El método biográfico en las ciencias sociales. Acerca del carácter social y el estatuto de verdad de las experiencias de vida
The biographical method in the social sciences. On the social condition and the truth status of life experiences
El método biográfico en las ciencias sociales. Acerca del carácter social y el estatuto de verdad de las experiencias de vida
EMPIRIA. Revista de Metodología de las Ciencias Sociales, vol. 60, pp. 95-116, 2024
Universidad Nacional de Educación a Distancia
Recepción: 26 Abril 2022
Aprobación: 31 Enero 2023
Resumen:
Los estudios biográficos interpelaron a las ciencias sociales desde la década de 1920. Sin embargo, esta forma de observar y analizar los fenómenos sociales sufrió, entre la Segunda Guerra Mundial y la década de 1980, un desplazamiento del escenario metodológico. Desde la óptica de Daniel Bertaux, el olvido en que cayó el método biográfico en ese período puede atribuirse a un doble imperialismo: del estructural-funcionalismo y de la investigación por encuestas. En los años ´80 del siglo XX se produjo una nueva irrupción del método biográfico en el panorama de las ciencias sociales que derivó, progresivamente, en la consolidación de un campo de estudios integrado por múltiples disciplinas (historia, sociología, antropología, estudios literarios, entre otras). El campo de estudios biográficos se caracteriza por la existencia y –en los últimos años– proliferación de indagaciones empíricas que interrelacionan elementos teórico-conceptuales provenientes de diversos ámbitos del saber. En este artículo, presento un conjunto de reflexiones en relación a la uti lización del enfoque biográfico en las ciencias sociales. En primer lugar, realizo una breve reseña histórica de los orígenes del método, su desaparición del escenario metodológico, su resurgimiento y, finalmente, su relevancia contemporánea. En segundo lugar, menciono los principales estilos de investigación biográfica, a partir de la tipología elaborada por Ernesto Meccia (2019a). A continuación, señalo las diferencias entre dos nociones que, al interior del enfoque biográfico se utilizan, en ocasiones, de manera intercambiable: historia de vida y relato de vida. Luego, reflexiono sobre el estatuto de verdad en los testimonios. En términos generales, concibo a los testimonios como instrumentos de (re) construcción identitaria y no como meros relatos factuales limitados a una función informativa. Seguidamente, detallo el modo en que los relatos biográficos adquieren una determinada trama, una disposición a partir de los acontecimientos biográficos, puntos de viraje o puntos de inflexión. Finalmente, muestro cómo los relatos biográficos pueden expresar aspectos y problemáticas sociales de diversa índole que trascienden a la propia biografía.
Palabras clave: Método biográfico, Historia de vida, Relato de vida, Narrativas, Testimonio.
Abstract:
Social Sciences have been interested in biographical studies since the 1920s. However, this way of observing and analyzing social phenomena was displaced, between the World War II and the 1980s, from the methodological scene. According to Daniel Bertaux, the oblivion in which the biographical method fell in that period is attributable to a double imperialism: the one of the structural-functionalism and the one of survey research. During the 1980s there was a new appearance of the biographical method within the social sciences that progressively derived in the consolidation of an academic field in which take part multiple disciplines (history, sociology, anthropology, literary studies, among others). The biographical studies field is characterized for the existence and, in the last years, proliferation of empirical research that relate theoretical elements that belong to different fields of knowledge. In this article, I present some reflections on the use of the biographical method within the social sciences. First of all, I make a brief historical review of the method origins, its disappearance from the methodological scene, its resurgence and, finally, its actual relevance. Then, I mention the main biographical research styles, according to the typology made by Ernesto Meccia (2019a). In third place, I highlight the differences between two terms that, within the biographical method field, are used frequently as synonyms: life history and life story. After that, I reflect on the truth status of the testimonies. In general terms, I conceive testimonies as tools for identity (re) construction and not only as factual accounts limited to an informative function. Then, I specify the way in which life stories assume a certain plot, an arrangement that is given by the biographical events or turning points. Finally, I show how life stories can express different social issues and problems that go beyond the biography itself.
Keywords: Biographical Method, Life History, Life Story, Narratives, Testimony.
1. INTRODUCCIÓN
Desde las primeras décadas del siglo XX, los estudios biográficos interpelaron a las ciencias sociales. Su búsqueda por captar el espesor de lo social (Arfuch, 2002) a partir de las historias y memorias de individuos pertenecientes a diversas categorías sociales convirtió a la investigación biográfica en una de las principales corrientes de la sociología empírica en el período de entreguerras. Sin embargo, luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial y hasta la década de 1980, esta forma de observar y analizar los fenómenos sociales fue desplazada del escenario metodológico. En este último decenio se produjo una nueva irrupción del método biográfico en el panorama de las ciencias sociales. Desde entonces, las investigaciones que emplean este enfoque han adquirido un nivel de consolidación que permite hablar de la existencia de un campo disciplinar.1
En este artículo, presento algunas reflexiones en relación con el método biográfico y su empleo en las ciencias sociales. En primer lugar, realizo una breve reseña histórica de los orígenes del método y menciono su relevancia contemporánea. Seguidamente, menciono los principales estilos de investigación biográfica, a partir de la tipología elaborada por Ernesto Meccia (2019a). Luego, señalo las diferencias entre dos nociones que, con frecuencia, se emplean como sinónimos: historia de vida y relato de vida. A continuación, reflexiono sobre el estatuto de verdad en los testimonios. Luego, puntualizo en el proceso por el cual los relatos biográficos adquieren una trama, una determinada disposición que se estructura a partir de los acontecimientos biográficos o turning points [puntos de inflexión]. En el siguiente apartado, muestro cómo los relatos biográficos pueden expresar problemáticas y temas de la sociedad que trascienden a la propia biografía. Finalmente, recapitulo los principales aspectos abordados en el artículo y reflexiono sobre la aplicación del enfoque biográfico en un escenario de singularización de las trayectorias individuales como el que vivimos en el presente.
