Artículos de investigación

Ideología y pandemia: la influencia ideológica sobre la covid-19 a partir del pensamiento de Slavoj Žižek

Ideology and pandemic: The ideological influence on covid-19 from Slavoj Žižek’s thought

Arturo Román Cesar-Sanjuan *
Universidad Autónoma del Estado de México, México, México

Ideología y pandemia: la influencia ideológica sobre la covid-19 a partir del pensamiento de Slavoj Žižek

Contribuciones desde Coatepec, vol. 19, Esp., 2022

Universidad Autónoma del Estado de México

Recepción: 12/01/2022

Aprobación: 16/06/2022

Resumen: El presente artículo tiene como objetivo definir y exponer los mecanismos ideológicos ejecutados durante la pandemia de covid-19 por parte de las potencias mundiales y algunos organismos internacionales. Dicha labor se fundamentará en los planteamientos de Slavoj Žižek sobre la ideología; además, se revisarán las posturas y contribuciones de distintos filósofos, como Althusser, Marx, Agamben, Laclau, Mouffe, entre otros. A su vez, la metodología que se seguirá para abordar la aplicación ideológica respecto de la pandemia en el entorno político global será a partir de la consulta de artículos periodísticos y declaraciones emitidas por la Organización Mundial de la Salud (oms). Esta fusión entre análisis filosófico sobre la ideología y el cotejo de mesografía en torno a la pandemia buscará abarcar de mejor manera el fenómeno ideológico surgido a raíz de la covid-19.

Palabras clave: Ideología, Covid-19, Política, oms, Crítica.

Abstract: The purpose of this paper is to define and expose the ideological mechanisms implemented by world powers, and some international organizations during the covid-19 pandemic. Slavoj Žižek's approaches to ideology support this work, and different philosophers’ positions and contributions are reviewed, such as Althusser, Marx, Agamben, Laclau, Mouffe, among others. The methodology followed in this text to address the ideological application of the pandemic in the global political environment is based on the consultation of newspaper articles and statements issued by the World Health Organization (who). This fusion between philosophical analysis of ideology and the comparison of mesography around the pandemic seeks to understand the ideological phenomenon that has emerged from covid-19.

Keywords: Ideology, Covid-19, Politics, who, Critique.

Introducción

Al final del prefacio de la Filosofía del derecho, Hegel (1968: 37) anota que “cuando la filosofía pinta el claroscuro, ya un aspecto de la vida ha envejecido y en la penumbra no se le puede rejuvenecer, sino solo reconocer: el búho de Minerva inicia su vuelo al caer el crepúsculo”. Lo fundamental de esta cita es que Hegel, en la edición en alemán, para referirse al crepúsculo emplea el término Dammerung. Es menester reconocer que la acepción de dicha palabra es de corte ambivalente: significa tanto crepúsculo como alba. Siguiendo a Félix Duque, el sentido de esta observación hegeliana es indicar que la filosofía irrumpe en la realidad cuando “el tiempo de parto de un periodo nuevo coincide exactamente —como límite común— con el envejecimiento de una época que ahora va al ocaso” (Duque, 1998: 328).

Actualmente, es indudable que la humanidad está viviendo tiempos de cambio en todas sus esferas: sociales, políticas, económicas, entre otras. Debido a la pandemia de covid-19, el mundo se vio envuelto en una especie de catarsis que inició en 2020. No obstante, hay que resaltar lo abrupta que ha sido esta suspensión de la vida cotidiana: muy pocas personas podían siquiera sospechar que una pandemia de tal magnitud iba a surgir de este modo.

Para poder conceptualizar esta escisión del devenir habitual del mundo, el filósofo esloveno Slavoj Žižek (2016: 16) utiliza el término acontecimiento: “algo traumático, perturbador, que parece suceder de repente y que interrumpe el curso normal de las cosas; algo que surge aparentemente de la nada, sin causas discernibles, una apariencia que no tiene como base nada sólido”. Sin duda, a partir de la pandemia, la vida, tal como se conocía, ha quedado atrás, dando paso a lo que se ha denominando como la nueva normalidad: un intento de continuar con la vida habitual, a pesar de que el virus sigue latente, reconfigurando las estructuras que mantenían a flote la realidad simbólica del mundo. Sin embargo, se debe preguntar: ¿qué tipo de agente cohesiona esas estructuras que constituyen la realidad humana? La respuesta que se sostiene en este artículo es que la ideología funge como aquel pegamento que mantiene unido el ideario del ser humano. Por tanto, si se pretende analizar la manera en que la pandemia ha reconfigurado las esferas humanas, entonces es necesario indagar cómo la ideología cumple ese papel esencial de cohesionar las diferentes instancias en el mundo simbólico del ser humano. Pero, ¿qué es lo que se debe entender por ideología? No existe una noción uniforme sobre este concepto, ya que distintos teóricos se han aproximado al término desde diversas perspectivas y con diferentes intereses. Esto mismo expone el dinamismo de la palabra ideología para ser aplicada a distintos contextos y usos. Sin embargo, para fines de la presente disertación, se propone como definición general lo que Slavoj Žižek (2003: 76) entiende por dicho concepto: “la ideología no es una ilusión tipo sueño que construimos para huir de la insoportable realidad; en su dimensión más básica es una construcción de la fantasía que funge de soporte a nuestra realidad”.

