PROTOCOLO DE BUENAS PRÁCTICAS EN PARENTALIDAD POSITIVA. SU ELABORACIÓN Y ESTUDIO PILOTO
PROTOCOL OF GOOD PRACTICES IN POSITIVE PARENTALITY. ITS ELABORATION AND PILOT STUDY
PROTOCOLO DE BUENAS PRÁCTICAS EN PARENTALIDAD POSITIVA. SU ELABORACIÓN Y ESTUDIO PILOTO
International Journal of Developmental and Educational Psychology, vol. 2, núm. Esp.1, pp. 425-436, 2019
Asociación Nacional de Psicología Evolutiva y Educativa de la Infancia, Adolescencia y Mayores
Recepción: 29 Enero 2019
Aprobación: 30 Abril 2019
Resumen: La Guía de Buenas Prácticas en Parentalidad Positiva está dirigida a los servicios y a los y las profesionales que desarrollan su tarea en las áreas de Servicio Social, Educación, Salud, Justicia, o en alguna otra área donde se trabaje desarrollando labores de asesoramiento, orientación, intervención o apoyo a las familias. Contiene como instrumento principal un Protocolo de Buenas Prácticas que recoge aquellos aspectos que caracterizan el quehacer profesional y el servicio de apoyo a las familias que son relevantes desde el enfoque de la parentalidad positiva y que pueden ser objeto de mejora. Las posibilidades de mejora de la práctica profesional y del servicio se exploran en tres ámbitos de contenido claramente interconectados: A) Características de los servicios de apoyo a las familias y cultura organizacional; B) Proceso del trabajo profesional con las familias, y C) Uso de programas basados en evidencias dirigidos a las familias. Se señala el proceso de elaboración y aplicación del protocolo de buenas prácticas y los resultados obtenidos en el estudio piloto. El uso del protocolo ha permitido identificar muchas buenas prácticas relacionadas con los tres ámbitos, resultando útil su aplicación en dispositivos y servicios muy diferentes. Además, su uso ha resaltado la importancia de centrarse en la familia, destacando sus fortalezas en lugar de sus deficiencias. Por último, la evaluación positiva del protocolo online presenta una gran unanimidad entre los profesionales a la hora de juzgar su pertinencia y utilidad en la valoración de la calidad de los servicios de atención a la infancia, adolescencia y familia.
Palabras clave: parentalidad positiva, buenas prácticas, prácticas basadas en la evidencia, calidad de los servicios, evaluación con herramientas online.
Abstract: The Guide to Good Practices in Positive Parenting is aimed at the services and professionals who carry out their work in the areas of Social Service, Education, Health, Justice, or in some other area where they work to develop counseling, guidance, intervention or support for families. It contains as a main instrument a Protocol of Good Practices that includes those aspects that characterize the professional task and the service of support to the families that are relevant from the approach of the positive parenthood and that can be object of improvement. The possibilities for improving professional practice and service are explored in three clearly interconnected areas of content: A) Characteristics of support services for families and organizational culture; B) Process of professional work with families, and C) Use of evidence-based programs aimed at families. The process of elaboration and application of the protocol of good practices and the results obtained in the pilot study is indicated. The use of the protocol has allowed identifying many good practices related to the three areas, being useful to be applied in very different devices and services, the importance of focusing on the family, strengths, rather than their deficiencies and greater unanimity was obtained time to judge the relevance and usefulness of the electronic evaluation tool
Keywords: positive parenthood, good practices of the professional, evidence-based practices, quality of services, evaluation with electronic tools.
INTRODUCCIÓN
La Recomendación del Consejo de Europa (Rec., 2006) respalda la importancia de crecer en un ambiente familiar positivo y enfatiza la responsabilidad del estado de crear las buenas condiciones para esto al proporcionarles a los padres apoyo suficiente y adecuado. España ha adoptado el enfoque preventivo en la intervención familiar, para fortalecer capacidades de los padres o/y madres y empoderar a las comunidades, así como adoptar códigos de buenas prácticas profesionales para salvaguardar los derechos de los niños y promover su desarrollo.
