Editorial
Editorial
Boletín de Geología, vol. 38, núm. 1, 2016
Universidad Industrial de Santander
Los hechos lamentables, uno con impacto global, el otro con alcance local, acontecieron durante la edición de este número de la revista NÓMADAS: de una parte, el ataque a personas de la comunidad LGB-TI, muchas de ellas de origen latino y afrodescendiente, en un club de Orlando, Florida (Estados Unidos), que dejó medio centenar de fallecidos; y, de otra, el pronunciamiento “jurídico” en Colombia de una abogada, quien en nombre de una entidad gubernamental, responsabilizó y culpó de los hechos a la víctima de un brutal feminicidio ocurrido hace algún tiempo en Bogotá. En el primer caso, el detonante de la agresión fue la homofobia; en el segundo, el exabrupto se explica como producto del sexismo y la ignorancia, compartidos por buena parte de la sociedad.
La pobreza, la falta de oportunidades y las profundas desigualdades económicas, sociales y culturales amplían cada vez más las brechas entre países ricos y pobres y entre norte y sur. Cientos de personas mueren diariamente en el mundo, huyendo de la guerra, el hambre y las persecuciones étnicas y religiosas. Así mismo, el fundamentalismo religioso justiica la barbarie, el terror y el exterminio del otro, como prácticas de control y dominación de territorios, poblaciones y personas.
Ante el reto que constituye este panorama, los problemas que convoca el presente número monográico interpelan la misión de la educación superior en la formación de jóvenes capaces de ejercer una ciudadanía global incluyente; de reconocer, comprender y respetar al “otro en su cultura”; y, sobre todo, de tener la capacidad para ponerse en el lugar de sus semejantes. La preocupación por la equidad, la igualdad de oportunidades, el reconocimiento y respeto de las diferencias, la diversidad y el multiculturalismo, en suma, la formación ciudadana para aprender a vivir juntos con los diversos en el mundo global es un asunto pendiente dentro de la calidad educativa y la excelencia cientíica, y no ha hecho parte de la acreditación exigida a las instituciones de educación superior (IES).
Por otra parte, la creciente mercantilización y masiicación de la educación terciaria ha devenido en la denominada Universidad-empresa, la cual privilegia la ganancia y la renta y deja de lado la educación ciudadana, pluralista y democrática. La masiicación o ampliación de coberturas no ha implicado universalización, y el acceso a la Universidad sigue siendo un privilegio del cual están excluidos la mayoría de jóvenes de los sectores pobres, de los grupos étnicos y del sector rural. Es cierto que el ingreso masivo a la Universidad ha favorecido a las mujeres, pero como consecuencia del orden de género existente, sus logros no se han traducido en igualdad y equidad salarial, mayor reconocimiento ni prestigio social; al contrario, cuanto más alto es su nivel de escolaridad, la brecha salarial tiende a aumentar. De igual forma, las demandas de igualdad e inclusión han dado paso a múltiples políticas y acciones airmativas dirigidas a integrar a grupos excluidos, entre éstos, especial atención se ha dado a las minorías étnicas. No obstante, con frecuencia este tipo de acciones se limita a garantizar el acceso de jóvenes indígenas y afrodescendientes al sistema educativo, sin tener en cuenta sus contextos, conocimientos y necesidades culturales, lo que ha produce en los educandos desarraigo y crisis frente al modelo imperante.