Sección Teología
“Esse est Deus”. Los tres “momentos” lógicos del esse creado en el Prólogo a la Obra de las proposiciones de Meister Eckhart
"Esse est Deus”. The three logical “moments” of created esse in the Prologue to the Work of Propositions of Meister Eckhart
“Esse est Deus”. Los tres “momentos” lógicos del esse creado en el Prólogo a la Obra de las proposiciones de Meister Eckhart
Veritas, núm. 48, pp. 147-171, 2021
Pontificio Seminario Mayor San Rafael Valparaíso
Recepción: 19 Mayo 2020
Aprobación: 25 Marzo 2021
Resumen: El presente trabajo tiene como objeto exponer el despliegue que Meister Eckhart realiza del esse creado en el Prólogo a la Obra de las proposiciones. En primer lugar, presentamos el orden de la realidad propuesto por el Dominico, que presenta al esse como la esfera de la representación conceptual del mundo creado. De esta manera, podemos explicar cómo el esse es Dios (“esse est Deus”) aunque, al identificarlo como efecto, sea distinto a Dios (causa). En segundo lugar, luego de exponer la estructura general de la realidad, atendemos al movimiento dentro de la esfera del mundo. Y allí encontramos tres “momentos”: el esse absolutum mismo, el ente, como representación de la individualidad conceptual y el ente hoc, como la entidad que se despliega en el plano finito. De esta manera, buscamos continuar ampliando los estudios de las particularidades del pensa miento eckhartiano.
Palabras clave: Meister Eckhart, mundo creado, ser, orden de la realidad, causa y efecto.
Abstract: In this article we intend to present the three logical “moments” of the created esse that are identfiable in his Prologue to the Work of Propositions’. Firstly, we present the main struc- ture of reality, which positions the esse as the sphere of conceptual representation of the created world. In this way, we can explain how the esse is God (“esse est Deus”) even though, as effect, it’s not God -understanding “God” as cause. Secondly, after presenting the general structure of reality, we present the movement within the sphere of the esse. And there we can find three “moments”: the esse itself, the esse absolutum, as the grounding of the world; the ente, as the representation of conceptual individuality; and the ente hoc, as the creature. This way, we seek to continue expanding the studies of the particularities of Eckhart’s thought.
Keywords: Meister Eckhart, created world, being, order of reality, cause and effect.
Introducción
Hasta hace no demasiado tiempo Meister Eckhart, autor alemán perteneciente a la orden Dominica de fines del s. XIII y principios del s. XIV, era asociado cuasi únicamente con su obra alemana. Sus tratados y sermones en lengua vernácula eran exponentes de la mística renana de su tiempo. Luego, cuando en la primera mitad del s. XX paulatinamente comenzó a descubrirse y editarse su obra latina, se la consideró meramente una suerte de “obligación profesional”, una demanda que tuvo que cumplir por su rol en la orden dominica. Por ello, esta parecía asistemática, al no responder a los “verdaderos” intereses del dominico, y, así, se le restaba valor a la obra latina por no ser lo que genuinamente Eckhart “había querido escribir”2.
El hecho de que en el Prólogo general a la Obra tripartita haya presentado un gran marco sistemático de obras -en donde habría de analizar proposiciones generales, sosteniendo que serían mil proposiciones y más, varias cuestiones y, finalmente, exposiciones referidas a pasajes tanto del Antiguo como del Nuevo testamento-3, de las cuales la amplia mayoría no han sido legadas (y, en rigor, se discute si siquiera fueron escritas) aumentó la creencia en el supuesto desinterés eckhartiano por la actividad académica.
Sin embargo, en estas últimas décadas se han realizado una serie de estudios al interior de su obra latina que la han revitalizado completamente y que, contrario a lo que se supo creer, la posicionan como un conjunto de textos con coherencia interna, principios identificables, argumentos bien trabajados y, también, con una presencia indiscutida de referencias a textos célebres de la época. Por todo esto, Eckhart ha logrado en las últimas décadas reposicionarse como un autor inscripto en la escolástica de su tiempo. Incluso, esto se condice en mayor medida con los descubrimientos biográficos que lo colocan como un activo actor de la orden dominica y, sobre todo, justifica el llamado a ser maestro de Teología en París no solo en una, sino en dos ocasiones (1302/3 y, luego, 1311/12). Eckhart pudo impartir clases en dos períodos en la cátedra de Teología de París, en la que hubiera sido la cátedra de Tomás de Aquino, lo que demuestra que debía ser reconocido en esos momentos como alguien capaz de desplegar una digna función como representante académico dominico. A su vez, esta es otra hipótesis posible para explicar la extensión no tan amplia de su obra latina: no era desinterés, ni tampoco un estar únicamente abocado a la prédica mística, sino que su tiempo lo ocupaba, en gran medida, todo un conjunto de actividades administrativas y de representación de la orden dominica frente a las diversas autoridades de época (Sturlese, 2012).
De las obras presentadas en el Prólogo general, el Prólogo a la obra de las proposiáones es uno de los pocos textos que han perdurado4. Este trabajo busca continuar la línea de los estudios que abogan por la identificación de una estructura metafísica definida en los textos latinos de Meister Eckhart. Consideramos, precisamente, que hay una base teórica identifi- cable en el conjunto de su producción, y que la sistematización de ciertos elementos abre a la apreciación de la misma. Este texto, el Prólogo a la obra de las proposiciones, se presenta como uno del cual se pueden extraer las notas necesarias para elaborar un marco conceptual de la estructura del mundo creado.
Recientemente, a propósito de este Prólogo, A. Quero Sánchez publicó un artículo donde discute la hipótesis de que este texto no debería ser entendido como un prólogo, sino más bien como el Tratado sobre el ser, lo que es y la nada al cual el mismo Eckhart hace referencia en otras de sus obras, particularmente en Sermones y lecáones sobre el capítulo 24 del Eclesiástico (Quero Sánchez, 2016) 5. Esta posibilidad, interesante en sí misma, se condice con la propuesta de entender a este texto como la explicitación de la ordenación metafísica del mundo creado, del momento de Dios salido de sí mismo (ebullatio)6.
