Artículo
Experiencia del INE de Venezuela en la formulación y operacionalización de conceptos y herramientas estadísticas comunitarias para los pueblos indígenas
The Experience of INE, Venezuela, in formulation and operationalization of concepts and statistical tools for indigenous community
Experiencia del INE de Venezuela en la formulación y operacionalización de conceptos y herramientas estadísticas comunitarias para los pueblos indígenas
Revista Latinoamericana de Población, vol. 2, núm. 3, pp. 105-127, 2008
Asociación Latinoamericana de Población

Resumen: Dadas las particularidades de los pueblos indígenas de Venezuela y el impulso al reconocimiento de sus derechos, que ha ido tomando forma en los adelantos legales que se han hecho en esta materia en el país, se inició a mediados de 2007 un proyecto de investigación cuyo objeto principal es el desarrollo de una metodología similar a la mencionada, pero desde el enfoque de los pueblos indígenas. Este proyecto ha generado una serie de interrogantes y propuestas teórico-metodológicas que pueden enriquecer el debate que se ha planteado sobre este tema, algunas de las cuales se presentan en este documento. Estos aportes son el fruto de varias actividades que comprenden la revisión de bibliografía, discusiones en mesas de trabajo y trabajos de campo, las cuales han arrojado diversas consideraciones que pueden servirnos para aproximarnos a unidades de análisis más adecuadas, así como indicadores que aborden el tema desde una perspectiva más acorde e integral.
Palabras clave: pueblos indígenas, familias, hogares, censo comunitario, calidad de vida.
Abstract: Because of the specificities of the native peoples in Venezuela and the recent legal enforcement of their rights, in 2007 it started a research project to develop a methodology from the point of view of the native peoples. This project have generated several dilemmas as well as theoretic and methodological proposals that have improved the debate about this issue. The article presents some of these proposals starting from a bibliographic revision and a field research that show several conclusions that can provide a better understanding of this topic.
Keywords: native peoples, families, households, communitarian census, living conditions.
Introducción
Las estadísticas, como método de recolección de información, están fundamentadas en la idea de la cuantificación de una cualidad en virtud de conocer su magnitud, comportamiento, etc. Éstas se apoyan en conceptos previamente definidos, que pretenden dar cuenta de un fenómeno determinado del cual se requiere información para su estudio. Pese a todos los cálculos posibles un número no es más que eso, a menos que se le asigne un valor que nos diga qué es aquello que estamos contando; una vivienda, una persona, un hogar, un caso de malaria… Estos conceptos son la base de la estadística, en tanto deben dar cuenta de la realidad a la que intentan representar. La heterogeneidad de las sociedades modernas hace cada vez más difícil establecer grandes categorías en las que se vea al menos levemente reflejada la diversidad. Este es el caso, aunque no exclusivo, de la aplicación de los conceptos establecidos a ciertos grupos de la población como los indígenas.
Atendiendo a la demanda de metodologías estadísticas que apoyen a las comunidades venezolanas organizadas en la generación de información que les permitan abordar eficazmente sus necesidades mediante la formulación de proyectos y demandas sociales a las instituciones pertinentes, el Instituto Nacional de Estadística de Venezuela desarrolló un Juego de Herramientas Estadísticas para Comunidades (JHEC). Esta metodología fue creada para ponerla al servicio de la sociedad, por lo que debía responder, por un lado, a las necesidades básicas de información sociodemográfica y económica de las comunidades y, por el otro, ser lo suficientemente sencilla como para ser manejada por personas sin previa instrucción en la materia. Para ello se diseñaron talleres y material de apoyo didáctico que permitieran obtener resultados y, más aún, con la participación directa de la comunidad en los procesos de delimitación del territorio que ocupa, de análisis e interpretación de los datos, pasando por el llenado de los instrumentos y su posterior trascripción.
Cabe decir además, que uno de los criterios que se sostuvieron durante el proceso de investigación fue el de generar información que pudiese ser comparada con agregados mayores, como los municipios, parroquias, estados, e incluso en el país. De esta forma, se adoptaron las mismas unidades de análisis del Censo de Población y Vivienda, así como de las distintas encuestas que se realizan en el ámbito nacional.
Esta experiencia nos brindó la oportunidad de poner a prueba, una vez más, dichas unidades de análisis y, por ende, los conceptos en las que se apoyan. La mirada microlocal que brinda el desarrollo de estadísticas comunitarias, permite contrastarlas con el espacio que se está abordando; en ocasiones se encuentran inconsistencias con aquello que se trata de observar. Este tipo de ejercicios nos pueden mostrar las inconsistencias e incluso incompatibilidades de la forma de estudiar ciertos temas en contraste con las realidades que se supone debe delinear. Una de estas realidades y, tal vez la más evidente, es la de los pueblos indígenas venezolanos. Las particularidades de este grupo, su forma de organización política, económica e incluso familiar, supone un tratamiento del tema diferenciado al que se da al resto de la población.
