Entrevista
DOI: https://doi.org/10.5965/2175180308172016416
Resumo: Entrevistado:Gerardo Necoechea Gracia possui doutorado em História e Antropologia na City University of New York. É doutor em História Social por Escuela Nacional de Antropologia e História. É investigador de Dirección de Estudios Históricos e professor da Escuela Nacional de Antropología e História, ambos do Instituto Nacional de Antropologia e História da Cidade do México. É codiretor da revista bilíngue da Asociación Internacional de Historia Oral Palabras y silencios/Words and silence, entre2002 e 2010; autor, entre outras publicações,de Después de vivir un siglo. Ensayos de historia oral sobre el siglo XX en México (2005) e coordenador, com Patricia Pensado, de Voltear al mundo de cabeza: historias de militancia de izquierda en América Latina (2010).Entrevista concedida em: 16/10/2014
Tempo e Argumento ‐ Primeiramente, você poderia esclarecer sobre o debate atual acerca a História oral na América Latina, com destaque em aspectos que considera relevante a respeito dessa questão.
Gerardo Necoechea Gracia ‐ La controversia de si hay o no una historia oral, particularmente latinoamericana, surgió en nuestro contacto dentro de la Asociación Internacional de Historia Oral, con historiadores norteamericanos, europeos, de lugares fuera de América latina, pero también y quizás por primera vez los historiadores latinoamericanos nos reuníamos a platicar. Nos interesaba saber si hacemos cosas distintas a las que hacen o hacían nuestros colegas en Europa y Estados Unidos. Lo que encontramos no tiene que ver con la técnica o con ciertos métodos que en eso compartimos, sino en las preocupaciones y problemáticas que nos inquietan. Por ejemplo, en general la historia oral europea y en Estados Unidos actual se orienta hacia los problemas de cómo incluir minorías, cómo incluir discapacitados, a los que han ido quedando fuera de la sociedad democrática. A nosotros sí nos interesó, pero lo vemos distinto, no vemos la historia oral como el camino para la inclusión, que muchas veces en esos proyectos es el objetivo, sino como una manera de problematizar por qué la sociedad los excluye, y en este sentido la historia oral en América latina es todavía más política, no asistencial, como se desarrollan los proyectos europeos. Todavía la historia oral en América Latina tiene mucho de esa búsqueda, de la utopía, y sigue estando muy conectada con la noción de un activismo político que logre transformar las relaciones sociales. Así muchos de los problemas que nos interesan van encaminados a esa problemática, ¿cómo podemos utilizar nuestra investigación para transformar nuestro presente? Conscientes de la precariedad del presente, de la dificultad, lo que vivimos ahora, mañana puede ser totalmente distinto. No es lo mismo en Europa y en Estados Unidos, donde por razones las que tengan, sienten que el presente es más estable. Para nosotros, es importante comprender que la situación de hoy es contingente, muy fácilmente puede cambiar, y tratar de entender cómo llegamos a este presente es muy importante. Creo que la orientación de la historia oral en América Latina se diferencia de Europa, de Estados Unidos precisamente por tener un carácter más político que en estos otros lugares, y tiene problemas que los europeos no tienen o no los tienen de la misma manera. Mi trabajo, por ejemplo, con comunidades indígenas no solo implicaba problemas de idioma, porque hablábamos distinto, para muchos de mis entrevistados el español era su segunda lengua, una lengua aprendida ya en su edad adulta, sino también implicaba un problema de cultura, entonces, ¿cómo traducir una cultura a otra en las entrevistas?, y también un problema de subordinación, en un país donde las comunidades indígenas fueron conquistadas, fueron reprimidas, y son vistas desde la sociedad más urbanizada como sociedades inferiores, en una situación de entrevista, yo represento esa otra sociedad, una sociedad más mestiza, más blanca, hispanohablante, moderna….
Tempo e Argumento ‐ Como funciona a Rede Latino‐Americana de História Oral e sua relação na trajetória da história oral no México? E quais seriam as suas principais pesquisas em relação à temática da questão indígena?
