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De Big Brother a Big Data: reflexiones a propósito de Im Schwarm. Ansichten des Digitalen de Byung-Chul Han
Vicente Ordóñez Roig
Vicente Ordóñez Roig
De Big Brother a Big Data: reflexiones a propósito de Im Schwarm. Ansichten des Digitalen de Byung-Chul Han
From Big Brother to Big Data: reflections on Im Schwarm. Ansichten des Digitalen by Byung-Chul Han
Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, vol. 20, núm. 40, 2018
Universidad de Sevilla
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Resumen: En Im Schwarm. Ansichten des Digitalen Byung-Chul Han analiza la inecuación que hoy día se da entre las necesidades de la sociedad de la información y la reificación que producen las distintas estructuras que permean el espacio del poder. La revolución digital opera una radical desvinculación óntica al transformar en una muchedumbre o enjambre las distintas formas de agrupación humana, enjambre incapaz de articular una sólida acción común a través del tiempo. En estas consideraciones intento, primero, explicar los aspectos centrales de la obra de Han para, a continuación, repasar críticamente algunos de sus postulados y, por último, examinar la traducción castellana publicada por la editorial Herder en 2014.

Palabras clave:DigitalDigital,masamasa,internetinternet,psicopoderpsicopoder,HeideggerHeidegger.

Abstract: In Im Schwarm. Ansichten des Digitalen Byung-Chul Han examines the current mismatch between the new requirements of the information society and the reification that power structures produce. The digital revolution operates a radical ontic disassociation by transforming the different forms of human grouping into a crowd or swarm incapable of articulating a solid common action over time. In this reflections I try, first, to explain the central aspects of Han’s work, then to critically review some of his postulates and finally to examine the Spanish translation published by Herder in 2014.

Keywords: Digital, mass, internet, psychopower, Heidegger.

Carátula del artículo

Reseñas y debates

De Big Brother a Big Data: reflexiones a propósito de Im Schwarm. Ansichten des Digitalen de Byung-Chul Han

From Big Brother to Big Data: reflections on Im Schwarm. Ansichten des Digitalen by Byung-Chul Han

Vicente Ordóñez Roig
Universitat Jaume I, España
Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, vol. 20, núm. 40, 2018
Universidad de Sevilla
Introducción

Vivimos un momento de sobreproducción incesante en el que objetos de todo tipo inundan nuestra realidad física y virtual. Algunos ocupan un espacio claramente perfilado, delimitado por un perímetro tangible y corporal; otros, sin embargo, se almacenan en esa red informática que conecta directamente computadoras de todo el planeta mediante un protocolo especial de comunicación digital. Este material etéreo se aglutina y compacta formando las circunvoluciones de una espiral gigantesca y fantasmagórica que, a pesar de su intangibilidad, ocupa el lugar de la transmisión de información computarizada, esto es, de la circulación infatigable de la información provocada por el perpetuum mobile de las aplicaciones de software. Abordar en este contexto de pura fugacidad el estudio crítico de una obra publicada hace ya cinco años puede ser, por ello, problemático toda vez que lo instantáneo y lo volátil han sido ubicados en un plano ontológico2. Los versos con los que Paul Celan concluye su poemario Rosa de nadie –“en el aire, ahí permanece tu raíz, ahí, / en el aire”3– suenan hoy como una profecía cumplida debido, en parte, a que el universo digital sitúa en la exosfera aquello que no está revestido con el endeble barniz de la novedad. Parecería sensato, por tanto, abandonar un proyecto que trata de revisar un documento ya desfasado y concentrar las energías en un ensayo más actual. No obstante, que haya transcurrido todo ese tiempo desde la publicación de la obra permite contrastar objetivamente algunas hipótesis que se platean en la misma y revisar con mayor precisión una trama discursiva que, de no darse ese corte temporal entre el momento de la publicación y la recepción, puede enredarnos en un argumento oscuro e indescifrable. En estas reflexiones me propongo, primero, explicar los aspectos centrales de la obra de Han para, a continuación, repasar críticamente algunos de sus postulados y, por último, examinar la traducción castellana publicada por la editorial Herder en 2014.