Sumado a lo anterior, Žižek analiza la ideología a partir de la tríada hegeliana en torno al fenómeno de la religión: doctrina (en-sí), el conjunto de dogmas y convicciones institucionalizadas que conforman el cuerpo teórico de toda religión; ritual (para-sí), el carácter positivo de la religión, es decir, su praxis; creencia (en-sí-para-sí), el proceso en la que se subjetiviza la religión dentro de las acciones del creyente (Žižek, 2003: 16). Con base en esa tríada, el presente artículo pretende analizar el aparato ideológico concentrado en la pandemia de covid-19, por lo que se desarrollará de manera conceptual cada momento de la tríada ideológica, teniendo como complemento la exposición, a través de notas periodísticas, de diversos fenómenos sociales y políticos que han acontecido durante la pandemia, a fin de que sirvan como ejemplo de lo analizado previamente. Este análisis teorético tiene como fin último comprobar la tesis central de Žižek sobre la ideología, la cual dicta que “cada apartamiento de (lo que experimentamos como) la ideología es la forma precisa en que nos volvemos sus esclavos” (Žižek, 2003: 13). Es decir, la supuesta forma de aislarse de toda influencia ideológica conlleva a situarse dentro del núcleo ideológico. Es por ello que el estudio de los mecanismos ideológicos aplicados a la pandemia es un factor clave para poder aproximarse al acontecimiento de la pandemia de covid-19 que, como última instancia, más que guardar distancia frente a la ideología, es el sitio central de la lógica ideológica actual.

La doctrina de la pandemia: la ideología en-sí

Slavoj Žižek (2003: 17) concibe a la ideología en-sí como “una doctrina, un conjunto de ideas, creencias, conceptos y demás, destinado de convencernos su ‘verdad’, y sin embargo al servicio de un poder inconfeso”. Este en-sí se puede interpretar como la fundamentación conceptual en torno a un fenómeno en específico cuya finalidad consiste en exponer la manera como se debe relacionar con él.

En marzo de 2021, Peter Ben Embarek y Liang Wannia presentaron un informe para la Organización Mundial de la Salud (oms) sobre los resultados de la investigación realizada en Wuhan, China, con el fin de hallar el origen del sars-cov-2. Esta averiguación concluyó que no hay suficientes datos para llegar a una versión completa y satisfactoria sobre la génesis del virus. Sin embargo, existen dos posibles hipótesis que parecen ser las más cercanas: la primera expone que en forma natural el virus pudo introducirse dentro de los seres humanos a través de la comida, la cual es la más apoyada por la comunidad científica; la segunda, de menor peso, dicta que el virus tal vez fue fabricado en algún laboratorio de manera artificial (oms, 2020).

Lo interesante en el plano ideológico es que a pesar de que la versión más plausible sea aquella que postula una transmisión natural de animal a humano, distintas potencias mundiales han fijado su postura política frente al virus con base en la segunda hipótesis: el entonces presidente estadounidense Donald Trump, en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, indicó que el virus fue fabricado en el laboratorio de virología de Wuhan con el objetivo de intervenir en las elecciones de su país en 2020 (Forbes, 2021b). Por su parte, el gobierno de China sostiene una versión similar, arguyendo que el virus fue fabricado en laboratorios de Estados Unidos e introducido, a través de atletas militares, en los Juegos Olímpicos Militares celebrados en Wuhan durante 2019 (Nectar y George, 2021).

Lo que ambas posturas manifiestan es el papel secundario que juegan los hechos objetivos —en este caso expuestos por las investigaciones científicas— dentro del campo ideológico: el discurso político que pretende agotar el fenómeno referido pesa más que el fenómeno por sí solo. En el caso de China y Estados Unidos, sus versiones sobre la pandemia son formas de exponer a su población cómo se debe concebir la pandemia, esto a partir de sus intereses nacionales.

Lo anterior nos dirige al trabajo de Laclau y Mouffe en torno a la relación entre hegemonía1 y sociedad. Según ambos autores, “la sociedad no es un objeto válido de discurso. No existe un único principio subyacente –y por lo tanto constitutivo– que fije todo el campo de las diferencias” (Laclau y Mouffe, 2004: 111). Esto significa que ningún ejercicio discursivo puede abarcar los múltiples antagonismos pertenecientes a cada sociedad. Por lo que, tal como menciona Michel Barrett (2013), esta impotencia del discurso frente al espectro social implicaría desechar la concepción de la sociedad como totalidad. Como consecuencia de ello, Laclau y Mouffe postulan una posición radicalmente contraria: debido a que la sociedad es un proyecto que nunca puede lograr una completitud, entonces la sociedad como tal es imposible.