Gerardo Necoechea Gracia ‐ La Red Latinoamericana de Historia Oral no tiene aún diez años, pero el trabajo en México con historia oral viene desde los principios de los años 1970, tiene una larga tradición. Mi trabajo con historia oral inició no tanto como una preocupación de investigación académica, sino más bien con la idea de hacer proyectos comunitarios que tuvieran una relevancia para las comunidades. El primer proyecto fue en una ciudad obrera en el estado de Vera Cruz, cerca del Golfo de México, un estado industrial, y fue un proyecto en una ciudad dominada por fábricas textiles. Esa ciudad era conocida por una huelga muy significativa en el 1907, una huelga muy importante para la historia mexicana, precursora de la revolución de 1910, pero después esa comunidad y ese grupo de trabajadores desapareció de la historia. Me interesaba hacer investigación y convocar/convidar a la comunidad a hacer su propia historia después de la huelga, qué había pasado entre los años 1920‐30 y al momento en que yo llegaba, el principio de los años 1980. Me interesaba que la gente participara en el trabajo, entonces, mucho de lo que yo hacía implicaba en enseñarles a hacer historia oral para que pudieran hacer su propia historia. Posteriormente, trabajé en un proyecto similar en comunidades indígenas, quizás con un foco más claro, porque la idea era hacer un museo comunitario en estos lugares, que tenía un doble propósito. Por un lado, reflexionar sobre sí mismos como comunidad y qué les gustaría mostrar hacia afuera. Y lo otro, algo más práctico, son comunidades indígenas que requieren de alternativas económicas, así la idea de un museo ellos la pensaban en términos de poder atraer a los visitantes para tener una base económica más diversificada. Porque además son zonas de mucha emigración hacia Estados Unidos, que es el otro tema que he trabajado, la emigración a Estados Unidos. A estas comunidades les preocupaban que los jóvenes se van, dejan de hablar el idioma, zapoteco, azteco u otro, dejan de participar de la cultura comunitaria, y la comunidad siente que pierde a sus miembros. La idea es que en las ocasiones en que ellos la visitaban, en que venían de Estados Unidos para la fiesta patronal, o las fiestas de fin de año, hubiera un lugar donde pudieran aprender la cultura de la comunidad, también esto a la comunidad le preocupaba, inclusive pensaba que si fuera posible una diversidad económica, evitaría que se fuera la gente. El proyecto no fue muy exitoso, no llegaron centenas de turistas a ver los museos, pero sí el interés de los jóvenes en la cultura de la comunidad, esa parte fue interesante. En muchas comunidades donde los hablantes de zapoteco eran la gente mayor, y los jóvenes ya no lo hablan, porque han estado en la educación pública, empezaron a interesarse por aprender de los viejos, aprender nuevamente su idioma. En ese sentido, sí, tuvo un impacto. Quizás, no es posible decir gracias a la historia oral todo eso sucedió, pero sí se entretejió con algo muy importante que venía sucediendo en esas comunidades, no solo ahí sino en la zona sur de México, que es la zona más indígena, que tiene una demanda por educación en su propio idioma. Empezaron a surgir proyectos de educación bilingüe, y eventualmente van a convertirse en una parte de la política educativa mexicana. Obviamente, la importancia del Ejército Zapatista en Chiapas, en 1994, cuando aparecen a la luz pública, y dos años después hay una negociación sobre los derechos de la cultura indígena, lo que va a ser también muy importante, más importante que nuestros proyectos de historia oral, por impulsar este tipo de educación que ya no solo sea bilingüe sino bicultural, y que no solamente se restrinja a la educación básica, sino que se empiecen a crear universidades para que haya educación superior que contemple la bilingüedad, la biculturalidad, entonces se crean las universidades interétnicas. He trabajado en una que está en la zona de Michoacán, donde el principal grupo indígena son los purépechas, y uno de los problemas, cosa un poco tangente a esto, es que incluso en los idiomas indígenas hay distintos dialectos. Como Michoacán es una zona de muchos lagos, hay un purépecha de los lagos, de la zona de lagos, y hay un purépecha de los altos, de la zona montañosa, que cuando se encuentran, no se entienden, así este trabajo en las universidades era también una manera de vincular estas distintas comunidades e ir creando un lenguaje común.
