Artículos de investigación científica y tecnológica
Incidencia de las emociones en el rendimiento académico y el desarrollo de la autonomía en estudiantes de educación superior virtual: estudio en tres universidades colombianas
Effect of emotions on academic performance and on development of autonomy in virtual higher education students: a study conducted in three colombian universities
Incidência das emoções no rendimento académico e no desenvolvimento da autonomia dos estudantes do ensino superior virtual: um estudo em três universidades colombianas
Incidencia de las emociones en el rendimiento académico y el desarrollo de la autonomía en estudiantes de educación superior virtual: estudio en tres universidades colombianas
PANORAMA, vol. 18, núm. 34, pp. 103-118, 2024
Politécnico Grancolombiano
Recepción: 31 Agosto 2023
Aprobación: 01 Diciembre 2023
Resumen: La investigación establece la incidencia de las emociones en el rendimiento académico y el desarrollo de la autonomía en estudiantes de pregrado en modalidad virtual, a partir de un estudio mixto con enfoque descriptivo realizado en tres Instituciones de Educación Superior en Colombia. Se consultó a 1.628 estudiantes que se encontraban iniciando su carrera -primer semestre-, en la mitad de ésta -cuarto y quinto semestre- y finalizándola -séptimo, octavo y noveno-. Para la consulta en cada institución se consideró la duración variable de cada programa -ente 8 y 10 semestres-. Los datos para cada grupo de estudiantes se tomaron en el mismo momento. Los resultados de la investigación evidenciaron que el rendimiento académico y el desarrollo de la autonomía, en general, se ven afectados por las emociones, en particular por, la falta de control del estado de ánimo, la frustración, el temor a expresar las ideas y la desilusión en los resultados de aprendizaje; debido, en gran medida, a que esto implica el control de sí mismos, el establecimiento de buenas relaciones interpersonales y comunicarse de forma asertiva.
Palabras clave: emociones, rendimiento académico, autonomía, educación superior, modalidad virtual.
Abstract: Research has established the effect of emotions on academic performance and on development of autonomy in undergraduate students in the virtual modality, based on a mixed study with descriptive approach performed in three Higher Education Institutions in Colombia. This study consulted 1,628 students, as follows: freshmen (first semester), in fourth and fifth semesters, and seniors (seventh, eighth and ninth semester). The study regarded the variable duration of each program (between eight and ten semesters) in each institution. The data for each group of students was collected simultaneously. Research results evinced that academic performance and development of autonomy, overall, are affected by emotions, specifically by the lack of control of mood, frustration, fear of expressing ideas and disillusion with learning results, largely because it entails self-control, establishing good interpersonal relationships and assertive communication.
Keywords: Emotions, academic performance, autonomy, higher education, virtual modality.
Resumo: A investigação estabelece a incidência das emoções no rendimento académico e no desenvolvimento da autonomia dos estudantes de licenciatura na modalidade virtual, a partir de um estudo misto com uma abordagem descritiva realizado em três Instituições de Ensino Superior da Colômbia. Foram consultados 1.628 estudantes no início dos estudos (primeiro semestre), a meio dos estudos (quarto e quinto semestres) e no final dos estudos (sétimo, oitavo e nono semestres). Para a consulta em cada instituição, foi tida em conta a duração variável de cada programa - entre 8 e 10 semestres. Os dados relativos a cada grupo de estudantes foram recolhidos no mesmo momento. Os resultados da investigação mostraram que o desempenho académico e o desenvolvimento da autonomia, em geral, são afectados pelas emoções, nomeadamente, o descontrolo do humor, a frustração, o medo de exprimir ideias e a desilusão com os resultados da aprendizagem; em grande parte porque isso implica autocontrolo, estabelecimento de boas relações interpessoais e comunicação assertiva.
Palavras-chave: emoções, desempenho académico, autonomia, ensino superior, modalidade virtual.