Las últimas dataciones tanto de este texto como de la I Cuestión parisiense señalan que fueron escritos en un mismo período de tiempo: la Cuestión entre 1302/3, y el Prólogo, terminado aproximadamente en el 1305, podría incluso haberse comenzado a escribir en los mismos años que la Cuestión. De esta manera, si entendemos a la Cuestión como el estudio de la naturaleza divina de Dios in quantum causa (principalmente eficiente, aunque también hay menciones a su carácter de causa ejemplar), al dar cuenta de su ser-intelligere que opera como fundamento para instituirse, precisamente, en causa de la Creación -en términos del Comentario al Éxodo, la I Cuestión dirime acerca de las notas intrínsecas de Dios-causa tal que en él se da la bullido, la reflexión interna en y sobre sí mismo-, entonces es razonable suponer que, luego de haber desplegado ciertas notas teóricas de la causa de la Creación en esta Cuestión, se haya adentrado en la escritura del Prólogo/Tratado, para atender, en este texto “de continuación”, al efecto de esa causa. Y por ello el Prólogo trata sobre el esse, sobre “la primera de las cosas creadas”7. De esta manera, este texto se aboca a desandar qué se significa cuando se habla del “esse”, cómo se mueve, cómo constituye a las creaturas, si es que las creaturas se pueden diferenciar de este, cómo se relacionan entre ellas: en síntesis, un análisis metafísico de la ordenación del mundo finito.
En lo que sigue, ordenamos la exposición en dos secciones: en primer término, se plantea la hipótesis de lectura donde se presenta la posi bilidad de entender al “ser” en tres momentos lógicamente distinguibles -el ser (esse) en sentido absoluto, el ente en abstracto (ente) como repre sentación de la individualidad indeterminada y el ente hoc como la creatura particular-. Luego, en segundo término, se rastrea esta hipótesis en los argumentos esgrimidos en el Prólogo, siguiendo la propia estructura eckhartiana que lo ordena a partir de cuatro proposiciones nucleares. Aquí es que buscaremos señalar cómo las proposiciones que el dominico formula respecto al esse refieren a la mostración de este como “representante conceptual” de la mediación y, así, como la estructura metafísica del mundo creado. Por traslación, la relación entre el esse mismo (todo lo que es, en cuanto que es) y el esse hoc expresa, a la vez, la dialéctica de identidad y diferencia metafísicas que es constitutiva de la relación entre Dios y las creaturas.
1. Notas preliminares
Consideramos que en las pequeñas notas preliminares que Eckhart coloca al comienzo de este texto puede rastrearse el desagregado lógico del “esse” que nos interesa aquí exponer. Según Quero Sánchez, estas notas serían las que, propia y únicamente, el dominico quiso colocar como prólogo a la Obra de lasproposiáones. Esto se condice certeramente con lo que aquí planteamos: en el prólogo expuso sucintamente los fundamentos teóricos que, luego, habría de desplegar en los distintos textos que trabajarían “mil proposiciones o más” (Meister Eckhart, 1936a: 148). El primer tratado de ese compendio, el Tratado sobre el ser, lo que es y la nada, se dirige directamente al despliegue minucioso de esos postulados.
En efecto, Eckhart comienza el apartado de las notas preliminares con la siguiente proposición: que “Esse est Deus”. El objeto de estudio al que se abocará es, así, el esse. Y, agrega, el esse es Dios. Si volvemos sobre la I Cuestión, en esta se sostiene que Dios, en tanto causa, no es su efecto. Así, este Dios no es Dios-causa, sino Dios-efecto de sí mismo. Este es quema, que recorre la obra de Eckhart y es uno de los distintivos más explícitos de su carácter neoplatónico, puede atenderse en el famoso pasaje del Comentario al Éxodo, donde señala que el proceso de la bullitio interna de Dios -Dios-causa- lleva al derrame de sí, por fuera de sí, a la ebullatio -Dios-efecto- (Meister Eckhart, 1992: 21-22).
“La primera de las cosas creadas es el ser”8. El plano de la ebullatio es el que aquí se despliega. Ahora bien, ¿cómo disponerse hacia este? En las proposiciones siguientes se deja claro que las creaturas -valga la tautología- son, porque son. El ser de las creaturas no es otro distinto a ese primer ser creado. Así, este ser que se presenta como lo primero creado no es una sustancialidad separada de las creaturas, en el cual luego, tal vez, podrían participar, sino que es el ser mismo de estas, su entidad propia. Específicamente, en la tercera proposición que analiza, Eckhart sostiene que la dación del ser es inmediata9. Este proceso de la ebullatio, así, no contempla la instauración del “esse” como instancia intermedia entre Dios-causa y las creaturas: las creaturas son ese esse mismo, de manera inmediata.
Y aquí es que comienza a abrirse la necesidad para la comprensión del “esse” como un concepto abstracto del mundo: como la representación intelectual de la mediación, del efecto en sí mismo. El mundo se encuentra compuesto por creaturas, lo asequible perceptiblemente es el conjunto de las cosas finitas que se mueven en este: los entia haec. Ahora bien, es posible desarrollar un análisis tal que permita apresar aquello que las reúne a todas, aquello que permite que se presentan como cosas en el mundo: el mismo acto de, precisamente, ser. Y la condición de posibilidad para ser-algo-ahí es, sencillamente, ser. Las cosas pueden ser algo- que-está-ahí con ciertas características debido al acto de ser. Así, si el ser es condición de posibilidad para las creaturas, entonces el esse se presenta como lógicamente anterior a las creaturas, aunque la constitución de estas sea inmediata. De esta manera, metafísicamente se puede sostener que el esse es la primera de las cosas creadas: es lo primero lógicamente, antes que cualquier particularidad o diferencia, pues es necesario ser (ens), para poder, luego, ser-algo (ens hoc).
A continuación, señalamos cómo es posible descubrir esta distinción en las notas preliminares.
