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Crecimiento urbano y movilidad en América Latina
José Marcos P. da Cunha; Jorge Rodríguez Vignoli
José Marcos P. da Cunha; Jorge Rodríguez Vignoli
Crecimiento urbano y movilidad en América Latina
Urban growth and population mobility in Latin America
Revista Latinoamericana de Población, vol. 3, núm. 4-5, pp. 27-64, 2009
Asociación Latinoamericana de Población
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Resumen: América Latina es la región más urbanizada del mundo en desarrollo. Esto ha facilitado avances en algunos indicadores sociales, pero no se ha asociado con un proceso de desarrollo económico sostenido ni con un abatimiento de la pobreza y la desigualdad. Por ello, la región enfrenta complejos desafíos para manejar la urbanización que proseguirá y para reducir el pertinaz rezago socioeconómico en el campo. Si bien la migración masiva del campo a la ciudad es el factor demográfico que explica la urbanización, en la actualidad la corriente predominante es la urbana-urbana y la que emerge en términos de cuantía e impacto es la intrametropolitana. Basándose en evidencia censal de algunos países latinoamericanos clave, este artículo proporciona evidencias de algunos de estos fenómenos y llama la atención acerca de algunos de los desafíos en torno a medición, análisis y política pública que la localización y movilidad de la población conllevan.

Palabras clave:crecimiento urbanocrecimiento urbano,movilidad espacialmovilidad espacial,migración urbana-urbanamigración urbana-urbana.

Abstract: Latin America is the most urbanized region in developing world. Historically, migration has had a central role on the demographic growth of Latin American cities. In the past three decades, migration dynamic has changed significantly in terms of spatial patterns, determinants, consequences, selectivity of migrants, in addition, to means and possibilities of migrants´ integration in the destination areas. By studying migration processes it is possible to understand, at least in part, the consequences of the intense process of urbanization in Latin American countries. Indeed, the phenomena American countries. Indeed, the phenomena of metropolitanization to some extent, is a reflection of migration dynamics. The same can be said regarding to internal problems of the metropolitan areas. Hence, based on censuses data for some key Latin America countries, this paper will provide evidence on several of these issues and draw attention to the challenges of measurement, analysis, and public policies involved.

Keywords: urban growth, spatial mobility, urban-urban migration.

Carátula del artículo

Artículo

Crecimiento urbano y movilidad en América Latina

Urban growth and population mobility in Latin America

José Marcos P. da Cunha
Universidade Estadual de Campinas, Brasil
Jorge Rodríguez Vignoli
Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía, CELADE División de Población de la CEPAL, Chile
Revista Latinoamericana de Población, vol. 3, núm. 4-5, pp. 27-64, 2009
Asociación Latinoamericana de Población
Introducción

A partir de la década de 1950 el proceso de urbanización en América Latina —o al menos en una parte significativa de la región—, se aceleró. Su impulso provino de transformaciones productivas y sociales vinculadas con la estrategia de industrialización promovida por los gobiernos de la mayor parte de sus países. Esta estrategia recibió el nombre de “desarrollo hacia adentro” o de “sustitución de importaciones”, aunque recientemente se ha usado una denominación más feliz en nuestra opinión: “industrialización liderada por el Estado”1 (Ocampo, 2001). Ella promovió actividades típicamente urbanas (industria y también servicios) y favoreció la “modernización” de las relaciones capitalistas en el campo. Ambos cambios implicaron un creciente dinamismo económico de las ciudades y la creación de un gran excedente de mano de obra en las áreas rurales de nuestros países.

Este proceso de urbanización ha tenido características diferentes al verificado en los países actualmente desarrollados, donde urbanización, industrialización y desarrollo económico y social fueron concomitantes y sinérgicos. Si bien la industrialización ha contribuido a la modernización de las sociedades latinoamericanas y ha facilitado logros sociales que posicionan a la región de manera favorable en el cumplimiento de la mayor parte de los ODM, su avance se desvinculó, al menos parcialmente, de un progreso económico, social e institucional como el experimentado en los países actualmente desarrollados. A su vez, este menor desarrollo implicó la acumulación de déficits en infraestructura, recursos y regulaciones que provocaron que la urbanización y el funcionamiento de las ciudades latinoamericanas estuvieran marcados por la pobreza, la precariedad, la informalidad y el desorden. La década de 1980 fue particularmente dura con las ciudades de la región, ya que en ellas se concentraron los efectos adversos de los “ajustes estructurales” llevados a cabo como respuesta ante la denominada “crisis de la deuda”. Fue tal el impacto de estos ajustes que, a fines de esa década y principios del decenio de 1990, los niveles de pobreza urbana habían aumentado considerablemente y numerosas ciudades estaban en una condición crítica (Rodríguez, 2002; Cunha, 2002). Los últimos 15 años, sin embargo, han sido menos severos con las ciudades, lo que permitió que los pronósticos catastrofistas de principios de la década de 1990 (el “Apocalipsis” urbano y metropolitano) no se concretaran, aun cuando nuestras ciudades todavía registran una compleja acumulación de problemas y debilidades.

Uno de los factores que contribuyó a atenuar la presión sobre las ciudades y las metrópolis fue el cambio demográfico. En efecto, si hasta la década de 1980 el crecimiento metropolitano acelerado parecía imparable, a partir del decenio de 1990 surgen dudas sobre su continuidad. Más aún, algunos investigadores sugirieron que la reducción del ritmo de concentración espacial de la población y de la producción sería sostenida, llevando a nuevos patrones espaciales de localización tanto de la población como de la producción, aunque sin que esto implicase una gran pérdida de importancia de las metrópolis (Rodríguez y Martine, 2008; Cunha, 2002; Rodríguez, 2002).

En este proceso de moderación del crecimiento metropolitano fueron fundamentales los cambios en las tendencias y patrones de la migración, en particular la migración interna. De una parte estuvo la fuerte reducción que no la reversión, ya que aún persiste la emigración neta del campo— de los movimientos rurales-urbanos, en gran medida porque el contingente de potenciales migrantes del campo redujo su importancia relativa frente a las ciudades. De otra parte, y quizás más importante, encontramos la creciente complejidad del fenómeno, que deja de operar predominantemente a escala de grandes regiones —o como las llamamos en este artículo, DAM: Divisiones Administrativas Mayores— y pasa a tener lugar mayoritariamente a escalas espaciales más acotadas, como los intercambios entre municipios —o como los llamamos en este artículo, DAME: Divisiones Administrativas Menores— de una misma DAM. Esto se debe tanto a la gran envergadura alcanzada por las grandes aglomeraciones urbanas —lo que aumenta el peso de las migraciones intrametropolitanas—, como por el proceso de “interiorización” de la migración (y por ende, de la población) en el caso de algunas provincias de los países de la región. Asimismo, parece ser que la crisis que asoló nuestros países en los años ochenta y noventa también hizo que la migración de retorno pasara a ganar una mayor relevancia, en la medida en que nuestros grandes centros urbanos no podían asimilar los elevados volúmenes de migrantes de las áreas expulsoras.

Aunque los datos que se presentan y analizan en este estudio sugieren, en términos demográficos, que las regiones históricamente más pobladas o más gravitantes de nuestros países —en general aquellas donde se localizan las capitales nacionales— han experimentado pérdidas de importancia relativa, es difícil sostener que estemos frente a un proceso de desconcentración demográfica significativa. Sin embargo, como también se muestra en este estudio, los cambios existen y afectan no solamente los niveles e intensidad de la urbanización, o el ordenamiento y la diversidad de la red de ciudades, sino que también se traducen en comportamientos migratorios más complejos y variados que en el pasado.

La urbanización y su realidad demográfica

América Latina y el Caribe2 es la región más urbanizada del mundo en desarrollo. Esta posición de avanzada se debe a una verdadera revolución del patrón de asentamiento de la población acaecida durante la segunda mitad del siglo XX (aunque sus orígenes se remontan a lo menos a la década de 1930). La magnitud de esta revolución se aprecia al observar que en 1950 los niveles de urbanización de América Latina y el Caribe estaban muy por debajo de los registrados en las regiones desarrolladas (América del Norte, Europa y Oceanía), pero en menos de 40 años la región alcanzó los porcentajes urbanos de Europa y Oceanía en virtud de un éxodo rural que generó un crecimiento urbano explosivo. Con posterioridad, es decir en los últimos 20 años, el crecimiento urbano se desaceleró por el avance de la transición demográfica y la merma del impacto cuantitativo de la emigración del campo sobre la expansión de la población urbana. Con todo, el éxodo rural ha continuado y con éste la urbanización, llevando a la región a índices del 80 por ciento de población urbana en la actualidad, solo superada por América del Norte tal como se aprecia en el gráfico 1.

Gráfico 1. Evolución del porcentaje urbano mundial y según continentes, 1950-2010


Gráfico 1
Evolución del porcentaje urbano mundial y según continentes, 1950-2010
Fuente: http://esa.un.org/unup (descarga de junio de 2007).

Expresiones como sobreurbanización e hiperurbanización se han usado para describir el tipo de urbanización de la región, con un alto nivel de población urbana pero carente del desarrollo económico y social propio de los países industrializados (Rodríguez y Martine, 2008). Ahora bien, aunque no hay duda que la región está muy por debajo de las regiones desarrolladas en términos de producto per cápita, productividad y pobreza, la hipótesis de la sobreurbanización puede conducir a una evaluación negativa de la urbanización latinoamericana que resulta equívoca. Lo anterior por al menos dos hechos estilizados clave. El primero es que dentro de la región se cumple con la relación positiva entre urbanización y desarrollo, tal como lo demuestra el gráfico 2 cuya conclusión es que, en promedio, los países más urbanizados de América Latina tienden a registrar niveles significativamente más altos del índice de desarrollo humano (IDH). El segundo es que la urbanización ha sido clave para que varios indicadores de desarrollo social, por ejemplo aquellos relacionados con los ODM, registren niveles elevados en la región, acercándose a los países desarrollados en el caso de indicadores sociodemográficos como la esperanza de vida.

