Esquirol, Josep Maria. La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad. Barcelona: Acantilado, 2015; 178 p.

Manuel Prada Londoño
Universitat deBarcelona, España

Esquirol, Josep Maria. La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad. Barcelona: Acantilado, 2015; 178 p.

Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu, vol. LVIII, núm. 165, pp. 383-389, 2016

Universidad de San Buenaventura

¿Qué es la resistencia?, ¿ante qué se resiste?, ¿por qué existir es resistir?, ¿quién es el resistente?, ¿cuál es la relación entre resistencia y proximidad?; son todas preguntas que encontramos en el libro de Josep Maria Esquirol, profesor de la Facultad de Filosofía de la Universitat de Barcelona. Para comprender algunas de las ideas centrales del texto, en esta reseña nos detenemos en la metáfora del «mapa», que aparece en el capítulo II titulado «Cartografía de la nada y experiencia nihilista».

¿Cuál es el territorio que sepretende mapear? El libro habla del «movimiento de la existencia humana»1, atravesada por la experiencia nihilista; asimismo, de la «fortaleza que podemostener y levantar ante los procesos de desintegración y de corrosión que provienen del entornoe incluso de nosotros mismos»2, y de la esperanza de que, a pesarde todo, la vida tiene un sentido3.

¿Qué marca el mapa? Un itinerario que (se) da cuenta de laexperiencia nihilista, sugiere vías para transitar porella, pero no prescribe nada,mucho menos rutas de salida, porque la experiencia nihilista no es algo que sesupera, no es algo de lo que se puede salir,sino que es una realidad quese enfrenta. Así, el mapa advierte al viajero la urgencia de recorrer la existencia cuidadosamente para afrontar la nada4. Por esto mismo, la filosofía de la resistencia está en lasantípodas tanto de discursos y prácticas que prometenuna felicidad inmune a la finitud5, como a aquellas que proclaman una derrotadefinitiva6. Dar(se) cuenta de laexperiencia nihilista es, en primera instancia, dar(se) cuenta de sí mismo, delos otros, del mundo en el que se vive; tambiénes hacerle frente a aquello que descubrimos,es decir, resistir.

Darse cuenta y resistir acaso son lo mismo: elprimero, que no es sinónimo de teneruna información detallada, o un armazón conceptual para decir laexistencia de manera abstracta, implica un posicionamiento del sí mismo; el segundo, un modo particular de posicionarse.

¿Con qué está hecho el mapa? Con imágenesy símbolos: un pozo o abismo, una barraca, un hilo y una niebla espesa. La primera imagen, el abismo, remitea la pregunta: ¿a qué se resiste una filosofía de la resistencia? Al dominio de la nada que está en las fibras de la existencia como disgregación delser7; a la «negación de toda cosa, de todo acontecimiento, detodo: nada que coger con las manos, ninguna palabra que escuchar, ningún rostroque contemplar, ningún olor que sentir, ningún suelo donde apoyarse. Nada,vacío o, también, ausencia»8; a «lanada que yo mismo soy»9; y al nihilismo entendidocomo ausencia de sentido, de valor, o como establecimiento de una realidad quese presenta toda igual10.

El abismo aparece de diversos modos: como contentamiento masivo, incapaz de ver la «victoria del egoísmo», del absurdo, del mal y de la injusticia11; como dogmatismo de la actualidad que pretende llenar la existencia de un sentido banal procedente de la acumulación de información que empobrece el presente, borra el pasado haciendo «como si el statu quo –ahora flujo que brota del futuro– lo fuese todo»12 y pretende domeñar el futuroal suponerlo inmediato y tratarde anticiparlo, quitándole con ello su potencia13. También aparece como verbor rea,«opulenta miseria, hablar vacío, ininterrumpido, que nada tieney nada da»14, y murmuración quese esconde en la queja anónima que consume desde adentro acualquier comunidad.

La segunda imagen del mapa es la barraca, en la que el viajero seresguarda de la tormenta.La barraca suscita un movimiento, el de la filosofíade la proximidad, contrapuesto al movimiento nihilista –y también a la voluntadde poder o al eternoretorno nietzscheanos–15. La barraca, lejos de considerar lacotidianidad como sinónimo de lo inauténtico, lareivindica especialmente en la metáfora de la casa, es decir, de lo cercano, del lugar en el queintentamos dar sentido al transcurrir de los días, y en cuyo seno se puede vivir la experiencia de «la excelencia sabia, misteriosa, artística de la sencillez»16. Asimismo, hablar de casa es remitirse al cobijo, al abrazo y a la mano tendida enlos que la existencia humana se muestra como acogida esencial«que procede del prójimo»17.

