Resumen: En Perú, una de las primeras medidas preventivas para allanar la curva epidemiológica de la pandemia COVID-19 fue la cuarentena, que cambió de forma importante la conducta alimentaria, la actividad física y la salud mental. Objetivo: Determinar las modificaciones de la conducta alimentaria, actividad física y salud mental antes y durante la cuarentena por la pandemia COVID-19 en adultos jóvenes. Material y métodos: Estudio observacional, descriptivo, longitudinal en 384 adultos entre 18 y 24 años, mediante una encuesta virtual que incluyó: Cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos, Cuestionario Internacional de Actividad física y Cuestionario de cambios en la salud mental, analizados mediante ji – cuadrado. Resultados: Durante la cuarentena se encontró un incremento en la distribución de frecuencia de comidas diarias [desayuno (p < 0,001), media mañana (p < 0,05), almuerzo (p < 0,001), merienda (p<0,001), cena (p < 0,05)] y de las preferencias alimentarias, con aumento en el consumo de frutas (p = 0,005) y una disminución de comidas rápidas (p < 0,05) y golosinas (p = 0,03). El nivel de actividad física bajo fue más frecuente (Varones: 28,4%; Mujeres: 25,3%) y hubo una disminución en las horas de sueño, por otro lado, la salud mental se vio severamente afectada durante la cuarentena. Conclusiones: Los resultados indican que la cuarentena ha producido variaciones en la conducta alimentaria, una disminución de la actividad física y un aumento de problemas de salud mental. Estas modificaciones representan un riesgo de sobrepeso u obesidad, incluso, desarrollo de enfermedades no transmisibles.
Palabras clave:Infecciones por coronavirusInfecciones por coronavirus,cuarentenacuarentena,conducta alimentariaconducta alimentaria,actividad motoraactividad motora,salud mentalsalud mental.
Abstract: In Peru, one of the first interventions to flattened the epidemiologic curve of the pandemic was quarantine that changed eating behavior, physical activity and mental health of the population. Objective:to determine modifications in eating behavior, physical activity and mental health in young adults before and after the quarantine. Methods: cohort study involving 384 adults from 18 to 24 years of age that were subjected to a virtual interview and application of an international questionnaire to evaluate changings in eating behavior, physical activity and mental health contrasted by Chi square. Results: an increase in the distribution of daily foods [breakfast (p<0.001), morning snack (p<0.05), lunch (p<0.001), afternoon snack (p<0.001), dinner (p<0.05)] and an increase in ingestion of fruits (p=0.005) and reduction in the ingestion of fast food (p<0.05) and candies (p=0.03). Physical activity decreases specially in males vs females (28.4% vs. 25.3%) and there was a reduction in the total number of sleep hours, mental health was severely affected. Conclusions: quarantine induced variations in eating behavior, reduction in physical activity and increase in mental health disorders. These modifications put the population at risk for weight gain or obesity and eventually to non-transmissible diseases.
Keywords: Coronavirus infections, quarantine, eating behavior, motor activity, mental health.
Investigación original
Modificaciones de la conducta alimentaria, actividad física y salud mental por la cuarentena COVID-19 en adultos jóvenes
Modifications of feeding behavior, physical activity and mental health due to the COVID-19 quarantine in young adults

Recepción: 03 Abril 2021
Aprobación: 09 Diciembre 2021
Actualmente, el mundo enfrenta una pandemia de escala y evolución sin precedentes, la cual tiene origen a finales del 2019 en la ciudad de Wuhan (China), donde se descubrió un brote epidemiológico de una nueva cepa de coronavirus que se denominó como SARS-CoV-2. En marzo del 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a la COVID-19 como pandemia, invocando a los gobiernos y autoridades sanitarias a incrementar sus esfuerzos para contener su propagación (1,2). Por ello, el gobierno estableció una serie de medidas de contingencia para allanar la curva epidemiológica, siendo el confinamiento, la principal medida implementada al inicio de la pandemia (3). Esto ha impactado significativamente en la rutina de las personas, particularmente en las conductas alimentarias, que condujo a un incremento acelerado de la masa corporal lo que se conoce como “covibesidad” (4).
