Resumen: El uso desmedido de los teléfonos inteligentes por los adolescentes ha provocado comportamientos adictivos que afectan la salud física, psicológica y social, como es la “nomofobia” que es el miedo irracional de no tener al alcance el smartphone, la imposibilidad de contestar los anuncios y así desconectarse del mundo virtual. La metodología se basa en una revisión sistemática que incluye un proceso de recopilación, agrupación y evaluación de diferentes artículos científicos y libros sobre la temática que han sido publicados en los últimos cinco años. Los resultados nos muestran que la etapa de la adolescencia es la más vulnerable a padecer esta afección, teniendo implicaciones y consecuencias en la salud mental. Entre las conclusiones podemos hallar que la nomofobia que afecta a los adolescentes se vincula con los trastornos de ansiedad y depresión, afecta el rendimiento académico, padecen de bajos niveles de regulación y se ve alterada su inteligencia emocional.
Palabras clave: nomofobia, adolescencia, adicción, uso, teléfono inteligente.
Abstract: The excessive use of smartphones by adolescents has led to addictive behaviors that affect physical, psychological and social health, such as "nomophobia", which is the irrational fear of not having the smartphone within reach, the impossibility of answering advertisements and thus disconnecting from the virtual world. The methodology is based on a systematic review that includes a process of collection, grouping and evaluation of different scientific articles and books on the subject that have been published in the last five years. The results show that adolescence is the most vulnerable stage to suffer from this condition, with implications and consequences on mental health. Among the conclusions we can find that nomophobia affecting adolescents is linked to anxiety and depression disorders, affects academic performance, they suffer from low levels of regulation and their emotional intelligence is altered.
Keywords: nomophobia, adolescence, addiction, use, smartphone.
Artículos de revisión
La nomofobia en los adolescentes y el impacto en su salud mental: una revisión sistemática
Nomophobia in adolescents and the impact on their mental health: A systematic review.
Recepción: 02 Febrero 2022
Aprobación: 02 Julio 2022
Las personas de todo el mundo se encuentran conectadas a una red que cada día las atrapa más, se materializa en las actividades de la vida diaria, al punto que en el tiempo de confinamiento por la pandemia del COVID-19 se produjo que se simbolizara en muchas esferas cotidianas como el trabajo, estudio y comunicación, convirtiéndose en una herramienta primordial e inseparable para compartir, socializar y divertirse con los demás.
Para hacerse una idea clara de la situación, según Moreno y Radovic (2018) se estima que el 90% de los adolescentes en los Estados Unidos poseen acceso a los teléfonos inteligentes y el 75% de las familias en este país tienen internet. Sin embargo, esta dependencia también trae consigo importantes inconvenientes que afectan la salud mental. La adolescencia es una etapa en que el cerebro se encuentra en constante cambio, estando indefenso a las adicciones a causa de su inmadurez (López Moratalla, 2019), pero también hay que reflexionar que esta situación es propiciada por una sociedad que le invita a poseer todo lo que desea de una manera rápida y sin esfuerzo, cobijada en la pantalla de vida moderna. De tal manera que el auge, el desarrollo y el interés en las nuevas tecnologías en la juventud es una realidad que se está saliendo del cauce por el uso desmedido y descontrolado de estos elementos, que desencadenan estados de ánimo problemáticos.
Una de estas conductas es la nomofobia, siendo una palabra compuesta procedente de la frase en inglés no mobile phone phobia descrita en la Guía de Sensibilización sobre Convivencia Digital del Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para Argentina (UNICEF, Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, & Faro Digital, 2020) como:
“Es el miedo irracional a no poseer nuestro teléfono móvil. Es la angustia que se presenta al olvidarnos el smartphone o quedarnos sin batería y sentirnos desconectados del mundo. Si bien habitualmente se relaciona la nomofobia a los teléfonos celulares, el concepto engloba a todo tipo de dispositivos electrónicos que nos permiten conectarnos a internet, como una tableta o PC” (p. 64).
Este comportamiento se encuentra enmarcado en una angustia por no poder acceder al teléfono inteligente (smartphone), un miedo por no sentirse al pendiente de las comunicaciones con los demás, por quedarse sin batería, sin datos, sin señal, etcétera, pero básicamente por no estar conectado. Esta situación puede desencadenar sensaciones de incomodidad, hasta llegar a episodios de ansiedad grave. De acuerdo con Terán Prieto (2019) es una necesidad de estar constantemente conectado y examinando las alertas o sonidos que produce el dispositivo.