INTRODUCCIÓN
Las emociones juegan un papel decisivo para el éxito de la educación virtual o presencial, lo cual se evidencia a través del aporte de la psicología e investigaciones recientes que han transformado el acto educativo, en eventos cognitivos sensoriales. En este sentido, Fragoso Luzuriaga (2022) realizó una investigación sobre “Lo emocional en las aulas universitarias: prácticas docentes que promueven su desarrollo”, en la cual se evidencia la importancia del manejo apropiado del lenguaje no verbal; el saber presentar emociones positivas y negativas ante las personas que lo rodean; el compartir experiencias laborales por parte de los docentes; así como el identificar las emociones de los estudiantes para que aprendan a comunicarse con base en técnicas grupales que favorezcan el desarrollo del conocimiento, el aprender a comunicarse con los docentes para expresar emociones negativas acerca de las asignaturas en el aula de clase. Esta investigación posibilita que los docentes asuman posturas flexibles en el momento de la evaluación.
Por otra parte, Gilar, Pozo y Castejón (2019), llevaron a cabo una investigación relacionada con “Un curso de capacitación sobre inteligencia emocional en educación superior en tres países”, con el propósito de cumplir con la reforma de Bolonia relacionada con las competencias específicas y genéricas de acuerdo con las necesidades de las empresas. Los resultados muestran un avance significativo en el manejo de habilidades emocionales: el aprender a trabajar en grupo para resolver casos académicos; mayor autonomía en el aprendizaje e-learning y una mejora decisiva en el manejo de las emociones, poniendo en evidencia que las habilidades sociales juegan un papel decisivo en la construcción de un capital social y para el trabajo.
Del mismo modo, Ariza (2017); Galindo, Sainz y Lozada (2022); Fragoso (2022); Quispe y Campana (2022); Avalo & Hernández (2023), trabajaron investigaciones sobre la influencia de la inteligencia emocional y sus afectos en el rendimiento académico de los estudiantes del primer semestre, en la que se demuestra que ésta contribuye a la solución de los problemas a través del trabajo cooperativo y que incide en el desarrollo de diferentes estilos de gestión en torno a la resolución de conflictos. Resaltan la importancia de la escucha activa, el interés común entre los participantes y el dominio de valores asertivos; la importancia de la comunicación apropiada de las emociones para difundir de manera adecuada las emociones positivas y negativas y promover emociones relacionadas con el futuro del mundo laboral; la gestión de las emociones respecto al pensamiento crítico y el rendimiento académico, poniendo en evidencia que existe una relación entre las mismas.
Como se sabe, las emociones plantean nuevas teorías y experiencias que revolucionan la educación presencial y virtual, ya que, en un determinado periodo de la historia del hombre, el acto educativo se centró en la cognición, en la memoria, el conductismo, la repetición, la lección, las tareas, los ejercicios y en un aprendizaje condicionado en el conocimiento. Sin embargo, las emociones abren una compuerta en una corporeidad que siente sentimientos y emociones, rescatando según Goleman (2012) el papel de la autoconciencia, el mejor estado cerebral para realizar una tarea, la creatividad como escenario de un buen estado emocional, la motivación, el mejoramiento en el rendimiento académico, el cerebro social, el cerebro frente al internet, el rol protagónico de la empatía, el aprendizaje socioemocional y el desarrollo de la inteligencia emocional.
Lo anterior, pone de manifiesto la necesidad de llevar a cabo investigaciones que indaguen el papel de las emociones en la educación virtual, en el sentido de replantear los estilos de aprendizaje, los estilos de enseñanza, una didáctica con un mayor acento experiencial, el propiciar una experiencia de bienestar emocional, cambiar actitudes y comportamientos para lograr una comunicación asertiva entre docentes y estudiantes. Como se percibe, una educación que tenga presente las emociones en la virtualidad cambia la concepción de la construcción de currículos, de la manera de conducir a los estudiantes hacia la problematización del conocimiento, el modo de abordar acciones de bienestar estudiantil, el empleo de recursos pedagógicos y didácticos y la apropiación de estrategias emocionales para el desarrollo de la autonomía. Por las razones anteriormente expuestas, la educación virtual requiere de investigaciones que planteen nuevas rutas de aprendizaje que involucre las emociones, las experiencias y una inteligencia de corporeidad.
De ahí que, el objetivo de la presente investigación se centró en determinar la incidencia de las emociones en el rendimiento académico y el desarrollo de la autonomía en estudiantes de educación superior en modalidad virtual en la Universidad EAN, El Politécnico Grancolombiano y Fundación Universitaria del Área Andina.
