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Cambios en el tipo de unión ante el nacimiento del primer hijo en Chile

Change in union status after first birth in Chile

Viviana Salinas
Pontificia Universidad Católica de Chile , Chile

Cambios en el tipo de unión ante el nacimiento del primer hijo en Chile

Revista Latinoamericana de Población, vol. 8, núm. 15, pp. 65-92, 2014

Asociación Latinoamericana de Población

Attribution-NonCommercial 4.0 International (CC BY-NC 4.0),

Recepción: 30 Abril 2014

Aprobación: 23 Diciembre 2014

Resumen: Este artículo estudia los cambios en las uniones de mujeres chilenas en diferentes etapas de su fecundidad (concepción, nacimiento y cuarto cumpleaños de su primer hijo) y las variables asociadas a la transición de la convivencia al matrimonio o a la disolución. Los datos provienen de la Encuesta Nuevas Familias Chilenas. Se utilizan técnicas de sobrevivencia para estimar la probabilidad de cambio en la unión y modelos multinomiales para las transiciones desde la convivencia. Se observan bastantes cambios antes del nacimiento del primer hijo, dado que numerosas uniones consensuales se inician durante el embarazo. Los cambios son menos frecuentes después del nacimiento. Quienes originalmente estaban de novias son más proclives a modificar su unión. La edad, la educación, ser católica y tener otro hijo se asocian a un menor riesgo de matrimonio o de disolución. El uso problemático de sustancias por parte de la pareja se asocia a un mayor riesgo de disolución de la convivencia. Palabras clave cambios en el tipo unión, convivencia, matrimonio, fecundidad. Esta investigación fue posible gracias al financiamiento de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (conicyt), proyecto número 11110058 (Iniciación en Investigación, fondecyt). La autora también agradece el dedicado trabajo de Daniela Aranis como ayudante de investigación. Enviado: 30.04.2014 Aceptado: 23.12.2014 Introducción

Palabras clave: cambios en el tipo unión, convivencia, matrimonio, fecundidad.

Abstract: This paper studies changes in the union status of Chilean women at different stages of their fertility (their first child’s conception, birth and fourth birthday), as well as the variables associated with the transition from cohabitation to marriage or dissolution. Data come from the New Chilean Families Survey. Survival techniques are used to estimate the probability of change in union status, and multinomial models are used to study the transitions out of cohabitation. The results show many changes occur before the first birth, because a number of cohabiting unions start during pregnancy. After birth, the changes are less frequent. Women who were originally dating are more likely to change their status. Age, education, being Catholic and having another child are associated with a lower risk of marriage or dissolution. The report of substance abuse from the baby’s father is associated with a higher risk of dissolution of the cohabitating union.

Keywords: union transitions, cohabitation, marriage, fertility.

Introducción

En el marco de una disminución del matrimonio como forma de unión, un aumento de la convivencia y un muy fuerte crecimiento en la proporción de niños que nacen fuera del matrimonio, este artículo investiga los cambios en los tipos de unión de una muestra de madres chilenas en distintas etapas de su fecundidad: el momento de la concepción de su primer hijo, su nacimiento y su cuarto cumpleaños. Se observan diferencias en los cambios que experimentan las madres según hayan tenido a su primer hijo en el contexto de un matrimonio, de una unión consensual, de un noviazgo o de la carencia de una relación con el padre del niño. Además, se analiza con más detalle el caso de las transiciones desde la unión consensual hacia el matrimonio o el fin de la unión.

Este artículo se suma a una serie de investigaciones recientes sobre las transformaciones en las uniones de pareja en otros países latinoamericanos, entre ellos la Argentina, Uruguay y México. En tal sentido, se espera comparar nuestros resultados con los estudios de esos otros países a fin de avanzar en la identificación de eventuales patrones actuales en América Latina.

Investigaciones previas

Fecundidad y cambios en los tipos de unión

La investigación sobre cambios en fecundidad y nupcialidad en las últimas décadas y en varias regiones del mundo –incluyendo América Latina,1 los Estados Unidos y Europa ha revelado que las principales tendencias son: respecto de la fecundidad, la caída de la tasa global, la posposición del nacimiento del primer hijo y el aumento de la proporción de niños que nacen fuera del matrimonio; y respecto de la nupcialidad, una pérdida de importancia del matrimonio como forma preponderante de vida en pareja y un aumento de la convivencia.

Existe una línea de investigación que combina las dos áreas: estudia de qué modo cambios en la fecundidad propician cambios en la nupcialidad. Estados Unidos es el país que más ha analizado esta relación. Tales investigaciones se iniciaron en la década de 1990, en torno a la pregunta por la relación entre nacimiento de hijos y riesgo de divorcio. Hay relativo consenso en que tener hijos juntos aumenta los costos de separación y los beneficios del matrimonio, lo que se traduce en un efecto negativo de la presencia de hijos en el riesgo de divorcio (Berrington y Diamond, 1999; Lillard y Waite, 1993). Pero no solo la presencia de hijos importa, sino también sus características. Así, el efectoestabilizador de los hijos es más fuerte cuando se trata de niños en edad preescolar (Waite y Lillard, 1991) y más significativo con los primeros hijos que con los siguientes. Incluso, Murphy (1985) propuso la existencia de una relación con forma de U entre la estabilidad matrimonial y la paridad, según la cual las mujeres con un solo hijo tendrían un menor riesgo de divorcio que las mujeres sin hijos, pero cuando la paridad es mayor a uno la presencia de hijos estaría asociada a un riesgo de divorcio más alto. En esta línea de investigación, también hay relativo consenso en que los hijos nacidos de uniones previas se asocian a un mayor riesgo de divorcio (Ermisch, 2003; Lillard y Waite, 1993; Murphy, 1985; Waite y Lillard, 1991).

Además de la relación entre fecundidad y divorcio, más recientemente han aparecido en los Estados Unidos investigaciones sobre la relación entre fecundidad y cambios en las uniones consensuales. Estos estudios se enmarcan en la nutrida literatura que investiga el aumento de la convivencia en ese país, destacando tanto su inestabilidad como su selectividad. De acuerdo con estimadores recientes, solo alrededor del 15% de las convivencias persisten después de cinco años de iniciada la unión (Bumpass y Lu, 2000; Kennedy y Bumpass, 2008). En cuanto a la selectividad, la convivencia estadounidense está más extendida entre grupos de menores recursos socioeconómicos y minorías étnicas (Landale, 2002; Lichter, Qian y Mellot, 2006; McLanahan, 2004). En estos grupos la transición más común es hacia la disolución y no hacia el matrimonio (Bumpass y Lu, 2000; Kennedy y Bumpass, 2008; Lichter, Qian y Mellot, 2006).

