Capitalismo: ¿una lógica o varias? Heterogeneidad social y agencia en Postone y Fraser
Capitalism. A single logic or several? Social heterogeneity and agency in Postone and Fraser
Capitalismo: ¿una lógica o varias? Heterogeneidad social y agencia en Postone y Fraser
Revista Pilquen - Sección Ciencias Sociales, vol. 26, núm. 2, pp. 062-084, 2023
Universidad Nacional del Comahue
Recepción: 23 Febrero 2023
Aprobación: 18 Abril 2023
Resumen: Nancy Fraser y Moishe Postone son dos exponentes de la teoría crítica contemporánea. Ambos comparten búsquedas político-intelectuales afines, en cuanto ofrecen sendas teorías críticas amplias de la sociedad capitalista. Prestan atención a la plétora de formas de resistencia, acción colectiva y movilización política que se estructuran en torno a los movimientos sociales. Al mismo tiempo, Fraser y Postone tematizan la dinámica semoviente del capital como sujeto en cuanto núcleo estructural (y reificado) del capitalismo. Sin embargo, las coincidencias mencionadas no habilitan una síntesis fácil entre sus teorías. Fraser (me centraré en sus escritos a partir 2012) parte de la crítica de la economía política de Marx, pero analiza otras dimensiones sociales no estrictamente económicas que son sin embargo consustanciales a la sociedad capitalista. Propone una teoría ampliada del capitalismo, una forma social compleja que no se estructura únicamente por la producción orientada al valor. Postone, en cambio, trabaja en la reconstrucción categorial interna a la crítica de la economía política. Intentaré formular los elementos básicos de una puesta en diálogo entre ambos, centrándome en la relación entre agencia, estructura, contingencia y necesidad. Desde mi punto de vista, Postone erra cuando pretende reducir las relaciones capitalistas al despliegue del valor, el trabajo y la mercancía. Fraser, sin embargo, no presta atención suficiente al carácter histórico específico del capital como forma social. Voy a sostener que el concepto del capital como sujeto no puede, por sus determinaciones estructurales fundamentales, totalizar la sociedad. Es un sujeto lógicamente totalizante pero materialmente trunco, incompleto en su dinámica social efectiva. El capital se enfrenta a “ontologías” otras, que debe subsumir o con las que debe articulares en cada momento histórico, pero que no se derivan de su determinación interna.
Palabras clave: Capitalismo, Agencia, Estructura, Teoría crítica.
Abstract: Nancy Fraser and Moishe Postone are two important figures in contemporary critical theory. Both share similar political-intellectual pursuits, as they offer broad critical theories of capitalist society. They pay attention to the plethora of forms of resistance, collective action and political mobilization that are structured around social movements. At the same time, Fraser and Postone thematize the self-moving dynamics of capital as subject as the structural (and reified) core of capitalism. This enables them to articulate a concept of capitalist society informed by the Marxian critique of political economy. However, the aforementioned coincidences do not enable a simple synthesis of their theories. Fraser (I will focus on her writings from 2012 onwards) partly follows Marx's critique of political economy, but analyzes other, not strictly economic, dimensions of capitalist society as well. She develops an expanded theory of capitalism, a complex social system that is not structured solely by value-oriented production. Postone, on the other hand, works on the categorical reconstruction internal to the critique of political economy. I will try to formulate the basic elements of a dialogue between the two, focusing on the relation between agency, structure, contingency and necessity. In my view, Postone is mistaken when he intends to reduce capitalist relations to the development of value, labor and the commodity. Fraser, however, does not pay sufficient attention to the specifically historical character of capital as a social form. I will argue that the concept of capital as subject cannot, by its fundamental structural determinations, totalize society. It is a logically totalizing but materially truncated subject, incomplete in its effective social dynamics. Capital is confronted with other "ontologies", which it must subsume or with which it must articulate in each historical moment, but which do not derive from its internal determination.
Keywords: Capitalism, Agency, Structure, Critical Theory.
Resumo: Nancy Fraser e Moishe Postone são duas figuras importantes na teoria crítica contemporânea. Ambos partilham perseguições político-intelectuais semelhantes, uma vez que oferecem amplas teorias críticas da sociedade capitalista. Prestam atenção à pletora de formas de resistência, acção colectiva e mobilização política que estão estruturadas em torno de movimentos sociais. Ao mesmo tempo, Fraser e Postone tematizam a dinâmica de auto-movimento do capital como sujeito enquanto núcleo estrutural (e reificado) do capitalismo. Isto permite-lhes articular um conceito de sociedade capitalista informado pela crítica marxista da economia política. Contudo, as referidas coincidências não permitem uma simples síntese das suas teorias. Fraser (centrar-me-ei nos seus escritos a partir de 2012) segue parcialmente a crítica de Marx à economia política, mas analisa também outras dimensões, não estritamente económicas, da sociedade capitalista. Ela desenvolve uma teoria ampliada do capitalismo, um sistema social complexo que não é estruturado apenas por uma produção orientada para o valor. Postone, por outro lado, trabalha na reconstrução categórica interna à crítica da economia política. Tentarei formular os elementos básicos de um diálogo entre os dois, centrando-me na relação entre agência, estrutura, contingência e necessidade. Na minha opinião, Postone está enganado quando pretende reduzir as relações capitalistas ao desenvolvimento do valor, do trabalho e da mercadoria. Fraser, contudo, não presta atenção suficiente ao carácter histórico específico do capital como forma social. Argumentarei que o conceito de capital como sujeito não pode, pelas suas determinações estruturais fundamentais, totalizar a sociedade. É um sujeito logicamente totalizante mas materialmente truncado, incompleto na sua dinâmica social efectiva. O capital é confrontado com outras "ontologias", que deve subsumir ou com as quais deve articular em cada momento histórico, mas que não derivam da sua determinação interna.
Palavras-chave: Capitalismo, Agência, Estrutura, Teoria Crítica.
INTRODUCCIÓN
Nancy Fraser y Moishe Postone son dos exponentes de la teoría crítica contemporánea. Ambos comparten búsquedas político-intelectuales afines, en cuanto ofrecen sendas teorías críticas amplias de la sociedad capitalista. Dan cuenta de la multiplicidad de dimensiones conflictivas de esta sociedad, que exceden todo reduccionismo económico. Prestan atención a la plétora de formas de resistencia, acción colectiva y movilización política que se estructuran en torno a los movimientos sociales. Al mismo tiempo, Fraser y Postone tematizan la dinámica semoviente del capital como sujeto en cuanto núcleo estructural (y reificado) del capitalismo. Esto les permite articular un concepto de la sociedad capitalista informado por la crítica marxiana de la economía política, que aparece en ambos casos como la espina vertebral de una teoría social crítica amplia. Fraser y Postone, de diferentes maneras, sintetizan algunos aportes de la crítica marxiana de la economía política con un interés especial por los movimientos sociales, sus posibilidades históricas y sus perspectivas de cambio social y político.
