigue siendo la cantera de reflexión y experimentación para la praxis transformadora. Por esto, el contexto actual es el tiempo del Kairos para la FL, la oportunidad filosófica para condensar su reflexión en el horizonte epocal intenso, riesgoso y exigente.
2. Lo común y lo Terrestre -el tercer atractor-, para abrir el cuarto momento de la FL
Todo indica un cambio de la búsqueda filosófica de principios ontológicos del pueblo (FL), del mercado (NL) hacia la Tierra-Naturaleza y por lo tanto la ecología aparece como el paraguas que todo lo cubre, el referencial mayor del discurso político. Pero no queda claro, sin embargo, que es y que uso hacemos del concepto de “naturaleza”. Mucho menos de “ecología”, si es al final de cuentas la vemos como una ciencia, una política, una ideología o simplemente, espiritualidad polivalente de masas. La tarea de la ecología como imaginario, ¿es científica y/o política, y/o mítica? Hay un retorno a los orígenes de la filosofía, y los imaginarios que promueve este horizonte requieren tanto al mito como a las ciencias. Recordemos que la ética e la liberación propuesta por Dussel es una ética de la vida, critica desde las víctimas, por lo tanto, su enfoque es adecuado y pertinente más que nunca para los desafíos actuales, y que este enfoque ontológico debe re-problematizarse si se traslada como fundamento a la concepción de la política. La pregunta para esta corriente: ¿es en la conflictividad política donde debería participar la FL con los movimientos sociales, culturales, políticos y científicos, refundándose en una nueva etapa y fase de su propia praxis histórica, para seguir desplegando su producción filosófica? Si la respuesta es afirmativa, entonces deberá incorporar la idea de Tercer Atractor, propuesta en Ou aterrir?, de Bruno Latour (2018) donde el paradigma político moderno se hace trinitario, lo local y lo global deben dialogar e incorporar a un nuevo actor: lo terrestre (el conjunto vital de la biodiversidad en la biosfera, humanos incluidos y sin privilegio ni ventaja alguna)
Lo terrestre que promueve Latour no es “la naturaleza” moderna, es lo contrario. Porque no la considera como un mecanismo, sino como una “generación” que se da en esa “zona critica” de la biosfera y los ecosistemas (un espesor de 2 km). Por esto no llamará sistema de producción el trabajo para la sobrevivencia del género humano, sino sistema de engendramiento. Los objetivos socioeconómicos y políticos, junto con los presupuestos heurísticos epistémicos cambian entonces radicalmente. En esta perspectiva del tercer atractor el rol humano es de dependencia absoluta, el hombre es un terrestre más. Lo terrestre siempre responde y acusa recibo de cada actividad humana y no humana. El hombre como actor y todos los otros agentes de los cuales dependemos en relación mutua (animales, vegetales, bacterias, minerales, sustancias químicas), son con los que estamos obligados a convivir o perecer. Por esto la idea de desarrollo y progreso se sitúa de otro modo que la dicotomía local global o derecha - izquierda, porque ahora el tercer atractor deberá orientarse de otro modo. Entrará en el debate como actor de plenos derechos, es lo que de hecho está pasando desde hace décadas. El sistema de generación deberá guiarse no por la maximización de beneficios sino por la norma de lo suficiente, que deberá acordarse democráticamente sin a prioris de riqueza y valor características del capitalismo moderno y del socialismo productivista.
Lo Terrestre es un actor diferente del rol político atribuido a la “naturaleza” de los modernos (Latour, 2017:114). Los nuevos conflictos muestran la tensión entre el clivaje de lo local y lo global, que deberá incluir o aterrizar en la Tierra. Por lo tanto, el adjetivo político debe alargar el sentido de la Polis no solo a lo humano. Estamos en situación de guerra declarada y larvada entre los humanos modernos (que se creen solos en el holoceno) y los terrestres. Estamos en éxodo hacia lo local, lo frugal y a un cambio y salida del sistema que se impondrá natural y humanamente por “las malas” de la brutalidad e imposición indeseable, o nos adelantamos con las difíciles y muy políticas “por las buenas” de una transformación que ensayará adaptarse a cambios drásticos. No habrá escenarios fáciles ni dóciles, lo más probable en términos científicos y prospectivos. Lo político tiene a lo Terrestre como sujeto de la política que emerge con virulencia, pidiendo ser reconocido con plenos derechos y como actor principal.