En el enjambre digital

El título de la obra de Han, En el enjambre: escorzos de lo digital, ofrece algunas pistas de lo que su autor se propone investigar: un desmantelamiento de la tesis que sostiene la aparente inocuidad de las tecnologías de la información, un desvelamiento de cómo el ámbito digital determina la vida del sapiens y una indicación de que la crisis existencial en la que estamos inmersos está provocada por un proceso de híper-tecnificación. Articulado en torno a un prólogo y dieciséis momentos o piezas breves que conforman un todo unitario, el ensayo se abre con unas reflexiones sobre el concepto de ‘respeto’ (Respekt) y el de ‘indignación’ (Empörung). Según Han, nos encontramos en un momento en el que la capacidad de mirar atrás, no perder de vista a alguien o a uno mismo y tenerle en consideración, que es a lo que apuntan tanto el término latino respectus como el alemán Zurückblicken, se ha perdido por completo. Hoy ni hay distancia ni pudor, lo público y lo privado se superponen y confunden y la intimidad se diluye debido, principalmente, a la comunicación digital. “La comunicación digital promueve esta exhibición pornográfica de la intimidad y la esfera privada”4 (p. 8). Además, quienes tienen la capacidad de constituirse en modelo y ejemplo para la mayoría están vacíos en términos morales: “[los modelos a imitar] se distinguen fundamentalmente por cualidades externas o aparentes” (p. 12). Todo ello lleva inexorablemente a la volatilidad, a la fugacidad y dispersión de las relaciones entre los sujetos. Las olas de indignación o Empörungswelle son, probablemente, una de las manifestaciones más palmarias de este fenómeno: “son demasiado incontrolables, incalculables, inconstantes, efímeras y amorfas” (p. 15). Estos movimientos se asemejan a las smart mobs, multitudes supuestamente inteligentes que nacen y se estructuran a través de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, y se definen por su falta de contenance –término que Han toma prestado de Barthes y con el que incide en la inconsistencia y superficialidad de estas conglomeraciones.

El homo digitalis, apiñado desordenadamente y moviéndose con estruendo gracias a las redes telemáticas, forma una enjambre complejo y tumultuoso al que Han apunta con el título de su obra. Ahora bien, “el enjambre digital no es ninguna masa porque en él no habita ningún alma, ningún espíritu” (p. 19). Han también se refiere a él con el sustantivo die Menge: la muchedumbre. Esta muchedumbre está formada por individuos interconectados gracias a las nuevas tecnologías aunque, paradójicamente, a la interconectividad digital le es inherente un total y completo aislamiento. Ese aislamiento y dispersión es lo que impide a las muchedumbres contemporáneas forjar una unidad consistente y firme. “Los habitantes digitales de la red no se agrupan. Les falta lo que podría engendrar un nosotros: la profundidad de la agrupación” (p. 21). Al contrario, Han considera que esas multitudes abigarradas se articulan en torno a hikikomoris, individuos solitarios y despolitizados conectados a internet que, si bien parecen disfrutar de una libertad ilimitada, producen y reproducen con su forma de vida digital modelos de autoexplotación: “actualmente es posible una explotación sin dominación” (p. 24).

Los tres siguientes capítulos están dedicados a examinar los resortes internos del medio digital. En el primero de ellos Han, siguiendo una línea argumentativa sobre la que Thomas Zittel había llamado previamente la atención5, sostiene que los medios digitales provocan una desmediatización de la comunicación (p. 27). ¿Por qué? Porque la frontera entre quien informa y quien se informa se borra y desaparece progresivamente –siguiendo el argumento de Han hasta el final podría afirmarse que el medio digital pone la lingüística boca abajo: función expresiva y conativa se mezclan hasta hacerse indistinguibles, y el esquema ‘emisor-receptor-referente-canal-mensaje-código’ queda obsoleto. Han no aborda las consecuencias lingüísticas que se siguen de su investigación. Sin embargo, matiza que la desmediatización digital provoca la eliminación de toda dirección y jerarquía, lo que afecta irremediablemente a la vida política: el consumidor de información es, a su vez, productor de información, la mediación se entiende como ineficiencia y la representación desaparece porque todo es presente, i.e., pura presencia transparente: “el futuro como tiempo del político se desvanece”6 (p. 29). La comunicación digital, además, elimina toda forma de negatividad: conectados a la red, los usuarios reducen la plétora de posibilidades comunicativas al alienante ‘me gusta’, debido, en parte, a la primacía de la imagen. ¿Sería posible, pregunta Han, “que la evolución se fundara absolutamente en la Ein-Bild-ung, en la im-aginación”, esto es, en la capacidad de formar figuras mentales, figuras que no son sino copias de lo real? (p. 40). El medio digital hace que las formas e imágenes sean más reales que la propia realidad y este desplazamiento provoca, a su vez, la destrucción del valor icónico de la imagen.