Gráfico 2. América Latina (20 países): IDH y porcentaje urbano, 2005


Gráfico 2
América Latina (20 países): IDH y porcentaje urbano, 2005
Fuente: cálculos propios basados en estimaciones de CELADE (http://www.cepal.org/celade) y UNDP (http://www.undp.org)

Por otro lado, la falta de una definición oficial de “urbano” en la región (Cohen, 2006) conlleva algunas dudas acerca de la verosimilitud de este alto nivel de urbanización, puesto que podría ser producto de una “ficción estadística”. No obstante, en términos puramente demográficos la urbanización latinoamericana es innegable. La evidencia para ello procede de datos que controlan la diversidad de definiciones nacionales de “urbano”, y que identifican aglomeraciones urbanas incuestionables para evitar problemas de consistencia en las comparaciones (Montgomery et al., 2004). Cálculos para un grupo de 18 países de la región con datos censales del 20003 indican que el 62 por ciento de la población total de la región y el 81 por ciento de la población urbana vivían en ciudades de más de 20,000 habitantes (CELADE, 2007).

El avance de la urbanización ha continuado pese a que el cambio de modelo de desarrollo otorgó más protagonismo económico al ámbito rural. En efecto, este último es el locus de la producción de productos primarios para exportación al resto del mundo, justamente el corazón de modelo impuesto en la década de 1980 de apertura y desregulación. Pese a ello, la población rural se ha reducido en términos absolutos desde 1990. Dado que el crecimiento natural en el campo aún es positivo, esto indica una significativa emigración neta rural. Sin necesidad de presentar evidencias específicas de la magnitud de la emigración neta desde el campo (lo que se hará en la siguiente sección), se puede concluir que el nuevo modelo de desarrollo no ha incrementado la capacidad de atracción de población de las zonas rurales. Esto no debería provocar sorpresa, puesto que la región ha vivido otros procesos de modernización agrícola que produjeron oleadas emigratorias entre 1940 y 1980 (Alberts y Villa, 1980). Aunque ha habido un repunte de la agricultura desde mediados de los ochenta (reflejado en un incremento del PIB agrícola, ECLAC, 2005b) y una aportación constante al PIB total entre 1990 y 2008 (CEPAL, 2009, BADECON en línea, http://www.cepal.org/estadisticas/bases/), esto se ha basado principalmente en grandes explotaciones agrícolas y forestales que tienden a expulsar la agricultura tradicional. Además, la necesidad de fuerza de trabajo de estas explotaciones es altamente estacional, y a menudo se cubre con trabajadores urbanos de ciudades lejanas (ECLAC, 2005b). Por lo tanto, ni hay signos de contraurbanización en la región, ni parece que ésta vaya a ser desencadenada por causas productivas. Como en Europa, si la contraurbanización llega a ocurrir será el resultado de fuerzas al nivel de los hogares promovidas por el progreso tecnológico, por la mejora en las infraestructuras y la conectividad, y por cambios en la estructura de la población y en el poder adquisitivo de ésta (Gans, 2007; Ferras, 2007). En otras palabras, cualquier futuro retorno al campo no sería un regreso a la agricultura, sino una decisión de combinar la calidad de vida en localidades rurales con las oportunidades de empleo, educación y ocio de las áreas urbanas cercanas. Sin embargo, parece difícil avizorar una alta calidad de vida en las áreas rurales de la región, puesto que sus indicadores sociales permanecen por debajo de los de las zonas urbanas (ECLAC, 2007 y 2005b).

En suma, seguir discutiendo sobre la validez del proceso de urbanización de América Latina puede ser extemporáneo, al menos desde el punto de vista demográfico. Sin embargo, está totalmente vigente la discusión sobre las formas de este proceso, en particular la estructura de los sistemas de ciudades y la configuración de sus metrópolis (interna y con sus entornos). Ambos asuntos se abordan en las próximas secciones.

Ahora bien, aceptar que el proceso de urbanización es un rasgo estructural e irreversible en la región en función del estilo de desarrollo adoptado por la gran mayoría de nuestros países, no implica olvidarse del mundo rural. Éste, tanto en el plano demográfico como en el socioeconómico, mantiene vigencia, particularmente en países de Mesoamérica y el Caribe. Adicionalmente, existe una extensa literatura con relación a las nuevas formas y características de la ruralidad, así como a la creciente interconexión entre los ámbitos urbanos y rurales.4 Y si bien hay un intenso debate en curso sobre este tema, también ya hay algunos consensos (varios de ellos más bien antiguos) entre los que destacan la existencia de una gradiente rural-urbana y no una dicotomía, la aparición de formas de vida urbanas en ámbitos rurales por densidad y paisaje, y la conformación de hábitat complejos que integran y coordinan ámbitos urbanos y rurales. Así las cosas, la visión actual del campo latinoamericano diverge significativamente de la del pasado (muy asociada al rezago y el tradicionalismo), aún cuando sus indicadores de condiciones de vida todavía son inferiores a los de las ciudades.

(Des)Concentración, (des)Metropolización, desconcentración concentrada: ¿Cuál es la situación en América Latina?
Antecedentes

El proceso de globalización en general, y el de reestructuración productiva en particular, cambian la distribución de las actividades productivas en el territorio y, por esa vía, ejercen poderosos efectos sobre la localización de la población y los patrones migratorios. Aunque de formas distintas, este tema ha sido considerado por varios autores, entre ellos Sassen (2007 y 1991), Wong-Gonzales (1999), Harvey (1993), Benko (1996), Castells (1999) o Yusuf, Evenett y Wu (2000).

Este texto no profundiza en tales impactos o en la desconcentración productiva en sí. Sin embargo, vale la pena rescatar algunos puntos importantes de esta discusión. Un estudio realizado sobre las características de la urbanización en América Latina mostró que hay una amplia y compleja polémica sobre la existencia de un proceso de desconcentración en la región (Cunha, 2002). El mismo análisis señaló que existían estudios y evidencias sobre los impactos de la globalización y la reestructuración productiva sobre el proceso de descentralización de la actividad económica, que promueve la desconcentración demográfica en países como México, Chile, Argentina y Brasil. Pero al mismo tiempo también había indicios de lo contrario, por lo menos en lo que se refería a determinadas actividades productivas. Así, si bien es cierto que “la globalización refuerza las estrategias de especialización regional” (Pacheco, 1998, p.257), tampoco hay que negar que como señala Mills (2000, p.69), “la globalización refuerza las ventajas de las grandes áreas urbanas”.

Según Benko (1996), “diferentes fases del proceso de producción son localizadas en el espacio de modo diferenciado, en función de sus características tecnológicas y del nivel de calificación que requieren […] las actividades de alta complejidad técnica y las funciones directivas son reservadas a las regiones centrales, mientras que las tareas repetitivas, poco calificadas y que requieren considerable mano de obra son relegadas a la periferia” (p. 52, traducción libre).

O sea, parece ser que al referirnos a esa cuestión hay que considerar la alerta de Wong-Gonzales (1999) para quien “las tendencias de dispersión o de concentración, no pueden ser generalizadas” una vez que “ellas varían de un sector productivo a otro... y aún entre los distintos segmentos productivos de un mismo sector...” (p.21). Además de esto, el autor enfatiza que los patrones de dispersión/concentración también pueden variar en el tiempo, lo que muestra la dificultad de establecer un patrón único para los impactos territoriales de la globalización.

¿Pero qué dicen los datos sobre esta cuestión? ¿Ha habido o no en América Latina una desconcentración demográfica, en particular desde las metrópolis? ¿Habría indicaciones desde el punto de vista demográfico de la existencia de tal proceso? Es lo que tratamos de discutir en la próxima sección.

Relativizando la desconcentración: una primera mirada centrada en las regiones metropolitanas

El proceso de urbanización en América Latina se ha vinculado históricamente a la formación de grandes aglomeraciones urbanas y metropolitanas, constituidas en su mayoría a partir de una ciudad principal, en general la capital de cada país. Por cierto, hay casos nacionales especiales en términos del papel que cumple la ciudad capital: en Brasil, por ejemplo, ninguna de las tres ciudades más pobladas es la actual capital.5 Ahora bien, desde el punto de vista de la evolución de la distribución relativa de la población entre las divisiones administrativas mayores (DAM), el hecho es que, salvo algunas excepciones, no parece haber claras evidencias de que estemos frente a un proceso sostenido de desconcentración demográfica en nuestros países. Vamos a los datos. La información sistematizada en la base DEPUALC (Distribución Espacial de la Población y Urbanización en América Latina y el Caribe), creada y mantenida por CELADE (http://www.cepal.org/celade/depualc), permite constatar que en la década de 1990, mientras en países como Argentina, Chile, Panamá y Uruguay, más del 40 por ciento de la población residía en su “región metropolitana” (es decir, la División Administrativa Mayor en que se localiza la ciudad principal y/o la capital), en otros países el predominio no era tan abultada o definitivamente era poco significativo, especialmente en países con mayor dimensión territorial como Brasil, Colombia, Ecuador, México y Venezuela.

También queda claro que las tendencias de concentración de la población en las diferentes DAM metropolitanas son distintas. Los datos del cuadro 1 muestran que, entre 1980 y 2000, en Chile, Costa Rica, Ecuador, Panamá, Paraguay y República Dominicana se registró un aumento de la participación relativa de las respectivas DAM en la población nacional. En los demás países considerados en el cuadro 1 se observó una estabilización del proceso concentrador o incluso una pequeña reducción del peso de la región metropolitana.

Cuadro 1. América Latina y El Caribe: distribución de la población según División Administrativa Mayor metropolitanas y resto del país y tasa media anual de crecimiento de la población nacional, División Administrativa Mayor metropolitana y resto del país, 1980-2000

Cuadro 1
América Latina y El Caribe: distribución de la población según División Administrativa Mayor metropolitanas y resto del país y tasa media anual de crecimiento de la población nacional, División Administrativa Mayor metropolitana y resto del país, 1980-2000

(*) Para Bolivia, Honduras y Nicaragua, el periodo corresponde a 1970/90 ya que en estos países no se hizo el Censo en los años 80.

