Resumen: La reconstrucción del pasado reciente del conflicto armado y los procesos de verdad, justicia y reparación con garantías de no repetición, como pilares fundamentales de la justicia transicional en defensa de los derechos de las víctimas, han exacerbado los ejercicios de construcción de memoria en el país. El presente artículo tiene como objetivo describir la producción intelectual sobre los usos y abusos de la memoria, a partir de un ejercicio de revisión documental en bases de datos de producción científica, considerando sus prácticas en términos de intervención, las temáticas abordadas y las metodologías que se han utilizado para el análisis de la construcción de memoria en el marco del conflicto armado colombiano y la reparación de las víctimas en el periodo de 2008 y 2017. Los resultados indican que existe una vasta producción documental sobre la construcción de la memoria histórica en términos de reparación, formas de resistencia y procesos judiciales.
Palabras clave: Memoria, Memoria histórica, Justicia transicional, Víctimas, Conflicto armado.
Abstract: The construction of the recent armed conflict and the truth process, justice and reparation of guareantees of not repeated, as a fundamental anchor of the transitional justice defending the humanrights of the victims, it has beeen exarcebate the costruction of memory in our country. The recent article has as an obtective to describe the intelectual production about the uses and abuses of the memory, according to an exercise of documental revisión and the data base of cientific production, considering the practicum in terms of intervention, the thematics well talked about in this documentary and the methodology used for the analysis of the memory construction in the frame of the conflicto armed in Colombia and the victims affair during 2008 and 2017. The results indicates that there is a documental production about the comnstruction of the history memory in terms of reparation, ways of resistence ans judicial processs.
Keywords: Memory, Historic Memory, Transitional Justice, Victims, Armed Conflict.
Usos y abusos de la memoria histórica en Colombia. Una revisión documental
Use and Abuse of Colombia´s History Memory. A documental Check out
Recepción: 29 Julio 2021
Aprobación: 11 Diciembre 2023
Las políticas de la memoria en Colombia han tomado fuerza en los escenarios académicos en las dos últimas décadas a raíz de los procesos de justicia transicional producto de los acuerdos de paz firmados con grupos armados ilegales, inicialmente con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y, posteriormente, con las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Estas iniciativas de rememoración del pasado reciente también estuvieron ligadas en gran parte por las demandas de organizaciones no gubernamentales1 defensoras de derechos humanos y cierto sector académico que velan por la reparación integral de las víctimas del conflicto armado.
Inicialmente el ejercicio de la construcción de memoria histórica iniciado por las políticas de la Ley de Justicia y Paz se enfrentó ante dos situaciones opuestas. Por otro, estuvieron los defensores de las víctimas que hicieron hincapié en la construcción de la memoria como un evento que permitiera las garantías de no repetición, la reparación y el esclarecimiento de la verdad en la que se develaran las causas y los orígenes de la violencia. Por otra parte, en el lado opuesto, estuvo el sector en pro de los victimarios que promovían políticas de olvido y reconciliación. Esta disyuntiva puso a la “memoria histórica” en un escenario político donde se disputan intereses en la rememoración del pasado y por esta razón se puede decir, citando a Gonzalo Sánchez, que “la memoria se afincó en Colombia no como una experiencia del posconflicto, sino como factor explícito de denuncia y afirmación de diferencias” (Sánchez, 2013:13).
La memoria, el olvido y la reconciliación se configuraron como pilares del acto rememorativo, acciones fundamentales en un país que busca dirimir las heridas que dejó el pasado traumático, afectado por más de seis décadas de violencias endémica de tinte político. Un conflicto caracterizado por su gran complejidad en el que están involucrados múltiples actores con diferentes formas de hacer violencia, dejando una catástrofe social con más de 8 millones de víctimas (Víctimas, 2017)2 afectadas directamente por el conflicto armado interno hasta el momento, cifra alarmante comparada con otros conflictos en diferentes latitudes. Por tanto, para subsanar y contrarrestar los efectos que dejó la guerra, la justicia transicional3 creada por la Ley de Justicia y Paz en el marco de la desmovilización de los grupos paramilitares en el año 2005, establece como objetivos: la búsqueda de la verdad, la reparación, la no repetición, el cese de hostilidades y de la violencia, el desarme, la desmovilización de los grupos armados y la construcción de memoria histórica.
Posteriormente se creó la Ley de Víctimas (Ley 1448 de 2011), que, entre otras cosas, tiene entre sus disposiciones, dictar medidas de atención, asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado. Esta Ley, al decir de Sánchez (2013: 14), “inauguró un nuevo modo de abordar el conflicto en el Estado colombiano” y su principal logro consistió en el reconocimiento de las víctimas de una manera integral, rotuladas peyorativamente como “efectos residuales de la guerra”.
Al decir de Herrera y Pertuz (2016), ambas leyes constituían hasta el momento el referente de las políticas de memoria recientes en Colombia al promulgar la preservación del pasado como un derecho de las víctimas al esclarecimiento de la verdad.4 Por otra parte, la memoria se convirtió en el eje central de todo programa de intervención social y psicológica por parte de entes judiciales, gubernamentales y no gubernamentales con el objetivo de mitigar y reparar los efectos de la guerra que dejó en la población civil. En lo que se refiere a justicia transicional, esta se creó como una
Respuesta a las violaciones sistemáticas o generalizadas a los derechos humanos. Su objetivo es reconocer a las víctimas y promover iniciativas de paz, reconciliación y democracia. La justicia transicional no es una forma especial de justicia, sino una justicia adaptada a sociedades que se transforman a sí mismas después de un período de violación generalizada de los derechos humanos. (Torres, 2013:148).
