Artículo
Migración interna de la población joven: el caso de América Latina
Internal migration of young people: The case of Latin America
Migración interna de la población joven: el caso de América Latina
Revista Latinoamericana de Población, vol. 2, núm. 3, pp. 9-26, 2008
Asociación Latinoamericana de Población

Resumen: Usando microdatos censales, varias hipótesis (algunas de ellas convencionales y otras más bien emergentes) relacionadas con el comportamiento migratorio interno de los y las jóvenes se discuten y examinan empíricamente. Los resultados indican que los niveles y patrones de la migración interna entre los jóvenes latinoamericanos aún están marcados por una mayor intensidad que las otras edades, al menos en la migración entre Divisiones Administrativas Mayores, y por una sostenida emigración desde el campo, donde parece haber escasas oportunidades para las y los jóvenes. Como contrapartida, los jóvenes son el único grupo de edad que aún es atraído por las grandes ciudades, y esta atracción es segmentada, pues obedece a búsqueda de trabajo (siendo aún importante el nicho del empleo doméstico para las jóvenes pobres) para algunos (en general de estratos socioeconómicos bajos) y a búsqueda de educación para otros (en general, de estratos socioeconómicos medios y altos); de hecho esto último se ha consolidado como factor y generar endogeneidad en la sistemática relación positiva encontrada entre nivel educativo y probabilidad de migra.
Palabras clave: migración interna, jóvenes, América Latina.
Abstract: Several hypotheses (some of them standard, but others emerging) related to the migratory behavior of young people are conceptually discussed and empirically examined through the use of census microdata. The results indicate that levels and patterns of internal migration among Latin American youth are still notable for both their greater intensity than other age groups (at least for migration between Major Administrative Divisions), and a steady out-migration from the countryside (areas where few opportunities are available for young people). In contrast, young people are the only age group that is still attracted by large cities; this attractiveness is segmented because it is due to job motivations (with domestic employment remaining a important employment niche for poor girls) for one group of young people (generally those with low socioeconomic status) and educational motivations for the other group (in general, middle and high socioeconomic status). Indeed, the latter is a very important factor nowadays and it generates endogeneity in the systematic positive relationship between level of education and probability of migration.
Keywords: internal migration, young people, Latin America.
Introducción
Como está documentado (CEPAL-OIJ, 2008), los jóvenes se distinguen por su mayor propensión migratoria. Y este rasgo puede explicarse por varios factores asociados a la noción de ciclo vital y de la juventud (Rodríguez, 2004a; Greenwood, 1997). Entre ellos hay algunos subjetivos, como la menor aversión al riesgo en esta fase de la vida.1 Pero la mayor parte de los factores inductores de la migración durante esta fase son objetivos y se relacionan con la ocurrencia de hechos significativos en ella y que por diferentes razones favorecen movimientos migratorios ⎯como la formación de la unión y el inicio de la reproducción, el ingreso a la universidad o la incorporación al mercado de trabajo. Las decisiones nupciales se vinculan a cambios residenciales porque involucran la formación de un nuevo hogar y, con ello, la salida de los hogares de origen de la pareja.2 Las decisiones educativas llevan a traslados de residencia toda vez que no hay opciones de formación escolar o universitaria en el lugar de origen, o éstas no son compatibles con los intereses, presupuestos o antecedentes académicos de las personas. El ingreso al mercado de trabajo también supone una búsqueda que puede rebasar los límites de la localidad de residencia, en particular en zonas con altos niveles de desempleo. Junto a estos “hechos significativos”, la menor carga de obligaciones sociales y personales que hay durante la juventud, en virtud del período de moratoria/ formación asociado a ella en las sociedades modernas, también facilita la migración. Por último, el proceso de definición de proyectos de vida supone un marco en el que los jóvenes están más abiertos a tomar rumbos nuevos, y en este marco migrar.
Ahora bien, esta visión histórica, general y ampliamente aceptada de la relación entre juventud y migración debe ser sopesada a la luz de fenómenos emergentes. Entre ellos está la emigración internacional, cuyo peso ha aumentado significativamente en casi todos los países de América Latina y puede estar capturando ⎯más aún autorreproduciendo por el efecto de las redes— parte de los flujos migratorios de jóvenes que antes se desplazaban dentro del país. También está la creciente opción del teletrabajo y de la pendularidad diaria (“conmutación”), que puede incidir en la cantidad (inhibiendo en algunos casos y estimulando en otros) de las migraciones internas juveniles, así como en la dirección de sus flujos. Asimismo, la tendencia a permanecer hasta edades más avanzadas en el hogar de origen —fenómeno que ya se asoma en la región y está instalada hace tiempo en países como España—, atenúa directamente la propensión migratoria juvenil. El agotamiento de algunos nichos históricos de ocupación para migrantes jóvenes (en particular el servicio doméstico en el caso de las mujeres), también puede moderar la propensión migratoria de los jóvenes. Finalmente, las transformaciones territoriales acaecidas en la región, tales como la creciente urbanización, los procesos de suburbanización y desconcentración metropolitanos, la revitalización de algunas regiones de frontera y de numerosos ámbitos de producción transable, etc., pueden haber incidido en la dirección e intensidad de los flujos.
En suma, hay factores emergentes en la región, que pueden estar modificando los niveles de la migración interna. Y si bien hay debate teórico sobre el efecto neto de estos factores, la evidencia reciente sugiere que tienden a reducir la intensidad de la migración interna (Rodríguez, 2008). Dado que algunos de estos factores son propio de los jóvenes, una indagación específica sobre la intensidad y las características de la migración juvenil es del todo pertinente.