REFERENTES TEÓRICOS
Las emociones “son eventos o fenómenos de carácter biológico y cognitivo, que tienen sentido en términos sociales, pueden ser positivas cuando van acompañadas de sentimientos placenteros y significan que la situación es beneficiosa, como lo son la felicidad y el amor; o negativas cuando van acompañadas de sentimientos desagradables y se percibe la situación como una amenaza: por ejemplo, el miedo, la ansiedad, la ira, hostilidad; o neutras cuando no van acompañadas de ningún sentimiento, entre ellas, la esperanza y la sorpresa” (Casassus, 2006, p.115). Por consiguiente, cada emoción tiene una finalidad y se perciben en conductas determinadas y específicas que suponen una organización de la conducta. Por tanto, las emociones implican una re-significación de los eventos o sucesos, lo que permite comprender y aceptar que, la cognición y la emoción se afectan recíprocamente, por lo que la persona que se educa debe ser considerada como una mezcla de razón y emoción.
Por otro lado, El Ministerio de Educación Nacional MEN concibe la educación virtual como el “desarrollo de un proceso educativo en un lugar distinto al salón de clases: en el ciberespacio; en una temporalidad que puede ser síncrona o asíncrona y sin la necesidad de que los cuerpos de maestros y estudiantes estén presentes. Para ello se usan las redes telemáticas que se constituyen en su entorno principal” (MEN, 2010) y su clave para definirla, tiene su punto de partida, en concepciones pedagógicas que se apoyan en las Tecnologías de la Información y la Comunicación, pero que, TIC, por supuesto, van más allá de solo aprender a manejarlas.
Adicionalmente, en la educación virtual el estudiante debe ser capaz de construir su conocimiento con el profesor, el que actúa como un guía y mentor, otorgándole la libertad necesaria para que explore el ambiente tecnológico, pero estando presente cuando tenga dudas o surja algún problema (Requena, 2008); lo que supone primar aquellos recursos y usos de las TIC que permiten, precisamente, que el profesor pueda seguir de manera continua el proceso de aprendizaje del estudiante y ofrecer observaciones constructivas, sensibles y adecuadas.
Así mismo, para Aebli (1998) el aprendizaje autónomo implica que la persona tenga contacto por sí mismo, con las ideas, con las cosas, con los textos y con el mundo. Esto implica que el estudiante planifique el aprendizaje para solucionar los problemas, sepa manejar la información y el conocimiento y mantenga la motivación para afrontar las situaciones del aprendizaje. Por otra parte, la autonomía se relaciona con la autorregulación cognitiva y metacognitiva, tan importante para desarrollar habilidades de pensamiento respecto al conocimiento, que involucra al mismo tiempo la inteligencia emocional.
Por tanto, el aprendizaje autónomo significa el gobierno de sí mismo para tomar la iniciativa y gestionar procesos de autogestión de conocimiento, transferir conceptos, aprender a convivir, trabajar en equipo; lo cual implica regulación, revisión y acciones de mejoramiento en torno a los procesos de aprendizaje. Para Rué (2009), la autonomía significa, “en realidad, resolver, estudiar o hacer algo en un lugar o en un espacio temporal no regulado, o con ayudas o apoyos específicos, que el estudiante se busca por sí mismo” (p.86). La educación virtual se constituye en un escenario ideal para avanzar en el dominio y apropiación de una pedagogía para el desarrollo del aprendizaje autónomo. Por otro lado, Ruiz, Escudero y Mercado (2022), manifiestan la necesidad de un modelo de aprendizaje autónomo en el aula invertida.
Lamas (2015) relaciona el rendimiento académico con “aptitud escolar, desempeño académico o rendimiento escolar, pero, generalmente, las diferencias de concepto solo se explican por cuestiones semánticas ya que se utilizan como sinónimos” (p.315). De igual manera, Lamas (2015) cita que existe una diversidad de acepciones, de autores como Martínez-Otero (2007); Pizarro (1985); Caballero, Abello y Palacio (2007); Torres y Rodríguez (2006), quienes sostienen que el rendimiento académico se relaciona con las calificaciones; se refiere al aprendizaje de un individuo en la institución; lo que aprende una persona en una institución educativa, también involucra el logro de metas y objetivos determinados en una carrera; el conocimiento que posea una persona para alcanzar los objetivos en una materia.