Sin embargo, las coincidencias importantes mencionadas no habilitan una síntesis fácil entre sus pareceres. Estos pensadores elaboran sus teorías no reduccionistas del capitalismo siguiendo estrategias conceptuales divergentes y hasta cierto punto incompatibles. Nancy Fraser (me centraré en sus escritos a partir 2012) se basa en la crítica de la economía política de Marx, pero analiza otras dimensiones sociales no estrictamente económicas que son sin embargo consustanciales a la sociedad capitalista. Propone una teoría ampliada del capitalismo, una forma social compleja que no se estructura únicamente por la producción de mercancías. Postone, en cambio, trabaja en una reconstrucción categorial interna a la crítica de la economía política. En las categorías sociales del valor, el trabajo y la mercancía, encuentra las claves de la forma de mediación social fundamental de la sociedad capitalista, con sus dinámicas objetivas y subjetivas.
Es posible, sin embargo, poner en diálogo ambos planteos, en cuanto Fraser y Postone parten del capital como sujeto, núcleo fundamental de la dinámica social moderna. No coinciden, en cambio, sobre el alcance y carácter social de la dinámica del capital, y por lo tanto sobre la homogeneidad o heterogeneidad internas de la sociedad capitalista. Para Postone, se trata de una sociedad fundamentalmente homogénea, totalizada en torno a una forma social históricamente determinada, estructurada por compulsiones abstractas y causi-objetivas, del valor y la mercancía. Para Fraser, en cambio, es necesario contemplar la articulación heterogénea de lógicas diferentes (la del capital o “la economía” y las lógicas portadas por las condiciones de posibilidad no mercantilizadas del orden institucional).
En este trabajo intentaré formular los elementos básicos de una puesta en diálogo entre estas dos perspectivas, centrándome en la relación entre agencia, estructura, contingencia y necesidad. Desde mi punto de vista, Postone erra cuando pretende reducir las relaciones capitalistas al despliegue del valor, el trabajo y la mercancía. Fraser, sin embargo, no presta atención suficiente al carácter histórico específico del capital como forma social. Para favorecer una lectura cruzada, voy a traer a colación a algunos autores que dialogan con Postone y su interpretación categorial del pensamiento maduro de Marx, pero que divergen en relación con la totalización de las relaciones bajo la dinámica del capital: Robert Albriton, Christopher Arthur, Richard Westra y Kohei Saito. Voy a sostener que el concepto del capital como sujeto no puede, por sus determinaciones estructurales fundamentales, totalizar la sociedad. Se trata de un sujeto lógicamente totalizante pero materialmente trunco, incompleto en su dinámica social efectiva. El capital, sostendré, se enfrenta a “ontologías”, realidades otras, que debe subsumir o con las que debe articulares en cada momento histórico, pero que no se derivan dialécticamente de su determinación interna.
POSTONE: CAPITALISMO Y DOMINACIÓN ABSTRACTA
En este apartado voy a presentar algunas tesis del pensamiento de Postone, centrándome especialmente en la dinámica fetichizada del capital. Su relectura de la crítica de la economía política marxiana analiza al trabajo (y a las categorías sociales concomitantes) como una forma de mediación social basada en compulsiones abstractas, anónimas e impersonales, en la que están implicadas las conexiones objetivas y subjetivas de la época moderna. La mercancía, el valor y el trabajo son “categorías de una determinada forma de interdependencia social” (Postone 1993: 148). En las sociedades precapitalistas, “el trabajo se distribuye mediante relaciones sociales manifiestas”. En cambio, en el capitalismo “un individuo no adquiere los bienes producidos por otros por medio de relaciones sociales manifiestas” sino que “el trabajo mismo –directamente o expresado en sus productos– reemplaza esas relaciones” (Postone 1993: 150). La forma de mediación social históricamente determinada propia del capitalismo se organiza en torno al movimiento automático del valor que se valoriza, cuya sustancia es el trabajo abstracto. No son los sujetos particulares quienes gobiernan la dinámica de la valorización, que se mediatiza a sí misma en un movimiento ciego. “En el capitalismo, el trabajo y sus productos se median a sí mismos, son socialmente automediadores [self-mediating]” (Postone 1993: 150). Las categorías de la crítica de la economía política no son conceptos de una “ciencia económica” general y abstracta, sino que enuncian las formas básicas de la sociabilidad históricamente determinada en la modernidad del capital.
Para Postone, el capitalismo configura una totalidad, gobernada por un principio mediador abstracto (el trabajo) y que posee una dinámica histórica automática (independiente de la voluntad de las personas) pero contradictoria (sometida a inadecuaciones sistemáticas e inevitables en su propio marco). Si la sociedad capitalista tuviera un principio mediador abstracto, pero ninguna contradicción dinámica intrínseca, su crítica social inmanente sería imposible. Se trataría de una totalidad cerrada, carente de fisuras internas. Sin embargo, existe una contradicción fundamental en el seno de la dinámica automática/antagónica del capital: la contradicción entre riqueza y valor. El capitalismo produce cada vez más riqueza material y proporcionalmente cada vez menos valor. Esto lo vuelve tendencialmente anacrónico frente a sus propios resultados sociales, lo que anuncia la posibilidad (no la necesidad) de su disolución a favor de formas históricas emancipadas de un principio social mediador automático y alienado.
El capital pone en marcha una dialéctica de transformación y restitución del tiempo de trabajo con dimensiones abstractas y concretas. La hora de trabajo social se vuelve cada vez más “densa” en términos de cantidad de mercancías producidas. Pero esas transformaciones no llevan a incrementos permanentes en el valor total creado. El valor, al fin, depende del tiempo de trabajo empleado y no de su productividad: “aunque un incremento en la productividad genera más riqueza material, el nuevo nivel de productividad, una vez generalizado, produce la misma cantidad de valor por unidad de tiempo” (Postone 1993: 288, cursivas originales). La dinámica del capital, en el largo plazo, aumenta la productividad del trabajo, pero no la creación de valor. “La productividad incrementada (...) incrementa el número de productos y, por lo tanto, la cantidad de riqueza material, no cambia la magnitud de valor total cedida dentro de una unidad de tiempo dada” (Postone 1993: 287). Crece la riqueza material, pero la hora de trabajo es repuesta cada vez como medida abstracta, siempre igual a sí misma, del valor.
