Recorrer los caminos del agua en Cuetzalan

La experiencia de los comités comunitarios de agua en Cuetzalan, Puebla

Sandra Rátiva Gaona 1
Conacyt, México
Roberto Longoni 2
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades "Alfonso Vélez Pliego", México
Manuel Melgarejo 3
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades "Alfonso Vélez Pliego", México

La experiencia de los comités comunitarios de agua en Cuetzalan, Puebla

Bajo el Volcán, vol. 18, núm. 28, pp. 169-196, 2018

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Recepción: 10 Febrero 2018

Aprobación: Marzo 27, 2018

Resumen: Los comités comunitarios del agua, que conforman una vasta red en toda la zona de Cuetzalan, en la Sierra Norte de Puebla, son un ejemplo de que la gestión del agua puede rebasar la mera racionalidad instrumental y la lógica mercantil, y puede apuntar, por el contrario, a una relación metabólica y más armoniosa con la naturaleza. Por supuesto que esta relación no es totalmente pura, ni está exenta de contradicciones y tensiones. Éstas se acentúan al momento de hacer frente, por medio de la implementación de nuevas tecnologías, a las inclemencias del tiempo y la geografía, así como a la amenaza de despojo y destrucción que representan los proyectos extractivistas del capital. El siguiente ensayo busca dar cuenta de esta experiencia, sus tensiones, contradicciones y haceres cotidianos, sin otro objetivo que el de describir y subrayar la complejidad del proceso que llevan estos comités, en lo que pensamos puede traducirse y entenderse como una lucha por la reproducción de la vida, representada en el agua, en contra de un sistema de muerte.

Palabras clave: Agua, gestión comunitaria, territorio, comité de agua, Cuetzalan.

Abstract: The community water committes, that make up a vast network in the zone of Cuetzalan, in the northern mountain range of Puebla, México, are an example that water management can exceed the instrumental rationality and bussines logic. On the contrary they point to a metabolic and more harmonious relationship with nature. Of course, this relationship is not pure in its entirety, and is not exempt from contradictions and tensions. These contraditions and tensions are accentuated when confronting, through new technologies, the inclemencies of time and geography, as well as the threat of dispossession and destruction represented by the extractive projects of capital. The following essay seeks to account for this experience, its tensions, contradictions and daily tasks, with no other objective than to describe and underline the complexity of the process carried out by these committees, in what we think can be translated and understood as a struggle for reproduction of life, represented in water, against a system of death.

Keywords: Water, community management, territory, water committe, Cuetzalan.

A modo de introducción

El presente artículo es un acercamiento descriptivo a los aspectos que consideramos más relevantes sobre el proceso de gestión comunitaria del agua que llevan a cabo algunas de las comunidades pertenecientes al territorio de Cuetzalan del Progreso, Puebla, a través de la formación de comités comunitarios de agua potable.

Teniendo en cuenta que en el municipio de Cuetzalan existen más de 80 comités comunitarios de agua, y que no logramos trabajar, conocer o dialogar con todos ellos, sólo recuperaremos aquí la experiencia con tres: el Comité del Agua Industrial que abastece como mínimo a 20 comunidades, incluidas varias del centro urbano de Cuetzalan; el Comité de Agua de Santiago Yancuitlalpan al norte del municipio; y el Comité de Agua de San Andrés Tzicuilan al sur.

El acercamiento a estos comités se dio en el marco de un proyecto colaborativo denominado “La Defensa Comunitaria del Agua del Pueblo Masehual de Cuetzalan (Sierra Norte de Puebla) frente a la Ofensiva Extractivista del Gran Capital”, del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (buap). El proyecto fue dirigido por la doctora Lucia Linsalata, en colaboración con estudiantes de la licenciatura y el posgrado en Sociología de la misma universidad. Por supuesto, debemos señalar que nada de esto hubiera sido posible si no hubiéramos contado con el infinito apoyo y colaboración de las personas que conforman los comités comunitarios de agua, quienes encontraron en esta iniciativa –lo cual nos alegra– una herramienta fértil para su caminar.

El trabajo de campo del proyecto se desarrolló entre los meses de febrero y noviembre de 2017. Durante este periodo se entablaron diálogos sobre el agua y su gestión por parte de las comunidades organizadas. Estos diálogos se llevaron a cabo con el apoyo de varias herramientas como la cartografía social, recorridos narrados, entrevistas semiestructuradas y desestructuradas, talleres sobre el agua en el territorio, y muchas conversaciones y oportunidades de compartir la vida y el espacio. Uno de los objetivos principales del proyecto era generar conocimiento con y para las comunidades, que a su vez fuera útil para su camino de lucha y resistencia en contra de los proyectos extractivos y de despojo que actualmente se pretenden implementar en la Sierra Norte de Puebla. Algunos de estos proyectos están relacionados con la minería a gran escala, centrales hidroeléctricas, instalación de cables de alta tensión, entre otros.

Cabe señalar que todos estos proyectos corresponden al modelo de acumulación de capital a través del despojo múltiple (Navarro, 2017; cotic, 2017), el cual hemos visto desplegarse en los últimos años, de manera cada vez más violenta, tanto en México como en el resto de América. Otros artículos en este número ahondan en este fenómeno y en la grave amenaza que representa para la vida de los pueblos de la Sierra Norte de Puebla. Así, la intención de este proyecto siempre fue gestar un proceso colaborativo que no termina con este texto, sino que busca abrir debates sobre la potencia de las luchas comunitarias y sus formas de resistir a las amenazas mencionadas anteriormente. Creemos firmemente que las experiencias de lucha y resistencia que nos compartieron los comités expresan la fuerza y potencia de la autodeterminación para la reapropiación del territorio, y de las condiciones materiales de subsistencia, en contra de la captura y el tutelaje del estado, y de las amenazas violentas del capital (Gutiérrez, 2016; Linsalata, 2016).

De igual manera, nos gustaría subrayar que las formas de gestión comunitaria del agua rebasan por mucho las intenciones de este artículo, que sólo busca acercar a las lectoras y lectores a la riqueza y diversidad con que las comunidades organizadas resuelven uno de los aspectos más relevantes para la reproducción de la vida: el abastecimiento del agua. En este sentido, la gestión comunitaria del agua en Cuetzalan no sólo es la respuesta a una necesidad inmediata, sino sobre todo, una muestra de la capacidad de ser y estar en el territorio a pesar del estado, y de las amenazas que sobre el agua se han pretendido imponer.

