Revisiones

Notas sobre el aspecto del género gramatical

Remarks on the aspect of grammatical gender

Carvalho, Danniel da Silva
Universidad Federal de Bahía, Brasil
Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), Brasil
Brito, Dorothy
Universidad Federal Rural de Pernambuco, Brasil
Programa de Posgrado en Estudios del Linguaje, Brasil
Farias, Jair
Universidad Federal de Alagoas, Brasil

Notas sobre el aspecto del género gramatical

Revista Argentina de Ciencias del Comportamiento, vol. 12, núm. 3, pp. 1-12, 2020

Universidad Nacional de Córdoba

Recepción: 23 Octubre 2019

Aprobación: 05 Abril 2020

Resumen: El presente trabajo tiene como objetivo discutir la función del género gramatical. A partir de una revisión sobre el origen de la categoría de género en las lenguas indoeuropeas y de partición de aspecto nominal propuesta por Rijkhoff (1991), se asume que la marcación gramatical de género determina diferencias de perspectivización de los nombres en base a la hipótesis de que la marcación de género y número son dos caras del trazo aspectual CONJUNTO. Se concluye que la realización de las marcas de género posibilita lecturas más individualizadas de objetos, las que pueden ser genéricas o particularizadas, lo que fue ilustrado en diferentes lenguas de distintas familias.

Palabras clave: género gramatical, aspecto nominal, semántica, gramática comparativa.

Abstract: This paper aims to discuss the function of grammatical gender in natural languages. From a review of classical works on the origin of gender in Indo-European languages and the nominal aspect partition proposed by Rijkhoff (1991), it is assumed that the marking of grammatical gender determines differences of perspectivization in nouns, based on the hypothesis that gender and number marking are two sides of the same aspectual feature SET. We conclude that the gender marking realization enables more individualized readings of objects, which may be generic or particularized, which was illustrated by a number of languages from distinct families.

Keywords: grammatical gender, nominal aspect, semantics, comparative grammar.

Introducción

Se acepta en la literatura lingüística que una de las funciones de género gramatical que va más allá de la clasificación de nombres es el efecto de creación de concordancia que esta categoría presenta en varios elementos asociados en la sentencia, como ya fue señalado desde el estudio inicial de Corbett (1991). Evidencia de esto son los diversos trabajos en Lingüística en las más diversas filiaciones teóricas (e. g. Baerman, Bond, & Hippisley, 2019; Brugmann, 1897; Camara Jr., 1970; Carvalho, 2013, 2015, 2018; Corbett, 2013; Haase, 2000; Weber, 2000).

De hecho, gran parte de las investigaciones han limitado la función de género a este aspecto. En la comparación de género con otras categorías nominales, se percibe que no es la única que desempeña la función de producción de concordancia. En realidad, es común en la literatura que la concordancia entre elementos conectados en la sentencia resulta de la interacción de (por lo menos) tres categorías nominales: género, número y caso. Incluso así, se señalan diferencias en el tratamiento dispensado a estas categorías: el número es descrito primariamente como una categoría semántica para distinguir singular y no-singular (plural, dual, trial, paucal, etc.); el caso, en contraste, opera a nivel sintáctico y es visto como una categoría funcional cuyo papel es mostrar las relaciones entre los diversos constituyentes de la sentencia.

A partir de la observación de su comportamiento morfosintáctico en las lenguas, número, caso y género tienen el papel de establecer algún tipo de concordancia. El género, sin embargo, no presenta una función morfosintáctica exclusiva que no pueda ser satisfecha por otra categoría gramatical. Se infiere, sin embargo, que apenas una función independiente puede explicar la estabilidad de esta categoría nominal en tantas lenguas.

Esta funcionalidad en la categoría número puede ser ilustrada a partir de la distinción contable/masa de los nombres. Como señalado por Rijkhoff (2002), la distribución de los nombres en masivos y contables estaría relacionada con la marcación aspectual de los nombres asociada al aspecto colectivo y al aspecto singulativo, respectivamente. Según Rijkhoff (1991), el aspecto nominal puede ser definido como el modo con el cual una propiedad de un nombre en relación a los trazos FORMA y ESTRUCTURA es representada en la dimensión espacial.

Por lo tanto, la cuantificación de los nombres puede ser distribuida a partir de la clasificación aspectual encima descrita. El género, a su vez, no presenta función clara en los nombres, visto que, aparentemente, su funcionalidad extralingüística se limita a nombres sexuados animados.

