Dossier
Hegel en Argentina. Un estado de la cuestión y una propuesta de periodización
Hegel in Argentina. A State of the Art and a Periodization Proposal
Hegel en Argentina. Un estado de la cuestión y una propuesta de periodización
Tópicos, núm. 42, pp. 4-26, 2021
Asociación Revista de Filosofía de Santa Fe
Recepción: 01 Abril 2021
Aprobación: 01 Julio 2021
Resumen: El presente artículo aborda la recepción de la filosofía de Hegel en la Argentina desde una perspectiva exploratoria. Para ello ofrece un estado de la cuestión en el que se determinan las fuentes y los insumos para un estudio de ese tipo, a la vez que se propone una periodización de dicha recepción incluyendo los siguientes períodos: 1) del siglo XIX hasta la Reforma Universitaria, la época de la presencia indirecta de Hegel; 2) de 1918 hasta el Primer Congreso Nacional de Filosofía de 1949, el verdadero comienzo de la recepción de Hegel; 3) de 1949 hasta 1982/83, un período de disputa entre las interpretaciones existencialista, marxista, teológica y peronista de Hegel; y 4) de la restauración democrática hasta la actualidad, cuando se percibe una consolidación institucional de los estudios hegelianos en el país. Como primeras conclusiones se destaca el carácter federal de la recepción de la filosofía hegeliana y los dos momentos principales de la institucionalización de los estudios hegelianos en 1931 y en 1983. El primero, en el contexto de la reacción antipositivista y la reivindicación de la filosofía alemana, y el segundo, en el marco de la estabilización de la actividad académica por la transición democrática.
Palabras clave: Idealismo alemán, Estudios hegelianos, Filosofía argentina, Recepción.
Abstract: This paper addresses the reception of Hegel’s philosophy in Argentina from an exploratory point of view. To do this, it offers a preliminary state of the art in which the sources and materials for a study of this type are determined, and a periodization of the reception is proposed that includes the following periods: 1) from the 19th century to the Argentine University Reform of 1918, the time of Hegel’s indirect presence; 2) from 1918 to the First National Congress of Philosophy in 1949, the true beginning of the reception of Hegel; 3) from 1949 to 1982/83, a period of dispute between the existentialist, Marxist, theological and Peronist interpretations of Hegel; and 4) from the democratic restoration to the present, when an institutional consolidation of Hegelian Studies is perceived in the country. As first conclusions, the federal character of the reception of Hegel’s philosophy and the two main moments of the institutionalization of Hegelian Studies in 1931 and 1983 stand out. The first one, in the context of the anti-positivist reaction and the vindication of German philosophy, and the second one, in the framework of the stabilization of academic activity due to the democratic transition.
Keywords: German Idealism, Hegelian Studies, Argentine Philosophy, Reception.
1. Un estado de la cuestión: dificultades, fuentes e insumos
El concepto de recepción es por sí mismo problemático y ha suscitado intensos debates en la literatura especializada.[2] Si bien no es este el lugar para reproducir esas discusiones, que no pueden ser abreviadas sin perder de vista la complejidad del problema, quisiera no obstante explicitar brevemente el punto de vista desde el cual abordo la recepción de Hegel en Argentina. En principio, pienso la recepción de forma activa, no como la “influencia” o la “marca” de un autor o una autora en otro/a, sino como el “uso” y la “apropiación” que alguien hace de las ideas de otro/a. Jorge Dotti ha señalado con agudeza que “leer textos ajenos genera inevitablemente respuestas autóctonas; más aún: receptar y concretizar discursos que se originan en otros ámbitos es siempre un gesto original, por menardista que fuere”.[3] Toda recepción es, en sí misma, un acto original; no es la reproducción, fiel o defectuosa, de una idea ajena, auténtica y cerrada sobre sí misma.
