Resumen: Este trabajo se propone abordar los orígenes de las Cátedras Nacionales de Sociología de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Para ello deberemos identificar los aspectos políticos, intelectuales e institucionales actuantes en la coyuntura de 1966 que crearon condiciones favorables para el desarrollo de esta experiencia. En una primera mirada, ello nos conduce hacia la intervención decretada por el gobierno autoritario de J.C. Onganía y el ingreso de un nuevo grupo de profesores de orientación disímil a la existente en Sociología; pero también nos lleva a considerar el estado de los debates teóricos y los conflictos políticos vigentes en la carrera de Sociología.
Palabras clave:UniversidadUniversidad,PolíticaPolítica,Historia de la SociologíaHistoria de la Sociología,Cátedras NacionalesCátedras Nacionales.
Abstract: This paper aims to address the origins of the National Sociology Chairs of the Faculty of Philosophy and Letters (FFyL) of the University of Buenos Aires (UBA). For this we must identify the political, intellectual and institutional elements acting in the juncture of 1966 that created favorable conditions for the development of this experience. At first glance, this leads us to the intervention decreed by the authoritarian government of J.C. Onganía and the entrance of a new group of professors of diverse orientation to the existing one in Sociology; but it also leads us to consider the state of the theoretical debates and the political conflicts in force in the career of Sociology.
Keywords: University, Politics, History of Sociology, Cátedras Nacionales.
Sociología y compromiso político en los años sesenta: la conformación de las Cátedras Nacionales (1967-1971)1
Sociolgy and political commitment in the sixty years: the conformation of National Chairs (1967-1971)

Recepción: 27 Noviembre 2018
Aprobación: 27 Junio 2019
Publicación: 30 Septiembre 2019
Las denominadas Cátedras Nacionales (CN) fueron una novedosa experiencia en la carrera de Sociología de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Universidad de Buenos Aires (UBA) que tuvo lugar durante el período comprendido entre 1967 y 1971. Estas cátedras son frecuentemente recordadas porque estimularon la reorientación de intelectuales y militantes universitarios hacia el peronismo. Además, renovaron el ámbito de las Ciencias Sociales al articular el conocimiento acerca de la realidad social nacional y latinoamericana con la lucha por la liberación y la revolución.
En importantes trabajos recientes se han retomado diversas cuestiones sobre las cátedras nacionales destacando esta experiencia como parte de la politización y peronización de estudiantes, docentes e intelectuales: Nicolás Dip (2017), Sergio Friedemann (2017), Anabela Ghilini (2017a y 2017b), Nicolás Dip y Anabela Ghilini (2015) y otros más clásicos como el de Ana Barletta y Cristina Tortti (2002); Lucas Rubinich (2007). En particular, este trabajo se propone abordar los orígenes de esta experiencia: ¿Cuáles fueron los cambios producidos en la vida política y en la experiencia y cultura universitaria que favorecieron la emergencia de su particular punto de vista? Para ello deberemos identificar los aspectos políticos, intelectuales e institucionales actuantes en la coyuntura de 1966 que crearon condiciones favorables para el desarrollo de esta experiencia. A partir de la intervención de la UBA por parte del gobierno militar de la denominada “Revolución Argentina” además de la aplicación de medidas generales tales como la supresión de la autonomía y las cesantías docentes, se puso fin a los intentos modernizadores promovidos en la FFYL. En el caso de la Carrera de Sociología, la intervención promovió el ingreso de profesores provenientes de la Universidad Católica Argentina (UCA), algunos de ellos de orientación socialcristiana y políticamente cercanos al peronismo (González, 2000). Los universitarios de sociología rechazaron en un primer momento a los recién llegados de la UCA Justino O´Farrell3 y Gonzalo Cárdenas4 por sus vínculos con el régimen militar. Sin embargo, ellos se conectarán con jóvenes graduados y estudiantes que, desde tiempo atrás, mantenían disputas respecto de la orientación teórica y metodológica predominante en la carrera de Sociología, tanto con la “sociología empírica” o “científica”5 promovida por Germani, como con la orientación de las “cátedras marxistas”. Como parte de una investigación empírica de más largo alcance, esto nos lleva a considerar el estado de los debates teóricos y los conflictos políticos vigentes en la carrera de Sociología. Nuestra hipótesis de trabajo sostiene que el tono de la revuelta —disciplinar y político— que existía en la carrera de Sociología de la UCA y la UBA en los años previos fue lo que posibilitó la posterior conformación de las CN. Al respecto, es posible apreciar que en ambas carreras de Sociología –con sus propias especificidades- los procesos de modernización académica y politización en curso constituyeron una marca distintiva de la etapa posperonista.
