Resumen: En 1957 se crea el Centro Latinoamericano de Demografía, ante la preocupación de los países occidentales por el crecimiento “explosivo” de la población en los países “subdesarrollados”. No obstante, paralelamente al desarrollo de la aplicación de la demografía en la región, se observa una disminución del crecimiento poblacional en todos los países de la región. Esto ha llevado a la llamada transición demográfica, modifica la estructura por edades con una disminución de la proporción de los menores de 15 años y, lo que está concitando mayor preocupación, un importante crecimiento del grupo de 60 y más años. A parte de este, la autora considera que otros problemas sociales, económicos y ambientales que nos depara el siglo XXI ante los cuales la demografía debe aportar su análisis son: la concentración urbana de la población, los problemas del empleo y el crecimiento de la población activa, la migración internacional, las transformaciones de la familia, la relación entre educación y desarrollo, las desigualdades sociales y la pobreza y el desarrollo sustentable.
Palabras clave:Retos demográficosRetos demográficos,América LatinaAmérica Latina,Transición DemográficaTransición Demográfica.
Abstract: The Latin American Demographic Centre was created in 1957, because of the concern in western countries about the “explosive” growth of underdeveloped countries’ population. Nevertheless, at the same time of this development of the application of demography to the region, a decrease of the population growth was observed in all its countries. This decrease is the so called “demographic transition”, which modifies the structure for ages with a decrease in the proportion of those younger than 15 years old and, more concerning, an important growth of the elderly. Additionally, the author thinks that other social, economic and environmental problems of the XXI century that demographic research should contribute to solver are: the population’s urban concentration, the problems of the employment and the working population’s growth, the international migration, the transformations of the family, the relationship among education and development, the social inequalities and poverty, and the sustainable development.
Keywords: Demographic challenges, Demographic Transition, Latin America.
Artículos
La demografía en el siglo XXI en América Latina

Ya desde fines del sigo XIX algunos pocos países de América Latina habían levantado censos de población, lo que les permitió conocer no solo el tamaño de sus poblaciones y la distribución de éstas en su territorio, sino también algunas características, entre ellas sexo y edad. No es sino hasta mediados del siglo XX, cuando el Instituto Interamericano de Estadística (IASI por sus siglas en inglés) lanza su Programa del Censo de las Américas (COTA), cuando un buen número de países de la región participan en dicho Programa, levantando censos de población en el año de 1950 con un cierto grado de uniformidad en el contenido de las boletas censales.
Los resultados de estos censos, comparados con los datos de que se disponía entonces, vinieron a confirmar que la población de la mayoría de los países latinoamericanos estaba creciendo a ritmos acelerados. La tasa anual de crecimiento poblacional en algunos casos rondaba o excedía el 3% anual, tasa que permitiría duplicar el número de habitantes en un breve período de años. Igual situación parecía estarse dando en otras regiones subdesarrolladas del mundo.
Este crecimiento poblacional, que llegó a calificarse de “explosivo”, suscitó preocupación en los países desarrollados. Es por ello que, reconociendo que en general en América Latina no se contaba con personal capacitado en demografía, en una Asamblea General de Naciones Unidas se propuso adoptar una resolución recomendando la creación de centros en las regiones subdesarrolladas. Además de formar recursos humanos capaces de abordar el estudio del comportamiento de sus poblaciones, estos centros debían prestar asistencia técnica a los países que la requiriesen para llevar adelante investigaciones que aportaran elementos de juicio para evaluar dichos comportamientos, analizando la dinámica que determinaba su tasa de crecimiento y la posible evolución de la natalidad y mortalidad.
En el caso de América Latina, se buscó implementar la resolución de la Asamblea de las Naciones Unidas estableciendo en Chile, en 1957, un Centro como los recomendados. Es así como a mediados del siglo XX comienza a desarrollarse la aplicación de la demografía en la región, al mismo tiempo que se procuraba formar personal profesional que pudiese aplicar sus conocimientos en esa disciplina al análisis del comportamiento demográfico en los distintos países.
