Artículos
Recepción: 27 Marzo 2021
Aprobación: 24 Mayo 2022
DOI: https://doi.org/10.5944/empiria.56.2022.34437
Resumen: En este artículo busco reflexionar sobre ciertos aspectos metodológicos de la práctica etnográfica como es el diseño y aplicación de entrevistas en el trabajo de campo con personas sordas. Como investigadores establecemos y utilizamos códigos de comunicación preminentemente orales al interactuar con los entrevistados, dando por descontado otras formas de comunicación y sin cuestionar el paradigma de la oralidad. Esto nos conduce a minorizar e invisibilizar otras formas de interacción, comunicación y participación presentes en la cotidianidad y no lograr ver estas otras formas como las ven las personas entrevistadas. Situarnos en el paradigma de la oralidad estaría sesgando la recolección de información al utilizar diseños metodológicos e instrumentos de investigación desde la imposición de un oralismo hegemónico sobre ciertas realidades. Por esta razón, mi objetivo es evidenciar, a partir de mi propia experiencia de campo con personas con sordera de una comunidad nahua de la Huasteca veracruzana, la posibilidad y necesidad de hacer entrevistas adecuadas, pertinentes, no minorizadoras ni excluyentes. Para ello analizo de modo valorativo y retrospectivo lo que fue el diseño y aplicación de la entrevista etnográfica y las adaptaciones y mejoras que fueron necesarias o se habrían necesitado. Así, primeramente, indago acerca de los principios epistemológicos y axiológicos que orientaron esta práctica etnográfica, para después abordar los problemas técnicos y empíricos que surgieron y exponer cómo fue el proceso de adecuación de la entrevista y cuáles fueron los principales retos en su aplicación, registro y uso epistémico. El resultado de este análisis nos ofrece orientaciones metodológicas para hacer aplicable y eficaz la técnica de la entrevista a personas con sordera desde otras formas y códigos de comunicación no orales, que el investigador debe reconocer, adaptarse y manejar por sí mismo, con el apoyo de otros especialistas y con la colaboración de la comunidad a fin de entender en sus propios términos a las personas objeto de estudio.
Palabras clave: Metodología, etnografía, entrevista, sordera, comunidad indígena.
Abstract: In this article I seek to reflect on certain methodological aspects of ethnographic practice such as the design and application of interviews in fieldwork with deaf people. As researchers, we establish and use predominantly oral communication codes when interacting with the interviewees, taking other forms of communication for granted and without questioning the orality paradigm. This leads us to minorize and make invisible other forms of interaction, communication and participation present in everyday life and not be able to see these other forms as the people interviewed see them. Placing ourselves in the orality paradigm would be biasing the collection of information by using methodological designs and research instruments from the imposition of a hegemonic oralism on certain realities. For this reason, my objective is to show, from my own field experience with deaf people from a Nahua community in the Huasteca of Veracruz, the possibility and need to conduct adequate, pertinent, non-minorizing or excluding interviews. To do this, I analyze in an evaluative and retrospective way what was the design and application of the ethnographic interview and the adaptations and improvements that were necessary or would have been needed. Thus, firstly, I inquire about the epistemological and axiological principles that guided this ethnographic practice, to later address the technical and empirical problems that arose and expose how was the process of adaptation of the interview and what were the main challenges in its application, registration, and epistemic use. The result of this analysis offers us methodological guidelines to make the interview techniques applicable and effective to deaf people from other non-oral forms and codes of communication, which the researcher must recognize, adapt and manage him/herself, with the support of other specialists and with the collaboration of the community in order to understand the people under study on their own terms.
Keywords: Methodology, Ethnography, Interview, Deafness, Indigenous community.
1. INTRODUCCIÓN
En este artículo analizo ciertos vacíos y problemas metodológicos presentes en la aplicación de entrevistas de campo a personas en condición de sordera. Esta indagación surge de mi experiencia estudiando este fenómeno dentro de comunidades indígenas (2019-2021) y la problematización del proceso de recogida de información y construcción del dato.
Cuando el investigador trata de obtener información directa de una población, comúnmente aplica la técnica de la entrevista, recurso que suele definirse a partir del modelo de conversación oral. Es decir, el código de comunicación que se establece entre el entrevistador y el entrevistado es de carácter preminentemente oral, basado en la interacción lingüística entre ambos interlocutores. Aun cuando el investigador enfatiza los rasgos no verbales del proceso comunicativo (cinéticos, proxémicos, entonación, etc.), la información obtenida por el investigador es interpretada exclusivamente como un mensaje oral.
Esta limitación está presente en los manuales etnográficos al uso (Orti 1976, Alonso 1994, Perini 2010) donde el paradigma de la oralidad aparece como un supuesto no reflexionado ni cuestionado. Como consecuencia no se cuenta con una praxis metodológica de carácter crítico acerca de cómo articular una entrevista no oral en aquellos casos donde la entrevista oral no tiene lugar. Por el contrario, comúnmente se da por sentado un ideal de “entrevistado” que excluye los modos no verbales de “hablar”, como es el caso de las personas en condición de sordera. Omitir estas formas no orales de comunicación lingüística implica invisibilizar y excluir a sujetos, individuales o colectivos, como agentes susceptibles de interactuar con el investigador, siendo esta una cuestión de primera importancia cuando dichos sujetos constituyen el objeto de investigación de las ciencias sociales.
Esta problemática supone una minorización de los sujetos con formas y capacidades comunicativas no orales, tal como ocurre en el marco de la diversidad lingüística, donde se privilegia a aquellos que participan de la lengua y los usos lingüísticos del entrevistador (Figueroa 2021). Para ilustrar y analizar este “olvido metodológico”, parto de mi experiencia concreta estudiando el fenómeno de la sordera en comunidades indígenas -aunque eso no limita el diseño construido para ser ajustado y utilizado en otros contextosy planteo la necesidad de elaborar un diseño de entrevista que responda a los retos planteados por las características particulares de mi investigación. Esta investigación se llevó a cabo en la localidad de Ahuacapa, ubicada en la Huasteca veracruzana. Esta comunidad cuenta con una población de 887 habitantes de la cual 99.8% es indígena, con un 88.9% hablantes de náhuatl, de los cuales 12.6% no hablan castellano (INEGI 2017) y entre los cuales encontramos personas en condición de sordera.