La conducta alimentaria es una actividad humana que se relaciona con la ingesta de alimentos y depende de factores intrínsecos y extrínsecos a la persona (5). Durante el confinamiento, se han presentado cambios como el aumento de la cantidad total de alimentos consumidos, especialmente dulces y salados con alta densidad energética (6,7). Sin embargo, se ha producido una disminución del consumo de verduras, frutas y legumbres (8). Esta modificación de la dieta diaria debido a una excesiva ingesta de alimentos, incluso de 10 a 50 calorías al día, aumentan el riesgo de obesidad (6). Los múltiples factores asociados fueron: cuarentena, incertidumbre, problemas económicos, estrés, aburrimiento, soledad y ansiedad (9).
La cuarentena ha provocado una reducción del gasto energético porque se han limitado las actividades deportivas al aire libre y el acceso a las instituciones educativas, impulsando la educación virtual en estudiantes universitarios (10,11); por tanto, aumentó el sedentarismo (12). El exceso de información y rumores infundados sobre la COVID-19 a través de los medios de comunicación durante este período, han producido incertidumbre y niveles de estrés elevados que incrementaron la adopción de dietas poco saludables ricas en grasas saturadas y carbohidratos refinados con el objetivo de reducir el estrés (8), ya que estos alimentos estimulan la producción de serotonina con un efecto positivo en el estado de ánimo (4,5). Esta situación ha aumentado el riesgo de padecer obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares e incluso problemas inmunológicos, que empeoran la COVID-19 (9).
Las respuestas psicológicas y emocionales producidas por la modificación de la rutina diaria, presiones económicas, aislamiento social han generado estrés, ansiedad, miedo, tristeza y soledad; los cuales han aumentado el porcentaje de trastornos de salud mental. Además, la alteración de los patrones de sueño ha desarrollado conductas alimentarias disfuncionales, para responder a la experiencia negativa del aislamiento social, donde la sensación de aburrimiento durante el encierro ha sido relacionada con el exceso en la ingesta de alimentos para escapar de la rutina (8,10).
Por todo lo mencionado, es importante estudiar el impacto de la cuarentena en la conducta alimentaria de las personas, actividad física y salud mental. Por tal motivo, el objetivo del estudio fue determinar las modificaciones de la conducta alimentaria, actividad física y salud mental durante la cuarentena por la pandemia de la COVID-19 en adultos jóvenes.
Diseño del estudio: Observacional, descriptivo, longitudinal.
Muestra: El estudio se realizó en 384 adultos jóvenes entre 18 y 24 años de edad con residencia en la región de La Libertad durante el período de la cuarentena de la COVID – 19 empleando la fórmula “Cálculo del tamaño de la muestra conociendo el tamaño de la población” (13). La muestra fue reclutada a través de las redes sociales mediante un muestreo no probabilístico, se consideró a los estudiantes universitarios que aceptaron ser parte del estudio y llenaron la encuesta, hasta alcanzar el número de la muestra. Se empleó un protocolo que contemplaba información sociodemográfica general (sexo, grupo de edad).
Criterios de inclusión: Se incluyeron adultos jóvenes con estudios universitarios y residencia en el departamento de La Libertad durante el período de cuarentena por COVID-19.
Criterios de exclusión: No participaron aquellos que estaban imposibilitados de hacer ejercicio físico y gestantes jóvenes.
