Estudiantes universitarios y lenguas extranjeras: Características de los estudiantes en la Universidad de Sonora

José Raúl Rodríguez Jiménez
Universidad de Sonora (UNISON), México
Juan Pablo Durand Villalobos
Universidad de Sonora (UNISON), México
Oriana Atondo Nubes
Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios No. 40 (C.B.T.I.S. 40), México
Lilian Salado Rodríguez
Universidad Estatal de Sonora (UES), México

Estudiantes universitarios y lenguas extranjeras: Características de los estudiantes en la Universidad de Sonora

REencuentro. Análisis de Problemas Universitarios, vol. 29, núm. 75, pp. 215-232, 2018

Universidad Autónoma Metropolitana

Resumen: El Departamento de Lenguas Extranjeras de la UNISON ofrece enseñanza en diez idiomas a estudiantes universitarios y extrauniversitarios; cuenta con una población estudiantil de alrededor de 7,500 alumnos, la mayoría de ellos jóvenes universitarios, aunque también con notoria presencia de alumnos de secundaria y preparatoria. Con estos datos se exploran las características de dichos estudiantes. El idioma con mayor demanda es el inglés, seguido por el francés y el alemán, el resto de lenguas tiene una participación menor. El trabajo profundiza las asociaciones entre los idiomas estudiados y las características de los alumnos, sobre todo entre estudiantes universitarios y extrauniversitarios, la edad y el género. La información que sustenta el trabajo proviene de la base de datos institucional del Departamento de Lenguas Extranjeras correspondiente al ciclo escolar 2016-1.

Palabras clave: Estudiantes, Universidad, Lenguas extrajeras.

Abstract: The Department of Foreign Languages of the UNISON offers teaching in ten languages for university and extra-university students. The Department has a student population of around 7,500 students, most of them university students, although there is also a notable presence of secondary and high school students. With this information, we explore the characteristics of the students of the Department. The language with the highest demand is English, followed by French and German; the rest of the languages have a smaller participation. The work deepens the associations between the languages studied and the characteristics of the students, especially among university and extra-university students, age and gender. The information that supports the work comes from the institutional database of the Department of Foreign Languages for the period 2016-1.

Keywords: Students, University, Foreign languages.

Introducción

En las sociedades preindustriales el aprendizaje y uso de lenguas extranjeras se limitó a pequeños grupos sociales con fines religiosos, comerciales, científicos o militares. Por ejemplo, durante la Edad Media se impulsó el aprendizaje del árabe con la finalidad de conocer y traducir al latín los avances del mundo musulmán, sobre todo en medicina y filosofía, incluso se crearon instituciones especializadas en la traducción de este tipo de textos, que son los antecedentes más remotos de las universidades (LeGoff, 1990); asimismo, la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia orilló al aprendizaje del francés. En el mundo religioso algunas de las órdenes católicas aprendían idiomas nativos con el fin evangelizar a los grupos autóctonos (McCarthy, 2010). Más allá de las finalidades del aprendizaje de los idiomas extranjeros, común a todos los casos es que se trataba de pequeños grupos, lo cual es comprensible en las sociedades preindustriales.

En las sociedades contemporáneas la situación es completamente diferente. En la actualidad el aprendizaje de idiomas extranjeros es una demanda de amplios segmentos sociales, sobre todo en las llamadas economías consolidadas. Con la emergencia de la globalización a fines de los años ochenta del siglo pasado, el mundo inició un vertiginoso e ininterrumpido proceso de cambio tendiente a la integración entre los países, lo que no significa la equidad entre regiones. En este escenario, el aprendizaje y uso de los idiomas cobra una fuerza importante porque nunca antes como ahora las personas requieren comunicarse en diferentes lenguas; ya sea por razones económicas, laborales, culturales; aunque también por factores ligados al crimen, las drogas o la contaminación (Kumar, 2013). Algunos datos ilustran las dimensiones del aprendizaje de idiomas extranjeros en la actualidad. Estados Unidos tiene poco más de un millón y medio de alumnos que estudian algún idioma extranjero (Goldberg, Looney & Lusin, 2015). El grupo de países que conforma la Unión Europea (UE) cuenta con prácticamente la totalidad de sus estudiantes de educación básica en cursos de inglés (94.1%), una proporción menor estudia francés y alemán, 23% y 18.9%, respectivamente (Eurostat, 2017). Para el caso de México no existe alguna fuente oficial que informe la cantidad de personas que estudian o dominan lenguas extranjeras. Pese a ello existen algunas encuestas que aportan información. Consulta Mitofsky (2013) señala que 11.6% de mexicanos habla otro idioma, en su mayoría se trata del inglés, de esta proporción, 38% pertenece a personas con un nivel académico universitario. Para el idioma inglés, el Índice de Nivel de Inglés 2015 (Education First, 2015), sitúa a México en el lugar 40 de 70 países, con un nivel bajo en el dominio del idioma.

