2.- Artículos / Papers
Índice de Áreas Ambientalmente Sensibles a la Desertificación (IAASD), parroquia San Juan, Mérida, Venezuela
Environmentally Sensitive to Desertification Areas Index (ESAI), in San Juan parish, Mérida, Venezuela
Índice de Áreas Ambientalmente Sensibles a la Desertificación (IAASD), parroquia San Juan, Mérida, Venezuela
Revista Geográfica Venezolana, vol. 60, núm. 2, pp. 378-397, 2019
Universidad de los Andes

Recepción: 01 Julio 2018
Aprobación: 01 Marzo 2019
Resumen: El Índice de Áreas Ambientalmente Sensibles a la Desertificación (IAASD) es un método diacrónico multifactorial concebido para identificar áreas potencialmente afectadas por la desertificación en ambientes proclives a su ocurrencia. Este método fue escogido para evaluar la susceptibilidad a la desertificación en la parroquia San Juan del estado Mérida, definiendo trece factores que fueron parametrizados a partir de la metodología original, mientras que el modelado espacial final se ejecutó en tres etapas: espacialización individual de los factores, estimación de los subíndices y estimación final del IASSD mediante álgebra de mapas. Los resultados revelaron que el 88,60% de la parroquia presenta condiciones críticas de susceptibilidad, en donde la alteración de la vegetación en ambientes de altas pendientes y suelos poco pro- fundos puede fácilmente activar procesos conducentes a la desertificación. Futuras investigaciones deberán monitorear la intensidad de los procesos de ocupación en la parroquia y su eventual estimulo de la desertificación.
Palabras clave: desertificación, sensibilidad, vegetación, degradación de suelos.
Abstract: El Índice de Áreas Ambientalmente Sensibles a la Desertificación (IAASD) es un método diacrónico multifactorial concebido para identificar áreas potencialmente afectadas por la desertificación en ambientes proclives a su ocurrencia. Este método fue escogido para evaluar la susceptibilidad a la desertificación en la parroquia San Juan del estado Mérida, definiendo trece factores que fueron parametrizados a partir de la metodología original, mientras que el modelado espacial final se ejecutó en tres etapas: espacialización individual de los factores, estimación de los subíndices y estimación final del IASSD mediante álgebra de mapas. Los resultados revelaron que el 88,60% de la parroquia presenta condiciones críticas de susceptibilidad, en donde la alteración de la vegetación en ambientes de altas pendientes y suelos poco pro- fundos puede fácilmente activar procesos conducentes a la desertificación. Futuras investigaciones deberán monitorear la intensidad de los procesos de ocupación en la parroquia y su eventual estimulo de la desertificación.
Keywords: desertification, sensitivity, vegetation, land degradation.
1. Introducción
De los efectos derivados de la interacción de los humanos con el medio físico, la desertificación es quizás uno de los más complejos y difíciles de comprender, dimensionar, analizar y evaluar, dada la multiplicidad de factores generadores y conductores del proceso, su dinámica misma de ocurrencia, así como los impactos que pueden generarse en el territorio, tanto in situ como off site. Ya en el documento de presentación de la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD, 1994), se destaca que se trata de un proceso esencialmente causado por complejas interacciones entre factores biofí- sicos, biológicos, políticos, sociales, culturales y económicos. Las posteriores definiciones que han surgido sintetizan la causalidad del problema en dos principales agentes: el cambio climático y la actividad humana (López, 2006; Rodríguez et al., 2008; D´Odorico et al., 2013; Chasek et al., 2015; Vieira et al., 2015; Li et al., 2018a; Opara et al., 2018). De acuerdo con Li et al., (2018b), los cambios climáticos pretéritos contribuyeron a aumentar espacialmente la desertificación en el planeta; no obstante, después del 1700 a.C., existen evidencias puntuales de control antropogénico del proceso en algunas localidades. Con el advenimiento de la era industrial, la intensificación de la acción antropogénica no solo ha transformado sustan- cialmente el paisaje en todos los continentes, coadyuvando en muchos casos a acelerar la ari- dificación y en consecuencia, la desertificación, sino que además ha generado transformaciones en el clima que inducen fuerzas aceleradoras de la desertificación. De allí que López (2006) afirme que la desertificación y el cambio climático son procesos fuertemente interrelacionados entre sí, adquiriendo ambos magnitud y alcance global.
El avance territorial de la desertificación afecta sistemáticamente el capital natural del planeta, dinamizando de forma paralela varios procesos de degradación del recurso suelo que terminan por afectar servicios ecosistémicos vitales como: seguridad alimentaria, secuestro de carbono, pro- ducción de forraje y fibras, producción de madera, producción de agua dulce, mantenimiento de bio- diversidad, así como diversos servicios culturales, estéticos y recreacionales (Puigdefábregas, 1998; D´Odorico et al., 2013; Salvati et al., 2015; Sutton et al., 2016). Además de estos efectos, la desertificación tiene severas implicaciones sociales, económicas y políticas, con innumerables impactos entre los que se destacan: disminución de la productividad de las tierras afectadas, disminución del valor de la tierra, pérdida de ingresos económicos, deterioro del nivel de vida en el medio rural, abandono de tierras y emigración (Le Houérou, 1996; Geist y Lambin, 2004; López, 2006; Reynolds et al., 2007; Opara et al., 2018).
La relevancia de la desertificación, como pro- blema que sintetiza la degradación sistemática de suelos y ecosistemas de regiones áridas, secas y sub-húmedas a escala global, ha quedado manifiesta en los últimos eventos trascendentales como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desa- rrollo Sostenible de Río de Janeiro 2012, en la que se reconoció la necesidad de emprender acciones urgentes para revertir la degradación de tierras, derivándose dos términos que buscan perfilar el paradigma actual sobre el tema: el concepto de degradación CERO de tierras (Zero Net Land De- gradation - ZNLD), y el concepto relacionado: un mundo con degradación neutral de tierras (Land degradation neutral world- LDNW), (Chasek et al., 2015; Sutton et al., 2016). En la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible (UN, 2015), aparecen 7 lineamientos relacionados con la degradación de tierras, uno de ellos directamente conexo con la imperativa necesidad de combatir la desertificación. Se reconoce así la amenaza real que representa la desertificación y la degradación de tierras para la seguridad alimentaria global.