3. La cuarta etapa para la quinta fase de la filosofía de la liberación. La utopística y la generación de imaginarios postneoliberales.
Decíamos que la FL es un punto de entrada alternativo para pensar la justicia en relación con las utopías y las esperanzas para instituir una praxis de liberación post 2008 e incorporando el contexto pandémico del COVID-19 -sus efectos recesivos en la economía mundial y el sismo político que posiblemente ocurrirá en corto y mediano plazo-. Pero sin dudas, sus respuestas y propuestas actuales aparecen incompletas. Deberá actualizar sus preguntas y los desafíos en consonancia no solo a lo emergente en el plano social, sino una actualización en sentido ecológico que penetre tanto sus categorías filosóficas, como a sus supuestos y concepción de la política. A esto es lo que llamaremos la quinta fase y la cuarta etapa de la FL (Dussel, 2005: 374-378).
Los aportes de Enrique Dussel son muy significativos filosóficamente, por lo tanto, ensayaremos poner en evidencia lo que consideramos como puntos conflictivos. En primer lugar, hay que decir que en la filosofía de la liberación la categoría de Justicia va de la mano éticamente con la vida concreta (ética formal y material), por esto privilegia la igualdad en la diversidad. En consecuencia, la liberación de estas situaciones es la tarea del pueblo pobre y explotado. Esto sería posible en un horizonte transmoderno, que partiendo de la ética de la vida como critica desde las víctimas, deberán éstas enfrentar en el proceso liberador a la opresión histórica del colonialismo eurocentrado y en lo social a la dominación alienante del capitalismo (Dussel: 2002:495). Esta situación en el presente tiene un formato mundializado económicamente y globalizado socio-culturalmente como capitalismo neoliberal. Las categorías analíticas de la FL se funden con el horizonte de la praxis con un “telos” o finalidad precisa, como misión cuasi profética para la visión romántica de “pueblo” como sustrato fundacional, ontológico y pre- político. Aquí es donde reside ‘la Potentia’[18], según Dussel. Así también para el filósofo de la liberación cuya misión es mostrar y orientar éticamente el camino al pueblo, para que este sujeto-actor mediante el debate argumentado y con la creación conflictiva del consenso deberá expulsar o reducir así el antagonismo no constitutivo de lo político, porque este es su verdadero obstáculo.
Volvamos rápidamente sobre el tema de lo político. Si entendemos bien a Dussel, este se alejaría -como ya señalamos más arriba- de Rancière (1996) y Laclau (1988; 1996, 1998; 2017) para quienes el desacuerdo es constitutivo e inherente de lo político. Porque hay un ‘vacío ontológico’ constitutivo de este espacio, por esto el antagonismo es además de inevitable, estructurante de las relaciones y de la construcción de las identidades de los adversarios y enemigos en la confrontación. Para Dussel y para la Teología de la liberación el conflicto y el desacuerdo es óntico no ontológico, es exterior a la comunidad. Para el filósofo como para el teólogo de la liberación ese espacio vacío tiene principios éticos fundantes y consensuados, de una voluntad de vida ontológica y pre-política. Este espacio ontológico pre-político no deja de lado la razón y la racionalidad en Dussel, manifestándose en muchas ocasiones en el imaginario social que se evidencia en la sabiduría popular, en los mitos y en la religiosidad. Este espacio político ontológico es una instancia determinante y no determinada que estaría por esto lleno de acuerdos implícitos previos, dado por la identidad histórica cultural del pueblo como voluntad originaria (que no es el “populacho”, como amontonamiento indiferenciado y caótico de gente localizadas geográficamente). Como ejemplo que el mismo Dussel utiliza recurrentemente, podríamos aludir a los relatos bíblicos donde el pueblo de Israel y la lucha llevada por los profetas contra la idolatría y la fetichizarían para liberarse del valle de lágrimas consecuencia de “la caída” y llegar a la liberación interior y del exterior opresivo pecador, para ser en comunidad uno con Dios misericordioso. Para Dussel la lucha política por el poder no es por el poder en sí mismo, para la ganarle al “otro” la hegemonía por la hegemonía en sí misma. La cuestión en Dussel es el sentido ontológico, inherente y determinante que es la vida que clama más vida, como voluntad e impulso vital que quiere vivir y seguir viviendo.