Siguiendo a Barrett (2013), uno de los conceptos clave que surgen a partir de la imposibilidad de la sociedad es el de sutura. Este concepto, tomado de la jerga médica, hace referencia a ese proceso donde el “cuerpo político cuya piel es permanente desgarrada y tiene una incesante necesidad de atención en la sala de emergencia de los cirujanos de la hegemonía, cuyo destino es intentar cerrar, con dificultades y temporalmente, los cortes” (Barrett, 2013: 273). Es importante señalar que la sutura, como recurso ideológico para afrontar la imposibilidad de la sociedad, es por esencia un proceso destinado al fracaso: por más que el esfuerzo hegemónico trate de agotar al cuerpo político, este último terminará desbordándose fuera del discurso.

Este curioso proceso guarda raíces en lo que Lacan llamó le point de caption: aquel punto en el que el significante cae en el significado (Žižek, 2020). La lectura que realiza Žižek sobre el punto de acolchado dicta que este término hace referencia a que “el significante debe intervenir en el significado para decretar unidad de sentido” (Žižek, 2020: 256). Extrapolando el concepto de sutura, la sociedad adquiere su unidad solamente por medio de la intervención del discurso hegemónico sobre ella. No obstante, es preciso insistir en la impotencia del discurso sobre su objeto: la suturano enmienda la ausencia de totalidad, sino que inaugura la posibilidad de obturar dicha falta por medio de cierto discurso hegemónico. Es así como Laclau y Mouffe (2004: 88) concluyen que

las prácticas hegemónicas producen una “sutura” en la medida en que su campo de operación es determinado por la apertura de lo social, por el carácter en última instancia no fijado de cada significante. Esta falta original es precisamente lo que la práctica hegemónica trata de llenar.

¿Acaso no es esto lo ocurrido en relación con la covid-19? Como se ha anotado, no se sabe exactamente cuál fue el origen del virus ni tampoco su naturaleza, por lo que esta ausencia de explicación ha permitido a diversos países construir su propio discurso ideológico en torno a ese tópico, lo que favoreció interés políticos y económicos propios. De este modo se parafrasea sentencia de Laclau y Mouffe sobre la sociedad y se postula la imposibilidad de la covid-19.

Con base en lo anterior, ¿la opción correcta sería, entonces, tratar de resistirse ingenuamente a este proceso ideológico sobre los fenómenos que acontecen en el mundo? La respuesta es no. Se debe aceptar la imposibilidad de acceder a un hecho objetivo libre de intereses ideológicos. Esta es la lección última que el análisis del discurso señala en torno al carácter ideológico de todo discurso: cualquier atisbo de objetividad tiene una necesaria relación con intereses políticos de fondo que le permiten su surgimiento, más aún, “la noción misma de un acceso a la realidad sin el sesgo de dispositivos discursivos o conjunciones con el poder es ideología” (Žižek, 2013: 18).

Resulta fructífero relacionar esta aceptación del acceso mediato a todo hecho con el concepto de posverdad, el cual concibe que “los datos constituyen un ámbito vasto e impenetrable, y siempre los abordamos desde (lo que la hermenéutica llama) un horizonte de comprensión, privilegiando algunos datos sobre otros” (Žižek, 2020: 122). Lo que expone este término es la paradójica relación que guardan las mentiras ideológicas con los hechos objetivos.

Para explicar esta paradoja basta con recordar los diversos señalamientos racistas hacia los ciudadanos chinos por el hecho de pertenecer a la nación donde brotó la covid-19: aunque se parte de un hecho totalmente cierto (China es el país donde se halló al paciente cero), la conclusión a la que llega la narrativa racista carece de toda validez. A pesar de aceptar la multiplicidad de discursos hegemónicos sobre un hecho, se debe tener en cuenta que “las mentiras más eficientes son aquellas que incluyen una parte de verdad” (Žižek, 2020: 122). Por tanto, se debe evitar, a partir de la pluralidad de interpretaciones sobre un hecho, la justificación de discursos de odio.

A manera de cierre para este apartado, y como síntesis de lo expuesto en él, se ha de declarar que la ideología y la verdad mantienen cierta relación dialéctica: la verdad solo puede ser manifiesta a partir de los discursos parciales que intentan agotarla; a su vez, dichos discursos encuentran su fundamento en la existencia de dicha verdad, impotente de manifestarse autónomamente.

Medidas sanitarias: el para-sí de la ideología

El presentador de televisión estadounidense Brenden Dilley comentó en torno al uso de las mascarillas que preferiría morir a verse como un idiota pues, para él, atentaban contra la dignidad humana (Žižek, 2021). Más que ser un caso particular de mera insolencia e irresponsabilidad, la actitud que este personaje expone la relación existente entre las medidas sanitarias y las representaciones discursivas que rigen al ser humano. Sin embargo, según Slavoj Žižek, ese nexo sería de corte peculiar, ya que para este autor las prácticas externas son las que determinarían las narrativas internas.

