Reseñas

| Cristina Cacopardo María. Extranjeras en la Argentina y argentinas en el extranjero. La visibilidad de las mujeres migrantes. 2011. Buenos Aires. Editorial Biblos, Colección La Argentina Plural. 151pp. | 
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En el marco de los estudios sobre migración y género, este trabajo se destaca porque logra, como su título lo indica, hacer visible la participación de las mujeres en los movimientos migratorios en la Argentina desde los inicios de la masiva inmigración de ultramar de mediados del siglo XIX hasta la actualidad -en la que confluyen las dos caras del fenómeno: el predominio de la inmigración de sudamericano/as y la emigración de argentinos/as.
Como reconoce la autora, se trata de una tarea compleja en la medida en que procura mantener una mirada diacrónica que demanda la utilización de fuentes de carácter cuantitativo y cualitativo, las cuales, frecuentemente, presentan limitaciones para abordar en forma integral la cuestión migratoria.
El enfoque adoptado para visualizar a las mujeres migrantes como protagonistas, junto a sus connacionales varones, no solamente subraya su creciente presencia en los procesos migratorios si no que adquiere relevancia y originalidad al considerar las imbricaciones entre diferentes dimensiones asociadas a dichos procesos.
De esta manera, en el marco del escenario sociopolítico y económico de cada etapa histórica, se reconstruye la participación de las mujeres en los movimientos de inmigración internacional y de migración interna y su papel en el ámbito familiar y en el ámbito público, particularmente en el mercado laboral.
Luego de analizar, en el primer capítulo, los avances y antecedentes en el campo del estudio de las migraciones femeninas, indica el recorrido histórico comenzando por “Los primeros rastros de la presencia femenina” (Capítulo 2). Estos rastros permiten rescatar la presencia de mujeres de origen africano, largo tiempo invisibilizada en la historiografía argentina, y de nativas del interior del país en los movimientos migratorios y en la fuerza laboral entre fines del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. Protagonistas de una migración forzada, las mujeres afroargentinas representaban, junto con los varones del mismo origen, un tercio de la población de Buenos Aires y más de la mitad de la de varias ciudades del noroeste. Posteriormente, en el primer período poscolonial, debido a la pérdida de varones durante la Guerra de la Independencia, en la población africana hubo un predominio de mujeres, quienes denotaban altas tasas de participación laboral. Paralelamente, tanto en el período colonial como en el poscolonial, también las mujeres participaron de los movimientos internos hacia la Ciudad de Buenos Aires, insertándose en actividades vinculadas con lo doméstico y como artesanas, pequeñas comerciantes y trabajadoras rurales.
Una vez caracterizado el escenario de crecimiento económico que contextualizó la masiva inmigración de ultramar operada entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX (Capítulo 3), en el siguiente capítulo la autora encara un extenso y agudo desarrollo en torno a la creciente presencia de las mujeres entre los inmigrantes internacionales e internos, a partir de los censos nacionales de población de 1869 a 1947, destacando sus niveles de actividad económica y sus modalidades de inserción en el mercado de trabajo.
El papel de las mujeres en la segunda ola inmigratoria de posguerra se presenta en el Capítulo 5, donde se particulariza en el caso de las italianas. Allí es posible conocer no solamente el perfil educativo y laboral de estas mujeres sino también sus trayectorias migratorias y laborales, así como su situación familiar, reconstruidas a través de entrevistas en profundidad. Dentro del abordaje cualitativo, una de las perlas de este libro es la descripción del viaje de Inge, una inmigrante judía nacida en Berlín, que a los 19 años emprendió una travesía de cuatro meses, acompañada por su madre de 54 años, en la que viajando en trenes y barcos, se trasladaron de Berlín a Colonia, atravesaron Rusia y siguieron por el sur de Corea hasta Tokio; allí se embarcaron hacia América del Norte, para luego, en otro barco, dirigirse hacia Buenos Aires, adonde arribaron en 1940. Como destaca la autora, esta travesía muestra cómo las mujeres protagonizaron migraciones, en muchos casos forzadas por la guerra o la persecución , enfrentando y resolviendo en forma autónoma situaciones de extremo riesgo.
El Capítulo 6 se ocupa de las tendencias migratorias de las últimas cuatro décadas y de la participación femenina en cada una de ellas. Lo más novedoso es la comparación del perfil sociodemográfico y laboral de inmigrantes internos, inmigrantes internacionales y no migrantes de cada sexo en tres momentos: 1999, 2002 y 2006, que reflejan, respectivamente, los años correspondientes a la precrisis económica que estalla a fines de 2001, al momento central de la crisis y al de la recuperación posterior.