En este sentido, es una nueva adicción que, según Torralva (2019), se relaciona con “la ansiedad o miedo irracional que produce el quedarse sin acceso al celular” (p. 31), y además menciona que sus mayores víctimas son los jóvenes. Por otro lado, Barrios-Borjas et al. (2017), exponen que el uso excesivo de los teléfonos celulares predispone a un comportamiento no verbal, limitando la interacción cara a cara con la otra persona y el contacto con el entorno que nos rodea.
En consecuencia, es una inclinación o apego al dispositivo que puede llegar a los límites patológicos. Denis-Rodríguez et al. (2017) exponen que los estudios demuestran cómo “el aumento en la dependencia al teléfono móvil generará un aumento proporcional en diversas patologías de tipo psicosocial; desde el punto de vista forense, tiene relevancia el aumento en la frecuencia de trastornos depresivos y la ideación suicida” (p. 4). Por lo tanto, este comportamiento se convierte en una situación problemática por sus implicaciones y consecuencias en la salud mental.
Así pues, este evento es observado con preocupación en las familias, aulas, relaciones y contextos entre los adolescentes, donde las personas que la padecen “tienen a menudo la sensación casi física de que no llevan el móvil encima, tocándose sobresaltados, incluso varias veces consecutivas, para comprobar que su móvil está en su bolsillo” (Caballero de la Torre, 2018, p. 84), generando trastornos de ansiedad y estrés.
Las situaciones expuestas anteriormente crean un camino lleno de interrogantes. Por esta razón, se plantea como objetivo el conocer las características e implicaciones en la salud mental de la nomofobia en los adolescentes, al ser esta la población en la cual se observan niveles elevados de este arraigado comportamiento.
El presente artículo de revisión sistemática contiene un proceso de recopilación, agrupación y evaluación de diferentes artículos científicos sobre la temática que han sido publicados en revistas científicas en los últimos cinco años, en las áreas de pediatría, psiquiatría, psicología y salud mental, y que se encuentran disponibles para su consulta. Se descartaron artículos que no se interesan por el tema (nomofobia) en específico, ya que se puede confundir términos con otras adicciones, además los de opinión o que no pertenecieran a revistas indexadas. De igual manera, estudios que no incluían entre su muestra a adolescentes.
Para la exploración se navegó en las bases de datos Medline, Pubmed, Dialnet, Scielo y el motor de rastreo RefSeek en búsqueda de estudios relevantes. Asimismo, como parte del proceso avanzado de búsqueda de información, se utilizaron los siguientes criterios con los respectivos operadores booleanos: nomofobia, nomophobia, adicción AND smartphone, nomofobia AND adolescentes. En el momento de la búsqueda, los criterios fueron combinados para ampliar el rango mejorando la depuración.
Conjuntamente, para la evaluación de los documentos se empleó el diagrama de flujo de la declaración PRISMA (Page et al., 2021), el cual se muestra en la Figura 1, agrupando un total de 4645 artículos en selección, que luego de revisión de títulos, de análisis de resúmenes, métodos, duplicados, aplicación de cribados, se constituyó una selección de 21 artículos científicos y se le adicionaron siete documentos de otras fuentes (libros y manuales) para la síntesis cualitativa. Esta metodología nos permite realizar una buena selección y análisis de información, teniendo en cuenta que “una de las grandes dificultades del investigador es tener claridad y profundizar sobre la ruta y metodología que utilizará en su proceso investigativo” (Guzmán, 2021, p. 20).

El análisis de los datos consignados en la Tabla 1 muestra que las investigaciones sobre la nomofobia han sido realizadas con una muestra promedio de 1878.45 participantes por estudio. El instrumento más utilizado para diagnosticar la nomofobia es la Escala o Cuestionario de Nomofobia (NMP-Q), con un 70% de uso. Los alcances utilizados para estructurar las investigaciones fueron de tipo descriptivo transversal y correlacional. Los años de mayor publicación fueron el 2021, con un 45%; el 2020, con un 33%; y el 2019, con un 22%. Los países que más han estudiado el tema son España, con un 45%, y Turquía, con un 20%, datos expuestos en la Figura 2.


Los adolescentes están inmersos en un estilo de vida digital, construyendo en este espacio su personalidad y actitud, cuya atención se centra en relación con los smartphones, aplicaciones y redes sociales que les brindan un acceso sin límites. En consecuencia, el estilo de vida digital no está estructurado solo en base de las redes sociales, sino que contempla un contenido denso. En otras palabras, es importante tanto lo que ves como lo que compartes para hacer girar la rueda.
