
Recepción: 13 Julio 2022
Aprobación: 03 Marzo 2023
Resumen: En el Partido de General Pueyrredón (GP) habita una gran población migrante limítrofe, que está feminizada. Esa feminización cobra relevancia debido a las desigualdades que sufren las mujeres migrantes. Los informes muestran que están insertas en trabajos mal remunerados y precarios, producto de la segmentación del mercado de trabajo local. Asimismo, estudios previos señalan que su acceso a las instituciones suele ser complejo, en un contexto en el que no se han desarrollado políticas públicas para el abordaje de sus problemáticas y no se registran organizaciones políticas que aglutinen a los migrantes a través de esa categoría y expresen sus demandas en el espacio público. Por otra parte, las convocatorias feministas en GP poseen una gran masividad, y las mujeres jóvenes, en su mayoría estudiantes, son quienes se reapropian de las principales demandas de los feminismos actuales. En este sentido, consideramos que analizar los modos en que quienes en gran medida conforman la militancia feminista local conciben las migraciones y las posibles problemáticas y demandas asociadas a ellas se vuelve central, en tanto nos permite revisar el lugar que podrían tener esas problemáticas a la hora de realizar reclamos desde los feminismos. Nos preguntamos si la racialización y el origen migratorio aparecen como clivajes de desigualdad en los testimonios de las jóvenes, y de qué manera. Asimismo, si conocen las problemáticas concretas que atraviesan las mujeres migrantes en GP. Respondemos a estos interrogantes a partir de un abordaje de registros de datos cuantitativos de migraciones en GP, y entrevistas en profundidad no directivas a activistas del Partido. Como se verá, las migraciones aparecen como clivajes relevantes, aunque de forma abstracta y general. A su vez, las jóvenes no conocen las problemáticas concretas que enfrentan las migrantes. Ahora bien, cuando se trata de la clase social, la identidad de género o la sexualidad, conocen y se reapropian de las demandas, lo que nos permite pensar en una jerarquización de estos clivajes de desigualdad.
Palabras clave: Feminismos, Migraciones, Activismo, General Pueyrredon.
Abstract: The Partido de General Pueyrredón (GP) is inhabited by a large border migrant population, which is feminized. This feminization becomes relevant due to the inequalities suffered by migrant women. Reports show that they are inserted in poorly paid and precarious jobs, as a result of the segmentation of the local labor market. Likewise, previous studies indicate that their access to institutions is often complex, in a context in which no public policies have been developed to address their problems and there are no political organizations that bring migrants together under this category and express their demands in the public space. On the other hand, feminist calls in GP have a great massiveness, and young women, mostly students, are the ones who reappropriate the main demands of current feminisms. In this sense, we consider that analyzing the ways in which those who largely make up the local feminist militancy conceive migrations and the possible problems and demands associated with them becomes central, as it allows us to review the place that these problems could have when making claims from feminisms. We wonder if and how racialization and migratory origin appear as inequality cleavages in the young women's testimonies. Likewise, if they are aware of the specific problems faced by migrant women in GP. We answer these questions based on an approach of quantitative data records of migrations in GP, and non-directive in-depth interviews with activists of the Party. As will be seen, migrations appear as relevant cleavages, although in an abstract and general way. At the same time, the young women are not aware of the concrete problems faced by migrants. However, when it comes to social class, gender identity or sexuality, they know and reappropriate the demands, which allows us to think of a hierarchization of these inequality cleavages.
Keywords: Feminisms, Migrations, Activism, General Pueyrredon.
INTRODUCCIÓN
Las técnicas de indagación seleccionadas resultan las más adecuadas para responder a nuestros interrogantes ya que permiten, por un lado, acceder a datos objetivos de migraciones limítrofes, los cuales brindan un panorama amplio y complejo del escenario en el que realizamos la investigación. Por otro lado, posibilitan el acceso a un universo simbólico de sentidos y representaciones en torno de las categorías que nos interesan.
En los años 2019 y 2020 formamos parte del equipo de trabajo del proyecto de extensión “Violencia de género e interculturalidad: diseño de una campaña de visibilización y empoderamiento para problematizar las experiencias de las y los residentes de la localidad de Batán”, que surgió de la demanda por la apertura de una oficina de atención a las víctimas de violencia de género en esa localidad. El proyecto de extensión tenía como finalidad problematizar la violencia de género en Batán de forma situada, debido a que allí se encuentra asentada una gran población de migrantes, especialmente chilenos y bolivianos. A partir de nuestros encuentros con distintos agentes de las instituciones locales identificamos que las mujeres migrantes podían ser expuestas a situaciones de re-victimización cuando necesitaban realizar denuncias. Esto se debía a que los agentes atribuían los casos a la “cultura” de los migrantes, que entendían como conservadora. Las mujeres podían sentirse juzgadas por su origen migratorio y evitaban acercarse a las instituciones. Estos primeros acercamientos, que necesariamente cruzaron a las violencias de género y las migraciones, nos condujeron a preguntarnos cómo las experiencias situadas, las desigualdades particulares y las principales problemáticas del colectivo de mujeres migrantes aparecen en los activismos feministas locales que suelen posicionarse como más representativos.
