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Metodologías del común desde “la barriga del monstruo”
Commoning methodologies from ‘the belly of the beast’
EMPIRIA. Revista de Metodología de las Ciencias Sociales, vol. 55, Esp., pp. 179-198, 2022
Universidad Nacional de Educación a Distancia

Artículos



Recepción: 17 Abril 2020

Aprobación: 10 Mayo 2022

DOI: https://doi.org/10.5944/empiria.55.2022.34187

Resumen: Los diversos debates en torno a la noción de lo común nos remiten a su carácter inapropiable, relacional e inacabado. Este se constituye como un proceso antagónico a las distintas lógicas de apropiación, valorización y acumulación capitalista. Actualmente, los procesos de producción de conocimiento en el seno de instituciones como las universidades también participan de dichas lógicas privativas. Situadas como investigadoras en este contexto, al que Donna Haraway (1995) denomina metafóricamente “la barriga del monstruo”, en este texto exploramos los diferentes elementos epistemológicos, metodológicos y políticos que cuestionan dichas dinámicas de apropiación y contribuyen a reforzar procesos de comunalización en los contextos donde se inserta una investigación. Para ello, nos valemos de dos experiencias de investigación. La primera de ellas aborda los relatos y aprendizajes surgidos en una “escuela de participación”: el Centro Social Comunitario Luis Buñuel de Zaragoza. La segunda, realizada en Barcelona, describe un proyecto de investigación que buscó difractar los relatos de la solidaridad durante las movilizaciones que tuvieron lugar ante la llamada “crisis de los refugiados”. A partir de estos dos casos, a lo largo del artículo revisamos prácticas de investigación que ponen en valor lógicas no hegemónicas de la producción de conocimiento. Estas van más allá de la inclusión de los conocimientos generados en las redes de valorización y buscan cuestionar las jerarquías epistémicas a las que contribuye nuestra praxis académica. Al mismo tiempo, revisamos dos formas en que esta aproximación metodológica puede aportar a procesos de comunalización a través de la articulación de la diferencia —dentro y entre grupos sociales. Esta forma de entender la investigación en ciencias sociales, que aquí denominamos metodologías del común, puede contribuir, modestamente, a modificar las condiciones de posibilidad que permiten la transformación social en los contextos donde se inserta.

Palabras clave: Comunes, articulación, epistemología, producciones narrativas, capitalismo cognitivo.

Abstract: The commons are nowadays conceptualised as relational, unfinished, inappropriable entities that constitute an antagonistic space against capitalist appropiation, valorisation and acumulation. Such processes are nowadays present in the knowledge production practices that take place in universities. Here, we stand as researchers who inhabit this ambivalent place that Donna Haraway calls ‘the belly of the beast’ (Haraway, 1995) to inquire into the possible epistemological, methodological and political elements that may question cognitive capitalism enclosing logics in our research practice. To do so we draw on two cases: firstly, the Community Social Center Luis Buñuel, in Zaragoza, Spain, a “participation school” originated during the indignados movement; and secondly, the Cartografía de la Solidaridad project, a research developed in Barcelona, Spain, dealing with migrant solidarity initiatives in the face of the so-called ‘refugee crisis’, in 2015. Throughout the article, we foreground examples of research practices of these two cases that contribute to an alternative rationale behind knowledge production. Such practices promote alternative uses of knowledge that go beyond its inclusion in capitalist valorisation, and seek to question epistemic hierarchies to which we contribute in our academic praxis. Moreover, we review two forms in which this methodological approach can support already existing commoning processes by contributing to the articulation of differences within and between social groups. Commoning methodologies, we argue, may contrbute in a modest way to change the conditions of possibility for social change and trigger processes of social transformation in the context in which they are deployed. .

Keywords: Commoning, articulation, epistemology, narrative productions methodology, cognitive capitalism.

1. INTRODUCCIÓN: LO COMÚN Y EL CAPITALISMO COGNITIVO1

En la actualidad, “lo común” actúa como un término articulatorio entre una multiplicidad de análisis críticos y luchas sociales que comparten su oposición a la mercantilización de las diferentes áreas que componen nuestra vida, así como a la privatización de los recursos que contribuyen a sostenerla (Laval y Dardot, 2015). Elinor Ostrom y sus colaboradoras (Ostrom, 1990; Ostrom, Gardner y Walker, 1994) proponen esta noción después de estudiar distintos episodios en que determinados recursos naturales han sido gestionados de forma colectiva, en oposición a lo que entienden como “cercamientos” capitalistas, esto es, procesos de mercantilización, privatización y extracción de beneficio. En este sentido, los comunes son entendidos como una alternativa a las lógicas del mercado y del Estado: en el caso de estas primeras investigaciones, los recursos naturales no son ni públicos ni privados, y se caracterizan en última instancia por su carácter inapropiable. Más tarde, otras autoras han complejizado esta visión, argumentando que los comunes no están dados de por sí, sino que son producidos y requieren de comunidades que contribuyan a su mantenimiento (Caffentzis y Federici, 2019). Esta forma de entender los comunes se centra, más allá del recurso natural en sí, en su carácter de proceso social (Harvey 2013; Linebaugh 2013; Stavrides 2016). Desde este punto de vista, los comunes aluden a una actividad —commoning, en inglés, que aquí traducimos por comunalizar— que entrelaza relaciones sociales y relaciones con la naturaleza (Linebaugh, 2013:284). Comunalizar es, por tanto, una práctica que se compone de los sujetos que en ello participan, así como de los diferentes medios de los que se rodean y hacen uso (Bollier y Helfrich, 2012), de modo que ambos son moldeados en el proceso. De este modo, prestar atención al carácter esencialmente social de los comunes nos permite ver cómo, al comunalizar, se crea (literalmente) aquello que es nombrado y valorado como común (Stavrides, 2016: 35).

