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La Guerra de Malvinas como parte de la Transición democrática. El caso de las Juventudes Políticas de Neuquén durante el conflicto bélico2
Andrea Belén Rodríguez
Andrea Belén Rodríguez
La Guerra de Malvinas como parte de la Transición democrática. El caso de las Juventudes Políticas de Neuquén durante el conflicto bélico2
The Malvinas War as part of the Transition to democracy. The case of the Political Youth of Neuquén during the conflict
Revista Pilquen - Sección Ciencias Sociales, vol. 27, núm. 1, pp. 001-023, 2024
Universidad Nacional del Comahue
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Resumen: El artículo busca repensar una imagen muy difundida y cristalizada, que incluso ha permeado nuestra historiografía: aquella que concibe a la guerra de Malvinas como un momento de total excepcionalidad en las relaciones entre la sociedad civil y la última dictadura militar. Esa interpretación se centra en las múltiples muestras de apoyo al desembarco en las islas por parte de diversos actores sociales, lo que habría producido un reencuentro total y sin fisuras entre la sociedad y el régimen. En esta mirada, la guerra de Malvinas aparece como un momento disruptivo, que se diferencia del incremento de la protesta antes de la guerra y de la explosión social tras la derrota. La guerra de Malvinas, entonces, aparece disociada de la Transición democrática. El trabajo procura reintegrar la guerra de Malvinas a su coyuntura y pensar las continuidades del momento Malvinas con el periodo de preguerra, específicamente en lo que hace a la dimensión política. Para ello reduce la escala de observación al nivel local y focaliza en las prácticas y construcciones de sentido desplegadas por integrantes de las Juventudes Políticas de Neuquén, una agrupación conformada durante el conflicto bélico por militantes de los principales partidos de la provincia. El artículo historiza la configuración de la organización juvenil multipartidaria desde la perspectiva sociocultural de la guerra, a partir del análisis de prensa periódica regional, fuentes intrapartidarias y testimonios orales.

Palabras clave: Guerra de Malvinas, Transición democrática, Sociedad civil, Juventudes Políticas, Neuquén.

Abstract: The article seeks to rethink a widespread and crystallized image, which has even permeated our historiography: the one that conceives the Malvinas war as a totally exceptional moment in the relations between civil society and the last military dictatorship. This interpretation focuses on the multiple displays of support for the landing on the islands by various social actors, which would have produced a total and seamless reunion between society and the regime. In this perspective, the Malvinas war appears as a disruptive moment, which differs from the increase in protest before the war and the social explosion after the defeat. The Malvinas war, then, appears disassociated from the Transition to democracy. The work seeks to reintegrate the Malvinas war into its conjuncture and think about the continuities of the Malvinas moment with the pre-war period, specifically regarding the political dimension. To do this, it reduces the scale of observation to the local level and focuses on the practices and constructions of meaning deployed by members of the Political Youth of Neuquén, a group formed during the war by militants from the main parties in the province. The article historicizes the configuration of the multiparty youth organization from the sociocultural perspective of the war, based on the analysis of regional periodical press, intraparty sources and oral testimonies.

Keywords: Malvinas War, Transition to democracy, Civil society, Political Youth, Neuquén.

Carátula del artículo

La Guerra de Malvinas como parte de la Transición democrática. El caso de las Juventudes Políticas de Neuquén durante el conflicto bélico2

The Malvinas War as part of the Transition to democracy. The case of the Political Youth of Neuquén during the conflict

Andrea Belén Rodríguez
Instituto Patagónico de Estudios de Humanidades y Ciencias Sociales (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas/Universidad Nacional del Comahue); Grupo de Estudios de la Norpatagonia sobre el Pasado Reciente (Centro de Estudios Históricos de Estado, Política y Cultura/Universidad Nacional del Comahue); Universidad Nacional del Sur, Argentina
Revista Pilquen - Sección Ciencias Sociales, vol. 27, núm. 1, pp. 001-023, 2024
Universidad Nacional del Comahue

Recepción: 01 Septiembre 2023

Aprobación: 17 Enero 2024

INTRODUCCIÓN

Desde la inmediata posguerra1, se difundió una imagen sobre el impacto social y político de la guerra de Malvinas, que incluso ha permeado nuestra historiografía: aquella que concibe al conflicto del Atlántico Sur como un momento de total excepcionalidad en las relaciones entre la sociedad civil y la última dictadura militar. Esa interpretación se centra en las múltiples muestras de apoyo al desembarco en las islas por parte de diversos actores sociales, lo que habría producido un reencuentro total y sin fisuras entre la sociedad y el régimen. En esta mirada, la guerra de Malvinas aparece como un momento disruptivo, que se diferencia del incremento de la protesta antes de la guerra y de la explosión social tras la derrota (Rodríguez 2022a). La guerra de Malvinas, entonces, aparece disociada de la Transición democrática2.

El artículo procura repensar esa imagen y reintegrar el conflicto bélico a su coyuntura, buscando identificar las continuidades y rupturas del momento Malvinas con el período de preguerra, específicamente en lo que hace a la dimensión política. En particular, focaliza en las Juventudes Políticas de Neuquén, una agrupación conformada durante la guerra de Malvinas por integrantes de los tres principales partidos de la provincia: el Movimiento Nacional Justicialista (MNJ), la Unión Cívica Radical (UCR) y el Movimiento Popular Neuquino (MPN, el partido provincial hegemónico). Se trata de una entidad multipartidaria de jóvenes que se constituyó en mayo de 1982: tanto su temprana actuación -si la comparamos con el conocido Movimiento de Juventudes Políticas (MOJUPO) que recién se constituyó a mediados del año 19833-, como el hecho de que se haya conformado precisamente durante la guerra, son factores de interés para la problemática que aborda el presente trabajo.

En tal sentido, el artículo persigue tres objetivos distintos, pero que se complementan. En primer lugar, contribuir a la historia local al reconstruir los inicios de las Juventudes Políticas de Neuquén, una agrupación que tuvo un rol central en el ámbito político, pero que hasta el momento no ha sido investigada. En segundo lugar, el trabajo es parte de una investigación más amplia sobre el impacto del conflicto bélico en Neuquén desde una perspectiva sociocultural, que busca repensar las relaciones entre la sociedad civil y la guerra4. Así, al indagar en la trayectoria de los jóvenes referentes de la agrupación y en particular en las variables que los llevaron a tomar la decisión de constituir la entidad durante la guerra, el supuesto consenso automático al conflicto bélico por la justicia de la causa de soberanía, se complejiza al pensar en las motivaciones de los actores, en los distintos objetos de apoyo, en sus propias historias y representaciones de la guerra y la paz. En tercer lugar, y en paralelo, el artículo pretende demostrar en una investigación concreta y situada, el valor de los testimonios orales para la reconstrucción del pasado reciente, y en particular su aporte para abordar los matices y grises en las actitudes sociales frente al conflicto bélico que hubiesen sido imposibles de reconstruir solo en base a fuentes escritas.