La importancia que registran las lenguas extranjeras en la actualidad ha llevado a los Estados a la instrumentación de políticas públicas en materia lingüística. En su origen la orientación general de las políticas lingüísticas tuvo el fin de afianzar el estado-nación mediante la imposición de una lengua común pero ahora se trata de aprovechar las oportunidades del mundo globalizado (Kumar, Zhang & Besmel, 2012). En este sentido, algunos países instrumentan programas para la enseñanza de lenguas extranjeras como parte del currículum escolar, este es el caso de Afganistán, China y la India. La UE también cuenta con este tipo de políticas, aunque se reconocen 28 lenguas oficiales en la zona, en los planes de estudio oficiales se prioriza la enseñanza de tres idiomas, preferentemente: inglés, francés y alemán. En México, el Nuevo Modelo Educativo (SEP, 2017) incorpora la enseñanza del inglés con el objetivo de que al concluir la educación obligatoria (bachillerato) el egresado posea un dominio fluido que le permita comunicarse en esa lengua.

Respecto a la educación superior, en México no existe propiamente una política que estipule el dominio de otros idiomas. Sin embargo, en la década pasada, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES, 2004) recomendó a sus afiliadas que los estudiantes deberían estar preparados para la internacionalización del mercado laboral mediante la comprensión de diversas culturas y el dominio de idiomas extranjeros, sobre todo del inglés.

En apego a esta recomendación la Universidad de Sonora (UNISON) estipula que los estudiantes de licenciatura deberán acreditar el idioma inglés en el nivel intermedio, a excepción de un puñado de licenciaturas en donde la exigencia es mayor (UNISON, 2017). Para cubrir esta y otras demandas en la instrucción en idiomas, la UNISON mantiene el Departamento de Lenguas Extrajeras (DLE) que ofrece cursos en una decena de idiomas y cuenta con más de siete mil alumnos. A pesar del interés institucional para atender esta demanda y de las dimensiones de la matrícula, hasta ahora el conocimiento sobre estos estudiantes es limitado y escaso, por lo que conviene ampliarlo y profundizarlo. Conocer a quienes estudian lenguas extranjeras puede contribuir a una mejor toma de decisiones en materia de enseñanza.

El problema de investigación: ¿Quiénes son los estudiantes de lenguas extranjeras?

Iniciada en las esferas financieras y con el impulso formidable de las tecnologías de la comunicación, la globalización está alterando todos los campos sociales, aunque no con la misma intensidad. La tendencia más clara y conocida de la globalización es hacia la desregulación de mercados, sobre todo financieros, la emergencia de bloques comerciales entre países y el uso de redes tecnológicas para el flujo constante de información en tiempo real. Justamente, la urgencia por la comunicación obliga a contar con un lenguaje común, hasta ahora ese lenguaje es el inglés. Por razones de índole económica, militar y científica, el inglés opera como lengua global, de ahí que sea el idioma más estudiado. Más aún, algunos gobiernos impulsan políticas educativas para la enseñanza de ese idioma en el sistema escolar, sobre todo en sus tramos iniciales. Pero el inglés no cubre todo el espectro de las necesidades de comunicación, existen otros idiomas con un amplio número de hablantes, sobre todo el chino y el español, y que se espera que en el futuro cercano aumenten su importancia, de ahí que algunos organismos recomienden la inclusión de la enseñanza de lenguas extranjeras en el currículum escolar (British Council, 2014).

En este contexto de impulso al aprendizaje de los idiomas extranjeros conviene preguntarse quiénes estudian esas lenguas. En las naciones que cuentan con programas obligatorios de enseñanza de idiomas la respuesta resulta relativamente obvia, pues son los propios alumnos inscritos en el sistema quienes las aprenden. Pero en regiones donde su enseñanza es opcional la respuesta cobra otras dimensiones. La literatura especializada en lenguas extranjeras pone especial atención en su enseñanza, sobre todo la enseñanza de una segunda lengua. Figuran aquí temas preferentemente pedagógicos —materiales, recursos tecnológicos, técnicas— así como los atributos y capacidades desarrollados por los profesores, además de las teorías sobre la adquisición de una segunda lengua (Ellis, 2005).