Pese a los esfuerzos realizados, en Venezuela el tema de las estadísticas de pueblos indígenas es todavía un área marginal, motivada tal vez por el poco peso que supone este grupo respecto a la población total del país (1,5 por ciento). Otro factor que puede influir en esto tiene que ver con la heterogeneidad que se expresa dentro de los pueblos indígenas venezolanos, lo que dificulta, en gran medida, establecer conceptos representativos para todas sus expresiones. Por otro lado, en Venezuela se han llevado a cabo avances importantes en materia del reconocimiento de estas diferencias y de la necesidad de entenderlas con el propósito de integrar realmente a estos grupos sin que esto suponga la imposición de la cultura hegemónica.
Por solicitud de la gerencia estadal del estado Amazonas, el INE se dio a la tarea de conformar un equipo multidisciplinario para atender estas cuestiones e intentar producir una metodología como la que se desarrolló previamente, pero diseñada de manera específica para los pueblos indígenas. Este proyecto se denominó Juego de Herramientas Estadísticas para Pueblos Indígenas (JHEPI) y el desarrollo de esta experiencia, que apenas comienza, es también el tema de este artículo.
Pero antes de describir dicha investigación, así como de algunos sus resultados, es importante hablar sobre la situación de los pueblos indígenas de Venezuela, contextualizada por los datos estadísticos arrojados por el Censo de 2001. También se ofrece una rápida mirada a los avances que se han dado en el país en materia constitucional referente al reconocimiento de los derechos sociales y políticos de los pueblos indígenas. Por último, se hablará sobre el proyecto de investigación, sus objetivos y algunos de sus avances conceptuales.
Situación de los pueblos indígenas en Venezuela según el Censo de Población 2001
La población total indígena de Venezuela según el Censo de 2001 es de 506 341 habitantes, lo que representa alrededor de 1.5 por ciento de la población total del país. Cabe destacar que hay mucha polémica sobre si estas cifras dan cuenta de la realidad o si, por el contrario, hay un subregistro significativo. En relación con su diversidad el Instituto Nacional de Estadística establece 35 grupos, clasificación que será asumida para este trabajo, siempre bajo laaclaratoria de que no existe consenso establecido sobre esta materia.1 Para el cálculo de la población indígena, en el Censo de 2001 se utilizaron dos vías para la recolección de los datos. La primera fue mediante el Censo de Comunidades Indígenas y la segunda a través del Censo Nacional de Población y Vivienda. En el primer caso el levantamiento fue realizado en aquellas comunidades identificadas como indígenas en asentamientos tradicionales.2 En el segundo se registró al resto de la población, residente en zonas “no tradicionales”, por medio de dos preguntas que indagan pertenencia o no a algún pueblo indígena y a cuál de ellos. La distribución del porcentaje de población indígena que se identificó mediante cada uno de los métodos mencionados se muestra en el siguiente gráfico.
Como se puede apreciar, 64 por ciento de la población registrada (mayores de 3 años) no vive en aquellas comunidades entendidas como “comunidades indígenas tradicionales”, lo que denota, entre otros asuntos, el proceso de desplazamiento de sus tierras, ya sea directamente por desalojo o bien motivados por la búsqueda de oportunidades para su subsistencia. Esto es importante tenerlo en cuenta no sólo para formular políticas públicas, sino incluso para la legislación en la materia. En relación con esto, veremos más adelante que algunas de las leyes formuladas van dirigidas a proteger las tierras de estos pueblos, pero como muestra el gráfico 1, muchos de ellos ya se encuentran en asentamientos que no han sido reconocidos como indígenas, por lo que el alcance de las medidas puede no llegar al total de la población objetivo, a menos que esto sea tomado en cuenta.
Gráfico 1. Proporción de la población indígena de tres años y más registrada según Método

Por otro lado, cuando se observa la pirámide poblacional indígena, vemos que su forma nos revela una estructura piramidal, con una base ancha y su progresivo encogimiento a medida que se llega a los grupos quinquenales. También se puede apreciar que la distribución de la población por sexo es bastante equilibrada.
Según un análisis tradicional del gráfico 2, esta distribución por edades de la población indígena muestra una población infantil, adolescente y de la tercera edad, que podría apuntar a una dependencia económica alta en los hogares. Ahora bien, sin negar que este análisis pueda tener validez, es pertinente que se estudie desde otras perspectivas. Tomando en cuenta que la población indígena de Venezuela constituye 1.5 por ciento de la población total, se podría dudar si el problema de la alta dependencia económica se podría atacar por medio de políticas que incentiven a la planificación familiar, concretamente a intentar reducir el número de hijos por pareja.