La Universidad de Buenos Aires repudió desde un primer momento el golpe de Estado de J.C. Onganía. El rector de esta universidad, Hilario Fernández Long expresó:
En este día aciago en el que se ha quebrado en forma total la vigencia de la Constitución, el rector de la UBA hace un llamado a los claustros universitarios en el sentido de que sigan defendiendo como hasta ahora la autonomía de la universidad, que no reconozcan otro gobierno universitario que el que ellos mismos han elegido de acuerdo a su propio estatuto y que se comprometan a mantener vivo el espíritu que haga posible el restablecimiento de la democracia (Caldelari y Funes, 1997:24).
También en ese entonces, la Federación Universitaria Argentina (FUA) emitió un comunicado en el que expresó su apoyo a esta declaración y caracterizó al gobierno de facto como “gorila” y “fascista” (Caldelari y Funes, 1997). Sin embargo, la dictadura de Onganía recogió importantes adhesiones por parte de organizaciones estudiantiles no reformistas y también de siete miembros del Consejo Superior de la UBA que apelaron la declaración del Rector. Existían diversos sectores que reclamaban la intervención a las universidades para terminar con el marxismo y el reformismo definidos como “obstáculos” y “factores de perturbación” de esta casa de estudios.
Tal es así que un mes más tarde, el 29 de julio de 1966, se llevó a cabo la intervención de la UBA para clausurar la experiencia modernizadora inaugurada en 1955 a la cual consideraba responsable de una excesiva “izquierdización” del mundo universitario6. Desde ese momento, el Decreto ley 16.912 marcó un punto de inflexión: se suprimió la autonomía universitaria, anularon las representaciones de los claustros y se prohibió la actividad política en las casas de estudio. El Decreto ley suprimía el gobierno tripartito, disolvía los consejos superiores y obligaba a los rectores y decanos a transformarse en interventores del Ministerio de Educación7. En la UBA, los edificios de la Facultad de Medicina, Ingeniería, Arquitectura, Ciencias Exactas y Filosofía y Letras fueron tomadas por alumnos y profesores que fueron desalojados violentamente por las fuerzas militares, dejando como saldo un grupo considerable de detenidos8. Después de estos acontecimientos, conocidos como la “Noche de los bastones largos”, numerosos profesores fueron cesanteados y otros tantos renunciaron produciendo un notable vacío. Debemos tener en cuenta que la ola de renuncias en esta universidad se produjo particularmente en la Facultades de Filosofía y Letras y de Ciencias Exactas. Según datos proporcionados por Pablo Buchbinder, (2005) 1.378 docentes dejaron los cargos. En la carrera de Sociología de la UBA unos 28 profesores con formación en la disciplina quedarán solamente 4, siendo ocupados sus lugares por sacerdotes, profesores de historia y filosofía (Rubinich, 2003).
Estos hechos tuvieron una amplia repercusión en el mundo académico. Docentes y estudiantes de Sociología de otras casas de estudio como la UCA y la Universidad del Salvador (USAL) repudiaron lo ocurrido. Los estudiantes de la UCA darán a conocer un documento el 3 de agosto de 1966 en el que repudian la intervención a las universidades estatales y se expresan en defensa de la autonomía universitaria y la libertad académica. Este documento será firmado por estudiantes de diversas carreras, mayoritariamente de la carrera de Sociología9. Entre éstos se destacan: Enrique Amadasi, Patricio Biedma, Marcos Giménez Zapiola, Juan José Llach, Héctor Maletta, Roberto Perdía, Fernando Perera, Hugo Perret, Carlos A. Prego, Cecilia Taiana, Susana Soler y otros.