Además, análisis más detallados sobre los patrones migratorios juveniles actuales resultan necesarios, toda vez que la imagen pretérita de la migración interna de los jóvenes puede estar obsoleta. Entre estos aspectos específicos de la migración juvenil están: a) la migración del campo a la ciudad: dado que las históricas fuerzas expulsivas del campo regional se acentúan y amplían en el caso de los jóvenes; si para el conjunto de la población no hay signos de un “retorno al campo” (Rodríguez, 2008), es mucho menos probable que aquello se verifique entre los jóvenes; b) la migración de retorno, que está expuesta a fuerzas contrapuestas en el caso de los jóvenes ⎯más probable si sus causas tienen que ver con el período de formación juvenil y menos probable si se considera el proceso de emancipación juvenil y su mayor flexibilidad vital— y, por ende, la especificidad de los jóvenes en este tipo de migración no es anticipable; c) la relación entre migración y educación; d) la inserción de los migrantes jóvenes en su destino, y e) la migración relacionada con las grandes ciudades, en particular la que se dirige hacia ellas y la que sale de ellas.3
La mayor predisposición a migrar de los jóvenes
Hay diferentes tipos de migración interna, así como distintas formas de medirlos. Estas últimas dependen fuertemente de la fuente de datos usada. En general, el censo es la fuente preferida porque su cabalidad permite, en principio, capturar los flujos que salen y que entran de todas las divisiones territoriales (ecológicas y político-administrativas) de un país. Por ello, en este acápite se presentan resultados que derivan del procesamiento directo de los módulos de migración de los microdatos censales, aprovechando la ventaja comparativa de CELADE-División de Población de la CEPAL, que actúa como reservorio de tales bases de datos para la mayoría de los países de la región.
Sólo se usan medidas que tienen un período de referencia4 ⎯porque es la única forma de asegurar que las corrientes y probabilidades migratorias calculadas sean representativas de la situación reciente⎯ y promedio regionales. 5 Se indagan dos tipos de migración interna juvenil, que a grandes trazos corresponden a la migración tradicional, motivada esencialmente por búsqueda de trabajo, educación o salida de la pobreza. Se trata de la migración ent re Divisiones Administrativas Mayores (DAM) y migración entre zona urbana y rural.
El gráfico 1 consolida una gran cantidad de información. Primero, porque presenta cifras del conjunto de la región de América Latina y el Caribe (las cifras desagregadas por países están disponibles y de hecho varias de ellas ya fueron publicadas en CEPAL-OIJ, 2008), con los considerandos antes expuestos. Segundo, porque presenta dos momentos del tiempo ⎯ronda censal de 1990 y de 2000, lo que permite, aproximadamente, comparar la situación prevaleciente en 1985-1990 con la existente en 1995-2000⎯, lo que hace posible comparaciones intertemporales. Tercero, porque presenta todas las edades, lo que permite las comparaciones respectivas. Por último, porque desagrega entre hombres y mujeres haciendo posible la comparación según sexo. Los principales hallazgos que se deducen del gráfico 1 son:
Las personas de 15 a 29 años (es decir, los jóvenes) siguen siendo los más propensos a migrar entre divisiones administrativas mayores de los países. El marcado diferencial con otras edades ratifica la existencia de determinantes específicos de la migración juvenil que tienen que ver con acontecimientos vitales que se producen en esta etapa de la vida, como el ingreso a la educación superior, al mercado de trabajo o la formación de pareja.
Las jóvenes tienen mayor propensión migratoria que los jóvenes, lo que se revierte en la adultez. Esto sugiere que para las mujeres los eventos vitales antes señalados tienen mayores probabilidades de gatillar desplazamientos migratorios.
La intensidad migratoria de los jóvenes cayó entre el segundo quinquenio de la década de 1980 y el segundo quinquenio de la de 1990. Esto se inscribe en una caída generalizada de esta intensidad, que ya ha sido señalada en otros esudios (CEPAL, Panorama Social de América Latina 2007 y Rodríguez, 2008 y 2004a), y sugiere que los factores subyacentes a este descenso son transversales en términos etarios.
La cúspide de la intensidad migratoria entre DAM se alcanza en el grupo de 20 a 24 años de edad. Ahora bien, como la migración reciente refiere a los cinco años previos al censo, en promedio los desplazamientos se efectuaron 2.5 años antes del censo. Por ello, puede concluirse que en América Latina y el Caribe entre los 18 y los 22 años está la mayor exposición al riesgo de migrar entre DAM dentro del país. Por cierto, estas edades son aquellas en las que se adoptan las decisiones educacionales y laborales con mayor efecto migratorio.
Gráfico 1. América Latina y el Caribe: probabilidad de ser migrante interno entre divisiones políticas administrativas mayores (DAM) según grupos quinquenales de edad y sexo

Nota: los países usados en los cálculos fueron: DAM 1980-1990: Bolivia, 1992; Brasil, 1991; Chile, 1992; Colombia, 1993; Costa Rica, 1984; Ecuador, 1990; El Salvador, 1992; Guatemala, 1994; Honduras, 1988; México, 1990; Nicaragua, 1995; Panamá, 1990; Paraguay, 1992; Uruguay, 1985; DAM 1990-2000: Argentina, 2001; Bolivia, 2001; Brasil, 2000; Chile, 2002; Costa Rica, 2000; Ecuador, 2001; Guatemala, 2002; Honduras, 2001; México, 2000; Nicaragua, 2005; Panamá, 2000; Paraguay, 2002; República Dominicana, 2002; Uruguay 1996; Venezuela, 2001.
