Reseñas
El cine como crítica social Cine mexicano y realidad social. Distintas miradas
Cinema as Social Criticism. Mexican Cinemaand Social Reality. Different Looks
El cine como crítica social Cine mexicano y realidad social. Distintas miradas
Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, vol. XXVII, núm. 53, pp. 117-121, 2021
Universidad de Colima

![]() | Fernandez Reyes A. El cine comocrítica socialCine mexicano y realidad social.. 2020. México. Universidad Autónoma del Estado de México. 190pp.. 978-607-633-247-4 |
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Recepción: 24 Marzo 2021
Aprobación: 31 Marzo 2021
En pleno siglo XXI la importancia social del cine está ampliamente aceptada, no sólo como “séptimo arte” o materia de debate estético, sino como fenómeno de masas. Desde el siglo XX el cine se ha convertido en un referente social y estético, el cual se ha consolidado en lo que lleva avanzado el siglo XXI, tanto como expresión artística, como elemento fundamental de las industrias culturales.
Desde la década de los años 40 del siglo XX, en su Dialéctica de la ilustración, Theodor W. Adorno y Max Horkheimer distinguían al cine como parte de aquello que llamaron “Industrias culturales”; reconocían el amplio impacto de la industria cinematográfica como una de las principales por lo que respecta a la difusión de ideas y de representaciones sociales al servicio del poder y las élites políticas y económicas, para manipular a la población o para reforzar los métodos de control social (1998).
El concepto desarrollado por la teoría crítica de Adorno y Horkheimer se fue adaptando a críticas y nuevos enfoques para analizar las distintas estrategias utilizadas en la industria cinematográfica, ya no solamente como instrumento de propaganda o como instrumento de dominación para posicionar ciertos temas en el debate público, sino, también, su contraparte: como instrumento de crítica para centrar la mirada y el debate público en ciertos elementos de la realidad social.
El desarrollo de la industria cultural en México, particularmente el desarrollo del cine se puso al servicio del poder político y del posicionamiento del “nacionalismo revolucionario”, para la consolidación del régimen político surgido de la revolución mexicana, especialmente durante la consolidación del régimen, entre la década de los años 20 y los 40, con mayor fortaleza, pero cuyas expresiones continuaron aún algunos años después.
En el caso del cine, la expresión se nutrió de diversos elementos, que ayudaron a consolidar ciertas ideas, como el mestizaje cultural, o bien, la idealización de la pobreza, o de la vida del México rural de la época, con el fin de, a su vez, establecer una idea hegemónica de identidad nacional. En ese sentido, como apunta Eduardo de la Vega Alfaro (1992):
Cumpliendo con las reglas descubiertas por Marshall McLuhan, algunas de las ramas o áreas de la industria cultural “fagocitaron”, en varios sentidos, a sus predecesoras. Así, para no ir más lejos, el cine mexicano se nutrió, para desarrollar sus argumentos y sus formas expresivas, de la literatura decimonónica, de la prensa, de la fotografía “nacionalista”, de las revistas ilustradas y de la incipiente industria de las historietas (222).
El cine, como industria cultural, derivada de los avances técnicos y tecnológicos, ha tenido una imbricación notable con la cultura de masas; sin embargo, el cine no sólo es un instrumento de manipulación, o de control social, sino una manifestación artística y, derivado de ese carácter, un instrumento de crítica social.
Es sobre este último punto que centra su atención la serie de artículos congregados en Cine mexicano y realidad social. Distintas miradas, coordinado por Amaury Fernández Reyes, fue editado en conjunto por el Archivo Histórico del Municipio de Colima (AHMC) y la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) en 2020.
El libro, conformado por nueve capítulos, más el capítulo introductorio, es resultado de un esfuerzo colectivo, cohesionado por un seminario en el programa educativo de doctorado del AHMC, complementado, además, por las colaboraciones de académicos de la Universidad de Colima (UdeC); de la UAEM; la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ); la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Colima).
Por sí mismo, y como producto del esfuerzo y coordinación de un curso doctoral, resulta valioso en tanto queda registro de una amplia discusión entre los participantes del seminario y los académicos invitados, acerca de la evolución y las distintas relaciones del cine con elementos de la realidad mexicana, en especial durante el siglo XX. En ese sentido, ya desde el texto introductorio, el coordinador del libro, a partir de la anécdota, del recordatorio de una charla del director Felipe Cazals, en la ciudad de Colima en mayo de 2018, establece los hilos conductores de la publicación, a partir de la mirada del cine usado como instrumento crítico, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX en México.
El recorrido histórico que se plantea en el texto introductorio, de la mano de la charla impartida por Felipe Cazals aporta los datos y películas que comenzaron a contraponerse a la idea hegemónica en el cine nacional acerca de la desigualdad, la pobreza y la identidad nacional. Sobre este punto, escribe Amaury Fernández Reyes en coincidencia con las ideas de Marc Ferro que la imagen, y particularmente la imagen captada en una secuencia de escenas en el cine, puede ser:
[…] un documento histórico y agente testimonial de gran valía, que puede llegar incluso a funcionar como una herramienta útil para el análisis de la realidad social, aunque siempre desde perspectivas críticas y con cierto detenimiento y distancia, que además puede servir para reflexionar acerca de la propia historia en el cine (Fernández, 2020:16).