2. ORÍGENES Y DESARROLLO DEL MÉTODO BIOGRÁFICO EN LAS CIENCIAS SOCIALES
Los orígenes del método biográfico en las ciencias sociales se remontan a las postrimerías de la década de 1910. Existe consenso en torno al reconocimiento de El campesino polaco en Europa y en América (The Polish Peasant in Europe and America), de William Thomas y Florian Znaniecki ([1918-1920] 2006), como la obra precursora del método biográfico en sociología (Pujadas Muñoz, 1992). El libro es considerado el primer estudio relevante del Departamento de Sociología de la Universidad de Chicago.2 En la monumental obra, Thomas y Znaniecki –miembros de lo que posteriormente se dio en llamar “Escuela de Chicago”– se dedican al estudio de correspondencia epistolar de campesinos polacos emigrados a Estados Unidos. A partir del análisis de estas cartas, buscan dar cuenta de la complejidad de la experiencia migratoria.
El empleo del método biográfico para el análisis de procesos migratorios que llevaron a cabo Thomas y Znaniecki no constituyó una experiencia aislada. Por el contrario, tal como señala Juan José Pujadas Muñoz (1992: 63), esta temática –junto con el “estudio de la marginación” y del “comportamiento desviado”– serán los tópicos “estelares” a los que se dediquen los estudios biográficos. Las historias de vida, como sostiene Ayelén Fariña (2011), suelen ser protagonizadas por personas en los márgenes, ignoradas o anónimas.
Los estudios biográficos “(…) inquietaron a las ciencias sociales desde los primeros años del siglo XX, en el intento por aprehender historias y memorias (…)” (Arfuch, 2002: 23). En el período de entreguerras, este tipo de investigaciones conformaba una de las principales corrientes de la sociología empírica. Sin embargo,
(…) después de la Segunda Guerra Mundial, esta forma de observación de los procesos sociales desapareció de la panoplia metodológica internacional (…) En la época del doble imperialismo del estructural-funcionalismo y del survey research (investigación por encuestas), los relatos de vida no eran considerados de interés sociológico (Bertaux, 1999: 1,16).
No fue hasta la década de 1980, con el trabajo de autores como Bertaux en Francia y Franco Ferrarotti en Italia, que las investigaciones biográficas lograron un nivel de consolidación que llevó a la formación de un campo de estudios integrado por múltiples disciplinas (historia, sociología, antropología, estudios literarios, entre otras). Una de las características más salientes del campo no es, sin embargo, que del mismo participen múltiples disciplinas; lo más destacable es la existencia y –en los últimos años– proliferación de indagaciones empíricas que ponen en juego elementos teóricos provenientes de múltiples ámbitos del saber (Camas Baena, 2014; Álvarez Junco, 2022).
Desde la década de 1980, el método biográfico
(…) ha vuelto a hacer irrupción en las ciencias sociales (…), después de haber sido postergado durante varias décadas, tras el impacto del positivismo en todas las ciencias sociales, pero muy especialmente en el campo de la Sociología, que fue la disciplina en la que precisamente se habían producido los avances más significativos dentro de este ámbito (Pujadas Muñoz, 1992: 15).
Un hito fundamental para la refundación del campo de estudios biográficos fue la publicación del libro Biography and Society. The Life History Approach in the Social Sciences (Bertaux, 1981). El libro reunió un conjunto de ponencias presentadas en el IX Congreso Mundial de Sociología en el marco del grupoad hoc acerca del enfoque biográfico en la ciudad de Upsala (Suecia), en 1979 (Bertaux, 1999).
Los llamados “métodos biográficos” (…) ocupan hoy una posición predominante en la investigación cualitativa, en sintonía con el interés en la voz y la experiencia de los sujetos y con el énfasis testimonial, esa verdadera obsesión de la memoria que los hitos simbólicos del nuevo siglo y milenio no han cesado de estimular (Arfuch, 2002: 23-24).
Otros hitos más recientes para la consolidación del campo de estudios biográficos son la publicación de la compilación The Turn to Biographical Methods in Social Science. Comparative issues and examples, editado por Prue Chamberlayne, Joanna Bornat y Tom Wengraf (2000) y, en 2012, los cuatro volúmenes de Biographical Research editados por John Goodwin. El primer volumen está dedicado a los puntos de partida, los debates y los abordajes dentro de la investigación biográfica. El segundo, a las entrevistas biográficas, la historia oral y las narrativas de vida. El tercer volumen aborda otras formas de escritura como las cartas, los diarios personales y la autobiografía. El último volumen de la compilación se aboca a otro tipo de materiales biográficos como las fotografías, los objetos personales y los cyberdocumentos.
En Argentina, existen tres hitos fundamentales en la conformación del campo de estudios biográficos. El primero de ellos es la publicación, en 1999, del libro El método biográfico. La reconstrucción de la sociedad a partir del testimonio de los actores, una compilación de artículos dirigida por Ruth Sautu. Dos décadas después, la publicación de Biografías y Sociedad. Métodos y perspectivas y de Métodos cualitativos y cuantitativos en la investigación de cursos e historias de vida, compilaciones dirigidas por Meccia (2019b) y Sautu (2022) respectivamente, dio muestra del grado de consolidación y diversificación temática que el campo de estudios biográficos había adquirido en el país.