En 2009, el Departamento de Familias del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad de España creó una línea de colaboración con la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), una asociación nacional de 7,331 entidades locales. El fundamento de esta colaboración es encontrar una manera eficiente de llegar a los servicios locales y comunitarios encargados de proporcionar Servicios a las familias. Los primeros pasos que se realizaron fue la elaboración de materiales científicos y didácticos para difundir el marco de parentalidad positiva (Rodrigo, Máiquez y Martín, 2010a, 2010b, 2011). Más adelante, se vió necesario que esta colaboración viniera sustentada en el apoyo de un mayor número de expertos de varias universidades, lo que proporcionó las bases científica y prácticas requeridas para emprender esta tarea. Así, ocho universidades españolas (Universidad Autónoma de Madrid, Universidad de Barcelona, Universidad de La Laguna, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, la Universidad de Lleida, la Universidad de Oviedo, la Universidad del País Vasco y la Universidad de Sevilla), bajo una coordinadora, se sumaron a esta tarea. Se trata de Instituciones con grupos de investigación que son bien conocidos por su trabajo de prevención con las familias y con gran experiencia en la creación de programas parentales. También quedó claro que había una necesidad de incorporar profesionales que trabajasen en servicios para niños, niñas y familias para construir colaboraciones entre los responsables políticos, los investigadores y los profesionales (Bellamy, Bledsoe, Mullen, Fang, & Manuel, 2008). A través de esta alianza colaborativa, se formularon propuestas en que el apoyo a las familias debía proporcionase de modo no crítico, participativo, inclusivo, guiado por las necesidades de las familias (Fukkink, Vink, & Bosscher, 2014). Adoptar una postura preventiva implica un cambio profundo en la forma en que los profesionales afrontan su trabajo con las familias, pasando de un enfoque de déficit a uno basado en la prevención y promoción (Dolan, Pinkerton, y Canavan, 2006). Según este punto de vista, los esfuerzos de prevención deben dirigirse a disminuir el impacto de los factores de riesgo y promover los factores de protección presentes en la familia y empoderar a los niños y niñas promoviendo sus fortalezas y recursos, y ayudándolos a comunicar sus sentimientos y necesidades.
Este artículo se centra en el uso de una herramienta electrónica. para evaluar la calidad de los servicios, prácticas y programas de parentalidad positiva. Esta herramienta está alojada en el sitio web oficial ‘familiasenpositivo.org’, que fue creado para apoyar tanto a los padres o las madres como a los profesionales con el fin de promover una política de parentalidad positiva.
GUÍA DE BUENAS PRACTICAS EN PARENTALIDAD POSITIVA
La Guía de Buenas Prácticas en parentalidad positiva (Rodrigo et al, 2015) surge para orientar y mejorar la práctica profesional en el trabajo con familias desde el enfoque de la parentalidad positiva. Esta destinada a servir como un recurso para apoyar la práctica profesional con las familias con dos objetivos: (a) identificar las buenas prácticas profesionales en programas de parentalidad positiva y servicios de apoyo para niños y niñas y familias basados en la evidencia obtenida a través de la investigación y el consenso con los profesionales; y (b) difundir las buenas prácticas en el trabajo con las familias y mejorar la calidad de los servicios de apoyo a través de cambios en las culturas organizacionales y en las prácticas de estos servicios.
La Guía aspira a ser una herramienta que permita identificar las buenas prácticas en parentalidad positiva y facilitar los procesos de reflexión en los servicios y en las políticas que son clave para garantizar la calidad de intervención. Estamos convencidos de que el uso del protocolo para la evaluación de un servicio, un programa o un recurso es una oportunidad para generar un proceso de formación interna, participativa y compartida, donde tal vez lo verdaderamente importante no sea la mejora en sí misma, que desde luego lo es, sino todo el proceso de participación real, de fortalecimiento personal y colectivo donde se generan acuerdos y alianzas poderosas, esas que hacen llegar a la excelencia. Asimismo, la Guía puede ser un instrumento para favorecer la propia transmisión de las buenas prácticas al promover un lenguaje compartido que sea comprensible por profesionales con diversos perfiles disciplinares y que trabajan en diversos servicios. La Guía aconseja también la participación de las familias que usan los servicios, para lo cual es importante llevar a cabo una labor de difusión y concienciación en éstas. Por último, esta Guía puede ser un motivo para mantener canales de colaboración muy estrechos entre los expertos y expertas, investigadores y profesionales, para que se sigan incorporando a la misma aquellos hallazgos y saberes profesionales que se vayan acumulando dentro del enfoque de la parentalidad positiva y que tengan impacto en las políticas de familia.