Fuente: procesamiento especial de microdatos censales de la ronda de 1990 y 2000En materia de interpretación cuantitativa de estas cifras, las intensidades migratorias detectadas por los censos de la ronda de 2000 sugieren que en torno a 1 por ciento de los jóvenes latinoamericanos cambió su DAM de residencia cada año y que aproximadamente 15 por ciento lo hará durante la juventud. Si se considera la migración entre DAME (cifras no mostradas, pero disponibles en Rodríguez, 2008 y Rodríguez y Busso, 2009), los resultados de los censo de la ronda de 2000 sugieren que en torno a un 1 por ciento adicional de jóvenes se mueve entre DAME de una misma DAM (muchos de ellos desplazamientos intrametropolitanos, de suburbanización o de relocalización transitoria) con lo cual la probabilidad de que un latinoamericano cambie de DAME durante la juventud alcanza a 30 por ciento, aproximadamente. En el caso de España, para tener una comparación, su censo de 2001 también muestra una mayor probabilidad de migración interna juvenil femenina. En general, y teniendo en cuenta todas las cautelas del caso,6 la migración interna entre los jóvenes españoles no resulta particularmente intensa. A escala de DAM entre 0.4 por ciento y 0.7 por ciento migraría cada año, dependiendo si por DAM se usan las comunidades o las provincias, respectivamente. En el caso de las DAME (municipios), la intensidad es similar a la de América Latina (http://www.ine.es/censo/es/listatablas.jsp?table=tablas/nacional/NP10.html).
En lo que atañe a la migración entre el campo y la ciudad, se verifica la persistencia de una transferencia neta rural-urbana7 positiva. Más aún, se obtiene que esta transferencia es muy significativa para la población juvenil urbana y marcadamente superior al de las otras edades. El gráfico 2 es elocuente, la migración neta del campo a la ciudad y la reclasificación de localidades explica más de la mitad (casi dos tercios en el caso de las mujeres) del crecimiento de la población joven urbana. Esto es casi el doble del peso que tiene para el total urbano. Y esto también se aplica a la década actual en la que el crecimiento de la población joven urbana sería negativo en algunos países de no ser por la transferencia que sigue viviendo del campo. Esta situación se explica, en términos demográficos, a que durante las décadas de 1980 y 1990 (y también la actual) el segmento joven de la población urbana desaceleró bruscamente su crecimiento de tendencia. Este fue el efecto rezagado del fuerte descenso de la fecundidad iniciado entre 25 y 35 años antes en las zonas urbanas de la gran mayoría de los países de la región, entre ellos los más populosos. Ante esto, el flujo del campo y la reclasificación, es decir la transferencia neta, se constituyeron en el motor de la expansión absoluta de la población joven. Lo anterior no significa, por cierto, que los jóvenes de las ciudades latinoamericanas sean en su mayoría migrantes del campo. De hecho, no lo son y la gran mayoría es “nacido y criado” en las ciudades. Lo que sí puede deducirse de los cálculos anteriores, es que de no ser por la transferencia neta del campo a la ciudad, la población joven de las ciudades habría crecido mucho menos en las décadas de 1980 y 1990.
Gráfico 2. América Latina y el Caribe: transferencia neta campo-ciudad como porcentaje del crecimiento de la población urbana joven y total

Finalmente, en lo que respecta a la migración de retorno (gráfico 3), las cifras muestran un panorama muy sistemático que alerta respecto de especificidades de la migración juvenil. En todos los países la proporción de migrantes de retorno, medida a escala de DAM, es mayor entre la población juvenil. Cabe destacar que este resultado es inesperado estadísticamente porque al considerar la clasificación la consulta por lugar de nacimiento, la exposición al riesgo de migrar difiere entre los individuos y se asocia positivamente con la edad, por lo que los jóvenes No debieran tener niveles más elevados de migración. Esta evidencia sugiere que la migración de éstos puede estar más influida por objetivos de corto alcance, cuyo logro genera un retorno. Tal situación podría ser el caso de la migración juvenil para realizar o completar estudios, tras lo cual el joven retorna, con mayor formación, a su origen. También podría deberse a la mayor flexibilidad de los jóvenes, quienes en caso de inserción difícil en el lugar de destino normalmente tienen un lugar que los espera en el origen.8
Gráfico 3. América Latina y el Caribe: porcentaje de migrantes de retorno a escala de DAM entre la población joven y la población total

Nota: la población total corresponde a la de cinco años y más, ya que la tipología de migrantes usa la consulta sobre DAM de residencia cinco años antes (más detalles sobre la tipología ver Rodríguez, 2004a).
Fuente: Procesamiento especial de microdatos censales de la ronda de 2000Migración y educación juveniles: la visión regional
En línea con la evidencia y los argumentos expuestos en un diagnóstico regional previo (CEPAL-OIJ, 2004), la migración guarda una relación positiva con la educación, tal como lo muestran las cifras regionales de probabilidad de ser migrante interno reciente (cinco años previos al censo) entre DAM expuestas en el gráfico 4. Aunque este gráfico no permite una conclusión respecto de la causalidad ⎯por la endogeneidad entre ambas variables, ya que la migración puede ser gatillada precisamente para alcanzar una mayor educación⎯, sí permite descartar visiones sesgadas de los migrantes internos ⎯en particular aquellas que suponen que se trata de personas con calificación comparativamente baja⎯ y también aporta sugiriendo que la relación no es lineal. Esto último porque hasta los 10 años de estudio la relación es más bien inexistente, pero pasado ese umbral la probabilidad de ser migrante se eleva de manera significativa y bastante sistemática.