Los abajo firmantes, estudiantes y egresados de la Pontíficia Universidad Católica Argentina “Santa María de los Buenos Aires” declaramos repudiar públicamente la violencia empleada contra la Universidad Nacional de Buenos Aires y reafirmar valores esenciales a la perduración de la comunidad universitaria argentina. Cualquiera sea la reestructuración que piense realizarse en las Universidades Argentinas, no ha de favorecer un auténtico desarrollo científico e intelectual del país a menos que se base en los siguientes principios: 1. La plena vigencia de la libertad académica –máxima formulación de la libertad de pensamiento y de expresión sin discriminaciones 2. La autonomía universitaria, en alguna de sus varias formas institucionales que ésta puede revertir, pero garantizando siempre la vigencia de las Universidades Argentinas como centros de pensamiento y crítica independientes.10
También los profesores de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales el 4 de agosto de ese mismo año, expresan públicamente su repudio a la intervención de Onganía y los violentos episodios de la UBA. Entre los firmantes, de un total de 39 profesores se destacan: Julio Aurelio, Gonzalo Cárdenas, Atilio Borón, Floreal Forni, Juan F. Marsal, José Enrique Miguens, Justino O’Farrell, Luis Rigal, Francisco Suarez, Raúl Usandivaras.
Como miembros de la comunidad educativa argentina y frente a los hechos que son de dominio público, los abajo firmantes, docentes de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCA consideramos una obligación personal y moral expresar nuestra profunda preocupación por el futuro de dicha comunidad. Repudiamose enérgicamente la violencia que fue utilizada en la Universidad Nacional de Buenos Aires, violencia que niega derechos fundamentales de la persona y la dignidad humana. Puesto que se piensa en una reestructuración de la vida universitaria, nos creemos en la obligación de afirmar que el país necesita científicos y técnicos que sólo pueden ser formados si la Universidad es eficiente en el cumplimiento de sus objetivos. Esto únicamente podrá lograrse si se respetan los siguientes principios que sustentan la vida académica, científica y técnica de una nación: 1. El derecho a la libertad de pensamiento y de opinión dentro de la cátedra 2. La autonomía universitaria, en cualquiera de sus manifestaciones que se consideren las más adecuadas para el logro de los mejores niveles académicos 3. La no discriminación por razones raciales, ideológicas, políticas, religiosas dentro de la comunidad universitaria.11
Desde la comunidad científica internacional también se manifestaron a favor de la autonomía universitaria y reclamaron por la reincorporación de los docentes. Figuras destacadas de la sociología le enviaron una carta a Onganía: Talcott Parsons, Martin Lipset, Gino Germani, Reinhard Bendix, Edward Shils, Johan Galtung, Robert Merton y Raimond Aron. Reunidos en el VI Congreso Mundial de Sociología, que se llevó a cabo en Francia del 4 al 11 de septiembre de 1966, enviaron un telegrama a J. C. Onganía repudiando las “brutalidades cometidas contra profesores y estudiantes”.