Método

El objetivo de este trabajo es, desde el punto de vista interlingüístico, instaurar una discusión acerca de la función de género gramatical en las lenguas naturales. Para esto se realizó una investigación de cuño bibliográfico, reinterpretando abordajes “clásicos” sobre el género gramatical, en base a un conjunto de datos de diferentes lenguas, con la intención de comprobar si las motivaciones de distribución de las marcas de género determinan diferencias de perspectivización de los nombres (cf. Weber, 2000). El método de análisis adoptado es el hipotético deductivo (Popper, 1977), en el que la construcción de predicciones se basa en las hipótesis, motivo por el cual tienen que ser sometidas a pruebas cuya finalidad es la búsqueda de falsabilidades. Se utilizan, pues, no solamente datos de introspección del portugués (para comparación y corroboración o no de las hipótesis aventuradas) sino también de otras lenguas naturales acumulados en estudios que forman parte de la revisión bibliográfica presentada en este artículo. De esta forma, asumimos la hipótesis de que género y número son dos caras morfológicas de la categoría individuación y de que son la realización del trazo aspectual CONJUNTO. La realización de las marcas de género posibilita lecturas individualizadas de objetos, que pueden ser genéricas o particularizadas.

Resultados: Discusión de Antecedentes

El estudio del aspecto verbal viene recibiendo atención en la literatura lingüística desde larga data (cf. Beavers, 2013; Beavers & Koontz-Garboden, 2019; Binnick, 1991, 2012; Comrie, 1976; Hopper, 1982; Lyons, 1977), mientras que el aspecto nominal comenzó a recibir la debida atención apenas a partir del final de la década de los (19)80. En su estudio inicial sobre el aspecto nominal, Rijkhoff (1991) presenta una discusión sobre los aspectos nominales, señalando su relevancia en relación a algunas características de los nombres, entre ellas la cuantificación.

Como ya mencionado anteriormente en la introducción de este trabajo, Rijkhoff (1991) asocia el aspecto nominal al dominio espacial, apoyándose en la idea de que la orientación espacial es una condición primaria para la cognición humana, lo que se hace más evidente a partir de la observación del origen espacial de los marcadores verbales y de tiempo y aspecto, como señala Comrie (1976).

Rijkhoff (1991) afirma, incluso, que la referencia nominal es el resultado de lo que él llama de referente previsto (intended referente) y no de un referente real. El autor ilustra esta afirmación a partir del hecho de que podemos discutir referentes que pueden no ser percibidos a partir del contexto extralingüístico inmediato (el centro de la tierra o el fondo de los océanos) o que nunca existieron (unicornios). Así, el autor afirma que los referentes de los nombres son “entidades mentales, las cuales son construidas en base a material lingüístico” (Rijkhoff, 1991, p. 293), pudiendo así no haber correspondencia entre los referentes de los nombres y sus equivalentes en el mundo real.

Así, Rijkhoff asume que las propiedades en la dimensión espacial pueden ser traducidas cognitivamente a partir de dos trazos: FORMA, responsable por lo definido de un nombre, y ESTRUCTURA, que caracteriza el nombre como divisible. A partir de la combinación de estos trazos tendríamos cuatro aspectos nominales, como ilustrado en la Tabla 1, adaptada de Rijkhoff (1991, p. 294).

Tabla1
Aspecto nominal
ESPACIOESTRUCTURA no marcadoESTRUCTURA marcado
FORMA no marcadoCONCEPTUALMASA
FORMA marcadoINDIVIDUALCOLECTIVO
Nota Adaptado de Rijkhoff (1991)

El referente de un nombre con aspecto conceptual se caracteriza por no ser divisible ni tener contorno definido. El referente de un nombre con aspecto de masa no posee contorno definido, pero es divisible y, consecuentemente, su tamaño, peso y volumen pueden ser medidos. El referente de un nombre con aspecto individual no es divisible, pero posee contorno definido. Y, por último, el referente de un nombre con aspecto colectivo es divisible y tiene contorno definido.

En lo que concierne a los aspectos individual y colectivo, Rijkhoff (1991) recurre a la idea de Brown (1985) de que el referente de un nombre no representa objetos individualizados, más conjuntos de objetos cuyo contenido puede ser cero, unitario, binario, etc. De esta forma, Rijkhoff propone que los aspectos INDIVIDUAL y COLECTIVO son lecturas de un aspecto más amplio, CONJUNTO, cuya marcación o no genera objetos individualizados o colectivos. La marcación de este aspecto puede ser hecha, según el autor, en base a tres criterios: (i) un nombre es codificado como aspecto de conjunto cuando su referente puede representar uno o más individuos (ex.: coche/coches); (ii) el referente de un nombre puede ser desambiguado cuando presenta un marcador de aspecto individual o colectivo, indicando la existencia de uno o más individuos; (iii) los valores de aspecto de conjunto no se dan cuando el nombre aparece en una construcción con un numeral cardinal, lo que volvería su presencia redundante. No discutiremos en este trabajo los criterios (i) y (iii) porque extrapolan el objetivo de la discusión, pero desarrollaremos la idea de que el criterio (ii) puede ser la marca morfosintáctica aspectual de conjunto distinta de número, tal como género. Según Rijkhoff, a veces los marcadores de aspecto individual y colectivo tienden a ser confundidos con marcadores de número singular y plural. Asumiremos aquí, en base al criterio (ii), que la marca de género corresponde a un valor de aspecto de conjunto, representando una particularización del conjunto de individuos referido por el nombre que lo contiene. Evidencias para esta afirmación serán presentadas en el conjunto de datos de la sección Discusiones.