1.1. Tres “momentos” lógicos del esse
Para comenzar la exposición de esta proposición (“Esse est deus”), Eckhart señala la importancia de dos notas preliminares. En primer lugar, que “así como ‘blanco significa la sola cualidad’, según dice el Filósofo [Aristóteles], del mismo modo ente significa el solo ser” [Quod sicut album solam qualitatem signat, ut aitphilosophus, sic ens solum esse signat] (Meister Eckhart, 1936b: 166)10. Y, en segundo lugar, un par de renglones más abajo: “debe juzgarse de una manera acerca del ente y de otra acerca del ente este o aquel; similarmente, de una manera acerca del ser en sentido absoluto y en cuanto tal, sin ninguna adición, y de otra acerca del ser de este o de aquel” [quod aliter senáendum est de ente et aliter de ente hoc et hoc. Similiter autemdicendum de esse absoluto et simpliciter nullo addito, et aliter de esse huius et huius] (Meister Eckhart, 1936b: 166-167).
En estas notas se encuentran los tres “momentos” lógicos del esse. La primera indica la distinción conceptual que puede abstraerse entre el esse y el ens en lo que respecta a la “efectividad” del ser. El esse, que la segunda nota preliminar llama “esse absolutum”, es la pura base existencial del mundo finito. Incluso, es la conceptualización del mundo como tal: la estructura fundante de todo lo que es (ens) 11. Cuando se lo analiza desde Dios-causa, el esse es la expresión de la mediación, esto es, del efecto, la aparición del plano finito. La distinción conceptual entre el “esse absolutum” y el “ens” señala a las referencias de uno y otro: mientras que el “esse” se dirige a la pura abstracción, el “ens” es ese mismo esse dado a las creaturas. En efecto, “ens solum esse signat” porque es el puro ser (esse), “nullo addito”. Y, con todo, al decir “ens” nos acercamos más a la idea de que el ser se despliega a sí mismo en las creaturas, esto es, en individualidades determinadas (“esto y aquello” [huius et huius]). La distinción conceptual descansa en el hecho de que, aunque ambos plenamente indeterminados, el “ens” contiene en su concepto la individuación, el “corte” del esse absolutum. Este apunta, como concepto, a mantenerse separado de las creaturas. Al contrario, el ens busca señalar el efectivo movimiento del esse en las creaturas. El esse como concepto se mueve más allá de cualquier efectividad, mientras que el ens la tiene en sí mismo. Esta opera clara y únicamente como una distinción lógica, y busca elevar el concepto del esse y aislarlo de cualquier entidad para clarificar el orden metafísico que Eckhart está presentando.
Ahora, la segunda nota introduce a las creaturas -a la individualidad, a la determinación particular-. Al interior del mundo creado, este “todo lo que es” puede entenderse como una colección de entia: la fórmula “todo lo que es, in quantum es”, aunque plenamente indeterminada, con tiene en sí la referencia a la diferencia. El “todo” -omnia- es la representación de un conjunto. Sin embargo, no hay ninguna indicación de alguna suerte de particularidad definida y, por lo tanto, la categoría de “eso (ente) que es (ens)” -así como la de “todo lo que es, in quantum es” (esse absolutum)- se mueve en la esfera de la indeterminación. “Eso que es”, sin embargo, ya refleja un indicio que muestra cómo va a constituirse este mismo en algo definido (ente hoc).
Y, de esta manera, dice “debe juzgarse de una manera acerca del ente y de otra acerca del ente este o aquel”. El “ser-individualizado” es el “ente” como “concepto-de-esto-que-es”. En efecto, el ente mismo es la manifestación de la base metafísica que lleva a la constitución de “algo” -“algo” como “ente-determinado”- pero que es, en sí mismo, completamente indeterminado: es la “imagen mental” de “esto que es”, es el concepto de un sustrato-todavía-no-determinado. Por su parte, el “ente hoc” es ya “eso que es esto determinado”. Allí descansa la diferencia conceptual entre uno y otro.
El mismo movimiento cognitivo sucede con la distinción entre el “esse absolutum” y el “esse hoC”: “[debe juzgarse] de una manera acerca del ser en sentido absoluto y en cuanto tal, sin ninguna adición, y de otra acerca del ser de este o de aquel”. Cuando reflexionamos acerca del “puro” ser, entonces allí tratamos de conceptualizar la “pura indeterminación absoluta”, el fundamento de todo lo que es, el concepto de la multiplicidad del mundo (que, como tal, es en sí mismo uno). Y debemos entender que ese esse absolutum es el que constituye a las creaturas determinadas. Y, así, es el mismo ser que el “ser de esto o aquello”. Sin embargo, precisamente porque este último está ya determinado, opera en un nivel de análisis diferente.
En rigor, el “ser de esto o aquello” es aquel que es aprehensible de manera más directa por el conocimiento humano. Cuando vemos una cosa x, la identificamos como “algo que está/es ahí en este mundo”. Sin embargo, un proceso de abstracción ulterior lleva al desagregado de esta cosa tal que podemos conceptualizarla como la “estructura vacía” que es el “ente”. El ente es “eso (ente) que es (ens)”. Y, finalmente, ese “ens” se “mueve” hacia el puro “esse absolutum”, que es el fundamento subyacente de la posibilidad de ser de las creaturas.
1.2. Análisis lógico-predicamental
Este mismo marco metafísico antes expuesto puede descubrirse en clave predicamental: si se busca dar una definición, plantear “esto es” no es suficiente en vistas de alcanzar lo que se quiere denotar. En rigor, por lo que expone Eckhart, el “esto” incluye ya en sí el “es”, puesto que la identificación de un “esto” señala, en efecto, que hay un sustrato existente.
El “esto” (ens) es Dios in quantum existencia (esse absolutum) dispuesto a definirse. El “esto” puede instituirse puesto que el “esse est Deus”, esto es, debido a la ebullición divina que resulta en la constitución del mundo. En términos del Comentario al Éxodo, al ebullir, Dios abre al reino de la multiplicidad y la aparición de los estos y aquellos. Ahora bien, en tanto es Dios mismo quien sale de sí mismo, entonces este mismo, in quantum esse, es, también, el fundamento de todo lo que es, puesto que es esto mismo12.