Para narrar nuestra experiencia con los comités y dar cuenta de su potencia, iniciaremos describiendo cómo se han configurado los tres comités señalados. Al respecto esperamos apegarnos a una reconstrucción histórica de las necesidades que tuvieron las comunidades para poder organizarse de tal o cual manera a partir de su propia memoria y voz. Se continúa con la descripción de cómo funcionan en la actualidad estos comités, cómo se relacionan y qué preocupaciones tienen. Finalmente, un apartado más reflexivo que descriptivo muestra cómo la gestión comunitaria del agua ha implicado el desarrollo de una tecnología propia, que responde a los conocimientos y necesidades de las comunidades en su conjunto.

El texto finaliza con algunas conclusiones y sobre todo preguntas.

Formas comunitario-populares de gestión del agua

El municipio de Cuetzalan del Progreso se ubica en el costado occidental de la Sierra Madre Oriental. Su territorio se encuentra en las cercanías del estado de Veracruz, donde los terrenos empiezan a perder altura hasta acercarse al océano atlántico. Es por esta razón que su altitud puede variar desde los 180 msnm hasta los 1600 msnm (inegi, 2009), lo que conlleva una amplia diversidad biológica. El 97 por ciento del municipio cuenta con una topoforma denominada sierra alta escarpada y con pocos remanentes de la llanura costera al norte del municipio. Adicionalmente, el municipio se halla en la región hidrológica Tuxpan-Nautla, en la cuenca del Tecolutla, que se divide a su vez en las subcuentas del río Apulco (60 por ciento) y del río Tecuantepec (40 por ciento). Destacan algunos otros ríos que varían de perennes a intermitentes, como lo son el Malacayotan, Mixiate, Quichat, Tozán y Zoquita (inegi, 2009).

Dentro del aspecto geológico, el municipio se encuentra conformado por un 56.5 por ciento de rocas calizas y 22 por ciento caliza-lutita (inegi, 2009), lo que nos indica la capacidad geológica del lugar para poder contener agua en el subsuelo. Dicha situación es bien sabida por los habitantes de Cuetzalan, a juzgar por los nombres con que hacen referencia a las cavidades con agua, como es el caso del manantial Cueva de León. A simple vista, algunos ríos o cuerpos de agua “se pierden” o “desaparecen”; la razón es que en esos puntos se convierten en ríos subterráneos, que pueden reaparecer en otro punto de la región o sencillamente irse como agua subterránea. Este es un hecho fundamental en la vivencia de las comunidades con respecto al agua.

Un dato crucial para comprender la configuración geográfica de Cuetzalan es que su pluviosidad varía desde los 114 mm en febrero hasta los 664 mm en septiembre. Estos fuertes cambios en el régimen de lluvias, sumados a las condiciones geológicas, nos permiten comprender por qué la escasez de agua en tiempo de estiaje (o de sequía) es tan importante para las comunidades de Cuetzalan. Mientras llueve hay agua suficiente para todos, pero en los meses de estiaje el agua se reduce y se va por los escurrimientos subterráneos, escaseándose.

Relieve del municipio de Cuetzalan del Progreso (tomado de inegi, 2009).
Mapa 1.
Relieve del municipio de Cuetzalan del Progreso (tomado de inegi, 2009).

El Sistema del Agua Industrial

El Sistema del Agua Industrial recibe este nombre como herencia de la línea de conducción de agua que abastecía al beneficio de café llamado la máquina grande, construido en los primeros años del siglo xx y ubicado en el casco urbano del municipio de Cuetzalan.

Este hecho evidencia que desde inicios del siglo pasado se hicieron intervenciones sobre el territorio para llevar el agua hasta la cabecera municipal, y además, da cuenta de la importancia económica que se atribuyó a este municipio en el marco del ideal de desarrollo agroindustrial que permeó la lógica del estado mexicano en la primera mitad del siglo xx. Este ideal se hizo realidad en Cuetzalan hasta finales de 1970, gracias a diferentes capitales extranjeros (Fernández, 2013; Flores, s.f.)

Estas intervenciones sobre el territorio para el abastecimiento de agua están directamente relacionadas con el desarrollo de actividades económicas industriales y comerciales, y en las últimas décadas con el crecimiento urbano de la cabecera municipal, que hasta finales del siglo xix tomaba el agua de arroyos cercanos, ubicados en los límites urbanos de aquel entonces. En la actualidad podemos encontrar las fuentes de las cuales se tomaba el agua para consumo doméstico en las calles del centro de Cuetzalan, y tanques de almacenamiento en diferentes barrios de la parte alta del municipio que datan de 1960. En el caso de las comunidades rurales, es el crecimiento poblacional y la construcción de nuevas viviendas lo que lleva a la consideración de crear sistemas de agua para resolver el abastecimiento, y con ellos los comités de agua.

Como nos contó Álvaro Aguilar Ayón, asesor de la Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske, “antes no había comités, porque no había sistemas de agua. Se tomaba de los achicuales1 o del agua lluvia que se recogía”. En la década de 1980, cuando algunas comunidades empiezan a sentir fuertemente la carencia de agua en el tiempo de estiaje, se reúnen, discuten, se organizan y proponen la rehabilitación de la infraestructura que dejó el beneficio de café de la máquina grande, subutilizado desde 1970, cuando llegó el fin de las grandes inversiones cafetaleras en la región.

Desde sus inicios, una de las condiciones que el ayuntamiento puso a la empresa de la máquina grande para construir su sistema de Agua Industrial, era que se destinaría una pulgada de agua de dicha infraestructura para beneficio de la ciudad de Cuetzalan.

Este hecho se mantuvo hasta mediados de 1980, cuando varias ventas sucesivas de la propiedad que acreditaba el usufructo del agua pusieron en alerta a las comunidades acerca de la estabilidad y acceso a Agua Industrial. Cada cambio de dueño del beneficio implicaba también una transacción sobre sus aguas, o por lo menos, una discusión al respecto, por lo cual siempre se mantenía el riesgo latente de que un nuevo dueño se negara a proveer el agua para el pueblo.

