Recepción: 26 Junio 2016
Aprobación: 30 Septiembre 2016
Resumen: Con el objeto de analizar el capital social como elemento fundamental para la inclusión de mujeres en condición de pobreza, violencia y exclusión, se analizaron diversos teóricos sobre exclusión social, empoderamiento y capital social los cuales demuestran la importancia de estos elementos al momento de superar la pobreza femenina. El estudio se desarrolló de manera etnometodológica con siete asociaciones de los municipios de Tibú, el Zulia y Cúcuta los cuales se han caracterizado por la marcada violencia y pobreza de género. Se destacan resultados como el empoderamiento, la confianza y la gestión como elementos vivenciales que contribuyeron a una construcción de identidad y superación de brechas por condición de género. Se evidencia además el reforzamiento de la autoestima personal y colectiva con lo cual se logró la inclusión y visibilidad de las mujeres de estos municipios en diversas asociaciones y las acciones gestionadas en pro de sus metas.
Palabras clave: Capital social, empoderamiento, exclusión de género, pobreza.
Abstract: In order to analyze social capital as a fundamental element for the inclusion of women in conditions of poverty, violence and exclusion, various theorists on social exclusion, empowerment and social capital were analyzed, which demonstrate the importance of these elements in overcoming the poverty for women. There are highlighted results such as empowerment, trust and management as experiential elements that contributed to the construction of identity and overcoming gaps by gender. It is also evident the reinforcement of personal and collective self-esteem with which the inclusion and visibility of the women of these municipalities in various associations and the actions managed in pursuit of their goals were achieved. The study was developed ethnomethodologically with seven associations from the municipalities of Tibú, Zulia and Cúcuta which have been characterized by marked violence and gender poverty.
Keywords: Social capital, empowerment, gender exclusion, poverty.
1. Introducción
Las marcadas brechas históricas han incidido en hacer de la pobreza un ciclo, en el cual se reproducen las limitaciones en diversas esferas como en lo económico, material, educativo, racial, tecnológico, cultural y demás aspectos que hacen parte de un sistema clasista donde el rechazo y la exclusión son un elemento fundamental a la hora de limitar el autoestima y la capacidad real de las personas y en especial de las mujeres quienes enfrentan varias de estas sustracciones; por ello cuando se aborda el tema de la pobreza no es suficiente con pensar que esta puede superarse con recursos monetarios.
La pobreza es un amplio fenómeno social que aborda aspectos como el acceso a vivienda, servicios sanitarios, educación, y capacidad económica, visión mundialmente aceptada como indicador de Necesidades Básicas Insatisfechas (Feres y Mancero, 2001); sin embargo la pobreza es polifacética como lo indican Narayan, Patel, Schafft, Rademacher y Koch-Schulte (2000) quienes desarrollan entre otros aspectos factores como el bienestar psicológico. En este destacan sentimientos como angustia-por conseguir, vergüenza –por no tener-, sentimientos de inferioridad -por no tener ninguna influencia-, temor -hacia sus empleadores-, humillación -al mendigar-, estigma e impactos simbólicos que van atravesando su vida y que empiezan a experimentar desde muy temprana edad cuando “los echan a un lado en la escuela porque reciben almuerzos gratuitos, porque llevan ropa raída de segunda mano” (Narayan et al., 2000:38) aprendizajes estos que los van relegando a la desesperanza y carencia de oportunidades.
En este sentido se evidencia una fuerte preponderancia para abordar la pobreza desde una visión psico- social en la cual no solo se exalta la importancia de recuperar el autoestima del individuo sino que se hace necesaria la ampliación de escenarios de inclusión social los cuales se deben impulsar a partir de cambios culturales en los que se propenda por desarrollos centrados en el ser (Max-Neef, 1993), por esto el presente artículo sustenta el desarrollo del capital social como elemento fundamental para el fortalecimiento de las mujeres que han experimentado pobreza y exclusión social.
Las causas de la pobreza según Palomar y Cienfuegos (2006) se centran en lo subjetivo, lo estructural y el fatalismo destacando que la pobreza se encuentra asociada a diferentes variables de la personalidad como el autoestima, el locus de control –fuerza interna- afrontamiento, motivación al logro, bienestar subjetivo y pertenencia a redes sociales. En este sentido el estudio permite enfocar, entonces, aspectos individuales relevantes al momento de abordar la superación de la pobreza y el desarrollo humano y social; por ello se destaca que las subjetividades que intervienen en la pobreza son elementos culturalmente construidos y evidenciados a través de la exclusión, los cuales están presentes en una mayor medida en ciertos grupos poblacionales entre ellos en las mujeres1, quienes históricamente han sido excluidas (por la división del trabajo y asignación doméstica que la suprime de las posesiones).