Con todo, sostener que la estructura del mundo es la existencia, esto es, Dios-efecto, no es útil en vistas de la practicidad de la identificación de particularidades definidas. Y allí es donde se presenta el ente hoc. Aun que todas las creaturas son Dios, sin embargo, son distintas unas de otras. Cada creatura se determina al participar en una causa segunda. Esto está ejemplificado por el mismo Eckhart en clave lógica en el des pliegue que él hace de la segunda nota preliminar antes mencionada:
Cuando digo que algo es, o predico “uno”, “verdadero”, “bueno” no solo los cuatro términos mencionados caen en la función de predicado en cuanto segundo adyacente sino que también son tomados formal y sustantivamente. En cambio, cuando digo que algo es esto -por ejemplo, piedra- y que es una piedra, verdadera piedra o esto bueno, los cuatro términos mencionados son tomados en cuanto terceros adyacentes de la proposición y no son predicados sino son cópula o adyacente del predicado 13.
Predicar “esto es” (cum dico aliquid esse), por sí solo, expresa una estructura constitutiva: el hecho mismo de estar en la existencia. Podría aquí señalarse que, en tanto se sostiene que “aliquid” es, se observa ya la estructura del “ente” como individuo ya diferenciado de otros en el mundo. Ahora bien, este nivel del “ente”, como se dijo, posee un grado de indeterminación demasiado amplio. Pues solo establece que, debido al hecho de ser en el mundo finito, en el reino de la multiplicidad, las crea- turas necesariamente son determinadas -esto, es decir, al ser esta creatura, no es todo el resto de las creaturas que podría ser. Así, no es suficiente en vistas de la identificación de un ente señalar que “un ente es”, más bien, lo se que requiere es señalar las propiedades que construyen esa determinación del ente y que lo separan de todo el resto de lo que podría ser. Por tanto, la definición se completa cuando se dice que “esto es una piedrd”. Al puro concepto abstracto de “substancia en potencia”, a la pura estructura existente, se le inscribe la determinación, y el puro esto se constituye en un algo determinado.
Aquí, entonces, se vuelven a observar los tres “momentos”: Dios se encuentra realmente en todas las creaturas, como se observa en el plano proposicional en el hecho de la predicación: el “aliquid esse” expresa la existencia, y esa existencia es Dios. Además, sostener que “algo es”, por sí solo, expresa la abstracción de una cosa, esto es, de una “entidad {ente) que es (ens)”. Pero para dar cuenta realmente de aquello que se despliega en el mundo, hay que agregarle la determinación: “aliquid est lapis”. En vistas del objetivo central que creemos posee este Prólogo, lo que vale rescatar principalmente es que, sencillamente, sin la existencia, el esto se desvanece. Así entonces, sin Dios, las creaturas son nada, como se explayará de forma explícita sobre esto más adelante14.
¿Qué busca, entonces, expresar el dominico? Que la condición necesaria para que una entidad entendida como particularidad se concretice es el existir en el mundo: la aparición del esse es anterior lógicamente a la constitución en un esto determinado (ente hoc et hoc). Aquí opera el juego entre la causa primera y las causas segundas: la primera es principio efectivo de todo lo que es, y su dación del ser es metafísicamente anterior a la acción de las causas segundas, que se instituyen como principios forma les, los que determinan a esas entidades que ya se inscribieron en el mundo debido a su ser dado15.
Recapitulando, hay, así, un movimiento abstractivo que comienza en el ente hoc, que lleva al ente y que se abre al esse absolutum. La atención que se dispone sobre uno u otro estadio responde, en gran medida, al objeto de estudio pretendido y al método utilizado: si el análisis es inductivo y parte de aquello dado en el mundo, entonces se comienza con la creatura. Esta se presenta como un ente hoc que se puede delimitar y abstraer conceptualmente hasta llegar a su calidad de puro ente vacío de toda determinación, como una suerte de plenitud dispuesta a particularizarse16, pero que no es el puro esse pleno, sino una suerte de sustrato ya vitalizado que debe instituirse en algo particular. Luego, si se opta por un análisis deductivo que comienza en el fundamento del mundo, entonces se busca apresar, precisamente, a ese puro esse absoluto que es fundamento de la existencia de ese ente, y que incluso es lógicamente anterior a la conceptualización de la individualización de cada creatura particular que refleja el “ente”. Este esse absoluto es la conceptualización del efecto de Dios- causa17.
Esto es, lógicamente -pero solo de esta manera- es posible concebir al primer efecto creado, el esse absolutum, como fundamento metafísico separado de sus creaturas. Lo que quiere señalar es, entonces, que el ente “ocurre” en el esse -los entes se mueven en la existencia-, y que este es “base estructural” del ente: la existencia (esse) es la condición de posibilidad para que un ente (ente) sea (ens) y, aun más, para que un ente determinado (ente hoc) sea.
1.3. El esse como límite conceptual
Por todo esto, creemos estar en condiciones de sostener lo que se deja entrever en la terminología de la exposición precedente: el esse absolutum es la conceptualización intelectual del orden metafísico de la Creación. Dios-efecto en tanto mundo, el mundo como esse absolutum, la estructura de lo que es, la mediación que hace su aparición en el movimiento de la Creación. Este es la condición de posibilidad para que las creaturas sean y, así, se presenta como lógicamente anterior a ellas, aunque la donación del ser sea inmediata. Lo que Eckhart desplegará a lo largo de este texto es la prioridad lógica de la donación de ser para la constitución del mundo creatural. El esse absolutum es, así, “la primera de las cosas creadas”, el concepto del mundo y, así, el concepto de la ordenación de la realidad toda, Dios-causa que crea a su efecto: al ser, al mundo finito.
Esta caracterización de los tres “momentos” del esse, como recién se señaló, responde a un análisis conceptual propio de la actividad abstrac tiva del entendimiento humano. Esto no solo se advierte si observamos la proposición antes mencionada -aquella que sostiene que la dación de ser es inmediata-, sino que Eckhart mismo lo expone explícitamente en el Comentario al Génesis, cuando señala que la creación es un movimiento eterno: la separación en “momentos” responde a la necesidad humana de operar a través de proposiciones sucesivas, pero no al carácter real de la Creación:
El “principio” en el que “Dios creó el cielo y la tierra” es el primer-simple- ahora de la Eternidad ... Las cosas que Dios hace al mismo tiempo no pueden ser expresadas por nosotros “de una sola vez”. Esto se debe a que, a diferencia de nosotros, el hablar de Dios es su hacer, y, también a diferencia de nosotros, su hablar es la causa de todo su obrar y de todas sus partes18.