Tempo e Argumento ‐ A partir deste trabalho realizado, como reconhecer a diversidade dentro das comunidades indígenas?
Gerardo Necoechea Gracia ‐ Bueno, para nosotros, son los indios, pero desde sí mismos son purépechas, son zapotecos, o son purépechas de los altos, purépechas de los lagos. Esa diversidad es importante, y mucho del trabajo de historia oral sí sirvió en este sentido, de ir reafirmando la importancia de la diversidad, a la vez la importancia de las conexiones.
Tempo e Argumento ‐ Qual o principal resultado desse movimento indígena?
Gerardo Necoechea Gracia ‐ Atención, no es resultado de la historia oral, es resultado de un movimiento indígena importante que empieza a adquirir presencia pública en los años 1960‐70, y entonces, nosotros, los historiadores orales nos vinculamos a este movimiento, apoyamos y proveemos algunas herramientas útiles, pero de ninguna manera los cambios en la política pública educacional, etc., son resultado de la historia, de estos movimientos. − Sí, el resultado de este proceso de radicalización de los años 1960‐70 involucra a muchos estudiantes de zonas urbanas, que por primera vez piensan en la problemática indígena, rural, antes de eso, la política posrevolucionaria que se instituye en los años 1920‐30, que hacía yo alusión en la mesa redonda, durante la conferencia, la política indigenista lo que persigue es integrar a las comunidades indígenas a la nación como mexicanos, borrar lo indígena, el lenguaje, o sea, sí hay educación rural en esas comunidades, pero es en español, y la gente pierde su idioma… − La controversia de los elementos que crean, que quieren condicionar una nacionalidad, y que la verdad es una reivindicación que no es homogénea. − Exactamente… que la nacionalidad es muy diversa y eso es importante integrar…
Tempo e Argumento ‐ Quais os pontos relevantes da metodologia da história oral ao se tratar da temática da resistência de uma classe popular da América Latina?
Gerardo Necoechea Gracia ‐ A partir de un artículo de un colega brasileño, Robson Laverdi, sobre cómo poder utilizar y qué hay de útil en las ideas de Raymond Williams para la historia oral, y uno de los temas que él ahí desarrolla es que en una situación de entrevista, el entrevistado con frecuencia por primera vez narra los sucesos de su pasado en una situación en la que no solamente tiene un escucha muy atento, sino que además tiene la expectativa de que esto trascienda hacia la historia, se convierta en parte de la narrativa histórica. Así, internamente, quien habla, quien narra va buscando la mejor manera de expresar, de traducir su recuerdo a palabras, y en ese buscar palabras para contar el recuerdo, hay una conflictividad, entre las narraciones adquiridas y la manera en que yo recuerdo lo que percibí, no del todo embona, no del todo se integra a esa narración adquirida y tengo que buscar una forma nueva. Y Raymond Williams dice que es cuando contamos las cosas que empezamos a entenderlas mejor, y Raymond Williams no es el único, pero en ese caso era lo que se planteaba. Podemos pensar la expectativa como todo aquello que heredamos de la cultura, vivimos en una cultura determinada, que nos hace pensar que el futuro será de cierta manera, o debe ser de cierta manera, y después tenemos experiencias que no concuerdan, a veces, nos damos cuenta de la no concordancia, la mayor parte del tiempo. Contamos lo que nos sucede acorde a lo que esperábamos que sucediera. Solamente experiencias muy disímiles, de ruptura real, nos hacen pensar de otra forma, percibir nuestra experiencia de manera distinta. Por ejemplo, el encuentro entre el México urbano, educado, de clase media, con ese México rural, indígena, normalmente pensado como tradicional, no cambiante, estancado en el tiempo. Cuando nosotros, yo y otro colega que íbamos a las comunidades, llegamos allá y empezamos a preguntarles sobre distintas prácticas de su comunidad en torno a las fiestas patronales, en torno a la medicina llamada “tradicional”, empezó a salir justamente la palabra “tradición”, y les preguntamos cómo se dice “tradición” en zapoteco, se quedaron pensando y dijeron: “tradición, la