En el ensayo de Han el pensamiento de Heidegger se muestra como una influencia decisiva, algo que se hace patente en los capítulos siguientes del libro. El primero de estos capítulos se titula “Vom Handeln zum Fingern”, sentencia de difícil traducción por cuanto Han juega tanto con la etimología de Handeln como de Fingern. El primero de los términos significa, en un primer nivel, ‘acción’, y así es empleado en el habla corriente. Sin embargo y como explica Friedrich Kluge7, su etimología remite a Hand, ‘mano’: la acción es algo que se toca o se agarra, que se hace con las manos. El segundo, Fingern, apunta a ese ejercicio que llevamos a cabo con el dedo o digitus propio de la comunicación digital: ‘tecleo’. Podemos, por tanto, traducir el capítulo como “De la acción manual al tecleo digital”. Para Han uno de los rasgos que definen nuestro tiempo es la atrofia de las manos: “el ‘hombre’ del futuro ‘que teclea sin manos’, el homo digitalis, no actúa” (p. 47). Porque Han subraya, citando a Heidegger, que ‘actuar’ y ‘mano’ son como vértices de una misma figura: die Hand handelt8, i.e., la mano actúa (p. 52). Actuar supone hacer frente a algo, tomar una decisión y, por tanto, afirmar y negar, pero lo digital elimina la posibilidad de la negación y, por tanto, clausura la posibilidad de la acción misma: “sin dolor, sin negatividad de lo otro […] no es posible experiencia alguna” (p. 70). Lo propio de la comunicación digital es una suerte de inacción móvil: personas conectadas entre sí pasivamente que no experimentan nada físico o terrenal porque articulan sus vidas desde un aislamiento transparente del todo vacuo.

El internet de las cosas en el que moran millones de personas es, sobre todo, un generador de fantasmas y un difusor de infecciones y virus: “una información o un contenido se propaga vertiginosamente en la red como una epidemia o pandemia, aunque tenga poca significación” (p. 74). El sistema inmunológico de la red es tan débil porque, precisamente, sólo así puede asegurarse un intercambio de información inmediata. Ahora bien, la información que circula en la red ni produce por sí misma verdad alguna ni lleva a un desvelamiento de lo que se oculta tras el orden de lo real. “A partir de un determinado momento la información ya no es informativa, sino deformativa, y la comunicación no es comunicativa, sino simplemente acumulativa” (p. 79). El caudal informativo que circula en la red global, exceso de la incontinencia digital, provoca, curiosamente, una fatiga o agotamiento de la información (Informationsmüdigkeit). Los discursos se vacían de contenido y, pese a la membrana acuosa que recubre la transparencia del medio digital, todo se torna cada vez más confuso y opaco. Inwiefern ist die Demokratie auch ohne Diskurs denkbar?, se pregunta Han: “¿en qué medida puede pensarse una democracia sin discurso?” (p. 86). Lo problemático en términos políticos se cifra para Han en que lo digital hace posible una suerte de democracia directa telemática en la que los ciudadanos, interconectados a través de sus computadoras, actúan siguiendo un patrón exclusivamente económico. “El botón de me gusta es la papeleta electoral digital. Internet o el Smartphone son los nuevos colegios electorales. Y el clic del ratón o una breve pulsación del teclado desplazan al ‘discurso’” (p. 89). Han deduce de todo ello un doble deslizamiento de consecuencias imprevisibles: por una parte, el ciudadano cede su puesto al consumidor pasivo; por otra, la política se aproxima y confunde con el marketing.

En los dos últimos capítulos de En el enjambre, Han reactualiza las tesis foucaultianas de la vigilancia y el biopoder. La sociedad de la información opaco-transparente es una sociedad vigilante que reproduce el delirio del panóptico desde una perspectiva, no carcelaria, sino puramente digital: el historial de cada uno de los usuarios de la red puede revisarse y rastrearse, toda acción telemática deja una huella indeleble y cualquier información puede obtenerse inmediatamente. La vigilancia y el control pertenecen de suyo al ámbito digital global, con la peculiaridad de que el usuario va forjando inconscientemente su propia celda cada vez que accede a la red. “El Big Data reemplaza al Big Brother” (p. 92). La así llamada ‘fuga de información’ que se produjo entre Facebook y Cambridge Analytica violando las condiciones de aparente confidencialidad de la compañía de Mark Zuckerberg que, recientemente, captó la atención de los medios de comunicación, no es sino la punta del iceberg de un problema mucho mayor. Para Han no cabe duda: internet es básicamente una Kontrollgesellschaft, una sociedad de control en la que las computadoras y dispositivos electrónicos en red se transforman en cámaras de vigilancia (p. 95). Este nuevo paradigma hace que la biopolítica a la que se refiere Foucault, i.e., la capacidad de producir fuerzas, hacerlas crecer y ordenarlas, así como también intervenir, controlar y disciplinar por medio de la coacción normativa y la vigilancia médica, ceda el paso a la psicopolítica: la primera no es capaz de leer el pensamiento y controlarlo, algo que la segunda sí puede hacer. “La biopolítica no permite una intervención sutil en la psique de la gente. El psicopoder, por el contrario, interfiere e interviene en los procesos psicológicos” (p. 98).