De por sí, una mirada histórica de la recepción filosófica se desentiende de la pregunta por la corrección de la lectura que un autor o una autora hace del texto de otro/a. La cuestión de si lo interpreta bien o mal no es lo esencial. Una mirada histórica de la recepción toma cada lectura, cada interpretación, como una verdadera apropiación de la obra de otro/a y, por tanto, “traiciona” desde el vamos el sentido “original” del texto (si es que existe tal cosa). Una mirada histórica se desentiende del canon, aunque no completamente. La historia no es incompatible con el canon en la medida en que no niega la posibilidad o la importancia de evaluar una interpretación determinada, de juzgar su corrección. Simplemente se ocupa de otro asunto, seguramente complementario: registrar cada uso, cada apropiación, por periférica y excéntrica que sea, para reconstruir, como en un tapiz, la diversidad de puntos de vista y la asombrosa hibridación de culturas que se produce cuando un discurso, como el de Hegel, se mantiene vivo a lo largo de los siglos en las geografías más heterogéneas. Esa “biodiversidad” filosófica, si se me permite la expresión, merece ser reconocida en su singularidad, en lo contingente y divergente de su producción. En este punto, la perspectiva histórica llega incluso a enfrentarse con la preocupación por el canon: a la historia le interesa más atender a lo disidente que a lo estándar; le interesa especialmente lo singular, lo que se aparta de la regla, lo que a veces “malinterpreta” y a veces “tergiversa” la interpretación habitual, pretendidamente universal.
Pero el valor de una historia de la recepción no se reduce al registro de la proliferación de lecturas que un discurso determinado suscitó en un país o en una región. También cumple una función clave para el estudio de un filósofo o de una filósofa; en este caso, para los estudios hegelianos en Argentina. Ella pone en evidencia los marcos institucionales, de escala nacional, sólo por medio de los cuales participamos en el gran diálogo universal de la filosofía. La convicción que funciona aquí, como punto de partida, es que no tenemos acceso a la filosofía universal sino por intermedio de esos marcos institucionales que enseñan a leer, a seleccionar, a valorar la tradición milenaria y multicultural de la filosofía occidental. ¿Cómo llegamos a enterarnos de la existencia de un filósofo llamado Hegel? ¿Quién nos habló por primera vez de él, en qué contexto, con qué finalidad? ¿Dónde leímos o escuchamos ese nombre por primera vez? ¿En qué tipo de textos? ¿En qué idioma leemos a Hegel? ¿Quién lo traducido o traduce? Las respuestas a estas preguntas apuntan directa o indirectamente a la escala nacional de las instituciones educativas, las redes de bibliotecas, las editoriales, los medios de comunicación. De allí la importancia de que un estudio sobre la recepción de un filósofo como Hegel tenga una especificación como la de “en Argentina”.
Este artículo tiene como objetivo, en primer lugar, proporcionar un estado de la cuestión sobre la recepción de la filosofía de Hegel en la Argentina y, en segundo lugar, proponer una periodización de dicha recepción. La necesidad de realizar un trabajo de este tipo se basa en el hecho que, al momento de identificar los antecedentes de los estudios sobre la recepción de la filosofía hegeliana en el país, se constata que hablamos de un campo prácticamente inexplorado.[4] El escaso desarrollo de esta línea de investigación contrasta con el hecho de que la filosofía de Hegel tiene una presencia importante dentro de los programas de las carreras de Filosofía (también en las carreras de Derecho, Psicología, Sociología, Ciencias Políticas, etc.). No se trata de un filósofo poco influyente o escasamente estudiado; sus obras se encuentran en todas las librerías del país, su nombre incluso aparece habitualmente en los medios de comunicación, ya sea en los suplementos de cultura de los diarios de mayor tirada nacional, como también en las columnas de opinión política de dichos periódicos.[5] Llama la atención que un autor de relativa popularidad en el país no haya merecido hasta ahora un estudio pormenorizado sobre su presencia en la intelectualidad argentina. Por sí sola, la ausencia de un estudio de ese tipo muestra la relevancia de una investigación como la que se propone en este dossier, y en este artículo en particular.