En este artículo nos interesamos por cómo las prácticas de producción de conocimiento son también instancias para la construcción de lo común (Hess y Ostrom, 2016; Bollier y Helfrich, 2020), así como lugares marcados por crecientes cercamientos capitalistas. Esto ha sido extensamente analizado desde las coordenadas teóricas del llamado capitalismo cognitivo. Autores como Hardt y Negri (2004; 2011), Fumagalli (2010), Vercellone (2011), o Virno (2003), han llamado la atención sobre el hecho de que en actualidad los recursos inmateriales como la información, las redes y las relaciones sociales necesarias para el sostenimiento de la vida constituyen la materia prima del sistema económico.

En las universidades del Estado español, integradas en las sociedades occidentales postfordistas desde donde hablamos, las redes de relacionales y afectivas implicadas en la producción de conocimiento son incluidas en los sistemas de producción, generación de valor y gestión capitalista, convirtiendo la misma universidad en una suerte de fábrica de conocimiento (Montenegro y Pujol, 2013). Como en cualquier otra línea de producción, los conocimientos ensamblados pasan a formar parte de una maquinaria que permite su medición, que establece su valor y más tarde su inclusión diferencial en la red capitalista mundializada basada en una economía neoliberal del prestigio y la eficiencia, que determina centros de producción y “periferias” de aplicación. Si esta fábrica funciona, sin embargo, es gracias a los modos de subjetivación que configuran las distintas partes de su ensamblaje (Conesa y González, 2018; Gómez y Jódar, 2013; Gómez, Jódar y Bravo, 2015; Fardella et al, 2020).

Nos aproximamos a estos procesos de mercantilización y extracción de valor de bienes comunicativos, afectivos e informativos a los que nos vemos sometidas como investigadoras desde un lugar ambivalente, que describimos tomando prestada la metáfora de “la barriga del monstruo” (Hawaray, 1995). Con esta metáfora de Haraway, nos referimos a cómo nuestro quehacer investigativo está inmerso en dispositivos de control y subjetivación como los revisados anteriormente, que buscan generar sujetos productivos, competitivos, individualizados y emprendedores. Habitar la barriga del monstruo implica actuar desde “un lugar complejo en tanto que está conformado y delimitado por las condiciones de posibilidad de los contextos de producción de conocimiento y, a la vez, permite pensar, cuestionar y actuar sobre los límites de estos mismos contextos” (Montenegro, Pujol y Vargas-Monroy, 2015: 1845).

Partiendo de este lugar contradictorio, esta breve revisión sobre comunes y capitalismo cognitivo nos interesa por dos asuntos complementarios que desarrollaremos a lo largo del artículo: por un lado, porque entendemos la producción de conocimiento como un espacio potencial de construcción de común que combata las lógicas instauradas por el capitalismo cognitivo; y por otro, porque planteamos que, a su vez, la construcción de conocimiento puede contribuir a reforzar procesos de comunalización ya existentes en los lugares con los que nos involucramos al investigar, profundizando en las articulaciones entre diferentes agentes sociales que se organizan para hacer frente a estos proceso de captura capitalista y contribuyendo a generar formas de vida que tienen en su horizonte el crear y habitar mundos que sean más vivibles. En este artículo llamaremos a aquellas investigaciones que llevan a cabo estos objetivos metodologías del común.

Para desarrollar estos dos argumentos, partimos del análisis de dos experiencias concretas de investigación doctoral en las que participamos: por un lado, el estudio del caso del Centro Social Luis Buñuel, en Zaragoza, en el que Jaime ha estado involucrado; por otro, el proyecto Cartografía de la Solidaridad, una investigación sobre los movimientos en solidaridad con personas migrantes durante la llamada “crisis de los refugiados” organizados en Cataluña, dinamizada por Álvaro y Marisela. En ambos casos, estas investigaciones hacen uso de la metodología de las Producciones Narrativas (Balasch y Montenegro, 2003; PN, de ahora en adelante), la cual tomamos como ejemplo de metodología del común. Antes de pasar a desarrollar los dos puntos centrales del artículo, la siguiente sección presentará los principios epistemológicos que subyacen a las PN, así como el contexto de nuestras dos investigaciones.