3. ESTILOS DE INVESTIGACIÓN BIOGRÁFICA
El método biográfico puede definirse como el despliegue narrativo de las experiencias vitales de una persona a lo largo del tiempo, o bien como el “(...) amplio conjunto de procedimientos [tanto cuantitativos como cualitativos] para la producción de datos empíricos relativos al estudio de la vida de los individuos” (Meccia, 2019a: 25). Los estudios biográficos presentan un continuum entre las investigaciones factuales (que indagan los “hechos biográficos”) y las narrativas (que se preocupan por los “discursos biográficos”) (Meccia, 2019a). La tradición italiana del enfoque biográfico, por ejemplo, –en la que puede englobarse a autores/as connotados/as como Ferrarotti, Luisa Passerini, Giovanni Levi y Alessandro Portelli– coloca el acento en las narraciones más que en las historias de vida, es decir, enfatiza la significación de los hechos por sobre los hechos mismos (Fariña, 2011).
Meccia (2019a) distingue cuatro estilos de investigación biográfica. La delimitación propuesta por el autor se estructura a partir de una pregunta fundamental: ¿para qué se utilizan las biografías en la investigación social?
Un primer estilo consiste en la reconstrucción de entidades socioestructurales. En este, se busca recrear el estado de una entidad social con significación estructural a través del testimonio de los actores y/o del seguimiento de sus comportamientos individuales. Algunos ejemplos de este estilo son los estudios sobre movilidad social intra e intergeneracional, sobre trayectorias residenciales y laborales y sobre la transición entre la escuela y el mundo del trabajo (Elder [1974] 2018); Bertaux y Bertaux-Wiame, 1981).
Al segundo estilo lo denomina reconstrucción de culturas grupales. Este se caracteriza por la indagación de un episodio que marca un antes y un después en la vida de un individuo e inaugura procesos de des-socialización y de resocialización en escenarios particulares de interacción social. Estos procesos proveen a las personas de nuevas herramientas para actuar en la vida y para reinterpretar su pasado y planificar su futuro. El estudio de las biografías personales sirve aquí para dar cuenta de las intersecciones entre subjetividades individuales, relaciones interpersonales y rutinas institucionales. Meccia menciona dentro de este estilo las investigaciones que abordan las problemáticas vinculadas con las adicciones, las conversiones religiosas, el ingreso a una institución de encierro (cárcel, neuropsiquiátrico) y el descubrimiento de una identidad sexual no hegemónica (Denzin, 1987; Colinet, 2010).
La realización de microhistoria es el tercer estilo que identifica el autor. Aquí, un momento de reconocida significación histórica es recreado mediante el testimonio de quienes lo vivenciaron en tanto protagonistas o testigos. Los trabajos que indagan la forma en que reconstruyen sucesos traumáticos –como los vinculados con las grandes tragedias del siglo XX (Guerra Civil Española, Segunda Guerra Mundial, genocidio nazi)– quienes debieron convivir con ellos brindan algunos de los ejemplos más connotados dentro de este estilo. Desde la óptica de Michael Pollak y Natalie Heinich (2006), el enfoque biográfico constituye un instrumento de investigación privilegiado para el análisis de situaciones de transición o de traumas, que ponen a los individuos en ruptura con su mundo habitual. A su entender, este enfoque detenta potencialidades para el análisisde la adaptación a un nuevo contexto y la redefinición de la identidad. En su investigación, la situación de transición y trauma que abordan es la experiencia de haber vivido en un campo de exterminio y su referente empírico son las mujeres sobrevivientes de Auschwitz-Birkenau. Los testimonios de protagonistas y testigos de sucesos como los mencionados han constituido un inestimable instrumento de documentación y verificación de la realidad histórica (Amaral de Oliveira, 2013), pese a las lagunas, contradicciones e inconsistencias que suelen caracterizar a este tipo de narraciones.3
Por último, la investigación biográfica puede dirigirse a la revelación de marcas narrativas. “Las narrativas del yo son construcciones discursivas a través de las cuales los individuos experimentan la identidad social. La vida se recrea en el relato con marcas del lenguaje indiciarias del enunciador” (Meccia, 2019a: 41). El análisis de los patrones narrativos a través de los cuales gays y lesbianas cuentan su coming out o su salida del clóset (como “un viaje”, como “un sufrimiento duradero”, como “una lucha”, como “la persecución de una meta”, como “la obtención de un lugar en el mundo”), tal como realiza Plummer (1995), es un ejemplo de este estilo de investigación biográfica.
4. HISTORIAS DE VIDA Y RELATOS DE VIDA
En su vertiente cualitativa –a la que nos referimos fundamentalmente en este artículo– el método biográfico se caracteriza por la elaboración, a través de entrevistas sucesivas, de un relato que permita mostrar el testimonio subjetivo y dar cuenta tanto de los acontecimientos vivenciados por la persona como de las valoraciones que esta hace de su propia existencia (Pujadas Muñoz, 1992; Sautu, 1999; Muñiz Terra, 2018). La temporalidad es un elemento fundamental de la información producida en el marco del método biográfico. De allí la importancia de que los procedimientos para la producción de datos procuren capturar los modos en que el transcurso del tiempo impacta en las biografías.
Entre los inconvenientes del método biográfico, Pujadas Muñoz (1992: 46) menciona la dificultad de controlar la información obtenida. Para enmendar ello, sugiere la realización de “(…) catas que permitan validar la veracidad de puntos concretos (…) por medio de entrevistas a terceras personas”. Concebida de esta manera, la historia de vida –como resultado posible de la aplicación del método– tiene una pretensión totalizante. De allí que para indagar la vida de un individuo y construir su biografía se recurra a la triangulación de fuentes de muy diverso tipo: cartas, diarios personales, historias clínicas, archivos, fotografías, registros audiovisuales y testimonios de terceros. Gaston Pineau y Jean-Louis Le Grand (1996) conciben a la historia de vida como un estudio de caso de una determinada persona que incluye, además de su relato de vida, cualquier información o documentación que permita reconstruir su biografía de la forma más exhaustiva, rigurosa y objetiva posible. Leticia Muñiz Terra y Eugenia Roberti (2018) señalan, por su parte, que la redacción de la historia de vida no necesariamente debe valerse del relato de la propia persona biografiada.