En el tercer volumen de su Deutsche Grammatik, Grimm (1831) discute las diferentes clases nominales, dedicándose a la reflexión sobre el género de los nombres apenas cuando discute las expresiones que designan humanos y, hasta cierto punto, animales. Grimm afirma que, para la mayoría de los nombres, “la lengua no consiguió distinguir relaciones reales de género en todo” (Grimm, 1831, p. 344). Para los demás nombres - y, por lo tanto, para la mayor parte de los ítems lexicales – el gramático afirma que “género gramatical es la extensión de lo natural en la imaginación del lenguaje humano para todo y cualquier objeto” (Grimm, 1831, p. 346). Por lo tanto, el género es atribuido a los nombres en base a sus valores "masculino", "femenino" o "neutro". Tales valores serían así distribuidos: “lo masculino es la manifestación de lo que es anterior, mayor, activo, etc., lo femenino de lo que es posterior, menor, pasivo, receptivo, etc., lo neutro de lo que es creado, material, general, insensato, etc.” (Wackernagel, 2009, p. 448).

La distinción funcional establecida por Grimm (1831), a pesar de poco desarrollada, fue, según Weber (2000), el hecho más interesante de un abordaje sexista del género. A pesar de bastante limitado, es a partir de un abordaje sexista como el de Grimm que se vuelve más evidente la existencia de una diferencia substancial entre nombres sensoriales y abstractos, por lo tanto, entre nombres contables y de masa, que podemos asociar a la noción de individuación.

Un abordaje pronominal de género asume que esta categoría tiene origen en la diferenciación de pronombres, a partir de donde se extiende a los nombres. Esto sería visto como un proceso de transferencia puramente gramatical (asimilación). Como señala Kilarski (2013), fue Steinthal (1858) quien señaló la naturaleza subjetiva de la categoría, como demostrado por la falta de una correspondencia completa entre género natural y gramatical. Steinthal argumentó que el género gramatical no resulta de cualidades específicas de los objetos denotados, y sí que se basa en la categorización inherente a la percepción o a las cualidades de percepción que moldean la forma interna del lenguaje. La posibilidad de un proceso gramatical definido por los pronombres, sin embargo, tiene poco potencial para explicar la función de género.

El abordaje pronominal y sexista de género convergen en un punto: los nombres contables y de masa parecen comportarse de forma diferente en lo que se refiere a pertenecer a determinados géneros. Haciendo una ecuación de estos abordajes, dividiéndolos por el papel del género, se hacen evidentes dos corrientes: una corriente funcional y una no-funcional.

La versión no-funcional surgió principalmente como un intento de refutar el abordaje sexista, de cuño determinista. Sus defensores no niegan que el sexo pueda haber ejercido influencia sobre las lenguas. Sin embargo, consideran improbable que esto pueda haber llevado a la formación de una categoría gramatical independiente. Se cree, en lugar de esto, que el género haya desempeñado un papel que hoy ya no sea más evidente. En el devenir de la historia de las lenguas este papel se perdió y la categoría género, ahora vacía, podría ser de nuevo completada, por ejemplo, con la semántica del sexo (Brugmann, 1897).

La función del género recibe apenas una mención periférica y su discusión se restringe al efecto de creación de concordancia de género. En el siglo XIX, los trabajos de Karl Brugmann pueden ser contabilizados entre los que se posicionaron a favor de este direccionamiento teórico. Recientemente los trabajos de Greville G. Corbett pueden ser considerados como representantes del abordaje no-funcional.

Brugmann (1897) inspira una visión no-funcionalista de la categoría de género. A la vez, el autor también inspira teóricamente el abordaje funcionalista. Brugmann se opone a Grimm (1831) en lo que se refiere a un abordaje de género y busca una respuesta puramente dentro del dominio lingüístico, sin envolver la historia social o la psicología en sus explicaciones.

En sus investigaciones sobre el género, Brugmann (1897) se limita a las terminaciones (sufijos) del femenino. En una comparación entre inúmeros nombres indoeuropeos Brugmann (1897 citado en Vogel, 2000) detectó que un examen de las palabras de las lenguas indoeuropeas formadas con los sufijos femeninos -a-, -ie- (-i-) demuestra que la función original de tales sufijos sería formar nombres abstractos y colectivos.

Para Brugmann (1897) los nombres abstractos y colectivos pertenecen a la clase de nombres de masa y pueden ser contrastados con los nombres contables, que claramente son marcados como masculinos. Así, como Grimm (1831), Brugmann distingue masa y nombres contables. Considerando que Grimm hace esta distinción más o menos intuitivamente, Brugmann refuerza su argumento con datos provenientes de las lenguas. De acuerdo con Weber (2000), algunos años antes de Brugmann, Bleek (1886) obtuvo resultados semejantes a partir de datos de lenguas sudafricanas.