(**) Para Costa Rica el período corresponde a 1980/2000 ya que en este país no se hizo el Censo en los años 90.

Fuente: Celade, DEPUALC

Así, de la misma forma que en Cunha (2002), se puede considerar que de hecho es “prematuro afirmar que la concentración demográfica ocurrida a lo largo de más de 40 años en la región esté sufriendo una reversión definitiva y de significativas proporciones”. Este mismo estudio subrayaba que “en la gran mayoría de los países latinoamericanos, la región metropolitana (o la región de la capital cuando no había AM constituida) por lo menos hasta la década de 80 aún presentaba crecimiento igual o mayor que el país”. De hecho esa tendencia se puede observar en el cuadro 1.

También es importante considerar que, incluso en los países donde la Región Metropolitana principal ha crecido más lentamente que la población nacional, como en los casos de Argentina, Bolivia, Brasil, México, Nicaragua y Venezuela, eso no significa que el fenómeno metropolitano se haya detenido o simplemente desaparecido. Los datos de DEPUALC revelan que en muchos países, a pesar de la reducción del crecimiento total, siguen floreciendo grandes aglomeraciones que crecen más que el promedio nacional. Estos son los casos, por ejemplo, de Córdoba, San Miguel de Tucumán y Mendoza en Argentina; Belo Horizonte, Curitiba, Brasilia, Fortaleza y Salvador en Brasil; Temuco, Puerto Montt y Antofagasta en Chile; Cali y Bucaramanga en Colombia; Guayaquil en Ecuador; Monterrey, Guadalajara, Puebla y Ciudad Juárez en México; Trujillo y Arequipa en Perú; o Maracay, Maracaibo, Valencia y Barquisimeto en Venezuela (Cunha, 2002).

O sea, las evidencias empíricas sugieren que no se puede explicar la pérdida de importancia de las principales regiones metropolitanas de los países centrándose solamente en la tesis de la desmetropolización, desconcentración demográfica o, como se conoce en la literatura del mundo desarrollado, la contraurbanización (Champion, 1998). La pérdida de importancia relativa de las principales metrópolis dentro de la población nacional no es un fenómeno tan fuerte y, lo más interesante, parece haber ocurrido en favor de otras aglomeraciones de menor tamaño relativo (pero en muchos casos con 1 millón o más habitantes) que experimentaron ganancias relativas de población.

En suma, nuestros países tienden a presentar una fuerte concentración de su población en las divisiones administrativas en que se localiza la ciudad más poblada. Como se discute a continuación, ese rasgo no parece sufrir grandes modificaciones, aun cuando varias grandes ciudades efectivamente estén perdiendo peso demográfico dentro del sistema urbano desde la década de 1980.

La primacía demográfica de las grandes ciudades

Históricamente, la urbanización en América Latina se basó en grandes ciudades caracterizadas por un crecimiento demográfico considerablemente superior a la media nacional, y por una expansión física desordenada (Guzmán et al., 2006). Además, hasta los años setenta la urbanización y la concentración en la ciudad más grande (o en las dos más grandes en países como Brasil, Ecuador y Honduras) fue un fenómeno común a la mayoría de países de la región, como consecuencia del modelo de crecimiento hacia adentro y la sobreinversión en la ciudad principal (Alberts y Villa, 1980).

Posteriormente, como ya se mencionó, el cambio de modelo de desarrollo generó expectativas de desconcentración (Cunha, 2002). Esto se combinaba con otros procesos en curso desde los ochenta, como la descentralización, la deslocalización industrial, la reducción del aparato público estatal (concentrado en la ciudad principal), signos de crisis en las grandes ciudades y una serie de políticas públicas que promovían tal desconcentración (ECLAC, 2005a; Dupont et al., 2002).

La evidencia disponible sugiere que estos factores han tenido un impacto, puesto que la tendencia a un mayor dinamismo de la ciudad principal ha menguado. Aunque la mayor parte de las grandes ciudades aún mantiene o aumenta, incluso, su peso dentro de la población total, la mayoría está perdiendo importancia relativa dentro del total urbano. Usando el índice de primacía6 del último periodo intercensal se observa que éste sólo se incrementó en dos ciudades, mientras que disminuyó en la gran mayoría de casos, en algunos de forma significativa y a veces revirtiendo una tendencia histórica de crecimiento en el poder de atracción de la ciudad principal (gráfico 3). Por cierto, esta evidencia no zanja totalmente la discusión, porque algunos investigadores han planteado que la caída del crecimiento demográfico de las grandes ciudades se debe a una expansión de su radio de influencia por suburbanización. Dado que esto último no es captado por las definiciones geográficas tradicionales de estas grandes ciudades que han quedado obsoletas porque no alcanzan a capturar la nueva naturaleza interactiva a gran escala de las megápolis y “regiones urbanas” (Sassen, 2007) tal reducción del índice de primacía podría ser una ficción estadística. Más adelante se retomará este asunto cuando se examine y discuta la hipótesis de la “desconcentración concentrada”.

Gráfico 3. América Latina: evolución del índice de primacía, 1950-2000


Gráfico 3
América Latina: evolución del índice de primacía, 1950-2000
Fuente: cálculos propios a partir de la base de datos Distribución Espacial de la Población y Urbanización de América Latina (DEPUALC).

A pesar de esto, el patrón tradicional de urbanización concentrada en una o dos ciudades principales ha tenido efectos permanentes en la región, que se suman a los elevados índices de primacía urbana en muchos de los países de la región. Algunos de estos efectos son el considerable número de megalópolis de la región,7 y la gran proporción de población que reside en ciudades de más de un millón de habitantes. Esto se examina con más detalle en la sección siguiente.

Los datos del cuadro 2 muestran que en prácticamente todos los países existe una red de ciudades de mayor tamaño que responde por una parte significativa de la población nacional. De hecho, se verifica que las ciudades con población superior a 500 mil habitantes representan en promedio más de un tercio de la población de los países considerados. Incluso en países de grandes dimensiones territoriales como Argentina, Brasil y Venezuela –donde, como ya se señaló, las principales DAM metropolitanas pierden peso relativo—, se verifica que en las grandes ciudades vive un porcentaje aún mayor de la población.

El cuadro 2 también muestra que fueron pocos los países que presentaron pérdida de importancia relativa de las ciudades con población mayor a 500 mil habitantes. En suma, si bien la red de ciudades de los países latinoamericanos se va complejizando con el tiempo, y en este proceso las ciudades intermedias pasan a ganar importancia, aún así no se puede decir que las grandes ciudades pierdan su protagonismo en los planos demográfico, socioeconómico y político.

Cuadro 2. Evolución del peso relativo de las grandes ciudades en porcentaje América Latina, países selecionados 1980-2000

Cuadro 2
Evolución del peso relativo de las grandes ciudades en porcentaje América Latina, países selecionados 1980-2000

Fuente: cálculos propios a partir de la base de datos Distribución Espacial de la Población y Urbanización de América Latina (DEPUALC) (http://www.cepal.org/celade/depualc/).

El sistema de ciudades y su estructura por categorías de tamaño de población

Para estudiar el sistema regional de asentamientos urbanos con más detalle se crearon varias categorías (véase el cuadro 3 y los gráficos 4 y 5).8 Las ciudades con 20,000 o más habitantes se contaron individualmente.9 Las áreas urbanas más pequeñas (entre 2,000 y 19,999 habitantes) en cambio, se agregaron en una sola categoría, en tanto que la población en localidades de menos de 2,000 habitantes o las poblaciones dispersas fueron obtenidas como residuo.

Con esta información se construyó el cuadro 3, que muestra el número de áreas con más de 20,000 habitantes por censo y categoría de tamaño de la ciudad. La urbanización regional ha implicado claramente una gran expansión y diversificación del sistema de ciudades, puesto que entre 1950 y 2000 se pasó de 314 a 1,851 ciudades con más de 20,000 habitantes.10 Esta red urbana más compleja forma una base social y territorial más proclive al desarrollo regional, dadas las desventajas a largo plazo asociadas a sistemas urbanos masivos (Davis y Henderson, 2003). Aunque el número de ciudades “millonarias” también se incrementó (siete veces entre 1950 y 2000), su expansión se ha ralentizado en los años noventa. Además, el número limitado de ciudades en la categoría inmediata inferior permite pronosticar que no se producirán mayores incrementos en la presente década. En cambio, las ciudades intermedias de tamaño medio (50,000 a 500,000 habitantes) y las pequeñas ciudades intermedias (20,000 a 50,000 habitantes) están creciendo rápido en términos de multiplicación nodal, lo que confirma la tendencia hacia un sistema urbano más robusto y complejo.

Cuadro 3. América Latina y el Caribe: número de ciudades en cada categoría de tamaño, censos de 1950 a 2000

Cuadro 3
América Latina y el Caribe: número de ciudades en cada categoría de tamaño, censos de 1950 a 2000

Fuente: preparado por los autores a partir de bases de datos en línea de Distribución Espacial de la Población y Urbanización en América Latina y el Caribe (DEPUALC)

La urbanización avanzada y el crecimiento en el número de nodos en cada categoría de tamaño del sistema urbano han incrementado el peso relativo de todas las categorías sobre la población total (gráfico 4). Las ciudades “millonarias” han más que doblado su proporción hasta alcanzar un peso extraordinario a escala mundial: casi uno de cada tres habitantes de la región vive en una de tales ciudades. A pesar de ello, el gráfico 4 muestra que el crecimiento de tales ciudades se redujo significativamente en los años noventa, cuando crecieron a un ritmo sólo ligeramente superior al de la población total. En cambio, el último periodo muestra una expansión de las ciudades intermedias, acorde con la hipótesis de la diversificación. Por último, la categoría menor en la jerarquía urbana es también altamente relevante, con una abundancia de localidades de entre 2,000 y 20,000 habitantes que a menudo son más similares y más estrechamente vinculadas al campo que al resto del sistema urbano. El principal hallazgo de un estudio reciente de la estructura interna del sistema urbano (en concreto de áreas con 2,000 o más habitantes, véase gráfico 5) fue el rápido crecimiento de las ciudades intermedias, especialmente en los últimos 30 años (Rodríguez, 2008). Además, la proporción del sistema urbano representada por las ciudades “millonarias” ha permanecido estable en el 40 por ciento desde 1970, mientras que el porcentaje de las pequeñas localidades (menos de 20,000 habitantes) ha caído del 22 al 19 por ciento tras dos décadas de declive (cuando representaban casi un 30 por ciento de la población urbana en 1950). Esto significa que un 40 por ciento de la población urbana vive en la actualidad en ciudades intermedias (divididas entre ciudades grandes intermedias, ciudades intermedias de tamaño medio y ciudades pequeñas intermedias). En resumen, aunque la urbanización en la región se concentra naturalmente en ciudades, la forma de concentración está cambiando para hacerse más diversificada. Esto se debe a que las ciudades intermedias están creciendo más rápidamente que las “millonarias”. Esta distinta evolución podría deberse a diferencias en el crecimiento natural o en el crecimiento migratorio, lo que es clave a efectos de análisis y diseño de políticas públicas. Más adelante se tratará este punto con más detalle para proporcionar una respuesta definitiva acerca de la atracción migratoria de las ciudades más grandes y, particularmente, de las megalópolis.