Lo anterior hace explícita la necesidad científica de generar información que permita dimensionar y monitorear a diferentes escalas la ocurrencia del proceso, así como sus potenciales consecuencias (Chasek et al., 2015; Sutton et al., 2016; Tóth et al., 2018).
Diversos métodos, técnicas, indicadores y mo- delos han sido concebidos e implementados para evaluar el avance de la desertificación a escalas: local, regional y global (Brandt et al., 2003; Flores et al., 2010; Vieira et al., 2015; Martínez-Valderra- ma et al., 2016). Uno de estos indicadores es el Índice de Áreas Ambientalmente Sensibles a la Desertificación – IAASD (en inglés: Environmen- tally Sensitive Area Index – ESAI), concebido para identificar áreas potencialmente afectadas por la desertificación en la región Mediterránea en el marco del proyecto MEDALUS (Vieira et al., 2015), y se basa fundamentalmente en una metodolo- gía diacrónica para evaluar cambios ocurridos en cuatro componentes: suelos, vegetación, clima y manejo de la tierra, considerados como factores básicos relacionados a los procesos de degradación en ambientes mediterráneos (Salvati et al., 2015). La principal ventaja de esta metodología es su facilidad y flexibilidad de utilización, habiendo sido adaptada para su uso en ambientes tropicales como por ejemplo en Guárico, Venezuela (Flo- res et al., 2010), y en la región noreste de Brasil (Vieira et al., 2015), aportando resultados útiles y confiables que denotan la dinámica espacial de la desertificación en la región ecuatorial a escalas local y regional, respectivamente.
Es en zonas montañosas tropicales con condi- ciones climáticas proclives y la presencia de tipos y formas de ocupación y uso de la tierra invasivas e intensivas, en donde el proceso puede potencial- mente adquirir mayores dimensiones. Es el caso de la cuenca media del río Chama, una subregión semiárida intramontana en la que la dinámica cli- mática determina la presencia de una cobertura vegetal discontinua y procesos erosivos importantes (Rojas, 1970). Allí, la creciente presión antropo- génica sobre ambientes marcadamente secos ha inducido cambios en las coberturas vegetales en el pasado reciente, dinamizando procesos erosivos que podrían estar generando avances diferencia- les en la desertificación (Graterol y Molina, 2000; Rincón, 2005). El notable avance de la urbanización que experimenta la parroquia San Juan (ubicada en el sector de la cuenca media del Chama) du- rante las últimas dos décadas, particularmente en las acumulaciones cuaternarias y el fondo de valle (Ramírez y Rojas, 2013), estaría literalmente forzando la actividad agrícola a desplazarse hacia las laderas circundantes, con prácticas agrícolas inadecuadas que podrían dinamizar procesos de degradación que favorezcan la desertificación a nivel local.
En este contexto, el presente trabajo tuvo como objetivo central evaluar la sensibilidad a la de- sertificación en la parroquia San Juan del estado Mérida, a través de la estimación del Índice de Áreas Ambientalmente Sensibles a la Desertifica- ción (IAASD). Se espera que el mismo contribuya a dimensionar de forma más realista la dinámica territorial local y su potencial nivel de incidencia en los cambios ambientales que sugieren un avance de la desertificación en este entorno geográfico.
2. Entorno geográfico estudiado
La parroquia San Juan se localiza geográficamente al oeste del estado Mérida, formando parte de la cuenca media inferior del río Chama, y del deno- minado Bolsón Semiárido de Lagunillas. Astro- nómicamente se localiza entre las coordenadas: 08º23’55” y 08º33’49” N, y 71º18’18” y 71º22’39” O, y cuenta con 74,86 km² de superficie (FIGURA 1).
Se caracteriza por poseer un relieve accidenta- do, condicionado por su ubicación intramontana, con un rango altitudinal que va de los 600 hasta 2.800 msnm en la vertiente izquierda del río Chama, mientras que en la vertiente derecha los valores van de los 600 hasta los 2.100 msnm. Ello genera una notable variación en las formas del relieve, caracterizadas por un amplio valle intramontano longitudinal y un fondo de valle por el que fluye el río Chama, limitado por dos grandes pilares: la sierra de La Culata al norte y la sierra Nevada al sur. Su morfología combina grandes desniveles y terrenos planos, estos últimos reducidos pero importantes, ya que sobre ellos se desarrollan in- tensamente diversas actividades humanas (León y Soto, 1982).

El entorno pertenece en su gran mayoría a la región xerofítica o semiárida de la cuenca media del río Chama, que va desde Estanques hasta Eji- do, y que se caracteriza por poseer un clima seco y cálido producto de la influencia de las masas de aire provenientes del lago de Maracaibo y su circulación intramontana (Pérez, 1994).
Las precipitaciones son de medianamente abun- dantes hasta escasas, con una media anual de 504,2 mm, de acuerdo con registros de la Estación San Juan de Lagunillas. El régimen de precipitación es de tipo bimodal, con dos picos máximos que ocurren en los meses abril-mayo y septiembre-oc- tubre y los valores mínimos ocurren en los meses enero-febrero y junio-julio. Las temperaturas varían internamente por el efecto alto-térmico, con una disminución térmica de 0,6 °C por cada 100 metros de ascenso y viceversa, elemento que afecta de manera significante no solo la temperatura del aire, sino también la dinámica de la evaporación, la cual alcanza altos valores, ocasionando un déficit hídrico que determina la semi-aridez en el área. De acuerdo con el INE (2011), la parroquia San Juan cuenta con una población total de 15.572 ha- bitantes representando el 27,89 % de la población total del municipio Sucre, y el 1,88% de la población total del estado Mérida.
