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Propuesta de construcción de dos indicadores compuestos de estratificación social. Análisis comparado entre España y Argentina1
Proposal for the construction of two composite indicators of social stratification. Comparative analysis between Spain and Argentina
EMPIRIA. Revista de Metodología de las Ciencias Sociales, vol. 55, Esp., pp. 97-129, 2022
Universidad Nacional de Educación a Distancia

Artículos



Recepción: 02 Julio 2020

Aprobación: 22 Marzo 2022

DOI: https://doi.org/10.5944/empiria.55.2022.34183

Resumen: Este artículo formula una propuesta de construcción de dos indicadores compuestos de desigualdad social destinados al análisis comparado de la estratificación social entre España y Argentina como resultado de diversos avances de investigación comparada realizados en diferentes proyectos a lo largo de los últimos años. Se adopta una perspectiva teórica multidimensional sobre la estratificación social y se operativiza un modelo de análisis para el estudio comparado entre ambos países que incorpora la dimensión de género, que reduce el sesgo de cobertura al seleccionar a toda la sociedad y que toma en cuenta como unidad de análisis el hogar, evitando así el desmembramiento poblacional. Planteamos como hipótesis que ambos países conservan patrones generales similares en términos de estratificación social que estructuran las desigualdades sociales de los hogares. Pero si bien los patrones de estructuración son comunes los niveles de desigualdad que comportan se acentúan en el caso de Argentina. Entendemos además que esos niveles se reproducen tanto al considerar el conjunto de la sociedad como al tratar tan solo los hogares con población ocupada. Para dar cuenta de la hipótesis el artículo presenta dos estrategias que buscan obtener dos medidas de estratificación social como indicadores compuestos. Por un lado, siguiendo la metodología de construcción tipológica que denominamos como estructural y articulada donde buscamos obtener una medida cualitativa a través de una tipología de estratificación social (TES). Por otro lado, y en el contexto de esta metodología, proponemos generar un indicador compuesto alternativo que mida con una variable cuantitativa las desigualdades a través de un índice de estratificación social (IES). En ambos casos el objetivo último consiste en utilizar estas medidas en el estudio comparativo de la estratificación social a través del tiempo y el espacio. En el artículo se comparan España y Argentina con datos seccionales referidos al año 2018 donde se corrobora parcialmente la hipótesis planteada.

Palabras clave: Estratificación Social, Desigualdad Social, Indicador compuesto, Tipología, Índice.

Abstract: This paper formulates a proposal for the construction of two composite indicators of social inequality intended for the comparative analysis of the social stratification between Spain and Argentina as a result of various comparative research advances carried out in different projects over the last few years. A multidimensional theoretical perspective on social stratification is adopted and an analysis model for comparative study between the two countries is implemented, which incorporates the gender dimension, which reduces coverage bias selecting the entire society and which takes into account household as an analysis unit, thus avoiding population dismemberment. We hypothesize that both countries maintain similar general patterns in terms of social stratification that structure the social inequalities of households. Although structuring patterns are common, the levels of inequality they entail are accentuated in the case of Argentina. We also understand that these levels are reproduced both when whole of society is taken into account and when only households with an employed population are considered. To account for the hypothesis, the article presents two strategies that seek to obtain two measures of social stratification as composite indicators. On the one hand, following the typological construction methodology that we call structural and articulated, where we seek to obtain a qualitative measure through a Typology of Social Stratification (TSS). On the other hand, and in the context of this methodology, we propose to generate an alternative composite indicator that measures inequalities with a quantitative variable through a Social Stratification Index (SSI). In both cases, the ultimate objective is to use these measures in the comparative study of social stratification over time and through space. In this paper, Spain and Argentina are compared with 2018 sectional data and the hypothesis is partially corroborated.

Keywords: Social Stratification, Social Inequality, Composite Indicator, Typology, Index.

1. INTRODUCCIÓN

Este artículo formula una propuesta innovadora de construcción de dos indicadores compuestos de desigualdad social destinados al análisis comparado entre España y Argentina. El objetivo es operativizar la medición estructural de la desigualdad social desde una aproximación teórico-metodológica de carácter multidimensional que dé cuenta de los procesos de estratificación social a partir de una conceptualización de bienes primarios y los exprese en una medida sintética. La medición de la desigualdad social ha dado lugar en la literatura a numerosas contribuciones. García Docampo (2000) sistematiza la literatura interdisciplinar sobre su conceptualización y medición destacando diez factores que dan cuenta de su complejidad. Subrayamos en particular la multiplicidad de temáticas y ámbitos sociales donde identificar la desigualdad, y, por tanto, su carácter multidimensional (económico, ocupacional o de clase, educativo, cultural, etc.) y las numerosas y diversas contribuciones metodológicas y sustantivas existentes. En este trabajo definimos la desigualdad como expresión de un sistema de estratificación social.

Desde el punto de vista teórico usamos el concepto “estratificación social” en forma amplia, para referirnos a la desigualdad socialmente estructurada (Crompton, 1994: 254). De esta manera, todas las nociones que aludan a la estructuración de las diferencias sociales como las de “clase social”, “diferencias de estatus” o de “estilos de vida”, “categorías ocupacionales”, “diferencias de nivel socioeconómico”, etc., se encontrarán amparadas bajo el concepto estratificación social, aunque cada una tenga una raíz, un contexto histórico y un enfoque teórico diferente.

Entendemos, por tanto, que las desigualdades sociales son la expresión de ciertas diferencias sociales observables en términos de posiciones jerárquicas de acuerdo con los valores establecidos en una sociedad. Implican distribuciones desiguales de acceso a recursos (económicos, educativos y culturales, relacionales, de salud, etc.), oportunidades, prestigio o poder, a través de mecanismos que dependen de ciertos rasgos sociales (clase, género, raza, etnia, edad, etc.), estableciendo las bases de los sistemas de estratificación social institucionalizados (López-Roldán y Fachelli, 2021). En este sentido, Lenski (1966) afirma que la esencia de la estratificación es el estudio de la distribución en la sociedad de bienes, servicios, posición y poder; y Kerbo (2012) ve la desigualdad como la condición por la cual las personas tienen acceso desigual a los recursos, servicios y posiciones que la sociedad valora.

Desde el punto de vista metodológico buscamos operativizar una medición de la desigualdad como expresión de la estratificación social a partir de trabajos anteriores. La propuesta que aquí realizamos es el resultado de diversos avances de investigación realizados en diferentes proyectos a lo largo de los últimos años que de forma breve repasamos a continuación para contextualizar y fundamentar parte del trabajo aquí presentado.

En el contexto de una investigación sobre los cambios en el modelo social y económico de Argentina en el período 1997-2006 (Fachelli, 2011; Fachelli 2013a) se observó que la estructura social, medida por una variable que tipifica la estratificación social, permanece básicamente sin cambios durante los años analizados a pesar de la profunda crisis que ocurrió a fines de 2001 y a lo largo de 2002. Dentro de este marco general, se construyó una tipología de estratos sociales siguiendo la metodología de construcción estructural y articulada propuesta por López-Roldán (1996) con la que se analizó la distancia entre estratos sociales con una medida objetiva teniendo en cuenta las posiciones relativas de los hogares con respecto a la posesión de bienes primarios. Los resultados mostraron que las distancias entre los estratos expresan los cambios en el tiempo y que aumentan durante la crisis. Estas distancias, medidas en términos de inercia en un espacio multidimensional y a partir de las tipologías obtenidas en cada año, nos permiten tener una medida de las desigualdades y de la dinámica del cambio social.