Ante la necesidad de diferenciar la historia vivida por una persona –la cual resulta, a todas luces, inaprensible– de la narración o reconstrucción que sobre ciertas dimensiones y acontecimientos realice el propio sujeto surgen las nociones de relato biográfico o relato de vida. La emergencia de estas nociones, en el marco de los estudios biográficos, se registra en Francia hacia fines de la década de 1980.
Para Michèle Leclerc-Olive (2009a: 12) “(…) no se trata de explorar todo lo que sucedió en el curso de la vida, sino de `comprender´ su trayectoria a partir de los acontecimientos más esenciales que la han determinado”. En términos generales, la opción metodológica por los relatos de vida, en el campo de las investigaciones biográficas, se asocia a dos razones fundamentales. Por un lado, la consideración de que es imposible recuperar el pasado en su totalidad y complejidad (Gullestad, 1994). Por el otro, el interés por dar cuenta, no de la totalidad de la historia de una vida, sino de ciertas dimensiones de ella que se consideran relevantes, en función de los objetivos de investigación formulados.
La construcción de un relato biográfico implica circunscribirse a la versión oral o escrita que un individuo brinda de su propia vida. En otras palabras, a diferencia de la historia de vida, en el relato biográfico se dejan de lado los materiales que podrían brindar información adicional y, de ese modo, complementar –y hasta contradecir– la narración del sujeto. En ocasiones, incluso, la narración biográfica que realiza un sujeto puede ser publicada sin cambios para otorgarle mayor fuerza testimonial, conservando las peculiaridades lingüísticas (Pujadas Muñoz, 1992; Herrera-Pastor y Frost, 2021).
El relato de vida es un texto que se construye progresivamente a partir de los encuentros entre el/la investigador/a y la persona cuya vida será narrada, relatada o reconstruida. La técnica fundamental (y la más utilizada) para la construcción de relatos de vida es la entrevista. El relato es el resultado que se obtiene de las sucesivas entrevistas y es un producto contingente de dichos encuentros, fuertemente condicionado por la relación que se establece entre entrevistador-a/ investigador-a y entrevistado/a, por el ámbito en que tienen lugar las reuniones, por las características personales del/de la entrevistador/a y su estilo de conducción de la entrevista y por el grado de expresividad del/de la entrevistado/a, entre muchos otros factores (Güelman y Borda, 2014).
5. EL ESTATUTO DE VERDAD EN LOS TESTIMONIOS
Las investigaciones que han tomado al testimonio como objeto de estudio han mostrado, profusamente, que los sucesos de vida son seleccionados, descritos y evaluados por las personas a la luz de sus experiencias posteriores y que, este proceso, está atravesado por una valoración ética (Meccia, 2015). En el contexto de la entrevista biográfica, el sujeto “(…) cuenta solo una parte de su historia (…) [ y] elige los hechos de manera de presentar la imagen que le gustaría tuviéramos de él (…)” (Peneff, 1990: 106, traducción propia). Esto le otorga al relato biográfico un carácter performativo, entendiendo por ello que no recupera ni representa de manera transparente una historia fáctica situada en un pasado más o menos lejano, sino que instituye a la historia desde el presente, en virtud de la selección, siempre contingente y situada, de los sucesos de vida (Lucius-Hoene, 2000). El relato de vida puede pensarse como el “(…) producto de una interacción entre el entonces del tiempo de la narrativa y el ahora de la narración presente” (Gullestad, 1994: 4, traducción propia).4
Leclerc-Olive (2009a: 11) afirma que se sabe “(…) bastante sobre los procesos de selección-olvido efectuados por la memoria. La rememoración no es una pura reproducción de recuerdos disponibles”.
Sin dudas, existen mediaciones subjetivas y culturales entre la experiencia vivida en “bruto” y su relato. Por ejemplo, entre una situación social o un evento y la manera en que es “vivido” por el sujeto se interponen sus esquemas de percepción y evaluación. Entre la memorización de las situaciones, eventos o acciones y su evocación ulterior se interpone la mediación de las significaciones que el sujeto les atribuye retrospectivamente a través de la totalización, más o menos reflexiva, que haya hecho de sus experiencias (totalización que no puede evitar tomar en cuenta las percepciones y evaluaciones de esos mismos eventos o actos que elaboran quienes forman parte de su círculo íntimo) (Bertaux, 2005: 40, traducción propia).
En el acto de testimoniar, se produce un descentramiento del sujeto enunciador (Ricoeur, 1986), quien se convierte en un historiador de sí mismo (Levi, 2000). La narración permite a los/as hablantes o escritores/as disociarse del yo que habla o escribe y, de este modo, tomar una postura reflexiva frente al self como personaje del pasado o de un tiempo y espacio ficticio y hacer de dicho pasado (o de los eventos imaginados) algo relevante para contar (Bamberg, 2010). Para que un relato de vida pueda esbozarse, el sujeto debe haber interiorizado la postura autobiográfica (Bertaux, 1999). Debe tomarse a sí mismo por objeto, verse a cierta distancia; debe haberse “(…) formado una conciencia reflexiva que trabaje con el recuerdo y que la memoria misma se transforme en acción” (Bertaux, 1999: 14).
La historia oral y, en particular, los estudios sobre las características que asumen los procesos de memoria de sucesos recientes, nos han ayudado a comprender que la narración de hechos vinculados con la propia vida no está exenta de inconsistencias, zonas grises, lagunas y contradicciones. Carolina Muñoz-Proto, Alejandro Ancapichún-Hernández y René Squella-Soto (2020) señalan que los silencios, las tensiones, los tabúes y las contradicciones permean los relatos de experiencia e identidad. Ello no es, de ningún modo, un argumento para desechar la “cientificidad” u “objetividad” de estos materiales ni para desestimar su aporte para el análisis de las vinculaciones entre experiencias biográficas y cuestiones societales. El relato testimonial sobre el pasado, en particular el que tiene por objeto sucesos traumáticos –y, especialmente, experiencias límite–,5 resulta por naturaleza parcial, incompleto e incluso contradictorio (Didi-Huberman, 2004; Raggio, 2009; Amaral de Oliveira, 2013). Tal como afirma Beatriz Sarlo (2005: 45), el testimonio nunca puede “(…) representar todo lo que la experiencia fue para el sujeto (…)”.