A partir de la descripción de Brugmann (1897) se puede decir que el papel del género es discriminar entre entidades diferentemente formadas. De esta forma, es posible conectar género femenino con cantidades, ya que los nombres de masa indican siempre una pluralidad de algo. Pero si la denotación de pluralidad fuera tarea exclusiva del número, ¿por qué debería la lengua precisar de otra categoría nominal para el plural? Una respuesta a esta pregunta se puede encontrar al considerar la división aspectual propuesta por Rijkhoff (1991). A partir de la idea de que los nombres de masa y los colectivos son trazos aspectuales distintos y que ésta última forma parte de una categoría más amplia, la de conjunto, podemos asociar el género no a la pluralización, pero sí a otro tipo de cuantificación, resultado de una perspectivización resultante de la no individuación del conjunto. Asumiremos que la perspectivización posibilita lecturas no individualizadas, que pueden ser colectivas o particularizadas. Así, a partir de una relectura de la tabla 1, podemos proponer una graduación del aspecto de conjunto, que tendría la siguiente posibilidad de lecturas colectiva > particularizada > individualizada. Como se verá más adelante, el género marcado genera una lectura particularizada en un conjunto robusto de lenguas.

En un sentido epistémico, la individuación es una actividad cognitiva. Para individualizar un objeto, en ese sentido, el individuo destaca ese objeto como un objeto distinto de la percepción, pensamiento o referencia lingüística.

Lingüísticamente, individuación se refiere al contenido semántico de un objeto, de cómo éste es concebido, independientemente de la naturaleza gramatical del nombre que denota el objeto extralingüístico (Weber, 2000). Propuestas recientes en la literatura lingüística de cuño más formalista dan continuidad a esta discusión acerca de la capacidad de distribución de los nombres a partir de categorías de cuantificación.

Según Müller (2009) la individuación de eventos y de objetos es una característica universal de las lenguas naturales. Según la autora, podemos representar cognitivamente el mundo como entes individuados o no. Las lenguas permiten que podamos hablar de entidades no individuadas, que pueden ser masivas o acumulativas, como ilustrado en (1):

(1) a. Tem gato na salada.

Hay gato en la ensalada.

b. O gato está miando.

El gato está maullando.

(Müller, 2009, p. 300)

Según Müller (2009, p. 300), gato en (1a) “puede estar refiriéndose a pedazos, individuos o porciones de uno o más gatos” y en (1b), estar maullando “puede referirse tanto a un único evento continuo de maullar o a eventos intermitentes.”

Por otro lado, las lenguas naturales pueden referirse a objetos y eventos individualizados, que pueden ser cuantificados, como ilustrado en (2), en que, según Müller (2009, p. 300), hay “gatos y eventos de maullar ya atomizados – [...] denotaciones individualizadas, o contables, ya sean singulares o plurales (dos o más entidades o eventos).”

(2) a. O gato miou uma vez/várias vezes.

El gato maulló una vez/varias veces.

b. Os gatos miaram uma vez/várias vezes.

Los gatos maullaron una vez/varias veces.

(Müller, 2009, p. 300)

Los objetos individualizados no son necesariamente contables, entendido aquí como "capaces de ser contados", pero denotan un objeto discreto. Por lo tanto, las nociones abstractas no son individualizables. Los nombres contables, a su vez, se refieren a la forma gramatical, son (obviamente) contables y pluralizables. De esta forma, el nombre contable sería la contraparte del nombre de masa, en cuanto individualizado sería la contraparte de abstracto. La discusión sobre esta relación será retomada más adelante.

Las reflexiones hechas hasta aquí ganan cuerpo en el contexto de un abordaje gramatical formal para el género, una vez que éstas definen criterios para el género a partir de la asociación de esta categoría con un trazo [± particularización]. Solamente los nombres contables son pluralizables, mientras que los nombres de masa no lo son - excepto por vía de la individualización.

De esta forma, asociando individuación y género gramatical, podemos identificar una diferencia entre las lecturas generadas por los datos de (3):

(3) a. Gato gosta de peixe.

Al gato le gusta el pescado.

b. Gata gosta de peixe.

A la gata le gusta el pescado.

En (3a), gato tiene lectura colectiva, masiva, siendo su paráfrasis lógica que a todo gato le gusta el pescado, o sea, siendo una lectura universal de la especie. Pero en (3b), la marcación de género femenino en gata restringe su lectura, siendo su paráfrasis lógica algo como que, dentro del universo de los gatos, apenas a las hembras les gusta el pescado. En otras palabras, asumiéndose que femenino sea la forma marcada de género, como afirma Camara Jr. (1972), para el portugués, la marcación de género en el nombre indica una restricción en su lectura cuantificada, siendo la no-marcación de la categoría (masculino) indicación de lectura universal.

