DESARROLLO EMOCIONAL: EVALUACIÓN DE LAS COMPETENCIAS EMOCIONALES EN LA INFANCIA
DESARROLLO EMOCIONAL: EVALUACIÓN DE LAS COMPETENCIAS EMOCIONALES EN LA INFANCIA
International Journal of Developmental and Educational Psychology, vol. 1, núm. 1, pp. 75-81, 2016
Asociación Nacional de Psicología Evolutiva y Educativa de la Infancia, Adolescencia y Mayores
Recepción: 30 Enero 2016
Aprobación: 15 Febrero 2016
Resumen:
Esta investigación tiene como objetivo la evaluación del desarrollo emocional en alumnos de Educación Infantil del segundo ciclo, en concreto de 2º Curso (N=123) pertenecientes a la Comunidad de Castilla y León. Se analizan las competencias emocionales del alumnado de Educación Infantil. Concretamente, la capacidad para reconocer y expresar emociones (conciencia emocional), regular las emociones (regulación emocional), ponerse en el lugar de otro (competencia social) e identificar y resolver problemas (habilidades de vida para el bienestar). Los resultados obtenidos tienen una importante repercusión pues ponen de relieve la necesidad de evaluar los procesos emocionales en la infancia para favorecer una mejora en las competencias socio-emocionales del alumnado de Educación Infantil e incrementarlas a lo largo de su formación académica para su desarrollo integral.
Palabras clave: Desarrollo Emocional, Competencias Emocionales, Infancia, Evaluación.
Abstract:
This research aims at assessing emotional development in pre-school education in the second cycle, namely 2nd year (N = 123) belonging to the Community of Castilla y Leon. Emotional competencies of students in Early Childhood Education are analyzed. Specifically, the ability to recognize and express emotions (emotional awareness), regulate emotions (emotional reg- ulation), take the place of another (social competence) and identify and solve problems (life skills for welfare) . The results have a significant impact as highlight the need to assess the emotional processes in infancy to promote an improvement in socio-emotional skills of students in Early Childhood Education and increase them throughout their academic training for their development.
Keywords: Emotional development, Emotional skills, Childhood, Evaluation.
ANTECEDENTES
Debido a que vivimos en una sociedad sometida a continuos e intensos cambios, y que el bombardeo de los medios de comunicación, el uso distorsionado de nuevas tecnologías, los acelerados ritmos de vida que se han adoptado recientemente, etc. son algunos de los factores que han hecho de nuestra humanidad un espacio donde los valores, el cuidado y la educación de las emociones están cambiando y en muchos casos se descuiden.
Esta investigación ofrece una exploración minuciosa del desarrollo emocional en edades tempranas incluyendo prácticas de expertos en el proceso de aprendizaje en el ámbito emocional. A continuación abordaremos las competencias emocionales y los conocimientos mediante los cuales tanto los niños de tres a cinco años como las personas más cercanas a ellos establecen vínculos afectivos, desarrollan y regulan sus emociones.
En la edad comprendida entre los tres y seis años se inicia una nueva etapa de desarrollo en la que se construyen nuevos intereses y necesidades, retos, y se desarrollan nuevas formas de expresión y de relación con los demás. Empezar el colegio, supone iniciar nuevas relaciones: la comprensión social, la generación de conflictos, trabajo en grupo, etc. Todo ello, exige nuevas habilidades sociales y emocionales. Cuando aparece la opción de expresar sus emociones y las del resto, los menores de edad empiezan el nuevo camino de la conciencia y de la regulación emocional, etc. A medida que la capacidad cognitiva del niño crece, cada vez más las emociones se van diferenciando entre sí, se manifiestan con mayor rapidez, intensidad y duración. Se amplía su relación social, aprenden a controlar las propias emociones de tal forma que, a veces, lo que expresan puede no reflejar necesariamente lo que sienten. Esto viene condicionado por las reglas de expresión emocionales de la propia cultura. Es decir, la capacidad de regular las emociones es la primera habilidad que deben los niños adquirir para seguir las reglas de expresión emocional de su cultura.