La pobreza en las mujeres ha sido reconocida como feminización de la pobreza no porque se piense que es solo para este género, sino por la disposición de ellas a ser pobres por causas históricas ya que al centrarse sólo en lo doméstico enfrentaron carencia de “capital productivo, no trabajo remunerado, carencia de educación y capacitación, nula participación en la toma de las principales decisiones políticas, económicas y sociales” (CEPAL, 2004:13) además del poco acceso a vínculos sociales, la marcada jerarquización social y limitación en el desenvolvimiento de lo público que se está sumando a problemas como edad, la etnia y la ubicación geográfica y jefaturas femeninas.
En el contexto de Norte de Santander, la pobreza es particularmente destacada por factores como la violencia armada, cultivos ilegales, atentados en la infraestructura, deterioro ambiental, deterioro en la infraestructura vial; y siendo un departamento rural su índice de pobreza multidimensional – IPM- rural es de un 87%, sumado al desempleo de un 13%, ya problemas con el contrabando (DNP, 2014) entre otros factores asociados a su situación de frontera y abandono histórico; por ello, los desplazamientos, y constantes actos de violencia concentran un alto porcentaje de mujeres viudas, que asumen sus hogares con las limitaciones de pobreza que ello implica y que fueron evidenciadas tras el estudio etnometodológico realizado con siete asociaciones de los municipios de Tibú, el Zulia y Cúcuta los cuales se han caracterizado por la marcada violencia y pobreza de género.
Un aporte importante al momento de abordar la pobreza lo desarrolla Palomar y Cienfuegos (2006:223-224) quien destaca en sus estudios que ésta tiene aspectos subjetivos como lo evidenció cuando preguntó:
si “podrían hacer algo para dejar de ser pobres”, quienes dicen “no” presentan mayores puntajes en los síntomas de depresión, donde se incluyen las ganas de llorar, los trastornos del sueño y del apetito, el cansancio, el dolor de cabeza, la tristeza, la falta de concentración, el nerviosismo, la inseguridad y el miedo.
Son estos sentimientos los que hacen pensar que salir de pobreza exige un cambio de actitud que debe ser impulsado desde la misma sociedad y que encuentra en las asociaciones un lugar propicio para empoderamiento personal a partir de las luchas colectivas. El esfuerzo por visibilizar y encontrar en la sociedad el espacio educativo, laboral y social que les reivindica las luchas que como movimiento activista han desarrollado en los últimos años y con lo cual dan inicio a la formación de capital social que se requiere para un avance social.
En relación al fortalecimiento del capital social es importante mencionar que Putman (1995) citado por Urteaga (2013:45) destaca:
Características de la organización social, tales como las redes, las normas y la confianza, facilitan la coordinación y la cooperación para un beneficio mutuo …es así como … el capital social, que se acumula al uso, facilita la vida y permite reconciliar interés individual e interés general.
Siendo el capital social un fenómeno dinámico y vivencial que emerge de la misma realidad, coexistida en este grupo de mujeres asociadas, se aborda la investigación con un enfoque etnometodológico el cual permite comprender las relaciones del capital social que subyacen en la interacción, decisiones y alcances de las mujeres. Desde una postura paradigmática cualitativo-interpretativa en la que predominaron procesos hermenéuticos, se logró comprender cómo las mujeres desde sus actividades prácticas han construido capital social en la medida en que se han empoderado al punto de gestionar e impactar su entorno.
Dado que la etnometodología investiga “los métodos que utilizan los individuos para dar sentido y al mismo tiempo realizar sus acciones cotidianas: comunicar, tomar decisiones y razonar” (Urbano, 2007:89) se utilizaron técnicas que permitieran la percepción individual, grupal y del investigador sobre el capital social, haciendo uso de entrevistas, grupos focales y observaciones a siete asociaciones conformadas por mujeres en condición de pobreza y vulneradas por hechos victimizantes2 (1. asonun, 2. almusin, 3. midivic, 4. asociación de madres con niños en discapacidad cognitiva, 5. mujeres unidas, 6.asociacion san Martin de porras, 7. sueños de luz)de los municipios3 de Tibú, el Zulia y Cúcuta.
El estudio consideró las dinámicas y las concepciones de los actores sociales (Firth, 2010), analizando críticamente los discursos recolectados, categorizando y triangulando la información obtenida a fin de encontrar las acciones que representaban capital social en estas asociaciones, destacándose como resultados, tres categorías del capital social que contribuyeron a una construcción de identidad y superación de brechas desde su condición de género: 1. El empoderamiento, 2. La confianza y 3. La gestión como elementos vivenciales de las asociadas.