Gráfico 2. Pirámide poblacional de pueblos indígenas de Venezuela

Tal como muestra el gráfico 3, la distribución de los sexos en cada uno de los grupos específicos, corresponde, en su relativa paridad, con la pirámide general (gráfico 2). También se puede observar el peso poblacional de cada uno de los pueblos indígenas, lo cual constituye un reto al momento de intentar desarrollar metodologías que reconozcan las diferencias con detalle, sobre todo si se toma en consideración el peso poblacional y la ubicación geográfica3 de cada una de ellos. En este sentido, es importante tener en cuenta a los pueblos minoritarios, en aras de establecer una visión integral del tema que no esté sesgada por las características de los pueblos con mayor peso poblacional.
Gráfico 3. Población según pueblo indígena al que pertenece (se han excluido los miembros del Pueblo Wayuu)

En el gráfico 3 se omite al pueblo Wayuu dado que su peso poblacional invisibiliza a la mayoría de los demás pueblos indígenas, ya que constituye 58 por ciento de la población total indígena. Estos datos muestran que es, por mucho, el pueblo más numeroso de Venezuela, tal como se puede apreciar a continuación.
Gráfico 4. Proporción de la población Wayuu respecto al total de población indígena

La comparación entre el porcentaje de población indígena que representa la etnia Wayuu respecto del resto, es una señal de la necesidad de abordar el tema con mucho cuidado para no reproducir un esquema de exclusión, tomando en cuenta, con o sin conciencia, sólo la parte poblacional más representativa dentro de la diversidad de los pueblos indígenas del país.
Gráfico 5. Población indígena de 10 años y más por condición de alfabetismo

Respecto al tema de la educación, los datos muestran que 31 por ciento de la población indígena mayor de 10 años es analfabeta, lo que denota una gran inequidad en el acceso a este derecho, tomando en cuenta que la cifra de ese mismo indicador en el país en 2001 era de 6 por ciento.
Gráfico 6. Acceso a la Educación Media de mayores de 10 años para los Pueblos Indígenas

Por su parte, cuando vemos los datos sobre el acceso a la educación media, encontramos que de la población mayor a 10 años, sólo alrededor de 10.4 por ciento de la población indígena ha cursado al menos un año de ésta.
Últimos avances legales hacia el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas venezolanos
En Venezuela se han realizado avances significativos en relación con el reconocimiento4 de los derechos de los pueblos indígenas e incluso como pueblos originarios en el marco legislativo de la nación. Dentro de estos avances destacan, entre los más importantes, los contemplados en la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas, así como la Ley de Demarcación y Garantía del Hábitat y Tierras Indígenas.
La Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela reconoce a la sociedad venezolana como “…democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural” (Venezuela, 1999).
De igual manera, reconoce como pueblos indígenas u originarios a todas las etnias indígenas y subgrupos de éstas, lo que parece ser una concesión importante de autonomía, aunque para algunos autores esto no pasa del papel, dado que dicha autonomía sería un atentado a la soberanía nacional de Venezuela,5 y por consiguiente, sólo es simbólica. En este sentido, la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas establece que:
El Estado venezolano reconoce y protege la existencia de los pueblos indígenas como pueblos originarios, garantizándoles los derechos consagrados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, los tratados, pactos y convenios internacionales y otras normas de aceptación universal, así como las demás leyes de la República, para asegurar su participación activa en la vida de la Nación Venezolana, la preservación de sus culturas, el ejercicio de la libre determinación de sus asuntos internos y las condiciones que los hacen posible (Venezuela, 2005).
De igual manera, y en relación con las interpretaciones de la ley que asumen como un problema para la autonomía nacional que se dé el estatus de “pueblos” a los grupos indígenas, la Constitución nacional plantea que “el término ‘Pueblo’ no podrá interpretarse en esta constitución en el sentido que se le da en el derecho internacional”, con lo cual la soberanía de dichos pueblos está supeditada al marco legal que establece la Constitución.
También se han producido avances en lo referente al reconocimiento de su cultura y valores propios como se puede apreciar en el apartado de la Constitución que reza: “El idioma oficial es el castellano. Los idiomas indígenas también son de uso oficial para los pueblos indígenas y deben ser respetados en todo el territorio de la República, por constituir patrimonio cultural de la Nación y de la humanidad” (Constitución, 1999).