General Pueyrredon1 es uno de los partidos más relevantes de la provincia de Buenos Aires, no solo por ser de los más poblados, sino también por su importancia como ciudad turística. Si bien su economía está centrada en el sector de servicios, el arribo de migrantes también responde a la inserción laboral que encontraron en el sector primario. La posibilidad de acceder a puestos de trabajo en ambos sectores significó la movilización de personas tanto del interior del país como de países limítrofes, que fueron estableciéndose en distintas zonas del partido (Zuccarino y Araya, 2020; Garazi, 2022; Blanco Rodríguez, 2022). Nos detendremos en la migración limítrofe porque es la más significativa en la provincia, está racializada y es la que aparece con mayor frecuencia en los discursos de agentes estatales y militantes locales. Sobre esta migración, como mostraremos en el artículo, los datos permiten afirmar que está feminizada2.
Si bien los estudios migratorios con perspectiva de género han demostrado ampliamente la feminización de las migraciones en todas partes del mundo, en este caso, esa feminización cobra una gran relevancia por tratarse de un contexto particular en el que aún no se han conformado organizaciones políticas que aglutinen a las personas en base a la categoría “migrante”, y busquen problematizar las múltiples desigualdades que atraviesan en el Partido (Zuccarino y Araya, 2020). Los estudios de género y feministas también han evidenciado que las mujeres y personas del colectivo LGBTIQ+ migrantes atraviesan desigualdades más profundas que los varones en los países hacia los que migran (Pichardo Galán, 2003; Vartabedian, 2012; Stang, 2018, Mallimaci y Magliano, 2018). En ese sentido, analizar los modos en que quienes en gran medida conforman la militancia feminista local conciben las migraciones y las posibles problemáticas y demandas asociadas a ellas se vuelve central, en tanto nos permite evidenciar sí y de qué modo aparecerían las problemáticas de las mujeres migrantes en la agenda de los feminismos locales (Elizalde 2018).
El presente trabajo se inserta en el marco de una perspectiva interseccional. La categoría de interseccionalidad fue acuñada por Kimberlé Crenshaw en 1989 y refiere a las situaciones particulares de opresión que produce la co-constitución de distintos clivajes de desigualdad, tales como el género, las sexualidades, las clases sociales, la edad, la racialización y la migración, entre otros (Crenshaw, 1989; Hill Collins, 2019). Los feminismos en General Pueyrredon son múltiples y diversos, y convocan de manera masiva a la población, en su mayoría a mujeres jóvenes estudiantes, quienes se apropian de las principales reivindicaciones históricas de los feminismos. Su mayor visibilidad conduce a problematizar la relación que existe entre esta centralidad y las condiciones en las que las distinciones de género se articulan con otros clivajes de desigualdad (Elizalde, 2015). En ese sentido, las entrevistadas reflexionan en torno a múltiples dimensiones vinculadas a las identidades, entendidas como construcciones contingentes que varían a lo largo de la vida, a partir de relaciones y conflictos sociales (Mouffe, 1996; Brah, 2011; Curiel, 2002). Lejos de tratarse de posiciones esencialistas, las categorías identitarias se tornan útiles para revelar hechos invisibilizados, ya que dotan de inteligibilidad y reconocimiento social a los sujetos (Curiel, 2002; Cano Albadía, 2017). Es por ello que nos preguntamos ¿Aparecen la racialización y el origen migratorio como clivajes de desigualdad en los testimonios de las jóvenes? Si esto es así, ¿De qué manera? ¿Conocen estas activistas las problemáticas concretas que atraviesan las mujeres migrantes en GP? Responderemos estos interrogantes a través de un abordaje que retomará dos trabajos de campo, uno en relación a las intervenciones callejeras desplegadas por activismos feministas en la ciudad de Mar del Plata, y otro en relación a las migraciones bolivianas en General Pueyrredon. Utilizaremos entrevistas realizadas a jóvenes activistas feministas y datos cuantitativos que permiten reconstruir las migraciones en GP.
Nuestra hipótesis de trabajo es que la racialización y la migración aparecen en sus testimonios como clivajes de desigualdad centrales, aunque de forma abstracta. Si bien las jóvenes los destacan, lo hacen sin estar al corriente de las situaciones de vida concretas de las mujeres migrantes racializadas que habitan el Partido en el que militan. Ahora bien, cuando se trata de demandas asociadas a las clases sociales, las identidades de género y las sexualidades, los testimonios reflejan que las conocen y se apropian de ellas. Por lo que, podemos sostener que existe una jerarquía en relación a la relevancia que le otorgan a los distintos clivajes de desigualdad mencionados.
La importancia de GP como caso también se sustenta en que, aunque posee una gran población migrante y las movilizaciones feministas se han vuelto masivas, las indagaciones sobre esos procesos continúan siendo fragmentarias y escasas incluso aunque Mar del Plata, la ciudad cabecera de GP, sea una de las más habitadas del interior de Argentina y, por ende, relevante como caso de análisis de distintos problemas sociales en la región. Las investigaciones, muchas veces centradas en la capital del país, corrieron el foco de otros casos que permiten iluminar el alcance de estos fenómenos y sus particularidades en el interior de la provincia de Buenos Aires. En ese sentido, el cruce propuesto permitirá construir conocimiento sobre problemas actuales significativos de forma situada, en un contexto poco explorado.
