Reseñas críticas
Eduardo Nicol fue un profesor del exilio español que desarrolló su actividad académica en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en la cual obtuvo el emeritazgo. De su biografía destaca no querer que se supiese mucho más allá de su bibliografía.
En ese sentido, el dato biográfico más señalado por su obra fue su dedicación a la metafísica. La importancia de este quehacer resaltó incluso en escritos menores, como en las pocas reseñas que elaboró el mismo Nicol (1955a, 1955b, 1955c y 1957) y que hacen gala de una gran severidad en la crítica a los autores aludidos. Así Reichenbach, Schrödinger, Gaos y Ortega (si bien este último no fue criticado como autor de un libro, sino como objeto de un libro de Ferrater publicado en inglés). ¿La causa de su severidad? La ligereza con que ellos concebían la filosofía en general y -explícita o implícitamente- la metafísica en particular. Semejante celo no ha de extrañar de un académico que funda un Seminario de Metafísica concebido como laboratorio para sus ideas, que comprende la metafísica como un quehacer sistemático y primario, y que era consciente del desprestigio en que ella había caído. Así, siendo presentado ante un colega de Estados Unidos como metafísico, le tranquilizó -en broma- diciendo: “por favor, no se alarme, señor, no es contagioso” (2021, p. 50). Mas no fue metafísico por dedicarse exclusivamente a ella, sino en los términos más cabales posibles. Tratando asuntos de ética, epistemología, ontología, fenomenología, filosofía de la historia, estética, ciencias fisicomatemática e histórica, humanismo, pedagogía, cultura, historia de la filosofía e incluso -aunque con harto tiento- política, Nicol se dedicó “únicamente” a la metafísica. De dicha unidad y pluralidad de la metafísica da cuenta la obra aquí reseñada.
Ideas de vario linaje es una compilación de escritos breves que expresan la totalidad de un sistema riguroso, enfocándose en las ideas capitales de la producción filosófica de madurez del autor. El título del libro fue elegido, presumiblemente, no por Nicol, sino por los compiladores (igual que los nombres de las secciones, aunque estas últimas, habría que decir, no parecen subrayar realmente la esencia de los ensayos que cobijan). Difícil saber, pues, la razón de la elección del título, si bien al respecto destaca un pasaje del libro. El linaje -afirma Nicol- tiene dos aspectos: el biológico y el histórico, esto es, el genético y el genealógico -que dan cuenta del origen y del desarrollo de lo vivo- y que determinan el carácter inconfundible del individuo (p. 110). Cuando el individuo no es una persona -cuyos caracteres distintivos se presentan paulatinamente-, sino lo que denomina la última de las vocaciones libres, el carácter fundamental de la filosofía consiste en que “presenta desde el nacimiento todos los atributos que la definen” (p. 193). ¿Cuántos linajes puede haber, entonces, para las ideas? Genealógicamente son plurales, pero genéticamente comunes. Y esto implica que la variedad del linaje de la filosofía va más allá de lo biológico y de lo histórico: tiene un carácter metafísico, que no es un dogma filosófico, sino una suerte de ecumenismo -como describe Nicol (p. 166)-, aunque solo en tanto búsqueda de restauración de la unidad. Ello requiere, desde luego, años de aprendizaje, que Nicol concibe también como categoría de la biología y de la producción histórica y que, ante todo, se refieren al “titubeo en la búsqueda del camino, de formación incipiente de ideas” (p. 253). Mas, por cuanto, en rigor, “todos los años de vida del filósofo son de aprendizaje”, estas ideas de vario linaje vendrían a ser, podríamos decir, la expresión de la búsqueda de la unidad donada desde un origen y desdoblada a lo largo de la historia de la filosofía. ¿Sobre qué años de aprendizaje versa este libro?