En cambio, para Laclau en particular la ‘Justicia’ aparece como el significante vacío a llenar de sentido, para tapar ese vacío ontológico al derrumbarse el estatus ontológico de lo real, de las categorías centrales de los discursos de la modernidad (Laclau, 1996: 55-73). Este es el nudo filosófico central del debate entre modernidad, postmodernidad y transmodernidad que sigue en debate y que no se salda, evidentemente, decretando la muerte de la modernidad o el fin de algo con el arribo de lo novedad que lo suplanta, sino explicitando ese fundamento en el que Dussel fundamenta la política y que queda aún como reflexión moderna en sentido eurocentrado, no superada aun en su filosofía. Por más que esté en su intención explicita y deseada.
DEMOCRACIA RADICAL Y ARTICULACIÓN HEGEMÓNICA COMO PRAXIS DE LIBERACIÓN. ¿CÓMO AFRONTAR EL PELIGRO DE LA DEGRADACIÓN DEMOCRÁTICA ECO-FASCISTA?
Si no hay retorno a lo normal porque esa normalidad era el problema mismo, entonces habrá que prever una transición conflictiva donde el Estado tendrá un rol de refundar la representación y los procedimientos de protección cooperativa. Sobre todo, de lo público y lo común, luego de la propiedad privada, pero sin fanatismos ideológicos ni privilegios jurídicos como en las democracias neoliberales. Por lo tanto, la FL deberá actualizar y contextualizar aún más su discurso. Algunas ideas y sugerencias recopiladas y rastreadas en Europa, que podrían abonar el debate al interior de la FL. Por ejemplo, debería rastrearse las posibilidades en relación con los desafíos actuales e os movimientos sociales de “llegar a fin de mes y a fin de siglo”; Para esto habrá que generar y crear indicadores de medición (del clima y de los impactos humanos de cada región y modo de producción) a nivel de sociedad civil y Estados, que nos permitan objetivar lo mejor posible, como promueve el GIEC, la delicada marcha hacia esa reducción drástica del consumo y de la apropiación privada de los bienes comunes, para que la temperatura no suba a más de 2 grados (aunque esto es ya muy improbable en sentido negativo). Junto a esos indicadores que implican a lo político directamente, significaría el retorno a lo local para reducir la huella ecológica de cada producto, implicará además de renovar nuestra democracia orientados hacia sistemas globales ecoocreativos, un ‘proteccionismo cooperativo’ por parte de los países, como acuerdo de la nueva institucionalidad planetaria a venir. Para que la huella ecológica no supere el 1,5 planeta de aquí al 2030, y sea menor que 1 en el 2050 deberán deshacerse los criterios y las reglas de juego NL de competencia económica global. Por lo tanto, refundar (o destruir) el GATT y crear una Organización Mundial de Ecología que regle a la OMC y reoriente al FMI promoviendo la justicia financiera global en referencia a lo terrestre y los terrestres. Será inevitable, entonces si se toman estos caminos, que haya una modificación estructural del derecho de sociedades/mercantil porque deberán justificar su aporte a las exigencias e imperativos ecológicos, y responder con propósitos democráticos de cuál es su contribución específica y contar además del capital de los activos, deberá dar cuenta del capital social y natural que aporta y propicia[19].
Las modificaciones que ya se operan en las categorías básicas con pretensiones universales como la Justica, exigen diferenciar el ámbito de la reflexión de la praxis de la política y lo político, así también de la actividad especifica de la filosofía. Esto es una tarea que implica a la FL para aclarar aún más sus criterios de Igualdad, Libertad, solidaridad y liberación. Si extendemos esto a la economía, visualizamos en parte lo que podría estar ya viniendo como posible, ya expresado en utopías y demandas concretas como posibilidades utópicas pero factibles. Por ejemplo en la limitación de la diferencia entre salarios, el salario universal, la modificación de nuestra alimentación y de nuestra agricultura, con una fiscalidad ecológica con de mayores impuestos a lo que más contamine (vivienda, transporte, industria, consumo), subvenciones a producciones y servicios que no emitan gases de efecto invernadero en la economía (agricultura, construcción, vestimenta, movilidad) así como a las tecnologías para la transición ecológica en las comunidades urbanas, transporte y gestión de lo público[20], la Justicia tendrá la tentación de ser sinónimo de la política.