De acuerdo con López Menacho (2021), siete de cada diez personas españolas encuestadas manifestaron tener problemas relacionados con la nomofobia, además que el 53% de los usuarios que utilizan habitualmente los teléfonos inteligentes experimentan episodios de ansiedad si extravían el smartphone o se agota su batería.
Para Ramos-Soler et al. (2021), poseer y mantener un perfil socialmente deseable conlleva la aceptación, impulso de amistad y generar el consumo de productos y servicios. En un estudio sobre la dependencia a los dispositivos electrónicos en Argentina muestra cómo siete de cada 10 jóvenes pasan conectados todo el día a internet y la mitad tienen las 24 horas encendidos los equipos, así no los usen (Morduchowicz, 2018). Esta situación los hace fácilmente presas de los algoritmos que los bombardean y contaminan con anuncios publicitarios de entretenimiento y ocio. Es así como la industria de las redes sociales y comunidades online contienen un número gigante de usuarios y mueven con esto una industria incalculable, situación que se presenta en la Figura 3.
Lo que podemos observar es que en Colombia y en el mundo esta industria del entretenimiento virtual mueve un gran flujo de datos e información. Es así como los adolescentes están flotando en diferentes plataformas, y los servicios que se presentan hacen que las interacciones entre personas se transformen: “a medida que el panorama en línea continúa evolucionando hacia la interconectividad y las plataformas de inteligencia artificial, es probable que el comportamiento en línea de los adolescentes se adapte a su vez” (Moreno & Radovic, 2018, p. 21). Esta condición que atrapa cada vez más seguidores es tan solo la punta del iceberg, porque se espera que al desarrollar el metaverso al 100% este mundo paralelo brinde a los usuarios experiencias de inmersión en un espacio virtual para convivir socialmente, entretenerse, comprar, negociar, trabajar, estudiar y en muchos casos un escape a la realidad. En consecuencia, arrastra consigo posibles problemas de adicción, especialmente en la población adolescente.

Las redes sociales cuentan con un segmento de usuarios especialmente destacado: los adolescentes, quienes representan el grupo más numeroso. Según el estudio de Morduchowicz (2018), el 90% de los jóvenes de 13 a 17 años posee una cuenta en alguna red social, y esta actividad se erige como la principal razón para su navegación en línea. Este apasionado interés por socializar a través de las pantallas, experimentar inquietud ante las actividades de los demás o simplemente preocuparse por el estado funcional de un dispositivo electrónico, todos estos aspectos despiertan un profundo interés y merecen ser objeto de estudio. correspondiente a la discusión. Respetar las negritas y cursivas en el original.
Una de las principales causas para propiciar el predominio de la nomofobia es la incapacidad para contactar y comunicarse de forma inmediata con otras personas (Moreno-Guerrero et al., 2020). Los adolescentes están en un alto riesgo, con una prevalencia de hasta el 90% de nomofobia (Ramos-Soler et al., 2021). Por otro lado, se demuestra que se puede llegar a un estado de dependencia a los smartphones, particularmente en las restricciones de interacción social directas en relación con las medidas sanitarias sobre el COVID-19 (Caponnetto et al., 2021).
Para el paciente que sufre de nomofobia, esta situación no abarca solo la pérdida de comunicación, sino que involucra una privación temporal a su identidad social, a dejar a un lado la personalidad de intercambio y en la que se desenvuelve en las redes sociales, además de perder el hilo de conexión con los demás (González-Cabrera et al., 2017). De igual modo, según Díaz Miranda y Extremera Pacheco (2020) es una fobia situacional en asociación con el estilo de vida moderna, que auspicia el acceso veloz de la información y las relaciones sociales.
Cabe señalar que, según los estudios, el grupo de adolescentes que presenta la mayor puntuación en la medición de nomofobia, corresponde a aquellos de 12 a 14 años. Por otro lado, esta problemática se puede presentar en cualquier etapa educativa. Sin embargo, se debe prestar especial atención a los factores de riesgo para realizar una intervención adecuada (Rodríguez-García et al., 2021), entro los que se encuentran revisar constantemente el teléfono en búsqueda de mensajes, llamadas perdidas y anuncios, conjuntamente; la necesidad de interactuar con otros usuarios, opinar sobre sus estados y fotos; estar atento a su perfil y encontrarse ansioso de la opinión de otras personas, etc. Es así como el uso diario de internet se asocia a la nomofobia (Gezgin et al., 2018).
