Resumen: Reseña de: Andrea F. Melamed, De qué hablamos cuando hablamos de emoción: Una exploración filosófica, Buenos Aires, Teseo, 2024, 292 pp.
Palabras clave: Andrea F Melamed.
Reseñas
Andrea F. Melamed, De qué hablamos cuando hablamos de emoción: Una exploración filosófica, Buenos Aires, Teseo, 2024, 292 pp.

| Melamed Andrea F.. De qué hablamos cuando hablamos de emoción: Una exploración filosófica. 2024. Buenos Aires. Teseo. 292pp.. 9789877233940 |
|---|
Recepción: 15 Octubre 2024
Revisado: 01 Noviembre 2024
Aprobación: 04 Noviembre 2024
Las emociones son fenómenos que atraviesan nuestra vida de maneras que resulta complicado comprender. Explicar en qué consiste tener miedo, rabia, vergüenza, tristeza o alegría, entre otra infinidad de estados que podemos nombrar como emocionales, no es tan sencillo como podría parecer a primera vista, por lo que tratar de hablar de ellos es un reto del que no escapa la filosofía. El compromiso que tiene esta disciplina con la claridad conceptual condujo a que en las últimas décadas se formularan teorías con diversos enfoques que han pretendido explicar la naturaleza de nuestras emociones.
Enfrentando esta tarea de elucidación conceptual, en el libro De qué hablamos cuando hablamos de emoción, Andrea Melamed explora los diversos enfoques que han surgido en la filosofía para entender las emociones. Con una propuesta pluralista basada en un análisis interdisciplinario, el texto revisa diversas teorías sobre la naturaleza de las emociones y propone una visión personal de cómo deberían abordarse las preguntas que estas generan. Su compromiso filosófico, no obstante, no se restringe al área de la filosofía, sino que además tiene en consideración los aportes que se han hecho al respecto desde otras áreas como la psicología, la biología o las ciencias cognitivas.
La estructura del libro puede dividirse en tres partes: una introductoria, una descriptiva y una propositiva. En la introducción, Melamed explica dos problemas fundamentales para quienes han intentado teorizar sobre las emociones: por un lado, la gran variedad de emociones que podemos experimentar; y, por otro lado, lo que ella denomina “heterogeneidad aspectual”, que refiere a la diversidad de elementos que componen las emociones, como cambios corporales, evaluaciones y motivaciones a la acción. Este es el tema del capítulo uno, donde se explica que la dificultad para entender las emociones proviene de la combinación de estos dos elementos, que suelen estar presentes de manera compleja y diversa en cada emoción.
En la segunda parte del libro, la autora presenta versiones exhaustivas pero concretas de las teorías sobre las emociones más representativas, exponiendo los elementos necesarios para entender a profundidad cada uno de los enfoques. Así, en el capítulo dos se ocupa de las denominadas “teorías somáticas”, que se enfocan, principalmente, en la expresión corporal de las emociones; la más famosa y representativa de ellas, la de James-Lange (Cannon, 1927), que identifica a la emoción con el sentir de los cambios corporales propios de la experiencia. En este capítulo, además, se analizan las propuestas de autores como Robert Zajonc (2001) y Peter Goldie (2002).
El tercer capítulo está dedicado a las “teorías cognitivas”, que, en contraste con las teorías somáticas, se concentran en aquellos aspectos de la experiencia emocional que están relacionados con pensamientos, creencias, valoraciones y evaluaciones. Entre los representantes destacados de estas teorías se incluye a Magda Arnold (1971), Richard Lazarus (1982) o Anthony Kenny (1963), por mencionar algunos. Sostiene que al menos algunas de estas propuestas no son cognitivas en un sentido estrecho del término, porque reconocen la importancia del componente somático en la expresión de la emoción. Es de esta manera que nos anticipa que las teorías somáticas y cognitivas no son tan diferentes como podría sostenerse, reforzando la necesidad de abocarse por un enfoque pluralista para abordar las emociones.
En el capítulo cuarto, la autora se dedica a explorar las propuestas que buscan conciliar el aparente conflicto entre teorías somáticas y cognitivas, retomando aspectos defendidos por las posiciones presentadas en los dos capítulos precedentes, lo que da como resultado teorías híbridas o psicosomáticas. Autores como Antonio Damasio (1994), Louis Charland (1997) o Jenefer Robinson (2005) conjugan algunos elementos que echan por tierra la marcada distinción que podría sostenerse entre las teorías somáticas y las cognitivas. Las y los teóricos enmarcados en el paradigma de las teorías que Andrea Melamed etiqueta como “híbridas” o “psicosomáticas” resaltan la importancia de las formas de procesamiento presentes en la expresión de emociones que abarcan tanto reacciones rápidas como emociones más complejas.
Para cerrar la segunda parte del libro, el capítulo cinco se concentra en algunas teorías enactivas de las emociones, que rechazan los estándares establecidos por la discusión entre teóricos somáticos y cognitivistas, en los que se le da siempre más importancia a uno de los dos aspectos de la experiencia emocional: o el corporal o el cognitivo. Según la descripción de la autora, al destacar la relación que los organismos tienen con el entorno, las tesis enactivas redimensionan las ideas de lo que significa propiamente “corporal” y “cognitivo”, superando esta dicotomía y presentándose como explicaciones no derivadas de esta discusión.
En la tercera parte del libro, Melamed desarrolla su propuesta pluralista. Así, en el capítulo seis, argumenta que, ante la gran diversidad que representan los fenómenos emocionales, necesitamos una teoría que no reduzca las emociones a un solo tipo de explicación. A diferencia de Paul Griffiths (1997), quien sugiere abandonar la idea de una definición única de “emoción”, Melamed propone un pluralismo que rescate el valor de cada teoría en sus propios términos. Este pluralismo permite integrar distintos niveles: (1) estados emotivos más primarios del tipo somático; (2) emociones más complejas que requieren interpretaciones psicológicas; y (3) emociones como “metaprogramas”, que se pueden interpretar desde un enfoque evolucionista.
Dada la gran cantidad de fenómenos a los que podemos llamar “emoción”, resulta complicado plantear una propuesta que abarque todos los matices de sus inmensas formas de expresión. Sin embargo, la propuesta pluralista que presenta Andrea Melamed en este libro le permite abrir una ventana a la amplia diversidad de explicaciones que se han ofrecido a la igualmente amplia pregunta “¿de qué hablamos cuando hablamos de emoción?”, porque, como ella misma insiste a lo largo de su obra, “emoción se dice de muchas maneras”.
En este sentido, la autora reconoce que el debate entre las teorías somáticas y cognitivas en realidad responde a preocupaciones diversas sobre el mismo fenómeno y, por ello, su enfoque invita a la convivencia entre estas y otras posturas que tratan de responder a la pregunta que da título al libro. Con ello, la autora sugiere que las emociones se manifiestan de formas diversas que requieren distintos enfoques teóricos, y su propuesta respeta la riqueza de este fenómeno sin cerrarse a futuras teorías que puedan brindar una explicación aún más completa.
redalyc-journal-id: 3400