La FL deberá tomar postura en el tema y estar atenta a las perspectivas ontológicas y sustancialistas de Nación y Mercado como negación de salir de la modernidad capitalista eurocentrada. La Justicia será muy probablemente un significante vacío a llenar nuevamente de sentido, la disputa podrán tenerla entonces entre versiones adaptadas de otros contextos utilizando solo el primer y el segundo atractor (lo local y o global), siendo versiones más eco-fascistas con orientaciones populistas-nacionalistas, perspectivas promercado en economías sostenibles. O, por el contrario, democracias radicales que no dejen de lado el antagonismo determinante de lo político y las diferencias que nutren el sistema de la política, que integren el tercer atractor (lo terrestre), que promuevan el reconocimiento de los nuevos damnificados y reconvertidos a estos nuevos contextos postCOVID-19. Esto demandara la ampliación de lo común como criterio de orientación política e imaginario postneoliberal con perspectivas ecoocreativas, en relación con el tercer atractor. La política y la disputa agonal por la dirección del sentido deberán tener en cuenta las acciones y debates que aporten a la creación de instituciones que canalicen el desacuerdo, evitando llegar a la guerra civil tanto por el modelo de gestión político societal de la escasez en un mundo recalentado, que sigue necesitando la preservación de diversidad política de los humanos, como de la biodiversidad terrestre.
Teniendo en cuenta que la degradación del planeta nos va a forzar a reorientar y a desarrollar nuevos modos de organización social y en consecuencia todo su marco institucional que consolide un poder que reoriente a la producción de recursos y servicios, decidiendo democratizar mucho más el acceso, uso y usufructo de ciudadanos y no de meros consumidores. Entonces, de ser factibles y posibles estos escenarios del futuro próximo van a forzar y a requerir la adaptación de las respuestas de la FL a estos nuevos contextos más radicales aun y por esto, más propicios al campo filosófico categorial que viene desarrollándolo desde hace más de cinco décadas. Habrá que decidir como prioridad en la agenda pública de cada país en las nuevas condiciones y exigencias, según los objetivos post neoliberales. La FL con sus principios y valores filosóficos transmodernos podrán ser un espacio de creación de la orientación concreta general de la praxis social, adaptándola a cada caso particular en dialogo con las otras alternativas filosóficas y perspectivas políticas para hacer (idealmente) del desacuerdo la fortaleza y no la debilidad de la democracia.
Estos y otros principios de acción y lucha política en escenarios cada vez más antagónicos, deberán enfocar hacia una radicalización de la democracia, redefinir la Justicia y confrontar en la delimitación de lo igual, los iguales y la igualdad. Habrá que reaprender las relaciones antagonistas de amigo -enemigo para crear las instituciones que posibiliten relaciones agonales entre adversarios irreconciliables en juegos de adversarios democráticos, que no anulan sus diferencias en consensos y acuerdos necesarios. El NL no morirá al igual que no ha muerto ni el comunismo y las ideologías fascistas, nacionalistas, demócratas cristianas que en su deseo estuvo siempre convertirse en el horizonte de la totalidad de lo social, en el fin de la historia. Lo que sí es evidente es que las democracias serán mucho más agonales y el rebrote de la violencia estará fundamentado por el aumento de la desigualdad de las últimas décadas, el drama de los desplazamientos por causas ambientales[21], por la escasez creciente de recursos básicos públicos comunes y por la falta de compromiso político de aceptar el cambio de metas y objetivos. Esto puede ser la muerte de la política, por dogmatismo emocionales que harán recordar la primera mitad del siglo XX en Europa por las violencias posibles, sobre toda de las “naturales” con efectos sociales. Por esto la política como posibilidad del cambio y orientación en el juego democrático y la filosofía como reflexión de la complejidad que apela a las ciencias, serán esenciales en contextos creciente de eco-fascismos que será uno de los rostros a adquirir por el NL.
También es de prever que crearemos aún más tecnologías innovadoras, con el objetivo de adaptarnos al cambio climático, y que la técnica posiblemente va a devenir hoy más que ayer, un espacio político (Roitman: 1999). Es decir, deberán centrarse en ayudarnos en aprender a sobrevivir en condiciones bio-ambientales cada vez más drásticas, en ambientes inhospitalarios en lo social (ecofascismo, desigualdad, elites violentas en custodiar sus privilegios) y en la biodiversidad empobrecida considerablemente (para la vida humana y de todos los terrestres). El capitalismo podrá mutar, como es previsible, con sentido de sobrevivencia y adaptación para desarrollar estas mercancías raras, deseadas e imprescindibles. que serán el valor del valor y podrá servirse de un sistema financiero aún más depredador y dominante.