2. LAS PRODUCCIONES NARRATIVAS COMO EJEMPLO DE METODOLOGÍA DEL COMÚN

Antes de adentrarnos en el relato de las experiencias de investigación, creemos necesario apuntar algunos debates epistemológicos que inspiran las PN, la metodología que hemos usado en los casos presentados en el artículo, y que nos inspiran como un ejemplo de lo que puede ser una metodología del común. Diversas aportaciones feministas y postcoloniales cuestionan las formas hegemónicas de producción de conocimiento científico definido como práctica neutral, desinteresada y exenta de las relaciones de poder (Fox-Keller, 1985; Harding, 1986; Cabrera y Vargas, 2014). Éstas visibilizan tanto las jerarquías en las prácticas de investigación (en los equipos, metodologías utilizadas, relaciones con personas que participan, etc.) como los efectos de estigmatización y exclusión para diferentes colectivos, personas o territorios tradicionalmente subalternizados (Said, 1978; Hall, 1996; Mohanty, 2003).

Frente a los efectos de asimetría inherentes a las prácticas de producción y legitimación del conocimiento científico, Donna Haraway (1995) propone la noción de conocimientos situados. Postula que la posición desde la cual se conoce es determinante en el conocimiento producido, dado el carácter encarnado y localizado de los sujetos de conocimiento. El conocimiento, entonces, emerge de una perspectiva parcial que está asociada a la localización de quien conoce: “solamente la perspectiva parcial promete una visión objetiva” (Haraway 1995: 326). Este reconocimiento de la parcialidad y limitación de la propia mirada evidencia la necesidad de la conexión y articulación con otras posiciones y ubica dicho conocimiento en unas condiciones históricas y sociales específicas. Así, la propuesta epistemológica de Haraway aboga por una relacionalidad radical del conocimiento. Los conocimientos situados son el resultado de conexiones parciales entre distintas posiciones materiales y semióticas que abarcan una multiplicidad de agentes (humanos, tecnológicos, “naturales” e híbridos), cuyas posiciones y conexiones se encuentran en continua transformación. Pensar y conocer aparecen siempre como pensar y conocer “con”, ya que ambos “son inconcebibles sin la multiplicidad de relaciones que hacen posible los mundos en los que vivimos” (Puig de la Bellacasa, 2012: 198; traducción propia). Lo común, entonces, se constituye a través de “conexiones llamadas solidaridad en la política y conversaciones compartidas en la epistemología” (Haraway, 1995: 329).

Estos principios inspiran las PN. A nivel de procedimiento, la metodología de Producciones Narrativas “consiste en realizar una serie de sesiones con las participantes en las que se trata el fenómeno que se quiere estudiar. A partir de los temas que emergen durante las sesiones se elabora una textualización siguiendo un cierto sentido narrativo” (García y Montenegro, 2014: 70). Este texto coproducido busca concretar la visión de las participantes, aunque se considera que la autoría queda localizada en las redes relacionales que se han formado en el proceso investigativo (Balasch y Montenegro, 2003). Antes de analizar las formas en que el uso de esta metodología puede contrarrestar la captura del capitalismo cognitivo, presentaremos brevemente el contexto en el que hemos desplegado la metodología en los dos casos de investigación.

2.1. Aprendizajes de una escuela de participación: CSC Luis Buñuel

La primera investigación está basada en un estudio de caso (Yin, 2009) sobre participación comunitaria desarrollado en el Centro Social Comunitario (CSC) Luis Buñuel2. Este centro es un proyecto que surge de la reapropiación por parte del vecindario de un instituto público de educación secundaria abandonado en el barrio del Gancho de la ciudad de Zaragoza (España). Heredero de las movilizaciones del 15M3, en su proceso desborda las lógicas de un sistema basado en la representación política institucional, generando a partir de su hacer nuevos conocimientos que lo convierten en una escuela de participación (Diz, 2016).

En dicho estudio sobre el CSC Luis Buñuel, la realización de las PN colectivas es una de las principales herramientas metodológicas. A lo largo del proceso se desarrollan una serie de encuentros, en los que se propone profundizar sobre aspectos cotidianos de la participación en el proyecto. En función de los objetivos acordados entre Jaime y las demás participantes, estos encuentros suponen espacios de reflexión conjunta, de carácter abierto a todos los miembros del Centro Social Comunitario o acotados a las personas que participan en determinados grupos de trabajo.

Así, Jaime convoca un espacio abierto en el que poner en común las diferentes trayectorias de las participantes y otro dedicado a los aprendizajes adquiridos a lo largo del proceso. De la misma forma, se realizan PN en las dos comisiones en las que el investigador estaba involucrado. El investigador se encarga de la textualización a partir de lo recogido a lo largo de esas convocatorias, que se abren a la posibilidad de aportación tanto presencial, en sucesivos encuentros, como online para aquellas personas interesadas en leer, matizar o realizar aportaciones de una manera alternativa. Cada textualización es compartida de nuevo y abierta a nuevas aportaciones, hasta que se obtienen sendos productos finales que, validados por el colectivo, aportan comprensiones localizadas de estos procesos.