En este sentido, como mecanismos transicionales de carácter extrajudiciales, uno de los aspectos más interesantes de la Ley 975 fue la necesidad de preservar la memoria del pasado. Para su ejecución, se creó la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR)5, que a su vez creó el Grupo de Memoria Histórica (GMH), que, entre otras cosas, tuvo como objetivo reconstruir la historia del conflicto en los últimos 50 años, a través de la recuperación de la documentación testimonial y oral. Los anteriores grupos de memoria histórica permiten el esclarecimiento de los hechos atroces de los actores armados, al igual que el reconocimiento de la historia política y social del país. Posteriormente, este grupo fue sustituido por el Centro Nacional de Memoria Histórica, creado con motivo de la Ley Víctimas.
Por otra parte, organizaciones no gubernamentales, universidades y grupos de investigación vienen desarrollando procesos de reconstrucción de memoria. Estas iniciativas se han desarrollado con la intensión de evidenciar otras narrativas en el espacio público y contrarrestar, de alguna manera, las memorias y relatos de los perpetradores. No obstante, lo anterior demuestra el grado de complejidad de los procesos de construcción de memoria en el país (López, 2013; Arenas, 2015). Lo anterior se puede evidenciar en la siguiente cita:
La Ley 975 de 2005, también conocida como Ley de Justicia y Paz, estableció un procedimiento mediante el cual se le da relevancia al relato de los postulados, de manera que la construcción de la verdad no es colectiva, como en el proceso ordinario tradicional; se trata de una verdad unilateral, que se construye a partir de los relatos del victimario sin tener en cuenta el relato de las víctimas. (Benavides, 2013:15)
De acuerdo con los razonamientos que se han venido realizando, este trabajo tiene como objetivo hacer una exploración y descripción de la producción investigativa sobre los usos de la memoria, a partir de un ejercicio de revisión bibliográfica en bases de datos de producción científica, considerando como aspectos relevantes las temáticas abordadas y las metodologías que se han utilizado para el análisis de la construcción de memoria en el marco del conflicto armado colombiano y la reparación de las víctimas entre el 2005 y el 2017, periodo en que se implementaron las acciones de la Ley de Justicia y Paz.
El artículo será desarrollado en tres momentos: inicialmente la descripción de la metodología en la que se expone de manera descriptiva la forma como se hizo el abordaje y la búsqueda de las fuentes en las diferentes bases de datos; en un segundo momento, se detallará la forma como se sistematizó la información a manera de resultado y, por último, las conclusiones que dejó la revisión bibliográfica.
La revisión de fuentes tuvo como interés responder a tres problemas: ¿Cuáles han sido los procesos de construcción de memoria histórica en Colombia? ¿A qué tipos de prácticas relacionadas con la construcción de memoria en el país, en términos de intervención, refieren los artículos? Y ¿cuáles son las temáticas (estudios) y metodologías específicas que abordan los estudios sobre la construcción de memoria?
El diseño metodológico de la presente investigación es de carácter cualitativo y se entiende como diseño, según Cerda (2008: 128), “un plan sistemático, o una serie de instrucciones para realizar un proyecto de investigación, como un plano de construcción”. El ejercicio es de tipo documental, de acuerdo a Cifuentes (2011); el trabajo documental se convierte en una estrategia de investigación cualitativa que permite analizar el trabajo investigativo, reflexionar y comprender el objeto de estudio, caracterizar y reflexionar sobre los avances, tendencias, potencialidades y vacíos de los temas específicos. La exploración documental tuvo como fin elaborar un estado de la cuestión sobre el papel de la memoria en los procesos de justicia transicional a raíz de los acuerdos de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y el Acuerdo de Paz de noviembre de 2016, entre las FARC-EP y el Gobierno nacional. El anterior ejercicio se realizó desde un enfoque metodológico hermenéutico y se tomaron como unidades de análisis los documentos encontrados en Scopus,Scielo, Sciencedirect, Ebsco y Redalyc. Igualmente, se tuvieron en cuenta los informes de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas y la Comisión de la Verdad.
Se utilizaron como criterio de búsqueda los siguientes descriptores: víctimas, memoria, memoria histórica, memoria colectiva, justicia transicional y conflicto armado. De igual forma, en el momento de la exploración, los descriptores se combinaron de múltiples formas con el propósito de ampliar el radio de búsqueda. El proceso tuvo tres momentos: se inició con una fase de exploración que implicó hacer una cartografía general del tema, luego se hizo una focalización y delimitación de acuerdo a los núcleos temáticos y, por último, una fase de profundización.
En la fase de exploración se encontraron un total de 287 artículos discriminados de la siguiente forma: en la base de datos Scielo se localizaron 60 documentos de los cuales se seleccionaron 20; en la base de datos Scopus se preseleccionaron 87 de los cuales 4 fueron escogidos; en ScienceDirect arrojó 40 artículos y se clasificaron 4; en EBSCO se encontraron 60 y 7 fueron escogidos y, por último, Redalyc con 40 publicaciones de las cuales 14 cumplieron los criterios de inclusión. En la clasificación no se tuvieron en cuenta los artículos de revistas que no estuvieran indexadas y que no abordaran el objeto de estudio propuesto. Finalmente fueron seleccionados 49 documentos.
Finalmente, para la fase de focalización se diseñó una matriz en Excel donde se clasificaron los artículos de acuerdo con las categorías de análisis que resultaron de la fase inicial: la memoria con fines terapéuticos, la memoria con fines jurídicos y la memoria con fines educativos. Los documentos fueron seleccionados en diferentes bases de datos y para su clasificación se diseñó una matriz analítica con el fin de poder categorizarlos y almacenar la información para su respectiva identificación.