Inicialmente el Centro, designado como Centro Latinoamericano de Demografía (celade, en forma abreviada), comenzó en 1958 a dictar cursos de análisis demográfico de 10 meses de duración, en los que también se estudiaban las principales fuentes de datos demográficos y los métodos utilizados para recolectarlos. A estos cursos asistían pequeños grupos de funcionarios estatales, principalmente de departamentos censales o de estadísticas, que asistían en calidad de becarios y cuyas candidaturas eran propuestas por los respectivos Gobiernos. Al mismo tiempo que celade dictaba los cursos de análisis demográfico en su Sede y en una Subsede que eventualmente se estableció en San José de Costa Rica con la colaboración de la Universidad de Costa Rica, prestaba asistencia técnica a algunos países que deseaban analizar los datos de su último censo de población para evaluar cómo evolucionaba su dinámica demográfica y preparar proyecciones que les permitieran conocer la posible evolución futura de su población, datos éstos que el Estado pudiera utilizar para adoptar medidas tendientes a modificar el comportamiento demográfico de la población.
Los estudios que se realizan en los años 60 y 70 gracias a la colaboración de celade y, en ocasiones, con la disponibilidad de profesionales que ya se habían capacitado en análisis demográfico, confirman que, con la excepción de Argentina, Uruguay, Chile y Cuba, en los demás países de la región y, de manera más significativa en los centroamericanos y algunos del Norte de Suramérica, sus poblaciones crecían aceleradamente, producto de una mortalidad en descenso y una fecundidad estabilizada a niveles relativamente altos.
Surge entonces en algunos círculos, particularmente de los Estados Unidos, el planteamiento de que los bajos niveles de crecimiento económico que en general se daban en los países latinoamericanos se debían, precisamente, a las elevadas tasas de crecimiento demográfico, que los obligaba a destinar recursos crecientes a atender las necesidades de sus habitantes. Esto llevó a proponer que nuestros países adoptaran medidas tendientes a disminuir el crecimiento demográfico, lo que en efecto se hizo. Por conocidas, no parece necesario describirlas aquí. Lo que sí es importante señalar es que, en efecto, en períodos de pocos años bajaron significativamente las tasas de crecimiento de sus poblaciones, aunque debe subrayarse que no se elevaron las de desarrollo y crecimiento económico, las que prácticamente no variaron o en algunos casos desmejoraron.
Antes de abordar el examen de las demandas que se le plantean a la demografía en este siglo XXI conviene subrayar que en sus inicios, en los años 1958 y 1959, lo que los países demandarían a celade serían estimaciones de las variables demográficas básicas (fecundidad y mortalidad), evaluación del grado de cobertura de sus fuentes informativas y análisis de las estructuras diferenciales de población y su distribución en el territorio, así como su posible evolución futura, con base en proyecciones de población. Es decir, elementos que le permitieran conocer y describir cómo la respectiva dinámica demográfica modificaba el tamaño, la distribución y las estructuras de sexo y edades de sus poblaciones. Ante ello celade optó por organizar en una primera etapa la enseñanza del análisis demográfico, lo que implicó la aplicación de la demografía formal, cuyo desarrollo se apoya de manera significativa en métodos estadísticos. Más tarde, en diversos momentos de la segunda mitad del siglo XX, se organizaron en Brasil y México carreras de Maestría en Demografía (Brasil, CEDEPLAR, 1964; México, CEED1, 1964) que años más tarde, en 1985, se ampliaron a Doctorados (Brasil2, CEDEPLAR y CEPO, y México). En Argentina se establecieron en 1986 estudios de Maestría en la Universidad Nacional de Luján y, más recientemente, de Maestría y Doctorado en Demografía en la Universidad Nacional de Córdoba.
Con el propósito de no alargar innecesariamente el examen de la evolución que se da en América Latina en los estudios de demografía y de sus poblaciones en la segunda mitad del siglo XX, conviene mejor examinar qué es lo que les está ocurriendo a esas poblaciones en la actualidad. Es esta situación la que determinará cómo evolucionará la aplicación de la demografía como ciencia en la región para apoyar a sus sociedades y a sus gobiernos en la comprensión de los fenómenos sociales, económicos, de salud y ambientales, que afectan a sus poblaciones y son afectados por el comportamiento de éstas.