En la barraca las relaciones consigo mismo, con los otros y con el mundoson relaciones de proximidad, que esel modo de «hacerse cargo de la propia vida, de asumirla expresamente»18. En ese«hacerse cargo» la vida recupera su equilibrio, aunque sabe de la fragilidadinherente a la existencia. Es precisamente en virtud de esta fragilidad que las expresionesprivilegiadas de la proximidad son acompañar y cuidar19; de ahí que las acciones del médico y del enfermero –queresisten a la enfermedad20 yam- paran la debilidad–21, así como las del maestro, en cuya proximidad con el alumno irradia ycontagia el equilibrio de su alma22,sirven de modelos de cuidado de sí y delos otros.

Porúltimo, en labarraca se acude a un tipo de lenguaje que comienza con el silencio del que viene huyendo de la tormenta y necesita un respiro para ver mejor de dónde viene y a dónde ha llegado, recibir el consuelo de los que están dentro y abrazar a losque llegan tras él. Despuésdel silencio, «la primera palabra es el ruego, y la segunda el amparo. La pregunta es hija delruego. Después de rogare, de pedir, de rogar, nos interrogamos»23. Los viajeros, amparados en la barraca, se miran alos ojos y se llaman entre sí por su nombre propio24; practican el diálogo, esto es, el pensar juntos, que «es mucho más que unsimple intercambio; es contacto y compañíaque dice, celebra y, al mismo tiempo, se protege delmundo»25. Los viajerostambién hablan un lenguaje «inactual», el lenguaje de la memoria que amplíay enriquece el presente26, que es palabra cordial que «resguarda la palabra de la promesa»27, muchas veces hallada en lo más original, lo más básico del misterio dela existencia28.

Restos de un hilo es la terceraimagen que conforma el mapa. Con el hilo Esquirolrecuerda el origen de la expresión nihilismo y construye la idea de que la filosofíade la proximidad es una filosofíadel ayuntamiento. Recuerda el autor que«nihilismoproviene del latín nihil,que se usaba para decir “ninguna cosa”»29. Sin embargo, la etimología no indicaque nada, nothing, rien o no res procedande nihil. Tenemos, entonces, que nihil procede de «la composición de dos palabras, ne-hilum, literalmente “sin hilo”(sin relación, sin nexo)»30. Así, el nihilismoes la pérdida del nexo, de la relación consigo mismo, con los otros.

El hilo remite a la relación como sutura. Hablamos de relación siempre y cuando haya «dos términos y unvínculo, es decir, tiene que haber diferencia y manera de relacionar lo diferente»31. No se trataaquí solo de la radical diferencia entre uno mismo y los otros; más bien,aun esta diferencia tiene que ser leída a la luz deuna diferencia más originaria: la de la existencia entendida como límite, «borde del precipicio», y «zona limítrofe».

La existencia es diferencia porquees «junturaprecaria, legible como vulnerabilidad»32; también «zona del cosido, de la juntura, el lugar donde unas grapas unen, sin confundir, dos límites,sin que lo más decisivo sea cómo nombrarlos: cuerpo y alma, cielo y tierra,tiempo y eternidad, finito e infinito, para siempre ynunca jamás, horizontalidad yverticalidad… Lo más decisivo, en efecto, no es cómo nombrar los límiteshilvanados, sino que sea acertada la figura del hilvány la diferencia que supone»33.

El contentamiento masivo, el dogmatismo de la actualidad, la verborrea, la murmuración, la homogenización de la vida, el triunfo del mal o de la indiferencia son todas formas de olvidar que «el hombre es juntura porque hace de juntura. Es su modo deser.

Relacionamos, unimos, juntamos.Su característica ontológica consiste en el hecho de que existe uniendo y suturando»34. Deahí que el hilo nos advierta siempre que «resistir esaspirar a que la juntura no se deshaga»35.