3. Desarrollo metodológico
La metodología propuesta por Kosmas et al., (1999), establece que para la estimación del IAASD se de- ben agrupar cuatro (4) sub-índices que definen cualidades como: 1) calidad del suelo, 2) calidad de clima, 3) calidad de la vegetación y, 4) calidad de manejo, los que a su vez poseen unos factores/ indicadores que se calculan bajo ciertos parámetros sobre condicionantes ambientales del proceso y que facilitan su obtención. El enfoque utilizado se apoyó en características que pudieron ser tomadas fácilmente en campo, información previamente levantada por otros autores, e información derivada de sensores remotos. El índice IAASD se obtiene a través de la ecuación [1]:
IAASD = (SICV * SICS * SICM * SICC)1/4 [1]
Donde: IAASD: Índice de Áreas Ambientalmente Sensibles a la Desertificación
SICV: Sub-índice de Calidad de Vegetación
SICS: Sub-índice de Calidad de Suelo
SICM: Sub-índice de Calidad de Manejo
SICC: Sub-índice de Calidad de Clima
Para la identificación de las áreas susceptibles a la desertificación fueron definidos en total trece factores/indicadores que permitieron estimar los sub-índices requeridos por el modelo IAASD de la ecuación [1], los cuales aparecen identificados en el CUADRO 1. Cada Subíndice se obtiene del produc- to de los factores/indicadores correspondientes especificados en el referido cuadro.
Siguiendo con la filosofía del método, cada uno de los indicadores fue dividido en clases dis- cretas uniformes, para luego asignar a cada una de ellas un factor de peso específico que define su influencia potencial en procesos que inducen a la desertificación; se establecieron de este modo los siguientes valores límite: 1 (baja susceptibili- dad) y 2 (alta susceptibilidad); entre ellos existen valores que denotan condiciones intermedias de susceptibilidad.
3.1 Preparación de la base cartográfica
La base cartográfica para el proceso de modelado espacial se basó en la cartografía elaborada por Ramírez y Rojas (2013), siendo complementada con un Modelo Digital de Elevación (MDE), cons- truido para este proyecto a partir de una Imagen de Radar SRTM (Shuttle Radar Topographic Mision) con 90 m de resolución espacial descargada del servidor http://earthexplorer.usgs.gov/ , del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS).
3.1.1 Mapas de elementos abióticos
El mapa geológico del área fue tomado de UFORGA (1997), del cual se extrajo la información referida a la estructura litológica del municipio. La informa- ción inherente al fragmento de roca fue extraída del mapa de unidades de suelos elaborado por Concha e Izquierdo (1982). La información sobre la clase textural y la profundidad de los suelos fue extraída del mapa de capacidad de uso del suelo elaborado por Ramírez y Rojas (2013). Por último, el mapa de pendiente fue elaborado a partir del MDE a escala: 1: 250.000 previamente construido por los autores.

Los mapas de isoyetas e isotermas medias anua- les fueron elaborados a partir del procesamiento de información climatológica de 3 estaciones dispo- nibles de la zona, cuyas series tienen una longitud de 27 años, extraída de la página web del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (INAMEH). Luego de su procesamiento, la información fue espacializada a través de operaciones de inter- polación espacial en un software de SIG, con la ayuda del Modelo Digital de Elevación, aplicando para ello el método de espacialización isoyético (Aparicio, 1989; Chow et al., 1996), ya que la extre- madamente baja densidad de estaciones climato- lógicas hacía imposible optar por un método más riguroso. Adicionalmente, fue elaborado un mapa de pisos térmicos siguiendo los criterios de Silva (2010), con el fin de complementar la información climatológica para derivar el Índice de Aridez de Lang, el cual se estimó a partir de la ecuación:
Donde: IA: Índice de aridez
Pma: Precipitación media anual (mm)
Tma: Temperatura media anual (ºC)
3.1.2 Mapa de cobertura del terreno
El mapa de cobertura del terreno se obtuvo a partir de una imagen de satélite LANDSAT 8 OLI/TIRS, con 30 m de resolución espacial, tomada el 13/01/2015, descargada del servidor http://earthexplorer.usgs. gov/, del Servicio Geológico de los Estados Unidos. La imagen fue sometida a preprocesamiento para efectuar correcciones radiométricas (ajuste de posición pixelar) y geométricas (eliminación de ruido en los Niveles Digitales – ND), usando un software especializado. Seguidamente, fue some- tida a interpretación para derivar las categorías de cobertura del terreno, utilizando para ello el Índice Normalizado Diferencial de la Vegetación (NDVI), un indicador que mide la relación entre la energía absorbida y emitida por los objetos te- rrestres; aplicado a las comunidades de plantas, el índice arroja valores de intensidad del verdor de la vegetación, así como de las zonas no vege- tadas, permitiendo determinar el estado de vigor de la vegetación presente en la superficie (Chu- vieco,1995). El NDVI es un índice adimensional, por lo tanto sus valores van de +1 a -1, y se calcula a través de la ecuación [3]:
Donde:
NDVI: Índice Normalizado Diferencial de la Vegetación
IRCercano: Infrarrojo cercano. Banda 5
Rojo: Banda 4
La clasificación de rangos espectrales para deter- minar los tipos de cobertura de la tierra se apoyó en: a) el reconocimiento previo del área de estudio; b) estimación automatizada del NDVI a través de un software especializado; c) recodificación de los valores iniciales de NDVI y definición de los rangos de clase espectral para cada tipología de cobertura (fue descartada la técnica de interpretación visual en pantalla para minimizar el sesgo subjetivo del intérprete); d) la respectiva validación en campo a partir del chequeo y verificación de puntos de control, obteniendo un nivel de correspondencia y precisión del 94%; y finalmente e), definición de las categorías definitivas (obtención de la le- yenda final).