Los testimonios deben ser considerados verdaderos instrumentos de reconstrucción de la identidad y no solamente relatos factuales, limitados a una función informativa (Pollak, 2006). La narración de la propia vida implica una tarea doble. En primer lugar, el sujeto realiza una selección de contenidos de un conjunto más amplio, escoge cierta información respecto a los eventos que afectan al yo. Y al hacerlo, construye una imagen de sí mismo ante el/la narratario/a y/o ante el público más amplio al que se dirige a través de él (incluido él mismo). Idalina Conde (1993) asigna a estas tareas los términos de self telling y self making, respectivamente. En síntesis, los testimonios no solo presentan hechos, sino que también nos hablan de quién es el/la narrador/a o de qué modo quiere ser visualizado/a o reconocido/a (Fischer Rosenthal, 2000; Meccia, 2016).
¿Por qué se presentan con frecuencia situaciones en las que las personas entrevistadas afirman algo con relación a un acontecimiento de su vida y en el encuentro siguiente se contradicen? Precisamente, porque en los sucesivos encuentros en el marco de entrevistas biográficamente orientadas hay una reelaboración contingente del pasado, desde el presente de la narración.
El testimonio no puede tener lugar en soledad, no es un monólogo (Laub, 1992). Como ha señalado una multiplicidad de autores/as, narrador/a y narratario/a intervienen en esta reelaboración (Jelin, 2002; Leclerc-Olive, 2009a; Kornblit, 2010; Meccia, 2016; Vasilachis de Gialdino, 2016). Ello no implica asumir el espejismo de una anulación completa de jerarquías y poderes (Arfuch, 2002).
La reelaboración del pasado tiene un carácter dialógico, en tanto está condicionada por las características del/de la entrevistador/a, por el rapport entre este/a y el/la entrevistado/a, por el estado emocional de este/a último/a, entre otros factores. A su vez, el/la entrevistado/a puede haber reflexionado, solo/a o con otras personas significativas, acerca de los sucesos y ofrecer una visión distinta de los mismos en un encuentro posterior, sea por un cambio de interpretación –mediado siempre por su situación presente–, sea por la sensación de que las cosas ocurrieron de manera distinta a como las había relatado.
Los testimonios –especialmente aquellos que abordan sucesos traumáticos– deben analizarse menos desde la rigurosidad fáctica que desde la fuerza efectiva y emocional que revelan. Más que de veracidad fáctica, se trata de una auténtica veracidad subjetiva (Araujo y Martuccelli, 2012). Como señala Claudia Feld (2009), el testimonio detenta siempre una ambición veritativa. Para Meccia (2016), en los relatos de vida rige una cláusula de verosimilitud. El/La analista debe, a su entender, comprender la configuración de sentido del/de la narrador/a, no buscar refutarla. Desde esta perspectiva, las exageraciones en las que pueda incurrir quien cuenta su vida, deben ser tomadas como dato.
(…) la evidencia de los relatos no es recogida para determinar si los eventos realmente sucedieron, sino para establecer el significado experimentado por las personas, ya sea que describan o no los eventos con precisión (…) los textos narrativos sirven como evidencia del significado personal, no de la ocurrencia factual de los hechos relatados en las historias (…) la narrativa da evidencia acerca del mundo de la experiencia humana (Vasilachis de Gialdino, 2016: 20).
El testimonio es una forma de producir una verdad proveniente de la dimensión subjetiva de la vida social, de las experiencias vividas por los individuos, sus narrativas y modos de simbolización (Amaral de Oliveira, 2013). Para Jerome Bruner (1991), el desafío más importante que enfrenta quien emplea el enfoque biográfico –en su vertiente de los relatos de vida– no es certificar la verdad de lo narrado, sino comprender cómo la interpretación de la realidad realizada por el sujeto se ajusta a la experiencia vivida y al significado otorgado a esta. En breve, no es la búsqueda de la verdad lo que está en juego, sino la justificación que el/la narrador/a realiza de dichas interpretaciones.
6. LOS ACONTECIMIENTOS SIGNIFICATIVOS COMO ARMAZÓN NARRATIVO DE LOS RELATOS BIOGRÁFICOS
Aun despojado de la pretensión de verificar la veracidad de los hechos, el relato biográfico permite sistematizar la información de una vida. A su vez, dota de cierta estabilidad a los acontecimientos luego de las reconfiguraciones que van sucediéndose con las entrevistas.
(…) construir un ejercicio narrativo es hacer un relato recursivo con lógica argumentativa en el que se organizan las ideas a partir de los temas tratados, sin la pretensión de ser un registro o compendio de datos si no una narración que busca exponer las tensiones sobre lo conversado y en vinculación con el contexto donde emerge (Galaz y Rubilar Donoso, 2019: 3).
Meccia (2015: 15) señala que los relatos de vida suponen siempre una trama, es decir, “(…) una determinada disposición, una puesta en orden de lo ocurrido y/o imaginado”. Hacia el final de los encuentros, el relato puede pensarse como una representación “negociada” de los acontecimientos tal como ocurrieron.