Otra dificultad que surge al momento de determinar los antecedentes de la investigación sobre la recepción de la filosofía hegeliana en Argentina tiene que ver con la proximidad de ese tipo de investigación con otros similares. Por ejemplo, es necesario distinguir con claridad la investigación sobre la recepción de la filosofía hegeliana en Argentina y en Latinoamérica, en general, respecto de aquellos trabajos de especialistas latinoamericanos que han abordado la concepción que tenía Hegel de nuestra región.[6] Esos trabajos no agotan el interés de esta investigación, porque se limitan a un aspecto específico de la filosofía de Hegel: su concepción de América desde la perspectiva de la filosofía de la historia. Pero en esa misma medida son relevantes para conocer una parte importante de la recepción de la filosofía hegeliana en nuestro continente. En ese marco, son insumos valiosos para esta investigación los estudios sobre la recepción de la obra de Hegel en la filosofía de la liberación, aunque este tema no constituya tampoco su objetivo primario.[7]
Los estudios sobre la recepción de la filosofía hegeliana en otros países también revisten interés y pueden ser considerados antecedentes de esta línea de investigación porque en el desarrollo de sus pesquisas han enfrentado dificultades metodológicas similares a las nuestras y enseñan caminos disponibles para superarlas. Lo mismo ocurre con los estudios que se han llevado a cabo sobre la recepción de otros filósofos alemanes en nuestra región. En este marco, merece ser destacada la importante obra de Jorge Dotti, La letra gótica, de 1992, sobre la recepción de Kant en Argentina, que constituye sin duda el principal antecedente del tipo de investigación que aquí pretendo desarrollar.[8]
2. Periodización de la recepción de la filosofía hegeliana en Argentina
Dado el carácter exploratorio de las investigaciones sobre la recepción de la filosofía de Hegel en Argentina, es necesario proponer una periodización de la misma como una manera de organizar el trabajo de clasificación de la bibliografía y de sistematización de las posibles líneas de investigación que podrían desprenderse de estos primeros avances. Propongo entonces dividir la historia de la recepción de Hegel en Argentina en cuatro períodos que toman como referencia hechos destacados de la historia nacional en su articulación con la academia argentina: 1) del siglo XIX hasta la Reforma Universitaria, 2) de 1918 hasta el I Congreso Nacional de Filosofía, 3) de 1949 hasta el retorno de la democracia, 4) de 1982/83 hasta la actualidad.
Este criterio de periodización es válido, en general, para otras temáticas relacionadas con la labor académica en la Argentina, sobre todo con la disciplina filosófica y, por lo tanto, no es específico de la recepción de Hegel. Conecta las transformaciones de la universidad con el contexto institucional general en el cual los filósofos y las filósofas han tenido que desarrollar su práctica docente y sus investigaciones. Un criterio más específico podría jalonarse a partir de fechas clave: 1) las primeras menciones a la filosofía de Hegel en el siglo XIX; 2) los primeros trabajos sobre Hegel y la primera traducción de una obra suya realizados por filósofos/as argentinos/as en la década del ’30; 3) 1949 como fecha clave de la recepción de la Fenomenología del espíritu, más acentuada en los años ’60; 4) las primeras tesis doctorales publicadas entre 1982 y 1983, etc. Pero de esa manera quedaría en evidencia que la periodización inicial es válida porque coincide casi punto por punto con la periodización más específica. En este apartado voy a introducir una serie de indicaciones clave para una caracterización preliminar de cada período de la recepción de Hegel en Argentina, y con ello iré completando el “mapa” de la producción filosófica argentina que es resultado del encuentro y de la apropiación de la filosofía hegeliana en nuestro país. Pido disculpas de antemano al lector o la lectora por la profusión de referencias bibliográficas. Considero que llevar un registro pormenorizado y ordenado de la producción filosófica sobre Hegel en el país es parte ya de la tarea que aquí se propone y constituye, por tanto, en sí mismo, un aporte a los estudios hegelianos en la medida en que no existe ningún antecedente de un trabajo similar. Dicho registro no es por cierto exhaustivo, ni pretende serlo, habida cuenta de que el presente estudio se asume desde el vamos como exploratorio. No obstante, ofrece una base suficientemente representativa de lo que habrá de registrarse de modo pormenorizado en futuras investigaciones.