En lo que sigue, señalaremos la aparición de esta conceptualización al interior del texto, que, según Quero Sánchez, sería un tratado en sí mismo, dispuesto a desplegar estas notas preliminares que presentan la distinción categorial eckhartiana.
2. Proposiciones eckhartianas
Al interior del texto mismo hay un ida y vuelta constante en el uso del término “Deus”. En lo que sigue, nos interesa la referencia a Dios- efecto, esto es, a Dios como esse, como “la primera de las cosas creadas”. Con todo, precisamente porque se discute sobre el esse creado, las menciones a Dios-creador son constantes. El uso del mismo término responde a la estructura de la realidad toda que antes mencionamos sucintamente. Dios “en toda su expresión”, Dios como “divinidad toda”, Dios “superabundante” es la realidad toda que se mueve al interior de sí. En ese movimiento se vislumbra la mediación de la causa y el efecto, la causa primera y el mundo finito. sin embargo, en tanto ambos son “momentos” de este Dios “en toda su expresión”, reciben ambos el nombre “Deus”. Como se ve, la identificación de la causa primera como “Dios” es el uso tradicional, y, así, lo interesante es el uso del vocablo para referir al mundo finito, como plexo de existencia. Este uso viene a reforzar la estructura de la realidad toda como una gran unidad que se mueve en sí, por un lado, y también señalar el proceso de ebullición de Dios-causa que lleva a la institución del esse, por otro. Explicitar que el esse es Dios es remarcar este tipo de proceso creacionista. Este juego de identidad y diferencia es constitutivo de la filosofía neoplatónica, que debe marcar las mediaciones ordenadoras de la realidad (Dios-causa y el mundo finito), al tiempo que debe reunirnos (el mundo finito es efecto ebullido de Dios, y ambos, causa y efecto, se mueven en una unidad superadora).
En lo que sigue, intentaremos aclarar en la mejor medida de las po sibilidades este juego terminológico constante, y señalar, en cada caso correspondiente, cuándo “Dios” refleja a la causa primera, y cuándo al “esse” como efecto de Dios-causa.
2.1. “Dios solo es en sentido propio lo que es (ens), lo uno, lo verdadero y lo bueno”
“Quod solus deus proprie est ens, patet Exodi 3: ego sum qui sum” (Meister Eckhart, 1936b: 168) 19. Luego realiza la identificación entre la unidad y Dios, al señalar que tanto Proclo como el Liber de causis plantean a Dios como lo uno y la unidad y, finalmente, cierra este párrafo reuniendo ambos conceptos al expresar que:
El término “uno” significa la negación de la negación. Por esta razón solo compete al ser primero y pleno, cual es Dios, de quien nada puede ser negado porque pre-contiene e incluye de manera simultánea a todo ser20.
Esta frase sostiene y llama a entender la identificación de Dios y el ser. ¿Cómo se da esta identificación? En que solo este es “primero y pleno esse”. Y de este nada puede ser negado, pues “precontiene e incluye” a todo lo que es. Así como en el marco metafísico general trabajado en la I Cuestión el esse se presenta como “primer efecto” y, así, como ne gación de Dios in quantum causa, aquí en este Prólogo se discute acerca del movimiento de este esse efectuado que es Dios superabundante21, pero ahora, en este plano de discusión, in quantum efecto. En este texto, el esse se presenta como plenitud. ¿Por qué? Porque ya no se está discutiendo la relación entre la causa (Dios causa eficiente) y el efecto (Dios efectuado por sí) que se da en la I Cuestión, sino el movimiento al interior de lo efectuado, el reino de la multiplicidad: y el esse absolutum se erige como primus y plenus, y, así, es este el que niega la negación por instituirse como unidad absoluta en este plano de discusión. ¿Cuáles son las exponentes, entonces, aquí, de la negación? Las creaturas, por su carácter determinado.
Y lo que aquí señala Eckhart es que el esse absolutum pre-contiene a todos los esse hoc. ¿Por qué? Precisamente porque la existencia de las crea- turas es su existencia. Todo lo que es determinado se encuentra en Él, pues Él es lo que es, en tanto que es, esto es, todo lo existente (cada ente), es (esse). Por ello Eckhart plantea como primer apartado que “Dios solo es en sentido propio lo que es (ens)”. Aquí podemos recordar lo que sostuvimos en el apartado anterior: que la única distinción entre el “esse” y el “ens” descansa en los niveles de abstracción en los que se mueven. Y, precisamente, plantear que “solo Dios (esse) es lo que es (ens)” muestra este movimiento desde la pura abstracción de la “existencia como tal” (Dios/esse) a la existencia efectivamente desplegada en el mundo, en “lo que es” (ens). Ambos refieren, como se dijo antes, a la pura indeterminación del ser. Así, decir que Dios es “lo que es (ens)” concuerda con nuestra interpretación que afirma que Dios-efecto es la pura estructura absoluta del mundo, tal que Él es todo lo que es. Luego, Él es condición de posibilidad para la existencia de las cosas. Y, con todo, como fue dicho, no es perceptible sino ya como ser de las creaturas individuales.
2.2. “A partir de Él todas las cosas son, son un uno, son verdaderas y son buenas”
Como se vio, en el primer punto de los cuatro que estructuran el texto, Eckhart atiende a la distinción entre el esse absolutum y el esse hoc et hoc. Esta le permite desplegar el orden metafísico que señala que el esse es la base subyacente de todo lo que es y, así, es eso que es. Esto lo resume sucintamente cuando dice “¿de qué modo algo existiría sino desde el ser o sería uno sino desde lo uno?”22.
Luego se enfoca, primariamente, en la constitución creatural como tal. Este pasaje argumental desde el análisis metafísico de Dios-erre, como fundamento subyacente in quantum “existencia de lo que existe”, hacia la constitución creatural in concreto, tiene como objeto discutir el fundamento “último” de la presencia en el mundo de las creaturas: más allá que lo característico en vistas de la identificación particular de cada ente este o aquel son sus determinaciones, con todo, la condición de posibilidad para que una creatura se particularice es que esta debe en primer término, sencillamente, ser.