Otra vertiente en el campo de las lenguas extranjeras analiza factores relacionados con los estudiantes: edad, género, raza y clase social, por mencionar sólo unos cuantos. Los resultados de investigación en esta dimensión muestran que la enseñanza de lenguas extranjeras es un terreno altamente complejo, no sólo por las dificultades lingüísticas que implica, sino por factores asociados a los sujetos. Por ejemplo, la edad de inicio para el aprendizaje de la lengua extranjera puede tener efectos distintos según se trata de jóvenes o adultos (Hou, 2015). El género también ha sido analizado y, sin ser conclusivos, los trabajos sugieren que las mujeres suelen estar más interesadas en los idiomas que los varones, además de un mejor desempeño en el aprendizaje (López, 2006). La raza figura en el campo puesto que puede favorecer u obstaculizar el aprendizaje; Carson (2016) encuentra que en Estados Unidos los varones afroamericanos e hispanos tienen menor participación en los cursos de idiomas que las estudiantes sajonas. Por último, las imágenes que tienen los profesores y estudiantes sobre la lengua aprendida y el contexto de la enseñanza pueden operar con elementos ideológicos o políticos (Kubota & Lyn, 2009; Lo Bianco, 2014).

Pese a la importancia que concede la literatura internacional a las características de los estudiantes de lenguas extranjeras, en México se les conoce escasamente, en buena medida porque el campo de indagación de lenguas extranjeras se constituye recientemente y aún son temas novedosos. En un balance sobre las lenguas extranjeras en México, Ramírez, et al. (2013) encuentran que la investigación se concentra en el idioma inglés, sobre todo en temas relacionados con la enseñanza, el aprendizaje y la formación de profesores; se investiga mayoritariamente el nivel de educación superior, porque ahí se localizan alrededor de 100 programas relacionados con las lenguas extranjeras; finalmente, el número de personal académico dedicado a la investigación es relativamente escaso. Tomando en cuenta estas limitaciones, la pregunta sobre quiénes son los estudiantes de lenguas extranjeras en el país cobra mayor relevancia. Adentrarse en los rasgos de los alumnos —edad, género, nivel escolar, origen social, por mencionar unos cuantos— y su asociación con los idiomas estudiados puede revelar un horizonte de amplias dimensiones para el análisis, a la vez que de consecuencias prácticas en la enseñanza de lenguas extranjeras en México.

Metodología de la investigación

La información que sustenta este trabajo de investigación proviene de los datos recabados en la base de datos del DLE, correspondientes al semestre 2016-1. Este Departamento levanta información de todos sus estudiantes mediante la aplicación semestral de un instrumento. Al momento de su inscripción, cada estudiante debe responder una breve encuesta que consta de tres secciones. La primera trata sobre datos demográficos: género, edad (medida en rangos no uniformes; los dos primeros cuentan con intervalos de cinco años, a partir de los 25 años el rango se eleva a 10 años) y ocupación (con siete opciones y sólo puede ser elegida una).

La segunda sección recoge información sobre la situación escolar del estudiante: institución de procedencia, nivel de escolaridad (secundaria, bachillerato, licenciatura y posgrado). Por último, se pregunta por el idioma y nivel en el que se inscribe, así como el estatus —estudiante interno o externo—. En el caso de los alumnos de la UNISON se indaga también la licenciatura de inscripción y el semestre que cursan.

El DLE acepta preferentemente estudiantes de la propia UNISON y en menor medida alumnos extrauniversitarios. En el primer caso reserva el 70% de los espacios disponibles y el 30% restante para estudiantes extrauniversitarios, aunque puede haber variaciones menores en las proporciones debido a la demanda semestral de estudiantes universitarios.

La información proporcionada por el DLE integra una base de datos que consta de 7,499 estudiantes correspondiente al ciclo escolar 2016-1. Esta base de datos forma parte del acervo institucional por lo cual el proyecto de investigación la solicitó y una vez obtenida, se depuró y corrigió para evitar la duplicidad de información y para procurar la estandarización de los datos contenidos en la totalidad de las variables. Posteriormente, se realizó un análisis en el paquete estadístico SPSS (Statistical Package for the Social Sciences) mediante la distribución de frecuencias y tablas cruzadas de cada una de las variables que conforman la información.