La intención es que el resultado obtenido de las PN pueda, además de ser de utilidad en el ámbito académico, ponerse al servicio de los intereses del proceso de participación. La posición de Jaime a lo largo de todo este proceso, es tan maleable como la del resto de participantes en un proceso de estas características, con un papel destacado a la hora de proponer y dinamizar estos espacios, adaptando las propuestas a los momentos concretos en los que se van sucediendo. Así, los roles cambian en función de la situación, de esa negociación constante entre objetivos personales y colectivos propia de un proyecto con vocación de construcción colectiva, en el que todas las aportaciones son bienvenidas.

2.2. Difracciones en los relatos sobre la “crisis de los refugiados”: Cartografía de la Solidaridad

El segundo de los casos que trabajamos en este artículo es el del proyecto Cartografía de la Solidaridad, en el que Marisela y Álvaro trabajaron como parte de la tesis doctoral de este último. Este se lleva a cabo en el año 2017, en un momento en el que en distintas partes del Estado español se dan una serie de movimientos ciudadanos en respuesta a la llamada “crisis de los refugiados”. La problemática es definida entonces en el discurso público por la preocupación por la llegada de un gran número de personas a las costas de la Unión Europea (UE), así como por la incapacidad de las distintas instituciones europeas para garantizar los derechos de éstas.

En Cataluña, entre octubre de 2016 y febrero de 2017 surge la iniciativa “Casa Nostra, Casa Vostra” (Nuestra Casa, Vuestra Casa), una campaña mediática iniciada por un grupo de personas voluntarias que pretende hacer visible la situación de vulneración de derechos en la que se encuentran las personas demandantes de asilo. Además, se trata de presionar a las distintas instituciones (catalanas y españolas) para que “acojan” o reciban a más personas de las que en ese momento se encontraban llegando a la UE a través de los países de los Balcanes. La campaña funciona como un momento para la articulación de distintos agentes sociales, consiguiendo visibilidad en la televisión pública catalana, respaldo de las instituciones, y generando una suerte de sentido compartido favorable a la “acogida” de personas demandantes de asilo. Durante estos meses, sin embargo, grupos activistas en favor de los derechos de las personas migrantes alzan la voz con preocupación. Su percepción es que dentro de la campaña, en contraste con las personas “refugiadas”, que generan un movimiento solidario a su alrededor, las llamadas “migrantes económicas” quedan excluidas de estos sentimientos filantrópicos que movilizan a un amplio sector de la sociedad catalana.

Como parte de este movimiento, las investigadoras quedan sorprendidas por la gran respuesta social que suscitó la campaña, a la vez que se preocupan por estos discursos crecientes y sus posibles consecuencias en términos de nuevas fronteras necropolíticas (Mbembe, 2003). Es decir, sobre la segmentación y estratificación jeràrquica de las personas que migran entre aquellas merecedoras de la solidaridad (y que, por lo tanto, pueden vivir) y aquellas que no lo son (y se deja morir) (Ramírez-March y Montenegro, 2021; Ramírez-March, 2022). Se proponen entonces que una investigación en este ámbito debería ir encaminada a generar un cambio de escenario. Para contrarrestar esta lectura mayoritaria sobre la llamada “crisis”, era necesario mostrar la diversidad de visiones presentes en la sociedad catalana. Y con este objetivo, el proyecto comienza a caminar.

Durante los meses que duró, este se organizó alrededor de la co-creación de una serie de Producciones Narrativas con distintos agentes sociales que habían participado en la campaña Casa Nostra, Casa Vostra. Entre ellos se encuentran técnicos de las administraciones públicas, representantes de entidades de la sociedad civil, así como grupos pertenecientes a movimientos sociales, algunos con trayectoria en el área de la migración, otros nuevos, surgidos ante esta nueva oleada de movilización social4. En estos textos se revisan sus perspectivas sobre la construcción social de la llamada “crisis de los refugiados”, la experiencia de articulación de la solidaridad reciente y la propia trayectoria de los grupos solidarios. La realización de las PN, y los encuentros que propiciaron, sirven de base para establecer reuniones entre las participantes, así como para crear eventos públicos con finalidad sensibilizadora que recogieron algunas reflexiones sobre el proceso (Montenegro et al., 2017). Asimismo, el proyecto incluye la intervención sobre actores cuyas prácticas de significación están involucradas en la reificación de identidades y en la reproducción de procesos de exclusión: profesionales de la intervención social (Montenegro y Montenegro, 2013) y de medios de comunicación (Georgiou y Zaborowsky, 2017).

3. PONIENDO EN CUESTIÓN LOS CERCAMIENTOS DEL CAPITALISMO COGNITIVO

Los cambios en la organización de las redes de producción de conocimiento en las universidades de las que formamos parte, que aquí hemos identificado como capitalismo cognitivo, tienden a privilegiar su acumulación en las redes de valorización transnacionales que acompañan al jugoso negocio editorial académico. Como el proyecto de la ciencia representacionista, estas redes de producción de conocimiento tienen en su interés la subordinación de las visiones del mundo de las personas con las que trabajamos bajo la voz de las investigadoras. Somos las personas que hacemos ciencia las que otorgamos un sello de autoridad determinado por nuestra participación en este mercado global del conocimiento, cuya economía política se rige por el prestigio y la cuantificación de la productividad. A continuación mostramos dos formas en las que nuestros casos de estudio proponen una alternativa a la inclusión en estos regímenes de valorización propios del capitalismo cognitivo: por un lado, en el caso del Buñuel, a través de la producción de conocimientos que son de utilidad más allá de su uso académico; por otro, en el caso del proyecto Cartografía de la Solidaridad, a través del cuestionamiento de la autoridad asociada a la posición académica en favor de una visión plural del fenómeno que se estudia.