Problemata

A pesar de que, a grandes rasgos, la disección que Han realiza de las sociedades contemporáneas es penetrante y certera, me gustaría analizar algunas ideas que podrían resultar problemáticas, lógicamente inconsistentes o contradictorias. Centraré mi discurso en cuatro aspectos concretos del ensayo de Han y dejaré en el tintero cuestiones como la fundamentación metafísica de la democracia representativa que ofrece y su crítica de la democracia directa, la utilización de términos de Heidegger (‘tierra’), Schmitt (‘soberanía’) o Baudrillard (‘pornográfico’) que plantean dudas hermenéuticas, el lenguaje poco sensible en ocasiones a cuestiones de género o los vínculos que establece entre el concepto de respeto y lo digital.

La primera consideración me lleva a la metáfora con la que caracteriza la realidad digital: el enjambre. Ya he señalado previamente que uno de los sinónimos de los que se sirve Han es el de ‘muchedumbre’ y, ciertamente, con el concepto ‘enjambre digital’ da a entender que ese espacio es la encarnación de la utopía neoliberal por la que transitan usuarios ultra-individualistas cegados por pulsiones exclusivamente hedonistas y teledirigidos por el monismo reduccionista del ‘me gusta’. “Los sujetos económicos neoliberales no constituyen un nosotros capaz de acción común. El creciente egoísmo y atomización de la sociedad hace que se reduzcan radicalmente los espacios para la acción común e impide, de ese modo, la formación de un contrapoder capaz de cuestionar realmente el orden capitalista. El socius cede el paso al solus” (p. 24). No dudo de que ese perfil se ajusta en muchas ocasiones a la realidad, pero debido, en parte, a su estructura reticular, el entorno digital es mucho más complejo y alambicado que la descripción monolítica ofrecida por Han. En el último decenio hemos sido testigos de revueltas que han instrumentalizando las tecnologías digitales con el objetivo de una mayor organización y cohesión. Hechos tan dispares como los focos de resistencia en China (los disturbios de los trabajadores de la Tonghua Iron and Steel Group) y Estados Unidos (Occupy Wall Street), movimientos ciudadanos como la Primavera Árabe tunecina o las mareas blancas contra la privatización de la gestión sanitaria en España o la campaña a favor del Brexit tienen como denominador común una organización de la acción política en clave digital. En los netizens encontramos la contrapartida o lado opuesto de los hikikomoris: personas que participan activamente en organizaciones políticas en línea empleando los instrumentos digitales a su alcance. Todo enjambre, además, se mueve unitariamente con la finalidad de hallar un nuevo lugar en el que vivir –en términos estrictamente biológicos, el enjambre lleva a cabo una labor de exploración fuertemente coordinada, tiene un objetivo claro y preciso y hay una organización exacta de la acción colectiva. De nuevo, debo recalcar que ‘enjambre’ no describe completamente los múltiples matices que encontramos en el entorno digital en red.