En el estudio de la relación entre fecundidad y cambios en las uniones consensuales en los Estados Unidos, se han analizado las modificaciones que se producen entre el momento de la concepción y el nacimiento y los posteriores al nacimiento. La concepción de un hijo tiende a disminuir el riesgo de disolución y a aumentar el riesgo de matrimonio (Manning, 2004). Entre las mujeres latinas en Estados Unidos, aunque el riesgo de disolución también es bajo tras una concepción, las probabilidades de casarse no aumentan, sino que disminuyen mientras más tiempo haya durado la unión consensual antes de la concepción. Así, las que conviven al momento de quedar embarazadas tienen altas probabilidades de mantenerse en ese estado, lo que sugiere que para este grupo las uniones consensuales son estables (Manlove et al., 2012). En segundo lugar, respecto de las modificaciones en la convivencia después del parto, el nacimiento de un hijo en una unión consensual parece no propiciar cambios en el corto plazo, es decir, no aumenta de manera significativa el riesgo de separación ni de matrimonio (Carlson, McLanahan y England, 2004; Lichter, Qian y Mellot, 2006; Manning, Smock y Majumdar, 2004). Con el correr del tiempo, las cosas parecen ser diferentes. La línea de investigación asociada al proyecto Fragile Families2 indica que, aunque después de un año del nacimiento es poco probable que haya cambios en las convivencias, después de cinco años un 45% de las mujeres que convivían al momento del parto han terminado su relación con el padre de ese hijo (Kiernan et al., 2011). Por último, y considerando el rol de los hijos de uniones previas, varios estudios indican que su presencia disminuye el riesgo de matrimonio entre los convivientes (Bloom y Miller, 1995; Brien, Lillard y Waite, 1999; Graefe y Lichter, 2002; Lichter, Graefe y Brown, 2003; Steele et al.,2005). La investigación estadounidense ha analizado otros determinantes del cambio en las uniones, además de la fecundidad. La mayor parte de esta literatura subraya el rol de las variables socioeconómicas y de la raza (Manning, Smock y Majumdar, 2004). Las teorías económicas del matrimonio han guiado la investigación sobre el nivel socioeconómico (los salarios, más específicamente) y la transición al matrimonio. El trabajo fundacional en esta área corresponde a Becker y sus ideas sobre los beneficios de la especialización en una pareja –el hombre especializado en el mercado laboral y la mujer en la esfera doméstica– (Becker, 1981). La investigación empírica ha mostrado que los salarios masculinos tienen un efecto positivo en la probabilidad de contraer matrimonio (Oppenheimer, 2003; Williams, Sassler y Nicholson, 2008) y en la de transitar desde uniones consensuales hacia el matrimonio (Smock y Manning, 1997). El nivel educativo de los hombres, proxy de su salario potencial, también tiene una relación positiva con el matrimonio (Lichter, Qian y Mellot, 2006).

Por su parte, la investigación sobre raza y cambios en las uniones en los Estados Unidos muestra que las personas negras tienen menos probabilidades de casarse y más probabilidades de divorciarse que los blancos (Raley y Sweeney, 2009). Parte de esa brecha entre negros y blancos se explica por variables socioeconómicas, dado que la población negra suelen tener un peor nivel de ingresos que el de los blancos, pero, incluso controlando por dicho nivel, entre los primeros el matrimonio es menos probable y las separaciones ocurren con más frecuencia (Manning, 2002). La población latina en los Estados Unidos tiene menos probabilidades de casarse que los blancos, pero tiende a experimentar convivencias de larga duración (Bramlett y Mosher, 2001; Landale y Forste, 1991; Manlove et al., 2012), lo que está en línea con la idea –antes mencionada– de la existencia de una estabilidad en las uniones consensuales de los latinos de ese país.

Otras variables que las investigaciones previas han considerado cuando se analizan cambios en las uniones de pareja son el background familiar, la calidad de la relación y la edad. El backgroundfamiliar puede potenciar cambios en la unión de una pareja por los diversos procesos de socialización asociados a diferentes estructuras familiares: las personas que vivieron la separación de sus padres o que pasaron parte de su infancia en un hogar uniparental pueden tener actitudes más abiertas respecto de la finalización de una unión (Amato y Booth, 1991 y 1997; Wolfinger, 1999); las mujeres que tienen un hijo sin estar casadas y que crecieron con ambos padres presentan una mayor probabilidad de casarse o iniciar una convivencia con el padre del niño después del nacimiento (Carlson, McLanahan y England, 2004); y entre los convivientes, crecer con ambos padres biológicos se asocia a menos probabilidades de disolución de la unión (Manlove et al., 2012).

Las uniones de mejor calidad probablemente serán más estables en el tiempo o transitarán hacia relaciones con un mayor compromiso. Para madres que estaban en una relación de noviazgo al momento del parto, que la pareja tenga problemas con el alcohol o las drogas –lo que puede tomarse como indicador de una relación de mala calidad– se asocia a menores probabilidades de transitar a la convivencia (Carlson, McLanahan y England, 2004) o al matrimonio (Osborne, 2005).

Finalmente, con respecto a la edad, las mujeres mayores parecen tener menos probabilidades de ver disuelta una convivencia que las mujeres jóvenes, lo que se puede explicar por la madurez y los recursos que se ganan conforme pasan los años; y la transición desde la convivencia al matrimonio es menos probable a medida que las parejas envejecen (Lichter, Qian y Mellot, 2006).

Fecundidad y cambios en las uniones en Europa

En Europa, se ha investigado ampliamente la disminución del matrimonio, el aumento de las uniones consensuales, la caída de la fecundidad y el incremento proporcional de la fecundidad no matrimonial (Lesthaeghe y van de Kaa, 1986; Lesthaeghe, 1995; Billari y Kohler, 2004; Kiernan, 2004). Reconociendo que, en estos tópicos, existe diversidad en el continente, la tendencia generalizada en las últimas décadas es el aumento de la proporción de nacimientos no matrimoniales, tendencia que se debe principalmente al crecimiento de la convivencia y que implica que la mayor parte de los niños sigue naciendo en el contexto de una pareja, aunque no necesariamente casada (Kiernan, 2004).

Sin embargo, desde la perspectiva del presente trabajo, importa más la relación entre fecundidad y cambios en las uniones, área en que la investigación europea es menos abundante. Hay datos de inicios del milenio que indican que el embarazo y el nacimiento tienen un fuerte impacto sobre la formación de uniones de mujeres solteras en Alemania y Suecia, pero ese efecto disminuye meses después del nacimiento del niño. Mientras que en Alemania un embarazo propiciaba más la formación de matrimonios que de convivencias, en Suecia ocurría lo opuesto (Baizán, Arnstein y Billari, 2004). La comparación de Alemania y Francia, alrededor de la misma época, ofrece resultados similares: el embarazo propiciaba la formación de matrimonios más que de uniones consensuales en mayor medida en Alemania que en Francia (Le Goff, 2002). En España los patrones eran similares a los de Alemania: un embarazo se asociaba a un elevado riesgo de entrar en una unión, y los embarazos y nacimientos eran seguidos con más frecuencia por matrimonios que por convivencias (Baizán, Arnstein y Billari, 2003).