3.1. Alterando en colectivo las lógicas de producción de conocimiento

Como señalamos en el apartado anterior, en el caso del Buñuel, las PN parten de unos acuerdos sobre las temáticas en las que se trataba de profundizar en las diferentes convocatorias. Asimismo, estas se basan en las experiencias de cada participante, por lo que son abiertas a toda aquella persona que se sintiera interpelada a compartir su voz y a escuchar las otras.

El papel de Jaime como investigador es no sólo poner a disposición del colectivo la herramienta metodológica, sino también participar en las propias PNs como cualquier participante más. En este proceso, las relaciones de poder siguen existiendo: Jaime es quien presenta los espacios introduciendo y lanzando la primera pregunta. También es quien acababa asumiendo el rol de llevar a cabo las diferentes textualizaciones. Sin embargo, la responsabilidad de decidir sobre qué es lo importante o lo accesorio, o sobre el devenir de la reflexión colectiva, pasa a recaer de manera distribuída entre todas aquellas personas que la quieran tomar. En otras palabras, son las propias personas involucradas en el proceso las que asumen la posibilidad de definir los términos de los debates, los productos que de ellos se derivan y el uso que se les pueda dar.

En este ejemplo en concreto, se valora oportuno que las PNs realizadas contribuyan a reforzar, en primer lugar, los momentos de reflexión e indagación colectiva, que suponen la incorporación de manera manifiesta de voces y miradas que en otras situaciones cotidianas, como asambleas o comisiones, pasaban más desapercibidas. En segundo lugar, suman a la labor de relatoría que existe sobre el propio proyecto, subrayando el valor de vivencias y sentimientos compartidos que en otras sistematizaciones habían quedado en el tintero, por formar parte de las experiencias más personales de las participantes. Además, en tercer lugar, permite sumar al argumentario sobre la participación en el Buñuel ante la opinión pública y los medios de comunicación, en un momento en el que estaba sobre la mesa la posibilidad de dotarlo de mayor legitimidad a través de un convenio de cesión de uso con el ayuntamiento de la ciudad.

Se comparten y generan así formas alternativas de entender la práctica cotidiana dentro del proyecto que llevan a su “puesta en teoría”, creando una serie de conocimientos que no buscan representar, desde el lugar del investigador, los fenómenos estudiados sino, más bien, generar comprensiones cuya legitimación proceda de la validación del propio colectivo. Estos conocimientos, cuya influencia es relevante de manera interna, contribuyen, por ejemplo, a evaluar los avances conseguidos por el propio proyecto. Además, tienen también su alcance externo, ya que ponen a disposición de una audiencia más amplia los aprendizajes que emergen del proceso colectivo, a través de su publicación en notas de prensa, fanzines autoeditados, la web y las redes sociales del propio centro social comunitario.

De esta manera, las personas que participan en las PN fortalecen su rol activo con respecto al conocimiento generado a partir del proceso del que forman parte, siendo protagonistas del mismo. Este protagonismo, que contrasta con el carácter anónimo y colectivo de la autoría del producto generado en el caso del Buñuel, cuestiona a su vez determinados aspectos relacionados con las nociones tradicionales de autoría en el contexto de la fábrica de conocimientos del capitalismo cognitivo. Al encontrar nuevos usos al conocimiento producido, se pone en entredicho una lógica ajena a los conocimientos en sí y a sus usos, que prioriza la productividad y la medición de los conocimientos para su puesta en circulación en el mercado global del conocimiento (Montenegro y Pujol, 2013).

3.2 Cuestionando las jerarquías asociadas a la extracción epistémica

Por su parte, la Cartografía de la Solidaridad se presenta como un lugar de intervención sobre las formas de expropiación epistémica que siguen a la acumulación bioeconómica del capitalismo cognitivo (Fumagalli, 2010). Esto es, a la explotación de las capacidades vitales de los seres humanos a través del lenguaje y de su capacidad relacional de producir conocimiento. Una de las formas en las que el proyecto busca cuestionar esta lógica acumulativa y extractiva es tomando como punto de partida la necesidad de establecer una conversación sobre la solidaridad en la llamada “crisis de los refugiados” en la que participan varias posiciones de sujeto con visiones disímiles al respecto del fenómeno. Este punto de vista implica considerar que el equipo investigador constituye también una posición de sujeto particular, partiendo de sus hipótesis, trabajo previo, etc., con su propia visión sobre la solidaridad. Al abrir la pregunta en torno a las posibles formas en que pudiera ser entendida la solidaridad, se hace desde una apertura total a la diferencia que busca poner en valor de todos los agentes con los que se busca una conexión.