Esta experiencia me mostró la necesidad de estudiar críticamente las bases metodológicas de la etnografía que aparecen típicamente ligadas al paradigma de la oralidad. Así, nos enfrentamos a un fenómeno que podríamos describir como una doble exclusión, por un lado, de una lengua minoritaria (náhuatl) frente a la lengua hegemónica (castellano) y, por el otro, de la comunicación desde la sordera frente a la oralidad como forma mayoritaria de expresión, es sobre esta última situación sobre la cual me voy a centrar.
Conviene iniciar señalando ciertas limitaciones metodológicas del proceso de investigación. Los estudios de campo centrados en el recurso de la entrevista tienen como objetivo principal obtener información directa de los miembros que componen la comunidad en cuestión. La idea de una “conversación con propósito” es central en el modelo de la entrevista etnográfica, en la que el investigador plantea preguntas orientadoras de acuerdo con los objetivos previamente establecidos (Callejo 2002, Flick 2004, Monje 2011, Alonso 1994). Pero la noción misma de “conversación” se articula bajo el paradigma de la oralidad, dando por descontado que la capacidad comunicativa del ser humano se manifiesta lingüísticamente mediante códigos ajenos a éste (Perini 2010). Dicha limitación que surge por la falta de reconocimiento de “otras” formas de comunicación supone un sesgo epistémico que en última instancia tiende a ignorar e incluso a violentar la identidad, percepción y capacidades de determinados individuos o colectivos que no participan del paradigma hegemónico de la oralidad.
2. OBJETIVO
El objetivo principal de este artículo consiste en cuestionar los modelos prescriptivos de la implementación de la entrevista con la finalidad de proponer adaptaciones y nuevos formatos acordes con las características comunicativas de personas en condición de sordera que permitan su entrevista. Así mismo, se busca evaluar la suficiencia epistemológica de esta propuesta frente a los retos planteados en términos de acceso a la información y de los sesgos culturales y comunicativos. En este sentido, las adaptaciones metodológicas del modelo de entrevista propuesto para la investigación recogen ciertos lineamientos axiológicos considerados típicamente por la bibliografía clásica (Orti 1976, Goetz y LeCompte, 1988, Alonso 1988, Alonso 1994, Velasco y Díaz 1997, Valles 2002, Kvale 2008) como sesgos y limitaciones en el acceso a datos válidos. Así, valores como la generación de confianza y empatía en los agentes sociales (Montes de Oca 2016, Díaz de Rada 2016), la adecuación a las características del entrevistado, el uso de sus lenguajes y formas comunicativas y el reconocimiento de su entorno, constituyen elementos esenciales de la adecuación metodológica de la propuesta en cuestión. Por tanto, este objetivo persigue generar aportaciones en este sentido.
3. IMPLICACIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS DE LA ENTREVISTA ETNOGRÁFICA A PERSONAS SORDAS
Antes de pasar a describir la adecuación del diseño de entrevistas realizadas en la investigación mencionada, me gustaría reflexionar sobre ciertos supuestos explícitos en la metodología cualitativa acerca de la comunicación con personas sordas. La aplicación del modelo etnográfico y las adecuaciones concretas a la estructura de la entrevista suponen el reto de lo que podríamos denominar una “doble traducción”, la primera de carácter transcultural y la segunda en términos de prácticas comunicativas señadas a lenguaje oral. Es por ello que los rasgos centrales del modelo de esta investigación integran una perspectiva pluralista en la que el investigador asume su posición de relativo distanciamiento frente a los sujetos del estudio, mientras que, por otra parte, pretende reconstruir su “mundo de la vida” (Wittgenstein 1988), es decir, la perspectiva subjetiva pero socialmente constituida del entrevistado, asumiendo que éste, mejor que nadie, está en condiciones de articular una narrativa en torno a su experiencia desde la sordedad. El investigador, en este sentido, dirige la entrevista desde preguntas relativamente abiertas hacia aspectos más específicos y confrontativos de la conversación (Flick 2004) que le permitan reconstruir la experiencia del entrevistado desde su perspectiva, tanto cultural como lingüística. A continuación, delineamos los rasgos centrales del método, señalando los presupuestos axiológicos y epistemológicos que lo orientan y dan sentido teórico-práctico.
3.1. Hacia una etnografía desde la sordera
La perspectiva metodológica asumida en esta investigación se elabora, en primera instancia, a partir de un distanciamiento respecto de las etnografías clásicas. Estas se pueden resumir en dos modelos. El primero, en la vertiente de Malinowski (2001), de inspiración positivista y articulada a partir del paradigma de las ciencias naturales, tiene su principal expresión en el modelo de la “observación participante”. El segundo, desarrollado a partir de la noción de “entrevista etnográfica”, consiste en la “reconstrucción diacrónica de la historia oral” en la versión de Franz Boas (2010), cuya característica principal consistiría en la articulación de los códigos culturales mediante la reconstrucción de “matices verbales, pautas ideológicas y estructuras discursivas que caracterizan al grupo estudiado” (Dietz 2017).
En el primer caso nos encontramos con la noción de la ciencia como conocimiento derivado de los hechos de la experiencia1. Esta perspectiva se puede expresar con una metáfora usada por algunos críticos de la epistemología tradicional (Rorty 1983), según la cual el investigador sería un “espejo” del fenómeno social observado en la medida en que este pone entre paréntesis sus propios sesgos cognitivos y culturales para reflejar objetivamente los hechos. Dicha imagen supone que la observación es previa a la teoría, o lo que es lo mismo, que los marcos epistémicos del investigador no orientan ni condicionan su objeto de estudio, al cual el investigador tiene acceso mediante la aplicación de ciertas técnicas metodológicas de acercamiento a los hechos sociales (observación participante, entrevista en profundidad, etc.).
La imagen del espejo ha sido ampliamente criticada por la epistemología post-analítica inspirada en la noción de los “juegos de lenguaje” (Wittgenstein 1988). Estas objeciones deben ser recogidas por una etnografía que pretenda posicionarse en una perspectiva crítica. Así, la observación etnográfica, lejos de ser previa al marco teórico del investigador y a los condicionamientos y perspectivas axiológicas propias de su comunidad epistémica es, por el contrario, la condición misma de posibilidad para la comprensión de la alteridad cultural en cuanto objeto de estudio etnográfico. Así, el resultado de una entrevista etnográfica será exitoso en la medida en que el investigador sea capaz de comprender las normas prácticas puestas en juego por el proceso comunicativo y reflexivo.