La Guía está dirigida a los servicios y a los y las profesionales que desarrollan su tarea en las áreas de Servicio Social, Educación, Salud, Justicia, o en alguna otra área donde se trabaje desarrollando labores de asesoramiento, orientación, intervención o apoyo a las familias. Igualmente aplicable en asociaciones profesionales y fundaciones, ONGs, o empresas de servicios, por citar algunos ejemplos del campo de aplicación.
El concepto de buena práctica, tal como se utiliza en la Guía, se refiere a toda experiencia guiada por principios, objetivos y procedimientos apropiados alineados con los principios éticos, que ha dado resultados positivos resultados, demostrando así su eficacia y utilidad en un contexto específico. Esta buena practica puede ser una técnica, un método, una actitud, un valor, una dirección de acción o un comportamiento concreto. que, a través de la experiencia y la investigación, se ha demostrado que conduce de manera confiable a un resultado deseado. Las buenas prácticas deben ser sostenibles en los servicios; empoderar a las familias, profesionales y la comunidad; y tener un impacto en otros servicios y políticas familiares.
ELABORACIÓN DEL PROTOCOLO DE BUENAS PRATICAS Y ESTUDIO PILOTO
Como primer paso, un panel de ocho expertos y expertas del consorcio de universidades elaboró una lista de principios de buenas prácticas basados en el marco de parentalidad positiva (Tabla 1). El panel también determinó las tres áreas en las que buscar las buenas prácticas en el trabajo preventivo con las familias: a) Características de los servicios de apoyo a las familias y cultura organizacional (servicio, adecuación del servicio para la prevención y promoción y organización del servicio...) ; b) Proceso del trabajo profesional con las familias (proceso de apoyo a las familias, recepción de las familias, evaluación de la situación familiar y del ejercicio de la parentalidad y derivación y proceso de intervención); c) Uso de programas basados en evidencias dirigidos a las familias (programas que fomenta las fortalezas y capacidades dirigidos tanto a los padres y/o madres como a los hijos e hijas). Estos tres ámbitos constituyen ejes importantes del contenido del protocolo que sirven para organizar las mejoras en torno a éstos. Estas áreas cubren tres aspectos distintivos que aparecen en la Tabla 1.


Como segundo paso, se crearon ocho nuevos paneles de expertos (uno en cada universidad del consorcio), con la participación de profesionales de los servicios locales para niños, niñas y familias. Para distribuir mejor la carga de trabajo, a cada sitio se le asignó la tarea de identificar las buenas prácticas en una de las áreas identificadas anteriormente, Área 1, 2, o 3. Estos paneles también decidieron cómo debía medirse cada práctica y para ello se creó una herramienta de evaluación. Se llegó a un consenso sobre la siguiente estructura de ítems: Primero, hay una definición general de la buena práctica, acompañada de dos o tres preguntas para facilitar la comprensión y la reflexión. Luego, para cada una de las buenas prácticas, se proponen indicadores que contienen formulaciones todavía más concretas para detectar la presencia o ausencia de esa buena práctica en el profesional o en el servicio. Cada indicador debía puntuarse de acuerdo con una escala de calificación de 1 a 4 (Nunca, A veces, Casi siempre y Siempre). A través de este proceso, fueron creadas 47 buenas prácticas: 17 para el Área 1, 22 para el Área 2 y 8 para el Área 3, con un rango de seis a ocho indicadores cada uno (para un total de 329 indicadores). Ver ejemplos en la Tabla 2.