A través de la generación de diferentes narrativas, entonces, lo que se busca es distribuir la experticia y el privilegio de pensar el mundo y buscar un espacio para la generación de una pluralidad de voces, de conocimientos situados anclados en diversas formas de entender la solidaridad. La tarea de la investigadora aparece entonces como la de un tejido de los distintos nodos de la red (Casas-Cortés, Osterweil y Powell, 2013), abrazando las redes que constituyen el campo-tema (Spink, 2005), del cual también la investigadora forma parte, para amplificar su voz (Osorio, Gandarias y Fulladosa, 2021).

Así, a diferencia de la ciencia representacionista, que busca subsumir la multiplicidad de vínculos que tienen lugar a lo largo del proceso en una única voz (plasmada, escrita, publicada en determinadas revistas), las metodologías del común le hacen la contra al capitalismo cognitivo al intentar transmitir la riqueza y el impacto que las interacciones han tenido lugar en el proceso de investigación (Balasch y Montenegro, 2003).

El caso de Cartografía de la Solidaridad muestra cómo las producciones narrativas, como metodologías del común, pueden promover socialidades que buscan romper con la lógica representacionista propia del conocimiento considerado científico, así como de la relación jerárquica que ésta establece entre quien investiga y las personas investigadas. Detrás de esta metodología, se encuentra el presupuesto del carácter situado y parcial de la mirada investigadora. Como veremos en la siguiente sección, la asunción de nuestra mirada parcial implica la necesidad de articulación; esto es, trabajar para generar efectos de conexión en relación con aquello que permita, desde nuestra posición de investigadoras, transformar nuestro punto de partida sobre el fenómeno a estudiar.

4. CONTRIBUYENDO A PROCESOS DE COMUNALIZACIÓN A TRAVÉS DE LA ARTICULACIÓN DE LA DIFERENCIA

Si en la sección anterior revisamos dos ejemplos concretos de cómo nuestros casos de estudio buscan combatir en la práctica las lógicas de valorización del capitalismo cognitivo, a continuación mostramos cómo esta forma de proceder contribuye a procesos de comunalización. Partimos aquí de la noción articulación tal y como es propuesta por Laclau y Mouffe (1987), como la relación (o relaciones) precarias y situadas históricamente, donde se fijan los significados que definen las posiciones de sujeto de quienes participan, al tiempo que se forman como antagónicas a otros grupos y significados sociales. Una articulación es lo que se puede llamar una asociación significativa entre diversos agentes. Significativa, porque es importante para quienes se involucran y también porque significa los elementos de la relación (Haraway, 1999). Esta idea nos sirve para preguntarnos por los posibles cambios que son desencadenados por el comienzo de una investigación en las ecologías relacionales de las que entramos a formar parte, que aquí proponemos analizar en términos de contribución a la articulación de la diferencia.

4.1. Vinculando multiplicidades en un común urbano

Consolidado a partir de espacios y tiempos que interpelan al encuentro y a la acción colectiva (Andrés, 2017), el CSC Luis Buñuel se puede entender como un “común urbano” (Harvey, 2013; Cámara, 2018), ya que se caracteriza por unas formas sociales que, de acuerdo con lo comentado por Castro-Coma y Martí-Costa (2016) articulan, mediante las propias prácticas del hacer común, una crítica al urbanismo neoliberal, a través del cual se introduce el conflicto, la politización y la reclamación de derechos, desbordando al espacio en sí mismo donde se sitúa.

En el Buñuel tienen lugar una serie de vínculos entre las vecinas, así como entre ellas y el espacio. Hay gente que propone, que pregunta, que decide, que asiste, que organiza, que apoya o que difunde, de modo que el CSC deviene en una comunidad. Pero, ¿qué clase de comunidad habita el Buñuel? O, más bien, ¿qué hay de común en esta comunidad? Marina Garcés señala que la idea de comunidad siempre “arrastra consigo el anhelo y la nostalgia de la presencia plena, de la fusión o de la comunión en un tiempo sin tiempo (...), la aspiración a la idea de una humanidad finalmente reunida consigo misma” (Garcés, 2013: 118). Pero lo común en el Buñuel está lejos de ser una utopía localizable en el espacio, un espacio “puro” ausente de las dinámicas privatizadoras de la vida contra las que se sitúa. Lo común en el Buñuel, y aquí radica su potencial emancipador, reside en su capacidad para articular y negociar las múltiples identidades que habitan el barrio donde está establecido.

Esta idea resuena con la perspectiva de Stavros Stavrides (2016) sobre los comunes urbanos, autor que dirige nuestra atención hacia el carácter de “puertas” o “puentes” que caracteriza a los artefactos humanos. De acuerdo con Stavrides, experiencias como el Buñuel pueden ser entendidas como espacios de encuentro para las distintas identidades que componen el barrio. Pensar la dimensión transformadora de lo común, entonces, no referiría al proceso por el cual emerge una nueva identidad en esta comunidad, sino más bien a la “actitud que da a identidades distintas el espacio para negociar y para darse cuenta de su dependencia mutua” (Stavrides, 2016: 239; nuestra traducción). De este modo, las diferencias no son vistas como escollos en el camino, sino como potencialidades desde las que partir. En palabras de sus participantes “somos capaces de coger algo, añadirle matices, cambiarlo de forma, mirarlo desde diferentes puntos de vista y conseguir algo que a nos encaje a todas” (CSC Luis Buñuel, 2018). Así, las PN llevadas a cabo facilitarían que el conocimiento sea situado, pasando a formar parte de las herramientas al servicio de esa inteligencia colectiva, caracterizada por el propio colectivo por su multiplicidad y diversidad de voces.