Bajo esta perspectiva, el rendimiento académico depende del contexto educativo, de lo que ofrecen las instituciones para conseguir las metas personales, del estilo de aprendizaje de los estudiantes respecto al currículo de los programas, de las estrategias pedagógicas para lograr un aprendizaje significativo, de los recursos que empleen para superar los niveles académicos con base en una inteligencia emocional, de la didáctica que utilice los docentes para motivar la consecución y aprobación de objetivos académicos. Se puede decir, que existe una diversidad de variables que inciden en el rendimiento académico, que involucra la familia, el entorno ambiental, las capacidades y motivaciones personales de aprendizaje, lo atractivo de los programas en el plano científico, el nivel socio económico y el estatus académico de las instituciones educativas. Igualmente, existen pruebas internacionales, como la de Pisa que evalúan el rendimiento académico de los estudiantes, lo que brinda un panorama regional e internacional del ranking educativo, catalogando a los futuros egresados en la demanda y el mercado del mundo laboral.
METODOLOGÍA
Para el desarrollo de la investigación se empleó una investigación mixta con estudio descriptivo, para establecer la incidencia de las emociones en el rendimiento académico y el desarrollo de la autonomía en estudiantes virtuales de educación superior de la Universidad EAN, el Politécnico Grancolombiano y la Fundación Universitaria del Área Andina. Además, se consultó a 1.628 estudiantes que se encontraban iniciando su carrera —primer semestre—, en la mitad de esta —cuarto y quinto semestre— y finalizándola —séptimo, octavo y noveno.
Bajo esta perspectiva, Hernández et al., (2018) señalan que, el investigador siga el proceso de la investigación científica de forma rigurosa y que parte de la definición de la idea, del planteamiento del problema de investigación, para lo cual es necesaria la revisión de la literatura y el desarrollo del marco teórico, la visualización del alcance del estudio, la formulación de las hipótesis y la definición de variables, el desarrollo del diseño de investigación, la definición y selección de la muestra, realizar la recolección de datos, el análisis y la elaboración del reporte final de resultados, con lo cual se podrá evidenciar la coincidencia de la realidad percibida para fundamentar una teoría.
RESULTADOS
Durante el estudio, se consultó, de forma simultánea a los estudiantes virtuales de los diferentes niveles -inicio, mitad y finalización de carrera-, sobre cuatro aspectos relacionados con la inteligencia emocional, de forma que se pudieran contrastar no solo sus respuestas sino el nivel de afectación de los mismos en su desarrollo académico y de autonomía -Gráficos 1, 2 y 3-
El 42% de los estudiantes a la mitad y al final de la carrera controlan el cambio del estado de ánimo cuando se enfrenta a diferentes situaciones propias de la educación virtual -Figura 2 y 3-. Esto indica que la inteligencia emocional es un componente importante para el rendimiento académico y el desarrollo de la autonomía, ya que se apoya en el humor de las personas para favorecer el desarrollo de la empatía, simpatía y afinidad con los demás. En otras palabras, los estudiantes aprenden que las buenas relaciones interpersonales y éstas y la buena convivencia, son factores determinantes del éxito, lo cual implica el control de las emociones para que fluya la creatividad, el ingenio y la inventiva.
Por otra parte, los estudiantes aprenden a leer las emociones de los compañeros, quienes se presenten con una inteligencia de humor, que se constituye en una pieza clave de éxito, que augura un aprendizaje significativo. Del mismo modo, cuando la persona toma conciencia de autodominio y de autogestión, contribuye al logro del rendimiento académico, porque regula las emociones que interfieren en las relaciones personales y que puede afectar de forma negativa el proceso educativo. Además, afianza la confianza en la autonomía de sí mismo para tomar decisiones asertivas que lo beneficien a él y al colectivo. El control del estado de ánimo implica un control permanente y periódico, que posibilite las relaciones sociales y el rendimiento óptimo del aprendizaje, teniendo en cuenta que en la educación virtual el aprendizaje cooperativo es decisivo para superar las dificultades de una mala inteligencia emocional.