Con los valores NDVI obtenidos y analizados fue posible obtener once (11) categorías de cober- tura de la tierra, donde los valores cercanos a +1 representan zonas boscosas o vegetación vigorosa, los valores medios representan coberturas de tipo matorral espinoso y escasa vegetación, mientras los valores menores a 0 generalmente represen- tan los suelos descubiertos y áreas urbanas. El CUADRO 2 muestra las categorías delineadas y los rangos espectrales respectivos que permitieron su discretización.
Finalmente, la variable política ambiental se consideró a través de la presencia en el municipio de zonas bajo algún criterio o figura especial de protección ambiental. A través de análisis carto- gráfico simple del mapa de ABRAE (Áreas Bajo Régimen de Administración Especial), realizado por UFORGA (1997), se determinó que no existen Donde: NDVI = (IRCercano - ROJO) (IRCercano + ROJO) [3] en el entorno zonas destinadas a la protección ambiental.
3.2 Parametrización de los factores/ indicadores
La fase de parametrización implicó un análisis de cada uno de los factores/variables requeridos por el modelo, a fin de asignar los pesos correspon- dientes a cada condición posible en el medio físico evaluado. Para ello se utilizaron como base los criterios establecidos por Kosmas et al. (1999), los cuales debieron ser cuidadosamente interpretados y adaptados a las condiciones geográficas del entor- no, y a la dinámica que cada factor/variable puede generar en un ambiente montañoso tropical como el estudiado. El CUADRO 3 sintetiza las decisiones finales resultantes de la fase de parametrización de los trece factores/indicadores utilizados para el modelo del índice IAASD.
3.3 Modelado final
El proceso de modelado final consistió en la ope- racionalización matemática del modelo IAASD en el contexto de la lógica del análisis espacial car- tográfico, procedimiento realizado en tres etapas sucesivas. En la primera etapa fueron espacializa- dos todos y cada uno de los factores/indicadores requeridos por el modelo (CUADRO 1), utilizando los pesos ponderados definidos en el CUADRO 3 para así proceder a la evaluación individual de cada factor/indicador; a través de superposición cartográfica en un software especializado de SIG fueron operacionalizados los factores/indicadores, obteniendo como resultado inicial 13 mapas de susceptibilidad, uno para cada factor/indicador.

La segunda etapa del modelado consistió en la obtención de los sub-índices que conforman la ecuación del modelo IAASD. De acuerdo con la filosofía original del método, tanto los sub-índices como el índice final son estimados a partir de las medias geométricas de cada uno de los factores/ indicadores escogidos, debidamente espacializados. Bajo el procedimiento de análisis espacial en un software especializado de SIG fueron operaciona- lizadas a través de algoritmos las ecuaciones de cada uno de los sub-índices:
• Calidad de la vegetación: SICV = (RI * PE * RS * C)1/4 [4] Donde: SICV: Sub-Índice de Calidad de Vegetación RI: Riesgo de incendio PE: Protección contra la erosión RS: Resistencia a la sequía C: Cobertura de plantas
• Calidad del suelo: SICS = (T * P * MP * FR * Pe)1/5 [5] Donde: SICS: Sub-Índice de Calidad de Suelo T: Textura del suelo P: Profundidad del suelo MP: Material parental FR: Fragmento de roca Pe: Pendiente
• Calidad de Manejo: SICM = (IU * PA)1/2 [6] Donde: SICM: Sub-Índice de Calidad de Manejo IU: Intensidad de uso del suelo PA: Política ambiental
• Calidad del Clima: SICC = (Pr × A)1/2 [7] Donde: SICC: Sub-Índice de Calidad de Clima Pr: Precipitación A: Aridez

La tercera etapa de modelado espacial consistió en la operacionalización del algoritmo para la ecuación [1], y mediante algebra de mapas en el software especializado de SIG obtener finalmente el Índice IAASD. Según la metodología de Kosmas et al. (1999), los valores resultantes de la imple- mentación del algoritmo permiten identificar la susceptibilidad a la desertificación agrupada en cuatro niveles categóricos nominales: crítico, frá- gil, potencial y no afectado. A su vez, cada uno es definido en uno de tres subniveles de sensibilidad: poco sensible (ps), sensible (s) y altamente sensible (as). Ello es posible mediante el proceso de dis- cretización de los valores resultantes, de acuerdo con los rangos específicos para cada categoría, los cuales aparecen especificados en el CUADRO 4.

4. Resultados
La FIGURA 2 muestra la expresión espacial de los cuatro sub-índices del modelo IAASD.
4.1 Calidad de la vegetación
La calidad de vegetación muestra, según los re- sultados del SICV, dos condiciones (FIGURA 2A): La condición de moderada calidad abarca un 37,19% de superficie; se presenta de forma extensa y homo- génea en las partes más elevadas de la parroquia, por encima de los 1.700 msnm, y de manera muy fragmentada en la parte centro-este, en la margen derecha del río Chama. Se corresponde con las tipologías: bosque denso, bosque medio y bosque ralo/helechal, así como también a algunas áreas cultivadas (cañaverales). El tipo y densidad de estas coberturas le confieren una condición altamente favorable a la protección del suelo frente a agentes erosivos, y por ende resultaron con valoración ‘muy alta’ en la protección a la erosión, y ‘alta’ en la valoración de cobertura de plantas.
La condición baja calidad resultó espacialmente dominante (59,89%) y ampliamente extendida en la parte media y baja del municipio, y corresponde principalmente a las categorías: matorral espinoso/ cactáceas, cactáceas/matorral espinoso, áreas con cobertura vegetal muy escasa, áreas descubiertas y pequeñas áreas de cultivos limpios. Estas categorías presentan una disposición espacial más irregular de densidad notablemente baja, y la condición hídrica del follaje induce a un riesgo de incendio ‘muy alto’, mientras que las áreas descubiertas y las áreas bajo cultivos limpios resultaron con valora- ción ‘baja’ y ‘muy baja’ en cuanto al factor/variable protección contra la erosión, respectivamente.