Más recientemente, Brienna Perelli-Harris y otros analizaron datos de varios países3 y varias generaciones de mujeres para investigar cambios en la unión en relación con la fecundidad; en particular, observaron cómo cambia el estado civil al momento de la concepción del primer hijo, su nacimiento y su primer y tercer cumpleaños. Sus resultados dan cuenta de una variabilidad regional, pese a que hay ciertas tendencias comunes, tales como la disminución proporcional de los nacimientos en mujeres solteras y el aumento de nacimientos en convivientes. Al observar los cambios entre concepción y nacimiento, se advierte que existen varios patrones: en un grupo de países (Austria, Holanda, Alemania, Rusia y Hungría), hay un movimiento importante hacia el matrimonio (shotgurn weddings), lo que guarda relación con la investigación previa sobre Alemania; en otro grupo, no hay cambios significativos entre concepción y nacimiento (Noruega y Francia); y en un país (Reino Unido), aumenta la convivencia entre concepción y nacimiento, lo que indica que una parte de las mujeres que quedan embarazadas en ese país optan por la convivencia en lugar de por un matrimonio a la fuerza. En cuanto a las transformaciones en la unión después del nacimiento, entre las mujeres en una unión consensual al momento del parto, los cambios son poco comunes un año después del nacimiento; sin embargo, tres años después, más del 60% de las mujeres que dieron a luz mientras convivían deja ese estado. La mayor parte de las transiciones son hacia el matrimonio, y menos del 11% de las convivencias finaliza. Así, considerando que una creciente proporción de mujeres está teniendo su primer hijo en el contexto de una unión libre, pero que la mayoría de esas uniones se convierte en matrimonio dentro de tres años, la fecundidad no necesariamente propicia al matrimonio en el contexto europeo, pero la crianza sí parece hacerlo (Perelli-Harris et al., 2012).

Fecundidad y cambios en las uniones en América Latina

En América Latina, la investigación sobre la relación entre fecundidad y cambios en los tipos de unión es más incipiente, en gran parte por la ausencia de datos longitudinales apropiados para responder este tipo de preguntas. No obstante, hay antecedentes para el caso argentino. En un estudio que compara a madres de diferentes cohortes, Binstock (2010) constata cambios importantes entre las mujeres nacidas antes de 1960 y las nacidas después de 1980. La concepción del primer hijo en el matrimonio disminuye de manera importante entre las mujeres más jóvenes, mientras que las concepciones en una relación de convivencia o de noviazgo son mucho más frecuentes. Además, al observar los cambios de estado civil entre concepción y parto, se advierte que en la cohorte mayor no hay grandes transformaciones, en la cohorte siguiente (nacidas entre 1960 y 1979) hay un movimiento desde el noviazgo al matrimonio y en la cohorte más joven se registra un movimiento sustancial desde el noviazgo a la convivencia.

Respecto de los cambios en el tipo de unión después del nacimiento, Laplante y Street (2009), analizando también el caso argentino, encuentran que el nacimiento de un hijo dentro de una unión libe no aumenta el riesgo de matrimonio en el corto plazo. Resultados similares existen para México, donde el nacimiento de un hijo pareciera retrasar el matrimonio (Pérez Amador, 2008). Todo esto es semejante a lo que se observa en Europa y los Estados Unidos. En México se ha analizado también cómo el embarazo afecta la formación de uniones: se asocia a una alta probabilidad de formar una unión, vía convivencia o matrimonio, en proporciones similares; pero esta similitud entre el riesgo de formar un matrimonio o una convivencia desaparecería después del nacimiento, pues, a medida que pasa el tiempo, se hace más probable que las madres solteras formen una unión consensual en lugar de un matrimonio (Solís, 2004).

El caso argentino resulta relevante para el presente estudio porque Chile muestra patrones actuales y trayectorias demográficas comparables a los de la Argentina y el Uruguay. Los tres países tienen una trayectoria de descenso de la fecundidad anticipada respecto del resto del continente y actualmente convergen en tasas similares, levemente bajo el nivel de reemplazo. Las tendencias de la nupcialidad también son semejantes: durante el siglo xx, los tres países alcanzaron tasas bastante más altas que otros países del continente, tasas que empezaron a caer en la década de 1970 y que actualmente bordean los 3.5 por mil (Binstock, 2010). Históricamente, la convivencia fue menos prevaleciente en Sudamérica que en Centroamérica y el Caribe (Quilodrán, 2003; Esteve, Lesthaeghe y Román, 2012) y era másfrecuente entre grupos de bajo nivel socioeconómico y sectores rurales (Pellegrino, 1997; Schkolnik y Pantelides, 1974). En los tres países, las uniones consensuales han crecido en décadas recientes: hacia 2010, la mitad de las mujeres argentinas y uruguayas y el 40% de las chilenas que vivían en pareja lo hacían en una unión consensual. Y los tres países también comparten una tendencia de aumento en la proporción de nacimientos fuera del matrimonio (Binstock, 2010).

El caso chileno

No hay investigaciones previas en Chile que analicen cómo se asocian los cambios en la fecundidad con cambios en los diferentes tipos de unión desde una perspectiva cuantitativa, pero sí hay literatura que da cuenta del cambio familiar, subrayando el rol de los nacimientos no matrimoniales y el aumento de la convivencia. Respecto de lo primero, se constata un crecimiento continuo y bastante impresionante de la proporción de niños que nacen fuera del matrimonio: pasó del 15% en 1960 al 70% en 2013 (Larrañaga, 2006; Registro Civil e Identificación, 2013) (véase el Gráfico 1).

Distribución porcentual de nacimientos según el estado civil de la madre. Chile. Años 1993/2013
Gráfico 1
Distribución porcentual de nacimientos según el estado civil de la madre. Chile. Años 1993/2013

Fuente: Base de datos de nacimientos, Departamento de Estadísticas e Información en Salud (DEIS), Ministerio de Salud de Chile

Fuente: Base de datos de nacimientos, Departamento de Estadísticas e Información en Salud (DEIS), Ministerio de Salud de Chile

Aunque fuera del matrimonio, también en Chile la mayor parte de los niños estaría naciendo en el contexto de una pareja. En una investigación que hemos realizado recientemente y que opera como antecedente de este estudio, se constató que la mayor parte de los primeros nacimientos ocurre en el contexto de convivencias, matrimonios o relaciones de noviazgo4 (Salinas, 2011).

El Sistema de Estadísticas Vitales solo distingue entre mujeres casadas y solteras (categoría que incluye a convivientes, solteras, separadas, divorciadas y viudas), pero permite apreciar cambios en la edad y educación de uno y otro grupo. La Tabla 1 muestra una diferencia de ocho años en la edad a la que las mujeres casadas y solteras tienen a su primer hijo –al menos desde 2006–, diferencia que implica un pequeño aumento respecto de lo que se observaba a inicios de los noventa.

Tabla 1
Edad y escolaridad promedio de las madres (en años), según estado civil al momento del nacimiento del primer hijo. Chile. Años 1993/2011
Año
Edad de la madre Escolaridad de la madreDiferencias casadas-solteras
CasadasSolterasCasadasSolterasEdadEscolaridad
199327.421.711.49.95.71.5
199427.521.711.5105.81.4
199527.721.511.610.16.21.4
199627.921.411.710.26.41.5
199728.021.411.810.36.61.6
199828.221.312.010.36.81.6
199928.421.412.210.57.01.7
200028.621.512.410.77.21.7
200128.921.412.510.87.41.7
200229.021.512.711.07.51.7
200329.221.812.911.27.51.8
200429.521.913.111.37.61.8
200529.721.813.311.47.81.9
200629.921.813.511.58.12.0
200729.922.013.711.67.92.0
200830.122.013.911.78.12.1
200930.222.314.111.88.02.3
201030.422.314.312.08.22.3
201130.522.514.512.18.12.4

Fuente: Base de datos de nacimientos, Departamento de Estadísticas e Información en Salud (deis), Ministerio de Salud

Fuente: Base de datos de nacimientos, Departamento de Estadísticas e Información en Salud (deis), Ministerio de Salud

En cuanto a educación, la Tabla 1 muestra diferencias entre primíparas casadas y solteras: las primeras completan dos años más de escolaridad que las segundas. La diferencia de escolaridad también ha aumentado respecto de los inicios de los años 1990, pero mucho más levemente, y básicamente indica que las mujeres que tienen su primer hijo sin estar casadas tienden a completar solo la enseñanza secundaria obligatoria, mientras que las casadas avanzan hacia estudios postsecundarios.