Así, una etnografía crítica buscará asumir el lugar de enunciación de su discurso, explicitando la situación del investigador respecto de lo investigado en una lógica que quiebre el dualismo del sujeto-objeto (Dietz 2017) y la dicotomía hecho-valor (Putnam 2004). Se buscaría elaborar una metodología que abreve de ontologías relacionales, es decir, no centradas en objetos, sino en procesos dialécticos entre los agentes de estudio, su entorno cultural y sus relaciones transculturales. Entonces, buscamos posicionarnos en una perspectiva metodológica que sirva como base para una etnografía que dé cuenta de los grupos lingüísticos minoritarios, de su especificidad identitaria y de los procesos sociales de planificación lingüística de que son objeto.
Se asumiría una perspectiva constructivista que concibe los marcos conceptuales y paradigmas compartidos por una comunidad dada, con sus prácticas y formas concretas de comprensión de la realidad, como condiciones que determinan el contenido del conocimiento y la forma de aproximación al fenómeno social que se pretende describir. Esta reapropiación de conceptos como “esquema teórico”, “inconmensurabilidad” o “cosmovisión” (Weltanschauung) no implica abandonar los criterios de adecuación para la descripción, traducción y comprensión de las prácticas socioculturales externas al paradigma del investigador. Por el contrario, esta perspectiva proporciona lineamientos para elaborar entrevistas que tengan como objetivo hacer inteligible la situación subjetiva de los entrevistados. Es esta una condición indispensable para lidiar con las problemáticas de una investigación que se enfrenta a la necesidad de establecer un doble proceso de comprensión, a saber, el de la traducción de un paradigma cultural a otro; y el de la traducción de un modo de expresión gestual a otro centrado en la oralidad. Esta forma de entender el constructivismo hace compatible la tesis kuhniana (Kuhn 2007) de la inconmensurabilidad -en su sentido de “formas de ver el mundo” (Fernández 1995: 446)con un pluralismo metodológico lo que, si bien reconoce que toda descripción de la realidad se hace desde una perspectiva situada, en la que intervienen los saberes, intereses y propósitos teórico-prácticos del investigador, por otra parte, ello no supone un etnocentrismo que vuelva inoperable el ejercicio de traducción y comprensión de la alteridad cultural. En términos de León Olivé el constructivismo pluralista…
Lejos de conducir a una visión de las culturas como si cada una estuviera encerrada en su propio mundo y fueran incapaces de cooperar y de interactuar enriqueciéndose mutuamente, el pluralismo acepta que, en principio, es posible que los miembros de una comunidad o de una cultura interpreten a los de otra diferente […] y que lo mejor para todas las culturas es la interacción fructífera, a condición de que ninguna se arrogue la supremacía en el campo del conocimiento ni en el de la moral. (2003: 125)
En este sentido, Montes de Oca (2016: 4) ha enfatizado el “potencial de la intersubjetividad” para el método etnográfico, como superación de los supuestos básicos del positivismo. Esta dimensión intersubjetiva es precisamente la idea que articula una “plasticidad metodológica” que la autora describe en términos de un “ponerse en los zapatos del otro”.
La dimensión intersubjetiva del proceso de construcción de conocimiento y su potencial para el diálogo entre culturas se alimenta de la hermenéutica en la medida en que articula un modelo “comprensivo” para la interpretación como alternativa a la explicación causal que presenta a la etnografía como un “discurso homogéneo y cerrado” (Velasco y Díaz 1997). En su lugar una etnografía intersubjetiva se plantea, como objetivo, el alcanzar una “fusión de horizontes” (Gadamer 1999) en la que, los prejuicios (en sentido hermenéutico) del investigador, lejos de representar una limitación para la comprensión de “otros mundos”2 es la condición misma de su posibilidad. En este sentido, conviene hacer explícitas las siguientes notas acerca de las nociones de descripción y traducción que se encuentran en el núcleo de las entrevistas elaboradas para mi investigación:
Finalmente, estas consideraciones se enmarcan en el contexto de una dinámica de fuerzas estudiada por la ecología de presiones. Este modelo nos permite analizar los componentes que ejercen presión a favor o en contra de la preservación y desarrollo de las lenguas minoritarias como es el caso de las lenguas señadas. Las presiones ejercidas en un sentido o en otro son explicadas a partir de la noción de interés, cuyos factores determinantes son las creencias, valores, ideologías y necesidades (Terborg y García 2011) que configuran actitudes frente a la lengua. Por ejemplo, una comunidad con autoconciencia de su identidad cultural puede mantener actitudes favorables al mantenimiento y conservación de su propia lengua, mientras que, en sentido opuestos, factores económicos, territoriales o sociales (acceso a la escolaridad o al trabajo, por ejemplo) tienden a promover intereses contrarios a la lengua minoritaria y favorables a una lengua dominante en nuestro caso, lenguas señadas frente lenguas orales.
Las presiones en conflicto juegan un papel crucial en la explicación de las dinámicas de poder. El poder puede ser producto del consenso comunitario o puede devenir dominación en la medida en que implique el control (Van Dijk, 1999) de un grupo sobre otro en función de una relación asimétrica. Terborg y García (2011: 31) señalan que “El desplazamiento de una lengua minorita por una lengua mayoritaria es un proceso que da cuenta de las relaciones de poder”. Así, la fluctuación en las dinámicas de poder constituye un factor explicativo fundamental del debilitamiento de una determinada lengua, dialecto u otros códigos lingüísticos minoritarios. Si una persona quiere hacer uso de una lengua o una forma de comunicación minoritaria y alejada del uso comunicativo hegemónico, tanto más probable es que sea minorizada su forma de comunicación dada una determinada relación de poder como la que se establece en una entrevista, donde la negociación de los términos de la misma es en sí una forma de presión para poder imponer las formas, lenguajes y códigos del investigador.
3.2. Reconociendo la diversidad lingüística y comunicativa en la sordera
La reproducción del imaginario metodológico dominante en el que los investigadores practican los procedimientos de entrevista oral-escrita con base verbal, articulado además desde las lenguas hegemónicas, nos impone la labor crítica de análisis del fenómeno denominado por algunos autores como “entrevista lingüísticamente minorizadora” (Figueroa 2021) que supone, durante la negociación y aplicación de la entrevista, imponer las características lingüísticas del entrevistador y perpetuar a través de esa imposición una infravaloración de las formas de comunicación del entrevistado, aun en perjuicio del propósito investigativo. El hecho de que los marcos teórico-empíricos desde los cuales se diseñan las técnicas de investigación vigentes estén condicionados por ese sesgo, tiene como consecuencia el que, tanto los diseños metodológicos como su aplicación concreta produzcan ese efecto “minorizador” al no reconocer y adaptarse a las especificidades lingüísticas y comunicativas de las poblaciones estudiadas. Esto implica, en última instancia, que como investigadores tendamos a marginar y reproducir la violencia simbólica, psicológica y física a partir de la exclusión de determinados sujetos sociales, responsabilizándolos tácitamente del fracaso en el proceso comunicativo y haciéndoles creer que la responsabilidad por las trabas y dificultades comunicacionales recaen en ellos y no en el investigador.