Por razón de las medidas que se adoptaron, en todos los países de la región disminuyó, en distintos grados, la tasa anual de crecimiento demográfico. Esto es principalmente producto del descenso del nivel de la fecundidad, lo que ha llevado a una llamada transición demográfica, que según el grado de avance de la misma, ha modificado las estructuras por edades. En general éstas se caracterizan por una disminución de la proporción de los menores de 15 años, un crecimiento de la de jóvenes entre 15 y 19, un crecimiento de la población en edad de trabajar entre 20 y 59 años y, lo que está concitando mayor preocupación, un importante crecimiento del grupo de 60 y más años. El breve examen que antecede sobre las principales contribuciones que la demografía aportó para facilitar el análisis de la evolución de la población latinoamericana en la segunda mitad del siglo pasado, nos ofrece una guía para señalar algunos de los principales aportes que ésta debe entregarnos como disciplina científica para facilitar la comprensión y eventual solución de los problemas sociales, económicos y ambientales que nos depara el siglo XXI.
En los tiempos actuales resulta de la más alta prioridad estimar cómo se transformarán las estructuras por edad en las poblaciones de América Latina, así como cuál es la relación que ellas tendrán con la evolución de condiciones como la educación, la salud y la incidencia de enfermedades, el patrón de distribución de la población en el territorio, los niveles y características del empleo, y los niveles de fecundidad y mortalidad.
El estudio y evaluación de tres grupos de edad han suscitado especial atención por la directa relación que ellos tienen con transformaciones sociales. Ellos son, en primer lugar, los adolescentes y adultos jóvenes, cuyo mayor crecimiento plantea la necesidad de adoptar medidas especiales dirigidas a ese grupo para atender los múltiples problemas que ellos plantean.
El segundo grupo es el de la población en edades de trabajar, cuyo crecimiento en algunos países se ha dado en calificar como “bono demográfico” por parte de ciertos profesionales. Se trata de una designación totalmente equivocada, ya que en esos países, como en general en América Latina, se da un alto nivel de desempleo, por lo que el crecimiento de ese grupo lo que hace es venir a complicar el ya difícil problema de la no utilización o subutilización de la fuerza de trabajo potencial. El crecimiento de este grupo poblacional, con altos niveles de desempleo, viene a agravar los problemas de que ya adolecen los sistemas de seguridad social en América Latina, ya que un alto porcentaje de la población no contribuye al pago de cuotas en estos sistemas, complicándose aún más el problema de la solidaridad intergeneracional.
El crecimiento de la población de 60 años y más, designada por Naciones Unidas como “Adultos Mayores”, es el que mayor preocupación concita, ya que se trata de un grupo que en un alto porcentaje es “dependiente”, ya sea porque se haya retirado de la actividad económica, o no haya trabajado nunca (como es el caso de muchas mujeres). Es obvio que este grupo plantea importantes demandas, especialmente el mantenimiento por algún familiar o el Estado, si no pertenece a ningún sistema de seguridad social, lo que es bastante frecuente especialmente para los de edades más avanzadas (80 y más años). Otra demanda es la de la atención médica, que con frecuencia exige hospitalización para estados de salud que, a medida que avanza la edad, se deterioran severamente.
En el estudio de este grupo resultará muy útil estar en condiciones de estimar valores de esperanza de vida para grupos con distintas características. En los tres casos anteriores ya no basta el análisis demográfico formal. Ahora se hace indispensable establecer relaciones, formular análisis y llegar a conclusiones acerca de cómo lograr la proposición de soluciones para resolver los problemas que la evolución de estas estructuras de edad entre distintos grupos sociales plantea al desarrollo económico y social del país. Llamémosla una demografía sustantiva.