Gráfico 4. América Latina y el Caribe: probabilidad de ser migrante entre DAM, por años de escolaridad para jóvenes entre 15 a 19, 20 a 24 y 25 a 29 años de edad, 1985-1990 (censos de la ronda de 1990) y 1995-2000 (censos de la ronda de 2000)

Al segmentar según grupos quinquenales de edad se aprecian comportamientos diferentes que son sugerentes. En el caso del grupo de 15 a 19 años de edad, la relación es muy fuerte, lo que sugiere que la migración es un mecanismo para aumentar la educación. Dado que en esta edad se inicia la formación universitaria, las cifras abonan a la hipótesis de que para una parte de los adolescentes entrar a la universidad implica un desplazamiento no menor dentro del país. En el caso del grupo 20 a 24 años de edad, la relación salta en torno a los 11 años de escolaridad, pero luego se estabiliza (en particular según los censos de la ronda de 2000), lo que sugiere que una vez ingresado a la universidad viene el periodo de permanencia que suele no requerir de cambios de residencia entre DAM. Finalmente, en el caso del grupo de 25 a 29 años de edad, se produce un nuevo repunte de la probabilidad de ser migrante entre DAM que puede explicarse por el retorno, la inserción laboral o la continuación de estudios posteriores al término de la formación universitaria. Cualquiera que sea el caso, la sobresaliente probabilidad migratoria de los jóvenes altamente instruidos sugiere que los primeros años de las trayectorias laborales de los profesionales jóvenes pueden estar marcados por la migración (sea de retorno o de redestinación laboral).
Migración e inserción de los jóvenes
Por los motivos laborales asociados a la migración interna, los migrantes debieran tener mayores índices de participación económica. Sus niveles de desempleo podrían ser más elevados, por el periodo de adaptación al que están expuestos. Por último, debieran concentrarse en nichos donde la carga horaria es alta, precisamente porque al ser foráneos tienen menos actividades alternativas y más disposición a dedicar su tiempo a trabajar. Las dos primeras hipótesis fueron verificadas en un trabajo reciente sobre las tendencias y patrones de la migración interna en la región (CEPAL, Panorama Social 2007, capítulo IV), pero para el conjunto de la población. En el caso de los jóvenes, la situación puede ser distinta, sobre todo por la relevancia del motivo educacional para su migración. La última hipótesis será explorada en el próximo acápite considerando las especificidades de las motivaciones para migrar entre los jóvenes y enfocando el análisis empírico en las principales ciudades de los países.
El procesamiento especial de los microdatos de los censos de la ronda de 2000 sugiere que efectivamente los jóvenes migrantes se diferencian del resto de la población migrante en su inserción laboral (gráfico 5). Considerando sólo a los jóvenes de 15 a 24 años, los más expuestos a decisiones educativas con implicaciones migratorias, se aprecia un comportamiento similar a la población total cuando se trata de jóvenes con niveles bajo y medio de educación. En efecto, sin excepciones los jóvenes migrantes recientes entre DAM de estas condiciones educativas tienden a tener mayores índices de participación laboral que los no migrantes internos, lo que abona a la hipótesis de motivación laboral de la migración. Pero no ocurre lo mismo con los jóvenes más instruidos, que, en la mayoría de los países, registran menor participación laboral que sus contrapartes no migrantes. Y esto es indicativo de que para muchos jóvenes llegar a niveles elevados de educación, en particular universitarios, exige un cambio de residencia por la localización selectiva de las instituciones de educación superior.
Gráfico 5. América Latina y el Caribe, países seleccionados: diferencial de participación laboral entre jóvenes no migrantes y migrantes (recientes entre DAM) según nivel educativo

Respecto del desempleo, los resultados son menos estilizados y a diferencia de lo que acontece con las otras edades, en las que el desempleo suele ser mayor entre los migrantes,9 en el caso de los jóvenes es menor en todos los países y en todos los niveles educativos. Explicar este comportamiento implica un desafío conceptual que escapa al alcance de este artículo. Sin embargo, pudiera deberse a un fenómeno de “salario de reserva” válido para una fracción importante de los jóvenes nativos―que tienen la posibilidad de rechazar trabajos sin que ello implique un riesgo para su sobrevivencia toda vez que tienen un hogar de respaldo― pero virtualmente inexistente para los jóvenes migrantes, que están obligados a trabajar para sobrevivir.10
Migración juvenil y ciudades
Como ha sido destacado en un estudio reciente (Rodríguez y Busso, 2009), una fracción ⎯todavía minoritaria, eso sí⎯ de las principales ciudades (en rigor de las más pobladas) dentro de los países de la región ya no es atractiva, lo que se refleja en tasas de migración neta negativas. Y como el mencionado estudio ha demostrado, en casi todas estas ciudades tal comportamiento no obedece a procesos de “desconcentración concentrada” o suburbanización, sino a genuinas traslaciones del atractivo migratorio que se difunde hacia nodos alternativos a los históricos. En los países desarrollados este fenómeno ocurrió hace algunas décadas y originó una amplia y rica discusión sobre la reversión de la polarización y la contraurbanización. En años recientes la indagación al respecto ha ratificado el carácter estratégico de este proceso, por cuanto se ha mantenido e incluso se ha extendido (Gans, Ansgar Schmitz y West, 2008). Sin embargo, esta indagación también ha introducido un par de matices importantes. El primero es la recuperación socioeconómica de las ciudades grandes, que puede implicar el retorno de su atractivo migratorio (“reencantamiento”). Y el segundo es que su condición de emigración neta no es válida para todas las edades, pues para los jóvenes todavía resultan atractivas.11
En virtud de lo anterior y de la ya expuesta persistente mayor propensión migratoria de los jóvenes, se estimó pertinente averiguar si el comportamiento migratorio de los jóvenes latinoamericanos tenía similitudes con el de sus pares de países desarrollados. Los resultados expuestos en el cuadro 1 y el gráfico 6 sugieren que efectivamente los jóvenes de la región tienen una relación especial con las ciudades principales, pues casi ninguna de éstas registra emigración neta juvenil, lo que contrasta con la gran cantidad que presenta emigración neta si se considera la población total. Por cierto, algunas de estas ciudades pierden jóvenes en su intercambio con el resto de su región (migración cercana) o con el resto del país (migración lejana), pero ello no obsta para que en su conjunto predomine el atractivo migratorio. Sao Paulo y Santiago de Chile son ejemplos de ciudades que pierden atractivo para los jóvenes de su entorno regional (el resto del estado de Sao Paulo y el de la región metropolitana, respectivamente) pero que sigue siendo muy atractiva para los jóvenes de otros estados y regiones de sus países. Por otra parte, Concepción, en Chile, es un ejemplo de lo contrario, pues aún atrae jóvenes de su entorno regional, pero en su intercambio con las otras regiones del país pierde jóvenes.