Respecto del aumento de la convivencia, el fenómeno es más reciente que el aumento de la proporción de nacimientos no matrimoniales: se inicia en la década de 1990. Hay alguna evidencia de que la convivencia en Chile está extendiéndose también entre grupos más aventajados socioeconómicamente y en las cohortes más jóvenes (Binstock y Cabella, 2011; Herrera y Valenzuela, 2006). También se ha sugerido que las convivencias en Chile tienen una duración larga; Wiegand (2012) reporta que durarían en promedio ocho años. Además, existe un trabajo cualitativo reciente que analiza las uniones consensuales en sectores de ingresos medios-bajos y que concluye que el principal evento que gatilla la formación de una unión consensual es el embarazo (Ramm, 2013).

El aumento de la convivencia y de la proporción de nacimientos fuera del matrimonio en Chile se ha dado en paralelo a la expansión de la educación, con un promedio de escolaridad de 12.9 años en 2011 para los jóvenes de entre 25 y 29 años (mideplan-casen, 2011), y de crecimiento de la participación laboral femenina, con una tasa de participación del 47.6% en agosto-octubre de 2013 (ine, 2014). El contexto económico y político en las últimas dos décadas ha sido de relativa estabilidad.

Datos y estrategia metodológica

Datos

Los datos para esta investigación provienen de dos olas de la Encuesta de Nuevas Familias Chilenas. La primera recogida de datos ocurrió en 2008-2009 y la segunda en 2012. La primera ola consistió en una encuesta postparto implementada en cinco hospitales de Santiago, la capital del país, donde vive alrededor de un tercio de la población, e incluyó a 686 mujeres. Las madres eran elegibles para participar si tenían 18 años o más, si estaban teniendo a su primer hijo y si su salud o la del recién nacido no había quedado seriamente comprometida después del parto. El diseño de la muestra no fue probabilístico, pero los hospitales que participaron incluyen al hospital público más grande del país, un hospital semipúblico y tres hospitales privados, lo que genera variabilidad en el nivel socioeconómico de la muestra.5En la práctica, todas las mujeres elegibles fueron encuestadas, pues solo cinco rechazaron participar durante los cinco meses que duró el trabajo de campo. De todas las mujeres entrevistadas en la primera ola, 585 accedieron a ser contactadas para una segunda entrevista y proporcionaron información de contacto válida.

La segunda ola ocurrió entre mayo y septiembre de 2012. La tasas de respuesta alcanzó a un 74% de la muestra original elegible para participar (431 mujeres). Para aumentar el tamaño de la muestra, y considerando que la original no era probabilística, se agregó otra complementaria de 182 mujeres, diseñada para coincidir –en términos de edad, educación y seguro de salud (público o privado)– con las características de las mujeres de la muestra original que no fueron contactadas. A estas mujeres se les pidió que contestaran preguntas retrospectivas que correspondían a las variables clave del cuestionario aplicado en la ola uno, cuando ello era posible. El tamaño de la muestra total de la segunda ola fue de 613, 6 sumando la muestra original contactada y la muestra complementaria.7

Estrategia analítica

Después de describir la muestra, el análisis empieza usando técnicas de sobrevivencia (tablas de vida) para estimar la probabilidad de que las mujeres experimenten un cambio en el tipo de relación que tenían con el padre de su primer hijo al momento del nacimiento. Se estiman tablas de vida para toda la muestra y por separado para mujeres en distintos tipos de unión al momento del parto.

La segunda parte del análisis apunta a la pregunta por las variables asociadas a los cambios en las uniones. Se trabaja solo con las transiciones desde la convivencia hacia el matrimonio o la disolución, que son las que la literatura previa ha estudiado más intensamente y para las cuales el tamaño de la muestra permite hacer más análisis. Empezando con la fecha del primer parto, las mujeres contribuyen años persona a la base de datos hasta que experimentan un cambio en el tipo de unión con el padre del niño, ya sea porque se casan con él o porque terminan la relación, o hasta que son censuradas, lo que genera 760 años persona.

Variables

Para medir los cambios en el tipo de unión, se utilizan variables de la primera y segunda ola. En la primera ola, se le preguntó a las mujeres qué tipo de relación tenían con el padre del niño (ninguna relación, noviazgo, convivencia o matrimonio), la fecha en que esa relación había comenzado y, cuando era aplicable, las fechas en que habían empezado a vivir juntos, se habían casado y se habían separado. Estas preguntas se repitieron en la segunda ola. Los cambios en el tipo de unión resultan de comparar el tipo de relación reportado en las olas uno y dos. Se siguen los posibles cambios en el tipo de relación por hasta cuatro años después del nacimiento del primer hijo. Hay censura cuando no hay cambios en el tipo de relación hasta el cuarto año. Se excluyen los casos que en la ola dos no reportan ningún tipo de relación o que reportan un nuevo tipo pero no la fecha en que ocurrió el cambio. Después de eliminar los casos en que el nuevo tipo de relación o la fecha de la transición son desconocidas, la muestra se reduce a 531 casos, 8 401 de los cuales corresponden a la muestra original y 130 a la muestra complementaria. 9No hay diferencias significativa entre la muestra total (613 casos) y la muestra analítica (531 casos) en ninguna de las variables en estudio. El período de tiempo que las mujeres pasan en el mismo tipo de relación con el padre de su primer hijo se mide en años.

Los modelos multinomiales para las transiciones incluyen como covariables medidas al momento del parto: la edad; el nivel educacional (secundaria incompleta o menos, secundaria completa, postsecundaria de tipo técnico y postsecundaria de tipo universitario, completa o incompleta, en ambos casos); la religión (católica; evangélica o protestante; ninguna, agnóstica o atea; otra); el background familiar (medido por una variable dummy que identifica a las mujeres que vivían con ambos padres a los 15 años); y el nivel socioeconómico de origen (medido por el nivel educacional de su padre: secundaria incompleta o menos, secundaria completa, postsecundaria). Además, se incorpora un indicador que varía en el tiempo y que indica si la mujer ha tenido otro hijo o está embarazada. Esta variable tiene valor 0 en los períodos en que las encuestadas no reportan nuevos hijos y embarazos, y tiene valor 1 desde que los reportan, esto es, para ese período y todos los siguientes, bajo el supuesto de que el efecto del nacimiento de un nuevo hijo o embarazo es un efecto a largo plazo.

Para las mujeres de la muestra original se estima un modelo adicional que permite incorporar dos covariables que no pudieron ser medidas de manera retrospectiva y que identifican a las mujeres que, en el momento del parto, dicen que el padre del niño alguna vez ha tenido problemas con su familia o su trabajo por consumir alcohol o drogas y a las que indican que el padre de su primer hijo ya tenía hijos de relaciones anteriores. La no respuesta a las variables detalladas es baja, pero existe: hay dos casos para edad, cuatro casos para el reporte de nuevos hijos o embarazos, 14 casos para el reporte de paternidad previa de la pareja, tres casos para el reporte de abuso de sustancias de la pareja y 53 casos para el reporte del nivel educacional del padre. Para no reducir más el tamaño de la muestra, se imputaron los valores medios según tipo de relación inicial para la variable edad y la moda según el tipo de relación inicial para las otras cuatro variables.