El capitalismo “no solo eleva enormemente la productividad del trabajo, sino que lo hace hasta el punto de tornar la producción de riqueza material en esencialmente independiente del gasto inmediato de tiempo de trabajo humano” (Postone 1993: 339). La generación de riqueza y la de valor entran en contradicción. El desarrollo del capital entra en una discrepancia cada vez más grande con sus propias bases sociales y técnicas. Postone, en cierta forma, reconstruye modélicamente una dinámica autonomizada del capital, donde éste gobierna todos sus momentos sin encontrarse con algo exterior, para mostrar que esa dinámica genera contradicciones, crea potencialidades de cambio y tiende a crisis conforme su propio proceso interno. No busca los fundamentos de la teoría crítica y la acción emancipatoria en elementos sociales presentados como exteriores, sino en el propio dinamismo interno del capital, que genera una discrepancia entre sus presupuestos y sus resultados sistémicos. La contradicción entre riqueza material y valor hace posible una crítica inmanente del capital.
Ahora bien, de momento solo presenté los elementos social objetivos o estructurales de la crítica inmanente. Es necesario, en un paso posterior, dar cuenta de la conexión entre crítica inmanente, agencia y subjetividad. Para eso será necesario, primero, dar un rodeo y mencionar los modos de la universalidad puestos en juego en la contradicción entre riqueza y valor.
ESTRUCTURA Y AGENCIA EN POSTONE
La crítica inmanente se funda en las potencias transformadoras, técnicas y sociales, puestas o constituidas por el propio capital. “Marx veía la negación del núcleo estructural del capitalismo en términos de apropiación por parte de la gente de los poderes y conocimientos que habían sido históricamente constituidos de manera alienada (...) Esto permitiría al «mero trabajador» convertirse en «individuo social»” (Postone 1993: 31-32). La transformación secular de las formas materiales de producción vuelven al capital contradictorio con respecto a sus propias bases sociales. La socialización capitalista está mediada por el trabajo, pero el propio capital hace del trabajo humano un elemento accesorio, cada vez menos necesario, en la producción. La propia dinámica social del capital genera potencialidades históricas que apuntan a un más allá del capital mismo. Evidentemente, toda esta mutación de la producción citada es conducida en forma alienada, en cuanto no depende de decisiones conscientes o democráticas, sino que es dinamizada por la lógica del capital.
Las posibilidades de cambio, que existen latentes en las formas sociales generada por el capital, se vinculan también con dimensiones subjetivas y aspiraciones encarnadas de las personas. Postone relaciona este “factor subjetivo” con los movimientos sociales, que actualizan “cambiantes formas de pensamiento y sensibilidades” de carácter oposicional (1993: 369). Podemos ver estas subjetividades potencialmente transformadoras en el surgimiento de nuevas actitudes hacia el trabajo, así como en movimientos sociales relacionados con la subjetividad, la identidad y las formas de la vida cotidiana a partir de los años ‘60 del siglo XX. Encontramos gérmenes de esta subjetividad transformadora en los movimientos que intentan reformular el vínculo entre lo universal y lo particular, como el movimiento feminista (Postone 1993: 372).
Sería posible, a la luz de este enfoque, interpretar algunas corrientes dentro de los movimientos sociales recientes –notoriamente, entre mujeres y varias minorías– como intentos de moverse más allá de la antinomia, asociada con la forma social de la mercancía, de un universalismo abstracto, homogéneo, y una forma de particularismo que excluye la universalidad (Postone 1993: 164)
Los movimientos sociales no serían un mero emergente de superficie de las relaciones sociales capitalistas. En cambio, en cuanto buscan redefinir los términos del universalismo más allá de las contraposición abstracta entre universal y particular en la modernidad, dialogan con las posibilidades de cambio histórico generadas por la dinámica estructural del capital. Estos movimientos encierran, al menos en forma implícita, aspiraciones a abolir las formas de dominación abstractas estructuradas por el valor, el trabajo y la mercancía. Los movimientos sociales pueden apropiarse directamente de la dinámica inmanente del capitalismo y sus potencias trascendentes o postcapitalistas. Participan de la dinámica fundamental de la modernidad del capital, portando formas de subjetividad potencialmente anticapitalistas. Están constituidos inmanentemente por la lógica social, pero expresan a su vez tendencias transformadoras y abren posibilidades de cambio.
El enfoque que esbozaré no niega la existencia o la importancia de las tendencias no capitalistas residuales, que pueden introducir cierta heterogeneidad en el orden dominante y promover una distancia crítica hacia él; pero sí proporciona la base para una crítica de aquellos intentos teóricos que se centran exclusivamente en tales tendencias porque consideran el capitalismo como un todo unitario. Mientras que tales enfoques del problema de la resistencia y la oposición conciben a la sociedad capitalista solo como cosificada y deformante, y tratan el pensamiento y las prácticas críticas como históricamente indeterminadas, el análisis del capitalismo como una sociedad contradictoria busca indicar que las posibilidades para la distancia crítica y la heterogeneidad son generadas socialmente desde el marco del propio capitalismo. Sienta las bases para una teoría histórica de la subjetividad (que incluye formas oposicionales de subjetividad) que, a mi juicio, es mucho más poderosa que los esfuerzos teóricos que presuponen un simple antagonismo entre el orden social existente y formas críticas de subjetividad (Postone 1993, 38).
Con lo anterior queda reconstruida mínimamente la relación básica entre agencia y estructura en el pensamiento de Postone.1 La teoría crítica del Marx maduro, entonces, no es una teoría económica en sentido acotado, sino un análisis categorial de las formas de mediación social en la modernidad del capital, con sus dimensiones objetivas y subjetivas. El movimiento inmanente y fetichizado del capital pone posibilidades liberadoras, que se anuncian en la riqueza material como divergente del valor. Esas posibilidades se relacionan con la promesa de un universal concreto o un universalismo de la diferencia. Algunos movimientos sociales contemporáneos inhieren en esa dialéctica de formas opresivas y posibilidades liberadoras. Al redefinir las formas de articulación entre lo universal y lo particular, estos movimientos habitan las tensiones dinámicas de la sociedad capitalista y sus potencialidades de cambio. Luego, no se trata de movimientos “meramente superestructurales”, sino de instancias de subjetivación social potencialmente anticapitalistas, surgidas de la dinámicas objetiva del capital y sus formas de mediación social.2
NANCY FRASER Y LA TEORÍA AMPLIADA DEL CAPITALISMO
A continuación voy a reponer la teoría ampliada del capitalismo de Nancy Fraser. Esta teoría, al igual que la de Postone, trata de comprender la amplitud, diversidad y complejidad de formas subjetivas que deben informar a un proyecto de teoría social crítica a la altura del presente. Sin embargo, su modelo teórico es muy diferente. Fraser analiza los conflictos de límites del capitalismo como una dimensión fundamental del orden institucional, su dinamismo y tendencia al cambio. Para la autora, la sociedad capitalista no puede totalizarse en torno a las categorías del valor, el trabajo y la mercancía. Por el contrario, estas categorías solo componen su núcleo “económico” fundamental. El capital como lógica social totalizante depende, en efecto, de un conjunto de condiciones de posibilidad no mercantilizadas, que no puede producir por propia su cuenta.