Para llevar a cabo esos múltiples objetivos, el trabajo está dividido en dos apartados. El primero, reconstruye los inicios de las Juventudes Políticas de Neuquén solo a partir de las noticias publicadas en dos periódicos locales: el diario Río Negro y el periódico La Trastienda.5 En particular, aborda sus acciones iniciales y fundantes y los sentidos que construyeron sobre el conflicto. El segundo apartado vuelve sobre los orígenes de la agrupación, pero esta vez a partir de los aportes de los testimonios orales de los referentes y sus repositorios personales, lo que permite echar una nueva luz sobre las trayectorias, redes y tramas en las que se insertó la entidad, así como en su funcionamiento concreto. Es de destacar que los cuatro testimonios utilizados en esta investigación fueron construidos a partir de entrevistas semiestructuradas realizadas por la autora, y que el método para la construcción de la muestra fue en primer lugar a partir de la búsqueda de referentes que eran mencionados en la prensa, y luego, a través del método “bola de nieve”.6

LA CONFORMACIÓN DE LAS JUVENTUDES POLÍTICAS DE NEUQUÉN: LA HISTORIA CONTADA DESDE LA PRENSA

En Neuquén, el desembarco en las islas Malvinas el 2 de abril de 1982 se vivió intensamente. Desde ese momento, y al igual que en el resto del país, las movilizaciones y comunicados públicos de las más diversas agrupaciones sociales dando su aval a la “recuperación” y las acciones de solidaridad destinadas a los combatientes fueron moneda corriente. Si bien los neuquinos se mantuvieron en vilo y atentos a las noticias del conflicto y se movilizaron para contribuir al esfuerzo de guerra, sin embargo, su vida cotidiana prácticamente no se vio alterada por el clima bélico, en cuanto a los operativos de seguridad, a diferencia de las ciudades del litoral patagónico7. De todas formas, hubo algunas excepciones, como el multitudinario recibimiento del cuerpo del conscripto Jorge Águila, que había fallecido en las islas Georgias el 3 de abril y fue uno de los pocos caídos cuyo cuerpo pudo trasladarse al continente. Ese acontecimiento marcó a la sociedad neuquina, que tempranamente “pasó de la exaltación del patriotismo a la reflexión del difícil y crítico panorama”8, al punto que algunos actores como la Iglesia Católica, sus grupos juveniles y los organismos de DDHH comenzaron a realizar manifestaciones pacifistas (Rodríguez 2022a).

En esa coyuntura, las Juventudes Políticas de Neuquén se presentaron en la esfera pública a fines de mayo. En un momento en el que la guerra ya había llegado a un punto de no retorno, puesto que se habían producido los primeros combates y se habían diluido casi completamente las posibilidades de resolver el conflicto en forma diplomática, los jóvenes integrantes de los tres principales partidos de Neuquén conformaron una entidad que nació con un fuerte activismo en la búsqueda por encontrar, o más bien construir, un lugar propio en la sociedad y política neuquina. Su actuación durante la contienda fue breve, pero a la vez intensa y vertiginosa, y marcó el inicio de una agrupación que tuvo un papel clave en la arena política en la posguerra.

En concreto, el 24 de mayo de 1982, los jóvenes del Movimiento Nacional Justicialista –agrupados en el Ateneo Juvenil Peronista “Arturo Jauretche”-, de la Unión Cívica Radical y del Movimiento Popular Neuquino9 distribuyeron un comunicado público que daba cuenta de su conformación, así como explicitaba su posicionamiento frente al conflicto bélico. Desde el inicio, aclaraban que se trataba de una agrupación autoconvocada que buscaba dejar a un lado sus diferencias partidarias, para encontrar puntos comunes respecto a cuestiones fundamentales de la actualidad argentina10.

Dado el momento en que se conformaron y el contenido de los primeros comunicados, era evidente que la guerra de Malvinas había conmovido a estos jóvenes, los había interpelado al punto de “sentirse obligados” a reunirse y expresarse en el espacio público. El primer comunicado que difundieron en conmemoración del 25 de Mayo (efeméride que recuerda la Revolución de Mayo, un acontecimiento fundacional de nuestro país) daba cuenta de ello. Llevaba por título “Nace a la faz de la tierra una nueva y gloriosa nación…”, y en solo algunas líneas, los jóvenes agradecían a los “soldados de la patria por derramar vuestra sangre generosa y heroicamente en defensa de nuestra dignidad nacional”, a Latinoamérica y a los países del Tercer Mundo “por su solidaridad con la causa de los Pueblos que luchan por su liberación contra la decadente prepotencia de los poderosos”. Por último, luego de enlazar el presente a un pasado de “gestas heroicas” y a un futuro de paz, justicia y grandeza, afirmaban: “Tu juventud reencuentra su fe en el sentido trascendente de la vida que lo da el AMOR A NUESTRO PUEBLO, a NUESTRA TIERRA, a NUESTRAS RAICES HISTORICAS, a NUESTROS HERMANOS DE RAZA. POR UNA PAZ DIGNA. ¡VIVA LA PATRIA!”11.

Tanto este como el resto de los comunicados que difundieron las Juventudes Políticas de Neuquén compartían la misma perspectiva nacionalista, antiimperialista y latinoamericanista, que para este momento del conflicto tan ampliamente se buscaba difundir desde “arriba”, por parte del gobierno y los medios de comunicación, pero también desde “abajo”, desde las más diversas agrupaciones sociales. Desde esa clave de lectura, el conflicto era interpretado como una guerra justa, por la causa en la que se basaba (la recuperación de un territorio usurpado por Inglaterra, tal como generaciones de argentinos habían aprendido por años), y sus combatientes como héroes dispuestos a entrar en el panteón nacional.

A decir verdad, para las Juventudes Políticas, más que una guerra entre Argentina e Inglaterra, se trataba de un conflicto en el que los países históricamente subyugados –nuestro país, apoyado por Latinoamérica, y los países el Tercer Mundo- por fin se levantaban contra las potencias imperialistas –Gran Bretaña apoyada por su socia, EEUU-, que creían que la fuerza era más que el derecho. Al enmarcarla en las luchas independentistas del siglo XIX, para las Juventudes se trataba del “reinicio de una gesta por la Liberación Nacional con un profundo contenido antiimperialista de todo el Pueblo Argentino, contra los invasores ingleses, pero fundamentalmente contra la agresión Norteamericana, que impulsan a aquellos para detener a Argentina y Latinoamérica en sus intentos por independizarse”12. Desde esta perspectiva, la responsabilidad de la guerra recaía en Inglaterra y en general en las potencias imperialistas que configuraban y sostenían un mundo injusto en su favor. La guerra, por fin, había puesto sobre el tapete quiénes eran nuestros aliados y quiénes los enemigos de siempre, pero que a veces por motivos económicos algunas elites preferían olvidar.

El hecho de atreverse a desafiar a las potencias para defender lo propio tanto dignificaba a nuestro país como a su vez permitía refundarlo. Era la posibilidad de que naciera una sociedad más unida, más solidaria, y más justa, como lo demostraban las múltiples movilizaciones que se habían realizado a lo largo y ancho del país. Por ende, las Juventudes también se sumaron a la esperanza de una Nueva Argentina, propuesta por el régimen militar y compartida por amplios sectores sociales (Guber 2001; Lorenz 2006). Sin embargo, para esa agrupación –al igual que para tantos otros contemporáneos- la Argentina que debía nacer del fuego del 2 de abril, difería de aquella propuesta por la dictadura. Si para el régimen, la recuperación de las islas era motivo suficiente para esa refundación porque implicaba un país íntegro desde el punto de vista territorial, para las Juventudes el 2 de abril era la posibilidad “de recuperar nuestra soberanía en todos los frentes: político, económico y cultural”13.

Desde la perspectiva de la agrupación juvenil, para llegar al nacimiento de una Nueva Argentina debía lograrse la unidad nacional en forma estable y ese era un objetivo por el que había que trabajar, no algo que se había logrado automáticamente el 2 de abril. Para las Juventudes, la unidad nacional vendría de la asociación del “Pueblo argentino” y sus FF.AA.: ambos tenían que cumplir un rol en ella, pero previamente debían revisar su pasado y modificar lo necesario. Con la recuperación del archipiélago se había dado un paso en ese sentido: en ese hecho, las FF.AA. habían representado las legítimas aspiraciones de la sociedad argentina por defender sus intereses; unas FF.AA. que por fin habían dejado de responder a “los poderes financieros internacionales” y la “oligarquía”, para reencontrarse con su pueblo y con un proyecto nacional14. Y en ese mismo momento, el “Pueblo argentino” se había transformado en una “Nación en Armas”:

Ello es así porque la Argentina se ha transformado en una NACION EN ARMAS. Los trabajadores, los agricultores, los industriales, los comerciantes, los profesionales, los políticos, etc., cuyos hijos nutren las tropas, han demostrado sobradamente que ocupan sus puestos de lucha para ganar la batalla inmediata por las Malvinas que se preparan por la batalla más larga por la REAFIRMACION NACIONAL15.