Resultados

El Gráfico 2 muestra los cambios en los tipos de uniones en el período considerado. En esta muestra el estado más frecuente al momento de la concepción es el noviazgo –casi la mitad de los casos–, mientras que un cuarto de mujeres estaba casada y un 30% convivía. Al momento del parto, un 40% de las mujeres convivía, lo que implica un movimiento importante desde el noviazgo hacia la unión consensual durante el embarazo, como han reportado para cohortes jóvenes Binstock en Buenos Aires, Perelli-Harris en Reino Unido y Ramm –desde una perspectiva cualitativa– en chilenas de ingresos medios-bajos. Entre concepción y nacimiento, la proporción de mujeres casadas se incrementa en cinco puntos porcentuales, mientras que cerca del 10% de las uniones se disuelve. Cuatro años después del nacimiento, el matrimonio crece otros cinco puntos porcentuales y las convivencias decrecen en similar proporción. Los noviazgos disminuyen más marcadamente, pasando del 19% al 5%, y las uniones disueltas aumentan hasta alcanzar a un cuarto de la muestra.

Distribución porcentual de las encuestadas por tipo de relación, al momento de la concepción, del parto y cuatro años después (n=531). Santiago de Chile. Años 2008-2012
Gráfico 2
Distribución porcentual de las encuestadas por tipo de relación, al momento de la concepción, del parto y cuatro años después (n=531). Santiago de Chile. Años 2008-2012

Fuente: Encuesta longitudinal de Nuevas Familias Chilenas

Fuente: Encuesta longitudinal de Nuevas Familias Chilenas

Descripción de la muestra

La Tabla 2 resume las características de la muestra en el resto de las variables en estudio. En términos sociodemográficos, hay marcadas diferencias entre mujeres en distintos tipos de unión: en esta muestra, las mujeres casadas al momento del primer parto son las de mayor edad y más educadas, seguidas por las convivientes y, más de lejos, por las mujeres en una relación de noviazgo o las que ya no tenían una relación con el padre de su hijo.

Tabla 2
Características de la muestra según tipo de relación al nacimiento del primer hijo (n=531). Santiago de Chile. Años 2008-2012
VariablesTipo de relación ola 1
CasadasConviviendoDe noviasSolterasTotal
Edad ola 1***30.541.818.88.9100.0
18-191.212.636.038.315.8
20-2414.237.444.036.231.5
25-2929.028.415.023.425.6
30-3442.615.33.02.120.2
35-4513.06.32.00.07.0
Total100.0100.0100.0100.0100.0
Media de edad30.025.622.522.326.1
(desv. est.)4.85.34.33.75.6
Nivel educacional ola 1***
Sec. incompleta1.911.717.019.210.4
Sec. completa15.438.344.053.233.7
Postsec. técnica19.825.222.017.022.2
Postsec. universitaria63.024.817.010.633.7
Total100.0100.0100.0100.0100.0
Religión**
Católica71.054.562.072.362.5
Evangélica16.721.616.021.319.0
Ninguna, Atea, Agnóstica, Otra12.423.922.06.418.5
Total100.0100.0100.0100.0100.0
Vivía con ambos padres a los 15 años **66.750.957.038.355.7
Nivel educacional del padre***
Sec. incompleta23.547.348.066.041.8
Sec. completa23.533.832.019.229.0
Postsecundaria53.118.920.014.929.2
Total100.0100.0100.0100.0100.0
Padre del niño tiene otros hijos fuera de la relación (n=401)**12.619.023.832.519.0
Reporte de abuso de sustancias por parte del padre del niño (n=401)***39.212.732.510.0
Ha tenido más hijos o está embarazada**46.327.916.012.829.9

Nota: * p<0.05, **p<0.01, ***p<0.001 (test de independencia χ2)

Fuente: Encuesta longitudinal de Nuevas Familias Chilenas.

Fuente: Encuesta longitudinal de Nuevas Familias Chilenas.

Las diferencias entre grupos no son tan grandes en cuanto a religión, en tanto el catolicismo es la afiliación religiosa más frecuente en todos los grupos; pero cabe destacar que entre las convivientes y las solteras al momento del primer parto hay un porcentaje levemente superior de evangélicas, religión que viene creciendo en importancia en Chile y reclutando principalmente población de bajos ingresos (Fediakova y Parker, 2009). Además, tanto entre las convivientes como entre las mujeres en una relación de noviazgo, el porcentaje que no reconoció afiliación religiosa es relativamente más alto, lo que podría asociarse a valores más liberales. En cuanto al background familiar, alrededor de la mitad de las encuestadas creció en familias intactas, porcentaje más alto entre las mujeres casadas almomento del primer parto y bastante más bajo entre las mujeres que ya no tenían una relación con el padre de su primer hijo. Es también entre las casadas que se encuentra la mayor proporción de mujeres cuyos padres tenían estudios postsecundarios –lo que puede usarse como proxy de una situación socioeconómica más holgada–, mientras que los otros tres grupos son bastante similares en este aspecto, a excepción de las mujeres solteras, que probablemente crecieron en el ambiente más restringido socioeconómicamente, porque el porcentaje de mujeres cuyos padres no terminaron la secundaria es más alto en este grupo. Solo el 10% de la muestra reportó uso problemático de sustancias por parte del padre del hijo, cifra que es superior entre las mujeres solteras, acercándose a un tercio, y que podría ser una de las razones para el fin de esa relación. Un 19% de la muestra reporta que la pareja ya tenía hijos de relaciones anteriores, lo que es menos frecuente entre las casadas y más frecuente entre las solteras. Finalmente, un 30% de la muestra tuvo otro hijo entre las dos olas (lo que incluye 22 casos de mujeres que no tenían otro hijo pero que estaban embarazadas en la ola dos). El nacimiento de un nuevo hijo se da en mayor medida entre las mujeres que estaban casadas al momento del primer parto y es menos frecuente entre quienes habían terminado su relación, estaban de novias o en una unión consensual, en ese orden.

Cambios en el tipo de unión postparto

La Tabla 3 resume los resultados de las tablas de vida para los cambios en las uniones (de decremento simple y múltiple). La tabla incluye, para cada período, la sobrevivencia (es decir, el porcentaje de mujeres que no cambia de estado), el cambio acumulado (o riesgo acumulado) y la especificación de los destinos hacia los cuales se dirigen las mujeres cuando pasan por una transición. El primer panel incluye a toda la muestra e indica que, después de cuatro años de nacido el primer hijo, el 32.8% de las uniones se ha modificado. Los cambios no son muy frecuentes en el período inmediatamente posterior al nacimiento del hijo (cerca del 5% de las uniones cambia entre el nacimiento y el primer cumpleaños del niño). Es durante el primer y el segundo año de vida del niño que se producen más cambios. La velocidad del cambio vuelve a bajar después de los tres y cuatro años de edad.