Varias son las disciplinas que centraron el interés por la memoria como episteme, tomando como referente el interés por el análisis del pasado; entre ellas están la sociología, la filosofía y la psicología. Epistemológicamente hablando, la memoria nace en contraposición a la historiografía amparada en la hegemonía del positivismo y su rasero de validación científica en la comprensión del mundo; según Visacovsky (2007: 57), la historiografía impuso “una percepción universalista del pasado: “historia” es, desde esta perspectiva, un pasado verdadero, fundado en evidencias organizadas de acuerdo a un principio de clasificación lineal y progresivo de la temporalidad”. En contraposición, la memoria, al retomar la voz de los sectores subterráneos, marginados y reprimidos, emergió como un método critico que pretendió desvelar el carácter implícito de los poderes dominantes que se esconden tras la memoria oficial construida con los cánones de la razón instrumental.
En ese orden de ideas, Pollak (2006), contrario a las tesis de Halbwachs en cuyos postulados ve en la memoria colectiva una construcción de consenso de memorias individuales, para éste es un espacio de memorias en disputas, en el sentido de que existen unas memorias subterráneas propias de las culturas excluidas y dominadas que se oponen a la “memoria oficial” o nacional y al mismo tiempo desvela el carácter homogeneizante y destructivo de esa memoria que se constituye como oficial o nacional. Por ende:
esa memoria prohibida y, por lo tanto, “clandestina”, ocupa toda la escena cultural, el sector editorial, los medios de comunicación, el cine y la pintura, comprobando si fuera necesario, el abismo que separa de hecho la sociedad civil y la ideología oficial de un partido y de un Estado que pretende la dominación hegemónica. (Pollak, 2006: 19)
En la misma dirección, Jellin (2001) asevera que en la construcción de la memoria están implicadas confrontaciones y disputas: la memoria contra el olvido, la memoria contra la memoria y las diferentes narrativas que construyen los actores en contienda. En esa relación de la “memoria contra el olvido” se evidencia la disputa entre memorias rivales que implican escenarios de confrontación, donde se enfrentan múltiples actores y sus diferentes narrativas contrastantes o lo que a su parecer son memorias en disputa (“memoria contra la memoria”).
Por consiguiente, en el marco de la construcción de la memoria histórica del pasado reciente de Colombia, se puede finalizar con la expresión de Gonzalo Sánchez en el prólogo del informe del “BASTA YA” que “La memoria es una expresión de rebeldía frente a la violencia y la impunidad. Se ha convertido en un instrumento para asumir o confrontar el conflicto, o para ventilarlo en la escena pública” (GMH, 2013:13).
Por otra parte, desde el aspecto conceptual, la definición de la memoria y la memoria histórica no gozan de consensos; ambos conceptos son objeto de controversias. En el caso de la memoria, no entraremos en definiciones meramente cognitivas y psíquicas de un individuo en su capacidad de recordar. Para interés del presente artículo, se asume la memoria como un proceso social, dilema que resolvió Halbwachs con el concepto de “memoria colectiva” y su matriz para su reconstrucción: los marcos sociales de la memoria. Estos están constituidos por la familia, la religión y la clase social.
De acuerdo a Fernández Aguilar (2007) existe una confusión conceptual por el uso indiscriminados de los conceptos memoria histórica, memoria colectiva y memoria social, estos se han utilizado de manera imprecisa y en este sentido se hace necesario hacer algunas precisiones conceptuales. No obstante, se puede decir que son conceptos interdependientes y que todo ejercicio de la memoria es un proceso social (Halbwachs & Díaz, 1995). Para soportar lo anterior, la interdependencia entre estos elementos conceptuales, se arguye lo siguiente y es que la memoria individual no es un componente cerrado o aislado, esta necesita de los recuerdos de otras personas, el recuerdo personal se pone en relación con puntos de referencias que están por fuera de él y que son fijaos por la sociedad y se puede decir que la memoria colectiva es una amalgama memorias individuales (Halbwachs, 2002).
Dicho de otra manera, según Halbwachs (2002), la memoria individual (personal) auxilia a la memoria histórica (social), teniendo en cuenta que toda historia individual hace parte de una historia general. No obstante, la memoria histórica es mucho más extensa que la memoria individual, no es esquemática ni resumida en cuanto al relato del paso.
La memoria histórica se puede definir, de acuerdo a Fernández (2007), como aquellos “acontecimientos del pasado retenidos (lo que conlleva una selección) y mayoritaria mente compartidos por los miembros de un país, o de otras unidades de convivencia casi siempre menores, cuyos miembros gocen de un sentimiento de identidad común” (p. 3). Esta definición está en correspondencia con el eje conceptual que se ha desarrollado en los párrafos anteriores sobre el marco social que rige la construcción de memoria en la mirada de Maurice Halbwachs.
En otra dirección, a la memoria institucional esta es un instrumento más de gestión en el ámbito de la administración pública y tiene como finalidad evaluar el funcionamiento de las instituciones del Estado en términos de resultados presupuestales. En este sentido, la memoria es la síntesis de los procesos y de las actividades desarrolladas en el contexto de la gestión institucional y comprende todo el acervo de documentos científicos, técnicos y administrativos que se constituyen como capital intelectual y permiten, a manera de memoria histórica, dar cuenta del desarrollo de las acciones de las instituciones a mediano y largo plazo.
No obstante, la memoria histórica en sociedades en conflicto, es un espacio de reflexión sobre la violencia, los actores y sus consecuencias; además, debe crear canales de comunicación entre lo individual y lo social que permitan superar la violencia y generar proyectos de futuro para quienes sufrieron los avatares de la guerra (Torres, 2013).