Para explicar esto, el filósofo esloveno recurre al ejemplo de Pascal, sobre la relación entre la fe y las prácticas religiosas; de acuerdo con sus palabras, el filósofo cristiano insiste en lo siguiente: “arrodíllate y creerás que te arrodillaste a causa de tu creencia” (Žižek, 2013: 21). Lo que trata de exponer Žižek es la manera en que las conductas externas tienen la capacidad de construir su propia base ideológica. En este sentido, recordando a Dilley, el idiota no sería aquel que usa cubrebocas, sino que el usar cubrebocas es lo que te constituye como idiota. Esta sutil distinción remite a la inversión de la dialéctica idealista a la materialista que realizó Marx, y que se encuentra reflejada en una cita de su Contribución a la crítica de la economía política:

El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad, por el contrario, la realidad social es la que determina su conciencia (Marx, 1970: 37).

Dentro de este marco teórico, la reflexión sobre la ideología es crucial, pues nos permite analizar la forma como este modo de producción de la vida material contribuye a legitimar las distintas prácticas hegemónicas que envisten ciertas políticas sanitarias a raíz de la pandemia del covid-19. Es así como el análisis filosófico es el medio por el que dicha examinación sobre la ideología se lleva a cabo.

A principios de marzo de 2020, el filósofo italiano Giorgio Agamben publicó un texto referente a la pandemia y las medidas gubernamentales que se tomaron en Italia para enfrentarla. La tesis central de su contribución se resume en una crítica hacia las prácticas ejecutadas por los medios de comunicación masiva y las autoridades que, por medio del alarmismo sobre lo que pareciera una gripe común, declararon un estado de excepción que limitó las libertades de los ciudadanos (Agamben, 2020b).

Desde luego, esa postura recibió críticas sobre la manera en que Agamben infravaloró el riesgo de la pandemia. Sin embargo, es preciso recordar que su análisis se basó en una etapa temprana, además, al no ser un especialista en virología, sus reflexiones se basaron en las indicaciones tempranas que emitió el Consejo Nacional de Investigaciones de Italia, las cuales aseguraban que la pandemia era tan solo una simple gripe (Agamben, 2020a). Y aunque este autor no haya abordado de manera correcta el tema de la pandemia, sus observaciones expresan un punto importante en torno al estado ideológico dentro de la lucha en contra de la covid-19: la justificación de restricciones y medidas de confinamiento a partir de un fenómeno de carácter sanitario.

Este planteamiento nos remite a la relación entre los valores fundamentales que rigen al ser humano y a sus conductas externas, pues la crítica que realiza Agamben gira en torno al trastocamiento de la libertad, ya que para él “la limitación de la libertad impuesta por los gobiernos es aceptada en nombre de un deseo de seguridad que ha sido inducido por los mismos gobiernos que ahora intervienen para satisfacerlas” (Agamben, 2020b: 8). En ese tenor, se pone de ejemplo el caso particular de Hong Kong, donde, en 2019, se realizaron manifestaciones que pedían eliminar el hostigamiento policiaco y gubernamental hacia sus ciudadanos, las cuales el gobierno buscó amedrentar a través de medidas antidisturbios (Lua, 2019). La ironía se presenta cuando uno se da cuenta de que los mismos policías que dispersaban a los manifestantes, meses después, durante la pandemia, sirvieron en controles de sanidad para salvaguardar la integridad sanitaria de las distintas regiones de Hong Kong.

Por su parte, el filósofo surcoreano Byung-Chul Han retoma estas medidas para hacer evidente la superioridad de Oriente, en especial de China, sobre Occidente en materia sanitaria:

Los Estados asiáticos como Japón, Corea, China, Hong Kong, Taiwán o Singapur tienen una mentalidad autoritaria, que les viene de su tradición cultural (confucianismo). Las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa. También confían más en el Estado. Y no solo en China, sino también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada mucho más estrictamente que en Europa (Han, 2020: 3).

Lo que remarca Han es el contraste entre la herencia cultural asiática fuertemente arraigada en el confucianismo, que permitió a la población acatar de mejor manera las medidas anticontagio; mientras que el marco liberal y democrático de Occidente propició que los gobiernos occidentales tuvieran dificultades para hacer cumplir las prácticas sanitarias por parte de sus ciudadanos.2

Centrándonos en China, su apuesta consistió en el uso del big data (macrodatos) y la vigilancia digital para la contención y reducción de casos de covid-19, lo que causó el surgimiento de una nueva dimensión de coerción social justificada por la crisis sanitaria:

Ahora la tarea de combatir las epidemias no solo se centra en virólogos, infectólogos y demás especialistas de la salud, sino también en los ingenieros informáticos y analistas de macrodatos que cumplen una labor decisiva para el control de la infección (Han, 2020: 3).