Es por ello, que analizar el capital social generado por las asociaciones de mujeres permite encontrar aspectos favorables que potencialicen la capacidad individual y colectiva con lo cual se posibilitan la minimización de la pobreza en las mujeres y ser efectivos dejando de “pensar en los pobres como víctimas o como una carga y comenzando a reconocerlos como emprendedores persistentes y creativos, y además como consumidores conscientes del valor” (Prahalad, 2005:2).
En este sentido, con el propósito de abordar el desarrollo del capital social, como elemento fundamental para el fortalecimiento de las mujeres y su aporte en el empoderamiento e impulso de capacidades que les permitan superar la pobreza, se analiza teóricamente: la exclusión social como condición contextual que victimiza el género femenino y limita su proyecto de vida;el empoderamiento como expansión de habilidades, reivindicación de derechos y posibilidades para el cambio de vida; finalizando con la comprensión teórica sobre el capital social, el cual permite vislumbrar como el trabajo en red, la confianza, el desarrollo de normas y la gestión social permiten superar las barreras contextuales de la pobreza.
2. La exclusión social femenina
El creciente desarrollo multidimensional de las sociedades a través de la globalización, la tecnología y la economía han traído avances que proporcionan calidad de vida para sus habitantes, pero también han evidenciado que un importante sector de la población no tiene acceso a ella; así surgen en contraposición los términos de inclusión y exclusión.
Para Jiménez (2008:174)
La exclusión social está muy relacionada con los procesos que más se vinculan con la ciudadanía social, es decir, con aquellos derechos y libertades básicas de las personas que tienen que ver con su bienestar (trabajo, salud, educación, formación, vivienda, calidad de vida,...).
Es la limitación de estos derechos y libertades la que ha estado presente en la vida femenina, la cual se muestra a partir de visiones culturalmente establecidas en las que se resalta la diferencia entre hombres y mujeres, es así, que organizaciones mundiales como la ONU, han demostrado la importancia que tiene el empoderamiento de género como enfoque para promover la inclusión de este grupo poblacional en esferas las cuales tradicionalmente se ha excluido, como la social, política, económica, laboral entre otras; esta apuesta está consignada en el objetivo de desarrollo sostenible en el que se exige la promoción de la igualdad entre los géneros como base de un mundo pacífico, próspero y sostenible”, igualdad que se debe propiciar con el acceso a la educación, salud, economía y política entre otros ámbitos. Este objetivo, constituye un lineamiento mundial del cual los países miembros se proponen lograr la igualdad entre los géneros a todas las mujeres y las niñas, lo que propicia un contexto al presente estudio que aporta elementos concretos del capital social como un avance a la inclusión de género.
3. El empoderamiento como categoría de análisis al fortalecimiento de capital social
A nivel internacional, el término de empoderamiento es utilizado para denotar una serie de actividades, por ejemplo África incluye sistemas de microcréditos y de empleo, actividades para la salud reproductiva y autoestima de las mujeres. En Estados Unidos; los programas de empoderamiento de las mujeres está destinado a superar las disparidades de género. Y En Asia a las actividades de potenciación espirituales de la fe basada en las organizaciones. a pesar de que aún no existe un consenso generalizado y el término es interpretado como concepto y proceso, ha sido un enfoque incorporado con éxito por múltiples disciplinas como el trabajo social, antropología, desarrollo, la educación y los derechos humanos), incluyendo la teoría crítica, participativa o la acción de investigación (Mohajer y Earnest, 2009).
En el ámbito latinoamericano y desde una perspectiva teórica crítica, Delgado, et al. (2010) plantean que el concepto de empoderamiento tiene su origen en las propuestas de grupos feministas del tercer mundo, vinculadas a las ideas de Paulo Freire (1993:456), sugiriendo además que “la importancia del término radica en dejar claro que no se busca dar poder a alguien, el verdadero empoderamiento es el que cada persona logra y encuentra por sí mismo”. Kabeer (1998) por su parte describe el empoderamiento como la expansión de la habilidad de las mujeres para hacer elecciones estratégicas de vida en un contexto donde anteriormente se les negaba. Este desarrollo de habilidades en el nivel personal, implica ampliar cambios en la forma en que la persona se auto percibe, se da mayor confianza individual y se generan diversas capacidades, y un aspecto importante que consiste en liberarse de la opresión internalizada.
Al respecto, Freire (2003) en su pedagogía del oprimido, la cual fundamenta por medio de sus trabajo sobre educación popular, entiende la persona como sujeto y no como un objeto, capaz de identificar mediante la conciencia su situación social y económica, es decir que puede intervenir y luchar por la libertad y alcanzar la justicia social (Ocampo, 2008). En este sentido el empoderamientoa nivel cognitivo es un proceso donde las mujeres hayan tiempo, espacios propios y comienzan a examinar sus vidas en forma crítica y colectiva (Esplen, et al. 2006). También se define como el desarrollo de habilidades para negociar e influenciar las relaciones de poder y la toma de decisiones al interior de estas relaciones. El empoderamiento colectivo implica el trabajar en objetivos comunes, y con ello tener un impacto más amplio que trasciende el poder que cada individuo puede desarrollar (Martínez, 2003).