Pero para lograr la definitiva unidad nacional, las FF.AA. debían depurarse a sí mismas de los elementos imperialistas, colonialistas y cercanos a la oligarquía, que estaban sobre todo en el ministerio de economía, y de aquellos que usaron la represión para castigar a los que no estaban de acuerdo con ese modelo económico16. Ante todo, para consolidar una Nueva Argentina había que cambiar radicalmente la política económica de una de “especulación a una de producción”17, de defensa del trabajo y los recursos naturales. Asimismo, para hacer realidad esa Argentina unida, los partidos y sindicatos tenían que depurarse de las “tendencias antidemocráticas y absolutistas” y dejar atrás las “absurdas divisiones”: “solo la democracia interna permitirá que el frente civil sea realmente poderoso”. Pero ante todo, para lograr una Nueva Argentina era necesario recuperar las libertades civiles y retornar “al funcionamiento irrestricto de nuestra Constitución Nacional”18.

Por ende, para las Juventudes Políticas, no había duda respecto de la actitud que había que adoptar frente al conflicto: un apoyo absoluto a la guerra era el único posicionamiento posible en esa coyuntura; aval a la contienda, que, como vimos, no era sinónimo de apoyo a la dictadura en todas las dimensiones. En contrapartida, demandaban una paz condicionada a la “justicia” y “dignidad”, que no implicara el renunciamiento de soberanía.

El apoyo de las Juventudes Políticas a la contienda, también y esencialmente, estaba vinculado a una identificación generacional marcada por la guerra: “Ante las difíciles horas que vive la patria, las Juventudes Políticas de Neuquén sentimos el ineludible deber de la hora, como jóvenes y como argentinos de expresar nuestra más sincera solidaridad y apoyo a nuestros jóvenes soldados que hoy defienden la soberanía del Atlántico Sur”19. Tengamos presente que la gran mayoría de los combatientes en la guerra eran conscriptos de entre 18 y 20 años que estaban haciendo el servicio militar obligatorio. Es por ello que los jóvenes integrantes de los partidos buscaban contribuir al esfuerzo de guerra desde el continente, aportando su granito de arena al enorme sacrificio realizado por sus congéneres en el archipiélago.

En tal sentido, si nos atenemos a la superficie de los diarios, es posible encontrar dos variables de distinta índole que confluyeron y explican el surgimiento de la agrupación. Por un lado, como indicamos, la iniciativa propia de los jóvenes de los partidos políticos que se sintieron interpelados por la guerra desde sus marcos de sentido, y en particular por la presencia de otros hombres de su misma edad poniendo el cuerpo en ella –lugar que bien podrían estar ocupando ellos. De hecho, en las acciones que realizaban, su identidad en tanto jóvenes era constantemente destacada para advertir el lugar desde el que hablaban. Por caso, su primera actividad pública fue una mesa redonda denominada “La juventud y las Malvinas” en la que debatieron sobre el conflicto y la soberanía nacional, la unidad nacional y la unidad latinoamericana que tuvo una gran repercusión: contó con tanto público que el local del Ateneo “Jauretche”, donde la llevaron a cabo, fue insuficiente. Durante los extensos y acalorados debates, según el periodista de La Trastienda, “quedó palmariamente demostrada la avidez de la juventud de incorporarse con fuerza a los planos de la discusión de los temas de interés público. El marginamiento que a ese importante sector de la sociedad argentina se sometió en estos últimos años fue retiradamente tomado como punto de partida para conceptos que apuntaban al reclamo de un papel protagónico”20.

Por otro lado, el cambio en la imagen del joven en la opinión pública producto justamente de la guerra, les dio la posibilidad a los jóvenes políticos neuquinos de visibilizarse como una agrupación legítima con voz propia. Así, desde los primeros días del conflicto, dicha figura comenzó a acumular una serie de sentidos, que implicó una relegitimación pública de la misma en el marco de la dictadura. En contraste con la imagen del joven como “sospechoso” (Vila 1989) por ser la encarnación -o presa fácil- de la “subversión” (Luciani 2017: 53-58), el conscripto expresaba la esperanza de una Nueva Argentina –unida, solidaria y soberana-, la posibilidad de regeneración de una sociedad que venía duramente golpeada, de promesa de cambio y de un futuro mejor21. Si bien –como indica Luciani (2017:228)- esos sentidos no aparecían estrictamente en los discursos de las máximas autoridades militares, puesto que los integrantes de la Junta Militar no referían a los soldados en tanto jóvenes, en cambio esa representación del conscripto sí comenzó a poblar las páginas de los diarios y revistas, y los discursos de los civiles y militares en los actos (Lorenz 2006: 69-74).

Esta resignificación y legitimación de la figura del joven (Vommaro y Cozachcow 2018:290) explica tanto la conformación de la agrupación y su visibilización, como el espacio que lograron conquistar rápidamente; y sobre todo las ilusiones que despertaron en sus comprovincianos. De hecho, tanto el principal diario regional – Río Negro- como otro breve periódico alternativo –La Trastienda- cubrieron sus actividades y publicaron sus comunicados. Ambos medios seguían con avidez a esta agrupación y situaban en ella la esperanza de cierta comunidad de intereses y objetivos entre los tres principales partidos provinciales, en contraste con la errática e inestable trayectoria de la Multipartidaria provincial, cuyo accionar estuvo atravesado por múltiples conflictos entre el MPN y el MNJ y por cuestiones internas de este último partido, lo que le restó efectividad y fuerza (García 2018). Como indicaba La Trastienda:

El encuentro de jóvenes de estas tres corrientes políticas populares no tiene realmente antecedentes en la provincia y se ha constituido evidentemente en un hecho de interés, sobre el que observadores han centrado su atención (…). El hecho aparece realmente como auspicioso sobre todo en una provincia donde hasta la Multipartidaria terminó diluyéndose por las intolerancias entre dirigentes de líneas opuestas o de diferente raigambre22.

De hecho, en sus comunicados, los jóvenes les demandaban insistentemente a los dirigentes de sus partidos que se unieran en apoyo a la guerra y tomaran una actitud más firme y protagónica liderando la movilización social, frente al débil y moderado accionar que la mayoría sostuvo durante el conflicto23.

LOS ORÍGENES DE LAS JUVENTUDES POLÍTICAS: ¿QUÉ NOS APORTAN LOS TESTIMONIOS ORALES?

Esta primera reconstrucción de los inicios de las Juventudes Políticas realizada en base a los periódicos, que aborda algunas variables en el surgimiento de las mismas, así como su posicionamiento frente a la guerra y la paz, aparece como insuficiente. ¿Quiénes eran los jóvenes que se reunían y qué trayectorias portaban? ¿Había vínculos previos entre los integrantes de los distintos partidos? ¿Qué objetivos buscaban al conformar esta agrupación? ¿Por qué decidieron constituirla precisamente durante la guerra de Malvinas? ¿Cómo fueron los encuentros entre jóvenes de partidos que eran muy distintos e incluso que cargaban con historias de conflictos y rivalidades manifiestas? ¿Cuáles eran las tramas partidarias e intelectuales en las que se referenciaban y que fundamentan los sentidos que le dan al conflicto? Esos son algunos de los interrogantes que quedan pendientes, que refieren a la clave experiencial, a las redes y tramas humanas, y que solo es posible abordar –aunque muy sintéticamente debido al espacio disponible- mediante los testimonios orales de los referentes de las Juventudes Políticas, y sus repositorios personales.