Con un objetivo de análisis comparativo de las desigualdades sociales entre países con distintas características en términos de grado de desarrollo, en un trabajo posterior (Fachelli et al., 2012), aplicamos el mismo modelo de análisis para estudiar la estratificación social en Argentina, Chile, México y Guatemala. En este análisis se comprueba la existencia de una dimensión principal común determinante y estructuradora de la desigualdad social que contrapone a los sectores más pudientes de la sociedad con los más empobrecidos en términos de varios bienes considerados básicos para llevar adelante la vida en familia, como trabajo, ingresos, acceso a educación y buenas condiciones de habitabilidad de la vivienda. Por otro lado, se evidenció que, dentro de este patrón general, el grado de heterogeneidad de las desigualdades oscila entre países, poniendo de manifiesto las especificidades del nivel desarrollo. Por ejemplo, en el trabajo mencionado hay que destacar que al estratificar y analizar el peso de cada estrato se pudo observar diferencias en los estratos más bajos, aunque el caso de Chile tiene rasgos similares a Argentina se diferencia por poseer el primero mayor porcentaje de población rural en el estrato más bajo. Otra característica de diferenciación es que México tiene un sector medio más reducido que el de Chile y con un numeroso sector pobre, pero, sin lugar a dudas, Guatemala es la que tiene las carencias más grandes, con un sector rural empobrecido que casi incluye a la mitad de los hogares.

Las dos contribuciones mencionadas, orientaron el trabajo de conceptualización de las desigualdades realizadas en este trabajo. Por un lado, tomando en cuenta la necesidad de abordar la desigualdad social más allá de la dimensión económica, típicamente abordada con el índice Gini de ingresos y ampliamente utilizada en las ciencias sociales, así como por los organismos internacionales, estableciendo un modelo de análisis multidimensional para dar cuenta de las diferencias entre las personas en función del lugar que ocupan en el espacio social (Bourdieu, 1987; Rouanet, Ackennann y Le Roux, 2001; Blasius et al., 2019). En segundo lugar, utilizando la unidad de análisis del hogar para obtener una medida que no sea meramente individual, y así evitar el desmembramiento del hogar, característica usual de los esquemas más clásicos, al clasificar a los miembros de un mismo hogar en diferentes clases sociales (Fachelli, 2011) y al tener en cuenta la dimensión social común que representa el hogar en la socialización y reproducción de sus miembros. En tercer lugar, al adoptar una perspectiva que posibilita obtener una medida sobre la sociedad en su conjunto al tener en cuenta tanto la población ocupada como la desempleada y la inactiva.

Más recientemente, en el contexto del proyecto INCASI2 (López-Roldán y Fachelli, 2021) hemos tenido ocasión de comparar las dinámicas de desigualdad social entre Europa y América Latina. Entre los resultados de investigación del proyecto se muestran dos tipos de hallazgos. Por un lado, la especificidad de los casos estudiados con factores particulares que explican la configuración de las desigualdades sociales en cada espacio social ya sea por razones históricas, configuración institucional, los diferentes niveles de desarrollo y estructura productiva, etc. Por otro lado, la existencia de patrones generales que explican conjuntamente la dinámica de las desigualdades sociales en ambos continentes, identificando así mecanismos sociales comunes que generan y reproducen las desigualdades sociales.

En los trabajos mencionados hemos realizado los análisis destinados a medir las desigualdades sociales a través de una metodología de construcción tipológica que nos proporciona una variable sintética, de carácter cualitativo, que ordena las posiciones de los individuos o los grupos en el espacio social factorial generado a partir de un espacio de atributos establecido inicialmente (Barton, 1955) tipificando así la realidad social. Esta medición se basa en un diseño de análisis con datos de encuesta o censales que combina dos técnicas de análisis multivariables: el análisis factorial y el análisis de conglomerados o de clasificación siguiendo la tradición de la escuela francesa del Analyse de Données (Benzécri, 1973; Lebart, 2004, entre otros). La variable resultante “explica estructuralmente” los fenómenos (López-Roldán, 1996; Lozares y López-Roldán, 2012), en particular, los fenómenos de desigualdad social, analizando el mercado de trabajo (López-Roldán y Fachelli, 2019) o la estratificación social (Fachelli, 2011; Fachelli et al. 2012).

Siguiendo estos análisis previos, este artículo representa un avance dado que construye dos estrategias que buscan obtener dos medidas de estratificación social como indicadores compuestos. Por un lado, siguiendo la metodología de construcción tipológica que denominamos como estructural y articulada, buscamos obtener una medida cualitativa a través de una tipología de estratificación social. Por otro lado, y en el contexto de esta metodología, proponemos generar un indicador compuesto alternativo que mida a través de una variable cuantitativa las desigualdades en función de los resultados del análisis factorial y con la que calcular, en particular, un índice de Gini de estratificación social. En ambos casos el objetivo último consiste en utilizar estas medidas en el estudio comparativo de la estratificación social a través del tiempo y el espacio.

En este artículo nos planteamos la obtención de estas dos medidas sintéticas de desigualdad analizando la estratificación social en un estudio comparado entre España y Argentina con datos seccionales referidos al año 2018. Tras presentar el modelo de análisis con el que conceptualizar teóricamente y operativizar empíricamente el análisis de estratificación, el artículo presenta los resultados de las dos estrategias de análisis y finaliza con las principales conclusiones y una discusión de algunas cuestiones para el trabajo futuro.

2. MODELO DE ANÁLISIS

2.1. Perspectiva teórica y conceptualización de la estratificación social

Ante una revisión exhaustiva llevada a cabo por Bergman y Joye (2005) sobre las investigaciones referidas a estratificación social y haciéndose eco de las críticas de un conjunto de autores, como Burawoy (1998), Crompton (1998), Laclau y Mouffe (1985), Lee y Turner (1996), Pakulski y Waters (1996), Rose y Marshall (1998), Stewart, Prandy y Blackburn (1973), concluyen que las futuras investigaciones tendrían que revisitar la conceptualización y la forma en que se mide la estratificación social, habida cuenta de los cambios nacionales, internacionales, socio-estructurales y políticos que se estaban produciendo a nivel mundial, cuestiones que podrían llevar a la necesidad de reformular esquemas bien establecidos.

Compartiendo esa visión general, nuestra perspectiva se basó en construir una aproximación multidimensional para abordar la estratificación social, que, además: 1) introdujera la dimensión de género en la clasificación (incluyendo la ocupación realizada por las mujeres), desplazando así al breadwiner (varón) como único parámetro de estratificación, 2) redujera el sesgo de cobertura de la población incluyendo a los que no participan en el mercado de trabajo, ya sea hogares donde todos sus miembros están desocupados/as o inactivos/as; y 3) tomara en cuenta al hogar como unidad de análisis, con el fin de corregir el proceso que denominamos “desmembramiento poblacional del hogar” (Fachelli, 2011).