Los materiales biográficos tienen la reputación de ser particularmente inestables, muy dependientes de las condiciones en las cuales son enunciados, y especialmente en relación con el investigador (…) Los relatos biográficos presentan, en realidad, una cierta estabilidad (…) además es posible aislar, en el conjunto de los “detalles” biográficos, aquellos acontecimientos que no son en realidad detalles insignificantes sino acontecimientos importantes que confieren estabilidad al relato (…) una biografía no está relatada de una vez y para siempre, aunque su maleabilidad es limitada. La constitución de la experiencia es un proceso discreto y no continuo. Si unos acontecimientos pueden modificar nuestra relación con el binomio pasado/futuro, igualmente definen períodos de estabilidad, y más exactamente de estabilidad provisoria, o según la expresión de [Edmund] Husserl, de “evidencia hasta nueva orden” (…) La variabilidad de los relatos del pasado es, de hecho, una variabilidad limitada (…) (Leclerc-Olive, 2009a: 4-5).
Uno de los procedimientos fundamentales en la aplicación del enfoque biográfico es la identificación de los acontecimientos significativos, giros de la existencia (Leclerc-Olive, 2009b); puntos de viraje [turning points] (Denzin, 1989); o puntos de inflexión (Sautu, 1999). Estos marcan un antes y un después, un parteaguas en la vida del individuo, momentos de cambio en la dirección de su trayectoria biográfica en relación a su pasado y, probablemente, en los destinos de vida futura. Son incidentes críticos que fuerzan a alguien a reconocer que no es la misma persona que era (Kornblit, 2004).
Como señala Agnes Hankiss (1993), los sujetos –a través del ejercicio de la memoria– seleccionan, enfatizan, recomponen y dan un nuevo color a aquello que ha ocurrido. Y, lo más importante de todo, a ciertos episodios fundamentales les otorgan un significado simbólico tal que los convierte en mitos que funcionan como puntos focales del sistema explicatorio del yo.
La escritura del relato permite darles un orden a las experiencias biográficas de los sujetos a partir de la identificación de los acontecimientos significativos. Estos conforman el armazón narrativo de los relatos (Leclerc-Olive, 2009a).
Los acontecimientos biográficos se constituyen en los puntos nodales de la experiencia biográfica: es el momento en que las representaciones incorporadas de uno mismo, de la sociedad y del mundo son alteradas; situaciones en las que el sujeto se interroga, interpreta, intenta encontrar un sentido, producir nuevas representaciones (Leclerc-Olive, 2009a: 19).
Leclerc-Olive (2009a: 4) distingue a los acontecimientos significativos de los pequeños acontecimientos, que son aquellos “(...) cuya narración no es indispensable para la comprensión de la trayectoria biográfica en su conjunto (…)”. A su vez, establece una diferenciación entre los acontecimientos significativos y lo que denomina las catástrofes. Mientras que los acontecimientos significativos son giros de la existencia sobre los que ha podido estabilizarse el significado, las catástrofes no han encontrado aún un relato que las ponga “a una buena distancia”. Los acontecimientos-catástrofes o providenciales, “(…) lejos de señalar una fecha, de estructurar la biografía, la forman en su globalidad, irrigando la biografía entera, mientras que los `giros de la existencia´ señalan una fecha, marcan el tiempo” (Leclerc-Olive, 2009a: 32).
Los acontecimientos significativos se diferencian también de los simples recuerdos. Mientras que los recuerdos se inscriben “en” el tiempo, los acontecimientos biográficos instauran un calendario privado y, en cierto modo, “crean” el tiempo (Leclerc-Olive, 2009a). En otras palabras, la función temporalizante de los acontecimientos significativos no radica tanto en la posibilidad de marcar una fecha en un calendario preexistente, sino en constituir un calendario. “Es, pues, marcador y matriz a la vez” (Leclerc-Olive, 2009a: 32).
Si bien el transcurso del tiempo otorga perspectiva y claroscuros para analizar los hechos, el/la testimoniante realiza un trabajo de
(…) gestión de la identidad que consiste en interpretar, en ordenar o en reprimir (temporaria o definitivamente) toda experiencia vivida de modo a tornarla coherente con las experiencias pasadas, así como con las concepciones de sí y del mundo que han moldeado: se trata, en una palabra, de integrar el presente en el pasado. Es gracias a este trabajo permanente que sostiene el habitus, que la persona aparece como dotada de continuidad y coherencia (…) (Pollak y Heinich, 2006: 112).
Como refleja la cita precedente, los individuos deben dedicar grandes esfuerzos al trabajo de gestión de su identidad y a la búsqueda por crear un sentimiento de continuidad biográfica. Irene Vasilachis de Gialdino (2016: 17) sostiene que las narraciones ofrecen a los/as hablantes una oportunidad de ordenar “(…) acontecimientos antes inconexos, y crear continuidad entre los distintos momentos biográficos”.
Todo el mundo construye su propia teoría acerca de la historia y del curso de su propia vida intentando clasificar sus éxitos y azares particulares, sus culpas y sus elecciones, los elementos favorables y desfavorables de su destino, de acuerdo con un principio de explicación coherente, con el fin de incorporar todos esos elementos dentro de una unidad histórica.6 En otras palabras, todo el mundo intenta, de una forma u otra, construir su propia ontología (Hankiss, 1993: 251).
Los sujetos suelen encontrar más continuidades que rupturas en su historia de vida. Como señalan Fortunato Mallimaci y Verónica Giménez Béliveau (2007: 192), “quien cuenta su vida tiende a percibirla como una continuidad a partir del ejercicio mismo del relato (…)”. Sin embargo, el hilo temporal evocado en el relato no necesariamente adopta una forma lineal (Kornblit, 2010).