4.2 Calidad de suelo
Se observaron dos condiciones de calidad del suelo frente a la desertificación: moderada calidad y baja calidad (FIGURA 2B). Los suelos de moderada calidad abarcan un 33,98% y corresponden principalmente al valle intramontano y vega fluvial reciente, donde predominan las geoformas cuaternarias; los suelos de estos sectores fueron ponderados como de ‘buena’ condición textural, su profun- didad es generalmente de tipo ‘moderada’, y con valores de pendiente < 25%. Por ende, tienen un comportamiento relativamente estable frente a procesos conducentes a la desertificación.

Los suelos de baja calidad son espacialmente dominantes (63,10%); están localizados tanto en la vertiente derecha que contiene areniscas de la Formación La Quinta, como en la vertiente izquierda que presenta esquistos y cuarcitas de la Asociación Tostós, y gneises y esquistos del Complejo Iglesias. Se trata de suelos ‘poco’ profundos con clases tex- turales de condición ‘moderada’, según los criterios de valoración del factor/variable; el factor/variable crítico es la pendiente, siendo ponderada como ‘predominantemente fuerte’ (25-50%).
4.3 Calidad de manejo
Se observaron dos condiciones en cuanto a cali- dad de manejo: moderada calidad y baja calidad (FIGURA 2C). Ambas condiciones mostraron pro- porciones más o menos similares en cuanto a su expresión espacial. La moderada calidad de manejo (46,77 %) corresponde principalmente a las zonas boscosas naturales, y se distribuye espacialmente en ambas vertientes de la sección del río Chama dentro de los límites de la parroquia, en donde la topografía y la accesibilidad restringen de algún modo la intervención antrópica y en consecuencia la intensidad de uso, factor/variable clave en la evaluación de este sub-índice. La condición de baja calidad de manejo (50,31) corresponde a las zonas intervenidas dedicadas a cultivos y a las coberturas de irregulares y de baja densidad. En éstas, algunas evidencias de intrusión antrópica para pastoreo ocasional, extracción de leña entre otros, puede incidir sobre el aprovechamiento y la ocurrencia de procesos de degradación condu- centes a la desertificación.
4.4 Calidad de clima
El subíndice de calidad del clima muestra dos con- diciones en la parroquia: alta calidad y moderada calidad (FIGURA 2D). La primera condición abarca solo 1,94% de superficie y corresponde a la zona más alta de la vertiente derecha de la sección del río Chama, por encima de los 1.800 msnm, en donde por efecto orográfico las descargas de preci- pitaciones superan los 1.000 mm anuales. La con- dición de moderada calidadresultóampliamente dominante en el área (95,14% de superficie); la dinámica atmosférica intramontana propia del entorno da cuenta de las bajas precipitaciones, baja nubosidad, alta amplitud térmica diaria y altos niveles de evaporación a lo largo del año, lo que define la condición de semi-aridez propia de la parroquia.
4.5 Índice de Áreas Ambientalmente Sensibles a la Desertificación (IAASD)
La FIGURA 3 muestra la expresión espacial del mo- delo IAASD, en la que se observa claramente que la parroquia San Juan presenta una condición crítica frente al riesgo de desertificación en sus tres niveles de intensidad: nivel crítico altamente sensible [C3(as)]; nivel crítico sensible [C2(s)], y nivel crítico poco sensible [C1(ps)]. La condición frágil en sus niveles: frágil altamente sensible [F3(as)] y frágil sensible [F2(s)] tiene una expre- sión espacial mucho más reducida y mayormente confinada a la vertiente derecha del río Chama. Por otra parte, las condiciones: frágil poco sensible [F1 (ps)], potencial (P) y de áreas no afectadas (N), no tienen expresión espacial en la zona. Las esta- dísticas espaciales básicas derivadas se muestran en el CUADRO 5.
El nivel crítico sensible C2(s) tiene mayor do- minancia espacial en la parroquia al ocupar un 50,48% de la superficie total (37,79 km²), (CUADRO 5). En esta condición se incluyen las coberturas: bosque medio y bosque ralo/helechal, las áreas con cobertura vegetal muy escasa, las áreas des- cubiertas, matorral espinoso/cactáceas y la aso- ciación cactáceas/matorral espinoso; en menor proporción se observan áreas cultivadas y bosque denso. Estas áreas se caracterizan por poseer sue- los con una moderada textura (FL, FAL y FAa), y poca a moderada profundidad de los suelos (30 a 75 cm). Existe una dominancia en baja calidad de vegetación y suelo, y una moderada calidad de manejo y clima.
La condición espacialmente subdominante corresponde al nivel crítico altamente sensible C3(as), abarcando un 22,53% del total de superficie (CUADRO 5). En este nivel se incluyen las tipologías de cobertura: cactáceas/matorral espinoso, mato- rral espinoso/cactáceas, algunas áreas cultivadas y áreas con cobertura vegetal muy escasa, en menor proporción. En esta condición existen suelos con texturas de moderada calidad (FL, FAL y FAa) y poca profundidad (15 a 30 cm).


El nivel crítico poco sensible C1(ps) es la tercera condición espacialmente relevante, al ocupar un 15,59% de superficie (CUADRO 5). En esta condición se incluyen las categorías boscosas; bosque me- dio, bosque ralo/helechal y en menor proporción el bosque denso. Los suelos se caracterizan por presentar una moderada textura del suelo (FL, FAL y FAa) con profundidades bajas y moderadas (15 a 75 cm).
Las condiciones: frágil altamente sensible [F3(as)] y frágil sensible [F2(s)] tienen una impor- tancia espacial residual, ocupando 4,56% y 3,93% respectivamente (CUADRO 5).