Cowper y Hall (2009) ya asumen que la individuación puede ser concebida con aspecto nominal, asumiendo una posible jerarquía de cuantificación; los autores asumen que la Gramática Universal dispone por lo menos los trazos de (4) relevantes para el campo semántico de individuación y número:

(4) #: individualizado > 1: plural CL: clasificado

(Cowper & Hall, 2009, p. 27)

La notación de Cowper y Hall (2009) para la categoría individuación puede ser descrita como sigue: (i) # codifica la individuación, y un valor nominal del cual # está ausente de forma contrastante es interpretado como masa; (ii) plural (> 1) es semánticamente dependiente de #, siendo interpretable solamente en nombres contables. Un nombre contable del cual >1 está ausente de forma contrastiva es interpretado como singular; (iii) CL es la codificación morfosintáctica de clasificación – un trazo o clase de trazos que especifican una unidad de individuación.

Como >1, CL es semánticamente dependiente de #, pero elabora la individuación a lo largo de una dimensión diferente. # se cuantifica un nombre; > 1 incluso especifica el número de la cuantificación; CL especifica incluso el tipo de la cuantificación.

El trazo CL que los autores proponen puede ser ilustrado a partir de la observación de lenguas como el halkomelem, que presentan restricciones de sentido en el uso de marcación de femenino. Wiltschko (2009) demuestra que, en esta lengua, mientras el determinante femenino the es restricto a nombres femeninos, el determinante te es compatible con nombres que denotan tanto masculino cuanto femenino.

(5) a. *ílhtel the swíyeqe

Comer D. fem. hombre

b. ílhtel the slhálì

comer D. fem. mujer

La mujer está comiendo

(6) a. ílhtel te swíyeqe

comer D hombre

El hombre está comiendo

b. ílhtel te slhálì

comer D mujer

La mujer está comiendo

(Wiltschko 2009, p. 40)

En los datos de (5) y (6), la marca de género funciona como un trazo determinante cuya ausencia es no contrastiva (cf. Cowper & Hall, 2009). En otras palabras, la presencia de una marca morfológica de femenino en el determinante en halkomelem ejerce una relación particularizada en el licenciamiento del nombre.

Cowper y Hall (2009) también observan que las lenguas que usan clasificadores parecen no usar la distinción plural-singular y viceversa. Idealmente, este modelo debe seguir automáticamente las representaciones de pluralidad y clasificación. Así, los autores proponen que pluralidad y clasificación son dimensiones diferentes de individuación, de la misma forma que localización, tiempo y persona son diferentes dimensiones de deixis.

Harley y Ritter (2002) ya asumen que los valores de género son trazos dominados por una categoría de individuación. Carvalho (2018, 2019) revisa la geometría de Harley y Ritter (2002) a partir del análisis de la concordancia de género en portugués, proponiendo la geometría para los nombres en portugués. El autor sugiere que en la geometría de trazos de la figura 1 los trazos [animate] y [human], valores para las categorías animado y humano, son trazos distintivos en la interpretación de procesos interpretativos de nombres en portugués (o sea, son trazos puramente semánticos). La relevancia de los trazos [definite] y [specific], valores para las categorías definido . específico, a su vez, es debida a la posibilidad de una lectura binaria genérica/no-genérica a depender exclusivamente de la presencia/ausencia de tales trazos.

Geometría de trazos nominales. Adaptado de Carvalho (2019).
Figura 1
Geometría de trazos nominales. Adaptado de Carvalho (2019).

Una implicación de la geometría propuesta por Harley y Ritter (2002) y Carvalho (2019) es que los trazos dominados por el nudo individuación pueden ser interpretados como valores de individuación. Esta interpretación posibilita la asociación de diferentes trazos en la lectura de individuación. Así, tiene sentido pensar que de la misma forma que el número y sus trazos formativos (#, group, para Carvalho (2019); gourp, minimal, augmented, para Harley & Ritter (2002)) están subordinados a la lectura individualizada de los objetos, la clase y sus trazos formativos (femenino, animado, humano, para Carvalho (2019); animated, inanimated/neuter, feminine, masculine, para Harley y Ritter (2002)) también son informaciones relevantes para la lectura individualizada.

Los trabajos de Müller (2009), Cowper y Hall (2009), Harley y Ritter (2002) y Carvalho (2019) contribuyen con la discusión de la función de género en las lenguas naturales en lo que se refiere a la relación con la cuantificación de los nombres. Nos gustaría, así, proponer que las informaciones que componen la lectura particularizada de objetos incluyen género y que esto es capturado en su morfosintaxis.

Resultados: Evidencias Interlingüísticas de la Relación entre Género como Aspecto Nominal

Cuantos más géneros una lengua posee, más difícil es analizarlos individualmente. Por lo tanto, no es de sorprender que lenguas que ofrecen un sistema de género bipartito permiten un acceso más fácil a los insights sobre la función del género gramatical.