Con base a lo anterior Wittmann (2012), en un estudio realizado en Sudáfrica no se limitó a presentar a las mujeres como víctimas de la herencia del apartheid, y dar a conocer las circunstancias sociales y culturales sesgadas que reproducen el ciclo de su empobrecimiento; sino que destaca cómo las organizaciones reconocen que trabajar en el empoderamiento de género es fundamental para fortalecer los procesos de democratización de la sociedad sudafricana. Por su parte Teshome y Zeneb (2012) mencionan que la ayuda mutua es esencial en este proceso y en general para el progreso de la raza humana, por lo cual Islam y Morgan (2012) exponen que participar en asociaciones voluntarias tiene múltiples beneficios y hace una mayor contribución a la resistencia, sobre todo en grupos socioeconómicamente desfavorecidos, siendo uno de los espacios que las mujeres aprovechan para lograr su empoderamiento a nivel individual y colectivo.
4. Capital social como empoderamiento
Analizados los aspectos relevantes del empoderamiento de la mujer se resaltan dos elementos importantes. El primero de ellos, es la innegable exclusión socio-cultural y económica que han sufrido las mujeres en todo el mundo, y con esta situación la innegable necesidad de trabajar de manera especial para que se pueda dar la inclusión social de este grupo poblacional; el segundo elemento, es la visión grupal como un factor importante para lograr este empoderamiento, con lo que se debe propender por la importancia del trabajo colectivo para lograr un mayor empoderamiento de las mujeres.
El trabajo colectivo y especialmente el capital social es una noción en la que se resaltan las relaciones que se establecen dentro de una comunidad, las cuales conforman redes, normas y relaciones de confianza, necesarias para facilitar acciones hacia un beneficio común, es la idea de compartir un fin y tomar conciencia de este bien común (Putman, 1994). Esta noción de capital es ampliada por Govea y Rodríguez (2004) quienes lo definen como el conjunto de recursos interrelacionados, reales o potenciales que se construyen y aprenden dinámicamente en forma individual o colectiva en diversos contextos de la vida social pero especialmente al interior de las organizaciones sociales las cuales se caracteriza por la presencia de por lo menos cuatro elementos básicos: redes, normas, confianza y valores que en su interrelación permiten orientar positivamente a sus miembros hacia el fomento de la coordinación, el intercambio y la cooperación, todo ello con la finalidad de lograr el empoderamiento ciudadano para alcanzar objetivos de bienestar colectivo.
En función de lo anterior, , es significativo enunciar que, aunque se fomenta al interior de los grupos, es un elemento de la vida de toda sociedad que se requiere para el logro de los objetivos comunes y su ausencia es el resultado del individualismo, la fragmentación y la limitación de las oportunidades, lo cual redunda en una sociedad indiferente, incapaz de establecer y exigir normas de beneficio común, por ende, presenta mayor dificultad a la hora de alcanzar un desarrollo social (Durkheimian, 1988).
La pobreza representa entonces, una marcada división social una lucha individual por alcanzar las metas, la invisibilización del otro y con ello de la norma, pues esta simboliza el bien colectivo y la solidaridad recíproca. Una forma de eliminar esta pobreza es el fortalecimiento del capital social, la solidaridad, la ayuda mutua. Por ello, Islam y Morgan (2012) exponen que participar en asociaciones voluntarias tiene múltiples beneficios y hace una mayor contribución a la inclusión, sobre todo en grupos socioeconómicamente desfavorecidos.
5. Las asociaciones en la formación del capital social
Siendo el capital social un valor colectivo que permite aproximar el interés individual con el del grupo (Urteaga, 2013) se resalta que las asociaciones de mujeres han logrado fundamentar su actuar en principios propios del capital social como el trabajo en red, la consolidación y apropiación de normas, el desarrollo de confianza en sus relaciones y ellas mismas, en su valor y sus capacidades, lo que les ha impulsado a trabajar de manera recíproca, unida, cooperante y sustentada en una comunicación abierta y motivante que las ha llevado a la superación personal y grupal, así como a la gestión para la consecución de sus objetivo y un constante renovar de sus metas como asociación.
Pertenecer a estas asociaciones les creó a sus integrantes la cohesión que les permitió la generación de capital social, lo que redunda hoy en identidades más amplias, transformación de mentalidades Individualistas en mentalidades colectivas, capacidad de gestión en pro de consecución de beneficios grupales (Harvard Kennedy School, s/f). Los resultados más recurrentes del estudio, dejan ver en las asociaciones de mujeres características como: 1. El empoderamiento, 2. La confianza y 3. La gestión. Fue explícito la apreciación de las asociadas en la identificación de necesidades y soluciones comunes (permitiendo desarrollar normas y gestionar proyectos), el Civismo (con el cual han obtenido confianza, compromiso y empoderamiento de género) y han desarrollado redes sociales (que las ha vinculado a grupos de interacción y les ha fortalecido sus relaciones sociales).