Un buen número de ciudades de América Latina se desarrolla de manera desordenada, con amplios asentamientos de población en la periferia de la ciudad. De este modo se generan problemas ambientales que, en ocasiones, afectan negativamente la salud de la población. Especialmente cuando ella está desprovista de servicios esenciales (agua potable, disposición de excretas, falta de recolección de la basura y desperdicios, etc.). Igualmente se dan problemas de transporte y de explotación desordenada de los recursos naturales disponibles.
Generalmente esta concentración urbana se da a expensas de las áreas rurales, de donde emigra población por falta de tierras agrícolas que generalmente se concentran en pocas manos, con la consiguiente depauperización de grupos importantes de la población rural que se ve así forzada a emigrar a la ciudad.
Urge que los demógrafos, en colaboración con profesionales de otras disciplinas en busca de soluciones efectivas, aborden el estudio de los problemas que se derivan de la alta concentración urbana y de la excesiva emigración rural, que están no solo creando problemas ambientales, sino también problemas asociados a la supervivencia de las poblaciones residentes en estas áreas. Los estudios de los demógrafos sobre la migración interna pueden tildarse de simplistas porque en general se han limitado a mediciones sin que se dé una investigación analítica sobre causas y efectos, magnitud de grupos afectados y características diferenciales de los mismos.
Citando a la CEPAL, es preciso considerar que “para analizar las relaciones entre la población y el medio ambiente hay que aplicar un enfoque que incluya, además de las tendencias demográficas, asuntos relacionados con los patrones de producción y consumo de la población, que preste atención a las políticas y a los adelantos tecnológicos destinados a impedir la degradación del ecosistema”3.
Los datos censales sobre la población económicamente activa han permitido dimensionar lo relativo al desempleo, pero es preciso ir más allá en el análisis de este fenómeno de muy variadas facetas y que, de manera tan significativa, vulnera a importantes grupos de población afectados por la pobreza, con bajos niveles de educación y en general condiciones de vida precarias.
Es éste otro caso en que no basta solo medir el fenómeno. En la búsqueda de soluciones a estos apremiantes problemas, la demografía debe contribuir a caracterizar según edad, sexo, localización geográfica y niveles de educación y capacitación, los grupos de población afectados por el flagelo del desempleo en sus variadas formas: el empleo informal, el subempleo... Debe también la demografía esclarecer el impacto del desempleo sobre los sistemas de seguridad social.
Salvo los análisis que se hayan hecho en el pasado sobre movimientos de inmigrantes hacia Argentina, Uruguay, Chile y Brasil, en tiempos recientes ha sido México el que de manera más sistemática y más persistente está estudiando la migración mexicana a los Estados Unidos. Hoy día, sin embargo, movimientos migratorios internacionales de diversa naturaleza se dan en numerosos países de la región. No se trata ya de la famosa “emigración de cerebros”, sino que hoy se movilizan contingentes elevados de migrantes con bajos niveles de educación, agobiados en su país de origen por el desempleo y la pobreza. Ya ha sido señalado por algunos autores latinoamericanos que las fuentes tradicionales de medición de las migraciones internacionales tienen notables limitaciones para el estudio y análisis de los movimientos que hoy presentan características distintas, prácticamente inéditas.
He aquí un campo que plantea a la demografía el reto de contribuir al análisis de los impactos que estos nuevos movimientos tienen en los lugares de origen, en los de destino, que pueden calificarse de transitorios, y en los finales. También de cuáles son las principales características de los que se movilizan: estructura familiar, grupos de edad, sexo, educación, actividades en los lugares de origen y los lugares de destino, remesas que los migrantes envían a sus países de origen, todo lo cual necesariamente obliga a mejorar y ampliar las fuentes de datos relacionadas y a realizar análisis más sofisticados.