Encuentro, además, en su descripción crítica de la sociedad de la indignación o Empörungsgesellschaft un argumento inconsistente. Han apunta que los movimientos sociales, las mareas ciudadanas y las olas espontáneas de indignados no son capaces de articular un discurso estable, constante y continuo. Como he explicado con anterioridad, para Han las olas de indignación “son demasiado incontrolables, incalculables, inconstantes, efímeras y amorfas” (p. 15). Efectivamente, estos movimientos son de por sí indeterminados, una pluralidad indefinida y, por tanto, incontable, no reducible a número fijo. A diferencia de lo que ocurre con las masas, grupos humanos dotados de un alma y un espíritu, las olas de indignación, como el enjambre digital, son demasiado dispersas e incapaces de generar futuro (p. 17). Sin embargo, en el capítulo “Vom Handeln zum Fingern” Han sostiene que lo digital se caracteriza precisamente por someter todo al imperio del cálculo y la aritmética: “hoy todo lo que no es contable o numerable deja de ser” (p. 51). Y más adelante, en el capítulo “Nomos der Erde (el nomos de la tierra)” añade: “justamente, el orden digital totaliza lo computacional o lo aditivo” (p. 67), i.e., el orden digital absolutiza la aritmética. Aquello que ni es numerable ni conmensurable pierde irremediablemente valor ontológico y simplemente deja de ser. ¿No serían las olas de indignación, por tanto, un elemento disruptivo dentro del espacio digital? Constituir una pluralidad indefinida, ¿no supone hacer frente a las estructuras digitales de poder que exigen, por una parte, que todo se numere y cuantifique y, por otra, que las multitudes indeterminadas se conviertan en masas de individuos que, a su vez, se fundirán en una nueva unidad susceptible de ser clasificada y cuantificada? ‘Individuo’9 (indīviduus) traduce término a término el concepto de la física griega ‘átomo’: aquello que no se puede cortar ni dividir. El individuo es al demos lo que el átomo a la materia: el elemento último e indivisible de una multiplicidad ambigua y porosa por definición. Convertir las multitudes “incontrolables, incalculables, inconstantes, efímeras y amorfas” en masas de individuos perfilados y claramente definidos, representados cada uno por un nombre propio, DNI, libro de familia, nacionalidad o profesión es hacerle el juego a la ideología dominante. Porque las ideologías, tanto más eficaces y absolutas cuanto más abstractas y metafísicas, no hacen sino justificar las ideas arbitrarias y apuntalar las falsedades sobre las que se construye la realidad. Hoy, cuando la conciencia ha sido transformada en marca comercial y las posibilidades de vida han sido subsumidas en el mercado, la ideología que mejor sirve a los intereses del establishment no es ningún programa político o religioso: la ideología par excellence es la ciencia del cálculo y el número. Sólo ella tiene la capacidad de imponer la fe que el poder necesita, presentándose no como una fe, sino como la descripción objetiva de los hechos. Por eso y aunque resulte sorprendente, del argumento de Han se desprende que las olas de indignación podrían entenderse como un elemento liberador en el espacio omniabarcante de lo digital: en virtud de su no computabilidad serían una especie de fallo en el sistema y estarían más cerca del terrane Ordnung, del orden terrenal (p. 67) al que se refiere Han, que de la calculada sociedad digital a la que pone entre paréntesis.

Además, el que esas multitudes no engendren ningún futuro como afirma Han (“el futuro se atrofia como un presente optimizado”, p. 80) podría entenderse como un momento de pura negatividad que atenta, de nuevo, contra el espectro digital. ¿Por qué? Porque todo el que vive orientado hacia el futuro aspira a algo: seguridad, máximo beneficio personal, éxito, etc. Para el status quo lo decisivo no es a qué aspire uno, sino que uno aspire ., es decir: que desee que algo acontezca o deje de acontecer, que esté volcado hacia el porvenir. Mas el futuro no es de por sí nada real y, aunque se predica como si fueran hechos acerca de cosas futuras, por ser futuras se indica precisamente que no son hechos –y, por tanto, sobre eso futuro no cabe predicación lógica alguna. Una vida orientada hacia el futuro, ¿sería entonces una vida proyectada en el vacío? En “Vom Bauer zum Jäger (del labrador al cazador)” Han actualiza un argumento con el que Heidegger ataca a la técnica del siglo XX. Me refiero a su crítica de la máquina de escribir como instrumento debilitador de la escritura que oculta la esencia de la misma: el ser una acción ligada esencialmente a la mano. Frente a la máquina de escribir, que provoca la atrofia de la mano y, finalmente, el olvido del ser, el amanuense respeta las propiedades características de la escritura y, en concreto, su vinculación con el pensar: “toda obra de la mano se funda en el pensar”10. Han da un paso más y pone en tela de juicio los distintos dispositivos digitales que pueblan nuestra realidad inmediata en virtud de este argumento (p. 53). Ahora bien, ¿por qué privilegiar un medio técnico sobre otro? Escribir es un acto plural. Si reparamos en los distintos modos en los que los humanos producen signos materiales de descripción simbólica tenemos que concluir necesariamente que la escritura no puede subordinarse a un tipo específico de manifestación gráfica. El castellano ‘escribir’ –como el alemán ‘schreiben’– remite a la raíz proto-indoeuropea skreibh- . sqeribh-, que pertenece al campo semántico de ‘rayar’, ‘hender’, ‘realizar una incisión’. La escritura, más que un sistema de signos ordenado y regular, se articula en su origen en torno a un conjunto aparentemente caótico de trazos, rayajos y raspaduras. Ahora bien, para cortar, raspar, hender, burilar, arañar o picar se necesita, no sólo una técnica que permita realizar inscripciones en materiales tan diversos como la roca, la corteza de un árbol o la piel humana, sino también una multiplicidad de instrumentos con los que llevar a cabo esa operación de marcaje. Es posible que algunos de esos instrumentos estuvieran al alcance del sapiens de forma natural, pero podemos suponer que otros debían ser trabajados para obtener las cualidades requeridas: dureza, rigidez, consistencia o plasticidad. Ello indica que en la escritura arcaica se encuentran, no en forma embrionaria, sino desarrolladas, dos funciones muy precisas con las que el sapiens transfiere una dosis no pequeña de permanencia a distintos objetos: abstracción y proyección. La capacidad de separar mentalmente las cualidades de un objeto para considerarlas de manera aislada o independiente indica un alto grado de sofisticación intelectual del hombre arcaico. Lo que se aísla puede ser, o bien una característica específica, o bien una propiedad común compartida por varios objetos. Nociones como forma, figura, tamaño, color o cantidad provienen de esa acción con la que previamente se ha separado conceptualmente una cosa de otra. Además, al quedar integrada en un esquema o plan de trabajo noético, la abstracción permitiría al ser humano vislumbrar anticipadamente, proyectar y definir la acción que quiere emprender antes de que se lleve a cabo. La abstracción y proyección, junto a la tecnología que se despliega en esta primera fase, hacen de la escritura arcaica no un epifenómeno, sino un rasgo decisivo de la capacidad intelectiva del animal humano. ¿Se desprende de todo ello que burilar, cincelar o grabar algo en una superficie material distinta del papel nos acerca a la raíz del ser más de lo que lo hace la escritura en la que piensan Heidegger y Han?