Respecto de los cambios en la composición por origen de los inmigrantes, destaca la lógica confluencia entre la paulatina extinción de los actores de las corrientes de ultramar y la creciente presencia de inmigrantes de países limítrofes y del Perú. Así, los italianos y españoles, que representaban el 63%en 1960, descienden a un 18% en 2001, acentuándose el predominio femenino en las últimas décadas por la mayor mortalidad de varones. Como contrapartida, los migrantes limítrofes y del Perú fueron creciendo para constituir la mitad en 1991 y dos tercios en 2001.
A lo largo de este período, fue creciendo la presencia de mujeres con signos de mayor autonomía y visibilidad social. Entre los migrantes limítrofes y del Perú, ellas son mayoría en todos los orígenes – llegando a representar alrededor del 58% entre paraguayos, peruanos y brasileños-, excepto en el caso de los bolivianos, entre quienes se observan cuitas parejas. La migración más reciente, operada durante el quinquenio anterior al Censo de Población de 2001 (1196-2001), proviene en primer lugar de Paraguay, luego de Bolivia y en tercer lugar del Perú, en todos los casos con amplia mayoría femenina.
Al compara indicadores sobre perfil educativo, condiciones de trabajo y nivel de ingresos, sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de 1999, 2002 y 2006, surgen varios hallazgos interesantes con respecto al doble papel de ser mujer e inmigrante ante la necesidad de incorporarse al trabajo de enfrentar situaciones de crisis:
Los inmigrantes de países limítrofes y del Perú, tanto varones como mujeres, tienen nivel de educación superior al de los migrantes internos: aunque entre 1999 y 2006 todos los migrantes aumentan la cuota con mayor nivel educativo (secundario completo y más), los externo lo hacen con más intensidad, y la brecha a su favor se incrementa en 2006.
Las mujeres y varones económicamente activos son más educados que los inactivos, pero en todos los grupos las diferencias a favor de las mujeres que integran la fuerza de trabajo es mucho más marcada, sugiriendo que el hecho de ser mujer implica, para estar en le mercado de trabajo, una mayor exigencia de formación que la condición migratoria.
Todavía en 2006, la discriminación según género aparece claramente entre los inmigrantes: la proporción de varones provenientes de países limítrofes y del Perú que desempeñan ocupaciones no calificadas es similar a la de los nativos y no se aleja demasiado de las de los migrantes internos, mientras que entre las mujeres de estos orígenes y entre las inmigrantes internas el porcentaje que se inserta en esas ocupaciones duplica al de sus congéneres nativas.
Al cotejar el ingreso horario promedio de los no calificados según sexo y origen, se comprueba que, si bien s observa una leve desventaja para lo inmigrantes internacionales de los dos sexos y un ingreso levemente superior entre las mujeres en todos los grupos, las diferencias no resultan significativas, lo que podría insinuar que la pertenencia a una clase social es más determinante que la condición migratoria y el sexo.
La autora confluye que, más allá de la crisis, las trabajadores migrantes han tenido que pagar un alto costo para evitar la desocupación ya que entre ellas han predominado el empleo precario, inestable y mal remunerado y el subempleo.
El tema de la autonomía de la migración femenina se aborda en el Capítulo 7 desde dos perspectivas: por un lado, a partir de datos cuantitativos del a EPH, se analiza la jefatura femenina y las condiciones de vida de los hogares donde ellas son las responsables, según la condición migratoria; por otro lado, utilizando entrevistas en profundidad, la autora desarrolla la cuestión de la autonomía de los desplazamientos y el estatus familiar y social de las mujeres antes y después de la migración.
Del análisis comparativo de los datos correspondientes a 1999, 2002 y 2006, surgen varios aspectos que interesa destacar:
La jefatura femenina en los tres momentos analizados (1999, 2002 y 2006) es más alta entre los migrantes internos, menos entre quienes provienen de países limítrofes y del Perú y más baja entre los nativos. Cualquiera sea la condición migratoria, el porcentaje de hogares con jefa mujer baja en 2002 para recuperarse en 2006. La autora interpreta que con la crisis hubo nuevas estrategias habitacionales y que, para enfrentarla, aumentaron los hogares extendidos.
Esta situación lleva a la discusión sobre la mayor vulnerabilidad de las mujeres jefas frente a situaciones de pobreza. Con resultados del Censo de 1991, muestra que, en los tres grupos considerados, el porcentaje de hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas es más bajo entre los que tienen como jefa a una mujer en lugar de un varón, particularmente entre los menores de 30 años.