Esta base fue central para conocer las características de la población. Con su ayuda se perfilan características de grupos de estudiantes distintos, por ejemplo, los provenientes de la UNISON y los estudiantes externos; aquellos que sólo se centran en el idioma inglés y los estudiantes inscritos en otros idiomas. Además, la información también permite establecer relaciones entre el idioma cursado y el género.

Resultados

Sobre el Departamento de Lenguas Extrajeras de la UNISON: Idiomas y sus estudiantes

Con 7,499 estudiantes en 2016, el DLE es el departamento de mayores dimensiones en la UNISON. Su población es tan amplia que supera con mucho cualquiera de los departamentos universitarios, el segundo departamento más numeroso (Derecho) cuenta con 2,414 estudiantes. El tamaño del DLE se explica por varios factores. Por un lado, se trata de un departamento de apoyo a la formación de los estudiantes, sobre todo para la acreditación obligatoria del idioma inglés, en 2016 poco más de 5 mil estudiantes estaban inscritos en este idioma. Además de los estudiantes de la UNISON, el DLE acepta alumnos externos, entre 30 y 40% de las vacantes disponibles semestralmente se destina para estos alumnos. Esta característica abre la posibilidad de acceso a diversos grupos sociales, por ejemplo, jóvenes que aún no inician la formación profesional, adultos mayores, empleados o jubilados. Los criterios de ingreso para estudiar lenguas extranjeras son relativamente fáciles de cubrir: edad mínima de 15 años, sufragar el costo del curso y, en el caso de estudiantes de la UNISON, estar inscrito en algún programa escolar. Aunado a lo anterior, el DLE resulta atractivo por la variedad de idiomas que ofrece y sus costos. En el primer caso, se ofrece la enseñanza de 10 idiomas: inglés, francés, alemán, italiano, portugués, ruso, japonés, chino, árabe y español (sólo para estudiantes extranjeros); sus cursos cubren el nivel básico, intermedio y avanzado. No existe en todo el estado alguna escuela que imparta tal cantidad de idiomas y que cubra todos los niveles de instrucción. Finalmente, los costos son relativamente accesibles: alrededor de 400 pesos para universitarios y 1,400 pesos semestrales para estudiantes extrauniversitarios, en cualquier idioma y nivel.

Más allá de las razones que explican las dimensiones de este departamento conviene preguntarse quiénes son los estudiantes que aprenden lenguas extranjeras. Un acercamiento general permite distinguir algunos rasgos. En primer lugar, se trata de una población integrada mayoritaria- mente por jóvenes: 75% de los alumnos cuentan con menos de 25 años de edad, incluso, en este mismo grupo los menores de 19 años representan 17% de la población total. También figuran estudiantes de mayor edad, aunque las proporciones tienden a disminuir en las etapas de madurez y la vejez. La distribución por género favorece a las mujeres frente a los varones en 11 puntos porcentuales (55.9% y 44.4%, respectivamente), proporción superior a la composición por género en la UNISON en el mismo año (51.1% mujeres y 48.8% varones). Si el género se relaciona con la edad se tiene que, exceptuando el rango de 25-34 años, las mujeres superan notoriamente a los varones, sobre todo en la madurez de la vida (45-64 años de edad) con una diferencia de más de 25 puntos porcentuales.

Respecto a la escolaridad de los alumnos predominan los estudios superiores (sobre todo de licenciatura y en menor medida posgrado), ocho de cada 10 inscritos cursan o cuentan con ese nivel de escolaridad, lo que confirma la orientación universitaria del DLE. Pero existen otros segmentos situados en la secundaria (10%) y el bachillerato (6.3%), además de una muy pequeña proporción (menos de 1%) en nivel técnico.

Por último, la distribución de estudiantes por idioma se inclina notoriamente hacia el inglés con 72.2% del total, lo cual es razonable si se toma en cuenta la exigencia institucional por acreditarlo. La población restante se reparte entre las otras nueve lenguas, aunque no de manera uniforme: francés y alemán ocupan la segunda y tercera posición (11.8% y 6.5%, respectivamente); el resto de los idiomas tiene proporciones menores al 3% de la matrícula, incluso tres lenguas no alcanzan el uno por ciento. Finalmente, la mayoría de los alumnos están inscritos en cursos iniciales o intermedios, únicamente una proporción menor (7.4%) alcanza los niveles superiores.