Notas sobre la traducción de Im Schwarm

Voy a cerrar estas reflexiones sobre la obra de Han haciendo referencia a la edición española de la misma, principalmente porque al cotejar la edición alemana y española me he topado con algunas erratas, omisiones o incoherencias. El primer aspecto problemático tiene que ver con el título. Como he indicado, la obra de Han se titula Im Schwarm. Ansichten des Digitalen. La edición castellana sólo traduce la primera frase del ensayo (En el enjambre) y omite el subtítulo que acompaña la edición alemana (Escorzos de lo digital)11. Han recurre con frecuencia al empleo del recurso tipográfico de la cursiva para enfatizar un término, marcar una palabra procedente de otra lengua o simplemente jugar con el contexto o el campo semántico al que el término remite. La edición castellana no siempre reproduce las cursivas del original. Ejemplos: “tocar con la yema de los dedos” (p. 45) vs. “Pinzettengriff” (p. 38); “pantalla transparente” (p. 46) vs. “transparenten Schirm” (p. 38); “medio de proyecto (…) proyecto (…) proyectil” (pp. 72, 75 y 76) vs. “Projektmedium (…) Projekt (…) Projektil” (pp. 61, 65 y 66); “mundo de las cosas de internet” (p. 82) vs. “Internet der Dinge” (p. 72); “profundo lago digital” (p. 86) vs. “digitale Tiefsee” (p. 76); etc. En otras ocasiones palabra o palabras que en el texto alemán no están en cursiva sí lo están en el texto castellano: “queda más allá de las fuerzas humanas” (p. 81) vs. “geht über Menschenkraft” (p. 71); “presente optimado” (p. 90) vs. “optimiert Gegenwart” (p. 80).

Deben señalarse asimismo algunas erratas. Ejemplos: la frase “un conjunto sin interioridad” (p. 28) no aparece en el texto alemán. En la página 75 de la edición española se lee “tánica”: el original es Technik (p. 65). En la página 91 leemos “cuasi materiales”; en la edición original “quasi materiellen”. Esta es la pregunta con la que se cierra el capítulo “Crisis de la representación” (p. 94): “¿a quién representan los representantes políticos si cada uno ya solo se representa a sí mismo?”. En el texto alemán la pregunta es otra: Inwiefern ist die Demokratie auch ohne Diskurs denkbar?, i.e., “¿en qué medida puede pensarse una democracia sin discurso?” (p. 86). En la página 103 la frase que empieza por “Las Google Glass no prometen una libertad…” forma parte de un párrafo independiente. Debe sangrarse, por tanto. En la misma página, la frase “Precisamente, estas gafas de datos…” pertenece al párrafo anterior y no debe sangrarse (referencia en el original alemán p. 96). En la página 107 de la edición de Herder leemos “la correlación suplanta la casualidad”, pero debe decir ‘causalidad’ (Kausalität en la edición alemana, p. 99).