Respecto a lo anterior, se ha asumido que la “educación intercultural bilingüe” dará forma al sistema educativo en lo que se refiere a la educación de los pueblos indígenas. Sumado a esto, en 2002 se promulgó el Decreto 1795 en el que se estableció con carácter de obligatoriedad el uso de “idiomas indígenas” en todos los niveles del sistema educativo nacional, incluyendo planteles públicos y privados, tanto para aquellos que se encuentren en territorio indígena como para los que estén ubicados en áreas urbanas y rurales habitadas por este grupo de la población. En la misma fecha se aprobó el Decreto 1796, que crea el Consejo Nacional de Educación, Cultura e Idiomas Indígenas (Ministerio de Salud y Desarrollo Social, 2002). Con el fin de reconocer estos valores culturales se asume un enfoque de educación intercultural bilingüe, que considera no sólo la traducción de los contenidos de estudio formales, sino que también establece el conocimiento propio como parte fundamental de la educación.6
En esta misma línea encontramos el reconocimiento a los valores, tocando inclusive el tema de cómo se entiende el concepto de propiedad y de las formas en las que ésta se puede manifestar en los pueblos indígenas. En este sentido, la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas en su Artículo 3 establece para el término “propiedad”, una acepción distinta a la privada, entendida como “propiedad indígena”, la cual se define de la siguiente manera:
El derecho de cada pueblo y comunidad indígena de usar, gozar, disfrutar y administrar un bien material o inmaterial, cuya titularidad pertenece de forma absoluta e indivisible a todos y cada uno de sus miembros, a los fines de preservar y desarrollar la integridad física y cultural de las presentes y futuras generaciones, las cuales serán inalienables, imprescriptibles, inembargables e intransferibles de acuerdo con lo establecido en esta Constitución y en la ley (Venezuela, 1999, art. 119, cap. VIII).
En materia de salud los avances de la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas contempla en su artículo 122 la garantía a la salud integral de la población indígena desde la perspectiva de la complementariedad de los saberes, reconociendo el saber ancestral que ellos tienen en esta materia,7 y rompiendo con la visión excluyente que se establece cuando sólo se toma en cuenta el conocimiento científico desarrollado por la cultura occidental a través de la medicina. Asimismo, se integra el saber indígena desde una perspectiva de complementariedad.
En lo que respecta a la participación ciudadana también se contempla como un derecho de los pueblos indígenas y como un deber para el Estado garantizar mecanismos para la expresión de ésta. En este tema la Ley de Pueblos y Comunidades Indígenas lo expresa así:
El Estado promoverá y desarrollará acciones coordinadas y sistemáticas que garanticen la participación efectiva de los pueblos, comunidades y organizaciones indígenas en los asuntos nacionales, regionales y locales. Los pueblos y comunidades indígenas participarán directamente o a través de sus organizaciones de representación, en la formulación de las políticas públicas dirigidas a estos pueblos y comunidades o de cualquier otra política pública que pueda afectarles directa o indirectamente. En todo caso, deberá tomarse en cuenta la organización propia y autoridades legítimas de cada pueblo o comunidad participante, como expresión de sus usos y costumbres (Venezuela, 2005b, art. 6).
En otro orden de ideas, el tema de la seguridad territorial de los pueblos indígenas,8 también ha sido materia de innovaciones legislativas, las cuales se pueden apreciar en la promulgación de la Ley de Demarcación y Garantía del Hábitat y Tierras Indígenas. Ésta hace un análisis del tema desde una “perspectiva intercultural”. En esta ley se contemplan los mecanismos para la identificación, demarcación, titulación y garantía de protección del Estado respecto a los espacios que tradicionalmente fueron ocupados por los pueblos originarios (Gutiérrez, 2006).
Experiencia del proceso de investigación
Este proceso de investigación se ha desarrollado con la participación de las Gerencias Estadales de Amazonas, Apure, Anzoátegui, Bolívar, Delta Amacuro, Monagas, Sucre, Zulia, así como la Gerencia de Investigación y Desarrollo Estadístico Local (GIDEL) y la Gerencia de Estadísticas Demográficas, todas ellas adscritas al Instituto Nacional de Estadística. El equipo multidisciplinario ha trabajado en el desarrollo de esta herramienta mediante una serie de encuentros que han permitido ir definiendo acciones y repartiendo tareas entre los participantes, con el fin de considerar las particularidades que se manifiestan en cada uno de esos estados o territorios. Dichos encuentros han permitido adelantar en el desarrollo teórico metodológico de la herramienta a través de la revisión documental, la realización de mesas de discusión y trabajos de campo. Todas estas actividades han servido de insumo para cimentar la metodología.
Es importante destacar que para el análisis realizado, se tomó la decisión de separar la población indígena en dos grupos: uno formado por aquellos que habitan en zonas urbanas y otro integrado por aquellos grupos que ocupan territorios tanto rurales como el de las comunidades indígenas reconocidas. A efecto de los resultados que se presentan a continuación, éstos responden a la metodología desarrollada para estos últimos.