Ante tal incertidumbre, las comunidades urbanas de la zona alta del municipio, que no reciben agua de la empresa municipal de agua potable, formaron los “comités pro introducción del agua”, que actuando de forma organizada junto a la cooperativa Tosepan Titaniske, lograron en 1991 un acuerdo que asentaba no sólo el uso comunitario del agua que antes era de uso privado, sino que darían vida orgánica a los comités comunitarios de agua, que en adelante serían la instancia de autorregulación, resolución y decisión sobre el líquido vital.

Este logro fue muy importante porque se consiguió de forma organizada que “el agua que antes llegaba a la máquina grande fuera para beneficio del pueblo. Pero no del pueblo como ciudad, sino de las comunidades, porque ya se tenía el agua industrial” (Entrevista a Don Jorge Flores). Así, la llamada “agua industrial” se caracteriza no sólo por el origen geográfico de los cuales se toma el agua, sino por la forma en que se asume la gestión. “El agua industrial es de los comités comunitarios”.

En el año 1995 con el propósito de tener un mejor servicio del agua industrial, los gobiernos federal, estatal, municipal y las comunidades de: Yohualichan, Pinahuista norte, Pinahuista sur, Tepetzintan, Acaxiloco, Barrio de Zacatipan, Cuapech e Industriales, asesorados por la cooperativa ‘Tosepan Titaniske’ aprovechando el programa nacional de Solidaridad, acordaron llevar a cabo la rehabilitación de la línea de conducción del agua cambiando la vieja cañería por tubo de 10 pulgadas desde la captación, localizada a 200 metros de la gruta de Cohuatichan hasta la caja de distribución localizada en Pahapatapan (Flores, s.f.: 11).

Entre los años 1991 y 1995 se da un momento importante de gestión comunitaria y autoconstrucción de la infraestructura. Un momento en el que otras comunidades se van a constituir como comités, se van a sumar al Sistema del Agua Industrial y van a consolidar la faena como una forma típica de hacer de los comités de agua, que no sólo les ha garantizado la autonomía respecto al ayuntamiento, o a actores privados, sino que ha mantenido el vínculo entre la comunidad, y de la comunidad con el territorio que provee el agua.

Nos parece fundamental señalar que el comité del Agua Industrial surge como respuesta a un momento de incertidumbre y a una necesidad de acceso al agua en el casco urbano de la ciudad de Cuetzalan, es decir, está asociado al crecimiento urbano y a la incapacidad del ayuntamiento de proveer una solución de las comunidades que habitan la zona más alta del municipio. Sin embargo, la dinámica del comité del agua industrial no se reduce a un principio utilitario de acceso al agua, sino que va configurando comunitariamente y va rescatando las formas de hacer propias de la región en un contexto peri-urbano.

Entre las formas más interesantes que se mantienen hasta la actualidad tenemos la faena, la asamblea, el fontanero, la fiesta de la cruz y el comité mismo. El comité tiene la misma forma que podemos encontrar en las organizaciones comunitarias de todo el continente: un presidente, un secretario, un tesorero y varios vocales.

Todos elegidos en asamblea, que es la máxima instancia de decisión colectiva, y bajo la permanente vigilancia de la comunidad, que observa el cumplimiento de la función de la que son responsables.

Todo esto se consolida sin ningún tipo de remuneración pues, como dicen ellos, es un servicio a la comunidad. Aunque en lo sustantivo los comités mantienen su estructura, su composición ha tenido algunos cambios con el tiempo, que les han permitido consolidar en la actualidad comisiones de vigilancia y de gestión.

El abastecimiento de agua se resuelve comunitariamente, sin embargo, se delegan las tareas concretas en cargos que deben ser rotativos y que son evaluados por la asamblea según el servicio prestado. Aunque los cargos deben rotarse, en la realidad hay una persistencia en los periodos de aquellas personas que “lo hacen bien”, que tienen la disponibilidad y el tiempo. Como ellos mismos dicen: “cuando algo funciona bien, lo dejamos”.

Por eso, quienes asumen estos cargos cuentan con una alta estima y legitimidad; existe una disposición a escucharles y atender sus llamados, sus convocatorias a la faena o al pago de la cuota (que en la actualidad es de 25 pesos) para cubrir solamente los gastos más elementales. Es la faena, es decir, el trabajo colectivo comunitario, lo que cubre la mayor parte de los gastos que son fuerza de trabajo en el arreglo, construcción y mantenimiento de las redes. La adquisición de los materiales normalmente ha sido una reivindicación que los comités han ganado frente al ayuntamiento.

Un caso al respecto es la rehabilitación de la red en los años ochenta, que corresponde a aquellos derechos que el ayuntamiento no ha logrado cumplir, y que los comités han logrado asumir y resolver de manera eficiente. Ante un daño grave, la faena sigue siendo el mecanismo fuerte de reparación:

la faena es una forma tradicional en nuestra región, así resolvemos el problema .Esto nos ha dado muy buenos resultados porque la gente sabe lo que cuesta el agua, sabe de dónde viene el agua y sabe qué problemas tiene el agua para llegar a su casa, para llegar al tinaco y abrir la llave, para lavarse las manos […] y tener ese conocimiento hace a la gente más responsable y más sabedora del gran problema de la carencia del agua (Entrevista a Jorge Flores).

La fortaleza del comité comunitario del Agua Industrial radica en su autonomía, en su capacidad de respuesta, en su conocimiento del territorio y en su tenacidad ante las dificultades. Quizá la mayor de ellas sea la misma indiferencia de gran parte de la gente que recibe el agua; es sabido que no todas las familias que tienen entrada de agua pagan su cuota a tiempo o participan de la faena, pero también, que las cuentas deben ser claras y las decisiones oportunas, por eso se trabaja de la mano con el tesorero del comité y con los demás delegados. También se hacen reconocimientos económicos –aunque igualmente simbólicos– a los dos fontaneros que diariamente recorren, vigilan, reparan y cuidan la red.

Faena de construcción.
Foto 1
Faena de construcción.
Fuente: archivo personal de don Jorge Flores.

Los fontaneros son los únicos que reciben un salario por su trabajo, y son quienes dan el primer mantenimiento a la infraestructura, regulan la cantidad de agua en las cajas de distribución y corroboran en terreno que no haya escapes y fugas. Ante un daño, la respuesta es casi inmediata. Usando términos del Comité Central del Agua Industrial, “la eficiencia del servicio es mucho más alta que la del servicio estatal. Por eso, el comité no tiene dudas en afirmar que en su sistema no hay pérdida, no hay fuga o tubería picada. No hay desperdicio de agua”.