Finalmente se puede decir que la memoria implica un proceso de selección y solo se selecciona aquello que se desea recodar, en palabras de Todorov (1995: 16), “La memoria, como tal, es forzosamente una selección: algunos rasgos del suceso serán conservados, otros inmediata o progresivamente marginados”. Asimismo, en palabras de Visacovsky (2007: 56)
Si la memoria es siempre memoria sobre algo, y este algo lo constituyen los objetos de recuerdo, esto es, eventos pasados que se tienen por efectivamente sucedidos, respecto a los cuales los agentes han tenido experiencias directas o indirectas, es posible hablar de ella metafóricamente como una suerte de archivo o depósito cuya información puede ser destruida parcial o totalmente –y, por lo tanto, “olvidarse”–, pero que también puede ser recuperada.
Los resultados de la revisión documental que se exponen a continuación están relacionados con la respuesta a la primera pregunta que orientó el ejercicio de exploración: ¿Cuáles han sido los procesos de construcción de memoria histórica en Colombia? Los documentos seleccionados han sido publicados en revistas indexadas y exponen de manera general las investigaciones de relevancia en los procesos de construcción de memoria histórica por parte de las víctimas del conflicto armado. En la tabla siguiente se resumen las investigaciones orientadas a la construcción de memoria desarrolladas por el Grupo de Memoria Histórica en el marco de la implementación de la Ley 975 de Justicia y Paz, el Centro de Memoria Histórica, el informe de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas y los informes de Comisión de la Verdad. Los dos últimos se desarrollaron a partir del actual proceso de paz entre las extintas guerrillas de las FARC-EP y Gobierno nacional. Estas investigaciones se desarrollaron con carácter jurisdiccional y fueron promovidas por el Gobierno Nacional, la Tabla 2 se evidencian otros ejercicios de memoria promovidos por comunidades locales, ONG,s, grupos de investigadores, entre otros.
De acuerdo a la Tabla 1 se pueden clasificar los informes y trabajos de la siguiente manera:
Informes del Grupo de Memoria Histórica:
Construcción de memoria histórica a partir de casos emblemáticos
Construcción de memoria histórica a partir de una perspectiva de género.
Informes de memoria histórica de organizaciones sociales.
El problema de la tierra
La construcción de la memoria en procesos de justicia y paz. Informes del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH):
La construcción de la memoria histórica de las violencias en el contexto urbano
Memoria histórica de las Fuerzas Militares
Informe de la Comisión histórica del conflicto y sus víctimas
Informes de la Comisión de la Verdad6
3.2.1. Informes del Grupo de Memoria Histórica
Con relación al primer eje temático, los casos emblemáticos, estos se encargaron de narrar las vivencias sufridas por las víctimas en diferentes lugares del país afectados por homicidio, tortura, desaparición forzosa y el desplazamiento de un centenar de pobladores, producto de las masacres cometidas por los actores armados.
Los casos emblemáticos, definidos como la estrategia metodológica del GMH, suponen también el desarrollo de ejercicios participativos y dialogantes con habitantes de las regiones donde sucedieron los hechos, la realización de talleres de la memoria, conversatorios, exposiciones, trabajos fotográficos y audiovisuales, y la compilación de formas de expresión creadas por las propias comunidades. (López, 2013: 27)
El segundo eje temático, está la construcción de memoria histórica a partir de una perspectiva de género. En estos ejercicios de memoria se pone en escena el coraje de muchas mujeres cabeza de familia frente a las distintas violencias que vivieron y a la estigmatización, el abuso sexual y el escarnio público a las que fueron sometidas por los diferentes actores armados. Muchas de estas mujeres son de la región del Caribe colombiano, y también se destacan sus sueños y proyectos y las formas de resistir frente a la guerra. El otro lado de la moneda la vivieron las mujeres del Bajo Cauca, una región estratégica por el negocio del narcotráfico que, al igual que en las otras regiones del país, también padecieron los efectos de la guerra. Sin embargo,
Sus luchas, compromisos y convicciones ético-políticas empezaron antes de que la guerra tocara a sus puertas. Cuando tuvieron que afrontar la arbitrariedad de las otras violencias, esos aprendizajes previos las llevaron a confiar en que su acción les permitiría avanzar hacia las metas que se habían propuesto alcanzar no obstante el sufrimiento, el temor y la rabia que dejaban los crímenes infligidos por los grupos armados. (GMH, 2011: 15 – 16)
En tercer lugar, se estableció el problema de la tierra; este eje temático se configura como una de las tesis en cuanto a las causas de la violencia, expresado en la concentración, la colonización y el despojo violento y la dinámica que generó el narcotráfico, la agroindustria y la minería. Además, cabe resaltar que la guerra se libró en gran proporción en el campo y en territorios lejanos de los grandes centros urbanos. En lo concerniente a la democracia, esta se ha caracterizado por su gran precariedad, producto del autoritarismo que ha caracterizado el poder político en Colombia, concentrado en sus elites (los partidos tradicionales), y que han excluido a otras fuerzas y expresiones políticas de gran parte de la población (GMH, 2013).
el tema de la tierra reaparece en nuestros días asociado no a la reforma agraria y a la distribución, sino a la constatación de las enormes dimensiones del despojo de tierras y territorios tras casi tres décadas de excesos y dominio paramilitar en muchas regiones del país. (GMH, 2011: 16)
Los Informes de memoria histórica de organizaciones sociales fueron el cuarto eje temático utilizado por el Grupo de Memoria Histórica y resalta el papel de las organizaciones sociales resistentes y que construyeron su cotidianidad en medio de la guerra y las comunidades que preservaron su cultura sin dejarse doblegar por los violentos. Ellos fueron “testigos del terror que agencian y tramitan el dolor y el sufrimiento valiéndose de imágenes o de actos performativos; al hacerlo, las memorias individuales del sufrimiento se trasladan del ámbito del recordar privado y solitario a un ámbito público” (GMH, 2009:16).