De acuerdo a la información anterior, el DLE atiende una población compuesta preferentemente por jóvenes universitarios, con mayor presencia femenina y con marcado predominio en el aprendizaje del idioma inglés. Pero esta imagen es poco nítida e impide una mejor caracterización de los estudiantes por lo que debe aportarse información más detallada.

Sobre las características particulares de la población estudiantil

Más allá de la orientación general del DLE es posible distinguir otras características particulares. Si la población estudiantil se agrupa por estatus, esto es, alumnos que cursan estudios superiores en la propia UNISON y estudiantes externos a la universidad, se advierten características distintas. Una primera mirada a los alumnos internos no reporta diferencias substanciales respecto a la orientación general; la edad, el género, la escolaridad y el idioma estudia- do indican valores similares a los de la población general, si acaso se eleva la proporción de jóvenes menores de 25 años (81%) y la consiguiente disminución de los grupos de mayor edad, y aumenta la proporción de estudiantes en cursos de inglés (78.4%).

Detrás de estas similitudes iniciales existen diferencias internas, marcadas sobre todo por el género y el área de estudio de los alumnos internos. Varones y mujeres muestran variaciones en las preferencias de los idiomas estudiados. Los hombres son mayoría en ruso, alemán, japonés y chino, sobre todo en los dos primeros con valores de 71% y 65% del total; por su parte las mujeres son mayoría en el resto de las lenguas con proporciones que no rebasan el 56% de la matrícula, a excepción del árabe donde elevan su presencia a 61.1 por ciento.

El área de conocimiento también tiene presencia en el estudio de los idiomas. La UNISON ordena sus estudios en seis grandes campos de cono- cimiento: División de Ingeniería (DI); División de Ciencias Sociales (DCS); División de Ciencias Biológicas y de la Salud (DCBS); División Ciencias Económicas y Administrativas (DCEA); División de Humanidades y Bellas Artes (DHBA); y División de Ciencias Exactas y Naturales (DCEN). De estos seis campos de conocimiento, las Divisiones que participan con la mayor proporción de estudiantes son la DI (26.6%), seguida por la DCS (21.3%) y DCBS (19.7%). Por el contrario, los campos de conocimiento de menor presencia son DCEA (16.6%), DHBA(8.9%) y DCEN (6.6%). Podría suponerse que la participación de cada una de las Divisiones está en función de las dimensiones de sus propias matrículas, es decir, aquellos campos de conocimiento con mayor cantidad de estudiantes aportan más alumnos al DLE, esto es válido sólo en algunos casos, pero no en todos, por ejemplo, la DCS y la DCBS ocupan la primera y segunda posición por número de alumnos en toda la universidad, pero en el DLE pasan al segundo y tercer sitio, respectivamente. Más aún, si se compara la participación de cada campo de conocimiento con respecto a su propia matrícula se tiene que las divisiones que proporcionalmente tienen mayor cantidad de estudiantes son DCEN y DI con 39.1% y 35.2%, respectivamente, por el contrario, la división con menor participación es la DCS, únicamente el 22% de sus estudiantes en cursos de idiomas.

Pero no sólo es la asociación entre campo de conocimiento y participación en el DLE lo que importa remarcar, sino que además las Divisiones orientan a sus estudiantes hacia ciertos idiomas. Exceptuando el inglés, donde todas las divisiones tienen una alta participación que oscila entre 58% y 85%, se observan algunas preferencias de los estudiantes de acuerdo a su adscripción. La DHBA es la más diversificada de todas; sus estudiantes tienen presencia en todas las lenguas y con valores sobresalientes en francés (19.8%), alemán (6.5%) e italiano (3.6%). La di distribuye sus estudiantes hacia alemán, francés y japonés, con alrededor del 9% de estudiantes en las dos primeras lenguas, mientras que al japonés corresponde 3%. El área menos diversificada en el estudio de los idiomas es la DCS puesto que el inglés tiene la mayor participación de alumnos con 85.2%, seguido por el francés (6.5%) y el alemán (2.1%), las demás lenguas cuentan con escasos estudiantes de este campo de conocimiento. Las tres divisiones restantes (DCEA, DCEN y DCBS) también muestran concentración, aunque no tan marcada como la anterior.