Debemos señalar que no todas las comunidades participan de las asambleas con la misma intensidad y compromiso, así como no todos pagan a tiempo o participan de la faenas. Sin embargo, el respeto y la credibilidad de los comités comunitarios de agua se puede percibir en que de tres comunidades que se organizaron en 1987, hoy son 20 las que hacen parte del comité central del Sistema del Agua Industrial.

El comité central se encarga de vigilar y gestionar la red desde la caja de distribución hacia la captación, y los comités de las 20 comunidades se encargan de la redes desde la caja de distribución hasta sus barrios y comunidades. Sin duda, con el pasar de los años, la tarea se ha complejizado, no sólo por el cambio climático que ya se siente en la región, sino por la cantidad de personas, familias, casas que conforman la red en la actualidad. Según la información disponible, actualmente se provee agua mínimo a 16 comunidades, que suman alrededor de mil personas en 1,250 hogares (Entrevista a Eliseo Vásquez; Entrevista a Jorge Flores; Fernández, 2013: 195).

Para terminar con el Sistema del Agua Industrial, diremos que, a pesar de la complejidad del proceso interno (crecimiento urbano, migración, p.e.) y de la gestión comunitaria del agua, lo que más les ha movilizado en los últimos años han sido las múltiples amenazas sobre su sistema. El turismo masivo y los grandes proyectos económicos que se proyectan sobre el territorio donde nace y se capta el agua han sido los mayores problemas que enfrentan en la actualidad las comunidades del Sistema Industrial del agua.

En la realidad, los comités ejercen soberanía sobre su agua y sobre su territorio, pero la amenaza de la escasez se sumó a la amenaza de la contaminación y la disponibilidad en ciertas propiedades privadas que no respetan la autoridad del Comité Central o prefieren negarla por sus propios intereses.

El conflicto entre el uso comunitario y el uso privativo con ánimo de lucro del agua se ha venido dibujando con fuerza en los últimos años y presiona a los comités a preguntarse y replantearse cómo proceder. La organización y la defensa del agua ya existen.

La pregunta es cómo persistir en medio de las tensiones que provoca la normativa federal y la indiferencia municipal, que niegan o menosprecian la gestión comunitaria del agua.

Santiago Yancuitlalpan y Alahuacapan

Yendo hacia el pasado del sistema de agua potable, los delegados del comité nos comentaron que dentro de la comunidad existían algunos manantiales pequeños que abastecían a las pocas casas que existían “antaño”, como nos cuenta el presidente del comité.

Entonces, es probable que los manantiales pequeños que existen en las inmediaciones del pueblo fueran suficientes para abastecer a la comunidad, pero al crecer la población se debieron tomar otras medidas. El agua de los manantiales pequeños sí alcanzaba, pero al caer una sequía prolongada, superior a dos semanas, el abasto de agua se podía convertir en un problema.

Algunos de los miembros del comité de agua de Santiago no han estado durante todo el proceso, más bien conocen el origen de su organización por lo que los miembros más viejos les han contado. Por ejemplo, don Daniel, uno de los fontaneros, nos comentó que hubo un proceso fuerte de negociación con el gobierno municipal para implementar la tubería, ya que, comenta, los costos son muy elevados. De lo anterior, podemos entrever que es un comité que está en continuas negociaciones tanto con las autoridades municipales como con las estatales. Precisamente la ejecución de su obra de red de agua potable corresponde a la poca participación comunitaria y a los múltiples intentos de negociación. Se trata de una población regida por la junta auxiliar que se halla más al norte del municipio, con actividades diversas que sobrepasan la cafeticultura, como la actividad ganadera, recordando que la parte norte del municipio es donde comienzan los lomeríos bajos y colinda con zonas en donde se practica esta última actividad productiva. Aquí se ejecutó la obra por parte de la empresa con la ayuda del comité, denotando estas tensiones dentro de la propia organización. La participación de las personas en las faenas fue únicamente al inicio de la obra. Esto pudo deberse a la inversión gubernamental en la colocación de la tubería, lo cual sería una de las causas por las cuales los usuarios en ocasiones se vuelven reticentes, argumentando que ellos pagan por el servicio, con lo cual se debería garantizar el mismo.

Abordando un poco el tema tecnológico, en muchos sectores la tubería es subterránea, para tratar de afectar lo menos posible los terrenos de paso. Esto implicó un amplio despliegue de fuerza de trabajo. Además, las precisiones con la tubería fueron afinándose con el paso del tiempo. Don Daniel nos contó que al principio había muchas fugas. Es a partir de esta experiencia y del ensayo de soluciones que el comité ayudó a diseñar los puntos de alivio para la colocación de los desfogues de aire. Por supuesto que esto generó gastos, los cuales fueron absorbidos por el comité.

Después de señalar la necesidad organizativa de la que surgió el comité de agua de Santiago Yacuitlalpan, podemos ver que la relación de éste con el estado ha sido estrecha, por lo menos en su ejecución inicial. En las siguientes líneas trataremos de ahondar más en este entramado histórico.

Don Ricardo nos relató que fue gracias a uno de sus compadres, que era presidente municipal entonces, que se hizo la instalación de una tubería previa a la que usan hoy en día. Sin embargo, el mismo don Ricardo puso énfasis en que en aquel tiempo la comunidad no le dio el “valor” suficiente a la obra. La tubería únicamente llegó a la comunidad de Tacuapan, faltando un trayecto para poder llegar a Santiago. Una de las causas de esta desatención fue la falta de un comité organizador, o por lo menos de un responsable de la comunidad que pudiera gestionar la ampliación de la tubería, resultando en el abandono de ese primer acercamiento. Esta situación fue aprovechada por la comunidad de Xiloxochico, quien se organizó para poder conformar su red de agua potable.