En ese sentido, el investigador sigue actuando como agente oralizador en lo que ciertos autores han considerado como una falta de reconocimiento de las particularidades expresivas de los sujetos entrevistados (Welch y Piekkari 2006). Esta noción puede aplicarse a las personas en condición de sordera en la medida en que se constituyen como un colectivo con características culturales y formas de expresión propias, pues la sordedad implica una forma de habitar el mundo en la que se manifiesta una pluralidad de perspectivas propias de la diversidad inherente a la cultura humana.
Precisamente en el contexto de los estudios de campo realizados para esta investigación se presentó la necesidad de una metodología que, partiendo de la conciencia de aquellos sesgos que se ocultan tras la apariencia de una supuesta neutralidad, integran las prácticas comunicativas de aquellos sujetos no contemplados por los modelos etnográficos dominantes. Conviene señalar que el tratamiento de este tema, por la búsqueda que he realizado, es prácticamente inexistente tanto en los manuales como en las obras de referencia para el estudio empírico de las realidades sociales antes mencionadas. Es precisamente por estas razones, que considero relevante una investigación que explore la posibilidad de establecer un modelo teórico-práctico para entrevistas “no oralizadoras” y que a su vez responda a la necesidad de adquirir información precisa, fluida y profunda. Esto resulta de especial importancia, dado que en los últimos años se ha impulsado el desarrollo en el campo de la investigación acerca de la sordedad, con una perspectiva centrada en las personas, sus vivencias y sus testimonios.
Como hemos visto, la implementación de entrevistas en la investigación etnográfica continúa dominada por el imaginario investigativo de la oralidad, dando por descontadas otras formas de participar y dar respuesta a las preguntas generadas por el investigador. Se torna casi inconcebible la posibilidad de construir metodologías orientadas hacia las diversas formas de comunicación y expresión de los participantes en el proceso investigativo. En este sentido, enfatizando las formas de comunicación de las personas con sordera, las entrevistas se diseñarían a partir de las formas de comunicación utilizadas por las personas en condición de sordera.
Sin embargo, deberíamos evitar nuevamente estar incurriendo en la minimización de la lengua si partimos de un imaginario que simplifica y generaliza lo que es “la lengua de los sordos”, dado que las personas en condición de sordera poseen formas de comunicación no estandarizadas que constituyen su propia diversidad y heterogeneidad lingüística y comunicativa. Por desconocimiento de ellas, se reduce, en el mejor de los casos a una entrevista en la lengua señada hegemónica, en mi caso la lengua de señas mexicana (LSM), estandarización a su vez de una lengua señada basada en un español escrito sobre el que se establece un alfabeto dactilológico. Este modelo impone una presunta lengua natural de la comunidad sorda, pero que es un trasunto de la lengua española, marcada por una concepción nacionalista de las lenguas (cfr. Moreno 2008, 2013: 127-136) e impuesta incluso sobre la misma diversidad lingüística nacional. Por tanto, la entrevista en tales términos exige consciencia y sensibilidad para evitar tal situación o efecto, que no sólo perjudica a la persona en condición de sordera como sujeto y colectivo, sino que hace de la entrevista un simulacro de comunicación abierta, fluida, eficaz y productiva, pues el ser del entrevistado se ve invisibilizado y reprimido.
4. DISEÑO E IMPLEMENTACIÓN DE ENTREVISTAS
Habiendo esclarecido los lineamientos metodológicos y axiológicos arriba mencionados como marco general de mi investigación, me centraré en el diseño de las entrevistas, diseño que suele ir acompañado de una planeación general acerca del proceso para su aplicación. Para ello se hizo necesario construir las etapas de la investigación que, partiendo de las propuestas de Kvale (2008) y de Valle (2002) podemos resumir en dos etapas, la primera, de diseño teórico y la segunda, de diseño empírico.
En lo concerniente al diseño empírico, se establecieron diversos momentos, tales como la negociación, la elaboración del guion de entrevista y la aplicación de entrevistas (Kvale 2008). En ocasiones, también fue necesaria su modificación a partir de un reconocimiento acerca de qué planteamientos y desarrollos resultaban viables y productivos en un sentido metodológico, pero también axiológico, en la medida en que la investigación se orientaba por un principio de reconocimiento del ser diverso. Desde los métodos cualitativos y etnográficos, las entrevistas (estructuradas, semiestructuradas, a profundidad, etc.) intentan adquirir información plural de carácter narrativo (y no meramente estadístico) que integre las distintas perspectivas del mundo de los entrevistados desde su propia voz (Kvale 2008). Sin embargo, se asume que el medio “natural” para realizar las entrevistas es desde la oralidad, dejando de lado otras formas para expresar las concepciones epistemológicas de los entrevistados. Las asimetrías que se generan al tomar el rol de entrevistador, a diferencia, por ejemplo, de una charla entre amigos (Kvale 2008), puede contrarrestarse al optar por un enfoque de colaboración dejando de lado el poder que se llega a ejercer para obtener la información que se busca.
Como ya dijimos en relación la construcción del guion de entrevista se pensó para personas oyentes y personas en condición de sordera. En el primer caso, se construyó siguiendo los lineamientos sugeridos por Kvale (2008) y de Valle (2002), los cuales conducen a la construcción de un escenario de confianza para el entrevistado y de seguridad para el entrevistador. A partir de ello se siguió una secuencia en etapas durante la conversación. En cuanto a la aplicación a entrevistados oyentes ellos solicitaron que éstas fuesen aplicadas en castellano y no en náhuatl (lengua materna). En el caso de las personas con sordera se retomó el guion utilizado con oyentes, pero con adecuaciones relativas a las formas de preguntar en el sistema de señas vernácula, así como de las expresiones y gestos que se debían utilizar para dar a entender de manera clara los requerimientos de la investigación. Las entrevistas a personas sordas fueron aplicadas en lenguaje señado y haciendo uso, previo consentimiento, de videograbación. En el caso de las personas que no concedieron permiso para grabar, fueron aplicadas las mismas entrevistas en señas, pero se añadió un guion de entrevista escrita con el objeto de complementar la información que se proporcionaba en el momento. Este último guion se aplicó solo a personas sordas escolarizadas y con uso de español escrito, otros respondieron desde una adquisición de un español escrito en sus inicios y complementaron dibujando lo que consideraban se acercaba a lo que se preguntaba.