Gráfico 6. Tasas de Migración Total (por mil) para las ciudades escogidas según edad quinquenal (15-19, 20-24 y 25-29 años)

Cuadro 1. América Latina y el Caribe, países seleccionados: migración neta (total, cercana y lejana) juvenil y de toda la población, de los tres principales aglomerados urbanos, censos de la ronda de 2000
| País y año | Aglomerado metropolitano | Migración neta | Migración neta cercana | Migración neta lejana | Migración neta | Migración neta cercana | Migración neta lejana |
| Bolivia, 2001 | |||||||
| La Paz | 4 094 | 13 641 | -9 547 | 1 456 | 26 192 | -24 736 | |
| Santa Cruz | 25 874 | 3 801 | 22 073 | 45 429 | 750 | 44 679 | |
| Cochabamba | 867 | -467 | 1 334 | -2 688 | -2 584 | -104 | |
| Brasil, 2000 | |||||||
| São Paulo | 126 108 | -72 254 | 198 362 | -230 934 | -342 022 | 111 088 | |
| B. Horizonte | 55 129 | 45 740 | 9 388 | 62 662 | 43 126 | 19 536 | |
| Chile, 2002 | |||||||
| Santiago | 25 105 | -5 519 | 30 624 | -49 717 | -31 892 | -17 825 | |
| Valparaíso | 8 399 | 2 755 | 5 644 | 9 158 | 1 385 | 7 773 | |
| Concepción | 1 280 | 4,684 | -3 404 | -7 825 | 665 | -8 490 | |
| Costa Rica, 2000 | |||||||
| San José | 970 | 667 | 303 | -13 952 | 287 | -14 239 | |
| Heredia | 2 337 | -676 | 3 013 | 4 476 | -2 256 | 6 732 | |
| Cartago | 943 | 182 | 761 | 2 972 | 713 | 2 259 | |
| Ecuador, 2001 | |||||||
| Quito | 32 758 | -7 030 | 39 788 | 23 203 | -29 749 | 52 952 | |
| Guayaquil | 27 184 | 7 100 | 20 084 | 44 136 | 11 640 | 32 496 | |
| Cuenca | 8 834 | 2 418 | 6 416 | 12 036 | 3 115 | 8 921 | |
| Guatemala, 2002 | |||||||
| C. Guatemala | 23 325 | -10 002 | 33 327 | 11 155 | -31 487 | 42 642 | |
| Quetzalten. | 709 | 819 | -110 | 1 105 | 897 | 208 | |
| Escuintla | -1 277 | -232 | -1 045 | -2 708 | -570 | -2 138 | |
| Honduras, 2001 | |||||||
| Tegucigalpa | 12 410 | 1 776 | 10 634 | 11 452 | 1 186 | 10 266 | |
| San Pedro Sula | 8 443 | -3 949 | 12 392 | 6 889 | -11 481 | 18 370 | |
| La Ceiba | 698 | 195 | 503 | 1 347 | 193 | 1 154 | |
| México, 2000 | |||||||
| C. de México | 59 134 | 21 916 | 37 218 | -72 978 | 18 973 | -91 951 | |
| Guadalajara | 7 566 | 1 239 | 6 327 | -14 617 | -8 479 | -6 138 | |
| Monterrey | 34 095 | 2 235 | 31 860 | 44 288 | -140 | 44 428 | |
| Panamá, 2000 | |||||||
| C. de Panamá | 41 270 | 2 894 | 38 376 | 82 321 | 6 140 | 76 181 | |
| Colón | 980 | 873 | 107 | 1 769 | 2 113 | -344 | |
| David | 8 | 2 459 | -2 451 | 917 | 5 689 | -4 772 | |
| Paraguay, 2002 | |||||||
| Asunción | 21 619 | -3 113 | 24 732 | 11 749 | -11 520 | 23 269 | |
| C. del Este | 1 975 | 104 | 1 871 | -2 169 | -1 850 | -319 | |
| Encarnación | -755 | 457 | -1 212 | -3 588 | -1 215 | -2 373 |
El atractivo de las ciudades para los jóvenes radica en una gama de factores, entre ellos la mayor infraestructura educativa, el mercado laboral más abierto y varias alternativas habitacionales. Ahora bien, un procesamiento más detallado de la condición de actividad económica de los jóvenes que inmigran a y emigran desde las ciudades sugiere que el peso de estos factores depende de cada ciudad (cuadro 2). El factor educativo pareciera ser sobresaliente en Chile (en particular los casos de Valparaíso y Concepción), donde la fracción de los inmigrantes jóvenes a las tres ciudades principales que se dedica a estudiar supera con creces a sus contrapartes emigrantes e incluso a sus contrapartes no migrantes (salvo en Santiago). En el resto de los países este comportamiento se verifica de manera excepcional, ya que en general las proporciones de estudiantes son más altas entre los no migrantes. En Brasil y en Panamá se observa que incluso la proporción de estudiantes entre los emigrantes jóvenes de las tres ciudades más pobladas es mayor que entre los inmigrantes jóvenes a ellas. Claro está que estos hallazgos no permiten una conclusión definitiva sobre la importancia de la “búsqueda de oportunidades educativas” en la migración juvenil hacia las grandes ciudades. En efecto, tal conclusión debe basarse en la comparación del porcentaje de estudiantes entre los inmigrantes hacia las grandes ciudades y el de sus contrapartes que permanecieron en los lugares de origen. Se trata de una comparación que requiere procesamientos especiales de los microdatos censales que no han sido realizados aún, por lo que quedan como tarea pendiente. Con todo, los resultados dejan en evidencia que, con especificidades nacionales, sólo una minoría de los inmigrantes jóvenes a las grandes ciudades se dedica a estudiar, mientras que la mayoría se dedica a trabajar (datos no mostrados pero disponibles).