Don Ricardo fue bastante explícito respecto a las concesiones que el gobierno del estado tuvo con ellos. Nos mencionó que una vez colocada la tubería: “Gracias a Dios se concretó esa obra, gracias a Melquiades Morales”. El periodo de Morales como gobernador del Estado de Puebla fue de 1999 a 2005, y estuvo marcado por las intensas lluvias que azotaron a la Sierra Norte en el mes de octubre de 1999. Dicha situación fue rememorada por don Ricardo, relatando que gracias al apoyo estatal pudieron recibir víveres los días siguientes a las lluvias. Es aquí donde se ubica el comienzo de la gestión de la obra del agua potable. Uno de los factores en los que don Ricardo también fue reiterativo fue respecto al apoyo para la gestión que tuvieron por parte del párroco del pueblo, el presbítero Fernando Morales, sobrino del mencionado exgobernador. Don Ricardo nos expuso que varios habitantes de la comunidad se acercaron al clérigo para pedirle que intercediera por el pueblo con el gobernador y así poder gestionar la obra del agua potable.

La siguiente parte del proceso fue un poco apresurada por nuestro narrador, quien más bien hizo énfasis en la necesidad del agua y de las ganas que pusieron, tanto la empresa instaladora como las personas del pueblo. Una vez que se comenzó con la instalación, tuvieron que formar un comité en forma. Hubo una intervención de la Comisión Estatal de Agua y Saneamiento (ceas), que ayudó con la orientación del comité. De manera similar a otros comités, el de Santiago se compone de un presidente, un tesorero y dos vocales. Según nos cuentan, la estructura del comité ha ido cambiando. Por ejemplo, está la incursión del profe Beto, quien al tener diversas ocupaciones profesionales no puede tomar un cargo como presidente o tesorero, sino que funge como vocal apoyando en las diversas actividades. En la última asamblea –tres meses antes de las entrevistas–, menciona don Ricardo que pidieron su cambio como presidente del comité, argumentando que su edad ya era un impedimento para cumplir con su labor. “Bueno, está bien, yo me cambio a la hora, yo no estoy aquí a la fuerza”.

Fue evidente el énfasis que hizo don Ricardo con respecto a su cambio. “Mi tesorero ese no lo cambié, porque es la garantía que tiene el pueblo de sus centavos”. Lo que argumenta es que tener un buen tesorero es una fortuna, ya que las cuentas van a estar al día. Los gastos y cuentas se presentan en cada una de las asambleas que se realizan. Cabe mencionar aquí que la cuota que cobra el comité es de 15 pesos mensuales.

En las asambleas la participación de las mujeres es algo crucial, ya que ellas son las que participan activamente hablando y proponiendo. Como dice don Ricardo: “parece que no hay hombres en las asambleas”. Situación que según nuestro interlocutor tiene que ver con que la visión de los hombres de las asambleas se reduce únicamente a cuestiones de dinero o políticas (partidistas). Sin embargo, en otras actividades, como la manutención, la colocación u otros aspectos en relación con la red de agua, la participación de las mujeres es todavía nula.

Una de las tensiones que se observan a primera vista respecto a la relación del comité de Agua de Santiago y otros comités, es que, como comentó don Ricardo, en los registros burocráticos decían que ellos ya tenían una tubería. Entonces, lo que tuvieron que hacer para obtener la obra fue que otra comunidad hiciera la gestión, es decir, juntarse con ellos para después poder jalar la línea de agua. La comunidad asociada es la de Alahuacapan. Los problemas surgieron debido a que, en opinión de don Ricardo, los de Alahuacapan se sentían dueños del agua. La controversia como tal tenía que ver con la conformación del comité, pues en un principio se planteó la idea de un solo comité, pero posteriormente se hizo la división en dos comités. Finaliza Don Ricardo: “con el tiempo se fueron borrando las malas interpretaciones”. Claro que a veces hay “problemillas”, pero logran ser resueltos en las asambleas de cada comité.

San Andrés Tzicuilan

El sistema comunitario del agua de San Andrés surgió por la necesidad que la comunidad tenía de acceder al agua de manera más rápida y eficiente. Antes de la creación de los comités y el sistema, la comunidad no tenía acceso directo al agua. En caso de necesitarla, la gente debía acarrearla en cántaros desde un arroyito, que hasta el día de hoy es mantenido para casos de emergencia.

La red se comenzó a organizar de manera formal hace unos 40 años, cuando el presidente de aquel entonces, Bonifacio Méndez, “convocó a la gente y la organizó”. Un primer paso para la organización fue pedir los permisos a los dueños de los terrenos de los que se quería sacar el agua y a través de los que se quería hacer pasar la tubería. El agua no podía ser tomada “nada más así” porque los terrenos tenían dueño.

Las labores creativas las llevó a cabo la comunidad por medio de faenas. La faena es definida por ellos como trabajo colectivo, participación de la gente, “hacer un trabajo en grupo sin un sueldo”, “echar montón” para poder sacar adelante el sistema. La faena tiene como principio fundamental la reciprocidad. El comité invita a la comunidad y da de comer y tomar a quienes apoyan.

Como la gente participa en estas labores de mantenimiento no se les cobran más que 550 pesos por instalar su toma y 5 pesos mensuales que son destinados a la compra de varilla, cemento, tubos, o lo que haga falta. Hay algunos usuarios a los que se les va perdonando el pago hasta que es necesario, y se les cobra una cooperación de 60 pesos. En este circuito de reciprocidad la gente sigue participando, pues sabe que no se les cobra caro el servicio y se consideran parte de la red.

En un principio las faenas fueron para abrir calles y brechas por las que pudieran pasar las tuberías y se pudiera hacer una toma directa.

Entonces se colocaron llaves en lugares estratégicos para que la gente empezara a tener agua más cerca, y así pudiera llenar cubetas y recipientes. Una de esas primeras llaves fue la de la “fuentecita” que está en el centro, en la plaza frente a la presidencia y la iglesia. También en la escuela había un contenedor que tenía una llave para que tomaran agua los alumnos, al cual se le quedó el nombre de “la pila”.

Entre 2008 y 2009 la red se amplió y renovó con apoyo gubernamental, el cual facilitó materiales. Ya con esto se logró que cada uno de los domicilios tuviera su propia toma y se completó el abasto de agua. Sin embargo, el apoyo del gobierno no ha sido algo constante, y actualmente no se cuenta con él para las labores de mantenimiento. Si todo este sistema ha logrado permanecer es gracias a la persistencia y solidaridad de la comunidad y a la organización del comité. Como uno de sus miembros menciona, “así llueva o lo que sea, se tiene que ir al monte a revisar el sistema”.