De esta forma, encontramos que los objetivos planteados por el equipo de investigación con la metodología, en términos de información básica para las comunidades indígenas, responden a una serie de elementos, los cuales se presentan a continuación, acompañados de una breve descripción. Su presentación está ordenada según la unidad de análisis a los que hace referencia cada uno de ellos:
Comunidad indígena
Uso de las estructuras
Hogares y personas
Una mirada a los conceptos y unidades de análisis: algunas observaciones e interrogantes
Cualquier medición que pretenda ser una interpretación cercana a la realidad, pasa por la formulación de conceptos que den cuenta de ella. En este sentido, las unidades de análisis son uno de los componentes más importantes para que los datos puedan servir en la formulación de políticas públicas, así como en el proceso de planificación. Por esta razón, uno de los temas más importantes al momento de desarrollar metodologías con perspectiva de identidad es el de ajustar dichas unidades de análisis a la forma en la que se expresa la realidad de esas identidades sociales y culturales.
Cuando se observan las unidades de análisis que se utilizan en el Censo de Población y Vivienda en contraste con la realidad de los pueblos indígenas, encontramos que algunos de los supuestos que les sirven de pilares no tienen la misma validez o por decirlo de otra manera, dichos supuestos entran en contradicción con muchas de las características sociales y organizativas de los pueblos indígenas.
Estas unidades de análisis tradicionales tienen como objeto principal identificar individuos, hogares y viviendas. En relación a ellas vamos a dar una mirada a las reflexiones que se derivaron de su contraste con las características observadas en las comunidades indígenas, y en algunos casos expresadas por las comunidades indígenas visitadas:
Comunidad: según la Ley las Comunidades Indígenas, “La Comunidad” es definida como: “Grupos humanos formados por familias indígenas asociadas entre sí, pertenecientes a uno o más pueblos indígenas, que están ubicadas en un determinado espacio geográfico y organizados según las pautas culturales propias de cada pueblo, con o sin modificaciones provenientes de otras cultural” (Venezuela, 2005b, art. 3).
Ahora bien, las características, al menos en materia de acceso a servicios públicos, están estrechamente relacionadas con el patrón de asentamiento en el que se ubique la comunidad. Durante la investigación se pudo observar que hay una evidente diferencia entre los asentamientos indígenas mientras más lejos se encuentran de los asentamientos urbanos. Por esta razón, se establecieron dos maneras de abordaje según las cuales las comunidades indígenas que se encontraran en áreas urbanas tendrían un tratamiento diferenciado del resto. Para estas comunidades se repasa la mayor parte de las preguntas del Juego de Herramientas Estadísticas para Comunidades, anexando otras que indagan sobre el tema de la educación indígena y la práctica de tradiciones propias. De igual manera, se utiliza la definición de hogares como unidad de análisis y el tratamiento de las viviendas es el mismo que se aplica tradicionalmente. Por su parte, el resto de las comunidades indígenas serán estudiadas con una metodología que profundice en estos y otros temas, lo cual pretende responder a las unidades de análisis apropiadas a su realidad.
Vivienda: las estadísticas de vivienda parecen mostrar que la situación de los pueblos indígenas en el tema es bastante alarmante, y se puede constatar con el número de habitantes por cada una de ellas. El cuadro 1 nos muestra información que podría ser útil para el análisis. El número de viviendas categorizadas como desocupadas y en construcción constituyen 19 por ciento (5.707) y 4 por ciento (1.127), respectivamente. Esto parace ser un dato muy alto para un sector de la población que ha sido catalogado como pobre en su gran mayoría, lo cual puede indicar que, por un lado, hay migraciones importantes y que, por otro, la forma en la que se catalogan las viviendas asume como desocupadas o en construcción viviendas que pueden no estarlo.
Cuadro 1. Viviendas familiares, por condición de ocupación y número de ocupantes, según entidad federal
| Ocupadas | ||||||
| Entidad | Total | Total de viviendas | Número de ocupantes | Ocupantes por vivienda | Desocupadas | En construcción |
| Total | 36 348 | 29 514 | 177 498 | 6 | 5 707 | 1 127 |
| Amazonas | 7 595 | 6 194 | 38 188 | 6 | 1 173 | 228 |
| Anzoátegui | 2 047 | 1 636 | 8 861 | 5 | 297 | 114 |
| Apure | 1 340 | 1 248 | 8 223 | 7 | 84 | 8 |
| Bolívar | 9 536 | 7 320 | 42 237 | 6 | 1 802 | 414 |
| Delta Amacuro | 5 114 | 4 047 | 25 717 | 6 | 869 | 198 |
| Monagas | 1 028 | 738 | 4 025 | 6 | 260 | 30 |
| Sucre | 318 | 307 | 1 678 | 6 | 11 | - |
| Zulia | 9 370 | 8 024 | 48 569 | 6 | 1 211 | 135 |
Este concepto está estrechamente relacionado con el tema de las estructuras que los seres humanos usamos para diversas actividades, tales como dormir, preparar los alimentos, etc. El uso tradicional que les hemos dado supone una visión occidental del fenotipo que da forma a un ideal de vivienda. Esta concepción tiene justificaciones teóricas y prácticas que facilitan la identificación de potenciales unidades de observación incluso antes de haber recabado la información en ellas, pero puede ser engañosa cuando la realidad que se aborda se sale de los parámetros establecidos. Un ejemplo de ello se puede apreciar en aquellas comunidades indígenas en las que se ha combinado el uso de viviendas occidentales y tradicionales que sumadas constituyen una vivienda en lugar de dos. Estos casos, en los que regularmente una vivienda está conformada por al menos dos secciones, muchas veces implica que aunque dentro de la vivienda occidental se cuenta con espacio para una cocina occidental, sus habitantes han optado por cocinar por medios tradicionales (leña) en los anexos posteriores que construyeron a la usanza tradicional. Un factor muy relacionado con esto es el del problema que supone medir el hacinamiento contando número de cuartos para dormir, cuando en realidad muchos de los habitantes de la vivienda duermen en estos anexos.