Lo que esta lógica coercitiva digital asiática expone es que la pretensión de acceder a la objetividad de un fenómeno por medio de la labor científica es propensa a involucrarse en los intereses ideológicos. Tal planteamiento es crucial en estos momentos, ya que los gobiernos tienen puesta su fe en las declaraciones científicas sobre los datos del virus, por lo que, amparados por la voz de la ciencia, implementan acciones que prevalecerán aún después de la contingencia sanitaria. Esto es lo que apunta Agamben cuando increpa el uso excesivo del estado de excepción como una forma de normalización de su lógica. Argumenta que, a raíz de la pandemia, se está constituyendo “una sociedad que ha sacrificado la libertad por unos supuestos ‘motivos de seguridad’ y se ha condenado, por ello, a vivir en un estado permanente de miedo y de inseguridad” (Agamben, 2020b: 255).

Con estas declaraciones, el filósofo italiano apunta a su concepción del término soberano, el cual, a diferencia de la concepción de Schmitt,3 expone que dicha figura “no es quien decide en y sobre el estado de excepción, sino que lo conforma quien es capaz de mantener las acciones excepcionales como un ámbito sujeto a su control y presentarlas como acciones normales. (Prado y Duque, 2021: 111). Por lo que, en última instancia, este estado “deja así de referirse a una situación exterior y provisional de peligro real y tiende a confundirse con la propia norma” (Agamben, 2003: 214). Lo que se extrae de la crítica de Agamben sobre la implementación del estado de excepción durante la cuarentena es reconocer que la normalización de prácticas extraordinarias con el fin de enfrentar una situación crítica constituye un mecanismo ideológico que permite al poder en turno justificar las medidas coercitivas sobre la población. Es por ello que se han de rechazar las exigencias generalizadas de no politizar la pandemia, pues, en un sentido estricto, esta se encuentra conformada por intereses políticos que encuentran en ella el punto de partida para su realización o justificación.

Este tipo de prácticas ideológicas que realizan los gobiernos para mantener dominada a la población los incluye Althusser dentro de lo que nombra como los aparatos del Estado. En su texto Ideología y aparatos ideológicos de Estado, este autor establece una distinción para la teoría marxista del Estado entre el poder político y el aparato del Estado: el primero hace referencia a la conservación y toma del poder del Estado, la finalidad de toda revuelta política; el segundo se refiere a los diferentes mecanismos e instituciones que aseguran la conservación del poder por la clase dominante (Althusser, 1995). Esta dicotomía manifiesta la manera en que la posesión del poder requiere dispositivos que garantizan su aseguramiento para los intereses de la clase en turno.

Sin embargo, lo que concierne a la presente investigación se encuentra en la diferencia entre los dos tipos de aparatos estatales que el autor identifica: los aparatos represivos del Estado (are) y los aparatos ideológicos del Estado (aie). De acuerdo con Althusser (1995), por un lado, los are comprenden las distintas instituciones que involucran algún tipo de represión, tanto simbólica como física (ejército, policía, tribunales, prisiones, etc.); por otro lado, los aie son aquellas instituciones más sutiles que emplean la ideología como la forma de garantizar la posesión del poder (Iglesia, escuela, familia).

En adición a lo anterior, se ha de declarar que esta distinción no es de corte excluyente, sino complementaria; es decir, los are y los aie no operan en forma independiente, más bien trabajan a la par, pero lo hacen bajo una alternancia entre predominancia y sumisión; esto es lo que Althusser nombra el doble funcionamiento de los aparatos estatales:

Los “are” funcionan masivamente con la represión (incluso física) como forma predominante y solo secundariamente con la ideología. (No existe aparatos puramente represivos) […] Inversamente, los “aie” funcionan masivamente con la ideología como forma predominante, pero utilizan secundariamente, y en situaciones límite una represión muy atenuada, disimulada, es decir simbólica (Althusser, 1995: 27).

Una de las primeras acciones que llevó a cabo China en contra de la covid-19 fue la construcción, en un lapso de 10 días, de El gran Dragón de Fuego un enorme hospital encargado de atender a las personas infectadas en Wuhan. De acuerdo con la revista Forbes, “el centro médico cuenta con 1000 camas para tratar a las víctimas que serán atendidas por 1400 doctores de las fuerzas armadas” (Forbes, 2021a). Esta particular iniciativa china es el ejemplo por excelencia de lo anteriormente acotado.