Otra de las aristas de los campos de conocimiento y sus efectos en los idiomas se localiza en el nivel de estudio logrado. En términos gruesos, los estudiantes internos siguen el patrón general puesto que sólo una pequeña proporción (7.2%) alcanza la cúspide en el aprendizaje de las lenguas, pero si se observa por campo de conocimiento existen algunas variaciones. Los alumnos de DI y DCEN destacan del resto puesto que poco más de 11.4% de sus estudiantes se encuentran inscritos en los niveles superiores de los idiomas. La DHBAy DCBS también tiene una proporción considerable de alumnos en cursos superiores (9.4% y 6.3%, respectivamente); en cambio los estudiantes provenientes de la DCEA y DCS son más escasos en cursos superiores, puesto que sólo 3.3% y 4.1% se ubican en la cúspide de los idiomas (Ver Tabla 1).

Tabla 1.
Departamento de Lenguas Extranjeras. Estudiantes internos, distribución por división, idioma y grado de avance, 2016
Departamento de Lenguas Extranjeras. Estudiantes internos, distribución por
división, idioma y grado de avance, 2016
Elaboración propia a partir de los datos del DLE.

Los estudiantes externos tienen características notablemente diferentes respecto a la orientación general. Se trata de jóvenes, sobre todo en el rango de edad 15-19 años (38.6%), aunque también se eleva la proporción de estudiantes maduros, 23.8% son mayores de 35 años. Las mujeres ganan presencia con respecto a los varones en más de 20 puntos (61.9% y 38.1%, respectivamente). La escolaridad de estos alumnos se reparte en tres niveles: secundaria (36.7%), licenciatura (32.8%) y preparatoria (22.9%). En cuanto a los idiomas cursados, el inglés continúa predominando, pero su proporción disminuye alrededor de 16 puntos porcentuales (55.9%) y las demás lenguas aumentan su participación, sobre todo el francés (18.6%) y alemán (10.1%). Por último, la proporción de estudiantes en cursos avanzados se eleva considerablemente, con poco más del 12% de los estudiantes en la cúspide de los niveles.

Con el fin de ganar precisión en la caracterización de los estudiantes externos conviene establecer algunas asociaciones entre las variables disponibles. La edad juega un papel importante en este grupo no sólo porque los alumnos externos se distribuyen en un espectro de mayor amplitud, sino por su relación con los idiomas. Al igual que la población general del DLE, el inglés es el idioma más estudiado en todos los rangos de edad, pero no con la misma proporción; entre 15 y 19 años y entre 35 y 45 años este idioma alcanza valores que oscilan 63% y 67%, respectivamente; por el contrario, entre los 20-24 años y 25-34 años las proporciones descienden a 32% y 43%. Las siguientes lenguas más demandadas —francés y alemán— también muestran variaciones significativas por grupos de edad. Francés tiene las proporciones más elevadas en los rangos de edad 20-24 y 25-34 años, con alrededor del 26%; alemán tiene mayor matrícula entre los jóvenes de 20-24 años (16.2%), los demás rangos de edad rondan la décima parte de la matrícula, exceptuando 35-44 años que desciende a 7 por ciento. El resto de idiomas tiene participaciones menores que no superan el 10% de la matrícula en ninguno de los rangos, aunque se registran variaciones por categorías de edad, por ejemplo, japonés es preferido por los jóvenes de entre 15 y 34 años de edad (5% al 7% de la matrícula) pero con estudiantes de mayor edad pierde importancia; el chino inicia con una proporción escasa (2.6%) y aumenta al siguiente rango de edad (7%) para caer en lo sucesivo.

El género también tiene presencia importante entre los alumnos externos. Además de una participación diferenciada entre varones y mujeres, con clara presencia de las segundas, se advierten algunas preferencias entre los géneros. Las mujeres son mayoría en siete idiomas, sobre todo francés, italiano, inglés y chino, con valores que oscilan entre 64-69%, y con menor proporción (50-57%) en alemán y japonés. Los estudiantes figuran en alemán, ruso y español con porcentajes que oscilan entre 55% y 57 por ciento. Finalmente, el avance en los niveles de aprendizaje no reporta diferencias importantes por género, tanto hombres como mujeres participan con alrededor de 12% en los niveles superiores (Ver Tabla 2).

Tabla 2.
Departamento de Lenguas Extrajeras. Estudiantes externos, distribución por idioma y género
Departamento de Lenguas Extrajeras. Estudiantes externos, distribución por
idioma y género
Elaboración propia a partir de los datos del DLE.