Las mujeres entrevistadas destacan hoy, el empoderamiento de género que siente cada una y que perciben en sus compañeras, así lo cual ha sido decisivo al momento de formar este capital social y de conseguir los objetivos planteados a través de su gestión. De esta manera se resaltará el empoderamiento, la confianza y la gestión como elementos vivenciales que contribuyeron a una construcción de identidad y superación de brechas por condición de género, la cual debe ser base al momento de enfrentar la pobreza.
5.1 Empoderamiento: una conducta positiva para afrontar y superar la pobreza
La exclusión de género y las múltiples problemáticas de violencia social y cultural que han sufrido las mujeres de las siete asociaciones estudiadas, pone de relieve la percepción que ellas tenían de sí mismas antes de ingresar a las asociaciones pues la violencia, la falta de educación, la situación de sus hijos y en general la pobreza vivida habían generado un bajo concepto de sí mismas lo cual no les permitía tener metas claras y las hacía soportar en silencio las violencias de las cuales eran víctimas.
Es usual escuchar entre las mujeres de las asociaciones el lema de “sola invisibles, juntas visibles” lo cual deja ver en la actualidad un marcado empoderamiento y solidaridad, pero también permite explorar que sentirse invisible en una sociedad, es reconocerse excluido de sus derechos inherentes. Para Rodríguez y Caño (2012:389) “el autoconcepto, la autoestima y la percepción de autovalía son tres conceptos fuertemente relacionados entre sí”. Para estos autores el autoconcepto está representado por las creencias que los individuos consideran de sí mismos, las cuales han sido el producto de las experiencias y retroalimentaciones del medio; la autoimagen por su parte está integrada con los aspectos cognitivos que la persona posee de sí mismo y el autoestima es considerada como los aspectos valorativos o afectivos que puedan surgir hacia el mismo.
En los anteriores conceptos, es claro que la interrelación de autoconcepto, la autovaloración y la autoestima están estrechamente relacionadas entre sí y son en parte producto de las relaciones con otros, de las experiencias vividas y de los entornos en los que se potencian o limitan los alcances de un individuo. En el caso de la población estudiada se resalta una triple exclusión: por condición de género, por la pobreza de su contexto y por la marcada violencia de la región en que habitan. Estos factores enfrentan a las mujeres a vivenciar aspectos como:
tensión, egoísmo, violencia, ausencia de valores, depresión y destrucción, … falta de motivación y entusiasmo, indiferencia a su entorno, poca dedicación, falta de solidaridad y respeto, … desarrollo limitado como adultos jóvenes, sin tener cubiertas sus necesidades emocionales y de autoestima lo que afectará su vida persona. (Mejía, Pastrana y Mejía, 2011:1)
Una autoestima baja se refleja en las diferentes actuaciones del ser y se caracteriza por la no valoración y la constante inseguridad, indefensión, incapacidad para actuar y por ende una precaria adaptación a su contexto. Estas características hacen imposible el surgimiento personal y la superación de la pobreza, así como dificultan para la integración social, por ello el participar en las asociaciones les permite entender que este sentimiento es común entre ellas, pero también reconocen que es producto de las violencias vividas lo cual les anima a una superación individual y colectiva.
Entre los principales hallazgos de las mujeres frente al empoderamiento se encontró que las lideresas4y las mujeres de los grupos entrevistados destacaron como principal factor de empoderamiento el estudio o capacitación
“gran parte terminó sus estudio e inició una carrera profesional, políticamente, las mujeres de estas asociación incursionaron en el sector público proponiendo proyectos ante la alcaldía o gobernación, incluso gracias a su estudio algunas pudieron conseguir trabajo en estas instituciones”, “Muchas mujeres se han empoderado ante la sociedad, las que no sabían leer ni escribir aprendieron, las que no tenían un sustento ahora lo tienen, las que no tenían oportunidades laborales lo tienen debido a que son impulsadas a ser mejores personas y salir adelante”.