Gráfico 4. América Latina y el Caribe (países seleccionados): porcentaje del sistema urbano (localidades de 2 mil y más habitantes) en la población total, por categoría de tamaño de las localidades


Gráfico 4
América Latina y el Caribe (países seleccionados): porcentaje del sistema urbano (localidades de 2 mil y más habitantes) en la población total, por categoría de tamaño de las localidades

Nota: Listado de países incluidos en cada ronda censal se encuentra en el cuadro 3

Fuente: cálculos propios a partir de la base de datos Distribución Espacial de la Población y Urbanización de América Latina (DEPUALC) (http://www.cepal.org/celade/depualc/).

Gráfico 5. América Latina y el Caribe (países seleccionados): porcentaje del sistema urbano (localidades de 2 mil y más habitantes) en la población urbana, por categoría de tamaño de las localidades


Gráfico 5
América Latina y el Caribe (países seleccionados): porcentaje del sistema urbano (localidades de 2 mil y más habitantes) en la población urbana, por categoría de tamaño de las localidades

Nota: Listado de países incluidos en cada ronda censal se encuentra en el cuadro 3

Fuente: cálculos propios a partir de la base de datos Distribución Espacial de la Población y Urbanización de América Latina (DEPUALC) (http://www.cepal.org/celade/depualc/).

Obviamente que toda la discusión precedente no busca negar la existencia de una tendencia —tímida en verdad— hacia la desconcentración de la población desde las grandes áreas metropolitanas y sobre todo de las grandes ciudades latinoamericanas. No se puede dejar de reconocer que el crecimiento de las metrópolis sufrió una reducción más allá de lo explicado por la transición demográfica, lo que inmediatamente hace pensar en la disminución de la migración. A ello contribuyeron y siguen contribuyendo fuertemente las transformaciones económicas ocurridas en nuestros países y sus efectos en la localización de las actividades y, sobretodo, en el perfil de los mercados de trabajo. Si bien tales cambios no implicaron una erosión grave del dinamismo y del liderazgo socioeconómico de la principal metrópoli y su hinterland11 —y de hecho, esto se expresa en que a las grandes ciudades todavía llegan importantes flujos de migración del resto del país— sí implicaron una reducción significativa de su capacidad de retención, lo que se advierte en un fuerte aumento de la emigración y también en una elevación de la migración de retorno.12 Sin embargo, lo que se trata de reforzar en el presente texto es el carácter relativo y limitado de ese proceso. Lo que se verifica en algunos países no es un proceso rumbo a la “desmetropolización”, “interiorización” o “desconcentración” significativa de la población, sino más bien un proceso hacia una redistribución regional de la población de carácter menos concentrador. Esto parece ser verdad en México (Chávez y Guadarrama, 2007; Pimentel, 2000) y Brasil (Baeninger, 2000 y 1997), donde se observan tendencias hacia crecimientos regionales más allá de las mayores metrópolis, pero manteniendo en gran medida un importante grado de concentración demográfica en ciudades grandes e intermedias.

Migración y grandes ciudades

En esta sección llevamos a cabo un análisis preliminar de las tres mayores ciudades en 10 países seleccionados de la región. Especial atención se le presta a los patrones migratorios según edad.

Los resultados del cuadro 4 muestran que la cima del sistema urbano sigue siendo atractiva, puesto que la mayoría de las ciudades siguen registrando una inmigración neta. En países como Bolivia, Ecuador, Honduras, Panamá y Paraguay (casi todos ellos con porcentajes de población urbana por debajo de la media regional), la ciudad más populosa (o las dos con mayor población) son todavía polos de atracción y, por tanto, continúan siendo macrocéfalos o bicéfalos.13 No obstante, una de cada tres de las ciudades examinadas en este trabajo registra emigración neta, lo que sugiere que esta situación (inédita en la región antes de fines de los ochenta) podría estarse extendiendo entre las principales ciudades de los países de la región.

La mayoría de las metrópolis de la región (ciudades con 5 millones o más de habitantes) presentan un saldo migratorio negativo, algunas de ellas desde los años ochenta (Rodríguez, 2004). Esta evolución se debe a múltiples factores. Entre ellos están las deseconomías de escala y la relocalización de la inversión urbana hacia otras áreas (UNFPA, 2007; Montgomery, 2004). Otros factores son las dificultades de gestión y la proliferación de problemas urbanos como la inseguridad pública, la congestión vial y la polución. Con todo, el cuadro 4 muestra que estas ciudades continúan recibiendo flujos cuantiosos de inmigrantes, lo que ha cambiado es que han perdido mucha de su capacidad de retención y desde ellas salen corrientes numerosas de emigrantes.

Puesto que lo anterior está directamente relacionado con la hipótesis de la “desconcentración concentrada” —en la que las personas pueden estar emigrando hacia zonas cercanas como parte de un proceso de suburbanización, expansión urbana o regionalización urbana (Diniz, 2007)—, los flujos desde las metrópolis se dividieron en las categorías “migración cercana” y “migración lejana” (cuadro 4). La principal conclusión alcanzada fue que la “desconcentración concentrada” parece producirse sólo en las metrópolis de Brasil, puesto que la emigración neta desde el Gran São Paulo y el Gran Rio de Janeiro se debió exclusivamente a intercambios con otros municipios del mismo estado, mientras que ambas aglomeraciones continuaron ganando población en los intercambios migratorios con otros estados. En el resto de países algunas ciudades mostraban emigración neta tanto en la migración cercana como en la lejana, lo que sugiere desconcentración aunque su cuantía depende de la magnitud de la emigración neta lejana. En los países en que las ciudades principales siguieron siendo polos de atracción la noción de desconcentración no aplica, puesto que cuando estas ciudades tienen emigración cercana neta negativa (la mayoría de los casos, como Ciudad de Guatemala, Quito, San Pedro Sula y Heredia) lo que parece estar detrás son procesos de suburbanización. Por último, llama la atención la situación de algunas capitales, como La Paz y Ciudad de México, que aún perdiendo población en términos netos hacia otras regiones de país todavía resultan atractivas para los migrantes de más corta distancia.

Los resultados del cuadro 4 permiten dos grandes conclusiones. La primera es que hay una variabilidad significativa tanto entre los países como dentro de ellos en materia de los niveles y signos de la migración neta de las grandes ciudades, así como de la composición de esta última según balance cercano y balance lejano. La segunda es que la migración neta total (es decir, la que se deriva del intercambio migratorio entre la ciudad y el resto del país) no siempre es indicativa del atractivo real de las ciudades, ya que en algunas parecieran existir procesos de “desconcentración concentrada”, sobre los que se volverá más adelante.

Otra forma de mostrar la diversidad del comportamiento migratorio de las ciudades principales es a partir del análisis de Índice de Eficacia Migratoria (IEM)14 que, como sugiere el nombre, busca captar una dimensión del fenómeno que, más allá del volumen y intensidad, muestre el grado de eficiencia que un área obtiene en su proceso migratorio. La figura 6 representa ese índice calculado tanto para la migración total como para la migración cercana y lejana en aquellas regiones con migración bruta (la suma de inmigración y emigración) superior a cien mil migrantes. Es importante notar que todos los países considerados en el cuadro 4 están representados.

Cuadro 4. Países seleccionados de América Latina (10): Inmigrantes, emigrantes y migración neta de las tres ciudades principales según proximidad de la migración

Cuadro 4
Países seleccionados de América Latina (10): Inmigrantes, emigrantes y migración neta de las tres ciudades principales según proximidad de la migración

Fuente: Rodríguez, 2009 y procesamiento especial de las bases de microdatos censales

Nuevamente lo que prima es la diversidad. Hay varias ciudades muy poco eficaces (pierden mucha población con relación al intercambio total que tienen) en la migración cercana, como son los casos de São Paulo, Rio de Janeiro, Santiago, Quito y la ciudad de Guatemala; en cambio en La Paz y Ciudad de Panamá la situación es la opuesta (ganan mucha población en comparación con su intercambio total cercano). En lo que se refiere al IEM calculado para la migración lejana, en general estas áreas presentan mayor eficacia, aunque los casos más significativos sean Quito, Monterrey, Santa Cruz, Ciudad de Guatemala y Panamá. Una excepción es La Paz, que pierde mucha población en su intercambio con el resto de departamentos en comparación con el intercambio total que tiene con ellos.

Gráfico 6. Índice de eficacia migratoria (IEM) según tipo de migración. Áreas metropolitanas seleccionadas, censos de la ronda 2000


Gráfico 6
Índice de eficacia migratoria (IEM) según tipo de migración. Áreas metropolitanas seleccionadas, censos de la ronda 2000
Fuente: cálculos de los autores basados en el cuadro 4

Sin embargo, es interesante observar que la gran mayoría de ciudades presentan IEM totales muy próximos a cero, lo que pone al descubierto quizás una de las más interesante características de nuestras regiones metropolitanas: aún aquellas que presentan pérdidas netas de población o incluso pequeñas ganancias se caracterizan como áreas de alta circulación de población, hecho que a nuestro juicio fuerza como mínimo a relativizar el debate sobre concentración/desconcentración, o más específicamente metropolización o desmetropolización.