misma palabra que el español…” ¿Pero no tienen otra palabra para lo mismo? Dijeron: “no, es que eso de tradición es de ustedes, en lo nuestro, nosotros hablamos de costumbre”. Entonces, nos quedamos pensando, ¿de qué se trata, qué sucede? Así empezamos a entender que lo que nosotros llamamos “tradición” en ellos, para ellos es “costumbre”, y en cierto modo es la ley lo que rige sus prácticas. Pero como rige las prácticas y las prácticas son fluidas, la costumbre va cambiando. Para nosotros, entonces, empieza a ser una manera de repensar la vida indígena, o la cultura indígena, no como una identidad cerrada, como algo ya constituido, ya acabado, y sobretodo acabado en un pasado prehispánico, sino algo que ha venido cambiando, que se ha venido adecuando, y que está en constante diálogo con la cultura no indígena, con las costumbres urbanas, de la sociedad dominante. Generalmente, pensamos “modernidad”, “tradición” como dos polos constituidos, opuestos y en choque constante. Y lo que empezamos a ver es que ni son polos opuestos, ni están constituidos, por el contrario, están en continua interacción. Y que la costumbre indígena tenía una manera también de crear la cultura. Esa parte para nosotros fue importante porque rompía nuestra expectativa respecto de… si nosotros llegábamos a hacer un museo comunitario con la cultura tradicional y de repente nos damos cuenta de que no… pero iba a ser un museo sobre cómo vive la gente, más fluido, más creativo del momento… y dinámico.
Tempo e Argumento ‐ Qual o diálogo que se estabelece da história oral da América Latina com outros países? E quais são as contribuições mais diretas para a história oral no México?
Gerardo Necoechea Gracia ‐ Son varias cuestiones. Primero, cómo se establece la historia oral, cómo llega. Ahí hay una gran interrelación, en el caso mexicano específicamente, entre el desarrollo de la historia oral en Estados Unidos y la historia oral en México, en el sentido de que un historiador antropólogo mexicano, Wigberto Jiménez Moreno, conoce lo que está haciendo Allan Nevins en Nueva York y el establecimiento de la Oficina de Historia Oral en la Universidad de Columbia, en ese país, se interesa y regresa a México proponiendo que se hagan proyectos de este tipo y en particular atrae a dos investigadoras, Alicia Olivera y Eugenia Meyer, y lanzan los primeros proyectos de historia oral. Tanto Wigberto Jiménez Moreno como Alicia Olivera estaban en el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Eugenia Meyer creo que era todavía estudiante en la Universidad Nacional. Empiezan los primeros proyectos, y de ahí nace la idea de hacer un gran proyecto sobre la Revolución Mexicana, en ese entonces estamos en 1971, y han pasado cincuenta, sesenta años de la revolución que inició en 1910, la guerra interna terminó en el 1916‐17, pero todavía en lo que se constituye un gobierno más o menos estable atravesó los años 1920, entonces ha pasado medio siglo de la revolución al momento que se lanzan estos proyectos. Con esa primera conexión entre EUA y México para el desarrollo de la historia oral, pero lo señalaba Alicia Olivera que en EUA les interesaba hacer sobre las élites políticas, Nevins estaba muy interesado en hacer sobre la presidencia de Roosevelt, en la presidencia de Kennedy, y dijo a nosotros que le interesaba más los sectores populares. A ella en particular le interesaban los ejércitos populares, tal como el ejército zapatista, que atraen más gente interesada en los ejércitos del norte, que no son propiamente campesinos, sino más bien, rancheros. Cómo la gente del pueblo, la gente llana, se integra a la revolución, y hay una primera y gran diferencia entre los proyectos de EUA y de México. Lo otro es que la antropología mexicana ya tenía una tradición del uso de la historia de vida en la investigación. Uno de los primeros proyectos lo hace Manuel Gamio con inmigrantes mexicanos. En el 1926‐27, 1926 ó 1927, arma un proyecto para entrevistar a los mexicanos que están viviendo en EUA, publica algunas de las entrevistas y un estudio sobre cómo es la vida de los mexicanos, cómo cambia la vida indígena una vez que entra