De igual forma, el esquema tradicional censal asume que las personas pueden reconocer sólo una vivienda como lugar de residencia. Nuevamente nos encontramos con un supuesto que puede no aplicar, dado que para algunos indígenas (principalmente los niños) en ocasiones no hay tal cosa como un lugar exclusivo para dormir o comer, sino que puede variar según el calor, lluvia o simplemente elecciones individuales. Es importante tener en consideración esto debido a que podría traer problemas de subregistro o solapamiento de información, lo cual se podría evitar mediante una aproximación distinta del concepto de vivienda. Para ello, es necesario que el levantamiento de viviendas sea en realidad de estructuras, es decir, un listado que se corresponda en un plano en el que se levanten todas las estructuras de la comunidad acompañadas de sus usos. Luego, durante el proceso de levantamiento de información con la planilla, se establece a qué familias pertenecen las estructuras y el uso que reciben.
Hogar: en el caso de los hogares nos encontramos con un problema incluso más profundo que el de las viviendas, ya que una de las premisas que permite el flujo de información entre una unidad y otra, supone la idea de que las viviendas contienen hogares. Ahora bien, basándonos en la concepción de hogares occidentales y de lo que se busca medir con ella, observamos que lo principal es establecer aquellos grupos dentro de la vivienda que comparten gastos para la alimentación, tomando cada uno de estos como un hogar, lo que nos lleva a la interrogante de ¿qué hacer en aquellos casos en los que los hogares trascienden las barreras de la vivienda?
Aquí se nos plantea una paradoja en términos de lo que asumimos como universal y lo que realmente pueda llegar a serlo, en tanto estas construcciones occidentales unifamiliares nunca respondieron a la verdadera necesidad de los sistemas de organización familiar de las comunidades indígenas, fragmentando dichas familias extendidas, las cuales comparten gastos para la alimentación, aunque no duerman en la misma vivienda.
De esta forma vemos que una concepción de hogar que se ajuste a la forma de organización propia de los pueblos indígenas está más relacionada con el concepto de familia extendida, con la particularidad de que se delimita según su dinámica, en tanto sus miembros compartan el fruto de su trabajo para el sustento de todos sus miembros. En este sentido, Chidi Anselem Odinkalu plantea que: “En las comunidades tradicionales, la ‘familia extendida’ brinda un sistema de socialización, y de transmisión de valores, control y disciplina, acceso a la propiedad, mediación y arbitraje de conflicto, y una red de seguridad en tiempos de dificultad económica o de otro tipo” (Odinkalu, 2003 pag. 9).
Todos estos mecanismos toman un significado aún más profundo cuando los vemos bajo el prisma de los pueblos indígenas.