El uso de las PN para acompañar la reflexión colectiva muestra el peso del proceso deliberativo, las relaciones y negociaciones involucradas en la cotidianidad del proyecto. Como metodología del común, éstas son capaces de articular las singularidades implicadas en el colectivo sin subsumirlas a un relato único. En definitiva, representa una metodología que adopta una ética del cuidado, preocupada por la inclusión radical de la diferencia (Arobes y Navarra, 2018) y resuena con la idea de lo común, articulada en la multiplicidad de parcialidades, precarias y frágiles.

Es por esto que, según Stavrides, es esencial mantener una capacidad de negociación constante, para que la comunidad que habita el común no deje de ser un proceso y se convierta en un universo social ordenado (Stavrides, 2016: 32). Como el Buñuel nos muestra, esto sucederá mientras se siga construyendo un universo de contradicciones hecho de voces diferentes, donde se entienda que siempre quedarán decisiones pendientes y saberes que alcanzar (CSC Luis Buñuel, 2018).

Partiendo de esta naturaleza de lugar de encuentro entre mundos distintos, la capacidad de las PN para contribuir a los procesos de comunalización en el Buñuel ha de buscarse también en su potencial para reorganizar las redes de las que entra a formar parte. En el caso de las PN realizadas desde el Buñuel, estas funcionaron como nuevos espacios de diálogo, escucha, puesta en común y aprendizaje, contribuyendo a reforzar los vínculos que en última instancia constituyen el proyecto colectivo. Los aprendizajes que surgen de este proceso hacen latentes posiciones aún por explorar, evitando caer en certezas y seguridades sin fundamento, ya que “ninguna de las que construye el Buñuel puede predecir qué va a ser esto en el futuro. Se desconoce en qué se va a convertir. Ese grado de incertidumbre, ese marco de inconcreción, es también el que permite soñar locuras” (CSC Luis Buñuel, 2018).

4.2. Nutriendo nuevas conexiones, alimentando los mobile commons

La lente de los comunes nos permite pensar, también, el proyecto Cartografía de la Solidaridad en términos de lo que Dimitris Papadopoulos y Vassilis Tsianos (2013) denominan mobile commons. Para los autores, estos refieren a las infraestructuras relacionales que “promueven, generan y regeneran los contenidos, prácticas y afectos que facilitan el movimiento a las personas que se encuentran en ruta” (Papadopoulos y Tsianos, 2013: 191; nuestra traducción). Entre estos, se encuentran los conocimientos que se generan para facilitar la movilidad, las infraestructuras de conectividad por las que circulan estos conocimientos, así como las redes de apoyo transnacionales y sociedad civil que luchan por que las personas migrantes tengan acceso a derechos y agencia política.

Desde este punto de vista, podemos pensar que el proyecto Cartografía de la solidaridad contribuye a las prácticas instituyentes de mobile commons al crear un marco para la interrelación entre diferentes agentes sociales del contexto local catalán. Como parte del proceso de elaboración de las distintas PN, el equipo del proyecto organiza dos reuniones a las que se convoca a todas las organizaciones participantes en el “mapeo” de iniciativas solidarias. En ellas, se comparten algunos de los rasgos principales de las narrativas, y se piensa de qué manera ese grupo puede generar algún tipo de acciones para intervenir sobre cómo la cuestión del “refugio” se estaba problematizando entonces.

En este sentido, pensamos en la “solidaridad” como significante vacío (Laclau y Mouffe, 1987) que es capaz de aglutinar la respuesta ciudadana, y provocando una serie de disputas alrededor de su significado (Ramírez-March y Montenegro, 2021). A través del proyecto, pensamos, la solidaridad pasa de ser representada como un ente monolítico para difractarse y aflorar, con cada una de las participantes, en sentidos y cosmovisiones diferentes. De esta forma, se complejiza la imagen inicial de la solidaridad como “consenso social” en reclamo de acciones institucionales para emerger de forma plural: enunciada y practicada por posiciones de sujeto diferentes (“migrantes”, “locales”, “catalanes”) y caracterizada de valores contrapuestos (“humanitarismo” vs. “horizontalismo” y “apoyo mutuo”), subrayando el entramado de relaciones de poder que están presentes en los espacios solidarios, y cuyo abordaje aparece como necesario. De este modo, el proyecto puede ser pensado como una metodología del común en tanto que contribuye a presentar y articular una serie de visiones disímiles sobre el mundo y ponerlas en conversación. Si en el caso del Buñuel la articulación se da en el interior del mismo colectivo, en el caso del proyecto Cartografía de la Solidaridad, la articulación se da entre las distintas organizaciones que conforman un mapa de la solidaridad en la región.