2.1. Del siglo XIX hasta la Reforma Universitaria: la época de la presencia indirecta de Hegel
El período que va desde el apogeo de Hegel en Alemania, cuando accede a la cátedra de Filosofía en la Universidad de Berlín hacia 1818, hasta la Reforma Universitaria cordobesa en 1918, es decir, los cien años que conforman la primera fase de la recepción de Hegel en Argentina, es el menos explorado hasta el momento. Ello se debe, en parte, a que no se encuentran mayores muestras de una recepción de su pensamiento en sentido estricto. Pueden identificarse algunas referencias aisladas a la filosofía de Hegel en autores del siglo XIX y principios del XX, pero ningún trabajo específico sobre el filósofo alemán. Por ejemplo, en el Fragmento preliminar al estudio del derecho de 1837, Alberdi menciona a Hegel como influencia de Victor Cousin y se refiere a la filosofía hegeliana y schellinguiana como un “realismo ecléctico”. Según Alberdi:
Hegel habia profesado la identidad idealista de la razon abstracta, que constituye á Dios, el mundo y la historia. Habia concluido de ella que por todas partes está la razon, como la necesidad divina para Espinosa; habia legitimado todos los hechos: habia elevado la historia al sagrado carácter de una pura manifestacion de lo absoluto, y establecido este axioma: ‘Todo lo que es racional es real, y todo lo que es real es racional’.[9]
Cincuenta años después del Fragmento de Alberdi, José Francisco López abordó brevemente la pedagogía de Hegel en el libro La instrucción pública en Prusia y Alemania.[10] Emilio Zuccarini, por su parte, caracterizó a Hegel como un filósofo reaccionario y como origen teórico del imperialismo alemán en un artículo de 1915 publicado en la revista de José Ingenieros.[11] Hay también una mención al pasar sobre la “necesidad comprendida, como definición de la libertad, dada por Schelling y por Hegel” en Carlos Octavio Bunge.[12] En la obra de Juan Agustín García pueden encontrarse asimismo algunas referencias a la filosofía de Hegel. En sus Ensayos y Notas de 1903, por ejemplo, explica que “[e]l éxito de la filosofía hegeliana viene de su flexibilidad, abarca todo, inclusive el error, que es una de las partes más interesantes, y a veces dramáticas de la vida moral de los hombres”.[13]
La presencia de Hegel en los filósofos argentinos del período era entonces más bien indirecta, a través de autores como el jurista francés Eugène Lerminier o el filósofo Victor Cousin. El eclecticismo de este último, inspirado por el sistema hegeliano,[14] ha tenido una amplia recepción en nuestro país en el siglo XIX, lo cual fue oportunamente demostrado por Arturo Roig en un trabajo pionero sobre la temática.[15] El espiritualismo ecléctico fue sin duda un terreno más propicio para la recepción de las ideas de Hegel que el positivismo anti-metafísico de filósofos como José Ingenieros o Carlos Octavio Bunge, que se oponía abiertamente al idealismo y el eclecticismo francés.[16]
Pero más allá de una influencia indirecta y de tímidas apariciones en escritos puntuales, la filosofía hegeliana no tuvo en este primer período una presencia considerable. Otros filósofos alemanes han gozado de una mayor recepción. Coriolano Alberini, por ejemplo, ha destacado la poderosa influencia de Johann Gottfried Herder de Echeverría a Sarmiento, a través de la traducción francesa de Edgard Quinet de las Ideas sobre la filosofía de la historia de la humanidad del filósofo alemán publicada en París en 1827.[17] Dotti, por su parte, documentó la presencia de Kant en la filosofía argentina del mismo período.[18] Pero es recién a comienzos del siglo XX, y fundamentalmente en la década del ’30, que la filosofía de Hegel empieza a abrirse paso en la academia argentina.
2.2. De 1918 hasta el Primer Congreso Nacional de Filosofía (1949): el verdadero comienzo de la recepción de Hegel
Las primeras décadas del siglo XX constituyen la época de Alejandro Korn[19] y la búsqueda de una “normalidad filosófica” por parte de Francisco Romero.[20] Es el momento en que la filosofía comienza a ser pensada como una vocación, una práctica a la cual dedicarse a tiempo completo y como un fin en sí mismo, no ya como un instrumento para la construcción del país.[21] El positivismo va perdiendo ascendencia en los nuevos círculos filosóficos y se produce una concomitante valorización del idealismo y la metafísica. Es lo que ha dado en llamarse “la reacción antipositivista”.[22] Este es un contexto propicio, dentro de la comunidad filosófica, para el redescubrimiento del idealismo alemán en general y para el encuentro con la filosofía de Hegel en particular.