En quinto lugar, está la construcción de la memoria en procesos de justicia y paz y en este proceso rememorativo que toma la escena judicial como un “lugar de la memoria”; el proceso penal de justicia y Paz, además de lidiar con perpetradores de graves violaciones de derechos humanos y establecer las bases para negociar con los grupos armados ilegales, es un pilar fundamental para la construcción colectiva del pasado violento vivido en el país (CNMH, 2012). En los informes están consignadas las versiones de los jefes paramilitares en las que se narran las acciones cometidas por estos sujetos en relación con la verdad histórica de conflicto armado.
3.2.2. Informe del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH):
Este informe abordó la construcción de memoria histórica de las violencias en el contexto urbano; se parte de que los actores armados, estos confluyen de acuerdo a la posición estratégicas del territorio y su fortalecimiento se debió a la pobre presencia de la institucionalidad encargada de garantizar la seguridad, que en muchos de los casos, fueron señaladas de participar en acciones ilegales. “Esto da lugar a una suerte de “desorden” en el que la violencia se convierte en un recurso fácil no sólo para los actores ligados al conflicto armado, sino para una buena parte de la población” (CNMH, 2017: 25).
Asimismo, en relación con la resistencia que ejercieron las víctimas, los informes dieron cuenta de cómo las comunidades se organizaron para dar salida a los momentos de crisis. Solo a través de la acción colectiva, expresada en la solidaridad y la cooperación, las victimas contrarrestaron el miedo y la desesperanza; se demostró la capacidad de agencia que tiene la población para transformar su entorno cuando este es adverso (CNMH, 2017).
3.2.3. Memoria de las Fuerzas Militares
Estos trabajos tuvieron como iniciativas la construcción de la memoria histórica de las fuerzas militares, orientadas a narrar el conflicto armado desde la misma institución, utilizando como insumo documental los archivos castrenses y la narrativa de los miembros de la institución (Ugarriza y Pabón, 2017). Asimismo, se muestran a los militares como víctimas de las violaciones a los Derechos Humanos e infracciones contra el Derecho Internacional Humanitario por parte de los grupos armados ilegales (Castillo, 2018).
3.2.4. Informe de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas (CHCV)
La CHCV surgió de las conversaciones entre la entonces guerrilla de las FARC-EP y el Gobierno colombiano en agosto de 2014, tuvo entre sus objetivos estudiar el fenómeno de la violencia, sus causas y posibles responsables con el fin de establecer la verdad y contribuir a la reconciliación del país. En la comisión participaron doce estudiosos con diferentes posturas políticas y académicas y produjeron el informe Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia. El informe, compuesto por doce ensayos, demuestra la heterogeneidad en cuanto a las explicaciones elaborados por los comisionados sobre las causas y orígenes del conflicto armado, “ya sea por las tradiciones de las ciencias sociales, a las que se suscriben los comisionados, o por la polarización política vigente alrededor del tema” (Benavides, 2018: 116).
3.2.5. Informes de la Comisión de la Verdad
En la historia del conflicto armado colombiano se han creado varias Comisiones de la Verdad7, todas con un objetivo en común de contribuir al esclarecimiento de violencia en pro de la verdad de las víctimas y la sociedad en general. Con relación al informe final presentado por la Comisión de la Verdad del actual proceso de paz firmado entre las FARC-EP y el Gobierno nacional, este retoma nuevamente las voces de las víctimas con el sentido de superar el olvido y el odio que han dejado más de seis décadas de confrontación armada.
En síntesis, se puede decir la mayor parte de esta significativa producción se dio entre el 2008 y 2013; el Grupo de Memoria Histórica entregó 19 informes: Trujillo. Una tragedia que no cesa (2008); La masacre de El Salado. Esa guerra no era nuestra (2009); Memorias en tiempos de guerra. Repertorio de Iniciativas (2009); Bojayá. La guerra sin límites (2010); La Rochela. Memorias de un crimen contra la justicia (2010); La masacre de Bahía Portete. Mujeres Wayuu en la mira (2010); La tierra en disputa. Memorias del despojo y resistencias campesinas en la Costa Caribe 1960-2010 (2010); Mujeres y guerra. Víctimas y resistentes en el Caribe colombiano (2011); Mujeres que hacen historias. Tierras, cuerpo y política en el Caribe colombiano (2011); San Carlos. Memorias del éxodo en la guerra (2011); La huella invisible de la guerra. Desplazamiento forzado en la Comuna 13 (2011); El orden desarmado. La resistencia de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC) (2011); Silenciar la democracia. La masacre de Remedios y Segovia 1982 – 1997 (2011); La masacre de El Tigre, Putumayo (2011); El Placer. Mujeres, guerra y coca en el Bajo Putumayo (2012); Nuestra vida ha sido nuestra lucha. Resistencia y memoria en el Cauca indígena (2012); Justicia y Paz: ¿Verdad judicial o verdad histórica? (2012); ¡Basta Ya! Memorias de guerra y dignidad (2013); Una sociedad secuestrada (2013); y Guerrilla y población civil. Trayectoria de las FARC 1949-2013 (2013).
Se puede decir, por consiguiente, que la construcción de la memoria histórica del pasado reciente del país, ha generado un acervo de rememoración del pasado que se configura como un mecanismo de rebeldía, resistencia y confrontación al conflicto armado (Sánchez, 2013). Situación que no debe caer en una ritualización de la memoria literal en palabras de Todorov. En este sentido, la verdad y la justicia deben ser factores funcionales al objetivo de construcción de memoria social, que a su vez es un instrumento para garantizar la no repetición de los mismos hechos. No obstante, el riesgo que se corre es que se puede caer en una sacralización del culto de la memoria y perpetuar el pasado sin ninguna finalidad en relación con el presente y el futuro, y en este sentido, volver la memoria en un ejercicio estéril (Todorov, 1995).