En suma, no se puede decir que haya una tendencia única en Latinoamérica en lo que se refiere a la concentración o desconcentración de la población, sobre todo en lo que se refiere al papel de las regiones metropolitanas.

Si se considera ahora la distinción etaria (gráficos 7A a 7D) emerge un panorama hasta ahora sólo sospechado pero nunca antes demostrado empíricamente. En efecto, sólo en la actualidad es posible procesar los microdatos censales con la fluidez y flexibilidad necesarias para construir la información de base de los gráficos. Y los gráficos son elocuentes: el atractivo de las ciudades principales es diferencial según la edad, lo que ha tendido a hacerse más patente en los últimos años por el contraste entre la atracción que siguen ejerciendo para los jóvenes, en particular aquellos entre 15 y 24 años, y la expulsión que predomina para el resto de las edades. Así, la disparidad entre el gráfico 7A y el 7B es notable y muy significativa: sólo una minoría de las ciudades examinadas pierde población joven por migración (y en casi todos los casos se trata del grupo 25-29), mientras que la mayoría de estas ciudades es expulsora de población infantil, adulta y adulta mayor.15 En la ronda de censos de 1990 esta disparidad no era tan marcada, porque eran menos las ciudades principales expulsoras de población.

Cualquiera que sea el caso, los resultados de los gráficos 7A a 7D sugieren que los jóvenes de la región tienen una relación especial con las ciudades principales, pues casi ninguna de estas últimas registra emigración neta juvenil, lo que contrasta con la gran cantidad que presenta emigración neta si se considera la población de otras edades (y la total). Por cierto, algunas de estas ciudades pierden jóvenes en su intercambio con el resto de su región (migración cercana) o con el resto del país (migración lejana), pero ello no obsta para que en su conjunto predomine el atractivo migratorio. Sao Paulo y Santiago de Chile son ejemplos de ciudades que pierden atractivo para los jóvenes de su entorno regional (el resto del Estado de Sao Paulo y el resto de la Región Metropolitana, respectivamente) pero que siguen siendo muy atractivas para los jóvenes de otros estados y regiones de sus países. Por otra parte Concepción, en Chile, es un ejemplo de lo contrario, pues todavía ejerce un gran atractivo para los jóvenes de su entorno regional, pero en su intercambio con las otras regiones del país pierde jóvenes.

El atractivo de las ciudades para los jóvenes radica en una gama de factores, entre ellos la mayor infraestructura educativa, el mercado laboral más abierto para los jóvenes y la mayor diversidad de alternativas habitacionales para jóvenes. Ahora bien, un procesamiento más detallado de la actividad “económica” de los jóvenes que inmigran a y emigran desde las ciudades sugiere que el peso de estos factores depende de cada ciudad. El contrapunto entre Sao Paulo y Concepción (Chile) es ilustrativo. Mientras en el primer caso, los inmigrantes jóvenes tienen un índice de actividad principal “estudiante” más bajo que los emigrantes y que los no migrantes jóvenes ―y por ello sus índices de participación laboral son más elevados― en el segundo los inmigrantes tienen un índice de condición económica “estudiante” mucho mayor que los emigrantes y los no migrantes. Se configuran así factores de atracción específicos a cada ciudad, siendo el mercado de trabajo lo más relevante para los inmigrantes jóvenes a Sao Paulo y la presencia de un núcleo universitario de alto nivel en Concepción lo que jalona a sus inmigrantes jóvenes.16

Gráfico 7A. América Latina, 10 países, tres ciudades principales: Tasas de migración interna neta (por mil) según grupos de edad seleccionados (menos de 15 años, 30-59 y 60 y más años). Censos ronda 2000


Gráfico 7A
América Latina, 10 países, tres ciudades principales: Tasas de migración interna neta (por mil) según grupos de edad seleccionados (menos de 15 años, 30-59 y 60 y más años). Censos ronda 2000
Fuente: Procesamiento especial de las bases de microdatos censales.

Gráfico 7B. América Latina, 10 países, tres ciudades principales: Tasas de migración interna neta (por mil) según grupos de edad seleccionados (15-19, 20-24 y 25-29). Censos ronda 2000


Gráfico 7B
América Latina, 10 países, tres ciudades principales: Tasas de migración interna neta (por mil) según grupos de edad seleccionados (15-19, 20-24 y 25-29). Censos ronda 2000
Fuente: Procesamiento especial de las bases de microdatos censales.

Gráfico 7C. América Latina, 9 países, tres ciudades principales: Tasas de migración interna neta (por mil) según grupos de edad seleccionados (menos de 15 años, 30-59 y 60 y más años). Censos ronda 1990


Gráfico 7C
América Latina, 9 países, tres ciudades principales: Tasas de migración interna neta (por mil) según grupos de edad seleccionados (menos de 15 años, 30-59 y 60 y más años). Censos ronda 1990
Fuente: Procesamiento especial de las bases de microdatos censales.

Gráfico 7D. América Latina, 9 países, tres ciudades principales: Tasas de migración interna neta (por mil) según grupos de edad seleccionados (15-19, 20-24 y 25-29), Censos ronda 1990


Gráfico 7D
América Latina, 9 países, tres ciudades principales: Tasas de migración interna neta (por mil) según grupos de edad seleccionados (15-19, 20-24 y 25-29), Censos ronda 1990
Fuente: Procesamiento especial de las bases de microdatos censales.

La expansión periférica y la segregación residencial socioeconómica en las metrópolis latinoamericanas

Otro fenómeno del proceso de urbanización latinoamericano y que se presenta de manera generalizada se refiere a la expansión periférica de sus metrópolis. En todas las áreas metropolitanas o grandes aglomeraciones de los países latinoamericanos se registra un aumento poblacional mucho más marcado en sus áreas periféricas, mientras que en las ciudades mismas la tasa de este crecimiento es más reducida o negativa en algunos casos (Rodríguez y Villa, 1998; United Nations, 1993 y 1991; Garza y Schteingart, 1984; Cunha, 2000). Esto demuestra la relevancia de la emigración neta en ellas, ya que su crecimiento vegetativo sigue siendo positivo.

En realidad, teniendo en cuenta el nivel de concentración demográfica alcanzado por las grandes ciudades, el proceso de reordenación y expansión territorial internos parece ser un fenómeno inevitable en razón de un conjunto de factores que operan en su interior. En primer lugar se deben mencionar las formas de uso y ocupación del suelo, que derivan de las relaciones (y muchas veces tensiones) entre el sector inmobiliario, el estado y la sociedad (Gottdiener, 1993) e implican procesos de valorización del suelo y modificaciones del espacio construido que condicionan o dirigen la ocupación demográfica. En este sentido, la acción (muchas veces como omisión) del poder público es parte importante del proceso, toda vez que puede alterar el resultado de la disputa por el espacio valorado de las regiones centrales o, lo que es más común, “crear” nuevos espacios –en general periféricos- para la población de baja renta. Esto último puede derivar directamente de políticas públicas habitacionales —el caso de la construcción masiva de viviendas sociales en la periferia de las ciudades chilenas es ilustrativo al respecto— o ser el resultado de la falta de regulación de la ocupación de ciertas áreas, lo que incluso puede provocar problemas sociales y ambientales.17

Otro elemento importante que puede ayudar a entender la expansión de las grandes aglomeraciones urbanas es la reubicación de las actividades productivas que, con sus impactos no solamente en el empleo sino también en el tejido urbano, acaban por influir en el proceso de localización de la población. Existe un debate en la región sobre este proceso de reubicación productiva, ya que si bien algunas actividades han tendido a dispersarse —en particular las comerciales siguiendo el patrón típico de los Estados Unidos de los centros comerciales o shopping malls— otras, como las financieras y de servicios a empresas y personas, todavía no evidencian un patrón claro de dispersión. Es más, en algunos casos como en Santiago de Chile se ha documentado una persistencia de la concentración de estos puestos de trabajo en el centro histó rico ampliado hacia el oriente de la ciudad, donde reside la población de altos ingresos (Rodríguez, 2008).

La remodelación de las metrópolis y los desplazamientos residenciales intraurbanos

Dos grandes procesos de reconfiguración metropolitana, junto a otros factores económicos y sociales, han puesto en el tapete el asunto de la Segregación Residencial Socioeconómica (SRS) en la región.18 De una parte está la persistente expansión periférica de las metrópolis latinoamericanas. Como puede deducirse del acápite anterior, esta expansión ya no se debe al arribo de oleadas de inmigrantes o al acelerado crecimiento vegetativo de su población, sino que se origina en fuerzas centrífugas: en primer lugar el pertinaz traslado de pobres hacia los anillos externos de la ciudad, y en segundo lugar el más reciente desplazamiento de familias de estrato alto hacia áreas específicas de la periferia, algunas de ellas dentro del nicho histórico de la elite pero otras fuera de éste y unas cuantas, incluso, situadas en zonas históricamente pobres o semirurales. Este último movimiento se ha denominado “rururbanización” y ha acercado, a primera vista, a las ciudades latinoamericanas al modelo de suburbios de clase media y alta típico de Estados Unidos.

El otro proceso de reconfiguración metropolitana relevante de los últimos años ha sido la recuperación de áreas deterioradas, la mayor parte en áreas céntricas. Esta recuperación, que no significa forzosamente redensificación, ha resultado de la acción del mercado inmobiliario o de programas públicos (o de una combinación de ambos). Ha tenido efectos sociourbanos encontrados, en particular por la díada de revalorización inmobiliaria y expulsión de residentes pobres originales. Justamente para capturar esto surge el concepto de gentrificación. 19 Así, aunque pueda representar impactos positivos en la ciudad, la gentrificación también puede en algunos casos agudizar los procesos de segregación socioespacial, en la medida en que restringiría aun más los espacios destinados a la población de más bajo ingreso.