Como tercer paso, se realizó un estudio piloto a nivel nacional para probar: 1) la confiabilidad de los indicadores definiendo cada buena práctica; 2) la validez del contenido en términos de relevancia, pertinencia y utilidad de las buenas prácticas y 3) la viabilidad del proceso de evaluación. El perfil de los servicios y profesionales que participaron en el estudio piloto fue el siguiente: 30 servicios (en Cataluña, el País Vasco, Asturias, Madrid, Andalucía, Gran Canaria y Tenerife) desde los dominios social, educativo, sanitario y de justicia; 30 profesionales y 30 coordinadores con edades comprendidas entre los 29 y los 60 años, distribuidas uniformemente por sexo. El 86% de los coordinadores tenían más de seis años de experiencia profesional.
La plantilla de evaluación diseñada para este estudio piloto se describe en la Tabla 3. La Parte 1a está dirigida a examinar hasta qué punto el conjunto de indicadores refleja de manera consistente el significado y la aplicación de cada práctica. Obtenemos la consistencia interna de los indicadores (alfa Cronbach) correspondientes a cada práctica, que van desde los aceptables (0,70) hasta los excelentes (0,94) en las tres áreas.

Tres buenas prácticas en el Área 1 y cinco buenas prácticas en el Área 2 fueron eliminadas debido a la baja confiabilidad (Índices inferiores a 0,70). Los resultados en la parte 1b mostraron que solo dos indicadores se consideraron eliminables y ocho se consideraron no disponibles, sin información. Se decidió agregar la categoría de “No procede” al sistema de puntuación, ya que esta situación sucedió con bastante frecuencia dependiendo de la servicio en cuestión (por ejemplo, realizar un seguimiento de los resultados de un programa de prevención se consideró “No procede” en los servicios de atención médica).
Como resultado del estudio piloto, 25 buenas prácticas y sus 188 indicadores correspondientes (Área 1: 9 buenas prácticas y 69 indicadores; Área 2: 11 buenas prácticas y 78 indicadores; y Área 3: 5 buenas prácticas y se seleccionaron 41 indicadores) para la herramienta electrónica final que se alojará en el sitio web: http://familiasenpositivo.org. Solo se seleccionaron aquellas prácticas e indicadores que mostraron las puntuaciones más altas en todos los criterios.
La Parte 2 tenía como objetivo examinar la validez de la herramienta electrónica. En la Parte 2a, la relevancia de cada práctica se calificó (escala 0–2) entre adecuada y esencial (Área 1: M = 1.65, SD = .33; Área 2: M = 1.73, SD = .24 y Área 3: M = 1.70, SD = .28). Es importante destacar que la evaluación no difirió sustancialmente según el dominio del servicio, el profesional que la completó (edad y sexo) o sus años de experiencia. Las puntuaciones más altas se encontraron en el Área 1: uso de una estrategia proactiva y fomento de la promoción de la crianza positiva en el servicio (M= 1.81, SD = .40), promoviendo el trabajo con otras instituciones que también trabajan con niños, adolescentes y familias (M = 1.84, SD = .37); y en el Área 2: mantener desde el principio una relación con la familia basada en la confianza y el respeto mutuo (M = 1.9, SD = .28), identificando dificultades y necesidades de apoyo a nivel personal y familiar (M = 1.91, SD =. 29), ayudando a las familias a reconocer sus fortalezas y las oportunidades que brindan sus entornos durante el proceso de intervención (M = 1.82, SD = .38). Se encontraron puntaciones más bajos en el Área 3: el programa tiene una base científica probada y formula objetivos claros, exclusivos y medibles (M = 1.74, SD = .44), el programa ha establecido tiempos y está respaldado por contenido y recursos de calidad (M = 1.75, SD = .44), el programa se basa en una metodología grupal e individual bien diseñada (M = 1.74, SD = .43), el programa se implementa correctamente y los profesionales están capacitados de realizarlo (M = 1.83, SD = .48). Las puntuaciones más bajas se encontraron en el Área 1: incorporación de las TIC (M = 1.2, SD = .65); en el Área 2: llevar a cabo una evaluación completa de la familia desde una perspectiva ecológica y sistémica (M = 1.37, SD = .57), y en el Área 3: uso de modelos, prácticas y programas basados en evidencia (M = 1.4, SD = .68), colaboración con universidades para realizar el trabajo de evaluación (M = 1.2, SD = .54) e incorporación de programas comunitarios (M = 1.5, SD = .50).