Así mismo, los estudiantes que cursan programas virtuales experimentan una diversidad de emociones que se movilizan como una montaña rusa, al desempeñarse en un mundo laboral que le genera estrés, atender las obligaciones familiares, rendir de forma óptima ante la competencia laboral, cumplir con las exigencias académicas de los programas, administrar el tiempo y el espacio de forma eficiente, mantener un equilibrio intelectual y moral que contribuya al desarrollo de la autonomía. En otras palabras, las emociones afectan, para bien o para mal, el ejercicio de la vida académica, al encontrarse con circunstancias que afectan la motivación intrínseca y acciones foráneas que inciden en una inserción social en el mundo académico.
El 29 % de los estudiantes al inicio de la carrera -figura 1-, se sobreponen a la frustración cuando no obtiene los resultados que espera en actividades académicas. Por lo general, los estudiantes se matriculan en la educación virtual con temores y miedos en torno al fracaso. Estas emociones se mantienen en el transcurso de la carrera, en especial, en su fase inicial existe la inseguridad sobre la metodología de estudio, porque se trae el imaginario de la educación presencial y se traslada a lo virtual, predominando situaciones de dependencia hacia un sistema educativo bancario, que no pone el énfasis en la autonomía de indagar, de explorar, de cuestionar, de plantear preguntas, de resolver problemas, de propiciar un plan de trabajo personal, de trabajar en equipo, de formarse con un espíritu cientificista, de plantear hipótesis, de explorar la creatividad y la inventiva, de poseer una inteligencia de síntesis y ser capaz de establecer estrategias de aprendizaje. Ante este cúmulo de experiencias, el estudiante se enfrenta a un mundo emocional incierto, que contribuye a la frustración cuando no logra el ideario de las metas personales.
El 12 % de los estudiantes al inicio y el 16 % de los estudiantes al final de la carrera -figura 1 y 3—, superan la desilusión que siente cuando no obtiene los resultados que espera. El problema de la inteligencia emocional es latente, porque se presentan altibajos, por una multiplicidad de factores personales, académicos, institucionales, familiares, sociales, laborales y económicos. Por tanto, la habilidad de la confianza es necesaria para fortalecer la inteligencia disciplinada, la inteligencia intelectual, la inteligencia moral y la inteligencia científica. Por tanto, la motivación juega un papel decisivo para que el estudiante se sienta bien y supere resultados indeseables, creando lazos de amistad con los compañeros, creer en la capacidad de gobierno de sí mismo para autogestionar procesos académicos, de investigación, producción, uso y generación de conocimiento. De ahí, la necesidad de fijar objetivos para cumplir con los proyectos personales, al tiempo saber agenciar acciones para materializar los retos académicos y fortalecer la autonomía intelectual y moral.
El 8% de los estudiantes al inicio y al final de la carrera -figura 1 y 3-, superan el temor que siente cuando debe expresar las ideas y aportes. De tal modo, existe la necesidad de transformar los currículos hacia una pedagogía del aprendizaje autónomo que involucre a la institución educativa, al docente y al estudiante, para que desarrollen habilidades de pensamiento de orden superior en torno a las competencias comunicativas. El temor que siente el estudiante para comunicarse, significa trabajar el cerebro social para estar en sintonía con las ideas y pensamientos de los otros, para influir de forma positiva en el rendimiento académico y conformar grupos de estudio capaces de debatir y discutir los paradigmas del conocimiento científico. Esto quiere decir que, el diálogo en la educación virtual es la vía más apropiada para mejorar en un aprendizaje intelectual, moral y científico. De la misma manera, las emociones se canalizan en las relaciones interpersonales que estimulan la empatía, la simpatía, la afinidad, el entendimiento y la reciprocidad para crear un estado de rendimiento óptimo.
El 9% de los estudiantes al final de la carrera -figura 3-, controlan el enojo cuando no pueden expresar las ideas. Este dato es importante, porque indica el grado de conciencia y autodominio que poseen los estudiantes respecto a la inteligencia emocional. Sin embargo, este porcentaje aumenta al final de la carrera, ya que al inicio el 8% y el 7% a mitad de la carrera -figura 3-, el promedio es levemente menor. Esto indica que el estrés se presenta con mayor fuerza al final de la carrera, en parte debido a la presión de terminar en el menor tiempo la carrera, cumplir con las exigencias académicas, alternar trabajo y estudio y expectativas profesionales a futuro. En este sentido, para Goleman (2012), el estrés bueno consiste en la vinculación que tiene con las metas propuestas y el estrés malo entorpece el rendimiento académico. Así, el rendimiento óptimo del rendimiento académico, se logra cuando el estudiante al inicio, a la mitad y al final de la carrera, son capaces de estudiar con alegría y concentrarse con energía a la regulación de las emociones, dedicándole un buen número de horas al estudio. Por consiguiente, se puede desprender una hipótesis, en el sentido, de que el flujo y la vinculación de las emociones en el transcurso de la carrera son determinantes para el rendimiento académico y la consolidación de la autonomía en el aprendizaje.