Interpretación de la información

La descripción anterior perfila algunas diferencias entre estudiantes internos y externos, pero a qué se deben, cuáles son las posibles interpretaciones. Sobre los estudiantes internos. Los establecimientos de educación superior son instituciones que ejercen una amplia influencia entre sus estudiantes: enseñan conocimientos profesionales en distintos campos de conocimiento; organizan y sancionan tiempos y actividades (estudio, tareas, reportes, prácticas, exámenes); suelen ser fuente de identidad entre sus integrantes; y conceden títulos escolares a quienes cumplen con todos los requisitos fijados (Clark, 1983).

En el caso de la UNISON, el peso de la institución se advierte con claridad en el estudio de lenguas extranjeras, sobre todo del inglés. Este idioma debe ser acreditado hasta el cuarto nivel por todos los estudiantes para la obtención del título profesional de licenciatura (UNISON, 2017). Este requisito no está ordenado temporalmente en los planes de estudio, por lo que cada estudiante elige el mejor momento para cubrirlo. Más aún, la UNISON supone que el inglés opera como una herramienta para enfrentar los desafíos profesionales en del mundo global, de ahí que desplace su exigencia al finalizar el nivel de licenciatura, pero no lo considera una lengua necesaria durante la formación escolar por lo que la comunicación o lectura de materiales en ese idioma no forma parte de las exigencias escolares cotidianas. Estas disposiciones institucionales influyen para que la mayor parte de los estudiantes universitarios se concentre en el idioma inglés con fines de acreditación, pero no como una lengua que requiere un dominio solvente (8.72% del total de alumnos en cursos de inglés está inscrito en los cursos superiores).

Más allá de los reglamentos generales, la UNISON mantiene ordenaciones disciplinarias. En las universidades las disciplinas operan como potentes fuerzas de organización interna (Clark, 1983); su fuerza se observa en la organización de los académicos por área de conocimiento, pero también en la formación de los estudiantes; los aprendices son sometidos a intensos procesos de formación en conocimientos y técnicas, a la vez que son socializados en las reglas y normas que rigen el campo de conocimiento (Becher, 2001). Respecto a las lenguas extranjeras el peso de las disciplinas deja sentir su presencia en las orientaciones de sus estudiantes hacia los idiomas, por ejemplo, los alumnos de la DHBA tienen gran participación en el francés o los de la DI destacada presencia en alemán, francés y japonés.

La influencia del campo de conocimiento no descansa en una exigencia o declaración expresa, a excepción de las licenciaturas en Ingeniería Industrial y Letras que exigen un mayor dominio del idioma inglés y francés, respectivamente, sino más bien en señales que son interpretadas por los jóvenes. Por ejemplo, en la DI la movilidad estudiantil internacional es fomentada por los profesores y funciona como un incentivo para el dominio del inglés y el francés, que son las lenguas oficiales de los países con los que se mantiene el mayor intercambio escolar (Quintana, 2017); en la DHBA la valoración por la producción artística y cultural en lenguas romances es un factor para que sus estudiantes cursen esas lenguas. Por el contrario, la DCS y la DCEA son más localistas en su formación lo que influye en la escasa participación de sus alumnos en el DLE.

Los estudiantes externos muestran orientaciones distintas en el estudio de las lenguas extranjeras marcadas sobre todo por la edad y el género. Concentrando la atención en los tres primeros rangos de edad, que agrupan la mayor proporción de estudiantes, podemos fijar algunas interpretaciones asociadas a la edad. Se sabe que la edad es una noción de controversia en las ciencias puesto que implica más que el paso del tiempo (Vargas & Espinoza, 2013). En ciencias sociales la edad está asociada a procesos que marcan el ciclo de vida con diversos significados. Desde aquí a la adolescencia y juventud (etapas que coinciden con los rangos de edad que interesa) no tienen un patrón único, sino que dependen de diversos factores sociales. Dado que la ocupación que declaran los alumnos de entre 15-19 años es la de estudiante podría suponerse que cursan la secundaria o bachillerato y que son estos niveles de escolaridad los relacionados con el estudio de los idiomas. Estos jóvenes recién se asoman a las reglas del mundo adulto, aunque en tensión con las culturas escolares (Reyes, 2009; Weis, 2013), y observan que el estudio de lenguas extranjeras puede representar una ventaja en el futuro, ya sea para sortear los grados de escolaridad siguientes o bien como una inversión para el futuro laboral. Además del mundo escolar, estos jóvenes pueden estar alentados por sus propias familias. Atondo (2017), encuentra que los padres de algunos de estos jóvenes influyen en la decisión de su ingreso en el DLE y que tanto el padre como la madre tienen conocimiento de lenguas extranjeras, sobre todo del idioma inglés. En los siguientes rangos de edad (20-24 y 25-34 años), el impulso para el estudio de lenguas extrajeras puede provenir tanto del medio de la educación superior —poco menos del 40% de los alumnos externos cursan estudios superiores— con razones similares a las de los estudiantes internos, o bien impulsados por las exigencias del medio profesional laboral.