Aproximadamente a los tres años, los niños empiezan a mostrar una capacidad limitada de ocultar sus verdaderos sentimientos. Lewis, Stanger y Sullivan (1989), hallaron que los niños de tres años mentían sobre el hecho de haber mirado un juguete prohibido y eran capaces de ocultar sus sentimientos. No obstante los niños de tres y seis años no son especialmente hábiles a la hora de ocultar sus verdaderas emociones como un adulto; se les nota en la cara y las expresan con libertad.
Es a los tres años, cuando los niños son más capaces de evaluar sus actuaciones como buenas o malas, comienzan a mostrar signos evidentes de orgullo cuando realizan un tarea difícil, así como de vergüenza si fracasan en una tarea (Lewis, Alessandri y Sulivan, 1992;Stipek, Recchia y McClintic, 1992).
El lenguaje es el instrumento que formará parte de la vida de los menores de edad. A través de él se comprende la realidad, se comunican las experiencias, se expresan las emociones e inquietudes. El lenguaje pasa a ser un medio a través del cual se expresa cariño y afecto, permite la aparición de la fantasía, de la imaginación, y es una ayuda poderosa para la resolución de problemas.
Diversos autores (Dunn, Brown, Slomkowski, Tesla y Youngblade, 1991; Herrera y Dunn, 1997); hallaron que cuanto más hablaban los niños de tres años de sus experiencias emocionales con otros miembros de la familia, mejor interpretaban las emociones ajenas y resolvían disputas con sus compañeros posteriormente. A partir de los cuatro años utilizan un léxico emocional mediante términos como: tristeza, miedo, enfado, etc., también manifiestan rabia con expresiones verbales. Por ello, debemos estimular el lenguaje y, como todo lo que se adquiere y se aprende, debe asimilarse en un clima cálido, afectuoso y enriquecedor.
Alrededor de los tres años, los menores de edad son conscientes en la elección de las personas y las emociones que generan esa relación, por eso deciden con quien jugar, a quien abrazar, besar, etc. Y a los tres y medio son capaces de reconocer emociones en los personajes de un cuento. También usan un lenguaje emocional en el juego simulado.
Entre los tres y cuatro años los menores de edad asocian ciertos acontecimientos con determinadas emociones. Por ejemplo, el cumpleaños se asocia con la alegría, en cambio perder un juguete, con la tristeza. Descubren los nexos entre determinados acontecimientos y determinadas emociones y generalizan este conocimiento a otras situaciones. Al mismo tiempo, aprenden acerca de las causas y consecuencias de los sentimientos (Denham, 1998).
Se observa que entre tres y cinco años, para entender una situación con contenido emocional, los menores no hacen uso de un análisis objetivo hacía la situación, sino que establecen las explicaciones correspondientes a través de la emoción como tal; lo que ellos sentirían, pero no lo que realmente podrían sentir haciendo relación de diversos aspectos influyentes. El resultado para ellos, o es bueno o es malo (posición dicotómica); no establecen gradaciones, divergencias, posibilidades, o sea, no hay un manejo de diversas perspectivas (Camras, 1994).
Al hacer la evaluación de la emoción en relación con la situación, los menores alcanzan niveles de madurez e introspección que les permiten determinar qué tipo de reacciones han de tener con otras personas y las consecuencias de éstas; es en este momento donde se observa lo que es regulación emocional (Harris, 1989; Eisenberg et al, 2003; Valiente, Eisenberg, Fabes, Shepard, Cumberland y Losoya, 2004). En cuanto a la regulación emocional, Cummings y Allen (1987) observaron que los niños de cuatro a cinco años, cuando presencian discusiones entre padres, utilizan la distracción visual, desviando la atención hacia otros elementos de la situación.
Con la edad, la capacidad de reconocer e interpretar las manifestaciones emocionales ajenas mejora. Entre los cuatro y los cinco años, los niños saben inferir correctamente, por los movimientos corporales expresivos, si alguien está contento, enfado o triste (Boone y Cunningham, 1998).
A los cuatro años ya son capaces de explicar las emociones propias y las de los demás en términos de deseo-resultados. Y saben dar explicaciones de por qué sus compañeros están enfadados, tristes, aunque tienden a centrarse más en los hechos externos como causa de las emociones, que en las necesidades como motivos internos (Fabes, Eisenberg, Nyman y Michealieu, 1991).