En el contexto institucional más amplio, la Reforma Universitaria abre un período de auge de los estudios humanistas, de traducción de los clásicos, de intercambio cultural con Europa. Desde 1916, Ortega y Gasset visita en tres oportunidades el país[23] y ejerce una gran influencia sobre la intelectualidad argentina junto con un grupo de exiliados españoles en América Latina: José Gaos, José Medina Echeverría, José Ferrater Mora, Javier Zubirí, Manuel García Morente.[24] En este período se fundan instituciones filosóficas como el Colegio Novecentista, la Sociedad Tomista Argentina, la Sociedad Kantiana, el Colegio Libre de Estudios Superiores, el Colegio Máximo de la Compañía de Jesús, el Instituto Santo Tomás de Aquino en Córdoba. Se crean editoriales dedicadas a la filosofía, se publican traducciones directas de los clásicos filosóficos[25] y se incorporan a las cátedras universitarias profesores formados en el exterior: Rodolfo Mondolfo, en la Universidad de Córdoba en 1940; Manuel García Morente, en la Universidad de Tucumán en 1937, etc. También viajan a Alemania, en el período de entreguerras, Luis Juan Guerrero, Nimio de Anquín y Carlos Astrada para realizar sendas estancias de investigación en Marburgo, Hamburgo y Friburgo, respectivamente.[26] En 1930 se publica en Berlín, prologado por Albert Einstein, el primer libro sobre la recepción de la filosofía alemana en el país: Die Deutsche Philosophie in Argentinien,[27] cuyo autor, Coriolano Alberini, es una figura central de este período que culmina con la realización del Primer Congreso Nacional de Filosofía en Mendoza en 1949, el mismo año en que se produce la reforma de la Constitución argentina.[28]
La filosofía de Hegel era criticada al mismo tiempo que reivindicada por el grupo de intelectuales que organizó el Congreso; no existía una posición definitiva al respecto. Por un lado, el sistema hegeliano representaba la preminencia de la comunidad sobre el individualismo, en la tradición de la Politeia aristotélica. Pero, por otro lado, alentaba la omnipotencia del Estado y se acercaba a los regímenes autoritarios del siglo XX.[29] En este período se llevan a cabo las primeras investigaciones sobre la filosofía de Hegel con estándares académicos de primer nivel, posibilitados por un contexto de institucionalización de la filosofía en el país y por un nutrido intercambio cultural entre Latinoamérica y Europa.[30]
Cabe señalar que el interés en la obra de Hegel está atravesado en este período por la recepción de Kant, de la fenomenología de Husserl y del vitalismo de Bergson, así como también por la presencia de Marx en el país. Con respecto a la lectura específica de Hegel, la misma está mayormente influida por las interpretaciones italianas de Croce,[31] Gentile[32] y Della Volpe,[33] también de las alemanas de Dilthey[34] y Hartmann,[35] e incluso de Edward Caird,[36] cuya obra principal estaba disponible en una versión italiana.[37] El redescubrimiento del joven Hegel,[38] con sus preocupaciones teológicas y éticas, encontraba un ambiente propicio marcado por el espiritualismo, el vitalismo y la reivindicación de la axiología, la gnoseología y los problemas fundamentales de la metafísica.