En conclusión, caemos en las tesis del pensador búlgaro sobre el ejercicio de rememoración del pasado en el sentido de que la memoria debe perpetuar el acontecimiento rememorado de manera literal e intransitiva o los recuerdos del pasado deben garantizar las acciones del presente de forma ejemplar, es decir, el pasado debe ser reivindicado en nuevas acciones en términos de identidad y construcción de futuro. En palabras de Todorov, la memoria debe tener una finalidad: superar el pasado en relación con el presente y el futuro. Su tesis reside en que el uso de la memoria se da en una distinción entre diversas formas de reminiscencia en el sentido de que la evocación del pasado se puede leer de una manera literal o de manera ejemplar.
En este sentido, cuando el pasado es evocado de forma literal persiste en el tiempo y se vuelve insuperable, subyugando el presente y el trauma no se logra superar; en cuanto a evocar el pasado de forma ejemplar, los recuerdos se tornan cruciales para el presente y los acontecimientos traumáticos, como las experiencias de injusticia vividas, se vuelven garantes de resistencias para luchar contra las que se producen en el momento actual. En síntesis, afirma Todorov (1995: 31), “la memoria literal, sobre todo si se lleva al extremo, es portadora de riesgos, mientras que la memoria ejemplar es potencialmente liberadora». Ahora, el interrogante que queda en el aire de este ejercicio sobre los usos y abusos de la memoria histórica es el siguiente: ¿estamos viviendo una ejemplaridad en la evocación del pasado o nos estamos quedando en los límites de su literalidad?
3.3. Temáticas y metodologías en la construcción de memoria
Se entiende por temáticas, de acuerdo a Díaz y Sime (2016: 129), “como el concepto central que configura y articula los contenidos del estudio, y permite identificar las redes temáticas que están configurando el campo de estudio” y la metodología “como el conjunto de opciones que explicitan los autores para orientar y delimitar su proceso investigativo”, en torno a la intervención social y a la construcción de memoria por parte de los investigadores. Los contenidos relevantes en relación con este ejercicio, desarrollados en las diferentes investigaciones consultadas en bases de datos de revistas indexadas, se clasificaron en 4 ejes temáticos: la historia oral en la construcción de memoria, los procesos de memoria en la intervención social, memoria y educación y la memoria en los procesos transicionales (ver Tabla 2)
De acuerdo con la construcción de memoria histórica en el país, esta serie de acciones han generado un acervo de producciones académicas, culturales y artísticas, al igual que metodologías en su ejecución y abordaje de acuerdo con el actor que interviene. Muchos de estos artículos científicos tienen carácter de denuncia al documentar los hechos de violencia en los cuales participaron algunos miembros de las Fuerzas Militares y los grupos al margen de la ley como organizaciones guerrilleras y los grupos paramilitares. Entre ellos se encuentran los proyectos de “Colombia Nunca Más” y la Revista Noche y Niebla del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) (Escamilla y Novoa, 2017). En este orden de ideas, los artículos de acuerdo a la Tabla 2 se clasificaron en cinco ejes temáticos: la oralidad en la construcción de memoria, prácticas documentales en la construcción de memoria, Intervención psicosocial, educación y, por último, procesos transicionales.
Inicialmente se evidencia que la historia oral, en la construcción de memoria, sigue siendo el principal insumo metodológico para el ejercicio de rememoración del pasado (Torres, 2017). En palabras de Ricoeur, el lenguaje les da sentido a los hechos del pasado. Asimismo, es la única forma de resistencia que tienen las clases subterráneas para hacer frente al olvido y los proyectos de la construcción de memoria histórica en el país, se han centrado en gran parte en el ejercicio de la historia oral. Otros autores problematizan sobre los aciertos y desaciertos de la historia oral en las trayectorias de vida en la construcción de la memoria histórica del conflicto armado colombiano (Escamilla y Novoa, 2017). Por su parte, Arenas (2015) analiza las acciones y prácticas culturales por la cuales las víctimas construyen memoria en medio del conflicto e identifica los usos políticos de ésta como forma de resistencia política en los espacios comunitarios, familiares e íntimos. Además, está el concepto de “memoria histórica razonada”; esta se configura como una metodología que involucra a todas las víctimas del conflicto en la construcción de la historia colombiana: “la idea es que conjuntamente víctimas e investigadores analicen los relatos y construyan memoria en aras de resistir a marginaciones, negacionismos, silencios y olvidos impuestos por centros de poder y la sociedad contemporánea” (Rueda, 2013: 20). En este sentido, son muchos los ejercicios desarrollados sobre la construcción de memoria, a partir de sus narrativas, como formas resistencia en contra del olvido (Arenas, 2015; Ruiz, 2011; Plata y Cáceres, 2015 y GMH, 2011).
En cuanto a los artículos de revisión documental, se identificaron las siguientes investigaciones: Arenas (2015) analizó las acciones y las prácticas culturales por las cuales los sujetos reconstruyen sus memorias en contextos de violencia. Igualmente, identificó los usos políticos de la memoria, como resistencia política en los espacios de lo cotidiano, lo íntimo, familiar o comunitario. López (2013) hizo una la revisión de los primeros informes académicos sobre la historia de la violencia en Colombia, empezando por los estudios sociológicos desarrollados por Fals Borda y Eduardo Umaña, y finalizando con los informes del Grupo de Memoria Histórica.