Desde una postura epistemológica contrapuesta a la de algunos/as autores/ as que he presentado hasta aquí y, en especial, a la de Leclerc-Olive, Pierre Bourdieu ([1989] 2011) planteó un conjunto de reparos epistemológicos al enfoque biográfico. A su entender, la aplicación del método supone una ilusión biográfica, una suerte de “pacto” entre biógrafo/a y biografiado/a, según el cual se dota a la vida de una coherencia lógica que esta no tiene. La historia de vida es vista como la plasmación de un conjunto de sucesos lógicamente conectados que permiten reconstruir una trayectoria lineal dirigida hacia un fin último. La coherencia con la que se ordenan acontecimientos inconexos sería impuesta por el/la investigador/a, de acuerdo a sus propias matrices culturales o por el hecho de que “(…) la experiencia y los sentimientos del sujeto coinciden con lo que los patrones culturales hacen esperar” (Kornblit, 2004: 25). Una segunda ilusión biográfica identificada por Bourdieu es la de suponer que el individuo gozaría de una identidad unitaria que se mantendría incólume sin importar las circunstancias, las épocas y los contextos. Por último, una tercera ilusión es la de creer que la existencia de una persona tiene un carácter único y particular, desconociendo los condicionamientos estructurales que pesan sobre ciertas categorías de sujetos. En relación a esta última ilusión, para Bourdieu la investigación biográfica puede pecar de subjetivista al pretender analizar acontecimientos biográficos como el mero producto de acciones individuales y no como el resultado de los habitus y los estados sucesivos de los campos en que se desenvuelve la vida de la persona biografiada (Pereira Fernández, 2011).
7. EL CARÁCTER SOCIAL DE LAS EXPERIENCIAS BIOGRÁFICAS
¿De qué manera un relato de vida puede hablarnos de preguntas sociales y culturales relevantes? La aplicación del enfoque biográfico supone un desafío fundamental: vincular el texto que constituye el relato de vida con el contexto histórico, económico, cultural y social meta-individual (Sautu, 1999; Ferrarotti, 2007; Herrera-Pastor y Frost, 2021). El enfoque biográfico debe lidiar con un peligro inherente: interpretar una biografía específica como un destino absoluto e irreductible (Ferrarotti, 1981). El enfoque biográfico se enfrenta, entonces, al siguiente interrogante fundamental: ¿cómo dotar al relato de vida y al análisis de acontecimientos biográficos de espesor sociológico? (Meccia, 2015). O, formulado con mayor detalle, ¿cómo trascender lo particular para evitar caer en la recopilación de historias individuales o en el armado de una galería de personajes cuyo carácter sociológico resulte menos perceptible que su valor literario o periodístico? (Güelman, 2013).
Las ciencias sociales recurren a los relatos de vida no sólo interesadas por la información que estos puedan brindar en sí mismos, sino que buscan expresar, a través de los relatos, problemáticas y temas de la sociedad. Una “(…) historia de vida puede ser leída de modo tal que hable de importantes preguntas sociales y culturales” (Gullestad, 1994: 33, traducción propia). Para Leonor Arfuch (2002: 17), los relatos de vida “(…) delinean un territorio bien reconocible, una cartografía de la trayectoria –individual– siempre en búsqueda de sus acentos colectivos”.
Los acontecimientos biográficos tienen tanto de biográficos como de sociales. Como afirma Ferrarotti (1981), un acto individual es la totalización de un sistema social. Si bien los puntos de inflexión o acontecimientos significativos en una biografía no solamente pueden ser históricos (crisis, guerras, cambios políticos) sino también personales, estos últimos siempre comportan dimensiones metaindividuales y se enmarcan en un contexto societal.
Todo relato de vida tiene un correlato macrosocial o, para usar una célebre expresión de Alfred Schütz (citado en Bertaux, 2005: 48, traducción propia), “toda experiencia de vida comporta una dimensión social”. El relato de vida es el reflejo de una época y de las “(…) normas sociales y los valores esencialmente compartidos de la comunidad de la que el sujeto forma parte” (Muñiz Terra, 2018: 3). Para Sautu (2003: 92), el enfoque biográfico “(…) intenta construir un puente entre [un] (…) microcosmos y las macroestructuras sociales e históricas”. La reconstrucción sociológica de una biografía puede pensarse como la ilustración de ciertos aspectos societales o de una trama social que la trasciende (Meccia, 2008). Los relatos de vida son “(…) ventanas para observar grandes temas de la sociedad” (Meccia, 2019a: 27).
Para Ferrarotti (1993), las historias de vida son una síntesis compleja de elementos sociales donde la universalidad de la sociedad puede ser apreciada a través de lo singular, es decir, del sujeto. En virtud de ello, las proposiciones teóricas que emergen como resultado de la investigación biográfica puedenser transferidas a otros casos con semejanzas sustanciales con la historia y los escenarios sociales en que tiene lugar aquello que analizamos (Goodson, 2012; Herrera-Pastor y Frost, 2021).
8. CONCLUSIONES
En este artículo, presenté algunas reflexiones en relación con el uso del método biográfico en el ámbito de las ciencias sociales. Inicialmente, realicé una breve reseña histórica del mismo y mencioné su relevancia contemporánea. Luego de su emergencia en la década de 1920, el enfoque biográfico experimentó un proceso de desaparición del escenario metodológico internacional que comenzó a revertirse en la década de 1980. En este decenio, se produjo el resurgimiento de los estudios biográficos que derivó en la progresiva consolidación de un campo de estudios. La publicación de compilaciones que recogen investigaciones empíricas que emplean el enfoque biográfico –tanto en su vertiente cuantitativa como cualitativa– es un indicador de la vitalidad del mismo en el ámbito de las ciencias sociales.
He procurado que este escrito constituya una sistematización bibliográfica de un conjunto de posturas de autores/as que han reflexionado acerca del enfoque biográfico. Un posible sesgo bibliográfico y la prioridad dada a ciertas discusiones por sobre otras pueden verse como limitaciones del artículo. He abordado aquí cuatro grandes tópicos: la diferenciación entre historia de vida y relato de vida; la discusión respecto del estatuto de verdad en los testimonios; el proceso de selección de acontecimientos significativos y su rol en la estructuración narrativa de los relatos biográficos; y, por último, el carácter social de las experiencias biográficas y la consiguiente pertinencia del enfoque biográfico como método para la producción y análisis de datos en el marco de las ciencias sociales.