4.1. Negociar el acceso y la participación
La negociación en cuanto a la participación, aceptación y formas de recopilación de información se mantuvieron en castellano, pues los pobladores establecen contacto comunicativo con los forasteros en la lengua oral de los visitantes. Es hacia el interior de la población que las prácticas comunicativas se mantienen en náhuatl, lo que tiene como resultado que el sistema de señas utilizado por la mayoría de pobladores sordos de la comunidad esté construido desde el náhuatl y el castellano. En el intento por elaborar una metodología no centrada en objetos, sino en procesos dialécticos y sus relaciones transculturales, se priorizaron las decisiones tomadas por los pobladores oyentes y sordos en cuanto a su especificidad cultural. Esto, por ser en ocasiones, excusa para rechazo y minorización de sus formas de comunicación y de interacción. Los permisos y negociación para el acceso a campo fue lo primero que se realizó, dado que se consideró ético (Kvale 2008) contar con los permisos por parte de los pobladores y docentes para tener el acceso a campo.
Una investigación con estas características plantea una serie de retos. En primer lugar, tratar de minimizar la agencialidad del investigador como conductor lingüístico; en segundo lugar, desjerarquizar la situación asimétrica inherente a la relación investigador-entrevistado; finalmente buscar una plasticidad metodológica (Montes de Oca 2016) que permita recopilar información fluida, completa y pertinente. Con estos lineamientos como base, se construyeron guiones de entrevistas desde la oralidad que posteriormente fueron ajustándose a las formas de comunicación de los agentes, para así poder acercarnos a sus modos de comprensión, pensamiento y conocimiento. Para ello, fue necesario un acercamiento personal antes de implementar instrumentos de recolección de información.
Puesto que se desconocían las diferentes formas de comunicación y expresión de los pobladores de la comunidad, se planteó el ingreso a campo a partir de un taller de iniciación musical para personas en edad escolar y con diversidad funcional. En cierto modo, el taller se convirtió en una estrategia para lograr un acercamiento y alcanzar cierta confianza con los pobladores de la comunidad, conocer las formas de comunicación a las cuales me enfrentaría y, de esta manera, conformar el grupo de participantes para la investigación. Los procesos de selección de las personas que conforman el grupo de participantes en el proceso investigativo no es estático, sino dinámico y secuencial (Zelditch 1962). Por tanto, se integraron personas con sordera en edad adulta, personas sordas y oyentes en edad escolar y pobladores que tuviesen relación cercana y/o directa con ellas, sobre todo, personas que mantuvieran un contacto y una convivencia diaria.
Para justificar mi presencia en la localidad expliqué el objetivo del taller. Cabe añadir que, al término de este, se solicitaron los permisos a las personas interesadas en participar en el proceso de recolección de información, siempre que estos cumplieran con los criterios necesarios para conformar el grupo de participantes (Goetz y Le Compte 1988). Por otra parte, para complementar los criterios de selección, respetando la voluntad de las personas interesadas en participar se acordó que firmarían los permisos para entrevistas y observación cuando ellos así lo decidieran. Los acuerdos para llevar a cabo las entrevistas y las observaciones pertinentes se pensaron y construyeron a partir de ciertas directrices éticas denominadas por algunos autores como una “calidad moral” de la investigación (Valle 2002). Estas directrices implican aspectos tales como el consentimiento informado, la confidencialidad y conocimiento adecuado de las consecuencias. Las personas oyentes firmaron dicho consentimiento donde se describían las prácticas que se realizarían, así como los usos y alcances que podría tener la información recabada.
En el caso de menores de edad, los padres firmaron por ellos. Cabe mencionar que antes se preguntó a los menores si querían participar y partiendo de ello se firmó. En algunos casos, expresaron la negativa a ser fotografiados o videograbados. En otros, se acordó que estaría presente un intérprete conocedor del sistema señado que utilizan algunas personas sordas como apoyo para optimizar la conversación. Además, algunos permitieron que la entrevista se realizara en LSM y se videograbara.
En las personas sordas adultas que desconocía el sistema de comunicación que utilizaban, fue a través de un familiar (esposa y sobrina) que se ofreció para colaborar en el proceso de investigación. Los familiares comunicaron al adulto sordo y este accedió a participar. Sin embargo, tratando de no infringir la voluntad del entrevistado, el día en que se realizó la entrevista, el intérprete le explicó sobre los permisos y sobre la videograbación. Para manifestar su acuerdo se le pidió que pusiese su huella digital como símbolo de autorización (las personas sordas adultas no están alfabetizadas) en el documento, pero él solo dijo que con un apretón de manos era suficiente. Concretados los permisos se prosiguió con el trabajo de campo.
4.2. Observar para poder preguntar: acerca de las modalidades y formatos para una entrevista
El proceso de observación inició en agosto de 2019 en el ámbito familiar, comunitario y escolar. El guion de observación se construyó desde categorías etic, estando dirigido a los principales sujetos de la investigación, las personas en condición de sordera de diferentes edades y al margen de su nivel de escolaridad y sus familiares. Se priorizaron las formas de interacción social, aprendizaje y comunicación entre sordos y oyentes. Estar en la comunidad me permitía la observación de acciones, usos de lenguaje e interacciones que no se habían contemplado en la construcción de los guiones de entrevista. Por tanto, los temas a considerar fueron ajustados. En ellos se retomaban las prácticas e interacciones entre sordos y oyentes fuera de los espacios educativos y de mayor interacción social.
Tratando de no dar por descontado u obviar la sensibilidad, empatía y reconocimiento de las particularidades expresivas y epistémicas de los participantes (Welch y Piekkari 2006, Kvale 2008), se acordó entre los entrevistados y yo que la aplicación de las entrevistas sería en el sistema de comunicación en el cual se sintieran en confianza y comodidad para expresar sus respuestas y comentarios. Al respecto, surgió la necesidad de construir un guion de entrevista para que, desde él, pudiesen responder de forma escrita y en la lengua en uso, en este caso, un acercamiento al castellano. Fue así cómo se pudieron observar las limitaciones en cuanto a la implementación de entrevistas a personas en condición de sordera y esto nos condujo a la revisión y ajustes en la construcción de estrategias metodológicas. De esta manera se pudo realizar el trabajo de campo incluyendo otras prácticas comunicativas alternativas al modelo oral, mismo que excluye de manera intencionada o no intencionada las distintas formas de comunicación dado su uso mayoritario.