5. Discusión
La desertificación es un fenómeno catalogado como multicausal, con múltiples factores conducentes, en el que se combinan factores locales o endógenos y otros de origen remoto o exógenos (Le Houé- rou, 1996; Geist y Lambin, 2004; D’Odorico et al., 2013); no obstante, las metodologías evaluativas como la utilizada en este trabajo han sistematizado los agentes causales en un grupo de factores que tienen una mayor carga explicativa en la génesis y desarrollo de procesos conducentes a la deser- tificación. Por ello, resulta lógico y conveniente que los resultados de esta investigación den paso a futuros análisis más detallados y comprehensivos en los que los demás factores condicionantes sean debidamente analizados.
Tal como ha quedado reflejado en este trabajo, los subíndices establecidos para la estimación del IAASD tienen diferencias intrínsecas en cuanto a la cantidad de factores/variables requeridos para su estimación. Los subíndices de calidad de vege- tación y de suelos requieren un mayor número de factores/variables involucradas en el cálculo, lo cual es un indicativo no solo del nivel de importan- cia de la vegetación y el suelo en la dinámica del proceso estudiado, sino que además da muestra de que ambos sub-índices logran una mayor dis- criminación espacial del elemento biofísico. El subíndice de calidad del clima, aunque simple en su estimación, resulta de vital importancia en el modelo, dada la importancia sustantiva del clima como elemento biofísico catalizador de los procesos generadores de desertificación (Le Houérou, 1996; López, 2006; Geist y Lambin, 2004; D’Odorico et al., 2013). El subíndice calidad de manejo, no menos relevante en la evaluación, requiere en principio de muy pocas variables para su estimación, pero la información requerida suele ser difícil de levantar, sobre todo en países como el nuestro, en donde las estadísticas oficiales no han sido debidamente actualizadas, y en muchos casos la calidad de la información disponible es dudosa.
En la parroquia San Juan, la dominancia abso- luta de condiciones críticas para la dinamización de la desertificación está dada por la concurrencia de las siguientes condicionantes:
5.1 El clima
La dinámica intramontana de los elementos del clima determinan la condición propia del deno- minado Bolsón Semiárido de Lagunillas, cuyas características fueron ya descritas en el punto 2. Las escasas precipitaciones, bajos niveles de nu- bosidad, la dinámica de circulación de los vientos y altos niveles de evaporación son responsables de la conformación de un paisaje seco-semiárido en el sector. Autores como: Rojas (1970), Pérez (1994), Graterol y Molina (2000) y Rincón (2005) han destacado el papel del clima en las condiciones paisajísticas del entorno y de su influencia en la estructura, fisonomía y distribución de la vegeta- ción seca y semixerofítica propia de los sectores medio y bajo de la parroquia San Juan. De acuerdo con D´Odorico et al. (2013), los ambientes secos y semi-áridos se caracterizan por una marcada va- riabilidad estacional e interanual de los elementos climáticos, con lo cual, ante la notable influencia de los eventos ENSO/ANTIENSO en nuestro país, sobre todo en la región de los Andes (Guevara, 2006), es de suponer que este sector sea particu- larmente sensible a las anomalías negativas de precipitación y positivas de temperatura, propias de los años con eventos NIÑO o ENSO. Esta diná- mica climática tiene importantes implicaciones no solo edáficas, sino también ecohidrológicas (Le Houérou, 1996; Puigdefábregas, 1998; D’Odorico et al., 2013; Sutton et al., 2016).
5.2 La topografía
Es bien sabido que la altitud constituye un factor geográfico de diferenciación espacial por excelen- cia (Zinck, 2012). La condición topográfica de la parroquia determina su morfología, la dinámica climática y su diferenciación espacial, y la distri- bución y diversidad de coberturas vegetales. De hecho, en la parroquia San juan las masas bosco- sas se ubican en los extremos norte y sur, coin- cidiendo con las máximas altitudes de las sierras La Culata y Sierra Nevada, respectivamente. La expresión espacial de la pendiente juega en este caso un papel crucial en la definición del riesgo de erosión, siendo por tanto una variable decisiva en el resultado del subíndice calidad de suelo, y tiene alto peso en los resultados finales del IAASD obtenidos en la parroquia.
5.3 La Vegetación
La degradación de suelos y tierras está directamen- te asociada a la reducción inicial de la cobertura vegetal (D’Odorico et al., 2013). De hecho, para Le Houérou (1996), la causa directa de la desertifica- ción está asociada generalmente con la drástica reducción o destrucción de la vegetación perenne, o con la simplificación de la estructura de la ve- getación. En la parroquia San Juan, la alteración o supresión parcial o total de la vegetación, espe- cialmente en las laderas disectadas, es el principal elemento que condiciona el carácter crítico del entorno frente a la dinamización de la deserti- ficación, ya que al existir suelos generalmente poco profundos, su exposición parcial o total a los agentes erosivos y a la gravedad, implican en principio su pérdida de material por efecto de la erosión, desencadenando una serie de procesos adversos en los suelos tales como: disminución del carbón orgánico, deterioro de la estructura, compactación, reducción de la permeabilidad, disminución de la actividad biológica, alteración del albedo, etc.
5.4 La dinámica antropógena
Ramírez y Rojas (2013) dan cuenta de la dinámica demográfica experimentada por la parroquia en las últimas décadas, la cual ha estado signada por: 1) políticas públicas sectoriales de inversión del Estado, las cuales proporcionaron la atracción de la población hacia esta región a principios de los ochenta; 2) expansión de la carretera Trasandina en ambos sentidos a mediados de los ochenta; 3) la instalación de la Aduana Principal del Estado Mérida y de la Zona Libre Cultural Científica y Tecnológica del Estado Mérida (ZOLCCYT) en los noventa, y 4) en los últimos años la parroquia pro- gresivamente se ha ido integrando y configurando como parte del área de expansión urbana de la ciudad de Mérida.