A partir de una exégesis de autores clásicos realizada previamente (Fachelli, 2013a) sobre los conceptos de clase y estratificación social a lo largo de toda la disciplina, fueron seleccionados cuatro ejes o dimensiones que estructuran el devenir de dichos desarrollos, y que tuvieron la potencialidad analítica de contribuir al desarrollo del análisis empírico y de organizar el amplio campo de información sobre el tema. Estos ejes son los centrados en la propiedad, en la autoridad, en la función social y en los derechos sociales. Revisión que contribuyó a conformar la perspectiva de análisis para estudiar desde diferentes ámbitos las formas de desigualdad que operan en nuestra sociedad.

La perspectiva utilizada para definir los estratos sociales recurre al “espacio social bourdiano” (Bourdieu, 1988, 1989) dado que este concepto proporciona un enfoque multidimensional para la investigación en estratificación social, combinando capital económico y cultural, que, como afirman Waitkus y Groh-Samberg (2019), hasta ahora ha sido descuidado en gran medida.

Bourdieu (1987: 6) afirma que las clases “pueden caracterizarse de cierta manera como conjuntos de agentes que, en virtud de que ocupan posiciones similares en el espacio social (es decir, en la distribución de poderes), están sujetos a condiciones similares de factores de existencia y condicionamiento y, como resultado, están dotados de disposiciones similares que los impulsan a desarrollar prácticas similares. En este sentido, tales clases cumplen con todos los requisitos de una taxonomía científica, a la vez predictiva y descriptiva, lo que nos permite obtener la mayor cantidad de información al menor costo: las categorías obtenidas localizan conjuntos caracterizados por la similitud de sus condiciones ocupacionales dentro de un espacio tridimensional tienen una capacidad predictiva muy alta para un costo cognitivo relativamente pequeño (es decir, se necesita relativamente poca información para determinar la posición en ese espacio: se necesitan tres coordenadas, volumen global de capital, composición del capital y trayectoria social). Este uso de la noción de clase es inseparable de la ambición de describir y clasificar a los agentes y sus condiciones de existencia de tal manera que la división del espacio social en clases podría explicar las variaciones en las prácticas”.

También la perspectiva adoptada se apoya en la adopción del principio “de igualdad equitativa de las oportunidades” de Rawls (1979, 2002) para seleccionar en concreto los bienes primarios: aquellos que cualquier persona racional quiere para desarrollar su vida3. Nos referimos a la oportunidad efectiva de tener o no tener estos bienes y su quantum (en el caso de los ingresos) o de su jerarquía (cuando no son elementos cuantitativos) como es el caso de los puestos de trabajo.

La selección de bienes primarios no siempre podrá ser exhaustiva porque se adapta a la disponibilidad de datos para realizar el análisis, y más todavía si se plantea un estudio comparativo entre diversos países con fuentes de datos diferentes. Las variables que representarán el acceso efectivo a estos bienes primarios que poseen los hogares serán acotadas a: empleo, educación, vivienda e ingresos. El esquema del modelo que utilizamos consiste en estudiar la estratificación social a través de cuatro ejes o dimensiones (Gráfico 1):

1. Oportunidades para acceder al mercado laboral, que son aproximadas empíricamente a través de los indicadores de empleo, desempleo e inactividad (OIT, 1982) y lo hacemos adaptando el esquema de Portes y Hoffman (2003) a la fuerza laboral de los dos países analizados.4 La innovación está en el uso de un criterio de dominancia para caracterizar al hogar en el que se considera el nivel ocupacional más alto de las personas trabajadoras del hogar (Erikson, 1984; Salido, 2001: 65; Korupp et al., 2002; Fachelli y López-Roldán, 2015), proporcionando la ventaja de obtener una clasificación jerárquica.

2. Oportunidades de acceso a la educación, que se exploran a través del número promedio de años de escolaridad del hogar tomando a los miembros mayores de 18 años.

3. Oportunidades de acceso a la vivienda, que se basan en tres indicadores, hacinamiento (más de dos personas por habitación excluyendo cocina y baño), posesión y uso de un baño y tenencia de vivienda5.

4. Oportunidades de acceso a los ingresos del hogar, que se analiza sobre la base del decil del ingreso per cápita familiar.


Gráfico 1
Operacionalización del concepto de estratificación social
Fuente: elaboración propia.

Buscamos así medir objetivamente las posiciones de los hogares facilitando el análisis intratemporal e intertemporal, intraespacial o interespacial (en particular, entre países, pero podrían ser diferencias de cualquier división geográfica) con respecto a los bienes primarios. Este análisis permite no solo la comparación del estado de los hogares antes y después de una crisis, por ejemplo, sino también que puede extenderse al análisis de las políticas sociales necesarias para enfrentar cuestiones de exclusión social u otros aspectos vinculados con las desigualdades sociales (Fachelli, 2013b).

El análisis de esta temática desde el punto de vista comparativo entre países está abierta a la posibilidad de proponer o construir formulaciones teóricas transversales a realidades sociales distintas y que trasciendan los límites de una sociedad (Holt y Turner, 1970), es decir, a la posibilidad de establecer generalizaciones teóricas. La metodología comparativa está diseñada a partir del reconocimiento de la dualidad existente, en unidades macrosociales, entre sistemas similares y sistemas diferentes (Caïs, 1997) con el objetivo de explicar las convergencias y divergencias de los procesos sociales en el tiempo y el espacio. Respecto a los casos elegidos para el estudio comparado, cabe señalar que las trayectorias económicas de España y Argentina han sido bastante diferentes. España era, hasta el último tercio del siglo XX, un país de emigración, generalmente pobre, con una agricultura atrasada y algunos polos desarrollados industrialmente (Cataluña, País Vasco). En esta etapa, Argentina era un país que atraía a migrantes, mucho más rico, basados en una agricultura moderna y competitiva, junto con un proceso moderado, pero dinámico de industrialización en sus centros urbanos. A finales del siglo XX, España inicia un camino de desarrollo, una notable modernización de toda su estructura productiva, mientras que Argentina, aunque bajo un proceso de modernización incipiente, no logró modernizar su estructura productiva en ese sector secundario donde apenas es competitivo. Algo en común es que ni España ni Argentina podrían considerarse un país “altamente desarrollado”, aunque sí podrían ser denominados “países de industrialización tardía”. España se acercó un poco más a esta etiqueta dada su integración con la Unión Europea, pero aún no ha alcanzado los niveles de productividad de los centros económicos europeos. En qué medida el ritmo de industrialización podría ser una variable relevante para las comparaciones de ambos países es una tarea que debe abordarse, dadas sus similitudes en este sentido (Carreras y Tafunell, 2010; Tortella y Núñez, 2011; Míguez, 2005; Gerchunoff y Llach, 2010). Sin embargo, debemos recordar que el Banco Mundial considera a España un país de altos ingresos (con un desempleo crónicamente alto) y a Argentina un país de ingresos medios (con tasas de inflación crónicamente altas).