Este reconocimiento y deseos de surgir las llevó a hacer uso de la gestión social, a crear redes y apropiar mecanismos de participación en favor suyo como lo destacaron cuando referenciaron entre sus actividades y logros: “gestionan proyectos en beneficio de las mujeres en el área de educación, vivienda, acueducto, salud”, y para ello han tenido “apoyo por la caja de compensación COMFANORTE- con capacitaciones, actividades recreativas y servicios de terapia por parte de los profesionales”, otra importante gestión la han realizado con “Ifinorte (instituto financiero de Norte de Santander) quien las ha apoyado con la creación de un plan semilla para que estas mujeres puedan ahorrar para costear sus estudios o planes de vivienda”. El SENA (Servicio Nacional de aprendizaje) les ha prestado sus servicios de capacitación, no solo a las mujeres asociadas, sino también a sus familias”. Desde “La alcaldía (secretaria de equidad y género) y la secretaria de la mujer se han encargado de capacitar a las asociadas en aspectos de interés para estas mismas”, “El SENA es el que más se destaca ya que muchas mujeres han salido adelante por recibir capacitaciones y cursos, estos permiten que laboralmente las contrate en trabajos temporales y logren beneficios económicos”.
Las asociaciones les permiten a sus miembros la consecución de sus objetivos personales ya que con los logros de cada una se van abriendo espacios para sus otras integrantes; un ejemplo es cuando aseguraron “las asociadas tienen distintos objetivos y formas de ver a la asociación, incluso participan y gestionan de forma individual para cumplir sus propios objetivos”, pero esta consecución de objetivos se revierte en bienestar de todas ellas, como lo afirman cuando narraron que “por medio de la presidenta se creó un comité de apoyo en el que pueden participar profesoras, abogadas, campesinas e ir a dar capacitaciones a las veredas y corregimientos del municipio, lo que genera amplia participación de las mujeres en diferentes contextos y así mismo se estrechan los lazos de confianza y amistad con mujeres de zonas más lejanas”
El empoderamiento femenino de estas asociadas les permite acrecentar su capital social en la medida en que hacen suyas todas las luchas y discriminaciones, en la entrevista aseguraron: “aprendieron a hacer una respectiva denuncia, a conocer las entidades correspondientes para cada caso, a expresarse ante el público y poder llevar a cabo un taller o capacitación; de cierto modo se inculcó el valor de confianza hacia ellas mismas”,
De acuerdo a esto, las mujeres lograron superar lo que Laderchi, Saith y Stewart (2003) llaman enfoque de capacidades que hacen parte de la pobreza, los cuales hacen referencia a la provisión de bienes públicos y búsqueda de justicia social, al tiempo que desarrolla habilidades en el enfoque de participación que incluye la necesidad de empoderamiento para la superación de la pobreza; frente a esto, Massolo (2000) afirma que participar por intereses estratégicos de género facilita que las mujeres mejoren su autoestima en el sentido que establecen relaciones de fuerza y presión política, demandan y gestionan recursos, aportan en el mejoramiento de condiciones de vida digna, adquieren prestigio social, desarrollan capacidades de liderazgo y adquieren competencias ciudadanas de acuerdo al contexto social e histórico.
Estos elementos, hacen referencia a la capacidad de las mujeres para fortalecer su autoestima en la medida que potencian su seguridad como asociación y abren el camino a la participación política propia y de futuras líderes, lo que exige según Sánchez y Falconi (2015) la construcción de nuevas identidades femeninas desde el valor del empoderamiento, para la disminución de estigmas producto de la exclusión de género de que venían siendo afectadas por los hechos de violencia y las creencias culturales presentes en el territorio; para, Paredes (2009) las experiencias de vida de las mujeres asociadas hace referencia a un componente intrínseco relacionado directamente con variables de la personalidad, la historia de vida individual, los mecanismos de afrontamiento, las potencialidades individuales, los valores, actitudes y autopercepción y la percepción de sus roles familiares y sociales, elementos que logran el desarrollo de la autonomía y seguridad (Hernández y García, 2010) como elementos fundamentales de la autoestima.
El empoderamiento permite el desarrollo de capacidades para el acceso y manipulación de recursos lo que influye en la superación de condiciones de victimización y estados de minusvalía en el ámbito personal, al tiempo que gestiona espacios de participación en el ámbito social lo que contribuye a la inclusión y la equidad de género como elemento indispensable para la superación de la pobreza y por ende el establecimiento de condiciones subjetivas y objetivas que aportan a la calidad de vida de las mujeres.
5.2. La confianza y la gestión en la consecución de resultados
Otra categoría de análisis que es transversal al capital social es la confianza como sentimiento que dignifica y cohesiona a los miembros del grupo. Para Coleman (1988) el papel de la confianza, y la reciprocidad en las relaciones sociales como medios para alcanzar capital social está mediado por diferentes normas que favorecen determinadas conductas. Éstas deben ser respetadas si se pretende obtener ayuda cuando se tiene un problema relacionado con los bienes públicos. Es decir al generarse el capital social se propicia también el beneficio colectivo; adicionalmente Govea y Rodríguez (2009), refieren que la confianza social en miembros de asociaciones se distingue de lo siguiente: disposición al trabajo voluntario y un alto nivel de iniciativa para intercambiar ideas y proponer nuevas iniciativas.