“Queremos manifestar nuestra solidaridad con las exigencias de los profesores argentinos por el restablecimiento de la libertad académica, el autogobierno democrático de las universidades y su autonomía completa. Pedimos que se reintegre a sus puestos académicos a todos los profesores que han renunciado, sin ninguna clase de discriminación política, religiosa o ideológica. Finalmente pedimos a las actuales autoridades argentinas que restablezcan en las universidades las condiciones adecuadas para que los profesores renunciantes reanuden sus obligaciones académicas o científicas”.12
La carrera de Sociología hasta el momento de la intervención tenía en su plantel docente como titulares de cátedra a figuras intelectuales como Torcuato Di Tella, Manuel Mora y Araujo, Inés Izaguirre, Eliseo Verón, Hugo Callelo, Juan Carlos Marín, Silvia Sigal, Miguel Murmis, Juan F. Marsal, Gerardo Andújar, Silvio Frondizi y otros. Ante esta compleja situación que provocó la intervención, los docentes e investigadores se debatían entre dos posiciones: la primera convocaba a la renuncia como forma de repudio masivo. La segunda opción consistía en quedarse en la universidad intervenida y en la carrera de sociología esta fue la posición adoptada por la mayoría de los docentes. Los discípulos de Germani como Eliseo Verón, Miguel Murmis, Silvia Sigal, Inés Izaguirre optaron por no renunciar y firmaron una declaración conjunta. En cierta medida, esto quiebra la imagen cristalizada de las renuncias masivas, cuando la actitud que tomó el cuerpo docente de Sociología fue la contraria. Silvia Sigal recuerda que “las asambleas para decidir si se renunciaba o no fueron interminables” y también lo fueron las reuniones de un grupo chico, donde estaban principalmente Juan Carlos Marín, Eliseo Verón, Miguel Murmis, Inés Izaguirre. Sigal sostiene: “No teníamos para nada claro lo que había que hacer”.13 Ellos perdieron sus lugares en sociología el primer cuatrimestre de 1967 porque no fueron renovados sus contratos y de unos veintiocho profesores con formación en la disciplina quedarán solamente cuatro. El Instituto de Sociología, en el que había 15 proyectos de investigación en marcha, cerró sus puertas por casi un año.14
Buena parte de los docentes de la carrera de Sociología que fueron cesanteados se refugiarían en centros académicos de gran relevancia en aquel momento como el Instituto Di Tella. La dirección del centro de investigaciones del ITDT –rebautizado como Centro de Investigaciones Sociales (CIS) – junto con la dirección de la Revista Latinoamericana de Sociología pasaron a estar a cargo del sociólogo español y profesor de la UCA: Juan Francisco Marsal.15 Como consecuencia de la intervención, a partir del año siguiente, esos cargos serán ocupados por nuevos docentes, la mayoría provenientes de medios intelectuales ligados a la Iglesia Católica.
La intervención produjo un notable vacío de profesores en la carrera de sociología y recién a partir del año siguiente, durante el primer cuatrimestre de 1967, comenzarán a dictarse las principales materias de la carrera. Los cargos de los docentes cesanteados serán ocupados por nuevos docentes, la mayoría provenientes de medios intelectuales ligados a la Iglesia Católica. Entre estos podemos mencionar a Luis Campoy, Enrique Spadari, Julio A. Gayol, Rolando Gioja y Roberto J. Brie. Este último, intelectual católico tomista, graduado en Filosofía en la UBA y con estudios de posgrado en Alemania, sería designado como interventor de la carrera y tendría también a su cargo la materia “Teoría Sociológica”.16 Al igual que Luis Campoy, a cargo de la materia “Introducción a la sociología”, ambos docentes estaban ligados a círculos de la derecha católica con un marcado perfil anticomunista. A pesar de los reclamos de los estudiantes, uno de los pocos docentes titulares de cátedra que continuó en su cargo luego de la intervención fue Carlos A. Erro. Erro, intelectual de perfil liberal y nacionalista, fue un representante de la Sociología de Cátedra que en su momento estableció una alianza con Germani y eso le permitió continuar en la carrera. De hecho, la intervención permitirá el regreso de profesores que habían ocupado cargos en la universidad nacional durante el peronismo y que al igual que Erro representaban a la sociología previa a Germani o Sociología de Cátedra –como es el caso de Fernando Cuevillas-.
Por otra parte, también ingresaron al plantel docente de Sociología Justino O ´Farrell y Gonzalo H. Cárdenas17, quiénes, habían sido desplazados de la UCA. A mediados de los años sesenta en la carrera de Sociología de la UCA las ideas del catolicismo posconciliar tuvieron un fuerte impacto y eso se expresa en la alta participación que algunos docentes y estudiantes asumieron en diversos espacios renovadores (algunos vinculados con sectores del sindicalismo, otros con grupos universitarios y/o en la Democracia Cristiana). Desde entonces se inaugura un período en el que prevalecerán las fisuras y conflictos con las autoridades de la UCA y la jerarquía eclesiástica, quienes desde posiciones conservadoras intentarán clausurar el proceso de secularización y modernización científica en marcha también en esta casa de estudios. En particular, en la carrera de Sociología de la UCA se desata una profunda crisis institucional que impide el desarrollo de esta disciplina y culmina en 1966 con la renuncia de Enrique Miguens —director de la carrera—, la renuncia de la mayor parte del plantel docente y un éxodo de estudiantes hacia otras universidades: 30 alumnos de la UCA a la Universidad del Salvador y otros que se van a diferentes instituciones del país y el extranjero18.