a la sociedad moderna, él sí todavía muy anclado en esta contraposición de lo tradicional y lo moderno, pero utilizando la historia de vida como método. Esto tiene ya una tradición en la antropología mexicana en los años 1950. Otro importante antropólogo mexicano, Ricardo Pozas, publica La vida de Juan Pérez Jolote, libro que cuenta el relato de vida de un indígena de una de las etnias mayas de la zona del sur. En México encontramos varios antecedentes, del uso propiamente de la historia oral, y que van por el lado de la cultura popular, la sociedad indígena, etc., y por eso la historia oral mexicana muy tempranamente empieza a trabajar con la cultura popular, con las poblaciones campesinas, indígenas, obreras… el mayor desarrollo en historia oral se da en trabajos de este tipo, historia oral de obreros, de campesinos, etc., poco con las élites políticas, aunque también se hace. No sé si esto tiene o no una influencia en América Latina en su conjunto, pero sí es cierto que México lleva una ventaja, empieza a recorrer un camino antes, y con frecuencia los colegas latinoamericanos que se acercan a la historia oral, primero se acercan a lo que están haciendo los mexicanos, copian algunas de las cosas, la idea. En México los primeros proyectos denominan a lo que hacen construir el archivo de la palabra, y en muchos de otros lugares va a ser eso: archivo de la palabra, que retoman de México. La primera reunión de historiadores orales latinoamericanos fue el 1988 ó 1989, en México, y la convocó Eugenia Meyer. A México llega un brasileño, José Carlos Sebe, en el 1991, me parece, buscando el archivo de la palabra, porque a él le interesaba el exilio español, y nosotros tenemos un acervo del exilio español, de entrevistas con exiliados españoles muy importante. Él llegó al instituto buscando este acervo y empezamos a platicar, primero hicimos un encuentro en México, donde vino José Carlos Sebe con varios de sus estudiantes, él estaba en la Universidad de Sao Paulo, también invitamos a Sandro Portelli, y después Sebe nos invitó. Había en 1992 muchos congresos, los quinientos años; en Brasil hubo un gran congreso que empezó en São Paulo y terminó en Río, “Raíces”, creo que era ese el tema. Nos invitó a los mexicanos e invitó a algunos otros, argentinos, uruguayos, no recuerdo a quien más, y por supuesto a brasileños. La idea era crear una red, pero en el congreso en São Paulo, llegaron decenas de brasileños a la reunión de historia oral. José Carlos Sebe no tenía idea de que tanta gente en Brasil estaba haciendo historia oral, pero llegan a esta reunión y, se convirtió no en una reunión latinoamericana, sino en un reunión brasileña, en la cual empezamos a discutir qué hacemos y cómo lo estamos haciendo, etc., y a estudiar la posibilidad de crear una asociación de historia oral brasileña. Regresamos a México y hablamos de hacer una asociación mexicana de historia oral, que la hicimos en el año del 1995, y luego un buen amigo, Ronald Grill, que dirigía la Oficina de Historia Oral en Columbia University, hace un encuentro de historia oral en Nueva York, ahí sí nos reunimos varios latinoamericanos y hablamos de hacer esa red latinoamericana. No pasa mucho, excepto que se van constituyendo grupos de trabajo en Brasil, en México, en Argentina, pero la red latinoamericana propiamente la constituimos a partir de una serie de encuentros latinoamericanos de historia oral. El primero fue en Colombia, después en Panamá, después en Nicaragua, y en Recife nos juntamos algunos de nosotros, cuando se realizó el congreso de historia oral nacional brasileño, en Recife, y ahí es donde, llamémosle ya la Red Latinoamericana, hicimos una página de internet, se concretó más el trabajo que veníamos haciendo. Respecto al establecimiento de la historia oral, cómo se va esparciendo en América Latina, esa es una historia, cada lugar tiene la suya. En México se empieza a desarrollar así, y nuestro contacto con los historiadores latinoamericanos pasa por estos momentos: la reunión del 1992 en Brasil, la reunión del 1995 en Nueva York, la reunión del 1989 en México, y partir de ahí vamos estrechando relaciones.