El artículo se divide en tres apartados. En el primero describiremos brevemente la metodología, así como también las investigaciones previas que dieron lugar a las preguntas que planteamos. En el segundo apartado explicaremos las migraciones limítrofes hacia General Pueyrredon y su feminización. Como se verá, las mujeres migrantes enfrentan desigualdades que evidencian la centralidad de analizar cómo la migración y la racialización son representadas por quienes se apropian de las principales demandas en el activismo feminista local y, por ende, presentan qué temas son urgentes para las mujeres y el colectivo LGTBIQ+. Por último, en el tercer apartado analizaremos esas representaciones, tomando los testimonios de jóvenes feministas locales.
CONSIDERACIONES METODOLÓGICAS
Este artículo es resultado de dos investigaciones doctorales3 que, desde los estudios de género y feministas abordan diferentes problemas. En primer lugar, una investigación sobre las experiencias de trabajo de cuidado, doméstico y para el mercado de mujeres migrantes bolivianas y sus hijas en General Pueyrredon, que abordó las desigualdades que atraviesan a estas mujeres no solo en sus familias y sus comunidades, sino también en el vínculo con los agentes estatales. Este trabajo de campo volvió evidente que en GP, las migrantes tienen dificultades para acudir a las instituciones estatales, dado que muchas veces son cuestionadas por sus agentes en relación a cómo cuidan de sus hijos, se encargan de su salud o su escolaridad (Blanco Rodríguez, 2022). En ese sentido, se encuentran en una situación de sospecha o vigilancia que muchas veces provoca que dejen de asistir a las instituciones (Mallimaci, 2011; Blanco Rodríguez 2022). En segundo lugar, una investigación en desarrollo sobre las acciones corporeizadas que despliegan activismos feministas en el espacio público de la ciudad de Mar del Plata, desde el año 2015 (Berardi, 2022). La corporalidad, la identidad, las trayectorias de militancia y los sentidos otorgados a los feminismos y sus demandas actuales son algunas de las principales dimensiones que se abordan.
Este artículo en particular fue pensado a partir de un abordaje cualitativo, para el que realizamos 10 entrevistas en profundidad y no directivas. En ese sentido, hicimos hincapié en lo que Rosana Guber propone: “en las entrevistas (...) no dirigidas, en cambio, solicita al informante indicios para descubrir los accesos a su universo cultural” (Guber, 2001:79). Por ello, en estos encuentros realizamos preguntas cuyas respuestas nos permitieron conocer los modos en que las activistas conciben el escenario actual y local de los feminismos, sus principales demandas y los sujetos protagonistas.
Las activistas que hemos entrevistado tienen entre 22 y 26 años, algunas son estudiantes de Institutos de Formación terciarios locales, y otras de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Sus identidades sexo-genéricas son diversas, así como sus trayectorias de militancia: algunas forman parte de organizaciones de alcance nacional, como el Movimiento Evita y Mumalá. Otras, de agrupaciones locales, como la Campaña Nacional Somos Lucia. Hay quienes participan como “autoconvocadas” en eventos de la agenda feminista y de derechos humanos, y quienes se aglutinan en distintos Frentes Estudiantiles en los espacios educativos que transitan. Sus actividades de militancia son variadas, e incluyen desde acciones territoriales en barrios populares de la ciudad, a disputas por la implementación de la perspectiva de género en los planes de estudio de carreras terciarias y universitarias.
Las entrevistadas identifican el comienzo de sus procesos de devenir feministas a partir del año 2015, con el primer Ni una Menos, el femicidio de Lucía Pérez y el femicidio de Micaela García4. Para algunas, el feminismo operó como puerta de entrada al mundo de la política y de las organizaciones sociales y las condujo a formar parte de distintas agrupaciones. A otras, estos eventos las llevaron a repensar sus lugares en las agrupaciones que habitaban, y a transversalizar la perspectiva de género en los diversos roles que ocupan. Nos basamos en sus testimonios porque de sus relatos se desprenden amplias reflexiones en torno de sus identidades y de cómo estas influyen en sus trayectorias de militancia. También, sobre las desigualdades y privilegios que las atraviesan y el lugar que creen ocupar en el marco de las demandas de los feminismos.
Por otra parte, como mencionamos con anterioridad, nos hemos apoyado en registros cuantitativos sobre las migraciones limítrofes hacia General Pueyrredon, que han servido para mostrar la relevancia que tienen en el Partido. Utilizamos registros censales y datos de las oficinas de estadísticas municipales y provinciales. A partir de ellos mostramos cómo, al igual que en otras grandes ciudades del país, las migraciones limítrofes hacia GP están feminizadas (Blanco Rodríguez, 2022).
Las técnicas de indagación seleccionadas resultan las más adecuadas para responder a nuestros interrogantes ya que permiten, por un lado, acceder a datos objetivos de migraciones limítrofes, los cuales brindan un panorama amplio y complejo del escenario en el que realizamos la investigación. Por otro lado, posibilitan el acceso a un universo simbólico de sentidos y representaciones en torno de las categorías que nos interesan.