Respecto a la cuestión comparativa, uno de los rasgos generales más destacables de ambos países es la identificación como países de industrialización tardía. Ishida y Miwa (2011) los definen como aquellos que han tenido un desarrollo industrial tardío, pero rápido y que hacia 1975 habían experimentado una reducción significativa en el sector rural y de la producción agrícola a favor de un sector industrial y, más notablemente, el crecimiento del sector de servicios. Según su terminología podríamos hacer una diferenciación dentro de los países tardíamente desarrollados, asignando a España una posición levemente superior (early-late industrialized country) que la de Argentina (late-late).

Si bien no profundizaremos en la dimensión institucional, cabe destacar que las diferencias entre estos países no sólo tienen que ver con sus distintos niveles de riqueza, posesión de bienes materiales o simbólicos, sino también con sus diferentes disposiciones institucionales. Desde la teoría institucionalista comparada, el efecto social derivado del papel de las instituciones y las relaciones de poder entre los actores se considera un aspecto fundamental para explicar la configuración de variedades de capitalismo o de modelos sociales que revierten en la configuración de las desigualdades (Esping-Andersen 2000; Hall y Soskice 2001; Menz, 2008; Schenider 2009, Burroni 2016, Martín-Artiles et al. 2021). En un estudio reciente (Martín-Artiles et al., 2021) se han podido tipificar estos modelos institucionales que rigen las economías y las políticas predistributivas y post-distributivas de diferentes países europeos y latinoamericanos. Estos últimos están asociados en mayor medida al fenómeno de heterogeneidad estructural con alto grado de economía informal y donde podemos distinguir dos modelos sociales diferentes. Tres países, Argentina, Uruguay y Brasil, tienen una “Economía Informal No Coordinada”, mientras que Chile es un caso peculiar que pertenece al Clúster Liberal, denominado “Economías No Coordinadas”, compartiendo características con países como Estados Unidos o Reino Unido. Un tercer tipo de modelo es el de una economía mixta o semicoordinada propia de los países mediterráneos como España e Italia caracterizados, en particular, por sistemas de coordinación de la política salarial a través de la negociación colectiva a nivel macroeconómico, pero con gran descoordinación y desorganización en determinados segmentos del nivel microeconómico en pequeñas empresas y el sector informal, en un sistema donde empresarios y sindicatos tienen una gran influencia política.

También es relevante destacar en Argentina y España el carácter determinante de su estructura productiva actual, anclada en la reproducción de una diferenciación de sectores de baja y alta productividad a los que se asocian, altas y bajas cualificaciones, así como buenas y malas condiciones de trabajo con extraordinarias similitudes encontradas previamente al estudiar la población asalariada (López-Roldán y Fachelli, 2019).

2.2. Hipótesis

A partir de la conceptualización presentada formulamos la hipótesis general que sostenemos. Ésta afirma que ambos países conservan patrones generales similares en términos de estratificación social que estructuran las desigualdades sociales de los hogares. Estos patrones suponen una jerarquía de posiciones sociales (entre estratos altos y bajos) que oscilan entre las mayores y menores acumulaciones de oportunidades para acceder al mercado laboral, de acceso a la educación, de acceso a la vivienda y de acceso a los ingresos. Pero si bien los patrones de estructuración son comunes los niveles de desigualdad que comportan cabe esperar que se acentúen en el caso de Argentina donde las características del modelo social y de desarrollo suponen mayores diferencias en las posiciones sociales y mayores dificultades de aplicar políticas de protección social para atenuar las desigualdades. Entendemos además que esos niveles se reproducen tanto al considerar el conjunto de la sociedad como al tratar tan solo los hogares con población ocupada.

2.3. Diseño de análisis

Esos rasgos y niveles de desigualdad podrán medirse a través de dos tipos de cálculos de indicadores compuestos novedosos: a) a través de una tipología de estratos sociales como indicador medido cualitativamente que mostrará los patrones comunes que estratifican las sociedades española y argentina, con ciertas especificidades en los estratos sociales y b) a través de un índice de estratificación social que mostrará la desigualdad interna de cada sociedad valorada en un indicador cuantitativo. Ambas medidas son susceptibles de ser comparadas entre países y ponen en relación dos tipos de información, las desigualdades internas de cada país, en términos cualitativos y cuantitativos, así como las diferencias entre países, también, en términos cualitativos y cuantitativos.

En nuestro diseño de análisis el objetivo teórico-metodológico es obtener dos medidas alternativas de estratificación social para el análisis comparado siguiendo dos estrategias distintas: mediante la construcción de una tipología que genera un indicador compuesto cualitativo, y mediante un índice que da lugar un indicador compuesto cuantitativo. Se describen seguidamente las características de los datos utilizados y se detallan las técnicas empleadas en los dos procedimientos de medición.

2.3.1. Fuentes de datos

Seleccionamos los indicadores de bienes primarios utilizando los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida realizada en España en 2018 (INE, 2019), producción estadística anual dirigida a hogares, que se realiza en todos los países de la Unión Europea. Se trata de una estadística armonizada comunitaria (EUSILC) y su objetivo principal es obtener datos comparativos para el estudio de la pobreza y desigualdad, el seguimiento de la cohesión social en el territorio, el estudio de las necesidades de la población y del impacto de las políticas sociales y económicas sobre los hogares y las personas, así como para el diseño de nuevas políticas públicas. La encuesta realizada en el territorio español en 2018 contiene 28.372 individuos distribuidos en 13.368 hogares.

En el caso de Argentina hemos utilizado la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), del cuarto trimestre de 2018. La EPH es un programa nacional del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) argentino que de forma sistemática y continua produce indicadores sobre la fuerza laboral. Su objetivo es determinar el nivel demográfico y socioeconómico característicos de la población, y proporciona regularmente las tasas oficiales de empleo, desempleo, subempleo y pobreza (INDEC, 2019). La encuesta contiene 57.418 individuos distribuidos en 18.616 hogares.

En ambas encuestas se ha recurrido al trabajo en la base de personas en aquellas variables de tipo individual como ocupación y educación, y luego se requirió de un traslado de dichas variables a través del proceso de dominancia en el caso de la ocupación y de imputación de años de escolaridad de las personas de 18 y más años en el caso de educación, para ser llevadas esas características al hogar. El resto de las variables se construyó directamente en la base de hogares ya que es una característica de éstos (tenencia de la vivienda y decil de ingresos).

En todo momento se ha realizado un ejercicio de comparabilidad de los indicadores a utilizar. Fue este ejercicio el que nos obligó a dejar fuera dos variables existentes en el modelo de estratificación original (Fachelli, 2010): hacinamiento y uso y tenencia de baño. En el caso español esas variables no pudieron ser utilizadas porque más del 99% de los hogares tienen baño propio y el hacinamiento es una realidad prácticamente inexistente.

2.3.2. La Tipología de Estratificación Social (TES)

La tipología (Marradi, 1990; Lozares, 1990; López-Roldán, 1996) identifica una forma recurrente del pensamiento y de la metodología de las ciencias sociales donde diversos principios clasificatorios que delimitan un espacio de atributos se combinan y reducen para generar, de forma intensiva o extensiva, un conjunto de categorías o tipos con los que conceptualizar, tipificar y medir los fenómenos sociales.