La forma en la que funciona el sistema de San Andrés es la siguiente: el agua es captada desde Cueva de León, arroyo que desemboca en el río Cuixat. La captación se hace pensando siempre en dejar fluir el agua, en que no es necesario entubar toda el agua pues con una parte del arroyo es más que suficiente para darse abasto, siempre cuidando que no afecte de manera importante los niveles de agua del arroyo. La toma directa se hace con tubería de cuatro pulgadas.

Se procura hacerla pasar por distintos desniveles para que el agua tome impulso y llegue con presión hasta el centro de la comunidad. La presión y la cantidad se van regulando de acuerdo a las tomas y llaves de cada calle y cada casa. La cantidad de medición se cuenta por vueltas de llave, la cual no se abre totalmente para que no haya desperdicio. Este aprendizaje técnico sobre las tuberías y las válvulas se ha ido adquiriendo con el tiempo, por ensayo y error.

El mantenimiento es necesario, pues la presión del agua puede romper la tubería. También puede ser dañado por derrumbes y huracanes, como entre 1998 y 1999, cuando se quedaron sin agua por un mes entero. En las captaciones se utiliza una malla de fierro como coladera para atajar la basura y evitar que entre en la tubería. Igualmente, el agua es clorada todos los días desde la captación, para que pueda ser consumida directamente de la llave.

Los funcionarios del comité no perciben ganancias. Lo que cobran es utilizado exclusivamente para mantener funcionando el sistema de agua. Tienen como principio el no abusar de su puesto para obtener algo en provecho propio. Comentaban los señores que hay ocasiones en que hay que hacer alcanzar el dinero, pero que no les gusta cobrar caro, pues la gente participa y el comité no busca generar ganancias. La gente al participar percibe de manera más directa las complicaciones que implica que el agua llegue a su casa y toma mayor conciencia de su uso.

De igual manera, se procura vigilar constantemente el sistema para evitar fugas y fallas en el servicio. Un sobrino del fontanero sube a la captación cada tres días para checar y remediar algún desperfecto. En general, el comité ha tenido un buen desempeño, y ha sabido mantener el sistema de buena manera, por lo que pueden presumir que no ha habido quejas por parte de ninguno de los 670 usuarios que conforman la red.

Respecto a su labor, el comité asegura que es gracias al trabajo que hacen junto con la comunidad que tienen muy presente que el agua no llega mágicamente, sino que tiene que ver con un esfuerzo colectivo. Aquí refieren al dicho de que “Dios da el agua, pero no la da entubada”. Igualmente consideran que los problemas respecto al agua comienzan cuando ésta es usada para negocio. Uno de ellos menciona: “Se quejan luego de que en Cuetzalan no hay agua y es porque la están agarrando pal negocio”. Al respecto han surgido algunas tensiones con comunidades aledañas, pues han tomado agua de la captación sin permiso y sospechan que en algunos casos no es destinada ni siquiera para la comunidad, sino que es usada para otros fines. Un ejemplo serían las purificadoras ya que, mencionan, usan el agua para obtener ganancias y ni siquiera pagan impuestos.

En la forma en que el sistema comunitario de agua se ha ido construyendo en San Andrés hay un “sentido otro” de lo que es el agua y de por qué no debe ser vista como un bien comercial, como una mercancía. Para el comité, se cobra el servicio, no el agua. Ante la pregunta de a quién pertenece ésta, los delegados del comité responden:

Pensamos que el agua es para todos, ese todos es el pueblo, es decir, los que no lo pretenden usar para negocio. Queremos que el agua se quede para el municipio, que no sea usada por personas ajenas.

En el mismo sentido, una usuaria de la red, nos dice que puede faltarles cualquier cosa, menos el agua. “El agua es indispensable para hacer nuestro hogar, para poder vivir. Queremos que el agua nunca se acabe, pues la cosa está difícil”.

Conocimiento propio y técnica

Como se puede observar en la representación gráfica del mapa de Cuetzalan, hay una amplia variación de la morfología del terreno en el municipio, lo cual es conocido ampliamente por los pobladores de la región; en palabras coloquiales, es un terreno quebrado. Los comités lograron aprovechar esta característica del terreno, por lo cual idearon la forma de prescindir de artefactos motorizados, y usar así sus propios conocimientos e ingenio como una apropiación del territorio hasta hacerlo tecnología, es decir, desarrollar una técnica

y unas herramientas propias para alimentar los sistemas de agua.

En este sentido, el impulso de la gravedad se convierte en la principal energía que utilizan las redes para hacer llegar el líquido hasta las inmediaciones de la comunidad, donde se hace el cambio de tubería a mangueras, que de manera particular abastecen a cada casa. ¿Podemos hablar entonces de una eficiencia tecnológica? ¿De una relación equilibrada entre hombre-naturaleza en estos contextos?

Tratando de poner en tensión la relación hombre-naturaleza, se pretenden añadir comentarios acerca de la tecnología que emplean los sistemas de agua, ya que, como señalamos anteriormente, a pesar de que algunos comités mueven el agua hasta más allá de nueve kilómetros, no usan artefactos motorizados.

El principio del cual parte la gestión comunitaria para los tres comités es que el agua debe fluir, y que sólo debe ser entubada la necesaria para el abastecimiento de la población. Es así que la construcción de diques que se desbordan se convierte en una herramienta de captación pero no de acaparamiento del líquido.

Los sistemas funcionan aprovechando la fuerza de gravedad y la localización de las captaciones. Para el caso de la mayoría de las comunidades del Sistema del Agua Industrial, este factor de tecnología por gravedad es determinante, ya que a pesar de la cercanía o la inmediatez del casco urbano, y de la presencia de la empresa municipal de agua potable de Cuetzalan, el cambio drástico de altura es un impedimento físico para que llegue el agua a estos barrios y comunidades. Un impedimento tecnológico que el ayuntamiento no resolvió, y que al mismo tiempo se convirtió en razón para la organización de las comunidades.

Caja de
captación donde solo se entuba una parte del río.
Foto 2.
Caja de captación donde solo se entuba una parte del río.