Fraser analiza al menos cuatro condiciones de posibilidad no mercantlizadas del capitalismo: la reproducción social, la política, la naturaleza, la expropiación de comunidades racializadas. Éstas configuran un orden institucional internamente diferenciado. Se trata de un único orden social, pero que no posee una lógica unitaria (por ejemplo, la valorización del valor) sino lógicas diversificadas conforme divisiones institucionales. La teoría de la sociedad capitalista de Fraser tiene diferentes instancias o niveles, unidos por goznes móviles, cuya articulación específica es producida cada vez de manera parcialmente contingente.
El orden institucional es históricamente cambiante. Sus fronteras internas no son estáticas. Cada una de ellas es propensa a la crisis y renegociable. Las grandes fases históricas del capitalismo sedimentan articulaciones provisorias del orden institucional. En cada gran período histórico, el capitalismo necesita estabilizar la dinámica de la acumulación, con su perpetua propensión a crisis, pero también sintetizarla con las otras dimensiones institucionales, generando sucesivas formas de equilibrio precario. Esto explica que, junto con la lucha de clases, aparecen “luchas por los límites” (boundarie struggles) en todos los ámbitos del orden institucional.
En sus conversaciones con Rahel Jaeggi, Fraser avanza una primera definición “ortodoxa” del capitalismo para, sobre esa base, construir caracterizaciones más complejas. El capitalismo supone 1) la división de la sociedad entre una clase de productores y una de propietarios; 2) la mercantilización del trabajo asalariado; 3) la dinámica compulsiva de la acumulación; 4) la alocación del excedente social y los factores de producción mediante el mercado (Fraser y Jaeggi 2018: 41). Estos cuatro rasgos iniciales sintetizan las dimensiones estructurales fundamentales e históricamente específicas de la sociedad capitalista.
Ahora bien, ni la dinámica de la valorización, ni la venta de fuerza de trabajo como mercancía, ni la división de la sociedad en clases bastan para caracterizar al capitalismo o la sociedad capitalista, una forma social que excede estructuralmente a la relación de capital y sus ramificaciones internas. Sencillamente, “la sociedad no puede ser mercancías hasta el final [all the way down]” (Fraser 2012: 1). Por el contrario, hay “condiciones de posibilidad” no mercantiles para la existencia de mercancías (Fraser 2012: 8). Siguiendo críticamente a Karl Polanyi, Fraser cuestiona la tesis de la universalización capitalista de la forma mercancía, con sus patrones objetivos y subjetivos (2014: 5). Por el contrario, el marco institucional del capitalismo presupone “condiciones de trasfondo” [background conditions] del proceso de valorización. Por razones de espacio, no voy a presentar en detalle todas las condiciones de posibilidad no mercantilizadas de la acumulación. En el apartado que sigue voy a concentrarme en una de esas condiciones: la naturaleza.
CONDICIONES DE POSIBILIDAD NO MERCANTILIZADAS: CAPITALISMO Y NATURALEZA
El capitalismo, según Fraser, tiene en la naturaleza extrahumana una de sus condiciones de posibilidad no mercantilizadas. La naturaleza se presenta como un recurso disponible para el capital, cuyo valor es a la vez “presupuesto y denegado” (Fraser y Jaeggi 2018: 50). En diferentes circunstancias, los capitalistas expropian “sin costo” porciones del entorno natural, a las que tratan como una materia libremente disponible y aprovechable. La anexión de “pedazos de naturaleza”, como fuentes de riquezas o vertederos de deshechos acompaña a la acumulación de capital desde su origen. Al mismo tiempo, el surgimiento del capitalismo trajo una agudización de la frontera ideológica que separa sociedad y naturaleza. “El capitalismo asume (en efecto, inaugura) una división tajante entre un reino natural, concebido como provisión de ‘materiales brutos’ gratuitos, y un reino económico, concebido como la esfera del valor, producido por y para seres humanos” (Fraser y Jaeggi 2018: 50). La separación entre la humanidad y el resto del ser natural tiene una larga historia en el pensamiento occidental, pero se agudiza con el capitalismo y sus prácticas de extracción, anexión y subsunción de materia y energía del medio físico.
Más que una relación con el trabajo, por lo tanto, el capital es también una relación con la naturaleza: una relación extractiva y depredadora, que consume cada vez más riqueza biofísica para acumular cada vez más “valor”, negándose al mismo tiempo a reconocer que existan “externalidades” ecológicas. Lo que también acumula el capital, y no de manera accidental, es una innumerable cantidad, cada vez mayor, de ecodesastres (Fraser 2021: 109).
La dinámica siempre expansiva del capital, al final, se encuentra con límites ecológicos, o socava sus condiciones naturales de reproducción. Los tiempos y formas de recomposición ecosistémica, estabilización biosférica, etc., entran en crisis a medida que el planeta todo es sometido a los ciclos abstractos, ciegos y en constante incremento de la valorización. La sociedad capitalista presupone la disponibilidad libre y en principio infinita de la naturaleza como recurso, pero se topa al fin con las condiciones finitas y situadas en las que se sostiene la vida. La producción de valor y mercancías no “podría existir al margen de los procesos naturales que aseguran la disponibilidad de insumos vitales, como las materias primas y las fuentes de energía” (Fraser 2021: 108). Por su dinámica expansiva, el capital desestabiliza sus propias condiciones ecológicas de reproducción. Las contradicciones del capitalismo no se limitan a los problemas inmanentes a la acumulación de capital. Incluyen tensiones y conflictos entre la acumulación y sus condiciones de posibilidad o de trasfondo, en este caso, ambientales. Éstas no forman una totalidad dialéctica o unidad interna con el capital. Le son parcialmente exteriores.