Tempo e Argumento ‐ Quais as diferenciações da metodologia da história oral nos Estados Unidos em relação aos países latino‐americanos, a partir dos debates levantados na palestra de Alexander Freund, ocorrida no Seminário Internacional de História do Tempo Presente, em outubro de 2014, na UDESC?
Gerardo Necoechea Gracia ‐ Algo interesante que Alexander hizo énfasis durante su conferencia en el individualismo de esas historias, y en el caso de México, probablemente en otros también, el peso comunitario es muy importante. Cuento mi historia individual, pero en relación a una comunidad, en relación a una colectividad, cuando menos en relación a un grupo familiar. Eso era muy claro en las comunidades indígenas: contaban una historia individual, pero siempre teniendo como punto de referencia la comunidad. Por ejemplo, quiero estudiar para ayudar a mi comunidad. En ese sentido, podían sí contar historias de quise estudiar, era difícil, logré superar obstáculos, pero no como superación individual, no como autoayuda, sino porque la comunidad a la que yo pertenezco va a ganar algo de que yo haya estudiado. Así devuelvo a mi comunidad algo. Ese sentido colectivo es muy importante, y supongo que si fuéramos país por país en América Latina, esa noción de comunidad seguiría siendo un contrapeso a esta tendencia hacia el individualismo, hacia la historia de éxito personal, etc., a lo que hablaba Alexander.
Tempo e Argumento ‐ Existe um reconhecimento e/ou uma ampliação da utilização da história oral no campo do ensino de história?
Gerardo Necoechea Gracia ‐ En primer lugar está el problema de la cerrazón de las disciplinas. La idea de que la historia termina donde empieza la memoria. Temporalmente hablando, en México, en la Universidad Nacional, se piensa que después de 1940 ya no hay historia, hay sociología, hay ciencia política, etc., y es difícil que les permitan a los estudiantes hacer tesis de licenciatura, tesis de grado, sobre períodos posteriores. Lo primero es romper con esa idea de la diferencia entre la historia y lo que estudia la sociología, entre lo que estudia la antropología. Que en México se ha logrado en algunos lugares, la Universidad Nacional es quizás la más conservadora en este sentido, las universidades estatales son mucho más abiertas a la historia oral en los departamentos de historia. El Instituto de Antropología e Historia, donde trabajo, la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde doy clases, tienen ya instituido un curso de historia oral en los estudios de grado y en los estudios de posgrado. Y creo que parte del problema está en que a veces nosotros, los historiadores orales, tendemos a encerrarnos, a solamente discutir, dialogar con otros historiadores orales y no participar del conjunto de la academia de historia. Mucho pasa por ahí, volver a establecer vínculos con la academia de historia, publicar no solo en revistas exclusivamente de historia oral, sino en revistas de historia, recurriendo a la historia oral, y con el rigor académico necesario para que no sean descartados, esa es una parte. Lo otro, que me interesa más, es cómo llevar la historia oral a las situaciones, ya bien de enseñanza formal media, o experiencias de educación no formales, como lo que les platicaba del proyecto de museos