La forma en que se debe interpretar esa construcción radica en analizarla como la expresión por antonomasia del aie chino: en una situación crítica como la pandemia, las distintas potencias mundiales se disputaron el dominio ideológico sobre el virus; en su caso, China demostró su capacidad de afrontar la crisis sanitaria con el sutil gesto de construir un megahospital en tiempo récord. La violencia simbólica de este aparato reside en exponer este país como superior, con el resultado de contrastar dicho logro asiático frente a la nula capacidad de las demás potencias para contener la pandemia.4

Este ejemplo nos remite a la tesis principal de Althusser (1995: 37) en torno a los aie: “ninguna clase puede tener en sus años el poder de ‘Estado’ en forma duradera sin ejercer al mismo tiempo su hegemonía sobre y en los aparatos Ideológicos de ‘Estado’”. La crisis sanitaria de la covid-19 ha servido para la reconfiguración de las coordenadas del espectro político a nivel global, donde China ha resultado ser el país dominante. Es claro que cuando Althusser escribió sus reflexiones en torno a los aparatos estatales no tomó en cuenta un escenario global como el de la pandemia. Sin embargo, es prudente insistir en la aplicación de sus planteamientos sobre la situación que se vive en la actualidad, ya que estos describen perfectamente la lógica ideológica mundial.5

A manera de cierre y como recapitulación de este apartado, se ha de manifestar que durante la pandemia han acontecido diversos fenómenos políticos que a primera vista siguen un enfoque no ideológico; se trata de una situación sanitaria global que necesita ser atendida sin interés de por medio. Sin embargo, como se ha comentado, las medidas y prácticas en contra de la pandemia que aparentan no formar parte de la dinámica ideológica son en realidad el lugar donde ocurren las luchas ideológicas. De nuevo se vuelve a la tesis central de esta investigación: el destino final de aquellas presunciones de poder es hallar un lugar desligado de alguna influencia ideológica para convertirse en las maneras como es expresada la ideología.

La creencia: el para-sí dentro del en-sí extraideológico

La tercera parte de este artículo se basa justamente en la aparente superación de la ideología como forma de cohesión social para las clases dominantes. En dicha concepción “la ideología o bien ejerce una influencia crucial pero restringida a algún estrato social limitado, o bien su papel en la reproducción social es marginal” (Žižek, 2013: 23). García Cotarelo identifica que las principales razones a favor de esta disolución ideológica dentro del esquema político se deben a que las facciones de izquierda y derecha cada vez optan más por el utilitarismo que por la adherencia a ideales rectores de sus posturas, propiciando las coaliciones entre grupos con visiones diversas y hasta contrarias. A consecuencia de esto, los ciudadanos pierden el interés sobre las posturas ideológicas y se centran en problemáticas que afectan directamente su vida cotidiana (García, 1975).

Lo esencial de esta postura es que, aunque se admite el potencial unificador que la ideología ha tenido en siglos anteriores, se afirma que en la actualidad sus efectos han sido subordinados por fenómenos objetivos, como la economía, la política y, en el caso que atañe el presente artículo, las epidemias. Según esa lógica, cada individuo es capaz de sustraerse del campo ideológico y acceder a una realidad objetiva. Es por ello que Žižek (2013) reconoce que esta etapa se caracteriza por la toma de conciencia del sujeto sobre los diversos mecanismos ideológicos que operan la realidad presuntamente no ideológica. Lo esencial de este planteamiento es que inaugura una distinción matriz entre ideología y realidad. Esta dicotomía es análoga a la que Ortega y Gasset elabora entre las ideas y las creencias.

Según el pensador español, las ideas, como ideas de un hombre, son pensamientos que construye el sujeto en torno a tales o cuales fenómenos experimentados de la realidad, pero también son aquellas nociones formuladas por el prójimo que el sujeto acepta y repite. Dentro de las ideas, por un lado, se engloban tanto las ocurrencias más simplonas como las teorías más rigurosas —tal es el caso de las científicas— (Ortega y Gasset, 1964); por otro, las creencias son un tipo de ideas, con un aspecto en particular: “se confunden con la realidad misma —son nuestro mundo y nuestro ser—, pierden, por tanto, el carácter de ideas, de pensamientos nuestros que podían bien no habérsenos ocurrido” (Ortega y Gasset, 1964: 232).

En este sentido, las ideas como producto de la reproducción y apropiación de ideas ajenas encuentran parentesco con los mecanismos ideológicos que de igual forma son producto de influencias externas sobre el sujeto. A su vez, las creencias, como aquellas ideas que no presentan un interés particular que las medie, sino, en sí, son la manera como se constituye la realidad para el sujeto; son equivalentes a lo que anteriormente se identificó como el campo extraideológico de la realidad.

Lo interesante en esta formulación es la insistencia de Ortega y Gasset en reconocer la existencia de un campo exento de influencia externa, en este caso de ideología. Es así como el filósofo español expone de manera retórica la siguiente advertencia:

¿Se entrevé ya el enorme error cometido al querer aclarar la vida de un hombre o una época por su ideario, esto es, por sus pensamientos especiales, en lugar de penetrar más hondo, hasta el estrato de sus creencias más o menos inexpresas, de las cosas con que contaba? (Ortega y Gasset, 1964: 235).