HISTORICIDAD DE LAS FRONTERAS
El capitalismo como orden institucional no es estático. Ha atravesado una serie de fases en las que sus divisiones institucionales se estabilizaron temporalmente. El orden institucional presenta entonces una contingencia limitada por la lógica de la valorización, que debe ponerse en marcha y funcionar con solvencia relativa en cada gran fase o régimen histórico capitalista. La dinámica compulsiva de la valorización es una necesidad social soportada por una estructura parcialmente contingente, en cuanto nada dictamina, en la lógica de la valorización, cómo van a disponerse las condiciones de trasfondo en cada fase histórica. La articulación entre el núcleo estructural de la acumulación y el resto del orden institucional depende en parte de determinaciones externas al capital, que son contingentes y en parte modificables por la agencia. Las distintas fases históricas del capitalismo son, entonces, coagulaciones transitorias donde la lucha de clases y los conflictos de límites se estructuran, a partir de victorias y derrotas, de compromisos y batallas, en torno a la necesidad compulsiva de la acumulación. Mientras exista el capitalismo, esa necesidad compulsiva va a seguir constriñendo las posibilidades de la acción política. Pero no se la puede hipostatizar como la única tendencia social dinámica operativa, porque la propia acumulación de capital depende, para reproducirse, de condiciones institucionales relativamente autónomas, no deducibles de su propia lógica.
Fraser distingue cuatro grandes periodos o fases históricas del capitalismo hasta el momento: la fase mercantil (siglos XVI-XVIII), la fase liberal (siglo XIX a comienzos del XX), la fase dirigida por el Estado (parte del siglo XX), la fase financiarizada instituida en los años `70. Cada fase implica un régimen de acumulación, acompasado por todos los elementos del orden institucional: la reproducción social, la política, la racialización y el imperialismo, la naturaleza. Haciendo foco en esta última condición de trasfondo, podemos hablar de “una secuencia de regímenes de acumulación socioecológicos” (Fraser 2021: 119), que se suceden al ritmo de los ciclos de estabilidad, crisis y recomposición sistémica del conjunto. El capitalismo pasó, entonces, por un régimen material “somático” basado en el músculo animal y el trabajo humano intensivo (fase mercantil), un régimen basado en carbón (fase liberal), un régimen de predominio petrolero (fase estatal) y, al fin, el actual régimen basado en las tecnologías informacionales, una nueva ronda de extracciones en el sur global y una tendencia al offshoring industrial desde viejos países desarrollados hacia territorios en proceso de modernización tardía (BRICS, sudeste asiático). El orden institucional tiene una estructura formal básica (la economía de la valorización más las condiciones de trasfondo), pero la articulación concreta de esa estructura en cada fase histórica es diferente. En la determinación de cada fase del capitalismo concurren factores objetivos y subjetivos. En cada caso se negocian, de maneras complejas y mixtas, las compulsiones de la acumulación y determinaciones contingentes, no dadas por la lógica del capital, que responden a las dinámicas ontológicamente autónomas de las condiciones de posibilidad no mercantilizadas.
COMPARACIÓN: ENTRE LA LECTURA CATEGORIAL Y LA TEORÍA AMPLIADA
¿Es posible poner en diálogo los proyectos de teoría crítica de Fraser y Postone? Es preciso reconocer, a favor de la primera y contra el segundo, que el proyecto de la relectura categorial del capital no puede agotar las dimensiones objetivas y subjetivas de la sociedad capitalista. Las relaciones sociales no pueden reducirse a las abstracciones semovientes del capital, sencillamente porque la sociedad de conjunto depende siempre de una maraña de condiciones de existencia que no pueden deducirse de una única lógica social (sea la del capital u otra). Este punto ha sido remarcado por varios investigadores influenciados por Postone o afines a su relectura categorial. Tal es el caso de Liu y Murthy, para quienes “Postone ha producido una noche marxista donde todas las vacas son capitalistas”, lo que “no permite la diferencia” (2020: 3). En el contexto latinoamericano, Omar Acha destaca la necesidad de articular la temporalidad capitalista estudiada por Postone con una multiplicidad de temporalidades discordantes que no son simplemente puestas por el capital (2021). Chris O’Kane señala que la teoría de Postone tiene dos grandes “lagunas” en el análisis a la reproducción social y el Estado (2021: 214), dos dimensiones constitutivas de la sociedad capitalista que no resultan inmediatamente clarificadas con las categorías sociales de la forma mercancía. Roswitha Scholz, feminista afín a Postone, afirma que “la crítica del valor y el trabajo abstracto no agota las dinámicas de dominación social propias del capitalismo” (2014: 49), porque es preciso dar cuenta también de las actividades reproductivas no directamente mercantilizadas. Las categorías del valor, el trabajo y la mercancía, podemos decir, son formas de mediación social, pero no son las únicas categorías sociales relevantes que estructuran la relaciones sociales capitalistas. Simplemente no es el caso que las actividades en el circuito de la reproducción social o la naturaleza extrahumana sean meras instancias de la mediación abstracta por el trabajo y el valor.
Para Robert Albritton (2004), seguidor del marxista japonés Kozo Uno (1980), Postone no clarifica suficientemente la relación entre la lógica del capital en su nivel más abstracto o general, y las manifestaciones históricas específicas propias del capitalismo en cada fase determinada. Según el autor, la dinámica de totalidad gobernada por un sujeto alienado (el capital), solo se da en el nivel modélico de la abstracción teórica, pero no en la realidad histórica concreta y compleja. Postone es “poco claro sobre cómo relacionar lo abstracto con lo concreto y lo histórico con lo lógico” (Albritton 2004: 76). Al no elaborar suficientemente esta relación, parece que el capital tiende a subsumirlo todo, reduciendo la existencia social a un mero apéndice de su auto-movimiento como sujeto global (Albritton 2004: 76). Estas dificultades pueden sortearse si se diferencia con mayor claridad entre una teoría pura del capital, que funciona en un nivel de abstracción elevado, y teorías históricas más precisas sobre diferentes períodos dentro del capitalismo, donde el auto-movimiento de las categorías puras no lo explica todo. “Para entender mejor cómo las resistencias podrían alterar al capital, primero debemos entender cómo el capital funciona sin resistencias” (Albritton 2004: 80). En el nivel del análisis histórico más concreto, las categorías del capital no se dan a la manera totalizada de la reconstrucción lógica pura: “sin embargo, en la medida en que el capital solo alcanza la totalidad en el nivel del capitalismo puro, su alcance sobre nuestra historia siempre es parcial” (Albritton 2004: 81).