La plasticidad metodológica resultó esencial al momento de realizar los ajustes pertinentes con el objetivo de incluir a las personas sordas como participantes activos, capaces de dar cuenta de su realidad social y comunitaria. Respetando las formas de comunicación y expresión de las personas sordas, se complementó la entrevista semiestructurada etnográfica con entrevistas en lengua de señas, en modalidad señada y escrita. Es decir, desde los cimientos de los modelos clásicos de metodología, se pretendía obtener información de viva voz de las personas, ya sea oral o escrita y, en este caso, se complementó con las entrevistas señadas, gestuales y escritas en el sistema de comunicación de los sordos (Bodgan 2013). Todo esto se hizo, con la finalidad de establecer un modelo teórico-práctico para entrevistas no oralizadoras que permitiesen alcanzar fluidez, profundidad a la vez que precisión y relevancia en cuanto a la información que se necesitaba recabar.
Las necesidades que se iban suscitando se tomaban en cuenta con la finalidad de complementar la metodología, la cual partía de un modelo oralizador. Los ajustes fueron los siguientes:
Adaptación de modelos teórico-prácticos orales como base y de entrevistas para poder implementarse a personas sordas con y sin escolarización.
Apoyo de intérprete como modelo lingüístico sordo con uso de LSM y señas locales de la comunidad.
Prioridad en la inclusión de miradas, expresiones, pensares y formas de percepción de las personas con sordera, centrados en sus modos de aprendizaje y comunicación.
Capacitación del investigador que permitiera reconocer y emplear formas de comunicación de la población oyente y sorda.
4.3. Aplicación de entrevistas a personas en condición de sordera y oyentes
Después de algunos meses de visitar la comunidad, impartir un taller y conocer acerca de la dinámica social se aplicaron las primeras entrevistas en enero de 2020. Era evidente prever que se presentarían ciertas dificultades al realizar entrevistas a personas sordas con poco o nulo uso de LSM. Sin embargo, no se tenía presente la dimensión de la problemática a enfrentar, es decir, se encontraron tres grupos generacionales de personas sordas con distintas construcciones de canales de comunicación en cada una de ellas. Esta situación amplifica los conflictos y barreras para la comunicación al ingresar a los ámbitos educativos y laborales. Por tanto, se hizo necesario, lograr estrategias que permitiesen a las personas en condición de sordera de la comunidad expresar las situaciones por las que atraviesan, lo que solo era posible en la medida en que como investigadora empatizaba con sus formas de comunicación.
Las entrevistas a las personas sordas se dividieron por logística y precisión, en tres fases. La primera dirigida a personas sordas en edad escolar con permiso de videograbación y uso de LSM. La entrevista se mantuvo en un lenguaje señado con apoyo de un intérprete sordo quien utiliza LSM y conoce el sistema de señas locales. Posteriormente, se procedió con la entrevista escrita con el objetivo de propiciar que los sujetos pudiesen plasmar en el papel lo que no pudieron o no quisieron comunicar de manera gestual, lo que permitió complementar la información obtenida en la entrevista en señas.
En la segunda fase se implementó la entrevista a los menores en condición de sordera en los casos donde no se autorizó la videograbación y donde sus canales de comunicación es un escaso castellano escrito, pocas señas y en algunos casos nulas. Se realizó la entrevista en señas y se escribió en notas de campo la información que se lograba captar. Pese a no poder videograbar, se obtuvo información complementaria mediante charlas posteriores a la conclusión de la entrevista en las que se recabaron notas de campo. Este tipo de conversaciones resultaron muy enriquecedoras para la investigación pues en ellas surgieron comentarios referentes a las preguntas que, por alguna situación, no comunicaron ni en la entrevista señada ni en la escrita.
En la tercera fase, la entrevista se dirigió a personas sordas adultas que no fueron alfabetizadas, por tanto, su comunicación no era en LSM ni tampoco en señas locales, se esperaba que fuese en náhuatl. Sin embargo, sus señas estaban creadas desde escenificación a partir de las formas de las cosas. En un primer momento, se mantuvo una conversación con los familiares, estando presente la persona sorda y tratando de conocer un poco de las formas o señas usuales entre ellos. Después de familiarizarse con los temas representativos ingresamos a la casa, colocaron sillas en torno al comedor y cada quien tomó el lugar de su agrado. Ya instalados se implementó la entrevista en señas con la persona sorda, sin embargo, los familiares que estaban sentados cerca trataban de generar una interpretación desde sus propias experiencias y a partir de la convivencia cotidiana que habían mantenido con el entrevistado.
Quizá la implementación de esta entrevista fue la que se tornó más compleja al establecerse una interpretación por relevos. Esto, porque la esposa del entrevistado, hablante de náhuatl y de un poco de castellano, quería mostrar su apoyo interpretando para nosotros lo que su esposo sordo comunicaba. A la vez, una sobrina, interpretaba el náhuatl de la tía al español, lo cual por momentos resultaba confuso. Decidir a qué atender, qué escribir y también interpretar las respuestas del entrevistado con sordera, generaba una serie de emociones que conducían a querer guardar ese momento y después vivirlo nuevamente al reproducir el video. En este caso se concedieron los permisos para recabar información audiovisual. Esto facilitó e hizo más fluida la entrevista a profundidad. A manera de complemento, se entrevistó a los familiares en castellano y a la esposa del entrevistado sordo en náhuatl.
El hecho de regresar a casa después de haber finalizado la etapa de recolección de información por medio de entrevistas, observación y diario de campo, remite a un proceso interpretativo en el cual surgen diferencias o problemas en torno a lo oral y lo escrito (Kvale 2008). Las entrevistas, conversación cara a cara, se plasman de manera escrita, lo cual se transforma y se considera fundamental. Sin embargo, no es una tarea fácil dado que implica transcripciones e interpretaciones de la lengua oral a la lengua escrita y, en nuestro caso, se cruzaron traducciones e interpretaciones de la lengua señada, castellano escrito y lenguaje escenificado al español escrito.
Las entrevistas no son un calco de una lengua oral o señada a una escrita. Transcribir es parte de un proceso de transformación (Kvale 2008), lo cual nos sitúa en una doble traducción al tratar de transcribir de una lengua señada a una lengua escrita. Sin embargo, en el proceso de traducción e interpretación, se trató lo mas posible de capturar, en el caso de las entrevistas señadas, las expresiones y percepciones desde la perspectiva sorda, para lo cual resultó esencial el apoyo de un intérprete sordo..