LAS MIGRACIONES EN GENERAL PUEYRREDON
En General Pueyrredon viven aproximadamente 618.989 personas y, al igual que en la provincia de Buenos Aires, la migración limítrofe ha ido aumentando sostenidamente durante las últimas décadas (Indec, 2001, 2010). De acuerdo con los Censos Nacionales, el aumento más significativo de migraciones limítrofes en la provincia de Buenos Aires comenzó a partir de los primeros años del nuevo milenio (Indec, 2001). En ese momento, el censo registró que la mayor parte de los migrantes limítrofes llegaban a la provincia de Buenos Aires desde Paraguay, seguidos por quienes migraban desde Bolivia, Uruguay y Chile.
No obstante, y alejándose bastante de los números que se registraron en la provincia en general, en el partido de General Pueyrredon, las migraciones más relevantes eran las que provenían de Chile. En segundo lugar, se encontraban los migrantes provenientes de Uruguay y luego los de Paraguay. En cuarto lugar, estaban quienes habían arribado desde Bolivia (INDEC,2001) Tabla 1..

Ya en 2001 puede verse que las migraciones limítrofes hacia General Pueyrredon estaban feminizadas y, salvo en el caso de Bolivia, todos los países fronterizos tenían un número más elevado de mujeres que de varones5 Como mostraremos a continuación, algunas de estas características se mantuvieron en el tiempo, aunque la cantidad de migrantes que arribaba desde cada país varió, por lo que su relevancia en términos cuantitativos cambió en el lapso de los diez años que transcurre entre los censos de población.
Para el 2010, el registro censal muestra que de los 941.830 migrantes que había en la provincia, 677.469 provenían de países limítrofes, es decir que el 71,9% de los/as extranjeros/as que vivían en Buenos Aires para aquel entonces, eran migrantes de países fronterizos. Las migraciones provenientes de Paraguay continuaban siendo las más significativas. En segundo lugar, se encontraban los migrantes de origen boliviano, tal como se había registrado en 2001.
Sin embargo, para el 2010 los datos variaron bastante en el partido de General Pueyrredon. En este partido, según lo relevado en los censos, el origen nacional cambió significativamente de 2001 a 2010. Los migrantes provenientes de Bolivia, que antes se encontraban en cuarto lugar, pasaron a estar en segundo lugar, mientras que los chilenos se mantuvieron primeros. Es decir que, en diez años, los migrantes provenientes de Bolivia pasaron de estar en cuarto lugar a ser la segunda migración más numerosa. Por su parte, los uruguayos y paraguayos ocuparon el tercer y cuarto lugar en relevancia numérica. Tabla 2.

Cabe destacar que el hecho de que la cantidad de migrantes bolivianos/as haya superado a la de paraguayos y uruguayos en diez años no se debió a una disminución en la cantidad de estos dos últimos, que muestran un crecimiento. Como puede observarse en los datos del censo presentados en la tabla, la migración boliviana se duplicó en esos 10 años, y fue la que más creció de las cuatro comparadas. Tabla 3..

En la migración chilena, que como explicamos es la más numerosa en el partido, la diferencia entre varones (1901) y mujeres (2359) es de 458 personas a favor de las mujeres. Ese número, en una cantidad de migrantes que sumado da 4260 es significativa y muestra que la migración chilena hacia General Pueyrredon estaba feminizada para el 2010, tal y como había mostrado también el censo de 2001. Algo similar sucede con la migración paraguaya, que representa una cantidad de 1790 personas, de las cuales 1023 son mujeres y 767 son varones, lo que significa una diferencia de 256 personas a favor de las mujeres. En este caso, se vuelve evidente que la migración de mujeres paraguayas hacia el partido es más significativa que la de varones, algo que también sucede en la provincia en general.
Al revisar la migración boliviana vemos que esto no se reitera. La cantidad de hombres (1.192) y de mujeres (1121) es similar, y apenas representa una diferencia de 71 personas en favor de los varones, lo que reafirma lo relevado diez años antes por el censo de 2001. La equivalencia entre hombres y mujeres provenientes de Bolivia se debe a que la migración desde este país hacia Argentina se constituyó históricamente como una migración familiar, ligada a los trabajos que las personas realizaban aquí, especialmente vinculados al cordón frutihortícola local (Blanco Rodríguez, 2022).