Richard Westra (2018) también recupera la idea de teoría pura del capitalismo de Kozo Uno. Para Westra, la ciencia social debe identificar mecanismos o estructuras discretos, delimitados por un procedimiento de abstracción, que operan relacionados de maneras enmarañadas y complejas en los sistemas abiertos del mundo real. Explicar la lógica del capital como si no tuviera exterior es necesario para abstraer el mecanismo de la acumulación del conjunto de factores contextuales que operan de manera concurrente en la vida histórica. Se trata de exponer “las conexiones internas necesarias entre las categorías económicas del capital” (2018: 14), sabiendo que, sin embargo, “en sistemas abiertos, el capital no es el único poder causal operante” (2018: 16).
En The New Dialectic and Marx's Capital, Crhis Arthur acerca una visión similar, que cualifica significativamente el sentido del planteo de Postone. La lógica auto-moviente del capital encuentra un doble límite en las leyes naturales y la subjetividad de los trabajadores. “El capital determina la organización de la producción pero el carácter del trabajo, los recursos naturales y la maquinaria limitan su empeño” (Arthur 2004: 52). El capital es una forma social alienada, cuya lógica abstracta cala en la producción material y la subordina a sus designios. Esta subordinación, empero, jamás es completa, en la medida en que los elementos en juego en el proceso material de producción tienen una realidad propia, ontológicamente autónoma. El capital subordina a la naturaleza y el trabajo, pero subordinar es diferente de crear (Arthur 2004: 74). El valor que se valoriza no crea ni gobierna por completo sus precondiciones sociales de existencia, a las que encuentra como elementos preexistentes que debe subsumir.
Mi visión es que el capital se pone a sí mismo como su propio producto, pero al hacerlo presupone a la naturaleza y el trabajo como sus condiciones de existencia. Estos otros reprimidos van a tener su venganza, en el corto plazo (revolución) o en el largo (colapso ecológico) (Arthur 2004: 99).
Finalmente, el eco-marxista Kohei Saito enfatiza los límites de las lecturas de Marx centradas exclusivamente en la forma valor. Estas lecturas ignoran la interacción compleja entre la lógica de la valorización y el mundo material, que no es un mero momento interno de una estructura categorial totalizada por el capital, la mercancía o el trabajo abstracto.
Al tratar la relación entre “ecología” y “reificación”, se hace necesario desplazar el foco de la crítica de la economía política de las “formas” sociales y económicas a las dimensiones “materiales” (stofflich) del mundo (Saito 2017: 100).
Las sociedades, en términos generales, son objetos complejos o sistemas abiertos, insertos en la intersección de estructuras diversas y no siempre coordinadas. La forma específica de la relación entre acumulación y naturaleza, entre producción de valor y reproducción social, etc., es parcialmentecontingente, o remite a un “afuera” de la Kapitallogik. No depende solamente de la valorización, cuya estabilización de largo plazo es una compulsión estructural del capitalismo, perocuya forma particular presuponela articulación con determinaciones externas, no lógicas. El capitalismo, entonces, no se reduce a la lógica del capital o a la mediación social por el trabajo y la mercancía. Presupone unas condiciones de trasfondo que permanecen “no puestas” por esa lógica.
PERSISTENCIA Y LÍMITES DEL CAPITAL COMO SUJETO
Con todo, la lectura categorial aporta algunas nociones importantes para la propia teoría ampliada del capitalismo. Por momentos, Fraser interpreta el núcleo fundamental de las relaciones sociales capitalistas en términos algo cercanos a lo que Postone llama “marxismo tradicional” (1993: 4 y ss.), es decir, en términos de relaciones de clase definidas en la esfera “económica”. Pero el núcleo lógico-estructural de la valorización no es solo el nivel económico de análisis. Es también una forma de mediación social con determinaciones objetivas y subjetivas intrínsecas. La sociedad capitalista no puede reducirse a la lógica del capital, pero es adecuado seguir considerando al capital como sujeto social reificado. Fraser y Postone, de hecho, reconocen que la compulsión a acumular se impone como necesidad estructural reificada en cada configuración histórica del capitalismo. “En una sociedad capitalista, dice él [Marx], el capital mismo se convierte en el sujeto. Los seres humanos son sus peones, reducidos a descifrar cómo pueden obtener lo que necesitan en los intersticios, alimentando a la bestia” (Fraser y Jaeggi 2019: 31). La forma histórica que asume el orden institucional de conjunto es en parte contingente, pero el propio núcleo fundamental de la acumulación debe reponerse cada vez de manera funcional, o todo el orden institucional entra en crisis. Es preciso articular una determinación contingente (el modo como se organiza, por ejemplo, la relación entre capital y naturaleza, o entre producción de mercancías y reproducción social) con una doble necesidad (que en cada fase se motorice la acumulación y que se garanticen sus condiciones de trasfondo). La manera como se articulan acumulación y condiciones de trasfondo, a su turno, es contingente en cuanto depende de la agencia (de las luchas de límites) y de otros factores no necesariamente agenciales, pero externos a la propia acumulación (la estabilidad biosférica, por ejemplo). La agencia subjetiva es posible, dentro del capitalismo, porque la estructura social global reúne momentos necesarios (compulsiones social-objetivas) y contingentes. Las determinaciones contingentes, externas a una lógica social dada, se plasman en las formas históricas específicas bajo las cuales se estabiliza, en cada fase, el orden institucional. En cada fase histórica, momentos contingentes y necesarios se reúnen en un orden transitoriamente estable e internamente heterogéneo. Ese orden social de conjunto no puede deducirse de la lógica del capital, pero tampoco es decidido de modo simplemente político. Surge de un compromiso frágil entre ambas dimensiones, estructurales y agenciales, de la sociabilidad capitalista. Fraser, en efecto, entiende que hay dos niveles (estructural y agencial) a la sociedad capitalista:
La mirada que estuve esbozando (…) incorpora una teoría de la sociedad de dos niveles: de un lado, contiene una perspectiva estructural, que enfatiza la dependencia del primer plano de la economía sobre el trasfondo “no económico” de la sociedad; del otro lado, incorpora una perspectiva acción-teorética que subraya la auto-comprensión y los proyectos de los actores (Fraser y Jaeggi 2018: 69).