En principio, para comprender la constitución de las Juventudes Políticas de Neuquén es necesario tener presente también otras variables previas al conflicto bélico. La crisis de la dictadura militar se dio en paralelo a –y en parte como consecuencia de- la movilización de algunos actores sociales que comenzaron a demandar por el cambio de la política económica, el regreso al Estado de derecho, y en menor medida, por los desaparecidos. Tras los años más álgidos de represión, para fines de 1980 y comienzos de 1981, en Neuquén empezaron a reorganizarse las estructuras políticas y sindicales, que sumaron su voz en el espacio público a la de los organismos de DDHH y la Iglesia Católica que venían manifestándose desde los inicios de la dictadura24. Frente a la descomposición del régimen, los militantes comenzaron a reactivar las filas partidarias, de forma cautelosa y con poca visibilidad pública.

Como parte de este proceso, para 1981, algunos jóvenes que habían militado en los ‘70 y se habían replegado al ámbito privado en los años más álgidos de la represión, comenzaron a reunirse, reorganizarse e, incluso, conformaron agrupaciones y empezaron a actuar públicamente25. Si bien ese fue un proceso que transitaron los jóvenes de los tres partidos políticos que luego conformarían las Juventudes Políticas de Neuquén, para mediados de 1981 eran los jóvenes peronistas quienes llevaban la delantera en su recomposición, incluso conformando dos entidades propias: el Ateneo Juvenil Peronista “Arturo Jauretche” y el Centro de Estudios Neuquinos. Desde ambos espacios, sus integrantes difundieron comunicados ante acontecimientos de actualidad provincial o nacional y realizaron charlas que buscaban difundir la doctrina peronista, sobre todo entre la juventud, con el objeto de formar cuadros políticos aptos, honestos y democráticos, de cara al futuro gobierno democrático26.

En los inicios del Ateneo, sus referentes eran jóvenes que en los ‘70 habían formado parte de organismos juveniles ligados a “la ortodoxia peronista”, como Encuadramiento o Juventud Peronista Lealtad, y que se habían enfrentado con los sectores ligados a la Tendencia Revolucionaria por su interpretación de la doctrina peronista y por continuar con la lucha armada durante el tercer gobierno peronista27. El cuestionamiento de la lucha armada y la defensa de la democracia era, de hecho, la plataforma en común que compartían los jóvenes justicialistas con sus congéneres radicales y del MPN. Como recuerda Oscar Smoljan, quien dirigía la Juventud Radical en 1982:

El organismo funcionaba con otro criterio: era la unión de las juventudes políticas en defensa de determinadas cosas. En muchas cosas coincidíamos, en otras… No vas a encontrar por ejemplo documentos que auspicie cualquier cosa que tuviera que ver con la lucha armada o con alguna locura de los Montos [Montoneros]. Esa no porque ahí era como un límite absoluto28.

Si bien antes de la guerra tanto la Juventud Radical (vinculada al Movimiento de Renovación y Cambio liderado por Raúl Alfonsín) como la del MPN estaban dando sus primeros pasos en la reorganización, ese era un posicionamiento que habían sostenido ambos históricamente, aún en los ‘70, cuando no era una postura mayoritaria en los círculos políticos juveniles. Entonces, la valorización de la democracia como forma de gobierno no era algo nuevo para estos jóvenes, a diferencia de quienes habían militado en las organizaciones revolucionarias (Blanco y Vommaro 2018).

Asimismo, influenciados por la Multipartidaria Nacional pero también por sus propias trayectorias partidarias29, las tres Juventudes compartían su creencia en la necesidad de llegar a acuerdos mínimos con otros sectores –dejando a un lado intereses particulares-, y conformar organismos multipartidarios o multisectoriales para luchar por objetivos comunes: en este caso, el regreso al Estado de derecho y el cambio de la política económica. En términos generales, buscaban la unidad del “campo popular” para luchar por la soberanía en forma integral, tal como recuerda Smoljan:

Nosotros [los integrantes de la Juventud Radical] trabajamos fundamentalmente en elevar el nivel de conciencia, aglutinar a la sociedad para recuperar la democracia, ese era nuestro trabajo esencial y participamos de todas las actividades de las juventudes políticas porque creíamos en los organismos de masa. (…) A mí me interesaba las juventudes políticas como instrumento de unión de las juventudes contra un objetivo central que era la dictadura. Después teníamos diferencias, nosotros no éramos lo mismo que el PJ, no éramos lo mismo que el PC [Partido Comunista], no éramos lo mismo que el MPN, teníamos nuestras diferencias, pero priorizábamos el enemigo común que era la dictadura. (…) Y siempre estuvimos a favor de los organismos multipartidarios, porque era una manera de unir al pueblo, la dictadura se basaba en dividir al campo popular, entonces estos instrumentos eran todo lo contrario30.

Por ende, estos jóvenes neuquinos estaban transitando un recorrido propio, de búsqueda de acuerdos y diálogos, en pos de un objetivo fundamental, siguiendo en ello a la Multipartidaria nacional y mostrándose como el anverso de la Multipartidaria provincial, fragmentada por conflictos casi irreconciliables. Es por ello que Jorge Demis –recién ingresado a la Juventud del MPN para 1982- reflexiona que de su paso por la agrupación multipartidaria aprendió que “había un bien superior, no? El bien de la democracia, de las libertades públicas, del consenso, yo aprendí mucho en mi experiencia en torno al consenso”31.

Además, los referentes de las juventudes de los tres partidos se conocían, tenían contactos e incluso habían participado conjuntamente de algunas de las escasas acciones políticas públicas que se realizaron en Neuquén antes de la guerra, aunque algunos de ellos con más visibilidad que otros. En particular, pudimos rastrear dos acciones conjuntas y/o coincidencias. En primer lugar, la conmemoración de la batalla de la Vuelta de Obligado en noviembre de 1981 -acto que reivindicaba la defensa por la soberanía- organizado por los jóvenes peronistas desde el Centro de Estudios Neuquinos y en el que participaron gran parte de los dirigentes políticos de la provincia32. En segundo lugar, en febrero y marzo de 1982 los dirigentes de los distintos partidos y los jóvenes peronistas se manifestaron públicamente en defensa de los recursos naturales de Neuquén, oponiéndose a los proyectos de privatización de las empresas estatales y de exportación del gas natural de la cuenca neuquina comunicados por la dictadura33.

Entonces, estos jóvenes que provenían de estructuras con diferente grado de organización interna, ya habían constituido redes y organizado algunas tramas interpartidarias previamente al conflicto. Sin embargo, no fue sino hasta la guerra de Malvinas que decidieron agruparse y conformar una entidad propia. ¿Por qué? Las variables que vimos en el apartado anterior, la identificación generacional con los combatientes y la nueva imagen del joven en la opinión pública, sin dudas fueron claves en su decisión. Pero, algunos entrevistados indican otros dos factores esenciales que permiten comprender las continuidades y rupturas que significó la guerra de Malvinas para quienes militaban políticamente. Como explica Aldo Duzdevitch, referente del Ateneo “Jauretche” y uno de los dirigentes clave de las Juventudes:

La guerra nos da la posibilidad ya de salir con absoluta libertad: si lo que vamos a hacer es marchas a favor de la guerra, no te podés enojar con nosotros, no podés venir a reprimir. Digamos, la guerra nos da esa gran posibilidad, bueno ya está, se terminó, se terminó la dictadura. Ya somos dueños de la calle, ya estamos nosotros en la calle y no nos pasa nada, eso sería34.

Por ende, la conformación de las Juventudes Políticas también está vinculada al aprovechamiento de los espacios que habilitó la guerra, que por su misma dinámica de movilización social llevó a cierto relajamiento de los controles. Jorge Demis, militante del MPN, recuerda esa misma situación de conquista de una relativa libertad tras el 2 de abril: Con la guerra “… había como una… no te digo libertad, pero había como mayor capacidad de movimiento, ¿no? Uno ya se puede mover un poquito más, con cuidado sin meterte… conociendo las reglas del juego”35.