En tal sentido, si bien el movimiento estudiantil en un principio receló de los nuevos docentes que ingresaron con la intervención, luego comenzarían a acercarse a dos figuras claves: el sacerdote tercermundista Justino O`Farrell y el historiador revisionista Gonzalo Cárdenas quiénes se destacaron por adoptar una postura de acercamiento al peronismo lo que permitirá la aproximación con los estudiantes y jóvenes graduados y la conformación de las Cátedras Nacionales, tal como fueron denominadas por los estudiantes19. Susana Checa, al respecto hace alusión a que un grupo de jóvenes sociólogos y estudiantes de la carrera venían tiempo atrás reclamando la incorporación de bibliografía marxista y de pensadores nacionales y latinoamericanos a la currícula y encontraron en Cárdenas y O´ Farrell grandes coincidencias20.
Los propios protagonistas reconocen que el origen de esta experiencia coincide con dos acontecimientos: por un lado, el vaciamiento que sufre la carrera de sociología luego de la intervención de 1966 y por otro, con la incorporación del nacionalista católico Guillermo A. Borda al Ministerio del Interior (1967-1969) sostén ideológico del proyecto corporativista de Onganía 21:
“Este [Borda] tenía entre sus planes asegurar el apoyo del peronismo oficial al régimen de Onganía a través de su participación en estructuras políticas sindicales y también universitarias, coherente con su concepción corporativista de la sociedad. El participacionismo sindical, el neoperonismo político y algunos cuadros del nacionalismo oligárquico en la universidad, permitieron pensar que en Filosofía y Letras acompañaríamos al ex peronista Herrera, designado decano.22
El gobierno dictatorial de Onganía intentará normalizar las universidades cuando asume como Rector de la UBA, Raúl Devoto -a partir del 9 de febrero de 1968- y designa para la FFYL al decano interventor Dr. Juan Herrera. No obstante, contrariamente a lo esperado, en Sociología alrededor de Cárdenas y O' Farrell se fue conformando un grupo crítico y de oposición a la dictadura y a la intervención. Esta confluencia entre el movimiento estudiantil, jóvenes recién graduados en proceso de acercamiento al peronismo y dos figuras provenientes del ámbito católico resulta paradójica ya que la intervención se proponía clausurar la “agitada” carrera de sociología en esos años y que el peronismo ortodoxo funcionara como una “muralla” que frenara el avance del marxismo.23 Al respecto Torcuato Di Tella reflexiona:
Producida la intervención a la universidad de Buenos Aires, en 1966 se sucedió un período de interregno, y luego, en 1967, el padre Justino O' Farrell se hizo cargo de la intervención en la carrera de Sociología. Su condición de católico hizo pensar a las nuevas autoridades que sería “confiable”; de hecho, sin embargo, se produjo en él y en un amplio grupo de colaboradores una radicalización hacia el nacionalismo, el peronismo y en muchos casos hacia una simbiosis con el marxismo.24
Como ha sido analizado por Barletta y Tortti (2002) el golpe de 1966 contribuyó a la “nacionalización” y peronización de significativos grupos de estudiantes, docentes e intelectuales de la UBA.25 En tal sentido, las CN son frecuentemente señaladas como el ingreso del peronismo en la universidad, en tanto estimularon la reorientación hacia dicho movimiento. Este grupo de sociólogos consideraba que la misión del movimiento peronista en la universidad consistía en llevar a cabo una política que “ligue a los estudiantes con el verdadero proceso de liberación nacional a través de la comprensión del proceso histórico de las luchas nacionales y antiimperialistas de nuestro pueblo”26.