Analizando el wintu, una lengua norteamericana nativa de California, Demetracopoulou-Lee (1942) observó que la bipartición de género de esta lengua funciona como un aspecto nominal que distingue entre entidades “genéricas” y “particulares”. La autora concluye que no hay marcas morfológicas fijas de género en los nombres en wintu y que una de las categorías de género (categoría B) no se fija a los nombres, es meramente un instrumento para la particularización. Así, Demetracopoulou-Lee asume, entonces, que no se trata de categorías mutuamente exclusivas, sino de aspecto nominal, reconociendo en wintu dos aspectos en los nombres: el genérico y el particular (Demetracopoulou-Lee, 1942).

En wintu, por lo tanto, el género parece tener una función de switching para cambiar la perspectiva sobre una entidad. Esta función de género también puede ser observada en árabe, otro sistema bipartito (Minussi, 2008).

Es común que las gramáticas del árabe describan las terminaciones femeninas en -at no apenas como sufijos femeninos, sino también a partir de su contenido semántico y de su función aspectual: el árabe tradicionalmente indica que la terminación femenina en –at es empleada en la formación de colectivos y substantivos abstractos - o sea, nombres de masa. De esta forma, son comunes pares como en (7):

(7) a. muslim-un (masc)

un musulmán

b. muslim-at-un (fem)

todo el grupo de musulmanes

(Weber, 2000, p. 502)

A partir de una teoría de la marcación de trazos distintivos (Kean,1975), el trazo [particularización] puede ser definido como un trazo subyacente de género (cf. Löbel 2000; Weber 2000). La oposición [+particularización] / [-particularización] está ligada a la oposición de varios trazos secundarios. En la figura 2 propuesta por Weber (2000, p. 502), fornece un conjunto de trazos binarios distintivos para la clasificación de los nombres en contables y de masa:

Oposición de trazos en los nombres.
Figura 2
Oposición de trazos en los nombres.
Weber (2000 p. 502)

La cuestión que surge aquí es si esta función básica también es válida para lenguas con más de dos géneros. Weber (2000) observa descripciones de sistemas de género de inúmeras lenguas de diferentes familias y el resultado, según la autora, apunta en este sentido: sistemas con más de dos géneros siguen la distinción básica [± particularización].

Weber (2000) presenta la tabla 2 con un modelo general de formación de palabras y su relación con el género en el alemán moderno.

La misma distribución entre género e individuación se observa, por ejemplo, en los dialectos del sur de Jutlandia y de la región central de Italia, ambas variantes de tres géneros de lenguas standard de dos géneros (dinamarqués e italiano, respectivamente (ver Braunmüller, 2000; Haase, 2000). Como señala Braunmüller (2000), los dialectos hablados en el condado de Jutlandia, al oeste de Dinamarca, presentan una distinción semántica para género entre partitivo y no-partitivo. En los dialectos del dinamarqués, normalmente, todos los nombres reciben el mismo determinante en un sintagma nominal, el artículo indefinido en o el artículo definido .. De esta forma, no hay una diferenciación formal entre masculino/femenino/neutro a nivel gramatical. Sin embargo, Braunmüller señala que, por un lado, hay un principio semántico que distingue entre nombres con referencia a entidades contables, que aparecen con los determinantes en y . (cf. (8a)), y por otro, con referencia a entidades no contables, como substancias (8b) o entidades abstractas (8c), que son marcados por el determinante det. Este marcador especial de género (semántico) det puede aparecer como determinante o como pronombre.

8) Jutlándico occidental

a. pronominalizados por den (neutro)

œ man œ hus

'the man' 'the house'

b. pronominalizados por det (neutro)

det mcelk det jord

'that milk' 'that soil'

c. pronominalizados por det (neutro)

det skrigen

'that shouting'

Tabla 2
Género y formación de palabras en alemán moderno
GéneroMarcaciónSignificadoEjemplo
MasculinoFormalmente no-marcadoIndividuativos(der) Lauf MASC. corrida “(la) única corrida/carrera”
FemeninoFormalmente altamente marcadoColectivos y abstractos(die) Lauferei FEM. corrida “(la) vaivén/trajín/ajetreo”
NeutroFormalmente marcadoMasa(das) Laufen NEUT. Corrida “corrida/carrera”
Weber (2000, p. 504)Nota Fuente: Weber (2000, p. 504)

Haase (2000) también encuentra un fenómeno semejante en dialectos de la región central da Italia. En estos dialectos el demostrativo neutro es usado para referirse a entidades no-contables o de masa (cf. (9)).

(9) lo granti “maíz”

lo velenu “veneno”

lo sangue “sangre”

lo rame “cobre”

lo più “la mayor parte”

(Haase, 2000, p. 225)

El autor, inclusive, señala el hecho de que los hablantes de estos dialectos no tienen problema en categorizar prestamos de palabras no-contables (cf. (10)).

(10) lo succheru “azúcar”

lo caffè “café”

(Haase, 2000, p. 225)

El alemán moderno presenta indicios de que hay una función de género que abarcaría la conceptualización de nombres de acuerdo con la función de particularización. En esta lengua los nombres de masa derivados son macizamente marcados con femenino, como señala Vogel (2000, p. 466).