Sin embargo, aun el régimen militar seguía controlando y reprimiendo, como lo había demostrado muy pocos días antes del desembarco en la movilización de la CGT del 30 de marzo en Buenos Aires y Mendoza. Frente a esta situación, la conformación de la entidad también estuvo vinculada a una política del cuidado por parte de militantes que habían sufrido el terrorismo de Estado de diversas formas (persecución, amenazas, represión en las calles y en los casos más extremos, secuestro, tortura y prisión). Así, como explica Duzdevitch, la conformación de un organismo amplio, que incluyera a los principales partidos de la provincia, les daba mayor seguridad en su accionar: “en la medida que vos ampliabas la cosa, estabas más seguro, o sea, cuanto más amplio era al espectro político tenías mayores… sobre todo si metíamos el MPN, nos daba, es decir no estar tan aislados”36.

En los inicios de las Juventudes, los integrantes del Ateneo fueron los que lideraron su organización. Según Aldo Duzdevitch, eso se debía sobre todo a que ellos eran los que más experiencia de militancia política tenían:

Es posible que estos chicos hayan tenido alguna vinculación, pero no tenían militancia política. Los que ya veníamos curtidos con la militancia y cómo organizarla, correr de la policía, ir preso, todas esas cosas, éramos nosotros. Entonces era medio… los que “bueno venga hacemos esto, hacemos lo otro, vengan para acá, vos decí…”, era medio así naturalmente37.

Si bien ello no necesariamente era así, puesto que algunos referentes de las otras juventudes también contaban con amplia trayectoria militante, como Smoljan de la UCR y Luis Sapag del MPN, lo cierto es que los jóvenes peronistas del Ateneo eran un grupo más numeroso, todos con experiencia militante, con autonomía y mejor organizados en ese entonces. Esa situación explicaría el liderazgo del Ateneo en los inicios de las Juventudes, lo que –por otra parte- se puede corroborar no solo por lo que indican los entrevistados, sino porque las primeras actividades que realizaron se llevaron a cabo en el local del Ateneo (de hecho, en ese entonces la Juventud Radical no tenía local propio) y al día de hoy son sus integrantes lo que resguardan la documentación.

La impronta de los jóvenes del MNJ en la organización de las Juventudes, también se puede identificar en los comunicados de la entidad, y en particular en su posicionamiento frente a la guerra. La interpretación de la guerra desde una clave de lectura nacionalista, antiimperialista y latinoamericanista, si bien era una lectura que en parte compartían la mayoría de los integrantes de la agrupación, sin dudas provenía de los jóvenes peronistas. De todas formas, la guerra motivó acalorados debates en las Juventudes –tal como se explicitaba en La Trastienda- y al interior de cada partido, que se zanjaron al establecerse acuerdos mínimos en función de la mayoría. Mario Colonna, dirigente sindical que había estado en un centro clandestino de detención y luego en prisión y que tenía un hermano desaparecido, da cuenta de estos intercambios de opinión por parte de los integrantes del Ateneo “Jauretche” que portaban trayectorias muy distintas:

Salgo de trabajar, me voy hasta la Jauretche: “no, viste lo de las Malvinas” “si” le dije [no suena entusiasmado, a diferencia del resto], “enhorabuena -digo-, por fin, pero nos van a pegar una pateadura” “Nooo!! tenemos que confiar, noo, por fin, este es Cruz, se van a convertir en Cruz”. Por Martín Fierro y Cruz. (…) Vos fíjate… “muchachos yo en estos milicos no confío en nadie, son unos hijos de puta, han sido hijos de puta, van a seguir siéndolo desde el 55 en adelante” “No, pero tenemos que rescatarlos, hay milicos…”38.

Esa primacía de la juventud peronista en el organismo se vislumbra también cuando se comparan los comunicados del Ateneo y los de las Juventudes Políticas, puesto que son muy similares, no solo en esos marcos de sentidos fundamentales sino también en su propuesta de refundación nacional. En particular, en su mirada del rol de las FF.AA. y en su concepción de la defensa nacional. Como indica Colonna, para la mayoría de los integrantes del Ateneo, con la “recuperación” de las islas las FF.AA. se habían relegitimado, más aun, se habían reencontrado con su misión histórica: la defensa de la soberanía integralmente entendida. Al igual que el sargento Cruz, que había desertado de las milicias que oprimía a su propio pueblo para defender al gaucho Martín Fierro, las FF.AA. se habían reencontrado con la sociedad argentina al atreverse a defender la soberanía de nuestro territorio contra las potencias imperialistas, y en definitiva estaban reeditando la unión FF.AA.- Pueblo del primer peronismo. En esta mirada esperanzadora de las FF.AA., los integrantes del Ateneo se remontaban a la doctrina peronista y en paralelo estaban influenciados por la Revista Línea que había comenzado a publicarse en 1980 y que los jóvenes peronistas neuquinos leían39. Para indicar la influencia de esa publicación en su mirada de la guerra y las FF.AA., Duzdevitch explica:

Cuando llegamos a lo de Malvinas, fue como como que ya veníamos previendo… no previendo esto, pero esperando esto, ¿no? Que era la fractura de las Fuerzas Armadas, de un sector nacional de la Fuerza Armada (…). Nosotros veníamos con esa cosa de que acá lo único que podía cambiar el rumbo de la dictadura era que surgiera dentro de la Fuerza Armada un sector nacional que rompiera con el sector liberal. Entonces…

E: Malvinas vino como a hacer realidad eso supuestamente, desde esa óptica

Claro, Malvinas viene a hacer realidad esto. Entonces todos nosotros veníamos diciendo (…): cuando los de Martínez de Hoz [Ministro de Economía entre 1976-1981] decían da lo mismo fabricar acero que caramelos, nosotros hablábamos del concepto de lo que era la guerra integral de Perón, de la nación en armas (…). Es decir, un país para entrar en guerra tiene que tener industrias básicas: petróleo, acero, y a partir de ahí aviones y tanques y armas y buques y tecnologías. O sea, ¿quién puede darse el lujo de tener los mejores ejércitos? Y las naciones que son desarrolladas. Primero tenés que tener un desarrollo, un desarrollo nacional justamente soberano porque básicamente se trata de la soberanía (…). En ese momento la discusión con el sector liberal era esa, la que se refleja en Línea40.

El concepto de “Nación en armas” al que hace referencia Duzdevitch y que aparece en los comunicados de las Juventudes Políticas, es característico de la propuesta de Perón sobre la defensa nacional. Si bien era una concepción difundida en los ‘40 –es decir no era de su autoría y además lo precedía-, en sus discursos y escritos el líder insistía constantemente en la necesidad de comprender la defensa como una cuestión en la que estaban involucradas no solo las FF.AA., sino la nación entera, con su producción y el desarrollo industrial, la ciencia y la tecnología, los recursos naturales, el transporte y las vías de comunicación (Decandido 2022).

CONCLUSIONES

Desde la inmediata posguerra, la relación entre la guerra de Malvinas y la Transición democrática se pensó en términos de ruptura: para el régimen militar, el conflicto bélico habría significado la posibilidad de relegitimarse –por lo menos temporalmente- debido al amplísimo consenso que cosechó el desembarco en las islas. En tal sentido, se destacó que, a lo largo del conflicto, el régimen se fortaleció, relegó las críticas a un segundo plano –porque lo importante era el esfuerzo bélico- y quedaron subordinadas las demandas de un regreso al Estado de derecho, que pareció esfumarse a un horizonte más lejano.

Con el objeto de matizar y complejizar esa interpretación, este trabajo procura pensar el conflicto bélico no solo en términos de excepcionalidad, sino también de continuidades, tratando de cuestionar la idea de un consenso total y sin fisuras al régimen en todos sus frentes y de resituar la conflictividad durante la contienda (Rodríguez 2022a). La propuesta realizada por Alonso, siguiendo a Charles Tilly, de pensar en términos de democratización para evitar interpretar la transición dictadura-democracia solo como una alternancia de regímenes políticos y en cambio considerar “la erosión del poder dictatorial como un proceso complejo en el que fueron instalándose las disidencias, oposiciones y alternativas al Gobierno militar” (2018:77), nos permite redimensionar el conflicto bélico como un hito de central importancia en el proceso de ampliación de los márgenes de acción y reclamo.