Cuadro 2. América Latina y el Caribe, países seleccionados: indicadores seleccionados de actividad económica e inserción laboral de jóvenes y población total, según condición migratoria, tres principales aglomerados urbanos, censos de la ronda de 2000.
| Aglomerado metropolitano | Jóvenes 15-29 | Total | ||||||||||||||||
| Inmigrantes | Emigrantes | No migrantes | Inmigrantes | Emigrantes | No migrantes | |||||||||||||
| % de estudiantes | % en construcción | % empleo doméstico | % de estudiantes | % en construcción | % empleo doméstico | % de estudiantes | % en construcción | % empleo doméstico | % de estudiantes | % en construcción | % empleo doméstico | % de estudiantes | % en construcción | % empleo doméstico | % de estudiantes | % en construcción | % empleo doméstico | |
| La Paz | 22.1 | 6.6 | 18.5 | 20.1 | 5.2 | 9.5 | 35.5 | 4.9 | 8.1 | 24.7 | 8.6 | 12.2 | 22.8 | 6.0 | 6.2 | 32.7 | 5.8 | 5.0 |
| Santa Cruz | 17.6 | 6.3 | 22.9 | 17.7 | 8.8 | 6.7 | 27.9 | 7.4 | 9.0 | 22.9 | 6.7 | 17.0 | 23.9 | 9.0 | 5.1 | 30.9 | 7.6 | 6.7 |
| Cochabamba | 27.9 | 9.5 | 18.9 | 18.8 | 7.1 | 10.4 | 39.5 | 7.3 | 8.4 | 27.8 | 9.5 | 13.0 | 23.4 | 7.1 | 6.9 | 33.7 | 7.0 | 5.4 |
| São Paulo | 26.8 | 11.0 | 15.9 | 39.0 | 8.3 | 8.0 | 42.3 | 5.6 | 5.6 | 35.4 | 12.3 | 15.2 | 41.9 | 8.5 | 7.0 | 41.6 | 6.8 | 7.0 |
| Río de Jan. | 31.9 | 10.8 | 18.8 | 40.9 | 6.1 | 7.1 | 44.9 | 7.7 | 7.1 | 37.7 | 11.7 | 16.7 | 40.9 | 6.0 | 6.1 | 41.4 | 7.9 | 8.9 |
| B. Horizonte | 36.2 | 12.5 | 21.9 | 36.3 | 8.9 | 10.2 | 44.8 | 8.6 | 9.4 | 39.5 | 13.2 | 17.5 | 41.0 | 9.0 | 8.0 | 43.1 | 9.2 | 8.9 |
| Santiago | 32.0 | 8.1 | 16.2 | 25.2 | 8.9 | 4.0 | 37.2 | 8.6 | 3.1 | 18.2 | 7.9 | 15.9 | 9.9 | 8.6 | 5.0 | 12.2 | 7.8 | 6.1 |
| Valparaíso | 55.8 | 5.9 | 4.3 | 25.9 | 4.4 | 1.9 | 42.1 | 9.8 | 2.6 | 29.7 | 6.1 | 5.4 | 11.9 | 5.0 | 3.5 | 13.2 | 8.7 | 6.5 |
| Concepción | 54.2 | 7.3 | 11.9 | 24.4 | 5.5 | 3.3 | 43.4 | 11.2 | 4.0 | 30.6 | 6.9 | 9.2 | 11.8 | 6.2 | 4.7 | 14.5 | 9.7 | 5.9 |
| San José | 20.6 | 6.7 | 7.9 | 15.6 | 5.1 | 2.9 | 28.6 | 5.0 | 2.9 | 15.5 | 6.3 | 7.3 | 12.6 | 4.2 | 3.1 | 17.2 | 4.0 | 3.6 |
| Heredia | 19.7 | 4.7 | 4.0 | 15.1 | 4.7 | 2.5 | 33.3 | 4.7 | 2.1 | 14.4 | 4.1 | 4.2 | 11.9 | 4.2 | 3.0 | 18.9 | 3.9 | 2.6 |
| Cartago | 16.1 | 4.5 | 2.5 | 11.9 | 4.4 | 2.1 | 26.0 | 4.0 | 2.0 | 13.0 | 4.8 | 2.8 | 11.4 | 4.3 | 2.7 | 16.9 | 4.1 | 2.4 |
| Quito | 18.9 | 4.7 | 12.0 | 19.8 | 3.9 | 4.2 | 32.0 | 4.2 | 4.1 | 23.0 | 4.7 | 10.4 | 27.0 | 3.7 | 3.1 | 29.4 | 3.6 | 3.6 |
| Guayaquil | 13.4 | 3.4 | 12.4 | 12.5 | 2.7 | 4.5 | 25.0 | 3.3 | 3.0 | 19.9 | 3.6 | 9.9 | 21.4 | 3.0 | 3.4 | 27.1 | 3.2 | 3.0 |
| Cuenca | 19.9 | 5.6 | 9.7 | 16.6 | 3.7 | 4.7 | 36.2 | 2.5 | 2.8 | 25.3 | 5.4 | 8.2 | 26.4 | 3.2 | 3.4 | 32.2 | 2.1 | 2.4 |
| C. Guate. | 5.8 | N.D. | N.D. | 7.1 | N.D. | N.D. | 13.1 | N.D. | N.D. | 8.7 | N.D. | N.D. | 11.0 | N.D. | N.D. | 14.3 | N.D. | N.D. |
| Quetzalten. | 12.4 | N.D. | N.D. | 10.1 | N.D. | N.D. | 16.2 | N.D. | N.D. | 14.6 | N.D. | N.D. | 11.5 | N.D. | N.D. | 14.8 | N.D. | N.D. |
| Escuintla | 4.5 | N.D. | N.D. | 6.2 | N.D. | N.D. | 6.4 | N.D. | N.D. | 7.0 | N.D. | N.D. | 9.3 | N.D. | N.D. | 8.6 | N.D. | N.D. |
| Tegucigalpa | 24.1 | 5.8 | 25.3 | 17.4 | 4.3 | 4.0 | 28.4 | 7.0 | 4.6 | 25.4 | 6.1 | 21.1 | 27.1 | 4.6 | 3.3 | 31.3 | 5.6 | 4.1 |