En términos operativos, se trata de construir una medida multidimensional como indicador compuesto que da lugar a una variable medida en una escala categórica o cualitativa sintética. Para esta labor adoptamos metodológicamente la conceptualización de la tipología estructural y articulada (López-Roldán, 1996: 15).

El diseño de análisis que seguimos se puede esquematizar en el Gráfico 2. Distinguimos cuatro momentos principales. Tras la construcción del modelo de análisis que conduce a la operativización del concepto tipológico estableciendo sus dimensiones e indicadores, se combinan dos técnicas de análisis multivariable: el análisis factorial y el análisis de clasificación. Con la primera, ya sea a través de un análisis de componentes principales con variables cuantitativas o de correspondencias múltiples con variables cualitativas, se busca reducir la información combinando las variables originales en un número reducido de nuevas variables que son los principales factores de diferenciación de los individuos. En el proceso perdemos una parte de la información que ganamos en significación consiguiendo generar unas variables factoriales que se caracterizan por ser cuantitativas, estandarizadas y linealmente independientes (incorrelacionadas). Se trata de condiciones ideales recomendadas para la realización, a continuación, de un análisis de clasificación.


Gráfico 2
Esquema del proceso de construcción tipológica
Fuente: elaboración propia.

Con esta segunda técnica se procede de forma efectiva a la generación de la tipología conglomerando en grupos los individuos que simultáneamente son los más parecidos entre sí y disímiles con relación a los otros grupos de la tipología. Entre la diversidad de algoritmos que actúan de métodos clasificatorios optamos por el Ward, método jerárquico aplicado de forma ascendente y basado en el principio de la mínima pérdida de inercia (entre grupos) en el proceso de conglomeración. Para ello utilizamos la medida de disimilitud de la distancia cuadrática euclidiana a partir de las variables factoriales cuantitativas y estandarizadas obtenidas en el análisis de correspondencias y construimos la matriz de distancias sobre la que opera el método reseñado. Completamos el análisis clasificatorio con un proceso de optimización por centros móviles como lo realiza el software SPAD (Lebart et al., 2004).

El proceso de análisis se acompaña y se completa de la necesaria validación de los resultados, tanto teóricamente, articulando elementos teóricos y empíricos en una dinámica retroductiva (tanto deductiva como inductiva) de análisis e interpretación, como técnicamente a través de diversos indicadores que ayudan a establecer las mejores soluciones de los resultados obtenidos.

El resultado final es una variable categórica que tipifica la realidad social, diferenciando los grupos o tipos más significativos del espacio social considerado y consiguiendo así ordenar dicha realidad, tarea que nos facilita estructurar el fenómeno estudiado en un triple sentido: para dar cuenta de fenómenos estructurales de carácter macrosocial, para estructurar el conjunto de conceptos particulares o dimensiones latentes que configuran el espacio de atributos con los que se caracterizan a las unidades, su espacio social, y, finalmente, para explicar los fenómenos sociales al definir, posicionar y ordenar una regularidad social en forma de tipos. Hablamos en este sentido de un objetivo que, desde el punto de vista metodológico, se sitúa entre el análisis descriptivo y el explicativo, y que identificamos como de explicación estructural.

La Tipología de Estratificación Social (TES) se puede expresar así simplemente como la partición de un conjunto de unidades. Si X es la matriz de datos con n unidades, una partición en k grupos o tipos se expresa como una colección de subconjuntos de X que denominamos Ti:

TES = {Ti} = {T1, T2, … , Tk }

Se verifica que la clasificación es exhaustiva, la unión es el conjunto total: T1 𝖴…𝖴 Tk = X, que son excluyentes: Ti ∩ Tj =∅ para cada i ≠ j , y no vacíos: Tj ≠ ∅. Adicionalmente, si bien no es una condición necesaria en general, cada tipo o subconjunto estará ordenado si analizamos posiciones o desigualdades en el espacio social.

Aplicaremos esta metodología comparando los casos de España y Argentina a partir de la conceptualización sobre la estratificación social, con las fuentes de datos disponibles, y analizaremos los hogares considerando dos situaciones: la de todos los hogares de la sociedad y la de los hogares con alguna persona ocupada laboralmente.

2.3.3. El Índice de Estratificación Social (IES)

El segundo procedimiento busca obtener una medida cuantitativa a través de un índice como indicador compuesto. Para ello seguimos también el proceso que acabamos de ver para la tipología, pero sin aplicar la técnica clasificatoria. De forma complementaria consideramos los factores como medidas cuantitativas sintéticas que miden en un continuo las posiciones desiguales que produce la estratificación social.

Mediante el análisis factorial podemos obtener un reducido número de factores que nos explican la mayor parte de la varianza de nuestros datos. Una cuestión relevante en este proceder es el carácter unidimensional de la solución factorial, es decir, la capacidad de resumir en un solo factor la mayor parte de la varianza o, por el contrario, la necesidad de considerar más de un factor para dar cuenta de ella. El análisis de los valores propios transformados (Benzécri, 1979) a través del scree plot o el cálculo de diferencias junto a la interpretación teóricoempírica nos permiten decidir el número de factores. Niveles de alrededor del 70% de la varianza o inercia explicada suelen considerarse suficientes, suponen una mínima pérdida de información y una ganancia de significación al ser los factores principales. La cuestión es pues si con un solo factor se alcanza una capacidad explicativa suficiente o bien se precisan dos o más factores. En el primer caso conseguimos sin problemas una medida sintética en una sola variable. En el segundo caso, precisamos un mecanismo para obtener una medida única que combine dos o más factores.

Para poder combinar dos o más factores que son independientes entre sí y marcan direcciones de variabilidad distintas como resultado de un análisis factorial se plantea un problema de difícil resolución si estos factores no revelan dimensiones latentes acumulables en el espacio social que respeten la ordinalidad de los perfiles que miden y se expresan para cada unidad. Sobre esta cuestión cabe destacar la propuesta de Asselin (2009) y el trabajo de Cloutier-Villeneuve y Saint-Frard (2015) para la obtención de una medida sintética única.

En los resultados que presentamos sobre estratificación social realizaremos un análisis comparado entre España y Argentina a partir de una medida de estratificación social basada en la primera dimensión principal que se obtiene tras realizar un análisis factorial de correspondencias múltiples, dado el importante peso acumulado en términos de varianza explicada. La distribución de valores de este indicador compuesto derivado del factor principal de estratificación se traslada al origen convirtiendo en cero el valor mínimo negativo de las puntuaciones factoriales y convirtiendo todas las puntuaciones de los factores del primer eje (F1i) en valores positivos, con n unidades, i=1…n. El Índice de Estratificación Social (IES) se determina pues mediante esta expresión:

Como variable unidimensional cuantitativa nos posibilitará la obtención de medidas como la desviación típica o el índice de Gini que nos servirán para dar cuenta de forma comparativa de la intensidad de las desigualdades sociales. Realizaremos este análisis comparando el conjunto de los hogares de la sociedad (ocupados, desempleados e inactivos) como el grupo específico de los hogares con algún miembro en el mercado de trabajo. Tras analizar los resultados de esta medida destacaremos el interés de considerar más de un factor.