En la misma dirección, Obando, Viscaya y Fernández (2016) desarrollaron un estudio de revisión bibliográfica que documenta los hitos de la historia del conflicto armado del país iniciando con la muerte del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán en el año de 1948. En él se analizan las posibles causas del conflicto, las secuelas que este dejó y la reparación integral de las víctimas que fueron afectadas por este flagelo social. Finalmente, Mora (2016), documentó las acciones políticas de la Unión Patriótica, así como el exterminio sistemático de sus militantes en la década de los ochenta y noventa. En el ejercicio se destaca la importancia de la construcción de memoria histórica que vienen desarrollando las víctimas de este genocidio para su resignificación, el esclarecimiento de la verdad y las garantías de no repetición.
En el plano de la intervención psicosocial, destaca el papel de la escucha en los procesos de construcción de memoria y su incidencia en los efectos terapéuticos sobres las víctimas (Villa, 2015 y Roldan, 2013). No obstante, la intervención psicológica transita entre disyuntivas de quienes, por un lado, ven en el ejercicio terapéutico una forma de patologizar las afectaciones de las víctimas y ocultar el carácter político de dicha situación, o de quienes, por el otro lado, revindican la condición de la víctima y su papel en la construcción de memoria. En este sentido, los ejercicios de memoria son un eje fundamental en los proyectos de intervención psicosocial donde se destaca la importancia del testimonio en la elaboración del duelo, específicamente sobre aquella población cuyos cuadros clínicos muestran síndrome de estrés postraumático (Roldan, 2013). No obstante, el testimonio personal y el relato de vida deben ser una forma de auscultar las voces silenciadas por la violencia, la represión y el conflicto armado; y, asimismo, un medio de liberación de la patologización a las que se ven expuestas por las ciencias psicológicas (Villa, 2015).
De acuerdo con lo escrito en el párrafo anterior, las experiencias demuestran como a través del relato de las víctimas se construye memoria histórica razonada, en el ejercicio la población afectada por desplazamiento les permite romper el silencio frente al Estado y la sociedad que en gran parte de las situaciones los ignora e invisibilidad. Esta acción también permite gestionar procesos en justicia reparación integral, garantías de no repetición y reconciliación en aras de construir una paz estable y duradera (Suárez, Martínez, del Pilar, Ardila, Rueda y Oyola, 2013).
En el campo de la educación, la memoria también encontró asidero, pues se parte de la idea de que en los procesos educativos va implícito la construcción de un sujeto que sea determinante en la construcción de país y que se involucre con las necesidades y problemáticas que afectan a la sociedad. En este sentido, el sistema educativo, representado en el rol del docente, debe formar ciudadanos críticos que respecten las diferencias y garanticen el derecho a la vida. Esto amerita una mirada crítica de la historia de la violencia política y del conflicto armado en general (Pérez, 2016).
En esta misma dirección, Herrera y Pertuz (2016) desarrollaron un ejercicio investigativo en relación con las políticas públicas educativas y la tramitación del pasado con respecto a la memoria de las víctimas de la violencia política y la reconstrucción del tejido social y las subjetividades arrasadas por los acontecimientos traumáticos de la represión estatal y los vejámenes de un conflicto armado que no cesa, como en el caso colombiano. Esto se debe dar en un proceso intergeneracional, tomando como sujetos participes a quienes vivieron la violencia y los herederos de ese pasado que hoy viven en regímenes democráticos, pero que fueron marcados por ese pasado turbulento.
Asimismo, se plantean las implicaciones que tienen en el actual proceso de paz, la elaboración y reelaboración del pasado reciente de la memoria del conflicto armado en la escuela. Su abordaje tiene consecuencias en el plano ético, político, jurídico y académico. Su abordaje está expuesto a multiplex interpretaciones y deformaciones en el que están implícitas subjetividades y prejuicios, generados por los eventos de violencia. En este sentido es primordial elaborar un marco conceptual sobre las nociones de violencia y conflicto para abordar la historia del pasado reciente en Colombia (Torres, 2016; Arias, 2015).
Las políticas de educación y el trato ético, político y académico, se plantean en los medios audiovisuales como estrategia didáctica para generar procesos de enseñanza aprendizaje en el aula de la historia reciente del conflicto. Esto implica el uso de videos, documentales y el cine con referencia a temas de carácter político. Por tanto, al decir de Arias (2016: 265):
Cualquier recurso didáctico en función de la comprensión del pasado reciente puede estructurarse en torno a los anteriores ejes, en la medida en que ellos abren un abanico de posibilidades en el momento de querer profundizar sobre variables y aspectos por tener en cuenta con respecto al periodo histórico que se va a estudiar.
En lo concerniente a las investigaciones que centraron su estudio en los procesos de construcción de memoria en el marco de la justicia transicional, los resultados muestran como esta también se construyó en medio de disyuntivas por el carácter político que lleva implícito, y es que en el escenario del esclarecimiento de la verdad y de la justicia se confrontan dos verdades: la de las víctimas y la de los victimarios. Por un lado, están quienes promueven el “Nunca más” y velan por el esclarecimiento de los hechos traumáticos al igual que el castigo para los responsables y, por el otro, quienes anteponen el futuro en vez de la vuelta al pasado y promulgan políticas de olvido y “reconciliación” (Jelin, 2002). No obstante, existen otras discusiones teóricas más amplias que dimensionan el debate sobre la justicia transicional, entre ellos encontramos las posturas de Maculan (2018), Ambos (2008) y Uprimny et al. (2006), quienes problematizan las tensiones que se generan entre los contextos transicionales y los imperativos jurídicos internacionales. Estos autores analizan por lado la persecución y el castigo a los crímenes de lesa humanidad o crímenes de guerra y por el otro, problematizan las restricciones que se derivan de las negociaciones de paz para trascender los conflictos. Para Maculan (2018), la obligación internacional de persecución y castigo debe de ser flexible sin caer en mecanismos extraordinarios que alteren la intervención penal, mecanismos que como se ha dicho, son determinantes para garantizar la reconciliación social, la consolidación de la paz, el esclarecimiento de la verdad y la reparación. La construcción de la memoria histórica promovida por la Ley de Justicia y Paz no estuvo exenta de esta situación.