Los siguientes paneles de la Tabla 3 muestran los cambios de tipo de unión para cada uno de los estados iniciales. Las mujeres casadas al momento del primer parto son el grupo más estable, mientras que quienes estaban en una relación de noviazgo tienen más probabilidad de ver transformada su relación, dado que el 76% cambia de relación en cuatro años. Un 33% de las convivientes al momento del parto y un 17% de las madres que habían terminado la relación con el padre de su primer hijo experimentan una modificación en ese estado cuatro años después del nacimiento (lo que en el último caso significa reanudar la relación con el padre del niño).

La inserción laboral de los inmigrantes latinoamericanos frente a la crisis

Hemos planteado ya nuestra tesis de que, como efecto de la crisis económica, los inmigrantes latinoamericanos han tendido a concentrarse en trabajos ubicados en las partes más bajas de la estructura sociocupacional, en las cuales suelen predominar condiciones de mayor precariedad: inestabilidad y desregulación contractual y, en general, menores niveles de protección social. Para ilustrar esta tesis, presentamos a continuación un análisis estadístico que refleja este cambio en la inserción laboral de los inmigrantes latinoamericanos, tanto en lo que se refiere a su participación en la estructura ocupacional como a sus condiciones laborales.

Los siguientes paneles de la Tabla 3 muestran los cambios de tipo de unión para cada uno de los estados iniciales. Las mujeres casadas al momento del primer parto son el grupo más estable, mientras que quienes estaban en una relación de noviazgo tienen más probabilidad de ver transformada su relación, dado que el 76% cambia de relación en cuatro años. Un 33% de las convivientes al momento del parto y un 17% de las madres que habían terminado la relación con el padre de su primer hijo experimentan una modificación en ese estado cuatro años después del nacimiento (lo que en el último caso significa reanudar la relación con el padre del niño).

Tabla 3
Cambios en el tipo de unión durante los primeros cuatro años de vida del primer hijo, según tipo de unión de la madre al nacer. Santiago de Chile. Años 2008-2012
Tipo de relación en el momento del partoPeríodo de tiempo
Año 1Año 2Año 3Año 4Cambio porcentual al fin del período
Total mujeres (n inicial=531)
Sin cambio86.676.571.467.2
Cambio acumulado13.423.528.632.8
Casadas (n inicial=162)
Sin cambio95.793.891.490.1
Cambio acumulado (a disolución)4.36.28.69.9
Convivientes (n inicial=222)
Sin cambio89.280.672.566.7
Cambio acumulado10.819.427.533.3
A matrimonio4.17.210.811.735.1
A disolución6.812.216.721.664.9
Novias (n inicial=100)
Sin cambio64.034.030.024.0
Cambio acumulado36.066.070.076.0
A matrimonio1.06.07.07.09.2
A convivencia20.030.030.035.046.1
A disolución15.030.033.034.044.7
Solteras (n inicial=47)
Sin cambio91.587.285.183.0
Cambio acumulado8.512.814.917.0
A matrimonio2.12.12.12.112.5
A convivencia6.410.612.814.987.5

Fuente: Encuesta longitudinal de Nuevas Familias Chilenas.

Fuente: Encuesta longitudinal de Nuevas Familias Chilenas.

De producirse un cambio en la unión, el estado de destino depende de la relación inicial: entre las casadas, la única opción es la disolución de la unión; entre las convivientes, las opciones son casarse o terminar la unión; 10 entre las que estaban de novias, las opciones son casarse, iniciar una unión consensual o terminar la relación; y entre las que estaban solteras, las opciones (de reconciliación) son casarse o iniciar una convivencia con el padre del niño. Considerando estas distinciones, y sin atender demasiado al período cuatro –cuando el set de riesgo es más pequeño–, la Tabla 3 indica que, en el caso de las convivientes, considerando todos los cambios del período, la salida más frecuente para las que modifican el tipo de relación es la disolución de la unión. Entre las mujeres que estaban de novias cuando tuvieron su primer hijo, en todos los períodos el matrimonio es una opción poco frecuente y la unión consensual tiene una probabilidad de ocurrir similar a la disolución de la unión. Entre las solteras, que representaban un grupo inicial pequeño, de haber reconciliación con el padre del hijo generalmente es en formato de unión consensual. La reconciliación vía matrimonio es infrecuente en todos los períodos; de hecho, hay solo una mujer que se casa con el padre de su primer hijo, lo que ocurre en el primer año de vida del niño.

El Gráfico 3 muestra la tasa de riesgo (proporción condicional de cambio, considerando que se trata de datos discretos) para cada uno de los períodos considerados, según el tipo de unión inicial. Solo entre las mujeres que originalmente estaban en una relación de noviazgo se observa un período de mayor riesgo que los demás –el segundo año de vida del niño–, que va seguido por un riesgo mucho más bajo en el año tres. Para los otros grupos, más allá de las diferencias de nivel, el riesgo de cambio en la unión parece ser similar entre períodos.

Proporción condicional de cambio de unión según tiempo transcurrido desde el nacimiento y tipo de unión al momento del parto. Santiago de Chile. Años 2008-2012
Gráfico 3
Proporción condicional de cambio de unión según tiempo transcurrido desde el nacimiento y tipo de unión al momento del parto. Santiago de Chile. Años 2008-2012

Fuente: Encuesta longitudinal de Nuevas Familias Chilenas

Fuente: Encuesta longitudinal de Nuevas Familias Chilenas

Variables asociadas a la transformación de las uniones consensuales

La Tabla 4 resume los resultados de dos modelos multinomiales para las transformaciones de las convivencias, usando como categoría de referencia el permanecer en una unión consensual. El primer modelo incluye a toda la muestra, pero excluye la variable sobre el reporte de hijos previos y uso problemático de sustancias por parte del padre del niño. El segundo modelo incluye solo la muestra original, pero incluye esa variable.

Tabla 4
Modelos multinomiales para los cambios en la unión de madres en unión consensual al momento del primer parto (razones de riesgo relativo). Santiago de Chile. Años 2008-2012
VariablesA matrimonioA disolución
Modelo 1Modelo 2Modelo 2Modelo 2
Período (ref: año del nacimiento)
Año 20.6440.5650.6840.693
Año30.386*0.429*0.484*0.504*
Año 40.142**0.199**0.262** 0.240**
Edad (ref: 18-19)
20-240.5080.4780.351**0.224**
25-290.7210.8920.279**0.168**
30-340.750.3980.143**0.101**
35 o más0.6530.5620.051**0.054**
Educación (ref: Secundaria incompleta o menos)
Sec. completa0.7192.0010.372**0.356*
Postsec. técnica1.0251.0460.9261.145
Postsec. universitaria1.4574.3571.9653.573*
Religión (ref: Católica)
Evangélica3.947**6.739**2.578**1.792
Ninguna, Atea, Agnóstica, Otra2.319*4.290**2.570**1.889+
Vivía con ambos padres a los 15 años1.0880.9680.633*0.838
Nivel educ. padre de la entrevistada (ref: Secundaria incompleta)
Secundaria completa0.9030.820.501*0.486*
Postsecundaria1.2470.9441.2011.248
Ha tenido más hijos o está embarazada1.7860.8920.177*0.100*
Padre del niño tiene hijos fuera de la relación0.7940.969
Reporte de abuso de sustancias por parte del padre del niño0.004.120**
Constante0.167**0.066**1.1951.132
Observaciones (años persona)760555760555

Nota: * <0.05, **<0.01, ***<0.001

Fuente: Encuesta longitudinal de Nuevas Familias Chilenas.