En este sentido, hacer foco en las Juventudes Políticas del Neuquén posibilita identificar claramente las rupturas y continuidades que implicó el conflicto para quienes militaban en espacios partidarios. Para estos jóvenes que ya venían organizándose, reencontrándose e incluso algunos de ellos alzando su voz contra la dictadura en el espacio público, la guerra de Malvinas significó la posibilidad de visibilizarse y ganar un espacio en la sociedad y política neuquina; significó volver a ser “dueños de la calle” -como expresaba Duzdevitch. La nueva estructura de oportunidades dada por la distensión de los controles asociados a la dinámica de la movilización bélica y por la resignificación de la figura del joven –ahora reivindicado como promesa y garantía de una Nueva Argentina- permitió esta nueva legitimación de espacios ligados a los jóvenes. En tal sentido, la conformación de la agrupación multipartidaria neuquina no se puede deslindar de otros procesos que se dan en forma contemporánea y demuestran esta misma apropiación del espacio público durante la contienda por parte de otros jóvenes: el boom del rock nacional –propio de la cultura juvenil- hasta ese momento en catacumbas (Vila 1985), o el comienzo de la militancia estudiantil en algunas universidades nacionales –como la Universidad de Buenos Aires (Seia 2016), pero no así la del Comahue (Iuorno y Cáceres 2023) ni la de Rosario (Luciani 2017)-, y, en el escenario neuquino, el accionar del Seminario Juvenil de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos que comenzó formalmente a mediados de 1980 (Azconegui 2020; 2021).

Entonces, estos jóvenes neuquinos de la UCR, MPN y MNJ que hasta ese momento habían militado o se habían expresado en forma clandestina –en algunos casos- o con una visibilidad limitada y muy cuidada, durante la guerra se reunieron y conformaron una agrupación multipartidaria que desplegó una participación bien activa en el espacio público, yendo más allá del mero aval a la guerra (Larrondo y Cozachcow 2017). En otras palabras, aprovecharon ese espacio habilitado por la dictadura para sus propios objetivos, incluso contrarios al régimen: la demanda de soberanía en forma integral: no solo territorial, sino también económica –con la defensa de los recursos- y política –el regreso al Estado de derecho. Por ende, el caso de las Juventudes Políticas de Neuquén nos permite comprender que la relativa distención de los controles producto de la guerra posibilitó no solo que los opositores a la dictadura se apropiaran de otros espacios y los resignificaran, sino también la aparición de agrupaciones nuevas para las que tanto la guerra como el terrorismo de Estado eran acontecimientos significativos que los habían marcado (Alonso 2018; Denaday 2012; Favaro 1999;Franco 2018).

Asimismo, focalizar en la experiencia de las Juventudes Políticas de Neuquén también nos invita a correr los límites temporales, ir mas allá de la cronología de la guerra. Los testimonios orales son las fuentes que nos permiten trazar esos puentes temporales, ya que es imposible explicar el surgimiento de la agrupación, si no nos situamos en la previa crisis de la dictadura y la incipiente reorganización de las estructuras políticas y sindicales a partir del año 1981 en la provincia, y en las redes y tramas interpartidarias que habían comenzado a construir estos jóvenes. Asimismo, las voces de los referentes de la agrupación fueron nodales para comprender cabalmente el sentido que construyeron sobre el conflicto, al situarlos en sus trayectorias, sus imaginarios, las representaciones de la nación, la guerra y la paz y las redes intelectuales en las que se insertaron, como vimos con los integrantes del Ateneo Juvenil Peronista “Arturo Jauretche” y su reactualización de la noción de “Nación en armas” para el caso del conflicto, que se vincula a la doctrina peronista y con la propuesta de la Revista Línea (Lorenz 2010; Martínez y Olivares 2013; Otero 2022; Pozzoni 2015; Rafart 2019).

Así, la guerra (Raices 2012; Rodríguez 2022b; Scatizza 2016), y en particular el rol de la sociedad civil durante el conflicto bélico, se nos aparece como parte constitutiva, inseparable, de la Transición democrática, atravesada por sus mismas dinámicas, aunque alteradas y/o profundizadas en función de la excepcionalidad de la coyuntura bélica. Más aún si pensamos en términos de procesos de democratización de los actores: para las Juventudes, la guerra fue la oportunidad de movilizarse, pero también de aprender una nueva forma de hacer política. Oponiéndose a la actitud de los dirigentes de los partidos enfrascados en continuos conflictos y rivalidades históricas, los jóvenes neuquinos buscaron construir consensos, habilitar un diálogo y discusión sincera y fructífera de cara a llegar a posicionamientos comunes, aun cuando ello implicara ceder en determinadas cuestiones. El objetivo central, el retorno al Estado de derecho (pero también el cambio de la política económica), estaba por encima de los intereses sectoriales. Esa fue una actitud que lograron mantener aun tras la derrota de la guerra, cuando se incrementaron los conflictos entre las dirigencias de los propios partidos producto del recalentamiento del clima político por la campaña electoral. De hecho, queda pendiente una investigación que analice el rol de las Juventudes Políticas de Neuquén y de cada una de sus agrupaciones partidarias en la posguerra, ya que fueron actores centrales en la reorganización de los partidos políticos, en la campaña electoral, y en la reactivación de la militancia en distintos espacios, en los que propusieron una memoria activa sobre la dictadura y la guerra de Malvinas.