Este elemento de confianza y normatividad se ve claramente establecido en los grupos de mujeres, quienes conocen el procedimiento de legalización de sus asociaciones y se preocupan por tener sus estatutos en regla para poder acceder a los beneficios por los cuales se agremian; si lo reconocieron cuando afirmaron que “Se cumplió con el reglamento que pedía el estado para la conformación de una asociación”; “se registró ante la cámara de comercio, y en la secretaría de las mujeres”. “Todo es legal” se desarrollaron los estatutos”
Así mismo las miembros de las asociaciones han creado sus normas de comportamiento entre las que destacan el ingreso de nuevas asociadas, la asistencia y puntualidad, la priorización de entregas de beneficios y la fuerte reciprocidad para atenderse mutuamente y alcanzar así sus metas:
“El único requisito para pertenecer a la asociación es que las mujeres sean madres cabezas de hogar con necesidades de educación, vivienda, salud, restablecimiento de derechos a aquellas que han sido víctimas de la violencia”, “la líder trata de vincular a aquellas que son recomendadas por parte de otras asociadas y que tengan la mayor disponibilidad de aportar al surgimiento de la asociación”, “Esta asociación tiene sus puertas abiertas para cualquier mujer que haya sido víctima de la violencia y desee recuperarse de estos hechos”
El funcionamiento de la asociación está centrado en la claridad del rol de cada una de ellas:
“normas que se rigen por el valor de compromiso y responsabilidad; ya que deben asistir a todas las reuniones de la asociación y dado caso en que falten repetidamente deberán pagar una multa la cual no tiene un valor alto pero si refleja una lección en aquellas mujeres que no cumplen con la dinámica de la asociación”, “a las madres se les ha pedido una historia clínica en la que debería ir incluido ARS y SISBEN del menor para tenerlos en cuenta en cualquier beneficio que se les pueda otorgar por parte de las entidades prestadoras de servicios”, “ Los encuentros de estas mujeres se realizan 2 veces por mes. Para ponerse al tanto de qué cursos o nuevas decisiones se van a tomar”
Como un reconocimiento de la cohesión y buen funcionamiento de las asociaciones, las mujeres identifican a sus lideresas como personas idóneas, comprometidas y con una gestión planificada para la consecución de los objetivos: “no promete cosas que realmente sabe que no puede cumplir, es por esto que las asociadas han puesto su voto de confianza en ella” “la presidenta ha tratado de inculcar a todas sus asociadas. Por medio de esta cualidad, las mujeres de la asociación son muy comprometidas con sus tareas o responsabilidades con la misma asociación” “Aspectos de liderazgo los cuales han ayudado a construir buenas bases dentro de la asociación; esta cualidad es la que la presidenta ha tratado de inculcar a todas sus asociadas”
Las experiencias vividas por las mujeres de las asociaciones, pareciera que hubiera premiado y reforzado estas conductas de cohesión y cumplimiento de la normatividad, pues han logrado alcanzar las metas propuestas:
“Las posturas y proyectos de estas mujeres ignoradas por la sociedad y las instituciones municipales de Tibú, entonces, se dieron cuenta que al estar asociadas se conseguían muchos más recursos y llamaban la atención de aquellas personas que podrían apoyar proyectos en pro de las mujeres”, “tomaron el compromiso de asistir a las reuniones, de aportar ideas para su propio beneficio y confiar las unas en las otras”. “Al vivir dichos hechos, estas mujeres tomaron la decisión de asociarse para ser reconocidas como víctimas y que sus derechos vulnerados fueran restablecidos”. “No cabe duda que el apoyo está dirigido a todas las mujeres de la región, lo que refleja la unión y empoderamiento del género sin tener en cuenta si hacen o no hacen parte de la asociación.
Otro aspecto importante son los lazos de cohesión establecidos a través de la identificación de historias vividas, problemáticas compartidas y proyectos de vida similares
“Al estar impulsadas por un mismo fin, estas mujeres tienen lazos estrechos de amistad y asociación”, “Estas mujeres tienen un factor en común; han vivido la misma situación con sus hijos y es por esto que han surgido lazos de amistad y apoyo entre todas las asociadas”, a la hora de recibir recursos, las mujeres asociadas son muy solidaria entre ellas mismas, si algún tiene una necesidad más pronta que otra, los recursos rotan a aquella mujer que más lo necesite. Si alguna de estas mujeres deja de asistir a la asociación, las demás se encargan de volverla a integrarla, de decirle de los horarios a las reuniones, recursos conseguidos y demás”, “Juntas trabajan para la obtención de recursos de manera colectiva”
Estas manifestaciones de cohesión social dan cuenta de lo que Sen y Kliksberg (2007) han planteado como medios para alcanzar el desarrollo multidimensional y disminuir la pobreza. Estos autores en su obra “primero la gente”, hablan acerca de la importancia del capital social a través del clima de confianza en las relaciones interpersonales, y la capacidad de asociatividad. A su vez, agrega Kliksberg (1999: 90) “La cultura cruza todas las dimensiones del capital social de una sociedad y subyace los componentes básicos considerados capital social, como la confianza, el comportamiento cívico, el grado de asociatividad”, es decir, que las relaciones entre cultura y desarrollo son de todo orden.