El género es el otro elemento que marca diferencias en los estudiantes. Las sociedades operan con imágenes montadas sobre el sexo e imponen férreos y desiguales modos de comportamientos para hombres y mujeres (Scott, 1990). En general, esta diferenciación favorece a los varones, que ocupan las mejores posiciones en prácticamente todos los ámbitos, aunque en las últimas cuatro décadas se advierten avances importantes para cerrar la brecha de género. Con los estudiantes externos el género juega un papel importante, pero con resultados más favorables para las mujeres, lo que parecería contradecir la tendencia general, las mujeres superan a los varones en 20%, además de que son mayoría en prácticamente todos los idiomas. A qué se debe esto. Tres factores podrían estar conectados con el género y los idiomas. De un lado, los estereotipos de género que asocian a las mujeres con ciertos idiomas ligados a las humanidades y las artes, de ahí el estudio de lenguas romances (francés o italiano, por mencionar dos en las que son mayoría) (López, 2006). De otro lado, las relaciones de las alumnas externas con el mundo escolar o profesional que favorecen el estudio de lenguas extranjeras; las áreas de conocimiento pueden orientar a sus estudiantes hacia el estudio de algunas lenguas o los requerimientos de comunicación en el mundo laboral. Finalmente, la creencia, respaldada en los hechos, de que las mujeres requieren una mayor formación educativa para aspirar a la movilidad social y competir por empleos e ingresos similares a los varones (UNESCO, 2012).

Conclusiones generales

La exploración realizada responde la interrogante sobre quiénes son los estudiantes de lenguas extrajeras en la UNISON. En general, se trata de jóvenes inscritos en cursos de inglés, lo cual es comprensible dada la disposición institucional para la acreditación de este idioma. Pero junto a ellos el análisis ubica otras características de la población estudiantil. La diferencia más significativa está marcada por el estatus de los alumnos. En los estudiantes universitarios, lo más sobresaliente es el peso del campo de conocimiento (División), sobre todo la DI y la DHBA, que influye para que sus alumnos cursen, además del inglés, otras lenguas. Con los estudiantes externos se observa mayor diversidad por edades y escolaridad, así como en los idiomas estudiados y una mayor proporción de estudiantes en los niveles superiores.

Aunque la información impide establecer otras asociaciones debidamente respaldadas, es factible perfilar al menos dos campos de problemas en el DLE. El primero es la elección de la lengua estudiada. Descontando el idioma inglés, donde impera la exigencia institucional, alrededor del 30% de la población del DLE estudia otras lenguas, sobre todo francés y alemán. ¿Cuáles son las razones que operan en esta elección? Quizá la decisión esté normada por cálculos de rentabilidad al estudiar una lengua extrajera —elección racional— o quizá sean los capitales culturales de los estudiantes los que influyen en la elección. El segundo campo es el nivel de estudios de los idiomas cursados. La mayor cantidad de estudiantes cursa los niveles básico e intermedio y sólo una proporción menor en cursos avanzados (alrededor del 8% en estudiantes universitarios y 12% con alumnos externos). Seguramente esta configuración está asociada a diversos factores que incluyen las actitudes y motivaciones de los estudiantes o las prácticas de enseñanza de los profesores por incentivar la continuación en los estudios, sólo por mencionar algunas posibilidades. Además, la participación diferenciada en idiomas de hombres y mujeres, perfila que las estudiantes tienen una presencia mayor en el DLE, aunque esa diferencia disminuye en los niveles elevados de la enseñanza.

Adentrarse en estos campos no sólo representa desafíos para el cono- cimiento, sino que también toca aspectos prácticos en la enseñanza de las lenguas extranjeras, sobre todo para incentivar, corregir y apuntalar su enseñanza.

Referencias

ANUIES (2004). Documento estratégico para la innovación en la educación superior. México: ANUIES.

Atondo, O. (2017). Estudiantes y lenguas extranjeras en la UNISON. Tesis de maestría, Maestría en Innovación Educativa, Universidad de Sonora.

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