La primera edición data de 1990, firmando los compiladores su presentación en 1988. Esto significa que los artículos, conferencias y ensayos que contiene (y que comienzan con artículos del 58) llegan hasta 1987. Por tanto, pese a publicarse en el 90, este libro no incluye dos ensayos de Nicol del 89, los cuales -por su extensión e importancia- habrían podido pertenecer perfectamente. Uno de ellos es “La paz” (2007), artículo que, además de tratar sobre dicho concepto con seriedad, contiene atisbos interesantes de reflexión de vida, casi autobiográficos; ahora forma parte de la compilación póstuma Las ideas y los días. El otro, “Lenguaje, conocimiento y realidad”, es la última conferencia inaugural que dictó Nicol en uno de los congresos de la Asociación Filosófica de México en los que participó. Constituye una de las últimas síntesis esenciales de las ideas expuestas al final de su sistema y su publicación más “reciente” se encuentra en la edición conmemorativa de la Revista Anthropos dedicada a Nicol (1998), si bien ahí no se señala la procedencia del texto. Previo a ello apareció en la revista Utopías (1990), aunque con una imprecisión: indicándose que el escrito se leyó en el IV Congreso, cuando en realidad fue en el V.
Pues bien, en la obra de Nicol destacan algunas segundas ediciones por ser reelaboraciones completamente nuevas de títulos previamente concebidos. No es el caso con esta obra, puesto que el autor falleció hace ya mucho tiempo. Pero sí contiene una serie de correcciones que la renuevan. La importancia de esta segunda edición de Ideas de vario linaje yace, pues, en su cuidado. Y es que la publicación de 1990, por lo visto, se vio envuelta en prisas por la urgencia que tuvieron los compiladores para entregarlo a la imprenta dado que, por amor al maestro, deseaban tenerla lista a la brevedad (encontrándose Nicol delicado al final de su vida). Dicha premura pareciese reflejarse hasta en detalles superficiales de la primera edición, como lo tosco de las dimensiones del libro, la poca calidad de la tinta, de las hojas y del material de la cubierta, las tipografías inarmónicas y el arreglo desgarbado de las dimensiones del texto en relación con los márgenes de las páginas. Pero, más aún, había detalles de fondo cuya corrección era necesaria. ¿En qué consistieron?
En primer lugar, se cotejaron los originales tanto de los escritos que conforman este libro como de las obras citadas por Nicol. Esto permitió incorporar detalles que en la edición de 1990 se pasaron por alto, además de corregir no pocos dedazos y, más importante aún, identificar pasajes omitidos o traspapelados (en 1990, por ejemplo, la página 331 finalizaba con un párrafo que debía continuar en la siguiente, la cual, en cambio, iniciaba con un párrafo nuevo; lo faltante en la 332 quedó al comienzo de la 322, invadiendo un ensayo al que no correspondía).
En segundo lugar, se dio uniformidad al formato de los ensayos, se añadieron algunas divisiones de apartados omitidas en 1990 e, igualmente, el aparato crítico se homologó y se arregló en todos los casos en que las referencias eran incorrectas. La información de procedencia de cada texto del libro se trasladó a las páginas finales, en lugar de yacer en nota a pie al inicio de cada escrito (tal como estaba en la primera edición), lo cual es desafortunado, pero al menos la procedencia de los textos cuenta con mejor orden y con datos complementarios. En ellos hay detalles sobre el origen y la concepción de los artículos, así como de las sedes y fechas de presentación de las conferencias.
Finalmente, cabe destacar la superioridad de las traducciones de los ensayos publicados originalmente en francés por Nicol, tarea que tuve el honor de cuidar señaladamente. Y es que estos ensayos presentaban varias omisiones o traducciones eventualmente confusas.
Sin embargo, cabe señalar que no todas las modificaciones que se planificaron durante la revisión formaron parte de la impresión, lo cual es lamentable, así como el que hubiese modificaciones no previstas.