Las partes 2b, 2c y la parte 3 tenían como objetivo examinar la pertinencia, la utilidad de la herramienta y la viabilidad de el proceso de evaluación, respectivamente. Los resultados promediados (escala 1–5) fueron muy positivos para la pertinencia (M = 4.1, SD = .54) y utilidad (M = 4.26, SD = .53), y un poco menos para la viabilidad de proceso de evaluación (M = 3.71, SD = .46).. Según los participantes, la herramienta también permite la difusión de buenas prácticas entre un servicio y otros servicios relacionados (M =4.1, SD = .85) y facilita la identificación y promoción de las habilidades de los profesionales que trabajan en el servicio (M = 4.1, SD = .84), aunque no está claro si ayudaría a identificar las necesidades de capacitación (M= 3.8, SD = 1.8). Finalmente, con respecto al proceso de evaluación, los profesionales lo consideran bastante factible.que se lleve a cabo un proceso de mejora en su servicio (M = 3.8, SD = 1.1), pero la necesidad de la autoevaluación del servicio todavía no es una prioridad (M = 3.73, SD = 1.17), y solo en algunos casos los profesionales han iniciado sistemáticamente un proceso para mejorar el servicio (M = 2.3, SD = 1.2).
IMPLEMENTACIÓN DE LA HERRAMIENTA ELECTRÓNICA PARA LA EVALUACIÓN DE LAS BUENAS PRÁCTICAS
“Familias en positivo” es una plataforma en línea promovida por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y la Federación Española de Municipios y Provincias con el apoyo científico de un consorcio de ocho universidades españolas. “Familias en positivo” tiene como objetivo promover la parentalidad positiva y fortalecer su apoyo en las políticas y servicios públicos. de los gobiernos locales y en las ONG. Ofrece un espacio de extranet (acceso abierto) donde las familias pueden encontrar Información, orientación, motivos de reflexión y, sobre todo, un mensaje positivo para acompañarlos en sus vidas cotidianas. Específicamente, la extranet proporciona noticias, anuncios de eventos, monografías en temas de interés informados por los servicios, boletines periódicos y videos educativos, así como recursos familiares, actividades y materiales didácticos. “Familias en positivo” reconoce el papel desempeñado por los profesionales centrados en servicios infantiles y familiares. Por ello, también ofrece una intranet, espacio (que requiere un nombre de usuario y contraseña) donde los profesionales e investigadores pueden acceder a la información en programas parentales basados en la evidencia, resultados de investigación y herramientas de evaluación; compartir experiencias; y acceda a la herramienta electrónica para evaluar las buenas prácticas profesionales. En el sitio web hay un responsable del mantenimiento y difusión, disponible para ayudar a los visitantes del sitio y los participantes en la intranet.
Se contrató a una empresa de TIC para diseñar tanto el sitio web como la herramienta electrónica de acuerdo con los estándares aceptados de navegabilidad y accesibilidad, y los expertos y las expertas tuvieron especial cuidado para garantizar que el sitio web siga las normas éticas y de contenido según lo definido en el estudio de Suárez-Perdomo, Byrne y Rodrigo (2018).