Fuente: Encuesta longitudinal de Nuevas Familias Chilenas.

Cuando se considera la transición desde la convivencia hacia el matrimonio, solo las variables asociadas al paso del tiempo y la religión tienen un efecto significativo, lo que probablemente sea por el pequeño número de transiciones hacia el matrimonio que ocurren en esos datos (solo hay 26 transiciones hacia el matrimonio, mientras que hay 48 disoluciones de unión). Así, los resultados sugieren que el paso del tiempo se asocia a una menor probabilidad de pasar de convivencia a matrimonio y que las evangélicas y las mujeres sin afiliación religiosa tienen en esta muestra un mayor riesgo de matrimonio que las católicas.

En cuanto a las transiciones que ponen fin a la convivencia, el tiempo también tiene un efecto significativo, similar al de la transición al matrimonio; es decir, es menos probable que las uniones se rompan mientras más años pasan. Una mayor edad se asocia a un menor riesgo de disolución de la unión. Las mujeres que terminaron la educación secundaria tienen un menor riesgo de separación que las convivientes que no la completaron, y las mujeres con estudios universitarios presentan más riesgo de ver disuelta su convivencia que las que no completaron la educación secundaria, pero solo en el Modelo 2. En relación con la religión, quienes no son católicas muestran más riesgo de separación que las católicas. Con respecto al background familiar, las convivientes cuyos padres completaron la secundaria tienen menor riesgo de disolver la unión que las convivientes cuyos padres no terminaron ese nivel de enseñanza, y el haber crecido con ambos padres se asocia a un menor riesgo de fin de la unión, pero solo en el Modelo 1. El nacimiento de un nuevo hijo se relaciona con un menor riesgo de ruptura de la unión. Finalmente, de las dos variables del Modelo 2 que se pueden usar como proxies de la calidad de la relación, solo el reporte de que la pareja había tenido problemas con el alcohol o las drogas se asocia al riesgo de fin de la unión, que es cuatro veces mayor en este grupo que entre las convivientes que no reportan abuso de sustancias de sus parejas. La inclusión de estas variables también elimina la significancia de la variable que identifica a las mujeres que vivieron junto a ambos padres hasta los 15 años y a las evangélicas, y hace significativo el efecto de la variable que identifica a las mujeres con educación universitaria.

Discusión

Este artículo responde a la pregunta por las transformaciones que experimentan, en Chile, las uniones de pareja con el nacimiento del primer hijo, usando una muestra longitudinal relativamente pequeña, recogida en la capital del país. Los resultados deben tomarse como una primera aproximación exploratoria al tema y, dado que la muestra utilizada no es probabilística, no pueden generalizarse a todo el país. Además, la muestra es pequeña y considera un período de seguimiento de solo cuatro años, lo que no permite decir nada respecto de las transformaciones que ocurran después –por ejemplo, cuando los niños cumplan seis años y deban iniciar su educación escolar–. El análisis realizado tampoco incluye mediciones de los valores de las entrevistadas que podrían jugar un rol clave a la hora de decidir la transformación de una unión. Se trata, sin embargo, de un primer esfuerzo importante por vincular las dinámicas de fecundidad y formación y disolución de uniones en Chile.

El principal cambio que se observa después de la concepción va en la línea de lo que la investigación cualitativa ha propuesto en Chile y lo que se ha demostrado recientemente en la Argentina: que el embarazo parece promover más el inicio de una unión consensual que el del matrimonio. En este sentido, estos países del Cono Sur se diferenciarían de México, pues en este último el embarazo parece promover de manera similar tanto el matrimonio como la convivencia (Binstock, 2010; Laplante y Street, 2009; Ramm, 2013; Solís, 2004). Inmediatamente después del nacimiento, es decir, en el período que va hasta el primer año de vida, es poco probable que las uniones se modifiquen, hecho que coincide con los resultados de investigaciones europeas, estadounidenses y de otros países latinoamericanos. Después de cuatro años del nacimiento del primer hijo, solo un tercio de las uniones se ha modificado, lo que indica relativa estabilidad. Sin embargo, cuando se distingue el tipo de unión inicial, la imagen de estabilidad cambia un poco, pues se distingue un grupo muy móvil, el grupo de mujeres que estaban en una relación de noviazgo con el padre de su hijo: un 76% deja ese tipo de relación después de cuatro años de nacido el primer hijo.

En suma, en esta muestra los matrimonios aparecen como uniones bastante estables, con baja probabilidad de transformarse cuatro años después del nacimiento del primer hijo. Las convivencias también muestran una relativa estabilidad, aunque menor a la de los matrimonios (considerando, además, que la transición más frecuente es desde la convivencia hacia el fin de la unión y no hacia el matrimonio), en tanto que los noviazgos ciertamente no aparecen como un tipo de relación que se sostenga a mediano plazo: en este tipo de relaciones, la transformación a unión consensual es tan probable como el fin de la unión, mientras que el matrimonio es poco probable.

Al analizar con más detalle los cambios en las uniones consensuales, varias de las relaciones que la investigación previa ha destacado resultan significativas en esta muestra. Así: una mayor edad se asocia un menor riesgo tanto de poner fin a la unión como de transformarla en matrimonio; contar con estudios universitarios parece relacionarse con un mayor riesgo de disolución de la convivencia; tener estudios secundarios se vincula con un riesgo de fin de la unión menor que el de quienes tienen más bajo nivel educacional –lo que podría sugerir que las convivencias más estables son las de mujeres con un nivel educacional medio, no muy bajo ni muy alto–; en cuanto a la religión, las católicas parecen ser el grupo más estable, con menos probabilidades de transitar al matrimonio o al fin de la unión; el nacimiento de un nuevo hijo operaría como factor estabilizador, pero solo en tanto hace menos probable el fin de la unión –no más probable la transición hacia el matrimonio–; finalmente, que la pareja haya tenido problemas con el uso de sustancias se asocia fuertemente al fin de la unión entre las convivientes de esta muestra.

Como se señaló antes, los resultados de este estudio van en la misma línea de investigación que los estudios de la Argentina y de México. Cuando se piensa en particular en la convivencia, estos patrones son claramente diferentes a los estadounidenses, en los cuales laconvivencia es inestable; y también lo son de los europeos, en tanto, en el viejo continente, el evento del nacimiento de un hijo parece promover el tránsito al matrimonio en un mayor grado que en los países latinoamericanos. Podría hablarse entonces, de una convivencia que es más frecuente en los grupos jóvenes y de menor nivel socioeconómico –aunque no exclusiva de ellos–, que tiende a desencadenarse por el embarazo y quese mantiene como una unión relativamente estable en el mediano plazo. Otros autores han hecho notar que no es sorprendente que la llegada de un hijo retrase el matrimonio (Laplante y Street, 2009), si se considera que los desafíos que el niño trae tanto en tiempo como en dinero no son el mejor escenario para la planificación de un matrimonio y que, en el contexto latinoamericano, el acto legal de contraer matrimonio rara vez ocurre sin una celebración de considerable magnitud. En este sentido, es posible que el matrimonio eventualmente aparezca, pero más adelante, cuando la crianza ya no sea tan demandante.