ANÁLISIS Y DEBATE
Las emociones juegan un papel decisivo para alcanzar las metas del rendimiento académico y afianzar la autonomía en una educación virtual que exige lo mejor de la persona. Como se sabe, la inteligencia emocional incursiona para cambiar el paradigma de la educación, entendiendo que la educación virtual es un proyecto de inteligencia sentiente, más que la inteligencia racional. En otras palabras, el aprendizaje, además de centrarse en los contenidos, debe abordar el cerebro social de los estudiantes, que se mueven con un esquema no escolarizado de la vida cotidiana, de la vida práctica, la cual no encaja en un currículo academicista.
En otros términos, para Goleman (2012), el cerebro social, consiste en el autodominio y la conciencia que tenga la persona de sí mismo y de los otros; el moverse en el terreno de la empatía para conocer y trabajar con la otra persona; el descubrir el cerebro social del otro para adaptarse e interactuar con la otra persona. Es decir, tener en cuenta la neurona espejo, para danzar al ritmo, de los lineamientos de la institución educativa, del aprendizaje del docente y de los compañeros, sin sacrificar las emociones personales, que fungen como anclaje para potenciar la cognición desde lo que siente, para pasar después a un terreno epistemológico del currículo.
Por otra parte, gran parte de la didáctica se apoya en teorías cognitivas de la pedagogía, permeando el desarrollo curricular, dejando en un segundo plano las emociones. Hoy en día, la psicología y la neurobiología está cambiando el enfoque de la educación superior virtual, lo que indica que el centro del acto educativo reside en la persona, en torno a las emociones que lo asaltan como el miedo, el temor, la angustia, el estrés, la frustración, el desespero, la desilusión, el estado de humor, la alegría, la tristeza, la creatividad, las relaciones sociales, por nombrar algunas.
Lo anterior conlleva a replantear la educación superior virtual, si el currículo partiera de la inteligencia emocional, lo más seguro que las estrategias pedagógicas y de enseñanza enfatizaría en un cerebro social, que aprende porque se siente reconocido, valorado como una persona digna, se siente como un interlocutor reconocido por los pares, se percibe como un líder que puede aportar al trabajo en equipo. Esto implica percibir el bienestar, el aula de clase, el acompañamiento estudiantil, las relaciones docente y estudiante, la pedagogía y el conocimiento académico como redes interconectadas en torno a una inteligencia socio emocional empática que fluye para obtener un rendimiento óptimo, que riñe con un enfoque educativo concebido por competencias y logros académicos.
Bajo esta perspectiva para Goleman (1996), las emociones contribuyen a la armonización del pensamiento y el corazón, siendo clave para la gestión del conocimiento. En otras palabras, el ritmo de aprendizaje depende del estado emocional de los estudiantes y cómo se agencia los afectos, los sentimientos, la empatía y el cerebro social. Esto quiere decir, que aparece una inteligencia sentiente, que predispone al individuo en el camino de la búsqueda de la empatía, el reconocimiento de sí mismo y del otro, la aceptación de quienes lo rodean con un sentido crítico de la vida, el autodominio frente a escenarios conflictivos y retadores, la toma de conciencia para trabajar en función de un cerebro social, lo cual es un detonante para la creatividad y el ingenio.
Estos aspectos, son determinantes para el rendimiento académico, relacionado con una asertiva comunicación entre los interlocutores, para vivir con alegría las experiencias de la vida, para aceptar el fracaso y volver a empezar de nuevo los proyectos personales, para asumir la frustración como una experiencia necesaria para el logro del éxito, la desilusión para lograr un aprendizaje significativo a través del error y la certeza. Por consiguiente, la inteligencia emocional es clave para el desarrollo cognitivo y metacognitivo, ya que envuelve al pensamiento con las experiencias personales y del contexto ambiental, las cuales marcan la pauta para un pensamiento reflexivo e interpretativo de la vida, regulado por el mundo cotidiano que cataliza el pensamiento académico y científico.