Por otra parte, se ha podido constatar que es de mucha utilidad que este concepto sea explicado a los miembros de las comunidades para que éstos suministren la información, ya que el término hogar es confuso y no forma parte del argot coloquial, razón por la que se decidió darle el nombre de “familia indígena”, que para los fines de esta investigación se define como: dos o más personas con algún tipo de parentesco que los una, conformado por una o varias familias nucleares, incluso si éstas viven en residencias distintas dentro de una misma comunidad, en las que se presenten redes de solidaridad y colaboración para la alimentación o manutención de sus miembros. La familia indígena puede estar conformada por una o más familias nucleares. Otros elementos para la definición de la unidad de análisis se pueden leer a continuación, siempre bajo la idea del paralelismo entre este concepto de familias indígenas que venimos trabajando y el de hogares
Por otra parte, se ha podido constatar que es de mucha utilidad que este concepto sea explicado a los miembros de las comunidades para que éstos suministren la información, ya que el término hogar es confuso y no forma parte del argot coloquial, razón por la que se decidió darle el nombre de “familia indígena”, que para los fines de esta investigación se define como: dos o más personas con algún tipo de parentesco que los una, conformado por una o varias familias nucleares, incluso si éstas viven en residencias distintas dentro de una misma comunidad, en las que se presenten redes de solidaridad y colaboración para la alimentación o manutención de sus miembros. La familia indígena puede estar conformada por una o más familias nucleares. Otros elementos para la definición de la unidad de análisis se pueden leer a continuación, siempre bajo la idea del paralelismo entre este concepto de familias indígenas que venimos trabajando y el de extensos:
Para el análisis de los hogares se utiliza la tipología de arreglos residenciales…, la cual permite su reconstrucción a partir de las relaciones de parentesco con respecto del jefe del hogar. En esta tipología se distinguen doce tipos de hogares, agrupados en dos grandes categorías: familiares y no familiares. A su vez, los hogares familiares se clasifican en nucleares, extensos y compuestos; en los primeros se incluyen los matrimonios sin hijos, los matrimonios con hijos, y el padre o la madre con hijos. Los extensos se forman al añadir a un hogar nuclear una o más personas emparentadas con el jefe, mientras que los compuestos integran en un hogar nuclear o extenso a una o más personas no emparentadas con el jefe. Los hogares no familiares, contemplan a las personas que viven solas (unipersonales) y a los corresidentes, que si bien comparten el mismo hogar no están emparentadas entre sí (Vega, D. y Maryinez, M. A. 2003: pag. 165)
Volviendo al tema del subregistro que puede derivarse de la declaración de una misma persona en dos viviendas de la que se habló en el apartado anterior, esto podría ayudar a minimizar esos errores. Una vez que se han identificado las personas que conforman un hogar indígena y las viviendas en las que residen, se puede preguntar sobre los datos de cada una de ellas con menos posibilidad de que se repitan u omitan los de cada uno de ellos.11
El reto planteado supone el desarrollo de un método sencillo que permita identificar esos nexos entre personas de distintas viviendas, los cuales se han venido materializando en un algoritmo, que a través de una serie de preguntas, dé como resultado la dinámica de las familias indígenas.12 Este punto también supone el reto de que las preguntas sean coherentes con el pueblo indígena que se esté analizando, ya que éstas están orientadas a establecer nexos en la satisfacción de necesidades, las cuales se refieren a las actividades que se llevan a cabo con ese fin y a que el fruto de ellas sea compartido entre los miembros de la familia indígena.
Como estrategia de identificación de familias indígenas se han utilizado al menos dos métodos: a) Comunitario, se vale del conocimiento de actores clave, tales como líderes comunitarios, fundadores de la comunidad o incluso personal de alguna institución que trabajen diariamente en la comunidad, para que con ayuda de un plano detallado se ubiquen las viviendas que pertenecen a cada familia y los nexos que las unen. Estos nexos se establecen a través de preguntas acerca de las relaciones que mantienen los distintos miembros de una familia. Se denomina comunitario porque sólo un pequeño número de informantes nos ofrece la información de la comunidad; b) Informantes clave, se vale una vez más de los actores mencionados, con la diferencia de que sólo se les interroga sobre algunos puntos de partida que nos permitan establecer los nexos.13 Una vez identificadas las viviendas de las personas que servirán como punto de partida, se procede a preguntar en cada una de ellas acerca de sus relaciones con el fin de establecer los nexos entre las viviendas. Ambas aproximaciones son complementarias, y se recomienda el uso del Comunitario primero y asegurar la información mediante informantes clave.
En el establecimiento del tipo de criterios para la selección de los puntos de partida, así como de las preguntas que pueden ayudar a representar la forma de organización de las familias, es de vital importancia que se prevean las diferencias que podría haber entre los distintos pueblos, como por ejemplo si responden a un sistema de organización matriarcal o no. El reconocimiento de estas diferencias es la única forma de garantizar buenos resultados para este tipo de estudios.
Persona: una de las definiciones más completas del marco legal vigente en Venezuela señala que son indígenas “aquellos asentamientos cuya población en su mayoría pertenece a uno o más pueblos indígenas y posee, en consecuencia, formas de vida, organización y expresiones culturales propias”.14 A partir de esta concepción, vemos que toda persona que se reconozca como indígena será asumida como tal, dejando a un lado rasgos físicos o la condición de hablar el idioma propio, como criterios para determinar la pertenencia o no de un individuo a un pueblo indígena.
Sobre la calidad de vida de los pueblos indígenas
Como se pudo apreciar cuando hablábamos de la diversidad de pueblos indígenas y el peso poblacional de éste en el país, se hace evidente que la tarea de tratar de producir información de y para ellos, puede suponer una mirada bastante exhaustiva del tema, si se pretende que el producto final cobre sentido a las aspiraciones de cada uno de estos grupos de la población.
En este punto es bueno revisar algunos de los adelantos teóricos que se han hecho en la materia, los cuales se contrastarán con algunos de los objetivos del JHECI, ya que si bien, no aparece como un objetivo explícito de la metodología, algunos elementos de la calidad de vida como enfoque étnico, forman parte de la información que se pretende levantar con esta metodología.