| San Pedro Sula | 10.4 | 4.1 | 13.4 | 13.9 | 4.1 | 3.5 | 19.1 | 4.2 | 3.3 | 17.8 | 4.5 | 11.8 | 24.8 | 4.4 | 2.8 | 26.4 | 4.0 | 3.1 |
| La Ceiba | 21.4 | 6.7 | 14.2 | 18.7 | 5.9 | 5.1 | 24.7 | 7.6 | 4.4 | 28.4 | 6.5 | 11.3 | 25.9 | 5.9 | 4.8 | 30.7 | 5.9 | 4.1 |
| C. México | 9.6 | 5.8 | 26.8 | 14.3 | 5.3 | 3.3 | 21.5 | 4.5 | 2.9 | 9.5 | 6.2 | 20.8 | 11.6 | 5.3 | 2.9 | 14.2 | 4.1 | 3.2 |
| Guadalajara | 15.4 | 3.7 | 11.4 | 10.8 | 5.7 | 2.4 | 12.9 | 5.3 | 2.1 | 12.6 | 4.3 | 8.3 | 10.0 | 5.5 | 2.2 | 10.8 | 4.9 | 2.7 |
| Monterrey | 17.5 | 6.3 | 22.9 | 8.1 | 7.8 | 4.3 | 14.4 | 5.4 | 2.2 | 14.3 | 7.0 | 17.3 | 8.0 | 7.2 | 3.1 | 10.9 | 5.6 | 2.8 |
| C. de Panam | 14.2 | 6.7 | 22.6 | 16.9 | 6.3 | 8.2 | 27.4 | 8.0 | 6.4 | 12.6 | 6.9 | 16.7 | 18.8 | 6.1 | 6.2 | 21.2 | 6.6 | 6.1 |
| Colón | 13.2 | 6.0 | 11.1 | 18.8 | 6.7 | 9.2 | 28.7 | 6.4 | 5.9 | 12.7 | 6.1 | 9.9 | 15.6 | 5.3 | 6.0 | 25.0 | 5.0 | 5.8 |
| David | 20.8 | 5.3 | 14.3 | 18.3 | 5.8 | 8.8 | 32.8 | 7.2 | 8.7 | 17.9 | 4.2 | 9.2 | 16.0 | 5.6 | 6.5 | 22.8 | 4.8 | 6.3 |
| Asunción | 13.5 | 4.6 | 45.9 | 12.0 | 5.0 | 16.3 | 22.8 | 5.0 | 14.1 | 16.7 | 5.2 | 38.1 | 13.4 | 5.3 | 11.4 | 20.6 | 4.6 | 10.4 |
| C.del Este | 10.2 | 3.8 | 32.0 | 12.9 | 5.0 | 20.9 | 18.4 | 4.1 | 15.7 | 13.3 | 4.2 | 23.6 | 17.1 | 5.3 | 13.5 | 21.9 | 4.4 | 10.7 |
| Encarnación | 18.4 | 4.8 | 33.8 | 10.9 | 7.0 | 23.7 | 19.3 | 6.1 | 14.5 | 18.0 | 5.2 | 24.3 | 15.2 | 6.9 | 16.4 | 20.4 | 5.0 | 9.9 |
En el cuadro 2 se exponen dos porcentajes más, los que apuntan a cuantificar la importancia de dos rubros reconocidamente como “nichos” para los inmigrantes a las grandes ciudades, a saber la construcción y el empleo doméstico. La primera comparación relevante es con los no migrantes para verificar que efectivamente se trate de un nicho. Y los resultados, en el caso de los inmigrantes jóvenes a las grandes ciudades son categóricos en el caso del empleo doméstico, donde sin excepción sus proporciones superan con largueza a la de los emigrantes y la de los no migrantes. Salvo las tres ciudades de Costa Rica y Valparaíso y Cuenca, en todas las restantes la proporción que se dedica al empleo doméstico entre los jóvenes inmigrantes a las grandes ciudades que tenían trabajo superaba el 10 por ciento, alcanzando cifras superiores a 20 por ciento en varias de ellas y llegando a un máximo de 46 por ciento en el caso de Asunción 2002. Como estos guarismos no están segmentados según género y es conocido el sesgo de género de esta ocupación (mucho más frecuente entre las mujeres), entonces la conclusión es que para las inmigrantes jóvenes que trabajan en las grandes ciudades, el empleo doméstico sigue siendo el principal rubro absorbedor de mano de obra. Respecto a la construcción, las cifras no evidencian un patrón sistemático en el caso de los jóvenes —en el total la hipótesis dominante se comprueba en casi todos lo casos—, ya que en algunas ciudades la construcción parece mantener su condición de nicho laboral para los inmigrantes jóvenes, pero en otras no. Claramente la existencia de un motivo educacional para la inmigración de los jóvenes a las grandes ciudades parece competir con las opciones laborales tradicionales.