Como vimos en la sección tres, las metodologías del común buscan combatir el capitalismo cognitivo planteando lógicas alternativas a la acumulación bioeconómica en la producción de conocimiento. Frente a la idea de metodologías que buscan subsumir univocidad asociada a las lógicas positivistas de producción de conocimiento, el uso de las producciones narrativas como metodología del común pone en circulación varias visiones sobre el mundo y contribuye, en este caso, a la articulación de una multiplicidad de aproximaciones distintas sobre la solidaridad. De esta forma, planteamos que se realiza también una aportación, modesta, a reforzar las redes solidarias transnacionales que apoyan a personas migrantes en su tránsito, promoviendo los procesos de comunalización que alimenten a los mobile commons.

5. (IN)CONCLUSIONES: PUERTAS HACIA LA TRANSFORMACIÓN

A través de una revisión de dos investigaciones en las que hacemos uso de la metodología de las PN, en este artículo hemos desarrollado lo que entendemos por metodologías del común. Con esta idea, hemos buscado describir aquellas investigaciones que buscan combatir las lógicas del capitalismo cognitivo presentes en la investigación académica y contribuir a los procesos de generación de comunes en los lugares donde se insertan nuestras investigaciones. Para ello, hemos revisado dos de nuestras investigaciones que se hacen uso de la metodología de las PN y se inspiran en los principios de la epistemología feminista de Donna Haraway.

En este sentido, la propia posición desde la cual reflexionamos, que ilustramos a partir de la metáfora de la “barriga del monstruo” (Haraway, 1995), implica abordar las contradicciones y tensiones de realizar investigaciones desde nuestro contexto. En un lugar en el que se promueven prácticas de captura, privatización y valorización del conocimiento generado colectivamente, se hace necesario abordar aquellos mecanismos por los cuales estas prácticas se concretan. Como hemos visto, las metodologías del común plantean algunas propuestas para contrarrestar estos efectos. Este es el caso del Buñuel, donde los diferentes usos dados por el colectivo a las PN realizadas durante la investigación de Jaime cuestionan la lógica de expropiación y acumulación del capitalismo cognitivo. También lo es el del proyecto Cartografía de la Solidaridad, el cual busca generar una multiplicidad de voces para huir de la univocidad positivista y distribuir la experticia entre todas las organizaciones participantes en el proyecto.

Asimismo, hemos planteado que las metodologías del común refuerzan procesos de comunalización en la medida en que alimentan la articulación de la diferencia. Así, mientras que en el Buñuel esto tiene lugar en el interior del colectivo, manteniendo sus distintas partes unidas en la diversidad, en el caso de la Cartografía de la Solidaridad esto tiene lugar a través de la creación de un marco de relación para que se den nuevas interacciones entre iniciativas solidarias. A través de estas articulaciones, el uso de las PN contribuye a la reorganización de los significados y materialidades presentes en el escenario donde se insertan. A partir de este momento, nos gustaría pensar, se modifican también las condiciones de posibilidad que permiten la transformación social de estos contextos. Entendemos que esto es así en la medida en que la agencia se sitúa en las interrelaciones que nos constituyen, y que transformarla implica la reorganización de las redes que definen nuestras posibilidades de actuar en un contexto determinado (Montenegro y Pujol, 2014). Sin embargo, subrayamos, estas nuevas articulaciones no representarán nunca una garantía de cambio. Como nos dice Donna Haraway, la articulación es “siempre es una práctica no inocente, impugnable; los compañeros no se establecen de una vez para siempre. Aquí no hay ventriloquia. La articulación es un producto, y puede fallar” (Haraway, 1999: 141).

En este sentido, somos conscientes de la enorme capacidad generativa que entrañan los dispositivos de apropiación, valorización y acumulación capitalista de cara a moldear nuestras prácticas de investigación (Conesa y González, 2018; Gómez y Jódar, 2013; Gómez, Bravo y Jódar, 2015; Fardella et al, 2020). Los límites de las metodologías del común son evidentes, y su reproducción plantea grandes retos en base a la influencia de estos dispositivos que nos atraviesan.

¿Cómo podemos pensar en este tipo de investigación cuando nuestra participación en estos mismos sistemas de valorización determina nuestra supervivencia en las aguas revueltas de la carrera académica? Mientras encontramos una respuesta, llamamos a multiplicar las metodologías del común. El horizonte político que nos mueve es el de la posibilidad de ensayar nuevas formas de producción de conocimiento, con la esperanza de colaborar para abrir puertas, para construir mundos que sean más habitables, inapropiables y abiertos a transformación.

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Notas

1 Este trabajo ha sido parcialmente apoyado a través de un contrato Formación de Personal Universitario, del Ministerio de Ciencia, Cultura y Deporte (FPU17/01007), concedido a Álvaro Ramírez-March.
2 Que en adelante, pasaremos a denominar CSC, o simplemente “Buñuel”.
3 Para más información sobre este movimiento político, Rodríguez (2016), Monge (2017) o Ramírez-Blanco (2021), entre otras autoras, han escrito monografías al respecto.
4 Todas las PN resultantes del proyecto pueden encontrarse en https://archive.org/details/@cartografiasolidaritat


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