Tal como se dijo anteriormente, al menos el 90 % de la población de la parroquia se encuentra asentada en la zona norte o vertiente derecha del río Chama, específicamente en las zonas bajas de esta vertiente sobre geoformas cuaternarias (te- rrazas aluviales), en las cuales las características físicas del terreno condicionan los medios óptimos para el desarrollo de las actividades humanas. Este proceso de ocupación y expansión urbana de las zonas bajas ha ido progresivamente desplazando a la actividad agrícola, otrora dominante en esta parte de la parroquia. Para Geist y Lambin (2004), tanto el crecimiento urbano como la notable in- fluencia económica de la población urbana induce a los agricultores y pastores de bajos recursos a desplazarse hacia las zonas periurbanas, ocupando tierras marginales. Ello resulta más dramático en regiones intramontanas como la aquí estudiada, en donde la escasez de tierras aptas para asenta- mientos, confinadas a las acumulaciones cuater- narias del sector medio de la parroquia, podría estar literalmente forzando a los agricultores a desplazarse hacia las laderas inclinadas, en donde la susceptibilidad a la degradación está altamente favorecida por la pendiente. Este proceso en par- ticular seguramente requerirá de mayor atención y análisis en el futuro cercano.
6. Conclusiones
Los resultados demostraron que la parroquia San Juan presenta una amplia dominancia (88,60% de superficie) de sensibilidad crítica a la desertifica- ción en sus tres subtipos: altamente sensible, sensi- ble y poco sensible, dejando claro que los cambios que ocurran en las coberturas del terreno, y que modifiquen la condición protectora de los suelos por parte de lavegetación, desencadenarían procesos de degradación de suelos facilitando así el avance de condiciones ambientales que inducen al paisa- je hacia una transición a condiciones desérticas. Los subíndices de calidad de vegetación y de suelo son los que ejercen mayor influencia en los resultados, al lograr una mayor discriminación y análisis de ambas variables a nivel espacial, y por la elevada carga explicativa que ambos poseen en la dinámica de ocurrencia de la desertificación en este entorno.
Uno de los principales inconvenientes que presentan los métodos diacrónicos multifacto- riales es que los mismos usualmente carecen de intervalos de confianza que protejan los resultados desde el punto de vista estadístico. De igual forma, la complejidad de los procesos inmersos en esta evaluación y la baja disponibilidad de informa- ción de muchas de las variables requeridas hace igualmente difícil la validación y calibración de los métodos utilizados.
Si bien los resultados son concluyentes y con- tundentes, éstos deben dar paso a investigaciones más detalladas que permitan monitorear rigurosa- mente los procesos de ocupación que ocurren en la parroquia,y muy particularmente,los cambios que experimentanlascoberturasvegetales;elloescrucial paraprecisarlaintensidadconlaquelosprocesosde degradaciónpudiesenconduciraunaamplificación espacial de la desertificación en el futuro.
7. Referencias citadas
APARICIO, F. 1989. Fundamentos de hidrología de superficie. Editorial Limusa S.A. Ciudad de México, México.
BRANDT, J.; GEESON, N. & A. IMESON. 2003. A desertification indicator system for Medi- terranean Europe. DESERTLINKS Project. UK.
CHASEK, P.; SAFRIEL, U.; SHIKONGO, S. & V. FUTRAM. 2015. “Operationalizing Zero Net Land Degradation: The next stage in international efforts to combat deserti- fication?”. Journal of Arid Environments, 112(Part A): 5-13.
CHOW, V.; MAIDMENT, D. y MAYS, L. 1996. Hidrología Aplicada. Mc Graw-Hill S.A. Ciudad de México, México.
CHUVIECO, E. 1995. Fundamentos de la teledetección espacial. Segunda Edición. Edicio- nes Rialp, S.A. Madrid, España.
CONCHA, M. y S. IZQUIERDO. 1982. Clasificación de tierras con fines agrícolas. Aplica- ción del Index de Storie. Sector San Juan de Lagunillas. Escuela de Geografía Uni- versidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. Trabajo Especial de Grado. (Inédito).
D´ODORICO, P.; BHATTACHAN, A.; DAVIS, K.; RAVI, S. & CH. RUNYAN. 2013. “Global desertification: Drivers and feedbacks”. Advances in Water Resources, 51: 326-344.
FLORES, B.; FLORENTINO, A.; FERRER, J.; VALERA, A. e I. MAZA. 2010. “Áreas am- bientalmente sensibles a la desertificación en la microcuenca Callecitas, estado Guárico”. Agronomía Tropical, 60: 241-253.
GEIST, H. & E. LAMBIN. 2004. “Dynamic causal patterns of desertification”. BioScience, 54(9): 817-829.
GRATEROL G. y L. MOLINA. 2000. Identificación, evaluación y representación del proceso de desertificación bajo un sistema de información geográfico (Sector semiárido Ejido-Estanques-Estado Mérida). Escuela de Geografía. Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. Trabajo Especial de Grado. (Inédito).
GUEVARA, E. 2006. The influence of El Niño Phenomenon on the climate of Venezuela. Paper presented at AGU Hydrology Days. Fort Collins. Colorado, USA. (20-22 March).
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA INE (INE). 2011. Censo de Población y Vivienda de los años: 2001 y 2011. Caracas, Venezuela.
KOSMAS C.; KIRKBY, M A. & N. GEESON (Ed). 1999. The Medalus project: Mediterra- nean Desertification and Land Use. Manual on key indicators of desertification and mapping environmentally sensitive areas to desertification. European Commission Project Report, EUR 18882. Brussels.
LE HOUÉROU, H. 1996. “Climate change, drought and desertification”. Journal of Arid Environments, 34: 133-185.
LEÓN, F. y C. SOTO. 1982. Implicaciones en algunas variables físicogeográficas en la de- tección de futuras áreas de expansión urbana, el caso de Lagunillas-San Juan, estado Mérida. Escuela de Geografía. Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. Trabajo Especial de Grado. (Inédito).
LI, D.; XU, D.; WANG, Z.; DING, X. & A. SONG. 2018a. “Ecological compensation for desertification control: A review”. Journal of Geographical Sciences, 28(3): 367-384.