Para exponer esto comienza volviendo a señalar la identidad entre los trascendentales que son unum, verum y bonum. Estos, dice el dominico, “son primeros en las cosas y comunes a todas”. Y esto se debe a que “son inherentes solo por la causa primera y universal de todas las cosas”. Dios-causa eficiente crea el mundo, esto es, al erre absolutum/en general. Como dijimos, la distinción terminológica entre “erre” y “ens” se puede asentar entre el grado de abstracción máxima que significa el “erre” en tanto pura existencia, por un lado, y el “en/’ como mostración ya de “eso que es” instanciado -aunque no particularizado-. Aquí Eckhart, en sintonía con la teoría de los trascendentales, señala que, entonces, el “en/’ se presenta siempre unido a lo uno, lo verdadero y lo bueno. Y que, así, al haber una identidad real entre este y los otros trascendentales, entrar a la existencia es ser necesariamente siendo uno, verdadero y bueno23.
A continuación, introduce las causas segundas. La exposición encie rra un doble propósito: en primer término, señalar la distinción concep tual entre la causa eficiente y la causa ejemplar/esencial y, en segundo término, que lógicamente la determinación requiere previamente para su institución que algo sea. Estas dos notas se resumen en esta frase: “Las causas segundas no quedan excluidas de las influencias de la causa primera”24.
Como señalamos antes, en este estadio de la argumentación le in teresa señalar a Eckhart que, en la constitución de la creatura, la existen cia es lógicamente anterior a la esencia: solo se puede determinar, esto es, limitar, algo que ya está puesto en la existencia. Y precisamente porque esta existencia es plena (erre abrolutum) es que las causas segundas pueden influir sobre un mundo ya existente dispuesto a determinarse.
Esta idea, el hecho de que la esencia no puede moverre sino a través de una entidad existente, se expresa de la siguiente manera en el texto:
La forma del fuego no da al fuego el ser, sino el ser esto, ni el ser uno, si el ser esto uno -por ejemplo, el ser fuego-25.
En términos que viene manejando en este Prólogo: las causas segun das otorgan el hoc, pero no el ens. Y, remarca el dominico, solo porque el ens se encuentra ya allí es que el hoc puede instituirse.
2.3. “A partir de Él -de manera inmediata- todas las cosas tienen el hecho de que son, de que son un uno, de que son verdaderas, de que son buenas”
En el punto siguiente agrega la noción de inmediatez. Esto no estaba completamente explicitado en lo anterior, pero es fácilmente detectable, y, a su vez, permite fundamentar uno de los postulados más conocidos de Eckhart -y que fue una de sus proposiciones que fue condenada-, a saber, que la creatura, por sí misma, no es nada.
Agrega ahora el dominico que esta dación de existencia es inmediata. Esto significa que:
Todo ente no solamente tiene todo el ser a partir de Dios ... además lo tiene de manera inmediata, sin ningún intermediario26.
Entre cada ente (que es [ens]) y el esse no hay alguna Otredad operante. Puesto que, si lo hubiera, entonces esta otredad estaría fuera, “como a un costado” del ser. La justificación eckhartiana para la refutación de esta posibilidad es tan sencilla como coherente, puesto que se limita a decir que: Esse autem est deus.
Si hubiera un algo intermedio, entonces necesariamente, por definición, ese algo sería. Sin embargo, “ser” significa “ser en el sed’. La única manera de ser es ser (ens) en el ser (esse): algo solo es en el ser. Entonces, solo lo que está en Dios puede ser. Por tanto, no puede haber un intermediario entre “lo que es” y el ser, porque nada puede ser fuera del ser27.
2.4. “Los términos ‘esto’ y ‘eso’ no agregan ni adicionan nada en absoluto de entidad, de unidad, de verdad o de bondad sobre lo que es (ens) ente”
Eckhart ya había señalado que todo lo que está fuera del ser (Dios) es nada: “todo lo que en una cosa cualquiera no es alcanzado ni penetrado y formado inmediatamente por el ser mismo, nada es” 28. Como se vio, la noción de inmediatez está íntimamente ligada con la de simulta neidad: cuando Dios-causa da el ser, lo da en toda su extensión. Una cosa no puede ser y no ser. O se está en la existencia, o no se está. Esta dicotomía metafísica entre el ser y la nada es la que está señalando aquí. Por ello habla de “carecer o alejarse”: quien carece o se aleja del ser, no es y nada es.
Este argumento le permite sostener que:
A causa de esto, del ente mismo (entitatis universaliter), Dios, nada puede ser negado sino la negación de la negación de todo ser ... Por esto es que lo uno, en cuanto negación de la negación, se relaciona con el ente inmediatísimamente29.
Dios, como efecto, como esse pleno, es el puro ser, el ser trascendente30. El esse in abstracto, o, como en esta misma cita lo nombra “entitatis universaliteE, que refuerza esta lectura del “esse” como concepto abstracto que refleja la base estructurante del mundo. Este, por su condición de absoluto, no acepta limitación ninguna, no contempla en su constitución la posibilidad de la división. Esto lo justifica amparándose en la noción de inmediatez: el ser se da siempre en toda su plenitud-una. Por tanto, Dios, en tanto esse absolutum, niega la división. ¿Dónde descansa este límite? En los términos esto y eso. Pero el esse absolutum es uno, por tanto, excluye de sí la determinación. Entonces, el esse absolutum niega la negación. Y por eso se da todo él mismo inmediatamente a cada ente constituido31. Esto explícitamente lo señala cuando dice que: “se relaciona lo uno con todo lo que es uno cualquiera sea el modo o la diferencia de lo uno”32. Las causas segundas instituirán a cada ente como “este ente” o “aquel ente”, y, luego, a su vez, cada uno será un ente individual. Sin embargo, todos comparten por igual el hecho mismo de, justamente, ser entes: de estar en la existencia. Ese es el esse absolutum.