Más allá de las diferencias entre los países de origen, estos datos permiten mostrar que las migraciones hacia el Partido de General Pueyrredon están feminizadas. Sobre la situación de estas migrantes, en 2017, el informe de la red institucional y comunitaria de Batán6, indicaba lo siguiente:
En cuanto a las características sociodemográficas, podemos señalar que en las quintas se encuentran arraigadas las familias inmigradas de origen boliviano que presentan problemas de documentación, en su mayoría de bajo nivel educativo, escasa capacitación en otro tipo de actividades que no sea la hortícola. Las mujeres de estas familias en general sufren una doble discriminación por género y nacionalidad, dedicando muchas horas a su trabajo mal remunerado. En la década del ’50, Batán recibe la inmigración de la República de Chile, para trabajar en las canteras, población que se afinca generando una comunidad ampliamente reconocida y ya integrada totalmente con por lo menos dos generaciones de argentinos. Un gran sector de la población femenina, en su mayoría Jefas de Hogar que mantienen a sus familias, son micro-emprendedoras, no existiendo en general políticas públicas de apoyo a los emprendimientos femeninos que tomen en cuenta su limitado acceso a oportunidades de generación de ingreso sostenible y justo. A partir de su condición y la posición de género discriminado, sólo existen algunos programas aislados y sobre temas puntuales. (Red institucional y comunitaria de Batán, 2017)
Lo registrado por la red muestra que las mujeres migrantes no solo son mayoría, sino que también pueden atravesar situaciones de desigualdad. Especialmente, el Informe de la Red destaca problemáticas asociadas a la escolaridad o los trabajos mal remunerados y precarios a los que históricamente acceden. A su vez, evidencia la inexistencia de políticas públicas que focalicen en esas problemáticas. En efecto, como han señalado estudios previos, en la escena pública de General Pueyrredon y para los principales mandatarios que ha tenido el municipio, los migrantes suelen aparecer más como sujetos pintorescos que habitan la ciudad en las festividades tradicionales, que como sujetos de derechos con demandas y problemáticas que requieren ser resueltas (Zuccarino y Araya, 2020; Blanco Rodríguez, 2022). A su vez, como demostró nuestro trabajo de campo y nuestra participación en extensión, las mujeres migrantes pueden tener problemas en el acceso a las instituciones estatales.
Teniendo en cuenta la situación de las migraciones y las mujeres migrantes en General Pueyrredon, en el próximo apartado abordaremos cómo aparecen sus demandas en el contexto del movimiento feminista local, y cómo comprenden las jóvenes activistas que han ganado un gran lugar en la masificación de los feminismos a la migración y la racialización como clivajes de desigualdad.
REPRESENTACIONES SOBRE MIGRACIONES Y RACIALIZACIÓN EN ACTIVISTAS FEMINISTAS DE GENERAL PUEYRREDON
En los últimos años, a través de diversas leyes, en Argentina se produjo una ampliación significativa de derechos para las mujeres y el colectivo LGBTIQ+7. A su vez, acontecieron transformaciones socioculturales y políticas en el campo de las relaciones de género y sexualidad, que impactaron en la familia, la escuela, los medios de comunicación, etc. Estos procesos, y la movilización masiva que se desplegó bajo la consigna de Ni una Menos en el año 2015, dieron lugar a una mayor participación política juvenil y a una renovada visibilidad de los movimientos feministas (Daich y Tarducci, 2018; Elizalde y Mateo, 2018).
En este contexto, en ciudades como La Plata o CABA, algunas organizaciones políticas de migrantes comenzaron a incorporar problemáticas feministas en sus agendas (Caggiano, 2019). En los últimos años, dentro de las comunidades bolivianas y paraguayas del Área Metropolitana de Buenos Aires, las jóvenes motorizan el recambio generacional en la dirigencia migrante, mientras que producen transformaciones al interior de sus comunidades. A través de sus ideas respecto de ser migrante y mujer, cuestionan los estereotipos que se construyen sobre sus poblaciones (Gavazzo y Gerbaudo Suárez 2018).
En GP las problemáticas vinculadas a las desigualdades de género convocan masivamente a organizaciones políticas en general, y feministas en particular. Si bien allí estas temáticas han sido visiblizadas y problematizadas por espacios de largo aliento, como la Multisectorial de la Mujer y el Centro de Atención a la Mujer Maltratada (CAMM), en la actualidad son las mujeres jóvenes, en su mayoría estudiantes, quienes participan en espacios de militancia feminista. No obstante, a diferencia de lo que se ha registrado en los casos mencionados anteriormente, en nuestros trabajos de campo no hemos observado mujeres migrantes agrupadas en organizaciones que se identifiquen específicamente como de migrantes feministas. Lo que es más, Zuccarino y Araya (2020) sostienen que, a pesar de su relevancia numérica, en General Pueyrredon no se han conformado organizaciones que agrupen a los migrantes a través de esa categoría. En general, participan políticamente en tanto trabajadores de distintos rubros o sectores productivos.
Juana tiene 22 años, trabaja y estudia en la Facultad de Psicología. Cuando era estudiante de la escuela secundaria participaba de marchas feministas, pero fue cuando ingresó en la Universidad que desarrolló su interés por la militancia política y comenzó a participar de una organización estudiantil. Para Juana, la aceptación de su imagen corporal se vincula estrechamente con su devenir feminista.