A partir de los cinco años se produce un acelerado aprendizaje de la expresividad emocional. Se dan manifestaciones conductuales que implican estados emocionales: hacer bromas a los compañeros, molestar intencionadamente, etc.
Cuando los menores de edad tienen aproximadamente seis años, entienden que el resto de personas pueden detectar sus emociones y son capaces de inhibir las mismas. En esta etapa los menores comienzan a generar su autoconcepto debido al gran progreso en el conocimiento de las emociones ya que empiezan a interpretarlas. Posteriormente, se dan cuenta de que podrá experimentar varias emociones al mismo tiempo (Arsenio, 1992).
Analizaremos a continuación cuatro aspectos del desarrollo emocional, los cuales permiten conocer de forma más específica la competencia emocional del niño o niña de 3-6 años: conciencia emocional, regulación emocional, competencia social y habilidades de vida para el bienestar.
Conciencia emocional
Conciencia emocional es el tomar de conciencia de las propias emociones, dar nombre a las emociones, comprender las emociones de los demás y reflexionar sobre la interacción entre emoción, cognición y comportamiento. En esta dimensión hay que tener presentes dos aspectos: la comprensión de las emociones y la toma de la perspectiva emocional, de una parte, y de otro lado la comprensión de la ambivalencia emocional y la comprensión de las reglas de expresión.
Regulación emocional
Los niños han de enfrentarse a numerosas situaciones a la hora de afianzar su autonomía, aunque muchas veces no saben expresar exactamente sus deseos y necesidades. La regulación emocional es una capacidad para manejar las emociones de forma apropiada, tener buenas estrategias de afrontamiento, autogenerar emociones positivas y desarrollar una expresión emocional apropiada.
Competencia social
Dentro de la competencia social se encuentra la capacidad que tiene una persona de entender una situación emocional de otro individuo y de emitir respuestas relacionadas con el sentir de ese sujeto (puede evidenciarse como un acto de compasión); es decir la empatía. A medida que el niño o niña alcanza metas evolutivas, pone en evidencia acciones afectivas y entiende el porqué del sentir emociones diversas (Sroufe, 2000).
Habilidades de la vida para el bienestar
Se trata de desarrollar habilidades para identificación de problemas, conocer estrategias para resolverlos, la toma de decisiones, buscar ayuda y recursos que ayuden al menor a organizarse una vida sana y equilibrada, superando las posibles insatisfacciones o frustraciones, teniendo una actitud y percepción positiva ante la vida. Todo ello, para potenciar el bienestar personal y social.
La evaluación de la competencia emocional, es un hecho. Denham et al. (2003) efectuó un estudio longitudinal en el que midieron elementos de la competencia emocional en niños de tres a cuatro años de edad, como la expresividad emocional, la autorregulación y la competencia emocional. Nuestra investigación realiza una valoración de las competencias emocionales en niños con edades tempranas, en concreto en las dimensiones de conciencia, regulación emocional, competencia social y habilidades de la vida para el bienestar.
OBJETIVOS
El objetivo de este trabajo de investigación es analizar las competencias emocionales de niños y niñas de Educación Infantil. Concretamente, la capacidad para reconocer y expresar emociones (conciencia emocional), regular las emociones (regulación emocional), ponerse en el lugar de otro (competencia social) e identificar y resolver problemas (habilidades de vida para el bienestar).
MÉTODO
Participantes
La muestra está compuesta por 123 alumnos/as que cursa sus estudios de Educación Infantil en un centro de enseñanza Infantil y Primaria (CEIP), en total seis grupos de segundo ciclo de Infantil, en concreto 2º curso. Toda la muestra está escolarizada en un colegio público, situado en un barrio de Burgos perteneciente a Castilla y León, España.
Instrumentos
Escala RRER
La Escala Reconocimiento, Regulación, Empatía y Resolución de Problemas (RRER), mide el nivel de competencia emocional, entendiendo por competencia emocional, la capacidad que tiene una persona para reconocer y expresar emociones (conciencia emocional), regular las emociones (regulación emocional), ponerse en el lugar de otro (competencia social) e identificar y resolver problemas (habilidades de vida para el bienestar).