Las diversas referencias a obras icónicas en la histora del cine nacional como Los olvidados, Canoa, Las poquianchis, ¡Que viva México!, Allá en el rancho grande, La fórmula secreta, entre otros referentes del cine nacional dan cuenta de que el cine es una representación social, ayuda a entender las dinámicas de una época, aún en la ficción, así como a propiciar la crítica a los sistemas sociales, a través de esas mismas representaciones y señalamientos de desigualdades, abusos, hipocresías, entre otros elementos dignos de ser recuperados.
Los nueve capítulos que conforman el libro tocan una gama muy amplia de temáticas que abarcan desde la historia y desarrollo del cine en Colima, en el capítulo que abre el libro, escrito por Ana B. Uribe, hasta una reflexión de la relación del cine con la política, en el capítulo de Carmen Zamora que lo cierra. La diversidad de temáticas e intereses, no llega al grado de quitarle cohesión al objetivo del libro, en tanto cada uno de los capítulos reflexiona sobre algún aspecto de las diversas representaciones sociales en el cine en México: prostitución, trata de personas, desarrollo histórico del cine en Colima, la utilidad del cine en la cartografía, identidad de género, prácticas rituales en las culturas indígenas, e incluso la relación entre el cine y la política.
Cada uno de los nueve capítulos muestra con solvencia la relación existente entre una expresión cinematográfica y una representación social, lo cual implica, a su vez, una dinámica social, ya sea, como en el caso del capítulo “Prácticas rituales en «Nuestra señora» (una de las cuatro historias de Raíces) de Benito Alazraki” desarrollado por Krishna Naranjo, con un doble elemento, enfocado en elementos rituales de los pueblos indígenas y la adaptación literaria de los cuentos de Francisco Rojas González, muestran una serie de dinámicas sociales marcadas por lo ritual, lo religioso y las creencias populares o bien, en el caso de tres perspectivas mostradas en tres filmes acerca del doloroso tema de la trata de personas, como ocurre en el capítulo “Cuando las ilusiones dejaron de viajar en tranvía. La trata de personas en el cine mexicano”, escrito por Lucila Gutiérrez Santana y Marco Antonio Pérez Gaspar.
Igualmente, podemos encontrar en el libro el análisis y rescate de filmes como El signo de la muerte, cuyo reparto y guion se relacionan con personajes de mucho peso, como Cantinflas o Salvador Novo, los cuales retoman algunos elementos experimentales y que, a su vez, hacen una crítica profunda de las estructuras sociales e ideológicas de la sociedad mexicana, al trastocar e invertir el orden social al interior del filme. Así, el libro muestra diversos vínculos del cine con los estudios sociales como con la sociología, la historia y la cartografía, geografía además de generar algunas reflexiones en torno al poder político y el empoderamiento social.
Para entender cabalmente la diversidad y, al mismo tiempo la estructura del libro, los capítulos podrían dividirse en tres grupos: el primero de ellos, sobre el desarrollo histórico del cine, como ocurre con el capítulo introductorio del texto “El cine mexicano como representación de la realidad del país. A manera de introducción”, escrito por Amaury Fernández y el primer capítulo “Antecedentes del cine en Colima”, de Ana B. Uribe. Un segundo grupo podría establecerse en términos de reflexiones acerca de las representaciones sociales en los filmes, o la crítica social establecida en las películas, en donde se encontraría el grueso de los capítulos: “Prácticas rituales en «Nuestra señora» (Raíces), de Benito Alazraki”, de Krishna Naranjo Zavala; “Identidad, género y contexto cultural en el largometraje El signo de la muerte”, de Fernando González Zozaya y Fabiola Esquivel Alcantar; “Cuatro décadas desde el cuerpo femenino: México (1960-2000)” de Emilio Gerzaín Manzo Lozano; “La década del setenta en México. Representación de la prostituta en el cine de ficheras” de Tania Betzabel García González; y “Cuando las ilusiones dejaron de viajar en travía. La trata de personas en el cine mexicano”; de Lucila Gutiérrez Santana y Marco Antonio Pérez Gaspar. Finalmente, un tercer grupo de contribuciones, relacionadas con la reflexión acerca del cine y sus vínculos con los estudios sociales, como la geografía, la cartografía y la historia, como ocurre en los capítulos: “El entono costero colimense a través del cine mexicano”, de Teresa Evangelina Martínez Díaz; “Cine y política: uso de dispositivos culturales para el empoderamiento social en el siglo XX” de Ma. del Carmen Zamora Chávez; así como en el capítulo “Cartografía y cine: una relación posible para mirar el espacio geográfico” de Miguel Ángel Flores Gutiérrez y María América Luna Martínez, para facilitar los hilos argumentales a las y los lectores.
Este libro, por la diversidad de temas abordados, abona a la preocupación por el cine visto como un fenómeno de masas y un catalizador social de temáticas sociales implicadas en los filmes; aporta, desde diversas perspectivas, una serie de reflexiones acerca del cine mexicano, su análisis y sus relaciones con la sociedad mexicana a través de las representaciones sociales que aparecen en pantalla y los discursos sociales y políticos que subyacen en los guiones y escenas que se presentan ante el espectador.