En este sentido, la manera de acceder a la verdadera matriz que rige la vida y las acciones de un hombre no es a través de los discursos explícitos con los que tiene un continuo contacto, sino que las creencias arraigadas que se interiorizan como inherentes a él y al mundo de manera íntima son las que en realidad rigen su visión de este último. Lo anterior guarda relación con la tercera versión que Žižek (2013: 24) reconoce como operante en el fenómeno ideológico:

Ni la “ideología” en tanto doctrina explícita (las convicciones articuladas sobre la naturaleza del hombre, la sociedad y el universo), ni la “ideología” en su existencia material (las instituciones, los rituales y las practicas que le dan cuerpo), sino la elusiva red de actitudes y presupuestos implícitos, cuasi “espontáneos”, que constituyen un momento irreductible de la reproducción de las prácticas “no ideológicas” (económicas, legales, políticas, sexuales, etcétera).

Existen dos maneras de analizar lo hasta aquí mencionado: la creencia como aquello aparentemente extraideológico se refiere a ciertos conjuntos de principios básicos e irreductibles anteriores a cualquier índole ideológica o, por el contrario, se trata de una manera de referirse a los proyectos a futuro que no están sujetos a una configuración ideológica debido a que estos no han ocurrido. La primera versión parece estar intrincada en el pensamiento ingenuo de un acceso a la realidad no mediado por influencias discursivas, —punto tratado anteriormente en el presente artículo—. Es por ello que sería más fructífero optar por la segunda vía y localizar semejante posición dentro de los proyectos o nuevas nociones producidas a partir de la pandemia de covid-19.

Una de estas nociones es el surgimiento del concepto de la nueva normalidad, el cual, retomando palabras de Agustín Zerón (2020: 3), “fue introducido en 2008 para referir a las condiciones económicas que surgieron ante la crisis financiera y gran recesión mundial que tuvo su origen en los Estados Unidos”. En la actualidad, este concepto es usado para indicar que la vida tal como se conocía antes de la covid-19 dejó de existir, abriendo las puertas a una nueva realidad, con la continua amenaza de un virus similar. Ya algunos virólogos, como Hendrick Streeck, se plantean la posibilidad de dejar de numerar las olas de contagio, y en cambio hablar de una ola permanente (Schuller, 2020).

El surgimiento de semejante concepto se enlaza con la implementación del Estado de excepción, comentado en el segundo apartado como una práctica del para-sí ideológico de actuar sobre la epidemia; no obstante, también se enlaza con el en-sí de la ideología al redefinir al acontecimiento sanitario, no como una excepción temporal del flujo habitual del tiempo, sino como algo ya inherente al desarrollo de la historia humana a partir de ahora. La nueva normalidad, más que ser el espacio donde se pueda encontrar el inicio de una nueva realidad distante de la ideología prepandémica, es, por el contrario, el sitio donde todas las ambiciones ideológicas se plasman a futuro.

Otro ejemplo del estado ideológico antes comentado es la competencia entre naciones por la producción y distribución de vacunas nacionales. En este tenor, se ve claramente la batalla ideológica entre las distintas potencias globales capaces de desarrollar una patente de mejor calidad y más eficiente contra el sars-cov-2. El 31 de diciembre de 2020, la oms incluyó la vacuna elaborada por Pfizer y BioNTech (trabajo cooperativo entre Estados Unidos y Alemania) dentro de la lista de emergencia para su uso reglamentario y administrativo en contra de la pandemia mundial (oms, 2020). Después de ello diversas vacunas, como las de Moderna y Astra Zeneca, entre otras, emprendieron el proceso clasificatorio para sumarse a la lista de la oms.

Es preciso identificar a la oms como ente regulatorio clave dentro de esta batalla ideológica, ya que a pesar de su insistencia en aclarar que el hecho de que cierta vacuna no sea avalada por ella no implica que no funcione contra el virus (ops, 2021), su reconocimiento tiene mucho peso para que los países se animen a comprarla y aplicarla a su población. Aquellas vacunas que no gozan de su respaldo son marginadas en la lucha contra la pandemia. Esto es lo que ocurre con Cansino y Sputnik V, desarrolladas por China y Rusia respectivamente, debido a que hoy en día no son reconocidas por dicho organismo internacional a pesar de haber sido probadas por diversos laboratorios y aplicadas en algunos países (Forbes, 2021c). El problema que se genera con dicha marginación por parte de la oms es la implementación de restricciones en ciertos países hacia aquellas personas que se hayan vacunado con patentes no reconocidas por este organismo, entre las que destaca la prohibición del ingreso a su territorio. Es aquí donde se expone el estado ideológico dentro del proceso de vacunación en el mundo: la vacuna y su producción son el medio en el que los intereses geopolíticos encuentran su proyección venidera; si se controlar la forma en que se enfrente la pandemia, se puede controlar el futuro del mundo con la nueva normalidad.