Las Cátedras Nacionales se conformaron a partir de dos nucleamientos básicos. El grupo de Cárdenas que estará a cargo de una Sociología especial denominada “Problemas socioeconómicos argentinos” y el de O´Farrell en la materia “Sociología sistemática. Estratificación, poder, alienación, conflicto y teoría de la organización”. Por un lado, la cátedra de Gonzalo Cárdenas estaba integrada inicialmente por tres ayudantes: Alejandro Peyrou -que era economista, Fernando Álvarez y Ernesto Villanueva –quien también había comenzado a estudiar en económicas y conocía a Cárdenas por su tarea docente en esta otra facultad-. Por otro lado, la cátedra de Justino O´Farrell integrada por Roberto Carri27 –quien antes de la intervención ya era auxiliar docente de la materia Estadística- y Alcira Argumedo —cesanteada de la materia Sociología Sistemática y luego incorporada por Justino—28. En esta cátedra, Lelio Mármora pasa de ser JTP al cargo de Adjunto, aunque al poco tiempo se va a realizar estudios de posgrado al exterior y también continuaría como ayudante Juan Carlos Portantiero.29 Vinculados a este grupo de Justino y con fuertes vínculos de amistad también estaban Susana Checa y su compañero Jorge Carpio, Enrique “Quique” Pecoraro y Juan Pablo Franco. Susana Checa recuerda “los asados en lo de los Carri”, incluso vacaciones juntos y enfatiza “éramos un grupo con relaciones muy primarias”30.
Asimismo, varios testimonios coinciden en señalar una de las figuras más emblemáticas de esta experiencia, que articulaba bajo su liderazgo a ambos grupos, fue el joven sociólogo Roberto Carri31. Los límites de este grupo fueron difusos, por ejemplo, suele reconocerse que formaron parte de las Cátedras Nacionales unos pocos docentes que provenían de la carrera filosofía y están vinculados por diversos motivos a esta experiencia como Norberto Wilner —quien realizó la tesis doctoral con Justino O’Farrell como director—, Gunnar Olsson —en ese momento pareja de Alcira Argumedo— y Amelia Podetti –cercana a Wilner, docente en Filosofía32. También hay otros sociólogos que aparecerán ligados a las CN en los años posteriores, como es el caso de Pedro Krotsch.
Si bien en un primer momento se trató sólo de dos cátedras, luego se agregarían otras materias optativas y/o seminarios especiales -y de ningún modo puede pensarse que esta experiencia ocupó la totalidad de los cursos dictados durante esos años-.33 De acuerdo con un relevamiento de los programas de las materias de Sociología, se observan que entre 1967 y 1970 las Cátedras Nacionales estuvieron agrupadas alrededor de los siguientes cursos:

Debemos destacar que la importancia de este conjunto de cátedras derivó no de su peso numérico sino de la tarea política y crítica desarrollada a través de ellas. Las mismas se mantuvieron hasta 1971 a pesar de los conflictos con la intervención y las autoridades de la FFYL por el fuerte apoyo estudiantil y el carácter masivo –asambleario- de las mismas.34
A partir del conflicto de 1966 con la intervención universitaria el despliegue de la Sociología impulsada por Gino Germani en la UBA retrocedería, viéndose interrumpidos los debates que se estaban produciendo en este ámbito con los principales discípulos de esta perspectiva teórica. No obstante, el ingreso de dos figuras intelectuales desplazadas de la carrera de Sociología de la UCA - Gonzalo Cárdenas y Justino O´Farrell- inician un nuevo ciclo en la carrera de Sociología de la UBA dando lugar a la conformación de las Cátedras Nacionales a partir de los lugares que ocuparon y de su encuentro con grupos de estudiantes y jóvenes graduados de esta carrera. Entendemos que las Cátedras Nacionales fueron parte del proceso de peronización y de activación social y política que envolvió a las universidades en el contexto del gobierno autoritario de Onganía. En tal sentido, esta experiencia implicó en Sociología una definición de las Ciencias Sociales como “políticas” al incorporar la realidad nacional al análisis teórico y conformar una ciencia social “explícitamente identificada con un proceso de liberación” que se ubicaba en el peronismo.