Por ejemplo, el sistema de Santiago Yancuitlalpan recorre nueve kilómetros desde su captación hasta el poblado; el Sistema del Agua Industrial recorre aproximadamente cinco kilómetros y la red de San Andrés otros ocho. Las captaciones se hallan en partes elevadas y funcionan con un sistema similar: un dique con elementos de desazolve y limpieza, con una serie de tuberías por donde pasa el agua. Adicionalmente, existen las cajas rompedoras: cajas de concreto que ralentizan el flujo de agua, disminuyendo la presión con el objetivo de evitar rupturas de tuberías, que fue un problema muy frecuente en las primeras etapas de los sistemas de agua; con ensayo y error (en este caso, con tuberías rotas) los comités aprendieron que era necesario relentizar el flujo del agua debido a la extensión del recorrido y a la fuerza que toma el agua por la aceleración propia de la bajada.

Otro elemento interesante para mencionar, son las válvulas de liberación de presión, las cuales se utilizan en el trayecto de las tuberías. En general son hechas por cajas de concreto que contienen dichas válvulas, pero también en ocasiones se trata de bridas expuestas asociadas a arroyos. Desde la captación van calculando la presión necesaria. La respuesta de uno de los miembros del comité de agua de San Andrés Tzicuilan cuando se les preguntó acerca de la regulación de la presión, fue la siguiente:

Se regula, si por eso hay que regular las llaves para que no haya desperfecto en la caja de agua. Si tiene mucha presión sólo hay que darle cinco vueltas y media, con eso mantengo toda la caja regulada. Y si le echo ocho vueltas se me revienta el tubo.

El conocimiento respecto a las vueltas necesarias que se le deben dar a las válvulas de presión, así como la ubicación de las captaciones, de las cajas y su mantenimiento, ha sido adquirido por los miembros del comité en un proceso empírico de conocimiento sobre el terreno. La experiencia de los miembros de los comités nos indica una constante observación de los procesos de los sistemas. Con esto nos gustaría resaltar que el aprendizaje que han tenido los comités está basado en una experiencia directa con el medio y con la apropiación de la técnica por parte de la gente de las comunidades.

Este saber es ejercido principalmente por los fontaneros, pero también es un conocimiento que se comparte, por lo que los comités comunitarios del agua no son un conjunto de individuos unidos por la necesidad del líquido, sino que se trata de una articulación de saberes y haceres en favor de los miembros de la comunidad. Partimos de entender que los comités comunitarios de agua de Cuetzalan son una forma comunitario-popular2 de gestión, apropiación y lucha por el agua. Entendemos así que su experiencia concreta hace parte de una configuración social en un territorio, y que su interacción está determinada por el entorno, el paisaje y la forma natural que tiene este lugar.

La experiencia con los tres sistemas de agua potable nos permiten mencionar algunos ejemplos concretos de apropiación tecnológica por parte de los comités. Por ejemplo, al preguntar por el mecanismo para la captación, un delegado nos cuenta que:

Es como ahorita, le quitamos el tapón para que saque toda esa basura que está usted viendo que baja, estamos lavando ahorita. Cuando acaba de sacar la cochinada, le colocamos el tapón de nuevo. Es un tapón de fierro. Luego ya, llena y lo pasamos a la captación que está abajo, aquella es para que esa basura ya no entre allá (Ricardo Herrera, febrero, 2017).

El dique de captación permite el control del agua, pero fue necesario idear un sistema eficiente para poder limpiarlo de hojas, ramas u otros restos. La adaptación de artefactos, como pueden ser tapones de fierro forrados con costales, se convierten en un punto de control sencillo y asequible para impedir que elementos como basura congestionen las tuberías. A lo largo de las entrevistas, es notoria la preocupación que se tiene por no contaminar y por no modificar el ambiente; una preocupación muy profunda porque las técnicas y tecnologías que emplean sean lo menos perjudiciales posible para el cuerpo de agua.

Captación
del sistema de agua industrial de Cuetzalan.
Foto 3
Captación del sistema de agua industrial de Cuetzalan.

Con lo visto hasta ahora, podemos plantear que existe, por parte de las personas del comité, una comprensión práctica del territorio, una relación concreta entre los grupos de personas que conforman comunidad y el territorio. Por esta condición, que nos parece constitutiva de la vida, entendemos que las formas en las que se usa, se interactúa y se resuelve el acceso al agua, materializan una gestión comunitaria del agua, que pone, en función de una tarea (proveer agua en el hogar):

las riquezas materiales, saberes organizativos, vínculos sociales, prácticas de conservación y cuidado, horizontes de sentidos, imaginarios colectivos y prefiguraciones posibles […] para ampliar las posibilidades de autodeterminación colectiva de la vida (Linsalata, 2016: 21).

Apertura al diálogo

Nos gustaría señalar que con la exposición hecha en este artículo sobre nuestra experiencia con los comités comunitarios del agua de Cuetzalan, con su historia y sus procesos, buscamos mostrar las tensiones que implica un proceso complejo de lucha y organización como éste. Las motivaciones, necesidades, funciones y sentidos que cada comité da a su labor son distintos, heterogéneos, complejos y dinámicos. Partimos de la idea de Raquel Gutiérrez de que:

la clave para la comprensión de lo popular en México la ubicamos en la variopinta y contradictoria habilidad colectiva para desafiar, resistir, impugnar y también negociar, admitir y boicotear las omnipresentes prácticas de tutelaje gubernamental (Gutiérrez, 2016: 42).

Como señalamos en varios apartados, existe una serie de tensiones, tanto al interior como al exterior de las comunidades, que últimamente han adquirido una relación directa con la amenaza extractivista de despojo que representa el gran Capital.3 Ante las nuevas formas que va tomando dicha amenaza, las organizaciones comunitarias, como los comités del agua, han tenido que fortalecer sus estrategias en torno a la defensa de sus recursos, los cuales no podemos olvidar que son centrales para la reproducción de la vida material cotidiana de cada uno de los pueblos.

De estas contradicciones y tensiones surgen enseñanzas invaluables y sentidos “otros”. Al respecto podemos mencionar la potencia que encontramos en la capacidad de apropiación y reinvención del uso de las tecnologías, siempre cuidando la relación con su entorno natural. En la concepción no mercantilizada que se tiene respecto de un bien que se concibe como público, pero que no por ello debe ser totalmente instrumentalizado y funcionalizado.

En la experiencia de los comités se abre también una tensión compleja sobre la noción de escasez de los recursos. En este punto hay que cuidar no caer en absolutos. Si bien es cierto que podemos entender que hay agua suficiente para las comunidades, es cierto también que de alguna manera sus niveles y afluencia se están modificando por el cambio climático y los factores de despojo.