Según Herrera y Pruzt (2016), la Ley 975 de 2005 constituyó el referente de las políticas de memoria recientes en Colombia. Al Promulgar la preservación del pasado como un derecho de las víctimas al esclarecimiento de la verdad, la memoria se convirtió en el eje central de todo el programa de intervención por parte de entes judiciales, gubernamentales y no gubernamentales, con el objetivo de mitigar y reparar los efectos de la guerra generados en la población. Como consecuencia de esto, en primera instancia, la Ley de Justicia y Paz fundó la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) y esta creó en su interior el Área de Memoria Histórica (MH), el cual proclamó el Grupo de Memoria Histórica (GMH).
El artículo 56 establece el deber de memoria y de preservación de la memoria histórica, que corresponde al Estado. Por ello, el artículo 57 dispone la obligación de preservar los archivos judiciales, como parte del deber de memoria. Es importante destacar que el deber de conservación de los archivos no se limita a los archivos de justicia y paz, ni siquiera de la justicia penal, sino a todos los archivos judiciales, pues en ellos se puede encontrar la historia del despojo de tierras y, sobre todo, la historia de la actuación estatal para proteger a las víctimas de graves violaciones a los derechos humanos. (Benavides, 2013: 5)
De acuerdo a Torres (2013), la mención que realizan las normas jurídicas nacionales e internacionales sobre la memoria esta debe ser un espacio que involucre a los actores para reflexionar sobre la violencia y sus consecuencias. Igualmente, debe crear canales de comunicación entre lo individual y lo social que permitan superar la violencia y generar proyectos de futuro para quienes sufrieron los avatares de la guerra.
El ejercicio de memoria, al igual que en todo el continente sudamericano, también se ha configurado en la sociedad colombiana como un escenario de disensos y consensos, en palabras de Jellin (2001), “memoria contra la memoria”. Esto se evidencia en un conflicto que ha involucrado una multiplicidad de actores, entre ellos, las fuerzas de seguridad del Estado. Por esta razón hoy se habla en el país de memorias y no de una sola memoria. Ejemplo de ello, están los ejercicios de memoria de las Fuerzas Militares en un afán de mostrar su historia, deteriorada por las otras memorias al ser señaladas como victimarios en el conflicto armado (Ugarriza y Pabón, 2017).
Por otro lado, se puede concebir que la memoria surge en condiciones sociales especiales, más que como método precientífico (Visacovsky, 2007). En este sentido, las políticas de reconstrucción del pasado reciente en Colombia, han surgido por imperativos de la justicia transicional en procesos de negociación con actores armados, más que por iniciativas culturales. La memoria se ha construido con un tinte político y con impronta de denuncia y ha significado, al mismo tiempo, las voces de los miles de olvidados y silenciados por las violencias y la guerra. Frente a una sociedad que solo exalta y rememora las batallas y las víctimas son relegadas al olvido, la memoria surge como una luz de esperanza.
Los ejercicios de memoria que se han desarrollado en el país, demuestran la relevancia de los procesos de construcción de memoria histórica del pasado reciente del país. Sus usos han exacerbado debates jurídicos, procesos de intervención social y psicológica y prácticas en el sistema educativo. En el ámbito jurídico, este se ha determinado como un pilar fundamental para la reparación, las garantías de no repetición y el esclarecimiento de la verdad; no obstante, se impugna el carácter relevante de la versión de los victimarios en los procesos judiciales. Sin embargo, se destaca su impacto exitoso como metodología de intervención psicosocial en la población afectada por las violencias del conflicto armado.
En el ámbito educativo, la memoria se evidencia como un dispositivo de intervención pedagógica para comprender el conflicto social y político por el cual ha atravesado la sociedad colombiana (Jiménez, Acevedo y Cortés, 2012). Igualmente, se muestra como una estrategia que permite mirar y reflexionar la historia de manera crítica y al mismo tiempo configura un nuevo sujeto social, en la construcción de una ciudadanía gestora de una cultura de la paz. Esto demanda nuevos retos en la educación en la sociedad del posconflicto en términos que permita la reconfiguración del tejido social fragmentado por la violencia endémica de tinte político. Por tanto, en el ejercicio de la memoria de manera ejemplar está implícito la construcción de ese presente y futuro. En palabras de Mèlich (2000: 92-93)
La educación después del holocausto no puede renunciar al pasado, al recuerdo, a la memoria. Si así lo hiciera sería una educación inhumana. Una educación sin memoria se niega a sí misma, porque perdería uno de los elementos que la constituyen éticamente54. Una educación sin memoria no puede tampoco construir el futuro porque no hay anticipación sin rememoración.
En síntesis, la vasta producción científica evidenciada en este artículo, tiene como objetivo mostrar el carácter reparativo de la memoria en procesos transicionales y su impacto en la construcción del tejido social. Para esto se documentaron experiencias reivindicativas y de resistencia frente a los excesos de los actores armados y se pone en evidencia la resiliencia de los sujetos frente a situaciones adversas. No obstante, la guerra persististe y con ella el crimen de líderes sociales y la diáspora de pobladores desplazados por la violencia. No obstante, citando a Blair (2011), frente a las violencias que azotan la sociedad colombiana, la memoria como caballo de lucha, debe seguir cabalgando por los estrechos caminos de la verdad, sobre todo en esa verdad que legitima los discursos de los victimarios amparados en la justificación. Igualmente, se espera que el actual Informe de la Comisión de Verdad, en palabras de sus comisionados logre “superar el olvido, el miedo y el odio a muerte que se ciernen sobre Colombia por causa del conflicto armado interno” (Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, 2022a:9).