Material suplementario
REFERENCIAS
1. Alonso, Luciano. “Problemas de enfoque en torno a la movilización social en la transición a la democracia en Argentina, c. 1979-1983”. Revista Contemporánea: 2018, 14: 59-78.
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3. Azconegui, María Cecilia. “Dictadura, represión y la defensa de los derechos humanos en Neuquén. El rol del catolicismo en la conformación de organizaciones humanitarias”. KAIROS. Revista de Temas Sociales: 2021, 47: 125-153.
4. Blanco, Rafael y Vommaro, Pablo. “Activismo juvenil en los años ochenta en Argentina. Dos generaciones políticas entre el partido y la universidad”. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales.Niñez y Juventud: 2018, 16 2: 839-852.
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9. García, Norma. “Transición a la ‘neuquina’ (1980-1983)”. Anuario del Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”: 2018, 18: 89-115.
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11. Iuorno, Graciela y Cáceres, Emilio. “Juventud, identidad y experiencias de militancia: La ‘Franja’ en el Comahue, años ochenta”. Azconegui, Cecilia e Iuorno, Graciela (Eds.) Norpatagonia-Ochentas-Democratización. Metáforas democráticas y sus avatares. Neuquén: Educo. 2023. 17-54.
12. Larrondo, Marina y Cozachcow, Alejandro. “Un llamado a la unidad. La experiencia del Movimiento de Juventudes Políticas (MOJUPO) en la transición a la democracia”. Vázquez, Melina et. al. (Comps.). Militancias juveniles en la Argentina democrática. Trayectorias, espacios y figuras de activismo. Buenos Aires: Imago Mundi. 2017. 51-72.
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15. Luciani, Laura. Juventud en dictadura. Representaciones, políticas y experiencias juveniles en Rosario (1976-1983). La Plata, Misiones y General Sarmiento: UNLP/UNM/UNGS. 2017
16. Lvovich, Daniel. “Actitudes sociales bajo la última dictadura militar: un análisis crítico de la producción historiográfica”. Gabriela Águila et. al. (comps) La historia reciente en Argentina. Balances de una historiografía pionera en América Latina. Buenos Aires: Imago Mundi. 2018.
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18. Otero, Karin. “La guerra de Malvinas desde Ushuaia. Un análisis histórico, a escala local, de las prácticas y representaciones sociales en torno a un conflicto bélico internacional”. Prácticas de Oficio. Investigación y reflexión en Ciencias Sociales: 2022, 28: 41-56.
19. Pozzoni, Mariana. “Los orígenes de la Juventud Peronista Lealtad: los «soldados de Perón» (1973-1974)”. Cuadernos de CLAEH. Segunda Serie: 2015, 101: 33-61.
20. Rafart, Gabriel. “Neuquén y su transición (1980-1983)”. Moroni, Marisa (comp.) Actores políticos y reorganización partidaria en la Patagonia (1980-1983). Santa Rosa: Universidad Nacional de La Pampa. 2019.
21. Raíces, Eduardo. “Ante “Un acto de Locura Patriótica”. La revista Línea aborda el conflicto de Malvinas”. Question: 2012, 33: 83-97.
22. Rodríguez, Andrea Belén. “Por una Historia Sociocultural de la guerra y posguerra de Malvinas. Nuevas preguntas para un objeto de estudio clásico”. PolHis: 2017, 20: 161-195.
23. Rodríguez, Andrea Belén. “Sociedad civil y guerra de Malvinas. Aportes a la agenda de estudios de las actitudes sociales frente al conflicto a partir del estudio de la Iglesia católica neuquina”. Pasado Abierto. Revista del CEHiS: 2022a,15: 117-147.
24. Rodríguez, Andrea Belén. “La sociedad neuquina frente a la Guerra de Malvinas. Disputas públicas por el sentido del conflicto”. María Inés Tato y Germán Soprano (Dirs.) Malvinas y las guerras del siglo XX. CABA: TeseoPress. 2022b.
25. Scatizza, Pablo. Un Comahue violento. Dictadura, represión y juicios en la Norpatagonia argentina. Buenos Aires: Prometeo. 2016.
26. Seia, Guadalupe. “Militancia, oposición y resistencia estudiantil en la Universidad de Buenos Aires durante la etapa final de la última dictadura (1981-1983)”. Historia, Voces y Memorias: 2016, 10: 21-33.
27. Vila, Pablo. “Rock nacional. Crónicas de la resistencia juvenil”. Jelin, Elizabeth (Dir.) Los nuevos movimientos sociales: mujeres, rock nacional. CEAL: Buenos Aires. 1985
28. Vommaro, Pablo y Cozachcow, Alejandro. “Militancias juveniles en los 80: acercamientos a las formas de participación juveniles en la transición democrática argentina”. Trabajo y Socieda: 2018, 30: 285-306
Notas
Notas
1. Una primera versión de este trabajo fue presentada en el XV Encuentro Nacional y IX Congreso Internacional de Historia Oral, que se realizó del 9 al 11 de agosto de 2023 en la Universidad Nacional de Mar del Plata.
2. El sentido de los términos Transición a la democracia y su periodización para el caso argentino han sido objeto de un profuso debate, desde la década del ‘80 hasta el presente; de hecho, en los últimos años los estudios de ese período han gozado de una gran renovación. Se trata de un término que, si bien venía de otras latitudes, en Argentina fue apropiado y analizado por los politólogos que contemporáneamente a su objeto de estudio establecieron etapas y momentos. Desde entonces, se ha planteado la necesidad de hacer foco en las continuidades y rupturas entre la dictadura y el gobierno constitucional, y en ese sentido es que la periodización de la “transición a la democracia” está en discusión en función de cuándo se considera que inicia la crisis de la dictadura y el final de la consolidación de la democracia (variable en función de cómo se la defina), o, por lo menos, la desactivación del poder militar como una amenaza a la misma. Pensando en términos de procesosdedemocratización, más que en la democracia como una cuestión meramente institucional, Alonso (2018) y Franco (2018) -dos referentes de la Historia Reciente argentina- coinciden en proponer el inicio de la misma a nivel nacional en 1979, cuando comenzó la descomposición del poder del régimen en paralelo a un incipiente proceso de movilización social basándose en una serie de hitos, como la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la mayor visibilidad de las denuncias de violaciones a los DDHH, la primera huelga general del movimiento obrero y la actividad de diversas agrupaciones culturales. Sin embargo, en Neuquén, la crisis del régimen y la mayor visibilidad de los cuestionamientos de diversos actores en el ámbito público, podríamos ubicarla entre fines de 1980 y comienzos de 1981 (antes eran acciones en solitario de la Iglesia Católica y de los organismos de DDHH) (García 2018 y Rafart 2019).
3. Sobre el MOJUPO, ver: Larrondo y Cozachcow 2017.
4. Sobre la historia sociocultural de la guerra de Malvinas, ver: Rodríguez 2018. La presente investigación se enmarca en dicho campo historiográfico, en particular en aquellos estudios que han abordado las movilizaciones frente a conflicto bélicos, en cruce con el campo disciplinar que aborda las actitudes sociales en contextos autoritarios (Lvovich 2018).
5. Río Negro es el principal diario de la Norpatagonia por su trayectoria –ya que fue fundado por el maestro Fernando Rajneri en 1912 y desde fines de los ‘50 comenzó a publicarse con una frecuencia diaria hasta el presente-, por su cobertura de noticias de las provincias de Neuquén y Río Negro, y por su amplísima distribución y llegada. La Trastienda fue un periódico neuquino de menor dimensión, duración y frecuencia (primero mensual y luego semanal). Nació en 1981 por iniciativa de un grupo de periodistas que buscaba una voz alternativa en plena dictadura y representar los intereses regionales, y en esta primera etapa su publicación se extendió hasta 1987. Luego, volvió a salir en el período 1997-2001, pero con un elenco de periodistas –en gran parte- distinto.
6. Si bien al presente realicé seis entrevistas a integrantes de las Juventudes de los tres partidos, en este apartado sólo utilizo cuatro porque el resto comenzó a militar tras la guerra de Malvinas. En todos los casos, se trata de militantes hombres que cuentan con una larga trayectoria política, en principio porque la gran mayoría de los dirigentes de las juventudes políticas de los tres espacios partidarios estaba compuesta por personas de ese género. Asimismo, dos de las mujeres referentes de dichos espacios fallecieron. Sin embargo, al presente hay entrevistas pendientes para esta investigación, entre las que se encuentran dos mujeres. Por otro parte, la presentación de los entrevistados se hará la primera vez que sean citados.
7. Para un estudio general sobre el impacto de la guerra en el continente, ver: Lorenz 2006: 41-91. Para un estudio centrado en la Patagonia, ver: Martínez y Olivares 2013 (para Comodoro Rivadavia), Lorenz 2010 (para Río Grande) y Otero 2022 (para Ushuaia).
8. Río Negro, “Panorama neuquino”, 11/04/1982, p.4.