Conclusiones
Los jóvenes mantienen especificidades ya conocidas en materia de migración interna, a las cuales este documento agrega algunas particularidades tanto en materia de inserción en el lugar de destino como de relación migratoria con las ciudades. En efecto, además de la tradicional mayor propensión migratoria, que es ocasionada por una amplia variedad de factores y explicada por diversos marcos teóricos, y la conocida relación positiva entre educación y probabilidad migratoria —que no tiene relación causal, porque hay una endogeneidad imposible de ser controlada con los datos censales que se usan en este trabajo—, los resultados obtenidos y presentados en esta investigación revelan que:
La migración de retorno, medida a escala de DAM, es sistemáticamente más frecuente entre los jóvenes, lo que puede deberse a motivos para migrar transitorios (típicamente el estudio o adquisición de experiencias específicas), a una mayor probabilidad de fracasos en el proceso de inserción o a la persistencia de lazos (y redes de apoyo) en el lugar de origen (o una combinación de todos éstos). Aunque los índices de retorno de los jóvenes sugieren que no se trata de la situación habitual ⎯en ningún país superan el 10 por ciento del total de migrantes⎯ debe subrayarse que estas cifras corresponden al retorno acontecido en los cinco años previos al censo, por lo cual la magnitud efectiva del retorno ha de ser mayor.
El proceso de inserción en el lugar de destino que experimentan los jóvenes se segmenta marcadamente según nivel socioeconómico. En efecto, mientras que los jóvenes migrantes con poca o media educación siguen el patrón esperado de inserción laboral más intensa que sus contrapartes no migrantes, entre aquellos con educación alta se verifica un patrón anormal con menor participación laboral. Esto está vinculado al motivo de la migración, probablemente continuación de estudios a un nivel superior, lo que aparta a estos jóvenes migrantes con educación elevada del mercado de trabajo.
Los jóvenes mantienen una relación especial con las ciudades, que les resultan particularmente atractivas. Las razones que explican este magnetismo escapan al alcance del presente trabajo; sin embargo, se plantea una hipótesis basada en evidencia fragmentaria obtenida en este estudio y que amerita investigación futura. La hipótesis sugiere que el atractivo que mantiene las ciudades grandes de cada país para los jóvenes (que ya no existe o se ha reducido significativamente para los adultos) se debe a una combinación de factores que siguen distinguiendo a las ciudades, tales como un mercado de trabajo con una elevada demanda de trabajo juvenil, una oferta educativa amplia y especializada, una actividad cultural dinámica y opciones habitacionales que calzan con los requerimientos y las capacidades financieras de los jóvenes.
Más allá de los hallazgos empíricos que ofrece este estudio, esencialmente introductorio y descriptivo, sus lecciones más relevantes están en los ámbitos metodológicos y teóricos. En materia metodológica se demuestra la versatilidad y utilidad de los microdatos censales, en particular en un contexto de capacidades de procesamiento crecientes (Rodríguez, 2004b). La posibilidad de estudiar diferentes tipos y modalidades de migración, así como flujos específicos (como los que se dirigen y originan en las grandes ciudades) y además hacerlo segmentando según grupos de la población, en este caso los jóvenes, es una veta para análisis que antes estaba vedada. Así, los avances metodológicos y operativos permiten elaborar análisis mucho más detallados y complejos que en el pasado. En un plano conceptual, las peculiaridades migratorias de los jóvenes, muchas de ellas ya conocidas y ratificadas en este estudio pero otras más bien novedosas o hasta ahora no documentadas revelan la necesidad de aproximaciones teóricas flexibles. No se trata de generar teorías nuevas —aunque éstas sí son necesarias para abordar el flujo entre ciudades, que es el más cuantioso en la región (Rodríguez y Busso, 2009)—, sino de hacer distinciones conceptuales. Éstas se relacionan con las especificidades de los diferentes grupos sociales y sus implicaciones para las decisiones migratorias y también con el atractivo de los lugares, que varían para los diferentes grupos socioeconómicos. El caso del pertinaz atractivo migratorio de las ciudades grandes para los jóvenes es un claro ejemplo de esto último.
Bibliografía
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Notas
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