El análisis del comportamiento y evolución de la familia, como parte integrante de los cambios demográficos que se han dado en la región, han sido temas prácticamente no estudiados en profundidad en la región. Las tremendas transformaciones sociales, económicas y políticas que se han dado en muchos de los países de la región en la segunda mitad del siglo XX y los primeros años del siglo XXI, han afectado de manera significativa a la familia, en su organización, sus roles y en su interacción con otros entes sociales. No puede la demografía latinoamericana continuar ignorando la urgencia de contribuir al estudio de la evolución sufrida por la organización familiar y los efectos demográficos que de ella se derivan. Un documento preparado por Susana Torrado, citado en la bibliografía, constituye un elemento importante para definiciones en este campo.
A la mayoría de los países latinoamericanos, especialmente los de Centroamérica y el Caribe, el desarrollo del sistema educativo y la prestación de adecuados servicios de educación a la población les plantea problemas que, en ciertos casos, parecen insalvables. La demografía puede y debe contribuir a dimensionar algunas de las características del fenómeno: estructura por edades y sexo y distribución espacial, según la categoría de los lugares de la clientela potencial del sistema educativo contrastada con lo que efectivamente se registra. Aparte de permitir una medición exacta de la cobertura del sistema, facilita el examen de problemas, tales como el déficit de cobertura en los distintos niveles de educación. Contribuiría de esta manera a evaluar uno de los objetivos de desarrollo del Milenio, propuestos por las Naciones Unidas.
Un intercambio entre demógrafos y educadores debe contribuir al desarrollo de metodologías aplicables a la medición y eventual evaluación de aspectos tales como: distribución de los docentes en el sistema y grado de formación de los mismos, evaluación del aprendizaje de los estudiantes, y algunos aspectos administrativos del sistema educativo, tales como la descentralización geográfica de los servicios.
La tendencia que hasta hace poco y con frecuencia se daba en algunas investigaciones sobre población y pobreza, de atribuir la existencia de la misma al acelerado crecimiento de la población, afortunadamente ha sido superada y hoy se reconoce que ella está ligada a la existencia de condiciones sociales y económicas que la propician.
Primera entre estas condiciones está la significativa desigualdad económica que se da prácticamente en todos los países latinoamericanos. La región es catalogada en los estudios internacionales que se realizan como de las que presentan una de las mayores desigualdades en el mundo. Esta injusticia social coloca a ciertos grupos de nuestras poblaciones en situaciones marginales en cuanto a empleo (desempleo, subempleo, empleo informal), educación (analfabeta, educación primaria). En colaboración con sociólogos y economistas, el demógrafo está capacitado y debe contribuir al análisis de qué grupos poblacionales son los más afectados por las condiciones de desigualdad y pobreza. Solo esclareciendo estas relaciones se podrá plantear la adopción de medidas de política que tiendan a corregir las inequidades.
El anatema que pendía sobre el crecimiento de la población, como responsable de la mayoría de los problemas sociales y económicos que agobian a nuestros países, afortunadamente ha ido desapareciendo a medida que, tanto esos problemas como la dinámica del crecimiento de la población, han sido mejor comprendidos. Sin embargo, nuevas situaciones plantean nuevas necesidades de investigación. Es el caso de la atención que ahora se presta a lo ambiental, a lo ecológico y a la protección de los recursos naturales. Esto le ha dado gran importancia al estudio del crecimiento de la población y el desarrollo sustentable. Economistas y demógrafos deben ahora abocarse a investigaciones que permitan establecer las relaciones existentes entre ambos fenómenos.
El notable desarrollo que se ha dado en la informática y, en general, en la aplicación de la computación a la investigación científica, plantea a los demógrafos la necesidad de aplicar estos nuevos métodos para ampliar las posibilidades de investigar temas que, por requerir amplias y extensas elaboraciones matemáticas, no se ha abordado su estudio.
En resumen: Los anteriores no son los únicos temas cuyo análisis deberá, en forma ampliada, abordarse en el futuro, pero corresponderá a los demógrafos formados en programas que trascienden la demografía formal contribuir a ampliar los límites de la disciplina.
Los anteriores no son los únicos temas cuyo análisis deberá, en forma ampliada, abordarse en el futuro, pero corresponderá a los demógrafos formados en programas que trascienden la demografía formal contribuir a ampliar los límites de la disciplina.