Si la democracia se radicalizara porque los antagonismos serán más profundos e intensos, la pregunta es hacia donde debería tender la FL para aportar a la creación de horizontes postneoliberales. Tal vez debería tener en cuenta esta acrónimo “R.E.V.E.Re” como orientación de la praxis, que suele decirse en Francia en los espacios asociativos, deformados en mi traducción e interpretación:
Rizoma resistencia, radicalizar y diseminar la democracia en todas las dimensiones: liberté et égalité pour tous (égaliberté), sin concesiones, para orientarse a una nueva hegemonía con reglas de juego progresivamente más alejadas del NL. Reteniendo y guardando las formas de consulta periódica, elecciones, autonomía de los tres poderes y el respeto a la libertad individual y de expresión.
Experimentar la ecoocreatividad: proyecto y experimentación con posibilidad de poder democrático no fascista ni fetichizado.
Visión prospectiva: utopías concretas con visión de futuro (Bourg, 2020; VVAA, 2020) que crean con la praxis cotidiana el presente, con puntos nodales que articularan la pretensión de nuevas hegemonías localizadas, resistentes y alternativas, con varios rostros partidarios, electorales y asociativos, pero siendo el vestido popular-democrático (el Pueblo en Dussel y Laclau) con distintas mascaras que articula lo diverso.
Emoción, energía, potencia: recuperar el cuerpo, la resonancia con el mundo, la sensación y sensibilidad de sí mismo, la autenticidad, la contra alienación: la pérdida del control y de la sensación de ser si mismo porque el imaginario y el proceso de subjetivación neoliberal es lo que se ha desmoronado, hundido e infectado a muerte con la pandemia.
Re: siliencia-ciclar-volución-convertir-utilizar-considerar-crear- parar- construir-pensar la utopía concreta postneoliberal de la sociedad transmoderna ecoocreativa, articulando lo político sin profecías ni profetas, con liderazgos muy participativos y democráticos, que eviten la fetichización e idolatría, como características no deseadas de identidades cerradas típicas de populismos nacionalistas y conservadores.
Importar lista
La hegemonía es la articulación de significantes dispersos, en un campo político que hilvana sentidos haciéndolos equivalentes y coherentes con los otros campos (económico, social, cultural). Las pretensiones alternativas de toda filosofía critica debería ser quebrar, alterar, modificar y reorientar el sentido que impone la hegemonía actual. Eso se crea y construye en lo cotidiano de la educación y la conflictividad social, en la comunicación de masas y en la reorientación del conjunto jurídico y ejecutivo del gobierno, en la agenda Legislativa, en la reorientación del campo de la política y la especificación de lo político, en la producción y creación cultural, en la disputa de los medios de comunicación de masas. Por esto, dos puntos que consideramos importantes para la tradición de la FL. Primero los desafíos ambientales, en referencia a la distinción puesta en cuestión entre naturaleza y cultura, se pone de relieve en su importancia por el arribo del problema del presente en toda su magnitud: el antropococeno (o “capitaloceno” para las críticas más radicales al capitalismo, de la ecología política y los movimientos altermundialistas). En segundo lugar, en Europa existen ya con presencia cada vez contundente en la opinión pública, los “colapsologos”; Son las corrientes muy informadas (por lo general investigadores científicos e universidades de alto nivel) que tematizan el colapso inevitable el actual sistema de producción-consumo, desde un critica científica a una situación ya sin retorno y de grandes riesgos de eco fascismo societario. Por lo tanto, se pueden seguir las huellas teóricas del grupo modernidad/colonialidad y de la FL como orientaciones filosóficas, éticas y críticas. Pero sin dejar de lado por diferencias no significativas otros aportes que enriquecerían expresamente la reflexión propia de estas corrientes latinoamericanas. Desde las más recientes como hasta Derrida, para deconstruir el concepto mismo de NL, a Deleuze para pensar acéntricamente, Foucault para pensar las genealogías específicas del poder en América Latina, Ernesto Laclau y su idea de la hegemonía y de lo político, Axel Honnet (2008) con su concepto central de reconocimiento.