2.3. De 1949 hasta 1982/83: Hegel en disputa
Los años que van desde el Primer Congreso Nacional de Filosofía hasta la transición democrática son testigos de una proliferación de lecturas de Hegel, no sólo por el número de publicaciones, sino especialmente por la diversidad de las mismas. Figuras clave del período anterior, como Carlos Astrada o Miguel Ángel Virasoro, siguen activos en esta nueva época.[39] A ellos se suman Héctor Raurich,[40] Juan Ramón Sepich,[41] Amelia Podetti,[42] Andrés Mercado Vera[43] y Ansgar Klein.[44] Adolfo Carpio publica una introducción a Hegel,[45] y se registran los primeros trabajos de investigadores prominentes del período siguiente, como Julio De Zan,[46] Edgardo Albizu,[47] Oward Ferrari[48] y Daniel Brauer.[49]
En los años ’50 y ’60 aparecen las primeras traducciones directas al español de la Ciencia de la Lógica[50] y de la Fenomenología del espíritu (completa),[51] y en los ’70, las traducciones de Juan José Sebreli del influyente seminario dictado por Alexandre Kojéve en la década del ’30.[52] Probablemente se trate de un momento de impasse en la institucionalización de los estudios hegelianos debido al contexto de permanente inestabilidad institucional, atravesado por dictaduras, proscripciones y exilios forzados. Pero, al mismo tiempo, es una época de efervescencia política en torno a la filosofía de Hegel, cuya interpretación estaba en disputa en el marco de la Guerra Fría.
Por un lado, encontramos un Hegel existencialista, una lectura inspirada por la presencia dominante de Heidegger y Sartre en la intelectualidad de mediados de siglo.[53] Por otro lado, un Hegel en continuidad con Marx, sobre todo dentro de la militancia marxista, en todas sus variantes ideológicas.[54] Al mismo tiempo, un Hegel teológico en el marco de la teología de la liberación o en profunda tensión con la filosofía latinoamericana de la liberación.[55] Por último, un Hegel más afín al peronismo, porque permitía construir una tradición filosófica propia entre el liberalismo y el marxismo, con una reivindicación del Estado ético.[56]
La literatura secundaria predilecta en esta época era tan diversa como los intereses hermenéuticos de los lectores y las lectoras. Se percibe un amplio espectro ideológico que va, desde las interpretaciones marxistas de Lukács, Kojève y Bloch hasta los trabajos de Glockner y Peperzak, pasando por las influyentes lecturas humanistas y existencialistas de Hegel por parte de Wahl, Niel, Hyppolite y Garaudy.
Probablemente el contexto de violencia institucional haya provocado que estos variados intereses en la obra de Hegel no encontraran espacios adecuados de desarrollo dentro de las universidades, sino por fuera de ellas e incluso en ámbitos clandestinos, en lo que se conoce como la “universidad de las catacumbas”.[57] Pero la información disponible al respecto es escasa y completarla requeriría investigaciones específicas, que son más de orden sociológico que estrictamente filosófico.
2.4. De 1982/83 hasta la actualidad: la consolidación institucional de los estudios hegelianos
Con la transición democrática los estudios hegelianos se consolidan institucionalmente. Aparecen las primeras tesis doctorales sobre la filosofía de Hegel,[58] y otros libros con mayor o menor impacto en el campo de la especialidad.[59] Es posible sostener que, a partir del año 2003, la institucionalización de los estudios hegelianos recibe un nuevo impulso gracias a la inversión pública en el CONICET, institución que multiplica las becas doctorales y posdoctorales, así como también los cargos de investigador de carrera con dedicación exclusiva al estudio de la obra de Hegel, todo lo cual da lugar a un aumento exponencial de la producción científica sobre este tema.
En este contexto se crean los primeros agrupamientos hegelianos en el país y se organizan al mismo tiempo las primeras reuniones científicas enteramente dedicadas a la filosofía de Hegel.[60] También se publican nuevas traducciones directas de la obra de Hegel.[61] Se multiplican las estancias de investigación de académicos/as argentinos/as en instituciones alemanas gracias a las becas del DAAD, la Humboldt-Stiftung, la Fundación ICALA, etc.
Es, sin dudas, el período más prolífico en la historia de la recepción de la filosofía hegeliana en Argentina. Reseñar exhaustivamente la producción científica en esos años (sean tesis de grado y de posgrado, publicadas o inéditas, sean capítulos de libro o artículos en revistas nacionales e internacionales) constituye por sí misma una investigación independiente, dada la abundancia y expansión de dicha producción. Por esa razón me he limitado aquí a indicar sólo una pequeña muestra de ella.