Hay que indicar, también, algunas incoherencias: en las obras de los autores citados por Han se ofrece, si la hay, la referencia de la edición en castellano. En ocasiones se especifican las páginas de la edición en castellano (p. 14: R. Barthes, La cámara lúcida, Barcelona, Paidós, 1990, p. 48), en ocasiones no (p. 30: M. Hardt y A. Negri, Multitud, Barcelona, Debolsillo, 2005). En la página 26 se afirma que “la nueva masa es el enjambre digital” y en el párrafo siguiente que “el enjambre digital no es ninguna masa”. En la primera frase Han escribe Menge (muchedumbre), en la segunda Masse (masa). La distinción es relevante porque Han diferencia entre la masa como unidad dotada de alma y espíritu y el enjambre digital formado exclusivamente por individuos aislados. “Das Internet des Dinge” (p. 72 edición alemana) se traduce en la página 82 como “mundo de las cosas de internet” y en la página 103 como “internet de las cosas”. En la edición original (p. 74) Han emplea tres veces el sustantivo Geheimnis que se vierte en castellano como ‘misterio’, ‘secreto’ y ‘misterio’ (p. 84).

Termino el análisis llamando la atención sobre dos párrafos confusos. En la p. 105 Han cita un fragmento de la Historia de la sexualidad. La voluntad de saber de Foucault que, en la edición de Herder queda así: “el biopoder trabaja en la “«incitación, de reforzamiento, de control, de vigilancia, de aumento y organización de las fuerzas que somete». La confusión se produce, probablemente, porque el traductor de En el enjambre se sirve literalmente de la traducción española de Foucault publicada por Siglo XXI (México, 2005, p. 165). Podría solucionarse eliminando la preposición ‘de’ que precede a los sustantivos12. En las pp. 106-107 se cita en el cuerpo del texto un fragmento del artículo de Chris Anderson “El final de la teoría”: “empresas como Google, que han crecido en una época con masas de datos enormemente grandes, hoy día no tienen que decidirse por modelos falsos. Y ni siquiera tienen que decidirse en general por ningún modelo”. En la edición alemana, Han traduce al alemán este mismo fragmento y, en nota a pie de página, ofrece la versión original publicada en inglés. En la edición española la nota a pie de página es también en castellano, de suerte que nos encontramos con el mismo texto con ligeras modificaciones: “hoy en día empresas como Google, que se han desarrollado en una época de datos masivamente abundantes, no tienen que asentarse en modelos sometidos a comprobación. En efecto, no tienen que asentarse en ningún modelo”.

Conclusiones

El breve ensayo de Han pone de relieve los desajustes que la revolución digital y la cultura mediática están provocando. Aunque he indicado deficiencias metodológicas y algunos problemas hermenéuticos, parece indudable, no solo que las técnicas de intervención informática desplegadas por el neoliberalismo más salvaje escapan al escrutinio público, sino y sobre todo que el sujeto computarizado, bajo una aparente capa de libertad, produce y reproduce formas de sometimiento voluntario: se considera libre, pero está atrapado en una malla telemática transparente desde la que se ejerce una vigilancia ilimitada y un control absoluto. Habitantes involuntarios del panóptico digital, los usuarios de la red se comunican intensamente y se desnudan por su propia voluntad: la entrega de datos no viene precedida por un ejercicio coercitivo pues forma parte de la lógica de la necesidad de los sujetos sometidos.

En su obra Las musarañas el poeta José Antonio Muñoz Rojas relata cómo, en su infancia, percibía el carnaval como un momento tristísimo que presagiaba algo funesto y monstruoso todavía por venir: “los hombres no eran lo que parecían. Una relación oscura con otra presencia que no se atrevía a mostrarse enteramente, un rostro distinto y más verdadero, una fuerza que los hacía disfrazarse, una como corriente interior, un desasosiego y vuelta a algo turbio, no bello, terrible e inevitable”13. La lectura de Im Schwarm, como la experiencia carnavalesca de Muñoz Rojas, hace patente el momento de incertidumbre actual e invita a revisar de forma crítica y lúcida los postulados desde los que se erige el imperio digital14.