(11) a. (die) Mannschaft

FEM. equipo

“El equipo”

b. (die) Schönheit

FEM. belleza

“belleza”

Leiss (2000), en su estudio sobre el alto alemán antiguo (Old High German - OHG), demuestra cómo esta lengua pasa de un sistema sufijal de género para un sistema que pasa a marcar esta categoría, en alemán moderno, en los determinantes. Así, la autora argumenta en favor de un sistema de género en esta lengua cuya distribución se relaciona con individualización. En el OHG, palabras con terminación masculina correspondían a nombres de masa y, por lo tanto, eran singularizables; los nombres con terminación femenina correspondían a nombres colectivos y eran, por lo tanto, descritos como plurales no distributivos; ya los nombres con terminación neutra correspondían a nombres de masa y no permitían acceso a la categoría de número. Leiss da como ejemplo los descendientes de la palabra *wiðu “madera”, en germánico. En el OHG, witu (neutro) tiene semántica de nombre de masa. En el noruego antiguo (Old Norse), a su vez, viðr (masculino) posee semántica de nombre contable (árbol), pero también de un nombre de masa (madera) y de uno colectivo (floresta). En contraste, en el inglés, wood presenta apenas lectura de masa y colectiva, a pesar de derivar de una forma masculina del inglés antiguo wudu < witu (Leiss, 2000).

Los trazos gramaticales de género y número están relacionados de forma compleja en las lenguas cuchíticas, habladas en la región nordeste da África (cf. Corbett & Hayward, 1987; Mous, 2008). La relación entre género y número se hace aparente en los llamados nombres de género "plural". Esta relación entre género e individuación puede aparecer reflejada en la morfología de concordancia también. Mous (2008), Tsegaye, Mous y Schiller (2014) y Tsegaye (2017) muestran que algunas lenguas cuchíticas, a saber, las lenguas konso, bayso, dirayta, ts’amakko, rendille, boni, iraqw, alagwa, y burunge, presentan tres valores para género: masculino, femenino y plural (cf. Mous 2008). Según Tsegaye et al. (2014), el género plural representa una clase de nombres que requieren forma de concordancia plural incluso cuando se refieren a entidades singulares, o sea, morfológicamente, desencadenan marca de concordancia plural, incluso estando en singular. Según este autor, o konso, lengua cuchítica hablada en el sudoeste de Etiopia, posee sistema de género tripartito, siendo el tercero, al lado del femenino y del masculino, el género plural (Orkaydo, 2013). La concordancia con este sistema tripartito está marcada en la concordancia entre verbo y sujeto. De esta forma, nombres femeninos asumen la forma de sujeto de tercera persona femenina, marcada por el sufijo -t, como puede verse en (12); los nombres masculinos asumen la misma forma del sujeto de tercera persona masculina, marcada por el prefijo -ay, como en (13); y los nombres de género plural asumen la misma forma del sujeto de tercera persona con múltiples referencias, marcado por el sufijo -n, como ilustrado en (14).

(12) lafta-siʔ i=akk-am-t-i

oso-DEF.M/F 3=mostrar-PAS-3F-PF

"El oso apareció"

(13) ʛoyra-siʔ i=akk-am-ay

árbol-DEF.M/F 3=mostrar-PAS-PF-3M

"El árbol apareció"

(14) kosaa-siniʔ i=akk-am-i-n

granero-DEF.P 3=mostrar-PAS-PF-3P

"El granero apareció"

(Tsegaye et al., 2014, p. 2)

Orkaydo (2013) señala el hecho de que la marca de género en los nombres determine la atribución de marca de definición en dichos nombres, como puede observarse en los ejemplos referidos. Los nombres indefinidos no presentan ninguna marca morfológica como tal. Pero, según Orkaydo (2013), los indefinidos especificados presentan una marca de referencia indefinida específica takka (F), tokka (M) o takkan (P), como puede verse en los ejemplos (15), (16) y (17), respectivamente.

(15) alleeta takka=in piɗɗ-aɗ-ay

casa INDEF.F=1 comprar[SG]-MID-PF [3M]

"Yo compré una cierta casa para mí"

(16) ʛoyra tokka=in piɗɗ-aɗ-ay

Árbol INDEF.M=1 comprar[SG]-MID-PF [3M]

"Yo compré un cierto árbol para mí"

(17) filaa takka-n=in piɗɗ-aɗ-ay

Peine INDEF-P=1 comprar[SG]-MID-PF [3M]

"Yo compré un cierto peine para mí"

(Orkaydo, 2013, p. 94)

De estos datos, por lo tanto, se observa que las marcas de género en konso exigen un efecto de singularización para estar presentes en el nombre. Podemos concluir de esto que en esta lengua (y según los autores consultados en las lenguas cuchíticas en general), el género asume una relación íntima con la individualización.

Incluso en lenguas que no presentan una distinción tripartita de la categoría género, se puede observar una categorización de los significados de género.