Las investigadoras del presente estudio desarrollaron un instrumento que evalúa el desarrollo emocional a través de los siguientes componentes: conciencia emocional, regulación emocional, competencia social y habilidades de vida para el bienestar. Este instrumento utiliza láminas evocadoras de situaciones apoyadas por preguntas del examinador o examinadora. En total la prueba cuenta con 65 ítems. La prueba alcanzó en su puntaje total un Alfa de Cronbach de 0.865, en conciencia emocional 0.73, en regulación emocional 0.705 y en competencia social 0.758 y en habilidades de vida para el bienestar 0.760.
RESULTADOS
Una vez recogido la información se procedió a informatizar y codificar los datos para poder procesar los resultados obtenidos y realizar los pertinentes análisis estadísticos a través de un software estadístico: El programa Statistical Package for the Social Sciences 21 (SPSS; versión 21).
En primer lugar, nos vamos a centrar en el análisis estadístico descriptivo del nivel de competencias emocionales. Para toda la muestra, las puntuaciones oscilan entre 13 y 59, la media se sitúa en el valor de 42,12 con una desviación típica de 8,60 (ver Tabla 1).
Analizando las dimensiones de las competencias emocionales, la muestra obtiene altas puntuaciones en conciencia emocional (reconocimiento de emociones a través de dibujos y fotografías) y regulación de emociones frente a otras dimensiones como la empatía y la resolución de problemas. Observamos que la dimensión que mayor dificultad puede presentar para la muestra es el reconocimiento de emociones a través de situaciones contextuales (ver Tabla 2).
En consonancia con lo expuesto, hemos analizado el rango de edad de la muestra que va de 45 a 60 meses. La media de edad es de 50,67 meses. Por otro lado, para evaluar las competencias emocionales en función de la edad, elaboramos una nueva variable a partir de la fecha de nacimiento. Ésta consistía en dividir a la muestra por rangos de edad en función de su fecha de nacimiento, los nacidos en los meses de enero, febrero y marzo se les asignó: 1º trimestre; los de abril, mayo y junio: 2º trimestre; los de julio, agosto y septiembre: 3º trimestre; y los de octubre, noviembre y diciembre: 4º trimestre (ver tabla 3).
Analizando los estadísticos descriptivos de las competencias emocionales en función de la edad, los resultados obtenidos afirman que el alumnado con mayor edad obtienen las puntuaciones más elevadas en competencias emocionales.
CONCLUSIONES
Nuestra sociedad, las nuevas tecnologías, la diversidad y la globalización, favorece escasamente el mundo de la emociones. Por ello, la educación no puede ni debe abandonar su cultivo. La pedagogía debe saber integrar los avances que, gracias a la psicología, la lingüística y otras disciplinas afines, nos permiten conocer mejor los procesos cognitivo-emocionales.
La investigación en aspectos relacionados con el desarrollo emocional del individuo, en concreto en edades tempranas, y la práctica actual en psicología requiere de nuevos enfoques teóricos que tengan como objetivo identificar y evaluar las capacidades emocionales en la infancia.
El aprendizaje temprano de conocer, expresar y regular ciertas emociones, saber el significado de las mismas en la exteriorización de la gente y finalmente la manera adecuada de responder a ellas de una manera efectiva, es de gran beneficio. Todo ello, constituye una lección importante que será de utilidad durante la niñez, la adolescencia y el resto de la vida.
Los resultados obtenidos en esta investigación han validado los hallazgos de Denham et al. (2003). Se ha constatado la importancia de la evaluación de las competencias emocionales en edades tempranas y predicción de éstas sobre las capacidades sociales.
Finalmente, se enfatiza que no sólo es competencia y responsabilidad de la disciplina psicológica ¨modificar lo que se ha dañado¨, sino también y fundamentalmente, ¨sustentar y nutrir lo que es mejor en el desarrollo emocional¨ en cada ser humano y en la sociedad en su conjunto para el bienestar de todos.
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