En primer lugar, busqué delimitar conceptualmente dos nociones que suelen usarse de manera intercambiable: historia de vida y relato de vida. La historia de vida puede definirse como un estudio de caso de una determinada persona que, en virtud de su pretensión totalizante, recurre a todo tipo de información o documentación que permita reconstruir la biografía de la manera más objetiva, rigurosa y exhaustiva posible. La necesidad de incluir el relato de vida de la propia persona biografiada en una historia de vida es motivo de debate al interior del campo. Por su parte, un relato de vida es una narración o reconstrucción oral o escrita que un individuo realiza sobre ciertas dimensiones y acontecimientos de su biografía.
Seguidamente, procuré sistematizar algunas consideraciones respecto de la construcción de los relatos biográficos como un proceso de reelaboración contingente del pasado en el que son habituales las inconsistencias, las contradicciones, las zonas grises, las lagunas. He intentado defender la postura epistemológica y ética de que el/la investigador/a biográfico/a no debe buscar refutar al narrador ni certificar la veracidad de lo narrado, sino comprender la configuración de sentido del relato en sus propios términos. Los testimonios deben ser concebidos como instrumentos de reconstrucción identitaria y no como meros relatos factuales limitados a una función informativa.
En tercer lugar, intenté dar cuenta del modo a través del cual la escritura del relato de vida permite, a partir de la identificación de acontecimientos significativos o turning points [puntos de inflexión], sistematizar la información de una vida y dotar a las experiencias biográficas de cierto orden y estabilidad. Los relatos biográficos adquieren siempre una trama, una determinada disposición, un armazón narrativo conferido por dichos acontecimientos. Por ello, los relatos favorecen el trabajo de gestión de la identidad y la búsqueda por crear un sentimiento de continuidad biográfica, procesos que demandan a los individuos grandes esfuerzos. Como hemos visto en indagaciones precedentes, quienes cuentan su vida tienden a percibirla como una continuidad con un hilo temporal que no necesariamente adopta una forma lineal (Di Leo, Camarotti, Güelman y Touris, 2013; Güelman y Borda, 2014).
Finalmente, procuré mostrar cómo los relatos biográficos pueden expresar aspectos y problemáticas de diversa índole que van más allá de la propia biografía. La pretensión de trascender lo particular y dotar de espesor sociológico al análisis de los acontecimientos biográficos no se traduce, necesariamente, en la búsqueda por construir una tipología de trayectorias o de individuos que permita acumular relatos biográficos de quienes pertenecen a una misma categoría social. En un contexto de singularización de las trayectorias individuales, como el que vivimos hoy día, la identificación de fases, hitos o espaciadores biográficos (Meccia, 2018) se revela mucho más compleja que antaño (Martuccelli y Santiago, 2017). En este marco, las investigaciones biográficas pueden arrojar luz sobre los procesos vivenciados por individuos que permitan comprender otras biografías igualmente singulares.
Las principales críticas al enfoque biográfico han puesto de relieve su presunto subjetivismo y la supuesta recopilación anecdótica de historias individuales que carecen de conexión con los “grandes temas” de la sociología —concebidos, en general, desde la matriz analítica de los abordajes estructuralistas. A su vez, se ha enfatizado, con base en los célebres reparos epistemológicos de Pierre Bourdieu ([1989] 2011), en el riesgo latente de que los estudios biográficos sean presa de una ilusión biográfica.
Con su amplio repertorio de técnicas, el enfoque biográfico se ha revelado como un modo privilegiado de vincular la experiencia única que enfrentan los individuos con las grupalidades y el contexto socio-histórico en que se hallan inmersos. Tal como señalaba Charles Wright Mills ([1959] 1999) en una clásica sentencia, un estudio social que no vuelva a los problemas de la biografía, dela historia y de sus intersecciones dentro de la sociedad no habrá culminado su jornada laboral.
Entre los aportes del enfoque biográfico ha de mencionarse su búsqueda por captar el espesor de lo social, a partir de la valorización de la voz y la experiencia de los sujetos. El enfoque biográfico ha otorgado un renovado protagonismo a los actores sociales y ha visto en sus prácticas, posicionamientos y relatos un material sociológico de primer orden. Como señala Meccia (2019a), este enfoque hace justicia a la presencia de los individuos en la vida social y los coloca en el centro de sus razonamientos. Si paulatinamente ha logrado que los individuos como constructo analítico tengan más cabida en argumentaciones que “(…) dibujan mundos sociales hechos de funciones, sistemas y estructuras, es porque [las investigaciones biográficas] (…) hicieron comprender los beneficios (…) [de] hacerse cargo en serio de su existencia” (Meccia, 2019a: 26). En el marco de un proceso de individualización y de biografización de lo social, resulta lógico y apropiado que en las ciencias sociales se haya producido un giro metodológico hacia los individuos y que se haya expandido el campo de estudios biográficos.
Es mi aspiración que este artículo aporte al entendimiento de que, en el escenario socio-histórico actual, la aplicación del enfoque biográfico y la búsqueda por situar al individuo y sus experiencias como horizontes analíticos pueden consolidar un proyecto intelectual con potencialidades para comprender las sociedades contemporáneas. Un proyecto intelectual que se vuelque sobre los individuos para dar cuenta de los principales cambios y desafíos sociales que estos enfrentan. Un proyecto que, sin desconocer los condicionamientos estructurales que pesan sobre los individuos, no reduzca su existencia al mero resultado de sus habitus ni crea que se peca de subjetivista cuando se postula que siempre se puede actuar y, sobre todo, actuar de otra manera (Martuccelli, 2009).
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Notas