Los mapas 1, 2 y 3 y el cuadro 5 son ilustrativos del impacto de la migración intrametropolitana en la reconfiguración metropolitana.20 En las tres ciudades expuestas se advierte una pérdida de población en los municipios centrales21vis a vis un crecimiento fuerte en municipios periféricos, algunos de los cuales se han convertido en los más poblados del área metropolitana (en particular en el AMGS). En el caso de la RMSP, aunque la primacía del municipio central es mucho más marcada que en los otros dos casos considerados, producto del tamaño territorial del mismo (el municipio de São Paulo representa cerca del 59 por ciento de la población de la RMGS), eso no significa que la RMSP esté al margen de este proceso de expansión periférica. En efecto, aunque aparentemente es menos intenso en función de las diferencias de tamaño de las unidades espaciales de observación, no hay duda que el movimiento hacia la periferia es tan intenso en São Paulo como en Santiago y México.

Se percibe también por el cuadro 5 que esta evolución de la población está íntimamente ligada a la migración intrametropolitana, ya que las comunas/ municipios que pierden más población coinciden con las que tienen mayor emigración neta intrametropolitana, en tanto que lo contrario ocurre con las comunas/municipios que ganan más población. A manera de resumen, para la década del 90 la correlación simple entre la tasa de crecimiento intercensal de la población y la migración neta intrametropolitana llega a 0.96 en el AMGS, a 0.82 en la AMSP y a 0.60 en la ZMCM. Esta última baja por algunos municipios periféricos de crecimiento excepcionalmente rápido como Zumpango, Texcoco y Teoloyucan pero con bajas tasas de migración intrametropolitana.

Cuadro 5. Area Metropolitana del Gran Santiago (AMGS), Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) y Región Metropolitana de São Paulo (RMSP), década de 1990: Tasa de crecimiento demográfico, migración neta y tasa de migración neta intrametropolitana para comunas y municipios según condición de centralidad

Cuadro 5
Area Metropolitana del Gran Santiago (AMGS), Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) y Región Metropolitana de São Paulo (RMSP), década de 1990: Tasa de crecimiento demográfico, migración neta y tasa de migración neta intrametropolitana para comunas y municipios según condición de centralidad

Fuente: Cálculos de los autores con base en procesamientos especiales de microdatos de Censos Demográficos de Chile, México y Brasil

Mapa 1. Área Metropolitana del Gran Santiago: comunas según tasa de crecimiento demográfico intercensal, 1982-1992 y 1992-2002


Mapa 1
Área Metropolitana del Gran Santiago: comunas según tasa de crecimiento demográfico intercensal, 1982-1992 y 1992-2002
Fuente: procesamiento especial de las bases de microdatos censales; mapa : centro de respaldo cartográfico de CELADE

Mapa 2. Zona Metropolitana de la Ciudad de México: municipios según tasa de crecimiento demográfico intercensal, 1980-1990 y 1990-2000


Mapa 2
Zona Metropolitana de la Ciudad de México: municipios según tasa de crecimiento demográfico intercensal, 1980-1990 y 1990-2000
Fuente: procesamiento especial de las bases de microdatos censales; mapa : centro de respaldo cartográfico de CELADE

Mapa 3. Región Metropolitana de Sao Paulo: municipios según tasa de crecimiento demográfico intercensal, 1980-1990 y 1990-2000


Mapa 3
Región Metropolitana de Sao Paulo: municipios según tasa de crecimiento demográfico intercensal, 1980-1990 y 1990-2000
Fuente: procesamiento especial de las bases de microdatos censales; mapa : centro de respaldo cartográfico de CELADE

La remodelación metropolitana y la segregación residencial socioeconómica

De estos procesos de transformación en curso en las metrópolis de la región surgen dos hipótesis contrapuestas. Una que apunta a la redistribución de la elite (por “gentrificación”, suburbanización y avance de la ciudad fractal) y, por esa vía, el acercamiento de los grupos socioeconómicos en algunas zonas de las ciudades, tendiendo a reducir la SRS o, al menos, su escala. La otra apunta a la dualización metropolitana entre una parte de la ciudad donde se localizan las actividades dinámicas y los segmentos “ganadores” con la globalización y otra donde se ubican actividades en decadencia y población perdedora con el proceso de globalización, a la permanente periferización de los pobres y a la expulsión de pobres en los procesos de gentrificación, lo que ahondaría la segregación residencial socioeconómica.

La SRS preocupa por varias razones: debilita las finanzas de los municipios pobres, afecta a los residentes de las áreas pobres porque, en igualdad de otras condiciones, tienen peores desempeños es decir, opera un “efecto vecindario” que puede ser adverso, sea por déficit relativo de equipamientos, servicios, capital social (contactos) o capital cultural (códigos), sea por ausencia relativa de modelos de rol, sea por superávit de problemas comunitarios o sea por el factor estigma y dificulta la integración social, ya que se asocia al desconocimiento mutuo entre los grupos socioeconómicos y se vincula con ingobernabilidad y anomia en las áreas pobres “segregadas”. Por todo esto, se le considera un mecanismo que tiende a reproducir la pobreza y las desigualdades preexistentes, así como a erosionar la gestión y el desarrollo metropolitanos. Por cierto, la separación de grupos sociales dentro de la ciudad también puede deberse a razones de afinidad (proximidad cultural, nacional, étnica o lingüística, por ejemplo) y en tal caso el término segregación podría resultar equívoca por lo que cabría más bien aludir a la diferenciación sociocultural del espacio metropolitano. Con todo, por tener su raíz en la exclusión socioeconómica y no en la “proximidad cultural” como podría ser el caso de la segregación residencial por nacionalidad la mayoría de los especialistas le imputa efectos negativos netos a la SRS. Adicionalmente, la SRS inquieta porque, al menos en la opinión pública, existe la impresión de que estaría aumentando en concomitancia con una trayectoria similar de las desigualdades sociales. Y tal asociación conduce a la convicción intuitiva de que la SRS es uno de los factores que ha contribuido al aumento de las desigualdades sociales en las ciudades de la región.

La SRS tiene tres determinantes próximos que deben ser distinguidos teóricamente y, si los datos lo permiten, cuantificados por separado. Se trata de: (a) la selectividad migratoria según condiciones socioeconómicas, (b) el crecimiento vegetativo de los diferentes grupos sociales; (c) el cambio estructural.22

Una parte de los análisis sobre las tendencias de la SRS se ha concentrado en el cambio estructural, que se relaciona con las pautas de movilidad social que pueden alterar la modalidad y la intensidad de la SRS sin desplazamientos geográficos de por medio.23 En general, estos análisis conducen a la hipótesis de un aumento de la SRS por cuanto no hay grandes signos de permeabilidad de las elites en los diferentes países de la región y sí hay signos de estancamiento de esta movilidad ascendente en estratos populares y medios. Otra parte de los análisis ha subrayado el papel de los flujos migratorios, que pueden remodelar de manera directa el patrón de SRS.24 Varios de estos análisis abonan la hipótesis de una reducción de la SRS, o al menos de su escala, como resultado de los desplazamientos intraurbanos emergentes, en particular los de familias de la elite hacia zonas fuera de su nicho histórico de emplazamiento. Identificar el peso de este determinante en la tendencia de la SRS es relevante no sólo en términos de conocimiento sino también en el plano de las políticas. En efecto, las intervenciones dirigidas a influir sobre la SRS deben actuar a través de los determinantes próximos, que son los que, con temporalidades variables, redefinen las modalidades y niveles de la SRS. Pero tales determinantes próximos responden a un conjunto específico de políticas, programas, incentivos o reglas de la autoridad. En este sentido, cambiar los patrones de la selectividad migratoria intrametropolitana (para incidir en la SRS mediante esta variable intermedia) requiere de acciones diferentes a las que cabría desarrollar si el objetivo es influir en la SRS mediante la modificación del patrón de crecimiento vegetativo diferencial dentro de la ciudad de los distintos grupos socioeconómicos.

Ahora bien, los estudios empíricos sobre segregación residencial eran escasos hasta hace unos pocos años, básicamente porque se necesitaba información muy detallada, en términos geográficos, para examinarla con rigor. El acceso a los microdatos censales y sobre todo el creciente instrumental tecnológico para explotarlos, incluyendo la combinación de datos y territorios mediante los SIG, han comenzado a modificar la situación de manera que en los últimos 10 años ha tenido lugar una verdadera explosión de estudios cuantitativos sobre la segregación residencial. Uno de los aspectos más llamativos ha sido la disparidad de resultados que tales estudios han arrojado: mientras algunos de ellos han encontrado una tendencia más bien descendente de la SRS en el área metropolitana de Santiago, medida a través de Duncan, otros han hallado la tendencia contraria en São Paulo y Campinas (Cunha y Jiménez, 2006) en Brasil, así como en Ciudad de México y en Montevideo (Rodríguez, 2008). Un trabajo reciente de Rodríguez (2008) discute detalladamente las tendencias empíricas de la SRS en cuatro grandes ciudades de la región y examina la relación entre estas tendencias y la migración, en particular la intrametropolitana. Aunque se trata de resultados que atañen sólo a cuatro de las más de 40 ciudades “milllonarias” de la región, sus conclusiones son sugerentes para futuros estudios que podrían, además, aplicar procedimientos similares a los empleados en este artículo. Son las siguientes:

  • Niveles de SRS diferentes entre las ciudades lo que cuestiona la existencia de un “patrón regional” en materia de SRS, no obstante lo cual todas las ciudades comparten algunos rasgos como el despoblamiento del centro, la rápida expansión de la periferia y la precariedad de esta última;

  • tendencias disímiles entre las ciudades, lo que impide configurar un “trayectoria dominante regional”;

  • alta sensibilidad de las estimaciones a los indicadores socioeconómicos y medidas de SRS usadas, lo que pone en tela de juicio las afirmaciones categóricas o basadas en un solo atributo y/o procedimiento; y

  • efectos de la migración sobre la SRS ─medidos con procedimientos novedosos, elegantes y poderosos (Rodríguez, 2009 y 2004a)─ variables según la ciudad, lo que debilita las hipótesis generales al respecto.