La última imagen que serepresenta en el mapa es la niebla: «Cuestaencontrar el camino. ¿Dónde estamos? La angustia es como lahumedad de esta niebla que vacalando en el cuerpo»36. Como mapa sui generisque presupone la desorientación,la filosofía de la resistencia es una filosofíaexigente, dirigida a un tipo particular de viajero. ¿Quién es el resistente? El que aguantael tipo ante el vacío propio, ante su miseria y evita a toda costa perderse en el abismo. El que entra ala barraca y se enfrenta al acontecimiento de su sí mismo, que «aparece de golpe», «como en una especie de traumatismo: un día nos vemos deveras solos, absolutamente solos y sabemos que esto ya no tiene “remedio” […].Vemos que la vida del sí mismo que somos no es circular, sino una recta que lleva de lo desconocido a lo desconocido»37. El resistente también es el que se arriesga en la aventura del pensar como proceso de «transformación personal», de vuelta «hacia el sí mismo y haciala originalidad de la vida, queresulta ser, al mismo tiempo,una transformación, una conversión»38. El resistente no estásolo –aunque requiere la soledad–,pues es «radical responsabilidad», «intimidad convocada» 39. De ahí que proclama, aunque discretamente,sin aspavientos: «Que el otro sea hermano quiere decir esto: que estoy ligado por una exigencia, por una demanda»40.

También lo político tiene un lugar en estareflexión. No se trata de un apéndicede la existencia, sino queestá en el corazón mismo del vivircon otros, aunque latematización de la resistencia política requiera un trabajo independiente, como elautor mismo reconoce en este libro.

Al valernos del mapa para situar los elementos constitutivos de la resistencia política, diríamos que el abismo al que estase refiere está formado por «totalitarismos y tiranías» queson una forma de la disgregacióndel ser, porque «estos regímenes no articulanlos movimientos de la vida política, no tejen el tapiz de la sociedad, sino que homogenizany fuerzan un todo aparente y falso»41. Asimismo, la resistencia política se enfrenta al pozo de «la unidimensionalidad neoliberal,de la abstracción comunista y de las restricciones del comunitarismo»42, y también a todaslas formas de «política epidérmica», «banal» que viven de la vacuidad del discursotecnocrático y del espectáculode los medios masivos deinformación.

Por su parte, la barraca del resistente en política no es la delesplendor de la «palabra pública digna de recordarse», que distingue a «lospocos y los muchos (a los que nadie recordará)»43, sino la del cuidado del alma, mucho más democrático en tanto todos pueden practicarlo;es también la de «un decir no en nombrede la libertad y de la integridad»44 y de la «memoria de los que ya han desaparecido, pero que queremos guardar, y memoria del horizonte de la comunidad inactual»45. En la barracalos resistentes practican «el gestode las manos al recoger [que] se asemeja primeramente al del abrazo, […] al gesto que conforma y mantiene la comunidad»46; pero al mismo tiempo usan la «inteligenciaestratégica para autoorganizarsey perseverar a pesar de la persecución a la que sistemática e inevitablementese verán sometidos los implicados»47.

Respecto al hilo, convieneañadir que lapolítica se juega en el mantenimiento de la diferencia entre seres humanos, entre culturas y pueblos, así como en el milagrode construir proyecto communesen los que el abrazo hacedorde comunidad es primordial.

Y, por último, la nieblanos obl iga a inter r ogar permanentemente«¿dónde estamos?» porque no existen ni conceptos ni prácticas definitivos de democracia, justicia,libertad, Estado, ni se puede abandonar la suerte de nuestra vida con otros a los discursos de los charlatanes de oficio, ni a la indiferencia o la desesperanza. Por el contrario, interrogar dónde estamos exigeque cada uno (se) dé cuenta de sí mismo y de los otros eintente ejercer la política como ayuntamiento.

Notas

1 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 9.
2 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 10.
3 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 15.
4 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 75, 134.
5 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 13, 91.
6 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 108.
7 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 10.
8 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 20.
9 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 31.
10 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 34.
11 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 17.
12 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 120.
13 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 119.
14 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 151.
15 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 28.
16 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 69.
17 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 50.
18 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 85.
19 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 62.
20 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 80.
21 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 82.
22 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 87.
23 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 138.
24 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 73.
25 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 145.
26 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 120.
27 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 163.
28 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 35.
29 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 22.
30 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 22.
31 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 22-23.
32 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015),, 172.
33 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015),, 169.
34 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015),, 175.
35 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015), 172.
36 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015)., 23.
37 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015)., 93.
38 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015)., 96.
39 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015)., 103.
40 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015)., 104.
41 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015)., 14.
42 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015)., 52.
43 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015)., 68.
44 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015)., 122.
45 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015)., 122-123.
46 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015),., 52.
47 Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad (Barcelona:Acantilado, 2015),., 13.
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