En este sentido, cuando se habla de abordar temas como el de la calidad de vida en los pueblos indígenas, entendiendo que este concepto alude también a valores que son relativos y de la percepción o idea que puedan llegar a tener las personas sobre lo que es una vida buena, encontramos que:
…las necesidades de calidad de vida y salud de los pueblos indígenas son complejas y variables, por tanto, las políticas y acciones que se establezcan deben orientarse tomando en cuenta las diferencias culturales, idiomas y modos de vida de cada sociedad. Esto significa considerar las pautas culturales que dictan roles, expectativas, conductas, espacios permitidos y prohibidos relacionadas con género, tabúes culturales, ciclo de vida y estamentos sociales (Ministerio de Salud, 2002: pag. 60).
Por su parte, el desarrollo de los pueblos indígenas de México es planteado en los siguientes términos:
…la generación de capacidades y oportunidades para que las personas puedan lograr el tipo de vida que ellas valoran y ansían. Dicha concepción subraya la importancia de los progresos sociales, las libertades políticas y los vínculos sociales como pilares constitutivos del bienestar de la población y, por lo mismo, como factores determinantes del desarrollo. El índice de desarrollo humano parte de la premisa de que existen ciertas capacidades básicas y comunes a todas las sociedades y a todos los tiempos que son esenciales para que las personas tengan la libertad de escoger el tipo de vida que más valoran (Informe sobre Desarrollo Humano de los Pueblos Indígenas de México, 2006: pag 4).
De esta manera se puede afirmar que una de esas capacidades, o por lo menos uno de los medios para generarlas, es la educación. En ese sentido se han realizado avances en materia constitucional y legal en Venezuela, que apuntan a un modelo de educación intercultural bilingüe que permite el desarrollo de distintas capacidades. Esta interculturalidad indica que se ha dado un paso hacia el reconocimiento de otro tipo de saberes y aprendizajes, que suponen una aproximación mucho más profunda que la sola traducción del pensum de estudios formal a las lenguas de los pueblos indígenas, incorporando además cuestiones como la propuesta de los calendarios productivos que permite a los niños y adolescentes asistir a clases en un calendario que se programa de tal forma que deja espacio para que puedan aprender las actividades que se desarrollan en el seno de su comunidad (esto puede ir desde actividades tan fundamentales como la pesca o la limpieza del conuco, hasta la forma en la que se organiza políticamente su comunidad). Sin la práctica de este tipo de políticas que permitan la difusión de los valores culturales de los pueblos indígenas a los miembros más jóvenes, éstos se perderían paulatinamente y con ellos la identidad indígena de la comunidad.
Por esta razón, la metodología se propone indagar en la participación de los habitantes de la comunidad en una serie de actividades que se han establecido como tradicionales por ese grupo. Esto permite no sólo ver qué tanto los niños y adolescentes interactúan con sus valores culturales, sino la latencia de éstos en los grupos adultos de la comunidad, dando una idea de la intensidad, por llamarla de alguna manera, con la que mantienen viva su cultura.
En relación con la distribución de la riqueza y la situación de los pueblos indígenas de Venezuela, todavía no se dispone de información de 2001, pero la mayor parte de los municipios con población indígena predominante figura entre los más pobres del país. Esta distribución nos habla de grandes desigualdades, pero también nos podríamos preguntar si esto nos podría estar indicando que la forma en la que medimos esa realidad no es del todo adecuada. Con ello no se intenta desestimar la información que nos revelan muchos de los indicadores tradicionales, pero es necesario que las prioridades en materia de la “libre elección del tipo de vida que más valoran”15 tomen en cuenta dichas valoraciones y las conviertan en uno de los criterios que permitan hablar de desarrollo humano para los pueblos indígenas. Bajo esta línea de pensamiento cabe hacerse la pregunta ¿estaremos cayendo en un reduccionismo muy grande al intentar establecer un mismo criterio para todos los pueblos indígenas?
Para hacer la pregunta más gráfica se puede hacer alusión a una anécdota que tuvo lugar en uno de los trabajos de campo realizados. Mientras se pedía permiso a la comunidad para realizar el trabajo uno de los presentes nos aclaró que ellos no eran indígenas sino Jivi. Esta simple aclaratoria nos muestra que esa gran categoría que entendemos como pueblos indígenas, exaltando el hecho de que son los pueblos originarios del Continente americano, podría ser comparada con conformarse en decir que en Europa viven europeos sin hacer otra distinción entre ellos.
Para sortear este problema parece ineludible tener que trabajar estos temas con los destinatarios de este trabajo, y que sean ellos quienes establezcan esas diferencias donde las haya y señalen también cuáles son los elementos que los distinguen.
Anexos
Bibliografía
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Notas
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