3. RESULTADOS DEL ANÁLISIS

En la Tabla 1 se presentan las frecuencias de las variables utilizadas en los análisis referidos a toda la población o restringidos a la población ocupada. De la comparación de ambos países se concluyen los siguientes aspectos.

Con relación a la estructura ocupacional de los hogares de toda la población, destaca en España la mayor presencia de los niveles superiores con respecto a Argentina, sobre todo de profesionales (18,6% frente a 5,5%), así como de trabajadores formales no manuales (17% frente a 10,5%). Consecuentemente, en los hogares de Argentina sobresalen el trabajo formal manual, el trabajo por cuenta propia no calificado que mayoritariamente ejerce su actividad informalmente, y, más generalmente, el trabajo informal. Éste último con menor presencia en el caso español, y en general en Europa, siendo una categoría que no se contempla en los protocolos de producción de información, aunque exista.

Tabla 1
Distribución de frecuencias de las variables de estratificación

Fuente: elaboración propia en base a la ECV 2018 y a la EPH 2018.

En la distribución de la ocupación consideramos, como hemos argumentado anteriormente, la necesidad de considerar a toda la población, por lo que incluimos a la población desempleada, donde España suele mantener siempre los más altos niveles en las comparaciones internacionales, aquí 2,5 veces que Argentina, y también con mayores niveles de inactividad (32,6% frente a 19,7%), hecho explicado tanto por razones demográficas, dada la mayor juventud de la población argentina, como por la necesidad de mantener una actividad laboral en edades avanzadas en este país, al no poder percibir una pensión o necesitar completar los bajos ingresos que suponen. Cuando nos referimos exclusivamente a los hogares con personas ocupadas en el mercado de trabajo los porcentajes comentados simplemente se incrementan con la misma distribución de frecuencias absolutas.

En el caso de los niveles educativos se aprecian también ciertas diferencias. España aparece con un 10% más de hogares con estudios superiores (universitarios) mientras Argentina destaca en los niveles de postsecundaria. Al tener en cuenta solamente a la población ocupada, en ambos países aumenta el peso de los niveles más altos en detrimento de los inferiores, pero no en la misma magnitud. La fuerte expansión educativa producida en España comporta que se acentúen las diferencias con Argentina donde ésta se produjo de forma más moderada. En consecuencia, España alcanza un 18% más de hogares con estudios superiores.

La distribución de deciles no nos permite la comparación de categorías, pero ciertamente los niveles de ingresos del hogar en términos absolutos son superiores para el caso de España, y las medidas relativas de desigualdad económica siempre sitúan al país austral en niveles más altos. En la Tabla 2 que aparece más adelante se ha calculado el índice de Gini con nuestros datos de ingresos de los hogares dando lugar a valores próximos a 0,34 en el caso de España y del 0,42 en el caso de Argentina. Según datos del Banco Mundial, para 2017, el PIB per cápita, con valores de paridad de poder adquisitivo, era de 20.787 dólares para Argentina y de 37.998 dólares para España.

Finalmente, del cuarto indicador considerado, relativo al régimen de tenencia de la vivienda, destacamos el mayor porcentaje de propietarios para el caso español (79% frene a 70%) en detrimento de las otras categorías más frecuentes para el caso argentino.

3.1. Análisis tipológico comparado de estratificación social

En los dos apartados siguientes presentamos los resultados del análisis tipológico comparado entre España y Argentina en las dos situaciones estudiadas: considerando la totalidad de la sociedad o bien con relación a la población ocupada, considerando siempre la unidad de análisis del hogar.

3.1.1. Estratificación de toda la sociedad

El análisis de la interrelación de las cuatro variables utilizadas a través de la técnica de correspondencias múltiples nos conduce a concluir la existencia de dos factores principales de estratificación que acumulan el 92% de la varianza explicada en el caso de España y del 87% para Argentina. En ambos países encontramos las mismas pautas generales de estructuración de las relaciones entre las variables, y algunos aspectos de especificidad.

Por un lado, el primer factor, concentra mayor variabilidad en el caso de Argentina (73% frente a 61%), por lo que expresa una mayor fuente de desigualdad que se observa gráficamente en el mayor recorrido de las puntuaciones factoriales ensanchando la dimensión horizontal como se puede observar en el Gráfico 3.


Gráfico 3
Espacio social de la estratificación
Fuente: elaboración propia en base a la ECV 2018 y a la EPH 2018.

Se trata de un factor fundamental de estratificación social que expresa simultáneamente las asociaciones que se dan entre la ocupación, la educación, los ingresos y la propiedad de la vivienda. Por un lado, en la polaridad negativa del primer eje, nos encontramos con el espacio social de los hogares más desfavorecidos: las categorías ocupacionales más bajas de trabajador/a manual y cuentapropista no cualificado, junto con la situación de desempleo, a las que se asocian bajos niveles educativos y de ingresos, siendo perfiles donde predominan otras formas de tenencia de la vivienda que no son las de propiedad. Se contrapone con la polaridad positiva de la derecha donde se sitúa el espacio social de los hogares más favorecidos: altos niveles ocupacionales, educativos, de ingresos y propiedad. Entre ellos se sitúan los niveles intermedios, y aquí se observan algunas diferencias entre ambos países. En Argentina el cuentapropista profesional y el trabajador formal no manual se encuentran más próximos de los niveles altos que en España, donde se sitúan claramente en las posiciones medias de la dimensión. Por otra parte, la población inactiva alcanza mejores posiciones relativas en Argentina que en España, acercándose así más a las posiciones intermedias de estratificación social. En cualquier caso, con esas particularidades se dibuja un patrón común similar entre ambos países que establece un factor general de estratificación social.

El segundo factor, de menor importancia, tiene el 31% de varianza explicada en España, y el 14% en Argentina. Este factor expresa una dimensión de diferenciación en relación con la actividad. Contrapone básicamente la inactividad de la actividad laboral, especialmente con respecto a los niveles más bajos de la estratificación social que fija la primera dimensión. En ambos países se constata la asociación de la inactividad con los menores niveles educativos, debido a la presencia de la población de mayor edad, y niveles medios-bajos de ingresos.

Con estos dos factores y aplicando el procedimiento clasificatorio jerárquico ascendente concluimos la configuración de cuatro estratos sociales tanto en España como en Argentina como resultado de combinar un criterio técnico, analizando el salto del coeficiente de conglomeración del árbol de agregación que proporciona el paquete estadístico y la interpretación teórico-empírica de la composición de distintas particiones.

El estrato alto es el 29% en España y el 22% en Argentina. En el grupo participan un alto porcentaje de hogares con profesionales, siendo en España el 58%, valor que baja en Argentina al 25%, como elementos particulares podemos comentar que en España los empleadores con más de 6 empleados (8,5%) prácticamente participan en su totalidad en este grupo, mientras que en el caso de Argentina participan de este grupo trabajadores formales no manuales (34%) y cuenta propia profesionales (12%). En este estrato ambos países cuentan con altos niveles educativos (77% y 64% en España y Argentina respectivamente). Participan en mayor medida de este estrato en ambos países hogares del decil 10, 9 y 8. Son en mayor medida propietarios de su vivienda en España (83,7%), destacando en Argentina el alto porcentaje de inquilinos en Argentina (26%) siendo el resto casi todos propietarios.