Un tercer elemento del análisis categorial, que evidenció el capital social en estas asociaciones, está dado por la gestión y la creación de redes de relaciones, que además de visibilizarlas, posicionarlas y devolverles la credibilidad, ha sido fundamental al momento de conseguir sus metas educativas, económicas y de satisfacción de necesidades.
“El capital social es una capacidad que se desarrolla con las relaciones sociales. Sus beneficios inmediatos son la posibilidad de obtener los beneficios a partir del aprovechamiento de redes sociales.” (Bolívar y Flores, 2011: 29) en este sentido de gestión las mujeres manifestaron:
“la presidenta se encarga de gestionar con las entidades competentes para que puedan llevar el proceso de la mejor manera. El consejo noruego, defensoría del pueblo, secretaria de la mujer, unidad de víctimas”, “Al estar tan bien conformada esta asociación ha sido beneficiada en diferentes aspectos por instituciones como la GIZ5 ,el ministerio de trabajo, unidad de víctimas”, “cuando la asociación empezó fue apoyada por el entonces alcalde…”, “La alcaldía municipal estuvo al pendiente del surgimiento de una asociación liderada por mujeres”, recibimos apoyo de la fundación crecer quien orientó a las mujeres a crear microempresas que serían para su propio beneficio, de manera que cada mujer tuviera como meta generar su propio capital social por medio de una microempresa”, “Los recursos obtenidos para los niños casi siempre vienen por parte de la gobernación”, “estos trabajos que se reciben son por parte de la alcaldía esta es otra entidad que les presta servicios y las tiene en cuenta”.
La capacidad de gestión es un rol apropiado por las diversas mujeres; de esta manera lo hacen colectiva, individualmente o a través de sus lideresas:
“Gracias a la gestión por parte de la presidenta y vicepresidenta, se obtuvieron recursos tangibles por medio de la gestión emprendida por estas mujeres con las instituciones que apoyaron dicho proyecto. Pudieron conseguir carro y camioneta para transportar a las mujeres lideres y una bodega en cenabastos como punto de encuentro para las reuniones”, “Debido a los fuertes sucesos que han vivido estas mujeres y sus familiares, muchos de estos aún no se han resuelto ante la ley; es por esto que la presidenta se encarga de gestionar con las entidades competentes para que puedan llevar el proceso de la mejor manera. El consejo noruego, defensoría del pueblo, secretaria de la mujer, unidad de víctimas”.
La gestión ha sido una constante que ahora es una visión inherente a ellas ya que se ve desde sus inicios como asociación, pero continúa presente como parte de su empoderamiento lo que garantiza un aprendizaje para sus asociaciones como para sus propias vidas.
6. Conclusiones
La exclusión, la pobreza y la violencia, son una realidad social de mayor presencia en las mujeres, por ello se requiere de un liderazgo decidido por parte del estado, los grupos sociales mayoritarios, la academia y en general los sectores prosociales, que lleven a un resuelto accionar frente al cierre de brechas. En esta decisión será de importancia relevante el trabajo por fomentar el capital social como una opción real y cercana para la minimización de la pobreza femenina.
El capital social, evidencia las variadas ventajas del trabajo grupal y el fortalecimiento de la cohesión, los cuales redundan en las prelaciones individuales y colectivas de quienes asociados, pueden desarrollar mayores oportunidades frente a la superación 5 Deutsche Gesellschaftfür Internationale Zusammenar beit (GIZ) GmbH (Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional) de sus problemas. En las siete asociaciones de mujeres estudiadas, se destacó el desarrollo secuencias de 1. empoderamiento, 2. confianza y 3. gestión a cada una de las mujeres miembros de las asociaciones, elementos vitales para alcanzar beneficios educativos, de recursos económicos, laborales y de desarrollo personal, familiar y de las asociaciones, las cuales han venido creciendo en integrantes y afianzando sus planes de acción con el fin de abordar nuevas necesidades que van surgiendo en sus contextos.
Se destaca la importancia de impulsar el capital social en diferentes grupos poblaciones excluidos por razón de etnia, edad, discapacidad y otras formas culturales que han predominado y que exigen un cambio que aporte en la eliminación de brechas sociales.
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Notas
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