Encuestas: Se utilizaron los cuestionarios de conductas alimentarias que incluye la distribución de frecuencia de consumo y el tipo de alimentos antes y durante la cuarentena por COVID-19 (14), como las modificaciones de factores condicionantes de la conducta alimentaria durante este período (7). Además, se empleó el Cuestionario Internacional de Actividad Física (IPAQ) modificado, relacionado a las actividades físicas de los participantes antes y durante la cuarentena, mediante el cual se categorizó en niveles de actividad: alto, moderado y bajo (15). Por último, para analizar los cambios en la salud mental se utilizó 10 ítems relacionados a sentimientos de soledad, depresión, ansiedad, pensamientos negativos y violencia física o verbal (7).
Aplicación de las encuestas: La recolección de información se realizó durante 3 semanas. Se utilizó la herramienta de formularios de Google con la opción de colocar su identificación (nombre, correo electrónico, N° DNI).
Análisis estadístico: La estadística descriptiva e inferencial de los datos se realizó utilizando el programa Microsoft Office Excel 2016. Se determinó número y porcentaje en las variables categóricas y se empleó la prueba de ji - cuadrado para evaluar la asociación entre variables con el fin de comparar cada uno de ítems planteados en el cuestionario antes y durante la cuarentena por COVID – 19; se consideró significativo p < 0,05.
Ética: El estudio fue aprobado por el Comité de Ética de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Trujillo.
Participaron 384 estudiantes, de los cuales 46,6% fueron mujeres. El 53,9% de los encuestados tenía entre 20 y 22 años (tabla 1). El 95% residían en la ciudad de Trujillo y el porcentaje restante, se encontraba en la sierra de la región La Libertad.
Los cambios en las conductas alimentarias durante la cuarentena por COVID-19 presentaron un aumento significativo del número de comidas al día, tanto en el desayuno (p < 0,001), media mañana (p < 0,05), almuerzo (p < 0,001), merienda (p< 0,001) y cena (p < 0,05) (tabla 2). Asimismo, durante la cuarentena por COVID-19 hubo un incremento significativo de frutas (p = 0,005), y sin cambios en la ingesta de gaseosas o bebidas azucaradas, verduras, legumbres, carnes, pastelería; incluso, los participantes consumieron en mayor medida comida rápida (p < 0,05) y golosinas (p = 0,03) antes de la pandemia (tabla 3). La percepción de los participantes respecto a los comportamientos del control de peso muestra una variación en relación con el período de cuarentena por COVID-19, se incrementaron las interrupciones de sueño en el 38,8% de participantes y los cambios de horarios en el 59,9%. No se observan variaciones relevantes en los otros ítems (tabla 4).
Se evidenciaron cambios en el patrón de los niveles de actividad física durante la cuarentena, siendo los más frecuentes el nivel bajo y moderado, en relación a antes de la cuarentena que se encontró al nivel moderado y alto con mayores porcentajes (p < 0,001) (figura 1).
La salud mental durante la cuarentena por COVID-19 presentó un incremento significativo de soledad (p < 0,001), depresión (p < 0,001), ansiedad (p < 0,001), ganas de hacerse daño (p = 0,000356), pensamientos suicidas (p=0,0083), síntomas de salud física (p < 0,001), conflictos o discusiones (p < 0,001) y sentimientos negativos por el peso presentado en este período (p < 0,001) (tabla 5).






El estudio de investigación tuvo como principal finalidad comparar la conducta alimentaria, la actividad física y la salud mental en adultos jóvenes antes y durante la cuarentena por la pandemia de la COVID-19.
Se encontró un incremento en la distribución de frecuencia de comidas diarias, cambios en las preferencias alimentarias con mayor consumo de frutas y una disminución de comidas rápidas y golosinas. El nivel de actividad física disminuyó significativamente. La salud mental fue afectada por incremento de soledad, depresión, ansiedad, ganas de hacerse daño, pensamientos suicidas, síntomas de salud física, conflictos o discusiones y sentimientos negativos.
En el presente estudio, durante la cuarentena por la COVID-19, se encontró cambio en la distribución de frecuencia de consumo: desayuno, media mañana, almuerzo, merienda y cena. Esto coincide con lo reportado en otros estudios sobre una mayor ingesta de alimentos (7,16,17); siendo una de las razones según señala Eric y col., el consumo principal de bocadillos dentro de las comidas con mayor frecuencia (7), y una tendencia al consumo de algún refrigerio durante la noche (10).