Al comparar a los hogares bajo al línea de pobreza, se verifica la mayor flexibilidad femenina en momentos de crisis extremas. En los tres grupos bajo estudio, en 2002, los encabezados por mujeres denotan menores niveles de pobreza que los encabezados por varones, en un escenario donde más de la mitad de los hogares de no migrantes estaban debajo de la línea de pobreza.
Superada la crisis, en 2006, si bien los inmigrantes limítrofes y del Perú continúan siendo los más desfavorecidos, desaparecen las diferencias a favor de los hogares con jefatura femenina y prácticamente, dentro de cada grupo, el porcentaje que se sitúa bajo la línea de pobreza es similar para jefes varones y mujeres. Esto indicaría que, al mejorar la situación laboral, los varones vuelven a tener empleo y a elevar sus ingresos. Según señala la autora, la elasticidad laboral de las mujeres les permite cambiar de roles (de central a complementario y viceversa) en la economía familiar de acuerdo con la situación.
La autora concluye que, ante situaciones de crisis, es posible que las mujeres estén mejor preparadas para adaptarse al nuevo mercado de trabajo, porque son más elásticas a nivel personal y no tienen el mandato cultural de se el principal proveedor. Además, son más habilidosas para implementar estrategias de ayuda mutua con parientes, amigos y vecinos para articular su vida familiar y de trabajo.
En ese sentido, la mayor vulnerabilidad de las jefas mujeres puede revestir diversos significados. Si bien, a lo largo de su vida laboral , tienen una inserción más precaria y endeble que los varones, frente a situaciones de más riesgo, loran desarrollar estrategias de sobrevivencia que les permiten sobrellevarlas en mejores condiciones que los varones.
El abordaje cualitativo con entrevistas a varones y mujeres migrantes del Área Metropolitana de Buenos Aires permitió profundizar en la vinculación entre el hecho migratorio y varios aspectos relativos a la autonomía femenina.
El testimonio de las mirantes puso de manifiesto que, en muchos casos, además de relacionarse con la búsqueda de mejoras económicas, la movilidad femenina está ligada a facturas familiares, ya sean conyugales o -entre las más jóvenes- a las relacionadas con la autoridad patriarcal y a su vulnerabilidad como mujeres.
Aunque se relativiza la autonomía en la decisión de emigrar, que aparece como fuertemente respaldad por la ayuda de familiares y connacionales y muy asociada a la presencia de redes migratorias, sí se perciben una serio de ventajas con respecto a su propia autonomía .Así, en relación con el majeo del dinero y con la distribución de roles en el ámbito familiar, entre las mujeres con pareja se refleja un comportamiento más equitativo que en el lugar de origen. También perciben como muy positivo el mayor acceso a la salud y a la educación que logran en el lugar de destino. No sienten discriminación de género, pero sí por ser “diferentes” en cuanto inmigrantes y por estar subcalificadas en la ocupación que desempeñan.
En el Capítulo 8 se presenta la contracara de esta inmigración, es decir, la emigración de nativos. Luego de considerar los estudios de otros autores que dan cuenta de los patrones emergentes de emigración de argentinos a partir de la década de 1960 y de la aparición de España como un nuevo destino alternativo a los Estados Unidos, la autora se centra en las características ocupacionales de las mujeres argentinas como estudios universitarios en España, sobre datos del censo español de población del año 2001. Se comprueba que el nivel de actividad de estas mujeres es muy elevado y prácticamente igual al de los varones en el caso de los que tienen doctorados, aunque sufren con mayor intensidad que ellas la desocupación. En su mayoría, logran una inserción ocupacional acorde con su formación – con mayor contundencia entre los doctorados-, pero hay una proporción no despreciable de mujeres que desempeña tareas por debajo de su capacitación.
Estos resultado constituyen un antecedente para la investigación sobre los cambios que se produjeron después -durante los primeros años del milenio- y que configuraron un escenario inédito para España con la llegada masiva de inmigrantes sudamericanos; en el caso argentino, no solo es notorio su aumento sino también la diversificación social. Además, tales resultados llevan a plantear diversos interrogantes con respecto a las consecuencias de la crisis económica que irrumpió en 2008 en las condiciones de vida de los inmigrantes en España y en el probable retorno a sus países.
Finalmente, vale la pena reiterar el trascendente aporte de este libro para la compresión de las interrelaciones entre migración y género a lo largo de la historia de la inmigración hacia la Argentina. Seguramente, no solo será de consulta ineludible para los especialistas sino que hará visible a las mujeres migrantes ante los lectores en general.