Conclusiones: la cinta de Moebius como representación de la ideología por excelencia

La cinta de Moebius es una superficie de una sola cara que tiene la peculiaridad de no ser orientable, es decir, en dicha figura no existen direcciones marcadas: al partir desde un punto en específico de la superficie, su continuo avance sobre la misma provoca la llegada al punto inicial. Sumado a esto, sus polos no están desconectados entre sí, como sería en una superficie orientable, cada lado de la superficie termina conduciendo al extremo contrario. Esto lleva a que a primera vista sea difícil establecer un punto de mediación en el que se identifique cuándo empieza y cuándo acaba cada cara de esa superficie.

Lo anterior guarda relación con la tesis central del artículo, la cual ha sido reiterada en diversas ocasiones: cada vez que se trata de evadir la ideología y querer llegar a un atisbo de objetividad o imparcialidad dentro del espectro geopolítico, siempre aparece la ideología como el fondo de intereses e intenciones del panorama político. La pandemia, como tema capital del artículo, es una forma más en la que opera esta lógica ideológica.

Entonces, ¿qué queda? ¿Resignarse a que por más que se tome distancia resulte imposible desligarse de la influencia ideológica? La respuesta es sí y no. Slavoj Žižek (2020: 249), refiriéndose a la cinta de Moebius, declara que “el esfuerzo del pensamiento consiste mediar los polos opuestos determinando sus diferencias, aunque este esfuerzo fracasa una y otra vez”. Esto es lo que justamente se debe realizar respecto de la ideología.

Desde la filosofía se debe seguir la pauta del filósofo esloveno y emplear su carácter crítico como herramienta para poder señalar la lógica ideológica que impregna el campo político del mundo. Esa posición crítica no debe remitir al encuentro de un fenómeno libre de ideología, sino que, como argumentaba Max Horkheimer (1962), debe exponer la dependencia que el sujeto tiene sobre las relaciones ideológicas de su entorno. Es por ello que, a manera de cierre, se insiste en que el lector mantenga una actitud crítica hacia aquellas posturas que dicten la desideologización de los procesos en torno a la pandemia y que reconozca, en cambio, las diversas redes ideológicas que han operado durante la pandemia de covid-19, tal como se ha pretendido realizar en el presente artículo.

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Notas

1 Tal como lo señala Barrett (2013), Laclau y Mouffe son herederos teóricos de Gramsci, quien realiza una oscura equivalencia entre hegemonía e ideología. Para fines didácticos del presente artículo se mantendrá dicha equivalencia gramsciana. A su vez, hay que declarar que, para Gramsci (1999), la hegemonía en clave ideológica se da cuando, a través de la lucha entre diversas ideologías que persiguen un fin corporativo sobre ciertos fenómenos políticos, una sola ideología o conjunto de ellas alcanza la supremacía sobre las demás situando su fin, ya no como particular, sino como universal.
2 Quizá uno de los motivos del surgimiento de esta dicotomía se debe al contraste en torno al ideal de modernización entre Occidente y Oriente. De acuerdo con Wang (2008), a diferencia del proyecto liberal del capitalismo donde se remarcaba el papel del individuo frente a la sociedad, para China la modernización es alcanzada por medio de la implementación de un Estado-Nación con tintes socialistas que reivindicará las tradiciones culturales del país como parte de una reevaluación social.
3 Carl Schmitt (2009) en su obra Teología política postula que el soberano es aquel que está afuera y dentro del ordenamiento político.
4 Tan solo hay que recordar las alarmantes cifras que tuvieron Estados Unidos y la Unión Europea (en especial Italia) al principio de la pandemia.
5 En vez de hablar de aparatos ideológicos y represivos estatales, quizá se deba hablar de aparatos ideológicos y represivos globales, para mostrar las disputas geopolíticas que se han dado y que operan con la estructura expresada por Althusser.

Notas de autor

* Egresado de la licenciatura en Filosofía por la Universidad Autónoma del Estado de México (Uaemex), sus líneas de investigación son la filosofía política y filosofía de la ciencia. Realizó una estancia de investigación en la Universidad de San Buenaventura en Cali, Colombia. Ha publicado en coautoría el artículo académico “Análisis de la ayuda humanitaria por los cárteles de narcotráfico a la población mexicana como fenómeno violento”, en International Journal of Žižek Studies (2020). Además, es autor de dos capítulos de libro: “La ética del ateo”, en Salud y educación. Formación, profesionalismo e investigación de la salud, a cargo del Centro de Investigación de Estudios Comparados de América Latina, Uaemex; y “La propuesta de Slavoj Žižek sobre el materialismo dialéctico como herramienta interpretativa del paradigma cuántico”, en Slavoj Žižek: ¿Cómo pensar con claridad en un mundo al revés?, publicado por la editorial chilena lom (2022, en prensa).
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