Respecto al tipo de alimentos durante la cuarentena, se observó mayor consumo de frutas semejante a lo hallado en el confinamiento aplicado en España, lo cual es importante debido a que las frutas tienen un potencial efecto inmunomodulador y son fuentes de vitaminas (16). Asimismo, hubo una disminución en la ingesta de comida rápida y golosinas, contrario a lo señalado en otros estudios (7,17,18). Esto se debe a que en los primeros meses de cuarentena los establecimientos de comida rápida estaban cerrados y los jóvenes permanecieron en sus hogares donde se prioriza la comida casera. No hubo cambios en el resto de los alimentos a diferencia de lo reportado en otros países (7,8,16).
El nivel bajo de actividad física incrementó del 15 al 54%, lo que coincide con diferentes estudios que muestran el impacto de los niveles de actividad física de la población por el aislamiento social (19,20,21). Esto puede deberse al cierre de gimnasios, acceso restringido a parques públicos, escuelas y playas para la actividad física al aire libre (22). Además, muchas personas tuvieron que trabajar de manera remota y los estudiantes continuaron con sus obligaciones académicas a través de la educación virtual, por lo que permanecieron sentados frente a la computadora durante largos períodos de tiempo, aumentando de este modo el comportamiento sedente (11,23). Ello puede ocasionar “efectos negativos en la salud, el bienestar y la calidad de vida de las personas” (24). La reducción del gasto energético produce un aumento de peso (10), desencadenando obesidad, la cual constituye un riesgo de infección y mortalidad para la COVID-19. Además, se ha reportado, que la infección del tracto respiratorio superior, una de las principales complicaciones de la COVID-19, está estrechamente relacionado con el nivel de actividad física (19). También, según algunos estudios, es probable que la reducción en los niveles de actividad física agrave los efectos psicológicos que se incrementaron con la pandemia (20,21,25).
De forma similar, el estudio muestra una significativa afectación de la salud mental en los participantes destacando un incremento de la sensación de soledad, ansiedad, depresión, disconformidad por el peso, sensación de autolesionarse y pensamientos suicidas. Algunas de las razones para estos hallazgos fueron tener familiares o amigos infectados por la COVID-19 (26), problemas económicos, cambio de rutina, aislamiento social y retraso académico (27). Este último relacionado a la insatisfacción por el modelo de aprendizaje virtual no estructurado y, subsecuentemente, el agotamiento físico y mental (27). Estos hallazgos concuerdan con el impacto negativo de la pandemia sobre la salud mental en universitarios de otros países, siendo el estrés y la ansiedad, los problemas más experimentados (28).
Se puede señalar como limitaciones que la muestra no fue obtenida de forma probabilística; sin embargo, fue lo suficientemente amplia para demostrar validez.
En consideración de los datos recabados y la contrastación con la literatura existente, se recomienda desarrollar programas y establecer estrategias que brinden orientación nutricional, promuevan la actividad física y sirvan de soporte psicológico para fortalecer el estado de resiliencia en los adultos jóvenes.
Se concluye que en los adultos jóvenes de La Libertad por efecto de la cuarentena se ha producido cambios en la conducta alimentaria, disminución de la actividad física y aumento en los problemas de salud mental, lo que conlleva a un mayor riesgo de sobrepeso, obesidad y, por consiguiente, el desarrollo de enfermedades no transmisibles.
https://revistas.upch.edu.pe/index.php/RMH/article/view/4164/4712 (pdf)
Correspondencia: Analis Lisseth Esparza Varas. Nuevo Florencia Mz. F Lt. 7 / Trujillo, La Libertad, Perú. Correo electrónico: aesparza@unitru.edu.pe. Teléfono: 51 997 840 558