Podemos ver que estamos entre una visión tradicional de dominio de la naturaleza por el hombre y el intento de desarrollar esta relación hombre-naturaleza de manera armónica. Por supuesto que, como hemos visto, en los sistemas de agua potable que hemos descrito no existe una negación de un desarrollo tecnológico, sino una reutilización y resignificación de esos conocimientos para el beneficio de la comunidad. Estas formas de reapropiación tecnológica tienen una relevancia crucial si tomamos en cuenta que el capital usa argumentos relativos a la tecnología y el desarrollo para poder legitimar su posición de despojo.

Para terminar nos gustaría resaltar que en la experiencia de los comités hay latente un sentido “otro” respecto de las relaciones sociales comunitarias, del servicio público, de la relación con el estado y con los recursos. Esto nos hace repensar la crítica que hace M. Lowy a partir del escrito “Sentido Único” de Walter Benjamin:

El blanco de su crítica no es la negación de la técnica sino su redefinición radical: más que la dominación sobre la naturaleza, ella deberá volverse hacia el ‘dominio de la relación entre naturaleza y la humanidad’ (Lowy, 1997:106).

Respecto a la categoría misma de experiencia, Benjamin señala la necesidad de abrirla más allá de su comprensión común como “lo vivido”. La experiencia se presenta como una dialéctica entre memoria vivida y pensamiento crítico. Si la experiencia va más allá de lo dado es porque ella permite abrir caminos nuevos a través de los cuestionamientos que nos va planteando en el plano de lo concreto. Eso ha sido esta experiencia con los comités de agua, un choque de frente con la necesidad de ampliar nuestras nociones respecto a la realidad de este mundo. La experiencia no es perfecta, no lo será nunca, pero ha logrado ser camino y esperanza.



Bibliografía

Fernández, Luis (2013). “Gestión pluricultural del agua en un territorio indígena. El caso de Cuetzalan, Puebla, 1860-2011”. Tesis Doctoral en Desarrollo Regional, Universidad Autónoma de Tlaxcala.

Flores, Jorge (s.f). “Los dueños del Agua”. Documento inédito. Cuetzalan del Progreso.

Gutiérrez, Raquel (2016). “Horizontes popular-comunitarios en México a la luz de las experiencias contemporáneas de defensa de lo común”. En: Linsalata, Lucia (Coord.) (2016), Lo comunitario popular en México. Desafíos, tensiones y posibilidades. Puebla: icsyh-buap.

inegi (2009). Prontuario de información geográfica municipal de los Estados Unidos Mexicanos. Cuetzalan del Progreso, Puebla. En http://www.beta.inegi.org.mx/app/areasgeograficas/?Ag=21# (Consultado el 8 de diciembre de 2017).

Linsalata, Lucia (2017). “De la defensa del territorio maseual a la reinvención comunitario-popular de la política: crónica de una lucha”. Revista Estudios Latinoamericanos XXXI(40), julio-diciembre 2017. México: unam.

Linsalata, Lucia (Coord.) (2016). Lo comunitario popular en México. Desafíos, tensiones y posibilidades. Puebla: icsyh-buap.

Lowy, M. (1997). “6. Distante de todas las corrientes y en el cruce de todos los camino: Walter Benjamin”. En Lowy, M., Redención y utopía: el judaismo libertario en Europa Central: Un estudio de afinidad electiva (pp. 95-128). Buenos Aires: Cielo por Asalto.

Navarro, Mina (2015). Luchas por lo común. Antagonismo social contra el despojo capitalista de los bienes comunes naturales en México. México: icsyh-buap/Bajo Tierra Ediciones.

Álvaro Aguilar Ayón. Asesor de la Unión de Coperativas Tosepan Titataniske. Miembro del Comité de Ordenamiento Territorial Integral de Cuetzalan (cotic). Entrevista realizada el 14 de octubre de 2017.

Jorge Florez López. Miembro de la comisión de vigilancia del Comité Central del Sistema del Agua Industrial. Historiador de Cuetzalan. Entrevistas realizadas los días 19 de febrero de 2017, 15 de octubre de 2017.

José Eliseo Alvarado. Vicepresidente del Comité Central del Sistema Industrial del Agua. Entrevista realizada el 14 de octubre de 2017.

Daniel (Fontanero del comité de agua de potable de Santiago Yancuitlalpan). Entrevista realizada en febrero de 2017.

Ricardo Herrera, Presidente del comité de agua potable de Santiago Yancuiltlanpan. Entrevista realizada en febrero de 2017.

Notas

1 Un achicual es el término en náhuatl para nombrar el nacimiento de agua. Lugar sagrado y altísimo valor social y cultural que es protegido por un guardián (kouat). Son lugares bendecidos y protegidos con la cruz.
2 “conjunto diverso, heterogéneo y versátil de entramados sociales, comunidades locales, procesos organizativos, experiencias asociativas –de diferente arraigo y profundidad histórica– al interior de los cuales mujeres y hombres de carne y hueso, cultivan, ensayan, recuperan, reinventan, producen y en consecuencia ejercen –en aquellos ámbitos de la vida donde pueden y logran hacerlo– aquel antiguo arte humano que la heteronomía capitalista se encarga de expropiar todo el tiempo: el de cooperar para conformar nuestra existencia social-material con base en los fines colectivamente deliberados; el decidir colectivamente sobre los asuntos comunes; la capacidad de autodeterminar el sentido, los ritmos y cauces de nuestra vida práctica” (Linsalata, 2015: 17).
3 Al respecto, consultar el artículo de Francisco Javier Hernández contenido en este mismo número.

Notas de autor

2 Licenciado en Literatura y Filosofía por la Universidad Iberoamericana Puebla. Maestro en Sociología por el icsyh-buap, con el tema de investigación “La relación entre teoría y praxis en la teoría crítica.
3 Licenciado en Arqueología por la Universidad Veracruzana; maestro en Sociología del icsyh-buap, con el tema de investigación “Memoria y sociedad en espacialidades patrimoniales”.

Declaración de intereses

1 Socióloga de la Universidad Nacional Colombia, maestra en Sociología por el icsyh-buap, madre, ecologista y feminista. Parte del movimiento social y político Congreso de los Pueblos; ha investigado sobre sobre ecología política del agua y la energía, memorias de lucha del movimiento popular y luchas anticapitalistas. Joven investigadora clacso, Becaria clacso-Conacyt en México.
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