Conclusiones

El presente trabajo se propuso evaluar las tendencias de la urbanización y de la estructuración del sistema de ciudades en América Latina, así como analizar elementos de uno de sus principales componentes: la migración interna. Esto con el propósito de actualizar las visiones sobre estos asuntos, pues en muchos casos siguen basándose en evidencias y en procesos que han perdido vigencia. Se ratifica, con cifras relativamente novedosas y que, en general, se prestan para comparaciones entre países, que el fenómeno de la urbanización es un hecho incuestionable en la región, aunque haya diferencias dentro de tal proceso entre países, tanto en la intensidad como en las formas del mismo.

Se muestra que a lo largo de los últimos 40 años América Latina ha sufrido grandes transformaciones no solamente en la redistribución espacial de la población entre el campo y ciudad, sino también entre las ciudades y regiones. Estas transformaciones se expresaron en una consolidación de la metropolización (uno de cada tres latinoamericanos reside en una ciudad de 1 millón o más habitantes) aparejada a una complejización y diversificación de la red urbana. De esta manera, se verifica simultáneamente una continua gravitación de las grandes ciudades junto a un dinamismo mayor de ciudades intermedias, lo que explica la reducción de la primacía de la ciudad principal en la mayor parte de los países.

El avance de la urbanización así como la diversificación del sistema de ciudades condujo al predominio de la migración entre ciudades (por sobre el histórico y pertinaz flujo campo-ciudad), y a una creciente heterogeneidad de los mismos, destacando los flujos desde las grandes ciudades, sea hacia suburbios o ciudades cercanas o hacia ciudades más distantes.

La década de 1990 y la de 2000 han estado marcadas por importante cambios estructurales en América Latina, entre ellos la incorporación de las economías nacionales a la economía mundial, un conjunto de programas públicos destinados a reducir la pobreza y a mejorar la infraestructura, y una recuperación económica respecto de la dura década de 1980. Si bien esta recuperación ha tenido oscilaciones y no ha logrado reducir la desigualdad, sí permitió elevar los niveles de inversión pública social y territorial, lo que promovió una expansión física de las ciudades superior a su crecimiento demográfico. En función de tales transformaciones, mucho se ha discutido sobre las tesis de la desconcentración y la desmetropolización de la población.

Los datos analizados muestran una cierta tendencia en ese sentido, más marcada en algunos países, pero en todos los casos porque la ciudad principal cede relevancia a otras ciudades y no por una contraurbanización propiamente tal. De esta manera, se trata de una desconcentración que fortalece al sistema de ciudades y que, en general, es parcial y más bien tímida. De hecho, hay dudas legítimas sobre su sostenibilidad y, de acuerdo a nuestros resultados, está lejos de convertirse en una amenaza al protagonismo de nuestras grandes aglomeraciones urbanas, en particular las metropolitanas. Los datos dejan claro que, aún reduciendo su crecimiento y dejando de ganar peso relativo, las áreas metropolitanas todavía concentran una fracción significativa de la población en muchos de nuestros países. En parte por ello, también concentran muchos de los principales problemas (y retos) de la región en términos sociales, económicos y demográficos.

Por la pertinaz relevancia de las áreas metropolitanas algunos fenómenos propios de ellas emergen como temas prioritarios. Entre estos están su intensa expansión física y la segregación residencial socioeconómica, vinculada a las agudas y persistentes desigualdades sociales de los países de la región, a los procesos de reestructuración metropolitana, y a ciertas políticas públicas (como la de vivienda, por ejemplo). Con base en tres ejemplos de áreas metropolitanas de Chile, México y Brasil, se muestra que la continua expansión física (superior a su ya moderado crecimiento demográfico) es sobre todo el resultado del traslado hacia la periferia de familias pobres provenientes de las áreas centrales y pericentrales de la ciudad. El problema de esta modalidad de expansión horizontal, más allá de los ya conocidos por la experiencia de los suburbios de las principales ciudades de los Estados Unidos, es que acontece en condiciones de significativos déficits de equipamiento y finanzas locales. De esta manera, este incremento demográfico de las comunas o municipios más distantes, con menor accesibilidad e infraestructura, lleva a que los impactos de la pobreza sobre la población sean intensificados por los efectos de la segregación residencial socioeconómica.

Tales efectos, considerados de manera muy breve en este estudio, cuestionan la desidia y falta de visión integrada con que, muchas veces, nuestras ciudades son planeadas y gobernadas. Como dejamos muy claro, es verdad que la segregación residencial socioeconómica tiene sus rasgos y particularidades distintas entre los países, sin embargo es un fenómeno que encontramos en todos ellos y que debe ser combatido a partir no solamente de estudios que denuncien sus causas y efectos, sino también y sobre todo, por acciones concretas para su reducción al nivel más bajo posible. Dejar que la ciudad solo sea estructurada en función del mercado (en particular el inmobiliario) no contribuirá a lograr ciudades más justas, sustentables y productivas. La acción del Estado, la participación ciudadana, las regulaciones que procuran reducir las asimetrías de poder y condiciones de vida dentro de la ciudad y la coordinación de autoridades locales son complementos imprescindibles del funcionamiento de los mercados metropolitanos.

Estudiar la urbanización en América Latina implica no solo reconocer la diversidad de situaciones, ritmos y consecuencias del proceso de concentración de la población en las ciudades. Es también estar atentos al hecho que, por ser la región cada vez más urbana, los desafíos venideros serán cada vez más complejos para las ciudades, particularmente en las dimensiones del mercado de trabajo, servicios públicos e infraestructura. Una visión basada en evidencia sistemática y actualizada, así como en análisis rigurosos e integrados, es necesaria para enfrentar estos retos. Pero no es suficiente, también se requiere de voluntad y decisiones políticas, ya que los problemas de escasa gobernabilidad, precariedad social y ambiental, inseguridad y segregación metropolitanas ameritan políticas y programas integrados, intervenciones estatales específicas, coordinación de autoridades locales, asociación público-privada y participación ciudadana. Los investigadores podemos promover todo esto, pero son los políticos y la sociedad civil los encargados de materializarlo.

Material suplementario
Información adicional

*: Una versión en inglés de este texto fue publicada por ALAP en el libro Demographic transformations and inequalities in Latin America, Suzana Cavenaghi (organizadora), ALAP, Serie de Investigaciones 8, Río de Janerio, 2009.