El estrato medio es el 31% en España y en Argentina. Destaca este grupo por la participación de niveles medios altos de educación en Argentina (40% de hogares con terciaria y 38% con secundaria completa) y medios en España (37% con Secundaria de segunda etapa y 31% de primera etapa). Los hogares con trabajadores formales no manuales son el 29% en España mientras que esa ocupación no se destaca en Argentina, donde los hogares con trabajadores formales manuales son los más numerosos (53%), porcentaje que baja a 19% en España. También están presentes los hogares con los trabajadores por cuenta propia profesional (9,6%) y los hogares con empleadores con menos de 6 empleados a cargo (7,6%) en España, que son 5,5% en Argentina. En ambos países destacan los deciles medios de ingresos. Como característica adicional a destacar aparecen inquilinos (28%) en Argentina mientras son la gran mayoría propietarios en España.


Gráfico 4
Tipología de estratificación social de toda la sociedad
Fuente: elaboración propia en base a la ECV 2018 y a la EPH 2018.

El estrato bajo es el 19% en España y el 27% en Argentina. Mientras que en España la categoría ocupacional que tiene un papel destacado dentro del grupo es trabajador formal manual (38%) también se observan hogares con desocupación (23%), en Argentina el grupo está compuesto mayoritariamente por trabajadores informales (35%), cuenta propia no calificada (23%) y hogares con miembros desocupados (7,4%). El nivel educativo que destaca es secundaria de primera etapa (41%) y de segunda etapa (37%) en España y en Argentina el 48% de los hogares con secundaria incompleta y el 32% de los que tienen secundaria completa integran este grupo. Los deciles que destacan en ambos países son el 1, 2 y 3. Finalmente, respecto al régimen de tenencia de la vivienda en España destacan los inquilinos (34%) y cesión (12%) junto a los propietarios, mientras que en Argentina prima el ocupante gratuito (16%) y un porcentaje menor de ocupante de pago (4%).

Finalmente, el estrato inactivo es similar en ambos países, siendo el 21% en España y el 20% en Argentina. Participan en este grupo el 94% de hogares inactivos en España y el 73% en Argentina. Tienen nivel educativo hasta primaria (80% en España y 61% en Argentina). En ambos países los hogares pertenecen a los deciles situados entre el 4 y 7. En ambos países son propietarios en su gran mayoría (92% en España y 87% en Argentina).

3.1.2. Estratificación de la población ocupada

Si restringimos nuestro análisis a los hogares con algún miembro ocupado laboralmente, sin incluir a los hogares donde todas las personas están desocupadas o son inactivas, es decir restando el 38,9% de los hogares españoles y 22,2% de los argentinos, los resultados reiteran la configuración de tres estratos: alto, medio y bajo, tanto en España como en Argentina. Al considerar una población más homogénea que en el caso anterior, la capacidad explicativa del primer factor aumenta de forma notable, de tal manera que el primer factor sería suficiente para dar cuenta de los principales patrones de asociación que se dan entre las variables. En España representa el 91% mientras que en Argentina es del 84%. No obstante, hemos mantenido un segundo eje que nos permite, a través de un efecto Guttman que opone los niveles medios de la primera dimensión con relación a los niveles extremos, configurar un espacio social de estratificación más claro y completo que se puede apreciar en el Gráfico 5.

La identidad del primer factor principal conserva las mismas características generales que observamos en el análisis anterior, y reitera las semejanzas generales de estructuración entre ambos países. Se trata pues de una dimensión de desigualdad que acumula o desacumula entre sus extremos capital económico, educativo u ocupacional, generando, en consecuencia, una jerarquía de posiciones sociales que tipificamos en términos de tres estratos sociales en el análisis clasificatorio con los rasgos generales comentados en el análisis anterior.

Los estratos obtenidos comparten los rasgos generales mencionados anteriormente con una reconfiguración en términos de la ocupación que comentamos seguidamente. El estrato alto representa el 31% de hogares en España y por el 22% en Argentina, está compuesto por un alto porcentaje de hogares con profesionales en España (70%), siendo un perfil propio también en Argentina, pero baja al 32%. En ambos casos prácticamente la totalidad de los hogares con empleadores con más de 6 empleados se ubican en este grupo. En el estrato medio, 40% en España y el 48% en Argentina, encontramos hogares con trabajadores formales no manuales que son el 53% en España mientras que esa ocupación baja al 16% en Argentina, en este país tienen más presencia los hogares con trabajadores formales manuales (62%), porcentaje que no se destaca en España, que en su lugar posee un pequeño número de hogares cuenta propia profesional (8%) y de empleadores de menos de 6 empleados (6%). En el estrato bajo, 29% y 30% respectivamente, mientras en España la categoría ocupacional que tiene un papel destacado dentro del grupo es trabajadores formales manuales (61%), en Argentina el grupo está compuesto mayoritariamente por trabajadores informales (45%) y cuenta propia no calificado (38%).


Gráfico 5
Espacio social de la estratificación
Fuente: elaboración propia en base a la ECV 2018 y a la EPH 2018.


Gráfico 6
Tipología de estratificación social de la población ocupada
Fuente: elaboración propia en base a la ECV 2018 y a la EPH 2018.

3.2. Análisis comparado del índice de estratificación social

Las tipologías obtenidas constituyen una forma de medición de la estratificación que genera una variable sintética en un nivel cualitativo ordinal. La cuestión que nos hemos planteado a continuación es cómo obtener una medida cuantitativa de la estratificación social y qué diferencias muestra con otras medidas habituales unidimensionales o centradas en la dimensión económica a través de los ingresos.

En la Tabla 2 se recogen distintas medidas obtenidas a partir de nuestros datos comparando España y Argentina. En primer lugar hemos considerado a efectos comparativos dos medidas conocidas de desigualdad de la distribución de una variable como son el índice de Gini y el índice de Theil aplicados a la variable de ingresos per cápita del hogar y al índice de estratificación social que aquí construimos y detallamos seguidamente. Además calculamos un índice de polarización, en concreto el índice de Wolfson (Schulenberg, 2018), que mide el grado de bipolarización de la distribución, es decir, hasta qué punto se dan más o menos casos en el centro que en los extremos. Se presentan para ambos países considerando tanto al conjunto de toda la sociedad como para la población ocupada.

En relación con los ingresos se constatan los valores conocidos de desigualdad de ambos países, evidenciando pues los mayores niveles para Argentina, tanto si se considera al conjunto de la sociedad como tomando exclusivamente la población ocupada.

Como medida alternativa a los ingresos para la medición de las desigualdades proponemos la construcción de un índice de estratificación social a partir del primer factor obtenido en el análisis factorial de correspondencias múltiples y transformado a valores continuos positivos. En el Gráfico 7 se representa esta medida y su transformación. Se trata de dos medidas relativas de acuerdo con la distribución de cada país dando lugar a medias no comparables entre sí como medidas absolutas. Lo relevante es el grado de dispersión y la concentración de los casos a lo largo de la distribución de valores.

Tabla 2
Medidas de desigualdad de ingresos y de estratificación social

Fuente: elaboración propia en base a la ECV 2018 y a la EPH 2018.