comunitarios. Donde uno pueda utilizar la metodología de la historia oral, combinada con un trabajo de concientización histórica, con frecuencia, y esto también contrasta con lo del story telling, porque si uno va a una comunidad y le pide a una persona “cuéntame tu historia”, dice “yo, ¡no! No tengo nada que contar”, lo que Alexander decía en su conferencia es que todo el mundo quiere agarrar el micrófono y contar su historia. Uno llega a una comunidad campesina, a una comunidad obrera, la gente dice “no, no tengo nada que contar, pregúntale a otro, que sí sabe, yo no sé”. Trabajar con esa idea de que uno tiene que apropiarse del mundo, y para apropiarse de mundo es importante que uno sienta que ha contribuido a formarlo. Este trabajo de historia oral te permite trabajar con la gente de manera tal que también ellos hagan la historia, en el sentido de hacer historia escrita, pero al estarlo haciendo se dan cuenta de que es de ellos, y no lo que pasa en otro plano ajeno a ellos. Creo que ese tipo de trabajo comunitario es muy importante, en la medida en que logramos establecer estos proyectos, la historia oral adquiere una presencia importante en la sociedad, no solamente en la academia. Es curioso cuando hicimos el proyecto de museos comunitarios, escribimos un manual que utilizábamos con los estudiantes, pensando en un manual que fuera fácil de leer, de comprender, para estudiantes que no tenían mucha escolaridad, para quienes el idioma español era un segundo idioma, no tenían costumbre de sentarse a leer y a escribir en un salón, pensando en todo esto escribimos un manual. Hoy día nos enteramos de que ese manual lo utilizan los estudiantes universitarios que se quieren acercar a la historia oral, buscan en el google, encuentran el manual, lo bajan y lo usan para ir aprendiendo a hacer historia oral, lo usan maestros de educación básica para trabajar con sus alumnos, en fin, lo usa mucha gente, nosotros no teníamos idea de esto. Nos hemos ido percatando porque de repente en algún encuentro sale una profesora de primaria, de escuela básica, “Ah, profesor Necoechea, mucho gusto, uso su manual para hacer trabajo con mis estudiantes…” En ese sentido, la historia oral ha ido adquiriendo una presencia pública, incluso independiente de nosotros, ya tiene su propia dinámica en la que la gente utiliza las cosas, las herramientas que hemos proveído y lanza sus propios proyectos. Es muy interesante como en educación básica se utiliza el asunto de la historia oral, porque tiene muchas posibilidades. Con maestros alguna vez trabajamos y veíamos que lo pueden utilizar en clases de español, sobre cómo traduces el lenguaje hablado al lenguaje escrito y las diferencias y por qué todo esto. O para las clases de ciencias básicas, cómo los estudiantes van y pueden aprender qué recursos naturales hay en su entorno, cómo se utilizaban antes, si se han dejado de utilizar, cómo se genera basura, si antes se generaba, si los abuelos hablan de basura o no, etc. Si hay una influencia de la historia oral mayor de lo que refleja la academia. Y esa parte, me da gusto.
Tempo e Argumento ‐ Para finalizar, gostaríamos de retomar uma velha questão. Existe no ofício do historiador uma imparcialidade na construção da narrativa histórica e na utilidade da memória como fonte?