CONCLUSIONES
En las cuatro últimas décadas la implementación de las reformas políticas neoliberales significó la reducción de tres características históricas centrales, aseguradas normalmente por el Estado. Es decir, primero el rol de orientación económica, luego el rol de garante de una forma de redistribución social y finalmente una idea de política en su conjunto como lugar de confrontación de alternativas. Entonces debería empezarse por la última para rediscutir y definir las dos primeras, adaptadas a las preguntas e inconvenientes del presente. El contexto de la pandemia COVID-19 ha servido de catalizador para derrumbar las ficciones del NL, las poblaciones empiezan a relacionarla con los incendios a gran escala y la creciente degradación reduccionista de los ecosistemas donde tres cuartas partes de las especies salvajes está seriamente amenaza. Ha llegado el momento de la oportunidad (el Kairós) para atacar radicalmente a la crisis y ensayar resolver en el espacio de la política y con la filosofía los caminos alternativos a seguir, visualizando el futuro.
La cuestión es saber si el síntoma económico es una migraña, pero el problema de fondo es un cáncer generalizado en lo ecológico. Y una situación se impone como pregunta para la acción con respuestas casi totalmente respondidas a priori por la ciencia y las instituciones intergubernamentales como el GIEC. Esta es que muy posiblemente, aunque queramos cambiar, no podríamos realmente. Porque no podemos salir fácilmente de la dependencia del petróleo, ni se reemplazará rápido y además que la necesidad de la cantidad de energía aumenta cada año para sostener los imperativos de crecimiento y desarrollo de las condiciones de acumulación NL. No podemos cambiar al menos por ahora, en el corto plazo y si la imposibilidad se agudiza, el colapso se acerca y desplome será entonces no sabemos aún si inevitable, pero seguramente muy probable. Pero tal vez en el mediano plazo puedan verse algunas variaciones por la desmundialización en curso en las variables fundamentales, como la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero y de crecimiento negativo de la población mundial de las próximas décadas. Por ahora la transición ecológica y el cambio parecen muy difíciles porque el capitalismo tal cual lo conocemos no funciona con tantos supuestos que constriñan su modo de acumulación, ni a la innovación tecnológica para satisfacer las clases acomodadas que las necesita por una creciente e imparable extracción de recursos naturales y una financierización exagerada de la economía. Los imaginarios post neoliberales y las instituciones correspondientes deberán hacer una deconstrucción concreta y abrupta de la economía neoliberal con mayor regulación, que darán paradójicamente más peso a las economías nacionales por rivalidades geopolíticas acentuadas, pero en un mundo más interconectado y global.
Por ejemplo, algunas situaciones probables, que con el dinero público se hacen y seguirán haciendo desde el Estado. Los rescates financieros y financiamientos a gran parte de las empresas privadas, y esto es ya un contrasentido a los postulados básicos del NL fundacional de Hayek y Friedman. Es una salida radical del paradigma NL de crecimiento económico, pero también en los términos paradigmáticos modernos y de sus indicadores actuales que implican a NL como al socialismo en sus versiones socialdemócratas y comunistas. También, en segundo lugar, restaurar el poder cooperativo del sistema fiscal y social, resolviendo la contradicción entre sociedad igualitaria ecoocreativa y mercado en términos liberales. Por último, se podría desacelerar la transición numérica para acelerar la transición ecológica[22] con una profundización democrática sin precedentes. Lo posible se jugará en el campo de lo político, los golpes y “porrazos” nos harán ver las estrellas de la realidad…
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[1] Este escrito es un adelanto de una investigación en desarrollo: Condiciones de posibilidad del surgimiento de un imaginario postneoliberal. Este artículo es la segunda parte del escrito, que toma a la Filosofía de la liberación y al pensamiento Decolonial como referentes del debate para horizontes postneoliberales.
[2] Ver bibliografía; Lander (2000), Mignolo (2001), Grosfoguel (2009), Sousa Santos, Wallerstein, 2001; Salas Astrain, 2005; Busso, Hugo (2011)
[3] Ver bibliografía: Badiou, 2007; Mouffe, 2018, Latour, 2018; VV.AA1: 2020, Laval & Dardot, 2017; Baschet, 2018; Mason, 2020; Bourg, 2020; Busso, H., 2019; 2020.
[4] Busso, Hugo, (2020). El concepto alude a un horizonte de prácticas, actitudes y criterios de acción opuestos al individualismo y la competencia generalizada que promueve el neoliberalismo.
[5] Los imaginarios son una estructura psíquica y cognitiva que hace simbiosis entre imágenes, emociones, sensaciones e ideas que manifiestan la intuición holística de pertenecer a una época y cultura