La primera conclusión es que el índice construido de estratificación social comparado con la distribución de los ingresos exclusivamente conduce a lecturas distintas de la realidad social. En los casos comparados aquí, el indicador compuesto de estratificación invierte los resultados de la medida unidimensional de los ingresos. Veamos en más detalle qué sucede.

Como se aprecia en el Gráfico 7, el rango de valores y la desviación típica son superiores en el caso de Argentina, no obstante, el coeficiente de variación es mayor en España. Ello se debe doblemente a la mayor polarización que se da en España cuando se consideran simultáneamente las cuatro variables de estratificación y se incluye en el análisis a la población inactiva y desempleada. Por el contrario, en Argentina, cuando se incluye a los hogares sin ningún miembro ocupado, de personas inactivas fundamentalmente, se localizan en mayor medida en la zona media del espacio social estratificado. Por tanto, se concluye que, teniendo en cuenta el conjunto de la sociedad, los hogares inactivos argentinos están mejor situados, en términos relativos, desde el punto de vista de la estratificación social que los españoles. Así se refleja en los cálculos de los índices de Gini y de Theil presentados en la Tabla 2. Cuando eliminamos a los hogares inactivos y desempleados, los mismos cálculos de desigualdad igualan los valores para ambos países, incluso muestran mayor nivel de desigualdad para Argentina. Se observa, por tanto, que la medición de la desigualdad social relativa a través de la estratificación atenúa las diferencias entre los países en relación a considerar, estrictamente, la desigualdad económica: cuando se considera a toda la población las desigualdades por estratificación se acentúan en España, sin embargo, cuando se tiene en cuenta a la población ocupada tienden a igualarse, manteniendo Argentina niveles de desigualdad algo superiores.


Gráfico 7
Representación gráfica del índice de estratificación social

4. CONCLUSIONES

Planteábamos como hipótesis de partida la similitud de ambos países con relación a los patrones generales de estratificación social que estructuran las desigualdades sociales de los hogares de España y Argentina. Los resultados obtenidos corroboran esta afirmación poniendo de manifiesto una dinámica común de estructuración de los estratos sociales que cristalizan según patrones de interrelación comunes entre las variables consideradas. Tanto en términos de factores como de identidad de los estratos que se obtienen a través de la tipología obtenida (TES), como indicador compuesto de medición cualitativa de la estratificación social, se observan altos grados de similitud cuando se analizan internamente ambos países.

También planteábamos en nuestra hipótesis que, si bien los patrones de estructuración son comunes, los niveles de desigualdad que comportan se acentúan en el caso de Argentina. La medida cuantitativa construida a través del índice de estratificación social (IES) nos ha mostrado, primero, que las desigualdades sociales se reflejan de forma distinta y que atenúan la magnitud de estas desigualdades a través de los coeficientes calculados, y, segundo, que, como medida relativa de estratificación, reduce la distancia entre ambos países, no corroborando el resultado esperado.

Además, formulábamos que cabía esperar que los niveles de desigualdad social se reprodujeran tanto al considerar el conjunto de la sociedad como al tratar tan solo los hogares con población ocupada. Como hemos podido comprobar, se obtienen resultados distintos en ambas situaciones. Al incluir a la población desempleada y, sobre todo, la inactiva, España muestra una mayor polarización que Argentina, dando como resultado mayores niveles de desigualdad relativa en el caso español. Cuando se tiene en cuenta a la población ocupada solamente, se invierte el resultado, si bien con valores muy próximos entre ambos países. Constatamos pues un resultado de interés no esperado en la construcción de esta medida que nos invita a profundizar en el análisis y medición de este fenómeno. Estamos midiendo cualitativamente (TES) y cuantitativamente (IES) realidades que en términos absolutos son diferentes, pero donde un proceso de operativización y armonización de variables básicas consideradas bienes primarios para desarrollar la vida hace que puedan ser comparadas entre sí en términos relativos. Por tanto, cada una de estas sociedades internamente posee un nivel de desigualdad que podríamos calificar de “semejante”. Esta observación resulta de mucho interés porque trasciende las diferencias aparentes y reales de desarrollo y nos permite observar en forma indirecta el resultado de los mecanismos que han operado para generar las desigualdades. No vemos los mecanismos, vemos su resultado. Resultado que muestra una semejanza sorprendente en el patrón de configuración de las desigualdades sociales. Así lo hemos podido comprobar también de forma parecida al estudiar la segmentación del mercado de trabajo, donde los patrones de estructuración de las desigualdades sociales en el mercado de trabajo son muy parecidos, así como la tipificación de los segmentos de empleo (López-Roldán y Fachelli, 2019, 2021).

Otra cuestión de interés que emerge del trabajo aquí realizado es la posibilidad de tener en cuenta más de un factor en la construcción del índice de estratificación social y, en general, sobre cualquier medida de la realidad social. Considerar el hecho de que la varianza acumulada por el primer factor no siempre alcanza niveles suficientes de unidimensionalidad o que segundas y terceras dimensiones aporten aspectos relevantes de medición, nos plantea el reto de avanzar en la exploración de una medida sintética unidimensional cuando, en particular, la ordinalidad no se repite en el mismo sentido en todos los factores retenidos. En este sentido, Asselin (2009) propuso un procedimiento para obtener un indicador compuesto para la medición multidimensional de la pobreza a través de la ponderación de las categorías de variables en cada eje de factores retenidos con la condición de la monotonicidad. Cloutier-Villeneuve y Saint-Frard (2015) lo aplicaron en el mismo sentido para la medición de la calidad del empleo. El esfuerzo hecho hasta aquí genera la posibilidad de plantear este trabajo para el futuro.

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Notas

1 Investigación realizada en el contexto de los proyectos: 1) I+D+i “Dinámicas de movilidad social en España” Referencia PID2019-106548GB-C21 y PID2019-106548GA-C22, financiado por MCIN/ AEI/10.13039/501100011033. 2) INCASI Network, un proyecto europeo que recibió fondos del programa de investigación e innovación Horizon 2020 de la Unión Europea en virtud de Marie Skłodowska-Curie GA No 691004 y coordinado por el Dr. Pedro López-Roldán. El artículo refleja solo la opinión de los autores y la Agencia no es responsable del uso que pueda hacerse de la información que contiene.
2 Red INCASI (International Network for Comparative Analysis of Social Inequalities).
3 El objetivo de la propuesta teórica de justicia que plantea Rawls, se basa en su preocupación por encontrar aquellos principios de justicia más apropiados para definir derechos y libertades básicos, con el fin de regular las desigualdades sociales y económicas de los ciudadanos a lo largo de su vida (Rawls, 2002: 72).
4 Portes y Hoffman (2003: 9-22) hacen una clasificación que considera las particularidades de la región latinoamericana y toman en cuenta: a) el control del capital y los medios de producción; b) el control de una fuerza trabajadora impersonal, organizada burocráticamente; c) el control de calificaciones escasas y altamente valoradas; d) el control de calificaciones subsidiarias, técnico-administrativas, y e) el modo de remuneración.
5 La operativización de estos indicadores con las fuentes de datos disponibles y la especificidad del contexto de cada territorio nos conducirán, como detallamos más adelante, a descartar la disponibilidad de baño y el hacinamiento.


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