Tradicionalmente se acepta que el género en portugués es una categoría bipartita, y que presenta masculino y femenino como marcas que pueden aparecer como sufijos o a través de determinantes que acompañan al sintagma nominal. Tanto el singular como el plural presentan marcas para ambos géneros, como se puede ver en (18):

(18) a. A menina/As meninas

La niña/Las niñas

b. O menino/Os meninos

El niño/Los niños

Mientras tanto, como señalan algunos autores (Carvalho 2013, 2016a, 2016b, 2018, 2019; Foltran & Rodrigues, 2013; Müller, 2000; Rodrigues & Foltran, 2015), el portugués presenta una neutralización de la marcación de género que genera una lectura de masa/especie, como se puede ver:

(19) a. A criança é chata.

La niña es tediosa

b. Criança é chato.

Niño es tedioso

c. ?Criança é chata.

?Niño es tediosa

En (19a), criança (niña) es un nombre femenino que presenta un sufijo –a que caracteriza tradicionalmente la marcación femenina en esta lengua (cf. Camara Jr., 1970, 1972). Los nombres con marca de femenino disparan marcación de femenino en la concordancia nominal, como, por ejemplo, en predicativos. En el ejemplo (19b), en que criança (niño) aparece con lectura genérica, la relación de concordancia está impedida, estableciendo lo que parece ser una “neutralización” de género del nombre. Con esta neutralización, la estructura predicativa tiene lectura por lo menos [-particularizada], [-contable], [-individualizada], [+aditiva], como propone la tabla 2 de Weber (2000), presentada anteriormente.

Incluso no encuadrándose en la dicotomía contable/no-contable, los ejemplos de (19) parecen reforzar el hecho de que la distribución de género tiene relación con la individuación, como propuesto por Leiss (2016), el género establece una perspectivización del nombre.

Así, más allá del papel morfosintáctico de establecer concordancia, el género parece tener la función de “cuantitativamente definir más precisamente cantidad” (Weber, 2000 p. 506). Hágase aquí una diferenciación entre la cuantificación proporcionada por número y la proporcionada por género: mientras que el número establece una distinción entre singular y no-singular, el género establece una distinción de carácter distributivo. Es en este aspecto cuantitativo que el género se aproxima al número. Retomando, por fin, las funciones de las categorías nominales presentadas por Weber (2000), es posible coincidir con la autora en que la naturaleza del género es de aspecto nominal: la perspectivización.

Consideraciones finales

Este trabajo pretendió discutir la función de la categoría género gramatical en las lenguas naturales asumiendo el presupuesto de que, junto con la categoría de número, tiene un papel fundamental en la distribución de los nombres.

Desde por lo menos el siglo XIX, los gramáticos asocian el género a la relación de cuantificación de los nombres. Concluimos de las descripciones de Grimm (1831), Steinthal (1858) y Brugmann (1897), que las lenguas indoeuropeas presentan evidencias de esta asociación. A partir de la revisión de la propuesta de trazos aspectuales de los nominales de Rijkhoff (1991), que propone tres aspectos nominales a partir de las categorías cognitivas de FORMA y ESTRUCTURA, a saber: conceptual, masa, individuado y colectivo, siendo estos dos últimos valores de un aspecto más amplio, conjunto. Asumimos, entonces, en base a la revisión de las propuestas clásicas y en la distribución aspectual propuesta por Rijkhoff, que en las lenguas el género gramatical funciona como una marca aspectual. La marca de femenino en el conjunto de las lenguas estudiadas presenta una lectura más particularizada de los objetos del mundo, mientras que la no-marcación del género (masculino/neutro) corresponde a una lectura más genérica.

De esta forma, la marca de género gramatical en las lenguas representa una perspectivización de los objetos en que aparece, posibilitando lecturas más o menos particularizadas, diferenciándose, así, de la función y número, al mismo tiempo que puede ser considerada como otra cara de la cuantificación.

Dejamos para trabajos futuros, por ahora, algunas cuestiones que extrapolan el objetivo del presente trabajo, tales como: ¿qué elementos pueden desempeñar tal papel en lenguas que no poseen distinción gramatical de género? ¿Cómo la sintaxis lidia con tales trazos aspectuales considerando su papel en la computación sintáctica a partir de un modelo gramatical generativista (Chomsky, 2000)? ¿Cuál es la relación de los demás trazos aspectuales de los nominales en su morfosintaxis?

Esperamos que este trabajo haya contribuido para con la reflexión de las categorías gramaticales en los estudios de interfase entre la semántica y las demás partes de la gramática y que la discusión suscitada aquí fomente más trabajos que contribuyan al mayor entendimiento de las lenguas naturales.

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Notas de autor

Enviar correspondencia a: Carvalho, D. S. E-mail: dannielcarvalho@ufba.br

Información adicional

Citar este artículo como: Carvalho, D. S., Brito, D., & Farias, J. (2020). Notas sobre el aspecto del género gramatical. Revista Argentina de Ciencias del Comportamiento, 12(3), 1-12

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