Un último comentario respecto de la estabilidad de las uniones: en gran medida, las uniones consensuales aparecen como respuesta aun embarazo, probablemente no planificado, con lo que podría pensarse que deberían tener una más alta probabilidad de disolución; sin embargo, en esta muestra las convivencias aparecen como uniones relativamente estables. No obstante, cuando se produce un cambio en una convivencia, lo más frecuentemente es el fin de la unión y no el matrimonio. Es probable que muchos de los embarazos entre las mujeres que estaban de novias al momento de su primer parto tampoco hayan sido planificados, dada la juventud de este grupo. Entonces, considerando que muchas de esas uniones efectivamente finalizan en el período estudiado, es posible suponer que un embarazo no planificado en un contexto de juventud no ayuda en nada a construir uniones estables, matrimoniales o no.

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Apéndice

Tabla A1: Comparación entre casos perdidos en la muestra original y muestra complementaria. Santiago de Chile. Años 2008-2012

Tabla A1
Comparación entre casos perdidos en la muestra original y muestra complementaria. Santiago de Chile. Años 2008-2012
VariablesCasos perdidos muestra originalMuestra complementaria
Tipo de relación ola uno
Casadas***35.316.1
Conviviendo**38.854.4
De novia15.321.1
Sin relación10.68.3
Total100.0 (255)100.0 (180)
Edad
18-1920.817.0
20-2432.636.8
25-2923.926.9
30-3415.313.7
35-457.55.5
Total100.0 (255)100.0 (182)
Media de edad (desv. estándar)25.4 (5.7)25.2 (5.4)
Nivel educacional
Sec. incompleta18.013.7
Sec. completa**31.846.7
Postsec. técnica17.318.7
Postsec. universitaria**32.920.9
Total100.0 (255)100.0 (182)
Religión
Católica59.664.3
Evangélica25.119.2
Ninguna, Atea, Agnóstica, otra15.316.5
Total100.0 (255)100.0 (182)
Familia intacta***63.9 (255)46.7 (182)
Nivel educacional del padre
Sec. incompleta38.537.9
Sec. completa32.040.1
Postsecundaria29.422.0
Total100.0 (231)100.0 (177)

Nota: N para cada variable entre paréntesis.

Fuente: Encuesta longitudinal de Nuevas Familias Chilenas

Fuente: Encuesta longitudinal de Nuevas Familias Chilenas

Apéndice

Tabla A2: Comparación entre la muestra total y la muestra analítica. Santiago de Chile. Años 2008-2012

Tabla A2
Comparación entre la muestra total y la muestra analítica. Santiago de Chile. Años 2008-2012
VariablesMuestra totalMuestra analítica
Tipo de relación ola uno
Casadas27.330.5
Conviviendo45.741.8
De novia17.818.8
Sin relación9.28.9
Total100.0 (611)100.0 (531)
Edad
18-1917.115.8
20-2432.631.5
25-2925.125.6
30-3418.820.2
35-456.47.0
Total100.0 (613)100.0 (531)
Media de edad (desv. estándar)25.8 (5.6)26.1 (5.6)
Nivel educacional
Sec. incompleta11.410.4
Sec. completa33.933.7
Postsec. técnica21.922.2
Postsec. universitaria32.833.7
Total100.0 (613)100.0 (531)
Religión
Católica62.862.5
Evangélica18.919.0
Ninguna, Atea, Agnóstica, otra18.318.5
Total100.0 (613)100.0 (531)
Familia intacta55.0 (613)55.7 (531)
Nivel educacional del padre
Sec. incompleta41.141.8
Sec. completa30.629.0
Postsecundaria28.329.2
Total100.0 (604)100.0 (531)
Reporte de abuso de sustancias padre10.4 (431)10.0 (401)
Padre tiene otros hijos fuera de la relación19.3 (431)19.0 (401)
Ha tenido más hijos o está embarazada28.1 (612)29.9 (531)

Nota: N para cada variable entre paréntesis.

Fuente: Encuesta longitudinal de Nuevas Familias Chilenas

Fuente: Encuesta longitudinal de Nuevas Familias Chilenas

Notas

1 Para Latinoamérica, véanse: Cabella, 2009; García y Rojas, 2002; Binstock, 2004; Rodríguez, 2004; Quilodrán, 2008. Pese a que estos son los patrones generales, para el caso latinoamericano algunos paísestodavía tienen tasas globales de fecundidad relativamente altas, destacándose una resistencia a ladisminución en la fecundidad adolescente (Rodríguez, 2014) y un más tímido aplazamiento de la edadal nacimiento del primer hijo (Rosero Bixby, 1996; Fussel y Palloni, 2004; Bozon, Goyet y Barrientos, 2009) –aunque este último dato cambia cuando se consideran diferencias por nivel educacional (Rosero Bixby, Castro Martín y Martín García, 2009)
2 El Fragile Families & Child Wellbeing Study es un proyecto de investigación que sigue a una cohorte de 5,000 niños nacidos en grandes ciudades de los Estados Unidos entre 1998 y 2000, con un mayor representación de madres no casadas.
3 Noruega, Francia, Austria, Holanda, Reino Unido, Alemania, Rusia, Hungría, Rumania e Italia
4 En este estudio, se observa que alrededor del 40% de niños nace de madres que conviven, un 16% de mujeres en una relación de noviazgo, un 10% de madres que ya no mantienen una relación con el padre del hijo. Un total de un tercio nace de mujeres casadas.
5 En el hospital público, el 76% de las encuestadas tenía estudios secundarios o menos, porcentaje que solo alcanza al 24% en el hospital semipúblico y al 3% en los hospitales privados. En el hospital público, solo el 9% de las encuestadas tenía estudios universitarios, porcentaje que sube al 34% en el hospital semipúblico y al 86% en los hospitales privados. La distribución de ingreso familiar según tipo de hospital sigue patrones similares.
6 En la Tabla A.1 del Anexo se encuentra una comparación entre los casos perdidos de la muestra original y la muestra complementaria. La muestra complementaria es, en general, similar a los casos perdidos de la muestra original, pero hay diferencias significativas en el tipo de relación al momento del parto (la muestra complementaria tiene más casos de convivientes y menos de casadas), en educación (la muestra complementaria tiene más casos de mujeres con secundaria completa y menos de mujeres con educación universitaria) y en el background familiar (la muestra complementaria tiene más casos de mujeres que no vivían con ambos padres a los 15 años).
7 Esta muestra incluye dos casos en los que el primer hijo de la madre murió, pese a haber nacido vivo.
8 En la Tabla A.2 del Anexo, se encuentra una comparación entre la muestra analítica (n=531) y la muestra total (n=613).
9 Estos 531 casos incluyen a una de las dos madres cuyo primogénito murió. Se trata de una mujer en una relación de noviazgo al momento del parto, que posteriormente puso fin a esa unión. La otra mujerr no reportó cuál era su relación con el padre de su primer hijo en la ola 2, con lo que queda excluida de esa muestra analítica.
10 Ninguna de las casadas iniciales transita a convivencia o noviazgo; ninguna de las convivientes o solterasiniciales transita hacia el noviazgo

Información adicional

*: Esta investigación fue posible gracias al financiamiento de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (conicyt), proyecto número 11110058 (Iniciación en Investigación, fondecyt). La autora también agradece el dedicado trabajo de Daniela Aranis como ayudante de investigación.

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