3. Conclusiones
Una primera aproximación a la historia de la recepción de la filosofía hegeliana en Argentina permite extraer una serie de primeras conclusiones. En primer lugar, es posible afirmar que la recepción de Hegel es un fenómeno verdaderamente federal desde sus comienzos hasta la actualidad. Las primeras menciones a la filosofía de Hegel aparecen en la obra de un tucumano, Juan Bautista Alberdi; el que quizás sea el primer artículo enteramente dedicado al filósofo alemán fue escrito por un cordobés, Carlos Astrada; la primera traducción de una obra de Hegel la realizó una mendocina, Angélica Mendoza (por poner sólo algunos ejemplos destacados). Luego de esa fase inicial de la recepción, vemos aparecer la figura de Hegel en todo el país hasta la actualidad. Por ello estamos habilitados a hablar, en sentido estricto, de “Hegel en Argentina”.
Otra conclusión que se puede extraer de este primer mapeo de la recepción de Hegel es que la institucionalización de los estudios hegelianos en el país tuvo un fuerte impulso en la década del ’30 y luego, con la restauración de la democracia, en el ’83. En verdad, la producción de los años treinta puede ser interpretada como el resultado de un proceso acumulativo provocado por un cambio profundo en la cultura argentina en torno a la Reforma Universitaria y, en especial para la filosofía, gracias a la “mediación española”[62] de las visitas tanto de Ortega y Gasset como del grupo de intelectuales españoles exiliados en América que acercaron y pusieron en valor la filosofía alemana en estas tierras. Aunque no es menos cierto que 1931, el año del centenario de la muerte de Hegel, marcó un antes y un después en la recepción de su filosofía en Argentina. A partir de allí la producción filosófica se intensifica y comienzan a aparecer estudios específicos sobre su obra. La recepción de Hegel en ese período está marcada por la revalorización del Idealismo Alemán en el contexto de lo que se denominó la “reacción antipositivista”.[63] Reacción que, como señalé más arriba, tuvo rasgos espiritualistas y vitalistas, y reivindicó áreas completamente desatendidas por los positivistas, tales como la axiología, la gnoseología y la metafísica. Si, como afirma Herbert Marcuse en Razón y revolución, con la muerte de Hegel se precipitó en Europa una “reacción positivista” contra su sistema, calificado por ella como una “filosofía negativa”,[64] no deja de ser una curiosidad realmente significativa que, un siglo después, pero ahora en nuestro país, la filosofía de Hegel fuera rescatada recién en el marco de una reacción no casualmente anti-positivista. Como si la filosofía hegeliana y el positivismo fueran rivales irreconciliables: allí donde prospera uno, no puede hacerlo el otro.
Si bien puede advertirse un primer impulso de los estudios hegelianos en los años ’30, en el mencionado contexto de revalorización del Idealismo Alemán en Argentina, la institucionalización propiamente dicha o, mejor dicho, su consolidación institucional no ocurrirá hasta el retorno de la democracia, cuando las condiciones para el trabajo académico se vuelvan más propicias. La formación en el exterior a fines de los años ’70 y comienzos de los ’80 de investigadores clave del período que se inicia en 1982/83 también explica la profesionalización de este tipo de estudios. Una profesionalización que toma nuevo impulso a partir de 2003, con la importante inversión en el CONICET, una institución federal que financia líneas de investigación sobre la filosofía hegeliana en instituciones científicas de todo el país.
En suma, la recepción de la filosofía hegeliana en Argentina constituye un campo muy rico, realmente diverso, que merece ser estudiado con detenimiento. No sólo con el propósito de enriquecer los estudios hegelianos a nivel internacional, gracias a un mayor conocimiento de todo un espectro desatendido de la Hegelforschung. Sino, también, para evidenciar las herencias intelectuales y las condiciones institucionales que hicieron posible que hoy, a doscientos cincuenta años del nacimiento de Hegel, estemos investigando y enseñando su filosofía en nuestro país, y preguntándonos a su vez por los usos y apropiaciones de su pensamiento por parte de nuestros antecesores.
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Notas