La estructura y la agencia pueden, agrego, entrar a relación porque existen a la vez necesidades y contingencias estructurales. La estructura social posee articulaciones contingentes, cuya forma particular debe definirse cada vez a partir de luchas y conflictos, y no se deduce solamente de compulsiones ciegas. La articulación agencia-estructura es posible, en suma, porque la propia estructura social reúne momentos contingentes y necesarios en una unidad histórica cambiante.
Lo anterior delimita la validez objetiva del planteo de Postone, antes que anularla. El autor enfatiza, en cierto nivel de abstracción modélica, la dinámica semoviente del capital como sujeto social abstracto dotado de una dinámica recursiva. Esta dinámica es totalizante en su lógica abstracta, lo que no significa que totalice efectivamente las relaciones sociales. Puede decirse que el capital asume el carácter de sujeto de la dinámica social en cuanto valor que se valoriza. “[La] determinación inicial del capital, entonces, es como valor autovalorizante, como sustancia auto-moviente que es sujeto” (Postone 1993: 269). La dinámica del capital es recursiva y automática, enajenada a los sujetos particulares. Está gobernada por un principio mediador, el trabajo creador de valor, que se mueve a sí mismo prescindiendo de las personas, con lo que se levanta como sujeto de su propia dinámica semoviente. Pero ésta es solo una dinámica formal o modélica, que explica el movimiento de la valorización en su núcleo fundamental, mas no abarca todos los procesos (subjetivos, ambientales, institucionales, etc.) que acaecen en la sociedad.
Cuando Postone habla del capital como sujeto, en resumen, se refiere al carácter fetichista de las relaciones sociales mediadas por el capital, gobernadas por sus principios automatizados a expensas de las personas. La superación del capitalismo, a su turno, permitiría ampliar el reino de la contingencia social y política. La apertura de la contingencia por la abolición del mecanismo social reificado del capital es un ideal emancipatorio para una sociedad postcapitalista. Por su parte, cuando Fraser articula contingencia y necesidad, se refiere a la síntesis de elementos heterogéneos en la totalidad compleja de la sociedad capitalista. Esta síntesis siempre repone un núcleo estructural (la mediación social por el trabajo y la mercancía más sus condiciones de posibilidad). Pero la forma específica de articulación entre ese núcleo y sus condiciones de trasfondo es contingente. Se fija, en cada fase histórica, por la concurrencia de factores objetivos y subjetivos complejos e irreductibles a un principio social único.
AGENCIA-ESTRUCTURA/CONTINGENCIA-NECESIDAD
La doble tensión agencia-estructura y contingencia-necesidad parece importante para dar cuenta a la vez del carácter fetichista de las relaciones sociales capitalistas y de la posibilidad de su superación. Sin una concepción del carácter fetichista de la dinámica capitalista, es difícil situar la tesis de Fraser según la cual el capital tiende a crisis por su dinámica inmanente (tanto a crisis de acumulación como a crisis de las fronteras institucionales). La autora articula, recuperando las ideas de Rahel Jaeggi, una crítica funcionalista (el capitalismo tiende a crisis inevitablemente según su organización institucional) con una crítica en términos de libertad (el capitalismo es una sociedad gobernada fundamentalmente por compulsiones ciegas). Ambas críticas presuponen que el capital funciona efectivamente como sujeto semoviente y estructura en forma reificada la mediación social, aunque no gobierne lógicamente todas las relaciones sociales en términos objetivos-abstractos:
La forma en que el capitalismo organiza la vida social es inherentemente propensa a crisis en varios aspectos: ecológico, económico, político, social. Esa es la llamada crítica funcionalista. Y, en segundo lugar, el capitalismo somete a todos, no solo a los dominados, a la fuerza coercitiva ciega de la ley del valor y nos priva a todos de nuestra libertad para organizar nuestras actividades de vida y para establecer conscientemente nuestras conexiones con las generaciones pasadas y futuras y con la naturaleza no humana. Esa es la crítica de la "libertad" (Fraser y Jaeggi 2018: 210).
Estas dos críticas (funcional y “por la libertad”) muestran que Fraser, con Postone, reconoce la realidad efectiva del capital como sujeto social reificado. La crítica funcional se refiere a las distorsiones estructurales de la lógica social, mientras que la crítica por la libertad se refiere al carácter necesariamente fetichista del capital como sujeto. Al mismo tiempo, si no existiera ningún aspecto contingente y determinado por la agencia en la dinámica social capitalista, y todas las acciones y conflictos estuvieran puestos, exhaustivamente, por la dinámica semoviente del capital, no se comprende cómo sería posible (en lugar de necesaria) la superación del capitalismo. En efecto, la contradicción entre riqueza y valor, que vuelve al capital crecientemente antagónico con respecto a sus propios resultados históricos, conlleva la posibilidad pero no la necesidad de su superación histórica (si Postone considerara inevitable la superación del capitalismo por su propia dinámica interna, la discusión sería diferente). La actualización de las potencialidades sociales transformadoras generadas por el capital presupone la posibilidad de la agencia en el marco del capitalismo. Al menos, de la agencia capaz de abolir las relaciones sociales fetichistas. Luego, es necesario que alguna cuota de agencia (sin importar cuán distorsionada, trunca, deformada se vea por valorización compulsiva del valor) exista ya dentro del capitalismo, para que sea posible superarlo alguna vez. La tesis según la cual la forma específica del marco institucional es contingente y puesta en parte por la acción no solo explica cómo se sueldan agencia y estructura en cada fase de la historia del capitalismo. También da cuenta de cómo es posible en principio una forma de agencia efectiva capaz de superar al capitalismo como tal.
En este punto, las teorías de Postone y Fraser pueden entrar en diálogo. Reconociendo que la complejidad de lo social no es reductible al movimiento del valor y el trabajo abstracto, debemos, sin embargo, admitir también que el movimiento automático del valor caracteriza las compulsiones estructurales fundamentales y específicas de la sociedad capitalista, en torno a las cuales se estructuran las demás “condiciones de posibilidad” no mercantilizadas cada vez. Podemos decir que Postone teoriza exhaustivamente, de manera original, lo que Fraser considera como el “núcleo económico” de las relaciones capitalistas, conceptualizado más adecuadamente como una forma de mediación social objetivada. Esta concepción se refiere a la forma de mediación social fundamental de la sociedad capitalista, con sus dimensiones objetivas y subjetivas, que genera posibilidades históricas y a la vez constriñe la acción de las personas. Esa forma social reificada puede ser superada, podemos agregar, porque no anula por completo las dimensiones agenciales de la existencia social, que intervienen en la determinación de cada instancia histórica peculiar del orden institucional y podrían (en potencia) dar lugar a su superación.