Bibliografía
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Notas
Notas
2 El término América Latina y el Caribe se refiere a los 42 países y territorios identificados por CEPAL como pertenecientes a la región. El término América Latina se refiere a los 20 países identificados por CEPAL como pertenecientes a la subregión (17 en el territorio continental más tres territorios caribeños: Cuba, Haití y República Dominicana). Para más información, véase ECLAC (2005a) o Guzmán et al. (2006).
3 Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana, República Bolivariana de Venezuela y Uruguay, que juntos representan el 95 por ciento de la población actual de la región.
4 El tema de la “nueva ruralidad” y sus relaciones con lo urbano es un debate que se encuentra en abierto y ha sido objeto de atención por parte de varios autores. Véase por ejemplo: Ruiz y Delgado (2008), Hugo et al. (2001), Hayami (2000), Silva (1997 y 1999) y Cunha y Rodrígues (2001).
5 Una de ellas, Rio de Janeiro, fue la capital hasta que Brasilia fue construida en los años 60.
6 La proporción de la población de la mayor ciudad sobre la población sumada de las siguientes tres mayores ciudades.
7 Megalópolis son aquellas ciudades de 10 millones o más habitantes. En 2005, mientras la población de la región suponía un 8.6 por ciento de la mundial, representaba casi el 30 por ciento de las megalópolis mundiales (United Nations, 2006).
8 Las categorías son: (a) ciudades “millonarias” (1 millón o más de habitantes); (b) ciudades grandes intermedias (entre 500,000 y 1 millón de habitantes); (c) ciudades intermedias de tamaño medio (entre 50,000 y 500,000 habitantes); (d) ciudades pequeñas intermedias (entre 20,000 y 50,000 habitantes; y (e) pequeñas áreas urbanas (entre 2,000 y 20,000 habitantes).
9 Estas ciudades pueden ser identificadas y monitoreadas en el tiempo empleando análisis longitudinales. Aunque este tipo de análisis se ha llevado a cabo en algunos países (CELADE, 2007), no lo realizaremos en esta ocasión puesto que tal perspectiva regional escapa al alcance de este artículo.
10 Las cifras de cada año desplegado en el cuadro 3 no son del todo comparables porque difieren los países con censos disponibles en cada uno de ellos.
11 Lencioni (1996) discutiendo la tesis de desconcentración industrial en el caso de la RM de São Paulo, es incisiva en afirmar que “a metrópole de São Paulo se desconcentra como negação dos mecanismos de concentração e afirma sua centralidade...trata-se de um processo de centralização do capital que consolida a hegemonia do grande capital...e utiliza mecanismos de dispersão espacial como forma estruturante do espaço, e não mais mecanismos concentradores” (p.207). Para Chile, de Mattos (2001) encuentra incluso una tendencia a la reconcentración en torno de la RM de Santiago.
12 Respecto de la migración de retorno ver: Lattes (1995) para el caso de Buenos Aires, Negrete (1999) para el de Ciudad de México y Cunha y Baeninger (2000) para el de São Paulo.
13 En los últimos dos casos, el índice de primacía podría estar descendiendo (véase gráfico 1), en tanto que la concentración del sistema urbano en las dos mayores ciudades podría estar ascendiendo.
14 El índice de eficacia migratoria se calcula como el cociente entre la migración neta y la migración bruta. Sus valores posibles varían entre -1 (ninguna eficacia) y +1 (alta eficacia). Como su propio nombre sugiere, el índice permite medir cuán eficaz es una determinada área en términos del proceso migratorio al que está expuesta, por lo que no debe ser entendido como una medida del grado de atracción o expulsión. Valores próximos a cero pueden ser un indicador de la existencia de una importante circulación migratoria, es decir, que a pesar de tener saldos migratorios reducidos estas áreas presentarían volúmenes importantes de traslados de personas sean estas inmigrantes o emigrantes. Ese es, en general, el caso de los municipios centrales de nuestras regiones metropolitanas.
15 Lo que sería indicativo de movimientos familiares y coincide con los resultados de investigaciones previas en materia de emigración de los grandes centros metropolitanos, sobre todo aquella que se dirige a la periferia o a áreas de fronteras (Rodríguez, 2009; Cunha, 1995, 2000 y 2006).
16 Las cifras no se presentan en este texto por limitaciones de espacio, pero están disponibles para las tres ciudades principales de más de 10 países de la región (censos de la ronda de 2000).
17 Lo que se revela en situaciones precarias de las viviendas y entornos (asentamientos precarios/slums), la localización en zonas peligrosas en términos ambientales (como sitios en riesgo de inundación o derrumbes) y la ocupación de áreas naturales protegidas
18 La SRS denota la distribución desigual en el territorio metropolitano de los grupos socioeconómicos. En el contexto de metrópolis marcadas por la desigualdad socioeconómica esto puede expresarse, aislada o combinadamente, en: (i) gran distancia física entre estos grupos; (b) constitución de espacios socioeconómicamente homogéneos y asintóticos (eventualmente distantes) entre sí; (c) ausencia o escasez de interacción social entre miembros de los diferentes grupos socioeconómicos.
19 Anglicismo usado para describir el proceso de recuperación de áreas metropolitanas deterioradas, normalmente céntricas, por parte de las clases media o alta y que suele provocar el desplazamiento de la población residente, típicamente de bajos ingresos (http://www.thefreedictionary.com/gentrification).
20 Por limitaciones de espacio solo se muestran los mapas del Área Metropolitana de la Gran Santiago (AMGS), de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) y de la Región Metropolitana de São Paulo (RMSP). Además, el cuadro sólo incluye comunas o municipios emblemáticos en materia de crecimiento de la población y migración intrametropolitana.
21 Sao Paulo se exceptúa, en gran medida por el gran tamaño de su municipio central.
22 En teoría, el cambio de la composición social de cada subdivisión dentro de una ciudad podría descomponerse en estas tres fuentes, y eso haría posible estimar su peso específico. Sin embargo hay dilemas teóricos y problemas prácticos para efectuar tal ejercicio. Incluso el cómputo más sencillo, que es el que se efectúa en este documento y que atañe a la selectividad migratoria, opera con supuestos respecto de la invariabilidad de los atributos analizados a través del tiempo y está sujeto a limitaciones conocidas de las preguntas sobre migración del censo, por ejemplo la pérdida de movimientos intermedios (para más detalles, véase Rodríguez 2009, 2007y 2004b). Por otra parte, estimar el crecimiento vegetativo de los grupos sociales requiere información sobre nacimientos y defunciones de cada uno de ellos y, en general, esto solo puede hacerse con estadísticas vitales que en los países de América Latina suelen tener problemas de omisión o de calidad. Por último, el cambio estructural corresponde a la modificación de los atributos de individuos que no migran y que sobreviven durante el periodo de análisis. En rigor, implica un seguimiento o análisis retrospectivo, lo que es infrecuente en la región. La otra posibilidad es usar dos censos consecutivos para hacer seguimiento de cohortes (de edad y características específicas), pero en general tal seguimiento está afectado por la migración y la mortalidad. Cualquiera sea el caso, este último componente podría obtenerse como residuo si los otros dos se logran medir bien. En suma, hacer la descomposición del cambio socioeconómico de los barrios es un desafío analítico y empírico para el cual aún no se cuenta con fuentes de datos adecuadas.
23 Un ejemplo extremo, pero intuitivo, es el de un abrupto proceso de redistribución de ingreso que reduce significativa y simultáneamente la pobreza y la riqueza extremas. Cualquier medida de segregación de los pobres extremos quedaría afectada por este cambio sin que medie ningún traslado físico de pobres extremos dentro de la ciudad.
24 La SRS depende de la composición socioeconómica (“selectividad”) de los flujos hacia, desde y dentro de las metrópolis según origen y destino. Si la selectividad de la migración intrametropolitana opera según un principio de “afinidad” —personas de estrato alto migran hacia zonas acomodadas y personas de estrato bajo migran hacia zonas pobres— la migración intrametropolitana tenderá a agudizar la SRS. Contrariamente, si la migración intrametropolitana opera según un principio de “diversidad” tenderá a atenuarla.
Notas de autor
Sociólogo por la Universidad de Chile. Realizó estudios de posgrado en Población y Políticas de Desarrollo en el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade). Candidato a Doctor en Estudios Americanos con mención en Historia Económica y Social por la Universidad de Santiago de Chile. Actualmente se desempeña como investigador del Área de Población y Desarrollo del Celade, División de Población de la Cepal. Autor de innumerables trabajos de investigación sobre fecundidad, vulnerabilidad social y migración interna, entre otros temas.

Gráfico 1
Evolución del porcentaje urbano mundial y según continentes, 1950-2010
Fuente: http://esa.un.org/unup (descarga de junio de 2007).

Gráfico 2
América Latina (20 países): IDH y porcentaje urbano, 2005
Fuente: cálculos propios basados en estimaciones de CELADE (http://www.cepal.org/celade) y UNDP (http://www.undp.org)
Cuadro 1
América Latina y El Caribe: distribución de la población según División Administrativa Mayor metropolitanas y resto del país y tasa media anual de crecimiento de la población nacional, División Administrativa Mayor metropolitana y resto del país, 1980-2000

(*) Para Bolivia, Honduras y Nicaragua, el periodo corresponde a 1970/90 ya que en estos países no se hizo el Censo en los años 80.

(**) Para Costa Rica el período corresponde a 1980/2000 ya que en este país no se hizo el Censo en los años 90.

Fuente: Celade, DEPUALC

Gráfico 3
América Latina: evolución del índice de primacía, 1950-2000
Fuente: cálculos propios a partir de la base de datos Distribución Espacial de la Población y Urbanización de América Latina (DEPUALC).
Cuadro 2
Evolución del peso relativo de las grandes ciudades en porcentaje América Latina, países selecionados 1980-2000

Fuente: cálculos propios a partir de la base de datos Distribución Espacial de la Población y Urbanización de América Latina (DEPUALC) (http://www.cepal.org/celade/depualc/).
Cuadro 3
América Latina y el Caribe: número de ciudades en cada categoría de tamaño, censos de 1950 a 2000

Fuente: preparado por los autores a partir de bases de datos en línea de Distribución Espacial de la Población y Urbanización en América Latina y el Caribe (DEPUALC)

Gráfico 4
América Latina y el Caribe (países seleccionados): porcentaje del sistema urbano (localidades de 2 mil y más habitantes) en la población total, por categoría de tamaño de las localidades

Nota: Listado de países incluidos en cada ronda censal se encuentra en el cuadro 3

Fuente: cálculos propios a partir de la base de datos Distribución Espacial de la Población y Urbanización de América Latina (DEPUALC) (http://www.cepal.org/celade/depualc/).

Gráfico 5
América Latina y el Caribe (países seleccionados): porcentaje del sistema urbano (localidades de 2 mil y más habitantes) en la población urbana, por categoría de tamaño de las localidades

Nota: Listado de países incluidos en cada ronda censal se encuentra en el cuadro 3

Fuente: cálculos propios a partir de la base de datos Distribución Espacial de la Población y Urbanización de América Latina (DEPUALC) (http://www.cepal.org/celade/depualc/).
Cuadro 4
Países seleccionados de América Latina (10): Inmigrantes, emigrantes y migración neta de las tres ciudades principales según proximidad de la migración

Fuente: Rodríguez, 2009 y procesamiento especial de las bases de microdatos censales

Gráfico 6
Índice de eficacia migratoria (IEM) según tipo de migración. Áreas metropolitanas seleccionadas, censos de la ronda 2000
Fuente: cálculos de los autores basados en el cuadro 4

Gráfico 7A
América Latina, 10 países, tres ciudades principales: Tasas de migración interna neta (por mil) según grupos de edad seleccionados (menos de 15 años, 30-59 y 60 y más años). Censos ronda 2000
Fuente: Procesamiento especial de las bases de microdatos censales.

Gráfico 7B
América Latina, 10 países, tres ciudades principales: Tasas de migración interna neta (por mil) según grupos de edad seleccionados (15-19, 20-24 y 25-29). Censos ronda 2000
Fuente: Procesamiento especial de las bases de microdatos censales.

Gráfico 7C
América Latina, 9 países, tres ciudades principales: Tasas de migración interna neta (por mil) según grupos de edad seleccionados (menos de 15 años, 30-59 y 60 y más años). Censos ronda 1990
Fuente: Procesamiento especial de las bases de microdatos censales.

Gráfico 7D
América Latina, 9 países, tres ciudades principales: Tasas de migración interna neta (por mil) según grupos de edad seleccionados (15-19, 20-24 y 25-29), Censos ronda 1990
Fuente: Procesamiento especial de las bases de microdatos censales.
Cuadro 5
Area Metropolitana del Gran Santiago (AMGS), Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) y Región Metropolitana de São Paulo (RMSP), década de 1990: Tasa de crecimiento demográfico, migración neta y tasa de migración neta intrametropolitana para comunas y municipios según condición de centralidad

Fuente: Cálculos de los autores con base en procesamientos especiales de microdatos de Censos Demográficos de Chile, México y Brasil

Mapa 1
Área Metropolitana del Gran Santiago: comunas según tasa de crecimiento demográfico intercensal, 1982-1992 y 1992-2002
Fuente: procesamiento especial de las bases de microdatos censales; mapa : centro de respaldo cartográfico de CELADE

Mapa 2
Zona Metropolitana de la Ciudad de México: municipios según tasa de crecimiento demográfico intercensal, 1980-1990 y 1990-2000
Fuente: procesamiento especial de las bases de microdatos censales; mapa : centro de respaldo cartográfico de CELADE

Mapa 3
Región Metropolitana de Sao Paulo: municipios según tasa de crecimiento demográfico intercensal, 1980-1990 y 1990-2000
Fuente: procesamiento especial de las bases de microdatos censales; mapa : centro de respaldo cartográfico de CELADE
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