Y por ello el “esto” o “aquello” no agrega nada. Señalar esto, dice Eckhart, permite establecer el esse absoluto de Dios-efecto. Expone esto de dos maneras: primero, con ejemplos -materia y forma; partes y su todo; hombre asumido por el Verbo-; luego, por medio de razones. Los ejemplos tienen el objeto de negar que, en este caso, la determinación pueda donar existencia. Para ello expone compuestos donde señala cuál es la finalidad de cada “polo” constitutivo y se encarga de exponer cómo se identifica en un compuesto la función de cada cual, y cómo una parecería ser un principio más fundamental para el compuesto que otra.
Con todo, es interesante que, a la vez, eleva la importancia de la determinación, pues en los ejemplos remarca que el hecho de no ser el principio del compuesto no quita que no cumpla un rol necesario. Así, en el caso de la determinación, esta puede no dar ser, pero esto no quita que su presencia en el compuesto sea necesaria. Sin embargo, aunque necesaria, no se ocupa de dar el ser, que es lo que le interesa remarcar aquí.
Materia y forma. Sostiene Eckhart aquí que “la materia no aporta ser alguno al compuesto, ni tiene por sí ningún ser por fuera del ser mismo que la forma da al compuesto”.33 En este paralelismo, la materia ocupa el lugar del “esto o aquello”. Y, expone el dominico, aunque no aporte ser, con todo, “no decimos que la materia es nada”, porque, en efecto, es constitutivo del compuesto que es la sustancia34. Así, aunque “no agregue ser”, con todo participa en la unidad que es la sustancia. De la misma manera, aunque la determinación no agregue ser a la entidad, con todo es constitutiva de la misma.
Partes y su todo. “Ninguna de cada una de las partes aporta ser alguno a su todo, sino que más bien ellas reciben todo su ser de su todo y en su todo”35. Esto hace recordar lo que expuso antes respecto a las causas segundas, que reciben el influjo divino que les permite concretizarse y desplegarse en la entidad existente. Así, estas son en virtud de provenir de la causa primera, y, en rigor, de “inscribirse” en algo que es animado por el ser de Dios. Y, con todo, estas son operativas en la constitución del compuesto que es la creatura.
Hombre asumido por el Verbo. Aquí expresa el momento de la encarnación divina. Y señala que en Cristo admitimos “un único ser personal hipostático del Verbo mismo” y, de todas maneras, se sostiene que Cristo fue un hombre entre los hombres36. El hecho de que Cristo fue un hombre individual no hizo disminuir en absoluto su carácter divino. Y, agrega Eckhart, incluso más, fue constitutivo de esa divinidad encarnada. Entonces, este ejemplo refleja el núcleo de lo que quiso señalar: que así como el ser-ente de Cristo -la limitación propia de la creatura- no agregó ni sumó nada a la esencia divina, a la vez fue un elemento necesario de ese mismo Verbo que buscaba encarnarse. De la misma manera, la determinación -el hoc- “no adiciona ser” pero tampoco debe entenderse como una limitación “contra-producente” sino, más bien, necesaria para la constitución de los compuestos que son las creaturas, propias del movimiento divino37.
Luego lo expresa por razones. El primer argumento refuerza que solo la causa primera (Dios in quantum causa) dona ser: solo la causa primera dona el ser, esto es, constituye a través de su operación al esse absolutum. Por tanto, “ningún esto o aquello da el ser”, pues solo Dios lo hace38.
El segundo argumento se relaciona directamente con el anterior. Ahora ya no se trata de que el “esto o aquello” no es causa primera y, entonces, no puede donar el ser, sino que sostiene que, en el caso que pudiera hacerlo, entonces Dios-causa no sería pleno por sí, como dice el Liber de causis, puesto que habría otro que da el ser 39. Esto se liga, además, con lo que ya señaló en el punto anterior respecto a la inmediatez de la dación divina y la imposibilidad de que haya algún otro intermediario. Puesto que, si el “esto o aquello” pudiera donar el ser, entonces estaría por fuera de Dios. Sin embargo, eso implicaría que esté por fuera del ser y, así, sería nada. Pero la determinación es (en efecto, la exposición eckhartiana señala constantemente la fórmula “ens hoc et hoc”), y, así, no es nada. Por tanto, es imposible que esté por fuera del ser.
El tercer argumento40 sigue, en la misma línea, negando que la creatura pueda tener por sí misma esse. La comparación presentada puede en un primer lugar confundir, por cuanto parecería estar presentando una analogía basada en la relación sustancia/accidente. Sin embargo, los términos operan como analogía para lo que sería el polo del “esse” (la blancura), por un lado, y el polo de la “creatura” (el escudo), por otro.
Un escudo blanco, en cuanto blanco, recibe todo su ser blanco a través de la blancura y, por sí mismo, ni tiene un algo de blancura en absoluto ni tampoco refluye nada -en cuanto escudo- hacia la blancura misma41.
Así, si realizamos un proceso de abstracción intelectual podemos lle gar a conceptualizar a tal creatura x como “esto-determinado”, en este caso, un escudo y, con todo, el concepto-escudo por sí mismo -y, así, análogamente, el de la determinación creatural- no contiene la necesidad de la existencia: “ni tiene un algo de blancura en absoluto ni tampoco refluye nada -en cuanto escudo- hacia la blancura misma”. La creatura, en tanto creatura, esto es, en tanto determinación, no posee existencia (esse). Esta le es dada por el ser, en la analogía propuesta, por la blancura. Así, una creatura que es, en tanto que es, recibe todo su ser a través del ser.
Parecería aquí estar presente la doctrina asumida por la escolástica de la escisión entre esencia y existencia42: si asociamos de forma más directa a la creatura con la essentia, en el sentido que esta le permite identificarse como siendo-algo, entonces podemos sostener que ninguna determinación esencial contiene la necesidad de la existencia. Así, la creatura no podría darse a sí misma el ser, pues no se encuentra en su concepto. De esta manera, Dios-causa dona el esse. Y, precisamente, este “esse” (que est Deus) es condición de posibilidad para que las creaturas sean.
Este punto, el hecho de que Eckhart quiere señalar que las causas segundas solo inciden en la determinación creatural, pero no en la existencia de la creatura, se ve de forma clara cuando vuelve a pronunciar lo que dijo al comienzo del Prólogo: “todo compuesto, por ejemplo, una piedra, tiene el ser-piedra a partir de la forma de la piedra, pero el ser en sentido absoluto a partir de Dios solo en cuanto causa primera”43.
