Reseñas

El vacío de los suburbios

Guillermo Ramírez-García
México

El vacío de los suburbios

Contribuciones desde Coatepec, vol. 19, Esp., 2022

Universidad Autónoma del Estado de México

Quijano H. La intuición del vacío. 2021. México. tunAstral

Recepción: 31/08/2022

El vacío de los suburbios

En La intuición del vacío de Heber Quijano, número 16 de la colección Libros de la Tribu, de tunAstral, se narran las historias trágicas de personajes jóvenes que viven en Infiernavit, lugar que hace alusión a Infonavit San Francisco, colonia ubicada en el municipio de Metepec, Estado de México. No obstante, son historias que pueden encontrarse en cualquier barrio mexicano. Heber Quijano presenta lúdicamente temas como el fútbol, el box, las peleas callejeras, las armas, las drogas, el sexo, el arrepentimiento y la muerte. También se habla de amor, esperanza, ganas de seguir viviendo, de emerger de toda la podredumbre de una sociedad suburbana que comparte “el grisáceo cielo citadino”.

La estructura híbrida del libro permite que pueda leerse como una novela o un libro de cuentos. Por una parte, si como dice Julio Cortázar, el cuento gana por knockout, los relatos que integran el libro lo hacen: cada final es contundente, certero y capaz de llevarnos a un estado de reflexión. Pero, por otra, si la novela gana por puntos, entonces La intuición del vacío puede ser una, pues cuando se termina un relato y pareciera que se da un final, este continúa en el siguiente.

Heber Quijano muestra su lucidez literaria desde el índice, pues desde los títulos de los relatos se observan referencias a la mitología griega, que sirven para dar cierre o continuidad a los relatos. El índice también evoca el método científico, puesto que el libro es una teoría: Teoría de la orfandad, como indica su subtítulo; así se presenta una premisa, una hipótesis, un teorema, una ecuación, una inferencia y la conjetura. Son precisamente el vacío y la orfandad los que mayor presencia tienen en los relatos. Cada uno de los personajes viven su propio vacío, ya sea familiar, mental, físico o espiritual. Por ello, los personajes buscan llenarse de otras actividades, de otras personas. Por ejemplo, en las escenas sobre fútbol narradas al inicio, los jugadores congenian entre ellos, se hacen hermanos: cierran ese vacío y destruyen su orfandad. En el barrio entonces se construyen familias: pandillas que se protegen hasta la muerte.

En este sentido, tanto los acontecimientos como los personajes juegan un papel indispensable para la comprensión del texto. En el caso de los personajes, estos además de relacionar los acontecimientos presentados, muestran una peculiaridad: son mencionados por sus nombres de pila o sus apodos; de ahí que cada uno posea su propio lenguaje, su propia jerga y su personalidad, en función de la manera en que son nombrados.

De este modo, por una parte, en el texto inaugural, “Las vértebras del Pulpo”, se narra, con diferentes voces, la violencia vivida en Infiernavit. Hay personajes que la ven y sienten en carne propia; unos más cuentan el miedo de vivir en ese lugar, su impaciencia por largarse de ahí: “Vámonos de esta colonia, Mauro. ¡Aquí hay pura mierda! Algún día se van a terminar matando entre todos”; mientras otros teorizan las causas de un homicidio —meollo de este cuento— al tiempo que hacen un balance de sus propias vidas: “Todavía me acuerdo de lo que te hizo en el toquín hace dos años. También tú por pendejo, andabas de bravo con un cabrón de esa fibra. Se te hace fácil, tarado”. Aquí, además, se presenta una crítica velada a la prensa roja y a la sociedad consumidora de violencia y sangre: “Y todo lleno de sangre… Así como le gusta a la gente, que aprietes la revista y escurra sangre”.

Por otra parte, se escucha una voz imperativa, con un tono de desesperación en “Los ecos de las sirenas”. Es la madre exasperada, cuyo desenlace crudo dejará al lector helado. Mientras que en “Donde brinca la liebre”, el narrador, de forma lúdica, emplea términos fotográficos para construir escenas que pueden verse (leerse) desde diferentes ángulos; según la propia prensa, se narra a través del objetivo de una cámara.

En “Grillos en la luna”, el autor ejerce una narrativa poética que se encrudece en las líneas finales con una despiadada burla: “Dejó de ser la niña de la fantasía, y se llevó también la mía cuando, derrotada, regresaba a su casa musitando frases ininteligibles, mientras los niños en la calle le gritábamos, despiadados, invencibles”. En tanto que en “Los vestigios de Cronos” —el relato más experimental de Quijano, pues se sirve del flujo de conciencia—, el lector es testigo de la locura de un personaje, cuya razón se ve caer en espiral. En la narración, el autor, con las imágenes y el lenguaje, procura una prosa poética en la que se prescinde de puntuación.

Finalmente, la importancia de La intuición del vacío radica en sus historias, que, con su estructura híbrida, dan al lector la posibilidad de leer los relatos en el orden que prefiera, ya sea alternándolos o bien de principio a fin. Cualquiera que sea la lectura elegida, al final el lector se encontrará con un epílogo poético que, al terminar con puntos suspensivos, invita a la continuidad: apertura para llevar las historias de cada uno de los personajes más allá de las páginas de este libro.

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