Parte del espíritu de la reedición fue respetar el estilo de Nicol, aun en sus manías. Un ejemplo son los empleos del vocablo “fuera” en lugar de “sería” -y otros intercambios de formas verbales semejantes- propios de Nicol. ¿Era una costumbre heredada de su padre, que fue vasco?, ¿o algo común incluso en lengua catalana?, ¿o lo normal en ese entonces en España? Como quiera que fuese, quien lo hubiese escuchado en su cátedra o en su seminario habría reconocido esa manera de hablar, de suerte que en esta edición se mantuvo (pp. 108, 184, 196, 228, 284, 406 y 474). Sin embargo, de igual forma se quiso respetar la redacción del vocablo “metamórfosis” así, con tilde, cosa que Nicol hacía con toda intención. Resultó, no obstante, que esta segunda edición la borró (pp. 267 y 494), lo mismo que con el vocablo “elegíaco”, cuya tilde quedó suprimida (pp. 392, 397, 399). Asimismo, puede que le extrañe, a quien conozca el estilo de Nicol, la falta de comas antes de la conjunción “y” en variadas ocasiones, por haberse depurado quizá en demasía en algunos ensayos. Y aunque se pretendía que las transliteraciones del griego tuviesen en esta nueva edición los acentos diacríticos homólogos de la lengua griega, en cambio, se emplearon las reglas de la gramática y la fonética española para las tildes. Finalmente, hay una serie de comas o cambios de puntuación que se implementaron sin que parezca haber razón para ello. Muchos de estos casos son triviales y no viene a cuento señalarlos. No obstante, por lo que respecta a otros detalles un poco más notorios, he aquí una fe de erratas:
En la nota a pie de la 184 debería decir “§ III” en lugar de “§ 3”.
El último párrafo de la 238 debería ser uno solo junto con el anterior.
En la cuarta línea del segundo párrafo de la 244 no debería ir la coma.
En la nota a pie de la 281 debería decir Wahrscheinlichkeitslehre, todo junto.
El segundo párrafo de la 276 debería ser uno solo junto con el anterior.
El segundo párrafo de la 423 debería ser uno solo junto con el anterior.
En la segunda línea del segundo párrafo de la 471 debería decir “de-finitorias”.
Al final de la decimoprimera línea de la 563 faltó un guion corto.
Desde luego, para fines de intelección, esto no altera nada. La breve fe de erratas pretende únicamente formar parte del cuidado de la edición. Mas por lo que respecta a detalles que muevan a la reflexión, puede añadirse una cosa en torno a la portada. Los escritos que conforman el libro no pretenden imponer respuestas dogmáticas, sino dar cuenta de planteamientos que sirvan para recorrer otros caminos que el diálogo con la tradición abre. Por tanto, no pudo ser mayor la insistencia de Nicol en la metafísica -en la filosofía toda- como algo vivo. Resulta irónico, por tanto, que en la cubierta de la que sería la última de sus obras reeditadas hasta el momento haya una xilografía de Lorenz Stör sacada de su obra Geometria et perspectiva. Las xilografías de Stör contienen figuras geométricas que llenan un desértico paisaje urbano en ruinas en que crece abruptamente la naturaleza. Se trata -como indica Christopher Wood en The Perspective Treatise in Ruins (2006, p. 253)- de una obra que, como otras semejantes, estaba destinada a la técnica de la intarsia, en que la perspectiva ni siquiera se concibe desde el punto de vista de un mundo contemplado, en que falta la experiencia óptica y que, consecuentemente, genera paisajes inhumanos de extrañeza, “habitados”, si acaso, por marionetas sin alma. Otro tanto ocurre con la ilustración que ha acompañado, durante años, las reediciones de la primera obra de Nicol, Psicología de las situaciones vitales, a saber, El gran metafísico de 1917 de Chirico, que muestra un cúmulo de objetos inertes conformando un maniquí abstracto, sin vida, postrados en lo que parece una calzada de un pueblo despoblado que representa, según la llamada pintura metafísica, una suerte de inconsciente más allá de la realidad. Mas la elección, en ambos casos, difícilmente pudo ser peor.