Las divisiones institucionales del capitalismo dan lugar a luchas por los límites [boundarie struggles]. En diferentes contextos, las personas pelean colectivamente por redefinir, rediscutir, defender o abolir las fronteras entre ámbitos institucionales. Algunas veces, se trata de proteger fronteras heredadas, por ejemplo contra los avances de la mercantilización (luchas defensivas, Fraser y Jaeggi 2018: 213). Retomando un vocabulario que desarrolló en trabajos previos (1995), Fraser distingue luchas por los límites afirmativas y transformadoras. Las primeras buscan situar en otro punto la localización social de una frontera dada, sin discutir la existencia de esa frontera como tal (por ejemplo, discutir la inclusión de las mujeres en el trabajo asalariado o de poblaciones racializadas en la ciudadanía estatal). En otros casos, las luchas pueden ser transformadoras, y objetar la existencia de algunas fronteras institucionales como tales (por ejemplo, en proyectos radicales de transformación social que busquen abolir las separaciones de ámbitos entre producción y reproducción, etc.). Finalmente, la propia distinción entre luchas afirmativas y transformadoras se complica en la práctica, donde son posibles reformas no reformistas, afirmativas bajo un criterio estricto, pero que “dan lugar a efectos transformadores porque alteran las relaciones de poder y, por lo tanto, abrir un camino para nuevas luchas que se vuelven cada vez más radicales” (Fraser y Jaeggi 2018: 214).
El planteo de Fraser sobre las luchas de límites es importante porque ilumina cómo los conflictos protagonizados por los movimientos sociales se plasman, en cada fase histórica, en la estructura del orden institucional. La acción, entonces, aparece como una dimensión integrada en la reproducción del capitalismo y a la vez como potencialmente disruptiva. La reproducción societal de la sociedad capitalista aparece horadada por la contingencia en una serie de soluciones de compromiso en las que se sueldan transitoriamente agencia y estructura. Las personas, podemos decir, construyen vidas y formas de subjetividad en torno a la necesidad compulsiva de la acumulación, de maneras variables y contingentes cada vez.
CONCLUSIÓN: TEORÍA AMPLIADA Y LÓGICA CATEGORIAL
Los proyectos de Postone y Fraser despliegan distintas formas de crítica inmanente del capitalismo. Para el primero, la crítica inmanente se basa en la contradicción entre riqueza y valor, que vuelve al capital anacrónico con respecto a sus propios resultados histórico-sociales. Para la segunda, la crítica inmanente se funda tanto en las contradicciones internas del núcleo estructural de la valorización, como en las tensiones inevitables entre ese núcleo y sus condiciones de posibilidad no mercantilizadas. Estas condiciones de posibilidad no deberían idealizarse en sí mismas. Como la autora enfatiza, se trata de condiciones de posibilidad internas al capitalismo y solidarias con el orden institucional de conjunto. Las fronteras del orden institucional no son los sitios exclusivos, ni necesariamente privilegiados, de la crítica del capital. Pero explican su movilidad interna y dinamismo contingente, abierto en parte a la acción. En el cruce entre los conflictos de límites y la lucha de clases, bajo la égida de una alianza de la emancipación con la protección social, es que la autora ve posible refundar la crítica del capitalismo. Postone, en cambio, piensa en las posibilidades de cambio abiertas por la propia dinámica del capital, con los cambios técnicos y sociales que trae su dinámica reificada. El autor enfatiza, en cierta forma, las posibilidades latentes, creadas por el capital, que apuntarían más allá del capitalismo.
La lectura categorial de Postone es más adecuada como conceptualización del núcleo lógico-estructural de la sociedad capitalista. En este punto, es posible hablar de una sola lógica abstracta o formal del capital. Esta lógica-núcleo tiene algunas características históricas únicas, que delimitan la especificidad de la sociedad capitalista y le dan su complexión peculiar. La mediación social mediante el trabajo y la mercancía, la erección del capital como sujeto automático reificado, y el secuestro (parcial) de la política por las compulsiones estructurales resultantes no definen solo un nivel económico de análisis. Explican la forma de mediación social fundamental de la modernidad capitalista, con sus dimensiones objetivas y subjetivas alienadas pero contradictorias y, por lo tanto, superables. Antes que un elemento económico, esta forma de mediación social compone el núcleo lógico-estructural del capital.
La teoría ampliada del capitalismo de Fraser, por su parte, es más amplia de miras, en cuanto incorpora las formas complejas, históricamente cambiantes y parcialmente contingentes mediante las cuales el núcleo lógico de la acumulación se articula con sus condiciones de posibilidad no mercantilizadas. El capital no totaliza la vida social, y solo se levanta como sujeto automático en el nivel modélico. Sus condiciones de trasfondo remiten a un afuera de la lógica del capital, inevitable conforme el carácter abierto, complejo y necesariamente heterogéneo de los sistemas sociales. Luego, la reproducción estructural de la sociedad capitalista reúne momentos necesarios (impuestos por la lógica del capital) y contingentes (dados por condiciones externas a esa lógica, que reflejan la implantación del capital en un medio no puesto por su propia dinámica). La tensión entre la lógica del capital y las determinaciones ontológicamente externas, no derivables lógicamente, da a la sociedad capitalista un carácter abierto, complejo e irreductible a la mediación dialéctica de un sujeto totalizado. Esto significa que se puede hablar de varias “lógicas” o dinámicas de la sociedad capitalista de conjunto, en cuanto esta sociedad excede siempre la determinación inmanente por el capital. Desde el análisis de la abstracción modélica, el capital tiene una lógica social totalizante. Desde el análisis ampliado del orden institucional de conjunto, esa lógica se encuentra con dinámicas otras que le son irreductibles, con las que debe acomodarse en arreglos situados y cambiantes.
Finalmente, el encuentro entre la lógica del capital y dimensiones institucionales heterogéneas crea espacio para la contingencia histórica y social en el capitalismo. En la articulación de necesidad y contingencia estructurales, aparecen los espacios para la agencia humana (lucha de clases, luchas de límites) en medio de la estructura reificada del capital. La acción, por lo tanto, se coagula en parte en las formas asumidas por la dinámica social de conjunto. Participa de la historia del capitalismo en una serie de compromisos ambiguos con la dinámica de la acumulación, donde una lógica social necesaria se realiza cada vez en compromisos situados y contingentes, en parte determinados por la acción humana, con un orden institucional no deducible. Por último, solo porque hay algún grado de agencia en el marco del capitalismo, es que es posible en principio su superación histórica eventual hacia un más allá de la lógica de la valorización.
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Notas