Por otra parte, las emociones forman parte de la autonomía, ya que promueve la alfabetización para afianzar y abordar el conocimiento, siempre y cuando, el estudiante sienta la motivación, el deseo de observarse a sí mismo, leer los textos y solucionar los problemas, (Aebli,1998). Para Llinás (2002) el cerebro emocional es decisivo en la cognición, en el sentido de que la amígdala estimula sensaciones para generar un buen o mal estrés. “Esto significa que, básicamente, influimos de forma constante en el estado cerebral de los demás (…) En este sentido, la capacidad relacional tiene que ver con la gestión de los estados cerebrales de los demás” (Goleman, 2012, p.75). Por tanto, las emociones, garantizan, de forma decisiva, un aprendizaje de autogestión y de trabajo en equipo, al tiempo que involucra un estado de buen humor, para lograr los propósitos de los programas de educación virtual, en medio de una sociedad caótica, acelerada, competitiva e individualista.
CONCLUSIONES
Las emociones inciden en el desarrollo de las actividades académicas y del aprendizaje autónomo, ya que implica que el estudiante siempre esté vinculado a las relaciones interpersonales, al trabajo en equipo, a la elaboración de ejercicios y tareas a través de un cerebro social. Sin embargo, por ser un estudiante trabajador, se enfrenta al estrés y a la sobrecarga que tiene un costo en el rendimiento óptimo. Por tal razón, aparecen emociones de ansiedad, de angustia, de temor, de pensamientos perturbadores, de enojo, de miedo y la ausencia de autoestima entre otros, ello implica mayor compromiso hacia la educación virtual. Este factor requiere de propiciar estrategias socio emocionales, que contribuya a la concentración, a la atención y al manejo duradero de la información para lograr un aprendizaje experiencial y consciente, tomando como referente la gestión del estrés bueno frente al estrés malo.
Se percibe que a la mitad y al final de la carrera incide la gestión de las emociones, caracterizada por controlar el estado de ánimo frente a diversas situaciones que genera la educación virtual, sobreponerse a la frustración cuando no obtiene los resultados académicos esperados, superar el temor para expresar las ideas y superar la desilusión cuando no obtiene los resultados esperados de las actividades académicas. Como se aprecia, los estudiantes toman mayor conciencia de la incidencia de las emociones, las cuales se acentúan en el transcurso de los programas, en parte, por la exigencia en el rendimiento académico en torno a las exigencias del mundo laboral y la necesidad de avanzar en un aprendizaje autónomo. Esto indica que las emociones se constituyen en un obstáculo o en un facilitador para optimizar el rendimiento académico durante el transcurso de los programas, conllevando a repensar el currículo, el bienestar, las inducciones académicas, el acompañamiento académico, las estrategias pedagógicas y el uso de recursos didácticos, teniendo el contexto local y la demanda de ciencia y tecnología en el mundo global.
Por otra parte, la autonomía se apoya en la interacción entre docente y estudiante, en la agencia del conocimiento, jugando los roles que le corresponden a cada uno de los actores. También es clave la capacidad de escucha, de entendimiento, de dialogo, de reconocimiento del otro y de una motivación intrínseca para minimizar los obstáculos y los problemas cotidianos de la vida. Por tal motivo, la autonomía necesita la potencialización de un cerebro social, para la resolución de problemas, el abordaje de un conocimiento declarativo mediante el uso del lenguaje y los hechos, también el dominio apropiado de un conocimiento que se apoya en la empatía, la simpatía y la afinidad. La incidencia de las emociones en el rendimiento académico y el desarrollo de la autonomía, es demandante, porque cambia la mirada de la educación virtual centrada en la persona, más que en el conocimiento académico y en un currículo preconcebido desde la racionalidad de la ciencia y la tecnología, que relega a un segundo plano la atención, la empatía, la autoconciencia, el liderazgo, la neurobiología, el altruismo y las conexiones saludables para la vida.
Referencias
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