En general los adolescentes que exhibían mayor índice de nomofobia manifestaron un importante aumento de adicción a los smartphones, además eran proclives a síntomas psicopatológicos y una menor calidad de vida (Galhardo et al., 2023; Sharma et al., 2019). En consecuencia, los jóvenes que sufren de este comportamiento adictivo tienen cambios en sus hábitos alimenticios (Moreno-Guerrero et al., 2020). Conjuntamente, Lin et al. (2021) sugiere que esta afección, como el uso desenfrenado de las redes sociales, son circunstancias de riesgo potencial con respecto al insomnio en adolescentes.
Los síntomas asociados a este comportamiento pueden llegar a la ansiedad, dolor de cabeza, dolor de estómago, taquicardias, estrés, sudoración, dependencia anímica o pensamientos y emociones obsesivas (López Menacho, 2021). La adolescencia es la etapa del desarrollo donde es más recurrente presentar problemas de adicción al uso de internet y tecnología, por lo tanto, es probable que este comportamiento se asocie a otras patologías, como perturbaciones metacognitivas y alexitimia, siendo esta última una dificultad de las personas para reconocer y comunicar las emociones y habilidades como la empatía, dado esto los jóvenes presentan un obstáculo en las relaciones interpersonales.
Según Yavuz et al. (2019), los adolescentes con alexitimia utilizan las pantallas como barrera a su miedo de interacción social, a su vez el enfrentarse a los demás llega a propiciar ansiedad y estrés agudo en consecuencia a sus habilidades sociales deficientes. El estudio expone que la alexitimia aumenta el riesgo de producir la nomofobia en los jóvenes, además su condición les produce una impulsividad que inhibe el control del tiempo dedicado a la utilización de los dispositivos electrónicos.
Adicionalmente, la nomofobia se correlaciona con los trastornos de ansiedad y depresión, tan pronto como los adolescentes exploran plataformas donde se pueda tener una comunicación con otras personas en búsqueda de compañía y satisfacción personal (Sharma et al., 2019). En otro estudio, se vincula el trastorno de ansiedad e hiperactividad como predictores de la nomofobia (Kuscu et al., 2021). Asimismo, la nomofobia se relaciona con bajos niveles de regulación emocional, esto en razón de que las personas con este comportamiento adictivo no controlan adecuadamente sus emociones, poseen un déficit para alcanzar las metas y objetivos, poca capacidad de controlar el tiempo destinado a los dispositivos y de regular los impulsos relacionados al miedo de no contar con el dispositivo y estar conectado (Díaz Miranda & Extremera Pacheco, 2020).
Es así que, cuando existen mayores índices de uso problemático de teléfonos inteligentes, también suceden una percepción baja de satisfacción con la vida, de la salud, disminución en la calidad del sueño y puntuaciones menores de inteligencia emocional. También estos indicadores altos indicaban que los jóvenes tenían síntomas de estrés, ansiedad, depresión e ideación suicida (Arrivillaga et al., 2020), en los cuales la soledad es un aspecto psicológico relevante que se conecta con la nomofobia, en cuanto que al perder la conexión con sus smartphones despierta este sentimiento en razón al miedo de abandonar la capacidad de socializar y comunicarse (Gezgin et al., 2018). En consonancia con Kumar et al. (2021), la nomofobia es un problema que afecta la salud física, mental y social de los adolescentes.
La utilización de los dispositivos electrónicos varía según el género. Según Ergin y Ozer (2021), el género femenino dedica más tiempo al uso del smartphone, y la nomofobia afecta directamente a las mujeres (Galhardo et al., 2023; Moreno-Guerrero et al., 2020). En el instrumento de medición de la nomofobia NMP-Q, el género femenino tiene puntuaciones más altas (León-Mejía et al., 2021). Además, la autoestima corporal y los rasgos de personalidad son un punto clave en la prevalencia de la adicción a internet. Peris et al. (2020) sugieren que la asociación del género con altos niveles de desinhibición son indicios de la adicción a internet. Por lo tanto, al perder esta capacidad de control y adquirir un comportamiento impulsivo, se pasa a la línea de la nomofobia.
Según Cerro Herrero et al. (2020), la autoestima baja puede derivar en un uso inadecuado de los dispositivos electrónicos. Asimismo, el uso excesivo de estos dispositivos puede afectar negativamente a la autoestima.
Las investigaciones demuestran que el acceso a Internet mejora el rendimiento académico percibido por los estudiantes, pero cuando se utiliza las redes sociales en el dispositivo se vincula a una pérdida en este indicador. Por otro lado, se halla que la nomofobia se conecta con un rendimiento académico percibido de los estudiantes bajo (Buctot et al., 2021). De igual manera, para Hilt (2019) se relaciona el insuficiente hábito de la lectura con el uso desmedido de los dispositivos móviles, por lo cual el promedio académico disminuye significativamente. Los estudios destacan la urgente necesidad de intervenir en los hogares, escuelas y la sociedad en su conjunto para frenar este trastorno que afecta a un creciente número de adolescentes (Pérez Cabrejos et al., 2021).