Gerardo Necoechea Gracia ‐ Imparcialidad, no sé si es posible. Pero lo que sí es posible es una perspectiva, un ojo crítico. A fin de cuentas, si trabajo con campesinos, o con obreros, estoy siendo parcial hacia ese punto de vista. Lo que me es importante es mantener una visión crítica de ese punto de vista. Solía ser que los historiadores orales siempre nos disculpábamos, o justificábamos nuestro trabajado, “entendemos que la memoria tiene fallos, que cambia, que construye mitos, que engaña, es muy subjetiva”. Hoy día, esto es nuestra carta de presentación, “maravilloso, nosotros trabajamos con subjetividad, ¡eso es lo máximo!”, ha cambiado un poco este asunto. Y hoy día el problema está en cómo la memoria se ha convertido en un discurso central, muy en el estilo de lo que hablaba Alexander Freund, hoy la memoria vende libros, o películas, o programas de radio y televisión, es una mercancía más. Y eso a los historiadores orales parecería que nos ayuda, pero en realidad se convierte en un gran problema, como explicaba Alexander, se espera que nosotros hagamos ese tipo de trabajo. Pero no solo eso, sino que también trivializa lo que hacemos, trivializa la importancia de recurrir al recuerdo individual… “Ah, sí, otro más, nada nuevo”. Creo que es importante que los historiadores insistamos en que nosotros no solamente ponemos una historia más en el mercado, sino que ponemos una visión crítica de la memoria, es decir, contextualizamos los recuerdos en términos de la historia, tanto de la historia en la que sucede aquello que es narrado, como la historia en la que se genera la narración. Insistir mucho que hacer una entrevista y publicarla no es precisamente historia oral, o al menos el historiador oral si hace esto también quiere hacer algo más, y es no solamente esta confrontación de fuentes, la entrevista con la parte documental, con documentos de periódicos, etc., sino que también trata de entender, o de historiar esa memoria. ¿Por qué hoy día ciertas cosas se recuerdan de cierta manera?, y si siempre se han recordado igual y si no, ¿qué ha cambiado? Después del levantamiento del ejército zapatista, las comunidades indígenas no recuerdan igual las cosas que nos contaban en los 1980, antes del ejército zapatista. Entonces, ir haciendo la historia de cómo la gente recuerda, en función de las situaciones presentes que viven, y eso nos da una perspectiva crítica frente al testimonio. Y algo que me parece muy importante es entender cómo un recuerdo expresa un punto de vista, un punto de vista que siempre se nutre de todo lo que rodea el individuo, puntos de vista contrapuestos, puntos de vista que confluyen, etc. Un individuo no habla de sí mismo, habla de todo un entorno. Y justamente lo que los historiadores sabemos hacer es dibujar esos entornos, situar las culturas en contexto, para ponerlo de otra manera. Esta es una visión, no es la única visión de historia oral, yo provengo de una formación como historiador social, aquí esa formación es importante, la idea de poner la cultura en contexto. Otros historiadores veían mucho más la importancia de la entrevista como una forma de representación, y la creación de un discurso, y veían el problema en términos de cómo se crean esos discursos, que también es importante. Pero para mí sigue siendo primordial el situar esos discursos o estas representaciones que obtenemos en una entrevista en los contextos históricos que las permiten.
Tempo e Argumento ‐ Gostaríamos de agradecer a sua entrevista. Você poderia fazer suas considerações sobre os futuros eventos, inseridos na perspectiva da história oral?
Gerardo Necoechea Gracia ‐ Agradezco a ustedes la entrevista y la paciencia para escucharme en español, ese es un esfuerzo tanto el escucharlo, lo creo, como el comprenderlo. Hay una antología que hice con Pablo Pozzi, que se publicó en Argentina, Cuéntame cómo fue, que es una antología de escritos acerca de la historia oral, casi todos latinoamericanos, creo que hay una inglesa, y que incluimos un artículo de Sandro Portelli, y lo demás es de latinoamericanos, muy pensada en justamente la didáctica. Platicábamos con Luis Felipe sobre la posibilidad de que se tradujera al portugués, pero también seguramente si la buscan en el google la encuentran. − Que bueno que preguntas esto, porque sería buenísimo que lo publiquen con la entrevista. En 2015, en julio, habrá un encuentro de historia oral latinoamericana en Costa Rica. Le voy a enviar a Luis Felipe porque, a lo mejor, no se le ha enviado la convocatoria, porque ya salió, para que si están ya preparando sus investigaciones, puedan proponer un trabajo e ir a Costa Rica. En los encuentros latinoamericanos van muchos estudiantes, es una de las ideas que los estudiantes empiecen a acercarse a estas discusiones, de los congresos y demás. En cuanto al grupo nuestro de trabajo, tenemos una reunión seguramente en Medellín, Colombia, que tiene que ser el 2015, y una siguiente reunión en 2016 que no sabemos dónde, por lo pronto, no tenemos un plan de regresar a Brasil, pero siempre estamos abiertos a invitaciones a Bahía, o algo así.