5. TRANSCRIPCIÓN, INTERPRETACIÓN Y VALIDACIÓN DE INFORMACIÓN
Recabada y ordenada toda la información, se continuo con el proceso de transcripción. En el caso de la información en castellano, se transcribió y se clasificó sin apoyo. El uso de grabación es el medio más utilizado para resguardar información de una entrevista y ofrece la posibilidad de analizar la interacción interpersonal (Kvale 2008). Sin embargo, se llegan a perder varios elementos importantes de una entrevista cara a cara como son el tono de voz y las entonaciones que utilizan al responder a ciertos temas que se abordan en ella. En las entrevistas señadas es necesario el uso de la videograbación dado el canal de comunicación de las personas sordas en donde la seña y el signo son el canal de comunicación que no debe perderse en una entrevista con personas en condición de sordera.
En el caso de las entrevistas señadas en LSM se realizó la primera transcripción desde mi conocimiento en LSM y posteriormente se elaboró una segunda transcripción con nuestro intérprete de apoyo para corroborar y/o complementar la transcripción a partir de su traducción e interpretación. Para la transcripción de entrevistas con clasificadores y representaciones escénicas, como ya mencioné antes, fue necesario realizar la interpretación desde el apoyo del intérprete sordo.
Como bien se sabe, la entrevista es una conversación cara a cara y la cual al ser transcrita se fija de manera escrita. Las transcripciones son traducciones de una lengua oral a una lengua escrita (Kvale 2008). Es evidente que de esta forma se han realizado las transcripciones en las investigaciones cualitativas desde hace años, sin embargo, estas transcripciones se hacen en la lengua hegemónica, prestando poca o ninguna atención a otros elementos dialécticos que quizá se perdieron al implementar entrevistas en la lengua del investigador sin tomar en cuenta la lengua materna de los entrevistados. En nuestra investigación, se hizo necesario hacer dos y en algunos casos hasta tres interpretaciones para poder confeccionar la transcripción. Las entrevistas con grabaciones de audio solo fueron útiles con personas oyentes, dado que en ellas se pudieron rescatar miradas y percepciones de los oyentes en torno a la sordera. La videograbación en el caso de las entrevistas señadas se tornaba esencial, pero en las entrevistas en que no hubo tales permisos se recurrió a la transcripción in situ con apoyo de un guion de entrevista para los no escolarizados. La transcripción en este caso fue a partir del diario de campo, la observación y la entrevista escrita.
La transcripción implica dejar de lado todas esas expresiones corporales y tonos de voz que se dejan ver en una entrevista cara a cara y en el caso de las entrevistas señadas, todos esos gestos acompañados de señas que el entrevistador puede percibir pero que no son accesibles para el lector fuera del contexto (Kvale 2008). Por tanto, difícilmente en un texto se podrá plasmar todo lo que conlleva una entrevista in situ. Con todo ello, se trató de generar narrativas que pudiesen contextualizar al lector a partir del uso de verbatim.
Así, al tener la información recabada se continuó con la transcripción e interpretación. Posteriormente se realizó la clasificación de información en categorías y de esta manera se construyeron y describieron las narrativas. Cada categoría se enriquece desde las entrevistas a familiares, pobladores, docentes y personas sordas. En apartados anteriores mencionaba que se encontraron tres formas distintas de comunicación de personas en condición de sordera mismas que supongo se condicionaron por el contexto en el cual se desarrolló cada grupo generacional de personas sordas. La siguiente tabla da cuenta de las características de cada grupo.
De los grupos incluidos en esta tabla, muestro algunos ejemplos donde se utilizan verbatim transcritos desde las formas y canales de comunicación utilizados por personas sordas y complementados con la interpretación, observación y diario de campo.
El grupo de personas sordas adultas desarrollaron formas de comunicación a partir de la vista y desde las necesidades que se presentaban.
Tienen una socialización parcial y se comunican a partir de representaciones escénicas escenificando lo siguiente: “mujer casa feliz hijos casa comida pesca” (E. L, 2020). Interpretación complementada: el rostro y el cuerpo se relajó y mostró una sonrisa explicando de qué manera cambió su vida al casarse y tener una familia. Escenificó la felicidad que vivía al traer comida a casa para sus hijos y levantándose de la silla mostraba como iba de pesca con un calor muy fuerte pero que al llegar a casa se ponía feliz. Escenifica como de viejo se siente tranquilo y contento en casa con su esposa (Ejemplo extraído de material de campo).
El grupo de jóvenes sordos entre 18 y 30 años muestran una socialización interrumpida y no señan manualmente, solo gestual.
Escriben en un castellano escaso lo siguiente: “fui escuela, no voy. Ir calle no gustar. Gustar salir no, señas no” (E. J. S., 2020). Se complementó con la interpretación de Raúl (intérprete) y notas de campo. La pregunta estaba escrita en el papel, pero a la vez el intérprete trababa de explicarla. Desde la visión del interprete sordo describió que se percibía tristeza en el rostro del joven cuando escribía que él sí fue a la escuela hasta el telebachillerato pero que ya no asiste más. Sus expresiones faciales al responder otra de las interrogantes transitaron por varios cambios, desde tristeza hasta mostrar gestos de enojo al escribir que no le agrada ir a la calle y desde la interpretación, su disgusto se dirige hacia el poco entendimiento que tienen hacia ellos (Ejemplo extraído de material de campo).
El grupo etario de niños fue notable su participación activa en la localidad y construyendo formas de comunicación efectivas con sordos y oyentes.
Los niños sordos dejaron ver una socialización incipiente han aprendido a expresar sin tapujos lo que les molesta, lo que les agrada y lo que los entristece. Ante ello una niña sorda seña “corazón triste, no juegan, se van más niños. Amiga sí juega. Corazón feliz” (E. N. S., 2020). Cada grupo etario a su manera, pero ha aprendido a expresar lo que quiere comunicar (Ejemplo extraído de material de campo).
Es necesario resaltar que dentro de cada grupo de personas sordas las formas y construcciones de aprendizaje para la comunicación que se construyeron al interior de los hogares son diferentes dadas las condiciones contextuales de cada una de ellas.
5.1. Hacia un nuevo uso del concepto del verbatim
Tratando de reconstruir una determinada realidad social en el texto etnográfico se torna indispensable plasmar mediante una estrategia narrativa las manifestaciones y expresiones de los participantes. En cierto modo, para describir e interpretar el fenómeno social que se estudia, en este caso la sordera, se hace necesario configurar la narración con verbatim o citas textuales de modo que se muestren las perspectivas de las personas sordas. Desde los métodos de investigación tradicional, el desarrollo de la comprensión metódica de la realidad social que se estudia debe hacerse en los términos y palabras de los participantes (Glaser y Strauss 1967). Se buscó reconstruir el objeto de nuestra investigación desde el método etnográfico, sustentándonos en el interaccionismo simbólico y por medio de entrevistas señadas acompañadas de gestos y manifestaciones propias de las personas sordas.