Uno de los elementos indispensables para el desarrollo cotidiano de las actividades de la vida diaria, es el teléfono celular, siendo un aparato que en un principio fue creado para comunicarnos y acercarnos a los demás, pero en la actualidad la incorporación de otras funciones a estos dispositivos ha provocado que este sea una herramienta de mediación en las interacciones y relaciones sociales de las personas, al punto de provocar que se ignore a los otros que están a su lado por estar conectado a las redes sociales y comunidades online.
Este comportamiento particular se relaciona con la nomofobia, que son problemas físicos, psicológicos y sociales respecto a la atención desmesurada por no poder acceder al teléfono inteligente (smartphone), patrones de conducta repetitivos, angustia al no atender la emisión del zumbido o sonidos que emiten los teléfonos, el miedo a dejarlo en casa, a su pérdida, a quedarse sin datos, cobertura, sin batería, o simplemente no estar en un intervalo de tiempo conectado, llegando a ignorar a las personas y lo que pasa en el alrededor. Esta condición nos arrastra a sensaciones de incomodidad, estrés o hasta ataques de ansiedad.
La adolescencia es una etapa del desarrollo humano que se encuentra en constante cambio, siendo una población emocionalmente inestable y propensa a los trastornos por uso de las tecnologías; el rango de edades que presenta mayor índice de nomofobia es de los 12 a 15 años. Es importante tener en cuenta para su prevención los factores que propician este comportamiento, como son la inquietud por contestar las alarmas, anuncios, mensajes que aparecen en los dispositivos, adicionalmente estar en constante interacción con las redes sociales y dejar a un lado las relaciones con los demás y vivir vinculado a las aplicaciones.
Las consecuencias en la salud pueden llegar a manifestarse en síntomas psicopatológicos y una percepción de disminución en la calidad de vida, teniendo cambios en los hábitos alimenticios y en el periodo dedicado al sueño. También se asocia a problemas para comunicar emociones, pérdida de la empatía y el miedo a la interacción social presencial, además de la impulsividad y déficit en el control del tiempo que se le dedica a la utilización de dispositivos.
Conjuntamente, se vincula con los trastornos de ansiedad y depresión; es importante mencionar que los adolescentes con nomofobia tienen bajos niveles de regulación y se ve afectada su inteligencia emocional. Por lo tanto, pueden llegar a presentar patología dual, siendo el padecimiento de manera simultánea de la adicción y otro trastorno mental, como en este caso que encontramos la nomofobia como comportamiento primario y en segundo plano una morbilidad asociada como la ansiedad, depresión entre otras. Esta vinculación puede llegar a producir en el paciente altos niveles de impulsividad, agresividad, violencia, irrespeto por las pautas y normas, además de un desorden rutinario de convivencia.
La nomofobia prevalece en el género femenino y tener una autoestima baja puede derivar en el mal uso de los teléfonos inteligentes. Además, la nomofobia puede afectar el rendimiento académico y disminuir el hábito de la lectura. Asimismo, estar inquieto y perder la atención en clase o en actividades escolares por estar interesado en los sonidos, avisos o socializar en las pantallas puede poner barreras al aprendizaje.
Es indispensable que en las familias se promuevan hábitos saludables para el manejo, uso racional de los teléfonos inteligentes y otros dispositivos, crear estrategias en los entornos educativos que construyan programas de prevención de adicciones emergentes por el mal uso de la tecnología, uso irresponsable de los smartphones y para evidenciar los peligros potenciales que se encuentran en la red.
Por último, en la actualidad, la manera en que la mayoría de los jóvenes ocupan su tiempo frente al aparato telefónico celular, sin duda alguna la mayoría de ellos lo hacen por un tiempo prolongado, lo cual, se quiera o no, trae como consecuencia una serie de cambios ya sea en la salud, conducta, alimentación y/o psicológicos, por ende, es importante seguir con las investigaciones frente al tema para prevenir el aumento de adicciones a las tecnologías en este tipo de población.
Citar este artículo como: Guzmán-Brand, V. & A Gelvez-García, L. (2023). La nomofobia en los adolescentes y el impacto en su salud mental: una revisión sistemática. Revista Argentina de Ciencias del Comportamiento, 15(3), 12-23.
https://revistas.unc.edu.ar/index.php/racc/article/view/36788/44294 (pdf)
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