En relación a esto es que clarifica el movimiento que se da entre las causas. Pues señala que se dice que varias causas actúan sobre una misma sustancia y, con todo, nadie imagina distintos seres sobre los que aplican las distintas causas, sino que se comprende que refieren a aspectos distintos de un mismo ser: “un mismo ser, íntegramente, a partir del solo fin solo que finalmente, a partir de la forma, formalmente, y a partir de la materia, pasiva o receptivamente”44.
El propio Eckhart sostiene que este mismo mecanismo debe entenderse que ocurre en relación a la causa primera y las causas segundas, solo que “es necesario pensarlo en muchísima mayor medida acerca de toda causa respecto de la primera y suprema causa de todas las cosas, que es Dios”:45 así como diversas operaciones se dan sobre un mismo efecto; de la misma manera, la misma causa, Dios en su primer aspecto, puede operar de distintos modos, eficiente (causa primera) o formal (causa se gunda).
Concluye, entonces, diciendo que:
Aunque las formas den el ser esto o aquello, ningún ente este o aquel da el ser -en cuanto esto o aquello, no en cuanto es-46.
Clarificar que las causas segundas no pueden donar el ser vuelve a señalar un punto central del Prólogo: que solo Dios, in quantum causa eficiente, puede donar el ser (esse) a las creaturas. Esto es, puede hacer que pasen del no-ser al ser. Esto también puede leerse en las cuatro proposiciones antes mencionadas. En esta sección analizamos el sentido de estas proposiciones desde la perspectiva del esse, esto es, del efecto y, así, observamos que el esse - ens es la estructura del mundo finito (primera proposición), que el esse absoluto es el fundamento de las creaturas porque es la existencia misma (segunda proposición); que el esse es el efecto inmediato de la causa primera y que no hay ningún intermediario y, así, todo es (en) el esse (tercera proposición); y, finalmente, que la determinación se inscribe en entidades que ya existen, lo que muestra que la existencia es lógicamente anterior a la esencia en los entes creados (cuarta proposición).
Sin embargo, como cierre, también podemos atender a lo que estas proposiciones pueden expresar si las analizamos desde la perspectiva de la causa primera. Y, así, vemos que solo la causa primera puede donar el ser, puesto que ebulle, sale de sí y se constituye en efecto de sí misma (primera proposición), al ser causa primera, a partir de Dios todo es (segunda proposición), es causa primera inmediata puesto que no acepta intermediarios, lo que se refleja prístinamente en el movimiento de ebullición tal que Dios causa es Dios efecto (tercera proposición) y las causas segundas no adicionan ser, sino que, por el contrario, lo limitan al construir entidades compuestas (cuarta proposición). Así entonces, se hace presente la conocida sentencia eckhartiana: “Por fuera del ser y sin el ser todas las cosas son nada, también las cosas hechas” (Meister Eckhart, 1936b: 178).
Una reformulación de esto se encuentra también en su Comentario al Éxodo, cuando señala que: “todo ser creado concebido apartado, como distinto en sí mismo de Dios no es un ser, sino que es nada. Lo que es separado y distinto de Dios, es distinto y separado de la existencia”47. Pues Dios-causa crea al esse, que es Dios-efecto, base existencial de todo lo que es.
Conclusión
Este artículo buscó estructurar la propuesta metafísica eckhartiana del mundo creado a través de la exposición de tres niveles lógicos del esse y observar su aplicación efectiva al interior del Prólogo a la obra de las proposiciones, al considerarla una obra que presenta una esquematización bastante clara del orden del mundo en el pensamiento eckhartiano y, por ello, se mencionó la hipótesis de Quero Sánchez señalando a este Prólogo como, en rigor, el Tratado acerca de ser, lo que es y la nada.
Como corolario, la exposición del esse como base fundante de todo ens hoc expresa no solo la metafísica eckhartiana, sino que abre a la consideración de las relaciones que se instituyen entre las propias creaturas y, por excelencia, entre los seres humanos. Plantear que toda creatura existe en virtud de Dios, más aún, que ese “la creatura es” encierra a Dios, que el solo término “creatura” se sostiene en Dios expone profundos lazos al interior del mundo creado debido a que expresa que la estructura íntegra del mundo es, en sentido fuerte, Dios. Y es aún más relevante que, entonces, cuando un esto se determina lo que ocurre es que se separa de esa totalidad unitaria que en el fondo cada creatura es, justamente, porque es. Si Dios es una unidad absoluta -que lo contiene todo-, cuando una crea- tura se determina traza una distancia con esa absolutez. Ahora bien, en tanto el fundamento de cada creatura es esa perfección, entonces, al determinarse, cada creatura no es todo lo otro que podría ser. Esto expresa, como se dijo, a la vez la multiplicidad entre las creaturas y con respecto a Dios mismo: Dios es todo en una absoluta simplicidad, y, así, no se encuentra privado de nada. Sí sucede esto con las creaturas, que se encuentran privadas de todo aquello que no son. Con esta premisa es que se mueve toda la obra alemana del dominico, llamando a abandonarse a uno mismo, a la determinación, para hacerse uno con la divinidad.
Sin embargo, esta lectura no solo puede operar, digamos, de forma “vertical/inmanente”, buscando a Dios en uno mismo, en esa clave agustiniana distinguible en Eckhart, sino que también puede volcarse como clave de análisis de la vida en comunidad: cada creatura y, en particular, los seres humanos somos todos algos determinados y, como tales, separados unos de otros; sin embargo, esa separación se fundamenta precisamente en que no somos todos esos otros existentes (y posiblemente existentes). Esto es, se conforma una relación que no solo nos coloca como efectos de una misma causa, sino que, puesto que esa causa nos constituye realy sustantivamente, nuestra especificidad descansa en no ser ningún otro ser humano que podría ser y que, en cierto sentido, reposa en cada uno.
De esta manera, el esquema metafísico eckhartiano no solo es una estructura especulativa interesante, sino que se abre a la consideración de propuestas de índole ética, que eleven el carácter de comunidad amparada en que necesitamos, ontológicamente, a los otros para ser.
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Notas