Tuve muchos problemas sobre todo en no aceptarme a mí, pero no, nunca dejé de ser la piba aria, blanca, de clase media, entonces…y que tiene un cuerpo que más o menos está dentro de los parámetros más hegemónicos. Entonces siento las limitaciones también por ahí, desde qué postura me pongo a hablar yo desde ese lugar. (Conversación con Juana, activista autoconvocada, 27 de noviembre de 2020)
Juana se reconoce como una persona que está dentro de los parámetros estéticos hegemónicos, por ser blanca y de clase media. Asimismo, plantea que se le presentan ciertas limitaciones para hablar sobre la desigualdad, porque se reconoce como privilegiada en relación a otras identidades. Este reconocimiento de privilegios asociados al ser cis sexuales, blancas, de clase media, y en algunos casos, heterosexuales, se hace muy presente en los relatos de las entrevistadas. Juana expresa que su color de piel y su apariencia “aria” la sitúan en una posición jerárquicamente superior en relación a otras identidades. La posibilidad de ingresar a distintos espacios que se reservan el derecho de admisión, y el trato diferente de las fuerzas de seguridad, son algunas de las situaciones que relata. Ser mujer implica una pluralidad de experiencias e identidades y Juana describe numerosas situaciones en las que se ha sentido “inferior” por su identidad de género (Cano Albadía, 2017). Aún así, en su testimonio se hace presente cómo la racialización cobra un lugar central como clivaje de desigualdad. Para ella, el sujeto “mujer” no es estable ni permanente, sino que, además, el género no se constituye de forma coherente o consistente. Y, asimismo, se intersecciona con modalidades raciales, de clase y sexuales, lo que hace imposible pensarlo por fuera de ellas (Butler, 1990).
Luciana tiene 23 años y estudia en la Facultad de Humanidades. Participa de acciones políticas desde que iba a la escuela primaria. Actualmente forma parte de una organización político-partidaria de alcance nacional, y del Comité Feminista de un barrio periférico de la ciudad. Para ella es importante hablar de feminismo, de violencias de género y de diversidad en todos los espacios que habitamos. Sin embargo, entiende que, en algunos ámbitos, ciertas discusiones se tornan más necesarias y urgentes que otras.
No es lo mismo un debate como más abstracto [..] de los patrones de género…de no sé qué, en un espacio con el secundario, o como en la universidad…donde son otras las preocupaciones, que…en un barrio popular donde estamos viendo cómo llegamos con la comida. Y donde para ir a una marcha me tengo que organizar con los chicos, y donde las problemáticas son otras. Y en esas violencias diferentes los cuerpos también son distintos, cuerpos inmigrantes, las marcas en la piel, las edades, em… pero a la vez como que el feminismo logra trascender todo eso. (Conversación con Luciana, activista de Patria Grande, 26 de febrero de 2021).
Luciana reflexiona sobre las distintas prácticas que implica “hacer” feminismo, y cómo éstas varían de acuerdo a los escenarios en las que acontecen. El desarrollo de actividades políticas, como asistir a intervenciones y marchas feministas, varía de acuerdo a las condiciones socio-económicas, las responsabilidades de militancia y el trabajo doméstico. Estas variables pueden constituirse como obstáculos que dificultan la participación activa en los eventos de la agenda feminista. Por otra parte, entiende que las situaciones de opresión y de violencias a las que se exponen las mujeres son disímiles, y el ser inmigrante y las “marcas en la piel” suponen otras experiencias de desigualdades de género. En relación a esto, plantea que el feminismo trasciende todas estas diferencias, y que esa diversidad de experiencias forma parte de los activismos. Ahora bien, aunque en su testimonio aparezcan así representadas ¿Todas las identidades poseen la misma visibilidad en el marco de los activismos feministas de GP?
Como hemos mencionado, ser una mujer blanca, cis y de clase media constituye un privilegio para las entrevistadas en diversos ámbitos de la vida, en términos de conquistas de derechos y de acceso a instituciones como la educación, la salud y el trabajo. Sin embargo, ellas identifican que eso se constituye como un privilegio en el marco de sus activismos. Esto se debe a que consideran que estas características les otorgan una mayor visibilidad, en comparación a otros sectores de militancia.
Ailín tiene 22 años, es estudiante de un Instituto de Formación terciaria de la ciudad y participa del Frente Estudiantil del Movimiento Evita hace 3 años. Además de asistir a intervenciones, marchas y eventos vinculados a los reclamos de su organización, sus principales actividades se vinculan a la discusión y elaboración de herramientas para resolver las problemáticas que afectan al gremio estudiantil en los institutos terciarios de la ciudad. Se define feminista porque entiende que luego de identificar las desigualdades que atraviesan las mujeres y diversidades en nuestra sociedad, “no hay una vuelta atrás”.
Cuando vemos que estamos pudiendo generar estos espacios, cuando desde ir a una marcha, hasta escribir un libro... lo que sea, cuando vemos que estamos teniendo la posibilidad de generar...de hacer feminismo. Ver quiénes estamos ahí, y quiénes no. Sí, estamos nosotras pero cuántas mujeres no sé, por decir, cuántas mujeres que viven en el campo están acá, cuántas mujeres que viven en comunidades étnicas súper excluidas del sistema están acá, cuántas mujeres negras están acá, cuántas mujeres trans están acá. Ahí también hay que ver que...por qué no tiene la misma visibilidad...porque la construcción que tienen existe y porque muchas veces tienen una militancia muy fuerte que desconocemos, pero no tienen visibilidad. (Conversación con Ailín, activista del Frente Estudiantil del Movimiento Evita, 22 de junio de 2022)
Ailín reflexiona sobre las posibilidades de “hacer” feminismo y participar de determinados debates y discusiones. Identifica que no todas las mujeres ocupan esos espacios y, por lo tanto, sus experiencias de activismo y organización no se hacen visibles para la sociedad en general, ni para otros sectores que forman parte del activismo feminista en GP. Ser mujerno resulta suficiente para habitar espacios de construcción política feminista, ya que ser campesina, ser inmigrante, ser negra o ser trans se constituyen como variables de exclusión.