9. El MPN surgió en 1961 como un partido neoperonista en el contexto de proscripción del peronismo. Es el partido hegemónico de Neuquén, que gobernó la provincia en forma ininterrumpida desde 1963 en los períodos constitucionales y colaboró en los equipos técnicos de los regímenes militares. Ver: Favaro 1999.
10. Río Negro, “Reunión de juventudes políticas de Neuquén”, 25/05/1982, p.5.
11. Río Negro, “Nace a la faz de la tierra una nueva y gloriosa nación”, 25/05/1982. Mayúsculas en el original
12. Río Negro, “Conclusión de juventudes tras una mesa redonda en Neuquén”, 17/06/1982, p.4.
14 Río Negro, “Conclusión de juventudes tras una mesa redonda en Neuquén”, 17/06/1982, p.4.
15. Comunicado “La juventud opina sobre la guerra de las islas Malvinas”, Conclusiones de mesa redonda, Carpeta del Ateneo Jauretche, Archivo propio. Mayúsculas en el original.
16 Río Negro, “Conclusión de juventudes tras una mesa redonda en Neuquén”, 17/06/1982, p.4.
17. Río Negro, “Pronunciamiento de la juventud de tres agrupaciones políticas”, 29/05/1982, p.5.
18 Río Negro, “Conclusión de juventudes tras una mesa redonda en Neuquén”, 17/06/1982, p.4.
19. Comunicado de las Juventudes Políticas de Neuquén, 26/05/1982. Carpeta del Ateneo Jauretche. Archivo personal.
20. La Trastienda, “Juventudes: auspicioso comienzo”, 10/06/1982, p.5.
21. Es de destacar que la asociación juventud –futuro- cambio tampoco era nueva durante la dictadura, ya que hasta 1981 esa era la forma en que aparecía la apelación a los jóvenes en los discursos de las autoridades militares (depurada de su cariz disruptivo). Sin dudas, esa no era la imagen que impregnaba el sentido común, pero sí otra representación que convivía con la que vinculaba juventud-subversión. Luciani 2017:31-58.
22. La Trastienda, “Juventudes Políticas”, 27/05/1982, p. 3.
23. En Neuquén, el MNJ fue el único partido que tuvo un consenso activo a la guerra e incluso llegó a conformar una “Asamblea permanente en apoyo de nuestras FF.AA.” junto a una de las CGT regionales y a las 62 Organizaciones (Rodríguez 2022b). En el caso del resto de los partidos, su accionar se limitó a algún escueto comunicado de adhesión al desembarco, pero sin llevar a cabo acciones concretas. En el caso del MPN, recién cuando el gobernador de facto los invitó a una reunión para ponerlos al tanto de la situación bélica a fines de abril, los principales dirigentes del partido se expresaron dando su apoyo al conflicto por la causa soberana, pero también planteándole urgentes demandas: regreso al Estado de derecho y cambio de política económica. Por su parte, hasta ese momento, los dirigentes de la UCR no se habían manifestado sobre el conflicto; fue en esos encuentros, que expresaron el mismo posicionamiento que el MPN (Río Negro, “Informe de Trimarco a Sapag en torno de las Malvinas, 23/04/1982, p.6 y “Trimarco mantuvo nuevas reuniones con políticos”, 24/041982, p.6). Su única actividad registrada por los diarios fue la organización de una misa por una “paz digna, justa y honorable” en los tramos finales del conflicto (Río Negro, “Se rezó la misa por una paz digna”, 06/06/1982, p.4).
24. Sobre el terrorismo de Estado en Neuquén, ver: Scatizza 2016. Sobre la Transición democrática en la provincia, ver: García 2018; Rafart 2019. Sobre el rol de la Iglesia Católica y los organismos de DDHH a nivel local, ver: Azconegui 2021.
25. En realidad, a un año del golpe, algunos de los entrevistados recuerdan que comenzaron a reunirse para leer y discutir de política con sus antiguos compañeros de militancia en forma clandestina en sus hogares.
26. Documento de debate interno de la constitución del Ateneo y del Centro de Estudios Neuquinos, julio 1981. Archivo personal.
27. Sobre Encuadramiento, ver: Denaday 2012. Sobre JP Lealtad, ver: Pozzoni 2015
28. Entrevista a Oscar Smoljan, Neuquén, 31/05/2023. Smoljan nació en Puerto Deseado (Santa Cruz) y de joven fue a vivir a Buenos Aires. En los ‘70 integró la Juventud Radical, fundó Franja Morada en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, y formó parte de la Federación Universitaria de Buenos Aires. Debido al avance represivo y a la persecución, en 1975 se trasladó a vivir al Alto Valle de Río Negro y Neuquén junto a su pareja –también militante-. Ni bien llegó, organizó la Juventud Radical de Río Negro y luego, tras el golpe, se replegó al ámbito privado, para volver a militar públicamente en 1981, ya como dirigente de la Juventud Radical de Neuquén. Tras la dictadura, tuvo una larga carrera política, llegando a ser diputado provincial por la UCR.
29. Los militantes peronistas se referencian en la experiencia multipartidaria “La Hora del Pueblo” en 1970. Vinculado a ello, el radical Smoljan recuerda la Mesa de Juventudes Políticas que conformaron junto a otros partidos a finales de la autodenominada “Revolución Argentina” para el regreso al Estado de derecho, y que continuaron durante el tercer peronismo hasta el incremento de la represión.
30. Entrevista a Oscar Smoljan, Neuquén, 31/05/2023.
31. Entrevista a Jorge Demis, Neuquén, 06/06/2023. Demis nació en Neuquén en 1963. Ingresó a la Juventud del MPN en 1981, y pasó a ser su referente desde fines de 1982 a 1987. Desde ese momento continuó su carrera política hasta el día de hoy, ocupando distintos puestos en la administración neuquina.
32. Sobre el acto ver: La Trastienda, “Por la Soberanía”, 25/11/1981, p.5.
33. Se trataba del proyecto de exportar el gas de los yacimientos ubicados en Loma de Lata (Neuquén) hacia EEUU, para procesar sus derivados allí. Dicha propuesta anunciada en diciembre de 1981 confrontaba con la histórica demanda de Neuquén por industrializar los recursos naturales en la provincia antes de venderlos. Asimismo, poco antes de la guerra, la dictadura anunció la privatización de varias empresas estatales, entre las que estaban Hidronor e YPF, dos empresas de energía centrales para la provincia.
34. Entrevista a Aldo Duzdevitch, Neuquén, 23/05/2023. Duzdevitch nació en Pergamino (Buenos Aires) en 1955, en los ‘70 militó en la Unión de Estudiantes Secundarios y formó parte de Montoneros, para luego romper con esa organización e integrar junto a otros compañeros la JP Lealtad. En 1974, se trasladó a Neuquén y militó en las filas peronistas en la universidad hasta que el avance represivo lo llevó a replegarse. Durante la dictadura, se recluyó al ámbito privado, hasta que en 1981 fue uno de los fundadores del Ateneo y dirigente de la JP neuquina. Tras la dictadura continuó su carrera política, llegando a ser diputado provincial y candidato a gobernador en 2003.
35 Entrevista a Jorge Demis, Neuquén, 06/06/2023.
36 Entrevista a Aldo Duzdevitch, Neuquén, 23/05/2023.
38. Entrevista a Mario Colonna, Neuquén, 22/05/2023. Colonna nació en Dorrego (Buenos Aires). En los ‘70 militó en la Universidad en La Plata, mientras estudiaba medicina y a la vez trabajaba en el frigorífico Swift, lo que lo llevó a dejar de militar en el espacio universitario para pasar al ámbito sindical. En 1976, fue secuestrado, torturado en varios centros clandestinos de detención y luego trasladado a una prisión hasta 1981 que le dieron la libertad “vigilada” en Dorrego. También su hermano fue detenido por esos años y aún hoy está desaparecido. A fines de 1981, se trasladó a Neuquén junto a su familia, y comenzó a militar en el Ateneo, convirtiéndose en uno de los dirigentes del PJ neuquino. Tras la dictadura, tuvo una larga carrera política, llegando a ser diputado provincial.
39. La Revisa Línea fue dirigida por el historiador revisionista, José María “Pepe” Rosa, que incluso viajó a Neuquén a dar varias charlas al Ateneo, la primera en 1981. Para poder desafiar la censura, se presentaba como una revista de historia, aunque era una publicación política que seguía el lineamiento del “sector verticalista” del PJ, y por ende compartía la extracción ideológica de los neuquinos peronistas que participaban en las Juventudes. Se publicó entre 1980-1982 y tuvo una amplia distribución entre las filas militantes. Se alzó como una voz crítica de la dictadura, denunciando su política económica, la ilegitimidad del gobierno de facto, la falta de libertades civiles y la represión ilegal. Durante la guerra, dio su apoyo al conflicto interpretado como una guerra anticolonial y como la oportunidad para que las FF.AA. se transformaran en avanzada de la movilización del campo popular y disputaran el poder a las altas autoridades del Proceso corrupto y colonialista (separa, por ende, las FF.AA. entre un sector nacional y uno liberal). Sobre la línea editorial de la revista y su posicionamiento frente a la guerra, ver: Raíces 2012.
40. Entrevista a Aldo Duzdevitch, Neuquén, 23/05/2023.
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