Material suplementario
Referencias bibliográficas
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Byung-Chul Han, Im Schwarm. Ansichten des Digitalen, Berlín, Matthes & Seitz, 4ª reimpresión 2017.
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Notas
Notas
2 Byung-Chul Han, Im Schwarm. Ansichten des Digitalen, Berlín, Matthes & Seitz, 2013, 4ª reimpresión 2017, 107 páginas (En el enjambre, traducción de Raúl Gabás, Barcelona, Herder, 2014, 6ª impresión 2016, 109 páginas).
3 Paul Celan, Niemandrose, en Gesammelte Werke [ed. Beda Allemann y Stefan Reichert], vol. 1, Fráncfort del Meno, Suhrkamp, 2000, p. 290: “in der Luft, da bleibt deine Wurzel, da, / in der Luft”.
4 La paginación se corresponde con la edición alemana. Las traducciones que se ofrecen son del autor.
5 Thomas Zittel, “Entmedialisierung durch Neue Digitale Medien? Direkte Wählerkommunikation im WWW aus der Sicht von Abgeordneten des Deutschen Bundestages” [en F. Marcinkowski y B. Pfetsch (eds.) Politik in der Mediendemokratie, Wiesbaden, VS Verlag für Sozialwissenschaften, 2009], p. 367.
6 Sobre este mismo asunto cfr. Paul Virilio y Philippe Petit, La politique du pire, París, Textuel, 1996, p. 79, y Borja García Ferrer, “La “dromocracia” o el régimen de la velocidad absoluta (Paul Virilio). Un diagnóstico de sus derivaciones mórbidas en la existencia” en Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, 38 (2017), p. 61.
7 Friedrich Kluge, Etymologisches Wörterbuch der Deutschen Sprache, 18ª edición a cargo de W. Mitzka, Berlín, Walter de Gruyter & Co., 1960, p. 286.
8 Martin Heidegger, Parmenides, en Gesamtausgabe vol. 54, Fráncfort del Meno, Vittorio Klostermann, 1992, p. 125.
9 Einzelne traduce ‘individuo’ en alemán. El término indica la unidad, aquello que remite a sí mismo porque está separado, no forma parte de nada más. Aunque etimológicamente ambos conceptos tienen raíces diferentes, semánticamente apuntan a lo mismo.
10 Martin Heidegger, Was heißt Denken?, Tubinga, Max Niemeyer, 1971, p. 51 [citado por Han en la p. 52].
11 El título de la edición italiana es Nello sciame. Visioni del digitale, traducción de Federica Buongiorno, Milán, Nottetempo, 2015; el de la inglesa In the Swarm: Digital Prospects, traducción de Erik Butler, Cambridge, MIT, 2017.
12 En el ensayo de Han leemos: “die Biomacht hingegen arbeitet an der «Anreizung, Verstärkung, Kontrolle, Überwachung, Steigerung und Organisation der unterworfenen Kräfte arbeiten»” (Michel Foucault, Sexualität und Wahrheit. Der Wille zum Wissen, traducido por Ulrich Raulf y Walter Seitter, Fráncfort del Meno, Suhrkamp, 1977, p. 163). Foucault (Histoire de la sexualité. La volonté de savoir, París, Gallimard, 1976, p. 179) escribe en el original: “le ‘prélèvement› tend à n’en plus être la forme majeure, mais une pièce seulement parmi d’autres qui ont des fonctions d’incitation, de renforcement, de contrôle, de surveillance, de majoration et d’organisation des forces qu’il soumet”.
13 José Antonio Muñoz Rojas, Las musarañas, Valencia, Pre-Textos, 2002, pp. 35-36.
14 Mientras escribo estas líneas escucho en la radio que el 18 de mayo de 2018 saldrá a la venta el disco de la cantautora australiana Courtney Barnett que lleva por título Tell me how you really feel (“Dime francamente cómo te sientes”). En su página web [https://courtneybarnett.com.au] Barnett anima a sus fans a que i) expliquen en 250 caracteres cómo se sienten; ii) escriban el título de una canción que describa su estado de ánimo –canción que invita a buscar en uno de los servidores que detenta el monopolio, junto a diversas empresas de telecomunicaciones, de la industria musical: Spotify. Después se debe añadir una dirección de correo electrónico, aceptar los términos y condiciones y pulsar el botón de envío. Quienes atienden la llamada a la participación consienten, entre otras cosas, que “sus datos sean utilizados como parte del marketing y publicidad de Marathon Artists y organizaciones afines” [https://courtneybarnett.com.au/terms-conditions/]. Este procedimiento, aceptado limpiamente, no cuestionado y totalmente asimilado constituye una muestra –minúscula– de hacia dónde apuntan las reflexiones de Han: los usuarios digitales, gracias a su participación voluntaria y a la universalización de un software que implementa multitud de algoritmos de análisis de redes sociales, construyen la mayor mega-máquina de gestión del conocimiento, dejando en manos de los administradores de este capitalismo de las emociones y el rendimiento productivo recursos ilimitados para la explotación.
Notas de autor
Doctor en Filosofía por la Universidad de Valencia y profesor de las universidades Jaume I de Castellón y Carlos III de Madrid. Miembro del Centre for Applied Philosophy, Politics and Ethics [CAPPE] de la Universidad de Brighton (UK). Ganador del Premio Nacional de Ensayo convocado por la Universidad Complutense de Madrid en su edición de 2014 con la obra El ridículo como instrumento político (UCM, 2015).
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