Para las activistas que hemos entrevistado, la racialización y el origen migratorio se constituyen como clivajes de desigualdad que atraviesan las experiencias de las personas. Por ello, hacen hincapié en la importancia que tiene nombrarse y posicionarse en el marco de las distintas reivindicaciones que forman parte de la agenda feminista. Sin embargo, estas categorías aparecen como clivajes de desigualdad relevantes en términos abstractos y generales, esos mismos testimonios no dan cuenta de que conozcan las problemáticas y desigualdades concretas que atraviesan las mujeres migrantes y racializadas que habitan en General Pueyrredon.
Ludmila tiene 25 años, trabaja y estudia en la Facultad de Humanidades. Comenzó a participar de acciones feministas como autoconvocada, y actualmente participa de la Campaña Nacional Somos Lucía. Se define como una mujer cis, pansexual, blanca y de clase media, y se reconoce en situaciones privilegiadas con respecto a otras personas debido a su identidad. Destaca que las relaciones asimétricas también se producen al interior de los feminismos, y por ello considera importante reflexionar acerca del rol que tiene como activista.
Creo que la intención sí está, en representar a todes, pero no ni en pedo están todes. No, y de hecho creo que es un debate que nos tenemos que seguir dando y que tenemos que seguir construyendo, en pos de por ejemplo por qué les compañeres negres todavía no están tomando los micrófonos, como siempre somos recontra blancas todas, y lo digo conjugado en femenino a propósito. Eh…les compas trans no están tomando los micrófonos, y sucede. (Conversación con Ludmila, activista de la Campaña Nacional Somos Lucía, 11 de diciembre de 2020).
La representación de las diversas identidades, particularmente en las intervenciones callejeras que se desarrollan en el marco de los eventos de la agenda feminista, se vuelve central. En la conversación que mantuvimos relata, asimismo, una situación que aconteció en el marco de una performance que realizaron con sus compañeras. En el contexto del golpe de estado en Bolivia, se propusieron reivindicar la whipala, y notaron que todas eran “blancas”. Eso dio lugar a reflexiones y debates al interior de su grupo, y rápidamente llegaron a la conclusión de que no correspondía que fueran ellas quienes protagonizaran esa intervención.
Esta anécdota, junto al fragmento que incorporamos, destaca la ausencia de identidades negras y migrantes en los ámbitos de participación política feminista en GP. A su vez, visibiliza los procesos de cuestionamiento de las entrevistadas en relación con estas cuestiones. De hecho, Ludmila hace hincapié en que resulta necesario re-preguntarse y debatir sobre las dinámicas de exclusión que se producen al interior de los activismos feministas, que dejan por fuera sectores, colectivos e identidades, y otorgan centralidad a feminismos blancos y de clase media. Ahora bien, también muestra la importancia que tiene para estas jóvenes no tomar la voz en reclamos que creen que no les corresponden. En ese sentido, si bien es cierto que pueden desconocer las situaciones concretas de las mujeres migrantes y/o racializadas del Partido, también hacen un esfuerzo por no encarnar demandas y problemas con los que no sienten una identificación directa, porque creen que eso contribuiría aún más a la invisibilización de esas poblaciones.
Como pudimos observar hasta aquí, las activistas que entrevistamos reflexionan sobre sus identidades y sobre cómo estas se articulan con sus trayectorias biográficas y de activismo. La migración y la racialización se presentan como clivajes de desigualdad relevantes de forma abstracta y, en efecto, las entrevistadas no tienen un conocimiento concreto de las experiencias de las mujeres migrantes y racializadas. Ahora bien, esto sucede, en primer lugar, debido a que no comparten espacios de militancia con estas sujetas. En segundo lugar, a que consideran que no corresponde apropiarse de sus posibles demandas.
En este marco, las situaciones de desigualdad o de privilegio que reconocen como más importantes varían de acuerdo a sus propias experiencias personales, sus roles de militancia y, en términos más amplios, sus lugares en la estructura social. Si bien estos procesos acontecen de manera diversa y heterogénea, consideramos que es posible establecer algunos puntos de contacto en sus relatos. Esto es, específicamente, el lugar que le otorgan a las demandas de las feministas trans y no binaries, y las feministas de barrios populares que realizan actividades territoriales.
Las problemáticas que atraviesan estos sectores poseen una gran visibilidad en los testimonios. Las críticas al feminismo radical por sus posturas biologicistas y transodiantes, y la necesidad de reconocer el trabajo comunitario de las compañeras que administran los comedores y merenderos de la ciudad, son algunas de las cuestiones mencionadas. En general, las entrevistadas entienden que las activistas trans, no binaries y de sectores populares ocupan lugares marginales, y no logran tener centralidad o protagonismo en el marco de asambleas feministas o, incluso, al interior de las organizaciones particulares en las que participan. Identifican que, así como la voz de sus compañeros varones suele ser más valorada, lo mismo sucede en relación a la voz de las mujeres cis y blancas, en relación a compañeres trans y no binaries.