También se redactó un plan de implementación en colaboración con los profesionales que involucra cinco fases: (1) los servicios mismos toman la iniciativa de llevar a cabo el proceso de autoevaluación, garantizando así su empoderamiento en cuestiones de calidad y garantía; (2) se comienza reuniendo a un grupo de personas no muy numeroso que liderarán y dinamizarán el proceso de evaluación, promover la reflexión sobre las prácticas profesionales en el marco de la iniciativa de parentalidad positiva y la necesidad de garantizar la calidad en el Servicio; (3) este grupo dinamizador fomenta la participación entre profesionales y familias, quienes son invitados a participar teniendo en cuenta su punto de vista y la colaboración de otros servicios; (4) el grupo dinimizador consigue el consenso de los profesionales y recibe el informe final. Este informe se entrega automáticamente desde la plataforma después que ha sido completado y proporciona información estadística y datos sobre las buenas prácticas ya se alas que estén en uso (fortalezas) y aquellas que deberían ser implementadas (recomendaciones);y (5) el grupo dinamizador, con el consenso de los profesionales, propone un plan de acción para mejorar el servicio a lo largo de las líneas del informe final, que definen las prioridades, los recursos necesarios (materiales y/o humanos), el tiempo requerido para completar, e indicadores de resultados del progreso. A la hora de decidir las prioridades de mejora se debe mantener una mezcla de prioridades a corto y a largo plazo. La intención es que los servicios sean capaces de implementar este plan de acción a su conveniencia, al tiempo que garantiza el seguimiento de los logros alcanzados. El sistema es circular, ya que pueden requerirse nuevos esfuerzos si algunas partes del plan de trabajo no se han logrado.
Cifras recientes muestran que hay registrados 1632 profesionales y han complementado el proceso de evaluación 225 servicios. La mayoría de ellos que llevado a cabo el proceso de autoevaluación son dispositivos públicos de servicios sociales y ámbito local, pero se aprecia una presencia importante de entidades no gubernamentales (ONG). Respecto a buenas prácticas relacionadas con las caracterísitcas del servicio, destacan como fortaleza, la organización del servicio desde las perspectiva de derechos de la infancia y que posibilita las actuaciones de promoción de parentalidad positiva. Y como mejorables, aparecen las prácticas relacionadas con la visibilidad y acceso univesal al servicio, así como la colaboración. Respecto el trabajo profesional, destacan como fortaleza, las buenas prácticas que reflejan intervenciones basadas en relación de respeto y confianza con las familias, asi como el establecimiento de objetivos realistas y consensuados con las familias y como mejorables, aparecen la incorporación de actividades grupales y comunitarias, así como la evaluación de competencias parentales y el rigor en la evaluación de intervenciones. Respecto a las buenas prácticas relacionadas con los programas destacan como fortalezas aparecen las buenas prácticas relacionadas con la implementación de los programas y como mejorables, las buenas prácticas relacionadas con la evaluación (Hidalgo y Manzano, 2019).
CONCLUSIONES
Guía de buenas prácticas en crianza positiva y la herramienta electrónica, se puede acceder en el sitio oficial web http://familiasenpositivo.org, introduce una cultura de prevención, dentro de la iniciativa europea de paternidad positiva.
La Guía y la herrmienta electrónica involucra a responsables políticos, los investigadores y los profesionales (agencias públicas y privadas, ONGs y las corporaciones) optimizando los marcos organizativos y promoviendo el trabajo de prevención con las familias.
Ahora compartimos un lenguaje común para la comunicación sobre estos temas, y una amplia información científica y se ha alcanzado un consenso profesional sobre la importancia de promover el trabajo preventivo con las familias
Según lo evaluado por los profesionales en el estudio piloto, la herramienta electrónica muestra un conjunto coherente de indicadores que facilitan la evaluación de cada buena práctica. La herramienta en sí se calificó como pertinente y mostró utilidad para el servicio, y se considera que el procedimiento de evaluación es factible.
Los profesionales que participaron en el estudio destacaron la importancia de centrarse en la familia, en sus fortalezas, en lugar de sus deficiencias, y sobre la necesidad de mantener desde el principio una relación con la familia basada en la confianza y el respeto mutuo.
Los programas están claramente valorados, especialmente la complejidad y la variedad de temas abordados. El formato del instrumento en sí también es altamente valorado, particularmente por el hecho de que incluye preguntas para facilitar la comprensión de las buenas prácticas bajo consideración y el proceso de evaluación
A pesar de los avances logrados, quedan algunos desafíos, como implementar una cultura de evaluación en el campo de los servicios de infância y familia o fomentar los programas parentales basados en la evidencia y asegurar su integración en el red preventiva. También, ampliar el uso de la herramienta de evaluación en los servicios de salud, de educación y los comunitarios.
Referencias
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