Los verbatim extraídos de las entrevistas de personas sordas exigían una descripción contextual más amplia por ser respuestas en las cuales se deben contemplar las expresiones faciales que acompañan a las señas formuladas con las manos, esto en el caso de sordos no escolarizados videograbados. En el caso de las personas sordas que no permitieron filmar, se tomaron los verbatim de las entrevistas escritas complementadas con gestos que se describieron en notas de campo.
Los verbatim se utilizaron de dos maneras. En la primera, fueron usados de modo textual a partir de la interpretación de la entrevista. En la segunda, se da un contexto anticipado para poder colocar el verbatim textual complementado con las anotaciones en diario de campo y registro de entrevista señada, que es el caso de personas que no permitieron la videograbación y que no utilizan un sistema de señas estandarizado.
En cuanto al uso de verbatim, como se vio, se priorizaron las respuestas de las personas sordas evitando caer en que otros (padres o familiares oyentes) hablaran por ellos, tratando de dar cuenta de la realidad que viven las personas sordas. Con esto se trató de evitar la relación asimétrica y discriminante que se pudiese generar en las entrevistas, mismas que se aplican generalmente de manera oral y qué, incluso, estas asimetrías pueden generarse en la traducción e interpretación de los resultados al no reconocer las diferentes formas de comunicación y expresión de los entrevistados sordos.
Por tanto, el uso de verbatim en las narraciones fueron ajustadas a las necesidades del documento y se respetó el punto de vista de las personas con sordas para evitar caer en disparidades y exclusiones por dar respuestas en su lengua en uso o combinada con aprendizajes estandarizados. Con ello, estaríamos pensando en usos y complementariedades que se pueden generar al visibilizar otras formas de expresión y comunicación.
5.2. Reconociendo lo emic desde la sordedad
En la intención de conocer y entender los procesos de aprendizaje de las personas con sordera, se hacía evidente que implementar estrategias homogéneas para la recolección de información no sería del todo útil porque se estaría dando por descontado la diversidad lingüística, comunicativa y expresiva de todos los participantes. Las voces de los entrevistados en las investigaciones desde la oralidad que se han generado por años se encuentran de alguna manera plasmadas y registradas en documentos, con algunos sesgos, pero están presentes. Sin embargo, poco se plasman las respuestas in situ de personas o grupos excluidos o minimizados.
En el caso de las personas sordas situadas en el grupo de discapacidad, se ha logrado en las últimas décadas su reconocimiento y visibilización como cultura sorda. La construcción sobre los supuestos del oralismo ha generado a lo largo de los años violencia simbólica y exclusión, omitiendo, por tanto, sus formas de comunicación, de interacción y de aprendizaje. En este sentido, la descripción de la realidad a estudiar, se hizo desde una perspectiva situada, misma que está influida por los saberes, intereses y propósitos del investigador.
Los datos extraídos de la información recabada de las entrevistas a personas sordas son ya producto de una traducción (Velasco y Díaz 1997: 51), en nuestro caso, tratando de generar una fusión de horizontes, fue necesario instaurar puentes que permitiesen establecer vínculos interpretativos. Por ejemplo, se pudo percibir que al tratar de comunicarse con personas sordas de la misma localidad se debían emplear diferentes formas de comunicación. Dado que algunos estaban escolarizados y con uso de LSM, otros hacían uso del castellano escrito incompleto y otros solo utilizaban representaciones escénicas. En la necesidad por interactuar y establecer comunicación con las personas sordas se fueron construyendo y ajustando vínculos comunicativos que permitieron tanto a las personas sordas y al investigador lograr medianamente la apropiación y la compresión de un lenguaje desde mi percepción, desde las personas sordas aún es un tema pendiente.
6. CONCLUSIONES
Al realizar investigaciones de corte cualitativo y con uso de entrevistas (abierta, estructurada, semiestructurada, a profundidad, etc.) usualmente no reflexionamos ni cuestionamos desde una mirada crítica los instrumentos que serán implementados para llevar a cabo una investigación. Damos por hecho que se hará uso de las herramientas necesarias para la recolección de información. Pero quizás no nos detenemos a pensar hasta que punto omitimos, excluimos y obviamos otras formas de comunicación y socialización de las personas que serán parte del grupo a investigar. El hecho de reflexionar sobre el papel del entrevistador como sujeto dominante al momento de aplicar instrumentos y técnicas de recolección de información ya nos permite visualizar un primer sesgo en la información que se recabará. Esto advierte el hecho de que tampoco se consideran las formas de comunicación, interacción e identidad de las personas a entrevistar. De aquí surge el riesgo de que el investigador imponga sus estrategias de recolección de información sin reconocer otras formas de comunicación y desde una posición de poder por encima de los propios sujetos de la investigación. Es fundamental mantener una perspectiva crítica acerca de en qué medida las metodologías pueden llegar a reproducir relaciones de asimetría y disparidad. Desde mi experiencia trabajando con personas sordas se hace necesario repensar el rol del investigador y tomar en cuenta las implicaciones lingüísticas con las cuales nos vamos a enfrentar a la hora de llevar a cabo la labor de campo, desde el diseño de entrevista utilizados desde los modelos prescriptivos en uso hasta el momento de su aplicación, transcripción, interpretación y descripción.
Debemos tener presente en qué medida el investigador es agente que puede visibilizar el mundo subjetivo de sujetos que por razones estructurales han quedado desplazados del discurso hegemónico a partir de una inadecuada transcripción e interpretación de las entrevistas. Así, una metodología que responda a las necesidades de una práctica “no oralizadora”, debería partir del reconocimiento de otras formas de comunicación y nuevos presupuestos teóricos para situarse más allá del paradigma de la oralidad. A la vez, responder a una realidad compleja y diversa en la que coexisten una pluralidad de prácticas discursivas que no pueden ser reducidas a la oralidad tratando de consolidarnos como investigadores experimentado al integrar a grupos minorizados y excluidos por los modelos epistémicos y metodológicos centrados en la oralidad, siendo, en el caso de la investigación que aquí nos ocupa, de especial relevancia para los sujetos con padecimientos vinculados a la sordera.
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Notas