LI, J.; HAN, L.; LIU, Y.; ZHANG, G & Z. WU. 2018b. “Insights on historical expansions of desertification in the Hunlun Buir and Horqin deserts of Northeast China”. Ecological Indicators, 85: 944-950.
LÓPEZ, F. 2006. “Desertificación, un riesgo ambiental global de graves consecuen- cias”. Revista C&G, 20(3-4): 61-71.
MARTINEZ-VALDERRAMA, J.; IBAÑEZ, J.; DEL BARRIO, G.; SANJUÁN, M.; ALCALÁ, F.; MARTINEZ-VICENTE, S.; RUIZ, A. & J. PUIGDEFÁBREGAS. 2016. “Present and future of desertification in Spain: Implementation of a surveillance system to prevent land degradation”. Science of the Total Environment, 563-564: 169-178.
OPARA, J.; BABAGANA, M. & A. ADAMU. 2018. “Environmental health, desertifica- tion and sustainable development in North Eastern Nigeria: A socio-economic impact assessment”. Academy of Agriculture Journal, 3(1): 173-186.
PÉREZ, R. 1994. Relaciones entre procesos geomorfológicos y precipitación máximas extremas en vertientes semiáridas de la Cuenca Media del río Chama, estado Mérida. Escuela de Geografía. Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. Trabajo Especial de Grado. (Inédito).
PUIGDEFÁBREGAS, J. 1998. “Ecological impacts of Global Change on Drylands and their implications for Desertification”. Land Degradation & Development, 9: 393-406.
RAMÍREZ, R. y N. ROJAS. 2013. Dinámica de crecimiento urbano y ocupación del espacio en Lagunillas y San Juan de Lagunillas del municipio Sucre, estado Mérida. Escuela de Geografía. Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. Trabajo Especial de Grado. (Inédito).
REYNOLDS, J.; STAFFORD, D.; LAMBIN, E.; TURNER, B.; MORTIMORE, M.; BATTER- BURY, S.; DOWNING, TH.; DOWLATABADI, H.; FERNANDEZ, R.; HERRICK, J.; HUBER-SANNWALD, E.; JIANG, H.; LLEMANS, R.; LYNAM, T.; MAESTRE, F.; AYARZA, M. & B. WALKER. 2007. “Global desertification: Building a science for dryland development”. Science, 316: 847-851. (DOI: 10.1126/science.1131634). [Consulta: febrero, 2018].
RINCÓN, T. 2005. Identificación y evaluación del proceso de desertificación en la sub-cuenca La Maruchí, municipio Sucre del estado Mérida. Escuela Técnica Superior Forestal. Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. Informe Final de Pasantía. (Inédito).
RODRIGUEZ, M.; MOREIRA, J.; QUIJADA, J.; CORZO, M. e Y. GIL. 2008. Evaluación y seguimiento multitemporal de la desertificación a través del sistema de infor- mación geográfica ambiental de Andalucía. XIII Congreso Nacional de Tecnologías de la Información Geográfica. Área Temática 2: Erosión de suelos y desertifica- ción. 399-402. Las Palmas de Gran Canaria, España.
ROJAS, J. 1970. El paisaje semiárido de la cuenca media del río Chama. Facultad de Cien- cias Forestales y Ambientales. Escuela de Geografía. Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. Trabajo Especial de Grado. (Inédito).
SALVATI, L.; MAVRAKIS, A.; COLANTONI, A.; MANCINO, G. & A. FERRARA. 2015. “Complex adaptive systems, soil degradation and land sensitivity to desertifica- tion: A multivariate assessment on Italian agro-forest landscape”. Science of the Total Environment, 521-522: 235-245.
SILVA, G. 2010. Tipos y subtipos climáticos de Venezuela. Universidad de Los Andes. Escuela de geografía. Mérida, Venezuela. Trabajo de Ascenso (Inédito).
SUTTON, P.; ANDERSON, S. H.; CONSTANZA, R. & I. KUBISZEWSKI. 2016. “The eco- logical economics of land degradation: Impacts on ecosystem service values”. Ecological Economics, 129: 182-192.
TÓTH, G.; HERMANN, T.; DA SILVA, M. & L. MONTANARELLA. 2018. “Monitoring soil for sustainable development and land degradation neutrality”. Environmental Monitoring Assessment, 190: 57 [https://doi.org/10.1007/s10661-017-6415-3.] [Con- sulta: febrero, 2018].
UFORGA. 1997. Evaluación ambiental-territorial del ámbito geográfico de la zona libre cul- tural, científica y tecnológica del estado Mérida. Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela (Inédito).
UN. 2015. Transforming our world: the 2030 Agenda for Sustainable Development. Reso- lution adopted by the General Assembly on 25 September 2015. pp: 35. United Nations, USA.
UNITED NATIONS CONVENTION TO COMBAT DESERTIFICATION. INTERGOVERMEN- TAL NEGOTIATING COMMITTEE FOR A CONVENTION TO COMBAT DESERTI- FICATION (UNCCD). 1994. Elaboration of an International Convention to Combat Desertification in Countries Experiencing Serious Drought and/or Desertification, Particularly in Africa. UN, Doc. A/AC.241/27,33 I.L.M. 1328. New York, USA.
VIEIRA, R.; TOMASELLA, J.; ALVALÁ, R.; SESTINI, M.; AFFONSO, A.; RODRIGUEZ, D.; BARBOSA, A.; CUNHA, A.; VALLES, G.; CREPANI, E.; DE OLIVEIRA, S.; DE SOUZA, M.; CALIL, P.; DE CARVALHO, M.; VALERIANO, D.; CAMPELLO, F. & M. SANTANA. 2015. “Identifying areas susceptible to desertification in the Brazilian northeast”. Solid Earth, 6: 347-360.
ZINCK, A. 2012. Geopedología. Elementos de geomorfología para estudios de suelos y de riesgos naturales. ITC Special Lecture Notes Series. Enschede, The Netherlands.