En este sentido, y a diferencia de lo que sucede con las mujeres migrantes que aparecen en sus testimonios de forma abstracta y general, los obstáculos que se les presentan a estos sectores de los activismos resultan visibles para las entrevistadas. Son temas recurrentes de discusión y de debate con compañeras y compañeres. La principal diferencia es que están al tanto de sus reclamos y los mencionan en sus testimonios: en la actualidad, la aplicación efectiva del cupo laboral trans y la Ley Ramona8 a nivel nacional y local son algunos de ellos. Asimismo, estas demandas son apropiadas por las activistas que entrevistamos: si bien no se consideran protagonistas y son conscientes de que no siempre atraviesan esas situaciones de desigualdad, acuerdan con la lucha y acompañan como consideran que corresponde.
Hasta aquí, puede verse que las entrevistadas reconocen que existe una heterogeneidad de experiencias, deseos, necesidades y demandas específicas (Arruzza, Bhattacharya y Fraser, 2019). Aunque la migración y la racialización son reconocidas como dimensiones importantes de las identidades, la clase social, el género y las sexualidades aparecen en los testimonios como los clivajes de desigualdad más visibles. En ese sentido, podemos afirmar que existe una jerarquía en términos de la relevancia que le otorgan a los reclamos de los distintos sectores. Ahora bien, como mencionamos, esto no se debe necesariamente a una falta de interés por las problemáticas que atraviesan las mujeres migrantes racializadas, sino que se vincula a las características generales de los espacios de militancia feminista de GP que, al no contar con una gran participación de estas sujetas, contribuyen a la invisibilización de sus experiencias y acciones políticas. Lo anterior confluye con la intensión de las entrevistadas de no tomar demandas que creen que deberían encarnar las mismas sujetas migrantes, y produce una invisibilización de las problemáticas de éstas últimas en las intervenciones públicas de los feminismos locales.
REFLEXIONES FINALES
Los datos recuperados a partir de los Censos y los informes presentados muestran la relevancia de las migraciones y las mujeres migrantes limítrofes en el partido de General Pueyrredon, y la multiplicidad de problemáticas a las que se enfrentan. Entre ellas, mencionamos los trabajos precarios y mal remunerados, las dificultades en el acceso a instituciones estatales y los vínculos desiguales que pueden establecer con sus agentes, muchas veces atravesados por estereotipos culturales. Las situaciones de desigualdad que atraviesan, la inexistencia de organizaciones que las representen y de políticas públicas que contemplen sus necesidades, nos condujeron a reflexionar sobre los modos en que estas experiencias son o no reconocidas por las mujeres activistas jóvenes locales, que encarnan hoy un sujeto protagónico y emergente (Elizalde, 2018). Por ello, en el presente artículo analizamos cómo aparecen la migración y la racialización como clivajes de desigualdad relevantes en sus testimonios.
Observamos que las entrevistadas reflexionan sobre sus identidades y en cómo estas implican tanto experiencias de desigualdad como de privilegio en relación con otras. Asimismo, debaten y se cuestionan sobre sus roles como activistas en el marco de diversas demandas de los feminismos. La racialización y la migración aparecen en sus relatos como clivajes de desigualdad centrales que dan cuenta de situaciones específicas de opresión a la que se enfrentan determinadas mujeres. Sin embargo, aparecen en sus testimonios de forma abstracta y general y no reflejan un conocimiento situado de las experiencias de las mujeres migrantes en GP.
Ahora bien, cuando se trata de otros clivajes de desigualdad -como la clase social, la identidad de género o la sexualidad-, las entrevistadas muestran estar al tanto de problemáticas y demandas. Específicamente, las del colectivo trans y no binarie, y de las organizaciones que desarrollan acciones territoriales en barrios populares. En ese sentido, si bien la migración y la racialización aparecen en sus testimonios, no ocupan el mismo lugar que la clase o la identidad de género en las experiencias políticas y de activismo de las entrevistadas. Como explicamos en el artículo, esto se debe más a la intención de no tomar espacios que creen que no les corresponde, que a negar que esas personas habitan el Partido y atraviesan experiencias específicas de desigualdad.
Lo reconstruido hasta aquí nos permite pensar en que las lógicas estructurales que excluyen a las mujeres migrantes de GP de los ámbitos del trabajo y educación formales, así como de las instituciones estatales, permean incluso aquellas organizaciones que las reconocen como sujetas políticas. La ausencia de mujeres migrantes en agrupaciones sociales en general, y feministas en particular, refleja la existencia de posibles obstáculos que las inhabilitan a participar de manera activa y compartir sus reclamos. En este sentido, el trabajo realizado ha dado lugar a nuevos interrogantes que podrán abordarse en futuras reflexiones, y que le otorgarán a las mujeres migrantes que desarrollan acciones políticas un lugar central. ¿Cuáles son los motivos que conducen a que no participen de organizaciones políticas feministas? ¿En qué medida le otorgan relevancia a la categoría identitaria “migrante” en relación al desarrollo de acciones políticas? ¿Cómo consideran que sus demandas particulares deben aparecer en la escena pública? En tanto sus experiencias cotidianas en el espacio público son fundamentales para pensar políticas públicas y acciones que permitan revisar las desigualdades a las que se enfrentan, conocer las respuestas a estas preguntas resulta central.
REFERENCIAS
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Notas