La metafísica de Nicol es viva y no solo en términos biológicos e históricos. Los supera, va más allá; no por situarse allende ellas, sino por hallarse aquende la vida. Su metafísica da razón de lo más acá de la realidad, lo cual solo se consigue en una co-autoría, es decir, de forma dialógica, con el otro, y no en ensoñaciones de parajes deshumanizados. De hecho, a las xilografías de Stör en Geometria et perspectiva las corona el motto: wer woltt da jederman recht thon? Kainer würt sichs auch underston (que en alemán moderno diría poco más o menos: wer will da jedermann recht tun? Keiner würde sich auch unterstehen) y que significa: “¿quién quiere hacer bien a todos? Nadie siquiera lo osaría”, idea ajena a Nicol. No es que su metafísica buscase “hacer bien”, pero aportó un bien: ofreció, dio de sí, y mucho, pues en última instancia estas Ideas de vario linaje vienen a ser “el don del ser por la palabra” (2021, p. 266), que es lo que, según Nicol, siempre se dona y cuya “búsqueda es ya una posesión” (p. 267).
Así, pues, ya simplemente con expresar la vitalidad de la metafísica en tanto donación se vuelve primaria la relevancia de esta segunda edición de Ideas de vario linaje y la invitación a leerla. Pero, más aún, en la medida en que su lectura haga diáfano que una obra de tan amplio linaje no es tal por el trabajo de un individuo aislado, sino por la universalidad que dialógicamente conduce al interlocutor hacia un movimiento de ascendencia y descendencia, al que empuja siempre la metafísica, será posible intuir que la relevancia y, sobre todo, la actualidad de este libro no es ni la meramente percibida en el presente, ni la teorizada sub specie aeternitatis, sino una más radical por ser fenoménica sub specie peregrinationis (como dice Nicol retomando la expresión de un pensador francés).
Como nota final, añado una esperanza basada en una experiencia personal. Durante mis años de aprendizaje creí que sería imposible hacerme de una copia de Ideas de vario linaje al suponerlo agotado. Fue gracias a un congreso organizado por Ricardo Horneffer en 2007, como homenaje por los cien años del natalicio de Nicol -y de cuyas memorias hay un libro muy nutrido e importante-, que se sacaron de las bodegas una cantidad no menor de copias para su venta (por un precio, diríamos, “simbólico”). Luego de adquirirlo ahí no volví a hallar copias ni siquiera en las librerías de la universidad, de suerte que probablemente volvieron a las bodegas. Difícil saber qué habría sido de las copias que hallaron dueño sin aquel congreso conmemorativo. En todo caso, el tiraje de la primera edición constó de dos mil copias, mientras que el de la segunda es apenas de la mitad. Con suerte, pues, esta reseña permitirá alertar a quien se interese por el pensamiento de Eduard Nicol -escrito en buen catalán- y, en general, por la metafísica, para hacerse de una copia antes de que -si por desgracia vuelve a ocurrir el mismo destino- parte del tiraje se abandone en alguna bodega.
Bibliografía
Nicol, E. (1955c). [Reseña de Filosofía mexicana de nuestros días, de José Gaos]. Diánoia, 1(1), 405-406.
______ (1955a). [Reseña de La filosofía científica, de Hans Reichenbach]. Diánoia, 1(1), 394-395.
______ (1955b). [Reseña de Nature and the Greeks, de Erwin Schrödinger]. Diánoia, 1(1), 396.
______ (1957). [Reseña de Ortega y Gasset, de José Ferrater]. Philosophy and Phenomenological Research, 18(2), 270-273.
______ (1990). Lenguaje, conocimiento y realidad. Utopías, 7, 67-72.
______ (1998). Lenguaje, conocimiento y realidad. Anthropos, 3(extra)(Eduardo Nicol. La filosofía como razón simbólica), 168-174.
______ (2007). La paz. En Las ideas y los días (pp. 429-441). Afínita.
Wood, C. (2006). The Perspective Treatise on Perspective: Lorenz Stoer, Geometria et perspectiva, 1567. En L. Massey (ed.), The Treatise on Perspective: Published and Unpublished. (pp. 235-257). National Gallery of Art.